Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I.- ASISTENCIA.
- II.- APERTURA DE LA SESION
- III.- TRAMITACION DE ACTAS.
- IV.- ORDEN DEL DIA.
- ANALISIS DEL MENSAJE PRESIDENCIAL.
- INTERVENCIÓN : Patricio Aylwin Azocar
- INTERVENCIÓN : Patricio Aylwin Azocar
- INTERVENCIÓN : Patricio Aylwin Azocar
- INTERVENCIÓN : Jorge Antonio Montes Moraga
- INTERVENCIÓN : Patricio Aylwin Azocar
- INTERVENCIÓN : Jose Andres Rafael Zaldivar Larrain
- ANALISIS DEL MENSAJE PRESIDENCIAL.
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
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REPUBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACION OFICIAL. LEGISLATURA 318ª, ORDINARIA.
Sesión 3ª, en miércoles 30 de mayo de 1973.
Especial. (De 11.15 a 13.30).
PRESIDENCIA DEL SEÑOR EDUARDO FREI MONTALVA.
SECRETARIO, EL SEÑOR PELAGIO FIGUEROA TORO.
INDICE.
Versión taquigráfica.
I.- ASISTENCIA.88
II.- APERTURA DE LA SESION 88
III.- TRAMITACION DE ACTAS 88
IV.- ORDEN DEL DIA:
Análisis del Mensaje Presidencial 88VERSION TAQUIGRAFICA.
I.- ASISTENCIA.
Asistieron los señores:
Acuña Rosas, Américo Aguilera Báez, Luis Aguirre Doolan, Humberto Araneda Briones, Ernesto Aylwin Azócar, Patricio Ballesteros Reyes, Eugenio Bulnes Sanfuentes, Francisco Carmona Peralta, Juan de Dios
Diez Urzúa, Sergio Foncea Aedo, José Frei Montalva, Eduardo Fuentealba Moena, Renán García Garzena, Víctor Godoy Gómez, Luis Hamilton Depassier, Juan Irureta Aburto, Narciso Lavandero Illanes, Jorge Miranda Ramírez, Hugo Montes Moraga, Jorge Moreno Rojas, Rafael Musalem Saffie, José Noemi Huerta, Alejandro Ochagavía Valdés, Fernando Olguín Zapata, Osvaldo Pablo Elorza, Tomás Papic Ramos, Luis Phillips Peñafiel, Patricio Prado Casas, Benjamín Rodríguez Arenas, Aniceto Schnake Silva, Erich Silva Ulloa, Ramón Suárez Bastidas, Jaime Teitelboim Volosky, Volodia Toro Herrera, Alejandro Valente Rossi, Luis Valenzuela Sáez, Ricardo Von Mühlenbrock Lira, Julio, y
Zaldívar Larraín, Andrés.
Actuó de Secretario el señor Pelagio Figueroa Toro y de Prosecretario el señor Daniel Egas Matamala.
II.- APERTURA DE LA SESION
Se abrió la sesión a las 11.15, en presencia de 23 señores Senadores.
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III.- TRAMITACION DE ACTAS.
Se dan por aprobadas las actas de las sesiones 104ª de la Legislatura Extraordinaria pasada y 1ª de la actual legislatura.
El acta de la sesión 2ª queda en Secretaría a disposición de los señores Senadores hasta la sesión próxima, para su aprobación.
(Véanse en el Boletín las actas aprobadas).
IV.- ORDEN DEL DIA.
ANALISIS DEL MENSAJE PRESIDENCIAL.
En el Orden del Día, tiene la palabra el Honorable señor Aylwin.
El señor AYLWIN.-
Señor Presidente, los Senadores democratacristianos hemos pedido esta sesión especial del Senado para iniciar un análisis, que nos parece necesario en esta hora difícil que vive nuestra patria, respecto del mensaje presidencial que el Congreso Pleno conoció el 21 de mayo último.
La verdad es que ese mensaje da oportunidad para promover un gran debate nacional, un debate serio, sereno, elevado, sobre los problemas que vive Chile y sobre la verdad de lo que está sucediendo en nuestra patria, a fin de que la ciudadanía pueda enjuiciar las responsabilidades de cada cual.
Los democratacristianos recogemos el llamado que hizo el Presidente de la República a un debate elevado. El dijo que nos llamaba a todos a elevar el nivel de discusión política, a hacer del respeto por la verdad y la honra de las personas una regla inquebrantable; a convertir los medios de comunicación opositores y partidarios del Gobierno en vehículos de debate ideológico y no de odios y alimento de la irracionalidad.
Quisiéramos ver estas palabras reflejadas en los hechos. Los democratacristianos no hemos acostumbrado jamás a usar el insulto y la deshonra personal como métodos del debate político. Todo Chile es testigo, en cambio, de la grosería, la procacidad, las injurias y la denigración personal llevadas a la mayor bajeza sembrando con ello el odio de que han hecho gala durante largo tiempo los medios de comunicación oficialistas, incluso algunos tan ligados al propio Presidente de la República como Televisión Nacional y el diario La Nación, dirigidos por personas de su inmediata confianza, y el vespertino Ultima Hora, del que son codueños tres Ministros de su Gabinete. Si la preocupación que el Presidente de la República manifiesta por la paz cívica es sincera, debe demostrarlo con el ejemplo de su Gobierno.
Pero no basta con que terminen los insultos y cese la campaña de odios para que sea posible un diálogo democrático. El diálogo exige la disposición de todos a aceptar los puntos de vista de la contraparte. El diálogo exige la disposición a. ceder en algunas condiciones, y no a imponer necesariamente la propia voluntad. Para que el diálogo sea fructífero y posible, se requiere que ambos interlocutores den pruebas de estar dispuestos a concretar en los hechos lo que dicen en las palabras. Y la trágica experiencia de la realidad que Chile ha estado viviendo en los últimos dos años es, por una parte, que los hechos desmienten diariamente las palabras más solemnemente pronunciadas por personeros del Gobierno, desde el propio Presidente de la República; por la otra, que los sectores de la combinación oficialista no ocultan su propósito de conquistar el poder a toda costa y de imponer su propio modelo o esquema de Gobierno a todos los chilenos, con prescindencia de la voluntad de la mayoría. En tales condiciones, la verdad es que el diálogo resulta imposible, si no estéril. En esto los hombres de Gobierno, empezando por el Jefe del Estado, tienen una responsabilidad que deben asumir, dando el ejemplo de una actitud verdaderamente democrática, abierta al diálogo constructivo.
Además, a los democratacristianos nos interesa dejar constancia, como lo hicimos público en una declaración oficial del partido, de que, a nuestro juicio, el mensaje que leyó ante el Congreso Pleno el señor Presidente de la República no cumple con la obligación constitucional de rendir cuenta del estado político, económico y administrativo de la nación.
La verdad es que el señor Presidente eludió el examen de los problemas más graves y angustiosos que el pueblo de Chile está viviendo. No hizo ningún examen sobre la inflación de 200% que ha habido en los últimos doce meses, ni respecto de sus causas y perspectivas, ni sobre la creciente escasez de alimentos y demás bienes esenciales que los hogares chilenos están sufriendo día a día. No hizo ningún análisis sobre la baja de la producción agrícola, ni sobre el deterioro de las instalaciones industriales del país, ni sobre el descenso de las exportaciones, ni sobre la emigración de profesionales y técnicos al extranjero, si bien destacó la gran preocupación que tenía el Gobierno por la fuga de cerebros que afecta en general al mundo subdesarrollado. Tampoco hizo análisis alguno sobre la discriminación entre los chilenos, la ilegalidad y la violencia, convertidas por su Gobierno en regla de conducta de la administración del Estado.
¿Ignora el señor Presidente la desesperación de las madres que buscan en vano alimento para sus guaguas o medicamentos para sus enfermos? ¿No ha visto las largas colas que ahora es preciso hacer para conseguir pan, azúcar, aceite, gas licuado, neumáticos y tanto otros bienes indispensables? En su veloz tránsito por las calles, ¿no se ha fijado en el drama de la gente que espera locomoción colectiva? ¿Desconoce lo que significan para todos los que viven de un sueldo o salario las frecuentes y estratosféricas alzas de precio de los alimentos, el vestuario y los artefactos indispensables del hogar? ¿No tiene nada que decir sobre los asesinatos políticos cometidos en los últimos tiempos y sobre la participación en ellos de funcionarios de Gobierno o de individuos ligados al oficialismo? La verdad es que la lectura o la audición del mensaje pueden dar la impresión, a quien no conozca nada de la realidad chilena, de que el Presidente de la República describió en él a un país de fantasía. Para él, los problemas económicos más trascendentales que afligen a los chilenos la escasez, la inflación, el mercado negro, la discriminación odiosa, el sectarismo, la ineptitud burocrática, la crisis de participación, el desprecio por la legalidad, el violentismo, parecieran quedar englobados dentro del concepto de fenómenos coyunturales que tendrían poca trascendencia en el análisis profundo de la situación chilena. Pero son esos fenómenos coyunturales los que caracterizan la realidad diaria que los chilenos vivimos, los que angustian a los hogares de nuestros compatriotas y los que hacen temer por el porvenir de la democracia chilena y por el propio destino y la seguridad de nuestra patria.
En vez de hacer el análisis a que la Constitución Política lo obligaba, el Presidente de la República expuso al Congreso Pleno una teoría política sobre el significado de su Gobierno. Este tendría como misión, según esa teoría, cumplir un mandato popular de conducir a Chile al socialismo por una vía democrática. El cumplimiento de esa tarea le acarrearía la resistencia creciente de los afectados por los cambios, quienes buscarían deliberadamente la ruptura institucional y la crisis económica, Esta sería la causa de todos los males que afligen y amenazan al país: la reacción de los intereses mezquinos del imperialismo, del capitalismo, de los monopolios, de las oligarquías y de los consorcios internacionales, frente al deterioro que sus privilegios están sufriendo como consecuencia de la acción del Gobierno. Se trataría de un enfrentamiento inevitable entre conservación y revolución. De un lado, estarían personeros de los grandes intereses nacionales y extranjeros, partidarios del caos, empeñados en socavar la convivencia cívica y en desatar la violencia, los que estarían empujando a Chile a la guerra civil; de otro lado, estarían todos los ciudadanos democráticos y patriotas...
¿Me permite, señor Senador?
Solicito el acuerdo de la Sala para empalmar esta sesión con las que están citadas en seguida.
Acordado.
¿Me permite una interrupción para hacer una consulta de procedimiento, Honorable colega?
Deseo preguntar a la Mesa si acaso ha establecido algún sistema de distribución del tiempo disponible entre los inscritos.
De acuerdo con el Reglamento, se puede distribuir el tiempo siempre que haya unanimidad de parte de los Senadores inscritos. Si no la hay, éstos pueden hablar indefinidamente siguiendo el orden de inscripción.
Quisiera saber si el Honorable señor Aylwin piensa ocupar todo el tiempo de esta sesión.
No, señor Senador. Calculo que mis observaciones no demorarán más de 40 minutos, de los cuales ya llevo 10. O sea, espero terminar mi discurso antes de las 12.
¿Esta sesión está citada hasta la una y media?
Sí, señor Senador.
Puede continuar el Honorable señor Aylwin.
El señor AYLWIN.-
Decía, señor Presidente, que, según esta teoría presidencial, de un lado estarían los sirvientes del Imperialismo y el capitalismo, los partidarios del caos empeñados en socavar la convivencia cívica y conducir al país a la violencia; y del otro, todos los ciudadanos democráticos y patriotas, la inmensa mayoría de los chilenos que está contra el caos político y económico, contra la inseguridad y la violencia, lo que posibilita el camino democrático. Para lograr este anhelo mayoritario sería indispensable facilitar la adaptación institucional y otorgar al Ejecutivo las herramientas para evitar una crisis, lo que entrañaría la necesidad de aceptar pasivamente las arbitrariedades administrativas y los hechos consumados que vulneran la institucionalidad democrática del orden burgués, que ha perdido su vigencia ante los trabajadores, y someterse al orden y disciplina que impongan la voluntad del Gobierno y las nuevas instituciones revolucionarias nacidas al margen de la ley, como son según expresa el Primer Mandatario los Consejos Comunales Campesinos, los Consejos Mineros, las JAP, los Comandos Comunales y los Cordones Industriales.
Todo el discurso presidencial estuvo destinado a insistir en esta teoría sobre la cual vuelve a cada instante, y, no obstante exponerla con palabras mesuradas que claramente persiguen anestesiar al pueblo para que se deje dominar, no oculta la amenaza totalitaria que lleva en su seno.
El señor Presidente de la República ha notificado claramente a Chile que no rectificará la política de su Gobierno, a pesar del repudio que la mayoría de los chilenos le expresó en la consulta democrática de marzo último, sino que, por el contrario, todo el país debe aceptar si no quiere un enfrentamiento el programa y los métodos implantados por la llamada Unidad Popular.
La Democracia Cristiana no puede sino denunciar esta teoría presidencial como un engaño. Declaramos categóricamente que no aceptamos la amenaza que ella envuelve.
¡Ningún chileno capaz de pensar por sí mismo puede dejarse engañar!
Es cierto que todo proceso de cambios significa dificultades y choca con la resistencia de los intereses heridos. Los democratacristianos pudimos comprobarlo durante nuestro Gobierno, y la historia lo ha demostrado reiteradamente cada vez que se inicia un proceso de transformación de estructuras económicas y sociales.
Pero es excusa tan fácil como torpe atribuir todos los problemas a costo de la revolución y echar la culpa de todo lo malo a la reacción imperialista, latifundista o monopólica, o a la conducta obstructora de la Oposición.
¿Y qué responsabilidad cabe, en la dura crisis por que Chile atraviesa, a la política gubernativa de estatificarlo todo? El Primer Mandatario no lo dice. ¿Qué responsabilidad cabe al Gobierno por la inseguridad y consiguiente parálisis productiva que acarrea el sistema de las tomas, intervenciones y requisiciones para estatificar de hecho predios agrícolas y establecimientos industriales, sean grandes, medianos o pequeños? El Presidente de la República lo silencia, ¿Qué responsabilidad tiene por la ignorancia, incapacidad o inmoralidad de los burócratas? Ni una palabra sobre el particular.
Y respecto del desmedido afán de poder de los partidos oficialistas, del desprecio por las leyes, de las tendencias violenlistas que con frecuencia exhiben, del sectarismo, aburguesamiento y frivolidad de los hombres nuevos, hay silencio absoluto en el mensaje presidencial.
Enamorado de su teoría, el Jefe del Estado parece no ver el tremendo fracaso de su régimen, ni advertir que es consiguiente al erróneo modelo de socialización estatista, burocrático y totalitario que ha querido implantar, a la dramática ineficiencia de sus equipos y al populismo demagógico que ha puesto en práctica.
En la página 18 del mensaje, analizando las culpas de cada cual, luego de una larga enunciación de responsabilidades de los sectores opositores, el señor Presidente de la República sólo reconoce cuatro motivos de responsabilidad en el Gobierno. Primero, dice que hasta ahora no hemos podido crear una dirección económica adecuada a las nuevas condiciones; segundo, que nos ha atrapado la maraña burocrática; tercero, que no hemos contado con los instrumentos necesarios para captar excedentes de la burguesía, y cuarto, que la política distributiva ha ido más allá de las posibilidades reales de la economía. Son las únicas culpas que el Jefe del Estado reconoce a la gestión de su Gobierno en la grave crisis que sufre el país.
No me voy a detener, porque lo hará el Honorable Senador Zaldívar, en el examen de la situación económica nacional, de los problemas que ella envuelve y de la responsabilidad del Ejecutivo en la crisis de desabastecimiento, de inflación, en la paralización de nuestra maquinaria productiva, en los problemas de ineficiencia de la gestión del Gobierno en materia de obras públicas y de vivienda. En cambio, quiero analizar algunos de los aspectos políticos que el señor Presidente planteó en su mensaje. En primer término, deseo detenerme en el dilema que él plantea entre revolución y conservación.
¿Es cierto que los problemas que vive Chile son consecuencia del enfrentamiento diario entre conservación y revolución? Lo negamos categóricamente.
Cuando el campesino reclama contra el Gobierno el cumplimiento de la ley de Reforma Agraria; cuando pide la constitución de asentamientos; cuando pide la asignación de las tierras; cuando pide la entrega oportuna de semillas, abonos y pecticidas para trabajar la tierra; cuando pide alimentos; cuando pide maquinaria adecuada y eficiente, no están defendiendo la conservación, sino el proceso de reforma agraria, es decir, el avance, la revolución. La está defendiendo para que sea eficaz y democrática. No están, como caricaturescamente se los acusa, propugnando la vuelta al latifundio: están defendiendo las bases reales de una nueva agricultura al servicio de la mayoría de los chilenos, en que el pueblo campesino sea quien dirija el proceso del agro y la producción de alimentos del país.
Cuando los trabajadores de El Teniente reclaman en estos días el cumplimiento o el respeto de una vieja cláusula de sus contratos de trabajo, que establece la escala móvil, fruto de una conquista sindical obtenida a través de largos años de lucha y de muy duras huelgas el Honorable señor Silva Ulloa, que es Senador por la zona del cobre, podrá ratificarlo...
Soy representante de las provincias de Tarapacá y Antofagasta.
El señor AYLWIN.-
Su Señoría es uno de los Senadores que representa zonas del cobre. No he dicho que sea el único.
Como decía, cuando los trabajadores de El Teniente reclaman el cumplimiento de la cláusula mencionada, no están defendiendo los intereses de la Kennecott ni procurando que el mineral sea devuelto a esa empresa internacional, sino que están defendiendo Su organización sindical, un derecho legítimamente adquirido en la lucha gremial; están defendiendo su derecho a mantener el nivel de vida y el respeto de una garantía que el actual Gobierno les prometió conservar y que inclusive fue consagrada en el propio texto constitucional durante el proceso de nacionalización del cobre.
Cuando las juntas de vecinos, los centros de madres, las cooperativas, las organizaciones campesinas reclaman contra la discriminación en la distribución de alimentos; cuando piden que haya justicia en el abastecimiento; cuando exigen que se respete su derecho a participar en la solución de los problemas que afectan a sus miembros en forma directa; cuando defienden el derecho de éstos a comer, no están luchando por la conservación ni oponiéndose a la revolución: están pretendiendo la justicia y la participación, lo cual es esencial a cualquier proceso revolucionario verdaderamente creador y democrático.
Cuando los democratacristianos, junto a la gran mayoría de los chilenos, impugnamos la política del Gobierno y exigimos su rectificación, no lo hacemos para perpetuar viejas estructuras caducas o volver a viejos modelos opresores, sino para exigir que el proceso revolucionario se realice con respeto real a nuestro sistema democrático; que los cambios signifiquen participación efectiva del pueblo a través de sus auténticas organizaciones, y que los intereses de Chile se gestionen con la responsabilidad, eficiencia y corrección que el destino de nuestra patria exige.
Señor Presidente, el mensaje del Jefe del Estado elude por completo el examen del grave problema y de la amenaza que para el sistema democrático chileno que dice preocuparle tanto significa la permanente discriminación entre los habitantes de este país que está implantando la Unidad Popular.
¿No advierte el señor Presidente que el hambre, la miseria y la desesperación consiguientes son la peor amenaza que puede cernirse sobre la convivencia democrática de los chilenos? ¿Y no se hace argo de que esa amenaza se acrecienta en la medida en que el Gobierno y sus partidarios tratan de aprovechar la crisis para aumentar su poder?
Para nadie es misterio que los partidos gobernantes buscan la totalidad del Poder. Así lo han confesado en documentos oficiales. Y no escatiman medios para lograrlo. Entre ellos, pocos tan odiosos como la sistemática discriminación entre los chilenos, según sea su sumisión al oficialismo.
Una de las bases esenciales de la democracia es la igualdad ante la ley. Pero el actual Gobierno, que se dice tan preocupado por la democracia, ha implantado el hábito de un trato desigual a los chilenos. Un mismo hecho es aplaudido como acción revolucionaria o es condenado como delito, según sea de quien provenga. Si grupos oficialistas asaltan la sede de la Democracia Cristiana y cae una víctima, los democratacristianos somos tratados de asesinos. Si estudiantes y trabajadores no oficialistas son baleados cuando pasan frente a un local del Partido Socialista en Rancagua, se inventa un asalto a esa sede, se justifica la agresión como legítima defensa y se reemplaza al jefe de Plaza que detuvo a los delincuentes y decomisó las armas.
Por instrucciones superiores, Carabineros permanece impasible ante acciones delictuosas perpetradas por grupos adictos al Gobierno, mientras despliega todo su poder contra pacíficos manifestantes de la Oposición.
¡Los ejemplos podrían multiplicarse! Todos conocemos algún caso. Y, por intermedio de las JAP, la discriminación se lleva a la alimentación de la gente, a la que se pretende controlar por el estómago. Pero estos flagrantes atropellos no conmueven la inquietud del señor Allende por la paz civil. Por el contrario, les otorga explícito respaldo como factores coadyuvantes del proceso revolucionario.
Por otra parte, tampoco merece la atención del señor Presidente de la República la quiebra del orden jurídico institucional que tanto dice preocuparle, quiebra que su Gobierno está impulsando sistemáticamente.
En el último año, el Ejecutivo ha acentuado su tendencia a sobrepasar las leyes y a romper la institucionalidad jurídica, todo ello en medio de solemnes y reiteradas declaraciones de respeto al Estado de Derecho.
El paso de representantes de las Fuerzas Armadas por el Gabinete abrió en esta materia un paréntesis que se cerró tan pronto como ellos dejaron sus responsabilidades ministeriales.
El claro atropello a las atribuciones del Poder Judicial, del Congreso Nacional y de la Contraloría General de la República, se une a una permanente campaña publicitaria realizada en su contra mediante órganos oficialistas y financiada muchas veces con recursos fiscales.
El señor Presidente no puede desconocer que estas actitudes conspiran contra la estabilidad del régimen democrático. ¿Por qué las tolera? ¿Por qué no tiene el valor de condenarlas? En vez de hacerlo, intenta justificarlas al insinuar una supuesta caducidad del orden institucional, que necesitaría adaptarse al proceso revolucionario. Hace tiempo que el señor Presidente viene anunciándonos el envío de un proyecto de reforma constitucional para consagrar la nueva institucionalidad; pero hasta ahora no lo presenta. Mientras no lo conozcamos, mal podríamos juzgarlo. Sólo podemos decir que las ideas que el señor Presidente adelanta en su Mensaje parecen claramente destinadas a reducir la independencia y las atribuciones del Poder Judicial, de la Contraloría General de la República y de las municipalidades, lo que en nuestro concepto es otra manifestación del carácter antidemocrático y totalitario del modelo de revolución que busca el Gobierno del señor Allende.
Se insiste mucho en el Mensaje en la amenaza que contra la paz civil y la convivencia democrática estaría viviendo el país. Claramente, el señor Allende se hace eco de campañas publicitarias que pretenden hacer recaer toda la responsabilidad de cualquier riesgo de violencia institucional en los sectores de la Oposición. Pero, a este respecto, el señor Presidente olvida e intenta hacer olvidar al país algo que es muy importante y que ningún chileno puede desconocer: las reiteradas afirmaciones de los partidos más destacados de la Unidad Popular de que su meta es la conquista de la totalidad del Poder, y de que si en el camino para llegar a ella y efectuar la revolución ha de sobrevenir un enfrentamiento, eso forma parte del costo de la revolución.
Tengo a mano un informe político que la Comisión Política del Partido Socialista presentó al Pleno Nacional de esa colectividad celebrado durante los días 16, 17 y 18 de marzo del año pasado. En ese documento, entre otros acápites sobre la materia, se lee el siguiente; Para los revolucionarios la solución no está en esconder o negar el objetivo de la toma del Poder y del socialismo, sino en educar y preparar a las masas para lograrlo; si la revolución implica un tránsito violento en cualquier etapa, lo correcto no es negar la revolución a nombre de] menor costo sino enfrentar la violencia organizadamente, que es la única forma de que el pueblo sufra menos y que el costo social sea menor.
Todos conocemos también declaraciones del Secretario General del Partido Comunista y documentos emanados de dicha colectividad en los que se deja constancia de que la vía pacífica o democrática no altera, no excluye más exactamente el eventual empleo de la violencia revolucionaria, cuando las circunstancias lo aconsejen, para llevar a cabo el proceso chileno al socialismo.
En estas circunstancias, sorprende la desenvoltura con que la Unidad Popular atribuye intenciones sediciosas a todos los que discrepan del Gobierno y agita la consigna de la lucha por la paz contra la guerra civil, acusación y consigna que encontraron eco en el Mensaje Presidencial. El Primer Mandatario mira la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio. Si quiere tener autoridad moral frente a todos los chilenos, es previo que imponga a los miembros de su Gobierno y a los partidos que lo acompañan el deber de dar ejemplo de observancia de las normas jurídicas que regulan la convivencia democrática. Lamentablemente, en vez de hacerlo, en su Mensaje parece abonar las arbitrariedades y acciones ilegales de funcionarios y grupos de presión; y, personalmente, incurre en la misma actitud totalitaria al plantear como condición ineludible de la paz civil que la mayoría de los chilenos se someta a la voluntad de la minoría que su Gobierno representa. En castellano, esto se llama extorsión, lo que nadie que se respete puede aceptar. El señor Presidente olvida que su Gobierno perdió las elecciones de marzo. Ningún derecho democrático le asiste para exigir a la mayoría opositora que ceda, como precio para conservar la paz. La democracia es una forma de Gobierno que permite realizar la voluntad de la mayoría sobre la base del respeto de los derechos de la minoría. Imponer a toda costa y bajo amenaza lo que pretende una minoría, es la negación de la democracia.
La responsabilidad de mantener la paz civil y la convivencia democrática corresponde a todos los chilenos, y muy especialmente, por mandato de la Constitución Política, al Jefe del Estado. El señor Presidente y su Gobierno no pueden exigir a los demás que cedan si ellos no lo hacen por su parte.
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
Con todo gusto, si la Mesa lo autoriza.
Puede hacer uso de la interrupción, señor Senador.
Como el Honorable señor Aylwin se acerca, según creo, al término de su discurso,...
Exactamente, voy a terminar.
...me parece interesante destacar una observación suya, por el hecho de que está hablando el Presidente del Partido Demócrata Cristiano...
Eleve el tono de la voz, señor Senador.
…más que el Senador Aylwin propiamente tal.
El Honorable señor Aylwin, Presidente del Partido Demócrata Cristiano, señaló que el diálogo es posible cuando cada cual no se encierra en sus propias posiciones. Si no son sus palabras textuales, al menos ésa fue su idea. Y agregó el señor Senador que era torpeza culpar de todo al imperialismo, a la oligarquía, a la Oposición, como lo habría hecho el Presidente de la República en su Mensaje, lo que no es exactamente así, toda vez que el Primer Mandatario señaló que la responsabilidad es compartida, destacando la de la Oposición y también ciertas deficiencias del propio Gobierno, a juicio de éste.
Pero lo que deseo expresar a raíz de esto es que el Honorable señor Aylwin, hasta aquí por lo menos y a eso obedece la interrupción que le pedí, cae desgraciadamente en el error que supone al Jefe del Estado: culpa al Ejecutivo de todo lo que ocurre. Y nadie más, de acuerdo con las palabras que hemos escuchado aquí al Presidente del Partido Demócrata Cristiano, tiene responsabilidad alguna ni en la situación económica, ni en la política, ni en los atentados contra la democracia, ni en las posibilidades de una guerra civil, ni en ninguno de los pequeños ó de los grandes problemas que enfrenta Chile.
He querido formular simplemente esta reflexión, porque no nos parece justo que mientras se critica al lado contrario de no reconocer error alguno, el Honorable señor Aylwin repito incurre aquí precisamente en ese error. Porque en este aspecto, como siempre, la medalla tiene dos caras.
Ya que el Presidente de la Democracia Cristiana planteó la necesidad y conveniencia de un debate serio, con altura de miras como lo ha señalado, y nosotros estamos de acuerdo, con eso, creo que podríamos hacer un pequeño esfuerzo por analizar la situación con mayor objetividad. Porque es la última idea que expreso en uso de la interrupción que se me concedió no somos remisos a reconocer nuestros errores. No. Pero nos parece que un análisis objetivo y realista del problema indicaría que la situación que vive el país deriva no sólo de la actitud del Gobierno; que también hay otros sectores que tienen su propia y muy grave responsabilidad. Sin embargo, desgraciadamente insisto, nada de esto hemos escuchado a lo largo de la intervención del señor Presidente de la Democracia Cristiana.
Le agradezco mucho la interrupción que me concedió, Honorable señor Aylwin.
Puede continuar el Honorable señor Aylwin.
El señor AYLWIN.-
No quisiera alargarme demasiado, pero no debo dejar pasar en silencio la observación del Honorable señor Montes.
He planteado las condiciones indispensables para el diálogo democrático, y he expresado que, en realidad, ellas no se darán mientras se mantengan las campañas de odios, el desprestigio a las personas, los insultos, el afán de desconocer las atribuciones de los otros poderes públicos, la discriminación permanente entre los chilenos, y mientras el señor Presidente de la República plantee al país que la única manera de salvar la democracia y mantener la paz civil es aceptar nuestro programa, nuestro modelo, y la forma como nosotros estamos actuando. Asimismo, he señalado que si el Primer Mandatario y los partidos que lo apoyan son sinceros en la expresión de un anhelo de diálogo democrático para salvar la convivencia entre los chilenos, tienen que dar el testimonio de su voluntad de hacerlo con algunos hechos, con algunas rectificaciones que son indispensables.
En segundo lugar, he declarado que en el discurso del señor Presidente de la República sólo se reconocen cuatro responsabilidades del Gobierno y que, en cambio, de todo se echa la culpa a la Oposición o a otros factores. Y dije expresamente que los democratacristianos no desconocemos los obstáculos que debe enfrentar todo proceso revolucionario, derivados de la resistencia de los intereses creados; pero agregué que es hacer una caricatura y es desconocer la realidad que vive Chile el hecho de atribuir, como lo hace continuamente la propaganda oficialista, como se lee todos los días en los diarios del Gobierno o de los partidos que lo apoyan y como lo repite el Jefe del Estado, todos los males que está viviendo Chile a una herencia del pasado o al fruto de la acción nefasta de intereses imperialistas, capitalistas, monopólicos u oligárquicos vinculados a la CIA, a los consorcios internacionales o a mezquinos intereses. Por ello, he creído conveniente plantear la otra cara de la medalla.
A mi juicio, cada cual debe asumir su responsabilidad; pero yo no he venido aquí a hacer una confesión de culpas. Como presidente de un partido de Oposición, he venido a plantear en un debate elevado los vacíos del mensaje presidencial y las culpas del Gobierno, que éste no reconoce e ignora, y que el Honorable señor Zaldívar abordará más en profundidad en todo lo relativo al plano económico, donde, en mi opinión, son mayores aún.
Reitero: los democratacristianos creemos que la responsabilidad de mantener la paz civil y la convivencia democrática corresponde a todos los chilenos. El Gobierno no puede reclamar a los demás que cedan, si él por su parte no lo hace. Nosotros no necesitamos reafirmar ante el país nuestra invariable trayectoria democrática, nuestra devoción al régimen institucional, nuestra vocación libertaria y nuestra repulsa a la violencia. Todo Chile las conoce. Hemos dado testimonio de ellas a través de 30 años de actuación política y, consecuentemente, no rehuimos la tarea que desde la Oposición nos corresponde; pero exigimos que el Gobierno empiece por cumplir la suya.
A nuestro parecer, el problema que vive Chile no es si avanza o si retrocede. Consiste en si avanza bien y en libertad, o si para intentar un avance debe sufrir el costo de un desastre económico o de una tiranía.
El Primer Mandatario habló varias veces en su mensaje de participación, de la que dijo textualmente: no es una dádiva; es un derecho. Así lo entendemos los democratacristianos y, por eso, exigimos que ese derecho que es de todos y no de unos pocos, sea efectivamente reconocido a todos. En el hecho, el oficialismo lo niega a quienes discrepan y procura implantar un remedo de participación impuesto desde arriba y políticamente incondicional. Por eso pretende destruir y dividir a las organizaciones comunitarias que no logra controlar. Y allí está el caso de la CUT, de FENATS, de la Federación de Estudiantes, de la FESES, de organizaciones campesinas y de juntas de vecinos. A aquellos organismos de participación comunitaria donde el Gobierno no ejerce control, procura quebrarlos y asfixiarlos, y no vacila en dividirlos y en levantar instituciones paralelas. Este no es ejemplo de participación democrática, sino que es un esquema de imposición totalitaria.
Lo que está en juego en este instante y compromete no sólo el bienestar y tranquilidad de los chilenos y la suerte de nuestra democracia, sino también el destino mismo de Chile es si se insiste tercamente en implantar en nuestra patria un modelo de socialización estatista, burocrático, centralizado y de claro contenido totalitario, reñido con la idiosincrasia de nuestro pueblo, caracterizado por su tremenda ineficiencia y que conduce al país a la ruina, o si se busca un camino de socialización verdaderamente democrático, basado en la participación comunitaria del pueblo libremente organizado, respetuoso del camino de la institucionalidad jurídica, que ponga en juego las mejores energías y capacidades de todos los chilenos para construir una patria realmente justa y próspera. Esto es lo que afirma la Democracia Cristiana. Creemos que frente al modelo totalitario, estatista y burocrático, fracasado en la experiencia mundial de socialización, que pretende imponer la Unidad Popular, cuya ineficiencia es verdaderamente dramática y está sumiendo a los chilenos en la angustia del hambre, es posible anteponer un modelo de socialización que surja del reconocimiento de nuestra institucionalidad democrática y que esté abierto a sus modificaciones por los caminos de la propia institucionalidad, y no haciendo surgir poderes de hecho, como los cordones industriales, pretendiendo convertirlos en nueva institucionalidad; o como los consejos comunales creados para desplazar a las municipalidades; o como las JAP, que pretenden sustituir a las juntas de vecinos. A nuestro juicio, mediante la participación comunitaria es posible un proceso de socialización que haga realidad en Chile la justicia dentro de la democracia y que permita construir una nación de trabajadores verdaderamente libre y próspera.
Por eso rechazamos la imposición gubernativa. Por eso decimos categóricamente ¡no! al planteamiento que el señor Presidente de la República nos ha hecho de que, o aceptamos su modelo o, de lo contrario, estamos empujando al país a la guerra civil. Declaramos que, a la inversa, en la medida en que el Gobierno se empeñe en mantener sus actuales sistemas y métodos y en imponer a espaldas de la voluntad de la mayoría de los chilenos su modelo burocrático y totalitario de socialismo, en la misma medida está empujando al país a la guerra civil.
Nosotros llamamos al Presidente de la República y a los partidos de Gobierno a rectificar el camino de una vez por todas, y también hacemos un llamado a todos los chilenos a asumir su tarea en la lucha por superar la crisis económica y a defender los derechos y libertades democráticos. Nadie puede pretender que nuestros problemas los solucionen otros. Sólo los resolveremos con el esfuerzo conjunto y solidario de cada uno y de todos.
He dicho.
Tiene la palabra el Honorable señor Zaldívar.
¿Me permite, Honorable colega?
Deseo formular una proposición a la Mesa.
Con la venia de la Mesa, tiene la palabra el señor Senador.
Como Su Señoría recordaba, por acuerdo unánime de la Sala se puede distribuir el tiempo de la sesión. Por ello, propongo lograr una distribución racional y democrática del tiempo a fin de que podamos intervenir en este tema tan importante. De lo contrario, rogaría a la Mesa, si fuera posible, convocar a otra sesión, con la misma latitud de ésta, para que puedan expresar opiniones al respecto los sectores de Gobierno, pues, de no ocurrir así, habrá una sola voz sobre este problema.
Respecto de la materia planteada por el Honorable señor RODRIGUEZ, me parece que el Reglamento se aplica por igual a todos los Senadores y sectores políticos de esta Corporación. Por lo tanto, así como los democratacristianos pedimos realizar esta sesión para referirnos al mensaje presidencial, los Senadores socialistas o de la Unidad Popular pueden solicitar que se cite a una o a muchas reuniones, usando el mismo derecho reglamentario. No cabe duda alguna de que si en esta sesión queda tiempo suficiente, reglamentariamente los representantes de la Unidad Popular podrán usar de la palabra por el orden de inscripción. Pero sería absurdo que después de haber escuchado al Presidente de la República leer su mensaje por más de dos horas, nuestro partido, que desea hacer algunos alcances a ese documento, no dispusiera del tiempo necesario para ello, en circunstancias de que él solicitó esta reunión, la que ha sido convocada reglamentariamente, y de que a ningún otro sector político se le está desconociendo su derecho a intervenir.
El Reglamento también establece que deben alternarse las diferentes opiniones representadas en esta Sala.
Sin perjuicio de lo que se ha planteado y de lo expresado por el Honorable señor Rodríguez, me interesaría saber cuánto tiempo durarán más o menos los planteamientos que formulará el Honorable señor Zaldívar.
Creo que poco más de una hora, señor Senador.
Como esta reunión está citada hasta las 13.30, sugiero, en el ánimo de que puedan intervenir otros grupos políticos entiendo que a continuación del Honorable señor Zaldívar está inscrito un Senador de Gobierno, prorrogar esta sesión por sesenta minutos o por una hora y media. No sé si la Sala estaría dispuesta a aceptarlo.
Para prorrogarla por una hora se requiere la unanimidad de la Sala.
¿Hay acuerdo?
No.
No hay acuerdo.
Lo más lógico sería citar a otra sesión hasta agotar la discusión sobre este tema, a fin de que todos los sectores del Senado hagan uso de su derecho a intervenir, pues, de acuerdo con el Reglamento, la Mesa no está en situación de imponer determinado orden a los señores Senadores, salvo que haya unanimidad en la Sala para proceder así.
¿Me permite, señor Presidente?
Como no, señor Senador.
Nosotros no hemos querido citar a sesión habíamos pensado hacerlo para este objeto, porque en dos o tres oportunidades, de acuerdo con el Reglamento, lo reconozco, la mayoría de los Senadores ha anulado sesiones de esta Corporación solicitadas por nosotros. Ha ocurrido así.
Eso sucedió en una sola oportunidad, pues impedía el funcionamiento de una Comisión.
No tenemos inconveniente en pedir otra sesión para referimos al mismo tema, siempre que no se haga uso abusivo del Reglamento.
Se trata de que la mayoría no lleve a la práctica lo que critica el Honorable señor Aylwin, y de que no se empleen métodos totalitarios en la convivencia democrática del debate.
¿Por qué no citar a otra sesión?
Están inscritos para esta sesión, desde ayer, los Honorables señores Schnake y Montes, pero no alcanzarán a hablar. ¡Ese es el problema!
Puede hacer uso de la palabra el Honorable señor Zaldívar.
Señor Presidente: por encargo de mi partido, vengo en hacer uso de la palabra para analizar en la parte económica, el Mensaje del Presidente de la República, leído en el Congreso Pleno el 21 de mayo pasado.
El Honorable señor Patricio Aylwin, Presidente de mi partido, que me antecedió en el uso de la palabra, hizo un análisis profundo y documentado de la parte política del Mensaje, a través del cual ha demostrado, con claridad meridiana, cómo la actual combinación de gobierno pretende imponer en Chile un esquema ideológico político de corte marxista totalitario, que la mayoría de los chilenos rechaza y repudia.
Para complementar el mencionado estudio me referiré a la realidad económica que vive Chile hoy, en mayo de 1973, tratando de analizar el documento leído por el Presidente de la República ante el Congreso Pleno.
El Mensaje Presidencial en un enfoque global.
El Presidente de la República reconoce en su exposición que el país sufre una grave crisis económica; pero sostiene que ella se debe en parte al costo de la revolución y a la reacción interna y externa para impedir el camino hacia el socialismo. Para él, son los intereses nacionales e internacionales afectados los que provocan las dificultades económicas. Es el imperialismo el que bloquea nuestra economía. Son las empresas transnacionales las que saquean el país. Es la Oposición causante del déficit fiscal, de la emisión de la quiebra del comercio exterior, de la caída de la producción, del mercado negro y de todos los males que puedan afectar a los chilenos.
El Presidente de la República soslaya un análisis profundo y serio sobre los problemas que el país sufre. Trata de buscar excusas en todas partes, y en forma poco responsable es incapaz de hacer una autocrítica profunda de las verdaderas causas del caos y de aceptar la responsabilidad plena que le cabe sobre la materia. Es inaceptable que un Jefe de Estado, que ha sido elegido para conducir, pretenda que los responsables de los actos de su Gobierno sean, precisamente, aquellos que, como nosotros, desde el primer instante, advertimos el camino errado que se había escogido. Basta leer todas y cada una de las declaraciones de la Democracia Cristiana, para concluir que el señor Allende fue advertido de que el país iba a un desastre económico que, en definitiva, se reflejaría en una inflación galopante, desabastecimiento, mercado negro, quiebra del comercio exterior, caída de la inversión, mayor dependencia del exterior, y de que esto, en resumen, significaba la desintegración de nuestra economía, de la paz social y poner en peligro la seguridad de la nación.
En su Mensaje, el Jefe del Estado nos propone, como receta para impedir que la crisis pueda provocar enfrentamiento entre los chilenos, que aceptemos el modelo socialista, el cual hemos debido soportar durante estos dos años y medio de desgobierno, facilitándole el camino para la instauración de una dictadura marxista totalitaria. Nos ofrece un presente lleno de crisis y de angustia, para tener un futuro lleno de satisfacciones. Estos ofrecimientos y experimentos los conocen ya muchos pueblos, los cuales sabemos que, en definitiva, han sido engañados y sometidos a los peores atropellos y vejámenes. El PresidenteAllende debe saber que no podrá engañar a Chile.
En el análisis global, se puede concluir que el Mensaje es pobre en su contenido, falso en sus premisas e irresponsable en sus conclusiones. Es preciso, entonces, dar a conocer a los chilenos, como también a los países extranjeros, cuál es la realidad económica que se vive en Chile en mayo de 1973.
Realidad económica en 1972.
En la publicación Nº 4 del Departamento de Economía de la Universidad de Chile Sede Occidente, se sintetiza con toda precisión la realidad económica del Gobierno de la Unidad Popular, al señalar:
La Economía se encuentra estancada, el país está sufriendo la inflación más alta de su historia, la redistribución alcanzada durante 1971 se ha diluido en la espiral inflacionaria, la ineficacia con que se utilizan los recursos de la economía ha aumentado notoriamente y los altos niveles de ocupación alcanzados durante 1971 y principios de 1972 comienzan a ceder paso a un aumento en la desocupación abierta y disfrazada.
Continúa el mencionado estudio de la Universidad de Chile expresando:
La grave situación de balanza de pagos no permite satisfacer las necesidades internas a través de importaciones de donde es imposible equilibrar oferta y demanda global a los precios existentes. Esta demanda insatisfecha originada por la nuevamente inusitada expansión en 1972 en la cantidad de dinero que, acompañada de un control generalizado de precios, tiene como consecuencia la escasez y el desabastecimiento y da origen al mercado negro.
Esta es la realidad que el Mensaje calló y que es preciso dilucidar, analizando los indicadores macroeconómicos que a continuación se señalan.
A) Crecimiento económico.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, en relación con la evolución de la producción por ramas de actividades económicas para el año 1972, se puede afirmar que en la hipótesis más optimista se podrá alcanzar un crecimiento del producto del 0,8% en relación a 1971; o sea, una disminución neta en la producción de bienes y servicios por persona equivalente al 1,5%.
Sin embargo, el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, en el citado informe, expresa que una estimación alternativa, también con antecedentes oficiales y medición hecha por el lado del destino del producto, revela que éste baja en 2,1%, lo que significa que los chilenos cuentan y contarán con 4,4% menos de bienes y servicios para satisfacer sus necesidades, teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo de la población.
Señores Senadores, esta cifra tiene mucha importancia. Muestra la realidad de Chile y coloca al nuestro entre los países de menor desarrollo en el mundo, y por sí sola bastaría para sellar la suerte de la gestión de un Gobierno.
Quiero recordar aquí las palabras dichas por el Senador Altamirano en 1970, cuando analizaba el Mensaje del Presidente de la República don Eduardo Frei.
Porque la tasa de crecimiento estimada era del 3,1% positiva, no de 2,1% negativa, nos comparaba con los países más desgraciados del mundo en sus crisis económicas, tales como Haití, Vietnam del Sur y las naciones africanas que recientemente estaban entrando al período de independencia. Yo quisiera saber hoy día qué opinarían y qué opinan el Senador Carlos Altamirano y sus compañeros de bancada frente a este resultado.
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
Aún más grave es el resultado obtenido, si se tiene en cuenta que la producción de bienes es la que baja en términos más significativos en relación con los servicios y el comercio, que presentan cifras de crecimiento positivo de más de 3,1%.
Cuando más adelante analicemos el problema del desabastecimiento, podremos afirmar con certeza que ésta es una de sus causas principales. Este retroceso y estancamiento de la economía se deben, a nivel global, a las caídas de 4,6% en el sector agropecuario y pesca; 3,6% en minería; 6,2% en construcción y al insignificante crecimiento de 1,5% en la producción industrial. Los únicos sectores que muestran algún crecimiento son electricidad, gas artificial, agua y servicios sanitarios, con 4%, y el sector restos de servicios con 5%.
Si hacemos un análisis por rubros o por ramas de producción, se puede llegar a las siguientes conclusiones.
Industria.- Si bien muestra un pequeño crecimiento de 1,5%, la tendencia del segundo semestre de 1972 en comparación con el mismo semestre de 1971 señala que la producción industrial es inferior en 4,8%. Si se compara el mes de diciembre de 1971 con el mismo mes de 1972, de acuerdo con las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, hay una caída en la producción industrial y nótese la cifra de 9,9%, tendencia que se manifiesta nuevamente en el primer trimestre de 1973.
El señor ZALDIVAR.-
¿Me permite, señor Senador?
Preferiría continuar con mis observaciones, con el objeto de hacer una exposición coordinada. Al final de ella, yo no tendría ningún inconveniente en responder a todas las consultas y preguntas que se me quisiera hacer.
Con la venia de la Mesa, sólo quiero hacer la siguiente pregunta. ¿De dónde son los datos que proporciona Su Señoría?
Cuando inicié mi exposición, dije que eran cifras oficiales entregadas por el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, sede Occidente, y por el Instituto Nacional de Estadísticas. En cada caso iré señalando las fuentes de tales cifras. Reitero que todas las que estoy leyendo son cifras oficiales entregadas por el Gobierno.
Minería.- La gran minería del cobre experimenta un incremento de producción de 1,7%, en tanto que la pequeña y mediana minerías acusan una disminución nótese la cifra, en. 1972, de 34,7%. Sin embargo, si comparamos la primera cifra con la producción programada por el Gobierno para la gran minería, ha disminuido en 12%. En efecto, el Gobierno, según datos y cifras dados por CODELCO, tenía programada para la gran minería del cobre y Andina una producción de 602 mil toneladas a noviembre de 1972. Pero, según ese mismo organismo, la producción en ese mismo mes sólo ascendió a 529 mil toneladas.
El carbón ha tenido una caída de la producción de 9% hasta el mes de octubre. El salitre acusa una caída de 10,3% para el mismo período. El yodo muestra una baja de 18,6%,
En cuanto al hierro, ODEPLAN estima la producción de 1972 en 9.168.000 toneladas, lo que implicaría una caída de 18,3%. La meta de la Unidad Popular era crecer en 1972 en 12%.
Si las cifras anteriores demuestran con claridad el fracaso en la producción de la minería, la tendencia que se registra en algunos rubros estratégicos de producción minera para el primer trimestre de 1973 que se han podido captar, señalan una situación aún más angustiosa: la producción de petróleo disminuye en 4,7%; el gas natural, en 8%; y el cobre, en 0,7%.
Agricultura.- De acuerdo con un trabajo de investigación elaborado por el Departamento de Economía Agraria de la Universidad Católica, la producción agropecuaria presenta una baja en el período 1972/1973 de 13,7% con relación a 1971/1972.
Esta menor producción agropecuaria se descompone en 22,5% en productos de cultivo por menor área sembrada y por menor producción, y por una disminución de 6,4% en productos pecuarios.
Por estas consideraciones, las importaciones agropecuarias en el año 1973 serán superiores a los 520 millones de dólares, sin contabilizar en ellas las importaciones de abonos y fertilizantes, lo que significará un incremento de las importaciones en este rubro de 17,3% con relación al año 1972.
Construcción.- La inversión en construcción disminuyó en 1972 respecto de 1971 en 6,3%. Pero, señores Senadores, aquí hay una cifra que realmente pone en evidencia el drama de la falta de operancia del Gobierno, de la destrucción de la inversión en este rubro tan importante: el sector público disminuyó, en 1972 con relación a 1971, la construcción, en metros cuadrados, en 70%, según cifras oficiales. En 1971 se construyeron 3.550.000 metros cuadrados. En 1972 se inició la construcción de sólo 1.040.000 metros cuadrados.
Inversión.- ¿Qué ha sucedido con la inversión? En el Mensaje del Presidente de la República, en esta materia se trata de justificar que la inversión se mantuvo; pero para demostrarlo se comparan cifras de 1972 con los años 1968 y 1969. La verdad sobre esta materia, que se encuentra corroborada en cifras oficiales de ODEPLAN, es que en el año 1971 la caída de la inversión fue de 7,7%, y en 1972, de 5,4%. Esto significa que en dos años de Gobierno, la inversión total del país ha caído en más de 14%. Sin embargo, según lo afirma el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, las cifras de inversión negativas para el bienio 1971/1972 son cercanas al 20%. Esto significa, señores Senadores, que no es cierto lo que se expresaba en el Mensaje en cuanto a que la inversión se habría mantenido en términos relativos. La realidad es que el país, en dos años de Gobierno de la Unidad Popular, se ha empequeñecido en 20%, es decir en una quinta parte.
Hay que destacar que en materia de inversiones las cifras oficiales se encuentran abultadas por el hecho de que se ha contabilizado como inversión una cantidad importante de gastos corrientes destinados a dar tareas improductivas para disfrazar la desocupación real que existe en el país.
Es preciso emplazar a este Gobierno para que señale con precisión cuáles son los nuevos proyectos industriales, mineros o agropecuarios que se han iniciado en su Administración. Podría afirmar que ninguno de importancia. Todos los que señala el Mensaje son la continuación de los proyectos iniciados en la anterior Administración.
B) El comercio exterior.
Tomando como base los datos sobre embarques efectuados entre enero y octubre de los años 1971 y 1972, según estadísticas del Banco Central, se tiene que en el primero alcanzaron a 823,4 millones de dólares y, en el segundo, a 698,5 millones de dólares; o sea que las exportaciones han disminuido en el año 1972 con relación a las del año anterior en aproximadamente 125 millones de dólares. Todos los rubros de exportación han disminuido, salvo el molibdeno, que aumentó de 5,1 a 5,5 millones de dólares.
Tengo a mano un cuadro en el cual se da una relación detallada, rubro por rubro, de las exportaciones realizadas entre los años 1971 y 1972, y que solicito incluir en la versión de mi discurso.
El señor ZALDIVAR.-
El señor FREI (Presidente).-
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
El documento cuya inserción se acuerda es el siguiente:
Evolución de las Exportaciones
(Enero octubre 1971 - 1972)
Millones de US$
1971 1972
1.- Mineros..691,2 608,1
a) Cobre... 591,7 545,0
b) Hierro..... . 60,2 36,1
c) Salitre y Yodo .... 31,9 20,3
d) Molibdeno......5,1 5,5
e) Otros 2,3 1,2
2.- Agropecuario y del Mar…26,2 17,6
a) Agrícola 20,0 14,1
b) Pecuarios 4,2 0,8
c) Forestales 0,8 1,5
d) Pesca 1,2 1,2
3.- Industriales 106,0 72,8
a) Alimenticios.. 36,7 20,6
b) Bebidas 2,3 1,6
c) Maderas 6,4 4,6
d) Papel, Celulosa y derivados 28,3 20,4
e) Prod. Químicos y derivados del petróleo. 10,0 7,7
f) Ind. Met. Básicas.. 8,3 6,6
g) Prod. Metálicos Máq. y artículos eléctricos 3,7 3,8
h) Material de Transporte 4,0 2,9
i) Manufact diversas y bienes usados.... 2,2 0,9
j) Otros 4,1 3,7
Fuentes: Banco Central Embarques.
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
Formulo indicación para publicar in extenso los discursos de los Honorables señores Aylwin y Zaldívar, y para insertar en la versión del discurso del Honorable colega el resto del texto que trae escrito, y que no alcanzará a leer.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
La conclusión del discurso del señor Senador es la siguiente:
Todo esto ha sucedido por el sectarismo y la ineficiencia con que han actuado los dirigentes de la Unidad Popular. Este ha sido un costo innecesario para realizar las transformaciones propuestas y es de la exclusiva responsabilidad del Gobierno. Nada de lo que se había estudiado antes era aceptable; había que hacer tabla rasa de la tradición chilena, de sus técnicos e instituciones. Esta desconfianza en todo los ha hecho dudar de ellos mismos, y el sistema de cuoteo de los cargos públicos ha hecho inoperante a la Administración, paralizando su capacidad creativa, introduciendo instancias políticas en las líneas ejecutivas y el soplonaje aun entre los de la misma camarilla.
Se ha provocado el éxodo de miles de chilenos a quienes se les han cerrado los horizontes de progreso en su propia tierra. Se ha falseado en forma burda el resultado de las elecciones en la organización más importante de los trabajadores (CUT); se ha perseguido a los obreros y empleados en sus propios lugares de trabajo por la simple razón de no participar de la ideología del oficialismo; se ha perseguido y maltratado a hombres y mujeres en las poblaciones en que habitan; se ha usado y abusado del poder que confiere la administración del Estado en forma arbitraria y discriminatoria; y, a' través de todas las argucias y engaños, se ha tratado de usar el sistema educacional como un instrumento de concientización, negando uno de los fundamentos de una sociedad pluralista.
La política impulsada por el Gobierno de la Unidad Popular, en el ámbito internacional, especialmente en lo económico, se ha caracterizado también por su torpeza e infantilismo antiimperialista, lo que ha significado que Chile haya perdido respetabilidad, credibilidad y solvencia ante la comunidad mundial.
El Gobierno de Chile ha recorrido el mundo con la mano extendida y apremiado por la angustia de tener que importar alimentos a crédito; ha tenido que mostrar ante sus acreedores las llagas de un cuerpo económico que estos mismos habían conocido sano hace dos años; ha debido someterse al examen de los organismos internacionales que siempre criticaron; ha debido soportar la vergüenza de que ni siquiera sus aliados ideológicos le hayan extendido una mano generosa, pues en ellos ha encontrado más bien una actitud desconfiada y crítica; ha pretendido ingenuamente, pero consecuentemente con su espíritu prepotente, imponer sus propias reglas en organismos internacionales donde Chile, por desgracia, tiene un mínimo de poder; ha bravuconeado diciendo que importarán de los países socialistas lo que sea necesario para el desarrollo, pero al poco tiempo ha tenido que reconocer que eso es técnicamente: imposible y ha debido tragarse sus palabras.
La lista de errores es demasiado larga como para hacer un enunciado exhaustivo, pero lo señalado es suficiente para formarse una idea de la inepcia con que se ha manejado la política económica internacional.
Señor Presidente, señores Senadores:
Esta es la verdadera realidad económica que vive el país y que el Presidente de la República ha omitido describir y analizar en su Mensaje, ya sea por olvido o en forma intencionada. Cualquiera que sea la razón que haya tenido, es imperdonable para quien reviste el cargo de Presidente de la República no darse cuenta de que con su conducta y con el manejo de su Gobierno se está provocando la quiebra económica del país y la división de los chilenos, y se está poniendo en riesgo la seguridad nacional.
Sólo la historia y el veredicto popular podrán sancionar tanta incapacidad e irresponsabilidad.
El señor ZALDIVAR.-
En cuanto a las importaciones, disponemos del volumen de registros cursados en Santiago para los años 1971 y 1972.
Esta información tiene algunas limitaciones, especialmente en el desfase que se produce entre el momento en que se registra la importación y la fecha en que efectivamente se interna el producto. En todo caso, estos datos son suficientes para indicar una tendencia.
Los registros totales de importación cursados en 1970 alcanzaron a 982,8 millones de dólares, y los efectuados en 1971 excedieron los 1.300 millones de dólares. Este ritmo de aumento de las importaciones y el decrecimiento de las exportaciones ha hecho que el déficit previsible de la balanza de pagos para el año 1972 se acerque a los 500 millones de dólares, a pesar de la renegociación de la deuda externa. De no haber sido por ésta, el déficit de la balanza de pagos del año recién pasado habría excedido los 700 millones de dólares. En el año 1971, el déficit de la balanza de pagos fue de alrededor de 300 millones de dólares.
El desequilibrio de la balanza de pagos se vio atenuado en el primer año de Gobierno por el uso casi total de las reservas líquidas que existían en él Banco Central. Durante 1972 se ha recurrido a agotar las posibilidades de giro del país ante el Fondo Monetario Internacional, institución tan repudiada en el pasado por los principales representantes del actual Gobierno y respecto de la cual guardan hoy gran silencio. Además, se ha aumentado considerablemente el endeudamiento de corto plazo con los países extranjeros de América Latina, de Europa Occidental y del área socialista. Gran parte de estos créditos se ha debido utilizar en la importación de alimentos. Hoy día compramos con préstamos lo que ayer comprábamos al contado. Aun así será imposible financiar el déficit y, en consecuencia, deben restringirse drásticamente las importaciones, lo que se hará notar en forma cada vez más acentuada en el abastecimiento de bienes de consumo y de materias primas necesarias para el funcionamiento de las actividades productivas nacionales.
Para fijar quiénes son los verdaderos responsables de esta situación, es preciso señalar que el 90% de las exportaciones se realiza por empresas estatales o controladas por el Estado; que del total de las importaciones, aproximadamente 70% satisface necesidades de organismos y empresas del Estado, y que el Gobierno tiene en su mano el manejo del tipo de cambio, la política crediticia y todos los instrumentos de control directo e indirecto del comercio exterior. Por lo tanto, no se puede culpar de la crisis a los latifundistas, a los monopolistas, al imperialismo, a la Oposición o a los fascistas.
El propio Ministro de Hacienda expresa con satisfacción en su última exposición ante la Comisión Mixta de Presupuestos del Congreso Nacional que gran parte del crédito de corto plazo que antes se obtenía de los Estados Unidos ahora es otorgado por otros países, e indica, además, que esto ha sido beneficioso para Chile, pues ha disminuido su dependencia de Estados Unidos, que, a su juicio, es el principal país imperialista. Por otra parte, las gestiones de embargo iniciadas polla Kennecott no han tenido aún un efecto significativo sobre las exportaciones del cobre de Chile, ya que ellas han afectado a embarques que no superan los 2 millones de dólares, lo que, comparado con el déficit de 500 millones, no tiene ninguna importancia. No desconocemos que esta acción pueda tener repercusiones para el país en el futuro próximo. Tampoco la justificamos por el contrario, la repudiamos, pero no se puede decir que haya tenido mayor importancia en lo ocurrido hasta ahora.
La causa de la crisis de divisas.
El Presidente de la República trata de explicar la situación crítica del país en materia de divisas y comercio exterior alegando que han incidido en ello cuatro factores fundamentales:
a) La entrada de capitales extranjeros ha disminuido notoriamente en comparación con 1970, lo que habría significado un empeoramiento de más de 400 millones de dólares;
b) Que la baja del precio del cobre en los años de su Administración, a 49 centavos la libra, significa un menor ingreso en los dos años de 460 millones de dólares;
c) Que se ha producido en el mercado internacional un aumento de precio en los artículos importados, que ha significado en dos años un mayor egreso de 275 millones de dólares; y
d) Que han debido incrementarse físicamente las importaciones de alimentos en 170 millones de dólares.
Dice el Jefe del Estado que estos mayores gastos y estos menores ingresos son los que presentan a Chile sin divisa alguna en sus reservas, con una balanza de pagos deficitaria, y obligado a restringir drásticamente las importaciones. Tal presentación es hábil, pero no puede aceptarse que se pretenda justificar la quiebra de nuestro comercio exterior basándose en dichos fundamentos.
Nuestra crisis de divisas se debe principalmente a que nuestras importaciones han crecido en más de 400 millones de dólares y nuestras exportaciones han caído en más de 129 millones de dólares; y este fenómeno, repetido con distintas cifras en los años 1971 y 1972, no puede dar otro resultado que el que hoy presencia el país. Basta saber sumar para llegar a esta conclusión.
El Presidente de la República se queja del retiro de capitales extranjeros y del no ingreso de nuevos capitales. Este argumento no puede ser aceptado, ya que ésta es una política querida por el Gobierno, y su tarea debió haber consistido en reemplazar ese flujo de capitales de países occidentales por el equivalente de los países socialistas. Además, la cifra dada a conocer está abultada, puesto que no se descuenta dé ella la cantidad de 280 millones de dólares que representó la renegociación de la deuda externa en el año 1972.
Con relación a los precios del cobre, si bien es efectivo que el precio ha caído en los años 1971 y 1972 a 49 centavos, no es menos cierto que todas las leyes de Presupuestos han calculado el precio para esos años en 48 centavos, por lo que cualquier diferencia sobre esa suma debería contabilizarse para incrementar las reservas en moneda extranjera, pero no acumularla al déficit.
Además, es preciso señalar que el manejo político de las empresas nacionalizadas ha significado que la producción, en vez de alcanzar las 972 mil toneladas, sólo llegue a menos de 600 mil. Esa mayor producción, por sí sola, habría compensado el menor ingreso percibido por la baja en el precio del metal.
Efectivamente, con relación al tercer argumento, los precios internacionales de los alimentos han subido en algunos rubros; pero sobre este punto es preciso hacer una investigación acerca de los precios que están pagando los organismos estatales chilenos por sus importaciones. Parte importante de los mayores precios se debe especialmente a que se ha suprimido la propuesta internacional, utilizándose la compra directa financiada con préstamos de los propios países vendedores, lo cual ha significado, en muchos casos, recargos en los precios en más de 20% o 30%.
Es inaceptable que el Presidente de la República trate de justificar el déficit de divisas con las mayores importaciones físicas de alimentos, en circunstancias de que bien sabe que ellas se deben, principalmente a la caída de la producción agrícola interna en más de 20%, salvo en el caso de la leche, que habría experimentado un incremento real.
Política cambiaría.
El Gobierno de la Unidad Popular, durante su Administración, ha interrumpido la política cambiaría que había aplicado el PresidenteFrei, que consistió en mantener el valor real de las divisas reajustando su precio a medida que hubiera inflación interna o desequilibrio en la balanza de pago. Efectivamente, desde noviembre de 1970 se fijó el tipo de cambio, de acuerdo no sólo a lo preconizado por los principales técnicos del nuevo régimen, sino también de acuerdo a las promesas hechas en la campaña electoral. Al respecto, conviene recordar que entre las 40 Medidas del actual Gobierno se establecía, en la número 31, que Se interrumpirán las escandalosas devaluaciones del escudo y se romperán ataduras con el Fondo Monetario Internacional. Más aún, el Ministro de Hacienda, señor Zorrilla, en su primera exposición sobre la Hacienda Pública, en noviembre, de 1970, afirmó categóricamente que no se volverá a la política de devaluaciones periódicas, tanto más cuando que las previsiones de comercio exterior y balanza de pago favorables harían de ella, como en el pasado, una presión inflacionaria autónoma y generadora de expectativas inflacionarias.
La errada política en esta materia, así como en todo el sector, llevó a que rápidamente la balanza de pago favorable, de que había hecho mención el entonces MinistroZorrilla, se transformara en un cuantioso déficit que agotó las reservas de divisas del país. (Recordemos que el déficit de la balanza de pago alcanzó a la cifra oficial de 311 millones de dólares, la mayor de la historia de Chile hasta ese año, a la cual habría que agregar 80 millones de dólares por concepto de deudas impagas de los últimos meses del año).
La promesa electoral de la fijación del precio de las divisas sólo alcanzó a durar nueve meses. El 27 de julio de 1971 se produjo la primera devaluación para el dólar que adquieren los viajeros. En diciembre de ese mismo año, se produjo la primera devaluación que afectó a las importaciones de bienes y servicios que realiza el país. Posteriormente, en agosto de 1972, las divisas experimentaron un nuevo aumento en su precio, de 85%. Todavía más, el Presidente del Banco Central ha declarado recientemente que se volverá a la práctica de las devaluaciones periódicas, fenómeno que ya aconteció en el mercado de corredores y que hoy en la mañana, ha vuelto a ocurrir al modificarse el tipo de cambio, diversificándose las áreas del dólar y subiéndose también el tipo de cambio para la importación de mercaderías y materias primas de gran importancia para la economía del país. No podría informar exactamente cuánto significa el alza decretada esta mañana por el actual Presidente del Banco Central.
No sólo la política diseñada y prometida en materias combiarias fracasó y fue modificada, sino que la estrategia de reemplazo ha adolecido de serias deficiencias.
En la actualidad, opera un sistema de cambios múltiples, el que, aparte sus graves inconvenientes técnicos, se presta para manejos administrativos arbitrarios y poco claros, como ya el país lo vio, años atrás, en una anterior experiencia. Es conveniente mencionar que en la actualidad el sistema opera con no menos de veinte tipos de cambio diferentes. Ello es una muestra de la anarquía existente al respecto.
Por otra parte, el precio del dólar oficial no guarda relación alguna con el verdadero valor de esta divisa, desde el momento en, que coexisten cotizaciones de 20 escudos hasta de 532 escudos.
Puedo informar a los señores Senadores que cuando un chileno iba a Bolivia en 1970 recibía 5 bolivianos moneda que normalmente menospreciábamos y no aceptábamos por un dólar. Sin embargo, hoy día se debe pagar 50 escudos para comprar un boliviano. El señor Valente debe conocer bastante este problema.
Política de reservas internacionales.
El anterior Ministro de Economía, señor Carlos Matus, que ahora es Presidente del Banco Central, expresó en conferencia de prensa, en términos muy claros, cuál era la política del Gobierno en esta materia, cuando dijo que las reservas son para gastarlas.
El Gobierno anterior, al cabo de seis años de una exitosa política cambiaría y de comercio exterior, finalizó su período dejando una tranquilizadora cantidad de divisas. A fines de septiembre de 1970, los activos internacionales del Banco Central sumaban 497 millones de dólares, y los de los bancos comerciales, 46 millones adicionales. El objetivo era que el país estuviera a cubierto de las violentas fluctuaciones del precio del cobre, que tradicionalmente, ante una baja fuerte, sufría una crisis de importaciones y tenía que acudir a solicitar préstamos externos en condiciones desventajosas para nuestra independencia económica en el exterior.
La creencia de que las reservas son para gastarlas e inagotables, la política de. subsidiar indiscriminadamente el consumo de toda clase de bienes, la mantención del tipo de cambio, la carencia de una política de fomento de exportaciones, el uso de las importaciones para solucionar todas las emergencias y cuellos de botellas, los permisos para la salida de capitales extranjeros y, fundamentalmente, la creencia de que el aspecto esencial era conquistar el poder político, a lo cual había que subordinar la política económica, trajeron consigo la crisis del sector externo y el agotamiento de las reservas internacionales mucho antes de lo previsto. De los 385 millones de dólares en divisas que el Banco Central tenía en septiembre de 1970, sólo quedaban 121 millones de dólares en 1971, y ya esa institución había adquirido mayores deudas de corto plazo, en el mismo año, por 65 millones de dólares. En el año 1972 desapareció la tonalidad de las divisas y de las reservas internacionales del Banco Central.
Política de endeudamiento externo del Gobierno de la Unidad Popular.
Los elementos que definían la política seguida por el Gobierno de la Unidad Popular en esta materia eran las negociaciones de créditos con nuevas fuentes financieras institucionales y gubernamentales, las contrataciones de créditos atados y de menor costo y la reducción del endeudamiento externo.
Siendo ésta la política, es evidente que una forma de evaluar su resultado sería contrastándola con los créditos negociados en los años de Gobierno de la Unidad Popular. Se trata de una evaluación del resultado de dicha política, pero sin entrar en detallas y sin pretender concluir si la estrategia en cuestión es buena o mala.
Entre las disponibilidades logradas por las nuevas negociaciones de crédito realizadas por la Unidad Popular, con la liberación de recursos gracias a la renegociación, el Gobierno ha generado disponibilidades de divisas cercanas a los 800 millones de dólares. Un monto de alrededor de 600 millones de dólares por concepto de nuevos créditos contratados y 280 millones de dólares, aproximadamente, como recursos obtenidos por la renegociación del servicio de la deuda externa comprometida en 1972.
Estos elementos son los que identifican la nueva estructura institucional de endeudamiento externo, vale decir nuevos recursos provenientes principalmente de países de la esfera socialista y latinoamericanas y mantención del volumen de la deuda vía renegociación con los países occidentales económicamente desarrollados.
El cambio de estructura que se hace efectivo a partir de 1971 y que adquiere mayor notoriedad en 1972, trae consigo aspectos contradictorios y desfavorables, que se visualizan directa e indirectamente, en el grado de ataduras y en el costo de los créditos. El concepto de atadura que lleva consigo cada crédito reglamenta el grado de libertad que posee el usuario para asignar los recursos a la compra de bienes y servicios en cualquier país. En lo que dice relación a los créditos contratados por el actual Gobierno, prácticamente la casi totalidad de los recursos han sido contratados con ciento por ciento de atadura. Es decir, los recursos han servido y sirven para comprar sólo en los países que otorgan el crédito de fomento de sus exportaciones y, en el caso chileno, sirven para fomentar las exportaciones de los países socialistas. Esto significa, a su vez, que nuestro país se ha visto en la obligación de someterse al imperio económico del socialismo, para adquirir máquinas, herramientas y otros elementos industriales. Y aún más, sólo como ejemplo de uno de los tantos aspectos negativos, la contratación de créditos totalmente atados con países del área socialista ha contribuido significativamente al desabastecimiento de repuestos para el normal desarrollo, no tan sólo de los medios de locomoción y transporte, sino que además del sector industrial; fenómeno este último que, de no variar la actitud sectaria y antipatriota del Gobierno, hará sentir sus efectos negativos en el corto plazo, cuando los stocks de repuestos para maquinaria industrial se agoten.
Mención especial requieren los créditos bancarios de corto plazo, que han sido obtenidos en condiciones extraordinariamente onerosas para el país. Deseo llamar la atención del Senado sobre esta materia.
El Gobierno de la Unidad Popular ha señalado que las líneas de créditos de los bancos norteamericanos han disminuido drásticamente. Sin embargo, no menciona el hecho de que hoy día las mismas operaciones son financiadas por los mismos bancos americanos, utilizando como puente a sus corresponsales, especialmente en Latinoamérica, pero a un mayor costo para Chile. Esta es la explicación del aumento de este tipo de deudas, desde los 50 millones de dólares a fines de 1970, a más de 300 millones en diciembre de 1972. Las mencionadas operaciones triangulares han sido utilizadas básicamente a través de las agencias o representantes de bancos americanos ubicados en Brasil, Colombia, Argentina y México.
Pero Chile no sólo es más dependiente del exterior que antes por una desfavorable estructura de su deuda. También nuestro endeudamiento ha crecido.
En diciembre de 1970, la deuda neta en moneda extranjera era de 2.368 millones de dólares, y no de 4 mil millones de dólares, como se ha sostenido. Y esta cifra fueron a confesarla al Club de París, cuando debieron rendir cuentas ante el Fondo Monetario Internacional. La deuda bruta alcanzaba a 2.949 millones de dólares, incluyendo intereses y créditos no utilizados. Dos años después, a fines de 1972, las cifras de deuda neta bordeaban los tres mil millones. Es decir, este Gobierno de la Unidad Popular se ha endeudado en alrededor de 320 millones de dólares anuales, la mayor cifra de endeudamiento en la historia del país, superior a la experimentada en cualquier otra Administración.
Esto es consecuencia de la nefasta política económica del Gobierno, que lo ha llevado a importar con créditos externos una serie de mercaderías que antes se pagaban al contado por ser bienes de consumo, tales como repuestos, materias primas, alimentos, productos farmacéuticos, y, además, como anota el Honorable señor Moreno, porque se producían en Chile.
Por último, la renegociación de la deuda externa realizada por la Unidad Popular se efectuó en condiciones claramente desventajosas para el país, y es conveniente que los representantes del Gobierno y los Senadores de la Unidad Popular nos den algunas explicaciones al respecto.
Las condiciones en que se negoció la deuda externa en el Club de París son las siguientes: 1º) El Fondo Monetario Internacional quedó designado como guardián del acuerdo, lo que ha significado la venida a Chile, de innumerables visitas fiscalizadoras. 2º) Se aceptó que el país quedara sujeto a numerosos compromisos específicos y de política económica, para los cuales se nombró al mismo Fondo Monetario como inspector. 3º) Sólo se reconoció la deuda de 1972, y el Gobierno tendrá que pactar con sus acreedores tolos los años. 4º) Se aceptó ¡escúchese bien! la jurisdicción de los tribunales norteamericanos en caso de no pago a ese país, y 5º) Se obligó también está consagrado en los acuerdos a Chile a garantizar una justa compensación en los casos de nacionalización, etcétera, de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, no es de extrañar que las conclusiones que se obtienen en esta evaluación de la política de financiamiento externo seguida por el Gobierno de la Unidad Popular sean realmente negativas y desfavorables. Por una parte, el cambio de países como fuentes de financiamiento, en vez de producir una liberación y mayor independencia externa, ha conducido a una mayor dependencia externa y a un retroceso en nuestro desarrollo económico e industrial, y, por otra parte, el endeudamiento contraído ha resultado ser más caro y costoso que el que tradicionalmente se obtuvo para el país en Gobiernos anteriores.
Política de integración económica.
Desde un comienzo el actual Gobierno se proclamó ferviente partidario de la integración latinoamericana. Esta actitud no ha pasado de las simples declaraciones, porque, en el hecho, toda la orientación del comercio exterior chileno se opone a una participación activa en el proceso de integración. Desde luego, existe una real incompatibilidad entre una estatificación del comercio exterior y la permanencia en sistemas que, como la ALALC y el Pacto Andino, fueron concebidos para una integración entre países que practiquen la economía de mercado.
Por otra parte, la utilización en forma limitada de las cláusulas de salvaguardia a que ha recurrido este Gobierno anula todo lo logrado en materia de desgravación del intercambio en los sistemas señalados.
Quiero llamar la atención hacia el hecho de que esta cláusula de salvaguardia se puso a petición de países como Ecuador y Bolivia, que tienen un desarrollo relativo menor que el de los otros países del Pacto Andino, a fin de proteger su comercio. Nosotros hemos tenido que recurrir a ello porque, al parecer, hemos caído en un subdesarrollo relativo aún más bajo que el de Bolivia.
Las exigencias de programación conjunta de las inversiones, de planificación regional y de armonización de políticas económicas que impone el Pacto Andino, no pueden ser cumplidas por un Gobierno estatista y cuya política económica ha sido inestable y cambiante y se ha traducido en una crisis profunda en este campo.
Más grave todavía es esta situación si se tiene presente que el Gobierno actual no ha trazado una política económica interna acorde con los compromisos adquiridos en los diversos sistemas de integración.
De la política fiscal y monetaria.
También es conveniente analizar, en el Mensaje del Jefe del Estado, lo referente a la política fiscal y monetaria.
El Presidente de la República trata de justificar el descalabro que se ha producido en la política fiscal y monetaria trasladando la responsabilidad al Parlamento, por haber despachado éste una serie de leyes sin financiamiento. Aduce que el total del desfinanciamiento por este sólo concepto, en el año 1972, ascendería a 48.000 millones de escudos. Esta afirmación es falsa y no tiene asidero serio alguno. El Congreso Nacional ha despachado todas las leyes con el debido financiamiento, cumpliendo la obligación constitucional. Esta aseveración se encuentra plenamente confirmada con el cuadro de rendimientos tributarios presentado por el propio Presidente de la República en la página 604 del Anexo del Mensaje, donde se sostiene que los ingresos tributarios presupuestados, en los cuales se incluyen todas las leyes de financiamiento aprobadas en 1972, han tenido un excedente a su favor de Eº 1.400 millones, aproximadamente. ¿Dónde está, entonces, el desfinanciamiento de 48 mil millones de escudos que alegaba el Presidente de la República?
La razón del déficit fiscal y de la emisión de dinero es muy distinta de la que con tanta irresponsabilidad se esgrime en el Mensaje. Lo que ha sucedido es que desde el comienzo del Gobierno de la Unidad Popular se habló de una nueva doctrina económica, del llamado déficit programado, financiado por emisiones del Banco Central, y se dijo que era posible aumentar sustancialmente el gasto público sin que ello significara presiones inflacionarias, ya que por esta Vía se estimularía el aumento programado de la producción utilizando la capacidad instalada ociosa. Así el Presupuesto de la nación de 1971 nació desfinanciado voluntariamente, en una suma superior a los 7.000 millones de escudos, y el resultado final fue que el famoso déficit programado fue muy superior, y por lo tanto la emisión, lo cual se tradujo en una acumulación de presiones inflacionarias que se contuvieron artificialmente en dicho año mediante bonificaciones y subsidios.
Otra característica del descabellado manejo fiscal del Gobierno de la Unidad Popular es que, por primera vez en muchos años, los ingresos corrientes del Fisco no alcanzaron a financiar los gastos corrientes, lo que constituye un renuncio a uno de los puntos del plan de Gobierno, que señalaba que se generaría una cuota importante de excedentes en el sector público para financiar planes de inversión.
El irresponsable manejo de la política fiscal, que sólo ha tendido a tratar de cumplir una política populista, ha influido decisivamente en el aumento de la cantidad de dinero a través de la emisión inorgánica. En efecto, en diciembre de 1970 la cantidad de dinero alcanzaba a Eº 9.192 millones; en diciembre de 1971 llegó a Eº 20.131 millones; o sea, el dinero aumentó en 120%, y en diciembre de 1972 ascendía a Eº 65.000 millones, lo que significa, con relación a 1971, un incremento del 200%. En resumen, el Gobierno de la Unidad Popular ha aumentado la cantidad de dinero y hay que tener presente esta cifra para explicarse el fenómeno económico chileno en más de siete veces en el período de dos años. ¿Puede entonces el Presidente de la República llegar hasta el Parlamento a traspasar una responsabilidad que sólo es fruto de la incapacidad de su gestión y de la irresponsabilidad en el manejo de la política económica?
Es sabido que el exceso de dinero en una economía, si no hay capacidad para esterilizarlo, debe traducirse, tarde o temprano, en dos consecuencias claras y precisas: inflación y escasez. En una economía marxista no cabe este resultado, porque mediante el poder total económico, social y político se sume al pueblo en el racionamiento más estricto, incluso de las cosas más esenciales, llegando a limitar las aspiraciones de todos los sectores impidiendo o sancionando drásticamente el derecho de petición y de huelga.
Sin embargo, cuando en un país subsiste el libre juego democrático, los desaciertos de un Gobierno no pueden taparse por la fuerza, por lo cual afloran en toda su intensidad para demostrar, la real crisis económica que se ha preparado.
Los responsables de la crisis traducida en inflación y escasez no son otros que los que han provocado sus causas: el Gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el propio señor Allende.
La inversión y la ocupación.
De la afirmación anterior se desprende la necesidad de analizar lo que sucedió en estos dos años en materia de inversión y de ocupación.
Como lo afirmé precedentemente en esta exposición, de acuerdo con cifras oficiales, en el año 1971 la inversión disminuyó en 7,7%, con relación a la efectuada en el año anterior, y en 1972 cayó en 5,4%. Sin embargo, la desocupación disminuyó notablemente durante 1971, ya que en diciembre de 1970 ella alcanzaba a 8,3% en Santiago, y en el mismo mes de 1971 bajó a 3,2%. Es preciso destacar que la situación de fines de 1970 era anormal, debido a los trastornos que se produjeron con posterioridad a las elecciones de septiembre de ese año.
La disminución de la desocupación se debió, en parte, a la reactivación económica producida en 1971; pero también a la política aplicada tendiente a dar ocupación indiscriminada en los organismos públicos, en las empresas estatales y en todas aquellas que se fueron incorporando al área de propiedad social. Las ocupaciones improductivas tienen el carácter de un subsidio disfrazado para ocultar la cesantía real, con la agravante de que la incorporación del personal innecesario en las empresas provoca aumentos en los costos y en los precios e introduce ineficiencias que toda la comunidad debe pagar. Estamos de acuerdo en que la desocupación es la peor injusticia para los hombres y mujeres que desean trabajar y están en condiciones de hacerlo. Pero la manera de resolver esta injusticia en forma permanente y económicamente beneficiosa radica en aumentar las oportunidades de trabajo para la población, sobre la base de una mayor inversión o de un uso selectivo de recursos que dé preferencia a la utilización de mano de obra en aquellos casos en que el interés del país así lo aconseje.
Por lo tanto, la disminución de las inversiones ocurrida en 1971, como también la producida en 1972, constituye un atentado en contra de los trabajadores y de las posibilidades de crecimiento del país en el futuro.
El Gobierno es el que dispone de la mayor parte de los recursos que se destinan a la inversión (más del 70%). Esto ha tenido mayor importancia en la actualidad, ya que, según las propias autoridades del Gobierno, una de las razones para formar el área de propiedad social ha sido la de traspasar a la propiedad y gestión del Estado aquellas empresas que generaban un mayor excedente.
En consecuencia, la responsabilidad de la disminución de la inversión y de la limitación que esto implica para dar nuevas ocupaciones, recae exclusivamente en las autoridades gubernamentales, las cuales han reducido los excedentes que antes se producían en el sector público y han transformado en empresas deficitarias las que anteriormente producían utilidades que beneficiaban a sus antiguos propietarios capitalistas.
La inflación y la escasez.
Realmente extraña que un Presidente de la República, al dar cuenta del estado de la nación, omita uno de los problemas más dramáticos que pueden afectar a un pueblo o apenas haga referencia a él. En su mensaje habla de que es grave, pero no analiza las causas que pueden haberlo producido ni los remedios que se aplicarán para terminar con el mal que nos azota. Se limita a la posición más cómoda y dice que hay inflación y escasez, pero que ello es de responsabilidad del imperialismo, de la sedición, de la Oposición, etcétera. Parece que el señor Allende viviera en otro mundo y no recordara que el 4 de noviembre de 1970 fue elegido Presidente de la República para administrar y conducir el país, y no para buscar excusas infundadas o tratar de traspasar la responsabilidad plena que le cabe en la crisis a otros sectores que no tienen en sus manos el manejo de la economía de la nación.
Al 31 de diciembre de 1972, la inflación alcanzó en la historia del país una cifra record: 163%. Recuerdo que el ex Ministro señor Zorrilla, al criticar mi gestión económica en la Administración del ex Presidente Frei mediante la Exposición de la Hacienda Pública hecha en noviembre de 1970, se espantaba de que en el sexenio correspondiente se hubiera producido una inflación promedio de 25%, lo cual, según él, nos colocaba entre los países más miserables del mundo, junto a
Vietnam del Sur. Me gustaría saber cuál es la opinión del señor Zorrilla, la del Partido Comunista y de la Unidad Popular ahora, cuando Chile ha alcanzado una inflación que no es superada por ningún país: duplica o triplica la del más miserable, ya que entre abril de 1972 y abril de 1973 alcanza a más de 200%.
¿Qué le puede esperar a un país cuando los precios suben todas las semanas, e incluso todos los días? En la historia de la economía, se conoce la crisis alemana de los años 20 cuando las dueñas de casa llenaban las canastas con billetes que luego cambiaban por unos pocos productos que no llenaban la mitad de las mismas. Los reajustes fueron primero anuales, luego semestrales, después mensuales, y terminaron siendo diarios. ¿Es éste el camino que la Unidad Popular nos tiene señalado para llegar al idílico futuro marxista?
Si la inflación es destructiva de por sí de la economía de un país y por ello se la denomina el cáncer de los pueblos, el caso se torna más dramático cuando se plantea como una inflación desabastecida, que es precisamente el cuadro que viven hoy los chilenos.
El desabastecimiento comenzó ya en el año 1971 con algunos productos, especialmente carnes. En aquel entonces se señaló por los Ministros responsables que la causa de la escasez era que los sectores que tenían refrigeradores acaparaban dichos productos. La Democracia Cristiana advirtió que la razón dada era un engaño y que la verdadera causa del desabastecimiento radicaba en la falta de inversión, en la caída de la producción, en la inflación contenida, en la tendencia de la población, ante la incertidumbre económica, de ir al consumo y eliminar el ahorro. En reiteradas oportunidades expresamos, sin que fuéramos escuchados, que el país era conducido inexorablemente por la Unidad Popular a la peor crisis de la historia. Se nos contestó en los términos consabidos: la campaña del terror, la sedición, el fascismo, la CIA, el imperialismo, etcétera.
El año 1972, que para la Unidad Popular constituía el período en que se iban a invertir los excedentes acumulados, en que habría abundancia y en que terminaría la inflación, resultó ser el año de la verdad, pues la población empezó a conocer la verdadera magnitud de la catástrofe. La inflación se disparó a términos jamás conocidos, y la escasez se generalizó a todo tipo de productos: alimentos, vestuarios, materiales de construcción, repuestos para maquinarias y vehículos, neumáticos, combustibles, medicamentos, televisores, línea blanca, artículos electrodomésticos, etcétera. Falta de todo. Sólo sobran palabras y explicaciones.
Efectivamente, el Gobierno no se ha quedado corto en explicaciones, Y en esto ha sido un artista el Partido Comunista, Se dijo primero que las cosas faltaban porque los que vivían en el Barrio Alto las acaparaban en los refrigeradores; pero no pudieron seguir con esa burda explicación cuando empezaron a faltar los materiales de construcción, los neumáticos, los repuestos, los televisores, porque resultaba muy difícil meter esos elementos dentro de un refrigerador. Luego dijeron que lo que pasaba era que los chilenos tenían mucho dinero, y que por eso la demanda excesiva impedía un abastecimiento pleno. En parte, al principio podían tener algo de razón, y respecto de algunos artículos, ya que por la inflación desatada la gente tiende a gastar todo, incluso los ahorros. Además, el trabajador había recibido incrementos importantes de salarios en 1971. Pero todo eso perdió validez, pues, como se comprobará más adelante, la redistribución del ingreso se ha hecho sal y agua con la inflación y a esta fecha es regresiva. Se aprovechó la desgraciada demanda de la Kennecott para tratar de tapar el desastre y se culminó con el paro de octubre, que es el gran mentolatum para excusar toda su irresponsabilidad e incapacidad, que son las verdaderas causas del desastre económico.
El PresidenteAllende gasta parte importante de su exposición económica en este mismo tipo de excusas, pero donde resulta realmente inaceptable su argumentación, más aún por tratarse de un Presidente, es cuando señala que el desabastecimiento se produce porque antes de su Gobierno se racionaban los salarios, de modo que no había necesidad de racionar los productos. Según él ahora la población ha recibido incrementos en sus ingresos de tal magnitud que hacen imposible satisfacer su demanda.
¡Qué absurdo y qué carencia de fundamento! ¿No sabe el PresidenteAllende que hoy el sector trabajador recibe menos ingresos que en 1970, porque la inflación de 200% ha hecho que los sueldos y salarios hayan perdido su poder adquisitivo? ¿No sabe el señor Allende que los alimentos en los dos años en que gobierna habían subido hasta el mes de febrero de 1973 en más de 426%, según un informe del MAPU? ¿Cree el PresidenteAllende como lo afirmó un Senador de su Gobierno que el aceite falta hoy porque la población no le echaba aceite a la ensalada en el Gobierno anterior, y que sólo ahora consume ese vital alimento? ¿Cree que la población antes no consumía azúcar y que sólo ahora, en su Gobierno, le echa azúcar al té? ¿Cree el señor Allende que antes las micros y camiones andaban sin neumáticos, y que sólo ahora, en su Gobierno, los usan y, por eso, hay escasez de ellos? ¿Será efectivo que antes la gente no consumía gas licuado y que sólo lo hacen hoy los trabajadores por don y gracia de la Unidad Popular? No, señor Presidente de la República. El único responsable del desabastecimiento de los artículos más esenciales es usted y la Unidad Popular, porque, como se ha demostrado en los capítulos anteriores de mi exposición, durante su Gobierno ha caído la producción en términos tales, que existe 5% menos de bienes y servicios que Ofrecer a la población en el año 1972; que la producción industrial ha caído en el segundo semestre de 1972, con relación al mismo período de 1971, en más de 9,9%; que la producción agropecuaria, en los dos años y medio de su desgobierno, ha bajado en más de 20%; que la minería y combustibles, en el primer trimestre de 1973, disminuyó en más de 4%; que para 1973 nuestra balanza de pagos es deficitaria de 700 millones de dólares; que se han farreado las reservas internacionales en más de 450 millones de dólares, recursos que habrían permitido paliar en parte la escasez; que la inversión ha caído en cerca de 20%. Todas estas causas, más la inflación de 200% con tendencia a aumentar a fines de 1973 a cerca de 300%, traen como consecuencia el desabastecimiento y el mercado negro y, en definitiva, la desesperación de un pueblo con consecuencias que pueden ser imprevisibles.
Mercado negro.
Chile está viviendo la experiencia de un país devastado por una guerra, o la de los pueblos que han sido sometidos a las dictaduras marxistas. El mercado negro es algo que está siempre presente en los pueblos de la órbita socialista, a pesar de los cincuenta años de régimen, como en el caso de la Unión Soviética. Cuba es el caso más cercano a Chile, pero con profundas diferencias. Y creo conveniente relatar su historia para ver cómo se asemeja a Chile en este aspecto.
Derrotado el ejército de Batista, Castro procedió a desmantelar el poder económico privado y a estatificar las grandes empresas, contando con amplio apoyo popular en las ciudades, pero con indiferencia en los campos. La burguesía y los inversionistas extranjeros abandonaron el país y Estados Unidos estableció el bloqueo económico. Castro contó con el poder político total. En el primer año mostró rápido progreso económico gracias a las reservas de la economía. La producción de azúcar subió de 6 millones de toneladas a 6,8 millones. En el tercer año bajó, sin embargo, a 4,8 millones y luego a 3,8 millones, o sea, a un nivel de 60% del promedio anterior. Lo mismo sucedió con el resto de la agricultura, a pesar de los desesperados esfuerzos de Fidel Castro, a tal punto que fue necesario establecer un estricto racionamiento y combatir el mercado negro.
En el tercer año de la revolución, cada persona recibía no más de 3/4 de libra de carne a la semana por lo menos allá recibían esta cuota, porque aquí no recibimos nada, 8 huevos al mes, 1/4 de libra de fréjoles por semana, 6 libras de arroz por mes, 1 libra de aceite semanal/etcétera. Se racionó la ropa, los zapatos, el jabón, pasta dentífrica, etcétera. La balanza comercial cayó de 38 millones de dólares de superávit, en 1960, a 170 millones de dólares de déficit en 1962. El endeudamiento con los países socialistas totalizó 357 millones de dólares en los primeros años. Desde 1959 no se ha importado ningún nuevo automóvil para uso privado. La gasolina se encuentra racionada, pero no se ha podido evitar su mercado negro. Paul Sweezy señala en su obra que antes del racionamiento cualquiera que tuviera un automóvil podía ir al campo y suplementar su ración comprando gasolina a los campesinos a un precio considerablemente más alto. Este tráfico se ha visto reducido, pero de ninguna manera eliminado.
En 1968, para evitar el mercado negro, se requisaron todos los bares, tiendas pequeñas y puestos de comestibles que aún quedaban y que vendían aproximadamente 30% del consumo. Se requisaron almacenes, carnicerías, verdulerías, mercerías, librerías, lavanderías, peluquerías, zapaterías, garajes, hoteles, en fin, todo tipo de establecimiento mediano o pequeño, con el pretexto de combatir el mercado negro. Solamente quedan algunos pequeños propietarios agrícolas, taxistas y camioneros como exponentes de la actividad privada. Sobre estos últimos dijo Fidel Castro: Su situación como propietarios privados no puede durar más que sus vehículos, todos los cuales son previos a la revolución y, por lo tanto, tienen una esperanza de vida muy limitada.
¿Esto es lo que se pretende imponer a los chilenos con la economía de guerra anunciada por el Gobierno? ¿Caída de la producción, hambre generalizada, racionamiento, mercado negro, inflación y, en definitiva, pérdida de las libertades públicas, como ha sucedido en todos los países dominados por el socialismo totalitario?
La experiencia indica que, a pesar de las sanciones más drásticas impuestas en los países de la órbita comunista, que han llegado hasta el fusilamiento, no se ha podido eliminar jamás los mercados negros cuando existe escasez o cuando el racionamiento impuesto ha sido insuficiente para satisfacer las necesidades de las familias.
Parece increíble que el Gobierno de la Unidad Popular haya incurrido, uno a uno, en los errores cometidos en las otras experiencias de transición al socialismo. Y ahora pretende agregar un error más a su ya extensa lista: el racionamiento.
El Gobierno es el único responsable del mercado negro y entre sus adeptos deben encontrarse quienes lo fomentan y aprovechan. En la actualidad tiene en su mano la distribución monopólica o casi monopólica de casi todos los productos alimenticios: carnes por medio de SOCOAGRO; pollos, por ENAVI; aceite, arroz, fideos, conservas, leche industrializada, té, café y azúcar, a través de DINAC y otras distribuidoras estatificadas. Controla, además, la distribución de materiales de construcción, la línea blanca, textiles, cigarrillos, televisores, repuestos para vehículos (ENARA). Son precisamente estos productos, por coincidencia, los que faltan y sólo se consiguen en el mercado negro pagando cinco o más veces el precio oficial.
Debiera hacerse un juicio público para determinar quiénes son los jerarcas del régimen que aprovechan esta inmoralidad.
Perspectivas para 1973.
En esta parte nos interesa destacar en forma resumida algunos aspectos que tendrán influencia en el curso de 1973 en relación con la inflación y el desabastecimiento.
Uno de los problemas más grave que deberá enfrentar el país es el de la alimentación de su población. El Gobierno ha hecho pronósticos extraordinariamente optimistas, aunque ellos reflejan el fracaso de la política gubernamental en materia agrícola. En efecto, se ha estimado que la producción agropecuaria aumentaría, en 1973, 4% en relación con la que existía en 1970. O sea, que en este año no habría más productos agrícolas por personas que los que hubo en 1970.
El Departamento Técnico del Partido Demócrata Cristiano estima, sobre la base de información detallada de áreas sembradas y rendimiento, y de la existencia de productos agropecuarios, que la producción disminuirá en 20% en relación con la de 1970. O sea, que cada chileno dispondrá en este año de la cuarta parte o menos de los alimentos que generaba la tierra chilena en dicho año.
Si nuestras estimaciones sobre superficie no cultivada resultaran correctas, esto significaría que se estarían perdiendo oportunidades de trabajo para aproximadamente 30.000 trabajadores en labores directas del campo.
La disminución de la producción agropecuaria traerá como consecuencia la necesidad de aumentar aún más la importación de alimentos. El propio Gobierno ya ha reconocido que se deberán importar productos de origen agropecuario por una suma de 477 millones de dólares. De acuerdo con nuestras estimaciones, estas importaciones subirían a 680 millones de dólares aproximadamente. Esta cifra se ha obtenido utilizando la información sobre demanda estimada hecha por el Gobierno, la que, comparada con nuestra estimación de producción interna, indica el déficit que debería cubrirse con importaciones.
El país no tiene recursos en moneda extranjera para enfrentar este volumen de importaciones, pero aun cuando los tuviera o recibiera préstamos externos, tampoco podría realizar esas importaciones, porque la infraestructura nacional puertos, bodegas, medios de transporte no está adecuada para enfrentar semejante catástrofe.
Hemos visto que las inversiones se han reducido y que no hay márgenes significativos por utilizar de la capacidad instalada. Por lo tanto, no ha habido expansión de nuestra capacidad productiva, y la ineficiencia en el manejo de las empresas que ya han demostrado los interventores del Gobierno, nos hace temer una baja de productividad, lo que llevaría al país a una reducción de su producción en una proporción mayor que la experimentada en 1972.
Por otra parte, el presupuesto fiscal aprobado alcanza a la suma de 135.000 millones de escudos, aproximadamente. Además, se descansa de nuevo en las emisiones del Banco Central para financiar el déficit.
Pongo especial énfasis en las cifras que entregaré en seguida. Quisiera ser desmentido, dada la gravedad que ellas implican.
El déficit fiscal para 1973 bordeará los cien mil millones de escudos que, sumados al déficit de las empresas del área social, ascenderá a doscientos mil millones de escudos. El incremento de la cantidad de dinero, para cubrir la suma de doscientos mil millones de escudos, mediante emisiones o préstamos del Banco Central a empresas del área social, se traduce, de acuerdo con informes proporcionados por nuestro Departamento Técnico, en una presión inflacionaria equivalente a 400%.
Conclusión.
Del análisis precedente debemos concluir que el país ha sufrido los efectos desastrosos de la aplicación de una política económica insensata y diabólica. Insensata, porque nadie podía esperar que imprimiendo más billetes, aumentando los gastos en forma indiscriminada, manteniendo precios artificiales, fomentando la anarquía y la indisciplina en, la producción, despilfarrando las divisas acumuladas con esfuerzo y voluntad patrióticos, paralizando las inversiones, etcétera, podría lograrse la tierra prometida que habían ofrecido quienes han demostrado, en la práctica, que sólo son eficaces como agitadores demagógicos. Diabólica, porque sería lógico suponer que los políticos y técnicos de la Unidad Popular tenían un mínimo de sentido común como para darse cuenta de que la aplicación integral de su plan llevaría a la destrucción de las bases de sustentación de la economía chilena. En este caso, la coherencia o explicación del plan de la Unidad Popular está en el propósito de destrucción. En este sentido, han cumplido en buena parte con sus propósitos. El plan diabólico tampoco fue bien diseñado, ya que después de destruir necesitaban contar con todo el control administrativo, político y policial para imponer su conocido y ya desgastado esquema.
Como resultado de la aplicación de este plan insensato y diabólico, quedó el desastre económico sin precedentes que hoy presenciamos.
Por haber llegado la hora de término, se levanta la sesión.
El señor FREI (Presidente).-
-Se levantó a las 13.30.
Dr. Raúl Valenzuela García, Jefe de la Redacción