Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- MINUTO DE SILENCIO POR FALLECIMIENTO DE EX PRESIDENTE DEL SENADO SEÑOR GABRIEL VALDÉS SUBERCASEAUX
- III.
ORDEN DEL DÍA
-
INFORME DE CONSEJO DE BANCO CENTRAL
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Jose Garcia Ruminot
- INTERVENCIÓN : Eduardo Frei Ruiz-tagle
- INTERVENCIÓN : Jovino Novoa Vasquez
- INTERVENCIÓN : Jaime Orpis Bouchon
- INTERVENCIÓN : Carlos Ignacio Kuschel Silva
- INTERVENCIÓN : Eugenio Tuma Zedan
- INTERVENCIÓN : Jose Antonio Gomez Urrutia
- INTERVENCIÓN : Alejandro Navarro Brain
- INTERVENCIÓN : Alejandro Navarro Brain
- INTERVENCIÓN : Guido Girardi Lavin
- INTERVENCIÓN : Hosain Sabag Castillo
-
INFORME DE CONSEJO DE BANCO CENTRAL
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 359ª
Sesión 50ª, en miércoles 7 de septiembre de 2011
Especial
(De 11:15 a 13:32)
PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES GUIDO GIRARDI LAVÍN, PRESIDENTE,
Y JOSÉ ANTONIO GÓMEZ URRUTIA, PRESIDENTE ACCIDENTAL
SECRETARIO, EL SEÑOR MARIO LABBÉ ARANEDA, TITULAR
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
Minuto de silencio por fallecimiento de ex Presidente del Senado señor Gabriel Valdés Subercaseaux...............................................................................................
III. ORDEN DEL DÍA:
Informe de Consejo de Banco Central............................................................................
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Allende Bussi, Isabel
--Bianchi Chelech, Carlos
--Chahuán Chahuán, Francisco
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Escalona Medina, Camilo
--Espina Otero, Alberto
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--García-Huidobro Sanfuentes, Alejandro
--Girardi Lavín, Guido
--Gómez Urrutia, José Antonio
--Horvath Kiss, Antonio
--Kuschel Silva, Carlos
--Lagos Weber, Ricardo
--Larraín Fernández, Hernán
--Larraín Peña, Carlos
--Muñoz Aburto, Pedro
--Navarro Brain, Alejandro
--Novoa Vásquez, Jovino
--Orpis Bouchón, Jaime
--Pérez San Martín, Lily
--Pérez Varela, Víctor
--Pizarro Soto, Jorge
--Quintana Leal, Jaime
--Rincón González, Ximena
--Rossi Ciocca, Fulvio
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Tuma Zedan, Eugenio
--Von Baer Jahn, Ena
--Uriarte Herrera, Gonzalo
--Walker Prieto, Ignacio
--Walker Prieto, Patricio
--Zaldívar Larraín, Andrés
Concurrió, además, el Ministro Secretario General de la Presidencia , señor Cristián Larroulet Vignau.
Se encontraban presentes el Presidente del Banco Central , señor José De Gregorio Rebeco; el Vicepresidente , señor Manuel Marfán Lewis; los Consejeros señores Sebastián Claro Edwards, Enrique Marshall Rivera y Rodrigo Vergara Montes; el Gerente de la División Estudios , señor Luis Herrera Barriga; el Gerente Asesor de Comunicaciones , señor Luis Álvarez Vallejos; la Encargada de Protocolo, señora Paola Peretta, y el Asesor Informático , señor Fernando Coulon Dendal.
Actuó de Secretario el señor Mario Labbé Araneda.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 11:15, en presencia de 18 señores Senadores.
El señor GIRARDI (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesión.
MINUTO DE SILENCIO POR FALLECIMIENTO DE EX PRESIDENTE DEL SENADO SEÑOR GABRIEL VALDÉS SUBERCASEAUX
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Señores Senadores, hemos sido informados de que ha fallecido don Gabriel Valdés Subercaseaux , por lo que guardaremos un minuto de silencio en su memoria.
Él fue Ministro de la República ; Subsecretario para el Desarrollo de las Naciones Unidas; una persona fundamental en la recuperación de la democracia, en la formación de la Concertación, y un factor primordial para lograr la unidad de los chilenos y las chilenas.
También fue Senador y Presidente de nuestra Corporación.
En definitiva, uno de los hombres más destacados de la historia de Chile del siglo XX.
Por lo tanto, solicito a la Sala que, con la solemnidad del caso, guardemos un minuto de silencio en memoria de la gran persona, del gran servidor público que fue don Gabriel Valdés.
Ruego a los presentes ponerse de pie.
--La Sala guarda un minuto de silencio.
El señor GIRARDI (Presidente).- Gracias.
Debo señalar que los Comités han decidido mantener las actividades de hoy día, salvo que se suspenderá la hora de Incidentes de la sesión de la tarde.
Además, al inicio de dicha sesión se hará un homenaje en memoria de nuestro compañero y ex Presidente del Senado señor Gabriel Valdés , sin perjuicio de rendirle uno con mayor formalidad en su momento, invitando a su familia.
Más adelante, informaremos sobre las actividades que esta planifique en recuerdo de don Gabriel, a las cuales nos sumaremos como Senado.
Tiene la palabra el Senador señor Ignacio Walker, Presidente del Partido Demócrata Cristiano.
El señor WALKER (don Ignacio).- Señor Presidente , tal como ha señalado, ya vendrá la hora de los merecidos y sentidos homenajes en memoria de don Gabriel Valdés , una de las más grandes personalidades de la política chilena y latinoamericana de la historia contemporánea.
Como Presidente del Partido Demócrata Cristiano , seguro de interpretar a todos los militantes, simpatizantes, adherentes y electores de esta gran familia, agradezco el sinnúmero de demostraciones de cariño, afecto y pésame que hemos recibido hoy.
Gracias a todo el país, a todos los personeros y a todos los colegas parlamentarios que nos han hecho llegar sus condolencias.
Como indicó el señor Presidente , ya vendrá la hora de los homenajes. Aprovecho esta ocasión solo para agradecer, en nombre de mi Partido, todas las demostraciones de afecto.
El señor GIRARDI (Presidente).- Gracias, señor Senador.
III. ORDEN DEL DÍA
INFORME DE CONSEJO DE BANCO CENTRAL
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Esta sesión especial tiene por objeto escuchar la exposición que hará el Consejo del Banco Central de Chile al Senado para dar a conocer la evaluación del avance de las políticas y los programas del año en curso, como asimismo, el informe de las proposiciones para el año calendario siguiente, según lo dispuesto en el artículo 80 de la ley N° 18.840, Orgánica Constitucional del Banco Central de Chile.
Solicito la autorización de la Sala para que ingresen, acompañando a los miembros del Consejo del Banco Central, los señores Luis Oscar Herrera , Gerente de la División de Estudios ; Luis Álvarez , Gerente Asesor de Comunicaciones ; Fernando Coulon , Asesor Informático , y señora Paola Peretta , Encargada de Protocolo.
--Se accede.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el señor Presidente del Banco Central.
El señor DE GREGORIO ( Presidente Banco Central ).- Señor Presidente del Senado , Honorable señor Guido Girardi ; señoras y señores Senadores, agradezco la invitación extendida al Consejo del Banco Central para presentar el Informe de Política Monetaria (IPoM).
Introducción
Como es habitual en septiembre de cada año, esta presentación coincide con la cuenta anual del Consejo del Banco al Senado, donde presentamos nuestra visión de los hechos macroeconómicos y financieros recientes de la economía chilena, así como sus perspectivas e implicancias para la conducción de la política monetaria.
Al momento de presentar este Informe estamos próximos a cumplir tres años desde que estalló una de las peores crisis económica y financiera de la historia económica moderna, denominada la "Gran Recesión". La serie de eventos que sucedieron a la quiebra de Lehman Brothers condujeron al mundo a una crisis de confianza nunca antes vista, con una caída de la actividad global que no tiene comparación con lo sucedido en ningún otro episodio en los últimos ochenta años.
Chile fue capaz de mitigar los efectos adversos de la crisis y lograr una rápida recuperación de los niveles de actividad y empleo.
En el siguiente cuadro vemos la evolución de la actividad del país y de las principales economías desarrolladas.
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De hecho, el cierre de holguras de capacidad interna -la diferencia entre el crecimiento efectivo y el de tendencia-, que hace un año esperábamos que se produjera en 2011, se dio en la primera parte de este año. Es decir, en ese periodo la actividad económica ya estaba creciendo en torno a sus niveles de tendencia.
La tasa de desempleo ha caído con rapidez y se ubica bajo su promedio histórico.
La inflación, a su vez, ha completado un proceso de convergencia a la meta de 3 por ciento. Los temores inflacionarios resurgieron durante el primer trimestre del año -así lo presentamos nosotros en nuestro IPoM de entonces-, pero amainaron tras las decisiones de política monetaria del Consejo y los cambios en el escenario macroeconómico externo. Así, hemos llegado a una situación en que la tasa de política monetaria (TPM) se ubica en un rango de valores considerados normales.
Sin embargo, la sombra de los eventos de 2008 aún oscurece el panorama de la economía mundial. Pese al tiempo transcurrido y a las medidas económicas y financieras que han adoptado las autoridades económicas alrededor del mundo, aún se arrastran los efectos de este episodio. Los problemas de fondo que causaron la crisis no han sido solucionados del todo y continúan frenando la recuperación de la demanda privada. A esto se agrega la menor confianza en la situación de las finanzas públicas en algunas economías de la Eurozona y también de los Estados Unidos, lo que provocó un nuevo episodio de estrés financiero a comienzos de agosto, que se ha vuelto a repetir estos últimos días.
La economía mundial está atravesando por una situación extremadamente compleja. Por cierto, Chile cuenta con herramientas para mitigar el impacto de escenarios externos adversos. Pero, como lo repetimos una y otra vez en el pasado, no somos ni podemos ser inmunes a lo que sucede en el mundo. Podemos aminorar sus efectos, pero no evitarlos. Por lo tanto, es probable que la situación externa tenga repercusiones sobre nuestra economía y, en consecuencia, sobre la conducción de la política monetaria.
Como acabo de mencionar, en la reunión de agosto, el Consejo retiró el sesgo restrictivo sobre la tasa de política monetaria que se había comunicado en sesiones previas, lo que se ha reflejado en el comportamiento de las tasas de mercado.
En el escenario base que les presentaré dentro de unos momentos, consideramos que el mundo tendrá un crecimiento menor al que preveíamos hace solo tres meses. Las cifras de actividad del primer semestre fueron muy débiles en el mundo desarrollado. Las recientes turbulencias financieras podrían empeorar su desempeño en la segunda mitad del año. Los hogares de las economías avanzadas continúan restringiendo sus gastos con el fin de reducir sus elevados niveles de deuda, pero, a su vez, este proceso de desapalancamiento mantiene una situación de crecimiento débil de la demanda interna y el empleo, que prolonga la vulnerabilidad de sus balances. Además, la posición de estas economías se encuentra deteriorada tras varios años de déficit fiscal. Corregir esta situación requerirá ajustes importantes en sus finanzas públicas. Algunos de ellos podrían realizarse en el mediano plazo, como es el caso de Estados Unidos; pero otros deben ser más inmediatos, como es el caso de algunas economías europeas de la periferia. Y en momentos de debilidad de la demanda privada, estos ajustes podrían dilatar aún más la esperada recuperación.
Se suma, por otra parte, que las tasas de interés de política monetaria en el mundo están en sus niveles mínimos, con lo cual la capacidad de los bancos centrales para agregar estímulo también es limitada. No hay espacio para reducciones de tasas en los países desarrollados.
En síntesis, las herramientas tradicionales para impulsar el crecimiento -una política fiscal expansiva restringida por los altos niveles de deuda de las economías avanzadas y una política monetaria restringida porque está en sus niveles mínimos- tienen un escaso espacio de acción en el mundo desarrollado.
Otra fuente de riesgos que se ha comenzado a discutir crecientemente es la posibilidad de que el mundo desarrollado, y en especial Estados Unidos, pase por un período prolongado de bajo crecimiento.
Los excesos de deuda privada, en particular de los hogares, y de deuda pública, más la debilidad del mercado laboral son factores determinantes en esta evaluación. Ello podría llevar a una situación similar a la que le ocurrió a Japón luego del colapso de su burbuja inmobiliaria a fines de los ochenta, que dio paso a un período de estancamiento que se prolonga hasta la actualidad. Aunque consideramos que aún este es un escenario de baja probabilidad, sus consecuencias sobre la economía mundial serían muy significativas.
En medio de este escenario, las economías emergentes siguen creciendo con fuerza. Los riesgos de sobrecalentamiento que se apreciaban hace unos meses han disminuido, en parte importante por la propia acción de las políticas económicas aplicadas y, en especial, de la política monetaria. Sin embargo, existen riesgos.
En primer lugar, es evidente que, de prolongarse la debilidad en los países desarrollados, la demanda externa que enfrentan las economías emergentes se verá resentida, reduciendo su potencial de crecimiento. En el escenario actual esperamos dinamismo en las economías emergentes y un cierto grado de desacoplamiento. No obstante, esto no puede persistir de manera indefinida.
Un mundo desarrollado débil por un tiempo muy prolongado, sin duda afecta negativamente a las economías emergentes.
Dada la debilidad de la demanda interna en las economías desarrolladas, estas requieren de exportaciones para crecer y así, además, resolver el problema de los desbalances globales. Ello pone presiones sobre los tipos de cambio y las cuentas externas de las economías emergentes. Este ha sido un elemento al cual nos hemos enfrentado en el último año, con paridades respecto del dólar que han alcanzado la mayor apreciación de la última década.
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Este gráfico muestra el promedio del tipo de cambio real desde el año 1994 hasta 2011. La barra indica en cuánto ha fluctuado, y el punto rojo, en dónde está hoy día.
Nosotros vemos que el grueso de las economías, salvo las más débiles, como en el caso de Estados Unidos y el Reino Unido, tiene sus tipos de cambio reales en niveles históricamente apreciados.
Hasta ahora, la economía chilena ha logrado sortear este desafío, pero el riesgo de una intensificación de esas presiones continúa.
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En el caso de Chile, como se observa en el gráfico, el tipo de cambio real ha aumentado tras el anuncio de intervención de comienzos de año. Su nivel actual está en torno a su promedio de los últimos 15 a 20 años. Y recientemente también ha experimentado una depreciación real, aunque leve. Pero ha habido algo de depreciación en términos reales.
Dentro de las políticas económicas que las economías emergentes han utilizado para mitigar el impacto sobre sus monedas, figura la adopción de medidas cambiarias. Estas han tomado diversas formas, incluyendo la compra de divisas y la implantación de medidas administrativas.
En Chile, a principios de enero anunciamos un programa de acumulación de reservas de 12 mil millones de dólares, el que será completado durante el presente año. Esto equivale a una acumulación de reservas del orden de 5 puntos del PIB, la mayor que hemos tenido desde la primera mitad de los noventa, como se puede apreciar en el cuadro siguiente.
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En algunos años, a principios de la década del noventa, hubo más acumulación de reservas, pero de órdenes similares a la actual.
A la fecha ya hemos hecho compras por más de 8 mil 500 millones de dólares.
Este programa sirve para dos propósitos. El primero, tal como se enfatizó cuando lo anunciamos, es atenuar transitoriamente la apreciación del peso. Ello, para permitir que el sector productivo hiciera los ajustes necesarios en un contexto en que estas presiones podrían permanecer por largo tiempo. El programa tuvo un efecto sobre el peso. De no haber intervenido, la apreciación de la moneda habría sido mayor. Sin embargo, como la evidencia muestra y nuestra comunicación así lo resaltó, esta clase de medidas no constituyen una solución permanente. Sirven en la transición; sirven para que el sector productivo tenga tiempo para ajustarse, pero es un ajuste que debe ocurrir. La solución definitiva debe provenir, necesariamente, de mejoras en la competitividad y de aumentos de la productividad.
El segundo objetivo del programa es fortalecer nuestra posición de liquidez internacional. El hecho de acumular reservas en el exterior, lo que conlleva a una mejor posición de liquidez, implica contar con las herramientas para enfrentar turbulencias externas.
Toda la evidencia disponible, en particular la que se ha reunido después de la crisis, muestra que tener una sólida posición de reservas internacionales ayuda a proteger a la economía de los efectos adversos de los shocks financieros externos, lo que a su vez reduce las primas de riesgo de la economía. En la coyuntura actual, el nivel de reservas que perseguimos con el programa nos pone en muy buen pie en caso de un deterioro global pronunciado.
Mantener reservas internacionales es un seguro. En los tiempos de bonanza, su mantención tiene un costo relacionado con el diferencial entre el rendimiento de los activos externos, líquidos y seguros, y el costo de los pasivos internos necesarios para financiar la acumulación de reservas. Sin embargo, en episodios de recesión global y estrés financiero internacional, el contar con reservas permite reducir el impacto de dicha situación sobre el costo de financiamiento externo del país y entrega mayor flexibilidad a las políticas económicas para amortiguar su efecto en la economía nacional.
Así fue como nosotros, durante la crisis, fuimos capaces de establecer líneas "swap" de créditos para aliviar las tensiones que existían en moneda extranjera.
Es importante también destacar que las fluctuaciones en el valor internacional del peso generan una volatilidad significativa de nuestros resultados contables, tal como ha ocurrido en años recientes. En períodos de bonanza, el peso tiende a apreciarse, lo que origina pérdidas contables al medir el patrimonio en pesos, por efectos de revalorización de las reservas.
Nuestras reservas están en dólares. Si el peso se fortalece, lo que tenemos por revalorización es una disminución de nuestro patrimonio.
Pero en episodios de desaceleración global y mayor estrés financiero se produce el efecto contrario, en la medida que una depreciación del peso arroja resultados positivos. Y esto es lo que se observa en el siguiente gráfico.
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El Banco Central ha experimentado bastantes fluctuaciones en sus resultados. La barra verde muestra los resultados netos, que han estado muy correlacionados con la variación del tipo de cambio.
Durante 2008 tuvimos una depreciación muy importante, lo que significó un resultado extraordinariamente positivo, porque el peso se debilitó. En la medida que el peso se fortalece (en los años 2009-2010), registramos resultados negativos. Pero tales fluctuaciones son normales. Corresponden a valoraciones contables que ocurren producto de este descalce de monedas.
En días recientes se ha dicho que hemos experimentado una pérdida, producto de la intervención en este año de 3 mil millones de dólares, que en el gráfico es la última barra verde. Debo aclarar que ese comentario es erróneo, porque considera los resultados del balance de 2010, año en que no acumulamos reservas. Y lo que sucede es que la apreciación del peso genera una pérdida contable, así como sus depreciaciones producen una ganancia.
Como es habitual en nuestra cuenta anual al Senado, en este Informe presentamos la evolución del balance del Banco y sus perspectivas para el año siguiente.
En el escenario base, si se mantiene la brecha entre las tasas de interés internas y externas, esperamos que la rentabilidad de nuestros activos seguirá siendo menor que el costo de nuestros pasivos. Si bien prevemos que el deterioro patrimonial del Banco no se profundizará, el patrimonio seguirá siendo negativo.
El reciente incremento de las reservas internacionales afecta negativamente estos resultados, pero tiene a favor el beneficio -ya lo comenté- intangible de fortalecer nuestra posición de liquidez y de hacer que nuestra economía sea más segura y resiliente frente a las turbulencias internacionales.
Sin embargo, tal como lo anunciamos al momento de iniciar el programa de intervención, el nivel de reservas internacionales que alcanzaremos a fines del año en curso se hallará cerca de los límites que pueden ser absorbidos por nuestra posición patrimonial. De todas formas, este valor patrimonial -su origen proviene fundamentalmente de los costos de la crisis financiera de los ochenta- no ha sido impedimento para que el Banco realice su política monetaria con independencia y flexibilidad.
En suma, nos enfrentamos a un complejo escenario externo.
Las dudas respecto de cómo evolucionará y cuál será su impacto en la economía chilena justifican actuar con prudencia, pero el Consejo tiene la convicción de que el país está en buen pie para enfrentarlo.
En el escenario base que les presentaré a continuación, consideramos que los efectos del contexto externo serán acotados y la economía del país crecerá en torno a su tendencia, con una inflación alrededor de su meta.
A continuación les describiré cuáles son los factores que dan forma a este escenario base y nuestras proyecciones.
Escenario macroeconómico
En nuestro país el dinamismo de la actividad y la demanda continuó moderándose en el segundo trimestre del presente año, aunque algo menos que lo proyectado en junio. Hemos previsto que la economía experimentará una cierta normalización en su ritmo de crecimiento, el cual venía bastante rápido.
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La inflación, en cambio, estuvo ligeramente por debajo de lo esperado hace unos meses. La inflación anual total -como se puede apreciar en el gráfico- ha oscilado en torno a 3 por ciento, mientras que las tasas de incremento anual de las medidas subyacentes -que son las tres líneas que se hallan por debajo de la roja, que representa la inflación- han exhibido fluctuaciones menores.
El panorama inflacionario se ha caracterizado por un acotado traspaso de las alzas internacionales de los precios de los alimentos hacia el mercado local. Del mismo modo, la propagación de los incrementos de estos precios y de los combustibles hacia el resto de los precios, ha sido acorde con lo previsto.
Como indiqué hace unos momentos, el escenario externo ha exhibido novedades importantes, al concretarse algunos de los riesgos que ya veníamos destacando que podían ocurrir. Ello, sumado a las perspectivas de un crecimiento más lento de las economías desarrolladas y la extensión de la preocupación por la deuda que repercute hacia las economías del centro de Europa, ha tenido un impacto significativo en los mercados financieros internacionales.
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Los premios soberanos, como se ve en el gráfico, por riesgos de varios países de la Eurozona, al igual que los premios de algunos bancos, alcanzaron máximos históricos.
Países como Francia, España subieron sus premios por riesgo a niveles superiores incluso a los de la economía chilena o economías emergentes. Hay casos muy extremos, por ejemplo, Irlanda , Portugal y Grecia .
Los precios de los activos han experimentado cambios relevantes, entre los cuales destaca el descenso de las tasas de interés de los bonos del Tesoro de largo plazo de varias economías desarrolladas que sirven como refugio de valor. En general los mercados se orientan a tomar estas inversiones más seguras.
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Las bolsas, como se observa en el gráfico, han experimentado caídas muy significativas en todo el mundo producto de las menores perspectivas de crecimiento y el aumento de la aversión al riesgo. A ello se suma, en menor medida, el fortalecimiento del dólar frente a algunas monedas y la fuerte apreciación del oro y el franco suizo, considerados también activos de refugio de valor.
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Finalmente, como se puede apreciar en el gráfico, se destaca el descenso de los precios de las materias primas, con excepción de los productos agrícolas y el ya citado caso del oro. Y podemos ver que los precios del petróleo y el cobre han cedido en comparación con los observados hace algunos meses, mientras que los alimentos se han mantenido estables y el oro continúa subiendo.
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Internamente, como se observa en el gráfico, las turbulencias externas se han reflejado en algunas variables de los mercados financieros nacionales. La bolsa ha experimentado importantes retrocesos y las tasas de interés de los documentos de la Tesorería y del Banco Central han caído con fuerza, tal como se ve en el cuadro. Las tasas de largo plazo, que a mediados de año se hallaban a niveles superiores a 6 por ciento, hoy día se ubican algo por debajo de 5 por ciento.
El mercado monetario e interbancario continúa operando con normalidad y las condiciones de liquidez en dólares y pesos no han sido afectadas por el alza de los premios interbancarios en los mercados internacionales. El peso, con vaivenes, se ubica en niveles similares a los del cierre estadístico del IPoM de junio.
A la luz de estos acontecimientos, las cifras de actividad del segundo trimestre y los indicadores adelantados del tercero -que siguen siendo débiles en las economías desarrolladas- dan cuenta de que el escenario base corrige a la baja en 0,2 puntos porcentuales el crecimiento mundial esperado para el 2011, y en medio punto porcentual el del año siguiente.
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Es por eso que, tal como indican las flechas rojas que aparecen en la tabla, hemos bajado nuestras proyecciones de crecimiento en 5 décimas para el 2012 y en menor medida para el 2011, dado que este año ya se encuentra bastante avanzado. De todos modos estos indicadores también se corrigen en los países desarrollados.
La mayor modificación corresponde a Estados Unidos donde, además del bajo crecimiento observado hasta la fecha, también influyen los ajustes fiscales previsibles tras la aprobación del mayor límite de endeudamiento público, los cuales surtirán sus efectos en algunos trimestres más.
En la Eurozona se sigue considerando que el crecimiento será bajo. Asimismo, se prevé que la mayor debilidad del mundo desarrollado tendrá un impacto en la actividad de las economías emergentes, las que, en todo caso, seguirán con un desempeño bastante superior al de las desarrolladas.
Esta proyección de crecimiento mundial es inferior a la de consenso, la que al cierre de este IPoM probablemente no refleja de manera completa el impacto de las turbulencias financieras actuales. Por ello, hemos visto que en los informes más recientes de los bancos de inversión ya se han efectuado ajustes más acordes con las predicciones que observamos aquí.
Como señalé, la preocupación por un sobrecalentamiento en el mundo emergente y sus consecuencias sobre la inflación ha disminuido. Los ajustes ya concretados en la política monetaria de varias economías, la mayor debilidad de la demanda global y el descenso reciente del precio de las materias primas justifican esta evaluación.
Así, varias economías ya han interrumpido su ciclo de alzas de tasa y, en general, las expectativas de mercado se han ajustado hacia mantenciones. En las economías desarrolladas, lo más probable es que la política monetaria mantenga su actual grado de expansividad por un tiempo prolongado y no se descarta que incluso se acentúe a través de medidas no convencionales o de algún otro tipo que aumenten la expansividad.
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La Reserva Federal anunció la intención de mantener su tasa objetivo en el mínimo al menos hasta mediados del 2013.
Por eso vemos en el gráfico que las economías desarrolladas (línea azul) y las economías emergentes (línea verde), que estuvieron subiendo su tasa, se mantuvieron muy planas. Y, en lo que respecta a Chile, con algo más de velocidad pues bajó a niveles de economías desarrolladas, se ha estado normalizando y se espera mayor estabilidad hacia el futuro.
La suma de estos antecedentes provocará que el impulso externo que reciba la economía chilena en los próximos trimestres sea menor que el estimado previamente.
Por un lado, el menor desempeño global tendrá un impacto negativo en la actividad de nuestros socios comerciales. No obstante, el crecimiento de estos últimos seguirá siendo superior al promedio del período 2000-2007.
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El cambio en la composición y ponderación de este grupo de países -tal como se presenta en el gráfico-, que es el de los socios comerciales, se debe a que ha aumentado la ponderación de las economías emergentes, y en especial China, que tienen una mayor participación.
El año 2000, el peso de las economías emergentes en el grupo de socios comerciales de Chile era menos de un tercio, en el 2011 se estima que será cercano a la mitad. Por eso se observa en el gráfico que en los años 90 el grueso del crecimiento de los socios comerciales se produce por las economías desarrolladas -barras azules de la tabla-, en tanto que hoy día, en su gran mayoría, se debe a las economías emergentes las cuales explican cerca de la mitad de nuestro comercio. Pero también son las más vigorosas y por eso muestran una parte mayoritaria del crecimiento de nuestros socios comerciales. En virtud de ello, la salud de nuestra economía hoy día depende más de lo que ocurre con las economías emergentes que de lo que sucede con las desarrolladas.
Por otro lado, se contempla un deterioro de los términos de intercambio.
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Esta proyección se basa en el precio del cobre, el cual se situará en 3,7 dólares por libra el 2012 y 3,5 dólares el 2013, tal como se observa en la tabla resumen. A su vez, el precio promedio del petróleo se estima en torno a 90 dólares el barril entre el 2012 y el 2013.
En este escenario de menor impulso externo se estima que la economía chilena crecerá durante el presente año entre 6,25 y 6,75 por ciento. Este rango está dentro de lo proyectado en junio. Hasta el segundo trimestre, la actividad crecía algo por encima de su tendencia y de lo esperado en el IPoM entregado en dicho mes. El consumo desaceleraba su fuerte expansión previa, pero menos que lo previsto. El mercado laboral seguía dando señales de estrechez mientras las condiciones financieras se mantenían favorables, con un crédito cuya tasa de expansión anual iba en aumento.
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El gráfico exhibe, por una parte, distintos indicadores que muestran la fortaleza del mercado laboral y, por otra, los fuertes aumentos en la demanda y ventas de bienes de consumo, en tanto que la atenuación que hemos estado observando es bastante más reciente.
Este escenario prevé que la demanda interna se expandirá 9,1 por ciento este año, por sobre lo previsto en el IPoM pasado. En esto tendrá un efecto importante la mayor formación bruta de capital fijo observada en el primer semestre, principalmente de su componente maquinaria y equipos, como también una mayor acumulación de inventarios, lo cual nos lleva a un aumento en nuestra tasa de inversión.
En cuanto a lo contemplado en junio, esta proyección supone una convergencia más marcada de la actividad y la demanda en la segunda mitad del año. El dato de actividad de julio, aun cuando permaneció dentro de lo esperado, fue afectado por factores puntuales como un menor crecimiento de la minería.
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El mayor impacto del cambio en el escenario externo será visible en el crecimiento del 2012. Para ese año, como se muestra en esta tabla, el escenario base prevé que el PIB se incrementará entre 4,25 y 5,25 por ciento. El menor crecimiento respecto de 2011 responde a varios factores.
En primer lugar, está la convergencia hacia cifras de expansión coherentes con el crecimiento de tendencia, que el Consejo estima en torno a 5 por ciento. Esta convergencia refleja la normalización de los componentes durables de la demanda, como recién mostré, y la normalización de la tasa de política monetaria. Se agrega que desaparecerán los efectos base que incidieron en el crecimiento del primer semestre, como consecuencia de su comparación con los meses afectados por el terremoto y maremoto de febrero del año pasado.
Por otro lado, está el ya mencionado menor impulso externo. También se considera que el balance fiscal convergerá hasta alcanzar un déficit estructural de 1 por ciento del PIB hacia fines de la actual Administración, acorde con lo anunciado por la autoridad y en concordancia con la Ley de Responsabilidad Fiscal.
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El cambio en el escenario externo también ha provocado modificaciones importantes en el panorama inflacionario, especialmente en el corto plazo. En el escenario base, el aumento de la inflación anual del IPC hacia fines de año será menor que el previsto en junio. Esto, principalmente por el efecto de la baja en el precio de los combustibles. Así, para fines del presente año, la inflación anual del IPC será de 3,3 por ciento, en vez del 4 por ciento que estimamos en junio. En adelante, la inflación se mantendrá en torno a la meta, finalizando en ese valor en el tercer trimestre del 2013, fecha que en esta oportunidad corresponde al término del horizonte de proyección, como aparece en los gráficos de esta lámina.
Las expectativas de inflación privadas se han corregido en igual dirección y apuntan a una inflación del IPC algo superior a 3 por ciento para fines de año y alineada con la meta en adelante.
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En esta diapositiva podemos apreciar las distintas encuestas de expectativas en el panel izquierdo, que experimentaron un alza importante a principios de este año, cuando existían temores respecto del traspaso de los precios internacionales sobre la inflación, pero después observamos una atenuación. Lo mismo cuando miramos a los diferenciales de tasa, conocidos como "compensaciones inflacionarias".
Esta trayectoria de la inflación se basa en varios supuestos: de que la economía va a crecer en torno a su tendencia los próximos trimestres y de que el tipo de cambio real se mantendrá alrededor de sus niveles actuales, los que se ubican en un rango coherente con sus fundamentos de largo plazo. Se suma, también, el supuesto de que los costos laborales crecerán a tasas acordes con la meta de inflación.
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Respecto de la política monetaria, la tasa ha alcanzado rangos considerados como normales. A diferencia de lo que se preveía hace unos meses, cuando se esperaba mayoritariamente que la tasa de política monetaria siguiera aumentando, los cambios en el escenario macroeconómico han llevado a una mayor dispersión de las expectativas privadas. Incluso, ciertas medidas sugieren algún descenso en lo inmediato. No obstante -y ahí tenemos las tasas de mercado, las encuestas de expectativas-, en el escenario base nosotros utilizamos como supuesto de trabajo que, en el corto plazo, la tasa de política monetaria será similar a su nivel actual, de 5,25 por ciento.
Este escenario, como es habitual, refleja los eventos que, según se estima, tienen mayor probabilidad de ocurrencia con la información disponible cuando cerramos este IPoM. Existen riesgos que, de concretarse, redundarán en un panorama macroeconómico distinto. En esta ocasión, evaluadas las probabilidades de los escenarios alternativos, el Consejo estima que el balance de riesgos para la actividad está sesgado a la baja, mientras que para la inflación se encuentra equilibrado.
Como ya me referí en un comienzo, los principales riesgos se relacionan con el complejo panorama económico global. No es descartable que los recientes episodios de estrés se repitan o intensifiquen, con consecuencias en el sector financiero y en la confianza de los agentes. El reducido espacio de acción de las políticas monetarias y fiscales en el mundo desarrollado complican la respuesta ante un escenario de ese tipo.
Otra parte de los riesgos proviene del crecimiento del mundo desarrollado a plazos más allá del horizonte de proyección. La proyección de nuestro escenario base es menor que la de consenso, pero no puede descartarse que el impacto sea incluso mayor que el previsto. Sigue en duda la fortaleza del proceso de recuperación en las economías desarrolladas, lo mismo que la posibilidad de que el crecimiento potencial de ellas haya caído. Un evento de este tipo tendría consecuencias sobre el nivel de las tasas de interés, la velocidad de resolución de los problemas de apalancamiento y el crecimiento de las economías emergentes.
Tampoco podemos descartar un escenario en que la postergación de los incrementos de las tasas de política monetaria en las economías desarrolladas y su falta de dinamismo lleve a los inversionistas a buscar mayores retornos en las economías emergentes. Ello implicaría un rebrote de los flujos de capitales hacia estas últimas, cuyo acomodo podría complicar el manejo de las políticas macroeconómicas.
Internamente, los riesgos se encuentran en el dinamismo que siguen sosteniendo la actividad y la demanda. Aunque la evolución de la economía ha ido acorde con lo previsto, la moderación ha sido algo menor que la esperada, el mercado laboral sigue mostrando estrechez y la tasa de expansión del crédito también ha aumentado. No puede descartarse que, más allá de las tensiones en el escenario externo, la economía chilena continúe mostrando un crecimiento por sobre su tendencia, lo que implicaría presiones inflacionarias incoherentes con la meta de inflación. Pero, obviamente, este es un riego que no forma parte de nuestro escenario base.
Sin duda que los riesgos son importantes, pero la política monetaria cuenta con las herramientas necesarias para mitigar el impacto de escenarios externos más adversos que lo previsto, como en el pasado reciente.
Permítanme realizar unos breves comentarios para concluir mi exposición.
Comentarios finales
El escenario externo es complejo, pero nuestra economía ha mostrado una importante resiliencia a los efectos de la Gran Recesión. La combinación de significativos impulsos fiscales y monetarios en el 2009 logró aminorar los efectos de la crisis externa. Así, tras un par de trimestres donde la incertidumbre se apoderó del mundo entero y golpeó con particular fuerza a nuestra economía, nos recuperamos con gran vigor. Incluso después de sufrir los embates del terremoto y maremoto de febrero del 2010, Chile retomó rápidamente una senda de crecimiento sostenido, con una histórica recuperación del empleo y una fuerza que aún se mantiene. Todo esto, en un contexto de baja inflación, a pesar de los shocks de precios internacionales.
La política monetaria ha demostrado en los hechos que puede actuar con flexibilidad y determinación y ser decisiva en la atenuación de los impactos del ciclo externo sobre nuestra economía. Como ya lo señalé, a tres años de detonarse la crisis financiera mundial seguimos sufriendo sus efectos. Lo más probable es que sus reverberaciones continuarán por un tiempo más. La labor de la política monetaria es mantener la capacidad de reacción necesaria para enfrentar tiempos difíciles, del mismo modo que la ha tenido para retirar los estímulos oportunamente y evitar costosos ajustes posteriores.
El Consejo seguirá cumpliendo con el objetivo que la ley le mandata en cuanto a velar por la estabilidad de precios y el normal funcionamiento del sistema de pagos. Por ello, reafirma su compromiso de conducir la política monetaria con flexibilidad, de manera que la inflación proyectada se ubique en 3 por ciento en el horizonte de política. Un ambiente de inflación baja mejora el bienestar de los hogares, en particular de aquellos que tienen menos capacidad de protegerse contra los aumentos de los precios. Asimismo, mantener una inflación baja y estable permite atenuar las fluctuaciones de la actividad y el empleo, lo que contribuye al bienestar de las personas. Chile debe seguir por una senda de crecimiento que asegure un continuo progreso de las condiciones de vida de sus habitantes.
El mundo, incluyendo a nuestro país, enfrenta momentos decisivos. Las naciones desarrolladas deben realizar ajustes costosos y complejos, pero ineludibles. La experiencia del mundo desarrollado confirma la importancia de preservar los equilibrios macroeconómicos, públicos y privados, así como un sistema financiero sólido y bien regulado. La fragilidad de los sistemas financieros y las cuentas fiscales en algunas de las economías desarrolladas han provocado un retroceso en sus estándares de vida y podría comprometer por un tiempo prolongado su capacidad de crecimiento.
Para finalizar, quiero hacer una reflexión personal.
A pesar de todo lo señalado sobre los nubarrones externos, el panorama macroeconómico que les he descrito hoy es favorable para nuestra economía. La economía chilena ha experimentado notables progresos, no solo en el ámbito del manejo macroeconómico sino también en muchos otros aspectos. Por ello, no dejo de recordar la frase de Felipe Cubillos , uno de los ciudadanos ejemplares que perdimos en la tragedia de Juan Fernández : "Soy un indignado porque, pese a todos los problemas que tenemos como sociedad, hemos tenido avances notables en las últimas décadas, y hoy nadie se atreve a reconocer su paternidad o maternidad". Hasta aquí la cita.
Todos debiéramos sentirnos orgullosos por los logros alcanzados en las últimas décadas. Así lo reconoce el mundo y así lo atestigua una mirada desapasionada y seria de los datos. Nunca en nuestra historia económica habíamos tenido mejor desempeño frente a una crisis de las proporciones de la que atravesamos. Nunca en nuestra historia habíamos experimentado más de dos décadas de tanto progreso económico. Nunca hemos estado mejor preparados para afrontar nuevos desafíos frente a un incierto panorama internacional. Nuestro país ha crecido, la pobreza ha caído y la calidad de vida de los chilenos ha mejorado ostensiblemente en los últimos más de veinte años. En la coyuntura actual hemos alcanzado niveles de desempleo bajo los promedios históricos, significativos aumentos de salarios, récords de creación de puestos laborales y reducida inflación para todos.
Pero el progreso trae nuevas demandas. Y, ciertamente, tenemos tareas pendientes y urgentes.
Existen áreas donde el estado de las cosas debiera avergonzarnos a todos quienes tenemos responsabilidades públicas. Sin embargo, hemos de avanzar hacia un país mejor y más justo sobre las bases de lo ya construido, buscando nuevos acuerdos para abordar los desafíos que hoy enfrentamos.
Muchas gracias.
El señor GÓMEZ ( Presidente accidental ).- El Senado agradece la exposición del Presidente del Banco Central , don José de Gregorio.
Le ofrezco la palabra al Honorable señor García.
El señor GARCÍA .- Señor Presidente , en primer lugar, saludo al Presidente del Banco Central y a los integrantes del Consejo de esta institución, y les agradezco, una vez más, por la importante información que nos entregan a través del Informe de Política Monetaria, cuyas cifras -como todos sabemos- el país espera con ansias. Y no exagero al decir que el país las espera con ansias, pues son una mirada de lo ocurrido en los últimos meses y constituyen una proyección sólida de lo que se aguarda que acontezca en materia de crecimiento económico, de desarrollo social para los próximos meses, y particularmente en el IPoM rendido ahora ante el pleno de la Sala del Senado, proyecciones de crecimiento de nuestra economía para el año 2012.
Quiero también sumarme a las últimas palabras expresadas por el Presidente del Banco Central . Creo que envuelven mucha sabiduría cuando mediante ellas se nos hace un llamado a mirar lo que juntos hemos sido capaces de construir en las últimas décadas.
Pienso, al igual como él lo señaló, que el país tiene problemas; que enfrentamos dificultades sociales, nuevos desafíos, producto precisamente de lo que Chile ha venido construyendo y de su crecimiento en los últimos años, y que a partir de lo logrado, de lo edificado, con el aporte de todos, debemos asumir los nuevos desafíos y encontrar otras soluciones.
Señor Presidente, las expresiones vertidas por don José de Gregorio en su calidad de Presidente del Banco Central me interpretan plenamente.
Dicho eso, deseo plantear dos consultas bien concretas.
La primera dice relación con la política de reservas internacionales que ha venido aplicando el Instituto Emisor.
Tal como se ha informado, para este año se espera la compra de 12 mil millones de dólares con el propósito de aumentar las reservas del Banco Central y colocarlas en el rango del 5 por ciento del producto interno bruto, y de esa manera, también, contribuir a que el precio del dólar no siga cayendo.
Porque todos tenemos plena conciencia de que la caída del precio del dólar, si bien conlleva algunas ventajas en el sentido de que los productos importados se abaratan, además pone en riesgo a numerosos sectores exportadores y los empleos que estos traen aparejados.
Asimismo, les hace muy, muy difícil la vida a las pymes, a la industria y a las actividades económicas sustituidoras de importaciones, entre ellas la agricultura tradicional, que es la más importante que se desarrolla en la Región que represento: la de La Araucanía.
Por lo tanto, evitar que el precio del dólar siga cayendo y hacer esfuerzos para que ojalá suba, a mi juicio, son efectos económicos deseados, entre otras razones porque las consecuencias sociales, particularmente en materia de aumento del empleo, son también del todo anheladas.
Entonces, mi pregunta es bien directa y concreta: ¿espera el Banco Central mantener la política de aumento de reservas?
Me pareció escucharle a su Presidente decir que el rango de 5 por ciento del PIB sería uno de los niveles de reservas más altos logrados por el Instituto Emisor. Pero, de acuerdo al gráfico sobre el punto que figura en el propio Informe, me da la impresión de que en el año 1994 el nivel estuvo en torno al 6,5 por ciento del producto interno bruto. De manera que habría un espacio para seguir aumentando reservas; habría un espacio para que el Banco Central continuara comprando dólares y de esa forma se siguiera apoyando a nuestro sector exportador, a las pequeñas y medianas empresas, a todos los actores económicos sustituidores de importaciones.
Y lo segundo tiene que ver con la tasa de interés.
Todos sabemos que la tasa de política monetaria no guarda ninguna relación con la tasa de interés corriente, pero es un muy buen indicador, constituye una señal para el mercado.
Cuando la tasa iba subiendo porque la inflación nos amenazaba, en más de algún minuto se pensó que la inflación podía llegar incluso al 5 por ciento anual. De hecho, en concreto, se estimaba que pasaría del 4 por ciento al año. La pregunta era cuánto más allá del 4 por ciento.
En esa lógica yo entendía las alzas de tasas que el Consejo del Banco Central venía aplicando.
Hoy su Presidente y el Consejo nos traen una buena noticia: la inflación está bajo control; permanecerá en torno al rango meta de 3 por ciento.
¿No se abre allí un espacio para bajar la tasa de política monetaria y enviar señales al mercado en el sentido de que la tasa de interés es demasiado alta, lo cual termina perjudicando a la actividad económica; disminuyendo el crecimiento económico, y -para no provocar ningún tipo de alarma- no diré poniendo a muchas pequeñas y medianas empresas en situación de insolvencia, pero sí haciéndolas sentirse tremendamente acogotadas, presionadas por tasas excesivamente elevadas?
¿Cuál es el espacio que considera el Banco Central para que en los próximos meses comencemos a ver una diminución en la tasa de política monetaria y que debiera constituir un alivio para miles y miles de emprendimientos, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas?
Gracias, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Frei.
El señor FREI (don Eduardo).- Señor Presidente , también quiero sumarme -y comparto lo dicho por el Senador señor García - a las palabras finales del Presidente del Banco Central , quien señaló que correspondían a una reflexión personal.
No sé si las comparte el resto del Directorio.
Parece que son solo de él.
Considero que esas palabras son positivas, optimistas y, sobre todo, realistas -escuchamos aquí expresiones de Felipe Cubillos , quien ha sido tan recordado en estos días-, sobre todo cuando en reiteradas oportunidades oímos afirmaciones como la de que en 20 años no se ha hecho nada en diversos ámbitos.
Porque siempre aquí pasamos de las estrellas a las profundidades: en numerosos temas somos el mejor país del mundo; en otros, el peor.
Yo no creo en las falsas predicciones.
Por lo tanto, quisiera compartir las expresiones finales del Presidente del Banco Central , que me parecen altamente positivas, ponderadas y, en especial, realistas.
Ahora, yo quisiera hacerle tres consultas específicas.
En primer lugar, de acuerdo a las cifras que conocemos -algunas en detalle y otras no-, si el Banco Central ha aumentado este año sus reservas a 5 por ciento del PIB, entiendo -y me gustaría conocer la cantidad última- que ellas llegarían a fin de año a cerca de 35 mil millones de dólares.
Por otro lado, contamos con los fondos soberanos que Chile tiene en el extranjero. Tampoco hemos logrado acceder a la cifra. Según lo conversado el último lunes con el Ministro , hacia fines de 2011 se aproximaría a 17 mil millones de dólares.
A su vez, las AFP tienen depositado en el exterior del orden del 35 por ciento de su cartera. En este caso estaríamos hablando de un monto superior a los 40 mil millones de dólares.
Si sumamos esas tres cantidades -reservas del Instituto Emisor, fondos soberanos y recursos de las AFP (estos pertenecen a todos los trabajadores y pensionados de Chile)-, veremos que disponemos de cerca de 100 mil millones de dólares.
¿Dónde están esos recursos?
Porque se nos habla -lo dijo el Ministro el martes en la Comisión de Hacienda y lo sostiene hoy en esta Sala el Presidente del Banco Central- de altas turbulencias internacionales por estos días. Y Chile -repito- tiene cerca de 100 mil millones de dólares, depositados básicamente en el extranjero.
Entonces, en medio de las turbulencias, ¡por Dios que sería importante saber dónde están las platas, qué se observa hacia el futuro y, en definitiva, dónde se efectuaron físicamente los depósitos! Ello, para tener la tranquilidad de no vernos afectados por la caída de algunos fondos como sucedió en 2008-2009 en forma muy violenta, si bien después ha habido una recuperación.
Me gustaría disponer de esa información y conocer la opinión del Banco Central sobre el particular.
En segundo término, comparto lo expresado por el Senador García con relación a la tasa de interés, que, según nos informa el Instituto Emisor, se mantendría en 5,25 por ciento.
De acuerdo a la variación del precio del dólar en los últimos meses (entre 450 y 460 pesos; incluso, algunos analistas hablaban ayer de un precio que hacia fines del año en curso debería acercarse a los 430 pesos) y atendida la inflación estabilizada, como señala el Informe, quiero saber por qué se estima la mantención del referido 5,25 por ciento prácticamente por los próximos cuatro años (en el último gráfico aparece hasta casi el 2014).
Por ello, comparto la consulta del Senador García. Si las tasas están disminuyendo, si el dólar sigue bajo, significa que a fin de año termina la compra. ¿Va a seguir o no va a seguir?
Tenemos una tasa de política monetaria que era adecuada para los primeros meses del año.
Esa sería la segunda consulta.
La tercera tiene que ver con el debate que hoy existe en el país respecto a la tasa máxima.
Hemos escuchado decir que el Gobierno tiene la voluntad -lo sostuvo el Ministro - de enviar por estos días un proyecto de ley con el propósito de rebajar la tasa máxima, que está cercana al 50 por ciento.
Todos sabemos que una tasa de 50 por ciento revienta a todo el mundo: reventó a un millón de personas en La Polar; lo mismo les sucedió a los demás deudores: a los del ámbito educacional, en fin.
Pues bien: como siempre nos comparamos con los países de la OCDE, pregunto si alguno de ellos tiene una tasa del orden del 50 por ciento.
Porque ahora se nos dice que, si bajamos la tasa -y de nuevo aparecen los fantasmas- a entre 40 y 42 por ciento, de nuevo va a quedar la quebradera: dos millones de personas no van a poder tener créditos, etcétera.
¿La campaña del terror una vez más?
¿Cuáles son los países con tasas del 50 por ciento?
Además, que ante una situación de riesgo, como la que se ha anunciado, los distintos sectores económicos -porque no solo estamos hablando del comercio, sino también de las pequeñas y medianas empresas; de los créditos para la educación (cuestión que seguramente vamos a debatir en los próximos días), en fin- se mantengan con tasas muy elevadas es algo terrible.
Se agrega a lo anterior el problema de las tarjetas de crédito.
Al respecto, quiero conocer la opinión del Banco Central. Porque a mi entender, después del caso La Polar, deberíamos tener una nueva legislación para normar la forma como se entregan.
Entiendo que 10 a 12 millones de tarjetas de crédito (desconozco la cifra exacta) no son controladas por el Instituto Emisor. Este se ocupa de las del sistema bancario y financiero, mas no de las de todo el comercio.
Entonces, quiero saber primero qué significa que por esa cantidad de tarjetas se cobre una tasa de 50 por ciento, y segundo, qué opina sobre el particular el Banco Central.
En mi concepto, como consecuencia de lo sucedido, deberíamos legislar sobre los problemas más candentes que han estado en el tapete en el último tiempo: las tasas de interés, las tarjetas de crédito y el caso de La Polar.
Le reitero mis agradecimientos al señor Presidente del Banco Central por sus palabras finales.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Novoa.
El señor NOVOA .- Señor Presidente , en primer término, al igual que los dos Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra, quiero sumarme a la reflexión final del señor Presidente del Banco Central .
Efectivamente, por mucho que estemos viviendo momentos de cierta agitación o alteración social y por mucho que se estén planteando demandas tal vez muy justificadas, no podemos dejar de reconocer los avances que ha tenido nuestro país en más de veinte años.
Yo diría que desde hace unos 25 años Chile viene sosteniendo un ritmo de crecimiento que, sin duda, ha significado bienestar para gran cantidad de sus habitantes.
Fundamentalmente porque esa era la tarea prioritaria que se plantearon los Gobiernos hace bastante tiempo, hemos logrado reducir la pobreza en forma significativa.
Considero importante que para evaluar lo que se hace tengamos presente cuáles eran los propósitos y los desafíos del momento.
Hace 20 años los niveles de pobreza eran dos o tres veces superiores a los de hoy. Y la tarea consistía en reducir la pobreza y tratar de terminar con la extrema pobreza.
Se ha avanzado mucho en aquello. Todavía falta un poco. Pero ahora aparecen desafíos nuevos. Y hay que abordarlos partiendo de la base donde estamos y no tratando de volver a un punto cero para intentar reconstruir todo.
Quiero ahora, señor Presidente , hacer una mención sobre el panorama internacional.
El Presidente del Banco Central dijo en un par de ocasiones que todavía estamos sufriendo las consecuencias de la crisis financiera del año 2008.
Yo, sin poseer ningún conocimiento técnico ni nada que se parezca sino solo como observador, tengo la impresión de que la crisis que estamos viviendo ahora es un poco distinta de la crisis financiera; no es repercusión de esta, sino que obedece a causas diferentes.
El propio Presidente del Banco Central lo señala cuando dice que los países desarrollados deben realizar ajustes costosos, complejos, pero ineludibles. Yo imagino que se está refiriendo a ajustes en el nivel del gasto público; en el endeudamiento de las naciones desarrolladas; en la falta de productividad de muchos de esos países; en la incapacidad de las naciones de Europa, por ejemplo, para sostener un estado de bienestar. Y eso, a mi juicio, no es consecuencia de la crisis financiera, sino de políticas erradas mantenidas durante mucho tiempo y que en algún momento (valga la redundancia) hacen crisis.
El problema del gran endeudamiento de Estados Unidos y de la capacidad de una nación para soportarlo también hizo crisis hace un par de meses, cuando se amenazaba con que el país no podía cumplir sus obligaciones financieras porque el Congreso no quería aumentar el nivel de deuda del Gobierno.
Ante ese cuadro, deseo hacerle dos preguntas al señor Presidente del Banco Central.
Este, en el inicio de su exposición, expresó que es necesario encontrarse muy atento a tales situaciones, extremadamente complejas, y que es probable que la realidad externa repercuta en nuestra economía y, por lo tanto, en la conducción de la política monetaria.
A lo mejor, para muchos resultan muy obvias cuáles son las consecuencias en este último aspecto. Para mí, no. Entonces, me gustaría saber -si es posible- cuáles serían esos efectos en caso de verificarse en el exterior un problema más complicado del que se prevé.
Y lo segundo, también frente a ese escenario tan complejo, se refiere a qué opinión puede tener el señor Presidente del Banco Central sobre nuestra política fiscal, sobre la expansión del gasto, porque en pocos días vamos a tener que comenzar a discutir el proyecto de Ley de Presupuestos del próximo año.
Quisiera sumarme a los planteamientos de los Senadores señores García y Frei acerca de cuál es su parecer respecto de la tasa máxima convencional, haciendo, sí, una precisión. Cuando se hace referencia a que es de 40 a 50 por ciento, estamos aludiendo a un elemento que afecta a un segmento de la economía, a un cierto nivel de crédito. No se trata del costo de este último en Chile, sino del correspondiente a un determinado tipo, muy importante, por cierto, ya que es el de consumo, que afecta a las personas.
Porque mi Honorable colega Frei mencionó, por ejemplo, el crédito universitario, que no es de 40 o 50 por ciento. Sigue siendo muy caro: UF más 5 o 6 por ciento, de modo que es preciso bajarlo.
Pero, específicamente, si el Banco Central tiene alguna opinión sobre la factibilidad de disminuir la tasa máxima convencional, cabe consultar cómo vería ello desde el punto de vista del comportamiento del mercado financiero. Hoy día, es de 50 por ciento sobre el promedio observado de los distintos niveles de crédito. La pregunta es si eso está bien; si puede ser un poco menor. Porque, a lo mejor, ustedes disponen de algunas sensibilizaciones al respecto.
Y el otro punto, también consultado, se refiere a que la realidad es que la mantención del nivel de reservas internacionales constituye un seguro, pero la cosa es dónde se encuentran.
Entonces, la cuestión radica en si ustedes se hallan en condiciones de monitorear permanentemente y de tomar las decisiones más adecuadas frente a un posible problema grave en los mercados financieros mundiales.
Gracias.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Puede intervenir el Honorable señor Orpis.
El señor ORPIS.- Señor Presidente , junto con formular una interrogante, quisiera hacer una afirmación.
En primer lugar, quisiera sumarme a lo expresado por los señores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra.
Dicho lo anterior, hago presente que una virtud que siempre deben exhibir las autoridades es anticiparse a los procesos y no responder, muchas veces, cuando ellos se consolidan. Dentro del conjunto de variables, lo que más va a impactar al país, sin duda, por ser abierta su economía, es lo que está ocurriendo a nivel internacional.
Desde ese punto de vista, tal como lo expuso mi Honorable colega Novoa , la crisis actual presenta características distintas de las anteriores. Reviste más bien un carácter estructural. Y para resolverla y superarla es evidente que se van a necesitar, en particular por parte de los países europeos y de los Estados Unidos, medidas de la misma índole.
A diferencia de las crisis más bien coyunturales, las estructurales no se solucionan en términos inmediatos, sino que los resultados se van obteniendo en el mediano y el largo plazos.
Frente a este panorama, en lo que puede influir directamente el Banco Central es en el costo del crédito.
La pregunta es: dado el escenario y el carácter estructural a que he hecho referencia, ¿no sería importante que el Instituto Emisor diera una señal inmediata en términos de una baja de la tasa de interés?
Porque es evidente que la única duda dice relación con cuál es el nivel de profundidad y cuánto tiempo tomará, pero el proceso es inevitable. Y si va a ser ineludible e impactará en una economía abierta como la chilena, ¿no convendría, desde ese punto de vista, anticiparse a bajar las tasas de interés para que se vayan reestructurando los créditos y asimilando los distintos sectores productivos, especialmente, a la nueva realidad, y no esperar a que se vaya tomando ese tipo de medidas frente a cada episodio?
Creo que las consideraciones, muchas veces, no tienen que hacerse frente a los episodios en particular, sino combinarse con un plazo un poco más largo.
Sobre esa base, la consulta es por qué no se toma una decisión, en términos inmediatos, en orden a disminuir la tasa de interés frente a un escenario externo que se observa bastante complicado, ya que este último, en el análisis y los resultados, dice relación con cuestiones de carácter estructural.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Kuschel.
El señor KUSCHEL.- En primer lugar, quisiera agradecer la excelente exposición del señor Presidente del Banco Central y la claridad y precisión de las interrogantes formuladas por otros Honorables colegas, que me ahorran bastante de lo que pensaba plantear.
Pero mis preocupaciones giran en torno a tres aspectos: el tipo de cambio, la tasa de interés -respecto de la cual se ha preguntado con cuidado- y los espacios de la política fiscal que debemos dejar para reaccionar.
Observamos que especialmente en los Estados Unidos y en Europa se han acumulado grandes déficits fiscales. Los ingresos no alcanzan a financiar los egresos, y paralelamente, por eso mismo, se están acumulando enormes deudas. Y creo que esos fenómenos se van a mantener. Puede que se sigan incrementando, lo que estamos viendo en algunos países del Viejo Continente.
Lo anterior ha llevado a una especie de inflación en algunos productos, particularmente en los alimentos y, en menor término, en la energía, lo que me parece que también va a perdurar. La Región que represento, que es exportadora, se beneficiará en parte. Pero también, en parte, tenemos que cuidarnos, ante la amenaza que implica la situación. Los aumentos de precios se pueden trasladar parcialmente a nuestro país, porque somos exportadores y sustituidores de exportaciones, especialmente en algunas Regiones.
Entonces, podemos registrar, a veces, variaciones en la tasa de interés -y aquí me meto en ese factor- inducidas desde afuera y que pueden llevarnos a mantener lo que observo en el gráfico 11. En ocasiones, ella se encuentra en el nivel de economías desarrolladas; en otras, sube al de economías emergentes; cae al de las desarrolladas; vuelve a elevarse, etcétera.
Depende, también, de cómo se va comportando la inflación, pero parece que nos movemos dentro de esa banda. Y uno tiende a preguntarse por qué no nos vamos por el centro.
Finalmente, conviene hacer un comentario en lo relativo a las precauciones. La idea es no caer en los déficits y las tremendas deudas de otros países, y asumir una posición de resguardo desde la política fiscal para poder reaccionar ante elementos que me parece que van a seguir presentes. Repito que ese es el caso de los cuantiosos déficits anuales en los presupuestos fiscales de los Estados Unidos y de la mayor parte de los países europeos -casi todos-, así como también el de la acumulación permanente de deuda en ellos.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Tuma.
El señor TUMA.- Deseo saludar al señor Presidente del Banco Central y brindarle un reconocimiento por su exposición, agradeciendo su presencia y la de los señores consejeros.
Comparto la mayoría de las expresiones y preocupaciones de los señores Senadores que han intervenido. Ellas me ahorran parte de las consultas que deseaba formular.
Cabe consignar, eso sí, que una proporción muy importante de familias, representativas de cerca del 30 por ciento de los chilenos, han superado la línea de la pobreza y, como consecuencia de ello, se han incorporado a las llamadas "clases medias". Y para mantener un determinado nivel de vida han recurrido al crédito, democratizado en los últimos 15 a 20 años y al cual han accedido aquellas que antes no tenían esa posibilidad.
Este último es hoy día un instrumento de primera necesidad. No hay familia de las clases medias, incluso de sectores recién integrados a ellas, que no lo utilicen como herramienta de vida.
Pero, al mismo tiempo, ocurre que, con el destape del escándalo en La Polar, la sociedad ha estado conociendo un conjunto de antecedentes que confirman la certeza que muchos teníamos por anticipado en cuanto a que nuestra legislación no les abre a esos sectores ni a pequeñas y microempresas la posibilidad de obtener créditos justos.
¿Y por qué planteo lo anterior cuando vienen el Presidente y el Consejo del Banco Central? Porque tiene que registrarse una relación al fijar el Instituto Emisor la tasa del IPoM. Ello genera consecuencias. Si no es algo solo para los teóricos ni para servir como una referencia que podamos mencionar en reuniones de especialistas en macro y microeconomía.
Lo anterior tiene que ver directamente con la vida de las personas, con la economía familiar, con la economía de las pymes y las microempresas. Eso es sin perjuicio de todos los que piden crédito, pero en particular se vincula con dichos sectores, que se encuentran muy afectados.
Y ya algunos señores Senadores expresaron su preocupación respecto del debate instalado en nuestra sociedad con respecto a la necesidad de modificar la tasa máxima convencional.
Por mi parte, he estado consultando la legislación comparada. La Constitución alemana dispone que el techo que se fije para los créditos no puede superar en más de 4 puntos al IPoM. En Brasil se contemplan 12.
Sin embargo, en Chile no solo se considera el 50 por ciento, sino que también el cálculo se hace sobre el promedio de colocaciones de la banca, que ya es alto. Porque la tasa máxima convencional se establece a partir de esa variable.
Mi pregunta al Presidente del Banco Central es si no estima conveniente revisar el modo en que se llega a tal determinación y si no sería altamente adecuado introducir la variable del IPoM o la del costo de fondo.
¿Por qué no revisar si ello tiene que ver con la realidad de nuestro país, con la de nuestra economía, con la del costo de fondo que obtienen los bancos, por ejemplo, cuando captan recursos de las administradoras de fondos de pensiones o de los ahorrantes al 6 por ciento anual, o quizás menos?
Vemos que para un determinado sector de la economía, en especial el de los microempresarios, el de los créditos de consumo, existe una tasa del 50 por ciento. Se dice que es la máxima en cuanto al interés; pero a ese mismo monto, a ese mismo deudor, se le agregan comisiones, seguros y otros cobros que superan el 135 por ciento, como lo demostré en algunos casos, antecedentes que entregué al Ministerio Público.
¿Y por qué lo hice? ¡Porque tales acciones constituyen usura! La ley dispone que cualquier suma de dinero que recibe el acreedor, a cualquier título -¡a cualquier título!-, por sobre el capital es interés. Como el sistema ha tolerado que la expresión "a cualquier título" se interprete en forma permisiva, se inventa que son servicios adicionales, que no se trata del préstamo.
¡Por la simple entrega del saldo de la deuda es preciso pagar! Se argumenta: "No es por la tasa de interés, sino por informar al cliente". ¡No puede ser! Se otorga un crédito que tiene que estar vinculado con la información y, por ello, se cobra.
Y un conjunto de desembolsos por otros conceptos vulneran, en definitiva, la ley vigente.
Mi primera consulta al Presidente del Banco Central, entonces, es si cree conveniente legislar respecto de la revisión del modo en que se calcula la tasa máxima convencional.
Segundo, si la base de cálculo tiene que contemplar el costo de fondo o debería hacerlo.
Tercero, es preciso tener en cuenta otros factores, por supuesto, como el IPC. En el país, este es del orden del 2 por ciento anual -¡anual!-, y hay chilenos que pagan 50 o 48 por ciento en el mismo período, de acuerdo con la ley. Y muchos créditos se sitúan precisamente en el techo de la tasa de interés permitida legalmente.
Alguien advierte: "Si se baja la tasa, muchas personas van a quedar fuera". Ese es un cuento. No es así. ¡No hallan qué hacer con la plata! ¡No hallan qué hacer con los recursos! Es cuestión de ver las rentabilidades de bancos extranjeros que, en el exterior, no llegan más allá del 7 por ciento. Aquí vienen por más del 30 por ciento. Entonces, hay espacio, además, para legislar.
Mi pregunta, por lo tanto, es si resulta necesario considerar, en el cálculo de la tasa máxima, el costo de fondo; el IPC, por supuesto, y el riesgo.
Existen fórmulas que determinan por cuánto se multiplica este último.
Se ha instalado un debate sobre la materia en el Congreso Nacional y en muchos medios de comunicación social. Con mis Honorables colegas Andrés Zaldívar , Escalona y Letelier , parlamentarios de la Concertación, y el Senador señor Bianchi hemos presentado un proyecto para modificar la tabla de cálculo a fin de que se fije el IPoM por 3. Puede ser por 4 o por 2, como se plantea en una iniciativa del Honorable señor Chahuán y otros Senadores de la Alianza. Además, el Gobierno anuncia hoy día un proyecto cuyo contenido desconozco, pero que igualmente tiene que ver con la revisión.
Mi consulta -repito- es si se requiere, cuando calculamos la tasa máxima, tener presentes las variables del costo de fondo, de la inflación y del riesgo.
Nuestra opinión es muy favorable respecto de lo que ha estado haciendo el Banco Central con relación al tipo de cambio, porque creemos que es una acción que debe realizar. Me preocupa la pérdida de patrimonio. Pero es lo uno o lo otro. La verdad es que debemos elegir si vamos a beneficiar a determinados sectores de la economía que se hallan en una crisis enorme, dado el nivel del tipo de cambio. Ello dice relación especialmente con el sector exportador y tiene que ver con el empleo.
Por consiguiente, respaldo lo realizado hasta ahora por el Instituto Emisor y me alegra que los Senadores hayamos tenido la oportunidad de conocer la exposición de su Presidente.
Muchas gracias.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Gómez.
El señor GÓMEZ.- Señor Presidente , ante una audiencia tan importante como la que tenemos no me voy a declarar ni cercano a experto en estas materias. Sí escuché con mucha atención al Presidente del Banco Central y quiero hacerme cargo de sus últimas reflexiones.
Él expresó: "Nunca hemos estado mejor preparados para afrontar nuevos desafíos frente a un incierto panorama internacional. Chile ha crecido, la pobreza ha caído y la calidad de vida de los chilenos ha mejorado ostensiblemente en los últimos más de 20 años. En la coyuntura actual hemos alcanzado niveles de desempleo bajo sus promedios históricos, significativos aumentos de los salarios, récords de creación de empleos, y una baja inflación para todos.
"Pero el progreso" -concluye- "trae nuevas demandas y ciertamente tenemos tareas pendientes y urgentes. Existen áreas en las que el estado de las cosas debiera avergonzarnos a todos quienes tenemos responsabilidades públicas".
Yo quiero asumir desde ahí lo que voy a plantear, sin declararme en absoluto, como indiqué, experto en estos asuntos.
En una sociedad como la nuestra, con las desigualdades que presenta, claro que es avergonzante la situación que vivimos.
Se hacen estas proyecciones, las escuchamos y las tratamos de entender, pero el ciudadano común no siente que ese desarrollo, que todo lo que ha pasado en el país le llegue directamente a su casa. Es como si el progreso le pasara por el lado. Las circunstancias del desarrollo, de la estabilidad y de lo que ello significa no las ve diariamente. Porque quien vive de manera cotidiana su vida se da cuenta de que tiene dificultades. Por ejemplo, para educar a sus hijos: debe realizar esfuerzos tremendos para pagar el financiamiento compartido, para llevarlos a un colegio de mejor calidad que el municipal. Y aquel que logra que alguno de ellos ingrese a la universidad, debe hacerle frente a un crédito que lo va a perseguir la vida entera, con una deuda escandalosa, más alta incluso que la que se cobra en los propios créditos hipotecarios. También lo percibe en otros aspectos de la vida cotidiana, como en la compra del pan, el azúcar. A pesar de que según las cifras no hay inflación, siempre le es difícil adquirir los elementos de la canasta básica.
Entonces, uno tiende a formarse la visión -sin perjuicio de que a lo mejor podrá disponer de mayores antecedentes- de que todo el progreso de que se habla no ha logrado penetrar en la mayoría de los ciudadanos, que ven que su realidad, a pesar del desarrollo alcanzado, no cambia.
Poco tiempo atrás se trató el proyecto sobre ingreso mínimo. Y la discusión se centró en mil quinientos pesos más o mil quinientos pesos menos.
El señor NAVARRO.- Quinientos pesos.
El señor GÓMEZ.- Quinientos pesos, me señala el Senador Navarro.
Era una situación que, a lo mejor desde el punto de vista económico, de los especialistas, tenía un correlato muy relevante, pero que la población no alcanzaba a entender.
Por medio de las denuncias o de lo que aparece en los medios de comunicación, vemos que hay un segmento de la economía (los bancos) que percibe utilidades extraordinarias, que tiene la facilidad, a través de la ley, de generar cobros excesivos, y sin embargo no se toman cartas en el asunto. A lo mejor habrá razones de presión o económicas -no lo sé-, pero, desde mi perspectiva, tales entidades cometen acciones inaceptables. Ya lo mencionaron varios Diputados a propósito de la tasa máxima convencional. Al final, uno hace las proyecciones -estuve el otro día en la Comisión- y ve que pueden cobrar hasta un 60 por ciento más.
Hay, pues, una cantidad de situaciones en las que hay que buscar fórmulas, más allá de la estadística, más allá del especialista, para que sean corregidas. Seguramente, el Banco Central tiene mucho que decir al respecto. No voy a repetir las preguntas que se formularon sobre la tasa máxima convencional y otras cuestiones. Pero ello no puede ir solo en función de las cifras, sino también de cómo lo conectamos con la realidad cotidiana, de los chilenos que deben vivir el día a día.
Estuve revisando las tablas de deciles de ingreso, etcétera. Y la verdad es que tenemos una sociedad en donde quien gana 800 mil o un millón de pesos es millonario y, por tanto, queda fuera de cualquier posibilidad de obtener beneficios del Estado, el cual se halla configurado bajo la fórmula de entregar subsidios, de regalar recursos, cuando en realidad debiéramos apostar a que sea lo suficientemente poderoso como para lograr una defensa clara y precisa del ciudadano, a través de los mecanismos de que dispone.
Señor Presidente , no soy de los que creen que hay que refundar todo, desde cero en adelante. Pienso que tenemos que mirar las cosas desde una perspectiva distinta y utilizar las herramientas necesarias para que esta sensación que existe hoy día, en el sentido de que nuestro país está firme ante los embates internacionales, que tenemos una inflación proyectada, según entiendo, de 3 por ciento, y una serie de otros factores más, sea percibida también por la ciudadanía.
El Presidente del Banco Central señaló además lo siguiente: "La experiencia del mundo desarrollado confirma la importancia de preservar los equilibrios macroeconómicos, públicos y privados, así como un sistema financiero sólido y bien regulado. La fragilidad de los sistemas financieros y las cuentas fiscales en algunas de las economías desarrolladas han provocado un retroceso en sus estándares de vida y podría comprometer por un tiempo prolongado su capacidad de crecimiento".
¿Por qué lo menciono? Porque aquí se va a generar una discusión en materia educacional en la que, por un lado, aparecerá el Gobierno señalando que tiene 4 mil millones de dólares para invertir en un período de cuatro a seis años, y por el otro, figuraremos nosotros sosteniendo -y tenemos los estudios pertinentes- que, si se va efectuar un cambio educacional, se requieren 4 mil millones de dólares al año, no en un plazo de cuatro a seis años. Y eso, seguramente, atenta contra lo que postula el Presidente del Banco Central .
Entonces, mi pregunta es si, conforme a nuestro desarrollo, la perspectiva de un cambio profundo en la sociedad en ámbitos que le afectan a la ciudadanía -primero en educación, y luego, en muchos otros más-, produciría una debacle en el país en materia de expansión del gasto y de mantención de la política fiscal.
Porque, desde la óptica que hemos planteado, el camino que deben seguir el Estado, el Gobierno, el Parlamento, la sociedad chilena en su conjunto, debe apuntar a que el progreso alcanzado, expresado en cifras macroeconómicas, si es real, se refleje de alguna manera en la comunidad.
Hoy existen desigualdades en materia de ingresos, de educación, de salud, de seguridad. Hay lugares más seguros que otros. Por ejemplo, la comuna de Las Condes tiene tres comisarías; otras, en cambio, apenas cuentan con un retén, cuando lo tienen.
Pedí la palabra, señor Presidente, para indicar que estas cifras, esta manera de presentar las cosas, que probablemente los expertos pueden sustentar, no tienen un correlato en la sociedad.
Por eso, pregunto derechamente a los consejeros del Banco Central si este, a través de sus mecanismos, se halla capacitado para generar políticas que permitan ir más allá de la sola presentación de números en los temas que señalé: tasa máxima convencional; abusos de los bancos -sé que hay otras instituciones que los cometen-, y la necesidad de que los recursos fiscales sean ocupados para romper las desigualdades descritas.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.- Señor Presidente , tal como indicó el Presidente del Banco Central, don José de Gregorio , el Informe de Política Monetaria coincide con la cuenta anual del Consejo del Instituto Emisor al Senado. Uno quisiera que otras instituciones también rindieran cuenta anual a la Cámara Alta, de modo que hubiera ocasión de analizar en forma global políticas vinculadas con la economía del país.
Por cierto, no hay que ser especialista a la hora de debatir estos temas. Cada cual se hace cargo del debate de manera general.
Como lo he hecho en años anteriores, quiero efectuar un planteamiento en relación con los principios que rigen al Banco Central, establecidos en el artículo 3° de su ley orgánica, que son: velar por la estabilidad de la moneda -preocuparse de la inflación-; velar por el normal funcionamiento de los pagos internos, a fin de que las transacciones de la economía se lleven a cabo en forma adecuada, y velar por el normal funcionamiento de los pagos externos.
Esas son las tres funciones del Instituto Emisor.
Respecto de la inflación -estabilidad de la moneda-, en la página del Banco Central aparece una afirmación en el sentido de que, al velar por este objetivo, existe preocupación por los que tienen más riqueza en dinero, es decir, los más pobres. Me llama mucho la atención tal definición, según la cual quienes poseen "más riqueza en dinero" son los más pobres y, por lo tanto, hay que cuidar que el valor del dinero sea estable y no caiga abruptamente. Se trata de una definición compleja, porque, en definitiva, los más pobres, en su mayoría, tienen muy poco dinero; solo disponen, como lo diríamos en términos ortodoxos, de su fuerza de trabajo.
Lo que sí tiene mucho valor para ellos, en general, son los ingresos, el "cuánto ganan". Y en la parte de su reflexión personal -que valoro bastante, pues la cuenta anual no solo debe comprender un informe monetario, frío, que en definitiva sea compartido, sino también una reflexión personal-, el Presidente del Banco Central señala que "En la coyuntura hemos alcanzado niveles de desempleo bajo sus promedios históricos" y "significativos aumentos de los salarios".
Volviendo al primer objetivo del Banco Central, que aparece en el artículo 3°, la verdad es que la frase "significativos aumentos de los salarios" debe ser entendida en relación con ciertos promedios, pero no con la voluntad de los trabajadores. Hemos tenido un largo debate para saber exactamente qué ha de inferirse de ella.
También, señor Presidente , quiero hacer algunas preguntas con respecto a la "regulación de la cantidad de dinero y de crédito en circulación", que corresponde a la segunda función del Banco Central.
Todos conocemos la situación actual que existe en torno al crédito, el cual requiere ser evaluado. Cuando en el 2008 se produjo la crisis de las administradoras de fondos de pensiones, me reuní con el Presidente para ver de qué manera el Instituto Emisor podía exigir a las AFP mayor transparencia en el dinero que prestan y en las inversiones que realizan. Porque, sin duda, 180 mil millones de dólares provocan un impacto en la economía interna y externa. Y, en opinión de muchos ciudadanos, el Banco Central debiera ser garante y cumplir una función frente a los actores del sistema financiero cuando estos realizan actividades que inciden en las políticas macroeconómicas y en la microeconomía nacional.
Ahí descubrimos que el poder que el Instituto Emisor tiene sobre las AFP, a pesar de las voluminosas cantidades de dinero que estas manejan, es relativo o casi inexistente. Solo se dedica a conocer informes generales, pero no posee capacidad de incidencia. Para eso está la Superintendencia de Pensiones (antes de AFP).
Lo concreto es que las administradoras de fondos de pensiones se han convertido en financistas del sistema de crédito nacional. Y así lo demuestra el caso La Polar, con la crisis que todo el país ha conocido, mediante la compra de bonos basura emitidos por casi 700 millones de dólares en enero de 2011, cuando era muy claro para la plana ejecutiva de dicha empresa que tales bonos estaban absolutamente sobrevalorados, en una acción que muchas veces hemos catalogado -y lo reitero- como propia de delincuentes de cuello y corbata. Se trató de una venta de acciones que involucraba al BBVA, a través de una entidad relacionada, las cuales fueron compradas por una AFP de propiedad del mismo banco para luego hacer la pérdida y traspasársela a los dueños del dinero, es decir, a los afiliados.
El artículo 3° de la Ley del Banco Central establece que una de las atribuciones de este órgano será "la regulación de la cantidad de dinero y de crédito en circulación". Entonces, me pregunto -y esta es la consulta- qué se va a hacer con el tema de las tarjetas.
¿El Instituto Emisor se preocupa solo del crédito bancario, o también del que se otorga a través de mecanismos secundarios o terciarios, como es la compra de acciones por parte de las AFP -en el caso en cuestión, a La Polar-, directamente o a través de bancos, y como son los dineros involucrados en las casi 30 millones de tarjetas de crédito existentes en Chile, de las cuales 24 o 25 millones son de crédito no bancario, que sí inciden, por cierto, en el crédito circulante y, me imagino, en las tasas de interés a las que están sujetas?
¿Puede el Banco Central imponer restricciones, ejercer control, respecto del crédito no bancario y, en particular, del relacionado con tarjetas, que tiene el impacto que hemos conocido a raíz del caso La Polar, en plena investigación?
Lo que resulta impresionante es que, de los 180 mil millones de dólares de ahorro interno que manejan las administradoras de fondos de pensiones, hasta el 80 por ciento puede ir al exterior. Cuando hemos consultado a miembros del directorio de una AFP, cuando han sido habidos, sobre la forma en que se invierten dichos recursos -ya que los afiliados, los dueños del dinero, no tienen ninguna posibilidad de saber qué se hace con sus ahorros-, comúnmente se responde que no se colocan en Chile porque aquí no hay espacio financiero para invertir ese inmenso volumen de capitales y que una de sus principales restricciones es el Banco Central, que impide inyectar recursos a la economía nacional para no provocar inflación.
Los jubilados de Canadá y de Australia son los propietarios de la Costanera Norte, de las principales empresas de generación hidroeléctrica. Es decir, los jubilados del mundo vienen a nuestro país a invertir sus recursos, que quedan bien garantizados, pues la concesionaria de esa ruta y las compañías hidroeléctricas registran grandes utilidades. Los jubilados chilenos, en tanto, deben invertir sus platas en la bolsa de Nueva York y asumir pérdidas de hasta el 50 por ciento de su capital, como ocurrió el 2008.
La pregunta es: ¿cuáles son o van a seguir siendo las restricciones respecto de la regulación del dinero y del crédito en circulación para permitir que nuestras AFP inviertan en Chile en buenos negocios, asociadas con el Estado, como ocurre hoy con un conjunto de concesionarias? Porque uno espera que las administradoras de fondos de pensiones inviertan aquí, si hay favorables oportunidades de ganancias, y no en el extranjero, por los riesgos demostrados que existen.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Perdón, señor Senador.
Solicito autorización de la Sala para que pase a reemplazarme en la testera el Honorable señor Gómez.
--Pasa a dirigir la sesión, en calidad de Presidente accidental, el Senador señor Gómez.
El señor GÓMEZ ( Presidente accidental ).- Puede continuar con su intervención el Honorable señor Navarro.
El señor NAVARRO.- Mi segunda consulta, señor Presidente , paralela a la anterior, es, si hay vientos de desestabilización financiera en el mundo, qué medidas debiera sugerir el Banco Central a las AFP para resguardar los ahorros de todos los chilenos, o si, en definitiva, son dichas entidades previsionales -a las cuales les pagamos por su asesoría- las que debieran recomendarnos cuándo cambiarnos del Fondo C al E -yo estoy en el primero- para proteger nuestros dineros.
¿Efectúa recomendaciones el Instituto Emisor? ¿Son obligatorias las que su Presidente ha planteado respecto de la economía internacional, no solo en cuanto a las tasas de crecimiento para el 2012, de entre 4,25 y 5,25 por ciento, sino también en lo relativo a los escenarios adversos que ella podría enfrentar? ¿Son vinculantes las recomendaciones que el Banco Central hace a las administradoras de fondos de pensiones y, en general, a todas las instituciones que cautelan dineros ajenos? ¿Qué validez tiene esa información económica? ¿Es una sugerencia?
La verdad es que nos hemos acostumbrado demasiado -Estados Unidos ya lo vivió- a que Pricewaterhouse, que aparece en todo negocio turbio relacionado con la evaluación del estado de las empresas, diga que sus auditorías internas son una opinión, no la verdad, y que no significa que lo allí contenido sea cierto. Puede ser una gran mentira.
Lo mismo ocurre con las clasificadoras de riesgo, las que, después del caso La Polar y de la crisis de Lehman Brothers, mencionada por el Presidente del Instituto Emisor en su informe, han quedado absolutamente cuestionadas; en Estados Unidos, por el Senado, por el Tesoro Público.
En definitiva, me gustaría conocer cuál es la recomendación que el Banco Central podría efectuar respecto de los instrumentos del sistema financiero, en especial de los relacionados con las clasificadoras o calificadoras de riesgo y con las evaluadoras de las empresas, dado el gran impacto que producen en la economía.
El señor GÓMEZ ( Presidente accidental ).- Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor NAVARRO.- Termino en un minuto, señor Presidente.
Por último, quiero señalar claramente que el tema del dólar va a seguir siendo de dulce y agraz: si la libra de cobre cuesta 4 dólares estamos bien y contentos, pero nuestros exportadores tendrán problemas.
En definitiva, el Banco Central salió a comprar dólares masivamente. Y yo apoyé esa medida el año pasado, porque creo que la divisa norteamericana debe tener un precio que no desequilibre a los pequeños y medianos exportadores del país.
¿Cuál va a ser la política respecto de la moneda norteamericana y, en particular, cómo se estima su proyección e impacto? Si el Instituto Emisor actúa como lo ha hecho -comprando dólares para mantener o subir su valor-, todo indica que la entrada masiva de divisas tenderá a bajar su cotización, lo cual va a provocar efectos en las empresas exportadoras, que después terminarán traspasándolos a los trabajadores.
No hay posibilidad de aumentar los sueldos si el dólar está bajo, y muchas empresas, por cierto, pueden ir a la quiebra, como ocurrió con Gacel, la principal empresa de calzado femenino de mi Región.
¡Patagonia sin represas, señor Presidente!
¡Nueva Constitución, ahora!
El señor GÓMEZ (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Honorable señor Girardi.
El señor GIRARDI.- Señor Presidente , comparto algunas de las conclusiones planteadas en el sentido de que debemos sentirnos orgullosos de los logros alcanzados en las últimas décadas.
Pero hay un problema-país: los niveles de desigualdad, los que deberían causarnos vergüenza por no haberlos podido resolver en el transcurso del tiempo, transformándose en una dificultad estructural para el desarrollo del país, tarea que a todos nos corresponde efectuar. Y algunos opinamos que el Banco Central también tiene una responsabilidad en la materia.
Ojalá no nos ocurra lo del síndrome del Titanic: "Creer que todo está bien". Porque hay dificultades relativas a la paz social; con la brecha de acceso a la educación, al conocimiento, que estamos viendo hoy día. Ellas se relacionan con esos niveles de desigualdad, los cuales, a mi entender, deberían ser objeto de una reflexión más profunda.
Pero quiero hacer dos preguntas relacionadas con el Banco Central.
La primera se refiere a algo que se señala en el informe y que compartimos: "...la disponibilidad de reservas permite reducir el impacto de esta situación sobre el costo de financiamiento externo del país y entrega mayor flexibilidad a las políticas económicas para amortiguar su efecto en la economía nacional.".
Es cierto que esas reservas representan un elemento muy importante para el momento de las vacas flacas y para enfrentar los vaivenes de la crisis internacional.
Por eso, quiero preguntar qué opina el Banco Central, por ejemplo, sobre el financiamiento del costo de la educación pensado por el Gobierno a través de un fondo permanente, del que se sustraerían los 4 mil millones de dólares de esas reservas, que disminuirían la posibilidad de nuestro país para enfrentar las oscilaciones de la economía.
Algunos piensan -así se manifestó- que dicho financiamiento debería hacerse con recursos permanentes, lo que, a lo mejor, obligaría a llevar adelante -entre otras acciones- una reforma tributaria.
Quiero saber la opinión del Instituto Emisor, pues tal materia se halla directamente relacionada con lo aquí planteado.
La segunda consulta obedece al planteamiento del Gobierno -a mi entender muy legítimo- en cuanto al conjunto de políticas sociales que generan un aumento de gastos permanentes. No tenemos claro si ellos están asociados a ingresos regulares.
Recuerdo que toda política social de la Concertación -yo fui uno de los críticos de muchas de ellas, pero se debe reconocer la responsabilidad fiscal con que se actuó- se implementó siempre llevando aparejado el correspondiente financiamiento.
Sin embargo, aquí eso se desconoce. Hemos hablado de la eliminación del 7 por ciento, de posnatales, en fin.
Entonces, pregunto al Presidente del Banco Central si visualiza de manera anticipada la proyección de algún déficit fiscal que se podría generar en función de las políticas sociales propuestas sin estar respaldadas con ingresos permanentes.
El señor GÓMEZ (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Honorable señor Sabag.
El señor SABAG.- Señor Presidente , en primer lugar, quiero reconocer y agradecer al Presidente del Consejo del Banco Central el informe que nos ha entregado, dando cumplimiento así a la normas establecidas en su Ley Orgánica.
Aquí muchas veces se plantea una infinidad de problemas ajenos a la competencia de dicha institución.
Sin embargo, la información u opinión proporcionada por su máxima autoridad la considero muy oportuna. Soy justamente uno de los que creen en las obras realizadas en el país -he participado en ellas desde el año 90-, en lo que nos cabe mayor responsabilidad a nosotros por haber gobernado durante 20 años, pero también a la Oposición, porque en el ejercicio de su legítimo derecho hizo aportes constructivos y nos apoyó en la aprobación de muchos proyectos.
Es indiscutible que tuvimos gran éxito. Chile cambió. Y eso lo podemos apreciar cuando vemos hoy día que gran parte de los países -incluido Estados Unidos, el más rico del mundo-, tienen más del 100 por ciento de deuda respecto de su producto interno bruto -Japón ostenta el 200 por ciento-, y cuando algunas naciones europeas se debaten entre la quiebra, el default y una situación desesperada, muchos de ellos derivados seguramente de actitudes politiqueras, demagógicas o de falta de liderazgo para determinar lo que se puede o no se puede dar.
Por eso, hoy día, esos países se hallan en una situación realmente deprimente. Ya nos llevaron a una crisis mundial el 2008, y ahora estamos tal vez ad portas de un nuevo embate en materia económica.
¿Y cómo se encuentra Chile? Aparece con una deuda pública de 9 mil 800 millones de dólares, pero con casi 20 mil millones de dólares de reservas. En consecuencia, ¡somos acreedores del mundo!
Nuestra banca -por supuesto que debe ser objeto de algunas restricciones- está sólida, firme. Se le deben incorporar algunas limitaciones, porque gana mucha plata, posiblemente cometiendo grandes abusos contra los usuarios. Pero es maciza, ordenada. Se nos escapó La Polar. Pero con seguridad fue para llamarnos la atención sobre la necesidad de más fiscalización. ¿Y cómo están las otras empresas del retail? ¿Ocurre allí lo mismo? Hay una gran duda al respecto. La Superintendencia respectiva dice que no. Pero el asunto se halla bajo investigación.
No cabe duda de que Chile goza de gran prestigio internacional por su seriedad y por la responsabilidad con que ha manejado su economía. Hemos bajado la pobreza, disminuido la indigencia y avanzado en la entrega de innumerables beneficios a la población.
Nunca hemos dicho aquí, ni tampoco lo ha hecho el Presidente del Banco Central, que todo se encuentra resuelto y que nuestro país es maravilloso. Hay problemas que debemos enfrentar, como el de los estudiantes. Y lo estamos haciendo, porque es evidente la legitimidad de sus demandas.
Sin embargo, se compara la situación actual con épocas pretéritas, cuando no se pagaba la universidad. Eran solo 10 mil o 15 mil estudiantes y todo era gratis. Pero quedaban 200 mil fuera, los que no alegaban y podían chistar hasta por ahí. Por eso ahora hay que "picanearle el poto al buey", como decían algunos.
Hoy día, gracias a los Gobiernos de la Concertación, los niños de prekínder y kínder llegan a primero básico casi hablando inglés y leyendo. ¡Esos son los jóvenes que en la actualidad logran ingresar a la universidad! Se produjo un cambio sustancial. Ahora hay un millón 100 mil jóvenes en la educación superior.
En muchas otras naciones la universidad era gratis. De ahí proviene gran parte de su cuantioso déficit económico. Hoy están retrocediendo y sostienen que alguien tiene que empezar a pagar.
También permitieron jubilar a los 55 o 58 años, que ahora los extendieron a 67. Les entregaron beneficios con una mano y ahora se los están quitando con la otra. Es decir, les daban cosas que esas naciones no podían soportar. Pero llega el momento de la verdad y, en ese instante, la situación revienta y tienen que empezar a retroceder.
Evidentemente, resta mucho por hacer en justicia con nuestros estudiantes. En el país queda mucha gente pobre. Pero ¡seguimos avanzando! Ahora se están entregando casi diez millones de pesos en subsidio por persona para construir la casa propia u optar a su compra. Entonces, continuamos progresando. ¡En ninguna otra parte del mundo se hace eso!
Con esos avances, Chile ha cambiado de manera ostensible. ¡Y el Presidente del Banco Central nos ha venido a refrescar la memoria respecto de lo que hemos hecho en veinte años! Yo soy uno de los que se sienten orgullosos de lo realizado durante tal período.
Y digo aquí lo mismo que planteé al Ministro de Hacienda : queremos que se mantenga la responsabilidad fiscal. Elaboramos una ley para eso. Esperamos que el Gobierno actual siga conservando dicha regla. Yo voy a estar en esa senda. Porque uno, cuando es autoridad, ha de ser responsable, no politiquero ni poco serio. La ciudadanía nos confía su mandato para que gobernemos el país, sea en uno u otro cargo, pero con responsabilidad y seriedad.
Creo que el Banco Central ha cumplido a cabalidad con su deber. Por ello felicito al Presidente y a su Consejo, porque, como dispone la Ley Orgánica del Instituto Emisor, hoy han venido al Senado a dar cuenta de su gestión. Y nosotros valoramos lo que ellos han hecho y la forma en que han expuesto.
Evidentemente, adhiero a muchas de las consultas formuladas por algunos Honorables colegas, porque son preocupaciones que a todos nos asisten. Entre ellas cabe mencionar la tasa de política monetaria y por supuesto el precio del dólar.
Del mismo modo, me inquieta si el Banco Central tiene deuda. Su Presidente habló de que existían pérdidas de 3 mil millones de dólares. ¿Las hay? ¿Significa una pérdida producto de la compra de dólares y a la mantención en junio de casi 35 mil millones de dólares de reserva en el Banco Central? Esa adquisición, que llegará a 12 mil millones de dólares en diciembre, ¿es un esfuerzo o una pérdida? El titular del Instituto Emisor explicó que, según cómo se lleven las relaciones económicas con el resto del mundo, podían ser ganancias o pérdidas. Pero ¿qué significa realmente eso para el Banco Central?
Asimismo, manifiesto mi preocupación respecto a las pérdidas reales que tiene. Todos sabemos que el capital del Instituto Emisor es negativo. ¿Cuán negativo es hoy día?
Toda la información que nos han entregado evidentemente reviste mucha importancia. Porque el Ministro de Hacienda debe remitir al Congreso el proyecto de Ley de Presupuestos en pocos días más. Y los guarismos dados a conocer hoy por el Banco Central constituyen la base justamente para calcular el Presupuesto del año 2012. Y ante eso estamos muy atentos, porque nosotros también somos actores relevantes en la aprobación de la ley más importante del país.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Presidente del Banco Central.
El señor DE GREGORIO (Presidente del Banco Central).- Señor Presidente, como de costumbre, iré respondiendo en orden las preguntas formuladas.
El Honorable señor García y varios Senadores consultaron si mantendríamos o no la política de reservas.
Nuestro compromiso de principio de año fue comprar 12 mil millones en reservas para ser acumuladas. Se trata de un 5 por ciento del producto, que nos dejará las reservas en 17 puntos del producto aproximadamente.
Se preguntó acerca de la historia. Hubo momentos en que ello estuvo cerca de 20. Pero nos encontramos en los niveles máximos históricos. Y, como dijimos al informar esa decisión, estaba en los límites máximos que tolera nuestro patrimonio, pues, efectivamente -aclaro-, las reservas tienen un costo, porque debemos invertirlas en instrumentos líquidos -generan rentabilidades menores- y financiarlas domésticamente. No obstante, constituyen un seguro. Sucede lo mismo que con todos los seguros: implican un costo, pero conllevan un beneficio.
El ideal incluso es no usar seguros. Pero la gente no los pierde cuando no los utiliza. Por lo tanto, es exactamente lo mismo.
¿Y qué observamos durante la crisis? Podríamos haber tenido cero reservas y ella nos habría golpeado muchísimo más fuerte. La evidencia muestra que los países con niveles adecuados de reservas pudieron capear mejor y en parte importante la crisis. Los mercados percibieron que se trataba de economías solventes que no tendrían dificultades y que, por lo tanto, las hacían más resistentes a lo que ocurre en el mundo.
Ahora bien, quiero aclarar lo siguiente: como las reservas son nuestros activos y el pasivo está en UF, hay cambios de valorización del dólar, por lo cual podemos tener pérdidas o ganancias contables. El año 2008 conseguimos grandes ganancias, porque el tipo de cambio se depreció. Después este se ha apreciado y ha habido pérdidas contables. Pero eso no significa que necesitemos financiamiento ni que tengamos que hacer algo especial. En el largo plazo deberíamos tener una situación relativamente normal. Y es lo que uno ve con la evolución del balance en ese período, tomando en cuenta, además, que regularmente uno compra las reservas en momentos en que el dólar está bajo y el peso fuerte. Es decir, se adquiere la moneda extranjera más barata.
En consecuencia, hay que tener mucho cuidado con esta discusión.
Y durante el año 2010, algunos analistas que han estado observando los balances, equivocadamente, atribuyen a la acumulación de reservas que hemos estado haciendo -se equivocan de año- cambios en la valoración. Como se partió con un tipo de cambio relativamente alto y luego cayó de manera fuerte, eso se muestra como una pérdida del balance. Y este año no debería repetirse en esa magnitud, porque, en cierto modo, ha sido estable el tipo de cambio. Falta saber qué pasará en diciembre.
¿Qué vamos a hacer al respecto?
Dijimos que se trataba de una política transitoria, precisamente, por entender que en el mundo habría mucha tensión y por creer que tendrían que hacerse enmiendas. Durante el tiempo que dura la intervención, uno puede efectuarlas. Esto no significa que, cuando dejemos de intervenir -eso ocurrirá en diciembre- se generará una variación en el tipo de cambio. Lo anterior ya lo tiene completamente internalizado el mercado. O sea, se ha asumido que la intervención termina y que el tipo de cambio debiera seguir flotando como normalmente lo ha hecho.
¿Qué hará el Banco Central en uno o dos años más? Eso dependerá de las circunstancias y de cómo se vayan evaluando los distintos riesgos, a fin de mantener una economía estable y que al final del día pueda progresar.
Otra pregunta formulada al principio, y que se repitió en varias intervenciones, se refería a la tasa de interés. En la actualidad ella es de 5,25 por ciento. Dado el grado de incertidumbre y los problemas externos, y considerando que la inflación se ha estabilizado, ¿por qué no bajarla ahora?
En nuestro IPoM de marzo e incluso en el de junio, esperábamos que la inflación de este año terminara cerca del 4 por ciento, lo que podía generar más propagación. Pero en ese momento también proyectábamos que la tasa de política monetaria finalizara entre 5,75 y 6 por ciento. Hoy queremos que esté relativamente estable. Ese diferencial, entre lo que preveíamos hace unos meses y ahora, es una relajación monetaria de facto. No es una baja de tasa, pero sí la suspensión de un alza. Y eso ya implica cierto relajamiento monetario y algo que también se observa en la evolución de las tasas más largas, que ya han incorporado el efecto de una política monetaria menos restrictiva de lo que se creía hace unos meses. Si hubiéramos seguido exactamente en el panorama que proyectábamos en marzo de este año, probablemente la tasa de política monetaria para el presente año estaría cerrando más cerca de 6 por ciento.
¿Qué haremos en el futuro? Eso se irá evaluando reunión a reunión.
En algún momento también se hizo referencia a una figura que mostraba que nos acercábamos a las economías desarrolladas, pero volvimos a las emergentes. Eso demuestra que hemos sido relativamente más activistas que el resto del mundo, lo que, desde el punto de vista de política monetaria, nos ayudó mucho. Pudimos llegar con una tasa de país emergente, elevada, en niveles de 8 por ciento. Y en la crisis la bajamos hasta 0,5 por ciento. Sin duda muchas economías emergentes no pueden hacer eso. En nuestro caso, sí. Y la hemos ido normalizando a niveles más elevados, debido a que nuestra economía ha estado bastante vigorosa. Recordemos simplemente que este año creceremos entre 6,25 y 6,75 por ciento. Para el próximo deberíamos seguir en situación de plena capacidad, creciendo a pesar de las turbulencias internacionales. Si el panorama internacional cambia, si se deteriora, obviamente vamos a ir analizando, anunciando y actuando acorde a ello.
El Senador señor Frei también consultó en qué invertimos.
En el Informe de Política Monetaria hacemos referencia al retorno de reservas. Luego, en la Memoria Anual entregamos mucho más detalle sobre cómo se han invertido. El Banco Central ha tenido una posición bastante conservadora desde el punto de vista de la inversión. Obviamente, debemos hacerlo en el extranjero para protegernos de los efectos de la economía mundial.
Somos una economía que tiene menos dólares. Casi la mitad de nuestra reserva se halla en esa moneda. Y el resto, en otras divisas.
Hemos estado saliendo de los bancos. En ellos tuvimos cerca del 40 por ciento de las reservas. Pero, como el riesgo ahí ha aumentado y nosotros manejamos políticas más prudentes, hoy día invertimos en la banca casi el 10 por ciento de aquellas. Parte muy importante de nuestras reservas -casi dos tercios- está en instrumentos muy seguros en Alemania y Estados Unidos.
Eso es propio del rebalanceo que continuamente hacemos de nuestro portafolio, a fin de ajustarnos a patrones seguros. Nuestro objetivo no es buscar mayor rentabilidad, sino más seguridad para nuestras reservas. Porque necesitamos instrumentos líquidos, que se puedan vender fácilmente, que entreguen algún retorno y que nos protejan de las turbulencias internacionales.
Otra pregunta que se repitió mucho se refiere a la tasa máxima convencional.
Esta tasa, como se señaló, opera en distintas categorías. Una de ellas ha causado, sin duda, más preocupación: la tasa máxima convencional para créditos de menos de 200 UF a más de 90 días.
Cabe destacar que, dentro de tales categorías, existen diferentes tipos de préstamo. Los más caros son los de las tarjetas de crédito. Al mes de julio, el interés promedio en este caso era cercano a 47 por ciento anual. Por su parte, el promedio de los créditos en cuotas alcanzó a 26 por ciento. O sea, hay bastante dispersión en las ofertas de mercado.
De lo visto en la casuística y dada la dispersión aludida, se puede afirmar que existen hartas posibilidades de conseguir buenas ofertas crediticias si uno se da el trabajo de buscar.
¿Qué hemos señalado respecto de la tasa máxima convencional? Cuando nos reunimos con la Comisión de Economía del Senado, hicimos presente que hay dos elementos que conviene destacar.
Primero, se debe tener claro que dicha tasa genera efectos contrapuestos.
Uno de ellos es que a algunas personas posiblemente se les cobra más de lo que corresponde, por cuanto se les aplica una tasa que en condiciones competitivas podría ser menor. Ello se debe a las dificultades de información de los mercados financieros. En tal caso, si se reduce la tasa máxima convencional, esa gente se verá beneficiada porque la seguirán atendiendo y, presumiblemente, se le bajará la alta tasa de interés que le dieron al contratar el crédito.
No obstante, existen segmentos del mercado que pueden no ser atendidos, por responder a condiciones de riesgo.
Más allá de los números, sabemos que una gran cantidad de personas que han contratado créditos de menos de 200 UF a más de 90 días está en los tramos altos de la tasa máxima convencional. Ello no significa que todos van a quedar fuera del beneficio, pero tengamos claro que no todos serán favorecidos.
Se requiere bastante más estudio y mirar con mucho más cuidado los datos que están disponibles en la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras para realmente calibrar tales efectos.
A mi juicio, tal como señalé en aquella oportunidad, efectivamente se pueden incorporar nuevos elementos, como sugiere el Senador señor Tuma . Es dable pensar en medidas que incluyan materias como los costos de fondo. También están los costos de administración, la magnitud, en fin.
La única fórmula que he visto al respecto -la entregaron analistas- fue una que se aplicó erróneamente, por cuanto se diseñó para una cosa y se ha usado definitivamente mal para otra. Todavía no conozco una solución más convincente.
El segundo punto que considero muy importante en los mercados financieros es que lo relativo a la tasa forma parte de todo el conjunto de prácticas financieras. En efecto, la tasa máxima convencional aborda solo una parte. Hay otra que estimo tremendamente relevante: lo referente a los contratos de créditos universales.
Los señores Senadores señalaron en la discusión que muchos clientes, al ir a reprogramar sus deudas o a hacer algún trámite al banco, se enteran de cobros que no sabían que existían, dado que ignoran qué les encarece el crédito.
Un sistema que permita a la gente conocer en forma clara cuál será el costo anual equivalente de una reprogramación, incluyendo todo tipo de comisiones, servirá para entregar más información al mercado y contribuirá sustancialmente a mejorar la competencia.
Y el fortalecimiento de una Defensoría del Cliente Financiero también me parece importante.
Por ello, pienso que la discusión sobre la materia debe enmarcarse dentro de un esquema completo de protección al cliente financiero. Dicho mercado tiene que funcionar con regulación. No puede operar libremente, porque presenta problemas de información sumamente complejos, lo que requiere ser normado. Hay sectores del mercado en los cuales se precisa un mayor esfuerzo.
Por eso digo que en el sistema financiero existe un conjunto de temas por considerar.
Cómo se resuelve lo relacionado con la tasa máxima convencional tiene que ver también con cómo proteger al cliente de cobros fuera de dicha tasa y con cómo solucionar los problemas que hemos conocido en la discusión más reciente y que afectan a mucha gente.
En otro asunto, el Senador señor Novoa consultó qué consecuencias puede generar un deterioro externo en la conducción de la política monetaria.
Un deterioro de la situación económica internacional provoca dos efectos directos en nuestra realidad: por una parte, genera menor capacidad de crecimiento, menor inflación, menores precios internacionales, y por otra, abre espacio para políticas monetarias más expansivas. Esto último es la consecuencia de que aquello se materialice. No constituye solo un riesgo. Eso es lo que ocurre normalmente, tomando en cuenta tales efectos. Habrá que ver cómo se combinan esos factores, pero su existencia en ese escenario resulta ser lo más natural.
Respecto de la política fiscal, se formuló un conjunto de preguntas.
La primera de ellas la hizo el Honorable señor Novoa.
Las decisiones sobre el gasto y los impuestos las toma el Gobierno en acuerdo con este Congreso. Nosotros no participamos de esa determinación. Para efectos de nuestras proyecciones, consideramos lo que plantea el Ejecutivo y lo que dispone la Ley de Responsabilidad Fiscal.
El Gobierno ha señalado que llegará con un déficit estructural de 1 por ciento hacia fines de la administración.
¿Qué significa una meta de déficit estructural? Que los gastos permanentes deben ser financiados de manera permanente. Ello se hace con reducciones de otros gastos o con aumentos de impuesto. Eso es lo básico. Todo depende de los niveles de gastos, de las necesidades de ajustes y de las decisiones que el Parlamento tome durante la discusión del proyecto de Ley de Presupuestos.
Por lo tanto, seguiremos -el Gobierno ha cumplido su parte- con el marco de ejecución de la política fiscal, que desde el punto de vista macroeconómico es, sin duda, muy positivo, por cuanto permite predictibilidad y saber cómo será el impacto sobre la política monetaria y el desarrollo del Presupuesto.
El Senador señor Novoa también preguntó qué implicancia tenía sobre nuestra política fiscal el deterioro del ambiente internacional.
Indudablemente, el ancla de la regla del superávit estructural ayuda, aunque pueden existir desviaciones. Ello será objeto de decisiones del Gobierno y del Congreso.
En todo caso, advierto que las consecuencias de un deterioro en el escenario externo no son obvias. Cabe recordar que en el período 2008-2009, debido a la fuerte disminución de la demanda, se aplicó una política fiscal expansiva.
Sin embargo, en nuestro IPoM también destacamos un escenario en el que el deterioro del mundo desarrollado pueda generar presiones sobre flujos de capitales en las economías emergentes, caso en el cual lo recomendable es una política fiscal no de carácter expansivo, sino con mayor restricción. Eso dependerá de cómo se vaya dando el ambiente externo. Nosotros seguimos sujetos a la regla para efectos de nuestras proyecciones y del diseño de la política monetaria.
Respecto de la crisis y de si esta es nueva o no, debo manifestar que ella en realidad no ha terminado. Todavía estamos con los rebotes de sus efectos.
La crisis surgió por un exceso de gasto privado y un sistema financiero mal regulado; en Estados Unidos, por una política fiscal muy expansiva, que generó problemas de sostenibilidad por el afán de paliar la fuerte caída de la demanda privada; en otros países, como Grecia, de principio a fin, por excesos fiscales y falta de competitividad, y en España, por una burbuja en el ámbito inmobiliario, que redujo -al caer dicho sector- los ingresos tributarios de un Fisco relativamente responsable.
Aún estamos saliendo de esa situación.
Afortunadamente, Chile y muchas economías emergentes se hallan en condiciones de aplicar políticas que permitan avanzar y enfrentar la crisis en forma bastante exitosa.
El Honorable señor Orpis se refirió a la necesidad de adoptar medidas con anticipación. Reitero que ya tomamos decisiones de política monetaria al respecto, como cambiar el sesgo, no seguir subiendo la tasa, lo cual responde al cambio de las condiciones internacionales.
Efectivamente, como indicó el Senador señor Kuschel , lo que pasa con las tasas y con la actividad en el resto del mundo impacta en nuestra economía. Hoy se espera que en el exterior las tasas permanezcan muy bajas, probablemente por un tiempo prolongado. Pero también, como lo anunciamos, en muchas economías emergentes se prevé un ablandamiento de las condiciones de las políticas monetarias respecto de lo que se preveía meses atrás, precisamente producto del escenario externo.
Por lo tanto, en ese ámbito de diferencial de tasas, no se observa un cambio muy preponderante.
Los Senadores señores Tuma y Gómez formularon diversas preguntas.
De política fiscal, algo ya dije.
Sobre la tasa de interés máxima convencional, cabe señalar que uno puede explorar fórmulas más generales. Hay todo un problema al respecto: si los factores son multiplicativos o no; qué pasa en condiciones de aumento de riesgo, en fin. Se pueden pensar algunos mecanismos acerca de este punto. En todo caso, esa discusión tal vez debería realizarse en otra instancia de este Congreso.
El Senador señor Navarro hizo una serie de comentarios. Me referiré a dos de ellos.
En primer lugar -seré muy cuidadoso en mis palabras para que no sea confuso-, los pobres tienen la mayor parte de sus activos en dinero. O sea, no realizan depósitos; no pueden invertir ni cubrirse económicamente; no poseen riqueza. Cuentan, fundamentalmente, con ingresos. Y este se halla en moneda corriente, la que se desvaloriza más rápido a causa de la inflación.
Distinto es el caso de los que tienen ahorros y pueden invertirlos en UF. Una fracción menor de sus activos está en formas de dinero.
Por eso se estima que la inflación es un impuesto muy regresivo. Porque afecta a las personas que poseen la mayor proporción de sus activos en dinero; o sea, a la gente pobre, quienes más pagan el impuesto inflación.
Tal es el espíritu de esa frase.
Respecto de los fondos de pensiones, haré una observación general.
¿Existe libertad para invertir los fondos de pensiones en el extranjero? No. Hay límites. Y estos responden a algo bastante natural: a la diversificación que se debe hacer para no poner todo en un solo lugar.
Hoy día las naciones del mundo pasan por un período muy turbulento. Si se invirtiera en nuestro país la totalidad de dichos fondos, estos seguirían muy de cerca el ciclo chileno. Al colocarlos en el exterior, se busca diversificar, darles más seguridad.
Asimismo, los fondos de pensiones australianos o estadounidenses invierten en Chile por razones de diversificación, pese a existir alternativas en Australia y en Estados Unidos. Y, a la vez, nosotros invertimos en esos países. Ello es así porque todos queremos contar con portafolios relativamente diversificados.
Si nosotros obligáramos a que los fondos de pensiones se invirtieran por completo en Chile, afrontaríamos bastantes más problemas con los precios de nuestros activos. Podría haber una burbuja en el precio de las acciones o con precios excesivos. De hecho, en algún momento se dio a entender -nosotros no compartíamos tal opinión- que, debido a las exigencias a las AFP respecto a la inversión en acciones, era posible que estas subieran su valor. No fue así. Pero tal temor constituye un riesgo.
Si dijéramos: "Todos los fondos de las AFP tendrán que ser invertidos en acciones", obviamente se produciría una sobrevaloración del precio de tales instrumentos, lo que haría bastante menos seguro el negocio y no sería lo mejor para el grueso de los pensionados. En realidad, sería bueno para los que aparecen en la parte alta del indicador, pero un desastre para los de la parte baja. Y eso no es lo que uno desea.
En nuestro país existe una institucionalidad en este ámbito (Comisión Clasificadora de Riesgo y Superintendencia de Pensiones), que proveen un marco sobre la materia. Además, hay un sistema según el cual las inversiones tienen opción de moverse con distintos perfiles de riesgo.
Señor Presidente, señores Senadores, espero haber respondido las preguntas que se me hicieron.
El señor NAVARRO.- ¿Y la compra de dólares por el Instituto Emisor?
El señor DE GREGORIO (Presidente del Banco Central).- Se acabará en diciembre.
Como expresamos, la política de acumulación de reservas del Banco Central es algo excepcional. No es la norma. La implementamos justamente con el fin de dar tiempo a la economía para los ajustes necesarios. Fue lo que discutimos en ese entonces. Es decir, ante una situación bastante estrecha y compleja, facilitamos durante un año las condiciones para que el sector productivo efectuara los ajustes que, en definitiva, debía llevar a cabo.
Las medidas monetarias, cambiarias en ese plano son solamente transitorias.
Muchas gracias.
El señor GIRARDI (Presidente).- Agradecemos al Consejo del Banco Central por este informe.
Por haberse cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 13:32
Manuel Ocaña Vergara
Jefe de la Redacción