Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III. CUENTA
- IV.
ORDEN DEL DÍA
-
EFECTOS DEL DÓLAR EN SECTOR PRODUCTOR Y EXPORTADOR CHILENO
- INTERVENCIÓN : Alejandro Foxley Rioseco
- INTERVENCIÓN : Evelyn Matthei Fornet
- INTERVENCIÓN : Carlos Ominami Pascual
- INTERVENCIÓN : Jose Garcia Ruminot
- INTERVENCIÓN : Mario Enrique Rios Santander
- INTERVENCIÓN : Roberto Munoz Barra
- INTERVENCIÓN : Hernan Larrain Fernandez
-
EFECTOS DEL DÓLAR EN SECTOR PRODUCTOR Y EXPORTADOR CHILENO
- CIERRE DE LA SESIÓN
- ANEXO SESIÓN
- MOCIÓN DEL HONORABLE SENADOR ÁVILA CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY QUE REGULA JORNADA LABORAL RESPECTO DE CONTRATOS DE SERVICIOS Y SUMINISTRO DE TRABAJADORES (4066-13)
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- Nelson Jaime Avila Contreras
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- MOCIÓN DEL HONORABLE SENADOR ÁVILA CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY QUE REGULA JORNADA LABORAL RESPECTO DE CONTRATOS DE SERVICIOS Y SUMINISTRO DE TRABAJADORES (4066-13)
Notas aclaratorias
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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 353ª
Sesión 54ª, en martes 3 de enero de 2006
Especial
(De 12:17 a 14:14)
PRESIDENCIA DEL SEÑOR SERGIO ROMERO PIZARRO, PRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
____________________
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. CUENTA..........................................................................¿¿¿¿¿¿¿¿¿
IV. ORDEN DEL DÍA:
Efectos del dólar en sector productor y exportador chileno¿¿¿¿¿¿..
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Aburto Ochoa, Marcos
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Boeninger Kausel, Edgardo
--Bombal Otaegui, Carlos
--Canessa Robert, Julio
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Cordero Rusque, Fernando
--Espina Otero, Alberto
--Fernández Fernández, Sergio
--Flores Labra, Fernando
--Foxley Rioseco, Alejandro
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Horvath Kiss, Antonio
--Larraín Fernández, Hernán
--Martínez Busch, Jorge
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Muñoz Barra, Roberto
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Páez Verdugo, Sergio
--Parra Muñoz, Augusto
--Pizarro Soto, Jorge
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Ríos Santander, Mario
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Silva Cimma, Enrique
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Vásquez Úbeda, Guillermo
--Vega Hidalgo, Ramón
--Viera-Gallo Quesney, José Antonio
--Zaldívar Larraín, Adolfo
--Zaldívar Larraín, Andrés
--Zurita Camps, Enrique
Concurrieron, además, los señores Ministros de Hacienda y Secretario General de la Presidencia, y los señores Presidente, Vicepresidente y asesores del Banco Central, Director de Presupuestos, y asesores del Ministerio de Hacienda.
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario , el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 12:17, en presencia de 18 señores Senadores.
El señor ROMERO (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. CUENTA
Mensajes
Cinco de Su Excelencia el Presidente de la República:
Con los cuatro primeros retira la urgencia y la hace presente de nuevo, en carácter de "suma", respecto de los siguientes asuntos:
1) Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que establece un sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la educación superior (boletín Nº 3.224-04);
2) Proyecto de ley, en primer trámite constitucional, que amplía el concepto de accidente del trabajo contemplado en la ley N° 16.744, sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales (boletín N° 4.009-13);
3) Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que modifica el artículo 1° de la ley N° 20.059, sobre Modernización del Ministerio de Educación (boletín N° 4.062-04), y
4) Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que complementa la ley N° 19.950, estableciendo pena en caso de hurto falta en grado de frustrado y sancionando como delito el hurto hormiga, cualquiera que fuere el valor de la cosa hurtada (boletines Nºs 3.867-07 y 3.931-07, refundidos).
--Quedan retiradas las urgencias, se tienen presentes las nuevas calificaciones y se manda agregar los documentos a sus antecedentes.
Con el quinto retira la urgencia y la hace presente de nuevo, en carácter de "discusión inmediata", respecto del proyecto de reforma constitucional que establece un principio proporcional y representativo en el sistema electoral (boletín N° 4.061-07).
--Queda retirada la urgencia, se tiene presente la nueva calificación y se manda agregar el documento a sus antecedentes.
Oficios
De Su Excelencia el Presidente de la República , con el que somete a consideración del Senado, solicitando su acuerdo, la proposición para designar al señor Carlos José Cerda Fernández como Ministro de la Excelentísima Corte Suprema (con la urgencia establecida en el inciso segundo del N° 5 del artículo 53 de la Carta Fundamental) (boletín Nº S 838-05).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Dos de la Honorable Cámara de Diputados:
Con el primero comunica que prestó su aprobación al proyecto que modifica el artículo 1° de la ley N° 20.059, sobre Modernización del Ministerio de Educación (con urgencia calificada de "suma") (boletín N° 4.062-04).
--Pasa a la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.
Con el segundo informa que en la sesión 64ª, celebrada el 21 de diciembre de 2005, desechó en general, por no alcanzarse el quórum constitucional requerido, el proyecto de reforma constitucional que establece un principio proporcional y representativo en el sistema electoral (boletín N° 4.061-07), originado en el mensaje N° 472-353, del cual se dio cuenta en esa Corporación el día 20 de diciembre de 2005.
Agrega que Su Excelencia el Presidente de la República solicitó la remisión del referido mensaje al Honorable Senado, con urgencia calificada de "discusión inmediata", para los efectos contemplados en el artículo 68 de la Constitución Política de la República.
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
De la Excelentísima Corte Suprema, mediante el cual informa que el día 21 de diciembre de 2005 eligió como su Presidente , para el período comprendido entre el 6 de enero de 2006 y el 5 de enero de 2008, al Ministro señor Enrique Tapia Witting.
--Se toma conocimiento.
Del señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos, a través del cual solicita la más amplia solidaridad con ese Congreso, a fin de que se impida la construcción de un muro en la frontera de los Estados Unidos de América con México y la aprobación de la ley que lo impulsa.
--Pasa a la Comisión de Relaciones Exteriores.
Del señor Contralor General de la República , por medio del cual responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Stange, sobre investigación de eventuales irregularidades en la Ilustre Municipalidad de Llanquihue.
Cuatro del señor Ministro del Interior:
Con el primero contesta un oficio dirigido en nombre del Senador señor Horvath, acerca de la necesidad de mejorar la infraestructura portuaria de la Región de Aisén destinada a la atención de los pasajeros de cruceros.
Con el segundo responde un oficio remitido en nombre de los Senadores señores Espina y García, concerniente al proyecto denominado "Depósito Controlado de Residuos Sólidos San José", en la comuna de Vilcún.
Con el tercero da respuesta a un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, referido a la necesidad de hacer presente la urgencia para el despacho del proyecto de ley que establece una compensación para quienes se desempeñen como vocales de mesas receptoras de sufragios.
Con el cuarto contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Espina, mediante el cual reitera dos oficios relativos a la posibilidad de liberar de pago de peaje en el túnel Las Raíces a los vehículos con permiso de circulación otorgado por las Ilustres Municipalidades de Lonquimay y Curacautín y a los del Centro de Manejo de Residuos Sólidos San José, respectivamente.
Del señor Ministro de Hacienda, con el cual responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Espina, relacionado con las medidas que el Gobierno adoptará para la temporada triguera 2005-2006.
Tres del señor Ministro Secretario General de la Presidencia:
Con el primero contesta un oficio remitido en nombre del Senador señor Espina, vinculado a los gastos efectuados por la Secretaría de Estado a su cargo y sus organismos dependientes en campañas de publicidad o difusión de políticas públicas durante el año 2005.
Con el segundo responde un oficio enviado en nombre de la Corporación, relativo a la presentación a trámite legislativo de una iniciativa que recoja la idea contenida en una moción declarada inadmisible, presentada por los Senadores señores Fernández, Horvath, Larraín, Viera-Gallo y Andrés Zaldívar, que establece la obligación del Estado de retribuir la carga pública de desempeñarse como vocal en los actos de votaciones populares.
Con el tercero da respuesta a un oficio dirigido en nombre del Senador señor Horvath, referente la necesidad de hacer presente la urgencia para el despacho del proyecto de ley que establece una compensación para quienes se desempeñen como vocales de mesas receptoras de sufragios.
De la señora Ministra de Planificación , mediante el cual contesta un oficio remitido en nombre del Senador señor Espina, sobre gastos efectuados por la Secretaría de Estado a su cargo y sus organismos dependientes en campañas de publicidad o difusión de políticas públicas durante el año 2005
De la señora Ministra de Vivienda y Urbanismo, por medio del cual responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, relativo al cambio del uso del suelo de los terrenos que ocupaban las empresas petroleras en el sector Las Salinas, comuna de Viña del Mar.
De la señora Ministra de Bienes Nacionales , con el que contesta un oficio dirigido en nombre de la Senadora señora Carmen Frei, acerca de la posibilidad de destinar al liceo Marta Narea, de la ciudad de Antofagasta, dos casas que le pertenecían y que están entregadas en comodato a otras instituciones públicas.
De la señora Subsecretaria de Desarrollo Regional y Administrativo, mediante el cual da respuesta a un oficio remitido en nombre del Senador señor Horvath, referente al estudio de creación de las comunas de La Junta, Mañihuales, Islas Huichas y Puerto Tranquilo-Guadal, en la Región de Aisén.
Del señor Subsecretario de Justicia , por medio del cual responde un oficio dirigido en nombre del Senador señor Espina, tocante a los gastos efectuados por el Ministerio de Justicia y sus organismos dependientes en campañas de publicidad o difusión de políticas públicas durante el año 2005.
Del señor Director del Servicio Electoral, mediante el cual comunica el cronograma electoral de actividades relacionadas con el comicio presidencial que se celebrará el domingo 15 de enero de 2006.
Del señor Director Nacional del Instituto de Desarrollo Agropecuario , por medio del cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor García, acerca de los problemas crediticios que afectan a seis organizaciones indígenas del sector Maquehue, de la comuna de Padre Las Casas.
Del señor Jefe de Gabinete del General Director de Carabineros de Chile, mediante el cual responde un oficio remitido en nombre del Senador señor Espina, relativo a problemas de delincuencia que afectan a los vecinos de la población El Bosque, de la ciudad de Angol.
Del señor Secretario Ministerial de Salud de la Región de La Araucanía , por medio del cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Espina, sobre los problemas de saneamiento que afectan a los habitantes de villa Trinte, de la comuna de Los Sauces.
De la señora Secretaria Ministerial de Salud , subrogante, de la Región de La Araucanía, mediante el cual responde un oficio remitido en nombre del Senador señor Espina, respecto de los problemas de salud pública que enfrentan los vecinos del sector Pampa del Ingeniero, de la ciudad de Angol.
--Quedan a disposición de los señores Senadores.
Informe
De la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización, recaído en el oficio de Su Excelencia el Presidente de la República a través del cual somete a consideración del Senado, solicitando su acuerdo, la proposición para designar a la señora Margarita Errázuriz Ossa y a los señores Rodrigo Jordán Fuchs y Fernando Montes Matte, como integrantes del Consejo que administra el Fondo Mixto de Apoyo Social (boletín N° S 833-05).
--Queda para tabla.
Censura
Comunicación de los Senadores señores Sabag, Muñoz Barra y Naranjo, en representación de los Comités Partido Demócrata Cristiano, Partido Por la Democracia y Partido Socialista, respectivamente, mediante la cual, en virtud de lo dispuesto en el artículo 25 del Reglamento del Senado, presentan un voto de censura al Presidente de la Corporación .
--Queda para ser votada inmediatamente después de la Cuenta de la sesión ordinaria de hoy día en la tarde.
Moción
Del Senador señor Ávila, con la que inicia un proyecto de ley que regula la jornada laboral respecto de los contratos de servicios y suministro de trabajadores (boletín Nº 4.066-13).
--Pasa a la Comisión de Trabajo y Previsión Social.
El señor GAZMURI.-
Pido la palabra sobre la Cuenta.
El señor ROMERO (Presidente).-
La tiene, Su Señoría.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente, se leyó con cierta rapidez un punto que me interesa comentar.
Entiendo que el proyecto enviado por Su Excelencia el Presidente de la República , sobre reforma constitucional para establecer un sistema electoral proporcional, inicia su tramitación legislativa y pasa a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia.
Por tanto, deseo dejar expresa constancia de que con esto la Sala declara que el proyecto es completamente constitucional, porque inicia su trámite. En ese sentido, la Cuenta no es clara. Entiendo que al decirse que pasa a la Comisión respectiva se da por iniciada su tramitación.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Conforme al Reglamento, señor Senador , en cualquier instante de la tramitación se puede plantear un reparo de constitucionalidad. De modo que el hecho de que vaya a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia no tiene otro alcance.
El señor GAZMURI.-
De acuerdo.
Sin embargo, deseo que quede constancia expresa en la Versión Taquigráfica de que, al darse cuenta del proyecto en la Sala, nadie señaló un problema de inconstitucionalidad. Que ello se puede plantear en otra instancia, me queda claro, ya que conozco el Reglamento.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Esa materia la verá la Comisión de Constitución.
El señor GAZMURI.-
Lo que se va a plantear es futuro. El futuro se adivina, no se conoce. Lo que hoy día existe es que la Sala del Senado ha resuelto iniciar, sin que se haya esgrimido ningún problema de inconstitucionalidad, la tramitación del proyecto de reforma constitucional enviado por Su Excelencia el Presidente de la República , que modifica el sistema binominal y establece un sistema proporcional. Ése es el punto.
El señor ROMERO (Presidente).-
Muy bien, señor Senador. Tiene derecho a dejar constancia de lo que estime conveniente.
En todo caso, estamos citados a una sesión especial, para la cual disponemos de un tiempo limitado, y es muy importante aprovecharlo bien.
En primer término, quiero pedir que se autorice el ingreso a la Sala del Vicepresidente del Banco Central, don José de Gregorio; del Gerente de la División de Estudios de la misma institución, don Rodrigo Valdés; del Director de Presupuestos , don Mario Marcel, y de otros asesores que acompañan al señor Ministro de Hacienda y al señor Presidente del Instituto Emisor , quienes han sido invitados.
--Se accede.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Al mismo tiempo, deseo saludar a los dirigentes de los gremios de la producción y del comercio, así como de las entidades exportadoras del país, que hoy día nos privilegian con su presencia en las tribunas.
La idea de la Mesa es que tanto los Senadores de las distintas bancadas como el Ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central hagan uso de la palabra en forma ordenada y durante el lapso necesario.
Para tal efecto, propongo distribuir el tiempo en proporción al número de integrantes de cada Comité, de la siguiente manera: Demócrata Cristiano, 19 minutos; Unión Demócrata Independiente, 17 minutos; Renovación Nacional, 11 minutos; Socialista, 8 minutos; Partido Por la Democracia, 3 minutos; Partido Radical, 3 minutos; Institucionales 1, ocho minutos, e Institucionales 2, seis minutos. El Ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central podrían intervenir entre 30 y 40 minutos, en conjunto. Esto daría un tiempo total estimado de 105 a 110 minutos.
Repito que el tiempo se repartió en función del número de integrantes de cada Comité y serán éstos los que lo distribuyan. En consecuencia, cuando un señor Senador use de la palabra en el orden establecido, se entiende que está utilizando los minutos que le corresponden a su Comité.
El señor OMINAMI.-
¿Cuál va a ser el orden, señor Presidente?
El señor ROMERO ( Presidente ).-
El que indiqué, Su Señoría. Primero el Comité Demócrata Cristiano; luego, la Unión Demócrata Independiente; en seguida, para permitir cierto equilibrio, podría usar de la palabra el Comité Socialista y después Renovación Nacional, y a continuación, los Comités Mixto, Institucionales 1 e Institucionales 2.
IV. ORDEN DEL DÍA
EFECTOS DEL DÓLAR EN SECTOR PRODUCTOR Y EXPORTADOR CHILENO
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Foxley.
El señor FOXLEY .-
Señor Presidente , hemos pedido esta sesión especial del Senado para discutir un tema que nos parece central en las próximas etapas de desarrollo del país.
En la prensa del día de ayer se publicó una información sobre el ingreso por habitante de los chilenos. Se indicaba que éste se duplicó en los últimos años; se triplicó en comparación con el de 1990, y se cuadruplicó respecto de 1987.
Partí señalando lo anterior porque me parece que la materia que debatiremos hoy día es esencial para un proyecto que Chile, hace algún tiempo, definió como "proyecto de desarrollo". Se trata de un proyecto de país que opta por abrir la economía, por competir en el mundo, de igual a igual, con naciones de mayor grado de desarrollo, y por apostar a nuestra capacidad de generar una economía más vibrante, que aprovecha mejor los talentos de su gente, capaz de impulsar su potencialidad emprendedora, y, por lo tanto, que se para en sus propios pies en virtud de un enorme esfuerzo exportador. Hablo de "esfuerzo exportador", porque el tamaño del mercado interno es muy pequeño, de manera que, estructuralmente, debemos volcarnos hacia el exterior.
Hemos trabajado 15 años para abrir mercados internacionales, a través de los TLC. Las oportunidades están allí. Las cuotas de importación, incluso de productos que antes se hallaban completamente excluidos -como carnes y productos lácteos-, se encuentran abiertas, y ahora hace falta que el país se ponga a tono, a punto, y movilice toda su capacidad emprendedora para enfrentar este desafío.
El problema que nos afecta en este momento es coyuntural. Hemos tenido una volatilidad en una señal clave en la economía, que es el tipo de cambio. Esta volatilidad ha sido muy fuerte -a mi juicio, excesiva-, y nos plantea un dilema fundamental: si creemos o no en la idea del ajuste automático, en la idea que el mercado va a determinar día a día cuál ha de ser el valor del tipo de cambio, y el resto de las decisiones económicas deben ordenarse en torno de esa señal. Pero el problema de esto radica en que se trata de un camino ya conocido.
Un tipo de cambio altamente volátil permite la sobrevivencia de los sectores de actividad, productores de recursos naturales, sobre todo los no renovables, los cuales, por generar renta, pueden absorber esa volatilidad sin comprometer los programas de inversión o las cifras de empleo.
El punto es que debemos pensar que la única forma como esta economía pequeña, abierta, vulnerable puede pasar a su nueva fase de crecimiento es diversificando su canasta exportadora, agregando valor a las exportaciones y buscando sistemáticamente ocupar los nichos más sofisticados de exportación en los mercados de los países desarrollados.
Por lo tanto, si uno sigue el argumento de cualquier economista, en el sentido de que la política cambiaria debe apuntar hacia un tipo de cambio real de mediano plazo, que permita un equilibrio o un leve déficit en la balanza de pagos, tiene que plantearse en ese momento cuál es el perfil exportador al que esa economía apunta, de modo de lograr el paso a una fase nueva de desarrollo, con exportaciones más diversificadas, con menos vulnerabilidad y sin entrar en estas "montañas rusas" en que nuestra economía como otras de América Latina han estado históricamente involucradas, por la excesiva concentración de recursos naturales.
La afirmación que quiero hacer -de carácter técnico- es que el tipo de cambio real de equilibrio de mediano plazo para una economía con exportaciones diversificadas y con mayor valor agregado, es más alto que el que se puede sostener cuando se concentra en la exportación de cobre y, además, en un par de productos naturales.
Lo que se arriesga, si uno no trata de orientar el mercado cambiario hacia ese tipo de cambio real de mediano plazo un poco más alto, es, primero, comprometer la situación de los nuevos exportadores emergentes que, después de ver las oportunidades de estos nuevos mercados, están recién aprendiendo a hacer el negocio exportador; es decir, invertir más en tecnología, mejorar la calidad de los productos, construir redes de distribución, conocer mejor los mercados internacionales. A esa gente le estamos diciendo: "Señores, parece que ustedes se equivocaron, porque resulta que no les podemos garantizar ninguna señal medianamente estable para su negocio, y ya hay varios sectores en los cuales está comprometida la rentabilidad de sus negocios".
Pero más relevante que eso es que en la perspectiva de mediano plazo hay gente que creyó que estos mercados se hallaban abiertos; que íbamos a ser capaces de dar una señal de estabilidad relativa en los elementos básicos -incluyendo el tipo de cambio-, y que estaba planeándose realizar inversiones importantes.
Tengo aquí algunas cifras.
En el sector carnes, inversiones en porcinos y aves por más de mil quinientos millones de dólares en los próximos años; y otras en carnes rojas.
Lo que pasa es que esas inversiones están pensadas para un tipo de cambio real de mediano plazo que no es precisamente el que indica el mercado hoy día.
Ha habido una apreciación del tipo de cambio -sacando lo relativo a las fluctuaciones de monedas-, poniéndolo con una canasta de monedas, según el período de comparación, en febrero del 2003, de 22 por ciento; respecto de los últimos nueve meses, de 15 por ciento en términos reales, y de 13 por ciento en el período 88 a 97.
Por lo tanto, el deterioro real, la amenaza al esfuerzo exportador es innegable. Y lo que queremos evitar es que por una pasividad de la autoridad -sea el Banco Central u otra- simplemente condenemos a quienes han creído en este esquema de desarrollo exportador a sufrir un retroceso fundamental en sus planes de inversión y a pérdidas importantes en sus negocios.
Este elemento -quiero insistir- es indispensable que se corrija.
No estamos diciendo que tenemos que ir a un tipo de cambio fijo. Y lo digo, porque algunas autoridades monetarias han señalado que estamos promoviendo eso.
En los años 79 a 82 fuimos de los más duros críticos de la política de tipo de cambio fijo que produjo un colapso financiero en 1982. Después, con colegas del Ministerio de Hacienda en México y en Argentina advertimos muchas veces que ésa era una política equivocada.
Estamos muy lejos de querer volver a eso.
Lo que estamos diciendo es que una política cambiaria razonable, compatible con la estrategia de desarrollo del país, tiene que ser una en que la autoridad, el Banco Central, intervenga activamente en el mercado cuando deba hacerlo, no para fijar determinado tipo de cambio, sino para llevar el de corto plazo en una dirección coherente con el tipo de cambio de mediano plazo que, a su vez, debe ser coherente con una estrategia exportadora de mayor valor agregado y mayor diversificación.
Si no es así, lo que va a pasar será muy simple: tendremos una apreciación creciente del tipo de cambio; importaciones baratas que van a amenazar al sector manufacturero (ya está sucediendo en el sector textil, en el cuero, en el calzado y en varios otros rubros); vamos a desustituir importaciones en insumos básicos y, sobre todo, induciremos expansiones del consumo, además de los créditos para éste, con el consiguiente sobreendeudamiento de los consumidores. Y esa burbuja de la plata dulce ya la conocemos; ha ocurrido en el pasado con efectos bastante negativos.
Tenemos que evitar la "montaña rusa"; debemos usar todos los instrumentos.
Si la orientación es moverse hacia un tipo de cambio real de mediano plazo, ¿qué instrumentos necesitamos? El primero es la información sobre dónde va a ir el Banco Central; qué señales dará si las distorsiones actuales se agravan.
¿Qué tipo de intervención? He estado leyendo un par de artículos de unos muy reputados economistas japoneses. No voy a proponer el modelo japonés para Chile, pero quiero decir que en esa nación, que tuvo una recesión económica de 10 años y un problema de apreciación del tipo de cambio muy grave, su Banco Central decidió intervenir masivamente y gastó "muchos recursos" en eso, y dio vuelta la tendencia del tipo de cambio.
Hoy día la economía de Japón se encuentra en expansión; está reduciendo desempleo y, finalmente, se halla en un proceso de crecimiento después de 10 años de no tenerlo.
No estoy señalando que debemos hacer las maxi intervenciones de Japón, sino recalcar que la compra de divisas por parte del Banco Central cuando el mercado se encuentra orientado en la decisión equivocada es un instrumento obvio, evidente, pues dicho organismo está para eso. Sus autoridades, a mi juicio, entre sus responsabilidades, tienen la de utilizar ese mecanismo.
Me parece que hay muchas otras cosas que pueden realizarse.
Hay pagarés y bonos en dólares emitidos por el Banco Central que debiera retirar; existe una política de disminución de reservas que tendría que revisarse, porque en este momento no coincide con las necesidades de la economía; debe haber una mejor coordinación entre el sector público y el Banco Central para ver el impacto neto sobre el mercado de divisas y lo que ocurre con el Fondo de Estabilización del Cobre, con lo que realizan empresas como ENAP y CODELCO, o con lo que hace Tesorería.
Deberíamos tener un comité coordinador, que se reuniera una vez a la semana, o cada quince días, para ver qué están haciendo unos y otros, y cuál es el efecto neto sobre el dólar.
Lo que pasa con la moneda norteamericana y las divisas es un dato fundamental en esta economía.
Se nos dice, a veces, que lo que debe hacerse es que los privados contraten seguros de cambio. Algunos lo hacen. No más de un tercio de las empresas los toman.
Los seguros cambiarios son de corto plazo, a 360 días, y extremadamente caros. Por lo tanto, una empresa pequeña o mediana que en serio quiere meterse en la inversión para exportar, no lo puede hacer.
Ahora, a fin de año, cuando se venzan los últimos seguros de cambio contratados, ¿saben Sus Señorías a qué precio futuro de la divisa se están ofreciendo? A 515 pesos. ¿Qué resuelve eso?
En todo caso, si uno quiere irse por el camino de los seguros de cambios, lo que corresponde es una política pública en que -sea por parte del Ministerio de Hacienda o del Banco Central, o de ambos- se desarrollen instrumentos para fomentar ese mercado. Y eso puede significar la necesidad de subsidios para el productor emergente o para el pequeño, que hoy día no puede pagar ese tipo de seguro.
Sólo señalo simplemente algunas de las ideas que están presentes.
Pero quiero subrayar lo relativo a la información.
Nosotros queremos saber, por ejemplo, si se ha estado prepagando deuda y cuál ha sido su impacto sobre el mercado de divisas; si se ha pagado en pesos. Hay un problema de información respecto del cual, a mi juicio, sería muy importante que las autoridades nos lo aclararan.
Pienso que el foco de la política económica, y sobre todo la cambiaria, debe ser en función de los que producen e invierten para estos mercados externos de gran escala. Ése es un objetivo del país. Es indispensable, porque lo que necesitamos es una macroeconomía para la producción y el empleo y no para seguir modas. Los economistas en los años 80 tenían por moda el tipo de cambio fijo; hoy día, la de libre flotación.
Por eso, la autoridad debe intervenir cuando las cosas no funcionan de acuerdo con los intereses vinculados al desarrollo del país.
Señor Presidente , terminaré mi intervención con tres argumentos brevísimos sobre hechos que confunden y que dan cuenta del problema.
Primero, se ha dicho en medio de este debate -el cual ya lleva algún tiempo- que lo que sube baja y que, por tanto, no debe existir preocupación: el cobre subió; algún día bajará. Claro, en el futuro disminuirá su precio. El problema es, si ello acontece en tres años más, ¿cómo hará el pequeño o el mediano empresario para aumentar su productividad, a fin de compensar el impacto distorsionador que hoy en día genera el precio del metal rojo, que está por sobre los dos dólares? Al parecer, los tiempos no coinciden.
El desarrollo de nuevos mercados tarda mucho tiempo -nos llevó más de veinte años en abrirlos- y en sólo meses se cierran.
Segundo, se ha dicho que el tipo de cambio real deteriorado es un espejismo. Pero, cómo va a serlo si tengo aquí las cifras correspondientes a varios sectores: el frutícola, el vitivinícola, etcétera, las cuales demuestran que en el alimentario -donde Chile debiera ser una potencia en el próximo decenio y quedar dentro de los diez primeros lugares del mundo- estamos marcándonos un autogol.
El otro día un productor lácteo me decía -tal vez, en una forma un poco dramática, pero muy viva para ilustrar lo que está pasando- que tenían un contenedor de productos lácteos para enviarlo en enero a la costa de Estados Unidos. Sin embargo, aquél quedó vacío, porque con el tipo de cambio, en la actualidad ya no es rentable el negocio y, además, como los costos en pesos han seguido subiendo, no resulta provechoso exportar.
Se ha dicho -éste es el último punto- que no nos debemos preocupar, porque hay otros países que están peor. Pero miremos a Australia, a Nueva Zelandia. La apreciación de sus monedas ha sido más fuerte que la nuestra. Y, seguramente, existe un cuadro comparativo que lo indique.
No obstante, quiero decir una sola cosa: Australia y Nueva Zelandia son economías maduras, con ingresos del orden de los 30 mil dólares per cápita. Su proceso de transformación productiva hacia los mercados mundiales ocurrió hace rato, con industrias de alta productividad, de elevada eficiencia. Por lo tanto, los ajustes de esos países en el tipo de cambio generan un efecto marginal sobre la estructura productiva y el empleo.
En Chile tenemos un largo camino por recorrer. Estamos en 7 mil dólares per cápita y debemos llegar a los 25 mil ó 30 mil para contar con empleos de buena calidad. Además, el proceso requiere un acompañamiento y éste menos volatilidad, incertezas y vulnerabilidades que las que provoca una política pasiva frente al tipo de cambio.
El señor ROMERO (Presidente).-
Restan 2 minutos y 43 segundos a la Democracia Cristiana. Si no los usa, le quedan en reserva.
En el tiempo del Comité Unión Demócrata Independiente, tiene la palabra la Senadora señora Matthei por 17 minutos.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente, es tan evidente el hecho de que un dólar bajo afecta fuertemente a los exportadores y que lo hace en forma muy notoria respecto de quienes compiten con importaciones que, a mi juicio, ni siquiera vale la pena citar ejemplos relacionados con los distintos rubros. Porque es algo obvio.
Los productores nacionales tienen, por lo general, costos crecientes, en pesos, y reciben dólares por los productos que venden en el extranjero. Se trata de dólares que cada vez valen menos acá. Por consiguiente, sufre la rentabilidad; en algunos momentos esa exportación incluso pasa a ser no rentable, y se pierden mercados cuya conquista la mayoría de las veces ha requerido gran inversión, bastante tiempo y mucho esfuerzo.
En consecuencia, no entraré a abordar los efectos terriblemente negativos que implica un precio del dólar bajo. Eso resulta muy obvio.
Los gráficos que nos entregaron indican cuál ha sido la trayectoria del tipo de cambio real desde el año 90 en adelante. Ahí se pueden apreciar distintas caídas en el precio del dólar. Se observa una bastante pronunciada y permanente que empieza en 1991, y llega a su punto más bajo en el período 1997-1998. También podemos ver numerosos tipos de cambio, que básicamente corresponden a fluctuaciones.
A mí lo que me preocupa es qué se puede hacer frente a esta situación. Y si tanto nos inquieta el precio del dólar, bueno, veamos qué fórmula conviene aplicar, siempre que ello resulte posible.
Como la caída es tan pronunciada y estructural, cabe preguntar por qué fue tan fuerte en esa época. Básicamente porque la economía chilena estaba creciendo mucho más que la mundial -tres o cuatro puntos en promedio- y sencillamente porque esos resultados eran inevitables.
¿Alguien creería que si durante ese período el Banco Central hubiese empezado a comprar dólares podría haber frenado la caída de su precio? ¡Imposible, sin duda! Porque la caída fue tan feroz y tan sostenida -obviamente, respondía a factores estructurales de la economía chilena y de la del resto del mundo- que el Instituto Emisor podía haber gastado lo que quisiera en la compra de dólares sin que la situación cambiase un ápice.
Por lo tanto, las únicas oportunidades donde quizás es factible hacer algo es cuando se trata básicamente de fluctuaciones. Por ejemplo, de una caída pequeña del precio del dólar; frente al surgimiento de malas o buenas noticias de Argentina, de Brasil, o ante una acción terrorista en alguna parte.
En esos casos, efectivamente, el Banco Central podría hacer algo. El punto es si conviene o no hacerlo. Porque cuando se supone que dicho organismo va a comprar dólares aparecen diversas personas que los adquieren baratos y después hacen un pingüe negocio. A ésos se les llama "especuladores".
En el fondo, si la mencionada institución decide comprar la moneda norteamericana, porque en una coyuntura de corto plazo ha caído el tipo de cambio, quienes ganan son los especuladores. No sé si los señores Senadores consideran que ésa es una buena inversión de los recursos públicos: pagar un sobreprecio a aquéllos. Yo, por lo menos, estimo que hay muchos otros proyectos más importantes que eso, básicamente los de carácter social.
En consecuencia, señor Presidente , de lo primero que deseo llamar la atención es sobre las caídas estructurales, respecto de las que nadie puede hacer nada. Pero hay otras caídas, que obedecen a fluctuaciones, donde sí es posible realizar algo. ¿Dónde está el problema? Cuando se produce una caída, no sabemos si estamos frente a una u otra.
En el momento en que comenzó la caída, pensábamos que tal vez era de corto plazo. Nadie sabía nada, aunque algunos economistas así lo suponían. Porque siempre se actúa sobre la base de supuestos. Vale decir, uno debe suponer cuál será el crecimiento de la economía; cuál va a ser el precio del cobre; cuál será el precio del petróleo; cuál va a ser la trayectoria del resto del mundo, etcétera.
La cantidad de errores posibles es feroz. Se puede hacer una apreciación relativamente informada, pero al final es una apuesta.
Eso pasa, por ejemplo, todos los años con el Banco Central y la Dirección de Presupuestos cuando calculan el precio del dólar, del petróleo y el crecimiento del país. Generalmente no achuntan, porque son demasiados los supuestos respecto de variables que no se conocen de antemano.
Por consiguiente, cuando se está frente a una caída en el tipo de cambio, no se sabe si ella es de largo plazo o si se trata de una fluctuación de corto plazo.
Insisto: si la caída es de largo plazo, no hay nada -¡nada!- que se pueda hacer. Claro, podemos dejar de crecer. Si hubiéramos dejado de crecer al 7 u 8 por ciento durante esos años, probablemente, se habría evitado la caída del precio del dólar. Pero no sé si la gente querría eso.
En definitiva, señor Presidente , debemos darnos cuenta de que si somos una economía abierta, tenemos oportunidades de crecimiento estupendas, pero también corremos riesgos. Y uno de ellos es el tipo de cambio, que puede ser objeto de fluctuaciones amplias y durante extensos períodos. Por desgracia, eso afecta muy fuertemente a ciertos sectores y beneficia a otros.
Recuerdo que durante todo el tiempo en que se produjo una situación como ésa los importadores funcionaron de modo fantástico. Eso es parte de la vida y parte de la economía.
Frente a un tipo de caída coyuntural nadie puede hacer nada -¡nada!-, ni siquiera tomar un seguro para el tipo de cambio. Éste funciona sólo para una fluctuación de corto plazo, como la que probablemente estamos viviendo ahora, aunque no lo sabemos con claridad. Porque en este momento la caída del precio del dólar es la otra cara de la moneda, que dice relación al aumento del precio del cobre. O sea, es una sola moneda con dos caras: sube el precio del cobre, baja el tipo de cambio. Así de sencillo.
Nadie sabe cuánto durará así el precio del dólar porque, entre otras cosas, es difícil precisar cuánto tiempo le seguirá yendo bien a China, aunque es posible pensar que será por un período relativamente largo.
Por lo tanto, respecto de las caídas de corto plazo, las empresas deben poner un costo más de producción que seguros para el tipo de cambio. Y, frente a las caídas de largo plazo, nadie puede hacer nada. Ésa es la triste realidad.
Sin embargo, eso también sucede en otros ámbitos.
Si una industria usa muy intensivamente la energía, y el precio de ésta sube fuertemente, porque nos cortan el gas, porque aumenta el valor del petróleo, etcétera, esa industria también va a experimentar problemas como el que ahora nos ocupa. En verdad, las empresas están sujetas a toda clase de riesgos, y el del tipo de cambio es uno más, y nos tenemos que acostumbrar a trabajar con él.
En estos días todo el mundo dice: "¡Hay que hacer algo, hay que hacer algo!", pero nadie señala qué se debe hacer. Si me expresan que lo que realmente quieren es que el Instituto Emisor empiece a comprar dólares, les digo que voy altiro a adquirirlos baratos para vendérselos caros pasado mañana a la misma entidad. ¡Pucha que buen negocio! No sé si ustedes quisieran que con recursos fiscales me financiaran esa "pasadita" especulativa. Yo por lo menos, cuando veo gente en mi Región que debe esperar dos años para realizarse una operación, prefiero invertir el dinero en solucionar ese problema.
Existe, sí, una medida que puede tener efecto: aumentar el límite de inversión de los fondos de pensiones en el exterior. Ello no sólo sería positivo para la coyuntura que estamos viviendo, sino que, en realidad, es algo que se requiere de todos modos.
Las AFP recaudan todos los meses cierta cantidad de dinero de los ahorrantes, de los trabajadores. Y deben invertir todo ese capital en el mercado nacional, pues se encuentran absolutamente topadas con el máximo que les está permitido colocar en el extranjero, que alcanza a 30 por ciento.
Señor Presidente , ese dinero se halla presionando muy fuertemente los precios de los activos y de los títulos en nuestro mercado, que es muy pequeño. Y por ello es muy posible que los precios de las acciones en Chile sean más altos que lo razonable. Básicamente, se trata de un mercado cautivo, conformado por los recursos de todos los trabajadores, que sólo se pueden invertir en nuestro país, porque -insisto- el límite para hacerlo en el extranjero está absolutamente topado.
Una ampliación del margen de colocación en el exterior significaría una disminución de la presión en la inversión de activos en los mercados nacionales. Asimismo, implicaría una gran ganancia para todos los trabajadores y los futuros pensionados, porque disminuiría el riesgo país de las inversiones de los fondos de pensiones, diversificaría el riesgo moneda, el de tipo de instrumento, el de empresas de papeles específicos, etcétera. Se produciría una diversificación, que siempre es buena en el largo plazo.
Algunos creen que lo anterior no tendría ningún efecto, pues sostienen que los fondos de pensiones harían hedge, y yo digo que es una tontera. Porque para qué se va a invertir en el extranjero si se va a hacer hedge sobre el ciento por ciento. Probablemente se hará sólo respecto de una parte.
Recordemos que en este momento los fondos de pensiones manejan 77 mil millones de dólares. Es decir, bastaría una apertura de un diez por ciento más para que 7.700 millones de dólares pudieran ir al extranjero, y eso sí tendría un efecto, por una vez, pero tendría un efecto sobre el nivel del tipo de cambio. Y si fuera de un 20 por ciento más, o sea, si se ampliara el límite un 50 por ciento, serían 15 mil millones de dólares los que saldrían. Y sobre esto no se haría hedge completamente.
Tengo claro que ésta es una medida estructural y no coyuntural, pero que aumentaría por una vez el tipo de cambio, y después continuaría con la tendencia que va a seguir de todos modos.
Señor Presidente , yo soy exportadora de fruta, y lo estamos pasando pésimo. Ojalá alguien pudiera hacer algo para subir el tipo de cambio. Sin embargo, como economista estoy en condiciones de señalar que, si la caída es estructural, nadie puede hacer nada, salvo medidas como la descrita, que lo único que lograrán es aumentarlo por una vez.
Ahora bien, si es un problema coyuntural, una caída de corto plazo, tengo claro que, como exportadora, debiera tomar un seguro de tipo de cambio. No lo he tomado, porque creo que el riesgo es mayor que lo que vale. Y, por lo tanto, decidimos obviarlo, aunque sabíamos que debíamos haberlo contratado.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Le restan cuatro minutos y medio a la UDI, pero no hará uso de ellos.
Tiene la palabra el Senador señor Ominami, a quien le han cedido sus tiempos los Comités Radical e Institucionales 2.
Su Señoría dispone de 17 minutos en total.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , quiero agradecer a los Comités que me han facilitado su tiempo y decir que voy a intervenir en nombre de los Senadores socialistas y, también, en el de los del Partido Radical Social Demócrata, lo cual me honra.
Deseo comenzar valorando la oportunidad que se nos brinda, pues creo que se trata de una discusión fundamental.
Lamenté mucho la decisión que se tomó de postergar esta sesión hace un tiempo, pero quizás ello fue para mejor.
En mi opinión, contamos con una buena participación para tratar la materia y existe gran atención de la prensa y de la ciudadanía respecto de estos debates.
Pienso que una buena manera de iniciar dos semanas que serán cruciales en el desarrollo político de Chile es partir con una discusión sobre asuntos que involucran, fundamentalmente, el progreso del país.
Aquí hay una primera cuestión, como dirían los abogados, en especial y previo pronunciamiento. Y ella es bien simple: saber si un dólar a 514 pesos representa o no un problema. Dilucidado esto último, surge, naturalmente, la segunda: ¿qué se puede hacer?
Distinto es, por cierto, como hacen algunos, encogerse de hombros o decir, como he escuchado a otros, con una voz un tanto engolada y en tono doctoral, basados quizás, no se sabe muy bien, en qué fundamento: "Mire, aquí estamos en libre flotación y contra el mercado no se puede hacer nada". Eso lo he oído reiteradamente durante estos días.
Quiero señalar que con mi intervención me propongo un doble objetivo.
Por una parte, demostrar que el problema no sólo existe, sino que es tan grave que puede terminar comprometiendo nuestro desarrollo futuro al tornar crecientemente difícil, incluso en muchos sectores inviable, la continuidad del proceso exportador y la indispensable diversificación productiva. Así de grave es.
Además, sostendré que si bien se trata de un problema complejo que -parafraseando a un ex colega nuestro- no tiene solución en cinco minutos, es posible construir un conjunto de propuestas que eviten el colapso de un importante sector de exportadores que operan con márgenes cada vez más estrechos y que no disponen de las rentas naturales que benefician actualmente, por ejemplo, a los grandes exportadores de cobre.
Digamos las cosas con claridad.
Hoy día, a un gran exportador de cobre el tema cambiario le resbala. El dólar se puede desmoronar y llegar, incluso, a 400 pesos, y Chile va a continuar exportando cobre, molibdeno y celulosa.
Pero no se trata de eso, sino de cómo diversificar nuestras exportaciones, de cómo avanzar en las cadenas de valor agregado. Y es allí donde nos encontramos con sectores cuya viabilidad está claramente en cuestión.
Quienes tienen una fe ciega en el mercado y rechazan cualquier tipo de intervención pueden terminar haciéndole un grave daño al país.
Por su parte, quienes por convicción -tal vez sea el caso de la Senadora señora Matthei - o por cierto facilismo intelectual promueven el inmovilismo, a mi juicio, se equivocan muy profundamente.
¿Cuál es el problema, señor Presidente ? ¿Cuál es el punto?
El tipo de cambio real hoy se encuentra en un nivel similar al que hubo a mediados de los 90. Es decir, una década después se vuelve al nivel preocupante que antecedió a la aguda apreciación que se produjo entre 1995 y 1997, período de altos déficit en cuenta corriente que precedió, ni más ni menos, a la crisis asiática.
Si no intervenimos a tiempo lo que vendrá aquí será la crónica de un resultado perfectamente anunciado, porque se conoce.
Un dólar a 514 pesos se compara muy negativamente con uno a 550, propio del período 1990-1999; o, mucho más negativamente, con el dólar a 601 pesos, que fue el promedio del período 1986-1997.
El tipo de cambio se ha deteriorado notoriamente en los meses recientes ¿lo cual, tal como lo subrayó el Senador señor Foxley , es importante destacar y reiterar-, no sólo respecto del dólar norteamericano, sino también del euro y de la canasta de monedas de nuestros principales socios comerciales. No se trata de un problema que involucre exclusivamente la relación peso-dólar. Por lo tanto, aquí no hay un espejismo o una ilusión, como algunos han afirmado.
Uno de los factores fundamentales que explican esta situación es el alto precio del cobre. Pero el país sabe por experiencia que es algo transitorio, aun cuando el precio puede seguir siendo alto por algún tiempo -tal vez en un nivel más bajo que el actual-, pero efectivamente lo ignoramos.
Los grandes exportadores, y probablemente algunos medianos, se han cubierto a través de seguros de cambio. Pero los pequeños productores de transables no tienen acceso a ellos. Sobre todo, los exportadores indirectos, que son pequeñas y medianas empresas, no están en condiciones de compartir el aseguramiento que logran las empresas a las que proveen, debido a la brutales asimetrías en el poder de mercado de ambos sectores.
Desde luego, la fuerte y progresiva devaluación del dólar americano está afectando los niveles y ritmos de crecimientos, así como la diversificación del sector exportador. Y, por esa vía, los ritmos de crecimiento y de inversión del conjunto de la economía.
Además, la pérdida de competitividad de los sectores exportadores no tradicionales traerá aparejados dos fenómenos extremadamente delicados. Por una parte, una agudización de los procesos de concentración económica en una estructura productiva ya altamente concentrada, y por otra, empeorará la distribución de los ingresos, afectando con ello las perspectivas de desarrollo de vastas regiones del país.
Hace dos días la presidenta de ASEXMA explicaba que en el 2005 los envíos de productos manufacturados totalizarán 5 mil 388 millones de dólares, lo que representa un alza de 12 por ciento respecto del año anterior, pero 13,8 por ciento menos de crecimiento con relación a 2004, año en que éste se empinó a 25,9 por ciento, siendo muy alto y dinámico. Pero, ¿qué es lo preocupante? Que, conforme a las proyecciones para 2006, se estima que los despachos de manufacturas crecerán apenas 4,3 por ciento, sumando alrededor de 5 mil 620 millones de dólares.
¿Qué significa eso? Que el fuerte empuje a nuestro desarrollo exportador, producto de este deterioro cambiario, comienza a detenerse. Tan simple como eso. Ése es el tema.
Por su parte, según la prensa de ayer o de hoy, la SOFOFA estima las pérdidas por el deterioro cambiario en aproximadamente mil millones de dólares.
Quiero tomar un ejemplo que es ilustrativo. Hay un producto que ha sido estrella en nuestras exportaciones durante estos años: el vino. Se me ha informado que en Chile hay 200 viñas que exportan a los mercados internacionales, pero sólo 8 concentran más del 80 por ciento del total de los envíos. Las restantes -más de 190- logran retornos entre un millón y tres millones de dólares. Este segmento de viñas, constituidas por pequeñas y medianas empresas, es el que corre peligro por la brusca caída del dólar en el mercado interno.
Hay 100 viñas cuyos envíos no superan el millón de dólares. Las grandes viñas son más diversificadas y el tipo de cambio bajo las afecta menos. Y este problema, naturalmente, arrastrará mayor concentración, pues, en las actuales condiciones, las más pequeñas deberán vender o fusionarse. La mayoría de las viñas hicieron sus presupuestos sobre la base de un dólar en torno a los 580 pesos y hoy enfrentan una grave amenaza si el deterioro cambiario, con un dólar a 514 pesos, continúa profundizándose.
Ésa es la verdad de las cosas.
En general, señor Presidente , para terminar con el diagnóstico y pasar a las propuestas, creo que está bastante claro que todos los actores están ajustándose y que la impresión generalizada existente en el mundo productivo es que, si el tipo de cambio se mantiene en los niveles actuales, el cierre de las pequeñas y medianas empresas será significativo.
Además, debo decir que varios sectores han paralizado ya importantes inversiones y están reevaluando otras a los niveles actuales del tipo de cambio. Y, probablemente, muchas no se lleven a cabo.
Más aún. Hoy muchas empresas prefieren pagar su deuda en lugar de invertir. Se opta por lo primero y no por la inversión, lo que también es malo desde el punto de vista del desarrollo productivo para los próximo años.
Asimismo, se están produciendo ajustes negativos en el ámbito del empleo, tendencia que se agudizará a futuro, ya que hay rubros que enfrentan serios problemas a raíz del atraso cambiario, donde la gravitación de la mano de obra alcanza a cerca del 75 por ciento.
En todo esto, como ocurre siempre, las más afectadas son las pequeñas y medianas empresas. Existe una gran contradicción respecto de lo que queremos lograr como país, en cuanto a la incorporación de los pequeños y medianos productores al desarrollo exportador, que constituyen el motor de nuestro crecimiento. No sacamos nada con hablar y hacer grandes discursos acerca de las pequeñas y grandes empresas si no somos capaces de enfrentar los problemas de competitividad.
Frente a esta situación, pienso que la autoridad ha mantenido cierta pasividad, compartiendo a lo mejor la angustia de muchos exportadores, pero manteniéndose atrincherada en la idea de que contra el mercado no es posible hacer nada.
En mi opinión, se debe tener cuidado con este argumento, porque llevado al extremo conduce a interrogarse acerca del sentido mismo de la existencia de la autoridad. Si un Banco Central, que es lejos el principal actor del mercado cambiario, renuncia a intervenir -no me refiero al Banco Central de Chile, que entiendo que no ha renunciado, sino que estoy hablando en general-, uno puede legítimamente terminar preguntándose para qué sirve ese Banco Central.
Las entidades bancarias sostienen que no es dable tener un tipo de cambio fijo. Les encuentro toda la razón. Es conocida la debacle del dólar a 39 pesos, que -¡ojo!- algunos de los aquí presentes defendieron a brazo partido. También lo es el colapso de la convertibilidad ocurrido en Argentina. Nadie que yo conozca está planteando eso como solución.
Incluso la idea de restablecer una banda cambiaria, como se hizo hasta hace un tiempo, me parece discutible.
El punto es otro. En verdad, el Banco Central no ha sido neutral. Me pregunto: ¿Qué hizo el Instituto Emisor cuando el dólar se disparó por sobre los 700 pesos el 2002? ¿Fue neutral? ¿Se efectuó el discurso de que no se intervendría frente a las fluctuaciones del mercado? ¿Se sostuvo que el mercado debía operar libremente? No, señor Presidente .
¿Qué se hizo? Por suerte, no se dijo en ese momento que había que dejar que el mercado actuara, porque allí se intervino, y masivamente. Frente a esa situación, uno se pregunta por qué la teoría funciona para un lado y no para el otro. ¿No será ¿lo digo muy responsablemente- que en nuestro país hay un sesgo a favor de las finanzas y que no existe la misma sensibilidad frente al mundo productivo?
Creo que ésa es una pregunta relevante.
Sin ir más lejos, cabe preguntarse si es neutral la política de reducción de reservas, que ha significado inyectar a un mercado ya saturado una cantidad adicional de dólares que no sabemos exactamente cuánto es. ¿Es racional, en las condiciones actuales, prepagar deudas en pesos por parte del Fisco, liquidando en el mercado interno más de 2 mil millones de dólares, como se ha informado en la prensa?
Quiero terminar formulando algunas propuestas, porque me parece válido el alegato de que no basta con hacer diagnósticos, sino que también es preciso proponer soluciones.
Ante todo, se debe reconocer que el problema existe y que hay que salir de la pasividad. Ésa es la primera medida.
Es evidente que las autoridades no tienen el control de todas las variables en juego, pero ello no implica instalarse en la impotencia y encogerse de hombros. Por de pronto, creo que una actitud vigilante y disponible para utilizar todos los instrumentos al alcance puede actuar como disuasivo para frenar actuaciones que profundicen el deterioro cambiario.
Los sectores productivos del país necesitan de la autoridad un compromiso sólido con el desarrollo exportador.
Leí las declaraciones de hace algunos días de Felipe Morandé , importante asesor del comando del candidato de la Alianza, quien sostiene que lo más importante es defender la libre flotación. En mi opinión, lo más relevante es defender el desarrollo productivo de Chile. Todo lo demás es ideología.
En consecuencia, es esencial dar garantías de que hay disposición para realizar todos los esfuerzos necesarios tendientes a asegurar que el tipo de cambio se ubique en niveles que no sean incompatibles con un desarrollo exportador vigoroso.
En segundo término, considero conveniente que, por ejemplo, desde la Corporación de Fomento de la Producción se ponga en práctica un programa que permita el acceso de pequeños y medianos empresarios a un seguro cambiario. Quizás productores como la Senadora señora Matthei podrían beneficiarse de un mecanismo de esta naturaleza, pues hoy tienen dificultades para contraer ese tipo de seguros. Creo que sería importante la existencia de una política pública que facilitara el acceso de productores pequeños y medianos a estos mecanismos de seguros cambiarios.
En tercer lugar, en las condiciones actuales, el Banco Central no debe persistir en su política de reducción de reservas internacionales. Proyectaba -como se informó en el Senado- reducirlas en 1.200 millones de dólares durante el presente año.
Esa política, que en general es correcta, pues mantener reservas involucra un costo alto, no es razonable en las condiciones de hoy día.
Como lo han planteado algunos economistas, entre otros Ricardo Ffrench-Davis , sería muy significativo pasar a una política de rescate en pesos del stock de pagarés del Banco Central reajustables por el dólar. Esto implicaría adoptar una política contracíclica, para evitar, no sólo un alza desmedida del tipo de cambio -como lo hizo el Instituto Emisor en el pasado-, sino también la actual baja excesiva del precio del dólar.
Además -también fue propuesto por otros economistas, como Óscar Landerretche Moreno -, sería muy interesante que se pudiera intensificar el programa de estudios de posgrados, que en la actualidad no supera los 400 estudiantes al año, con una beca modesta. Muchas veces son jóvenes que deben partir junto a su familia; y con 15 mil dólares anuales les es difícil estudiar y subsistir. Se podría, por ejemplo, duplicar el monto de la beca y triplicar el número de beneficiarios. Esto tendría un costo relevante, pero ayudaría al propósito que buscamos y, a la vez, significaría un incremento muy positivo en términos de capital humano.
Señor Presidente , terminaré comentando las palabras de la Senadora señora Matthei , quien dijo que puede haber una sola solución.
En mi concepto, lo planteado por Su Señoría no constituye solución.
En primer lugar, está bastante establecido que liberalizar o aumentar a las AFP los márgenes de inversión en el exterior tendría un efecto muy marginal en la cuestión que estamos analizando.
Y, por otra parte, es evidente que a un problema básicamente coyuntural no se le puede dar una respuesta esencialmente estructural. La autorización a las AFP para la salida de fondos es sin retroceso. Aquí estamos hablando de cómo enfrentar una situación que tiene una raíz más bien coyuntural, producto del elevado precio del cobre.
Con esto -lamento haber ocupado todo el tiempo- he tratado de argumentar en relación con las dos materias que planteé al principio. El problema existe, y con imaginación y modestia para escucharnos entre nosotros, a mi entender, es posible encontrar soluciones que lo atenúen.
He dicho.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
El Comité Renovación Nacional dispone de 11 minutos, que se van a dividir en 5 para el Senador señor García y 6 para el Honorable señor Ríos.
Tiene la palabra el Senador señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , son obvios -como lo señalaron los Senadores señora Matthei y señores Foxley y Ominami - los efectos negativos del bajo precio del dólar sobre nuestros exportadores y sobre quienes sustituyen importaciones, en particular cuando se trata de pequeños y medianos empresarios, pequeños y medianos agricultores. El problema existe y, por lo tanto, para sugerir soluciones, lo que uno más necesita, y especialmente en una sesión como ésta, es información.
En tal sentido, deseo plantear dos o tres aspectos bien concretos.
Al inicio de la sesión se nos entregó un cuadro que elaboró la Dirección de Presupuestos acerca de "Fuente y usos de excedentes en dólares", actualizado al 31 de diciembre (imagino que es así, ya que no se dice). No sé si a una fecha anterior. Porque la información que yo manejo, de acuerdo con los antecedentes de la Tesorería y del Instituto Emisor, es sólo hasta el 30 de septiembre del 2005.
Ahora bien, el Fisco nos ha manifestado que prepagó al Banco Central deuda por aproximadamente 2 mil millones de dólares. Aquél contabilizó esa suma como pago en dólares, y el Instituto Emisor, como recepción de recursos en moneda local, en pesos chilenos.
Mi pregunta es dónde se hizo la conversión. Porque si se realizó fuera del Banco Central, claramente la autoridad fiscal ha ejecutado una acción destinada a debilitar aún más el valor del tipo de cambio o bajar más el precio del dólar, con las consecuencias negativas que hemos escuchado en la Sala y que todos conocemos.
Por lo tanto: ¿Cómo se efectuó ese prepago? ¿En dólares o en pesos chilenos? ¿Y dónde se hizo el cambio? Porque no da lo mismo dónde se haya realizado.
Otra pregunta que surge del cuadro "Fuente y uso de excedentes en dólares" es en qué instrumentos se ahorran los excedentes que ha tenido el Fisco en los últimos dos años. Porque nadie puede creer que la plata se guarde debajo del colchón. ¿Están en depósitos en dólares? ¿Se hallan los eventuales depósitos en dólares en el BancoEstado o en el Banco Central? ¿Están en depósitos en UF? ¿Dónde se encuentran los recursos?
No es la primera vez que formulo estas interrogantes, señor Presidente . Las he planteado durante la discusión presupuestaria, y nunca se me ha dado una respuesta. Me dicen: "Hay que preguntar a la Tesorería General de la República ".
Creo que es hora de que el Senado, el Congreso Nacional y todos los chilenos sepamos en qué se invierte. Porque, para los efectos del tipo de cambio, tampoco da lo mismo en qué instrumentos se invierten estos importantes y cuantiosos excedentes fiscales.
Ésas son mis consultas.
No pretendo tomar parte del tiempo del Senador señor Ríos. Deseo, sí, señalar que el problema existe y es grave. En mi concepto, puede poner en serio riesgo a numerosos sectores que están conquistando mercados en el extranjero y a muchos de los que se esfuerzan por sustituir importaciones.
En definitiva, como señaló la Senadora señora Matthei , cabe preguntarse si se están usando todos los instrumentos y si hay otros que podrían utilizarse eficientemente para mejorar la situación.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ríos, por 6 minutos y 25 segundos.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , deseo enfocar el problema desde un ángulo distinto, que sin duda alguna repercutirá en la resolución final. Para ello, comenzaré con tres interrogantes.
Entiendo que el dólar es un producto más, que tiene variabilidades propias de los volúmenes y que alcanza un valor más alto o más bajo en la medida en que exista en mayor o en menor cantidad en el país. Pero como somos una sociedad que, desde la perspectiva económica, tiene la responsabilidad -aceptada por ella, por su estructura institucional y por todas las gestiones laborales, empresariales y profesionales- de conquistar los mercados mundiales, no podemos marginarnos de ser los autores de un proceso que debe adecuarse al interior para alcanzar los niveles de desarrollo que pretendemos.
Los ejemplos de un valor del dólar más alto o más bajo, en cuanto a mayor inversión o actuación del Estado, tienen resultados esporádicos y mediáticos. Pero en la proyección general final, desde mi punto de vista, se requiere una revisión de lo que somos como país para enfrentar el comercio mundial.
Y de ahí surgen mis tres consultas.
En primer lugar, ¿puede una economía tan abierta como la chilena tener éxito si a la vez existen en su interior leyes tan rígidas como las laborales, algunas tributarias, las territoriales y otras que no resulta posible adecuar a las circunstancias y a la versatilidad del comercio en el mundo?
En segundo término, ¿puede una economía tan abierta como la chilena tener éxito si a la vez existen en su interior rigideces administrativas del Estado que inhiben la agilidad que se requiere para adecuar negocios a las nuevas realidades, como el alto número de subsidios sociales estatales que compiten con el trabajo, sobre todo en momentos de pleno empleo?
Y, en tercer lugar, entiendo que la inversión, y no el recurso en el mercado financiero o individual social, posibilita efectivamente aprovechar una divisa baja para capitalizar. Si exporto, con el retorno tengo dos opciones: gastar el dinero o invertir. Si gasto, incorporo al mercado interno los dólares, cuyo mayor volumen genera mayores bajas. En cambio, si invierto, el capital respectivo permite hacer crecer la economía, aumentar la mano de obra y -ello puede ser aún mejor- incorporar valor agregado al producto.
De lo anterior nace, entonces, una enorme duda: Chile, con sus fortalezas, ¿alcanza a ser capaz de convertirse en país del primer mundo?
Para eso, dos respuestas.
Efectivamente, podemos tener capacidades para hacer una nación mejor. Pero ello sólo ha llegado a la gran empresa, que ha logrado dos objetivos básicos: uno, créditos internacionales de bajos intereses, y dos -lo más importante-, necesario volumen de producción, única posibilidad real para competir.
De lo anterior surgen los siguientes caminos.
Primero, revisión de todas las rigideces que existen en el interior y que no les permiten al empresario, al profesional, al trabajador, actuar con las agilidades indispensables para enfrentar este cambiante mundo económico.
Segundo, revisión de todas las rigideces administrativas del Estado, tanto en los actos públicos que implican readecuaciones ágiles que obligan a la responsabilidad del comercio mundial como en las nuevas doctrinas respecto de los subsidios que afectan al trabajo.
Y tercero, adecuación del Estado, en una primera opción, para enfrentar lo trascendente:
1) Procurar mayor inversión con interés internacional, que es el más bajo de la historia reciente, y
2) Organizar un ente que facilite el volumen comercial exterior.
Todo lo anterior permite una sola cosa fundamental y realista: adecuar a Chile en serio al comercio mundial.
Estos aspectos que señalo nacen de un hecho relevante. Es cierto que tenemos una enorme empresa, con capacidades admirables, que se expresan en cifras también admirables; a ella hay que apoyarla, mantenerla en su trabajo, para procurar que alcance pleno desarrollo. Pero detrás se hallan las 580 mil pymes, que no disponen de intereses bajos, ni tampoco de grandes volúmenes de producción; y nosotros las hemos abandonado y las hemos dejado a su propio arbitrio, sin posibilidad alguna de competir.
Y el problema está radicado en una sola cosa, que a ver si de una vez por todas somos capaces de romper: el temor que el privado tiene a la acción del Estado, el desinterés del Estado de actuar en las cosas privadas.
Estos dos países, que marcan caminos a veces tan distintos, no tienen cabida en el mundo actual. El Estado y el sector privado deben trabajar unidos, como ocurrió en momentos importantes de nuestra historia. Y reconozco que la CORFO es uno de los mejores ejemplos de aquello que permitió consolidar para Chile un desarrollo trascendente y significativo que ha llegado hasta nuestros días.
La variabilidad del valor que tiene cualquier producto -y el dólar es uno de ellos- debe adecuar al país. Y para eso, término de las rigideces.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador Muñoz Barra, por tres minutos.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , represento a una zona agrícola, y ahí la situación cambiaria, que tiene que ver con la de la Cuarta, Sexta, Séptima y Décima Regiones, es muy sensible, por algunas razones que quiero señalar muy rápidamente.
Por ejemplo, en materia de generación de empleo, en el último trimestre móvil -agosto, septiembre y octubre- la ocupación sectorial superó el 25 por ciento de la regional, porcentaje que aumenta en el período estival.
En esas Regiones -sé que los señores Senadores estarán de acuerdo-, muchas ciudades viven fundamentalmente de la agricultura o de las actividades que se desarrollan a su alrededor, como el transporte, el comercio o los servicios en general. Para ellas, entonces, un tipo de cambio que afecte su competitividad resulta especialmente preocupante.
Para nosotros, es evidente que un tipo de cambio muy bajo pone en riesgo la apuesta al sector agroexportador y a Chile como potencia agroexportadora y alimentaria.
Debo recordar que las ventas de alimentos al exterior llegaron a 7 mil 200 millones de dólares en 2004; que se incorporaron a ellas rubros hasta hace poco desconocidos, y que nuestro país ocupó el lugar número 16 entre los exportadores en ese rubro.
Ha existido una fluctuación del dólar desde 750 a entre 510 y 513 pesos. Las variaciones que ocurren en períodos cortos producen diversos efectos en la economía real.
El actual tipo de cambio, sin duda, les conviene a las personas endeudadas en dólares, que deben pagar anualmente intereses y amortizaciones.
Por ejemplo, si un grupo económico tiene que servir este año 10 millones de dólares y ahorra 100 pesos por cada uno de ellos, verá reducidos amortizaciones e intereses en cerca de 1.000 millones de pesos.
Por lo tanto, por el solo hecho de encontrarse endeudados en dólares y de registrarse una baja en el tipo de cambio, los grupos económicos en tal situación estarían obteniendo una ganancia y un nivel competitivo que por supuesto se acrecientan.
En ese sentido, señor Presidente , quiero señalar que las pequeñas y medianas empresas industriales o agrícolas, que ocupan nichos muy específicos del mercado, se van a ver tremendamente perjudicadas.
Ese sector se caracteriza por no contar con un gran capital de trabajo. Pero su producción es muy intensiva en ocupación de mano de obra y sus bienes tienen incorporado un alto valor agregado.
En un contexto de tipo de cambio bajo, dichas empresas se hallan condenadas a desaparecer, ya que no pueden esperar a que aquél suba como resultado de la caída del precio del cobre que todos los economistas pronostican para el futuro.
Reitero: es muy probable que un porcentaje importante de las pymes no sobreviva a una situación cambiaria de tal índole.
Por esa razón, señor Presidente , en tan pocos minutos, me atrevo a señalar, en representación del Partido Por la Democracia y de mi colega el Senador señor Flores, que, desde nuestro punto de vista, la autoridad económica debería tomar medidas orientadas a reducir la volatilidad del dólar, de modo de suavizar el impacto sobre la economía interna y el empleo.
He dicho.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Ofrezco la palabra al Comité Institucionales 1.
Ofrezco la palabra.
Tiene la palabra el Honorable señor Larraín, por 4 minutos y 55 segundos.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , he asistido a este debate entre economistas de muy alta versación, quienes han planteado distintas alternativas y miradas al problema que nos ocupa.
Por cierto, no quisiera yo, un modesto abogado, interferir en tan elevada discusión.
Sin embargo, no puedo menos que expresar la inquietud que existe en la zona que represento, de fuertes características agrícolas -como Sus Señorías saben-, que está sintiendo por los dos lados el impacto de la baja del tipo de cambio. Por una parte, la agricultura de exportación está perdiendo las oportunidades que se abrieron con los acuerdos de libre comercio; y por otra, la que sustituye importaciones, aparte del subsidio internacional de proteccionismo agrícola que existe, ahora se enfrenta a la facilitación de la llegada de los productos del caso, precisamente porque el precio del dólar se halla muy bajo.
Pero esta situación no sólo ocurre con la agricultura.
Conversaba hace días con una persona que se dedica a la intermediación de exportaciones. En los últimos ocho años pasó de una cartera de cuarenta productores a otra de cuatro.
Todos los empresarios chicos han caído en forma sistemática. Y los que quedan se encuentran a un nivel tal que probablemente, de mantenerse el problema, verán concluida la actividad en que están involucrados.
Por consiguiente, cabe una pregunta de fondo -y hay que formularla a las autoridades de Gobierno y a los personeros del Banco Central; porque, al final, éste es el interés que nos mueve en esta sesión-: cuál es la estrategia de desarrollo que se quiere para Chile.
Porque hemos hecho una apuesta de apertura al comercio exterior que supone necesariamente un tipo de cambio que permita a esa actividad ser rentable (algo elemental, básico), pero a cierto tipo de cambio. Si cae por debajo de determinado nivel -no sé con exactitud cuál-, deja de ser rentable y el país cambia su estrategia de desarrollo. Pero ello, con una agravante: Chile no sólo se ha dedicado a exportar, sino que ha suscrito muchos acuerdos de libre comercio y está negociando otros -por ejemplo, con China-, lo cual significa que también facilita la llegada de productos a nuestro territorio.
Yo me pregunto: con este tipo de cambio bajo, ¿qué pasará cuando China entre a un acuerdo con nosotros?; ¿qué vamos a hacer con la inundación de productos chinos, que sabemos son muy baratos, por distintos aspectos -laborales, inobservancia de normas sobre el medio ambiente y otras-, que les permiten competir con mucha ventaja respecto de la producción chilena?
Y éstas son, a mi entender, la preguntas medulares: ¿qué estrategia de desarrollo supone la acción del Gobierno en esta materia?; ¿qué estrategia sugiere el Banco Central?
Una segunda inquietud dice relación al papel que juega aquí el cobre. ¿En lo que está ocurriendo, cuánta responsabilidad atribuyen las autoridades y el Instituto Emisor al alto precio del metal rojo? Porque ello tiene que ver con la discusión de si el problema es estructural o coyuntural, y, también, con lo siguiente.
Conocido es el caso de Holanda, donde en un momento dado, por alzas del precio del petróleo, hubo un ingreso de dólares muy sustancial. Eso provocó una disminución de su aparato exportador. Y no tomó resguardos. Cuando pasó el período de altos precios del crudo, quiso mantener su capacidad exportadora, pero advirtió que ésta, en buena medida, se hallaba desmantelada. De manera que durante varios años debió sufrir las consecuencias de no haber sabido proteger oportunamente su aparato exportador.
¿Nos va a ocurrir lo mismo? ¿Vamos a tener la enfermedad holandesa en Chile? Porque si el rol del alto precio del cobre está impactando, ¿enfrentaremos una situación similar?
En seguida, deseo referirme a las medidas por adoptar.
¿Hay o no voluntad para tomarlas? ¿Estiman el Ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central que debe operar el mercado, que pase lo que tenga que pasar? ¿O existe la voluntad de actuar? En caso de que la respuesta a esto último fuera afirmativa, creo importante que el país sepa, en forma transparente, cuáles son las medidas y cuándo se van a adoptar.
Por ejemplo, ¿hay voluntad para reducir las tasas de interés? Si ellas son más altas que las del mercado externo, eso va a abrir la posibilidad de que lleguen capitales a aprovecharlas, lo cual impacta negativamente en el tipo de cambio. ¿Existe la idea de emitir algún tipo de papeles que permita captar dólares para ayudar a bajarlas? Ésta es otra pregunta que vale la pena formular.
He oído al señor Ministro expresar ¿lo decía también el Honorable señor Ominami - que no comparte la propuesta que hacía la Senadora señora Matthei , y que muchos economistas han señalado como factible, en orden a aumentar el límite de inversión de las AFP en el extranjero, la cual pareciera ser una medida obvia que permite comprar dólares y, por lo tanto, ayuda a recuperar el valor del tipo de cambio.
Se pueden dar muchas ideas. Pero aquí no estamos en la academia. Lo que interesa es que las autoridades informen qué medidas proponen para el país en este minuto y cuándo se adoptarán. Y ojalá de modo transparente, muy simple, para que los campesinos, los pequeños productores, las personas que hoy ven amenazada su actividad, su empleo, puedan entender claramente cuál es el futuro que les espera.
Muchas gracias.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Presidente del Banco Central.
El señor CORBO ( Presidente del Banco Central ).-
Por su intermedio, señor Presidente , agradezco al Senado de la República la oportunidad que se me brinda para referirme al tema del tipo de cambio y la política cambiaria, y, de esa forma, proveer información que pueda ser útil al momento de analizarlo.
Como punto de partida, quiero destacar tres aspectos.
Primero, frente a mejoras en los términos de intercambio y en las condiciones financieras internacionales, como las que hemos experimentado en los últimos dos años, es normal y esperable que se produzca una apreciación del tipo de cambio real -es la forma en que la economía acomoda esta ganancia de términos de intercambio-, sin importar cuál es el sistema cambiario: banda cambiaria; tipo de cambio fijo, flexible. Con todos se aprecia igual el tipo de cambio. En algunos casos, con más inflación, como ocurre hoy en Argentina, o como aconteció en Chile en períodos anteriores.
Segundo, el marco de políticas macroeconómicas que hemos perfeccionado en los últimos quince años, incluyendo la flotación del tipo de cambio, es el más apropiado para una economía pequeña e integrada al resto del mundo, que está frecuentemente sujeta a estos tipos de cambio en su entorno externo. No es perfecto, pero, al igual que la democracia como sistema político, es el mejor que conocemos hasta ahora.
Tercero, sabemos que, aun en un régimen de flotación, ocasionalmente el tipo de cambio puede alejarse de sus valores fundamentales y que estas desviaciones, cuando son significativas, pueden tener consecuencias negativas para el desempeño de la economía. Por esta razón, el Banco Central mantiene abierta la posibilidad de intervenir en el mercado cambiario. Lo hicimos en los años 90 y también a comienzos de la presente década.
A continuación, deseo tocar brevemente algunos puntos con respecto a la medición y evolución del tipo de cambio y sus fundamentos; en seguida, analizaré el marco de políticas en el cual se inserta la flotación y por qué implica beneficios para un país como el nuestro, y terminaré con algunas conclusiones.
I. Medición y evolución del tipo de cambio y de sus fundamentos
El efecto de la reciente apreciación del peso sobre la competitividad de los sectores transables ha estado en la primera plana de la discusión pública. Desafortunadamente, ésta ha enfatizado la evolución del valor nominal de la paridad peso-dólar, que, como argumentaré, no es la variable correcta por seguir a la hora de medir cambios en la competitividad externa. Lo mismo sucede con cálculos como cuántos dólares compra una UF, que han aparecido en la prensa y se han usado, incurriendo con ello en un pequeño error: se olvida que en los últimos 25 años hemos tenido una inflación internacional del orden del 60 por ciento. Entonces, al comparar cuántos dólares se compran con una UF, se omite que los precios también han subido en el resto del mundo.
Aun considerando estos aspectos de medición, el tipo de cambio real se ubica hoy aproximadamente 8 por ciento bajo el promedio del período 1990-2005 -remito a los señores Senadores a la figura 8, que hemos distribuido entre el material de apoyo-, habiéndose apreciado en forma gradual a partir del segundo trimestre del 2003. Ello, sin duda, constituye un tema de preocupación para algunos sectores transables. Sin embargo, el tipo de cambio real se ubica 14 por ciento sobre el mínimo que alcanzó en octubre de 1997.
Cabe recordar que desde 1989 a 1998 hubo una gran intervención en el mercado cambiario para tratar de sostener el tipo de cambio real. Eso permitió acumular reservas. Éstas, que ascendían a 4 mil 700 millones de dólares en 1989, llegaron a 18 mil 274 millones en 1997. Acumulamos reservas por 14 mil millones de dólares, con el fin de mantener el tipo de cambio, controles de capitales, reservas. Y el tipo de cambio real llegó a su menor valor en los últimos 25 años. El Banco Central intentó sostenerlo, con la información que poseía, pero se produjo una apreciación que significó un gran costo para el país y para todos los chilenos.
Quiero enfatizar, sin embargo, que aunque el tipo de cambio real está 8 por ciento más apreciado que el nivel promedio del período 1990-2005, las variables fundamentales que hoy lo determinan son mucho más propicias que las observadas, en promedio, durante los últimos 15 años. Es así como la caída del tipo de cambio real en los últimos 2 años obedece mayoritariamente a la favorable evolución de los términos de intercambio y de las condiciones financieras internacionales. Los términos de intercambio, muy influidos por los elevados precios del cobre y del molibdeno, han aumentado en cerca de 40 por ciento con relación al promedio del 2002, mientras que el spread de los bonos externos ha caído a menos de la mitad.
Estamos hablando de condiciones financieras y términos de intercambio muy favorables.
En la figura 9 se ve que los términos de intercambio se encuentran hoy día en valores inusuales en la historia chilena, muy por encima del promedio 1996-2005 y, también, del de los últimos 5 años.
Nuestra evaluación es que, en lo grueso, los movimientos del tipo de cambio real han sido el resultado de cambios favorables en el entorno externo. No se observa inestabilidad ni contagio en los mercados financieros internacionales. Tampoco se advierten desequilibrios en el resto de la economía, como lo demuestran el cumplimiento de la regla fiscal y los prudentes niveles de la cuenta corriente, evaluada a precios de largo plazo.
Tal como comentamos en el último informe de política monetaria, a precio de largo plazo del cobre y a tasa de interés igualmente de largo plazo, el déficit en cuenta corriente chileno se sitúa en torno al 3 por ciento. No hay ningún desequilibrio grande; el consumo está creciendo bien y la inversión aumenta de modo muy fuerte (volveré sobre este punto en algunos minutos). No obstante, en las últimas semanas el tipo de cambio real se ha acercado a niveles que sólo serían coherentes con la presunción de que las condiciones externas favorables se mantendrán por un tiempo bastante prolongado.
Por cierto, ése es un escenario, pero poco probable. Nuestra evaluación es que la favorable coyuntura externa es transitoria y, por ende, que el tipo de cambio real no debiera permanecer por mucho tiempo en los actuales niveles.
II. El régimen de políticas macroeconómicas
Después de haberme referido a problemas de medición, deseo abordar nuestro régimen de políticas macroeconómicas, para poner en contexto muchos de los comentarios que se han hecho en la presente sesión y que también han estado en la discusión pública en las últimas semanas.
La política cambiaria del Banco Central debe analizarse en el contexto del régimen de políticas macroeconómicas y financieras vigentes en el país, el cual, como es sabido, tiene cuatro componentes fundamentales.
Primero, una política fiscal responsable, que sigue una regla de superávit estructural, que el país ha construido a través de los últimos 20 años, y en los últimos 5, con la regla específica de ese tipo de superávit.
Segundo, una política monetaria de metas de inflación acompañada de una política de flotación cambiaria, en que el Banco Central se reserva el derecho a intervenir en el mercado ante situaciones excepcionales. Así lo hicimos en 2002 y en los años 90; en éstos, comprando dólares, y en 2002, siguiendo una fórmula equivalente a la anterior: vendiendo bonos expresados en dólares, para así eliminar la presión y no tener que invalidar, en ese momento, la baja de tasa de interés que requería la economía. Por eso intervinimos la parte cambiaria.
Tercero, la integración financiera con el resto del mundo, que nos da una gran ventaja para absorber shocks. Somos uno de los pocos países que han experimentado un extraordinario avance en esa dirección, en gran parte también por la cuarta característica de nuestras políticas: una eficiente regulación y supervisión del sistema financiero.
La estabilidad macroeconómica, más un sistema financiero bien regulado y supervisado, nos ha permitido movernos en ese sentido.
Este régimen de políticas macroeconómicas y financieras es el resultado del esfuerzo, la experiencia y la reflexión de innumerables personas durante muchos años. No olvidemos que tales políticas han logrado proporcionar al país estabilidad y crecimiento, pese a la volatilidad propia de la región y de nuestros términos de intercambio: la inversión crece en torno a 24 por ciento; las exportaciones industriales, a 12 por ciento, y la inflación se halla controlada.
Dichos logros son reconocidos internacionalmente, como lo hizo hace poco el World Economic Forum, que nos colocó en el primer lugar en manejo macroeconómico entre todos los países del mundo.
Creo importante aclarar que la política monetaria no es indiferente respecto de la evolución del tipo de cambio, por dos razones. Una, porque ésta es parte del análisis que alimenta las decisiones de política monetaria. La trayectoria del tipo de cambio influye en las proyecciones del producto y de inflación, variables claves en la conducción de la política monetaria. De hecho, la decisión de política monetaria del pasado mes de diciembre de 2005 tomó en cuenta la apreciación nominal del peso y sus efectos sobre la evolución proyectada de la inflación, lo que llevó a decidir una pausa en el proceso de normalización de la política monetaria, como lo hicimos explícito en el comunicado emitido el mismo día en que efectuamos la reunión sobre el particular.
Existe por lo tanto, a través de los efectos de la tasa de interés en el tipo de cambio, un grado de estabilización natural de éste en la política monetaria que implementa el Banco Central.
La segunda razón por la cual el tipo de cambio reviste trascendencia para el Instituto Emisor es que este organismo, además de su objetivo de estabilidad de precios, tiene el de velar por la estabilidad financiera. Y, para ello, necesita realizar un seguimiento del tipo de cambio y de los potenciales riesgos susceptibles de introducir variaciones cambiarias pronunciadas, tales como las que se pueden generar cuando se produce la corrección brusca de un tipo de cambio que se ha desviado del valor que es consistente con sus determinantes fundamentales.
En este contexto, el Banco mantiene la opción de intervenir en el mercado cambiario -esto es, alterar su posición neta de moneda extranjera interactuando con el sector privado- en situaciones excepcionales (no queremos apostar a la ruleta plata de todos los chilenos). Ellas se determinan caso a caso, pero tienen en común la conclusión fundada de que en el valor de mercado existe una sobrerreacción que se considera dañina para la economía, unida a la presunción de que la acción de intervenir podría tener un efecto estabilizador. Darían pie a una evaluación como ésta los casos en que se observaran variaciones del tipo de cambio real, que serían difíciles de explicar sobre la base de variaciones presentes y esperadas en las condiciones internas y externas de productividad, de los términos de intercambio, del financiamiento externo y de la demanda interna.
Reconocemos que los mercados no siempre funcionan bien. Sin embargo, toda intervención arriesga erosionar la credibilidad del régimen de flotación cambiaria, la que implica sacrificar parte de los beneficios de éste. Más aún, si el Banco Central equivoca el diagnóstico de sobrerreacción e intenta detener movimientos del tipo de cambio que sí se justifican por variaciones en los fundamentales, entonces se arriesga, además, a que la intervención sea inefectiva e implique un alto costo patrimonial para el Estado chileno. Esto lo hace ser muy cuidadoso al momento de evaluar la conveniencia y la oportunidad de sus intervenciones cambiarias.
Hago presente, de nuevo, que en los años 90 el Instituto Emisor intervino agresivamente, pensando que era lo mejor para estabilizar. Pero hubo grandes pérdidas patrimoniales para el Estado, y el tipo de cambio llegó a sus valores más bajos de los últimos 20 años.
El precio del dólar más bajo se registró en 1997. Teníamos controles de capitales, bandas cambiarias, en fin. Hicimos todo -el país funcionaba bien; el resto del mundo tenía gran confianza, al igual que los inversionistas nacionales-, pero los fundamentos iban en otra dirección. Y eso llevó el tipo de cambio a su menor valor en 25 años.
Los beneficios de la flotación
Existen varias razones por las cuales Chile ha terminado adoptando un régimen de flotación cambiaria. Se ha llegado a este punto tanto por nuestra experiencia con regímenes cambiarios fijos y mixtos (por ejemplo, la banda cambiaria) cuanto por una mejor comprensión de los fenómenos involucrados.
Se puede decir que en los años 70 aprendimos sobre la importancia de la disciplina fiscal; en los 80, sobre la importancia de la disciplina financiera, y en los 90, sobre la importancia de contar con flexibilidad cambiaria.
La flotación cambiaria confiere a la economía, en primer lugar, flexibilidad para enfrentar shocks externos reales, tales como una modificación de los términos de intercambio, permitiendo una respuesta más rápida de los precios relativos y, por ende, un impacto mucho menor en el producto y el empleo.
Hemos disminuido significativamente la volatilidad del producto. Y no olvidemos que llevamos dos años consecutivos creciendo en torno a 6 por ciento y con una gran baja en el desempleo. De hecho, la caída del producto ante shocks adversos en los términos de intercambio es varias veces mayor bajo tipo de cambio fijo o mixto que bajo tipo de cambio flexible. Y las crisis que se originan con tipos de cambio rígidos o mixtos son tremendamente costosas y golpean en especial a los más pobres de la sociedad.
Dicho de otra manera...
El señor ROMERO ( Presidente ).-
¿Me permite, señor Corbo?
Como restan sólo algunos minutos para que finalice la sesión, con el fin de que usted pueda continuar, dentro del tiempo total fijado inicialmente,...
El señor CORBO (Presidente del Banco Central).-
Concluyo en seguida, señor Presidente.
El señor ROMERO (Presidente).-
Usted podría seguir. Porque con el señor Ministro de Hacienda disponen de un tiempo global.
El señor CORBO (Presidente del Banco Central).-
¿Hasta qué hora?
El señor ROMERO (Presidente).-
Hasta las 14:15, si hubiera unanimidad para prorrogar la hora de término.
El señor LARRAÍN.-
Queremos escuchar esas intervenciones, señor Presidente.
El señor OMINAMI -
Así es.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
Conforme.
El señor ROMERO (Presidente).-
Si le pareciera a la Sala, se prorrogaría la sesión hasta las 14:15.
--Así se acuerda.
El señor ROMERO (Presidente).-
Por lo tanto, a ambos personeros les queda un total de 25 minutos.
El señor CORBO (Presidente del Banco Central).-
¿Entre los dos?
El señor ROMERO (Presidente).-
Sí.
El señor CORBO (Presidente del Banco Central).-
Perfecto.
En segundo lugar, señor Presidente , la flotación cambiaria facilita el ajuste a shocks financieros internacionales o, al menos, evita agravar los efectos de ellos. Por ejemplo, los intentos de sostener temporalmente el tipo de cambio cuando su movimiento hacia la apreciación obedece a una reducción persistente en el costo del endeudamiento externo generan expectativas de apreciación, pues la gente sabe que el tipo de cambio debe apreciarse. Y eso fue lo que ocurrió, en gran medida, entre 1995 y 1998.
La flotación cambiaria no es un esquema exento de problemas. La volatilidad de corto plazo -recuerdo que las fluctuaciones mayores y de ciclos más pronunciados se produjeron entre 1989 y 1997- puede ser, en algunos casos, uno de ellos. Sin embargo, estamos convencidos de que para la economía chilena estos costos son menores que los de tratar de manejar el tipo de cambio de manera sistemática, lo que causa ciclos mucho más pronunciados y constituye un germen de inestabilidad financiera.
El interés por endeudarse en dólares se acelera cuando la gente espera gran expansión del gasto, gran apreciación cambiaria. Nada de esto se observa hoy día.
Cuestionamientos a la flotación cambiaria: ¿mitos o realidades?
Por último, haré algunos comentarios sobre ciertos cuestionamientos a la flotación cambiaria.
Se ha argumentado que los costos de la crisis asiática para la economía chilena evidenciarían los riesgos de una excesiva confianza en un tipo de cambio flotante y que estaríamos ad portas de una dinámica similar.
Esa presunción no toma en cuenta algunos factores claves.
Primero, la falta de flexibilidad cambiaria fue uno de los elementos que contribuyeron a la recesión de 1999.
Segundo, fueron precisamente los eventos del período 1995-1998 los que motivaron la transición hacia el régimen de tipo de cambio flexible que tenemos desde 1999.
Tercero, el marco actual de política, que refleja lo aprendido por nosotros y por muchos otros países en los últimos 20 años, es muy diferente del que prevalecía en esa época. Más allá de que las condiciones macroeconómicas son muy distintas, nuestro actual marco de política nos coloca en mejor pie para enfrentar shocks externos como los que enfrentamos en 1997-1998.
Una de las lecciones que hemos aprendido en los últimos 20 años es que, en una economía integrada a los mercados de capitales internacionales, el régimen cambiario debe ser creíble. De otra forma, es muy difícil que se sostenga.
Ahora, deseo remitir a los señores Senadores a la figura 16.
Muchas veces se dice que el Banco Central de Chile es superortodoxo, porque es el único que no interviene.
La figura indicada muestra que, entre países que aplican esquemas monetarios parecidos al nuestro, el Banco Central de Chile intervino en octubre de 2002, en tanto que Nueva Zelandia no lo ha hecho desde 1985, y Canadá, desde 1998. O sea, las intervenciones cambiarias en un régimen de flotación son la excepción en el caso chileno y lo son mucho más en otros países.
La apreciación real de los últimos dos años está asociada, en lo fundamental, a una situación externa muy favorable. Este tipo de entorno económico genera una apreciación cambiaria independiente del régimen cambiario. En nuestro caso, el tipo de cambio nominal hace buena parte del trabajo de ajuste. Si tuviésemos un tipo de cambio fijo, el ajuste se daría igual, pero a través de una mayor inflación, lo que crearía gérmenes para un ataque especulativo con grandes costos para el país. Porque los pobres sufren más con las crisis, no con la volatilidad.
El régimen cambiario de flotación es parte de un marco de políticas macroeconómicas y financieras, y constituye el resultado del esfuerzo, la experiencia y la reflexión de muchas personas durante varios años. Estas políticas han logrado proveer al país de estabilidad y crecimiento, pese a la volatilidad propia de la región y de nuestros términos de intercambio. Es así como acabamos de cerrar un año tremendamente exitoso en cuanto a lo macroeconómico, con tasas de interés moderadas, reducción del desempleo y niveles de crecimiento en línea con el potencial de largo plazo de la economía.
En el actual marco de políticas, ante la normalización del entorno externo, lo más probable es que el tipo de cambio real se deprecie, retornando a sus promedios históricos. Sin embargo, si el tipo de cambio evolucionara hacia valores que, en evaluación del Consejo del Banco Central, se alejan significativamente de sus determinantes fundamentales, tengan la tranquilidad de que utilizaremos las herramientas que están a nuestra disposición -particularmente, las intervenciones cambiarias- para evitarlo.
Las intervenciones se hacen y no se comentan.
Finalmente, quiero efectuar algunas aclaraciones respecto de preguntas que han formulado Sus Señorías.
Primero, debo señalar que la política de reducción de reservas internacionales no tiene ningún efecto cambiario, porque estamos matando con reservas un pasivo en dólares que era caro. O sea, es neutral desde el punto de vista del tipo de cambio.
Por otra parte, hago presente que en el Banco Central analizamos estos temas todos los días. No estamos desconectados: leemos los diarios y tratamos de tomar la decisión que más convenga para el bien de todos los chilenos.
La situación que hemos creado ha permitido que el país se desarrolle y que la inversión crezca. El Instituto Emisor no dispone de instrumentos para afectar a un sector u otro. Para concretar un objetivo de tipo de cambio real se requieren papeles reales.
Lo que sí podemos hacer con la política monetaria es lograr reducir la inflación. De hecho, en los últimos años la hemos mantenido en un nivel estable. Está así desde hace mucho tiempo. Y ésa es la principal condición para que Chile pueda crecer. Incluso, la inversión llegó a uno de los puntos más altos de su historia en 2005. O sea, no tenemos mecanismos para beneficiar acá o allá, pero sí para crear las condiciones básicas a los efectos de motivar el crecimiento.
Gracias a ello les está yendo muy bien a las exportaciones, pues se encuentran creciendo en dos dígitos. El país entero crece, al igual que el empleo. Más que eso no podemos hacer.
Lo que sí podemos asegurar es que pondremos todo nuestro esfuerzo para evitar apreciaciones excesivas que puedan poner en peligro parte importante de la economía real. Pero -insisto-, si bien no participamos directamente en ella, la estamos evaluando continuamente.
Muchas gracias.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro de Hacienda.
El señor EYZAGUIRRE ( Ministro de Hacienda ).-
Señor Presidente , conforme a la Constitución, el responsable de la política cambiaria en Chile es el Banco Central.
No obstante, el Gobierno puede influir indirectamente en esa materia de tres modos: fundamentalmente y en primer orden de magnitud, a través de su política de ahorro público; en segundo lugar, mediante la acumulación de activos y pasivos, ya sea en dólares o en UF; y en tercer término -y de más largo alcance-, por medio de su política macroeconómica.
Como todo esto es muy vasto, me referiré a los dos primeros mecanismos mencionados.
Aprovecho de contar a Sus Señorías que a partir de este año entregaremos la información sobre estas materias de manera trimestral -antes se hacía semestralmente-, para garantizar mayor apertura y transparencia.
En primer lugar, quiero decir que la inquietud que hoy día se presenta en la Sala es completamente comprensible. En la actualidad, 40 por ciento del producto equivale a exportaciones, y otro tanto, a productores que compiten con importaciones. Por lo tanto, es lógico que en cada una de las Regiones que los señores Senadores representan este problema tenga gran importancia.
Ahora bien, para tener una discusión constructiva, es esencial que nos pongamos de acuerdo, no sólo en cuáles son los problemas, sino también en cómo podemos solucionarlos.
En ese sentido, cabe señalar que hay tres clases de tendencias de tipo de cambio. Cada una es muy diferente de la otra, y sus daños y las posibilidades de corrección son también muy distintos.
La primera tendencia -lo digo con toda claridad- es la más estructural. Que la moneda vaya teniendo mayor valor conforme la economía crece más y más, es algo contra lo que nada se puede hacer. Tratar de tapar el sol con un dedo sólo logra que, en definitiva, se produzcan movimientos especulativos, que se pague mucho más y que la apreciación sea todavía mayor.
Basta con que Sus Señorías hagan el ejercicio de mirar el producto per cápita en dólares corrientes y en dólares a paridad de poder de compra de Chile. Podrán observar en esa lista que la diferencia entre uno y otro es cada vez menor en las naciones más ricas. La evidencia internacional demuestra, entonces, que los países, mientras más se desarrollan, se hacen relativamente más caros. Esto incluye a Corea, a Japón y a todas las naciones que muchas veces son presentadas como ejemplo, pero que no pueden ir en contra de la naturaleza de las leyes económicas.
En todo caso, ésa no es la preocupación de hoy día.
Hay un segundo tipo de desviación, que es el de más corto plazo: el relativo al mercado de seguros de cambio. En Chile se ha desarrollado bien; pero, como acertadamente dijo el Senador señor Foxley , sólo sirve para la volatilidad de corto plazo. Obviamente, los exportadores que hoy tienen que reenganchar con un dólar a futuro lo van a hacer a 530 ó 520 pesos, por lo cual el movimiento más prolongado de los seguros de cambio no sirve.
Por la brevedad del tiempo, no alcanzaré a explicar por qué estos seguros todavía son caros para algunos sectores de la producción. Pero puedo señalar que no es distinto del problema general de falta de acceso crediticio para las pymes. Básicamente, el seguro de cambio supone un riesgo de crédito. Es decir, todos los problemas que hay para obtener tasas de interés más bajas se tienen también para estos seguros. Por tanto, se trata de un problema mucho más global.
Entonces, si no podemos hacer nada contra la tendencia de apreciación de largo plazo y los seguros de cambio sirven sólo para la volatilidad de corto plazo, ¿hay algún otro fenómeno que sí nos debiera preocupar? Sí. Y lo digo claramente, porque es el más corrosivo de todos y el más preocupante de todos: la llamada "desviación prolongada"; o sea, cuando existe una tendencia donde el tipo de cambio se aprecia por debajo del equilibrio, o por sobre éste, por un tiempo prolongado (dos, tres años).
Cuando ese fenómeno ocurre, la sociedad paga ingentes costos en términos de empleo y de crecimiento. Pero en ambos sentidos. Porque, tal como hay exportadores que tienen que financiar costos en moneda nacional y pagar intereses a los bancos en la misma moneda, también hay productores que venden en pesos y deben importar insumos o pagar deudas en dólares. Por ello, el tipo de cambio a 760 pesos es tan peligroso como el que se va muy hacia abajo. De hecho, una de las razones por las que la economía creció poco entre los años 2001 y 2003 fue la desviación en el otro sentido.
Respecto de lo dicho por el Senador señor Ominami , si consideramos los mejores modelos de tipo de cambio real de equilibrio o simplemente el promedio 1990-2005, se percibirá que la desviación del dólar a 760 pesos hacia arriba fue mucho mayor que la desviación que ahora podríamos tener hacia abajo. Entonces, no es concluyente el test de "Si se intervino entonces, ¿por qué no se ha intervenido ahora?".
Yo no soy para nada contrario a la intervención. Y de ningún modo hemos sido neutrales, como espero demostrar a continuación.
Insisto: lo realmente muy complicado es una desviación prolongada. Y ello se ha producido muchas veces en la historia de Chile: en los años 1980-1981; en el periodo 1995-1996, y se podría comenzar a producir ahora.
Y esto ha sido siempre la antesala de una feroz crisis. Por tanto, no estamos preocupados, sino ocupados con tal situación.
Les he presentado a Sus Señorías evidencia de lo ocurrido en los últimos 25 años. ¿Y por qué se nos genera esta desviación persistente en el tipo de cambio? Básicamente, porque, al ser Chile un país con términos de intercambio muy volátiles, no se trata únicamente de que ellos cambien, sino también de que frente a tales variaciones los agentes económicos puedan sobrerreaccionar: demasiada ilusión cuando las cosas andan altas; demasiado pesimismo cuando las cosas andan bajas. Ello provoca la tendencia a lo que se denomina "overshooting", o sobrepasarse.
Frente a ello, hemos aprendido bastante. Nos sucedió que tuvimos esa desviación prolongada con tipo de cambio fijo y con tipo de cambio en bandas. Y también nos puede ocurrir con tipo de cambio libre. La evidencia indica que es menos probable que nos acontezca en este último régimen cambiario; pero no es imposible que suceda.
Veamos: ¿cuál es la manifestación típica de que empezamos a entrar en un período preocupante? Fundamentalmente, el que la cuenta corriente del sector privado ¿esto es, su inversión frente a su ahorro- comienza a ser peligrosamente deficitaria; es decir, cuando existe una señal de expectativas demasiado rosadas hacia el futuro y se invierte muy por sobre lo que se ahorra o, lo que es lo mismo, se gasta mucho más de lo que ingresa.
Sus Señorías pueden observar en el cuadro proyectado que, claramente, ello se expresó con mucha fuerza en 1981 y con alguna fuerza, también, en 1995-1996. Una pista: es algo que se encontró normalmente asociado a períodos de alto precio del cobre. En términos reales, se llegó a 169,4 centavos de dólar la libra en 1981 y a alrededor de 129 centavos en 1995-1996.
Lo que ocurrió fue que el sector privado comenzó a sobreexpandirse. Y, obviamente, cuando uno se endeuda y después cambian las condiciones internacionales y caen los precios de intercambio, no hay cómo pagar y vienen los colapsos.
¿Cómo estamos ahora? Estamos comenzando a recorrer la alegoría privada de exceso de inversión sobre el ahorro, como lo muestra un déficit en cuenta corriente o privado, que ya está llegando al orden de los cinco puntos del producto. No nos encontramos en los períodos peores, pero creo que francamente estamos entrando en un área de señales amarillas.
Ahora bien, lo importante no es juntarnos todos a decirnos lo terrible de lo que nos está pasando, sino ver qué podemos hacer. Y para ello es preciso entender qué determina el tipo de cambio real. Porque, de lo contrario, vamos a estar "pedaleando en el aire" y a actuar sobre causas que no son las que se hallan detrás del fenómeno.
El tipo de cambio real resulta afectado por dos tipos de variables, esencialmente. La primera -y lejos la más importante- es el balance ahorro-inversión. Los países que ahorran mucho más de lo que invierten -es el caso de los asiáticos- tienen monedas muy depreciadas. Aquellos que, por el contrario, invierten más de lo que ahorran -por ejemplo, Estados Unidos- tienen monedas muy apreciadas y déficits muy grandes en cuenta corriente.
Cambiar el balance ahorro-inversión es muy difícil en el corto plazo. ¿Pero qué hemos hecho? Y por eso señalo que se puede decir que hemos mantenido una actitud de neutralidad: hemos aplicado la política de balance estructural. Y por ello, a pesar de que el sector privado ha llegado a un déficit en cuenta corriente de cerca de 5 por ciento del producto, Chile, como un conjunto -tal como lo planteó el señor Corbo -, no presenta un exceso de gasto: exhibe casi un déficit equilibrado en cuenta corriente.
Entonces, a ratos no puedo entender lo que se plantea. Porque leo en los diarios que se propone gastar el superávit estructural. También, que se pregunta: "¿Cómo es posible que con tales términos de intercambio la economía esté creciendo sólo 6 por ciento?". ¡Pero si 2005 dejará un superávit de 4,5 puntos del producto, lo que equivale a 5 mil 400 millones de dólares! ¿Alguno de ustedes podría dudar de que la economía habría crecido más de 10 por ciento si hubiéramos gastado esos recursos? ¿Y dónde se encontraría el tipo de cambio? Si sobrepasara 400 pesos, sería mucho. Eso es lo que habría ocurrido. Porque tendríamos tasas interbancarias de 10 ó 12 por ciento y una apreciación colosal.
En consecuencia, no podemos realizar ambas cosas: tener el queque y comerlo. O sea, si queremos sostener la estrategia exportadora, se debe entender que el superávit estructural es básico. De lo contrario, se extenderá verdaderamente un certificado de defunción de la competitividad exportadora.
Pero no sólo hemos procedido conforme a los criterios ya expuestos, estimados Senadores y Senadoras: hemos ahorrado en dólares todo el exceso del superávit en esa divisa. ¡Todo! Y les he presentado un cuadro de las fuentes y usos de los fondos. Hemos ahorrado el exceso del precio del cobre de CODELCO, así como el exceso de impuesto que las mineras privadas han pagado por el elevado precio del cobre, dentro del superávit estructural, y hemos llevado a cabo un ajuste de los costos de CODELCO por el alto precio del molibdeno. O sea, hemos esterilizado absolutamente todos los efectos que habrían podido recaer sobre la caja fiscal por la situación contemporánea de altos términos de intercambio, lo que en el pasado nos llevó a desbocarnos en el gasto.
El Senador señor García nos observaba ¿y aquí, la transparencia total-: "Pero puede que no baste con que usted acumule activos en dólares o disminuya pasivos en dólares. Importa también dónde y cómo hacerlo".
Hago presente a Su Señoría, en primer lugar ¿repito: la idea es rendir cuentas y actuar con transparencia-, que, desde el punto de vista de los intereses permanentes de la caja fiscal y, por lo tanto, de todo aquello de lo cual depende la educación pública, la salud pública, etcétera, el que el Fisco ahorre en dólares es contraindicado, porque se trata de un exportador. Y, ante una vulnerabilidad frente a la apreciación del tipo de cambio, ningún exportador en su sano juicio ahorrará en dólares, porque el riesgo será doble.
Como una cuestión de política pública, hemos estado usando todos los excedentes extraordinarios en esa moneda para aumentar activos o disminuir pasivos en dólares. ¿Qué pasivo disminuimos? El relativo a los bonos soberanos, a los organismos multilaterales y al Banco Central.
El señor Senador me preguntará: "¿Pero pagó en pesos o en dólares?". Nosotros tomamos más riesgo cambiario. El Banco Central, autónomamente -como podrá ratificarlo el señor Corbo -, resolvió que sus activos en dólares contra el Fisco iba a mantenerlos en pesos. No fue nuestra decisión: fue una definición autónoma del Instituto Emisor.
¿Dónde mantenemos los activos en esa divisa? En el BancoEstado. Y estamos comenzando a invertir en bancos extranjeros.
El Honorable señor García me replicará: "Pero el BancoEstado botará esos dólares para hacer pesos". No, por cuanto existe, de acuerdo con la ley de regulaciones bancarias, un margen de descalce para los bancos. Por lo tanto, si deposito en dólares, el BancoEstado necesariamente, para no descalzarse, sustituye préstamos que podría traer desde el exterior en la misma moneda. El efecto sobre el mercado cambiario, entonces, es nulo.
También podríamos operar en el Banco Central. Y lo estábamos conversando con el señor Corbo . Pero debo manejar las finanzas públicas de forma de poder rendir cuentas frente a los contribuyentes. Y resulta que, por razones que sería largo explicar, el BancoEstado pagaba un poco más que el Instituto Emisor, en circunstancias de que nosotros debemos invertir donde obtengamos mejores beneficios. Pero los efectos sobre el mercado cambiario equivalen a cero -repito-, porque el BancoEstado no cambia esos dólares, pues no se puede descalzar.
Frente al tema de las administradoras de fondos de pensiones, Senadora señora Matthei , termino respondiendo afirmativamente a su pregunta de si es bueno que inviertan en el extranjero. ¿Y es bueno que inviertan más que 30 por ciento? Sí. ¿Es bueno que inviertan mucho más que 30 por ciento? Sí. ¿Por qué? Y ahí es donde discrepo de Su Señoría: no por el riesgo cambiario, el que esas entidades no toman ¿podrían enfrentar mucho más que hoy y voluntariamente no lo asumen-, sino porque el mundo, a pesar de la globalización, no se halla tan cointegrado como para que cuando suba Groenlandia ocurra lo mismo en Chile y en Estados Unidos. Algunos suben; otros bajan. Y, por lo tanto, si un pensionado, a través de su administradora de fondos de pensiones, cuenta con una renta variable en otros países, además de Chile, la posibilidad de diversificar riesgos es grande. Ello no tiene que ver con el descalce cambiario.
En consecuencia, es bueno para el país autorizar a las administradoras a invertir más en el exterior en la medida en que lo transmitan a los pensionados. Y el efecto en el mercado cambiario es cero. Ello lo puede decir cualquier persona que entienda bien el tema.
Gracias.
La señora MATTHEI .-
¡Apostemos!
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Habiéndose cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 14:14.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción
ANEXO SESIÓN
MOCIÓN DEL HONORABLE SENADOR ÁVILA CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY QUE REGULA JORNADA LABORAL RESPECTO DE CONTRATOS DE SERVICIOS Y SUMINISTRO DE TRABAJADORES (4066-13)
Honorable Senado:
El crecimiento que exhibe el actual modelo económico en Chile, evidencia una serie de transformaciones sociales y hábitos de consumo de los ciudadanos que están modificando no sólo los patrones de comportamiento de quienes participan en el mundo laboral, sino de las formas que asumen las relaciones entre empleador y empleado.
En términos generales, existe claridad en la doctrina al momento de identificar las principales formas de ocupación atípicas que se han desarrollado producto de las profundas transformaciones ocurridas en el mundo del trabajo. Actualmente se consideran como formas de contratación atípicas: los contratos de duración determinada, entre los que se encuentran el contrato a plazo fijo y el contrato de trabajo por obra, faena o servicio; el trabajo a domicilio; el teletrabajo; y la subcontratación de servicios, también denominada suministro de trabajadores .[1]
En este último caso, por ejemplo, la concentración de tiendas y locales comerciales en los denominados mall es un fenómeno que debe obligar a nuestras autoridades a preocuparse de esta forma especial de contratación y a advertir con más cuidado la normativa legal vigente que rige a los trabajadores que cumplen jornadas laborales en dichos establecimientos comerciales, los cuales permanecen abiertos y con atención a público durante largas jornadas, prácticamente todos los días del año.
En nuestra legislación, es el Código del Trabajo quien ilustra como instrumento jurídico la regulación de los derechos y deberes de los trabajadores y sus empleadores. Sin embargo, éste se ha desarrollado en forma inorgánica porque se le han ido insertando nuevos artículos y subcláusulas con cada nueva reforma laboral que se le ha realizado. Esto ha provocado que sea urgente reorganizar en forma coherente el Código del Trabajo según las nuevas necesidades del mercado, así como los deberes y derechos de empleadores y empleados.
Por lo tanto, en términos más amplios, resulta fundamental definir y precisar una legislación más certera, para regular, especialmente, los contratos de servicios (outsourcing) que utilizan no sólo las grandes tiendas comerciales, sino que también industrias, empresas y fábricas para gestionar los servicios de aseo, bodega y seguridad.
Sin embargo, en los últimos años este tipo de contrato se ha extendido a otra serie de trabajadores que prestan sus servicios en estos lugares tales como vendedores, reponedores de mercadería, promotores, vendedores de servicios intangibles, entre varios otros.
De esta forma, al interior de éstas laboran trabajadores que desempeñan similares tareas o actividades que los propios empleados, pero que en los hechos los primeros aparecen empleados por terceros. Por lo tanto, la dependencia que ejerce alguna de estas organizaciones en la realidad detentan la calidad de empleadora. Así, paradójicamente, estos trabajadores tienen derechos diferentes y salarios inferiores a los que son empleados directos de los mismos.
Por ejemplo, en el caso de los mall puede constatarse un gran número de personas que trabajan como promotores o promotoras de otras empresas; de ellas reciben la formación e instrucciones para la venta de sus productos. La figura comercial y jurídica que las ampara al interior del centro comercial es la de arriendo de un espacio para las ventas, así como el cobro por otros servicios (registro de ventas y pago de los productos en caja). Si bien estos trabajadores son contratados por los proveedores de los productos, ellos igualmente registran asistencia y son controlados por los supervisores del mall. El empleado o la empleada para conservar su trabajo debe contar con la buena evaluación de ambos “empleadores”.
Es así como uno de los fenómenos más novedosos que nacen en el contexto del proceso de flexibilización laboral, al que se ha visto afecto el mercado de la fuerza de trabajo en nuestro país, es el denominado suministro de trabajadores, precedentemente ilustrado en el ejemplo anterior.
En nuestro país, aún cuando existen algunos períodos claramente delimitados que marcan el desarrollo de este proceso de flexibilización laboral en la legislación chilena [2], el hito más reciente la constituye la reciente reforma laboral del año 2001 (ley nº 19.759) que reguló el contrato a tiempo parcial, a través del cual las empresas pueden contratar trabajadores en lapsos específicos de tiempo cada día o sólo algunos días a la semana, con la reducción salarial que corresponda. Las normas laborales contemplaron, además, la externalización de servicios a través de la subcontratación laboral, que permiten a la empresa encargar la confección de una obra o la prestación de un servicio, en forma permanente a otra empresa, sin asumir las obligaciones como empleador.
De público conocimiento es que esta modalidad de trabajo asume la forma de triangulación de la relación de trabajo clásica, a través de la intervención de una empresa que suministra trabajadores a otra sin que entre ésta y los trabajadores se materialice una relación de carácter contractual. Así, muchas fábricas, empresas, industrias y centros comerciales hacen uso de la fuerza de trabajo suministrada, pero no nacen de el conjunto de derechos y deberes que regula el contrato individual de trabajo. Éstos quedan referidos a la empresa que provee los trabajadores, aún cuando éstos trabajan bajo las órdenes y dirección de la empresa mandante, es decir, la que recibe los trabajadores suministrados.
La jornada de trabajo bajo este tipo de contratos, también, es una variable que debe tomarse en consideración.
Tradicionalmente, el trabajo a tiempo completo ha consistido en un número determinado de horas diarias (no superior a 8) así como un número determinado de días a la semana (5 días), con un horario definido y con pausas preestablecidas.
Sin embargo, la flexibilidad de horarios no es un fenómeno nuevo. En muchos países, hay disposiciones para el trabajo en turnos, el trabajo nocturno, trabajo en domingo. Pero normalmente se limitaban a ocupaciones y sectores laborales específicos. Hoy, esta modalidad de contrato se ha extendido a variados grupos de trabajadores y actividades adoptando múltiples formas. Desde la anulación del tiempo de trabajo hasta la ampliación de la hora de cierre del comercio y los servicios públicos, semanas laborales comprimidas y normas más flexibles frente a las vacaciones. Todo ello, en busca de un objetivo que rentabiliza las ganancias del empleador: eliminar el pago de horas extraordinarias, en la medida en que no se supere el límite establecido [3]. En este esquema, las industrias, fábricas, empresas y casas comerciales deben sólo respetar el límite semanal establecido en la ley.
Ha sido la propia Dirección del Trabajo quien ha indicado que las más frecuentes infracciones laborales están relacionadas, precisamente, con este tipo de relación contractual, llegando en algunos casos a ciertas jornadas diarios de trabajo cercana a las 14 horas, atentándose contra la calidad de vida del trabajador y la dignidad de las personas.
De esta manera, el conjunto de cambios en la jornada de trabajo tiene impactos para los trabajadores y la sociedad, ya que la línea divisoria entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio se hace cada vez más difusa.
Así, muchas veces, siendo recurrente un “aparente” acuerdo voluntario entre las partes para trabajar largas horas durante algunos días de la semana, lo cierto es que ello enmascara una práctica de mercado (contrato de servicios o suministro de trabajadores) que debe ser abordada de mejor manera por el legislador.
Por lo tanto, para regular en particular la jornada de trabajo de empleados bajo relaciones contractuales denominadas suministro de trabajadores venimos en proponer la siguiente iniciativa de ley:
PROYECTO DE LEY
Artículo 1.- Incorpórese al Artículo 22 del Código del Trabajo, como nuevo inciso II, pasando el actual a ser inciso III, lo siguiente:
“En el caso de los contratos de servicios de suministro de trabajadores, especialmente utilizados por industrias, fábricas, empresas y casas comerciales para labores de vendedor (asistente de ventas), de reponedor de mercadería, cajero, aseo, bodegaje, seguridad, promotor, vendedor de servicios intangibles y otros similares, la duración de la jornada de trabajo de cuarenta y cinco horas semanales, no podrá redistribuirse unilateralmente por alguna de las partes en períodos de tiempo desproporcionados entre los días trabajados de la semana, quedando expresamente así establecido en el contrato de trabajo que las partes acuerden”.
Artículo 2.- Modificase el Artículo 28 del Código del Trabajo, inciso II, eliminado la frase inmediatamente después de la coma, quedando como inciso II lo que sigue:
“En ningún caso la jornada ordinaria de trabajo podrá exceder de diez horas por día”.
Artículo 3.- Modificar en el Artículo 38, el inciso XIV, estableciéndose lo siguiente:
“Con todo, el Director del Trabajo podrá autorizar sólo en casos calificados y mediante resolución fundada, el establecimiento de sistemas excepcionales de distribución de jornadas de trabajo y descansos. En ningún caso, la jornada de trabajo podrá ser superior a lo dispuesto por el inciso segundo del artículo 28”
(Fdo.): NELSON AVILA