Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III.
ORDEN DEL DÍA
-
PRÓRROGA DE PERMANENCIA DE TROPAS CHILENAS EN HAITÍ
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Jaime Gazmuri Mujica
- INTERVENCIÓN : Sergio Romero Pizarro
- INTERVENCIÓN : Jorge Pizarro Soto
- INTERVENCIÓN : Jorge Patricio Arancibia Reyes
- INTERVENCIÓN : Camilo Escalona Medina
- INTERVENCIÓN : Juan Antonio Coloma Correa
- INTERVENCIÓN : Nelson Jaime Avila Contreras
- INTERVENCIÓN : Maria Soledad Alvear Valenzuela
- INTERVENCIÓN : Pedro Hector Munoz Aburto
- INTERVENCIÓN : Antonio Horvath Kiss
- INTERVENCIÓN : Jose Antonio Gomez Urrutia
- INTERVENCIÓN : Hernan Larrain Fernandez
- INTERVENCIÓN : Ricardo Nunez Munoz
- INTERVENCIÓN : Sergio Mariano Ruiz Esquide Jara
- INTERVENCIÓN : Jovino Novoa Vasquez
- DEBATE
-
PRÓRROGA DE PERMANENCIA DE TROPAS CHILENAS EN HAITÍ
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
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- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 354ª
Sesión 17ª, en miércoles 17 de mayo de 2006
Especial
(De 16:20 a 18:57)
PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES EDUARDO FREI RUIZ-TAGLE, PRESIDENTE,
Y JAIME NARANJO ORTIZ, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
____________________
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. ORDEN DEL DÍA:
Solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República para prorrogar autorización para que tropas nacionales continúen participando en Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (S 852-05) (se aprueba)¿¿¿¿¿¿¿¿¿.
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Allamand Zavala, Andrés
--Alvear Valenzuela, Soledad
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Bianchi Chelech, Carlos
--Cantero Ojeda, Carlos
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Escalona Medina, Camilo
--Espina Otero, Alberto
--Flores Labra, Fernando
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Girardi Lavín, Guido
--Gómez Urrutia, José Antonio
--Horvath Kiss, Antonio
--Larraín Fernández, Hernán
--Letelier Morel, Juan Pablo
--Longueira Montes, Pablo
--Matthei Fornet, Evelyn
--Muñoz Aburto, Pedro
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Navarro Brain, Alejandro
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Pérez Varela, Victor
--Pizarro Soto, Jorge
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Vásquez Úbeda, Guillermo
Concurrieron, además, los señores Ministros de Relaciones Exteriores , de Defensa Nacional y de Justicia, y los señores Director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Jefe de Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores .
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario , el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 12:14, en presencia de 14 señores Senadores.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. ORDEN DEL DÍA
PRÓRROGA DE PERMANENCIA DE TROPAS CHILENAS EN HAITÍ
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
La presente sesión especial tiene por objeto seguir ocupándose en la solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República en orden a obtener el acuerdo del Senado para prorrogar, por un nuevo período de seis meses, la autorización concedida para la salida de tropas del territorio nacional, a fin de continuar participando en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
--Los antecedentes sobre la solicitud (S 852-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 13ª, en 9 de mayo de 2006.
Informe de Comisión:
R. Exteriores y Defensa, unidas, sesión 16ª, en 16 de mayo de 2006.
Discusión:
Sesión 16ª, en 16 de mayo de 2006 (queda pendiente su discusión).
El señor NARANJO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
En la sesión de ayer se efectuó la relación de este asunto.
Cabe recordar que las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional se pronunciaron sobre la aludida solicitud, acordando, por 6 votos a favor -Senadores señores Arancibia, Gazmuri (2 votos), Muñoz Barra, Pizarro y Ruiz-Esquide- y 4 abstenciones -Senadores señores Coloma (2 votos), Prokurica y Romero-, prorrogar por seis meses la permanencia de las tropas chilenas y de los medios correspondientes en Haití.
Los fundamentos de la votación se transcriben en el informe.
El señor NARANJO (Vicepresidente).-
Pido a los señores Senadores que deseen intervenir que se inscriban inmediatamente, con el objeto de poder distribuir el tiempo.
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri; luego, el Senador señor Romero.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional estudiaron la solicitud de la Presidenta de la República en dos sesiones bastante extensas. Asistieron a ellas la señora Ministra de Defensa Nacional , el señor Ministro de Relaciones Exteriores subrogante, representantes del Estado Mayor de la Defensa Nacional y otros personeros relacionados con las autoridades mencionadas.
En su oficio la Primera Mandataria solicita el acuerdo del Senado para prorrogar la autorización concedida a las tropas nacionales con el propósito de que sigan colaborando en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
Por tanto, desde el punto de vista formal, se pide extender la autorización -que vence el 30 del mes en curso- desde el 1º de junio hasta el 1º de diciembre del presente año, toda vez que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha prorrogado el mandato de la MINUSTAH hasta el 15 de agosto de 2006.
O sea, conforme a la mecánica de la ONU, el mandato de la Misión se renueva, en caso necesario, cada seis meses. En consecuencia, nosotros también tenemos que acordar cada seis meses la autorización que el Senado debe otorgar para que las tropas nacionales permanezcan en el exterior.
En las Comisiones unidas hubo una valoración unánime en torno al destacado papel que han jugado las tropas de las Fuerzas Armadas y los efectivos de Carabineros e Investigaciones de Chile en las operaciones de la MINUSTAH.
Los representantes del Gobierno expresaron que esa Misión se enmarca en la política exterior definida al respecto: colaboración a la seguridad hemisférica bajo el mandato de las Naciones Unidas. Y en Haití hay una presencia muy significativa de contingentes de países de América del Sur con los cuales nos interesa desarrollar acciones conjuntas cada vez más amplias en distintos aspectos.
Se destacó la importancia que reviste el participar en la Misión junto con Brasil, Argentina, Uruguay , Ecuador , Perú y Bolivia, y crecientemente, con naciones de América Central.
Ésas fueron las razones que tuvo el Ejecutivo para solicitar la prórroga de la permanencia de las tropas nacionales en Haití.
El debate se centró en cinco puntos. Y quiero hacer una reseña muy breve de cada uno de ellos.
En primer lugar, se planteó el tema del carácter de la Misión en esta nueva fase. Ha habido dos etapas en Haití. La primera fue una intervención de emergencia, donde Chile, junto con otros países -algunos no latinoamericanos-, tuvieron por objeto básicamente evitar una catástrofe humanitaria. En el momento en que se acordó la primera Misión, se hablaba de que en esa nación podía producirse una situación similar a la de Ruanda.
El objetivo fundamental de la MINUSTAH fue crear las condiciones en Haití para que hubiera una renovación, la generación de un gobierno de amplia representación y de instituciones básicas de la democracia, entre ellas el Parlamento.
Esa comisión se cumplió exitosamente: los comicios en que se eligió al Presidente Preval son los que menos problemas han presentado, desde el punto de vista formal, y en ellos hubo una participación mucho mayor a la histórica.
Hoy día, la Misión apunta a dos elementos centrales: primero, fortalecer las instituciones democráticas haitianas, y segundo, canalizar la cooperación internacional de tal manera de empezar a enfrentar los graves problemas económico-sociales que están en la base de la crisis de ese país.
La presencia de un contingente militar se considera fundamental para garantizar una presencia disuasiva que dé condiciones mínimas de seguridad.
Tal es el carácter de la Misión, una vez elegido el Presidente de la República y cumplida la primera etapa.
En segundo término, hubo un largo debate en cuanto a la duración de la presencia militar chilena, y -diría yo- parte importante de él se centró en el horizonte de plazo que tiene la participación chilena en la nación caribeña.
En la discusión surgieron dos elementos, el primero de los cuales fue una estimación del período que podía durar la Misión de las Naciones Unidas en Haití. La señora Ministra de Defensa la situó entre cinco y diez años, en atención a que el objetivo de la seguridad se cumple una vez que Haití tenga una policía capaz de afianzar la seguridad interna en niveles razonables. Y todo el mundo entiende que la formación de una policía nacional, que los haitianos quieren además militarizada, es un proceso que toma algunos años. Otra cuestión es que Chile no tiene necesariamente por qué estar allí con contingente militar durante todo ese lapso.
En tercer lugar, se sugirió por parte de distintos señores Senadores la idea de que hubiera un seguimiento permanente por parte de nuestra Corporación de los resultados y el desempeño de nuestra presencia militar y política en la Misión de las Naciones Unidas en Haití.
En cuarto término, hubo bastante preocupación por el problema de los costos.
Anexo al informe de las Comisiones unidas que Sus Señorías tienen en su poder hay un documento muy pormenorizado que entregó el Ministerio de Defensa Nacional, donde se detalla el conjunto de costos de la participación de nuestro país.
Para los efectos de esta sesión, debo decir que, si al gasto total de la operación se restan la parte que el Estado chileno de todas maneras debe desembolsar -básicamente, el pago de los sueldos del personal destacado allá, expresados en moneda nacional- y el valor de algunas adquisiciones de equipos que van a permanecer en manos del país una vez terminada la Misión, el costo hasta ahora bordea los 8 millones de dólares.
Como Sus Señorías pueden apreciar, hay un problema de flujo, porque los reembolsos de Naciones Unidas no son automáticos y tienen una demora de cuatro o cinco meses. Por tanto, el Ministerio de Hacienda debe hacer adelantos de esos pagos. Pero el costo neto -reitero: la información la tienen Sus Señorías en sus escritorios- bordea los 8 millones de dólares.
Finalmente, varios señores Senadores plantearon su preocupación por el nivel del aporte de la comunidad internacional al proceso de reconstrucción económica y social de Haití. En general, la estimación es que la cooperación de los países más desarrollados, que han tenido presencia, influencia y alguna responsabilidad histórica en el desarrollo de esa nación -estamos pensando fundamentalmente en los Estados Unidos, Francia y otros-, ha sido más débil, lenta y menos generosa de lo que requiere el país caribeño.
El resultado de la votación es conocido: seis votos a favor y cuatro abstenciones, algunas de las cuales se autocalificaron como "esperanzadas de llegar a algún acuerdo que permitiera precisar algunas de las inquietudes surgidas en la Comisión".
El señor Ministro de Relaciones Exteriores dio cuenta ayer en la Sala de que, finalmente, ese acuerdo se logró y, por tanto, forma parte del debate que vamos a tener en esta oportunidad.
Es cuanto puedo informar a la Sala, señor Presidente.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
A fin de hacer una adecuada distribución del tiempo, consulto si, además de los Honorables señores Romero, Pizarro, Arancibia, Prokurica, Coloma, Larraín y Ávila, algún otro señor Senador desea intervenir.
Los Senadores señora Alvear y señores Gómez, Escalona, Muñoz Aburto, Navarro, Núñez y Sabag quedan registrados para usar de la palabra, y doy por cerrada la inscripción.
Algunos Senadores han solicitado abrir desde ya la votación.
¿Habría acuerdo para ello?
El señor LARRAÍN.-
Todavía no, señor Presidente .
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Hago presente que algunas Comisiones están funcionando. De ahí la solicitud.
Por eso, reitero la petición: ¿habría acuerdo para abrir la votación?
El señor ARANCIBIA.-
Conforme.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Habría acuerdo.
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, siento que...
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente,...
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Perdón, señor Senador.
El señor PIZARRO.-
...si es por edad, lo acepto, pero...
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
No le estoy escuchando bien, Su Señoría.
El señor PIZARRO.-
Es por el orden de inscripción. Si es por edad, cedo mi lugar al Senador señor Romero, pero...
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
El Honorable señor Romero se inscribió antes que usted.
El señor PIZARRO.-
Yo lo hice ayer, señor Presidente .
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
No es así.
El señor PIZARRO.-
¡No me diga que no es así, señor Presidente!
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tenga fe en lo que le estoy señalando, Su Señoría.
El señor PIZARRO.-
¡No me dé esa explicación, porque de lo contrario me voy a tener que molestar en preguntar al Secretario y hablar con el Presidente titular! Diga que le cedió el uso de la palabra en razón de su edad, o una cosa más razonable, más entendible, más práctica.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Muy bien.
Senador señor Ávila, tiene la palabra.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , imagino que la Mesa habrá calculado el tiempo de que disponemos y efectuado la distribución por oradores.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Me acaba de informar el señor Secretario que, habiéndose cerrado la inscripción, corresponden seis minutos a cada Senador.
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, creo que lo importante son los argumentos y no la forma o el tiempo en que se dan.
En primer lugar, deseo destacar la manera en que el Gobierno, en esta oportunidad, ha cumplido con las normas básicas de convivencia y de relación entre los Poderes del Estado.
Antes de tomar y anunciar cualquier decisión, el Ejecutivo envió al Senado, como corresponde, un oficio donde señala que es necesaria nuestra autorización para prorrogar la presencia de tropas chilenas en Haití, cuestión que agradezco a los dos Ministros presentes.
En segundo lugar, siento que el rol de esta Corporación es trascendente. En esta materia, la Constitución Política le asigna un trámite que considero fundamental, y, en la práctica, la Cámara Alta se ha constituido en parte relevante de la política de Estado en materias internacionales.
Desde esa perspectiva, cuando discutimos este tema en la Comisión, señalé que mi abstención en aquella oportunidad era esperanzada, porque percibía que podíamos convenir condiciones para que la permanencia de nuestras tropas por otros seis meses tuviese un respaldo mayor que el necesariamente político que se pudiera plantear en los bloques.
Afortunadamente, así lo hemos entendido con los señores Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa, ya que es muy fundamental revitalizar en forma permanente el rol de lugar de encuentro y de grandes acuerdos que tiene esta Corporación.
Digo lo anterior porque, en materias internacionales, no es menor que tal política sea compartida entre Oposición y Gobierno, pues así se constituye en una política de país y no de un sector o de una parte de Chile.
Señor Presidente , cuando establecimos las condiciones en que estaríamos dispuestos a prestar nuestro respaldo, lo hicimos sobre la base del interés del país y no del interés político de alguien en particular. Y el interés de Chile nos mueve a señalar con mucha claridad que nuestra presencia en Haití, hasta ahora, ha sido extraordinariamente positiva. Y ha sido positiva porque, en el cuadro geopolítico de América Latina, no pudo ser más oportuna la definición que adoptamos en aquella oportunidad los Senadores en general para respaldar un rol de paz, un rol de estabilidad de la gestión que se estaba llevando a cabo para recuperar a una nación que se encontraba -y aún se encuentra- con dificultades y en posiciones muy complejas.
Como dispongo de muy poco tiempo, pido simplemente a Sus Señorías que me permitan dar lectura al compromiso que adquirimos con el Gobierno y que el Gobierno adquirió con nosotros, a través de los Ministerios mencionados, para dejar constancia en el Senado de sus bases:
"1.- Existencia de un mandato vigente de Naciones Unidas para las operaciones de paz en Haití.
"2.- Establecer que las comisiones unidas de RR.EE. y Defensa del Senado serán informadas permanentemente por el Gobierno a través de los Ministerios respectivos del curso de la situación derivada de la misión Chilena en Haití y que considerará especialmente los siguientes puntos:
"-Panorama geoestratégico de la región, la incidencia de la situación haitiana, y la importancia para Chile.
"-Niveles de seguridad y salud de nuestras tropas y evolución de la situación general en Haití.
"-Costos de la operación, directos e indirectos.
"-Avances en la definición y ejecución del Programa de Desarrollo de Haití, en especial de la creación de una policía reforzada.
"3.- Encomendar al Ministerio de RR.EE. y Defensa procurar el establecimiento de una normativa en Misiones de Naciones Unidas que considere un relevo de tropas internacionales en Haití oportunamente programadas," -ello, porque nos parece que la solidaridad debe ser expresada por las distintas naciones y que no sólo algunos tenemos que soportar el peso de esa acción- "a fin de acotar la permanencia de nuestras tropas en el tiempo y comprometer la cooperación financiera internacional en Haití.
"4.- De existir los fundamentos reales ante un cuadro de incremento de riesgos, así como el cumplimiento anticipado de objetivos el gobierno podría solicitar el eventual término anticipado de la misión aun cuando esté vigente la autorización otorgada por el Senado.".
Señor Presidente , considero relevante reforzar una alianza renovada con Brasil. La permanencia de nuestras tropas hoy -Argentina, Brasil, Chile, Ecuador , Perú, Bolivia y algunos países de Centroamérica entienden que tiene que haber solidaridad compartida- es un objetivo que de por sí habla de la importancia que nosotros debemos dar a la resolución pertinente, no sólo en el plano de la solidaridad con Haití internamente, sino también en el de la estrategia que debiéramos tener como nación en el concierto de América Latina.
Por ello, valoramos el hecho de que, si bien existen respaldos políticos para aprobar esta autorización sin nuestro consenso, se haya abierto la posibilidad real de que tengamos un compromiso como el que acabo de señalar.
Entendemos el rol asumido por las Fuerzas Armadas y la oportunidad de demostrar en terreno sus virtudes y disciplina, que, sin duda, siempre nos han enorgullecido.
Señor Presidente, termino diciendo que abogamos permanentemente desde esta Sala de Senadores por preservar que las políticas internacionales sean de Estado y no simplemente expresiones aisladas de un país. Porque la fuerza de Chile se halla justamente en ese tipo de respaldo.
He dicho.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Solicito el asentimiento de la Sala para que ingresen el Jefe de Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores , señor Roberto Matus, y el Asesor Jurídico de la Cancillería , señor Claudio Troncoso.
--Se accede.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente , quiero manifestar mi aprobación a la solicitud hecha por el Gobierno de prorrogar la autorización que entregó este Senado para la salida de tropas a Haití.
Producto del análisis realizado en las Comisiones de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores, unidas, se han planteado -como sostuvo el Senador informante- algunos temas en torno de los cuales se ha ido generando un acuerdo, que fue explicitado ayer por el Canciller, y hoy día, por colegas de Renovación Nacional.
Me parece positivo que tengamos una coincidencia respecto de la evaluación de la misión chilena en Haití en cuanto a cómo se han ido cumpliendo los objetivos, desde las urgencias más evidentes en la primera etapa, de impedir una guerra civil, un desangramiento, pasando luego por generar condiciones de pacificación que permitieran la celebración de elecciones democráticas en ese país. Siendo esto lo que legitima la acción de un Gobierno, se convirtió en uno de los objetivos fundamentales establecidos para los primeros dos años de la Misión.
La constitución de un nuevo Gobierno democrático y la asunción del Presidente Preval , no sólo con una legitimidad interna, sino además con la ratificación por la comunidad internacional, al menos de América Latina, de un compromiso de apoyo a ese proceso de consolidación democrática, son algo que debemos tener muy claro, priorizar y explicitar hacia la opinión pública chilena también.
Lo que viene, la fase de estabilización -como se la ha denominado-, tiene obviamente todavía un componente de acción militar, para mantener la paz e ir mejorando las condiciones descritas, lo cual es sumamente importante.
Pero junto con eso, si queremos estabilizar realmente a Haití, de la evaluación política que uno hace debe concluir en la necesidad de fortalecer el aspecto institucional. Es decir, hay que generar condiciones que permitan a ese país un funcionamiento con mayor grado de normalidad en los ámbitos económico, social, cultural, político, institucional. Por lo tanto, el sentido de la misión de nuestro país tiene que combinar ambos elementos, complementándolos de manera adecuada.
Eso es coherente con lo que ha sido la política exterior de Chile. La decisión tomada en los últimos años por los Gobiernos del Presidente Lagos y de la Presidenta Bachelet en el sentido de priorizar nuestra integración en América Latina, de ayudar a fortalecer el desarrollo económico y social de cada uno de nuestros pueblos, es de suyo relevante. Y, sin duda, la cooperación en todos los ámbitos debe estar presente también en la acción que nuestro país desarrolla en Haití.
Y un alcance a propósito de la información que se ha entregado en cuanto a la cooperación y a si Chile está en condiciones o no de ayudar económicamente a Haití.
Yo preferiría que en el debate sobre el apoyo y la ayuda económica habláramos derechamente acerca de si nuestro país se halla en situación de contribuir por la vía de la cooperación, pero no por la de créditos o préstamos, aunque sean blandos, a países como Haití, porque esto sería una contradicción.
Cuando uno presta dinero, cualquiera sea el interés, espera que se lo devuelvan. Y si hemos hecho una evaluación de la situación de Haití y concluido que se trata de un país de alta vulnerabilidad, de extrema pobreza, de miseria acuciante, no podemos hablar de préstamo o de créditos. Más bien, si nos vamos a plantear el punto, deberíamos pensar derechamente en ayuda humanitaria, en cooperación directa, cuestión que, por lo demás, no es tan sencilla, porque el problema de Haití no se resuelve sólo con dinero. Es más: en los últimos años la Comunidad Europea ha destinado una cantidad importante de su presupuesto para ayudar a esa nación; son alrededor de 300 millones de dólares, dinero que no puede ser usado en ella porque no existen ni los canales, ni la institucionalidad, ni los mecanismos, ni las formas para hacer llegar la referida cooperación.
Entonces, no se trata sólo de definir el monto de la plata: también hay que ver cómo podemos canalizar la ayuda. Y creo que a ese respecto Chile sí tiene mucho que aportar y ofrecer.
Me parece bien el acuerdo a que se ha llegado en cuanto a los plazos, a la clarificación en materia de costos, en fin.
Existe otra serie de materias que me habría gustado tocar. Sin embargo, no podré hacerlo, por el poco tiempo disponible.
Señor Presidente , sin duda, éste también ha sido un proceso muy positivo para nuestras Fuerzas Armadas, con un objetivo en lo profesional, en lo concerniente a su modernización, a los contactos, a la labor en conjunto con otras instituciones castrenses del continente.
Se ha planteado también lo relativo a los riesgos. Es cierto: siempre los hay. Pero es propio de la función militar, inherente a ella, correr riesgos, los cuales, por lo demás, muchas veces existen acá, en nuestra propia nación.
Me habría gustado, asimismo, referirme a si la decisión de que se trata significa o no intervenir en otro país.
Sobre el particular, hay argumentos para justificar plenamente la misión chilena por los acuerdos de las Naciones Unidas, de la Organización de los Estados Americanos; por las peticiones del propio Gobierno haitiano, y porque estamos actuando en un marco multilateral que es parte también de nuestros objetivos en política exterior.
Así que, en aras del tiempo, señor Presidente , quiero respaldar la decisión en comento. Y espero que cada dos o tres meses podamos hacer un seguimiento y una evaluación a través de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa de la Corporación.
He dicho.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Recuerdo que se encuentra abierta la votación, por si algún señor Senador desea dejar consignado su pronunciamiento.
Tiene la palabra el Honorable señor Arancibia.
El señor ARANCIBIA.-
Señor Presidente , quiero comenzar expresando la satisfacción que me provocan el debate generado en torno a este tema y los argumentos vertidos para plantear una posición u otra, porque gracias a ello se ha logrado enriquecer los fundamentos que sustentan la mantención de nuestras tropas en Haití, resolver ciertas dudas de algunos señores Senadores, e incluso, asumir planteamientos sostenidos durante la discusión y que reforzarán la decisión que en última instancia tomemos.
Así que me alegro de esa actitud del Senado, que lo distingue desde hace mucho tiempo.
Entrando en materia, me concentraré en tres aspectos fundamentales, uno de los cuales sólo mencionaré: el atinente a los costos, que constituía inquietud para algunos señores Senadores. La cifra quedó en 8,3 millones de dólares. Los fundamentos que la respaldan están a disposición, así que no voy a profundizar en la materia.
Hay otro aspecto que generó también una suerte de debate dentro de las Comisiones unidas: si el rol esencial de las Fuerzas Armadas es aplicable a ese tipo de misiones. Y, en tal sentido, quiero aportar algo de lo que hemos podido desarrollar como pensamiento militar en cuanto país a lo largo del tiempo, en el sentido de que las Fuerzas Armadas tienen tres roles fundamentales. Primero -indiscutido-, el de defensa del territorio, en su contexto amplio. Segundo, la participación que les cabe en la contribución al desarrollo nacional. Y tercero, el constituir uno de los elementos de la política exterior en respaldo del interés nacional en cualquier parte del mundo, donde la política exterior y el Gobierno así lo decidan.
Ésos son los tres argumentos fundamentales que respaldan el accionar de las Instituciones Armadas desde hace un buen tiempo a esta parte, el cual guarda relación con lo que establece nuestro ordenamiento constitucional. Porque a la letra dice que "Existen para la defensa de la patria y son esenciales para la seguridad nacional".
Los conceptos de defensa de la patria y seguridad nacional son de tal amplitud que cubren con largueza esas tres misiones que tradicionalmente se están asignando a las Fuerzas Armadas.
Pero yo quisiera poner énfasis en un elemento que estimo de primerísimo orden, cual es el hecho de que la participación que hoy día estamos teniendo en Haití, en conjunto con otros países, ha permitido ciertamente las tareas que ya se han descrito acá. Primero, evitar el baño de sangre en esa nación. Segundo, consolidar la democracia mediante un proceso electoral. Y ahora vamos a una tercera fase: lograr una estabilización que permita que los resultados tengan viabilidad y den lugar a concreciones.
En ese aspecto, deseo resaltar lo que se dijo en cuanto a que existen cuatro fuerzas principales, en número de personas, que están operando en el territorio haitiano: Brasil, Uruguay , Argentina y Chile. Estoy hablando de los países que constituyen el contingente principal que opera en Haití. También se hallan Ecuador y una serie de otras naciones. Pero las cuatro fuerzas principales son las que acabo de mencionar.
Y eso me lleva a una reflexión interesante, en momentos en que nuestra América Latina se va desplazando con sesgos particulares, específicos, vientos de cambio que van marcando y que, por lo menos en los medios de comunicación, se plantean como la conformación de dos ejes: uno con un sello antiglobalización, más nacionalista y con una serie de características especiales, muy conocidas por nosotros desde hace mucho tiempo; y otro más inserto en el mundo, en la globalidad, con la economía de mercado como elemento fundamental de la política nacional.
Esos dos ejes están planteados. En Haití, también. Y tenemos posicionamientos. Estamos junto a Brasil, Argentina (el ABC) y Uruguay . Y eso me hace mucha fuerza. Es expresión de que nuestra política nacional de relaciones exteriores tiene una suerte de posicionamiento con un fin que va mucho más allá del mantenimiento de las tropas o del logro específico que podamos medir en términos de tiempo. Está reflejando una actitud; un sentimiento de país; una preocupación que, frente al mundo, tenemos que explicar, en cuanto que esos vientos de cambio, en el barrio donde vivimos, nos pueden afectar en determinado momento. Y, en tal sentido, debemos tener lo más consolidada posible nuestra posición en defensa de nuestros intereses fundamentales.
Es por eso que, en mi concepto, bien vale el esfuerzo que estamos haciendo en Haití. Y valdrá en tanto nuestro Gobierno, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, esté pulseando y midiendo de qué manera se consolidan o varían los escenarios que hoy día se nos enfrentan.
Por lo expuesto, voy a votar a favor de la solicitud que se nos ha formulado.
He dicho.
El señor NARANJO ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Escalona; a continuación, el Honorable señor Coloma.
El señor ESCALONA.-
Señor Presidente , expreso mi voto favorable a la solicitud enviada por la Presidenta de la República , Michelle Bachelet , luego de dos años de iniciado el esfuerzo que, como país, venimos llevando a cabo con el propósito, primero, de ayudar a evitar el descontrol de la situación interna en Haití, que habría tenido terribles consecuencias desde el punto de vista social, con un enfrentamiento civil de incalculables consecuencias; y segundo, de contar con una presencia que, al transcurrir los meses y una vez alejado el momento más álgido y grave, que amenazaba con una confrontación interna, se ha transformado en una misión de paz que contribuye poderosamente a la estabilidad y al desarrollo democrático de aquella nación, colaborando ni más ni menos que a la realización de elecciones que han permitido restablecer una autoridad civil, la asunción del Presidente de la República y, por tanto, la normalización de la política haitiana en un escenario completamente nuevo en el curso de dos años.
Creo que todo ello debería llenar de orgullo y satisfacción a nuestro país, al Ejecutivo , al Parlamento y a las Instituciones de la Defensa Nacional que han estado comprometidas en sacar adelante estos propósitos que hemos abrazado como nación.
La Ministra de Defensa , señora Vivianne Blanlot , al concurrir al acto de asunción del nuevo Presidente , René Preval , manifestó que Chile debería cooperar con la naciente y todavía frágil y débil democracia haitiana. Eso, sin duda, es el reflejo y la expresión de haber observado la gravedad de la situación social y el deterioro en la calidad de vida, en la dignidad que merecen los ciudadanos y ciudadanas de ese país, como todo ser humano.
No cabe ninguna duda de que esto tiene que ver con un problema ancestral, no sólo de pobreza, sino también de inestabilidad, lo cual ha creado las circunstancias que motivaron una anarquía y un atraso, que hacen imposibles las condiciones de dignidad que toda persona merece.
Desde esa perspectiva, la presencia militar chilena en Haití prolongada en el tiempo no es sólo de colaboración para evitar una confrontación interna de incalculables consecuencias, sino también de potente ayuda -diría yo- para la estabilidad democrática haitiana. En tal sentido, esa tarea y ese propósito están plenamente vigentes.
Es obvio que en nuestro país la opinión pública se plantea preguntas e interrogantes. Y, por qué no decirlo, hay también visiones contrarias a la nuestra. Por eso vale la pena hacer extensivo nuestro razonamiento hacia las personas que están atentas a este debate y manifestarles que para Chile es muy importante esta experiencia.
La presencia de efectivos del Ejército, de la Fuerza Aérea, de la Armada y de Carabineros, a fin de cuentas, constituye una experiencia que pasará a formar parte del patrimonio de las Instituciones de la Defensa Nacional y de Orden, lo que para Chile, como nación, resulta inestimable.
Es legítimo que muchos ciudadanos y ciudadanas de nuestro país se pregunten por el costo económico que implica esta misión. Al respecto, deseo afirmar que la experiencia, el patrimonio -llamémosles "los intangibles"- que representa la presencia de los efectivos de las Fuerzas Armadas y de Orden, así como la permanencia de civiles y profesionales de diferentes áreas del quehacer económico y social, chilenos y chilenas que están presentes en Haití, en verdad constituye para nuestro país un beneficio que no se puede medir con ningún número.
Estoy sinceramente convencido de que para Chile esto también implica beneficios desde el punto de vista de su seguridad, por su inserción en la globalización, por los efectos que le significa rodearse de vínculos y de relaciones internacionales que antes no tenía y por haberse creado un nuevo rol. Y ninguno de esos aspectos se puede medir bajo una perspectiva económica.
Creo que, a la postre, ayudar militar y civilmente a Haití en su proceso de reconstrucción democrática y proveerlo de las condiciones que posibiliten su desarrollo constituirá para nuestro país una de las experiencias más valiosas de los últimos años.
En consecuencia, estimo que la solicitud planteada merece el respaldo unánime y decidido del Senado.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , en la Cámara Alta no hay ninguna decisión más seria y que deba asumirse con mayor profundidad que la que estamos tomando el día de hoy.
Ésta es una gran excepción a los principios generales con que se mueve el país en su lógica interna respecto del uso de las Fuerzas Armadas: permitir, por la vía de esta autorización, la salida de tropas del territorio nacional.
Por eso, quiero ser exigente con los requisitos, elementos y contenidos de una decisión de esta naturaleza.
Hay tres reflexiones que deseo hacer y compartir con serenidad en el Parlamento.
La primera se refiere al contenido, a la justificación intrínseca de lo que se propone. Según entiendo, en esta materia hay dos principios que nos deben orientar. En primer lugar, el contemplado en el artículo 101 de la Constitución, que define que las Fuerzas Armadas existen para la defensa de la patria y son esenciales para la seguridad nacional y que las Fuerzas de Orden deben garantizar el orden público y la seguridad pública interior.
Estas definiciones no son propias de la "guerra fría", como se dijo en la Comisión, sino que corresponden al Gobierno del Presidente Lagos, porque se introdujeron en la última modificación a la Carta Fundamental.
El segundo principio es el de no intervención, lo que hasta ahora nunca ha sido puesto en duda. Chile ha adoptado la decisión de no intervenir en asuntos que competan a otros estados. Ésa ha sido la esencia desde la República hasta hoy día.
La pregunta es: ¿son excepcionables estos principios claves en función de lo que está sucediendo en Haití? Yo tengo una respuesta de signo de interrogación, porque nos han cambiado tres veces la razón por la cual se aplican las excepciones.
Primero, se dijo que podría ocurrir un eventual genocidio, al estilo de Ruanda. Me parece que ése es un tema profundo. Evidentemente, ante una situación de tal naturaleza, nadie va a cuestionar una posible excepción de esos dos principios ejes de nuestra política exterior. Así fue como en su momento, más allá de los motivos de forma que tuvo el Presidente de la República para considerar otorgada la autorización sin haberse consultado a esta Corporación, se autorizó finalmente la salida de tropas.
Después se nos manifestó que era necesario asegurar la estabilidad democrática de Haití a través de una elección. Ahí están las actas del Senado: virtualmente el apoyo fue unánime. Porque entendimos que ése era un gesto, un paso fundamental, para consolidar un proceso que podría cambiar a ese país.
Sin embargo, hoy día, señor Presidente , estamos frente a algo diferente. Nos están diciendo que debemos enviar nuevamente tropas para garantizar la institucionalidad de esa nación, lo mismo que en Chile no se pudo asegurar y que se cambió. Pero están señalando que ello es fundamental para mantener un estado de cosas en aquel país.
Ahí tengo una duda muy profunda, señor Presidente , sobre cuál es el rol que nos corresponde.
¿Alguien ha preguntado a la Oposición haitiana si le parece razonable que el Presidente Preval cuente con una fuerza política extranjera? Intenté encontrar respuesta a esto por intermedio de un parlamentario de otra nación y pude observar que dicha Oposición tiene dudas acerca de la validez de esta participación.
En consecuencia, respecto de este tema dejo planteado un gran signo de interrogación. Porque no es lo mismo luchar contra el genocidio en un país o proteger la estabilidad democrática de éste, que asegurar su institucionalidad en el tiempo.
La segunda reflexión está relacionada con un tema de costos. ¿Cuánto cuesta esta operación? Vale 95 millones de dólares, de los cuales una parte es recuperable -alrededor de 38 millones de dólares- a través de las Naciones Unidas. Ya hemos obtenido la mitad; ojalá sea posible recuperar el resto.
Además, se dice que igual se tiene que pagar los sueldos a nuestras tropas, estén acá o en Haití. Pero los montos no son los mismos en un caso y en otro. Y también se señala que se recuperarán cerca de 24 millones de dólares en equipamiento, pues éste se trae de regreso, lo que serviría para disminuir la brecha del gasto total.
Yo tengo la duda de cuánto da ese monto final real. Se ha indicado que no son más de 10 millones de dólares. Ello dependerá de en cuánto se evalúen el equipamiento que vuelva y los sueldos que se paguen.
Por último, señor Presidente, el tercer punto dice relación a la seguridad de las tropas.
Obviamente, nadie está exento de que le ocurra algo. Pero admitamos una cosa: mientras más tiempo permanezcan esos chilenos cumpliendo roles en el extranjero, mayor riesgo habrá para sus vidas. Y la pregunta es lógica: ¿ese esfuerzo y ese riesgo son consecuentes con el papel, no ya de evitar el genocidio ni de consolidar la democracia, sino de asegurar la institucionalidad de un país que no la tiene?
Esas tres reflexiones me llevan a una conclusión final.
Entiendo -y así lo planteé en la Comisión- que una nación siga aplicando excepciones, pero siempre y cuando tenga un sistema de salida, cuando alguien diga cómo terminará el asunto.
Hoy no hay plazo real, porque se habla de seis meses, prorrogables por otros seis, y así, infinitamente. Naciones Unidas señala que permanecerá allí entre cinco y diez años. Y no existe ningún documento o declaración donde se nos diga: "Hasta aquí vamos a llegar".
Yo no me siento autorizado para aprobar algo que no se sabe cuándo termina.
No conozco ningún investigador serio en el mundo que plantee que el problema de Haití, si se quiere enfrentar a fondo, se resuelve en menos de diez años. Y no creo que nuestra vocación sea estar allí todo ese tiempo o sin un horizonte preciso de salida.
Y hay alternativas. Hemos propuesto al Gobierno que se pueden ir disminuyendo paulatinamente las tropas, que es posible entregar ayuda social, económica, en infraestructura técnica, para apoyar la reconstrucción de instituciones en ese país. Sin embargo, se nos ha manifestado que no puede haber un compromiso en ese sentido, ni tampoco de plazo final.
Entonces -éste es el tema fundamental-, yo, como Senador, en la intimidad de mi conciencia, con las dudas respecto del contenido de fondo, con lo que supone en costos y en seguridad, y sin saber cuándo va a terminar esto, sin tener una luz, sin tener un faro, sin tener un procedimiento, sin tener un conjunto de metas que se vayan cumpliendo y que me permitan conocer el punto final, no considero que en este caso se deba extender el plazo sin la explicación previa del Gobierno respecto de hasta cuándo se permanecerá allí.
He dicho.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Cómo vota, Su Señoría?
El señor COLOMA.-
Voy a votar más adelante.
El señor NARANJO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , éste es un tema que me resulta perturbador.
En materia de política internacional, me eduqué en el principio de no intervención.
Eran tiempos en que Estados Unidos asolaba a su patio trasero, poniendo y quitando gobiernos a su antojo, según los intereses en juego en ese momento.
Tan difícil resulta para mí abordar este asunto como entiendo que lo debe ser para el Senador señor Escalona , quien en más de alguna oportunidad tiene que haber arrojado una piedra en contra del consulado norteamericano por aquellos intentos de domeñar la voluntad de las naciones. No menciono esto como una crítica ni como nada que se le parezca. Estoy intentando graficar de buena manera el cambio sorprendente que ha tenido el escenario mundial a lo largo de las últimas décadas.
Antes Estados Unidos necesitaba marines para dominar territorios; hoy se vale de empresarios para copar mercados. Esto revela un giro copernicano de la situación. La política, en general, está supeditada a la economía, y creo que ése es el drama de la gran mayoría de los pueblos del mundo. La política sin economía es vacía; la economía sin política es ciega.
Y hoy nosotros nos encontramos ante la necesidad de avalar lo que ha sido la conducta del Estado chileno respecto de un país como Haití.
Si pusiéramos como principio orientador el tema de la no intervención, quizás podríamos solazarnos con un apego rigorista a los principios. Pero ocurre que en este instante lo que se confronta allí es un principio con un sentimiento. Este último es el de caridad.
Haití es uno de esos países que a todas luces resultan inviables. No tiene forma posible de generar una institucionalidad mínimamente estable, si las bases en las que se sustenta son de la más atroz de las miserias.
La corrupción campea por todos lados a nivel de mendrugos, porque no hay fuentes productivas mínimamente sólidas.
Entonces, para concluir, señor Presidente , aquí hay que dejar de lado la política de los principios para aplicar la política de los sentimientos.
En virtud de ello, y por caridad, voto a favor de la permanencia de las tropas chilenas en Haití.
He dicho.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra la Honorable señora Alvear.
La señora ALVEAR .-
Señor Presidente , quisiera partir expresando mi apoyo a la iniciativa del Ejecutivo tendiente a que nuestras tropas continúen participando en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití.
A raíz de la intervención de un señor Senador que me precedió en el uso de la palabra, debo señalar que en este caso, que es muy particular, no existe de manera alguna intervención en asuntos internos de otro estado, lo cual es un principio de nuestra política exterior.
Estamos en Haití debido a varias resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que, dicho sea de paso, nos permiten reforzar el principio del multilateralismo, que es fundamental para la política exterior chilena. Las misiones de paz que dicho Consejo aprueba apuntan a ese objetivo. No se entiende, entonces, que eventualmente ello signifique intervenir en un asunto de estado, más aún si existe una solicitud de las autoridades haitianas para que las tropas permanezcan allí, en atención a la labor que han realizado durante estos meses.
La decisión que hoy debemos tomar obedece a valores y principios muy profundos, que, a mi juicio, tienen que estar presentes como nación.
Aquí se ha dicho que nos encontramos frente al país más pobre de nuestra región. Por eso es fundamental que seamos capaces, también en el ámbito de nuestra política exterior, de extender un brazo solidario al estado más pobre del continente. Las condiciones en que viven los haitianos nos obliga. Me pregunto si nosotros podríamos permanecer ajenos, en cada uno de estos momentos, a una situación tan dolorosa como la que se vive en Haití.
Agrego un punto que me parece clave: es la primera vez en la historia que países de la región, mayoritariamente, se hallan presentes en una misión de esta envergadura en un Estado de la misma región. Y si hemos sido capaces -lo cual me alegra- de participar en misiones de paz en otros países de esta parte del mundo, ¿cómo vamos a permanecer ajenos a la necesidad de estar presentes en Haití?
Es efectivo que ha habido distintas fases. La primera era dramática: se trataba de evitar un genocidio. La segunda consistía, necesariamente, en abrir la posibilidad de llevar adelante un proceso electoral que permitiese dotar de autoridades. Pero sería un profundo error, luego de haber pasado por esas etapas, que precisamente ahora, cuando es algo que se necesita para consolidar instituciones, para fortalecer políticas sociales, etcétera, no continuasen las fuerzas chilenas en Haití, más aún -reitero- cuando existe el trabajo en común que han podido llevar a efecto Chile y otros países de la región.
Por otra parte, me parece importante destacar la responsabilidad que significa participar en un mundo global. Nuestro país es un miembro activo de la comunidad internacional. Tiene una voz importante en ella, como lo hemos visto en estos últimos días con la visita de la Presidenta Bachelet a Europa, donde, además de intervenir en innumerables reuniones, realizó un trabajo muy valioso con relación a este tema y, sobre todo, a aquellos de la región y la vinculación necesaria con la Unión Europea.
Sin embargo, la responsabilidad que debemos tener en este mundo global no puede concentrarse, única y exclusivamente, en los ámbitos económicos. Sí tiene que considerarse en ellos: por eso somos activos en la fijación de reglas a nivel mundial a través del multilateralismo en la OMC y de los tratados de libre comercio. Pero, a mi juicio, un componente de responsabilidad y otro de solidaridad también deben contemplarse en nuestra política exterior.
Si evaluamos hoy lo que ha significado la presencia de nuestras tropas en Haití, nos daremos cuenta de que ha sido valiosa y exitosa, porque se cumplió la primera etapa de evitar el genocidio y porque se ha podido elegir autoridades. Lo que viene a continuación es el trabajo para consolidar un proceso que sabemos difícil. ¡Pero por Dios que sería tremendo que, después de haber hecho este gigantesco esfuerzo, nos retirásemos para dejar a Haití en una situación muy débil para afrontar los desafíos que vienen!
Por ello, señor Presidente , daré mi voto favorable a la solicitud.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Aburto.
El señor MUÑOZ ABURTO .-
Señor Presidente , la decisión de las Comisiones de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores, unidas, en cuanto a prorrogar la permanencia de las tropas chilenas desplegadas en Haití obliga a reflexionar por encima del debate respecto al costo económico que ello importa -discusión muy legítima, por cierto- y a enfocarse más bien en las oportunidades que la medida ha representado para Chile, como país inserto en un mundo globalizado.
El nuevo orden mundial nacido después de la confrontación ideológica que separó a gran parte de la humanidad durante casi medio siglo se caracteriza por el libre paso de personas, capitales y servicios, pero, a la vez, y de manera notable respecto a épocas anteriores, por el hecho de que las amenazas trascienden las fronteras y repercuten lejos de sus lugares de origen.
La seguridad internacional, en consecuencia, se torna requisito para el normal desarrollo y progreso de los pueblos y, a la vez, constituye una necesidad que nos involucra de manera evidente. Por ello, la oportuna decisión de intervenir en Haití, país azotado por una pobreza endémica unida a virulentas luchas internas, lejos de ser un capricho o de obedecer a circunstancias particulares del Gobierno de turno, respondió a las exigencias propias de la inserción de Chile en el mundo, con beneficios y costos que merecen ser asumidos.
El precio de asumir responsabilidades en el escenario internacional puede ser la incomprensión de la ciudadanía hacia el nuevo rol o de ciertos sectores interesados en obtener beneficios a corto plazo, los cuales no toman en cuenta que la defensa también puede ser la continuación de la política exterior a través de métodos no tradicionales y que el objetivo no es el sometimiento de un Estado, en particular, sino su estabilización y la búsqueda de su paz interna.
Ése es el espíritu que anima la intervención chilena en las operaciones de paz, en directa relación con el multilateralismo que debe primar en el sistema mundial y en pos de la cooperación internacional en el amplio sentido del término, más allá de un acto puramente solidario encarnado en acciones concretas que elevan el prestigio de nuestro país en el continente.
La reputación, en todo caso, es algo difícilmente medible por medio de indicadores precisos, pero sin duda es una herramienta valiosa a la hora de posicionar la imagen del país y el respeto de la comunidad internacional. Pero, al mismo tiempo, la participación de las Fuerzas Armadas chilenas en las operaciones de paz en Haití ha servido para probar en la práctica sus capacidades operativas y logísticas, con excelentes resultados.
No sólo con tratados comerciales se construyen las relaciones entre Estados, sino igualmente con actos de diversa índole, delimitados en el tiempo y de acuerdo con el trazado general de la política exterior de nuestra patria, la cual, junto con promover los intereses particulares del Estado, busca preservar la paz e impulsar la democracia y el respeto a los derechos humanos.
El posterior y gradual reemplazo del personal militar por dotación policial sería el paso lógico al transitar desde un momento de desorden generalizado a la construcción de un Estado de Derecho en el país caribeño, que efectivamente garantice un mínimo de paz social. Ése, como bien nos señala la historia, es el primer requisito para alcanzar el bienestar de los pueblos.
Por estas razones, señor Presidente, votaré favorablemente.
El señor NARANJO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , no cabe ninguna duda respecto de las necesidades y los problemas que ha vivido Haití ni del rol que está jugando Chile para poder llevar a esa nación a un proceso de sana institucionalidad y mejoramiento de su calidad de vida.
Sin embargo, también resulta indispensable que, en esta labor difícil, delicada y con muchos desafíos inherentes, no seamos los únicos que terminemos quedándonos allá. Hay una responsabilidad de las grandes potencias, que tienen más recursos, y también una responsabilidad histórica en la situación de ese país. Y ellas no están presentes en la forma como lo está Chile, con esfuerzo y riesgo para las propias personas que ahí se encuentran.
En verdad, la historia de Haití, la dramática condición de sus habitantes y los contrastes con su vecino, la República Dominicana, más bien llevan a pensar que países como Francia no sólo debieran participar: tendrían que indemnizar a esa nación. Porque los atropellos, las expoliaciones históricamente cometidas, y que la han llevado a su condición actual, son comparables a algunas de las atrocidades vividas en las guerras mundiales. A mi juicio, esto debiéramos plantearlo de alguna manera, humilde y digna, en el foro de las Naciones Unidas.
Valoro el compromiso que para estos efectos el Senado ha firmado con el Gobierno a fin de establecer las reglas del juego en el futuro.
Por las razones expuestas, votaré a favor.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gómez.
El señor GÓMEZ .-
Señor Presidente , todos hemos sido testigos de la grave situación que se ha vivido en Haití -y, particularmente, de lo que dice relación a sus condiciones de vida y seguridad, todo lo cual le significó un período muy difícil-, así como también de la actuación solidaria de Chile en una circunstancia tan compleja.
Juzgo que nuestras Fuerzas Armadas se han prestigiado en ese proceso. La actividad y el trabajo que han desarrollado para enfrentar un tema regional me enorgullece, en lo personal.
A diferencia de lo que ha dicho mi correligionario el Honorable señor Ávila , pienso que no estamos en la época de las intervenciones, sino de las colaboraciones, en la cual los países de América Latina son capaces de participar en algo tan esencial como contribuir a que en una nación se pueda vivir en paz, a que se puedan establecer instituciones básicas y a que sea posible realmente contar con democracia en América Latina. Creo que eso es lo que hemos apoyado y a lo cual hemos aportado como país.
Por eso -insisto-, me siento orgulloso, en ese sentido, de lo que han hecho el Gobierno y, por supuesto, las Fuerzas Armadas.
Considero que éste no es un tema que sólo debe circunscribirse a la intervención o colaboración de nuestras entidades castrenses en Haití, sino que indudablemente va más allá que simplemente trabajar sólo en términos de la seguridad, no obstante ser ésta una materia importante. En efecto, pienso que constituye una acción fundamentalmente dirigida a aportar al fortalecimiento de la institucionalidad, a una cooperación horizontal respecto de determinados órganos que probablemente esa nación requiere desarrollar, como todo lo que tiene que ver con el Parlamento, con las estructuras para el funcionamiento del país. En ese ámbito pueden contribuir Gendarmería, el Servicio de Registro Civil y diversos organismos chilenos, con grandes posibilidades de entregar cooperación para los efectos de que esa nación finalmente tenga una institucionalidad que le permita vivir en paz y en democracia en el futuro.
Me parece que ésa es una de las cuestiones esenciales. Por mi parte, pediría que ojalá -me imagino que así se está haciendo- se reforzara aún más el trabajo en tal sentido, sin perjuicio de estar por completo de acuerdo con la mantención de las tropas chilenas en Haití, por la necesidad de colaborar claramente en su desarrollo institucional.
Estimo que no tiene importancia -lo digo con todo respeto- lo que ello significa desde el punto de vista de los costos. Pienso que más allá de eso, la medida que nos ocupa significa demostrar al mundo que Chile, país próspero, que crece y exhibe capacidades, también es solidario con los problemas que enfrentan nuestros amigos de América Latina, particularmente una nación tan golpeada y pobre como la mencionada.
En ese sentido, señor Presidente , voy a votar a favor. Sin embargo, sin formar parte de la Comisión de Defensa, deseo expresar que ojalá el Gobierno entregue también una propuesta de trabajo y colaboración, transversal u horizontal, para los efectos de ayudar al desarrollo de ese país no sólo en materia de seguridad.
Muchas gracias.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , quiero analizar este tema desde dos perspectivas. Una de ellas se refiere al aspecto beneficioso que reviste lo que hemos estado haciendo en Haití, y la otra, a abrir algunas inquietudes respecto del mismo asunto, que son importantes, en mi caso, para condicionar mi decisión.
No cabe la menor duda de que la presencia de Chile en Haití a través de las Fuerzas Armadas, con tropas específicas, ha sido extraordinariamente favorable no sólo para ese país, en esta etapa de consolidación democrática, sino también, muy especialmente, para nuestras instituciones castrenses.
Me parece que lo anterior es algo que no podemos dejar de tener presente, considerando que la experiencia profesional ha sido muy útil. No es lo mismo preparar y entrenar tropas en escenarios reales que en escenarios simulados.
Considero que la integración de las propias Fuerzas Armadas, en sus distintas ramas -dado que están actuando en forma conjunta- también ha sido algo muy valorado por ellas. Y también lo ha sido la integración con otros ámbitos armados de la Región, fundamentalmente los de Argentina, Brasil y Uruguay, como se recordaba.
Todo ello es importante y les da a nuestras Fuerzas Armadas una proyección internacional que, en mi opinión, es válida, provechosa y necesaria. Además, pienso que ése quizás puede ser el motivo por el que desean seguir actuando.
Por otra parte, la medida que nos ocupa ha consolidado asimismo nuestra imagen internacional. Tuve ocasión de acompañar a la Presidenta Bachelet en reuniones con Kofi Annan -en ellas igualmente estuvieron presentes el Canciller y el Diputado señor Tarud , que nos acompaña hoy-, quien, junto con felicitarnos por lo que habíamos hecho, nos pidió que lo continuáramos.
Finalmente, creo que también es útil pensar que todo eso ayuda a la proyección internacional de Chile en la Región, lo que no es menor. Pienso que el Honorable señor Arancibia ha trazado un buen cuadro de lo que está ocurriendo.
También me he pronunciado en estos días sobre lo que significa en América Latina la irrupción de la actuación mancomunada de Venezuela, Bolivia y, con un bajo perfil, Cuba, puesto que están introduciendo un elemento ideológico en las relaciones de la Región, alterando un poco lo que puede ser el cuadro de esa integración que desde hace décadas, si no siglos, perseguimos.
Por lo tanto, nuestra presencia, en acción con otros, ayuda a generar redes importantes en el ámbito internacional.
Existen muchos antecedentes muy valiosos, entonces, por los cuales debiéramos estar tranquilos y contentos con las decisiones que se han tomado finalmente en esta materia.
¿Dónde surgen las inquietudes? Éstas tienen que ver con tres aspectos, a mi juicio centrales. La primera de ellas es hasta cuándo vamos a seguir actuando de esta forma en Haití.
He visto mucho entusiasmo en algunas filas de la Concertación por la presencia militar de Chile para garantizar la institucionalidad haitiana. Es interesante constatar esa voluntad. Pero cabe preguntarse si queremos una permanencia en forma indefinida. ¿Cuál es el horizonte de tiempo?
Me gustaría que sobre esta materia el Ejecutivo pudiera delinear cómo anticipa el futuro, porque el problema de la seguridad haitiana no es de Chile, sino de la comunidad internacional.
Y entiendo su valor -lo he graficado, reafirmado y valorado-, pero no podemos sentirnos responsables eternamente de ello.
Surge una serie de inquietudes y cuestiones al respecto, algunas de las cuales ya han sido señaladas. El Senador señor Coloma hizo presente, por ejemplo, la responsabilidad que cabe ante eventuales bajas en nuestras tropas, ante atentados que pudieran costar la vida de algunos de nuestros soldados. Por lo tanto, es importante saber cuál es el horizonte de tiempo dentro del cual se prevé nuestra presencia necesaria en Haití.
Y lo anterior debe ser acompañado de la pregunta de si acaso ésta es la única o la mejor presencia de Chile para colaborar en ese país. Porque, ¿cuál es el problema? Quienes hemos estado allá hemos podido apreciar el enorme drama humano que se vive, la pobreza en cifras gigantescas.
Entiendo los sentimientos de la señora Ministra de Defensa cuando quiere buscar formas de ayudar. A mi juicio, es importante hacerlo. ¿Pero cómo?
Personalmente, pienso que la mejor forma de concretarlo no es con la presencia indefinida de nuestras tropas, sino apoyando el desarrollo económico y social, porque es la falta de ello lo que hace que esa nación carezca de instituciones o sea inestable.
Me parece que el aporte de nuestra experiencia con el objeto de avanzar en el desarrollo, en el campo no sólo económico, sino también educativo, social, de la salud y en tantas otras áreas donde Chile ya cuenta con una acrisolada trayectoria y puede contribuir a compartirla con quienes necesitan consolidar su país, puede ser un perfil más acorde con nuestra historia.
Chile ha apoyado el desarrollo de otras naciones desde hace mucho tiempo. Nuestra presencia en Centroamérica en otra época fue muy útil para consolidar esos países. Por qué no pensar en que ése debería ser finalmente nuestro destino en Haití, más que conformarnos con una presencia militar que, por los problemas locales, podría ser indefinida.
Por último, me preocupa que hayamos asumido responsabilidades que en cierto modo también son de otros, en especial en el ámbito económico-social. Por los antecedentes de que dispongo, ni Estados Unidos ni la Unión Europea se han comprometido como corresponde con proyectos para el desarrollo económico y social de Haití. De alguna forma, están alejándose de cumplir su parte y dejan "que en la región resuelvan el tema". Sin embargo, a lo más mantenemos buenamente el orden y la seguridad, por lo cual difícilmente podríamos colocar los recursos esa nación requiere. Se afirma que se destinarán fondos, pero, en verdad, ello no ha ocurrido. Antes se señalaba: "Queremos un Gobierno democrático para estar seguros de que se van a utilizar bien." "Allá se corrompe a los funcionarios y las platas no llegan a quienes deberían beneficiar.". Todo eso puede ser cierto. Pero, sin ese apoyo, no vamos a colaborar realmente al desenlace de la situación de Haití.
En consecuencia, antes de emitir mi voto, deseo recibir respuestas de parte del Ejecutivo a las inquietudes que he manifestado.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra la señora Ministra de Defensa Nacional.
La señora BLANLOT ( Ministra de Defensa Nacional ).-
Señor Presidente , deseo referirme a algunos puntos que pueden contestar las inquietudes del Senador señor Larraín .
La permanencia de las tropas chilenas se debe analizar desde una perspectiva un poco más amplia que la simple discusión sobre la presencia militar. Y, por lo tanto, deseo hablar en general del rol de Chile -y disculpándome con nuestro Canciller- en los trabajos que vendrán más adelante en el proceso haitiano.
Sin explayarme, quiero manifestar que nuestra participación debe formar parte del debate muy activo y decidido respecto a la entrega efectiva de los fondos de cooperación de los países desarrollados que fueron comprometidos; y a que no solamente se canalicen, sino, además, se defina la forma de hacerlo y cómo se gastarán.
¿Por qué razón participan Chile, Brasil y Argentina? Porque somos países en proceso de desarrollo que hemos salido de crisis semejantes y hemos aprendido cómo manejar dicho proceso, con un resultado mejor, a mi juicio, que el de los países desarrollados, los cuales no han tenido la misma experiencia que nosotros, de acuerdo con las características institucionales de la región.
Por otro lado, Chile también tiene grandes activos, en cuanto a recursos humanos, como para realizar efectivamente en Haití una contribución muy importante, con asistencia técnica directa en todas las áreas ya mencionadas por algunos señores Senadores: la reconstrucción institucional; la reconstrucción física, en el sentido de gestión de proyectos, e incluso, a nivel muy micro, porque es la realidad de lo que en ese país ocurre hoy, a través del voluntariado de jóvenes profesionales chilenos que trabajan en la base de su sociedad.
Para que todo ello se materialice y podamos contribuir en la discusión a nivel de los donantes, ofrecer asistencia técnica e influir en cómo realizar el progreso de Haití, necesitamos la presencia militar. Sin ella, sería imposible implementar nada de lo que hoy se debate.
Por lo tanto, pienso que el papel de Chile, junto con el de los demás países que participan en el proceso, es impulsar el desarrollo de Haití. Y la garantía de dicho proceso está constituida por nuestras tropas. Por eso debemos permanecer allí.
El señor LARRAÍN .-
¿Hasta cuándo?
La señora BLANLOT ( Ministra de Defensa Nacional ).-
El Ejecutivo no tiene el propósito de que nuestra presencia sea por todo el tiempo que dure la MINUSTAH. Nuestro espíritu es que las tropas regresen lo antes posible, pero en el entendido de que se deben ir cumpliendo los objetivos de la misión.
Y, por eso mismo, con un grupo de Senadores acordamos un sistema de revisión sobre la base de parámetros muy específicos, porque me parece importante contar con una pauta de análisis para establecer por qué nos quedamos y por qué no.
Entonces -insisto-, nuestro propósito no es eternizar la presencia de las tropas. Queremos que vuelvan, pero también que se cumplan al menos parcialmente los objetivos. Si nos quedamos y participamos en forma activa en el proceso de desarrollo haitiano, tendremos argumentos para exigir que otros países nos releven en la ayuda militar.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , me alegra que hayamos sacado de nuestro vocabulario la idea de que Chile ha intervenido, e incluso -como manifestó la Izquierda extraparlamentaria-, poco menos que ha ocupado Haití .
Me parece que ésa es una etapa superada. Hoy todos entendemos que esta misión surgió producto de que la comunidad internacional, concretamente las Naciones Unidas, adoptó la determinación de llamar a todas las Fuerzas Armadas del continente y, particularmente, a las más desarrolladas -entre ellas, las de nuestro país- para evitar lo que todos sabemos: un gran genocidio.
Aún más, a través del compatriota Juan Gabriel Valdés , a Chile se le entregó otra responsabilidad: nada menos que la de representar a las Naciones Unidas. Y creo justo reconocer -independientemente de que estemos o no de acuerdo en la prórroga de este mandato- lo hecho por un hombre que alguna vez arrojó no exactamente flores a la Embajada de Estados Unidos, pero que sin duda alguna le ha dado al país un enorme prestigio, porque junto con las Fuerzas Armadas de Chile, Brasil, Perú y Argentina logró los dos objetivos aquí señalados: cierta estabilidad institucional y cierto grado de paz.
Y digo "cierta estabilidad institucional" y "cierto grado de paz" porque ha participado nada menos que en la creación en Haití de un partido político, que se ha comprometido con la democracia, que se ha comprometido con dar un respaldo desde la Oposición a René Preval.
Conozco las dificultades planteadas en ese país respecto a la presencia de Fuerzas Armadas extranjeras. Sin duda alguna, se marca la diferencia entre la presencia de las Fuerzas Armadas norteamericanas, en su tiempo, a propósito de Aristide, con las de países latinoamericanos que consideran hermanos, a diferencia de las de antaño, que fueron francesas, inglesas o estadounidenses.
Hoy estamos cumpliendo una tarea histórica en esa nación. Los haitianos se sienten por primera vez hermanos, ya no del Caribe, sino de América Latina. Por primera vez, cambian su percepción, y se consideran parte de un proyecto latinoamericano, con independencia de las opciones políticas que se juegan dentro de los marcos aún inestables de su democracia.
Nuestro embajador en esa nación, Marcel Young , ha jugado un papel extraordinariamente positivo. En tal sentido, nuestra Ministra de Defensa Nacional mencionaba el haber promovido la presencia de jóvenes, en especial de la Iglesia Católica, que están jugando un rol muy importante en medicina, en la generación de condiciones para que la gente aprenda autoconstrucción, en asuntos sanitarios, pedagógicos, en fin. Yo estuve con un grupo de ellos que realmente me llenaron de orgullo.
En consecuencia, pienso que la presencia de Chile no es sólo de sus Fuerzas Armadas. Es parte de nuestra misión y de la de las Naciones Unidas haber entregado mayor paz y seguridad, y al mismo tiempo, atisbos para generar mejores condiciones de desarrollo.
Por eso, estimo que es bueno tener presente que dentro de las Fuerzas Armadas también existe un costo favorable o, dicho en otros términos, que en ellas se considera que disminuye el valor que en definitiva desembolsa el Estado de Chile el hecho de que muchos de sus integrantes han alcanzado algo no cuantificado: una experiencia enorme respecto a cómo las Fuerzas Armadas, en misión de paz, pueden generar condiciones favorables para que un país no se desboque hacia una situación incontrolable.
En otros términos, deberíamos valorar lo que significa en estos momentos que nuestros oficiales, suboficiales y tropas hayan adquirido una experiencia extraordinaria que en Chile tal vez no habríamos podido proporcionarles.
En consecuencia, creo que es muy importante tener presente esos factores.
La inestabilidad va a seguir por un largo tiempo, lamentablemente. Eso no significa que nuestras Fuerzas Armadas deban permanecer ese extenso período allá. Pero es preciso considerar que se trata de un proceso político-cultural extraordinariamente complejo.
Los "chiméres" -que son parte del escenario político, por desgracia- representan un grupo de delincuentes que provienen básicamente del partido de Aristide -por cierto que no todos los integrantes de esa colectividad política son parte de aquel grupo-, cuyos miembros son de naturaleza muy similar a la de los personajes que asaltaron la penitenciaría y a la de los que asolaron Sao Paulo , los cuales están permanentemente al acecho para generar situaciones caóticas, no por razones políticas, religiosas ni ideológicas, sino, sencillamente, porque tienen una visión un tanto desvirtuada acerca de cómo deben generarse condiciones de convivencia civilizadas.
Ese proceso será extraordinariamente largo. Por ejemplo, en Cité Soleil ya hay 300 mil seres humanos adeptos a ese grupo, que cuentan entre sus filas a muchos militares del ejército de Aristide.
Por lo tanto, debemos tener claro que la paz y la posibilidad de generar condiciones para una mayor estabilidad de Haití están todavía por verse. Sin embargo, nosotros tenemos que jugar un rol trascendente.
Para esos efectos -y con esto termino-, a propósito de los referidos seis meses, ahora deberíamos originar esas condiciones, y, en tal sentido, es preciso sostener una reunión ojalá con los Ministros de Relaciones Exteriores -aquí presente- y de Defensa para que nos digan cómo lograr una cooperación sustantiva hacia ese país en ámbitos distintos al de la seguridad.
Estoy convencido de que podemos hacerlo, incluso en relación con la política -en el sentido amplio de la palabra-, y generar condiciones (como aquellas en que me tocó participar por otras razones) para reunir partidos políticos serios, que respeten la democracia y la consideren en sus estatutos como factor fundamental de su accionar.
También se deben crear condiciones en Haití para que concurran más profesores, se cree una universidad, pues la actual está prácticamente destrozada. La mayor parte de la población habla castellano, por lo que se puede trabajar tanto en francés como en español para una buena educación superior. Allá están esperando que vayan chilenos, argentinos y brasileños a desempeñar tareas de otro orden: de carácter cultural y académico, lo cual considero positivo, pues engrandecería la presencia de Chile en ese país.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Tiene la palabra el último inscrito, Honorable señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, permítame tratar de precisar algunas de las razones por las cuales voy a votar favorablemente.
Primero que todo, quiero señalar que, al parecer, todos estamos de acuerdo en la solicitud. También deseo reiterar que se trata de un tema país que, probablemente, tiene raíces bastante más profundas que la simple discusión acerca de si la misión de Chile debe permanecer en Haití.
Honestamente, considero que debemos hacer un análisis en la perspectiva ética de nuestro destino como nación y qué es lo que deseamos hacer más adelante con ella. Evidentemente, la materia planteada se refiere a la no intervención versus el concepto de ocupación que eventualmente estamos ejerciendo allá.
Debo señalar que, de las conversaciones que tuvimos la vez anterior cuando fuimos a Haití con algunos de los Senadores aquí presentes, como los Honorables señores Arancibia y Larraín -no recuerdo bien si se trataba de este último-, y de lo que hemos visto en este tiempo, se puede apreciar que ni los líderes políticos ni la gente de ese pueblo con la que tuvimos oportunidad de charlar, especialmente en la zona de Cap-Haitien, donde están las Fuerzas Armadas chilenas, tienen la noción de que se trate de una ocupación. Por el contrario, entienden que es una misión que les da seguridad y la posibilidad de salir de la crisis y avanzar en el desarrollo de su país.
Sin embargo, eso también deriva de un hecho real. El mundo ha cambiado. No es el de hace 30 ó 40 años, cuando había una autarquía de los países y, en definitiva, existía la sensación de que las razas eran diferentes, de que había algunas que con justificada razón, según sus integrantes, podían decir que eran superiores. En la actualidad, la concepción nueva, distinta, de otro milenio, en el mundo entero, es que somos todos iguales. Y esto, a lo que parece tan absurdo darle relevancia, es una realidad; de lo contrario no habrían existido tantas guerras en el siglo pasado. Y hoy, gracias incluso a la generación de los conocimientos científicos, sabemos que somos todos iguales y que, por lo tanto, existe hermandad, de modo que, consecuentemente, tenemos obligaciones con los demás, no sólo -con el debido respeto- en cuanto a lo que puede ser una condición de caridad, sino también una de justicia. En el vocabulario humanista cristiano no se concibe la caridad sin justicia. Y creo que es de justicia hacer nuestro aporte en Haití.
Por otro lado, quiero referirme a algo que ya se planteó: en Haití hay un problema de inestabilidad grave, que podría afectar nuevamente la seguridad latinoamericana y, por consiguiente, la de nosotros.
Creer que esa nación está muy lejos es pensar en forma anacrónica, ya que, en definitiva, actualmente nada lo está. Y para nosotros resulta importante ese punto.
Otra situación a la que deseo referirme es la siguiente: se ha hablado mucho aquí del rol y de la disposición de nuestras Fuerzas Armadas y de cuándo van a salir de allá y de qué va a pasar con ellas.
Con franqueza, quiero reiterar que el contingente de chilenos está orgulloso de lo que está haciendo. Y, seguramente, a veces ellos experimentan una sensación extraña cuando reciben informaciones o ven en la prensa chilena que estarían cumpliendo un rol irrelevante o que se hallan pendientes de que el Senado apruebe o no su permanencia. Eso afecta su seguridad y la sensación de identidad con que se han presentado en Haití. Sobre el particular, quiero decir que -y no se trata de un asunto de apreciación sentimental-, según la visión que la población haitiana tiene de ellos, cumplen un papel extraordinariamente importante.
Otro de los puntos dice relación a cuál sería el cometido final de nuestro país y cómo nos vamos a retirar de ese territorio.
Considero que la medida pertinente es la mencionada en la Sala: buscar un mecanismo que fije ciertos marcos. Será necesario retirarnos lo más pronto posible, en la medida en que cumplamos nuestras obligaciones.
¿Cómo se hace eso? En la larga línea de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití -cuatro o cinco años-, no tenemos por qué estar todo el tiempo allí. Hay una parte de eso que es inmediato y que nos han pedido implementar: la presencia chilena -ojalá- para la creación de una policía militar que sirva de puente para pasar de la MINUSTAH a la policía propia.
Una segunda labor consiste en dar aseguramiento de dinero para que los haitianos puedan solucionar los problemas urgentes; no sólo lo son los que hemos visto y que se deben a la angustia por la que están pasando, porque viven en condiciones infrahumanas.
En un país como Chile -que logró superar la etapa que prevalecía por cincuenta o sesenta años-, lo más profundo de nuestra alma es lo que se conmueve.
Y otra línea se refiere a determinar -con apoyo chileno, también- qué se va a hacer a futuro mediante una suerte de plan a 10, 12 ó 20 años.
En los 30 segundos que me quedan abordaré otras dos observaciones.
La primera se refiere a responder por qué nosotros y no otros serían responsables de lo que pasó. En primer lugar, porque la nación chilena no actúa en función de lo que piensen o hagan otros. Es nuestra cultura -entendida como hacia dónde vamos- la que debe actuar. Y en seguida, porque todos sabemos que los otros no van a actuar con la fuerza con que deberían hacerlo, porque fueron ellos los que produjeron el desastre. Y los mismos criterios que los llevaron a ocasionar la catástrofe en ese país son los que los motivarán a no intervenir. La Historia los juzgará. Y ya lo está haciendo.
Por último, señor Presidente , me referiré a lo planteado por el Senador señor Coloma acerca de cuál es la reacción de la oposición en Haití. Hemos hablado con ella, sobre todo, en el viaje anterior. Y la presencia de 5, 6 ó 7 de los principales candidatos presidenciales derrotados en los actos de la MINUSTAH, en el templo, etcétera, demuestra que ellos también entienden que no se trata de una ocupación y que no van a hacer cuestión al respecto. La conversación, en el viaje anterior, con los líderes políticos productivos de la oposición duró tres o cuatro horas.
Por tales razones, señor Presidente , voy a votar favorablemente la solicitud, tal vez impresionado por las frases formuladas en la homilía del obispo de Haití , quien dijo reiteradamente, dirigiéndose al Presidente Preval y a quienes estábamos en el recinto: "Hoy es la angustiosa esperanza el signo que preside este momento en el templo".
En esa esperanza y en el cumplimiento de nuestras propias tareas como país, voto que sí.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , considerando el interés que representa para las Fuerzas Armadas su presencia en Haití; la importancia que reviste nuestra participación en dicho país, en lo que respecta a la imagen internacional de Chile, y, especialmente, dado que se trata de una autorización por seis meses, voto a favor de la solicitud.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente , el 2 de marzo de 2004 el Senado autorizó por primera vez la salida de fuerzas militares a Haití. O sea, llevan más de dos años en dicha nación. Ahora se solicita una prórroga por seis meses más y ha quedado establecido claramente que no hay un horizonte de tiempo o una programación para el retiro o la vuelta de nuestras tropas.
Ese hecho me parece bastante cuestionable. Y aprobar una solicitud en esas circunstancias constituiría una falta de responsabilidad.
No quiero dejar de señalar que la intervención chilena ayudó a evitar una situación catastrófica en los primeros momentos y a garantizar un proceso electoral. Pero ahora el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas plantea que es necesario asegurar que las instituciones fundamentales de Haití funcionen en forma adecuada, especialmente las que promueven el imperio de la ley y el desarrollo.
Con todo respeto, yo sostengo que ésa es una misión imposible. Es imposible de llevar a cabo, por lo menos, en un período inferior a diez años, y es imposible para un país como Chile. La situación de Haití se arrastra por décadas y, desgraciadamente, no se remedia con una sola intervención militar.
Por eso, debemos analizar seriamente cuál es nuestra real misión en dicha nación y cuáles son las señales que queremos dar al mundo, especialmente a la comunidad latinoamericana.
Se habla mucho de la importancia que pueda tener Chile en el desarrollo de instituciones civiles, universidades, hospitales, policías, etcétera. Pero me gustaría saber qué se ha hecho durante más de dos años para lograr ese objetivo.
La presencia de tropas puede transformarse en una solución de parche. Es posible, incluso, que sea una venda que tape nuestros ojos y nos impida ver los reales problemas de Haití.
Además, si queremos tener una presencia importante en el concierto americano, debe existir una gestión decidida de Chile tendiente a lograr una solución integral a la crisis que vive dicha nación. Mientras eso no se haga, cada seis meses nos veremos sometidos a la discusión de aprobar la permanencia de nuestras tropas como una muestra de solidaridad.
Y la verdadera solidaridad consiste en tratar de hallar la forma de resolver las dificultades por las que atraviesa Haití , que se arrastran por muchos años y que no serán resueltas por una o dos naciones, sino por toda la comunidad internacional. Me gustaría ver un programa en tal sentido.
Por ahora, me abstendré, señor Presidente . No aprobaré la permanencia de las tropas chilenas en dicho país.
Creo que ha llegado el momento de que, si el Gobierno quiere contar con nuestra aprobación o, por lo menos, abstención, debe presentar al Senado un plan concreto. De no ser así, en seis meses más -Dios mediante, si continúo en esta Corporación- votaré en contra de la permanencia de nuestras tropas en Haití, porque considero que ésta constituye una forma de dilatar la solución de fondo del problema.
Y en algún momento determinado nos encontraremos con que la situación en dicha nación puede empeorar en materia de orden público, con que no hemos avanzado en la conclusión de sus conflictos, y no podremos volver con nuestras tropas en medio de una nueva crisis que es posible que se produzca en cualquier instante.
Por las consideraciones expuestas, me abstengo.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor NAVARRO.-
Yo quiero fundamentar el mío, señor Presidente .
El señor COLOMA.-
¿Puedo fundar mi voto, señor Presidente?
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Ya no es posible.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Cuando yo los nombré, no estaban en la Sala, señores Senadores.
El señor COLOMA.-
Entonces, me abstengo.
El señor NAVARRO.-
¿Puedo fundamentar mi voto?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
No, Su Señoría, pues se saltó el orden de la votación. Cuando fue nombrado, no se hallaba en el Hemiciclo.
El señor NAVARRO.-
En ese caso, voto a favor.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba la solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República (29 votos a favor y cinco abstenciones).
Votaron por la afirmativa los señores Allamand, Alvear, Arancibia, Ávila, Bianchi, Cantero, Escalona, Espina, Flores, Frei (don Eduardo), García, Gazmuri, Girardi, Gómez, Horvath, Larraín, Letelier, Longueira, Muñoz Aburto, Naranjo, Navarro, Núñez, Ominami, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz-Esquide, Sabag y Vásquez.
Se abstuvieron los señores Coloma, Matthei, Novoa, Orpis y Pérez Varela.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Habiéndose cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 13:57.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción