Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III.
ORDEN DEL DÍA
-
INFLUENCIA DE TELEVISIÓN EN EDUCACIÓN CHILENA
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Sergio Mariano Ruiz Esquide Jara
- INTERVENCIÓN : Roberto Munoz Barra
- INTERVENCIÓN : Ricardo Nunez Munoz
- INTERVENCIÓN : Carlos Cantero Ojeda
- INTERVENCIÓN : Jaime Gazmuri Mujica
- INTERVENCIÓN : Sergio Mariano Ruiz Esquide Jara
-
INFLUENCIA DE TELEVISIÓN EN EDUCACIÓN CHILENA
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 355ª
Sesión 16ª, en martes 8 de mayo de 2007
Especial
(De 18:30 a 19:35)
PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES EDUARDO FREI RUIZ-TAGLE, PRESIDENTE, Y CARLOS OMINAMI PASCUAL, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. ORDEN DEL DÍA:
Influencia de televisión en educación chilena¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿..
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Allamand Zavala, Andrés
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Bianchi Chelech, Carlos
--Cantero Ojeda, Carlos
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Escalona Medina, Camilo
--Espina Otero, Alberto
--Flores Labra, Fernando
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Girardi Lavín, Guido
--Gómez Urrutia, José Antonio
--Horvath Kiss, Antonio
--Kuschel Silva, Carlos
--Larraín Fernández, Hernán
--Letelier Morel, Juan Pablo
--Longueira Montes, Pablo
--Matthei Fornet, Evelyn
--Muñoz Aburto, Pedro
--Muñoz Barra, Roberto
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Navarro Brain, Alejandro
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Pérez Varela, Victor
--Pizarro Soto, Jorge
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Vásquez Úbeda, Guillermo
--Zaldívar Larraín, Adolfo
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 18:30, en presencia de 24 señores Senadores.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. ORDEN DEL DÍA
INFLUENCIA DE TELEVISIÓN EN EDUCACIÓN CHILENA
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Esta sesión especial ha sido convocada en virtud del acuerdo unánime de los Comités para conocer el informe de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología relativo a la influencia de la televisión en la educación.
--Los antecedentes sobre el informe figuran en el Diario de Sesiones que se indica:
Se da cuenta en sesión 3ª, en 14 de marzo de 2007.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra al señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Señores Senadores, las sesiones que la mencionada Comisión dedicó a tratar esta materia fueron televisadas por el Canal del Senado.
En su informe, deja constancia de las opiniones vertidas por los Honorables señores Cantero, Chadwick, Navarro, Núñez y Ruiz-Esquide respecto de temas valóricos que dicen relación al ámbito de la televisión chilena y a su efecto en la educación de niños y jóvenes.
Asimismo, el informe consigna las intervenciones de los representantes del Consejo Nacional de Televisión, de los canales abiertos de televisión, de la Asociación Nacional de Televisión, de la Asociación de Periodistas del Espectáculo, de la Asociación Nacional de Avisadores y de las Escuelas de Periodismo.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
El señor COLOMA.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , sin perjuicio de que vamos a escuchar con atención el debate, quiero solicitar la autorización del Senado para que la Comisión de Agricultura pueda funcionar en forma paralela a la Sala, pues se halla citada a partir de las 19 para avanzar en lo referente al bosque nativo, materia sobre la cual estamos a punto de emitir informe después de 15 años de trabajo.
--Se autoriza.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, en nombre de la Comisión de Educación agradezco a la Mesa que nos permita realizar esta sesión, a fin de conocer el informe que da cuenta -aparte de las numerosas sesiones celebradas- de la influencia de la televisión en la educación y en la sociedad chilena en relación con aquellos temas que en el último tiempo han ido adquiriendo extremada gravedad: el aumento de la violencia; la deformación de criterios, lo que se aprecia en las conductas de los educandos en los colegios, desde la más temprana edad, y los problemas que, en algún instante, vamos a tener que analizar más en detalle respecto de las relaciones sexuales de los jóvenes a la luz de enfermedades que hoy pueden significar un tremendo daño para la salud.
También se vio cómo formar al hombre y a la mujer que queremos para el próximo tiempo.
Partimos de la base que la educación no es sólo similar a enseñanza. No se trata únicamente de saber cuánto más aprenden los jóvenes en los colegios, sino en qué medida somos capaces de formarlos, más allá del saber. Porque se ha visto hasta la saciedad que la necesidad de aumentar el número de horas en el aula es indispensable para que ellos estén al tanto de lo que sucede en el mundo entero.
Y en la enseñanza, se nos compara permanentemente con la enseñanza de países muy "top" en lo que respecta al conocimiento, como es el caso de Japón, donde en forma paralela se da una influencia negativa en la conducta de los jóvenes, que los lleva a registrar un alto número de intentos de suicidio.
Entonces, en cuanto a la primera pregunta que cabe hacer, en el sentido de cómo se forma e informa el alumno en Chile, se llegó a la conclusión de que uno de los elementos básicos en tal aspecto es la televisión, junto con lo que pueda realizar el colegio, lo que aporte la familia, lo que pone en práctica el Estado a través de sus conductas generales y lo que haga la sociedad en su conjunto.
El segundo asunto básico que se nos propuso para la discusión apunta a precisar -en caso de intervenir en la materia y entrar a debatir la influencia de la televisión-, cómo debemos actuar para no terminar, rozar ni limitar la libertad de prensa y la libertad de presentación de los canales de televisión.
Una tercera cuestión derivada de la discusión inicial decía relación a si era igual la influencia de la televisión que la de otros medios del saber. ¿Es igual la influencia de la televisión como para que la estudiemos en detalle, y no la de la radio o la de la prensa escrita?
Hubo consenso en que ella efectivamente es más influyente, y lo hace de modo bastante menos positiva, en el sentido de que crea una imagen muy violenta, muy clara, muy instantánea, pero muy superficial, por lo que no puede reemplazar de manera alguna a la escritura o la lectura.
En ese marco fue que acordamos hacer estas reuniones, a las que -como ha dicho el señor Secretario General- invitamos a todas aquellas personas e instituciones que nos parecían adecuadas. Y todo ello quedó consignado en el informe.
Las discusiones, que se encuentran resumidas en el texto elaborado por la Comisión, demuestran un primer hecho: no existe unanimidad en cada uno de los puntos que señalamos. No todos creen que la televisión influye negativamente; no todos piensan que la televisión influye incluso en mayor o menor medida. Pero sí hay consenso general en el sentido de que la televisión influye. Por lo tanto, partimos de la base de que se trata de un tema que debe ser abordado, si bien, tal vez, no con la tremenda angustia con que algunos, en lo personal, vemos esta materia.
Eso es lo primero.
Lo segundo se refiere a que cualquier cambio que hagamos en la televisión chilena requiere necesariamente que sea consensuado, porque no pueden dictarse normas tan tajantes o draconianas con las que, al final, terminemos en una pérdida de la libertad, sin que ganemos lo que realmente deseamos.
El tercer elemento -con ello termino en esta parte- que quiero destacar es que para poder lograr algo vía mejoramiento de la influencia de la televisión, debemos hacerlo en conjunto. Tiene que haber, como consecuencia de lo anterior, un acuerdo claro en las conductas de quienes participan y emiten los programas; de quienes tenemos la obligación de fijar las normas; de quienes debemos considerar su adecuado financiamiento. Lo discutimos con los consumidores -por decirlo así-, con los avisadores y, por último, con la propia familia.
En seguida, me referiré a las siete, ocho o nueve ideas centrales que se debatieron y respecto de las cuales se aprobaron también algunas medidas. Quiero ser muy breve para dar espacio a los otros miembros de la Comisión que participaron directamente de la discusión.
Primero, ratificamos -no sólo en este punto, sino a partir de lo que viene en la discusión general de la educación chilena- que la educación debe entenderse como un proceso abierto. Y, por ende, no puede restringirse a ninguno de los instrumentos que hoy día se consideran base en la educación, esto es, ni al ámbito escolar ni sólo al familiar, si bien son absolutamente de orden primario en cuanto a su influencia.
Hoy día es requerimiento esencial que se comprenda que dicho aspecto alcanza a los medios de comunicación, donde existen elementos, algunos de los cuales son tremendos, y otros que resulta bueno conocer de todas maneras. Por ejemplo, un estudiante en Estados Unidos a los trece años de edad ha visto cerca de 10 mil asesinatos, lo que produce una confusión acerca del valor de la muerte (la negación de ese valor), y, sobre todo, queda aparentemente fijado en su mente que ésta no es una cuestión tan tremendamente grave, porque se pierde la noción de la realidad y de la figura televisiva, que no es más que un efecto inexistente.
Por consiguiente, se planteó la imperiosa necesidad de mejorar el nivel de la televisión chilena, partiendo de los dos asertos anteriores, con el objeto de colaborar en la superación del déficit de información de nuestros jóvenes, lo que se ha manifestado en su escasa formación y preparación. Dicho de otra manera, no sólo se trata de prohibir, limitar o influir negativamente sobre ciertos programas, que son gravemente nocivos para los jóvenes (esto, obviamente, a la luz que lo que explicaron los psicólogos), sino, también, de crear a través de la televisión un instrumento, un mecanismo de formación, de instrucción, de capacitación, generando elementos positivos.
Ahora, una cuestión redundante a lo anterior, pero que fue tratado de modo especial, se refiere a que la televisión debe ser asumida en cuanto a su rol de socialización masiva, ya que es evidente que juega un papel determinante en la sociedad chilena. Algunas cifras mínimas demuestran que un niño pasa en el aula cuatro o cinco horas diarias; con sus familiares no está más de una hora, o una hora y media, en algunos espacios; y puede permanecer cuatro o cinco horas, específicamente los fines de semana, sentado frente a la televisión, lo que hace que ésta sea hoy día, querámoslo o no, el mayor instrumento de incorporación de elementos específicos en la mente de los jóvenes. Esto lo convierte en un asunto ya no sólo privado, sino que se transforma en un tema país.
Por consiguiente, si queremos lograr, sobre todo el segundo punto respecto a los programas de televisión, y que haya un esfuerzo importante en positivo, hubo consenso en que la televisión (en nuestro caso, la televisión es pública; Televisión Nacional no es estatal, sino pública, porque en ella tienen participación otros actores de la sociedad chilena) no puede seguir autofinanciándose. En efecto, si asumimos que la demanda y el consumo actuales llevan al people meter, al rating, a la fijación de programas sólo en la medida que den rendimiento económico, la televisión debe tener financiamiento agregado, pero sujeto a un consejo plural, que fije normas generales. Recibimos opiniones derechamente en el sentido de que compongan dicho consejo también un representante del Senado o de algunas escuelas de psicología, de manera que tenga un espectro más amplio.
Asimismo, corresponde definir criterios de carácter más bien transversales para abordar la televisión, generando una discusión que produzca mayor participación de la ciudadanía. Esto va de las cosas muy simples, como son los programas abiertos, con intervención de las personas, hasta temas puestos a nivel nacional por un largo período, que vayan llevando adelante una profundización de la comunidad en asuntos importantes.
La educación; el rol de las instituciones; cómo se organiza la sociedad (cuestión importantísima), deben ser algo permanente en la televisión. Y esto vale básicamente para los canales públicos, pero también debería formar parte de los canales abiertos, de otras propiedades.
Hay un punto que llamó la atención, respecto del cual hubo discusión sobre si primero era la televisión o si ésta recogía ciertas cosas. Me refiero al lenguaje.
Estamos todos de acuerdo en que el lenguaje que se usa hoy en la televisión es absolutamente coprolálico. De eso no cabe ninguna duda. Es un lenguaje agresivo, que usa excesivamente palabras peyorativas para las personas. Y creemos que es un asunto que debe ser tratado, pues el lenguaje debe ser considerado como un elemento que puede contribuir a este mejoramiento.
A mi juicio, ésta ya es una instancia en que se puede intervenir más fuertemente con relación a las normas en que se deben mover los canales de televisión.
Ahora, existe un punto que hasta la fecha no ha tenido solución y que estimo difícil de resolver: evitar que el rating afecte la calidad de la programación, ya que ella no puede quedar entregada al mercado cuando éste garantiza un buen rating si se usa el lenguaje que estamos tratando de evitar.
Pero el Estado debe tener, a través de sus órganos generales, un rol inductivo, de orientación y de promoción.
Las dos últimas materias se refieren a lo siguiente.
Primero, al centralismo.
Fue fuerte y clara la idea unánime de que hoy no contamos con una televisión regional -lo que tenemos son estaciones repetidoras de los canales centrales- y que, por lo tanto, eso aumenta la dependencia cultural de la Capital. Si queremos hacer una verdadera descentralización, hay que comenzar por lo cultural.
El otro punto es definir los límites que deben tener las estaciones de televisión al momento de determinar su programación, su regulación y la fijación de sus líneas editoriales.
En relación con ese aspecto, como no podemos adoptar determinadas acciones ni ejercer violencia contra los canales para que supriman ciertos hechos, porque eso limitaría la libertad de expresión, recogimos con mucha fuerza las opiniones de algunos personeros extranjeros, expresamente de quienes trabajan en la Universidad Católica, que han vivido mucho tiempo en España y que han tenido influencia allá en lo que se ha llamado "la autocensura" de la también denominada "televisión basura".
Eso ha significado un acuerdo entre el Ministerio de Telecomunicaciones de España, el Ministerio de Educación y también los canales de TV. Es decir, ellos asumen que cierta televisión no ayuda, y, por lo tanto, suprimen partes de esa parrilla, mejorando así la calidad de la programación.
Por último, todos estamos de acuerdo en que, de alguna forma, debemos transformar la televisión, a fin de que además de constituir una expresión de deleite televisivo, un factor de distracción -no desde el Estado, sino desde la instancia más amplia que hemos mencionado- sea un agente de formación, de entrega de elementos y, sobre todo -algo que resultó novedoso en la discusión-, de argumentos y formas que la familia y el joven aprendan a recibir no sólo en cuanto a lo que se emite, sino también a la manera en que se hace. Así comprenderán lo que están viendo.
Esa es una información dada por los psicólogos fundamentalmente, quienes dicen que los jóvenes muchas veces creen que lo que están mirando es la realidad. Y, por lo tanto, al pensar así, asumen en su propia existencia las conductas que observan en la televisión. Ahí podría estar la gran influencia que ejerce la violencia en ellos.
Es cuanto deseaba decir sobre el particular como Presidente de la Comisión de Educación.
Finalmente, deseo agradecer a los Honorables colegas que se interesaron en participar en este estudio, a todos quienes nos han ayudado y, muy en especial, al Canal del Senado, que nos permitió usar este medio para transmitir lo que analizamos.
He dicho.
El señor OMINAMI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente, quiero felicitar el trabajo realizado por la Comisión de Educación, que dirige el Senador señor Mariano Ruiz-Esquide .
Las investigaciones realizadas en el extranjero y en Chile demuestran que los niños dedican varias horas del día a ver televisión. El rango horario en que lo hacen, según indagaciones efectuadas en nuestro país, va de dos a seis horas, lo cual significa, entonces, que no podemos desatender el tipo de contenidos que los menores de edad presencian diariamente.
Por esa misma razón, no es dable mirar con cierta indolencia el impacto que la televisión provoca en los niños de hoy.
Sabemos que el desarrollo intelectual, valórico y cultural de los seres humanos es algo permanente; transcurre desde la niñez hasta la ancianidad, y se expresa, por supuesto, tanto en lo individual como en lo social. Y es a través de los procesos de socialización, en especial los que ocurren en la infancia, que las personas adquieren su desarrollo y su identidad.
En este proceso de desarrollo personal y social influyen los denominados "agentes de socialización", es decir, la familia, la escuela, las relaciones interpersonales y los medios de comunicación, en este caso la televisión. Por lo tanto, debemos considerar la televisión como uno de los pilares del desarrollo del niño.
Ahora bien, ¿qué nos preocupa de la relación niño-televisión? Los contenidos de violencia que tienen la gran mayoría de los programas. Al respecto, el investigador Rice, en su obra "Desarrollo Humano: el estudio del ciclo vital", afirma que los menores que ven violencia en la pantalla se comportan más agresivos, sin importar su localización geográfica, sexo, nivel socioeconómico o si presentan problemas emocionales.
Según el investigador Levine , los programas de televisión muestran en el horario de mayor audiencia cinco escenas de violencia por hora y, curiosamente, los dibujos animados para niños exhiben veintitrés escenas de violencia en igual lapso. Existe una diferencia en cuanto al mayor impacto de la violencia real -es decir, la que podemos observar en la vida cotidiana- comparada con la violencia televisiva. Esta última es menor. Sin embargo, dicho investigador sostiene que las personas que ven mucha televisión son más temerosas e inseguras, sean adultos o niños, por el impacto de la violencia televisiva.
Pero también, estimados colegas, se da otro fenómeno.
Según se ha investigado, mientras más violencia se observa o se vive, las personas tienden a desensibilizarse frente a ella. Se acostumbran. Esto se acentúa más en los niños, quienes tienen más probabilidades de considerar la violencia como un mecanismo normal de solución de conflictos.
¿Cuál es, entonces, la real influencia de la televisión en los niños?
Sobre el particular -como profesor me ha interesado el tema y he buscado elementos para hacer un trabajo serio-, deseo subrayar que los investigadores han sostenido un debate en que, si bien todos coinciden en que la televisión es un importante agente de socialización, discrepan respecto al verdadero peso de la violencia y a otros mensajes en el comportamiento de los menores.
Hoffmann -un estudioso acerca de la materia que nos ocupa-, por ejemplo, señala que no existe una relación de causalidad entre la televisión y el comportamiento agresivo. En cambio, Camila Medina , investigadora chilena, afirma que, si bien no puede establecerse una relación de causalidad entre la televisión y los niños, "se sabe que están correlacionados". Es decir, influye; no es neutra. Y eso lo sabemos en carne propia quienes tenemos hijos menores o nietos.
Por otra parte, es preciso tener presente que la Asociación Americana de Psicología de Estados Unidos recomienda -y no hay que desatender esa iniciativa- un mayor esfuerzo para reducir la violencia en los programas de televisión.
Hoy la televisión, estimados colegas, no puede ser entendida sólo como parte del mercado del ocio y de la entretención gratuita. Es mucho más que eso: cumple un papel educativo. Por ello, me preocupa como Senador y como maestro, particularmente, que la televisión pública no se diferencie de algunos canales de cable comerciales. No voy a entrar a detallar en el caso de la realidad chilena el margen minoritario que tiene el Consejo Nacional de Televisión en lo que respecta a su opinión acerca de los programas que se difunden, en especial aquellos que son observados por los niños.
La dimensión educativa de la televisión que influye en los menores es otro tema que nos debe interesar responsablemente. No estamos por ver en la televisión sólo influencias negativas. No es ese mi papel. Al contrario, pensamos que la televisión puede convertirse en un buen instrumento que democratice el saber y potencie el aprendizaje de los niños. Ella, incuestionablemente, nos muestra culturas diversas y realidades que influyen de manera positiva en el aprendizaje de los menores.
El niño adquiere sus primeros aprendizajes por medio de la observación, experimentación e imitación, como señala la especialista María Carmen Baños Guillén . Por tanto, la televisión se constituye en un instrumento que mediatiza e interpreta la realidad ofreciendo importantes modelos de realización para él. En este sentido, puede entregar experiencias incuestionablemente enriquecedoras a favor del aprendizaje, pero también mostrar modelos de conductas antisociales o violentas que el menor es capaz de aprender, afirmación que se sustenta, según la misma autora recién nombrada, en investigaciones de Bloome, Ripich y Vilches .
Por ello, y coincidiendo con María Carmen Baños , es fundamental realizar "un adecuado control social de la televisión, sometiendo a revisión los contenidos televisivos y adecuándolos a las características de los espectadores, a su nivel de desarrollo, conocimientos, necesidades afectivas y capacidades de aprendizaje". Sólo de este modo el aprendizaje ofrecido por ese medio de comunicación potenciará habilidades cognitivas y comportamientos sociales positivos. Únicamente así la televisión puede entregar a los niños programas enriquecedores de su identidad.
Señor Presidente, reconociendo la importancia de la televisión en el desarrollo de la infancia y de la juventud, resulta esencial -creo que en ello estaremos de acuerdo- impulsar políticas, planes y programas relativos al rol de la familia ante los medios.
Asimismo, es importante formular normas y políticas públicas vinculadas a los contenidos de los programas para niños atendiendo a garantizar su calidad y evitar los aspectos negativos de los mensajes televisivos.
Sin embargo, tales iniciativas deben estar ligadas a la promoción y realización de investigación permanente con respecto a la influencia de la televisión y los efectos de sus programas.
Tiene que haber una visión crítica que vaya siguiendo lo que ocurre con las transmisiones y con las programaciones televisivas.
Lo anterior, bajo el criterio de que es necesario ayudar a niños y jóvenes a forjar su personalidad considerando lo enriquecedor de nuestro pasado y ayudándoles a que sean capaces de apropiarse de su destino.
El informe elaborado por la Comisión representa un buen trabajo, que hoy día estamos tratando de analizar medularmente. Pero creo que el reto va a ser permanente, porque este medio de comunicación audiovisual reviste una importancia tremenda e innegable.
He dicho.
El señor OMINAMI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente, mi intervención será muy breve, porque el Presidente de la Comisión expresó con bastante claridad el objetivo -estimo que lo conseguimos plenamente- que perseguía ese órgano técnico al estudiar con mayor detenimiento el tema de la televisión y sus efectos en la sociedad chilena.
De hecho, nos salimos de los marcos que nos habíamos propuesto: quisimos saber cuánto influye ese medio de comunicación en el proceso educativo de los niños y terminamos discutiendo acerca de la televisión digital. Era imposible evitarlo.
No obstante, en materia de televisión, de educación y del proceso de socialización, más allá de lo que señaló el Honorable señor Ruiz-Esquide en orden a que no existe una opinión uniforme por parte de los directores de los distintos canales y de los expertos que nos visitaron, lo cierto es que quedó claro que dicho medio de comunicación algún grado de influencia ejerce, y no necesariamente por lo que concierne a la violencia.
Me llamó la atención el hecho de que la violencia, de acuerdo con los estudios que conocimos -a diferencia de otros sobre los cuales acabo de escuchar, que se han realizado en ámbitos distintos, tanto en el país como fuera de él-, no se halla necesariamente tan ligada a los programas con esa temática que vemos en la televisión.
En ella hay diversos fenómenos que están influyendo en la generación de conductas más agresivas, sobre todo el de la desintegración familiar. Y quedó claro que este es un factor que no ha sido bien investigado en Chile. No conocemos estudios que nos permitan establecer una correlación más clara entre desintegración familiar y violencia en los jóvenes.
Sí sabemos que en los colegios de nuestro país, según otras investigaciones, el 70 por ciento de los educandos han sufrido cierto grado de violencia psicológica, y el 43 por ciento, algún tipo de violencia física.
Pero -reitero- la violencia registrada en esos establecimientos no se halla necesariamente vinculada con la que se observa en los programas de televisión.
En la Comisión examinamos también, entre distintos aspectos muy centrales, el de la publicidad.
Por cierto, la estructura jurídica y económica de la televisión chilena obliga a que prácticamente todos los llamados "canales abiertos" tengan una relación muy estrecha con la publicidad. La cuestión radica -como acotaron algunas de las personalidades que asistieron a los encuentros que efectuamos sobre la materia- en que por lo general se tiende a no considerarla como parte de la política televisiva.
En consecuencia, uno de los problemas que enfrenta el Consejo Nacional consiste en que piensa que la publicidad propiamente tal es estimada parte del negocio de la empresa de televisión pero no necesariamente de la política televisiva.
Formulamos varias observaciones acerca del punto. Ojalá el Consejo Nacional de Televisión -nos reunimos con casi todos sus miembros- adopte alguna clase de medidas, no para terminar haciendo de la publicidad algo inexpresivo o que no cumpla su propósito, sino con el fin de posibilitar que se ciña a normas que contemplen un sentido ético y estético mínimos, a los efectos de no distorsionar esencialmente la manera como se pretende estimular el consumo en Chile.
Nos pareció trascendente, asimismo, el rol que cumple el Consejo Nacional, órgano que se rige por un texto normativo al cual nosotros mismos, en su momento, hemos hecho indicaciones en el sentido de que debe desempeñar un papel más significativo en la orientación de las políticas televisivas. Sin embargo -lo digo con gran franqueza-, noté que sus miembros no tienen mucha voluntad de mejorar sensiblemente ese cuerpo jurídico.
Algunos Senadores preguntamos a los integrantes de dicho Consejo qué opinión les merecía, por ejemplo, esa suerte de consenso que ha surgido en España en cuanto a la necesidad de regular lo que allá se denomina "televisión chatarra".
Les llamó la atención el punto, y yo quedé con la sensación de que es altamente probable que lo analicen. Sin embargo, estimo que no se hallan dispuestos a discutir acerca de qué es televisión chatarra y qué no lo es. Quizá algunos de nosotros tengamos muy claro lo que ella significa; pero parece difícil que el Consejo, como cuerpo, determine al respecto.
De otro lado, el consejero señor Donoso nos entregó una buena noticia: la creación del proyecto Novasur .
Así se denomina, ¿no?
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Sí.
El señor NÚÑEZ.-
Ese proyecto está constituido por Televisión Nacional, VTR y Direct TV.
¿Qué se pretende con Novasur? Básicamente, generar programas educativos para que sean proyectados por televisión y observados en los colegios. En otros términos, se están elaborando programas de aquella índole sobre la base, principalmente, de los provenientes de países en que la televisión educativa ha avanzado de manera significativa en todos los ámbitos, en especial en el científico, donde la televisión juega respecto de los niños un rol determinante.
Hablamos también de la política del Consejo Nacional -no quedó muy clara, al menos para mí- con relación a la televisión regional.
Algunos Senadores, en función de lo que ocurre en las autonomías españolas y en países federales, quedamos en la idea de que en Chile existen condiciones maduras como para que los CORE o los propios gobiernos regionales tengan sus propios canales de televisión. Ello, dado el hecho de que ya la técnica se encuentra en situación de facilitar el acceso, en cada una de nuestras Regiones, a estaciones televisivas donde se den a conocer exactamente los grandes logros, los problemas, las dificultades, las esperanzas y los sueños de sus habitantes.
Esa televisión regional, por cierto, tendría que ser regulada. Y el Consejo Nacional podría perfectamente señalarnos algunos elementos que debiera contener una política sobre la materia.
Actualmente, en las Regiones existen canales de televisión abierta con estaciones repetidoras. En consecuencia, el Transantiago, por ejemplo, dejó de ser un problema exclusivo de los habitantes de la Capital para constituirse también en una dificultad de Porvenir o de Putre.
Porque la televisión genera un efecto tan grande -no debe extrañarnos- que los problemas estrictamente santiaguinos, como el que acabo de señalar -por cierto, bastante grave-, terminan siendo de carácter nacional por el solo hecho de que los canales regionales repiten las noticias de la Capital. Cuando en las mañanas prendemos la televisión en nuestras regiones, vemos en primer lugar todas las informaciones vinculadas a las materias que preocupan a los habitantes de Santiago.
En consecuencia, se hace necesario que el Consejo Nacional nos entregue pautas que algún día, más adelante, con este Gobierno o con otro -me da lo mismo-, posibiliten la existencia y regulación de los llamados "canales de televisión regionales".
Por último, también nos adentramos en un debate que seguramente tendremos más adelante -estimo que será bastante árido, por los elementos que envuelve-, referido a la televisión digital.
Tampoco pudimos contar con una opinión muy certera de los personeros de canales televisivos que asistieron a la Comisión. Entiendo que la mayor parte señala en estos momentos que son propietarios de una banda y que, por tanto, cada canal de televisión abierta tendrá, no sólo la banda que hoy opera, sino también todas las asociadas a ella, lo cual generará una dificultad bastante mayor.
Sin embargo, no quiero ahondar en el punto. Lo importante es que la Comisión indagó sobre las dificultades que nos provocará la discusión que más adelante tendremos con respecto a la introducción en Chile de la llamada "televisión digital".
He dicho.
El señor OMINAMI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Cantero.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente, la intervención del señor Presidente de la Comisión de Educación me evitará entrar en mayores detalles, toda vez que recogió con bastante precisión el trabajo realizado en ella.
El mencionado órgano técnico se abocó primero a dimensionar la influencia de la televisión en la sociedad chilena, especialmente en la familia, y terminó evaluando su impacto en el entorno educacional.
En el ámbito de nuestra comunidad, se percibe la tremenda influencia de ese medio de comunicación en el hábito, en la ética y en la estética de las distintas agrupaciones de individuos.
Además, se pudo comprobar, conforme a antecedentes entregados por los distintos técnicos, tanto de universidades como de ministerios -en particular, los estudios de la UNESCO y de los Ministerios del Interior y de Salud-, el grado de violencia que existe en el ámbito escolar y el nivel de discriminación que percibe la gente. En general, son indicadores muy altos, anormales, según nos expresaron los propios especialistas.
La importancia del impacto de la televisión tiene como contraparte -y puede ser el elemento verificador- la cantidad de dinero que mueve esta industria: millones de dólares que giran precisamente porque a través de ella se pueden cambiar hábitos y conductas de la ciudadanía.
No por otra razón se efectúan inversiones de tanta magnitud. Y si mediante la televisión es factible modificar conductas en el ámbito del consumo, también a través de ella pueden cambiarse comportamientos en el plano de la convivencia y la cotidianidad de los individuos.
Estudiamos, asimismo, lo relativo al rating y, a propósito de la farandulización de la televisión, el fenómeno del people meter on-line. Este último, en general, fue calificado en términos bastante negativos, por cuanto se observa un efecto directo de incremento en las situaciones limítrofes producto de las mediciones on-line -es decir, en el minuto instantáneo en que está ocurriendo un hecho-, lo cual lleva a ciertos desbordes y abusos respecto de los elementos que permiten fijar la atención del televidente.
Reitero: hubo una mala opinión acerca del empleo del people meter on-line.
También se señaló que la programación no puede quedar al solo arbitrio del mercado. Se trata de la concesión de una frecuencia de televisión, que constituye un bien nacional de uso público. Desde esa perspectiva, por consiguiente, el Estado tiene la obligación de cumplir un rol activo en materia de orientación, promoción y regulación de ese quehacer.
Se manifestó además que, en tal sentido, la mejor actuación de las autoridades de Gobierno y de este en su conjunto se orienta a poner a disposición fondos concursables en dos líneas particulares.
En primer término, a los efectos de mejorar la calidad de la programación infantil. Hubo coincidencia de todos los sectores en orden a dar énfasis a que el Estado comprometa su actuación en, con tal propósito, generar fondos concursables, para permitir que postulen a ellos todos los productores del país.
En segundo lugar, también respecto de la calidad de la programación, se sostuvo que el Consejo Nacional de Televisión debiera tener un rol mucho más activo en cuanto a promover la autorregulación, de manera de que los propios canales vayan regulando el medio con parámetros y elementos éticos que les resulten comunes.
En ese orden de ideas, fue interesante el planteamiento formulado por los ámbitos universitarios sobre la necesidad de que Chile haga un esfuerzo mayor en la denominada "alfabetización medial". Esta expresión se refiere a que nadie puede controlar mejor la calidad del contenido programático que ve un individuo -en particular, un niño o un adolescente- que su propio entorno y él en lo personal. Por tanto, se postula que el Consejo Nacional cumpla un rol mucho más activo que el que ha tenido hasta ahora en el esfuerzo por promover la alfabetización medial, de modo que la familia sepa qué está viendo el televidente -el adolescente o el niño-, qué calidad posee, para por dicha vía ir regulando la influencia de este medio de comunicación social.
Otro elemento al que se hizo referencia dice relación al excesivo centralismo observado en la industria televisiva. Este fenómeno tiene que ver con la propiedad, cuestión preocupante a la luz de los cambios tecnológicos registrados y de las discusiones que emergerán producto de la televisión digital. También se relaciona con la línea editorial, es decir, con la calidad de las parrillas programáticas. Y, particularmente, se expresó una viva preocupación, en el marco programático, por los informativos, que tienen un fuerte sesgo hacia la capital del país, en desmedro de las demás Regiones. En tal sentido, incluso, se hizo un reclamo enérgico puntualmente a Televisión Nacional, que no estaría cumpliendo la función que le da vida. Y se le exige, por parte de la Comisión, que aumente la programación informativa de carácter regional y local. A esto reaccionaron, en forma espontánea, la televisión universitaria y la privada, señalando que están haciendo esfuerzos en esa línea.
Este tema reviste particular importancia ante las discusiones que sobrevendrán, en especial respecto de la televisión digital. Porque lo que está quedando en evidencia es que no puede ocurrir en el ámbito de la industria televisiva lo que ya sucedió en el de la industria radial, en que finalmente se torció el espíritu de la ley, se desatendió la voluntad del legislador y, finalmente, ha ido desapareciendo la radiotelefonía regional, producto de un artilugio. En efecto, se dice que se cuenta con una central emisora de radio en la región, con un locutorio y con las instalaciones de la planta, pero, en realidad, es sólo una ficción, porque no trabaja nadie, no se emite un minuto de comunicación radial, y todo está encadenado vía satélite.
En consecuencia, se expresó claramente a la industria de la televisión, por parte de los legisladores que participamos en el estudio del tema, que nuestra voluntad es cautelar, en el marco de la legislación que se estudiará en el futuro próximo, la televisión regional y la local, de manera tal que se evite la concentración y la centralización a través de la propiedad o la programación.
Se señaló, también, la necesidad de establecer ciertos criterios de calidad. Al respecto, se hizo una clara referencia a la necesidad de que el Consejo Nacional de Televisión defina, publicite y aplique los criterios de la Declaración de Ground Walt, que regula instrumentos idóneos para medirla en los medios de comunicación televisiva.
En ese sentido, me parece que deberemos asumir un desafío importante en el futuro próximo, cuestión que adquiere particular relevancia si consideramos que dentro de muy poco tendremos que regular las frecuencias de la televisión digital.
Una reflexión que surge de mi apreciación de los distintos análisis es que el Senado -y, particularmente, las Comisiones técnicas- deberá hacer un esfuerzo por entender mejor lo que representa el uso del espectro radioeléctrico y su potencialidad. No tenemos clara conciencia de ese tema. La propia Subsecretaría de Telecomunicaciones advierte que existe una utilización irracional en ese plano.
Afortunadamente, se han reservado ciertos ámbitos en la banda de UHF, lo que permitirá que la televisión digital, efectivamente, se desarrolle con cierta potencialidad. Pero, por ejemplo, el inmenso desafío -que preocupa a algunos señores Senadores- de la expansión de Internet y, particularmente, en sus expresiones Wi-Fi o WiMAX, según sea el caso, requiere un uso adecuado de dicha banda. Y eso significa, en castellano, que aquellos espacios o frecuencias que van quedando en desuso debieran tener una proyección en el futuro, con una clara orientación del criterio que el legislador le da al buen uso de este espacio.
En general, la experiencia ha sido muy interesante y existen muchos elementos consignados en el informe de la Comisión.
Repito: la influencia de la televisión es tremenda en la sociedad. Y aun cuando los canales no quisieron reconocerlo, la verdad es que su importancia quedó en evidencia cuando la Asociación Nacional de Avisadores dio a conocer las cifras. Y estas no son menores: ascienden a millones de dólares. Nadie invierte tales cantidades en un negocio que no sea relevante y trascendente y que no cambie los hábitos de una comunidad.
En consecuencia, el tema debe ser mirado con atención, en cuanto al futuro próximo, y, seguramente, la Comisión seguirá trabajando en esta línea hasta proponer algunos acuerdos concretos a la Sala.
He dicho.
El señor OMINAMI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , en primer lugar, quiero felicitar a la Comisión de Educación y a cada uno de sus integrantes por haber promovido la labor que se realizó y haber presentado un informe al Senado.
Espero que en próximas ocasiones tengamos mayor éxito de convocatoria, dada la importancia del tema. Creo que este trabajo es una buena base para profundizar una discusión que considero muy pertinente por el significado que reviste la televisión, además de ser muy oportuna.
En cuanto al proceso de digitalización que viene, ya tuvimos una primera reunión, a la que fuimos invitados por Su Señoría, para conocer algunos aspectos y desafíos que en ese sentido enfrentará el país. Creo que ello obligará, como Congreso y, particularmente, como Senado, a revisar bastante a fondo toda la normativa que rige el desarrollo del medio en Chile.
Esta será la segunda discusión que sostengamos, con efectos legislativos, acerca de la televisión nacional, desde los inicios de la transición. El primer gran debate fue a comienzos de los noventa, cuando despachamos la ley que rige hasta hoy día la televisión pública. Se modificaron después algunos aspectos relacionados con el Consejo Nacional de Televisión, discusión de una u otra manera vinculada.
Desde entonces, hasta ahora, no hemos tenido ocasión de hacer una revisión de nuestro cuerpo normativo en materia de televisión, tanto pública cuanto privada. Y creo que nos encontraremos obligados a efectuarla, para lo cual deberíamos aprovechar el proceso de digitalización que se aproxima.
Por lo tanto, hoy día solamente deseo hacer algunos comentarios respecto de los temas consignados en el informe, el cual, como se ha dicho aquí, partió con un objetivo más preciso: la vinculación entre educación y televisión, terminando, como es natural, haciendo un conjunto de reflexiones sobre aspectos generales del medio televisivo.
Sobre el primer punto deseo hacer dos afirmaciones.
Leo en el texto un conjunto de estudios y opiniones referidos a una materia que, siendo importante, a mi juicio, no es la principal al abordar la relación entre la educación y la televisión. En el fondo, se trata de decir hasta dónde esta última influye en determinadas conductas de niños y niñas, cuestión que, siendo pertinente, ha sido objeto de diversas teorías. Porque es evidente que no es sólo dicho medio el que determina ciertas conductas, como la violencia: esta también se genera en los hogares. Y, en una sociedad en la que un porcentaje muy alto de las familias es escenario de violencia entre sus integrantes, creo que el determinar hasta qué punto esas actitudes dependen de la violencia televisiva y en qué porcentaje derivan de la influencia más directa de ver a progenitores que golpean es un ejercicio académico interesante, pero de resultados siempre dudosos.
Pienso que existe una cuestión previa. El dato que entiendo que se dio en la Comisión es que los niños pasan 3 horas 15 minutos diarios frente al televisor. Y aquí hay un asunto central: si ese hábito social extendido en la población tiene efectos positivos o negativos en la formación de niños y niñas.
Por mi parte, tengo la impresión de que si se toma ese aspecto y se considera desde el punto de vista de las ciencias de la educación y de lo que sabemos por todos estos procesos, a mi juicio llegaremos, casi inevitablemente, a la conclusión de que tal hecho no es formador de los pequeños.
Y ello, en dos sentidos, por lo menos. Primero, es un tipo de exposición, hasta hoy día, puramente pasiva. Ser espectador de televisión no desarrolla, en cuanto a lo formativo, procesos activos, que son los propios de todo aprendizaje.
Segundo, los niños y niñas reciben mensajes que no están ni sicológica ni emocionalmente capacitados para decodificar, descifrar ni entender, porque gran parte de los programas son realizados por y para adultos. Y ese proceso es así.
Me impresiona observar, a veces, la forma como niños y niñas de muy corta edad reproducen, incluso en sus juegos -me ha tocado ver representaciones en las escuelas-, comportamientos, actitudes y movimientos propios del espectáculo de variedades. Me refiero a niñas de 6 años, incluso. No sé si eso contribuye a una formación emocional, física y cultural adecuada.
Nos hallamos, por lo tanto, ante un primer tema.
Y esa cantidad de consumo pasivo, obviamente, compite con otras actividades y aprendizajes infantiles: el desarrollo lúdico, físico, cultural y creativo, la interacción con otros compañeros y familiares, etcétera.
Entonces, me parece que aquí surge una cuestión muy central: qué efecto produce en la formación infantil la exposición tan prolongada a la televisión. Esto habría que estudiarlo más a fondo.
Asimismo, tengo la impresión de que la situación se agudiza en los sectores populares y de que, en general, los hogares con más recursos, de distinto tipo, contarán con más alternativas. Es una hipótesis, por lo que habría que probarla. Pero -repito- aquí hay una cuestión muy central.
Un segundo aspecto que se ha mencionado -sólo quiero señalarlo- se refiere al rol que puede tener la televisión ya como instrumento educativo. En este sentido, existe un amplio campo de experiencias que se pueden destacar y una línea sobre la que es posible profundizar. Incluso, el informe indica que hasta hubo algún aporte de los programas educativos que exhibe el canal de televisión del Senado.
Cabe una tercera reflexión, muy breve, sobre la televisión comercial y la abierta.
En general, leo en el informe elementos relativamente contradictorios. El Secretario General de Megavisión y Presidente de ANATEL sostuvo que la televisión tiene "la misión de formar, entretener e informar". Es decir, la televisión produce bienes públicos. Porque la formación y la información lo son, en una sociedad contemporánea. Podríamos señalar que la entretención se halla en un espacio intermedio. Y se utiliza un recurso escaso y público, como es la frecuencia concesionada.
En consecuencia, de por sí, no se trata de un mercado -como afirman algunos de los ponentes en el informe- sujeto a las mismas reglas que todos los demás. Porque no todos los mercados ni todas las empresas producen bienes públicos, ni todas las empresas usan concesiones de bienes públicos fundamentales para que exista la industria.
Por lo tanto, desde el punto de vista puramente conceptual, no cabe duda de que la televisión abierta y la comercial, incluida hoy día la pública -que también recibe un financiamiento puramente comercial-, deben quedar sujetas a algún tipo de regulación especial que asegure que esa producción de bienes públicos se realice de acuerdo con parámetros que defina la sociedad.
Aquí se presenta una contradicción casi insuperable, pero que, de todas maneras, es preciso enfrentar. Porque, en la medida en que el avisaje sea finalmente el gran financiador, resulta evidente que tenderá, básicamente, a fomentar los consumos y a ganar audiencias, como único objetivo o como el objetivo central, de sobrevivencia.
Pienso que será pertinente revisar nuestra legislación, porque no podemos entender que sea una cosa del destino, una condena de la naturaleza, el que la televisión no tenga ninguna norma que la condicione, que la oriente, para ser considerada como un instrumento al servicio de la sociedad, con el objeto de producir determinados bienes públicos masivos pero de calidad.
Sé que es muy difícil definir todo lo anterior, pero el no hacerlo me parece inexcusable, precisamente por cuanto aquí se ha planteado.
Y expongo dos ideas adicionales.
Tengo la impresión de que la televisión digitalizada, en la medida en que signifique un aumento importante del número de frecuencias, abre la posibilidad -que deberíamos aprovechar- de diversificar los tipos de televisión abierta que se desarrollan en el país. Pienso que ello puede dar pie para aumentar la pluralidad, las identidades regionales, las funciones que no sean puramente de entretención, culturales, educativas, etcétera.
La propiedad de más concesiones por parte del Estado -habrá que legislar también sobre eso- permite una regulación más rica, que finalmente aumenta la diversidad, la calidad y la segmentación de la televisión.
Por último, será necesario discutir también qué va a aportar el Estado, como financiamiento público, para una adecuada producción de estos bienes públicos que tanto importan. Eso tiene que ver, básicamente, a mi juicio, con algún tipo de aporte al canal nacional, al que por ley se le entregan algunas funciones que no son obligatorias para los privados, y la destinación de algunos fondos como los que hoy día existen. Pero, en fin, se deberían estudiar montos y modalidades en el Consejo Nacional de Televisión, con el objeto de que el resto de los canales también puedan producir bienes públicos de calidad que a la sociedad, en su conjunto, le interesan.
Lo anterior es lo que quería reflexionar respecto de la presentación de nuestros Honorables colegas de la Comisión de Educación.
He dicho.
El señor OMINAMI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, entiendo que no se registrarán más intervenciones.
Antes de terminar, y dado que ahora no contamos con quórum de aprobación, deseo transmitir a la Mesa la solicitud de la Comisión en el sentido de que en la próxima sesión se pida el acuerdo de la Sala para que se le encargue derechamente analizar más a fondo el tema presentado, de modo de poder formular una propuesta concreta. Para ello debemos contar con cierta legitimidad en el cometido que se asigna.
Si eso es posible, nos abocaremos a precisar las cinco, seis o siete ideas centrales que se pueden materializar para lograr los objetivos que se persiguen.
El señor OMINAMI ( Vicepresidente ).-
La Secretaría ha tomado nota de la proposición formulada por el señor Presidente de la Comisión , la cual será planteada a la Sala cuando exista quórum para adoptar acuerdos, probablemente el día de mañana.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Muchas gracias.
El señor OMINAMI ( Vicepresidente ).-
Se levanta la sesión.
--Se levantó a las 19:35.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción