Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III.
ORDEN DEL DÍA
-
HOMENAJE EN MEMORIA DEL PAPA JUAN PABLO II
- HOMENAJE : Sergio Romero Pizarro
- HOMENAJE : Sergio Mariano Ruiz Esquide Jara
- HOMENAJE : Sergio Fernandez Fernandez
- HOMENAJE : Jaime Naranjo Ortiz
- HOMENAJE : Antonio Horvath Kiss
- HOMENAJE : Enrique Silva Cimma
- HOMENAJE : Jorge Martinez Busch
-
HOMENAJE EN MEMORIA DEL PAPA JUAN PABLO II
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 352ª,EXTRAORDINARIA
Sesión 40ª, en martes 5 de abril de 2005
Especial
(De 16:22 a 17:33)
PRESIDENCIA DEL SEÑOR SERGIO ROMERO PIZARRO, PRESIDENTE ,
SECRETARIO, EL SEÑOR JOSÉ LUIS ALLIENDE LEIVA, SUBROGANTE
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. ORDEN DEL DÍA:
Homenaje en memoria del Papa Juan Pablo II (se rinde)¿¿¿¿¿¿¿..
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Aburto Ochoa, Marcos
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Bombal Otaegui, Carlos
--Canessa Robert, Julio
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Cordero Rusque, Fernando
--Espina Otero, Alberto
--Fernández Fernández, Sergio
--Frei Ruiz-Tagle, Carmen
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Horvath Kiss, Antonio
--Larraín Fernández, Hernán
--Martínez Busch, Jorge
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Parra Muñoz, Augusto
--Ríos Santander, Mario
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Silva Cimma, Enrique
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Valdés Subercaseaux, Gabriel
--Vega Hidalgo, Ramón
--Zaldívar Larraín, Adolfo
--Zaldívar Larraín, Andrés
--Zurita Camps, Enrique
Concurrió, además, el señor Ministro Secretario General de la Presidencia .
Actuó de Secretario el señor José Luis Alliende Leiva, y de Prosecretario, el señor César Berguño Benavente.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 16:22, en presencia de 23 señores Senadores.
El señor ROMERO (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. ORDEN DEL DÍA
HOMENAJE EN MEMORIA DEL PAPA JUAN PABLO II
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Esta sesión especial, convocada por acuerdo unánime de los Comités, tiene por objeto rendir homenaje a Su Santidad Juan Pablo II , recientemente fallecido.
Excelentísimo Nuncio Apostólico y Decano del Cuerpo Diplomático, Monseñor Aldo Cavalli ; Monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar , Obispo de la Diócesis de Valparaíso y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile; Monseñor Ricardo Ezzatti Andrello , Obispo Auxiliar de Santiago y miembro del Comité Permanente del Episcopado; Monseñor Javier Prado Aránguiz , Obispo Emérito de Rancagua ; Monseñor Jorge Sapunar , Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Hermana María del Rosario Cárdenas , Presidenta de la Conferencia de Religiosas de la Diócesis de Valparaíso ; Vicario General de Valparaíso, Monseñor Álvaro Bernal ; señor Alfonso Muga , Rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; señor David Dahma , Cónsul de Polonia en Valparaíso; Reverendo Padre Erwin Prieto , Rector del Pontificio Seminario Mayor San Rafael , de Valparaíso; sacerdotes, religiosas y párrocos de la Diócesis de Valparaíso; señor Enrique Palet , Secretario General Adjunto de la Conferencia Episcopal de Chile ; seminaristas de la Diócesis de Valparaíso; Reverendo Padre Mariano Labarca , Rector del Colegio San Pedro Nolasco , de Valparaíso; señores Vicerrectores del Colegio Seminario San Rafael, de Viña del Mar y Valparaíso; señores profesores, padres y apoderados, alumnos; señoras Senadoras, señores Senadores , amigas y amigos:
Introducción
Que el Senado de Chile ofrezca hoy, a sólo días de su partida, un homenaje al recientemente fallecido Juan Pablo II es el mejor testimonio del reconocimiento y gratitud de todo el pueblo de nuestro país a uno de los grandes líderes morales de los últimos tiempos.
Testimonio de lucha
Juan Pablo II fue, desde sus tempranos años y hasta sus últimos días, un luchador incansable para enfrentar la adversidad. Su capacidad y espíritu de lucha son elementos esenciales para comprender su legado.
Habiéndose registrado la temprana muerte de sus padres y hermano, el sometimiento de su tierra natal, Polonia, al nazismo, primero, y al comunismo, después, despierta su motivación doctrinaria central de aversión a los totalitarismos y de percepción de la abierta incompatibilidad del cristianismo con éstos, lo que templó con fuerza su personalidad.
Su lucha a favor de la moral objetiva y de los principios de la ética y del derecho natural se prolongó incansable en pro de la dignidad del hombre, que él veía amenazada por las nuevas formas de explotación humana que fueron surgiendo después de la caída de los regímenes totalitarios y por el relativismo moral que se alzaba en varios países del mundo, con su secuela de degradación y menosprecio de la dignidad de la persona.
Su incansable defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, así como de la integridad de la familia, serán sus banderas señeras.
Luchó, como todos los que han elegido el camino de la santidad, contra sí mismo y contra la enfermedad que lo acompañó en sus últimos años. Muchos, ante su estado de salud, dijeron o pensaron: "¿Por qué no renuncia el Papa?". Pero él señalaba: "Cristo no se bajó de la cruz". Y, al igual que Cristo, siguió su camino y cumplió hasta su último aliento todo lo que Dios esperaba de él.
Tal es el ejemplo de vida tanto para creyentes como para no creyentes, de entereza moral y de adhesión sin límites a un ideal noble.
En estos tiempos en que las ideas de entrega, sacrificio y generosidad resultan cada vez más distantes y ajenas a la conciencia colectiva, Juan Pablo II nos ha dado su última gran lección, dejando a la Iglesia universal un legado espiritual que ha hecho recuperar la fe a vastos sectores de la humanidad, incluida una parte del propio clero, que hoy ve recuperado con claridad el norte de su acción.
Ha sido precisamente ese testimonio de lucha y entrega el que ha marcado a las generaciones más nuevas. Así se explica que el Sumo Pontífice, en la ciudad de Manila, durante las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud , en 1995, pudiera celebrar una misa frente a cerca de cinco millones de personas, principalmente jóvenes, provenientes de todo el mundo y que sus palabras finales fueran también al encuentro de ellos.
Los jóvenes saben mirar, con la nobleza de espíritu que caracteriza a esa etapa de la vida, el fondo del alma y la rectitud de intención de quienes se alzan como líderes, y, por tanto, fueron los que más le entregaron su cariño y admiración al Santo Padre . Un postrer testimonio de lo anterior pudimos observarlo en las últimas horas de la agonía, con una plaza de San Pedro llena principalmente de jóvenes que querían estar cerca de quien les había abierto nuevos caminos y espacios de servicio en el mundo.
En tal sentido, cómo no recordar su mensaje a la juventud chilena congregada en el Estadio Nacional un 2 de abril de 1987:
"Cristo nos está pidiendo que no permanezcamos indiferentes ante la injusticia, que nos comprometamos responsablemente en la construcción de una sociedad más cristiana, de una sociedad mejor. Para esto es preciso que alejemos de nuestra vida el odio; que reconozcamos como engañosa, falsa, incompatible con su seguimiento, toda ideología que proclame la violencia y el odio como remedios para conseguir la justicia. El amor vence siempre, como Cristo ha vencido, aunque en ocasiones ante sucesos y situaciones concretas, pueda parecernos impotente. Cristo parecía impotente en la cruz. Dios siempre puede más.".
Esa entrega sin límites y esa fe a prueba de todo es lo que ha llevado a muchos jóvenes en el mundo a ver al Santo Padre como un ejemplo de ideales por seguir.
Su influencia internacional
La capacidad de lucha y el valor para enfrentar las más grandes amenazas que atentaban contra la Humanidad lo hizo ser el necesario referente moral y la personalidad más influyente del acontecer mundial.
Juan Pablo II jamás rehuyó los desafíos: más bien se caracterizó por ir a su encuentro, en especial de los más grandes que afectaban a la humanidad. Así, en 1979 se convirtió en el primer Papa en visitar un país dominado por el régimen comunista. En 1986 se transformó en el primer Pontífice, desde los tiempos apostólicos, en visitar una sinagoga. Y en 2001 fue el primero en visitar una mezquita. Y se constituyó en el primer Santo Padre en pedir perdón públicamente por las injusticias que algunos cristianos pudieron haber cometido en la historia de la Iglesia.
Todos ellos son actos que demuestran decisión y valor para enfrentar situaciones que se arrastraban por siglos en las relaciones con otros credos religiosos.
Su sola presencia y testimonio servían para modificar realidades mantenidas por años. Prueba de ello fueron los frutos de su visita a Fidel Castro en Cuba, en 1998, y el encuentro con el líder ruso Mijail Gorbachov, en diciembre de 1989, los cuales marcaron cambios importantes en la vida de millones de personas.
La democracia contemporánea
Juan Pablo , en su libro "Memoria e Identidad", entrega con especial claridad sus reflexiones respecto de la democracia, entendida no sólo como un sistema político, sino también como "mentalidad y comportamiento". Allí describe con particular acierto, desde la historia de Israel hasta nuestros días, la evolución política, sobre la base de que en un Estado de Derecho se pone en práctica el postulado de toda democracia: formar una sociedad de ciudadanos libres que trabajan conjuntamente para el bien común.
Señala que el código moral que proviene de Dios, sancionado en la Antigua y en la Nueva Alianza, es asimismo fundamento inamovible de toda legislación humana. La ley establecida por el hombre, por los parlamentos o por cualquier otra entidad legislativa no puede contradecir la ley natural, es decir, la ley eterna de Dios, en definitiva. Hace presente que Santo Tomás formuló la conocida definición de ley como "una ordenación de la razón al bien común, promulgada por quien tiene a su cargo la comunidad". En cuanto "ordenamiento de la razón", expresa que "la ley se funda en la verdad del ser: la verdad de Dios, la verdad del hombre, la verdad de la realidad creada en su conjunto. Dicha verdad es la base de la ley natural. El legislador le añade el acto de la promulgación. Es lo que sucedió en el Sinaí con la Ley de Dios, y lo que sucede en los parlamentos en sus actividades legislativas.".
Y observa Juan Pablo en esa obra cómo Hitler, a través de un Parlamento legalmente elegido, hizo aprobar normas para organizar campos de concentración y poner en marcha la llamada "solución final" de la cuestión judía. Agrega que "Basta recordar estos hechos de tiempos recientes para darse cuenta con claridad de cómo la ley establecida por el hombre tiene sus propios límites que no puede violar. Son los límites marcados por la ley natural, mediante la cual Dios mismo protege los bienes fundamentales del hombre.".
Finaliza esas reflexiones el Santo Padre haciendo referencia a cuando un Parlamento legaliza la interrupción del embarazo y acepta la supresión de un niño en el seno de la madre. Expresa que "los parlamentos que aprueban y promulgan semejantes leyes han de ser conscientes de que se extralimitan en sus competencias y se ponen en patente contradicción con la ley de Dios y con la ley natural.".
Así de claro y de concluyente es Juan Pablo II para proclamar la posición de la Iglesia universal en cuestiones tan contemporáneas en que se enfrentan las democracias.
Mensaje a los chilenos
También es necesario recordar su mensaje a nuestro país en 1987, en momentos en que la convivencia se encontraba amenazada.
En efecto, aún resuenan las palabras de su discurso en la población La Bandera, el 2 de abril de 1987, cuando nos instaba a luchar por fortalecer la familia chilena:
"Las verdades, los valores, los comportamientos, los modos de pensar, de relacionarse con las otras personas y con el mundo se aprenden en el hogar, y es ésta una misión y un derecho que hay que ejercer amorosamente, y que hay que defender ante los peligros de un mundo materialista que propone el acumular cosas como el sumo bien del hombre y de la sociedad".
También sus conceptos tocan personalmente a quienes nos encontramos en actividades de servicio público, como "constructores de sociedad". En su intervención en la CEPAL, el 3 de abril de 1987, enfatizó lo relativo a "la elaboración y la puesta en marcha de programas de acción audaces con miras a la liberación socioeconómica de millones de hombres y mujeres cuya situación de opresión económica, social y política es intolerable.".
"La situación de éstos" -de los más desposeídos- "está pidiendo medidas extraordinarias, socorros impostergables, subsidios imperiosos. ¡Los pobres no pueden esperar! Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad.".
El Santo Padre subrayó, por tanto, cuál es el fin último de quienes nos encontramos en situaciones de decisión de las políticas públicas de la nación: la ayuda a los más necesitados.
Sin embargo, y a pesar de la necesaria adaptación de esas políticas en favor de los más postergados, destacaba con igual fuerza que no debíamos perder el rumbo en las soluciones de fondo que demanda nuestro país, las cuales nacen necesariamente desde el corazón mismo del hombre, convencido de que toda prosperidad social y personal se basa ineludiblemente en una concepción moral fijada en la verdadera naturaleza del ser humano:
"Las causas morales de la prosperidad son bien conocidas a lo largo de la historia. Ellas residen en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimento de la palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho. Ningún sistema o estructura social puede resolver, como por arte de magia, el problema de la pobreza al margen de estas virtudes; a la larga, tanto el diseño como el funcionamiento de las instituciones reflejan estos hábitos de los sujetos humanos, que se adquieren esencialmente en el proceso educativo y conforman una auténtica cultura laboral.".
No podemos, por consiguiente, considerar de manera parcial las soluciones sociales, políticas o económicas que requiere Chile, sino entendiendo al ser humano como un todo, tanto en sus dimensiones físicas como espirituales.
Por último, y en relación con nuestro país, no puedo dejar de mencionar la destacada participación del Papa en la solución definitiva del diferendo con Argentina por la zona del canal Beagle, pues la guerra, inminente, habría destruido probablemente lo mejor de ambas naciones. Su intervención providencial, oportuna y resuelta quedará en la historia de los dos pueblos como un verdadero milagro de paz y hermandad entre chilenos y argentinos.
Palabras finales
Son éstos algunos aspectos de la gran obra y del mensaje de Juan Pablo II , lo cual quedaría incompleto si no nos refiriéramos a lo que constituía el motor y la causa primera de la eficacia del Sumo Pontífice en todos los ámbitos. Me refiero a su ejemplo de santidad; a esa unión con Dios que caracteriza a los hombres santos y que hace patente que toda fortaleza y eficacia nacen de un alma entregada y confiada a Él, como un niño pequeño a su padre.
Sin duda, esta forma de vivir la filiación divina en Juan Pablo II constituye el denominador común de toda su obra, de todo su apostolado y de todo su testimonio.
Hoy, Juan Pablo II está feliz junto a su Padre, Dios Todopoderoso, y a su Madre, la Santísima Virgen María , a quien dedicó, en su lema papal "Totus Tuus", toda su vida y su pontificado.
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Están inscritos los siguientes señores Senadores: por la Democracia Cristiana, el Honorable señor Ruiz-Esquide ; por la Unión Demócrata Independiente, el Honorable señor Fernández ; por el Partido Socialista, el Honorable señor Naranjo ; por Renovación Nacional, el Honorable señor Horvath ; por el Comité Institucionales 1, el Honorable señor Martínez ; por el Partido Radical Social Demócrata, el Honorable señor Ávila , y por el Comité Institucionales 2, el Senador señor Silva , cuyo retorno al Senado agradecemos.
Tiene la palabra el Honorable señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente ; Excelentísimo señor Nuncio Apostólico , Monseñor Aldo Cavalli ; señores Obispos; señoras y señores Senadores ; autoridades; señoras y señores:
Con motivo del fallecimiento de Su Santidad Juan Pablo II adhiero, en representación del Comité Demócrata Cristiano, al homenaje que esta Corporación rinde.
"Tú eres Pedro y sobre ti fundaré mi Iglesia, y sobre ella no prevalecerán las puertas del infierno.".
Así, por dos mil años, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica ha sido la piedra angular donde "las puertas del infierno" no han prevalecido, y se mantiene como uno de los referentes espirituales del mundo frente a todas las vicisitudes del crecimiento, desarrollo, virtudes y debilidades con que ha cruzado su historia.
Hoy, el Senado rinde homenaje a uno de los Papas de más extenso pontificado en la historia de nuestra Iglesia, con las características que su muerte ha permitido conocer y enfatizar a través de los medios de comunicación. Por mi intermedio, y con estas pocas palabras, los Senadores democratacristianos entregamos el testimonio de nuestro dolor; las condolencias a los representantes de la Iglesia Católica aquí presentes; nuestra admiración por el papel que Su Santidad Juan Pablo II , aún insepulto, ha jugado durante su misión en el desarrollo de la Humanidad, y nuestra sana preocupación y esperanza de que la Iglesia sabrá encontrar al sucesor adecuado para enfrentar un mundo tan cambiante, tan multifacético y tan inimaginable en el futuro.
El Sumo Pontífice, a quien venimos a rendir un homenaje sincero y profundo, con la mirada no sólo en el pasado sino también en el futuro de la Iglesia y en su rol ante las nuevas generaciones, no puede ser analizado en su globalidad en estas escasas frases.
Creo, sin embargo, que algunas líneas centrales de su obra pasarán a la historia del Papado a través de sus escritos, encíclicas y palabras permanentes, serenas y claras.
El Papa Juan Pablo II encarna como nadie la definición de Iglesia que se ha hecho en las propias encíclicas y concilios: "Señal e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad del género humano.". Ninguna otra definición -creo yo- ha sido tan profunda cuando se quiere definir a la Iglesia.
En una sociedad alejada permanentemente de la visión holística del hombre, agobiada por un individualismo brutal y llevada cada vez más a pertenecer al mundo y no sólo a estar en él, esa definición nos trae la visión de la trascendencia individual y colectiva del hombre, ligada en forma indivisible a la noción de un ser superior y creador desde el comienzo de los tiempos.
Juan Pablo II es el ejemplo vívido de este sentido eclesial, que por mandato de Cristo representa en su desarrollo posterior. Mantuvo los valores espirituales que son la esencia de la Iglesia, y lo hizo con la fuerza de su palabra y de su ejemplo. Llevó directa y personalmente a más de 200 millones de personas la unidad del género humano, señalada en la definición del Lumen Gentium. Una palabra de unidad que sólo se sostiene en la medida en que simultáneamente él entregó a los hombres y mujeres de todo el orbe, más allá de su fe, la concepción de un hombre trascendente, único, irrepetible, respetable en sus derechos por el solo mérito de existir, superior como persona a la sociedad y sometido a ella por la maravillosa visión del bien común.
Sin embargo, su mensaje y su acción pública de predicador perenne no fueron sólo un discurso teórico, sino también una palabra de esperanza y de solución a los problemas que impiden la paz mundial, la concreción de "las puertas del infierno", al final del siglo XX y comienzos del tercer milenio. Una paz que se basa en la justicia, porque jamás la habrá si no se sustenta en un orden social, político y económico solidario, y en un respeto a la persona humana como la base esencial del desarrollo de la sociedad moderna.
Paz y respeto parece ser la consigna que nos transmite desde su pontificado hasta hacerlo literalmente clamar para que no se rompa la estabilidad de las naciones. "Nada es posible sin la paz", dijo. Todo es posible si los hombres se entienden entre sí y las grandes potencias comprenden que sus recursos deben ser aplicados en ese sentido y no en la loca carrera de la destrucción.
Paz y respeto para que todos los seres humanos depongan sus iras y comprendan que ni siquiera la religión -tal vez lo más profundo que pueda hacer actuar al hombre- puede ser motivo para provocar la muerte de alguien o atropellar sus derechos.
Paz es amor. Y él dijo entre nosotros -ello nos hace privilegiados-: "El amor es más fuerte".
Sin embargo, no sólo en esta línea de pensamiento basó su pontificado. Fue capaz de unir su claridad para mantener los principios de la Iglesia, que consideraba permanentes y sustentados en valores explícitos en los que jamás cedió, con una visión de cambio social, de transformación de la sociedad moderna en un hito de justicia y en la comprensión de que la esencia de la economía moderna son el trabajo y el hombre o la mujer que lo realiza, y que todo lo demás, incluidos el progreso tecnológico, la riqueza acumulada o las estructuras sociales y económicas, debe estar sujeto al sagrado respeto a los trabajadores.
La frase tremenda que usó en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis , en cuanto a "su rechazo a los mecanismos perversos de la economía" que desde uno a otro extremo de la visión materialista de la economía se han impuesto en el mundo de hoy, es la expresión más precisa de su conocidísima frase de que los pobres no pueden esperar, donde hace un llamado no sólo teórico, sino también a la urgencia de actuar en esa dirección.
Es un llamado a quienes poseen el poder financiero. Es un llamado a los gobiernos para adecuar su legislación a ese solo fin. Es el llamado a la sociedad para que comprenda una vez más que si no hay paz no hay vida, pero que no hay paz sin justicia personal y colectiva, ni tampoco justicia personal ni colectiva sin la disposición personal de cada uno de nosotros para actuar en consecuencia.
En definitiva, señoras y señores, el cristianismo no es más que la condición espiritual y personal de acatar estas líneas.
Éste es su llamado, que hoy debemos recordar para transformar el hombre viejo de que nos habla San Pablo en el hombre nuevo de que nos habla Juan Pablo II . Es un llamado personal a nuestros corazones, a nuestra voluntad, a nuestra acción, a nuestra comprensión, a nuestro amor, a nuestros semejantes, a cada uno y a todos quienes lo hemos escuchado.
Pareciera que en su última aparición en la Plaza de San Pedro, en medio de su dramática expresión facial, nos hubiera pedido, en una suerte de grito de silencio, que juntemos las manos y amemos a quienes carecen de esperanza y de respeto entre sus semejantes.
Señoras y señores, señores Obispos y miembros de la Iglesia que nos acompañan, antes de terminar, no puedo dejar de mencionar lo que significaron para nosotros la visita del Papa y las transformaciones que ella produjo en Chile.
Más allá de cualquier interpretación política y de cualquier visión que se tenga del pasado o del presente, no cabe duda de que aquélla abrió las puertas y ventanas de nuestro país para que sus hombres y mujeres expresaran sus quejas, sus alegrías, sus demandas, sus esperanzas, e incluso, las realizaciones que muchos chilenos consideraban efectuadas.
Desde Juan XXIII , la Iglesia moderna ha señalado que la expresión de la voluntad personal es parte del orden social que necesitamos. Y el Sumo Pontífice a quien hemos venido a recordar lo concretó entre nosotros con su sola presencia y, más aún, con las verdades que nos hizo escuchar. La petición de una apertura de las puertas y ventanas de la Iglesia se concretaba entre nosotros con enorme emoción.
Los tiempos de la Humanidad no son fáciles ni lo serán. El mundo se asoma a una transformación de luces y sombras. La inteligencia humana llegará en los próximos años a niveles insospechados, y también lo hará la tragedia de los desposeídos, si no hacemos los cambios necesarios.
El conocimiento tecnológico nos hará volar a las estrellas, pero también cruzará lo más íntimo de nuestro ser, con una capacidad de contrariar el orden natural que nos maravilla y que de repente nos aterra.
En presencia de los prelados de la Iglesia, rogamos para que el Espíritu Santo ilumine al Cónclave a fin de que el mejor entre los iguales la siga gobernando. Todos entendemos el maravilloso cambio que ha tenido la Iglesia en los cuatro últimos pontificados. Y esperamos que se siga produciendo en el futuro, porque hay una modificación sutil en nuestra historia, donde la muerte de Juan Pablo II y el advenimiento de su sucesor significarán un instante relevante para conducirnos a la sociedad a que siempre hemos aspirado.
¡Que la esperanza reemplace nuestro dolor; que el Papa, desde aquel lugar donde ya se encuentra, nos conduzca en la paz y en el amor!
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Fernández, en representación del Comité Unión Demócrata Independiente.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , Excelentísimo señor Nuncio Apostólico , señores Obispos, estimados colegas, señoras y señores:
Al culminar un pontificado con características como las que distinguieron al de Su Santidad Juan Pablo II , ningún juicio sobre él puede ser parcial e insuficiente. Una figura como la suya tiene dimensiones que sólo el paso de las décadas y de los siglos permitirá ponderar con justicia. Nosotros no alcanzamos sino a admirar algunos de sus rasgos excepcionales.
Pero no cabe duda alguna de que él fue un Papa que marcó la historia de su siglo. Y pudo hacerlo, no sólo por sus sobresalientes dotes intelectuales, sino también porque, antes de acceder al gobierno de la Iglesia Católica, él mismo debió sufrir, en su experiencia personal, en la de sus seres queridos y en la de su propio país, los dos peores totalitarismos que su siglo conoció: el nazismo y el comunismo.
De allí que cuando la responsabilidad papal recayó sobre sus hombros la asumió con férrea determinación, no para contemporizar con males que muchos daban entonces por inevitables, sino para luchar incansablemente por eliminarlos.
En su vasta personalidad, el impulso místico -muy real e intenso- fue supeditado, por un acto de voluntad, a su determinación -igualmente intensa- de actuar y combatir por el logro de condiciones de dignidad y libertad para todos los seres humanos por igual.
Su contribución al avance histórico que significó el fin del sistema soviético merece, por sí sola, perdurar en la historia. Todas las recapitulaciones hechas en estos días coinciden en consignar eso. Y es lógico que así sea: la magnitud de tal liberación para la Humanidad no será nunca olvidada.
Pero el alcance mundial de ese aporte no nos hace olvidar otra contribución inapreciable para los chilenos: su valerosa resolución, en 1978, de asumir las inmensas dificultades y responsabilidades de una mediación entre Chile y Argentina cuando la guerra era un peligro inminente, un asunto de horas.
Fui testigo directo de esos momentos de suprema tensión, que, con virtual certeza, habrían desembocado en una tragedia bélica sin la intervención de Juan Pablo II . Su autoridad moral cambió el curso de los acontecimientos. Tras grandes esfuerzos, en los que él se comprometió y participó personalmente, en vez de guerra entre hermanos se llegó al "Tratado de Paz y Amistad" que por más de 20 años rige entre ambos países.
El que este Papa haya abordado semejante tarea a muy pocos meses de ceñir la tiara pontificia habla con elocuencia de su visión y de su temple. Chile y Argentina tienen a ese respecto una deuda inconmensurable.
Fue firme y severo en la defensa de principios que estimaba fundamentales e irrenunciables: respeto a la vida humana en todas sus manifestaciones, desde la concepción hasta su término natural; protección incondicional a la familia; condena sin vacilaciones, reservas ni excusas a toda forma de violencia; rigor en la denuncia de cualquier abuso contra los más débiles, y rigor para corregirlo si lo cometían quienes estaban en el ámbito de su autoridad.
Tuvo el coraje de enfrentar impertérrito las críticas y aun los odios que eso le granjeara, y que lo hicieron víctima de un atentado en 1981. Sin embargo, a esa severidad doctrinal aunó tolerancia y amplitud.
Cuando todavía el concepto de globalización no era moneda común en el habla de todos, él dio pasos sin precedentes hacia el ecumenismo. Visitó iglesias luteranas, anglicanas, ortodoxas; también, sinagogas y mezquitas. Sus jornadas por la paz en Asís, en 1986 y 1993, reunieron a dirigentes de todos los credos: desde aquellos de la América precolombina a los de la Oceanía preeuropea. Y a todos llamó "hermanos": desde el Dalai Lama hasta rabinos y muftíes; desde sikhs hasta zoroastrianos.
En esa materia, no sólo invocó, sino que, además, dio realidad personal al llamado del Salmo 133 a "habitar los hermanos todos juntos" en la casa que nos es común.
Combatió los sistemas inhumanos; combatió las ideas que creyó deshumanizantes, pero nunca atacó a las personas que las sostenían, y abrió los brazos a todos, incluso a quien intentó asesinarlo.
El mundo ha sufrido la gran pérdida del Papa Juan Pablo II . Pero su legado es aún más grande y los caminos que abrió se orientan a un futuro que, gracias a su obra, puede ser mejor que el de los tiempos que Karol Wojtyla debió sufrir.
La Iglesia Católica se postula ecuménica. El gran pastor que recién ha concluido su obra encarnó, verdaderamente, ese principio.
Reciba su memoria, en nombre de la Unión Demócrata Independiente, este homenaje y nuestra más profunda y admirativa gratitud.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Naranjo, en representación del Comité Partido Socialista.
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , Excelentísimo señor Nuncio Apostólico , autoridades eclesiásticas, sacerdotes, religiosas, seminaristas, Honorable Sala, señoras y señores, queridos jóvenes:
La Humanidad está de duelo: ha fallecido Su Santidad Juan Pablo II , " Juan Pablo El Santo" o " Juan Pablo El Grande", como ya lo denominan algunos.
Hoy, como no había ocurrido nunca en toda nuestra historia, debido a su carisma y a la masividad y universalidad de los medios de comunicación, el mundo entero llora la partida de uno de sus hijos predilectos. Hombres, mujeres y niños de todas las razas, de todas las confesiones religiosas o ideologías políticas, lamentan su muerte.
Los socialistas, como todos los chilenos, nos inclinamos respetuosamente ante Juan Pablo II a la hora de su viaje eterno. Él, sin ninguna duda, ha sido y seguirá siendo uno de los personajes más relevantes de fines del siglo XX e inicios del XXI.
Señor Presidente , como todo personaje público, Juan Pablo II ha tenido y tendrá detractores y admiradores. Dejemos que el tiempo haga su trabajo. Será tarea principalmente de historiadores y teólogos, una vez transcurridos los años, hacer ver a los hombres con más objetividad y serenidad lo que fue y lo que hizo. Sin embargo, ahí están sus encíclicas, sus documentos, sus intervenciones.
Hoy los socialistas queremos recordar y rendir homenaje a Juan Pablo II , el Papa peregrino, quien hizo uno de los objetivos de su apostolado "llevar el Evangelio a los confines de la tierra" y lo consiguió visitando más de 130 países. Para él, lo importante, lo decisivo, era hacer sentir su presencia en el mundo; estar junto a los peregrinos, a los desposeídos, a los que profesaran o no profesaran la fe católica. Ni las guerras, ni los riesgos a su vida, ni los dictadores pudieron detenerlo.
Queremos recordar al Papa tolerante que impulsó la reconciliación entre las diversas iglesias cristianas; que con respeto buscó el entendimiento con otras religiones, y que, incluso, alargó su mano para implementar un diálogo con los no creyentes, ya que a todos los consideraba, en última instancia, hijos de Dios.
Queremos recordar al Papa que pidió perdón por los excesos cometidos por algunos de los miembros de la Iglesia a lo largo de la historia, y especialmente durante la Inquisición, o bien, por la débil actuación de ella ante el holocausto del pueblo judío.
Queremos recordar al Papa que constantemente se opuso a la guerra y que no calló en dicho afán, como lo hizo hace poco con motivo del conflicto con Iraq.
Queremos recordar al Papa que puso especial énfasis en los jóvenes, a quienes llamó a vivir en esperanza e invitó a construir un mundo mejor a través del único medio posible: el amor.
Queremos recordar al Papa que, en un mundo donde el dios del dinero y el éxito fácil son para muchos un valor sagrado, nos llamó a impulsar una economía de la solidaridad, pues "los pobres no pueden esperar".
Queremos recordar al Papa que nos invitó, una y otra vez, a guiarnos por principios y valores.
Queremos recordar al Papa que, reconociendo nuestras faltas, nos instaba a no renunciar nunca al camino de la santidad.
Señor Presidente:
Juan Pablo II , según quienes estuvieron junto a él, tenía especial cariño por Chile y su gente, motivo por el cual no estuvo ajeno a los avatares que sufrió nuestro país en su historia reciente.
A modo de ejemplo, recordaré dos situaciones donde la actuación de Su Santidad revistió importancia decisiva para nuestra nación.
En primer lugar, su intervención decidida, apenas iniciado su pontificado, con el fin de impedir una guerra fratricida con nuestros hermanos argentinos en 1978. Frente a este hecho, uno no puede dejar de preguntarse cuántos de nuestros compatriotas habrían muerto si Juan Pablo II no hubiese mediado entre Chile y Argentina. ¡Cuánto dolor evitó!
¡Gracias, Juan Pablo II , porque dijiste "sí a la vida" y "no a la muerte"!
En segundo término, su visita a nuestra patria en abril de 1987, cuando el Mensajero de la Paz y de la Vida enfrentó a la cultura de la muerte que existía en nuestro país y nos invitó a sumarnos a la Cultura de la Vida con su frase "El amor es más fuerte".
Si bien es cierto que la visita del Papa a Chile tenía un claro sentido y sello evangelizador, no podemos desconocer que produjo innegables implicancias en los planos económico, político y social, que ayudaron a que más chilenos tomaran clara conciencia de la necesidad de que nuestra nación retornara a sus tradiciones históricas, como país con vocación de entendimiento y no de enfrentamiento.
Señor Presidente , si hay algo notable en Juan Pablo II, es que no sólo decía las cosas con claridad y fuerza cuando las creía justas y necesarias, sino que además poseía una cualidad muy suya: su enorme capacidad de hablar a través de gestos.
¡Cómo no recordar que cada vez que visitaba un país se arrodillaba para besar su suelo!
¡Cómo no recordar cuando se quedaba orando largamente!
¡Cómo olvidar cuando abrazó, una y otra vez, a Carmen Gloria Quintana , quemada por una patrulla militar!
¡Cómo no recordar que al pisar el Estadio Nacional lo calificó como un "lugar de muerte" e hizo en su pasto la señal de la cruz!
¡Cómo no recordar que en el parque La Bandera ofició la misa con la Biblia del asesinado sacerdote André Jarlan!
¡Cómo olvidar cuando invitó a la Nunciatura a diferentes dirigentes políticos opositores a la dictadura militar!
Tal como ha señalado el Cardenal Francisco Javier Errázuriz , "sólo con la distancia que dan los años valoraremos lo que el Papa hizo por Chile".
Señor Presidente, Honorable Sala, para finalizar, los socialistas queremos decir:
¡Descansa en paz, Juan Pablo II , que tu misión en la Tierra la cumpliste largamente! ¡Descansa en paz, pues millones de hombres y mujeres seguiremos trabajando por construir una sociedad más justa y solidaria, porque, tal como lo reiteraste hasta el cansancio, tenemos clara conciencia de que los pobres no pueden esperar!
Muchas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
En representación del Comité Renovación Nacional, tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Muy estimadas autoridades eclesiásticas y académicas, estudiantes, señor Ministro , Honorables Senadoras y Senadores :
Para iniciar mejor estas palabras de homenaje al Papa Juan Pablo II , en nombre de los Senadores de Renovación Nacional, deseo evocar la emoción que sentimos en el suelo austral los habitantes de Aisén cuando nos dirigió por radio un saludo desde el avión que surcaba el cielo de la Patagonia y nos envió "de corazón su bendición apostólica", y en la participación de la misa que celebró en Puerto Montt, después de recorrer la bahía entre los pescadores, con su homilía de los 500 años de evangelización.
Éste es el homenaje de un cristiano -por decirlo de algún modo- de este lado, del mundo real, con todas sus características, problemas y desafíos, del mundo de los sentidos, que rehúye el dolor, busca soluciones y plantea establecer políticas, y que tiene, sin embargo, sed de trascendencia, hambre de espíritu.
Karol Jósef Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, pequeño pueblo de 10 mil habitantes ubicado a 50 kilómetros de Cracovia. Fue el segundo de dos hijos. Con apenas 9 años de edad, pierde a su madre, Emilia Kaczorowska , quien muere antes de dar a luz; a los 12, a su hermano médico, Edmund , contagiado de escarlatina, y a los 21, a su padre, también de nombre Karol , ex oficial del ejército austro-húngaro y miembro del ejército de su amada patria, Polonia. Sin embargo, nunca fue un niño triste; por el contrario, era alegre, deportista: arquero de fútbol, montañista. Desde temprana edad amó el contacto con la naturaleza.
En 1938 se matricula en la universidad y en una escuela de teatro. Con la ocupación nacionalsocialista de Hitler, tuvo que trabajar como obrero en una cantera y en una fábrica de químicos para ocultar sus actividades clandestinas, ya que organiza una universidad que llega a contar con 5 facultades, 130 profesores y 800 alumnos. Estudia filosofía, idiomas, literatura y, también, teatro. En 1942 siente su vocación sacerdotal y comienza a instruirse en religión.
Después de la Segunda Guerra Mundial continúa en la universidad y en el seminario, ordenándose sacerdote el 1º de noviembre de 1946. Enviado a Roma, se doctora en Teología en 1948, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz.
Vuelve a Polonia, donde ejerce su labor pastoral, y luego se desempeña como profesor de Teología Moral y Ética Social en la universidad y en el seminario.
El 4 de julio de 1958, con apenas 38 años, es nombrado Obispo Auxiliar, y el 13 de enero de 1964, Arzobispo, por Su Santidad Paulo VI, quien, a su vez, le hizo Cardenal el 26 de junio de 1967. Participa activamente en el Concilio Vaticano II.
Se puede apreciar en su libro "Signos de contradicción" la profundidad de su pensamiento y espíritu, con motivo de los retiros espirituales que organizó para el Sumo Pontífice de la época.
Después del breve pontificado de 33 días del carismático y revolucionario Juan Pablo I , Karol Wojtyla es elegido Papa: el primer Pontífice no italiano en 455 años.
Rápidamente se da a conocer como un Papa enérgico, carismático, de gran llegada a través de los medios de información y -lo que es más importante- con mucho espíritu que comunicar.
A pocos meses de su elección, el 8 de enero de 1979 Chile y Argentina le solicitan la mediación por el diferendo del Canal Beagle, cuyo arbitraje el país vecino había declarado, en forma unilateral, insanablemente nulo y nos arrastraba de manera inevitable a la guerra.
Largo y fecundo resulta enumerar los 26 años y 5 meses del papado de Juan Pablo II , el tercer período más extenso después de San Pedro (34 ó 37 años) y de Pío IX (31 años y 7 meses).
Las estadísticas nos arrojan los siguientes datos. Recorrió un millón 248 mil kilómetros (3,24 veces la distancia entre la Tierra y la Luna) en sus distintos viajes: 104 al exterior de Italia -visitó 129 países- y 146 al interior de esa nación -estuvo en 301 parroquias romanas-, con lo que sumó dos años y tres meses fuera del Vaticano. Pronunció más de 20 mil discursos, equivalentes a casi 100 mil páginas, prácticamente en todos los idiomas. Otorgó 1.160 audiencias a 17 millones 64 mil personas. Redactó 100 documentos, que incluyen 14 encíclicas, 45 cartas apostólicas y 14 exhortaciones apostólicas. Beatificó a 1.338 personas y canonizó a 482 -más que sus predecesores en cuatro siglos-, cumpliendo con todas las rigurosidades, como nos consta en el proceso de Santa Teresa de Los Andes y en el del Beato Padre Alberto Hurtado . Nombró 231 cardenales, 183 de los cuales aún están vivos y 119 tienen menos de 80 años, quienes participarán en el próximo Cónclave. Además, se reunió con más de 1.590 Jefes de Estado o de Gobierno.
Pero, por sobre esos números y dentro de ellos, hay un fuerte contenido, marcado por una aparente contradicción de un Papa moderno que usa todos los medios y modos de comunicación, enraizado en una fuerte tradición y en los valores más profundos del cristianismo.
¡Cómo no tener presente, por un lado, su profunda objeción al nacionalsocialismo, al comunismo y al socialismo marxista soviético -llegó a ser clave en el derrumbe de estos sistemas-, y por otro, su enfrentamiento crítico al deshumanizado modelo neoliberal de mercado!
¡Cómo no mirar asombrado sus misiones en África, continente marcado por el hambre y las enfermedades, donde hizo ver a sus habitantes, contra toda política, que la solución no está en los anticonceptivos, sino en la fidelidad y en la familia!
¡Cómo no recordar su duro reto al insigne poeta nicaragüense sacerdote Ernesto Cardenal y, también, la excomunión del Obispo Marcel Lefebvre , en 1988!
¡Cómo no tener a la vista, ante los escándalos de abusos deshonestos cometidos por algunos religiosos en distintas partes del mundo, lo que calificó dura y certeramente como "crímenes contra la sociedad"!
¡Cómo no resaltar su tremendo amor patrio; su amor por la naturaleza; su discurso ecológico; su amor comprometido y permanente por los jóvenes, a quienes abrió un camino de luz; su amor pastoral por los más débiles, y su voz tremenda para enfrentar todos los conflictos y todas las guerras!
Sus planteamientos superan las contradicciones y los modelos. Sus soluciones provienen del espíritu, de ese espíritu que sobresale en nuestras propias luchas, conflictos y desacuerdos, y que lleva cada cual en su ser como individuo único y trascendente.
Esto lo hizo ser reconocido como un líder indiscutido en todos los sectores políticos y religiosos. Ejerció su liderazgo respecto de los más duros objetores, quienes incluso trataron de arrebatarle la vida en la plaza de San Pedro, situación que milagrosamente superó, llegando a perdonar en persona al malhechor.
Es así como logró revitalizar a la Iglesia Católica, la que en 1978 contaba con 749 millones de fieles y hoy tiene aproximadamente 1.100 millones. Si bien mantiene el mismo 17 por ciento, de acuerdo con el crecimiento de la población, hizo revivir la Iglesia en la esperanza y en la fe de que el mundo se renueva a partir de cada uno de nosotros.
Juan Pablo II es para nosotros el Papa por antonomasia. Esas cuatro letras iniciales: Petri Apostoli Potestatem Accipiens, significan "El que recibe la Potestad del Apóstol Pedro"; las de Pater Pastor equivalen a "Padre y Pastor", y las de Pontífice, que proviene de Pontifex, a "El que hace puentes" (en este caso, con Dios).
Es el Papa que tuvo un inmenso cariño por Chile y los chilenos. Es el Papa que nos hizo abrir los ojos del corazón y que dramáticamente dijo, ante los disturbios del parque O'Higgins, "El amor es más fuerte", fiel testimonio de la máxima "Según el amor en que hayáis vivido, seréis juzgados".
Muchas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
En representación del Comité Institucionales 2, tiene la palabra el Honorable señor Silva.
El señor SILVA .-
Señor Presidente , distinguido señor Nuncio Apostólico , distinguidas autoridades eclesiásticas, Honorables Senadoras y Senadores , señoras y señores:
Hablo en nombre del Comité Institucionales 2, y especialmente, de los Senadores del Partido Radical Social Demócrata.
En los últimos días, a nuestro entender de manera justificada, absoluta y plena, se ha rendido un homenaje recordatorio del Papa Juan Pablo II , a todo nivel.
Y es que al Papa se lo ha rememorado, no sólo por su actividad en cuanto tal y como Jefe de la Iglesia Católica, sino en tanto genuino exponente del mundo entero.
No es, en consecuencia, nuestro propósito destacar lo que la personalidad del Papa representó en sí, porque ello ha sido recogido plenamente. Nuestras motivaciones conducirán a explicar por qué nosotros, las personas del mundo laico, específicamente del Partido Radical Social Demócrata, muchas de ellas agnósticas, estimamos esencial de nuestro deber ético y social concordar de manera plena con ustedes y con el mundo entero en este homenaje.
Para nosotros, el Papa Juan Pablo II se caracterizó como personero permanente de la defensa de los pobres. Aquello de que "los pobres no pueden esperar" se ha transformado en testimonio inolvidable de su visita a Chile, en abril de 1987.
En consonancia con lo anterior, su permanente lucha por el imperio de lo social como eje fundamental de la vida humana se materializa más que nunca cuando sostiene, junto con sus críticas a la globalización económica, que ella sólo puede concebirse si se la impregna de un sentido social y de, en una sola palabra, solidaridad.
De allí que los Senadores laicos y los radicales no sólo comprendamos sino que también compartamos sus juicios acerca de lo que con fundamento denominó "El capitalismo salvaje"; es decir, un sistema económico absolutamente individualista y egoísta, en el cual un justo sentido social aparece omitido y olvidado por entero.
No siempre, es cierto, estuvimos de acuerdo con sus planteamientos, que en algunos aspectos consideramos fundamentalistas y que nos llevan a sostener que Juan Pablo II, al transformarse en defensor de ellos, habrá de pasar a la historia como un Papa conservador.
Nos referimos especialmente a aquellas concepciones que, recogiendo la doctrina tradicional de la Iglesia, sin admitir el avance de la evolución y de modernas ideas científicas, y basadas esencialmente en una noción tradicional de la sexualidad, graficó con alto sentido crítico materias concernientes al divorcio vincular; al control de la natalidad, especialmente en lo que se ha denominado "píldora del día después"; al aborto, sin comprender o aceptar su justificación por razones terapéuticas; a la eutanasia, y a otras que en tal campo, genéricamente concebido, nos hacen defender un planteamiento de respeto a la autonomía e independencia de la vida humana.
No dejamos de comprender la crítica del pensamiento católico cuando sostiene que, al amparo de tales derechos, se ha llegado al abuso pernicioso. Pero, a la vez, no podemos dejar de expresar que, precisamente al amparo de tales concepciones tradicionales, se han producido a menudo repercusiones abusivas.
Empero, al margen de esto, en que vemos a Juan Pablo II como recogiendo el espíritu tradicional de la Iglesia, debemos reverenciarlo en la excelsa condición de Papa peregrino encargado de proyectar sus principios por el mundo entero y, sobre todo, en la plenitud de una vida llena de coraje y de esfuerzo en defensa abierta de la paz, de los derechos fundamentales de la persona humana y del estímulo al trabajo y al amor como valores esenciales de la vida.
En tal carácter, tuvimos el honor de conversar con él en dos oportunidades. Y su recuerdo habrá de ser perdurable entre nosotros, porque la humildad y la valentía con que defendió y estimuló valores tan excelsos y de tanta fuerza moral, espiritual y material lo han transformado, sin duda, en uno de los personajes más grandes de la Humanidad.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
El último orador es el Senador señor Martínez, quien intervendrá en representación del Comité Institucionales 1.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente ; Excelentísimo señor Nuncio Apostólico ; autoridades de nuestra Iglesia Católica; invitados especiales; Honorables Senadoras y Senadores ; señoras y señores:
El Comité Institucionales 1, en esta ocasión, quiere plantear su sentimiento de pesar por el fallecimiento de Su Santidad Juan Pablo II .
Un amor a la verdad, un reconocimiento profundo y unas gracias infinitas nos obligan como chilenos a respetar, con la máxima fuerza de nuestra alma, el duelo que hoy aflige al mundo católico y a todos quienes vieron en la figura de Su Santidad Juan Pablo II un guía religioso, una autoridad moral y un extraordinario hombre de bien que influyó en los asuntos mundiales de su tiempo.
En estos días, los recordatorios de sus acciones y visitas nos llevan a preguntarnos si en la nación chilena, en cuyas raíces se encuentra profundamente arraigada la cosmovisión cristiana, se han quedado sus enseñanzas y se han aplicado sus directrices en torno a la vida social, las conductas personales y las políticas públicas.
En medio de la estridencia comunicacional, esa pregunta queda sin respuesta, dejando una deuda que debiera llevar a asumir el compromiso de saldarla aplicando aquéllas desde ahora en adelante.
Así entendemos este homenaje, recordando que, séase creyente o no, la filosofía emanada de todos los trabajos, documentos y discursos realizados por Juan Pablo II en sus 26 años de pontificado apunta a hacer más digna a la persona sin cuestionar su creencia religiosa, su ideología política, el color de su piel y el idioma que hable.
Humanidad en todo el esplendor de esta palabra: ¡Humanidad!
Cuando Su Santidad acepta mediar en el conflicto argentino-chileno a partir de 1978, tiene en mente la paz como concepto fundamental para dignificar más la existencia humana. Percibió la inminente confrontación; se dio cuenta de que la guerra entre las dos naciones significaba abrir los caminos del odio por largos años en un continente donde hay demasiados conflictos potenciales, que, de suceder aquélla, serían fomentados.
De haber estallado la guerra, aún hoy la inestabilidad política y los dolores sociales, más la destrucción económica, estarían presentes en nuestro día a día.
Tengo el deber de dejar clara constancia en este Hemiciclo de que la intervención de Su Santidad fue motivada, y realmente motivada, por el personal interés y el profundo respeto que tenía el Presidente constitucional, Capitán General don Augusto Pinochet Ugarte , a su figura moral, a su gestión, a su estatura y a su influencia.
Como testigo presencial de las más cruciales decisiones en este tema, un homenaje en memoria de Su Santidad no puede estar completo en la historia de Chile si no se menciona clara y definidamente la intervención del Presidente Pinochet y del selecto grupo de colaboradores, tanto militares como civiles, que lo apoyaron en esta gestión, sin duda la más importante en la historia del siglo XX.
¡Cómo no estar, entonces, agradecidos de Su Santidad! ¡Cómo no estar agradecidos de sus señales para invitar a buscar una vida espiritual más grande y comprensiva!
La canonización de Santa Teresa de Los Andes y su efecto como modelo para la juventud que busca la riqueza espiritual como primer objetivo de su formación personal son señales extraordinarias de comprensión y de apoyo a nuestro Chile.
Nadie puede negar que la gestión del Papa Juan Pablo II va más allá del mundo católico. Sus visitas a los máximos líderes religiosos judíos y musulmanes; sus reuniones con los no creyentes, y la comprensión de la especial vida religiosa del mundo africano lo convirtieron en la personificación de la tolerancia y del mejor ejemplo de la manera en que realmente debe aplicarse la caridad cristiana.
¿Cómo definir su gestión?
Pienso que San Francisco de Asís , en su premonición de la iglesia futura, al crear su Oración Simple, retrató la gestión de Juan Pablo II al decir:
"Oh Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
Donde hay odio, que yo lleve el Amor.
Donde hay ofensa, que yo lleve el Perdón.
Donde hay discordia, que yo lleve la Unión.
Donde hay duda, que yo lleve la Fe.
Donde hay error, que yo lleve la Verdad.
Donde hay desesperación, que yo lleve la Esperanza.
Donde hay tristeza, que yo lleve la Alegría.
Donde están las tinieblas, que yo lleve la Luz.
Oh Maestro , haced que yo no busque tanto:
Ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.
Porque es:
Dando, que se recibe.
Perdonando, que se es perdonado.
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.".
Analizando sus 26 años de pontificado, uno concluye que esa oración es la mejor síntesis de la gestión del Papa misionero que fue Juan Pablo II .
El Comité Institucionales 1 hace llegar sus más sentidas condolencias a las autoridades del Vaticano, en la persona del señor Nuncio Apostólico , aquí presente, y a nuestra Iglesia Católica chilena por el fallecimiento de Su Santidad Juan Pablo II .
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Señores Senadores, los integrantes del Coro del Colegio Seminario San Rafael de Valparaíso me solicitaron que se les brindara la posibilidad de agradecer este homenaje cantando el himno oficial de la visita del Santo Padre a nuestro país.
Solicito autorización de la Sala en tal sentido.
Acordado.
--El Coro del Colegio Seminario San Rafael de Valparaíso entona el himno "Mensajero de la vida".
El señor ROMERO ( Presidente ).-
Habiéndose cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 17:33.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción