Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III. CUENTA
- IV.
ORDEN DEL DÍA
-
INFORME DE PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Carlos Ominami Pascual
- INTERVENCIÓN : Jose Garcia Ruminot
- INTERVENCIÓN : Alejandro Foxley Rioseco
- INTERVENCIÓN : Nelson Jaime Avila Contreras
- INTERVENCIÓN : Sergio Romero Pizarro
- INTERVENCIÓN : Hernan Larrain Fernandez
- INTERVENCIÓN : Jaime Gazmuri Mujica
- INTERVENCIÓN : Carlos Fernando Flores Labra
-
INFORME DE PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 353ª
Sesión 30ª, en miércoles 31 de agosto de 2005
Especial
(De 10:44 a 13:46)
PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES SERGIO ROMERO PIZARRO, PRESIDENTE,
Y JAIME GAZMURI MUJICA, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. CUENTA...........................................................................
IV. ORDEN DEL DÍA:
Informe de Presidente del Banco Central..................................
A n e x o s
DOCUMENTOS:
1.- Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que otorga bono complementario a aguinaldos de Fiestas Patrias y Navidad para el sector pasivo (3963-05)........................
2.- Informe de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología recaído en el proyecto que autoriza modificación de estatutos de la Universidad de Chile (3850-04)..........................
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Boeninger Kausel, Edgardo
--Canessa Robert, Julio
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Espina Otero, Alberto
--Fernández Fernández, Sergio
--Flores Labra, Fernando
--Foxley Rioseco, Alejandro
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Horvath Kiss, Antonio
--Larraín Fernández, Hernán
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Muñoz Barra, Roberto
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Novoa Vásquez, Jovino
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Páez Verdugo, Sergio
--Parra Muñoz, Augusto
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Ríos Santander, Mario
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Vásquez Úbeda, Guillermo
--Vega Hidalgo, Ramón
--Viera-Gallo Quesney, José Antonio
Concurrieron, además, los señores Presidente y Consejeros del Banco Central.
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 10:44, en presencia de 16 señores Senadores.
El señor ROMERO (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. CUENTA
El señor ROMERO (Presidente).-
Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.
El señor ALLIENDE ( Prosecretario ).-
Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Oficio
De la Honorable Cámara de Diputados, mediante el cual comunica que dio su aprobación al proyecto de ley que otorga bono complementario a los aguinaldos de Fiestas Patrias y Navidad para el sector pasivo (con urgencia calificada de "discusión inmediata") (boletín N º 3.963-05). (Véase en los Anexos, documento 1)
--Pasa a la Comisión de Hacienda, autorizada en la sesión ordinaria de 30 de agosto para empezar a conocer de la referida materia.
Informe
De la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que autoriza la modificación de los estatutos de la Universidad de Chile (boletín Nº 3.850-04). (Véase en los Anexos, documento 2)
--Queda para tabla.
Comunicación
Del Ministerio de Relaciones Exteriores, por medio de la cual transcribe una Moción de Orden del Día aprobada por el Congreso de la República del Perú el 25 de agosto último, donde se manifiesta que, considerando la ocurrencia de un lamentable incidente que podría tener impacto negativo en los sentimientos del pueblo chileno, se acuerda ratificar la voluntad de mantener los más altos niveles de hermandad con la República de Chile; expresar, categóricamente, que no aprueba lo ocurrido ni cualquier otro acto que pudiera afectar nuestras relaciones bilaterales, y comunicar tal Moción al Embajador de la República de Chile en Perú, solicitándole transmitir su contenido al Presidente del Congreso de Chile .
--Se toma conocimiento y se manda comunicar a la Honorable Cámara de Diputados y contestar en los próximos días al Presidente del Congreso de la República del Perú .
Solicitud
De la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, a fin de que la Comisión Mixta formada para resolver las divergencias suscitadas entre ambas ramas del Congreso acerca del proyecto de ley sobre violencia intrafamiliar sesione paralelamente con la Sala el día de hoy desde la 12 hasta las 12:30.
--Se acoge.
El señor OMINAMI.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor ROMERO (Presidente).-
Sí, señor Senador.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , dado que el proyecto de aguinaldo, ya visto por la Comisión de Hacienda, se halla calificado con urgencia de "discusión inmediata", propongo colocarlo en el primer lugar de la tabla de la sesión ordinaria de esta tarde.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Ya fue acordado así, Su Señoría.
Terminada la Cuenta.
Solicito autorización para que ingrese a la Sala el Gerente de la División de Estudios del Banco Central, señor Rodrigo Valdés.
--Se accede.
IV. ORDEN DEL DÍA
INFORME DE PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Esta sesión, que ha sido convocada en virtud de lo dispuesto en el Nº 2 del artículo 67 del Reglamento del Senado, tiene por objeto que el Consejo del Banco Central, a través de su Presidente , presente al Senado la evaluación del avance de las políticas y programas del año en curso, así como el informe para el año calendario siguiente, según lo preceptúa el artículo 80 de la ley Nº 18.840, Orgánica Constitucional de dicha Institución.
Ofrezco la palabra al señor Presidente del Banco Central.
El señor CORBO ( Presidente del Banco Central ).-
Señor Presidente , conforme a su Ley Orgánica Constitucional, el Banco Central de Chile debe presentar al Senado de la República, antes del 30 de septiembre de cada año, una evaluación del avance de las políticas y programas del año en curso, así como las propuestas para cumplir sus objetivos constitucionales.
Los informes pertinentes, que desde el año 2000 comenzamos a prepararlos en mayo, se presentan dos veces al año -en enero y mayo- a la Comisión de Hacienda de esta Corporación.
La exposición que haré en seguida, en representación del Consejo del Banco Central, refleja el contenido del Informe de Política Monetaria correspondiente a septiembre de 2005, el cual se hace público hoy.
El Consejero señor José de Gregorio , Vicepresidente de la Institución , da sus excusas por no poder acompañarme en esta oportunidad, debido a un problema de combinación de vuelos que le impidió llegar a esta sesión.
A continuación paso a presentar nuestro informe de septiembre.
Tras una breve introducción, me voy a referir al Escenario Internacional, dado que es un condicionante importante para un país como Chile, que está muy integrado a los mercados mundiales.
En seguida revisaré la Evolución Reciente del Escenario Interno, para pasar luego a las Perspectivas de Actividad e Inflación (las de actividad son bastante relevantes como determinantes, no sólo del crecimiento de corto plazo del país, sino también de las perspectivas de inflación).
Después voy a analizar los Escenarios de Riesgo.
En los puntos anteriores me remitiré al escenario central. Pero siempre es muy significativo resaltar los riesgos que enfrentamos, que pueden hacer que se dé un escenario más favorable o menos favorable que el escenario central.
Y terminaré con algunas Conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
Si miramos lo que ha sucedido en los últimos meses, comprobaremos que la actividad económica y la demanda interna continúan en una fase de expansión, mostrando una fortaleza mayor que la prevista en mayo pasado.
En ello han incidido las favorables condiciones globales y el apoyo de la política monetaria expansiva en un marco de políticas macroeconómicas coherente, que es el que tenemos en nuestra economía y que se ha ido fortaleciendo a lo largo del tiempo.
Aunque se concretó el riesgo de un mayor precio del petróleo -y lo planteamos en el Informe anterior-, también se ha materializado una mayor expansión de la formación bruta de capital -la inversión en capital fijo está creciendo incluso más allá de lo que pensábamos en el IPOM precedente-, y los demás riesgos negativos del escenario interno que identificamos en dicho Informe se han ido disipando.
Las alzas de los precios del petróleo -las observamos todos los días- y de los servicios públicos han elevado la inflación del IPC hacia 3 por ciento anual antes de lo previsto; y se estima que podría ubicarse en torno de 4 por ciento a principios del próximo año.
La tendencia inflacionaria ha aumentado gradualmente. O sea, si limpiamos la inflación, especialmente de precios del petróleo y de perecibles, observaremos que esa tendencia se ha ido incrementando de modo gradual en los últimos meses y en línea con lo previsto. Es decir, las sorpresas han estado básicamente en el petróleo. Y ésa no es una variable que controlemos nosotros, sino que la determina el mercado todos los días.
El compromiso del Banco Central con la meta de inflación y la asociada normalización de las condiciones monetarias debieran permitir que la inflación convergiera hacia el centro del rango meta dentro del horizonte de política. Actualmente proyectamos un aumento temporal en la inflación, para luego volver a ese rango.
II. ESCENARIO INTERNACIONAL
El escenario externo se mantiene favorable, a pesar de las revisiones al alza en el precio del petróleo.
El crecimiento se fortalece en Estados Unidos, China, el resto de Asia emergente y Japón . Este último país era la pata floja de la economía internacional, y en los últimos cuatro trimestres hemos estado observando una recuperación que se va extendiendo al resto de la economía.
En contraste, en la zona euro no se ha materializado la recuperación. En el Informe anterior dijimos que un riesgo que observábamos era el de que la recuperación esperada en Europa no se diera. Y no se ha dado. Europa sigue muy débil.
América Latina se muestra más débil que lo proyectado en mayo, especialmente por una desaceleración en Brasil y México .
Las condiciones financieras internacionales -si nos salimos del crecimiento actividad- se mantienen auspiciosas.
Pasemos ahora a la situación de los principales países.
En Estados Unidos, el crecimiento sigue liderado por el consumo y la inversión, particularmente la residencial.
La dinámica del consumo está apoyada en la mejora del mercado laboral y se materializa a pesar de los altos precios del petróleo. El consumo sigue muy dinámico. Ayer vimos la encuesta sobre las expectativas de los consumidores, que demuestra que éstos siguen con expectativas muy altas, sobre todo por las buenas condiciones que continúan enfrentando en el mercado laboral.
Empero, existe el riesgo de que, con los nuevos incrementos en el precio del petróleo, empiece a resentirse el dinamismo en el consumo privado.
Aunque en Estados Unidos la inflación se mantiene controlada, el ciclo económico y los altos precios del crudo comienzan a afectarla. Hay preocupación en cuanto a que la inflación tome un poco más de fuerza debido a los elevados precios del petróleo que estamos observando en ese país.
En Japón, el mayor crecimiento se explica por el dinamismo del consumo interno, apoyado también en un mejor mercado laboral. Por primera vez en 12 años estamos viendo un aumento en los empleos permanentes, relacionado con mejores perspectivas hacia adelante. Eso se encuentra apoyado -como señalé- en el mercado laboral, que ha permitido a los consumidores mirar mejor el futuro y aumentar sus compras. Y hemos visto, asimismo, una recuperación de la inversión.
En la zona euro, el bajo crecimiento se asocia a una demanda interna que sigue mostrando gran debilidad. El consumo sufre los efectos de un mercado laboral flojo y de los altos precios de los combustibles. Y el sector exportador se beneficia, en el margen, de una depreciación que ha tenido el euro versus el dólar en los últimos cuatro meses.
Salgamos de Europa.
China mantiene un alto dinamismo agregado (creció al 9,5 por ciento anual en el primer semestre de este año, comparado con el primer semestre de 2004), con una desaceleración de la inversión. Teníamos un problema: la inversión estaba creciendo muy fuertemente y en algunos sectores ya se estaban creando importantes excesos de capacidad. La buena noticia es que la inversión se ha desacelerado, lo que disminuye el riesgo de una desaceleración de la economía. Y el consumo interno ha empezado a tomar más fuerza, lo cual ha permitido que el crecimiento se mantenga.
El inicio gradual de la flexibilidad cambiaria debiera provocar efectos reducidos en su crecimiento. Digo "inicio gradual" porque, según las señales que tenemos, lo más probable es que esta situación se siga profundizando con el transcurso del tiempo.
Este escenario externo presenta riesgos significativos, que analizaremos más adelante.
En promedio, los años 2005 y 2006 se ven buenos.
El efecto neto de los cambios en las proyecciones es un crecimiento mundial similar al previsto en mayo para el horizonte de proyección. Hay algunos cambios de composición. Sin embargo, dicho crecimiento es similar a lo que visualizábamos en mayo.
Ponderado por la paridad de poder de compra, el crecimiento mundial se estima en 4,1 por ciento para este año y el próximo. Usando tipos de cambio de mercado en vez de paridad de poder de compra, donde China y la India ponderan mucho menos a tipo de cambio de mercado, el crecimiento mundial promedio sería del orden de 3,1 por ciento (alrededor de un punto menos que a paridad de poder de compra).
Estas cifras continúan muy por sobre el promedio de la década de los noventa.
IMAGEN1
Si vamos a las cifras en paridad de poder de compra, veremos que en la década de los noventa el mundo creció 3,2 por ciento. El 2005 crecería 4,1 por ciento, porcentaje que se mantendría el año próximo.
Las flechas indican los cambios habidos desde el Informe de Política Monetaria anterior.
En Estados Unidos hay una aceleración marginal en el crecimiento, especialmente por la fuerza que sigue mostrando el consumo.
El cambio más notable se ha experimentado en Europa, donde el crecimiento se ha revisado a la baja: de 1,7 a 1,2 por ciento.
Otro cambio significativo es el habido en Japón, donde el crecimiento se ha revisado al alza: de 1 a 1,8 por ciento.
Asia emergente, muy parecido a lo de antes: 3 décimas más.
América Latina -como señalé- registra una desaceleración, especialmente por las situaciones de Brasil y México .
Y el escenario central de ese cuadro se reproduciría el próximo año, con cambios en el margen y en la composición. Es decir, se visualiza una economía mundial en promedio favorable todavía en los próximos dos años.
Las condiciones financieras externas también se mantienen favorables. Las tasas largas en economías desarrolladas siguen muy bajas (el bono a 10 años de los Estados Unidos está hoy en 4,08). El ciclo de alzas de tasas en ese país ha seguido con velocidad mesurada, aunque para diciembre se espera una tasa algo mayor que la estimada antes, por la fuerza que lleva la economía y, también, por el aumento sustancial en el precio de los combustibles.
En Europa se posterga el inicio esperado del ciclo de normalización de la política monetaria, particularmente por el hecho de que la economía continúa -como vimos- mostrando menos dinamismo que el previsto a comienzos de año.
Los spreads soberanos alcanzan mínimos históricos en algunas economías emergentes.
Repito: continúan muy favorables las condiciones financieras internacionales.
IMAGEN2
En el caso de los spreads soberanos, observamos primero que los bonos a 10 años han tenido una caída importante y se han mantenido en niveles bajos. El bono soberano de los Estados Unidos, especialmente, se ha estado moviendo en el rango del 4 por ciento; hoy día vemos de nuevo que se acerca a este porcentaje.
En la zona euro, los bonos largos, también hacia abajo. Estamos con tasas de interés que no veíamos hacía mucho tiempo.
Se espera que la política monetaria de los Estados Unidos se normalice más rápidamente en el corto plazo, llegando al mismo valor final, pero con un aumento esperado hoy día más importante en el corto plazo que el proyectado en mayo pasado, consistente con la fuerza que sigue mostrando Estados Unidos, que crece más allá de su tasa potencial.
La zona euro hoy se ve más plana.
IMAGEN3
Se posterga el aumento de tasa en Europa por el hecho de que la economía continúa evidenciando gran debilidad.
IMAGEN4
Con relación a los spreads soberanos -y al cierre de este Informe-, vemos su caída en todas partes -especialmente el chileno-, a niveles que no conocíamos -constituyen récord históricos-: en torno a los 50 puntos base. Pero también los spreads soberanos caen en Europa emergente, en Asia, en América Latina.
Se muestra una economía internacional con suficiente liquidez, lo que ha llevado a este nivel de spreads.
En los mercados financieros internacionales se ha observado una apreciación del dólar en relación con las principales monedas, particularmente significativa respecto del euro. A ello han contribuido un crecimiento económico más dinámico en Estados Unidos que en Europa y un cambio en cuanto a las expectativas de diferenciales de tasas entre las dos áreas. En Europa, como vimos, se atrasa el alza de tasas y en Estados Unidos se adelanta. Entonces, también este diferencial en los movimientos esperados de tasas afecta el tipo de cambio por el arbitraje de flujos financieros.
La flexibilización del régimen cambiario anunciada en China tiene un efecto reducido en las paridades internacionales, pero abre la posibilidad de ajustes adicionales en el futuro. Esta flexibilización tiene que ver mucho más con el interés mismo de ese país de mejorar su manejo interno y evitar el costo importante que reviste la acumulación excesiva de reservas internacionales de los últimos años.
Es una decisión de China.
Eso no resolverá el déficit en cuenta corriente de Estados Unidos, problema derivado de un exceso de gasto que corresponde a dichas naciones resolver. Lo señalado ayudará a China a mejorar su manejo interno. Por eso, ha decidido moverse hacia seguir flexibilizando.
En el escenario externo, los precios de productos básicos han presentado alzas significativas -superiores a las previstas-, que se asocian principalmente a la fuerte demanda en un contexto donde la respuesta de la oferta ha sido insuficiente.
Respecto del petróleo -aparece en las noticias todos los días-, se hace presente la preocupación por el recrudecimiento de los riesgos geopolíticos y, también, de los efectos del clima, como se ha observado en las últimas semanas, especialmente en los Estados Unidos.
Se han elevado de manera significativa las expectativas de precios, incluso ahora, para plazos largos, esperándose una reducción muy gradual hacia niveles de equilibrio de largo plazo, que igualmente se han revisado al alza respecto a lo que se consideraba hasta hace uno o dos años. Sin embargo, siempre cabe destacar que, en términos reales, aún se ubican por debajo de los máximos históricos de los años 80, donde llegamos a niveles, en dólares de hoy día, en torno a 85 dólares el barril. De modo que nos encontramos por debajo de los valores de esa década.
También es importante resaltar que la economía mundial en la actualidad depende mucho menos del petróleo que en los 80, por el hecho de que ha cambiado la estructura de producción y hoy la dependencia de los países industriales es la mitad, por dólar de producto, de la de dicha década. Eso igualmente ha ayudado de manera significativa a absorber en mejor forma este shock.
El sostenido dinamismo de la demanda de cobre -que es el otro commoditie que nos interesa mucho-, especialmente de China, y limitaciones en la capacidad de producción generan precios que continúan al alza y reducen inventarios hacia mínimos históricos.
Las proyecciones de precios en ambos casos se revisan al alza.
No obstante, la trayectoria futura contempla para el metal rojo un descenso mayor y más rápido que el del petróleo, y da cuenta de una expansión de la capacidad de fundición y refinación de cobre, así como de nuevas explotaciones hacia el 2007. Hay reservas; sabemos dónde están, y, a estos precios, se están activando proyectos.
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En el caso del petróleo es más complicado, porque las reservas se hallan en lugares donde existen grandes riesgos geopolíticos y no hay una respuesta de oferta tan significativa como la que ya, en cuanto al cobre, se nos viene encima.
Si observamos el precio del petróleo -estamos en el eje izquierdo del cuadro-, comprobamos que remonta, remonta y remonta, pillando a todos de sorpresa. Los números se siguen revisando hacia arriba
La demanda mundial tuvo un crecimiento fortísimo en el 2004 -fue el mayor en los últimos 30 años-, lo que está muy relacionado con el gran dinamismo de países que usan mucho petróleo: China e India, más Estados Unidos. Ello ha ocasionado estos elevados aumentos de consumo.
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Si consideramos los precios en los mercados, se advierte claramente que hoy día se revisan al alza. Se pensaba que éstos iban a ser los de mayo pasado. Pero hubo un gran salto y se espera que bajen muy levemente. Se han desplazado en forma paralela hacia arriba. Se esperan precios que van a quedarse sobre 60 dólares por mucho tiempo.
Es lo que muestran los mercados futuros hoy día.
O sea, los precios del petróleo se siguen revisando hacia arriba, por el dinamismo de la economía mundial y, también, porque no hay mucha capacidad de oferta.
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El precio del petróleo en 2004 alcanzó 41 dólares el barril (a partir de ahora estamos usando W TI, en vez de Brent, dado que la mayor parte de la banca de inversión se ha ido moviendo en esa dirección). Para 2005, el Informe anterior proyectaba un precio W TI de 49,5. Ahora lo estamos revisando a 59 dólares el barril. Y para el 2006 se proyectaba un precio de 43,5, que ahora revisamos a 56.
Como comparador se utiliza lo que actualmente estima la banca de inversión, y también, lo que muestran los mercados futuros. En consecuencia, estamos más o menos en ese rango, con la información de que hasta hoy dispone el mercado.
Más adelante nos referiremos a los riesgos.
Para 2006, lo mismo. Se encuentran los mercados futuros, los distintos bancos de inversión y el Departamento de Energía de Estados Unidos. Nuestras propias proyecciones nos llevan a esa revisión significativa al alza, en particular para 2006.
Pero la contraparte en nuestro caso es lo que ha pasado con otros productos de exportación: cobre, molibdeno.
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En el cobre hay asimismo una revisión al alza en los precios. Todos los días alcanzamos máximos históricos. Y de nuevo, por el gran consumo, especialmente en los países de Asia (China, India). La proyección también se ha revisado hacia arriba, pero cae en forma más rápida que la del petróleo, porque existen -como señalé- reservas conocidas, tecnología para explotarlas y recursos para el financiamiento de los proyectos respectivos. Entonces, se espera que los precios del metal rojo se normalicen más rápido que los del petróleo.
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En el precio del cobre también hemos revisado las proyecciones al alza. Según el Informe de mayo, alcanzaba a 139 centavos de dólar la libra, que se ha corregido hoy a 157; casi 18 centavos más. Es un cambio notable respecto de lo señalado la vez anterior, si pensamos que cada centavo de cobre significa 110 millones de dólares más de exportaciones. Y en la cuenta corriente, la mitad de eso; es decir, alrededor de 50 millones por cada centavo.
Y para 2006, el precio se revisa de 120 a 132 centavos.
De nuevo aparecen las distintas fuentes que usamos como comparadores para chequear nuestras proyecciones. El precio se halla a 157 centavos; el de los mercados futuros, a 158 centavos -nos encontramos en ese rango; el promedio del año va un poquito por encima-, y el precio contado de ayer está sustancialmente por sobre eso.
Terminamos la parte internacional. En actividad, ésta se ve bien. Se visualizan un 2005 y un 2006, como escenario central, buenos.
Vimos en lo concerniente a las materias primas malas noticias por el lado del petróleo. Pero en el del cobre, como contrapartida, existen noticias muy buenas. Para nosotros, como país, las buenas noticias del cobre superan a las malas del petróleo; y vamos a tener una ganancia en términos de intercambio mayor que la proyectada en el Informe anterior.
En lo relativo a las tasas de interés, las condiciones financieras internacionales se mantienen muy favorables. Pero, en la parte de los riesgos, se verá que algunos comienzan a revertirse.
Pasamos ahora al escenario interno de la economía.
III. EVOLUCIÓN RECIENTE DEL ESCENARIO INTERNO
III. 1. Mercados financieros
En Chile, las condiciones financieras expansivas se han ido moderando paulatinamente.
Las tasas de interés de créditos bancarios a personas y empresas han subido en torno a 100 puntos base entre abril y julio, alza consistente con el proceso de normalización de la política monetaria en una economía que se expande a tasas muy sólidas.
La expansión del crédito de vivienda es más reducida que a fines del año pasado; la tasa de crecimiento ha disminuido en el margen.
Sin embargo, la tasa de política se ubica claramente por debajo de las distintas medidas de una tasa más neutral, que no ponga ni quite tracción a la demanda agregada. Y las tasas de interés de los bonos reajustables siguen bajas.
El crédito comercial y los agregados monetarios más amplios continúan creciendo con fuerza.
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Como se observa en el gráfico, los mercados esperan que la tasa de política monetaria siga normalizándose, hasta llegar a niveles en torno al 6 por ciento en julio de 2007.
Comparado con lo previsto en situaciones anteriores, hoy día la normalización que se espera para los contratos forward -llegan un poco por debajo de 6- es más débil. La vez pasada dijimos que la tasa forward estaba un poco desorientada con respecto a lo que exhibían otros indicadores; ahora se ve una convergencia más tenue a esos valores.
En las encuestas que realiza el Banco Central a comienzos de cada mes, los analistas estiman igualmente que el proceso de normalización va a continuar, a una tasa también bastante por debajo de lo que evidenciaban los forward de mayo. Estos precios financieros están más alineados entre sí.
En la oportunidad anterior se registró una gran discrepancia entre la encuesta de mayo y lo que mostraban los precios forward. Pero la situación se ha ido achicando. O sea, tanto los mercados financieros como las encuestas de los analistas prevén que el proceso de normalización va a seguir, aunque no a una tasa tan agresiva como la que señalaban los forward de mayo último.
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Las tasas de interés, especialmente las de instrumentos a largo plazo, han mostrado niveles anormalmente bajos. Y esto tiene mucho que ver con la situación internacional, pues en el exterior dichas tasas están asimismo muy reducidas.
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Aquí observamos que las colocaciones para vivienda han desacelerado su tasa de crecimiento: estaba en 22 a 23 por ciento hace unos meses; hoy se encuentra bajo el 20 por ciento. En cambio, el crédito de consumo -esto es importante- sigue en aumento. Partíamos de bases bajas. Hubo un mercado laboral mucho más favorable. La gente evaluó su situación individual y decidió acceder a este tipo de préstamos.
Vemos también que el crédito comercial ha mantenido un crecimiento de sobre 10 por ciento por varios meses consecutivos.
La emisión de bonos corporativos acumulada a julio es 30 por ciento superior a la del año pasado a igual fecha.
Los indicadores bursátiles nacionales registraron máximos históricos, revelando las buenas condiciones que enfrentan las empresas para el financiamiento en el mercado de capitales. Ellas se ven sólidas, tienen buenos proyectos y, como dije, encuentran financiamiento en dicho mercado.
El tipo de cambio nominal peso/dólar ha sufrido una apreciación importante, hasta llegar a un nivel 6 por ciento inferior al vigente al cierre del Informe precedente.
El tipo de cambio real también ha disminuido, situándose en niveles 7 por ciento menores a los de esa fecha.
Es probable que haya contribuido a esta apreciación el escenario actual de términos de intercambio, bastante más positivo que el esperado hace algunos meses -ello, porque el precio del cobre está muy por encima de lo estimado, y, aunque el del petróleo también se halla por sobre lo previsto, más que compensa el alto valor del metal rojo-, unido a la intensificación del ciclo expansivo. Como este proceso es más duradero, las personas -según lo mostré en el caso del crédito- están consumiendo más, y eso se acomoda mediante una apreciación de nuestra moneda.
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Como siempre, los movimientos de corto plazo en los tipos de cambio nominal y real peso/dólar son difíciles de explicar, por los movimientos que tiene el tipo de cambio de mercado.
En varias medidas del tipo de cambio nominal peso/dólar de canastas más amplias hemos visto una apreciación y un rebote en el último tiempo.
Y mes a mes seguimos todas estas medidas.
Durante este período no se han materializado movimientos mayores de paridades internacionales o diferenciales de tasas de interés interna y externa, a distintos plazos, que expliquen la apreciación del peso vis a vis en dólar o en términos multilaterales. O sea, no se observa un movimiento importante en las tasas de interés. La diferencial entre nuestra tasa y la de Estados Unidos es de 25 puntos base. Ello no obedece a razones financieras. No es que se haga atractivo traer capitales porque hay una gran diferencial de tasas. Ésta alcanza a sólo un cuarto de punto; es una de las más bajas de la historia.
Tampoco se aprecian cambios en los flujos de capitales entre Chile y el exterior que den cuenta de este fenómeno, que, reitero, no es financiero.
Observadores de mercado estiman que la alta volatilidad cambiaria reciente -volatilidad, no niveles-, luego de varios meses de relativa estabilidad, puede haberse visto exacerbada por el cierre de posiciones de cobertura cambiaria o liquidación de posiciones financieras frente a problemas políticos en la región, especialmente en Brasil.
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En este cuadro cabe resaltar dos cosas.
El dólar de Estados Unidos llegó a su fortaleza máxima en febrero de 2002. Desde ese momento, todas las demás monedas se empezaron a apreciar con respecto a él. No debe olvidarse que en ese minuto había que dar 83 centavos de dólar por un euro; empezó la depreciación, y en un instante hubo que entregar 1,38; y hoy día hay que otorgar 1,22. O sea, el dólar ha tenido una tremenda depreciación en los mercados internacionales.
El peso chileno no se sumó a esa apreciación; la dejó pasar, y siguió depreciándose con respecto al dólar. Nuestra moneda tuvo su momento más débil con respecto a la estadounidense a fines de 2002, comienzos de 2003, cuando existió el gran riesgo de que Brasil siguiera un camino parecido al de Argentina. Así, el peso chileno se depreció, mientras las monedas de los países que hacen las cosas bien -como nosotros- se estaban apreciando.
Nosotros sufríamos en ese instante el "efecto vecindario" de nuestro peso, que llegó a estar muy débil.
De hecho, el Consejo del Banco Central llegó a la conclusión de que aquello se encontraba muy desarticulado y podía crear problemas en nuestra economía. Por tanto, decidió emitir bonos en dólares, para tranquilizar al mercado, pues se consideraba que la situación sería muy transitoria. Y fue transtoria.
Pasó el susto de Brasil y el peso chileno empezó a moverse en forma parecida a la del resto de las monedas del mundo. Incluso, se ha apreciado menos con respecto al dólar que, por ejemplo, el dólar canadiense, el dólar australiano, el yen, el euro.
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¿Cuánto se ha apreciado el peso con relación al dólar?
Les contaba que el máximo del dólar norteamericano se registró en febrero de 2002. Con respecto a fines del 2001, el peso chileno se ha apreciado 18 por ciento en relación al dólar; el euro, 27 por ciento; el yen, 16,6 por ciento; el dólar australiano, 32 por ciento; el dólar canadiense, 24 por ciento; el dólar neozelandés, 40 por ciento (resalto las cifras de Nueva Zelandia y Australia porque éstos también son países exportadores de commodities, como nosotros); y el rand sudafricano, 46 por ciento.
Vale decir, la diferencia radicó en que en Chile la apreciación se dio una vez que nos tranquilizamos en cuanto a la situación de Brasil. Pero, si miramos dónde estábamos el año 2001 y dónde nos encontramos hoy, percibiremos que nuestra apreciación ha sido menor que en los referidos países. Y eso se debe en gran medida a que Chile ahorró parte importante de las ganancias temporales obtenidas a raíz del buen precio del cobre, a diferencia de las naciones que la gastaron. Por eso el peso chileno se ha apreciado menos que si se hubiera seguido otro camino.
El régimen cambiario de flotación permite conducir la política monetaria con más autonomía y, también, nos da una capacidad mayor para absorber shocks. Cuando hay shock, el tipo de cambio hace parte del ajuste. Y cuando los shocks son desfavorables se deprecia nuestra moneda; si son favorables, se aprecia. Lo importante es la tendencia.
En todo caso, lo que importa connotar es que el Banco Central se reserva la posibilidad de intervenir si juzga que es probable la presencia de una sobrerreacción del tipo de cambio y ésta es perjudicial para la economía. Lo hicimos en 2002 y lo haremos de nuevo mañana, si se requiere. Hasta hoy día no tenemos evidencia de que el tipo de cambio esté alejado de los fundamentos.
Hasta ahora se evalúa que los movimientos del tipo de cambio real siguen vinculados con los cambios del entorno macroeconómico en que se desenvuelve la economía chilena.
Se considera como supuesto metodológico para las proyecciones que el tipo de cambio real de largo plazo no difiere significativamente de lo observado en las últimas dos semanas.
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Si examinamos la evolución del tipo de cambio real, observamos una depreciación importante desde 1986 en adelante -en el gráfico se indica el valor en pesos de hoy, con las paridades existentes-, en que llegó a niveles de 670 pesos, hacia fines de los años 80, cuando veníamos saliendo de una crisis.
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Posteriormente (siempre en pesos actuales), el tipo de cambio tuvo una gran apreciación, que situó al dólar bajo 450 pesos en 1998. Se trató de una apreciación importante. Fueron períodos en los cuales el Banco Central intervino mucho, como medida protectiva destinada a evitar esa gran apreciación, que igual se produjo, porque las fuerzas iban en esa dirección. O sea, incluso interviniendo, llegamos a un tipo de cambio inferior a 450 pesos, en moneda de hoy.
Después de 1998 se comenzó a depreciar. Llegamos, en moneda actual, a niveles superiores a 610 pesos.
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En el último tiempo ha habido de nuevo una apreciación. Pero si miramos el promedio del tipo de cambio real desde 1986 a 2005, comprobaremos que, en moneda de hoy, fue de 565,8 pesos; y en los últimos 15 años, desde 1990 hasta ahora, de 551.
O sea, lo que estamos viendo es un tipo de cambio promedio de entre 550 y 545 en los últimos 20 a 25 años, tomando en cuenta las paridades entre las distintas monedas en los mercados internacionales: entre el euro, el yen y las principales monedas del mundo frente al dólar.
Nuestra evidencia, entonces, es que no estamos desarticulados. A lo mejor lo estuvimos a fines de los 80, cuando el país salía de una gran crisis. En seguida hubo una enorme apreciación; luego, depreciación, y actualmente nos encontramos en el promedio.
O sea, la evidencia nos hace pensar que el tipo de cambio real se halla cercano a los valores de equilibrio de la economía. Pero esto lo observamos siempre, y mantenemos un análisis concreto en cuanto a ir viendo qué sucede con el tipo de cambio real de equilibrio y no sólo con el tipo de cambio real observado.
III. 2. Actividad y Demanda
El consumo sigue creciendo más que el producto, lo que se encuentra dentro de lo previsto.
Las condiciones financieras que enfrentan los hogares continúan favorables; el empleo se fortalece -hemos visto la creación de puestos de trabajo que está generando la economía en el ciclo actual-, y las expectativas mejoran, a pesar del mayor precio de los combustibles (expectativas de los consumidores y de los empresarios; se trata de una economía que va bien; las holguras de capacidad se han ido reduciendo, lo cual hace que las empresas se decidan a gastar en inversión, y las personas, en consumo).
El fuerte dinamismo en la formación de capital fijo sigue sorprendiendo. Cuando en enero del año pasado hicimos nuestra presentación del Informe de Política Monetaria ante la Comisión de Hacienda, mostrábamos preocupación en el sentido de que estábamos confundidos porque la inversión no tomaba fuerza. Ahora resaltamos que la inversión toma fuerza; y tanta, que nos sorprende, ya que sigue demasiado dinámica para la etapa del ciclo en que nos encontramos. Dentro de algunos minutos veremos las cifras.
Esta evolución ha estado apoyada por los buenos resultados y expectativas de las empresas, el entorno financiero proclive a la financiación de proyectos y el agotamiento de las holguras de capacidad en muchos sectores. Para satisfacer la demanda, ahora hay que invertir.
Las exportaciones reales de bienes y servicios aumentaron en el primer semestre poco más de un punto porcentual por encima del crecimiento del producto. Aunque la cifra es inferior a la de años recientes, es superior a la prevista, por los mayores envíos industriales y agrícolas, los cuales más que compensaron la caída del volumen de las exportaciones mineras.
La revisión de los parámetros para la regla del superávit estructural, especialmente por el mayor precio del cobre, permitirá un crecimiento del gasto público mayor que el de tendencia durante el año 2006.
En el segundo trimestre -ya entramos a cifras específicas- la actividad se expandió a una tasa de 6,5 por ciento, lo que, sumado a las revisiones del primer trimestre, ubicaron el crecimiento del PIB del primer semestre en 6,3 por ciento.
El comercio y la construcción continuaron con una fuerte expansión en el segundo trimestre, reflejando el incremento de la demanda interna.
La industria, de su parte, mostró una alta tasa de crecimiento anual, sobre todo en los sectores que destinan su producción al mercado externo, y ahora, en forma creciente, también al mercado interno, para satisfacer la demanda de los consumidores.
Ha sobresalido también el crecimiento de los sectores electricidad, gas y agua, gracias a mejores condiciones hidrológicas y menores restricciones en el gas natural. La situación hidrológica permite crear mayor valor agregado al generar la misma electricidad, porque los insumos son mucho más baratos.
La actual restricción de gas natural equivale a cerca de 30 por ciento de la vigente en abril, cuando alcanzó su máximo. Esto despeja también un riesgo relevante para el corto plazo identificado en mayo. A ello han contribuido -reitero- la menor restricción en el gas y las mejores condiciones hidrológicas.
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En materia de crecimiento de la actividad, la línea roja representa el gasto interno, que se ha ido fortaleciendo, con tasas de incremento que bordean el 12 por ciento; la línea amarilla corresponde al producto con respecto al mismo trimestre del año anterior -estamos con tasas de crecimiento de sobre 6 por ciento-, y la línea celeste ilustra la tasa de aumento instantánea, que fluctúa entre 5 y 6 por ciento.
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Aquí resalta lo dicho anteriormente: el crecimiento de la formación bruta de capital fijo (eje derecho del gráfico) aparece, en el último trimestre, con tasas que se acercan a 25 por ciento (línea amarilla). El rectángulo rojo, que está medido en el eje izquierdo, corresponde al aumento de la demanda interna; y la parte celeste, al resto de la demanda interna, que es consumo privado, más consumo del Gobierno, más variación de existencias.
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Las importaciones de bienes de capital siguen con récord históricos para el país: bordean los 900 millones de dólares, en moneda del año 96.
Las cifras estuvieron planas por mucho tiempo (después de una desaceleración), en niveles cercanos a los 450 millones de dólares. Actualmente alcanzan al doble. Es decir, el crecimiento chileno es muy balanceado, porque tiene inversión y consumo.
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Si vamos a la formación bruta de capital como porcentaje del producto, en pesos constantes (los computadores, por ejemplo, valen bastante menos hoy día: con cien pesos corrientes uno compra muchos más; entonces, desde la perspectiva del crecimiento, lo vemos en precios constantes-, en los años 1986 a 2004 el país invirtió, en promedio, 22,4 por ciento del producto, en pesos de 1996. Hoy estamos en niveles en torno al 28 por ciento. Para este año estimamos 28,2 por ciento, y para el próximo, 28,1 por ciento, que son máximos históricos. El récord anterior se registró en 1997, con 27,4 por ciento.
Como se puede apreciar, la inversión ha adquirido gran dinamismo. Durante largo tiempo no se invirtió porque había en muchos sectores exceso de capacidad. Hoy éste se ha agotado, dado el crecimiento que muestra el país, y estamos viendo un importante repunte en la inversión.
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Desde el punto de vista del sector público, se observa que, en el balance fiscal, la regla estructural se ha cumplido en promedio durante los últimos años. Y, como resultado de los efectos temporales del precio del cobre, muy por encima del valor de tendencia, hay un resultado positivo, después de varios períodos con resultados negativos, por el ciclo económico.
El país se planteó una regla estructural de mediano plazo que le permitió tener déficit significativos hacia fines de la década de 1990 y comienzos de la actual, con el compromiso de que aquélla se cumpliría. Y, por primera vez, la hora de la verdad llegó en 2004, cuando hubo superávit. Y el año 2005 va en la misma dirección.
III. 3. Mercado laboral
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El mercado laboral ha evolucionado acorde con el favorable entorno macroeconómico. La tasa de desocupación desestacionalizada ha descendido con rapidez.
El empleo continúa fortaleciéndose, y se acerca a tasas de crecimiento en torno al 5 por ciento en doce meses.
La tasa de participación laboral a nivel agregado se estabilizó durante el segundo trimestre, principalmente por el comportamiento de la participación de los hombres.
La participación femenina sigue aumentando, pero de manera bastante más moderada que en 2004. La de los jóvenes ha retomado su tendencia hacia la disminución, dado que deciden permanecer más tiempo invirtiendo en educación antes de incorporarse a la fuerza laboral.
En materia de crecimiento del empleo -la variación anual se muestra en el eje derecho del gráfico-, estamos acercándonos, repito, a 5 por ciento en doce meses.
La línea roja (al lado izquierdo), que representa a las miles de personas ocupadas, muestra que el empleo ha ido subiendo en forma continua y se ha acelerado de manera especial en el último año y medio o dos años, con un aumento importante en la generación de puestos de trabajo.
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La tasa de desempleo ha caído en forma relevante (aparece ajustada por estacionalidad), pues, de niveles por sobre 9 por ciento hace 18 meses, hoy día estamos en 8,04 por ciento. O sea, ha habido una baja considerable, la cual tiene que ver con el ciclo expansivo que sigue la economía.
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Las horas trabajadas han experimentado una caída significativa, particularmente por el cambio en la legislación, que redujo su número. Por ello, en el último tiempo el promedio de horas efectivas de trabajo disminuyó en forma drástica.
III. 4. Evolución de la Inflación
La inflación es la principal variable que debe ir considerando el Banco Central como forma de contribuir al crecimiento de largo plazo y de mantener la estabilidad, que es un activo logrado por el país en los últimos años.
La inflación del IPC en los meses recientes se ha visto afectada por el mayor precio externo de los combustibles, incrementos de tarifas en servicios regulados y alza en el valor de algunos bienes perecederos.
La inflación subyacente del IPCX1 -depuración del IPC restándole productos en que la política monetaria no tiene mucho que ver, relacionados con bienes perecederos y con combustibles (y para llegar a IPCX1, también tarifas reguladas)- ha seguido una trayectoria similar a la prevista, y las distintas medidas de la tendencia inflacionaria, limpia de los rubros señalados, exhiben un aumento gradual, consistente con una economía que crece por sobre su producto potencial; y se comienzan a estrechar las brechas de capacidad.
Eso impulsó al Banco Central a iniciar un proceso de incremento de las tasas de interés en septiembre del año pasado. Porque habíamos previsto que la economía iba a seguir creciendo a una tasa por encima de su potencial y que se irían estrechando las brechas de capacidad, lo que llevaría la inflación, gradualmente, al centro del rango meta. Y hacia allá vamos con la inflación depurada de shocks de petróleo y otros productos.
Los mayores registros inflacionarios recientes no han tenido efectos muy persistentes en las medidas de expectativas de inflación privadas, las que se han mantenido en alrededor de 3 por ciento para plazos de un año y más.
Hay un gran activo en el país: la confianza de los agentes económicos en que el Banco Central realizará su trabajo de mantener la inflación en torno al 3 por ciento, con desviaciones hacia arriba y hacia abajo, como aconteció hace dos años. Y llevaremos a cabo nuestro esfuerzo, pero siempre que la política monetaria realice su trabajo para llevar la tasa de inflación al centro del rango meta en un horizonte de 12 a 24 meses.
Se estima que hasta ahora la reducción de la jornada laboral no ha tenido un efecto perceptible sobre la inflación, aunque no se descarta que a futuro esta evaluación cambie hacia un acento más inflacionario.
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En este gráfico vemos que la inflación del IPC (línea roja) ha ido subiendo -como los señores Senadores recordarán, llegamos a tener inflaciones negativas-, moviéndose hacia el centro del rango meta.
La línea verde es inflación ajustada, restando bienes perecederos y combustibles; también ha tendido a subir. La línea celeste retira tarifas reguladas, e igualmente va hacia arriba. En esta última no hemos llegado todavía a lo esperado; estamos bordeando el 2 por ciento.
En el IPC ya nos encontramos prácticamente en 3 por ciento; y en el IPCX, entre 2 y 3 por ciento.
Es decir, todas las medidas de inflación van hacia arriba.
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La compensación inflacionaria es la diferencia entre bonos de la misma duración, nominales y en UF. Ese diferencial, que en algunos momentos estuvo en niveles muy cercanos al piso de la banda o por debajo de ella, ha ido subiendo y ahora se ubica entre 3 y 3,5 por ciento; vale decir, hay una migración ascendente.
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Las expectativas de inflación en el corto plazo se han ido moviendo para arriba, en dirección al centro del rango meta. Y hacia adelante, continúan ancladas. Puede haber a corto plazo, por los precios del petróleo, ruidos que eleven la inflación. Pero los agentes siguen pensando que el Banco Central, a dos años, se esforzará por mantenerla en alrededor del 3 por ciento. Y este Consejo hará todo lo posible para que permanezca anclada en torno a ese porcentaje.
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Todas las medidas alternativas de inflación subyacente o inflación de tendencia muestran que la inflación va para arriba, hacia el centro del rango meta: algunas, un poco por encima; otras, un poco por debajo. Y ello, porque las brechas de capacidad se están angostando. Hay variables importantes que explican esta dinámica.
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En la inflación, la variable más determinante a corto plazo es el costo de la mano de obra por hora, que ha tenido un importante repunte en el último tiempo. Nos hemos movido de valores aproximados a 2 por ciento a otros sobre 5 por ciento.
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La contraparte de la situación anterior es que la productividad también ha subido en forma parecida en el corto plazo. Esto ha significado que el costo unitario del trabajo -costo de salario por unidad de producto- siga con crecimientos muy débiles, e incluso, negativos.
O sea, hasta ahora en la inflación no hay presiones por el lado de los costos laborales.
Señor Presidente , hasta aquí hemos visto historia: qué ha pasado en actividad y qué está aconteciendo en inflación. Ahora observaremos las perspectivas hacia adelante.
IV. PERSPECTIVAS DE ACTIVIDAD E INFLACIÓN
En 2005, el crecimiento de la economía se ubicaría entre 6 y 6,5 por ciento, por encima de lo previsto hace algunos meses. Han colaborado a eso las noticias buenas que hemos tenido en el entorno externo, como también el hecho de que la inversión haya seguido tomando un dinamismo que, según pensábamos en nuestro escenario central, era muy difícil de sostener en el tiempo. Ello motiva que ahora debamos revisar el rango hacia arriba: lo más probable, de 6 a 6,5 por ciento.
La composición de este crecimiento debería reflejar la cada vez mayor preponderancia de los sectores no transables, con la expansión del consumo interno -servicios, comercio-, junto con un acrecentado dinamismo de la demanda interna, en especial del consumo.
Hacia el 2006, estas tendencias deberían asentarse, lo que, en un entorno de desaceleración suave de la economía mundial -como el que presenté al comienzo-, leve disminución de los términos de intercambio (después de este año tan favorable para el precio del cobre y de la normalización mucho más lenta en el precio del petróleo) y regularización del impulso macroeconómico en Chile -que ya no es requerido por la economía; o sea, el Banco Central tiene que seguir haciendo su trabajo de normalizar la política monetaria- y en el resto del mundo, es coherente con una expansión del PIB, para el próximo año, de entre 5,25 y 6,25 por ciento, según la información de que disponemos hasta hoy (esto se revisa continuamente).
Durante el actual ciclo expansivo, la economía chilena tuvo una etapa inicial de repunte de la inversión y de las exportaciones en 2003 y 2004, con un superávit en la cuenta corriente (1,5 por ciento del Producto en el 2004; y estimamos que será de medio punto en 2005, lo que representa alrededor de 500 millones de dólares).
Ahora se ha pasado a un escenario de mayor expansión de los sectores no transables -mientras los agentes toman este buen escenario como más duradero-, junto con un movimiento paulatino de la cuenta corriente hacia una situación deficitaria para el 2006 (un déficit en torno a 2 por ciento del PIB para ese año).
Pero si valoráramos la cuenta corriente a precios de tendencia -especialmente, un precio del cobre de tendencia más cercano a 99 centavos de dólar la libra que el observado hoy-, exhibiría un déficit de 3 por ciento del Producto este año y el próximo.
Ello significa que la economía está gastando más que sus ingresos, a precios de tendencia. Pero tampoco hay un gasto excesivo. Son cifras manejables para un país que tiene muy buenas perspectivas de crecimiento futuro.
En la medida en que el panorama de condiciones externas favorables se ha tornado más persistente, esta transición se ha visto acompañada por un fortalecimiento del peso en términos reales. Sin embargo, como mostré denantes, ese fortalecimiento implica un valor de la paridad que hoy se ve cercano al de equilibrio.
Cabe recordar que el supuesto metodológico para las proyecciones es que el tipo de cambio real de largo plazo resulta similar al valor observado en las últimas dos semanas.
Se estima que el aumento de la inflación anual del IPC hasta cifras en torno al 4 por ciento hacia principios del próximo año será un fenómeno transitorio y tendrá un efecto acotado sobre la trayectoria posterior de la inflación subyacente.
Tratar de evitar que el alza del precio del petróleo pase a la inflación requeriría que el Instituto Emisor dispusiera un aumento muy agresivo en las tasas de interés, con efecto en desempleo, en Producto. Pero un Banco Central como el nuestro, que ya ha madurado el desarrollo de su marco de política monetaria, puede darse el lujo de trabajar con un horizonte de 12 a 24 meses, para que la confianza en que va a mantener la inflación en torno del 3 por ciento haga que los incrementos sean sólo transitorios y lleven de vuelta aquélla hacia el centro del rango meta.
La reacción de los salarios reales y nominales al actual repunte cíclico ha sido particularmente tenue, permitiendo así una trayectoria de costos laborales unitarios acotada, como mostraba antes. Ello nos hace pensar que los efectos de segunda vuelta debieran ser reducidos.
La apreciación real y nominal del peso ha sido significativa en los últimos meses -como indicaremos más adelante-, y se estima que este realineamiento tendrá cierta persistencia y compensará algunas presiones de costo. También eso nos va a ayudar a que no haya efectos pronunciados de segunda vuelta.
Al final, lo importante es que el compromiso del Banco Central con la meta de inflación y la asociada normalización del actual estímulo monetario debieran permitir la convergencia de la inflación hacia el 3 por ciento. Debemos procurar que no se nos escape en forma persistente de este porcentaje.
Como supuesto metodológico, se considera que la normalización de la política monetaria continúa en los próximos meses a un ritmo comparable al implícito en los precios financieros observados en el último par de semanas -las cifras del comienzo que muestran los forwards hacia adelante y, también, las encuestas de expectativas de los agentes con respecto a la trayectoria de tasas de políticas-, para llegar a un impulso monetario neutro hacia fines del horizonte de proyección.
Estamos hoy con tasas de interés que la economía requería cuando se encontraba muy débil. En la actualidad, con una economía que está creciendo más que el potencial y con una alta probabilidad de copar las brechas hacia el 2007, es menester que hagamos nuestro trabajo para llegar a ese momento con una tasa que no le agregue ni le quite tracción a la demanda agregada, a fin de evitar que el país pierda un gran activo actual: la confianza en su capacidad de mantener la inflación en torno de su meta.
Pero insistimos: el ritmo efectivo de ajuste de la tasa de política monetaria va a depender, como siempre, de la acumulación de antecedentes en el tiempo. Esto lo evaluamos continuamente. Tenemos una reunión de política monetaria todos los meses, que se preanuncia con medio año de anticipación.
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Vayamos a las perspectivas de inflación en relación con los insumos. Veamos primero los insumos, qué va a entrar en esas proyecciones hacia adelante. Y repetiré lo que hemos visto antes.
En mayo se pensaba que en 2005 el precio del petróleo iba a ser de 49 dólares; hoy día el barril cuesta 57. Eso se agrega a la inflación, especialmente a la del IPC.
Para el próximo año se esperaba que llegara a 43,5 dólares. Ahora -sustancialmente por encima de eso: como 30 por ciento más- se estima en 56. Y, según veremos, hay riesgos incluso de superar esta cifra.
Cobre: se esperaba que alcanzara a 139,5 centavos la libra para este año; hoy llega a 157. Para mayo del próximo año se proyectaba un precio de 120 centavos; hoy día se prevé uno de 132. Todo eso va hacia arriba.
En Estados Unidos se aguarda que el promedio de la tasa de fondos federales sea un poco mayor. Como decía, se espera una aceleración del proceso de normalización de tasas en ese país, porque su economía se halla en un ciclo parecido al nuestro: está creciendo más que su capacidad y también tiene el shock del petróleo. Y para el 2006 se prevé algo parecido al final. Y aceleración, sólo al comienzo, tenue.
Con relación a los términos de intercambio, en mayo esperábamos que en el 2005 la relación de precios entre las exportaciones y las importaciones mejoraría en 3,5 por ciento con respecto al año anterior. Ahora hemos revisado hacia arriba: cerca de 6 por ciento. Y para el próximo año, antes se esperaba que cayera en 5,3 por ciento; hoy día, un poco más, dado que en el 2005 tenemos una base más alta.
En lo relativo al EMBI -especialmente, los puntos base de riesgo para nuestro país-, cabe recordar que cuando vinimos en mayo dijimos que esperábamos 77 puntos para el 2005. El mercado externo en general sigue muy favorable, en particular para Chile: 64. Eso está mejor que lo que veíamos en mayo. Y para el próximo año estamos estimando un riesgo país cercano a los 90 puntos base. Eso sube, porque se incrementan las tasas de interés internacionales, y aumenta también el descuento por riesgo en inversión en países emergentes, asociada esta alza a la elevación de las tasas mundiales.
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El año 2004 cerramos con un crecimiento de 6,1 por ciento.
En el 2005 -lo dije antes- el crecimiento del Producto se situará entre 6 y 6,5 por ciento.
El ingreso nacional, que aumenta también por ganancia de términos de intercambio, crecería 8,4 por ciento.
La demanda interna tendría un incremento en torno del 10 por ciento.
La formación bruta de capital fijo subiría en 19 por ciento este año, en términos reales, y el consumo total, en 7,3 por ciento por encima del crecimiento del Producto, ahora que el consumo interno comienza a sumarse a la expansión.
El crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios se desacelera con respecto al 2004. Pero ello se debe especialmente a la minería: el año pasado se explotaron minas de alta ley, por los buenos precios, y hoy existe una caída física en el margen.
Las importaciones siguen subiendo muy fuertemente, en especial para alimentar el crecimiento de la inversión y, en el margen, también para consumo.
La cuenta corriente, después de haber tenido un superávit de 1,5 el 2004, bajaría a medio punto del producto el 2005; y para el próximo año se estima un crecimiento de entre 5 y cuarto y 6 y cuarto.
El ingreso nacional sufriría una pérdida de términos de intercambio.
La demanda interna seguiría subiendo en el límite superior del crecimiento del producto.
La formación bruta de capital continuaría dinámica, pero desacelerándose en el margen.
Éstas son proyecciones nada más, con la información que tenemos hasta hoy.
El consumo total seguiría siendo un factor importante de dinamismo, a medida que el mercado laboral continúe mejorando y se consolide este cuadro de crecimiento.
Las exportaciones tendrían otra leve desaceleración en el margen, en especial por capacidad, de nuevo, en la minería. Únicamente en 2007 empezarían a crecer con más fuerza los envíos mineros, ayudando a las exportaciones totales.
Aquí se consideran dos factores. Hay otro que es difícil de cuantificar: el mejor acceso de las exportaciones chilenas a los mercados internacionales. Eso está empujando hacia arriba el proceso. Pero estos elementos se balancean.
Y la cuenta corriente pasaría a un déficit en torno al 2 por ciento a precios de mercado y al 3 por ciento a precios de más largo plazo.
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Si miramos diciembre a diciembre, el 2004 terminamos con una inflación de 2,4 por ciento. Este año estará cerca del 3,8 por ciento, en el mismo lapso.
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En el caso de la inflación limpia de bienes perecederos y de combustibles, la cifra es muy parecida a la que proyectábamos en el Informe anterior: 2,8 por ciento. La única sorpresa es en la inflación sucia, debido particularmente a los combustibles y a algunas tarifas reguladas, como la electricidad, sobre todo, para hacer frente a un cambio de incentivos que requería el país ante los problemas que tuvimos con el abastecimiento de gas argentino.
Y la inflación es más limpia en el IPCX1, que retira las tarifas reguladas. También exhibe una cifra muy parecida a la que proyectábamos en mayo pasado. O sea, la única sorpresa es la que ha tenido todo el mundo: el precio de los combustibles.
Si miramos el año 2006, la inflación de diciembre a diciembre llegaría a 2,8 por ciento.
Recuerdo que nuestra meta es 3 por ciento, con un rango de entre 2 y 4. No tenemos meta a diciembre. Se tenía al comienzo, cuando el país empezó a transitar hacia un esquema de metas de inflación. Ahora nuestro objetivo es mantener la inflación próxima al 3 por ciento, con una probabilidad muy alta de que se encuentre entre 2 y 4 por ciento. A veces ha bajado de 2 y hemos tomado decisiones para llevarla hacia arriba; en otras oportunidades puede estar sobre 4, y nosotros tomamos medidas para bajarla hacia 3. No lo hacemos al día siguiente, porque es muy costoso en términos de volatilidad de Producto y de la tasa de desempleo. Tratamos de llevarla de vuelta en un escenario de 12 a 24 meses. Y eso lo podemos hacer porque ya hemos invertido suficiente en credibilidad, como lo muestra el mercado, que tiene confianza en la labor del Banco Central.
Hacia fines del horizonte de proyección, la inflación estaría de nuevo de vuelta en 3 por ciento. O sea, esperamos que esto sea transitorio. Y vamos a estar atentos para llevar otra vez la inflación a esa cifra.
Si consideramos la trayectoria anterior, es importante recordar que hacia comienzos del 2003 tuvimos episodios donde la inflación besó el 4 por ciento. Este porcentaje no gustó nada, y se fue casi a cero. Ahora vamos de vuelta en nuestras proyecciones. A comienzos del próximo año llegaremos de nuevo a valores cercanos al 4 por ciento, pero para retornar al 3 por ciento a los pocos meses después. Esto es, prácticamente, efecto petróleo.
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Si miramos la inflación limpia de petróleo, el IPCX1 -que despoja a ese combustible de tarifas reguladas-, comprobaremos que las proyecciones, salvo las que teníamos en septiembre de 2004, han estado bastante iguales a lo que se ha ido dando.
Ahí no hemos tenido problemas. Ha habido dificultades en las estimaciones de inflación total, donde apareció básicamente -repito- la sorpresa del petróleo.
Las proyecciones que teníamos en enero o mayo de este año, así como las de septiembre, han sido muy similares a las efectivas; todas están caminando juntas. No hay sorpresas una vez que eliminamos petróleo, tarifas reguladas y bienes perecederos. Ésa es la parte de la inflación dura que depende de la política monetaria. Allí no hay sorpresas.
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En el Informe anterior estimamos que la inflación a diciembre del 2006 iba a ser de 3 por ciento; hoy proyectamos 2,8. Y en el IPCX1, limpio de todos los elementos señalados, proyectábamos 3,5 por ciento; en este momento prevemos este mismo porcentaje.
Ha habido factores que se han compensado. Existe mayor inflación ahora porque las brechas se están acortando más rápidamente de lo que pensábamos. Eso da un poquito más de inflación.
Hay mayor inflación especialmente en el IPC, por precios del petróleo superiores a los proyectados para mayo último; pero existe menos inflación porque el tipo de cambio se ha movido a su valor de equilibrio a largo plazo más rápidamente que lo que estimábamos antes. Y también ha habido menos presión de los salarios que la prevista la vez pasada.
Todo eso motiva que la situación se haya balanceado. Y nuestra proyección actual para diciembre del próximo año es incluso menor que la de mayo pasado.
O sea, la única sorpresa, señores Senadores , está en la inflación total, especialmente este año, por el fuerte incremento que ha experimentado el precio de los combustibles. Tal sorpresa es de nosotros, de Estados Unidos, de Europa y del mundo entero, pues la totalidad de los analistas han llegado a la misma conclusión.
Todo lo anterior constituye un escenario central.
V. ESCENARIOS DE RIESGO
En un país como el nuestro hay que preocuparse mucho de los riesgos. Y veamos los de este escenario central.
Al igual que en mayo, los principales riesgos se hallan asociados a la economía mundial y tienen relación con el precio del petróleo y sus efectos.
Su impacto sobre crecimiento mundial e inflación puede ser mayor que el previsto, implicando con ello un menor impulso externo, si termina afectando a la actividad más de lo que hemos visto hasta ahora.
También es posible que ese precio sea aun superior al considerado por nuestras proyecciones. Y si uno ve las noticias de las últimas semanas, le nacen dudas en cuanto a que se fortalezca este punto. Hay que seguir mirando el precio del petróleo; puede ser mayor que el de nuestras proyecciones. Ése es un riesgo.
Si la inflación se mantiene acotada, se estima que un precio 10 dólares más alto que el proyectado reduce el crecimiento mundial en 0,2 puntos porcentuales (me refiero a la inflación de los países industriales). Si la inflación de las naciones industriales se comienza a acelerar por el efecto petróleo -pasan a segunda vuelta salarios y otros precios-, el efecto es más grande, porque la política monetaria va a reaccionar también en los países industriales.
En el pasado ocurría eso. Cuando subía en forma importante el precio del petróleo, las naciones industriales tenían que subir agresivamente las tasas de interés para evitar que la inflación se les acelerara. En esos casos, 10 dólares más en el precio de ese combustible era un punto menos de crecimiento. En los últimos dos años hemos visto que 10 dólares más son sólo un quinto, por la mayor confianza que los Bancos Centrales han ganado en el tiempo al mostrar al mercado que son capaces de mantener controlada la inflación. Ése es un activo que, de perderse, implicaría un costo muy grande. Y todos los países invierten en mantenerlo.
Persiste el riesgo de un deterioro mayor que el esperado en las condiciones financieras externas que enfrenta la economía chilena. Tenemos un escenario de financiamiento externo que ha sido extremadamente favorable, y proyectamos que se va a ir revirtiendo de modo gradual, incluso más rápidamente de lo que pensamos.
Ello puede ocurrir por eventuales correcciones al alza de las tasas de interés de largo plazo de los países industriales, con efectos también en el precio de las viviendas, que han mostrado una gran apreciación en el último tiempo, impulsada en parte por bajos riesgos y por costos de financiamiento muy reducidos. Si las tasas de interés empiezan a subir porque la inflación comienza a escapar o porque se empieza a reducir el financiamiento especialmente del déficit de cuenta corriente de los Estados Unidos, eso puede llevar a un aumento más pronunciado en las tasas externas.
Asimismo, puede haber mayores presiones inflacionarias en las economías desarrolladas; un ajuste más rápido en el déficit de la cuenta corriente de los Estados Unidos frente a una caída más abrupta en su financiamiento; mayor volatilidad en economías emergentes, y un aumento más fuerte en las tasas de interés internacionales que afecta a los países emergentes y que todavía tienen gran dependencia del financiamiento externo, como Turquía y Brasil.
En todo caso, no se descarta un escenario al revés: que las tasas de interés externas de largo plazo continúen por tiempo prolongado a niveles inusualmente reducidos. De hecho, en los últimos 10 días hemos visto otra baja en las tasas largas en los Estados Unidos. Hoy estamos bajo 4,1. Hace un mes nos hallábamos en 4,3.
Ésos son los riesgos internacionales, que vamos a seguir monitoreando siempre.
Hoy el país está más preparado para absorber esos riesgos con su marco de política. Se encuentra mejor preparado desde el punto de vista de poseer una política monetaria creíble, con un tipo de cambio flexible, y por el hecho de tener una política fiscal con una regla estructural que le ha dado la capacidad de reducir endeudamientos en años de vacas gordas para tenerlos disponibles en los de vacas flacas.
Todo eso nos tiene mejor preparados. Pero igual vamos a sufrir los efectos -menos que en el pasado- si la economía internacional se deteriora mucho. Pero el escenario central es el que presentamos en la primera parte: un escenario central favorable, con luces amarillas, que las vamos a estar viendo siempre.
Internamente, la inversión en capital fijo podría seguir mostrando por más trimestres la intensa reacción que ha tenido frente a las favorables condiciones macroeconómicas, en cuanto a financiamiento y a perspectivas de crecimiento. Eso empujaría el crecimiento hacia arriba.
Hasta ahora, la reducción de la jornada laboral no ha tenido un efecto perceptible sobre la inflación, aunque no se descarta que a futuro esta evaluación cambie hacia un acento más inflacionario.
Aún queda por dilucidar el traspaso efectivo que tendrán sobre la inflación subyacente los aumentos de los distintos precios específicos que se han verificado últimamente. Hemos tenido incrementos en algunos bienes perecederos, aparte del registrado en los combustibles.
Existe el riesgo de que su efecto sobre la inflación de mediano plazo sea mayor que el que proyectamos, situación que tiene especial importancia considerando que pueden existir traspasos mayores en la medida en que el ciclo económico se halle más avanzado. Estamos creciendo más que la capacidad de producción del país.
También es posible que la inflación subyacente no dé cuenta de la aceleración supuesta en los próximos meses. Puede que la economía siga mostrando una inflación subyacente tenue, por el aumento de la productividad y por la gran competencia que enfrenta. Eso sería un sesgo a la baja en nuestra proyección de inflación. Los de arriba son sesgos hacia el alza.
Finalmente, los riesgos para el abastecimiento energético serían menores que en el pasado si se considerara el plan de inversiones programadas por la Comisión Nacional de Energía para el período 2006-2008. Ésta era una gran inquietud que tenían los señores Senadores -y también nosotros- cuando vinimos la vez pasada. Y eso se ha ido dilucidando según las estimaciones de dicha Comisión.
VI. CONCLUSIONES
Como conclusión, se considera que, tomados en conjunto, los escenarios alternativos conforman un balance de riesgos equilibrado para la inflación y la actividad. Podemos crecer más si se dan algunos factores favorables; menos, si se dan algunos desfavorables. Pero vemos que el balance está equilibrado tanto para la actividad como para la inflación.
El Consejo del Banco Central, en cuyo nombre vengo a presentar este Informe, reitera su compromiso de conducir la política monetaria en forma de mantener una trayectoria para la inflación proyectada en torno a 3 por ciento anual en un horizonte habitual de política de 12 a 24 meses. No todos los días, no todos los meses, porque sería muy costoso para el país. Eso es para naciones que no tienen las condiciones nuestras, que podemos darnos el lujo de contar con un marco estable donde nos damos tiempo para hacer volver la inflación a su meta. Si no, habría un costo muy grande -como decía- en desempleo y en volatilidad del producto.
Mantener la inflación en torno al 3 por ciento es la forma como la política monetaria contribuye a sentar las bases de un crecimiento alto y sostenido. No hay en el mundo experiencias de crecimientos altos y sostenidos sin estabilidad. El Banco Central, con sus instrumentos, entrega ese elemento, que es una condición necesaria para el crecimiento a largo plazo. Países estables, controlando otros factores, crecen más que los inestables. Eso es normal. Porque en las naciones inestables los empresarios están preocupados de cómo protegerse de la inestabilidad y no de encontrar la forma de mejorar la innovación, contratar trabajadores, crear productos.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor ROMERO (Presidente).-
Muchas gracias a usted, señor Presidente del Banco Central.
Están inscritos la Honorable señora Matthei y los Senadores señores Ominami, García y Foxley.
Tiene la palabra el Honorable señor Ominami.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , no cabe duda de que este Informe confirma el buen momento por el cual están pasando la economía nacional y la economía internacional.
Con una tasa de crecimiento prácticamente asegurada por sobre 6 por ciento para el 2005 y una proyección en torno a 6 por ciento para el 2006, es incuestionable que la economía chilena está en pleno proceso de reactivación.
Eso se nota desde los puntos de vista financiero y político. Las condiciones en que se está desarrollando la elección presidencial próxima son por completo distintas de aquellas en que se realizó la definición de 1999, con una tasa de crecimiento en el hecho negativa, con evoluciones muy negativas en materia de empleo y de remuneraciones. Ello se percibe por la forma como se enfrentan los debates de la campaña, y marca una diferencia muy significativa respecto de lo que tuvimos aquel año.
En los pocos minutos de que dispongo, deseo poner una nota de cautela acerca de conclusiones en exceso optimistas, de cierta euforia que pudiera surgir a partir de un análisis muy centrado en el corto plazo.
Nota de cautela, en primer término, respecto de lo que mencionaba el Presidente del Banco Central, al finalizar su Informe, en cuanto a los riesgos internacionales.
Existe un conjunto de riesgos que es necesario estar monitoreando de manera muy atenta. Y me parece que pueden ser un poquito mayores en todo lo que tiene que ver con nuestra propia región, con América Latina.
Lo que sucede en Brasil constituye un tema complejo. México ha crecido menos de lo que se dice. No se hizo mención, pero estimo que, más que desde el punto de vista de la significación económica, hay una significación política en la evolución de los países andinos, en la cuestión de Perú y Bolivia. Son factores que pueden tener un efecto negativo mayor para nuestra economía.
Hace algunas semanas estuvo en Chile Michael Porter, y, justamente, uno de los riesgos que identificaba decía relación a lo que podría producirse con nuestras naciones vecinas.
También existe un problema -se señaló- de estancamiento en Europa.
Y quizá sería útil tener una visión más pormenorizada respecto de la manera como se van a resolver los desequilibrios comerciales y fiscales que presenta la economía norteamericana. Porque, al final, la economía internacional siempre va a estar muy determinada por la forma de absorción o de reproducción de esos desequilibrios.
Por tanto, estimo del todo lógico y razonable colocar una nota de cautela acerca de ciertos riesgos que existen en el cuadro mundial.
No obstante, quiero centrarme en dos o tres aspectos que me parece importante destacar en lo concerniente a nuestras evoluciones internas.
En primer lugar, creo que tenemos una reactivación cuyo sostén es un mejoramiento muy sustancial de los términos de intercambio, el cual puede ser relativamente volátil. Eso también se debe estar mirando con atención.
En tal sentido, comparto la preocupación que han venido manifestando muchos sectores con relación a la evolución cambiaria en Chile.
El gran motor de nuestro crecimiento son las exportaciones. Y, desde ese punto de vista, es fundamental mantener un tipo de cambio coherente con un desarrollo exportador vigoroso.
Considero atendibles las razones dadas por el Presidente del Banco Central para sostener que todavía tenemos un tipo de cambio consistente con un desarrollo exportador vigoroso. Pero, desde luego, éste es un tema sobre el cual hay que actuar de modo particularmente vigilante.
En esa perspectiva, valoro la declaración del Presidente del Banco Central en cuanto a que la Institución estará disponible para utilizar todos los instrumentos a su alcance en la medida en que el tipo de cambio continúe deteriorándose.
El Instituto Emisor dispone básicamente de dos herramientas: tasa de interés, para luchar contra la inflación, y posibilidad de intervenir, de comprar y vender divisas en el mercado, según sean las necesidades.
Estimo muy relevante, entonces, la declaración hecha aquí en cuanto a la disposición a actuar en caso necesario, que de por sí es muy significativa como señal para nuestros exportadores, quienes, en las condiciones de hoy día, deben ir tomando decisiones de inversión que van a afectar el futuro del país.
Ahora, deseo poner una nota, más que de cautela, de franca preocupación por un aspecto del Informe, que no es lo medular en él, pero que constituye un asunto muy central en nuestra evolución como país.
Todo lo referente a la evolución del mercado laboral, que fue presentado de manera muy sucinta, me parece en extremo inquietante. Y voy a concentrarme en dos aspectos.
Es cierto: hemos tenido un mejoramiento en los niveles de empleo y ha disminuido ligeramente la tasa de desocupación. Pero hay un punto que no se señaló aquí -al respecto ya hay bastante evidencia; y ha sido destacado por algunos analistas-: la calidad del empleo que se está generando en Chile.
Ése es un primer tema.
Ello dice relación, básicamente, a empleos en sectores independientes, a trabajadores por cuenta propia. No es el trabajo formal, el que tiene cobertura social, sino aquel que reúne muchas características para hacer sospechar que se trata de recomposición de empleo precario, de baja cobertura social, de baja remuneración y, finalmente, de baja productividad.
En tal sentido, manifiesto mi preocupación. La evolución y el mejoramiento cuantitativo del empleo, la creación de un número importante de puestos de trabajo, son una cosa. Pero la calidad de éstos es algo que siempre debería llamar nuestra atención.
Comparto mucho lo que en el último tiempo ha venido diciendo y haciendo la Organización Internacional del Trabajo acerca de la necesidad, no sólo de generar trabajos en el mundo, sino de que ellos sean decentes.
Ésa es una preocupación.
Y la segunda tiene que ver con la evolución de los costos laborales en el país.
El Presidente del Banco Central -lo cito en forma textual- dijo: "La reacción de los salarios nominales y reales al actual repunte cíclico ha sido particularmente tenue,...".
Ésa es una manera bien elegante y eufemística de referirse a algo que, en mi opinión, debe decirse sin rodeos -"al pan, pan; y al vino, vino"-: los salarios no aumentan. Eso es lo que se está expresando.
El costo laboral unitario -como se puede observar en el gráfico que figura en la página 33 del Informe-, no sólo está estancado, sino que prácticamente se ha mantenido en tasas negativas durante el último año o año y medio. Entonces, se reactiva todo, pero no los salarios.
El Presidente del Instituto Emisor manifestó que la gran sorpresa ha sido el aumento del precio del petróleo. Es cierto.
Alguien podría decir también que ésta podría ser una segunda sorpresa: que en condiciones de reactivación, en momentos en que comienza a ceder ligeramente la tasa de desempleo, los salarios no se mueven.
Estoy de acuerdo con el Presidente del Banco Central: ésta no es una sorpresa. Porque, en el fondo, el mercado laboral está funcionando perfectamente bien -de acuerdo con los criterios sustentados por algunos-, pues no hay lucha sindical, no hay organización sindical, no hay negociación colectiva. ¡Ésa es la verdad! ¡En un país donde sólo el 10 por ciento de los trabajadores negocian colectivamente, ése es el resultado!
Si uno conoce bien la situación, si sabe cuáles son las condiciones básicas en que está funcionando el mercado laboral, eso no debería llamar a sorpresa. Ése es el resultado.
Sin embargo, me parece un mal resultado desde el punto de vista de la mínima distribución más equitativa de los frutos del crecimiento.
Lo que se dice acá en términos técnicos es que se están generando aumentos de productividad, pero que ellos no se distribuyen equitativamente.
Sería muy interesante -a lo mejor está fuera del mandato del Banco Central- tener un bonito gráfico que mostrara cómo se distribuye la torta en Chile entre capital y trabajo. Y lo que veríamos sería que la parte del trabajo seguiría siendo muy esmirriada, muy disminuida, muy poco coherente, muy poco consistente con el esfuerzo que él realiza para producir dichas tasas de crecimiento. Y si, con este cuadro, algunos insisten en que se requiere más flexibilidad laboral, la verdad es que uno no entiende muy bien cuál es la discusión.
En consecuencia, sería muy conveniente que pudiéramos profundizar respecto de estos datos, analizar exactamente qué está ocurriendo con el mercado laboral y ver si nos encontramos en condiciones de tomar medidas en serio para enfrentar el alegato general que se hace en el país en cuanto a las desigualdades, a que la distribución de los ingresos es una vergüenza.
Esto tiene que ver con la creación de condiciones distintas de funcionamiento del mercado laboral y, fundamentalmente, con una ampliación sustantiva de la negociación colectiva. Sin duda, en una economía de mercado no cabe fijar las remuneraciones; las remuneraciones se negocian y se determinan contractualmente. Pero, para que eso ocurra de manera correcta, debe haber un mínimo equilibrio, una mínima simetría en la distribución de las capacidades de negociación de unos y otros.
También ha estado en el centro de la preocupación noticiosa el tema de los combustibles.
Me parecen muy interesantes la estimación que contiene el Informe en el sentido de que a mediano plazo el precio del petróleo debería oscilar entre 56 y 57 dólares el barril, y no en torno a 70.
Si eso es así, pienso que aporta argumentaciones sólidas para los efectos de abrir espacios a una discusión sobre ciertos mecanismos, no de subsidio, sino de estabilización de precios.
Si el precio de mediano plazo va a situarse en torno a los 55 dólares, considero lógico repetir lo que hizo el Gobierno hace algún tiempo: estabilizar el precio del diésel en alrededor de ese porcentaje.
Lo que no resulta lógico es que la economía esté funcionando y pagando las consecuencias de un precio de 70 dólares que está castigando fuertemente a los sectores más modestos de la población, pero también al conjunto de la economía, por la vía de deteriorar las expectativas de crecimiento.
Si el precio de mediano plazo fuera de 70 dólares -como dirían los mexicanos-, "No hay tu tía". Pero si llega a los 55, tratemos de evitarle a la economía el daño que significa un sobreajuste o el efecto muy negativo de un precio excepcionalmente alto.
Yo utilizaría en forma positiva las conclusiones del Informe del Banco Central para, una vez más, llamar al Gobierno a que sostengamos una discusión razonable sobre el punto.
Tratemos de evitar a los sectores más modestos los efectos brutales de un alza desmesurada del precio del petróleo. Y, asimismo, evitemos a la economía el riesgo de deteriorar expectativas producto de las repercusiones automáticas de precios de los combustibles que afortunadamente, de acuerdo con estas previsiones -que comparto-, no debieran ser los de mediano plazo.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , agradezco tanto al Presidente cuanto a los Consejeros del Banco Central por la exposición tan sólida que acabamos de escuchar, la cual contiene información muy valiosa para nosotros, como Senadores, pero fundamentalmente para quienes se hallan en la actividad productiva.
Deseo compartir algunas inquietudes.
La primera de ellas dice relación a lo que señaló el Honorable señor Ominami en cuanto a la creación de puestos de trabajo.
A todos nos alegra observar una disminución en la tasa de desempleo. Sin embargo, cuando uno comienza a analizar más en detalle las cifras se encuentra con que aproximadamente 110 mil empleos corresponden a trabajadores por cuenta propia. Por lo tanto, muchas veces se trata de ocupaciones más precarias y sin previsión social alguna.
El año 2003 ocurrió exactamente lo mismo. El empleo creció principalmente en trabajadores independientes. En 2004 se produjo una formalización del empleo, y muchos de esos trabajadores, que laboraban por cuenta propia, se transformaron en asalariados. Hoy existe un importante aumento en la tasa de ocupación, pero de nuevo hay alrededor de 110 mil trabajadores por cuenta propia, lo cual constituye claramente una preocupación en la medida en que aquéllos no se trasformen en empleos estables y con previsión social, pues en definitiva se pone en riesgo el crecimiento del consumo futuro.
Respecto a los salarios -inquietud planteada también por el Senador señor Ominami -, la verdad es que, según la información del Instituto Emisor, el costo nominal de la mano de obra está creciendo, y de manera muy fuerte. El costo laboral unitario es el que cae. Y el Presidente del Banco Central señaló que ello se debe a la mayor productividad.
Creo que ésa es una buena noticia, porque dicha mayor productividad está significando que somos más competitivos, que podemos mantenernos en mercados internacionales y que los empleos se hacen más estables en el tiempo y son mejor remunerados.
Sin duda, la explicación del Presidente del Banco Central puede ser más tranquilizadora todavía. Pero no quisiera que tuviéramos una visión negativa respecto de lo que ocurre con los trabajadores, porque en la medida en que seamos competitivos en un mundo tremendamente competitivo podremos asegurar un crecimiento de mediano y largo plazo.
Es necesario poner de manifiesto que muchas de las inquietudes que uno plantea no se relacionan con el Instituto Emisor. La verdad es que éste hace su trabajo -y lo hace bien- en cuanto a mantener la inflación bajo control. Pero, como ustedes tienen una visión de la economía nacional e internacional, hay que aprovechar las instancias como ésta para absolver algunas dudas de nosotros y de los actores económicos.
Se ha planteado que deberíamos relajar la norma del superávit estructural y que, en lugar de continuar ahorrando, sería preferible tener un mayor gasto público.
Deseo preguntar al Presidente del Banco Central si quiere darnos su opinión -sé que la tiene- acerca de las consecuencias o de las conveniencias que podría acarrear para nuestra economía el bajar la meta de superávit estructural, a lo mejor paulatinamente, desde el 1 por ciento a tasas menores.
También quiero compartir la inquietud que existe por el tipo de cambio real. Me preocupa por los exportadores y, fundamentalmente, por los sustituidores de importaciones. Porque cuando se enfrenta una competencia que ya es desleal en muchos rubros, por distintas razones, con costos internos que están subiendo, puede ocurrir -y de hecho ocurre- que los productos generados en el extranjero, principalmente los correspondientes al área agrícola más tradicional, sean más baratos. Y eso significa menor superficie sembrada, menos empleos en dicho sector, en fin.
Mi inquietud radica, no tanto en que el Instituto Emisor deba salir a parar la caída, sino básicamente en los instrumentos que el sector privado podría utilizar para a lo menos atenuar las bruscas modificaciones registradas en el tipo de cambio real.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Deseo consultar al señor Presidente del Banco Central si prefiere contestar de inmediato, para evitar que se repita lo acontecido en otras oportunidades: que al final queden preguntas sin responder.
El señor FOXLEY.-
Señor Presidente , como hay pocos Senadores inscritos, ¿por qué no dejamos las respuestas para el final?
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Hay varios inscritos, Su Señoría.
El señor CORBO (Presidente del Banco Central).-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor ROMERO (Presidente).-
Por supuesto.
El señor CORBO ( Presidente del Banco Central ).-
Señor Presidente , me referiré primero a la pregunta sobre los riesgos de la economía internacional.
Para nosotros, los riesgos de América Latina tienen que ver más con financiamiento, con flujos de capitales.
Chile exhibe una estructura de exportaciones muy diversificada, donde la parte mayoritaria de ellas se dirige hacia afuera del área. Estamos perdiendo una gran oportunidad al no poder incrementarlas más a la Región. Y eso tiene que ver un poco con la forma como ésta se ha desarrollado en los últimos años. Entonces, en materia de exportaciones, hoy no enfrentamos una gran dependencia respecto de nuestros vecinos, con los cuales ellas son extremadamente bajas. Pero sí existe una dependencia -reitero- con relación al flujo de capitales. Y en ese caso nos encontramos mucho mejor preparados que en el pasado, por el hecho de contar con un marco de política más avanzado -como decía- y con cuentas fiscales ordenadas, además de ser muy bien considerados, internacionalmente, desde el punto de vista del riesgo país.
Ahora bien, entrando al caso específico de las naciones del área, en Brasil hemos observado, hasta el momento -toda la información la tiene el mercado-, que se ha ido fortaleciendo la responsabilidad en la parte económica, como una forma de neutralizar los ruidos en la parte política. Es una situación que siempre estamos monitoreando. Pero se advierten superávit fiscales más grandes de lo que pensábamos hasta hace dos o tres meses, los cuales han sido la respuesta del Gobierno para neutralizar un poco la incertidumbre política generada.
La desaceleración de México tiene que ver mucho más con la registrada en Estados Unidos en industrias con las cuales compite mucho. Y más importante todavía es la creciente integración de China a los mercados internacionales, que para nosotros es una gran ventaja, porque exportamos productos a este país. Para México, en cambio, constituye una gran desventaja, porque es competidor con la nación asiática en muchos rubros, especialmente en el textil, en el cual China tiene acceso a los mercados a partir del 1º de enero de 2005. Y México, a su vez, los pierde; entonces, está experimentando un gran ajuste estructural frente a la integración creciente de China a los mercados mundiales.
Tenemos los riesgos políticos. Habrá elecciones en México en julio del próximo año. Están los ruidos en Brasil. Pero Chile se encuentra hoy mucho mejor preparado que en el pasado para enfrentar situaciones de tal naturaleza.
Con respecto a las cifras en la parte laboral, no cabe duda -como se puede comprobar en el gráfico sobre el costo de la mano de obra por hora- de que se ha registrado una aceleración importante en el crecimiento de las remuneraciones respectivas, el cual se encuentra hoy en niveles en torno de 5 por ciento. Si el crecimiento salarial hubiera sido más agresivo, habría llevado, a lo mejor -es lo más probable-, a un incremento mucho menor en el empleo.
Los ingresos, en consecuencia, están creciendo. Con aumentos de productividad -porque los hay-, ello no se traslada a inflación. Y, al mismo tiempo, es lo que ha permitido en gran parte, también, la mejor actividad y un alza más tenue en las remuneraciones reales. Porque las remuneraciones reales por hora se están elevando. Eso ha llevado, asimismo, a un mayor crecimiento de la ocupación.
Y los empleos no son precarios. Hemos visto que también se están creando con contratos formales, a tasas que no veíamos en mucho tiempo.
En los últimos doce meses se observa un incremento fuerte en los trabajadores por cuenta propia; mas no cabe confundirse, porque hubo una caída muy importante hace un año. Ahora se trata de una expansión mucho más generalizada. Pero los dos rubros están creciendo muy bien -me refiero, igualmente, a los empleos formales- por el hecho de que la economía también lo está haciendo. Por lo tanto, creo que la calidad del empleo se halla ahí.
En cuanto a la estabilización del precio de los combustibles, tenemos una proyección central -la hemos visto en los últimos cuatro Informes de Política Monetaria-, la cual ha estado dominada por los acontecimientos registrados en los mercados del petróleo. Entonces, creo que, al igual como se puede cometer un error al pensar que esos precios son de largo plazo si no se mantienen con tal carácter, el yerro es mucho más grande todavía si uno estabiliza el precio al nivel actual y éste sube después muy por encima. O sea, estimo que para asignar recursos resulta mejor usar los precios. Y, en caso de compensar a alguien, se deben aplicar subsidios más focalizados -si uno piensa como economista-, que causan efectos menos distorsionadores en la economía como un todo. Pero es una medida que no define el Banco Central, sino el sistema político.
Mi respuesta es que yo tendría mucho cuidado, como economista, en tratar de estabilizar precios cuando existe tanta volatilidad. Y se registra tanta incertidumbre en los precios internacionales que, cada vez que suben -tal como les mostré a Sus Señorías-, los mercados se ajustan como si aquéllos se fueran a mantener arriba por un período más largo.
Si ello se hubiera efectuado hace un año, habría tenido lugar una gran distorsión. De hecho, países como India y China están moviéndose en la misma dirección que Chile: suben los precios a niveles más cercanos a los internacionales, porque por mucho tiempo pensaron que iban a ser transitorios, y se han quedado con grandes costos fiscales y con una distribución de subsidios que no corresponde a la mejor forma que quieren los Gobiernos.
Pero -repito- ésa no es una medida que corresponda al Banco Central, sino al sistema político en general.
Respecto de la regla estructural, me parece que le ha permitido a Chile un bajo riesgo país, por la gran confianza en su manejo fiscal, lo que se ha construido a lo largo de los años. Y en la Administración actual se ha transformado en una norma. Ése es un gran activo.
Si aumenta el gasto fiscal, el Banco Central deberá hacer más por el lado de la política monetaria, para evitar el desborde de la inflación. Entonces, el país dispone hoy de una combinación favorable que no tuvo por bastantes años. La economía ya está creciendo mucho más que su potencial. De manera que pensar en ser más agresivo en dicho gasto determinará que el Instituto Emisor, para conservar el gran activo de mantener la inflación controlada, deberá contrarrestar la expansión fiscal de la demanda agregada por el lado -como decía- de la política monetaria.
La combinación existente resulta muy favorable al hacernos posible el tránsito lento hacia una tasa de interés más neutral. Y ello presenta la contrapartida de que la parte fiscal se halla tremendamente ordenada. Luego, se observan tasas de interés no vistas en la historia del país. Ése es un gran activo, producto de una gran combinación. Se requieren dos para bailar tango. La política fiscal se encuentra ordenada, con una regla contracíclica en virtud de la cual se ahorra en años buenos para disponer de recursos en años malos. Y ello permite que la política monetaria haga el trabajo de política contracíclica.
En lo atinente a la parte cambiaria, formularon inquietudes los Senadores señores Ominami y García . Nosotros observamos ese ámbito con mucho detenimiento. Y el marco de políticas de que dispone hoy el Banco Central, con un tipo de cambio flotante y un esquema de metas de inflación, es superior a cualquier otra alternativa.
El intento de controlar el tipo de cambio, como en el pasado, presenta costos muy grandes en volatilidad de tasas de interés y en actividad. El tipo de cambio real en mayo y hoy no lo vemos muy desalineado de los niveles de largo plazo, que siempre consideramos. Pero sí reconocemos que se ha deteriorado la situación de quienes exportan a Estados Unidos a un precio fijo en dólares que es el mismo de hace tres años; mas ello no depende de la política monetaria, sino de su negocio. Sin embargo, como promedio país, nuestro tipo de cambio real, tal cual lo mostramos, no es distinto al de los últimos 15 años.
O sea, existe una dificultad sólo para el que ha exportado a un precio fijo en dólares en los últimos tres años. Pero el Banco Central diseña una política para todo Chile. Los que importan productos del resto del mundo se están beneficiando. Y sigue muy bien el desarrollo exportador, especialmente en los rubros industrial y agrícola. Ha caído la exportación minera; pero ello no obedece al tipo de cambio.
Gracias, señor Presidente.
El señor ROMERO (Presidente).-
Se han inscrito varios señores Senadores para intervenir.
Tiene la palabra el Honorable señor Foxley.
El señor FOXLEY .-
Señor Presidente , considero que se trata de un muy buen Informe. Yo me referiré sólo a un punto, mirando un poco hacia adelante, en términos de cómo mejorar más aún la calidad del manejo macroeconómico. Y creo que existe un margen que permite hacerlo.
Quiero también expresar un reconocimiento al Banco Central, a su Presidente , al Consejo, porque han recogido un aspecto que hemos planteado anteriormente, en lo relativo a un estudio de los procesos de ajuste y las recesiones en Chile, comparados con otros países, y particularmente con Estados asiáticos como Corea, Indonesia , etcétera.
El Informe incluye un capítulo especial al respecto y llega, básicamente, a tres conclusiones que me permitiré citar en forma muy rápida, para después exponer lo que estimo son algunas de las tareas pendientes.
En primer lugar, el texto expresa que la duración del ciclo completo de ajuste en Chile, de seis años, a partir de 1999, "es similar a la duración de las recesiones en Latinoamérica durante la crisis de la deuda 1981-82 y a la de Indonesia 1997" -país que también tuvo una crisis financiera muy grande-, pero superior al promedio mundial, que fue de 4,6 años.
En segundo término, comparando con Corea, el Banco Central concluye que, aunque dicha nación "sufrió una recesión mucho más aguda, que incluyó una crisis financiera, se recuperó más rápido que Chile 1999.".
Y la tercera conclusión -estoy señalando algunas, para el análisis que haré después- dice que "la normalización del desempleo después de 1999 en Chile ha sido particularmente lenta, en comparación con las otras experiencias.".
Mi comentario no es para criticar el manejo macroeconómico de ese período, sino para pedir al Instituto Emisor que en algún momento nos presente un conjunto de propuestas conducentes a mejorar el desempeño en términos de ajuste macroeconómico (eso quiere decir políticas monetaria, fiscal, cambiara, etcétera). ¿Por qué? Porque uno puede aventurar, dado lo ocurrido en las economías internacional y chilena en los últimos 40 años, que alrededor del 2008 tendremos un nuevo shock externo. Y eso significa -mirando desde el lado positivo- que disponemos de un plazo de gracia de dos o tres años para, cuando llegue ese shock, contar con un conjunto de instrumentos que nos permita mejorar el desempeño en materia de ajuste, por lo menos respecto de las tres conclusiones señaladas por el Banco Central cuando compara con los ajustes de otros países. O sea, cómo acortar el período en el cual la economía recupera el PIB potencial.
El Instituto Emisor expresa, además de lo que ya mencioné, que en el caso de Chile la caída del PIB fue más suave que en otras experiencias, pero la recuperación, más lenta. Corea demoró dos años; nosotros, seis.
Entonces, está muy bien que la recuperación sea más suave. Pero cómo podemos hacerla un poco más rápida.
Es importante plantear esa pregunta, pensando en lo que ocurrirá a futuro.
El Banco Central indica en su análisis que en parte la explicación está en que hubo cierta recaída en el crecimiento de países socios comerciales de Chile cuando recién estábamos haciendo el ajuste. La pregunta que cabe ahí es por qué esa recaída no afectó a otras naciones, las cuales capearon mejor la situación.
Allí uno debe analizar si hicimos todo lo que se podía hacer en materia de política contracíclica fiscal y monetaria.
Yo sigo con la impresión de que teníamos margen para mayor política contracíclica. Y la evidencia que refuerza tal hipótesis es que la cuenta corriente de balanza de pagos durante todo este período ha estado extraordinariamente sólida, con déficit muy chico, o con equilibrio, o con superávit, como el que tuvimos el año pasado y como el actual.
Con una política fiscal más parecida a la de Corea, mucho más contracíclica que la de Chile pero que le permitió acortar el período de ajuste a dos años, en vez de seis, habríamos tenido un déficit de cuenta corriente un poco mayor, perfectamente manejable -porque nuestros parámetros son de extrema seguridad en materia de equilibrio de balanza de pagos-, y quizá habríamos podido reducir el período de ajuste de seis años, tal vez no a los dos de esa nación asiática, pero sí a tres.
Sería una estupenda noticia para quienes estén mirando hacia el 2008, el 2009 o el 2010 que tuviéramos mejores instrumentos y los usáramos con mayor intensidad a fin de llegar a la situación descrita.
El Banco Central -para ser justos- plantea (o por lo menos lo insinúa) algunos elementos que no tenemos encima de la mesa y que ayudarían a que el ajuste fuera más rápido. Señala que Corea devaluó más que nosotros; o sea, que nuestra política de devaluación en 1998 y 1999 habría sido demasiado cuidadosa o insuficiente.
No recuerdo exactamente si entonces teníamos o no un tipo de cambio libre o si estábamos con banda. Pero, en todo caso, se trata de algo en que es válida una interrogante.
Ahora, sospecho que el Instituto Emisor nos va a decir que se debe tener cuidado con devaluaciones o con revaluaciones excesivas; que las devaluaciones excesivas, en el caso de las empresas endeudadas en dólares, pueden contagiar y generar cierta crisis financiera, y que hay que desarrollar para las empresas el mercado de endeudamiento en pesos y no tanto en dólares.
Muy bien. La pregunta, entonces, sería qué vamos a hacer en los próximos dos años para que el mercado de financiamiento en pesos y no en dólares ocurra, sea relativamente masivo e incluya, además de las grandes empresas, a las medianas y ojalá a alguna de las pequeñas.
Ése es un tema.
El Banco Central plantea también la no flexibilidad de los salarios en el período de ajuste anterior.
La verdad es que los salarios siguieron creciendo, en términos nominales y reales. Según el Instituto Emisor, eso explicaría el aumento del desempleo y la persistencia de éste.
Pregunta: cómo crear condiciones para mayor flexibilidad de salarios que sean aceptables para los principales actores involucrados en el proceso político acá, en el Congreso, y además para los trabajadores. O, puesto de otra manera, cómo uno puede acompañar la aceptación por esos trabajadores de mayor flexibilidad laboral con medidas o instituciones adicionales de protección social que impidan que aquel cuyo salario va a caer quede completamente desprotegido en cuanto al acceso a la salud y a la mantención de continuidad en la educación de sus hijos y en las cotizaciones previsionales.
Lo que quiero manifestar es que tendríamos que proponernos como meta señalar que nuestra macroeconomía está muy bien, pero sin ser autocomplacientes en eso. Nuestra macroeconomía puede ser mejor. Pero, además, debe ser mejor si queremos mayor solidez, legitimidad, credibilidad en las instituciones políticas, en la democracia, en la capacidad del sistema vigente en Chile, para no tener que decir una vez más a la gente, cuando le caiga el ladrillo en la cabeza el 2008, que de nuevo habrá de esperar seis años para la normalización, para que lleguemos al PIB potencial y para que recién ahí empecemos a visualizar una tasa de desempleo relativamente normal.
Debemos pensar en los más altos estándares en esta materia, porque se halla asociada a las expectativas de más elevados estándares en la calidad de la democracia, de las instituciones, de la convivencia y del contrato social que hoy tenemos implícito en Chile.
Sé que se me puede contestar que ésa no es tarea del Banco Central. Pero alguien debe hacerla. Tal vez se podría crear un grupo de trabajo del Instituto Emisor con los mejores economistas del Ministerio de Hacienda y del sector privado, y con algunos personeros del sector político.
Se trata de una tarea de la más altísima urgencia. Y se la quiero plantear modestamente ahora al Banco Central -junto con felicitarlo por la excelente labor hecha, que está demostrada en el Informe- como un desafío que considero inevitable e indispensable abordar en lo inmediato.
He dicho.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , a partir del conocimiento de este Informe, quiero dar una mirada muy sinóptica de la otra cara de la luna. Y, a este respecto, me surge una conclusión muy nítida.
El sistema actual ha consolidado estructuralmente una distribución de la riqueza que hasta autoridades eclesiásticas han calificado de "vergonzosa".
A partir de esa realidad, lo único que uno puede esperar de cara al futuro son ciertos niveles de crecimiento de la economía que vendrán dados básicamente por el contexto internacional. Pero, en la práctica, ya casi debemos renunciar a lograr determinados grados de desarrollo, por cuanto no es posible, en las condiciones actuales, generarse una expectativa de esa índole.
Hoy, en Chile, el empresariado tiene frente a sí una masa laboral inerme. Sistemáticamente, a lo largo de los últimos años, se ha venido desmantelándola desde el punto de vista de sus organizaciones sindicales y atomizándola hasta el infinito, de tal suerte que ahora no constituye un interlocutor para discutir los términos en que ha de llevarse la relación entre estos dos actores de la economía.
Por desgracia, el Gobierno, y particularmente su Ministerio del Trabajo, no ha advertido a tiempo este fenómeno, no ha sido capaz de reaccionar. En vista de ello, se ha configurado un cuadro, desde la perspectiva de la relación obrero-patronal, que es el peor, el más lamentable en la historia de nuestro país.
Hay cosas francamente absurdas. Y señalaré un ejemplo.
La multitienda "Falabella" de Valparaíso posee un solo empleado. Todo el resto del personal que labora para esa firma está tercerizado. Es decir, diferentes empresas se encargan incluso de contratarle los trabajadores que necesita. Cuando surge un conflicto, éstos lo tienen, no con Falabella, sino con una sociedad de fantasía que nadie conoce.
De ese modo, la conflictividad laboral se va diluyendo en los intersticios de un sistema que está alcanzando niveles francamente diabólicos.
¿Cómo es posible pensar que el día de mañana Chile va a alcanzar grados razonables de desarrollo en tales condiciones?
Aquí, como es natural, todo el mundo ha felicitado al Presidente del Banco Central por el cumplimiento de su labor. Yo, por desgracia, no encuentro ninguna razón para hacerlo, salvo la de que se nos ha entregado un Informe muy bellamente ilustrado. Pero cuando uno penetra en el contenido de la información queda con el ánimo desolado.
Eso, en razón de que veo al Banco Central como un vigía del manejo de la inflación. Si ésta sube un poco, aprieta el botón de la tasa de interés.
Emplear el mecanismo de disminuir la inflación por la vía de la tasa de interés me parece equivalente a desangrar a un enfermo para bajarle la fiebre.
Yo me pregunto: ¿no se podrá considerar asimismo, a los efectos de rendir este Informe, cómo va en el país lo relacionado con la distribución de la riqueza?
¡Ése sí que es un factor absolutamente determinante para medir la salud, no sólo de la economía, sino también de la sociedad chilena!
Insisto: los augurios que podemos hacer de cara al futuro con esta situación de tipo estructural que padece el sistema económico vigente son muy sombríos.
En la misma medida, el Gobierno y, por supuesto, igualmente el Parlamento deben hacerse eco de esa falencia, sensibilizarse respecto de ella, porque es la generadora de prácticamente todos los problemas fundamentales que hoy afectan al país, incluida la delincuencia.
Yo me dirigiría a los empresarios pidiéndoles invertir en seguridad, pero no protegiéndose con rejas y guardias privados en sus mansiones. Les diría: "Háganlo de manera inteligente: ayuden a superar el problema de la distribución de la riqueza en Chile, con lo cual estarán aportando una mirada ingeniosa para atenuar todo lo que tiene que ver con la violencia que hoy sufrimos en nuestra sociedad a raíz del aumento de la delincuencia".
Así podríamos dejar de observar en las esquinas el triste espectáculo de muchachos que, con un cubo de agua sucia y escobillones de goma, limpian parabrisas; o el de otros que hacen mil maromas de tipo circense. Toda ésa es gente que se halla en la frontera de la delincuencia, que está haciendo el último y dramático esfuerzo por ganarse la vida con alguna dignidad.
Tengo la impresión de que esto que en el informe aparece como "empleo por cuenta propia" es otra forma de denominar al empleo disfrazado. Son personas que a lo mejor venden baratijas, ya sea en las micros, en las esquinas, en las plazas, en fin.
La sociedad chilena está creando un conjunto de elementos que debieran ser interpretados como alarma respecto a males de fondo que es preciso abordar prontamente, pues mientras más tiempo pase seguirán profundizándose y generando efectos todavía peores.
Ojalá el Banco Central pudiera también, en estos Informes anuales, entregar indicadores más de fondo que nos advirtieran sobre los peligros a que nos exponemos como sociedad si la conformación estructural a que me referí recién persevera en el tiempo.
De todos modos, agradezco que se den instancias como ésta, porque igual resulta ilustrativo recibir ese tipo de información del Instituto Emisor.
He dicho.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Quedan cuatro señores Senadores inscritos.
Propongo que limitemos las intervenciones a 10 minutos -me parece un tiempo suficiente-, para finalmente dar la palabra al señor Presidente del Banco Central.
Así se acuerda.
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, desde luego, adhiero a las expresiones vertidas por diversos señores Senadores en cuanto al Informe del Instituto Emisor. Me parece que se trata de un documento bastante completo. Sin embargo, deseo expresar algunas inquietudes sobre ciertos puntos.
Primero, sin descartar las posibilidades y los riesgos, no cabe la menor duda de que un alto precio del petróleo puede significar un impacto mayor aún sobre la actividad económica y la inflación mundial, lo que, desde luego, tendría consecuencias bastante negativas en nuestra propia economía.
Una desaceleración en el crecimiento de los países emergentes provocará una disminución superior a la esperada en el precio del cobre, mientras el del petróleo probablemente se va a mantener en rangos bastante mayores o en los niveles actuales.
Si el deterioro en los términos de intercambio es superior al proyectado, la dinámica que ha experimentado el sector externo podría revertirse, afectando en términos relativamente serios las expectativas y, con ello, la inversión y el empleo.
Respecto del empleo, una simple reflexión sobre lo que escuchamos hoy.
Hemos sostenido que Chile necesita mayor coherencia entre el modelo de economía de desarrollo y la flexibilidad laboral, que resulta indispensable para no crear las inquietudes que muchas veces, con razón, es factible plantear en cuanto a la aparente existencia de subempleos o de empleos transitorios. A mi juicio, una mayor flexibilidad, más consistente con el sistema y el modelo que estamos aplicando, puede ser perfectamente razonable.
Un segundo punto dice relación a la tendencia del dólar, que está preocupando muy seriamente a los exportadores. Y se ha llamado a la autoridad a prestarle atención, ya que una desaceleración -tal como lo señalamos- podría afectar la actividad externa del país.
Del mismo modo, expreso mi inquietud por el precio de los combustibles en Chile, mirado desde el punto de vista, no sólo económico, sino también de nuestro desarrollo social.
Con motivo del alza registrada entre el año pasado y éste, se hizo una proyección según la cual el Gobierno recibirá 100 millones de dólares adicionales por el solo concepto de los mayores impuestos que, en escala, se aplican al precio del combustible.
Naturalmente, eso nos tiene muy preocupados.
El señor Ministro de Hacienda sugirió que si la población usara bicicleta sería factible desarrollar una actividad. Hay personas jóvenes que pueden optar por ese medio de transporte. Sin embargo, creo que en la Costanera Norte de Santiago o en las grandes avenidas de otras ciudades será difícil hacer ejercicio en ese tipo de vehículos.
Por último, opino que la institucionalidad del Banco Central como tal y, en especial, su transparencia se podrían ver afectadas por un patrimonio negativo -estoy revisando el Informe en la página 74- creciente, para 2006, de -0,1 por ciento (-3,1 y -3,0 por ciento).
Tengo entendido que, en principio, existe una idea de la autoridad de Hacienda para revertir esa situación. Y pienso que debiera existir -en eso estoy completamente de acuerdo- un respaldo político para una iniciativa legal de tal naturaleza. Por lo menos, así lo pensamos los Senadores que estamos en este sector del Hemiciclo.
Sería importante, en nuestro concepto, respaldar una solución de esa índole. Porque, cuando los organismos mundiales o los entes que realizan los análisis de política internacional revisan las cuentas del Banco Central, aparece cierta incongruencia a raíz de ese patrimonio negativo.
En definitiva, para la transparencia del Banco Central y para el país, sería más útil y más positivo que de alguna manera ese ítem quedara saldado.
He dicho.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente, a esta altura ya se han formulado las principales consideraciones que yo deseaba remarcar.
Sin embargo, quiero hacer algunas precisiones, uniéndome, por cierto, a los agradecimientos por el muy buen Informe que el Banco Central nos ha entregado sobre nuestra política monetaria.
Son tres los temas centrales que nos inquietan -y ya han salido en la discusión-: petróleo, tipo de cambio y empleo. Sobre ellos haré breves comentarios, a guisa de interrogantes o de reflexiones.
En cuanto al petróleo -y, sin duda, ésta ha sido la variable que ha causado más impacto en la evolución de la economía y que seguirá amenazándola durante largo rato-, desde el punto de vista de la situación interna -de los ciudadanos, de la gente común-, el problema se debe desglosar. Porque, ciertamente, para un buen funcionamiento de nuestra economía, los precios internacionales del crudo deben traspasarse al consumidor; es la manera racional de actuar.
Sin embargo, en lo que paga la población -como ya se ha señalado- hay una componente tributaria relevante, que significa que los chilenos deban asumir, no sólo el mayor precio del combustible, sino también el impuesto específico, con lo que se llega a 42 por ciento, si sumamos el IVA.
A mi juicio, eso puede ser corregido si el Ejecutivo renuncia a tener mayores ingresos fiscales -pagados por todos los chilenos- y busca mecanismos que compensen esa situación, sin que el Fisco deje de recibir los recursos que ha proyectado en la Ley de Presupuestos por aquel concepto.
En el Gobierno del Presidente Aylwin, cuando el país se vio enfrentado a una crisis semejante -don Alejandro Foxley , hoy Senador, era Ministro de Hacienda -, se creó el Fondo de Estabilización de Precios del Petróleo, que permitió actuar cuando los precios pasaban de ciertos márgenes, para no afectar el bolsillo de la gente de clase media, de las personas modestas (de aquellos que no pertenecen al grupo de ingresos socioeconómicos altos y que, gracias al desarrollo, tienen acceso a un vehículo).
Otra alternativa es la de que el impuesto específico a los combustibles tenga una tasa flotante; o sea, que cuando el crudo supere determinado valor, el precio al público disminuya. De esa manera, tanto los ingresos fiscales como el costo del combustible para los consumidores se mantendrían estables. A la inversa, si baja el precio del petróleo, sube el impuesto específico y de nuevo sigue constante.
Con esa modalidad, aparte que los ingresos fiscales también permanecerían invariables, la gente no viviría la situación casi de carnaval que existe actualmente, porque semana a semana cambian los precios en la forma más inesperada, pero prevalece el alza.
En general, en las actuales condiciones se termina, no sólo pagando el mayor precio del petróleo, sino enriqueciendo al Fisco a costa del bolsillo de los chilenos. Porque, como se encuentra asociado al precio del petróleo, aquél se hace más rico al mantener el impuesto específico fijo, rígido. Y eso, desde un punto de vista de justicia, es del todo inequitativo.
Sin embargo, el Gobierno no ha querido reaccionar.
Estimo, entonces, que eso podría incorporarse en una tabla de decisiones.
Existen otras medidas, como los subsidios. Y, así como se estableció uno para el diésel, bien podría crearse al menos otro para quienes hacen de un vehículo gasolinero su fuente de trabajo: taxistas, colectiveros, transportistas escolares, quienes llegan a una cifra aproximada de 120 mil personas. Tal vez sea factible entregarles una solución similar a la del diésel, a cuyo respecto, desde cierto nivel hacia arriba, opera una especie de seguro.
Es necesario pensar en la situación de la gente, porque se vislumbra que el problema se prolongará, no sólo a todo este año, sino también al próximo, por lo menos, dadas las proyecciones hechas por el Banco Central, que recogen las efectuadas a nivel internacional.
Es cuanto quería señalar acerca del petróleo.
Con relación al tipo de cambio, es efectivo que el promedio actual corresponde un poco al de los últimos 20 años, según las tablas exhibidas por el Presidente del Instituto Emisor .
No obstante, tengo la impresión de que en los indicadores de los últimos años el valor del dólar ha estado más alto que el de ahora. Si consideráramos los tres anteriores, el promedio fluctuaría entre 570 y 580 pesos, o quizás algo más. No he hecho el cálculo matemático; pero a simple vista, según los gráficos que se nos presentaron esta mañana, uno llega a esa conclusión.
Nuestra economía depende crecientemente del tipo de cambio, porque el porcentaje de las exportaciones que ingresa al PIB es de los más elevados del mundo. Por eso, lo expuesto motiva que esa dependencia sea muy delicada y, por tanto, bastante frágil.
El Presidente del Banco Central expresó que en cierto momento se intervendrá. Me alegra escucharlo, pues no faltará el economista que, en su dogmatismo, señale que este aspecto debería dejarse del todo libre y sujeto a su funcionamiento, sin prever las consecuencias que puede tener en la economía.
Me interesa saber qué medidas podrían, teóricamente, adoptarse. Por ejemplo, ¿podría ser una de ellas la mantención de la tasa de interés y no su alza? Porque tengo la impresión de que en la medida en que sube la tasa de interés abrimos el país a la llegada de capitales que podrían generar más oferta de dólar y, por consiguiente, una depreciación de esta moneda. En consecuencia, el aumento de la tasa de interés acentuaría el fenómeno que reclamamos, porque afectaría gravemente el funcionamiento de sectores significativos de la actividad nacional.
Un señor Senador habló de intervenir comprando o vendiendo, según los momentos, como se hizo tiempo atrás cuando el valor del dólar estaba muy alto. ¿Sería ésta otra medida?
También me gustaría saber si la liberalización de las adquisiciones de moneda extranjera para que las AFP y las compañías de seguros inviertan afuera podría constituir una medida que colaborara en esa dirección.
El tema del tipo de cambio no es menor. Afecta a nuestra capacidad exportadora y, también, a quienes sustituyen importaciones -como se recordó-, y no sólo las agrícolas, que ya son muchas y muy relevantes.
La agricultura queda afectada en ambos lados, porque, o es de exportación y se ve golpeada con un dólar bajo, o es de sustitución de importaciones y se perjudica también por ese hecho, pues llegan productos competitivos que perturban de manera grave nuestras alternativas en este ámbito.
Y si la agricultura está con los peores precios de muchas décadas-como sucedió en la reciente temporada-, tal situación empeora fuertemente lo que viene en la temporada próxima.
Si a eso agregamos que distintos sectores industriales (textiles, calzado, etcétera) son igualmente sustituidores de exportaciones, en esta fiebre de consumo que se está desatando, podría verse afectada en forma notable parte importante de nuestra economía.
En consecuencia, ojalá tuviéramos mayor precisión respecto del tipo de cambio.
En cuanto al empleo, mi reflexión es muy simple.
En 2004 el país creció 6,1 por ciento. El presente año se prevé que lo haga entre 6 y 6,5 por ciento. Y para el 2006 las proyecciones indican 5,25 a 6,25 por ciento.
Para simplificar, estamos creciendo a un promedio de más o menos 6 por ciento en esos tres años. Y seis sobre seis sobre seis arroja un crecimiento bastante atractivo.
Sin embargo, esas cifras no se reflejan en aumento del empleo. Si bien, según el Instituto Nacional de Estadísticas, hay tendencia a la reducción del desempleo porque se han creado fuentes laborales últimamente, pareciera que el crecimiento económico no se está trasladando de manera más fuerte al incremento de plazas de trabajo. Éste tiene un ritmo muy lento, lo que estimo preocupante, porque nos habla, quizás, de algún problema estructural en la economía que, por su forma de desarrollo, no está posibilitando compartir esos beneficios a nivel de la gente. Y esto debiera hacernos meditar.
Hace poco nos llegó una información atinente al aumento de las exportaciones donde se consigna que el grueso de él se centra en la gran empresa. Las pymes participan en un porcentaje muy pequeño de ellas.
Eso lo podemos ver en diversos indicadores. Por ejemplo, se efectuó un estudio acerca del impacto que ha tenido el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. De él se deduce que nuestro comercio con ese país se ha incrementado mucho, pero que sólo 7 por ciento corresponde a las pymes.
Por consiguiente, aquí hay una cuestión que considero importante: si el empleo no crece a pesar de que el país sí lo hace, se generan situaciones de enorme desacomodo social. Y ello se une a la inequidad del ingreso que se ha planteado, la cual no creo que se deba a lo que se señaló. Porque durante 15 años hemos tenido gobiernos de la misma tendencia que podrían haber corregido esa situación a través de políticas públicas y no lo han hecho.
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Finalizó su tiempo, señor Senador.
El señor LARRAÍN.-
Para concluir, debo expresar que me preocupa, no sólo el lento ritmo de descenso de la desocupación, sino también el costo aparentemente bajo del empleo y la falta de equidad en la distribución del ingreso.
Al respecto, no he visto que las políticas aplicadas hasta ahora hayan tenido éxito, pese al crecimiento del país, ni que éste se haya traducido en beneficio real para la ciudadanía y en una distribución del ingreso más equitativa.
Si eso se prolonga en el tiempo, querrá decir que nuestra economía no está siendo capaz de conseguir algo que es central para terminar con la pobreza y la marginación: la disminución de la falta de trabajo. Porque sin empleo difícilmente podremos dar solución a las inquietudes planteadas.
Me pregunta es, entonces, si el Banco Central prevé lo que se puede hacer en esta materia.
No quiero entrar en el análisis de las cifras, porque desde hace muchos años tengo la convicción de que las entregadas por el INE se hallan absolutamente distorsionadas de la realidad, no reflejan la verdadera dimensión del desempleo.
Espero que algún día el propio Banco Central encargue a terceros, nacionales o internacionales, mediciones de empleo que validen las cifras del INE o, por el contrario, confirmen que presentan alguna distorsión. Así podríamos conocer la verdad sobre dicha situación, que en la calle, en el trabajo directo en terreno, uno advierte que es bastante más grave.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , quiero señalar ante todo que recibimos una cuenta sólida del Banco Central, organismo que -como manifestó su Presidente - tiene credibilidad en el país y está haciendo sus tareas.
Comparto plenamente esas afirmaciones. Y quisiera efectuar algunos comentarios.
En primer término, me sumo a la tranquilidad que trae la afirmación del Presidente del Instituto Emisor en cuanto a que esta Institución tiene claro el objetivo de estabilizar la divisa en un rango que permita sostener determinada estrategia en un país donde el sector exportador es muy dinámico. Ése es un elemento tranquilizador frente a un tema que, sin duda, tiene una importancia fundamental para nuestro sector agroexportador.
En segundo lugar, entre las buenas noticias del Informe del Banco Central está la de que la reactivación, que supone tasas de crecimiento altas a lo menos por dos años -no sabemos cuál será la proyección después de 2007-, tiene un componente muy significativo en la activación de la demanda interna.
Éste es un dato nuevo y muy relevante, porque la estimulación de los sectores no transables provoca efectos notables en el empleo y, también, en un crecimiento más homogéneo para el conjunto del país. Eso puede permitir avizorar que en materia de generación de empleos continuaremos seguramente con los ritmos altos que hemos tenido.
Además, la masa laboral va a aumentar. Como sociedad, todavía contamos con un gran potencial de crecimiento de aquélla, debido a la eventual incorporación de las mujeres al trabajo. Estamos con tasas muy inferiores de empleabilidad femenina, no sólo en las economías de mercado maduras, sino también en las menos maduras, como son muchas de las de América Latina.
Quiero hacer una breve reflexión acerca de dos temas que no tienen que ver en forma directa con las tareas del Instituto Emisor, sino más bien con la orientación general que están tomando la economía y la política del país. Se trata de dos materias que estarán presentes en la agenda política y económica en el tiempo que viene.
El primero es el de la flexibilidad laboral.
En mi concepto, todos los pronósticos en el sentido de que las elevadas tasas de cesantía que tuvimos en los años más recesivos de la economía se debían básicamente a problemas derivados de un estatuto jurídico laboral muy inflexible se ven desmentidos por los acontecimientos del último tiempo. Reactivada la economía, la tasa de generación de empleos ha demostrado ser bastante alta.
Por otra parte, sin perjuicio de que siempre es factible hacer más para modernizar los estatutos jurídicos laborales -y éste es un argumento que no se ha dado en el debate habido en el país-, en todas las comparaciones internacionales sobre el punto las regulaciones de Chile aparecen entre las de los cinco o seis países más flexibles del mundo.
El único elemento de nuestra institucionalidad laboral que está en la media de otras economías -incluso, un poco más arriba- es el costo del despido.
Por tanto, cuando se habla de flexibilidad laboral, normalmente se escabulle en el debate público ese punto, que sí podría ser discutido, en el sentido de que aquí dicho costo es superior al de otras economías maduras.
Pero eso siempre se disfraza con otros argumentos: el contrato flexible, el trabajo de las mujeres, etcétera (esto se puede mejorar; aquí hay muchos tipos de contratos).
Entonces, lo que yo planteo es que, si pretendemos realizar un debate en serio sobre la flexibilidad, pongamos el punto que en verdad se quiere discutir: que el costo del despido es alto en un país donde, en general, la protección del trabajo es muy débil.
Por lo tanto, hay que poner sobre la mesa todos los elementos de la discusión.
Lo segundo es la distribución del ingreso, que felizmente se ha abierto como uno de los grandes temas del país. Si algo ha cambiado en los años recientes -y también en la campaña electoral-, es que una materia que no tenía carácter nacional -más bien era un planteamiento de la Izquierda y de la Centroizquierda, referido a nuestra insistencia histórica en que Chile muestra niveles de desigualdad incompatibles con un desarrollo democrático de largo aliento-, felizmente, se ha convertido en un asunto de país del cual todos decimos estar preocupados.
Así sucedió en los años 90 con la pobreza, que no fue un asunto nacional en los 80. Porque durante el Régimen militar este tema no existía, pues se postulaba que bastaba crecer para que los pobres disminuyeran. Y eso no ocurrió.
Hoy día, pues, la desigualdad se pone como una cuestión central, distinta de la pobreza.
Y aquí disiento de lo aseverado por el Senador señor Larraín , porque resulta inadmisible decir que los Gobiernos de la Concertación no han hecho nada en materia de integración social y equidad. Chile fue uno de los dos países del mundo que en los años 90 redujeron de manera drástica, de 48 a 17 por ciento, la pobreza, en una década en que ésta aumentó en todas partes.
Ése no es un logro menor.
Y, con las cifras que hemos conocido, creo que vamos a seguir en ese camino. Porque si en el último trimestre se incorporaron al mercado del trabajo 240 mil personas, sus salarios, por modestos que sean, van a significar una contribución importante para sus familias. Es claro.
La cuestión estriba en que eliminar la pobreza no implica disminuir las desigualdades. Ésa es la gran lección que aprendimos en estos catorce años.
La distribución autónoma del ingreso en Chile es la misma en el 2005 que en 1990, incluso unas décimas más baja. Por supuesto, si se consideran otros elementos, como las políticas sociales, el indicador disminuye un poco. Pero ése es el tema.
Y aquí todo crece, menos los salarios; o éstos crecen muy poco.
El problema de la desigualdad no es simple. Tiene que ver con políticas de mediano plazo; con la educación, que es fundamental, etcétera. Pero existe una relación con la distribución del producto. No habrá mayor equidad si no existen mejores ingresos ni políticas orientadas a su redistribución.
La solución de las dificultades de los pensionados, que es preciso abordar de alguna manera, no pasa por una mejoría en el campo laboral. Será menester financiar a la tercera edad del país, que es un grupo importante, mediante la transferencia de recursos de unos sectores a otros vía tributaria. No existe otra forma de hacerlo.
De otro lado, tenemos un mercado laboral que no es propio de países con economías de mercado maduras y con distribuciones del ingreso más razonables que la nuestra, básicamente por la debilidad de la capacidad de contratación del mundo laboral.
Hay un buen estudio del Banco Mundial, de hace un par de años -lo recomiendo; es una fuente insospechada, sin caer de ningún modo en el extremismo sindicalista-, donde si algo se demuestra es la existencia de una correlación exacta en muchas economías muy diversas entre distribución del ingreso y capacidad de los trabajadores para efectuar negociación colectiva en los sectores productivos donde ella todavía es posible (hay bastantes otros -los más modernos- en que las contrataciones son mucho más individuales).
Esa correlación también se da en Chile. En las empresas donde existe negociación colectiva -son pocas, pero las hay-, en general los niveles salariales son mayores que en otras partes. Esto ocurre aquí.
Ése es un gran tema de futuro. Porque nuestra legislación laboral impide de manera brutal el ejercicio de un instrumento que en toda economía de mercado madura debería estar disponible para el mundo del trabajo.
Aún no hemos resuelto esa materia. Y en el Parlamento hemos demorado dieciséis años en tratar de reformar, sin éxito, una institucionalidad laboral que no se condice con el deseo declarado de toda la ciudadanía, afortunadamente, de ir a una distribución del ingreso más razonable.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Flores.
El señor FLORES .-
Señor Presidente , ante todo, quiero señalar cuál es mi estado de ánimo.
Veo que tenemos en Chile un Banco Central que es una institución de lujo, demasiado de lujo. Me recuerda a una nación que cuenta con los mejores bioquímicos del mundo, pero también con los peores restaurantes y la comida más chatarra del orbe, donde la salud se deteriora todos los días.
Entonces, tenemos este doble país.
Sin embargo, me preocupa algo que señalaba el Honorable señor Ominami : que podamos ponernos demasiado optimistas y declaremos que estamos en período de vacas gordas porque conocimos un fantástico Informe del Instituto Emisor. Pero también observo que ese organismo tiene siempre una mirada a doce o veinticuatro meses y no se quiere comprometer a mayor plazo.
Voy a hablar sobre ello porque creo que es la única vez que en el Senado podemos conversar de estas cosas; tal vez cuando viene el Ministro de Hacienda, también.
Respecto del petróleo, tengo una aprensión en cuanto a lo que sucederá en el mediano plazo. Dispongo de elementos para pensar que el problema de ese combustible y, consecuentemente, la crisis energética que afectará a Chile, país débil, son más grandes de lo que imaginamos.
Hay dos elementos que me hacen pensar así.
Primero, Matthew Simmons , capitalista de riesgo en Texas, amigo del Presidente Bush -o sea, de credenciales republicanas impecables-, piensa que las estadísticas de Saudiarabia sobre su capacidad petrolera están falsificadas. Publicó un libro sobre la materia y su opinión es cada día más escuchada.
Eso se conjuga con otra tesis, la de Hubbert's Peak Oil, sustentada por gente que piensa que el mundo llegará muy pronto a explotar a precio razonable la mitad del petróleo existente (porque hay otros tipos de crudo que se pueden extraer de manera distinta). Si ello es cierto, quiere decir que por el 2010 tendremos conflictos geopolíticos muy grandes a raíz de dicho combustible, porque China no va a dejar de perseguir sus intereses. Leí que este país está comprando compañías petroleras en Medio Oriente.
A mi juicio, no podemos seguir pensando que somos capaces de predecir el precio del petróleo, por un lado, y que la energía tiene consecuencias enormes en áreas diferentes, por otro. Porque un valor alto también puede ser beneficioso, en la medida en que el país aproveche la oportunidad de crear empleos, porque da lugar a nuevos productos. Estimo que si el precio del petróleo continúa al alza, las fuentes de energía limpias, las no tradicionales, recibirán una gran inversión y, por lo tanto, serán también generadoras de ocupación.
Ése es un punto.
Entonces, la pregunta es dónde, en el Estado de Chile, podemos desarrollar la conversación. Es una conversación en que la pelota la tiene el Ejecutivo , que mira el asunto como un problema de producción. ¿O lo miramos como un punto estratégico, político y económico del país?
Ciertamente, no quiero achacar responsabilidad al Banco Central. Pero me gustaría que el Instituto Emisor, que es serio, u otra institución como él se atreviera a mirar más allá de dos años plazo y a considerar otras variables al hacer las proyecciones.
China empieza a ser esencial para nosotros. Entender lo que pasa en dicha nación y predecirlo será fundamental para los chilenos y para las relaciones con América Latina. El país asiático está tomando opciones muy serias en Argentina, Brasil y Perú. Y, dependiendo de cómo se muevan estas naciones, el escenario va a cambiar.
Otra preocupación que surge del Informe que se nos ha presentado es la mención de Europa. Mi impresión es que ese continente constituye asimismo una variable muy importante para nosotros. Debemos mirarlo a más años plazo. Soy un convencido de que Europa va a terminar en una crisis muy grande; y hasta es posible que se acabe el euro. Lo pongo en términos dramáticos para señalar hasta qué punto podrían llegar las cosas.
No tenemos elementos para pensar eso; no conversamos de esas materias, y, sin embargo, parte de nuestro futuro está ligada a la forma como entendamos el asunto.
Por otro lado, la insuficiencia más grande que advierto en todo esto es que, tomando la inquietud por la ocupación y por la redistribución del ingreso, nos olvidamos del enriquecimiento del empleo. Al final, el mejoramiento de la calidad del empleo se produce porque exportamos bienes con mayor valor agregado. Y ahí tenemos un problema de educación y de tecnología.
La tecnología está ausente de nuestras conversaciones; se halla ausente de la manera en que crecerá la economía y de cómo se va a invertir en ella, para lo cual necesitamos decisiones que son proyecto país.
Recién empezamos a tener un acuerdo ideológico transversal en el sentido de que necesitamos un proyecto de esa índole. No vamos a resolver los problemas de la agricultura en el sur sin inversión tecnológica seria y si ésta no va acompañada de inversión educacional consistente.
Cuando visitamos Nueva Zelanda con el Senador Foxley, daba gusto oír a su gente decir: "Quiero tener las mejores carnes del mundo y me voy a especializar en las finas. Por lo tanto, nuestras universidades se están preparando para disponer de los mejores mataderos del orbe. Y estamos desarrollando la mejor investigación en carnes blandas", etcétera. El país entero se mueve: el Estado, el sector privado, las universidades. Nosotros, en cambio, tenemos conversaciones generales sobre tecnología, y qué sé yo.
Para concluir, aprovechando su presencia, deseo formular una pregunta a los economistas del Banco Central: ¿Cuándo vamos a tener una lectura de qué significa la economía informática en el mundo? Hoy día -si ustedes se fijan-, una empresa está transformando a la Humanidad: Google. A nadie se le había ocurrido que un factor económico potente era la búsqueda. Ésta se va a transformar en el centro del comercio mundial; va a desplazar a los periódicos. Actualmente, Google, con sus News, tiene medio liquidados a muchos de ellos.
Sin embargo, varias de las empresas que han surgido -además de Google, está e-Bay- pasan por Chile. Nosotros somos consumidores de sus productos; a lo mejor pagamos algunos impuestos. Y lo mismo va a pasar con la industria telefónica.
En mi concepto, no estamos contabilizando esta transformación digital de la economía. Y, tal como están ocurriendo las cosas, habrá más crisis, porque no tenemos instituciones ni estructura para capitalizarla.
Quiero decir a algunos Senadores amigos, como el Honorable señor Ávila , que si no nos preocupamos de estas cuestiones jamás resolveremos el problema de la redistribución del ingreso, menos en una economía moderna.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Presidente del Banco Central.
El señor CORBO ( Presidente del Banco Central ).-
Señor Presidente , se ha levantado una serie de temas, algunos de ellos directamente relacionados con el manejo que hace el Instituto Emisor; muchos otros tienen que ver con la política país, que cubre numerosas áreas que no dependen del Banco Central, sino de los Poderes Ejecutivo y Legislativo.
Con respecto a las preocupaciones del Senador señor Foxley, es indudable que nosotros también damos alta prioridad a la forma de enfrentar los shocks externos.
Se refirió también a ellos el Honorable señor Flores , quien argumentó que mañana podemos tener precios del petróleo aún más altos.
Ése fue el talón de Aquiles en el pasado. Y hemos avanzado bastante en tal dirección, tanto el Banco Central como la autoridad que maneja la política fiscal.
Tenemos un marco de política que ha aumentado en forma decisiva nuestra resiliencia frente a shocks externos. Disponemos de un esquema de metas de inflación que el país ha desarrollado a lo largo de los años. Contamos con un tipo de cambio flexible, que en Chile ha funcionado tan bien como en las principales naciones industriales; y lo hemos ido profundizando cada vez más, desarrollando esquemas para cubrir riesgos cambiarios.
El país dispone de una política fiscal que facilita el ajuste a shock. Y nuestra integración financiera es mucho mayor que en el pasado.
No olvidemos que, en las experiencias anteriores, a Chile no le ha sido fácil ajustarse a shock. Pero hemos madurado e ido construyendo instituciones y un marco de políticas. Hoy estamos mejor preparados. Es indudable que, si vienen otros shocks, habrá consecuencias; sin embargo, creemos que lo más probable es que sean mucho más llevaderos que en el pasado.
El señor Presidente del Senado preguntó qué pasará el día de mañana si el precio del petróleo se queda bastante más arriba. Bueno: hoy existen mecanismos de ajuste mucho más flexibles en nuestra economía, por el hecho de que, si el valor del crudo se eleva demasiado, el país tendrá pérdida en términos de intercambio y el ajuste se producirá por la circunstancia de que va a haber un tipo de cambio más favorable para que exista reemplazos en otra parte de la economía. Chile está mucho mejor preparado.
En respuesta a una solicitud formulada en nuestras presentaciones anteriores, aquí se muestra, entre otros, un gráfico ilustrativo de que la caída que tuvo Chile en la recesión de 1982 fue monstruosa. El shock fue muy grande. El país era muy rígido. Tuvimos ese año un descenso fortísimo en actividad.
La caída que sufrimos en 1999 fue muy moderada, al igual que la recuperación, por lo pequeño de aquélla. Otros Estados, como Corea, tuvieron una caída bastante profunda, que rebotó. Pero hoy día estamos creciendo más que la nación asiática, en forma sostenida.
Relacionado con eso, si comparamos recuperaciones y recesiones, una característica que distingue a Chile de otros países es que aquí los salarios tuvieron menos ajustes. En Indonesia hubo grandes aumentos y fuertes caídas. En el caso chileno, si miramos la línea amarilla del cuadro, que corresponde a la desaceleración de 1999, podemos apreciar que los salarios siguieron creciendo.
Otro componente importante es que el tipo de cambio real se ajustó mucho más en esas economías que en la nuestra. También el tipo de cambio fue bastante rígido. Si seguimos la línea amarilla, podemos darnos cuenta de que en Chile tuvo muy pocos ajustes. En cambio, en Corea experimentó un salto importante; había más elementos de ajuste por flexibilidad cambiaría y, también, por crecimiento salarial. Son dos cosas; el precio es relativo.
Finalmente, en la parte fiscal no hay mucha diferencia. Nuestro país está en el medio. La caída chilena fue el año 1999; la de Corea, en 1998. En la parte fiscal somos muy parecidos. O sea, estamos muy cercanos a Corea. No existen grandes diferencias en ese aspecto.
Pero no hay duda de que quedan muchas tareas pendientes. Debemos buscar, entonces, la manera de estar mejor preparados para enfrentar shocks.
Hemos logrado un gran avance como país en el manejo de la política monetaria, con un tipo de cambio flexible, con intervenciones sólo cuando él se encuentra muy desubicado con respecto a los fundamentos. No hemos observado nada de eso en los dos o tres años recientes. La última vez que pensamos que ése era el caso fue en el 2002. Y era el caso. Después se corrigió. Si mañana vemos que se repite, el Consejo del Banco Central no dudará.
Sin embargo, el sistema ha funcionado bien. Hemos ido desarrollando cada vez más el mercado. Y de hecho ha funcionado tan bien que, si miramos la volatilidad cambiaria en Chile, podremos darnos cuenta de que es parecida a la de otros países. En lo que va del 2005, en el euro es 9. El yen tiene un poco más de volatilidad que nuestro peso; el dólar australiano, un poco más; el dólar neozelandés y el rand sudafricano, más que nosotros.
En consecuencia, nuestra volatilidad es comparable con la de naciones que tienen una tradición mucho más larga, de mercados financieros profundos.
Hemos avanzado sobre el particular. Y a partir de septiembre se extenderá el mercado para cubrir riesgos cambiarios.
Sin duda, existe una gran preocupación. Creemos que estamos mejor preparados ahora, pero seguiremos trabajando.
Entonces, continuaremos desarrollando el punto levantado por el Senador señor Foxley . De hecho, la conferencia anual del 2006 que tendremos en el Banco Central estará destinada en parte a cubrir estos temas: cómo ajustarse mejor a los shocks externos, especialmente porque vivimos en un mundo integrado donde se producen enormes shocks. Mañana puede haber uno grande en el petróleo, y queremos estar mejor preparados como país.
En todo caso, no debemos olvidar que hemos avanzado mucho en los últimos años en el manejo de la política monetaria. En 1999 transitábamos recién hacia un sistema como el actual. Estábamos invirtiendo en credibilidad con el sistema de metas de inflación, con el que sólo pudimos contar a partir del 2001. Se estaba avanzando en integrar el país al resto del mundo y en todo lo que tiene que ver con el desarrollo de un sistema cambiario cada vez más flexible.
En cuanto a lo planteado por el Senador señor Ávila , no cabe duda de que la distribución del ingreso es una tarea pendiente en Chile. El Banco Central no puede afectar esa distribución. Lo que sí puede hacer es facilitar dicho proceso manteniendo la inflación controlada. En la práctica, los que más sufren con la inflación cuando se desborda son el 40 por ciento más pobre de la población. Todas las estadísticas internacionales lo muestran.
El mejoramiento en la distribución del ingreso tiene mucho más que ver con la mala distribución del capital humano. Y -como lo he señalado en diversas relaciones anteriores- el país debe seguir avanzando en dar mayores oportunidades a los más pobres -punto al que también se refirió el Senador señor Flores - para que tengan más capital humano y para que una parte importante de la población pueda beneficiarse de los frutos que el país ha ido creando a lo largo del tiempo.
En tal sentido, tenemos que seguir avanzando en educación -el país ha progresado bastante en este ámbito-, especialmente en la educación preescolar del 40 por ciento más pobre de la población; en salud, en fin.
En consecuencia, para mejorar la distribución del ingreso se debe otorgar mayor capital humano a los más pobres. Gran parte de la capacidad para adquirir capital humano se ubica entre los dos y los seis años. Y los más pobres no tienen acceso a eso; parten con una mochila muy grande.
Hemos avanzado como país, y hay que seguir haciéndolo. Eso no corresponde al manejo del Banco Central. Éste crea las condiciones para facilitar el crecimiento a largo plazo, para evitar la volatilidad en la inflación. Para el resto, Chile debe seguir avanzado como país, variable que el Instituto Emisor no puede manejar.
El crecimiento a largo plazo depende de varias otras cosas más, a las que no me referiré ahora.
Sin embargo, debe reconocerse que nuestro país ha tenido avances importantes. No olvidemos que, gracias al alto crecimiento de los últimos años -tal como lo manifestó el Senador señor Gazmuri -, ha habido una caída muy fuerte de la pobreza. Y existen indicadores a ese respecto.
Entre 17 y 18 por ciento de nuestra población se encuentra bajo la línea de pobreza.
Hoy se conocieron las cifras revisadas de Estados Unidos para el año 2004: el 12,7 por ciento de la población se encuentra bajo aquella línea.
O sea, Chile ha tenido un gran avance en materia de reducción de la pobreza. Y eso se debe en gran parte al alto crecimiento y a la focalización del gasto hacia los grupos más necesitados. Pero lo que mayormente ha ayudado a los más pobres ha sido el alto crecimiento, que les da la oportunidad de vender su trabajo. Y sería mucho más conveniente si tuviéramos mejor capital humano, pues eso ayudaría a los pobres a vender, no sólo su trabajo, sino también su capital humano.
Queda mucho pendiente, pero debemos reconocer que se ha avanzado de manera significativa en los últimos tiempos.
Asimismo, hay que tener cuidado en la distribución del ingreso, porque la mala es la directa. Pero Chile tiene focalizadas transferencias. No obstante, si consideramos las transferencias, concluiremos que lo que recibe el 20 por ciento más pobre, comparado con el 20 por ciento más rico, cambia radicalmente.
Empero, debemos seguir trabajando. Y -reitero- se requiere mejorar de manera significativa la capacidad de generar ingresos para los más desposeídos.
Por otra parte, el petróleo es preocupación nuestra. Seguimos monitoreando la situación. Para protegerse, el país debe buscar formas alternativas para generar energía. Y, en tal sentido, el mejor incentivo son los precios.
Chile se ha estado moviendo en esa dirección. O sea, el hecho de que los precios reflejen más las escaseces le permitirá al país ir buscando formas alternativas. Los precios hacen maravillas desde el punto de vista del otorgamiento de incentivos correctos. Cosas que son muy caras deben seguir siéndolo para que la gente economice y se dedique a producirlas.
En ese punto seguimos observando.
Observamos muy directamente lo que pasa en China. De hecho, en este Informe hay un recuadro dedicado sólo a ese país, donde evaluamos lo que allí acontece.
Nos interesa China desde las perspectivas de mercado y del impacto de ese país en la economía mundial como un todo. Esto lo monitoreamos muy de cerca, y continuaremos haciéndolo.
En dicha nación hay grandes riesgos y, también, muchas oportunidades. Uno de los grandes riesgos: cómo se incorpora a una parte importante de la población que va integrándose a la fuerza laboral. Falta incorporar a ésta 120 millones de chinos. No hay duda de que eso será complicado en los próximos años. Y el país deberá ir absorbiéndolos.
Ése es un trabajo pendiente para los chinos. Y nosotros nos preocupamos todos los días de que les vaya bien. Tienen que reformar sus empresas estatales, en las cuales han estado utilizando mucho capital, con poco rendimiento. Están embarcados en la idea de integrarse al mundo. Les queda mucho por realizar. Y seguiremos evaluando.
De otra parte, señalamos que continuaremos monitoreando la situación del tipo de cambio. Es una inquietud que plantearon varios señores Senadores . Creemos que el sistema ha funcionado bien. Pero si mañana estimamos que el tipo de cambio está muy desarticulado con relación a los fundamentos por razones de corto plazo que no apreciamos ahora, el Banco Central intervendrá para tratar de acercarnos a un precio de mayor equilibrio. Así lo hicimos el 2002, y lo mismo haremos mañana si es necesario.
El instrumento que usa el Instituto Emisor para controlar la inflación es fundamentalmente la tasa de interés. La mejor protección es ésa. No podemos pensar que el problema del tipo de cambio es de tasa de interés. Nuestra tasa de interés es muy parecida a la de Estados Unidos. Vemos hacia adelante que este país va a ir subiendo tasas, por su ciclo económico. Y nosotros deberemos subir también. Sin embargo, no observamos grandes diferenciales como las que tuvimos en otros momentos.
Hoy día el tipo de cambio en Chile -con esto respondo al Senador señor Foxley - en gran parte puede fluctuar. Porque las empresas, como saben también que el tipo de cambio fluctúa, han ido cubriendo sus riesgos cambiarios. Fue una gran preocupación de nuestro país en los años 90, cuando existían muchos riesgos cambiarios sin cobertura. Ahora están cada vez más cubiertos. Es un punto que hemos analizado en muchos de nuestros informes sobre estabilidad financiera.
Se ha avanzado mucho más hoy día -siempre queda camino por recorrer-, en parte porque la gente sabe que el tipo de cambio puede subir o bajar. Entonces, está buscando protección. No hay seguro simple en eso.
Entonces, el tipo de cambio ha funcionado, y en nuestro concepto, bien.
Con respecto a los empleos, los creados en Chile, en parte significativa -como dije-, han sido formales.
Hay que tener cuidado con las exportaciones muy intensivas de grandes empresas. Sabemos quién las está haciendo. Pero en el desarrollo de un producto de exportación trabajan miles de micro y pequeñas empresas. Porque los avances tecnológicos permiten descentralizar procesos. Entonces, se subcontrata en muchos rubros, pues hoy día hay que especializarse. De modo que resulta casi imposible saber quién hizo cada componente. Aunque la exportación la realice una gran viña, por ejemplo, en medio hay numerosas pequeñas y medianas empresas productoras de vino y de corchos que participan en la elaboración del producto final. Por tanto, en la actualidad resulta muy difícil distinguir entre el origen del producto y el que efectúa la remesa al exterior.
Por consiguiente, la participación de las pymes puede ir mucho más allá de lo que estamos pensando. De hecho, el mundo -y no sólo Chile- se ha ido moviendo en esa dirección.
Como lo planteó el Senador señor Romero , el Banco Central exhibe hoy un patrimonio neto negativo de 3 por ciento del producto; lo proyectamos a casi fin de año. Ello tiene que ver en parte con el capital muy pequeño con que partimos en 1989. También, con el hecho de que en los 90, como una forma de facilitar el ajuste de la economía, el Instituto Emisor dio gran apoyo al tipo de cambio, lo que se juzgó importante en ese momento, por la información que teníamos y considerando los riesgos existentes en los países vecinos. Eso nos llevó a algunas pérdidas cambiarias. Pero, según expresé, partimos con un capital muy reducido.
La fortaleza ganada por el Banco Central en los últimos años ha permitido que haya gran credibilidad en el manejo que hace. Sin duda, el robustecimiento de esta institucionalidad, que ha funcionado muy bien, ayuda a resolver el problema de dar más capital al Instituto Emisor.
Y también los agentes foráneos hacen sus cálculos. Saben que el Banco Central es autónomo. Pero es el Banco Central de la República de Chile, no el de China o de Estados Unidos. Entonces, netean la información. Están conscientes de que el Gobierno central es robusto y de que en el Instituto Emisor hay un déficit estacionado, y netean los datos. Entonces, por transparencia, es mejor tenerlos arriba de la mesa, porque todos los agentes informados lo hacen.
Considero, pues, que cualquier movida en esa dirección va a seguir facilitando que nuestro país construya grandes instituciones, como lo ha estado haciendo a lo largo del tiempo.
Por otro lado -sé que la sesión concluye-, debo manifestar que, como país, hemos de pensar siempre que la existencia de shocks -es una preocupación de muchos señores Senadores- ayuda a tener más flexibilidad. Lo hicimos en la parte cambiaria. Pero, como país, hay que ir buscando más flexibilidad y mayor competencia en otros mercados. Queda camino por recorrer, y es preciso detectar mecanismos que sean llevaderos para el país en su conjunto.
Ahora bien, en el precio de los combustibles también se incluyen impuestos. Y los impuestos los deciden ustedes: el sistema político; o sea, los Poderes Ejecutivo y Legislativo. El Banco Central nada tiene que ver con eso.
El señor MORENO .-
Le concierne más al Ejecutivo que al Legislativo.
El señor CORBO ( Presidente del Banco Central ).-
Claro. Pero no a nosotros.
Todos los países del mundo incluyen en el precio de los combustibles un impuesto específico relacionado con la polución, con la congestión vehicular, en fin. Y ustedes deciden los impuestos. Pero en los que gravan a los combustibles existe una racionalidad: dicho impuesto específico. En Europa es mucho más elevado.
La decisión a ese respecto les corresponde a ustedes. El Banco Central no se puede inmiscuir. Pero, como economista, entiendo la racionalidad: los combustibles generan especialmente polución, congestión; y uno no paga en forma directa por el servicio que ello demanda. Entonces, por las externalidades negativas que crean, se justifica fijarles un impuesto de tal naturaleza.
Por último, los límites de inversión de las AFP en el exterior son algo que debe decidir el sistema político. Ello ayuda a diversificar mejor las carteras de inversión, los retornos. El país tiene que avanzar en esa materia y seguir perfeccionando sus instituciones. Pero eso no depende del Instituto Emisor.
El Banco Central hace un trabajo. Olvidamos que por 160 años fracasamos en la tarea de tener la inflación controlada. Las mayores redistribuciones de riqueza que han existido en el país se efectuaron en períodos de elevada inflación, con control de las tasas de interés. Cuando se le prestaba a la gente a un 10 por ciento y la inflación era de 50 por ciento, los conectados que tenían acceso a los créditos ganaban grandes empresas por contactos y no por trabajo duro. Eso ha cambiado ahora que tenemos inflación baja y tasas de interés reducidas. Y ése es un gran activo del país, sobre cuya base se pueden construir bastantes otras cosas.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor ROMERO (Presidente).-
Muchas gracias a ustedes, señor Presidente y señores Consejeros del Banco Central.
Habiéndose cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 13:46.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción