Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III. TRAMITACIÓN DE ACTAS
- IV.
CUENTA
- DEBATE
- PERMISO CONSTITUCIONAL PARA INASISTENCIA
- Mario Enrique Rios Santander
- Jose Andres Rafael Zaldivar Larrain
- PERMISO CONSTITUCIONAL PARA INASISTENCIA
- DEBATE
- V.
ORDEN DEL DÍA
-
ASOCIACIÓN ENTRE CHILE Y LA COMUNIDAD EUROPEA Y SUS ESTADOS MIEMBROS
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Gabriel Valdes Subercaseaux
- INTERVENCIÓN : Carlos Ominami Pascual
- DEBATE
- PERMISO CONSTITUCIONAL PARA INASISTENCIA
- Alejandro Foxley Rioseco
- PERMISO CONSTITUCIONAL PARA INASISTENCIA
- INTERVENCIÓN : Eduardo Frei Ruiz-tagle
- INTERVENCIÓN : Sergio Romero Pizarro
- INTERVENCIÓN : Edgardo Boeninger Kausel
- INTERVENCIÓN : Gabriel Valdes Subercaseaux
- INTERVENCIÓN : Edgardo Boeninger Kausel
- INTERVENCIÓN : Rafael Moreno
- INTERVENCIÓN : Jose Antonio Viera-gallo Quesney
- INTERVENCIÓN : Jorge Martinez Busch
- INTERVENCIÓN : Roberto Munoz Barra
- INTERVENCIÓN : Juan Antonio Coloma Correa
- INTERVENCIÓN : Ricardo Nunez Munoz
- INTERVENCIÓN : Carmen Frei Ruiz Tagle
- INTERVENCIÓN : Julio Canessa Robert
- INTERVENCIÓN : Jaime Gazmuri Mujica
- INTERVENCIÓN : Alberto Espina Otero
- INTERVENCIÓN : Jaime Naranjo Ortiz
- INTERVENCIÓN : Ramon Vega Hidalgo
- INTERVENCIÓN : Antonio Horvath Kiss
- INTERVENCIÓN : Sergio Fernandez Fernandez
- INTERVENCIÓN : Rodolfo Stange Oelckers
- INTERVENCIÓN : Hosain Sabag Castillo
- INTERVENCIÓN : Jovino Novoa Vasquez
- DEBATE
-
ASOCIACIÓN ENTRE CHILE Y LA COMUNIDAD EUROPEA Y SUS ESTADOS MIEMBROS
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 348ª, EXTRAORDINARIA
Sesión 24ª, en martes 14 de enero de 2003
Extraordinaria
(De 15:21 a 21:37)
PRESIDENCIA DEL SEÑOR CARLOS CANTERO, VICEPRESIDENTE
SECRETARIOS, LOS SEÑORES CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR, Y SERGIO SEPÚLVEDA GUMUCIO, SUBROGANTE
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
Pág.
I. ASISTENCIA.........................................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................................
III. TRAMITACIÓN DE ACTAS..........................................................................¿.
IV. CUENTA...............................................................................................................
V. ORDEN DEL DÍA:
Proyecto de acuerdo, en segundo trámite, que aprueba el Acuerdo de Asociación entre Chile y la Comunidad Europea y sus Estados miembros (3147-10) (se aprueba en general y particular).............................................
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Aburto Ochoa, Marcos
--Arancibia Reyes, Jorge
--Ávila Contreras, Nelson
--Boeninger Kausel, Edgardo
--Bombal Otaegui, Carlos
--Canessa Robert, Julio
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Chadwick Piñera, Andrés
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Cordero Rusque, Fernando
--Espina Otero, Alberto
--Fernández Fernández, Sergio
--Flores Labra, Fernando
--Frei Ruiz-Tagle, Carmen
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--García Ruminot, José
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Horvath Kiss, Antonio
--Lavandero Illanes, Jorge
--Martínez Busch, Jorge
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Muñoz Barra, Roberto
--Naranjo Ortiz, Jaime
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Orpis Bouchón, Jaime
--Páez Verdugo, Sergio
--Parra Muñoz, Augusto
--Pizarro Soto, Jorge
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Silva Cimma, Enrique
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Valdés Subercaseaux, Gabriel
--Vega Hidalgo, Ramón
--Viera-Gallo Quesney, José Antonio
--Zaldívar Larraín, Adolfo
Concurrieron, además, los señores Ministros del Interior; de Relaciones Exteriores ; de Educación y de Vivienda y Urbanismo, y Bienes Nacionales; los señores Director Jurídico y Director General de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el señor Director de ODEPA .
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el señor Sergio Sepúlveda Gumucio.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 15:21, en presencia de 17 señores Senadores.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. TRAMITACIÓN DE ACTAS
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Las actas de las sesiones 22ª y 23ª, ordinarias, en 7 y 8 de enero del año en curso, se encuentran en Secretaría a disposición de los señores Senadores, hasta la sesión próxima para su aprobación.
IV. CUENTA
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.
El señor SEPÚLVEDA ( Prosecretario ).-
Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Mensajes
Nueve de Su Excelencia el Presidente de la República:
Con el primero retira la urgencia que hiciera presente para el despacho del proyecto sobre financiamiento urbano compartido (Boletín Nº 2.651-14).
--Queda retirada la urgencia y se manda agregar el documento a sus antecedentes.
Con el segundo retira la urgencia y la hace presente nuevamente, en el carácter de "suma", respecto del proyecto que crea el Consejo Nacional de Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural (Boletín Nº 2.286-04).
Con los siete siguientes retira la urgencia y la hace presente nuevamente, en el carácter de "simple", respecto de los siguientes proyectos:
1.- El relativo a la creación de sociedades anónimas deportivas profesionales (Boletín Nº 3.019-03);
2.- El que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (Boletín Nº 2.944-03);
3.- El que modifica la ley Nº 19.039, sobre privilegios industriales y protección de los derechos de propiedad industrial (Boletín Nº 2.416-03);
4.- El que adecua la legislación que indica conforme a los Acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) suscritos por Chile (Boletín Nº 2.421-03);
5.- El referido a la transparencia, límite y control del gasto electoral (Boletín Nº 2.745-06);
6.- El que modifica la Ley de Alcoholes, Bebidas Alcohólicas y Vinagres, y deroga el Libro Segundo de la ley Nº 17.105 (Boletín Nº 1.192-11), y
7.- El que modifica la ley Nº 18.290, de Tránsito, para permitir la eliminación de anotaciones en el Registro Nacional de Conductores de Vehículos Motorizados , en las condiciones que indica (Boletín Nº 2.774-15).
--Quedan retiradas las urgencias, se tienen presentes las nuevas calificaciones y se manda agregar los documentos a sus antecedentes.
Oficios
De Su Excelencia el Presidente de la República , mediante el cual, en cumplimiento de lo establecido en el artículo 25 de la Constitución Política de la República, comunica su ausencia del territorio nacional el día 15 del mes en curso, con motivo de la transmisión del mando presidencial en la República del Ecuador.
Asimismo, señala que durante el período que dure su ausencia será subrogado, con el título de Vicepresidente de la República , por el señor Ministro titular de la Cartera de Interior , don José Miguel Insulza Salinas.
--Se toma conocimiento.
Cuatro de la Cámara de Diputados:
Con el primero comunica que ha dado su aprobación al proyecto que modifica el Código de Procedimiento Penal en materia de libertad provisional, concediendo facultades especiales a los jueces del crimen, al momento de otorgar este beneficio, para su cumplimiento (Boletín Nº 3.080-07).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Con el segundo comunica que ha aprobado el proyecto sobre creación de sociedades anónimas deportivas profesionales, con urgencia calificada de "simple" (Boletín Nº 3.019-03).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, y a la de Hacienda, en su caso.
Con el tercero comunica que ha dado su aprobación al proyecto que concede, por especial gracia, la nacionalidad chilena a don Giorgio Agostini Visentini, iniciado en moción del Honorable Senador señor Zaldívar, don Andrés (Boletín Nº 2.954-07).
--Se manda comunicar el proyecto aprobado por el Congreso Nacional a Su Excelencia el Presidente de la República.
Con el cuarto comunica que ha aprobado las enmiendas propuestas por el Senado al proyecto que moderniza la gestión y modifica las plantas de personal de Gendarmería de Chile (Boletín Nº 2.775-07).
--Se toma conocimiento y se manda a archivar junto a sus antecedentes.
De la Excelentísima Corte Suprema, por medio del cual emite parecer respecto del proyecto que introduce modificaciones a la ley Nº 19.665, sobre nombramiento de jueces de garantía y jueces del tribunal del juicio oral en lo penal (Boletín Nº 3.178-07).
--Se toma conocimiento y se manda a agregar a sus antecedentes.
Tres del señor Ministro del Interior:
Con el primero contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Prokurica, relativo al aumento de la dotación policial en la Región de Atacama, y
Con los dos siguientes da respuesta a sendos oficios enviados en nombre del Senador señor Stange: uno, relativo a una eventual modificación a la división territorial de la Región de Aisén; y el otro, acerca del sistema
de empadronamiento utilizado para la selección de personas que serán trasladadas a la ciudad satélite de Alerce, comuna de Puerto Montt.
Del señor Ministro de Justicia , por medio del cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Romero, referido a la construcción de un nuevo establecimiento penitenciario para la zona de Aconcagua, Quinta Región.
Del señor Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, mediante el cual responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, relativo a la prestación del servicio de la Empresa de Correos de Chile en la Región de Aisén.
Del señor Ministro de Agricultura , con el que responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Romero, relacionado con la solicitud de autorización para construir un aeródromo en el sector rural de las Comunas de Buin y Paine, Región Metropolitana.
Del señor Subsecretario del Interior , por medio del cual remite un ejemplar del "Informe estadísticas nacionales, sobre denuncias y detenciones de delitos de mayor connotación social y violencia intraframiliar", correspondiente al tercer trimestre del año 2002.
Del señor Subsecretario de Telecomunicaciones , con el cual responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Naranjo, referido a la instalación de antenas para la telefonía móvil.
De la señora Subsecretaria de Bienes Nacionales, mediante el cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, atinente al sistema de concesiones para el uso de bienes fiscales y la venta de éstos en la zona austral.
Del señor Subsecretario de Agricultura, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Lavandero, relativo a la carga tributaria real del sector forestal.
De la señora Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, con el que responde un oficio enviado en nombre de los Senadores señora Frei y señor Cantero, concerniente a la creación, en la Región de Antofagasta, de un centro integral mixto de rehabilitación, tratamiento y prevención del consumo de drogas.
Del señor Director de Vialidad de la Novena Región , con el que da respuesta a un oficio enviado en nombre del Senador señor Espina, relacionado con la posibilidad de construir un puente peatonal sobre el Río Malleco, en el sector Reducción Cancura, Comuna de Angol.
--Quedan a disposición de los señores Senadores.
Comunicación
De la Comisión Especial encargada de estudiar el proyecto de acuerdo que incorpora al Reglamento de la Corporación un Código de Conducta Parlamentaria en el Senado (Boletín Nº S 650-1), iniciado en Moción de los Senadores señores Zaldívar, don Andrés, y Cantero, para señalar que en sesión del día ayer acordó, por la unanimidad de sus miembros presentes, solicitar autorización del Senado para tener a la vista los siguientes proyectos, actualmente radicados en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento:
1.- Moción del Senador señor Valdés, que propone un proyecto de Código de Ética de los Senadores de Chile (Boletín Nº S 167-09);
2.- Moción de los Senadores señores Silva y Parra, que propone un Código de Ética de los Senadores (Boletín Nº S 367-09), y
3.- Moción de los Senadores señores Larraín y Romero, que propone la creación de una Comisión de Normas de Acción Parlamentaria (Boletín Nº S 620-09).
--Se accede a lo solicitado, quedando sin efecto la tramitación dispuesta anteriormente y radicando el examen de los señalados proyectos de acuerdo en la Comisión Especial.
Informes
De la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, recaído en el proyecto, en segundo trámite constitucional, que deroga el decreto ley Nº 2.560, de 1979, que autorizó la reproducción en Chile de la obra literaria de Gabriela Mistral, con urgencia calificada de "suma" (Boletín Nº 3.074-04).
Nuevo primer informe de la Comisión de Agricultura, recaído en el proyecto, en primer trámite constitucional, iniciado en mensaje de Su Excelencia el Presidente de la República , que autoriza la liberación de cauciones constituidas por personas naturales que garantizan créditos que indica (Boletín Nº 3.145-01).
De la Comisión Especial encargada de estudiar el Tratado de Asociación entre Chile y Europa, y de la de Hacienda, recaídos en el proyecto de acuerdo, en segundo trámite constitucional, sobre aprobación del Acuerdo por el que se establece una asociación entre la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la República de Chile, por la otra, y sus anexos, apéndices, protocolos y notas, suscritos en Bruselas, el 18 de noviembre de 2002 (Boletín N° 3.147-10).
--Quedan para tabla.
Permisos constitucionales
De los Senadores señores Ríos y Zaldívar, don Andrés, por medio de los cuales, de conformidad a lo dispuesto en los artículos 57 de la Carta Fundamental y 7º del Reglamento del Senado, solicitan permiso para ausentarse del país por más de treinta días, a contar de los días 10 y 9 del mes en curso, respectivamente.
--Se accede a lo solicitado.
Solicitudes
De la señora Nora de las Mercedes Ortiz Cubillos y del señor Manuel Leonidas Barros Núñez, mediante las cuales piden la rehabilitación de sus respectivas ciudadanías (Boletines Nºs. S 657-04 y S 656-04).
--Pasan a la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
V. ORDEN DEL DÍA
ASOCIACIÓN ENTRE CHILE Y LA COMUNIDAD EUROPEA Y SUS ESTADOS MIEMBROS
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Proyecto de acuerdo, en segundo trámite constitucional, que aprueba el Acuerdo por el que se establece una asociación entre la República de Chile, por una parte, y la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por la otra, y sus anexos, apéndices, protocolos y notas, suscritos en Bruselas el 18 de noviembre de 2002, con informe de la Comisión Especial y de la de Hacienda.
--Los antecedentes sobre el proyecto (3147-10) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite, sesión 21ª, en 18 de diciembre de 2002.
Informes de Comisión:
Comisión Especial, sesión 24ª, en 14 de enero de 2003.
Hacienda, sesión 24ª, en 14 de enero de 2003.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Cabe señalar que el referido instrumento internacional fue analizado por la "Comisión Especial encargada de estudiar el Tratado de Asociación entre Chile y la Unión Europea", formada por acuerdo de Comités de 13 de agosto del año pasado, y además por la de Hacienda.
El objetivo esencial del Acuerdo es el establecimiento de una asociación política, económica y de cooperación con la Unión Europea.
La Comisión Especial menciona, detalladamente en su informe, los invitados que concurrieron a exponer sobre las diversas materias que regula el Acuerdo internacional, las entidades a las que se solicitó, mediante oficio, su opinión respecto del Tratado en cuestión y aquellas que respondieron. Además, transcribe el cuerpo principal del Acuerdo, explicitando que a él se suman diecisiete anexos y diversos apéndices, protocolos y notas, que lo integran.
En el informe de la Comisión Especial, también se describe la discusión general y particular efectuada en su seno, consignando que el proyecto de acuerdo fue aprobado en general y particular por la unanimidad de los miembros presentes de la Comisión Especial, Honorables señores Ávila, Coloma, Foxley, Gazmuri, Horvath, Larraín, Martínez, Moreno, Novoa, Núñez, Romero, Silva y Valdés, en los mismos términos en que lo hizo la Honorable Cámara de Diputados.
En las páginas 267 a 271 del informe se deja constancia de los fundamentos de voto de los Honorables señores Gazmuri, Larraín, Martínez, Moreno, Novoa, Silva, Núñez, Romero y Valdés.
Por su parte, la Comisión de Hacienda aprobó en general y particular el proyecto de acuerdo por cuatro votos a favor, de la Honorable señora Matthei y de los señores Boeninger, Foxley y Ominami, y el voto en contra del Senador señor García, en los mismos términos en que lo hizo la Comisión Especial encargada de estudiar el Tratado.
Asimismo, la Comisión de Hacienda estimó que el proyecto de acuerdo no producirá desequilibrios presupuestarios ni incidirá negativamente en la economía del país.
La Comisión Especial dejó constancia en su informe de que el proyecto de acuerdo debe ser votado con quórum orgánico constitucional, en atención a la reserva formulada por el Gobierno de Chile en el número 3 del Anexo XIV, la que establece el derecho del Banco Central de Chile de mantener o adoptar medidas de conformidad con su Ley Orgánica Constitucional u otras normas legales, para velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos, otorgándosele como atribuciones, para estos efectos, la regulación de la cantidad de dinero y de crédito en circulación, la ejecución de las operaciones de crédito y cambios internacionales, como asimismo el dictar normas en materia monetaria, crediticia, financiera y de cambios internacionales.
En consecuencia, para la aprobación del proyecto de acuerdo en discusión, se requiere el voto conforme, al día de hoy, de 26 señores Senadores.
Finalmente, corresponde señalar que ambas Comisiones informantes proponen al señor Presidente discutir la iniciativa en general y particular a la vez, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 127 del Reglamento.
--A petición de la señora Ministra de Relaciones Exteriores , se autoriza el ingreso a la Sala del Director General de Relaciones Económicas Internacionales, señor Osvaldo Rosales; del Director de Asuntos Jurídicos del Ministerio , señor Claudio Troncoso; del Director Nacional de ODEPA , señor Carlos Furche, y del Operador de Datashow , señor Eduardo Cofré.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
En discusión general y particular el proyecto de acuerdo.
Tiene la palabra el Honorable señor Valdés.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , al presentar este Acuerdo debo hacer presente mi reconocimiento a la Comisión Especial -cuya presidencia tuve el honor de ocupar- constituida para estudiarlo antes que se recibiera el mensaje de Su Excelencia el Presidente de la República .
La Comisión Especial inició su trabajo el 3 de septiembre de 2002 y celebró 9 sesiones. En la última de ellas, de 7 de enero, por la unanimidad de sus miembros, aprobó en general y particular el proyecto de acuerdo.
La formación de la Comisión, las opiniones y presentaciones de las autoridades de Gobierno, de los gremios y de las personas que concurrieron, así como los documentos recibidos, constan en las páginas 2 a 6 del informe.
Todos los planteamientos recibidos, que corresponden prácticamente en su totalidad al ámbito de la producción, del comercio y de distintas actividades, fueron favorables a la aprobación del Tratado.
Este Acuerdo tiene una naturaleza muy diferente y de mucha mayor profundidad que los de comercio, sean los llamados de libre comercio, que en general no son tan libres, o los simples. Se trata de la creación de una asociación que tiene una dimensión política, con definiciones comunes de valores democráticos y de participación en los grandes propósitos y normas de las Naciones Unidas para administrar acuerdos económicos y de comercio y una dirección de cooperación en un amplio grado.
Ruego a los Honorables colegas excusarme por expresar en esta ocasión sentimientos y recuerdos personales.
Por formación educacional en distintos países europeos y por mi interés en conocer el proceso de ideas y experiencias políticas, he seguido muy de cerca la trayectoria de la Unión Europea. La increíble iniciativa de lograr la unión política europea por medios pacíficos y democráticos sin aplastar a ninguna nación participante ha sido sin duda la más grande hazaña política de la historia. Se superaron mil años de guerras con centenares de millones de muertos y terribles destrucciones. Pero Europa es la generadora de los valores que han nutrido nuestro pensamiento y han otorgado las bases de nuestra cultura. Es la cuna de nuestro pensamiento, de ideas, de doctrinas de arte y civilización. A ella pertenecemos.
Por ello, no oculto un grado de emoción al considerar que Chile, con nuestra participación institucional, se asocia a este gran espacio político, económico y cultural, sin perder para nada su identidad.
Conocí algunos de sus fundadores: Maurice Schuman , Konrad Adenauer , Alcides de Gasperi . No hicieron cálculos pequeños ni egoístas, porque eran grandes estadistas. Tal vez los más grandes del siglo XX junto a Winston Churchill. Tuvieron el valor de dar contenido y forma al Tratado de Roma de 1950.
Tuve el honor de ser el primer latinoamericano invitado por el Consejo de Europa, antecesor del actual Parlamento Europeo, donde, en sesión especial de 10 de enero de 1966, hice un ferviente llamado a una cooperación especial entre Europa y América Latina, y en particular Chile. En esa sesión especial de ese Consejo, entonces en Estrasburgo, hablé sobre la cooperación con nuestro país. Entre esa intervención, que he releído, y el estudio de este Acuerdo han pasado más de 30 años. Por ello, al terminar este largo proceso, no puedo dejar de expresar mi más íntima satisfacción personal.
El éxito se debe a una política eficazmente diseñada y perseguida durante 12 años, que inició el Presidente Patricio Aylwin al suscribir el Acuerdo Marco de Cooperación, en Roma, el 20 de diciembre de 1990, seguido de otro acuerdo suscrito en Florencia, Italia, el 21 de junio de 1996, por el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle , destinado a preparar una asociación de carácter político y económico, el que fue aprobado por nuestro Congreso.
No fue fácil desligar la negociación de Chile, separándola de la que Europa mantenía con el MERCOSUR. Se tuvieron largas discusiones políticas -también en el Senado de la República-, en las cuales hubo intervención de chilenos y de europeos, particularmente de españoles. Esas discusiones al final lograron separar la negociación de Chile de la del MERCOSUR.
Luego de diez rondas de negociaciones, que se aceleraron con motivo de la Cumbre de Jefes de Estado de Europa y América Latina efectuada los días 17 y 18 de mayo de 2002 en Madrid, donde se firmó la Declaración Política, el 18 de noviembre se suscribió en Bruselas el Tratado que está ahora en discusión en el Senado, después de su aprobación por la Cámara de Diputados.
El mérito de este proceso corresponde a la continuidad de los esfuerzos de Presidentes, Cancilleres y Embajadores, cuyos nombres merecen público reconocimiento. Debo dejar constancia de que el esfuerzo personal del Presidente Lagos fue, al final, decisivo.
No cabe duda de que por su naturaleza, amplitud y dimensión de la contraparte, éste es el Tratado más importante que Chile ha acordado en el campo internacional, haciendo abstracción de los acuerdos sobre límites físicos del país.
La Unión Europea es una unidad política, con autoridad central y Parlamento que preside las políticas generales en materia externa, de defensa, finanzas, la moneda única y otros ámbitos, de 15 países europeos, a los cuales, el año próximo, se agregarán diez naciones más.
Europa unida representa un mercado único de 378 millones de habitantes de alto poder adquisitivo, con un producto interno bruto per cápita de casi 21 mil dólares. Es una economía 113 veces mayor que la chilena, con sistemas democráticos ejemplares; de plena estabilidad social; enorme capacidad científica, tecnológica y económica, y posibilidades de inversión y asociación para crear empresas conjuntas.
La Unión Europea es, hoy día, nuestro principal socio comercial.
El Acuerdo contempla la expresión de valores comunes basados en la cultura y el pleno respeto a la estructura jurídica de nuestro país. Crea el diálogo político, la constitución de órganos de vigilancia del Tratado a nivel de Ejecutivo , y un Consejo Parlamentario, así como un sistema expedito de solución de controversias.
El Tratado contiene detalles, condiciones y plazos para aumentar el comercio y asuntos relacionados con éste, y una concreta y amplia definición de cooperación en todos los cargos, que son la expresión más consistente de la voluntad de la Unión Europea de colaborar al desarrollo de Chile. Y, por tanto, estas normas sobre cooperación, a mi juicio, constituyen el ámbito más importante del Tratado y el más novedoso en este sistema de acuerdos. Por cierto, él incluye la cláusula democrática.
En materia de comercio, el Acuerdo abarca todas las áreas de la relación comercial y excede, por cierto, los respectivos compromisos con la Organización Mundial de Comercio.
Mediante la progresiva y recíproca eliminación de las barreras impuestas al comercio y el establecimiento de reglas claras, estables y transparentes para los exportadores, importadores e inversionistas, el Acuerdo favorece el comercio bilateral y los flujos de inversiones, abre nuevos mercados y ofrece oportunidades, aumenta las opciones de los consumidores y, por último, establece un marco para un crecimiento sustentable.
En segundo lugar, se crea un área de libre comercio de mercaderías, servicios y contratación pública; se establecen la liberación de las inversiones y los flujos de capital, la protección de los derechos de propiedad intelectual, la cooperación en cuanto a competencia y un eficiente mecanismo vinculante de solución de controversias.
El área de libre comercio de mercaderías está respaldada por reglas transparentes y estrictas, tanto en medidas fitosanitarias y sanitarias como en materia de vinos y licores y en otros aspectos que nos afectaban y que se han reglamentado.
Varios artículos se refieren a las acciones concretas que se realizarán, las que incluyen la revisión futura de la situación a fin de profundizar aún más el nivel de preferencias otorgado en virtud de este Acuerdo.
En el área de libre comercio, el Tratado considera seis categorías de desgravación para llegar a la liberación total de aranceles y medidas no arancelarias en el comercio de bienes, excluyéndose sólo algunos productos agrícolas y pesqueros. De esta forma, el 85,1 por ciento del total de las exportaciones a la Unión Europea ingresará sin arancel desde el momento de su entrada en vigencia, y a partir del cuarto año el total de bienes beneficiados con arancel cero representará 96 por ciento del valor de las exportaciones chilenas a ese mercado.
Al tercer año de aplicación del Acuerdo, en conjunto con otros productos agrícolas (por ejemplo, aquellos sujetos a cuotas), se examinará la viabilidad de profundizar las concesiones arancelarias. Esta norma es extremadamente interesante, porque no se ha dado ningún convenio de este tipo que contemple la posibilidad de que a los tres años de vigencia se intente profundizar más la dirección del mismo Tratado.
Respecto de la apertura del mercado chileno, alrededor de 91 por ciento de las exportaciones europeas ingresarán a Chile con arancel cero a partir de la vigencia del Acuerdo. El resto del comercio europeo se desgravará en plazos que van de cinco a diez años, resguardándose adecuadamente los productos chilenos sensibles, tanto agrícolas como industriales.
En lo referente a la eliminación de derechos de aduana en cuanto a productos industriales, 99,8 por ciento de las exportaciones industriales de Chile podrá ingresar libre de aranceles a la Unión Europea en forma inmediata, una vez que el Acuerdo entre en vigencia.
Con relación a los productos chilenos con mayor sensibilidad, se pactó una lista de desgravación a siete años para las mercancías europeas, donde se incluyen productos químicos, pinturas y plásticos. En esta categoría existe actualmente cierto comercio en algunos productos químicos y, por ende, se abren expectativas para nuevas exportaciones.
Para los reducidos productos industriales que logramos ingresar al mercado europeo, la consolidación del Sistema General de Preferencias resulta fundamental.
Finalmente, se acordó no innovar en materia de antidumping y de derechos compensatorios y, por lo tanto, mantener sus derechos y obligaciones ante la Organización Mundial de Comercio. Vale decir, Chile mantiene intacta su opción de acudir al Sistema de Solución de Controversias de la Organización Mundial del Comercio en caso de que la Unión Europea aplique una medida antidumping que no cumpla con los requisitos estipulados en esa organización.
El Acuerdo sostiene una importante área de libre comercio de servicios, de carácter general y amplio, por medio de la cual se protegen las facultades de las Superintendencias y del Banco Central en la regulación de los servicios financieros. Las facultades del Banco Central en materia de transferencias fueron protegidas de similar manera a las establecidas en los Acuerdos de Libre Comercio suscritos con Canadá y México .
Particular atención tuvo la Comisión Especial respecto de los compromisos asumidos sobre derechos de propiedad intelectual, contemplados en los artículos 168 y siguientes, que consultan las obligaciones de asegurar una protección adecuada y efectiva de los derechos de propiedad acordados con las más altas normas internacionales, así como los compromisos de eficiencia adecuada y efectiva.
Estos temas dieron origen a una larga discusión y a una presentación escrita de la Comisión Especial del Senado, dirigida al Gobierno, con un análisis constitucional. Las explicaciones más completas de los Ministerios de Economía y de Relaciones Exteriores permitieron aceptar el texto, con prevenciones de algunos señores Senadores, porque en esta materia de patentes hay una diferenciación y una modificación que ciertos Honorables colegas aceptaron con dificultad.
Ésta ha sido una de las materias más difíciles, por considerar aspectos constitucionales y normas sobre investigación y patentes que constituyen la base de un desarrollo propio. Se citó el caso paradigmático de la industria farmacéutica y de los éxitos logrados por Brasil en este campo, dejándose constancia de que sería necesaria una política nacional especial para mejorar nuestras investigaciones y estimular las patentes nacionales.
En todo caso, este artículo -como todos los demás- fue aprobado por unanimidad.
En lo atinente a las normas de origen, el Acuerdo reconoce que la pesca realizada dentro de la Zona Económica Exclusiva de Chile tendrá origen chileno y, por lo tanto, será la que se acoja a los beneficios arancelarios antes descritos.
El Acuerdo permite también inversiones europeas en Chile a través de empresas pesqueras constituidas acá, e inversiones chilenas en las costas europeas, en el ámbito pesquero, sujetas a estricta reciprocidad. La legislación pesquera y las normas de conservación chilenas se mantendrán plenamente vigentes, y en cuanto a la asignación de cuotas, se indica que constituye un tema interno de Chile relacionado con la legislación nacional existente.
Este tema fue analizado cuidadosamente.
El Tratado dispone que del total de exportaciones de pescados y productos marítimos, alrededor de 75 por ciento será beneficiado con rebajas arancelarias que se aplicarán inmediatamente; 35 por ciento, en un plazo máximo de 4 años; el saldo, de 7 y 10 años, con un 4 por ciento que queda en exclusión.
En esta materia se suscitaron preguntas acerca de la plena seguridad establecida respecto de la soberanía chilena sobre la Zona Económica Exclusiva. Dichas preguntas, que fueron extensamente analizadas, quedaron aclaradas por el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Embajador señor Cristián Barros , a través de la presentación de un documento que ratifica la política permanente de Chile sobre sus 200 millas de mar territorial.
Un tercer asunto que la Comisión pidió aclarar al Gobierno fue acerca de si es el exportador chileno o el importador europeo el que obtiene la ventaja de la exención o rebaja de arancel. Esto, porque Europa otorga cuotas para poder exportar.
Se hizo presente que si las cuotas de importación son otorgadas por la Unión al importador europeo, éste puede vender los productos al precio del mercado y, por lo tanto, el exportador chileno no tendría ninguna ventaja, porque la de la reducción de aranceles la ganaría la persona que recibe la cuota que otorga el gobierno europeo. De manera que aquí habría una ventaja adicional y una forma de excluirnos fácilmente de la competencia.
Esta situación fue planteada por el Senador señor Romero, y es de mucha importancia en lo relacionado con las carnes, que hoy son exportables pero que lo serán en mucho mayor cantidad.
La Dirección Económica de la Cancillería reconoció esto y ha planteado a su contraparte europea la forma de corregirlo en carnes blancas y otras en el futuro.
Distintos aspectos se dilucidaron en el campo comercial, pues se abren nuevos y crecientes espacios de exportación. Se obtuvo la estabilidad de nuestras exportaciones y sistemas, junto al resguardo y creación de procedimientos rápidos en caso de dificultades legales.
Ciertamente, señor Presidente , el capítulo referido a la cooperación es el más interesante.
En esta materia se distinguen dos planos: uno de carácter político, en busca de reforzar la capacidad para consolidar la democracia, el Estado de Derecho, el respeto a los derechos humanos, las libertades gubernamentales, así como favorecer el desarrollo social y económico, y la política de protección del medio ambiente.
Se incorporarán nuevas temáticas al ámbito de la cooperación en lo relativo a la pequeña y mediana empresa, la minería, la cooperación regional y otras como el combate a la droga y al crimen organizado.
El Consejo de Asociación que administrará este convenio deberá estar asistido por comités especiales sobre distintas materias, establecidas también en el Acuerdo.
Se consigna que el instrumento tendrá una duración indefinida y que su denuncia surtirá efectos seis meses después de notificada la otra Parte.
Las Partes podrán acordar ampliar y complementar su ámbito de aplicación y cada Parte podrá hacer sugerencias al respecto.
En lo relativo a la entrada en vigor, se realizará el primer día del mes siguiente a aquel en que las Partes se notifican.
Las disposiciones correspondientes se refieren, una, al ingreso general del Tratado a la operación, y otras, al ingreso de una serie de normas entre las cuales están los reglamentos técnicos y de evaluación, los de cooperación agrícola y pesca, posiciones sobre contratación pública, solución de controversias, servicios y comercio en general.
Ellas entrarán en vigencia desde el momento en que se ratifiquen y que ello sea comunicado, pues la Comunidad ha otorgado poderes suficientes al Comisario correspondiente para la administración de las normas internacionales. O sea, los aspectos comerciales entrarán en vigor tan pronto el Presidente de la República promulgue el acuerdo sobre el Tratado y ello sea comunicado a la otra Parte.
Las demás disposiciones necesitarán la ratificación de los quince Parlamentos de la Unión Europea.
A este respecto, en atención a una descripción contenida en el convenio y a la luz de las informaciones que recibimos, quisiera que el Gobierno, a través de la señora Ministra , aclarara con exactitud cuándo entrarán en vigencia las normas no comerciales y qué trámites deberán efectuarse. Esto porque, según los informes entregados por algunos países europeos, gran parte del Tratado tendrá que someterse a la consideración de los quince Parlamentos de la Unión Europea, lo que tomará un tiempo muy largo y creará, eventualmente, algunas dificultades. Por lo anterior, deseo que en el curso de la sesión podamos tener una definición clara, para que quede constancia como interpretación del Acuerdo.
Ahora, deseo plantear algunas consideraciones finales.
Quiero destacar el acucioso e inteligente esfuerzo realizado por la comisión negociadora en su trabajo en Europa y Chile durante tantos meses, y los importantes e inéditos logros obtenidos en este Tratado, no conocidos antes ni en Chile ni en América Latina, pues el Acuerdo supera en mucho el Tratado de Libre Comercio suscrito entre México y Estados Unidos, que es el más grande efectuado hasta el momento en el hemisferio. Además, debo agradecer la cooperación prestada tanto por el Ministerio de Relaciones Exteriores como por otras Carteras y Servicios a la Comisión Especial que estudió el Tratado.
Estimamos que éste es de suma importancia para Chile, de gran efecto político, económico, social y científico. Nos asocia de manera integral al más grande espacio de los países desarrollados, con vínculos históricos de sangre, cultura y lengua con Chile, y estructuras económicas, sociales, ideológicas y políticas similares a las nuestras, sin asomo de riesgo alguno de someter o limitar nuestra soberanía. Apoyo fundamental para esta asociación fue y seguirá siendo España, puente lógico entre Chile y la Unión Europea, cuyos funcionarios han sido muy activos en el trabajo y aprobación de este convenio.
Es ésta la oportunidad para formular algunos comentarios, lo que constituye un derecho de los Senadores.
El primero se refiere a las peligrosas consecuencias que pueden afectar al país debido a su enorme dependencia del exterior, particularmente en exportación de materias primas, cuyo aumento sólo cubre la baja en su precio internacional. Es una realidad conocida que incrementamos las exportaciones de nuestros productos tradicionales, pero que éstos disminuyen de precio. Preocupa esta situación cuando el empeño sólo se pone en la venta al exterior de algunas materias o productos, y el desarrollo del país descansa de forma impresionante, más que el de cualquier otra nación latinoamericana, en sus exportaciones. Se exporta más, pero los precios bajan.
Si se considera la crisis que se puede originar en la producción de petróleo, a raíz de los graves acontecimientos en Venezuela y del conflicto en el Medio Oriente, Chile puede ser la nación más afectada de América Latina. Por otra parte -y éste es un debate que algún día tendríamos que hacer-, la dificultad para gobernar, el aumento de la pobreza y el nulo crecimiento en naciones de nuestra región son un fenómeno alarmante, del cual Chile debe excluirse en forma activa, con sólida unidad nacional y en solidaridad con nuestros vecinos y nuestra América, pues nuestra seguridad, en definitiva, también depende de ellos. Éste es un desafío muy grande para un país que vive de sus exportaciones.
El segundo tema que deseo abordar, señor Presidente , es la incidencia de éste y de otros acuerdos de libre comercio con países desarrollados en nuestra capacidad de crear industria pequeña o mediana de bienes elaborados, si a ese espacio ingresan producciones extranjeras sin arancel y a veces bonificadas por sus naciones de origen. Las industrias que han desaparecido hoy, como la del calzado, la metalmecánica y otras, son ejemplos en expansión. ¿Podremos sostener crecimiento y empleo sólo con el aumento de las exportaciones de bienes primarios y vino? Es la pregunta que me hago en esta ocasión y que algún día deberíamos entre todos aclarar.
En relación con lo anterior, debo referirme al comercio agrícola. Al respecto, recomiendo leer los trabajos preparados por la Dirección Económica de la Cancillería, muy bien hechos, sobre la importancia de la agricultura, acerca de cuáles son los efectos del Tratado en la actividad agrícola chilena y en cuanto al impacto que tendrán en cada región la exportación e importación de bienes.
Los envíos a la Unión Europea representan el 22 por ciento del total de exportaciones agropecuarias chilenas al resto del mundo. Las importaciones de ese conjunto de países suman solamente 9 por ciento de nuestras compras agrícolas, lo cual significa que por cada dólar que Chile compra al Viejo Mundo le vende 10. Vale decir, exportamos 10 veces más de lo que le compramos en materia agrícola, lo cual es una ventaja enorme para nosotros, y nos permite aumentar la oferta exportable, según cálculos hechos por la Dirección Económica de la Cancillería, en 405 millones de dólares, o sea, 59 por ciento de aumento respecto de la exportación actual. Esto es muy significativo, porque la importación de artículos europeos es limitada y rígida. La exportación de productos chilenos es muy amplia y no tiene una limitación clara.
La importancia especial del Acuerdo sobre vinos y licores es que se obtuvo reconocimiento -esto es, certeza jurídica- de todas las marcas, excepto las objetadas por la Unión Europea por coincidir con denominaciones de origen de los Estados miembros. Por eso, en doce años más no podremos producir Champagne , Chablis, Margaux , Pommard , Corton , Cognac y algunas otras especies que en Chile hemos logrado desarrollar. Los propietarios del sector serán debidamente indemnizados, según nos informó el Ministerio, con cuyos funcionarios están en negociaciones al respecto. Eso se ha debido respetar, resguardar y aceptar, porque es razonable y forma parte de la organización mundial.
Por cierto, se esperaba mayor apertura en propuestas agrícolas, particularmente en las provincias de carácter netamente agropecuario, que aspiraban a una mejoría de su situación en varios de estos convenios. Esa espera ha sido extremadamente triste para los productores de lácteos, al fijarse una cuota de 1.500 toneladas de queso, que se considera un tanto simbólica. Por ello, los agricultores del sur no están satisfechos, porque estiman que ningún tratado comercial, ni el firmado con México y Canadá, como tampoco el suscrito con la Unión Europea, les han producido beneficios. Y aunque todavía no entran en función las liberaciones del MERCOSUR, no ven ventajas ni políticas nacionales agrícolas activas. Tal situación merece atención especial, pues afecta a sectores de gran importancia, que dan mucho empleo y tienen un valor fundamental en nuestra seguridad geográfica y humana.
En este tema, debemos considerar que la Unión Europea otorga subsidios dentro de una política agraria que no se modificará hasta el 2006, según acuerdo reciente entre los Presidentes de Francia y Alemania. Ella se basa en consideraciones de carácter político, social y ecológico más que económico: mantener la vida en el campo y evitar la concentración urbana, lo que fue aceptado por la FAO y defendido con fuerza principalmente por Europa.
Se ha declarado recientemente por el Presidente de Francia que la política agrícola tiene la misma importancia que la de defensa y la de educación, razón por la cual debe contar con los recursos suficientes. Actualmente, la Unión Europea otorga un subsidio de dos dólares diarios por cada vaca que un campesino posea, lo cual implica realmente que la leche para el consumidor resulte en extremo barata, situación que, evidentemente, es inaccesible para la producción lechera chilena. Los subsidios del azúcar y otros productos son similares.
Sabemos que los negociadores chilenos, apoyados por nuestros productores, han realizado un decidido esfuerzo para abrir los mercados europeos. Lograron cuotas, algunas pequeñas, otras mejores, y prácticamente todas crecedoras; pero debe considerarse que el proteccionismo agrícola es, no sólo para Chile, sino para todo el mundo en desarrollo, un freno irracional y contrario a toda justicia, que debe seguir siendo combatido en todo espacio y oportunidad por nosotros y por los países que están en la misma situación.
Por su parte, el gasto fiscal de Estados Unidos -que contradice todo su dogmatismo artificial sobre el libre comercio- es de varios billones de dólares al año. Japón otorga subsidios por un valor igual a una y media veces al de su producto agrícola. El total de subsidios que se dan actualmente a la agricultura en Europa y en todo el mundo se calcula en un billón de dólares diarios.
El artículo 78, Nº 4, del Tratado deja subsistentes los subsidios, al disponer que sus normas no impedirán el pago de subvenciones exclusivamente a los productores nacionales, incluidos los pagos a ellos con cargo a fondos provenientes de impuestos o cargos internos. De manera que quedó fuera de la liberación la política de subsidios de las naciones europeas.
Por ello que, ante la estrategia de defensa de los países agrícolas, el Gobierno de Chile deberá estar muy atento para saber qué va a ocurrir cuando a los 15 países de la Unión Europea se unan los otros 10 ya aceptados, cuyos costos de producción agrícola e industrial son bajos y que han solicitado subsidios. Tal es el caso de Polonia, que en volumen es de la dimensión humana y económica de la España antigua; como también el de los tres países del Magreb, que están incorporándose a la Comunidad, y los otros del este de Europa, que se encuentran en la antesala de dicho conglomerado.
¿Qué pasa con nuestros beneficios y con nuestros subsidios y preferencias? Habrá que estudiarlos oportunamente.
Un cuarto tema, indicado en el mensaje del Presidente al enviar el Tratado al Congreso, y que mereció un acuerdo especial de la Comisión, se refiere al indispensable ordenamiento institucional que debe realizarse para enfrentar el inmenso esfuerzo que la cooperación y el comercio abren en este Convenio.
Ninguno de nuestros servicios públicos existentes ha sido pensado ni está preparado para obtener los beneficios que el Acuerdo propone, que serán letra muerta de no realizarse una reforma institucional profunda. La importancia del Tratado no reside en su letra, sino en la capacidad de Chile para organizarse a fin de sacarle provecho y usarlo a fondo.
En general, el Estado chileno no se ha modernizado en los últimos años, salvo algunos servicios. Vemos con dramatismo en estos días cómo el desafío externo nos encuentra todavía sin respuesta desde el punto de vista financiero, tecnológico y en tantos otros campos. Conozco desde hace años la Administración Pública; y, sin desmerecer el trabajo que realiza, estoy convencido de que debe crearse un ente especial público-privado de decisión y no de simple coordinación de los distintos servicios actuales, con capacidad de organizar y de apoyar los esfuerzos de creación, producción y financiamiento de bienes y servicios exportables; vigilancia de normas; calidad; estudios de mercado; búsqueda de inversión extranjera y su asociación con chilenos; compatibilización de acuerdos de comercio, y financiamiento de operaciones externas.
Ninguno de los Ministerios -todos necesarios- o servicios hoy día existentes pueden controlar y organizar, incluso desde el punto de vista financiero, este objetivo fundamental del desarrollo de Chile.
No quiero hacer un recuerdo de la Corporación de Fomento de la Producción, que realizó un cambio fundamental en la economía de Chile en los años 30, dirigida por el Estado, pero con participación privada. Ahora se trata de crear una nueva organización privada-pública capaz de enfrentar estos desafíos. Varios países lo han hecho, como Canadá, Inglaterra y otros. Su experiencia podría ser aprovechada. Esta proposición, que es una sugerencia para el Ejecutivo , fue aprobada y hecha suya por la Comisión Especial.
En cuanto al Tratado y su posterior seguimiento -como sucede con todos los convenios-, éste debería realizarse por el Senado, con el objeto de que su aprobación o rechazo no constituya sólo un acto ritual.
Por cierto que, al hacer tales reflexiones, mantengo mi pleno respeto a la prerrogativa presidencial en esas materias. Pero si el desarrollo de Chile depende en grado decisivo de lo que acontece en el mundo y de lo que nosotros vamos a hacer, creo que ha llegado la hora de que la opinión pluralista del Parlamento -que es la expresión democrática de las regiones y de los intereses profundos de la Nación-, tenga audiencia y adecuada participación. Porque hoy día, sólo al término de largas negociaciones sobre temas que nos afectan profundamente -en las cuales participan todos los actores-, no parece razonable ni respetable que el Congreso se pronuncie al final, como una formalidad para que el Acuerdo sea válido.
Mi experiencia me indica que nunca como ahora los acontecimientos internacionales han sido más conflictivos y afectan mayormente a Chile. Pero, al mismo tiempo, tampoco nunca antes la opinión pública, los medios de comunicación y el Congreso Nacional han estado más desinformados y ausentes de esa realidad.
Algunos oráculos que publican mucho sus opiniones y que en estos días han dicho que Chile ya absorbió los efectos de la crisis externa, derivada de la posible guerra de Iraq y de otras circunstancias. Los principales diarios de Estados Unidos publicaron hace pocos días que el costo de la guerra con Iraq se calcula entre 100 billones y un trillón de dólares. Entonces, ¿cómo profesores universitarios y personas muy importantes pueden decir que nuestro país ya absorbió ese costo?
Esta preocupación -ya hemos conversado el tema con diversos señores Senadores- debe ser materia de análisis en la Corporación.
Señores Senadores, he dado una información no exhaustiva pero necesaria, y por cierto mis apreciaciones son absolutamente personales.
En síntesis, el Tratado en estudio representa un gran beneficio para Chile. Ninguna de sus disposiciones y orientaciones perjudican a ningún sector. Algunos no están favorecidos como otros; pero, ¡así es la vida!, debemos tratar de corregir esas insuficiencias.
Por tales razones, votaré favorablemente el proyecto.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Ominami, Presidente de la Comisión de Hacienda.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , muy sucintamente quiero complementar el informe entregado por el Presidente de la Comisión Especial que analizó de manera exhaustiva el Acuerdo de Asociación entre Chile y la Unión Europea.
Existe amplio consenso en el sentido de que se trata de un convenio de gran significación, que, junto a otros que serán sometidos a la consideración del Congreso Nacional, como los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y con Corea, permite al país dar un gran salto en sus posibilidades de desarrollo.
Hay aquí un amplio campo de oportunidades que nos pueden permitir enfrentar las tareas del desarrollo de manera complemente distinta en caso de que ellas no existieran. Para ello -es bien importante subrayarlo- considero fundamental para el país contar con una estrategia. Éste es un marco de posibilidades, cuya materialización requiere un buen diseño estratégico, de actores, de proyectos que se concreten. Se trata de utilizar al máximo las oportunidades que se abren y, a su vez, disminuir al mínimo las amenazas que este tipo de acuerdo representa.
En todo caso, fue parecer de la Comisión de Hacienda que en el Tratado priman ampliamente las oportunidades por sobre las amenazas que podrían estar involucradas.
En cualquier caso un diseño estratégico debe poner gran énfasis en la preparación de nuestro país, particularmente en el ámbito de la educación. Ésta ha sido una materia de gran preocupación durante los últimos días, porque, a pesar de todos los recursos consagrados en la respectiva reforma, lo cierto es que todavía tenemos enormes imperfecciones en nuestro sistema educacional.
También debemos ser capaces de concentrar de mejor manera los esfuerzos realizados en el ámbito de la capacitación. Para responder a los nuevos desafíos, se requiere mano de obra especializada, trabajadores con habilidades y no simplemente mano de obra barata.
Somos un país -lo subrayaba el Honorable señor Valdés - que tiene todavía mucho camino por recorrer en todo lo relativo a ciencia y tecnología, a innovación tecnológica. Ése es un elemento reconocidamente esencial hoy día de acuerdo con los niveles de competitividad de los Estados y de las empresas. Y lo cierto es que aún tenemos muchas falencias en ese campo. Si queremos utilizar al máximo tales oportunidades, deberemos ser capaces de llenar esa brecha en el menor tiempo posible.
Otro tanto podría decirse de la modernización del sector público, que es fundamental. Requerimos que tal sector trabaje codo a codo con el área privada; pero para eso se necesita que aquél sea altamente profesionalizado, y que tenga todas las competencias requeridas.
Quiero aprovechar la oportunidad para indicar que el Acuerdo representa un importante reconocimiento a nuestro país, a lo que Chile ha sido capaz de realizar durante largo tiempo. Es un reconocimiento a nuestra democracia, a nuestro dinamismo económico y también a los progresos sociales que se han venido efectuando. Habría sido absolutamente impensable que sin algunas de esas condiciones se hubiese suscrito un Acuerdo de tal naturaleza con la Unión Europea.
Desde ese punto de vista, no cabe la menor duda de que Chile se configura como un caso excepcional en el contexto latinoamericano.
A continuación, señor Presidente , me referiré brevemente a materias más específicas de Hacienda, que fueron las abordadas en el debate de la Comisión.
En tal sentido, se discutió sobre el capítulo que aborda específicamente el libre comercio; y se valoró muy positivamente todo lo que el Acuerdo representa en materia de garantía de acceso fluido a un gran mercado, como el constituido por los quince países de la Unión Europea, y que probablemente lleguen a 25 los que la formen a partir de 2004.
Dicha garantía de acceso fluido al mercado permite a los actores planificar sus inversiones; otorga un horizonte de mayor certidumbre a los entes privados para realizar sus inversiones, para proyectar con más tiempo sus emprendimientos.
Un aspecto muy importante del Tratado es la posibilidad que ofrece de terminar definitivamente con lo que ha sido una gran barrera para nuestro desarrollo: el escalonamiento tarifario. Es sabido que nuestros productos de exportación tradicional entran con bastante facilidad a estos mercados; pero no ocurre lo mismo con los artículos que incorporan mayor valor agregado, más trabajo calificado y aquellos que tienen distinto valor y comportamiento diferente en sus precios. Se trata de productos que se consideran de mejor manera en el mercado internacional frente a los comportamientos esencialmente cíclicos de los artículos más valorizados, los cuales por último se han transformado en "commodities", con acceso más fácil pero menos remunerador desde el punto de vista del desarrollo de nuestro país.
Desde esa perspectiva, el Acuerdo permite enfrentar y desarrollar un conjunto de inversiones en sectores que se encontraban hasta ahora con dificultades por las prácticas de escalonamiento tarifario, tan recurrentes en los países desarrollados.
En la Comisión se indicó que en distintos estudios realizados para medir el impacto del Acuerdo -análisis bastante aproximados, porque es muy difícil dar cuenta del conjunto de los efectos que un convenio de este tipo puede traer consigo-, se concluye que en el curso de los próximos diez años aquél alcanzaría a un par de puntos del Producto Interno Bruto, lo que constituye un impacto considerable.
Una estimación -algo apuntó al respecto el Senador señor Valdés - efectuada por la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería muestra que solamente por concepto de exportaciones agropecuarias Chile podría tener un aumento, en los próximos años, equivalente a 480 millones de dólares, volumen extremadamente significativo para los niveles de nuestro país.
Otra dimensión muy relevante es la referida a los servicios financieros, entendiéndose por tales los vinculados a la actividad bancaria, la prestación de servicios relacionados con valores y la venta de seguros.
En esta materia, la consagración que hace el Acuerdo del acceso de las entidades europeas al mercado nacional de servicios financieros puede tener un efecto muy importante desde el punto de vista de mejorar nuestra capacidad de atracción, pues se otorgan también seguridades a grandes inversionistas europeos, que por lo demás tienen ya una presencia preponderante aquí en materias bancaria, de seguros y, en general, de valores.
Eso nos abre la posibilidad de mejorar la capacidad de atraer mayores inversiones en este campo, las cuales son esenciales para que Chile pueda afianzarse en el rol de plataforma de servicios, a fin de realizar operaciones no solamente en el mercado interno -que es bastante modesto-, sino más bien en la perspectiva de prestar servicios a compañías europeas que puedan atender desde nuestro territorio sus actividades hacia el resto de América Latina, e incluso, alguna parte de la propia América del Norte.
Hay también normas que facilitan una rápida introducción de las innovaciones tecnológicas, las que en todo caso se están desarrollando a ritmo muy acelerado en el sector de servicios financieros.
Se consigna el respeto a la legislación nacional que establece la segmentación de actividades. Éste es un aspecto técnico de extraordinaria trascendencia. En la Unión Europea predomina un modelo de organización financiera completamente distinto del chileno. Es la llamada "banca universal", donde se realizan diversas actividades que no son objeto de segmentación. Un banco europeo puede desarrollar funciones bancarias tradicionales, operaciones de corretaje de seguros y otras. En cambio, en Chile existe una segmentación rígida de estas actividades. Desde ese punto de vista, es un gran logro el poder mantener nuestro propio modelo.
Se dejó claramente establecido que las instituciones financieras europeas que operen en el mercado nacional lo harán con el capital que ingresen acá y no con el de sus sociedades matrices o el de sus establecimientos considerados a nivel global.
Eso reviste gran importancia porque significa que las entidades que operan en el mercado interno tienen una garantía de mayor capital, de capital propio. Además, a través de esa vía no se establece un mecanismo de competencia desleal con otras instituciones bancarias nacionales o extranjeras.
Es interesante destacar también que se mantienen las facultades del Banco Central para enfrentar los problemas de balanza de pagos y particularmente en cuanto a normas concernientes al encaje, que hoy no están operativas pero a las cuales pudiera ser necesario recurrir en cualquier momento. El Acuerdo no limita la posibilidad de utilizar esa facultad.
Antes de terminar, señor Presidente, me referiré a los efectos financieros del Acuerdo, aspecto de enorme significación que conviene tener presente.
Es preciso considerar que los efectos de pérdida de recursos son mucho más fáciles de estimar que los efectos positivos de aumento en la recaudación fiscal.
El proceso de desgravación -que si el Senado aprueba hoy el Acuerdo podría entrar en vigencia en los próximos días, concretamente el 1º de febrero- significará una disminución de la recaudación fiscal por concepto de aranceles e impuesto al valor agregado, sólo en el período correspondiente al año 2003, de 203 millones de dólares, cantidad bastante elevada que irá creciendo en el curso de los próximos años y que en el 2015 podría llegar a una cifra cercana a los 600 millones de dólares.
En consecuencia, es preciso dejar establecido que habrá una disminución de recursos, por la recaudación que el Estado dejará de percibir. Específicamente, para ponerlo en otros términos, habrá una significativa rebaja de impuestos, que beneficiará tanto a los consumidores como a los productores que utilizan insumos, artículos intermedios y bienes de capital de procedencia europea. Ello, si bien será muy positivo para la población y los productores, ya que éstos podrán rebajar costos y, por tanto, ser más competitivos, indudablemente para al Estado de Chile implicará un esfuerzo financiero de envergadura por la vía de esa pérdida de recursos.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el aumento de ingresos que puede generarse como producto del mayor crecimiento, del incremento de los niveles de exportación. Sin embargo, predominarán los efectos de reducción en materia de recaudación fiscal, sobre todo en el corto plazo.
Es conveniente señalar ese hecho porque próximamente en el Congreso deberemos abocarnos a una discusión que tiene que ver con impuestos, a propósito del financiamiento de la salud. Me parece que al Estado no se le puede pedir, por un lado, que renuncie a tales recursos, y por otro, que financie con cargo a ingresos propios, sin pasar por ningún tipo de modificaciones tributarias, los costos asociados a la reforma de la salud. Es necesario que el Parlamento tenga presente la cuantía de esa disminución de ingresos fiscales por concepto de aranceles e impuesto al valor agregado.
Sin perjuicio de los efectos indicados, señor Presidente , el Acuerdo es muy favorable. La Comisión de Hacienda lo aprobó por 4 votos contra uno, pronunciamiento negativo que tiene que ver, fundamentalmente, con las observaciones de un señor Senador con relación al capítulo agrícola.
He dicho.
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El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Acaba de llegar a la Mesa una nota del Senador señor Foxley, mediante la cual, de conformidad con lo establecido en el artículo 57 de la Carta Fundamental y 7º del Reglamento, solicita autorización para ausentarse del país a contar de ayer.
--Se accede a lo solicitado.
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El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la señora Ministra.
La señora ALVEAR (Ministra de Relaciones Exteriores).-
Gracias.
Señor Presidente, señores Senadores y Senadoras:
Deseo comenzar expresando la enorme satisfacción de encontrarnos esta tarde trabajando en la Sala de esta Alta Corporación luego de una muy larga trayectoria que nuestro país desarrolló en los últimos 12 años con el objeto de alcanzar este Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
En efecto -como aquí se expresó muy bien-, Chile inicia un esfuerzo muy notable tendiente a acercarse a los países de la Unión Europea. Con ese fin, se da un primer paso en un acuerdo de cooperación durante el Gobierno del ex Presidente Aylwin . Se da un nuevo paso en el mismo sentido durante el Gobierno del ex Presidente Frei Ruiz-Tagle . Y en la Cumbre efectuada en 1999 entre dichas naciones y América Latina, la Unión Europea acordó con Chile desarrollar rondas de negociaciones a partir de 2000, definiéndose la metodología, la forma y los grupos de negociación que se van a constituir.
Conforme a dicho acuerdo, desde abril del 2000 hasta abril del 2002, se llevan a cabo diez rondas de negociaciones entre nuestro país y la Unión Europea. Y en la reunión celebrada en mayo del año pasado en Madrid se suscribe la declaración que da cuenta del cierre de las negociaciones entre ambas Partes.
El texto sometido a consideración del Honorable Senado consta del Tratado mismo y de diferentes Anexos, Notas, Protocolos y Declaraciones suscritas en Bruselas el 18 de noviembre de 2002.
Deseo destacar y agradecer la disposición de los señores Senadores y Senadoras en orden a iniciar en una Comisión Especial -presidida por el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de esta Corporación- el análisis del Acuerdo incluso antes del 18 de noviembre de 2002, fecha en que pudo ingresar al Parlamento acompañado del mensaje del Presidente de la República .
El inicio con antelación del estudio acucioso del Tratado -a partir de agosto de 2002-, tendiente a conocer cada uno de sus Capítulos y Anexos, da cuenta de un trabajo serio y responsable, que culminó hace un par de semanas -como muy bien se expresó en la Sala- con la aprobación unánime de los miembros de la Comisión Especial conformada para tales efectos.
Dado que se ha hecho una presentación bastante exhaustiva y muy completa por parte del Presidente de la Comisión Especial y de la de Relaciones Exteriores, Senador señor Valdés , así como también del Presidente de la Comisión de Hacienda , Honorable señor Ominami , me apoyaré en el "power point" que tenemos a la vista, con el objeto de dar una rápida mirada al Acuerdo, y que grafica el significado del mismo y de los tres Capítulos comprendidos en él.
Durante el desarrollo de mi intervención -reitero- me apoyaré en una serie de cuadros que se proyectarán para conocimiento de los señores Senadores.
Quienes tuvieron la ocasión de conocer en profundidad el Tratado, han señalado -como se dijo acá- que es el instrumento más adecuado y amplio que Chile haya suscrito y que efectivamente constituye -así lo expresó el Presidente de la República cuando envió el mensaje al Congreso Nacional- un hito histórico que marca un antes y un después en lo que dice relación a los acuerdos firmados por nuestro país.
En efecto, el instrumento suscrito con la Unión Europea implica que seremos socios de Europa. Y es mucho más que un acuerdo comercial, pues se traduce en una ampliación de los mercados chilenos; en una mayor expansión de nuestras posibilidades en los ámbitos científico, tecnológico y cultural. Adicionalmente, representa la posibilidad -como puede apreciarse en el cuadro respectivo- de asumir la globalización como una oportunidad.
Ciertamente -como muy bien se dijo en la Sala-, el Acuerdo pone metas muy altas a nuestro país. Debemos enfrentar este desafío con sentido de unidad, de cooperación nacional, y llevar a cabo un trabajo que permita aprovechar las oportunidades que brinda.
Al mismo tiempo, implica un esfuerzo regional de gran significación. Con motivo de su firma, tuvimos la posibilidad de recorrer, no todas aún, gran parte de las Regiones en conjunto con los integrantes del equipo negociador. Y, al momento de hacer las presentaciones respectivas, pudimos apreciar que en ellas se genera un alto interés en cuanto a las perspectivas que representa el Acuerdo y, también, a cómo organizarse regionalmente para aprovechar efectivamente esta oportunidad.
Señor Presidente, el sentido de unidad se logra de alguna manera desde el momento en que nuestro país avanza en una tarea de proyección y de continuidad. Ya hemos mencionado los esfuerzos realizados a partir de 1990. Sin embargo, cuando iniciamos las rondas de negociaciones hubo también un trabajo conjunto entre los sectores público y privado. Esto deseo destacarlo. Fue realmente significativo, por cuanto surgió un proceso de generación de confianzas de mucha relevancia, lo que permitió a nuestros negociadores compartir con el sector privado, conocer cuáles eran las dificultades y analizar lo que se había alcanzado en cada una de las rondas, para así prepararse y afrontar la reunión siguiente.
Eso produjo, sin lugar a dudas, un enorme clima de confianza y significó que en abril de 2002 -esto ha quedado muy bien graficado- las negociaciones realizadas en Bruselas concluyeran en un abrazo al haberse logrado el Acuerdo, donde no se distingue entre sector público y sector privado.
Deseo destacar que, para llevar adelante este esfuerzo, constituimos un consejo asesor, en el que colaboraron Parlamentarios, académicos, miembros y rectores de diferentes universidades, como asimismo grandes, medianos y pequeños empresarios. La CUT también participó en las rondas a través del "cuarto adjunto" -como lo denominamos- al cual formulábamos consultas e interrumpíamos las negociaciones con el objeto de hacer una presentación como país que efectivamente recogiera el sentir y la pluralidad de quienes estaban allí.
Como decía, el Acuerdo alcanzado tiene una estructura conformada por tres ámbitos: uno político, otro de cooperación y uno económico.
Deseo aludir muy brevemente al primero de ellos, porque hubo una referencia muy interesante sobre el particular. El fundamento político del Acuerdo constituye la piedra angular de la alianza estratégica forjada entre Chile y la Unión Europea. Ello se debe a que con los países que la integran compartimos valores, principios y formas de mirar el mundo. Por cierto, la capacidad de diálogo que tengamos con esas naciones para fortalecer el multilateralismo en foros internacionales reviste una significación especial en lo que dice relación a este Tratado. Más aún -y esto quiero enfatizarlo en el Senado-, en momentos en que se producirán debates interesantes, por ejemplo, en el seno de las Naciones Unidas, la capacidad de diálogo que podamos tener incluso con países como México -éste y Chile forman parte del Consejo de Seguridad como miembros no permanentes de América Latina y, además, han firmado el Acuerdo con la Unión Europea- ciertamente nos permitirá acercar visiones en común para enfrentar los desafíos que significa el tratamiento de distintos temas en foros multilaterales.
Aquí se establece un diálogo político, que tratará de reforzarse en los ámbitos bilateral y multilateral, para cuyos efectos se instaura un marco institucional. Dicho diálogo -como se verá en el cuadro- contempla la existencia de un Consejo de Asociación a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores de los quince países miembros de la Unión Europea y de Chile, y un Comité de Asociación, conformado por altos funcionarios de cada una de las Partes.
Al mismo tiempo, se contempla un Comité de Asociación Parlamentario, único en su género tanto para Chile como para la Unión Europea.
Quiero destacar la existencia de este diálogo político con la Unión Europea. En efecto, hoy ya existe una relación institucionalizada, que data de 1998, la que deberá fortalecerse una vez que se apruebe dicho diálogo. Y será este Congreso Nacional el que determine cuáles de sus miembros integrarán el grupo que representará a Chile en el Comité de Asociación Parlamentario para las conversaciones pertinentes con sus pares de la Unión Europea.
Recuerdo a Sus Señorías que hace algunos meses se llevó a cabo en Estrasburgo una reunión entre parlamentarios chilenos y sus colegas europeos. Por cierto, a partir del momento en que el Acuerdo en análisis comience a regir, la institucionalización de la relación entre el Congreso Nacional y el Parlamento Europeo será de gran importancia. Indudablemente, se espera que haya pluralidad y que se recoja la diversidad existente en nuestro Congreso Nacional para los efectos de conformar el diálogo en comento.
En el ámbito de la sociedad civil también existe un diálogo de extraordinaria relevancia, a través de la constitución de un Comité Consultivo Conjunto que permitirá la participación activa de los distintos actores sociales (empresarios, trabajadores, gobierno y sociedad civil) en la puesta en marcha del Acuerdo de Asociación, lo cual -como ya comenté- de alguna manera ha venido fortaleciéndose desde el momento en que iniciamos las rondas de negociaciones.
El segundo aspecto que deseo destacar es el relativo a la cooperación.
El Acuerdo de Asociación profundiza la cooperación que ya tenemos con la Unión Europea. Efectivamente, en la década pasada ésta se constituyó en donante para nuestro país y en su principal socio en materia de cooperación. Y lo que se hace al aprobar este instrumento internacional, que tiene sus antecedentes en los acuerdos de cooperación suscritos durante los períodos de los Presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei y sancionados por este Honorable Congreso Nacional, es permitir reforzar el trabajo que podremos hacer en este ámbito con los países miembros de la Unión Europea.
Considera el Acuerdo en análisis nuevos temas en el área de la cooperación, como se observa en el siguiente cuadro. Entre otros -y lo destaco muy en particular, por la preocupación que hemos recogido en las distintas sesiones de este Parlamento- se encuentra el relacionado con el apoyo a los pequeños y medianos empresarios. En Europa hay países extraordinariamente exitosos en experiencias de pequeñas y medianas empresas. Pienso que es relevante que al establecer programas de cooperación fortalezcamos especialmente la cooperación en este ámbito, donde aún tenemos mucho que trabajar.
Asimismo, connoto sectores como la minería y el turismo, al igual que aspectos específicos de cooperación regional -y por qué no decirlo-, birregional y triangular. A Chile le interesa realizar esfuerzos de cooperación triangular donde la Unión Europea ponga recursos, y nosotros, los talentos de nuestros profesionales y técnicos con el objeto de establecer planes de cooperación con países de la región, particularmente con aquellos de donde Chile recibe muchas solicitudes.
Por otra parte, siempre en el área de la cooperación, pongo de relieve (como se observa en el cuadro siguiente) que se contemplan participación de las entidades de investigación chilenas en las actividades de los programas marco; realización de actividades conjuntas de prospectiva tecnológica; visitas e intercambios de científicos y expertos en diversos ámbitos; organización conjunta de seminarios, congresos, talleres; redes científicas y formación de investigadores, e intercambio y préstamo de equipos y materiales.
Al mismo tiempo, debo puntualizar que el 23 de septiembre último Chile y la Unión Europea suscribieron un Convenio de Cooperación Científica y Tecnológica que permite a nuestro país participar en el VI Programa Marco de Ciencia y Tecnología organizado por aquélla, que rige desde el año 2002 hasta el 2006. Pues bien, este Programa se concentra en diversas áreas prioritarias, a las que Chile, si así lo resuelve, podrá acceder: biotecnología aplicada a la salud; tecnologías para la sociedad de la información; nanotecnologías; materiales inteligentes y nuevos procedimientos de producción; aeronáutica y espacio; seguridad alimentaria y riesgo para la salud, etcétera. Son en total siete programas.
La Unión Europea realiza estos programas marco debido a la decisión de potenciar la participación de sus países miembros en temas científicos y tecnológicos, pues se da cuenta de que existe una diferencia en los porcentajes de los recursos presupuestarios destinados a tales áreas. Tanto Estados Unidos como Japón están por encima de lo que aquélla asigna a programas de ciencia y tecnología. Entonces, dicha Unión realiza los referidos programas para potenciar sinergias y obtener mayores efectos.
Por consiguiente, la firma en septiembre último del Convenio de Cooperación Científica y Tecnológica permitirá a Chile poner a trabajar sus recursos en programas conjuntos con países miembros de la Unión Europea. De esa manera, los resultados que podamos alcanzar, por cierto, se potenciarán muchísimo más que si trabajáramos solos.
Para los efectos de suscribir el Convenio de Cooperación Científica y Tecnológica, fuimos a Bruselas acompañados por rectores de universidades públicas y privadas, representantes de centros de investigación y premios nacionales de ciencia, por cuanto es muy significativo reforzar, dar a conocer y potenciar un ámbito de cooperación que nos permitirá participar nada menos que en los más de 500 programas de cooperación de la Unión Europea.
Señor Presidente , pienso que los minutos usados para referirnos al ámbito de la cooperación se justifican, pues deberemos realizar un gran esfuerzo. Y cada uno de los integrantes del Honorable Congreso Nacional podrá colaborar en esa dirección.
En esta materia, es fundamental realizar una adecuada difusión, divulgando en cada Región, no sólo el Acuerdo comercial, sino también, y muy en particular en las zonas donde hay centros universitarios, centros de investigación, el Convenio de Cooperación Científica y Tecnológica, para desarrollar junto con los empresarios programas de ciencia y tecnología que potencien el avance productivo del país. Así estaremos en condiciones de aprovechar de mejor forma tanto el Acuerdo de cooperación suscrito con la Unión Europea como el Convenio ya individualizado.
En tercer lugar, señor Presidente , tocante al ámbito comercial, debo subrayar que el Acuerdo de Asociación es comprensivo, multisectorial y flexible; abarca todas las áreas de nuestra relación comercial, y va mucho más allá de nuestros compromisos con la OMC. Mediante la progresiva y recíproca eliminación de las barreras al comercio (como se observa en el siguiente cuadro) y el establecimiento de reglas claras, estables y transparentes para exportadores, importadores e inversionistas, favorece el comercio bilateral y los flujos de inversiones. Al mismo tiempo, permite abrir mercados y aumentar las opciones de los consumidores chilenos y europeos, y determina un marco para el crecimiento sustentable. Además, comprende un área de libre comercio de mercancías, así como de servicios y contratación pública. Contempla igualmente la liberalización de las inversiones y los flujos de capital; la protección de los derechos de propiedad intelectual; la cooperación en cuanto a competencia, y un eficiente mecanismo de solución de controversias.
Este último tema no es menor. En convenios de este tipo, el establecimiento de un sistema idóneo que permita resolver las diferencias resulta de enorme relevancia. En tal sentido, creemos que el mecanismo consagrado en el Acuerdo con la Unión Europea representa un gran avance, por cuanto posibilita la constitución de paneles y la designación de árbitros, conformando un debido proceso, un proceso ágil y transparente que facilitará la resolución de los conflictos que puedan suscitarse.
Al mismo tiempo, el área de libre comercio de mercancías está respaldada por reglas transparentes y precisas que incluyen disposiciones tendientes a facilitar el comercio, especialmente en cuanto a vinos y licores y medidas sanitarias y fitosanitarias. Respecto de ambas áreas, el Tratado consigna convenios específicos, como también normas, reglamentos técnicos y procedimientos de evaluación de conformidad en materias aduaneras y otras áreas relacionadas.
El Acuerdo con la Unión Europea abre una ventana concreta de oportunidades para que la profundización exportadora efectivamente se despliegue. Sea -como han dicho algunos- que estemos frente a una segunda fase exportadora o ante una profundización de nuestras exportaciones, la posibilidad de hacerlo va a depender -como muy bien se expresó aquí- de cada uno de nosotros; se trata de una oportunidad que se da. Y la existencia del escalonamiento arancelario, tal como indicó el señor Presidente de la Comisión de Hacienda en su informe, venía reforzando una estructura de ventajas comparativas para Chile en recursos naturales, dificultando la exportación de productos que agregan mayor valor. Es del caso destacar que apenas el 7 por ciento de la oferta exportadora a países de la Unión Europea correspondía a bienes industriales; ello, entre otras cosas, por el escalonamiento arancelario.
Según observamos en el cuadro siguiente, se prevé una liberalización arancelaria en seis categorías. Apenas entre a regir el Acuerdo, el día 1, se producirá una liberalización para el 85,1 por ciento de los productos que exportamos a la Unión Europea; al tercer año se agrega 0,1; al cuarto, 10,5, en fin. Lo concreto es que en el año 4, desde el momento en que comience a regir la liberalización, el 95,7 por ciento de nuestras exportaciones a ese grupo de países tendrá arancel cero.
Como excepción a la desgravación arancelaria ha quedado sólo el 0,3 por ciento del comercio con la Unión Europea. Y se contempla una cláusula de revisión para estos productos, lo que significa que se examinará o podrá examinarse la viabilidad de profundizar las concesiones en materia de aranceles.
Estimo conveniente poner de relieve que, tal como indica el cuadro que viene a continuación, nada menos que el 99,8 por ciento de las exportaciones industriales de Chile podrá ingresar a la Unión Europea con cero arancel de manera inmediata. Esto es de suma importancia, porque significa que productos como el metanol, los fertilizantes y los muebles de madera, entre otros, serán favorecidos con una desgravación desde el primer día en que empiece a regir el Acuerdo.
En el próximo cuadro es posible apreciar lo alcanzado en el ámbito de la pesca.
El Convenio aborda el tema pesquero en tres distintas áreas: en un protocolo relativo a inversiones -lo explicó muy bien el Senador señor Valdés -, en la desgravación arancelaria y en las reglas de origen.
En cuanto a la desgravación, es importante destacar que el 75 por ciento de los productos pesqueros será beneficiado con rebajas arancelarias que se aplicarán en forma inmediata, desde el día 1, o en un plazo máximo de 4 años. Debo poner énfasis en que no se negoció acceso a puertos ni ninguna autorización a naves de pabellón extranjero (léase comunitario) para pescar en nuestra Zona Económica Exclusiva.
Para el resto de los bienes pesqueros, la desgravación se completará en períodos de siete y diez años, quedando sólo el 4 por ciento en excepción.
Por eso, es necesario poner de relieve que, si bien otros productos -como los agrícolas, que veremos en seguida- tienen mayores porcentajes de desgravación en los primeros años, no es posible afirmar que el sector pesquero quedó rezagado. Algunos se benefician en mayor grado al inicio; pero ello no quiere decir que ese sector haya quedado en situación desmejorada, pues en su caso la desgravación es en 75 por ciento en los primeros cuatro años, para completarse, con la excepción del 4 por ciento, en diez años.
En el caso de nuestro país, la explotación de los recursos en nuestra Zona Económica Exclusiva se realizará -lo connoto- bajo la legislación y las normas de conservación chilenas. Vale decir, será en este Congreso donde se resuelva dicha materia.
El Acuerdo comercial en inversiones establece que las personas jurídicas constituidas en Chile con capital mayoritario y manejo de la administración de origen comunitario podrán inscribir sus naves en nuestro país, siempre que los chilenos tengan la misma posibilidad en el Estado miembro del cual proceda el capital.
En cuanto a las normas de origen, la pesca realizada dentro del mar territorial y de la Zona Económica Exclusiva de nuestro país tendrá origen chileno. Es relevante subrayarlo y clarificarlo en esta Sala, porque este tema fue objeto de debate en los medios de comunicación.
En el cuadro que viene a continuación vemos que nuestros principales productos agrícolas de exportación a la Unión Europea obtienen un mayor y garantizado acceso. Un 47 por ciento quedó en desgravación inmediata. En ella destacan productos como -mencionaré sólo algunos- espárragos frescos, manzanas frescas, uvas frescas y peras frescas.
En el cuadro siguiente podemos apreciar que un 42 por ciento adicional de las exportaciones del sector tendrá una desgravación gradual y de manera lineal hasta el cuarto año. A partir de allí va a ingresar con arancel cero a la Unión Europea el 89 por ciento de nuestras exportaciones agrícolas, incluyendo productos como pastas de tomate, jugo de uva, conservas de frutas y vinos. Y -lo resalto- el 85 por ciento de nuestra exportación frutícola quedó liberado de inmediato o con una liberación total a cuatro años plazo.
Respecto de la agroindustria (me refiero a congelados, deshidratados, jugos y conservas), el grueso de nuestras exportaciones emblemáticas quedó libre de aranceles en un período de cuatro años. Esto fue motivo de gran satisfacción -quiero recordarlo- cuando concluimos las negociaciones -estaban presentes los sectores involucrados-, ya que efectivamente significa un gran avance para las áreas agrícola y agroindustrial.
A lo anterior se suma que la casi totalidad de los derivados concentrados -léase conservas, pastas, jugos de fruta- quedan en la categoría de desgravación a cuatro años.
La negociación comercial que logramos con la Unión Europea -lo digo con todas sus letras en este Hemiciclo- no constituye amenazas para los sectores más sensibles de la agricultura chilena, pues los excluimos de la negociación. Por el contrario, se abren oportunidades enormes para todos los demás sectores, los no sensibles, que tendrán los grados de liberalización ya mencionados.
En cuanto a las nuevas posibilidades, debo puntualizar que se abren espacios para ciertas exportaciones de carne y leche.
Con relación a las carnes rojas, se trata de exportaciones inéditas, hoy factibles gracias a que, como país, hemos sido capaces de hacer muy bien nuestra tarea, especialmente en los aspectos sanitario y fitosanitario, lo que nos ha mantenido como nación libre de fiebre aftosa y nos permitirá llegar con aquéllas a los mercados de la Unión Europea. Y éste es el primer acuerdo donde logramos que las carnes rojas ingresen a ellos.
A título de ejemplo, deseo señalar que cuatro mataderos ya han decidido ampliar su capacidad productiva, con inversiones en torno de los 4 millones de dólares, para aprovechar los beneficios conseguidos en ese sector.
El caso de la carne de bovino es una buena demostración de las potencialidades del Acuerdo. Se trata de un rubro de alta sensibilidad para la Unión Europea, habiéndose leído a diario sobre las dificultades suscitadas por el "mal de las vacas locas". Chile obtuvo una cuota arancelaria liberada para mil toneladas, con un incremento anual de cien toneladas. Como no exporta el producto, representa ésta una gran oportunidad.
Destaco que las mil toneladas equivalen a cerca de 70 mil cabezas de novillos, en circunstancias de que actualmente se faena un total de 480 mil por año. Es decir, la cuota equivale a cerca de 15 por ciento de la producción local.
En carne de porcino, también contemplada en el Acuerdo, existe una cuota liberada de arancel de 3 mil 500 toneladas, con un aumento anual de 350 toneladas. En la actualidad, nuestras exportaciones del producto son muy incipientes y los aranceles respectivos -fíjense bien Sus Señorías- fluctúan entre 46,7 y 86,9 euros por cada cien kilos.
Asimismo, entre las nuevas oportunidades quisiéramos subrayar la apertura en carnes de ave, en donde se contará con una cuota liberada de 7 mil 250 toneladas, con un crecimiento anual de 725 toneladas.
La carne de ovino logró una cuota de 2 mil toneladas (por sobre la cuota vigente de la Organización Mundial de Comercio).
Y, como ya se ha señalado, en el área de lácteos se acordó una cuota de mil 500 toneladas de queso, con un crecimiento anual de 75 toneladas.
Sobre el particular, dejo establecido que en ese rubro los aranceles europeos fluctúan entre 6,58 y 221,2 euros por cada cien kilos.
En atención a la inquietud manifestada con relación a las cuotas, deseo puntualizar que ese tema felizmente ha quedado ya resuelto y aclarado. En efecto, ellas quedarán bajo la administración de Chile en las carnes blancas, en frutas, en hortalizas. Me parece importante precisarlo, ya que la cuestión se planteó tanto en alguna de las sesiones de la Comisión Especial como en la presentación formulada hace algún rato por el señor Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores .
Igualmente estimo importante destacar, entre las nuevas oportunidades -ello aparece en el cuadro siguiente-, el amplio abanico que el Acuerdo ofrece en cuanto a vinos y licores, respecto de los cuales nuestros empresarios fundamentalmente pedían, cada vez que hablábamos con ellos, certeza jurídica.
Y no sólo abrimos a la industria nacional la posibilidad de mantener y acrecentar su ingreso futuro a la Unión Europea -mercado que, entre paréntesis, es hoy el principal para nuestros vinos-, sino que al mismo tiempo logramos que los aranceles sean eliminados en un plazo de cuatro años y que se concrete la estabilidad jurídica en las prácticas enológicas.
Por otra parte -y también en el ámbito de nuevas oportunidades-, hago resaltar la existencia, como se mencionó hace un instante, de comités bilaterales en los ámbitos de medidas sanitarias y fitosanitarias y en obstáculos técnicos al comercio. ¿Y por qué lo destaco? Porque ello nos permite reducir el riesgo de barreras proteccionistas por esos motivos, junto con generar condiciones para reforzar la fluidez del comercio y nuestra capacidad de aprovechar oportunidades comerciales.
La Unión Europea es el principal inversionista externo en Chile. El cuadro siguiente hace referencia a ese punto. Al negociar un capítulo de establecimiento en inversiones, se consolida nuestra actual certidumbre jurídica, lo que debiera significar no sólo un incremento en los flujos de capital hacia el país, sino también el facilitar que éste sea una plataforma real de inversiones para terceros mercados.
En inversión, se consagra el derecho de acceso, a los inversionistas de ambas Partes, en aquellos sectores relativos a inversión en bienes.
Como se ha consignado muy bien, las facultades del Banco Central respecto de transferencias fueron protegidas de manera similar a lo determinado en los tratados de libre comercio con México y con Canadá.
El Acuerdo contempla un capítulo sobre Servicios y otro sobre Servicios Financieros. En lo atinente a Servicios, se considera una cobertura similar a lo que actualmente se establece en la OMC, que se aplica a los cuatro modos de prestación de servicios.
Y, en Servicios Financieros, el Capítulo pertinente cubre bancos, seguros y valores, es decir, principalmente lo que son los servicios bancarios propiamente tales (léase cuentas corrientes, depósitos a plazo, préstamos, emisión de tarjetas de crédito y otros), como también la comercialización de seguros generales y seguros de vida y la intermediación de valores, además de la administración de fondos.
Los beneficios a los consumidores de servicios financieros se registrarán al aumentar la competencia y reducirse, por cierto, los costos de la prestación.
Permítame, señor Presidente , ocuparme rápidamente en las inquietudes que, con razón, han manifestado muchos señores Senadores en torno de cuál es el significado que puede entrañar el Acuerdo, en lo fundamental, para cada una de las Regiones.
Y como, por cierto, no pretendo cansar a Sus Señorías, les invito a leer el Anexo I, de entre los documentos con que cuentan en sus escritorios, el cual da cuenta del impacto en cada una de las Regiones, y, al mismo tiempo, el trabajo realizado por la Dirección Económica de la Cancillería, que ha incluido en su página web, www.minrel.cl, tanto el tratado completo como sus respectivos anexos, al igual que un estudio efectuado Región por Región.
En la lámina siguiente se puede observar en forma clara, del análisis de cada Región, el impacto positivo del Acuerdo, tanto en el aumento de las exportaciones en los rubros tradicionales como en aquellos sectores que envían productos hacia mercados distintos del europeo.
En la tercera columna se detalla que el aumento de las exportaciones será de 90 millones de dólares para los cultivos, de 190 millones de dólares para la agroindustria y de 92 millones de dólares para las carnes, lo que se traducirá, por cierto, en un aumento del empleo y de las inversiones.
Sólo a título de ejemplo, sin pretender que ello sea exhaustivo, sugiero ver nada más que una lámina por Región, con algunos de los beneficios en cada una de ellas.
Partiendo por la Región de Tarapacá, cabe tener presente que sus principales destinos de exportación son América del Norte, el Este de Asia y la Unión Europea, la cual representó el año pasado 406 millones de dólares por ese concepto. El cobre refinado es el principal recurso natural procesado que desde la zona se vende al exterior, correspondiendo 64 por ciento a la Unión Europea.
En diez productos se concentra ciento por ciento de los envíos a ese último bloque de países. Dos de ellos -anchoas saladas sin secar ni ahumar y algunos artículos de deportes- sólo tienen ese destino.
Pues bien, los estudios de la DIRECON indican que, junto con consolidarse las posibilidades actuales, se abren oportunidades para aquellos sectores que hoy no registran envíos a la Unión Europea y cuyos aranceles de ingreso a mercados son demasiado altos. A título de ejemplo, pueden citarse los vehículos de transporte de mercancías, pescados frescos o refrigerados, conservas de anchoas y jurel fresco y la aceituna no destinada a aceite.
En cuanto a la Región de Antofagasta, debemos considerar que en 2001 las exportaciones a la Unión Europea superaron los mil 742 millones de dólares, lo que corresponde al 44 por ciento del total de lo enviado al exterior por la Región.
Destaco estos ejemplos porque nos permiten ver que, aun sin el Acuerdo con la Unión Europea, ya se registra un ejercicio de trabajo con ella, por lo cual potenciar mercados que ya se encuentran consolidados constituye una enorme oportunidad, aunque también reforzarlos con otros nuevos es de gran importancia.
En esta Región el principal recurso exportado es el cobre y el mayor sector industrial exportador más importante es el químico. Casi la totalidad de las exportaciones de la zona a la Unión Europea está constituida por sólo diez productos y únicamente dos de ellos se envían a países de ese bloque: el oro en bruto y la plata en bruto aleada.
Los principales envíos son productos como los cátodos y secciones de cátodos de cobre, harina de pescado y nitrato de potasio, entre otros.
Debemos resaltar que prácticamente la totalidad de los envíos que actualmente van a la Unión Europea gozará de arancel cero desde el primer día de vigencia del Acuerdo.
En la Región de Atacama, el año pasado se exportaron 260,7 millones de dólares, siendo principal recurso el minero, que constituyó más de 29 por ciento del total enviado a la Unión Europea. Tres productos concentran más del 94 por ciento del total de las exportaciones de Atacama a la Unión Europea. De los diez productos, dos tienen como único destino países de la Unión Europea: los ostiones del norte vivos, frescos o refrigerados y los camarones conservados congelados.
La participación central de las exportaciones radica en los cátodos y secciones de cátodos de cobre, oro bruto, plata en bruto, lagunas cenizas, cobre, uvas frescas, algas y algunos camarones. El 97,5 por ciento de las actuales exportaciones tendrá arancel cero desde el primer día en que comience a regir este Acuerdo. Y tenemos buenas perspectivas futuras, además, en uvas frescas, vinos, cerezas frescas, camarones frescos, langostinos y aceitunas.
En la Región de Coquimbo, el año 2001 se enviaron productos por 101 millones de dólares a Europa. La pesca es el principal recurso natural exportado, con un 36 por ciento de envíos, precisamente a países del bloque de los 15. El vino es el principal recurso natural procesado que exporta esta Región, más de la mitad con destino a la Unión Europea. Hay también envíos importantes en textiles y en muebles. Diez productos de esta Región concentran el 95 por ciento de las exportaciones regionales a la Unión Europea. De ellos, la mitad tiene como único destino ese mercado. En este grupo se encuentran los ostiones del norte vivos, frescos o refrigerados; el oro en bruto; las mandarinas, clementinas y langostinos; y los vinos con denominación de origen y otros productos de origen animal.
El arancel cero para el pisco y la protección de la denominación de origen abren nuevas oportunidades para su exportación y comercialización. Y muy bien conocemos la preocupación de los productores de pisco chileno, los que tienen una oportunidad muy importante gracias a este Acuerdo. Además, en lo tocante al vino, que es una industria incipiente, se incentivan la mayor producción y exportación.
La Región de Valparaíso exportó, en 2001, 145 millones de dólares a países de la Unión Europea. Diez productos concentran el 72 por ciento de las exportaciones; 20 por ciento sólo tiene como único destino países de la Unión Europea. Dentro de esto, deben señalarse los cospeles de aleación y las preparaciones y conservas de pavo, que superan el 10 por ciento de los ingresos de venta a ese bloque.
Otros productos importantes que se envían a la Unión Europea son el cobre para afino, cátodos de cobre, vinos con denominación de origen, uvas frescas, pasas, semillas para plantas herbáceas, semillas de hortalizas, kiwis.
El hecho de que la mayoría de los productos agrícolas quede desgravada al momento inicial abre oportunidades, por ejemplo, para la exportación de uvas, pasas, manzanas. La desgravación inmediata a cero de varios productos del área cuprera refuerza las posibilidades de exportación de esta Región.
La Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, en 2001, exportó 299 millones de dólares a países de la Unión Europea. La minería -lo sabemos muy bien- es la principal área de exportación al mundo. Los envíos a la Unión Europea de este ámbito alcanzaron a 9,5 por ciento del total. En diez productos se concentra el 83 por ciento de las exportaciones de la Región a los países de la Unión Europea. Los principales son cobre refinado en bruto, concentrados de molibdeno, minerales de cobre y sus concentrados, cátodos y secciones de cátodos, vinos con denominación de origen, mostos, manzanas frescas, uvas frescas, peras frescas, trozos de gallina.
^@#@ ^Descubrí , porque fue una de los lugares que visitamos, que en esta Región también existe la posibilidad de exportar corderos. (Más adelante me referiré a la importancia que este rubro tiene para la Duodécima Región).
En 2001, la Región del Maule envió 99,1 millones de dólares, y el 82 por ciento se concentró en diez productos. Uno de ellos, las moras congeladas, tuvieron como destino sólo la Unión Europea.
La participación de esta Región en las exportaciones hacia la Unión Europea es muy importante y corresponde a vinos con denominación de origen, mostos de uvas fermentadas, manzanas frescas, frambuesas, kiwis, papeles y cartones, pasta química de madera cruda, legumbres, hortalizas. También hay posibilidades muy interesantes para cerezas conservadas y jugo de manzana. En desgravación inmediata, se ven mejores posibilidades para papeles y cartones, pasta química de madera cruda de coníferas; y en cuatro años, se cuenta con la desgravación del vino con denominación de origen.
La Región del Biobío es la segunda, después de la Metropolitana, en envíos a la Unión Europea. Este grupo de países es de gran importancia para dicha Región. Sus envíos al bloque en 2001representaron 403,6 millones de dólares. Diez productos concentran el 90 por ciento de sus exportaciones a la Unión Europea. De ellos sólo se envían a ese mercado la pasta química de madera cruda de coníferas, la mosqueta fresca o seca y algunas carnes de merluza.
El Acuerdo con la Unión Europea abre importantes oportunidades para la Región. El 60 por ciento de los productos más exportados va a mejorar su situación arancelaria en forma progresiva. Se verán beneficiados de inmediato con arancel cero las maderas contrachapadas; la mosqueta fresca o seca, incluso cortada; los tableros de fibra de madera, y los demás papeles y cartones.
En cuanto a la Región de la Araucanía, destaco que, si bien en ella no hay un porcentaje muy importante de exportaciones a la Unión Europea, sí existe ya alguna experiencia. Los principales productos exportados a ese mercado fueron los forrajeros, maderas aserradas, vegetales, maderas en bruto, hierbas medicinales, partes y piezas de madera para muebles, y semillas de trébol. De los diez principales productos exportados a la Unión Europea, sólo cuatro tienen hoy arancel cero. Los restantes gozarán de desgravación inmediata, salvo los forrajeros, que la tendrán en el plazo de cuatro años. Por ello, cerca del 80 por ciento de las actuales exportaciones mejorará su ingreso. Y hay buenas expectativas para carne bovina, queso, miel, productos congelados, frutas, flores, bulbos y jugos de fruta.
Por su parte, la Región de Los Lagos exportó el 2001 más de 130 millones de dólares a la Unión Europea.
Sus principales productos son el salmón, filetes de salmón, choritos en conserva, otros moluscos en conserva, trozos de maderas y algunos pescados frescos.
Ésta es una Región con excelentes perspectivas para elevar sus exportaciones por cuanto, de los 130 millones de dólares que exporta en la actualidad, 100 millones enfrentan aranceles de 5 por ciento.
Como podrán apreciar de inmediato, la zona tiene posibilidades muy importantes en el corto plazo. Por cierto, en el mediano y largo plazo los beneficios serán considerables.
A su vez, la Región de Aisén exportó 33,7 millones de dólares a la Unión Europea en el 2001.
La pesca es su principal recurso natural procesado de exportación, y 29 por ciento de éste se destina precisamente a ese conjunto de países.
Diez de esos productos concentran el 85 por ciento de los envíos a esa zona. Tres -los diferentes tipos de merluza- tienen como único destino la Unión Europea.
Los principales envíos son maderas aserradas, carnes de pescado, congrio, cojinova, carnes de salmón, filetes de salmón, etcétera.
En lo relativo a las oportunidades que abre el Acuerdo, deben mencionarse las que se refieren al sector pesquero, por cuanto sus actuales aranceles superan el 15 por ciento y tendrán -como vimos hace un rato- una desgravación paulatina, lo cual significa que, aun cuando se exportara exactamente lo mismo que hoy, ya sólo con eso se produce una ganancia importante.
También esta Región experimentará un crecimiento en el sector agropecuario, en particular de carne ovina. Al mismo tiempo, se abren expectativas muy interesantes para las carnes de liebres silvestres y exóticas.
Por último, en lo que respecta a la Región de Magallanes, debo señalar que el 2001 sus exportaciones superaron los 207 millones de dólares a la Unión Europea.
El 95 por ciento de ellas se concentra en 10 productos. Tres de éstos se destinan sólo a países de la Unión Europea: merluzas congeladas, centollas y centollón conservados en recipientes herméticos y algunas carnes de merluza congelada.
Otras exportaciones a ese conglomerado de países, que, entre paréntesis, tendrán arancel cero, son de metanol, lanas peinadas, cortes de carne de ovino congelados, congrio, cojinova y carne de cordero congelada.
Las oportunidades que abre el Tratado que nos ocupa para la Región de Magallanes están dadas principalmente en el sector químico, por la desgravación inmediata que tendrá su principal producto de exportación: el metanol.
Lo anterior ha llevado a una empresa a preparar una inversión de 2 millones de dólares para ampliar su capacidad exportadora y aprovechar de esta manera la nueva situación que se da con la Unión Europea.
Con estos ejemplos, que son ilustrativos de algunos de los aspectos del acuerdo comercial en debate, hemos querido graficar lo que significa el Acuerdo para la Región de Magallanes.
Invito a dar una mirada a los cuadros que acompañan el anexo, así como a los que están en la página web, que ya he mencionado, con el objeto de que puedan apreciar el significado de los mismos respecto de cada una de las Regiones, lo que posibilitará, en un trabajo en conjunto de los sectores público y privado, el potenciamiento de las posibilidades región por región.
Para terminar, señor Presidente, quiero hacerme cargo de algunas preocupaciones que hemos podido recoger.
La primera dice relación con las pequeñas y medianas empresas.
Efectivamente, el Acuerdo abre una gran oportunidad de desarrollo para las PYME, en especial para el sector manufacturero. En el caso de las empresas agrícolas y agroindustriales, ello ocurrirá ya sea directamente o formando parte de encadenamientos productivos que deberán efectuarse.
Las pequeñas empresas son responsables del uno por ciento de las exportaciones mineras en Chile. Sin embargo, lo son del 56 por ciento de las de la pesca, del 37 por ciento de aquellas que realiza el país de productos manufacturados diversos, de 23 por ciento de la exportación de productos metálicos y maquinarias, de 14 por ciento de la de productos agrícolas y de 9 por ciento de los alimenticios.
Lo anterior da una idea de la importancia que reviste para las pequeñas y medianas empresas la apertura de los mercados de la Unión Europea.
Considero relevante destacar que, paralelo a este Acuerdo, en el marco de los programas de cooperación de la Unión Europea con Chile, suscribimos un Memorándum de Entendimiento que potenciará a las PYME en los temas más críticos.
Este programa, dotado de 20 millones de euros, es un apoyo fundamental para la economía chilena y corresponde a una línea estratégica de gran importancia. Busca crear o aumentar las ventajas competitivas del país apoyando con financiamiento directo e indirecto el desarrollo de emprendimientos que signifiquen, por una parte, innovar en cualquiera de las etapas de la cadena de valor para crear empresas que produzcan nuevos o mejores productos y servicios, y, por otra, innovar en cualquiera de las etapas que permitan mejorar la productividad de las existentes.
En esta perspectiva, hay ejemplos destacables que se pueden señalar. Es el caso de la industria del cuero y del calzado nacional, en lo referente a la innovación tecnológica que abre el Tratado para avanzar en este rubro de gran significación. Ello ha generado como efecto que ya se hayan efectuado algunas inversiones en ciertas Regiones.
Para nuestro país, de aprobarse el Acuerdo con la Unión Europea en el mes de enero, el lanzamiento del Consejo de Asociación previsto debiera llevarse a cabo en marzo próximo. Ésa será la ocasión en que Chile podrá precisamente reiterar su interés en los programas de cooperación, potenciando así aquellos sectores que nos interesa fortalecer para su incorporación a los mercados que abre el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
¿Cuáles son los pasos siguientes?
Una vez que el Parlamento apruebe el Tratado -esperamos que sea hoy-, el Acuerdo estará en condiciones de empezar a regir de inmediato en lo que dice relación al Capítulo Económico-Comercial, excepto -se formuló la pregunta aquí; por eso lo destaco- en lo relativo al Capítulo Inversión y Servicios Financieros.
Debo poner de relieve que, con la firma del Acuerdo por parte de los quince Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros de la Unión Europea, en noviembre pasado, el Capítulo Comercial, con excepción del relativo a Inversión y Servicios Financieros, está listo para ser ratificado por parte del Parlamento chileno, y podría comenzar a regir el mes inmediatamente siguiente a su aprobación por el Congreso.
En lo que dice relación al Capítulo Político, al de Cooperación, y a Servicios Financieros e Inversiones del Capítulo Comercial, se requerirá la aprobación de los quince Parlamentos de los países miembros de la Unión Europea. Deberán pasar por cada uno de los Parlamentos y habremos de trabajar durante el curso de este año para tales efectos. Y no me cabe la menor duda de que el trabajo que Sus Señorías podrán realizar con sus pares en cada uno de los quince Parlamentos para su pronta aprobación será de gran entidad. Desde esta perspectiva, deberemos desarrollar como país un trabajo muy relevante en esa dirección.
En todo caso, quiero destacar que los dos temas del Capítulo Comercial -Inversión y Servicios Financieros- que requieren de la aprobación de los Parlamentos europeos, de acuerdo con la lógica de los precedentes que conocemos respecto de otras negociaciones (léase la OMC, la Unión Europea con MERCOSUR), son exactamente los asuntos donde la Unión Europea tiene el mayor interés económico. Por ello, se esforzará por que los Parlamentos de los 15 países miembros aprueben este Tratado, por cuanto le es de gran importancia y fue uno de los temas de mayor negociación, donde pusieron el mayor acento.
Por lo tanto, es evidente que la Unión Europea se asegurará de que el Tratado reciba una pronta aprobación, a fin de llevarlo, además, como un precedente a las rondas multilaterales de la OMC en Doha, que concluirían el 2004.
Fruto del trabajo acucioso realizado en el Parlamento, y en el Senado y, por cierto, del estudio iniciado con antelación al envío del mensaje por parte del Presidente de la República , hemos podido llegar hoy con un Acuerdo y un informe como el que se halla en poder de Sus Señorías, gracias -repito- a la dedicada labor que permitió a la Cámara de Diputados aprobar el proyecto en su primer trámite constitucional.
El Tratado constituye, sin lugar a dudas -como aquí se ha señalado-, el acuerdo más ambicioso que nuestro país haya alcanzado nunca, y, ciertamente, junto a los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y con Corea del Sur, hace del 2002 un año de avances muy importantes para Chile.
Corresponde al Senado pronunciarse en esta oportunidad respecto de este Acuerdo.
Antes de terminar deseo reconocer -como lo señalé en cada una de las Comisiones- el enorme trabajo desplegado como país desde 1990 hasta la fecha, y destacar, en particular, el esfuerzo realizado por nuestros negociadores ante la Comunidad Europea. En esta oportunidad, me acompañan algunos de ellos, como el Embajador señor Rosales , quien condujo la negociación comercial y tuvo una ardua tarea encabezando un enorme equipo constituido por funcionarios públicos de diversas reparticiones. Me acompaña también el señor Carlos Furche , del Ministerio de Agricultura, y en este recinto se encuentran varios negociadores representantes de los distintos Ministerios.
En estos días en que el debate respecto del rol de los servidores públicos ha estado tan expuesto en los medios de comunicación, deseo poner el acento en lo que significan estos servidores públicos del país. Ellos trabajaron sin descanso, dedicando lo mejor de sí, destinando fines de semanas completos durante estos dos últimos años, incluso sin dormir en las últimas rondas de negociaciones, para alcanzar un gran acuerdo para nuestra patria, el cual, indudablemente, será mirado por las futuras generaciones como un hito que marcará la política exterior de Chile.
En esta ocasión debo destacar muy especialmente el esfuerzo realizado por ese gran equipo de servidores públicos, que prestigia a nuestro país. La eficiencia de este equipo negociador le ha significado ser demandado por varias naciones para prestarles asesoría, porque les gustaría estar en condiciones de alcanzar, en un año, tres acuerdos de tanta entidad, como ocurrió en nuestro caso.
Para finalizar, agradezco el trabajo desarrollado en el Senado y los informes emitidos, solicitando, a su vez, que la Sala apruebe hoy día el proyecto de Acuerdo.
Muchas gracias, señor Presidente.
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El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN (Secretario).-
En estos momentos han llegado a la Mesa dos oficios de la Honorable Cámara de Diputados por medio de los cuales comunica que ha dado su aprobación a los siguientes proyectos de ley:
1.- El relativo a remuneraciones de autoridades de Gobierno y cargos críticos de la Administración Pública, y a gastos reservados, con urgencia calificada de "discusión inmediata".(Boletín Nº 3171-05).
2.- El que establece registros de las personas jurídicas receptoras de fondos públicos, también con urgencia calificada de "discusión inmediata". (Boletín Nº 3176-05).
--Pasan a la Comisión de Hacienda.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , en atención a que se trata de dos iniciativas cuya urgencia fue calificada de "discusión inmediata", pido a la Mesa solicitar el asentimiento de la Sala para que la Comisión de Hacienda sesione simultáneamente con ella a partir de las 18, para analizar ambos proyectos y otro que se encuentra en tabla, y, a su vez, si la Sala lo tiene a bien, incorporarlos en el Orden del Día de la sesión de mañana con el objeto de despacharlos oportunamente.
--Se accede a lo solicitado.
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El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Diversos señores Senadores han solicitado a la Mesa iniciar la votación del proyecto a partir de las 18, cambiando el acuerdo anterior de hacerlo a las 20.
¿Habría acuerdo?
El señor MORENO.-
Señor Presidente, siempre que ello no signifique disminuir el tiempo de los Senadores inscritos.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Por supuesto.
--Así se acuerda.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Por otra parte, deseo informar que, después de casi dos horas y media de tratar la materia, recién ahora comenzaremos a ofrecer la palabra a los señores Senadores inscritos. Hasta el momento hay 21, quienes tienen derecho a usar de la palabra por quince minutos cada uno. Ello nos tomará cinco horas a partir de este momento; de tal manera que la Mesa será sumamente estricta en el control del tiempo de cada Parlamentario, a fin de cautelar el derecho de todos a exponer sus puntos de vista.
La señora MATTHEI.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra, Su Señoría.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , como la Comisión de Hacienda se reunirá en una hora más, lo más probable es que ninguno de sus integrantes inscritos para intervenir en la Sala pueda hacerlo.
Por ello, quiero dejar constancia de mis felicitaciones a todas las personas que han participado en este trabajo y lo han liderado, porque realmente estamos en presencia de un muy buen Acuerdo.
En consecuencia, pido a la Mesa eliminarme de la lista, pues no usaré de la palabra.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Con mucho gusto, señora Senadora.
Tiene la palabra el Honorable señor Eduardo Frei.
El señor FREI (don Eduardo) .-
Señor Presidente , el Senado de la República tiene hoy la responsabilidad de aprobar el acuerdo comercial y político más trascendente que jamás Chile haya alcanzado.
Este logro histórico es producto de un laborioso trabajo de país de más de doce años, en cuyo proceso convergieron los esfuerzos de autoridades de los últimos tres Gobiernos; Parlamentarios de distintas tendencias; grandes, medianos y pequeños empresarios, y dirigentes gremiales del mundo sindical y de diversas organizaciones sociales.
Es fruto de la confianza con que nos miran. El mundo valora la inquebrantable voluntad de Chile de vivir en democracia y en libertad, de llevar adelante una firme búsqueda de mercados más libres para nuestros productos y de condiciones más amplias y promisorias para nuestros intercambios económicos.
Chile se abre al mundo
En definitiva, es el premio a un país que con perseverancia supo conquistar un lugar de vanguardia en el concierto internacional. Para ello, Chile combinó la apertura unilateral de nuestra economía, iniciada en los años ochenta, con la negociación multilateral y una inserción más activa en los grandes espacios económicos que se estaban configurando en el mundo.
La exploración de instrumentos bilaterales o regionales tuvo una importancia capital en la estrategia seguida por los Gobiernos de la Concertación.
Era fundamental hacerlo para asegurar nuestra capacidad de acceder a los grandes mercados mundiales y regionales. Por el contrario, quedarse al margen de esta tendencia no sólo hubiese perjudicado a nuestros productores, sino también nos impediría estar en condiciones de responder a los grandes desafíos del mundo actual.
En el caso de la Unión Europea, una serie de elementos influyó decisivamente en que esa región se haya mantenido durante los últimos años como uno de los ejes principales de las relaciones internacionales de Chile. Entre ellos podríamos destacar la enorme transferencia cultural que nos dan siglos de historia común, la intensa corriente de afinidad política y los múltiples intereses económicos que existen de por medio.
Tampoco podemos olvidar la permanente solidaridad de los países europeos durante la dictadura, apoyo que resultó vital para que los demócratas chilenos no desmayaran en su esfuerzo por recuperar nuestras tradiciones republicanas.
La trayectoria del acuerdo
Por eso, a partir de 1990, ambas partes iniciaron un proceso de fuerte consolidación de los vínculos económicos y de cooperación.
Precisamente, durante el primer año de su Gobierno, el Presidente Aylwin firmó un Acuerdo Marco de Cooperación con la Comunidad Europea, que tuvo por objeto fortalecer la cooperación en todos los ámbitos, sobre la base del respeto a los principios democráticos y a los derechos humanos.
Sin embargo, a poco andar, ese nuevo marco jurídico se hizo insuficiente para abarcar el conjunto de las relaciones existentes entre Chile y la Unión Europea, razón que obligó a buscar una forma de vinculación más estrecha y más completa.
Es así como el 21 de junio de 1996 , en mi calidad de Presidente de la República , tuve el honor de firmar en Florencia un nuevo Acuerdo Marco de Cooperación, destinado a preparar el establecimiento de una asociación de carácter político y económico entre Chile y la Unión Europea, la que incluiría también una zona de libre comercio.
El nuevo instrumento -único en su tipo- fijó diversos mecanismos orientados a preparar la negociación de un futuro acuerdo de asociación, máxima expresión que puede alcanzar un tercer Estado ajeno al ámbito geográfico europeo.
Con posterioridad, en 1998, comenzó el diálogo político entre el Parlamento Europeo y nuestro Congreso. Sin duda alguna, fue un aporte significativo al trabajo que realizaba el país, a fin de conseguir el inicio de las conversaciones para concretar la asociación.
Dicha aspiración se materializaría en junio de 1999 en la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobiernos de América Latina y del Caribe y de la Unión Europea, efectuada en Río de Janeiro, donde nos comprometimos a lograr la liberalización bilateral progresiva y recíproca del comercio, sin excluir ningún sector y en conformidad a la Organización Mundial del Comercio.
En noviembre de aquel año se constituye en Bruselas el Consejo Conjunto Chile - Unión Europea, en el cual se definió la estructura, el calendario y la metodología de la negociación, que -como recordó la señora Ministra - se desarrolló a partir de abril de 2000, mediante diez rondas que culminaron felizmente en abril de 2002 en Bruselas. La Declaración Política que da cuenta de la conclusión de las negociaciones se firmó en Madrid en mayo del mismo año.
La importancia del Acuerdo
El éxito de este proceso es elocuente. Los mismos europeos lo han calificado como el acuerdo bilateral más ambicioso e innovador que haya negociado la Unión Europea.
En tanto, para Chile la suscripción de este Tratado tiene un gran valor estratégico, ya que será un ejemplo para futuros convenios y permitirá dar un salto cualitativo en las relaciones políticas, económicas y de cooperación que mantenemos con ellos.
Además, significa un reconocimiento a nuestra madurez política y a nuestra solidez económica. Es una señal de confianza respecto de lo que hemos hecho y genera un escenario propicio para profundizar nuestro desarrollo exportador, diversificando las ventas externas, ampliando el universo de las empresas exportadoras e incorporando a las pequeñas y medianas empresas al esfuerzo de modernización y de internacionalización.
Por último, constituye un instrumento que nos permitirá desenvolvernos mejor y con más posibilidades en un mundo crecientemente globalizado, en el que debemos hacer frente a muchos desafíos, que por sí solos no estamos en condiciones de abordar.
Se abre una enorme puerta para nuestros investigadores, académicos y estudiantes para acceder al conocimiento más avanzado. Los empresarios comerciarán en forma más libre y con reglas estables, claras y transparentes. Los trabajadores se han de beneficiar con nuevos programas de cooperación y capacitación. Y la gente dispondrá de más productos, de mejor calidad y de menores precios.
Quiero detenerme en una materia que me parece fundamental, porque afecta a una de las principales debilidades del desarrollo de nuestro país. Me refiero -ha sido parte importante de la exposición de la señora Ministra - a la cooperación en ciencia y tecnología, que va a permitir a Chile participar en el Programa Marco de Ciencia y Tecnología que organiza la Comunidad Europea para sus miembros asociados y algunas otras naciones.
Sin duda que para la comunidad científica nacional, investigadores, universidades e institutos tecnológicos, entre otros organismos, es una oportunidad única el poder participar en igualdad de condiciones con sus pares de países europeos, acumulando conocimientos en temas vitales para nuestro desarrollo, en los cuales hoy estamos extraordinariamente atrasados.
Quiero recordar que en Chile la inversión en ciencia y tecnología sigue siendo muy baja, inferior al uno por ciento del Producto, y con una contribución muy pequeña del sector privado. Si no somos capaces de aumentar la inversión en ciencia y tecnología para intervenir en forma activa en este Programa con la Unión Europea, creo que difícilmente podremos enfrentar el desarrollo y este Tratado.
Lo mismo ocurre en lo relativo a las patentes industriales, a la propiedad intelectual y a las patentes de inversión, donde nuestra participación, tanto a nivel interno cuanto internacional, es extraordinariamente pequeña, como consecuencia del bajísimo nivel en inversión en ciencia y tecnología que ha tenido el país.
Las tareas que conlleva el Acuerdo.
Debemos dejar en claro que los beneficios no son automáticos. El Acuerdo es un instrumento que no sirve de nada si no aprovechamos las oportunidades que nos brinda.
Esto significa que tenemos tareas que enfrentar. Primero, todos los sectores productivos deben revisar sus niveles de calidad, y tener en cuenta las exigencias y la extrema competitividad de los mercados. Y, segundo, el Estado tiene que readecuar las políticas públicas de fomento productivo y exportador, persistiendo en el esfuerzo de coordinación público-privado, para beneficiarnos de las ventajas comerciales y de inversión que genera este Tratado. Y en esto respaldo absolutamente lo planteado por el Senador Valdés respecto a la creación de una instancia de control y seguimiento del Acuerdo y de todo lo que él involucra con la Unión Europea.
En lo personal, considero que lo más importante es que este Tratado deja en evidencia que podemos soñar en grande y que los sueños se pueden hacer realidad.
No deja de ser paradójico que vayamos a ser socios de la principal comunidad de países del mundo, cuando aquí vivimos en medio de depresiones, pensando siempre que vamos a perder y rememorando sólo los triunfos morales.
Resulta curioso constatar que las grandes potencias mundiales reconocen nuestros méritos y desean ser socios de Chile, mientras acá nos movemos en medio de la desconfianza, del pesimismo y de la sospecha.
Lograr acuerdos de esta naturaleza es un ejemplo de lo que podemos conseguir cuando actuamos con unidad, consistencia y perseverancia en el tiempo.
Por eso, mi llamado hoy día es a sacudirnos del pesimismo, a querernos un poco más, reconociendo nuestras fortalezas y confiando en nosotros. Chile tiene una economía sana y estable, y gente valiosa y emprendedora.
Nos ganamos el derecho a competir en las ligas mayores. Lo conseguimos con responsabilidad, con talento y con la dignidad de un país pequeño que nunca pidió nada gratis, sino que sólo se le diera la oportunidad de comerciar en igualdad de condiciones.
No podemos desperdiciar esta oportunidad. El escenario favorable está. Es el momento de empezar a trabajar para utilizarlo de la mejor forma en nuestro desarrollo.
Adhiero también, señor Presidente , a las felicitaciones para todo el equipo negociador, encabezado por la señora Ministra , el cual por lo demás ha sido esencialmente el mismo que trabajó prácticamente en los últimos diez años y que negoció el acuerdo con el MERCOSUR, los tratados con los Estados Unidos y con Corea y diversos instrumentos para el desarrollo del país en el mundo global.
Por lo tanto, junto con participar de esta alegría, doy mi aprobación al proyecto de acuerdo.
Voto que sí.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente , prestigia a esta Corporación el trabajo de la Comisión Especial dirigida por el Senador Gabriel Valdés; y, por supuesto, nadie puede dejar de sumarse al reconocimiento a la señora Ministra de Relaciones Exteriores y al equipo negociador.
Señalo lo anterior, porque creo que cuando uno trabaja estos temas con una visión de país, de Estado -como es y debe ser este tipo de enfoques-, no cabe la menor duda de que debemos hacerlo con altura de miras, la cual jamás ha dejado de estar presente en la Cámara Alta.
Señor Presidente , el país ha hecho un largo camino durante más de treinta años para alcanzar hoy día lo que efectivamente se empieza a cosechar.
Creo que -ésta es una verdad histórica- de no mediar la apertura que experimentó el país en las décadas de los 70 y 80, no habrían sido posibles los resultados que hoy exhibimos.
Y lo anterior hay que decirlo con claridad, sin achicarnos ni empequeñecer a nadie. Porque la perseverancia en la línea de conducta de los países es la única manera de prestigiarlos y que sean serios frente a la comunidad internacional.
Chile no nace en un año determinado, como aquí se señaló, sino que por el esfuerzo conjunto de los sectores público y privado. No es extraño afirmar que éste es un camino sin regreso, porque en una economía libre ello es posible por el rol de la iniciativa privada.
A mi juicio, tenemos ante nosotros una tremenda oportunidad. Y lo digo en sentido constructivo, positivo. Tal desafío -porque una oportunidad también implica un desafío- significa que debemos estar conscientes de que en nuestras manos se encuentra la posibilidad de hacerlo positivo o negativo.
Lo señalamos en la Comisión Especial y lo reiteramos ahora: tenemos frente a nosotros, por una parte, un Tratado fruto de una negociación que califico de exitosa. Sin embargo, la administración de este nuevo escenario está en las manos de quienes integramos el Senado, así como también de los sectores público y privado del país. Porque no cabe la menor duda de que si no convertimos dicho escenario en un instrumento de aplicación correcta en la administración del Tratado, el día de mañana podríamos lamentarlo. Obviamente, no estoy augurándolo; pero si no somos capaces de adecuar nuestra institucionalidad pública y privada, no cabe la menor duda de que frente a estos escenarios cambia completamente la perspectiva y las condiciones en que nos debemos desarrollar.
Lo dijimos: es obvio que se requiere crear una nueva institucionalidad basada en las experiencias de los últimos 30 ó 40 años. Y debemos pensar que los países desarrollados constituyen grandes oportunidades, pero, al mismo tiempo son importantes protectores de algunas áreas. Y los proteccionismos a los que estamos casi acostumbrados son un desafío para superarlos y construir infraestructuras y políticas capaces de proyectarse con fuerza.
Debemos ser coherentes no sólo en la administración y en la infraestructura, tanto privada como pública, sino también en las políticas que el Estado y nosotros apliquemos en nuestra economía. Si no somos capaces de hacer reformas verdaderas y eficientes en el plano de la educación, la capacitación y la salud, tampoco superaremos los problemas del desarrollo de los próximos años.
Es necesario tener claro que las políticas económicas y sociales necesitan ser coherentes con el modelo de economía social de mercado; porque, si vamos a seguir en la aplicación de políticas inflexibles en materias laborales, es obvio que quedaremos en una posición de desmedro frente a los países que no las practican.
No podemos seguir interviniendo en el área del dólar, pues si tenemos un tipo de cambio libre, al igual que otras naciones, evidentamente tendremos mejores posibilidades con un tipo de cambio real alto que permita transformarnos en buenos exportadores.
Debemos ser lo suficientemente capaces de que las políticas respecto de la pequeña y mediana empresa sean factibles y dirigidas con oportunidad. Me refiero, por ejemplo, al reintegro de exportaciones. En la actualidad, algunos instrumentos simplemente no se están aplicando en la práctica, porque de una manera u otra no están al servicio de la pequeña y mediana industria.
Tenemos que entender que si queremos competir -lo hemos dicho muchas veces-, incluso con las tesorerías de otras naciones, en los servicios financieros debemos ser capaces de ofrecer a nuestros empresarios las mismas tasas de interés que los países desarrollados. Porque no cabe la menor duda de que si son diferentes, perderemos competitividad.
Definitivamente, debemos convertir a nuestro país de exportador de materias primas en exportador de productos con valor agregado. Y ése es el gran desafío: cómo vencer esa "línea Maginot " que han colocado algunas naciones desarrolladas en defensa de sus sectores. Porque es indudable que si podemos competir en igualdad de condiciones -lo hemos demostrado en el pasado-, lo vamos a conseguir.
En la Comisión Especial formulamos muchas observaciones, que están consignadas en el informe. Simplemente quiero poner de relieve algunos puntos que me parece fundamental tener presentes.
Desde luego, espero que lo ocurrido en años pasados con el MERCOSUR, no tenga en este Tratado con la Unión Europea efectos nocivos y desgastadores en nuestra producción. Porque si realmente hubo un acuerdo mal concebido, fue precisamente aquél. Y con esto no descalifico nuestras relaciones bilaterales con los países del Cono Sur.
Debemos superar esa situación negativa y proyectarla mediante políticas reales. Necesitamos efectivamente planes de fomento para los sectores menos favorecidos con tales instrumentos. Al respecto, las opiniones dadas por los distintos sectores representados transversalmente en el Senado merecen consideración.
Los países desarrollados aplican procedimientos muy peculiares para afirmar sus estrategias de desarrollo. Desde luego, en Europa existe el sistema de cuotas, el cual, a mi juicio, conspira en contra del libre comercio, porque es indudable que lo entraba. Y al respecto fuimos pertinaces -aquí se ha reconocido- en defender la administración de cuotas en favor de los exportadores chilenos y no de los europeos. Porque, en definitiva, así ocurre en las economías planificadas. Y en esto se debe reconocer que, cuando se planteó el tema, el Gobierno, a través de la Cancillería, tomó medidas inmediatas. Sobre el particular, deseo destacar la labor de los negociadores señores Osvaldo Rosales y Carlos Furche , aquí presentes. Ésa es la manera de trabajar. No se trata de quién levantó primero la voz para decir esto, sino saber cómo resolver los problemas.
Otro tema importante es el relativo a la cláusula de emergencia agrícola, a cuyo respecto invito a los señores Parlamentarios a echar un vistazo en el contexto del Tratado.
El artículo 73 introduce la expresión "cláusula de emergencia" para los productos agrícolas y los productos agrícolas transformados. La define en términos de que "si un producto originario de una Parte se importa en la otra Parte en cantidades o en condiciones que causen o amenacen con causar un perjuicio o perturbación importante en los mercados de productos similares o directamente competitivos de la otra Parte, esta última podrá adoptar las medidas apropiadas en las condiciones y con arreglo a los procedimientos establecidos en este artículo.".
Éste es un tema no menor, porque, indiscutiblemente, en la medida que seamos capaces de superar nuestras propias limitaciones y lleguemos con más productos a los mercados de los países desarrollados, nos encontraremos con que es posible que ello ocurra. Sin embargo, constituye un avance el que se pueda plantear la consulta previa antes de adoptar medidas de emergencia.
Y así podría referirme a muchas de las disposiciones que hemos planteado.
La situación del sector pesquero no es menor. Se ha invertido valioso tiempo -que merece el tema- en concretar el acuerdo que efectivamente está consignado en el informe de la Comisión, con el objeto de que el Ministerio de Relaciones Exteriores, conforme al compromiso adoptado, formule -no entregue, sino formule- una declaración interpretativa de la materia. Dicho compromiso fue adoptado en la Sala y en la Comisión. Y esperamos que se cumpla, pues, en tal condición, hemos manifestado estar dispuestos a aprobar el proyecto de acuerdo.
No voy a entrar al detalle del asunto, ya que ello -reitero- se halla consignado en el informe.
También se ha hablado de la pequeña y mediana empresa. En mi opinión, estimo fundamental que incluso se considere la posibilidad de tener una estructura ministerial a favor de las PYME, porque no cabe la menor duda de que en ellas descansa la posibilidad de que hagamos exitoso este Tratado y los otros que vengan después.
Estimo importante respaldar a la pequeña y mediana empresa. Para eso están los mecanismos de cooperación a que se refería la señora Ministra . Es esencial que aprovechemos la experiencia del norte de Italia o la de Alemania o la de Francia.
Señor Presidente , considero trascendental referirme también al tema político que involucra el Convenio.
Bien se ha dicho aquí que el ámbito político incluye una cooperación parlamentaria de primer nivel. En Estrasburgo, el Senado y la Cámara de Diputados de nuestro país lograron que en el reglamento que regulará el funcionamiento de las comisiones de los Parlamentos Europeo y chileno se establezcan normas efectivas para que nuestros planteamientos sean escuchados, incluso por las comisiones permanentes de aquél. Ello es una garantía, porque no cabe la menor duda de que, en la medida en que seamos capaces de manifestar lo que corresponde en justicia y equidad, la otra parte no lo recibirá con oídos sordos.
También quiero destacar aspectos que señalaron otros señores Senadores. Desagraciadamente el Honorable señor Larraín , por una razón muy justificada, no está presente en la Sala. Sin embargo, en la Comisión hizo un trabajo pormenorizado respecto de varios temas: la situación agrícola, el problema de las marcas, de la propiedad industrial, y es fundamental tenerlos en consideración a la hora de aplicar el Tratado.
Por último, señor Presidente , anticipo que votaré favorablemente el proyecto de acuerdo, porque es una oportunidad que Chile tiene para expresarse efectivamente de acuerdo con las condiciones que hemos planteado, mirando hacia el futuro y como país.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
En verdad, con las exposiciones muy completas del Presidente de la Comisión Especial y de la señora Ministra , está prácticamente todo dicho. Sin embargo, deseo intervenir para enfatizar algunas cosas.
El primer punto que quiero plantear dice relación a la forma como tiende a mirarse los acuerdos comerciales. Se adopta una cierta reticencia, un temor, una actitud más bien defensiva frente a estos instrumentos.
En el contexto de la multifacética globalización en que vivimos, no cabe duda de que, para un país pequeño como el nuestro de 15 millones de habitantes -que pertenece a lo que llamaría la "clase media modesta de las naciones"-, la apertura al exterior, la integración a la economía mundial es una necesidad absolutamente indispensable.
Hace más de 40 años, don Jorge Ahumada , uno de los más distinguidos economistas del país, dijo: "Exportar o morir". Pasaron más de 2 décadas antes de que esa visión se hiciera realidad. Y ciertamente, hoy es más válida que nunca.
Para materializar la inserción en la economía mundial existen tres instrumentos básicos de política:
Uno es la apertura unilateral, que Chile practicó y, en este sentido, durante varios años hizo contribuciones significativas, pero que hoy está prácticamente agotada.
El segundo se refiere a las negociaciones multilaterales a nivel de la OMC, instrumento absolutamente necesario, pero que inevitablemente, como abarca el mundo entero y los grandes bloques, es lento y sus progresos sólo se ven luego de décadas.
Y el tercero apunta justamente a la firma de acuerdos comerciales, sean éstos bilaterales, subregionales, regionales, etcétera.
En este último terreno, nuestro país -y aquí aprovecho de sumarme a las calurosas felicitaciones al extraordinario equipo negociador de Chile- ha logrado, sin incurrir en grandes costos en materia de desviación de comercio, compaginar y configurar un conjunto de tratados de primera magnitud que incluye nada menos que a la Unión Europea hoy y a los Estados Unidos, presumiblemente en marzo próximo; o sea, las dos mayores potencias económicas del mundo.
El solo hecho de firmar un acuerdo con un bloque como la Unión Europea y, posteriormente, con el País del Norte implica, por sí mismo, variar favorablemente la valoración que se hace de Chile; mejorar aún más su muy buena evaluación de riesgo, y estimular las inversiones. Creo que puede darle sentido más concreto, a tres o cuatro años plazo, a la ley de plataforma de inversiones que el Congreso aprobó hace poco, al permitir generar desde Chile inversiones no sólo hacia América Latina, sino también hacia la Unión Europea, Estados Unidos o Corea, en su caso.
Este punto es básico, por lo cual mi conclusión es que los tratados de comercio son instrumentos legítimos y necesarios para cualquier política exterior en un país como el nuestro.
El segundo punto que deseo enfatizar ya se ha señalado reiteradamente.
El mérito particular del Convenio con la Unión Europea radica en que es más que un tratado de libre comercio. El diálogo político que se institucionaliza en el Consejo de Asociación tiene una importancia no menor para nosotros, que es marginal, desde el punto de vista del contexto de influencia mundial. La circunstancia de que se institucionalice una entidad de este tipo, en la que se sentarán a la misma mesa el Presidente de la Comisión Europea, la Canciller de Chile y gente de alto nivel tanto del bloque de la Unión Europea como de nuestro país, implica gozar de una influencia un tanto mayor que la marginal que normalmente tenemos en los asuntos internacionales en general y también en relación con, por ejemplo, las ruedas de negociaciones multilaterales acordadas por la Organización Mundial de Comercio.
De manera que el que exista este vehículo de comunicación político nos otorga un gran valor potencial.
Además, sin perjuicio de que hay mecanismos específicos de solución de controversias, el diálogo político puede ayudar a prevenir, resolver o mejorar las condiciones a futuro del Tratado que estamos votando.
El tercer punto trata de la cooperación. Se ha hablado ya con bastante detalle sobre la materia.
Es muy importante señalar la trascendencia que reviste el capítulo de la cooperación, si lo aprovechamos bien. Porque los temas que abarca son muy variados, prácticamente todos los de importancia futura para nuestro país: educación, innovación, las PYME, la agricultura tradicional. En todos ellos es viable utilizar la cooperación con la Unión Europea, recurriendo -como se ha enfatizado- a los programas a que normalmente sólo acceden los Estados miembros de aquélla.
De modo que este instrumento nos puede ayudar justamente en el diseño y desarrollo de las políticas de Estado -que con toda razón se señalan acá como indispensables- si queremos que las oportunidades que el Tratado ofrece, que no son más que eso: oportunidades, puedan convertirse en realidades futuras. Y que el propio Convenio con la Unión Europea tenga un instrumento que puede ser útil a ese fin, me parece un logro excepcional.
En seguida, quiero enfatizar algunos aspectos del acuerdo comercial.
Ante todo, el Convenio abre espacio -como en su momento lo hará también el Tratado con Estados Unidos- a la diversificación de la producción, para que no sigamos condenados a continuar produciendo y exportando más de lo mismo. Y aquí entro al punto de la desgravación industrial que, a mi juicio, es capital.
El hecho de que en un plazo de diez años la totalidad de la actual o potencial producción industrial chilena quede libre de escalonamiento arancelario, que hoy hace imposible la entrada de la gran mayoría de nuestros productos industriales a la Unión Europea, resulta en extremo importante. Ésta es una de las cosas que valoramos, pues desde ahora se podrán exportar, por ejemplo, fertilizantes, muebles, sal, textiles, calzado, etcétera. No proseguiré enumerándolos porque ya está todo dicho.
Por otro lado, en materia agrícola, el punto básico que se ha señalado y que me limitaré a reiterar, es que ningún producto quedará en condición desmejorada respecto de la situación existente. Todos mejorarán en mayor o menor grado, a largo o a corto plazo. En consecuencia, no hay amenaza alguna para la agricultura proveniente del Acuerdo con la Unión Europea. Todo lo contrario. Las exportaciones, tanto a raíz de la desgravación como por efecto de las cuotas -algunas modestas, otras mejores-, teniendo en cuenta la dinámica de las cosas y esta asociación de cooperación y diálogo político, probablemente tenderán a aumentar más de lo establecido en aquél. Y en la medida en que se produzcan acuerdos entre los grandes bloques en la negociación multilateral, lógicamente nosotros, con las cuotas ya instaladas, estaremos en mejores condiciones que otros países para acceder en el futuro a un mayor grado de liberalización.
Por consiguiente, las cuotas, por pequeñas que algunas sean, son potencialmente importantes. Si a ello añadimos el hecho de que se respetan las bandas de precios, que hay casos particulares de beneficios evidentes, como el del vino (pese al problema de las marcas, pero en el que se reconocen, por ejemplo, las prácticas enológicas) y otros, y en forma adicional el tema de la certeza jurídica, que se ha planteado acá, concluiremos que estamos en presencia de elementos extremadamente positivos.
Por lo tanto, deseo recalcar que lo que lo que ocurre con la agricultura no es un problema de compensaciones. Aquí no hay nada que compensar. El problema es la falta de una política de Estado que Chile tendría que implementar de todos modos, aunque no hubiera convenio con la Unión Europea, para colocar a la agricultura tradicional sobre sus propios pies por la vía de la reconversión, de los aumentos de competitividad y productividad, etcétera. Esos puntos constituyen desafíos para nuestra política interna, que se ponen más claramente de relieve por el hecho de firmar acuerdos comerciales como éste.
Otro aspecto que merece destacarse es el relativo al establecimiento de un mecanismo de solución de controversias muy claro, ajustado a Derecho, con consultas y, finalmente, en la eventualidad de no llegarse a acuerdo, con designación de árbitros y un panel, en la forma acostumbrada en Derecho Internacional, que da plenas garantías de objetividad en la resolución. Este mecanismo reduce -ojalá significativamente- las desigualdades de poder existentes entre el gigante que es la Unión Europea y la pequeña nación que es Chile.
Por eso estimo que este aspecto reviste especial trascendencia.
Otro punto no despreciable -creo que no se ha mencionado esta tarde- es el relativo a la inclusión de la apertura de los respectivos mercados para los efectos de las compras públicas, que en todos los países son un elemento de extraordinaria relevancia por el volumen de las transacciones. Esto abre también para nuestro país algunas perspectivas muy interesantes.
En síntesis, este Acuerdo y también el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que veremos a partir de marzo, nos ayudan a pensar en grande. Alguna vez soñamos con que a fines de siglo o hacia el año 2010 seríamos un país desarrollado. Eso no ocurrirá. Sin embargo, creo que si se dictan políticas internas favorables al desenvolvimiento económico en el mundo contemporáneo, lo que implica consistencia en las políticas macro y microeconómicas y diversas otras condiciones, estos instrumentos internacionales constituirán un incentivo, un aguijón para empujarnos a aprovecharlos y, de esta manera, enfrentar el futuro en mejores condiciones. Eso abarca todo: la educación, la innovación. Y en este Convenio las PYME tienen un capítulo especial en la parte relativa a cooperación.
Por las razones expuestas, insisto en que el Tratado de Asociación con la Unión Europea reviste enorme valor.
Por último, quiero hacer una referencia específica a un aspecto del problema de la pesca, por cuanto discrepo de lo propuesto sobre la materia. Aclaro que esto no tiene que ver con el cuerpo del Acuerdo, sino con la nota que, como indicó hace poco el Senador señor Romero , la Comisión acordó pedir a la Cancillería que se formule -ciertamente, el término está bien usado- en el momento en que...
El señor VALDÉS .-
¿Me concede una interrupción, Honorable colega?
El señor BOENINGER.-
Quisiera terminar con el punto.
El señor VALDÉS .-
Es sobre lo mismo.
El señor BOENINGER.-
Prefiero explicarlo antes.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , pido una interrupción previa a esa explicación.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
El Honorable señor Boeninger está con el uso de la palabra.
El señor VALDÉS .-
¿Me permite una interrupción, señor Senador ?
El señor BOENINGER.-
Bien.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , éste es un tema muy delicado y lo analizamos extensamente en la Comisión. Estamos votando el Acuerdo y la posición de Chile a ese respecto es clara. No obstante, con relación a la nota aludida, si el asunto a que se refiere puede ser contestado por otros países, tengo aprensiones en cuanto a que aparezca en el debate público que en esta materia hay desacuerdo.
No tengo inconveniente en discutir el problema en forma reservada, como hicimos varias veces en la Comisión.
Es lo que pido, señor Presidente.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Recupera la palabra el Honorable señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , justamente por las razones que da el Senador señor Valdés , deseo expresar un parecer discrepante de la recomendación hecha por la Comisión.
¿Se trata simplemente de una opinión o de una sugerencia? El que decide eso finalmente es el Gobierno. Reconozco que la opinión mayoritaria o unánime de la Comisión Especial tiene gran peso. Pero, a mi modo de ver, el hecho objetivo es el siguiente.
Con relación a las reglas de origen de la pesca hay dos teorías: la de la bandera y la del Estado ribereño. El artículo 4º, con lo incluido en la nota al pie, quedó redactado de manera que no se consideró suficientemente clara. En vista de ello, se firmó una declaración conjunta de la Unión Europea y el Gobierno de Chile donde nítidamente queda establecido el reconocimiento y aceptación de los derechos soberanos de los Estados ribereños para los efectos de explorar, etcétera.
La declaración unilateral que se propone reafirma exactamente en los mismos términos lo señalado en la declaración conjunta.
Mi preocupación es que si existe una cosa clara, el que un país se sienta obligado a hacer una declaración unilateral puede generar dudas respecto de que si efectivamente es tan clara como parece. Además, es posible que induzca a otros Estados -cada uno de los cuales tiene sus propias áreas de intereses- a hacer también declaraciones unilaterales.
Muchas gracias.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
¿Cómo vota Su Señoría?
El señor BOENINGER.-
Voto que sí.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , formé parte de la Comisión Especial que el Senado constituyó para analizar el Tratado. Allí intervine en distintas oportunidades y formulé diversas preguntas, las cuales se me contestaron por escrito, en un texto que tengo en mi poder. Por lo tanto, estoy en condiciones de fundar las reflexiones y opiniones que expondré esta tarde.
El Acuerdo con la Unión Europea presupone que Chile va a transformar su agricultura en el curso de los próximos años. Quien haya estudiado las condiciones y los detalles de dicho instrumento no podrá sino concordar con la afirmación que estoy haciendo. Si ésa es la realidad con que deberemos enfrentarnos, es bueno saber en qué situación vamos a realizar el esfuerzo para transformar nuestra agricultura.
En la Región que represento y en otros sectores donde a veces me toca recoger la opinión de la gente, éste y otros Tratados son vistos con indiferencia -y en algunos casos, con temor- por la mayoría de la población, en particular, por quienes viven y trabajan en el sector agrícola, y muy especialmente por los pequeños agricultores. Ello, básicamente porque, cuando se hace la pregunta obvia "¿Cómo me beneficio en el corto o en el mediano plazo?", la respuesta es clara: no habrá beneficios para ellos en el corto plazo.
Surge, entonces, de manera latente la imagen -incluso, puede ser equivocada; pero es la imagen que existe- de que los acuerdos regionales -por ejemplo, el del MERCOSUR y los vinculados a rebajas de aranceles y otras medidas que se han tomado- tuvieron y siguen teniendo efectos negativos para diversos rubros: cereales, azúcar, aceite, carnes y lácteos.
Ciertamente Chile, a través de los Gobiernos de la Concertación, adoptó el camino de la plena inserción internacional para lograr mayores niveles de desarrollo en nuestra sociedad. La apertura de su economía ha sido el eje de esta estrategia. Así, ha suscrito diversos instrumentos internacionales tendientes a alcanzar el libre comercio para los bienes que exporta. Por eso, ha firmado acuerdos de complementación económica, en el marco de la ALADI, con prácticamente todos los países de la región; tratados de libre comercio con Canadá y México. Ahora, éste, de Asociación con la Unión Europea. Además -como escuchamos-, finalizaron las negociaciones para la suscripción de un tratado de libre comercio con Corea, y asimismo, se acordó un instrumento de esta índole con Estados Unidos.
Esa estrategia difícilmente puede tener vuelta atrás.
En tal contexto, los chilenos no hemos hecho una reflexión estratégica que hoy es absolutamente necesaria, imperiosa: ¿Cuál es el papel que cabe a nuestra agricultura -de clima templado y en el hemisferio sur- en este mundo globalizado, competitivo y lleno de subsidios? ¿Qué agricultura queremos y con quiénes pretendemos que se desarrolle? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo? ¿O es sólo el mercado el llamado a resolver?
Este debate resurge hoy con fuerza a la luz de la difícil situación del sector agrícola y rural de nuestro país, que pareciera no ser de la preocupación de la sociedad en general y de las autoridades en particular. Al mismo tiempo, resurge a propósito del análisis del Acuerdo de Asociación que hoy día nos convoca, y muy en particular en algunas zonas del país, a raíz del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
En el caso de la Unión Europea, podemos observar cómo tiene ya definida, e incluso, cada cierto tiempo, sometida a revisión, su política agraria común; y más aún, cómo a través de ésta utiliza los diferentes instrumentos con que cuenta (subsidios a la producción y a la exportación) para defender su agricultura y preservar su ruralidad. En Chile, por el contrario, la situación es diferente, pues no existe una política agraria explícita y duradera, ni mucho menos instrumentos que sirvan para real ayuda, protección y mantención respecto de la pequeña y la mediana agricultura.
Vamos por parte.
La agricultura chilena tiene al menos dos grandes problemas. Primero, una baja rentabilidad, casi generalizada, que se explica por la crisis económica; por las imperfecciones de los mercados externos e internos; por los subsidios en los países desarrollados, que presionan a la baja de los precios internacionales. Y segundo, una creciente incertidumbre, explicada en parte por la importante y progresiva apertura de nuestra economía y por la falta de políticas públicas apropiadas y consistentes destinadas a hacer frente a la globalización, la apertura, la competencia desleal y los requerimientos de más capital, investigación e innovación, tecnología; en general, de mayor inversión en el sector para llevar a cabo las transformaciones necesarias.
No estamos, señor Presidente , por el proteccionismo. Estamos por la defensa de sectores productivos eficientes y rentables; por el desarrollo de nuevos rubros y mercados; por la incorporación de nuevos agricultores -ojalá jóvenes- dispuestos a asumir el desafío de una agricultura moderna en Chile. Pero para ello precisamos contar con políticas públicas coherentes, que favorezcan al conjunto del sector y sean inclusivas del desarrollo y no excluyentes de él. Hoy, no las tenemos.
No podemos competir con los miles de millones de dólares en subsidios de los países desarrollados. Y si no tenemos alternativas para otra cosa, ¿qué hacemos? Algunos señalan que los subsidios, al ser permanentes, favorecen a los consumidores chilenos. Pero llamo la atención en el sentido de que, para ser consumidor, antes hay que ser trabajador y tener un ingreso.
Se ha dicho en este debate que el de Asociación con la Unión Europea sería el mejor acuerdo hasta ahora negociado para nuestra agricultura. Con el tiempo veremos si lo que está en el papel se hace realidad. Es un Tratado que da seguridad jurídica a los intercambios, se percibe como equilibrado y reconoce los instrumentos de políticas agrarias que Chile utiliza, como son las bandas de precios, las salvaguardias, los derechos antidumping y compensatorios y todas las transferencias para mejorar la productividad de los factores.
Este Convenio, como ningún otro, trae consigo -como aquí se ha dicho- dos importantes componentes: el diálogo político y la cooperación. Con la Unión Europea podríamos desarrollar un diálogo político estratégico sobre nuestro desenvolvimiento agrícola al más alto nivel y, al mismo tiempo, llevar a cabo un amplísimo programa de cooperación para la transformación y modernización del sector agropecuario, contando para ello con la experiencia, la tecnología y los recursos que la Unión Europea puede colocar a disposición.
Hoy no vemos cómo la institucionalidad pública sectorial sería capaz de sacar provecho de las oportunidades que se ofrecen. No lo visualizamos.
De los análisis conocidos se desprende que el impacto para el sector sería un aumento de 450 millones de dólares en los próximos diez años y del orden de 16 mil empleos directos equivalentes, aunque especialistas de aquél señalan que, debido al cambio tecnológico que se producirá, el efecto sobre la ocupación podría ser el contrario.
Lo que hemos preguntado a la autoridad competente es muy simple: ¿Cuánto de lo que Chile exporte a la Unión Europea será originario de la pequeña y mediana agriculturas? ¿Cuánto pollo, pavo, carne de cerdo y bovina exportarán éstas? ¿Cuánto vino, queso, frutas frescas, etcétera, serán exportados por esos sectores? Como están las cosas hoy día, pensamos que serán muy pocos los favorecidos.
En las condiciones en que se desenvuelve actualmente la agricultura nacional, este Acuerdo y los que puedan venir acrecentarán la brecha existente entre la agricultura de exportación y la dedicada a los mercados nacionales, entre miles de agricultores y unas cuantas empresas agropecuarias que tienen mayores recursos económicos y acceso al capital, a la tecnología y a los mercados.
¿Qué pasará con las 270 mil explotaciones agropecuarias familiares de la pequeña agricultura chilena?
Hay que tener presente que el 85 por ciento de las propiedades agrícolas en Chile son de tamaño inferior a 50 hectáreas y representan una enorme riqueza cultural, social, territorial y ambiental de nuestro país.
¿Volvemos a discutir en Chile acerca de viables e inviables? ¿Los inviables se van del campo a la ciudad a hacer qué? ¿Se vaciarán los campos para dar paso a empresas de gran escala, muchas de ellas extranjeras, dedicadas a la exportación? ¿Es eso lo que estamos buscando?
Hoy en el campo chileno ocurre una transformación silenciosa, producida precisamente por la fuerza del mercado, donde están cambiando el uso del suelo y sus cultivos, los agricultores, el paisaje, las poblaciones, y dividiendo el país entre empresarios dedicados a la agroexportación y agricultores sin mayores opciones productivas, llamados "tradicionales". Chile se vuelve a dividir como en la Independencia: de Maule al norte y de Itata al sur. Así está dividida hoy nuestra agricultura. Y el quiebre de la Sociedad Nacional de Agricultura en días pasados refleja lo que estoy diciendo.
Si no se implementan políticas públicas claras, coherentes y con los medios apropiados para integrar a todos los sectores al proceso de desarrollo, los acuerdos con la Unión Europea y con otros bloques y países serán lapidarios para miles de agricultores chilenos.
Algunos observan en la defensa de la agricultura nacional una visión romántica y bucólica. ¡No entienden! ¡No se dan cuenta de que existe un error estratégico! El problema agrícola tiene implicancias sociales, económicas, políticas y medioambientales, en el sentido de lo que significa territorio y población, de la unidad política de nuestro territorio, de la unidad social y de nuestra integración como nación.
Por todos los aspectos antes mencionados, y con el objetivo de evitar un descalabro previsible, vamos a requerir del Gobierno que presente un plan estratégico para ese sector, más allá de lo que el señor Ministro de Agricultura ha dicho sobre la política de Estado, ya que ésta debe contar con una estrategia transformadora; con programas, proyectos, objetivos, metas y plazos, y con los recursos correspondientes, a fin de que no se siga como hasta ahora, en que se han difundido declaraciones de buenas intenciones, pero sin compromisos mensurables. ¡Y para qué hablar de la urgencia de una nueva institucionalidad en el sector!
Entonces, solicitaremos una estrategia coherente, para generar políticas y programas destinados a aminorar las asimetrías al nivel de la producción agropecuaria con los diversos países o bloques de países con los que se están concluyendo acuerdos de libre comercio, y por sobre todo, con el fin de hacer surgir opciones productivas para los diversos ecosistemas de nuestro territorio, dando así capacidad de sustentación a poblaciones rurales, de manera que puedan alcanzar mejores niveles en su calidad de vida.
Ese plan o programa es inmediato, y se requieren recursos para implementarlo.
Por lo tanto, deben considerarse al efecto, por lo menos, las siguientes tareas:
-Urgente modernización de la institucionalidad pública del sector silvoagropecuario;
-Mejoramiento significativo de los mecanismos de defensa en frontera;
-Perfeccionamiento de regulaciones en los mercados de productos donde claramente hay oligopolios;
-Establecimiento de un Fondo Nacional de Transformación Estructural de la Agricultura Chilena;
-Aprobación de una ley que promueva y fomente la asociatividad, capacitación, formación y profesionalización de los agricultores pequeños y medianos, y
-Restablecimiento, a nivel de Gobierno, de la Comisión Interministerial de Desarrollo Rural.
Para lograr una correcta utilización de los recursos y controlar su ejecución, proponemos crear una instancia de gestión especial, público-privada y parlamentaria, a fin de que realice un seguimiento cabal del cumplimiento de tales programas.
De no existir ese plan estratégico, aseguro al Senado que la migración campo-ciudad será aún mucho mayor e incrementará los cordones marginales de pobreza que se dan en torno a las ciudades cabeceras de Regiones y otras; la gestión medioambiental de las ciudades será todavía peor, y todo ello convertirá a nuestros campos, si no se revierte la situación, en fábricas agrícolas manejadas por gerentes preocupados de exportar a precios competitivos y proletarios que venden al mejor precio posible su mano de obra. En este esquema, las producciones pequeña y mediana no tendrían lugar.
Por tales razones, señor Presidente , termino mi intervención diciendo que voto a favor de este Tratado, pero dejando como testimonio lo que aquí he expresado, porque la agricultura chilena, con el instrumento internacional que estamos aprobando, requerirá más que nunca una urgente transformación.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , comienzo por manifestar mi satisfacción por la suscripción de este Acuerdo. Felicito el trabajo hecho por la señora Ministra y su equipo, y reconozco que es una tarea que viene realizándose desde el primer Gobierno de la Concertación.
Por la zona que represento, me limitaré a abordar un solo aspecto: la situación de la pesca. Ello, en función de que me parece indispensable dejar sentada la correcta interpretación del alcance del Convenio, sobre todo porque en "La Segunda" de hoy aparece una carta firmada por don Cristián Jara , Gerente General de la Sociedad Nacional de Pesca , donde pide que respecto a ese punto haya una declaración explícita, interpretativa -nueva, entiendo-, que debería debatirse en este Senado, lo que, a mi entender, sería improcedente.
Ante la imposibilidad de abordar la multiplicidad de temas que involucra un acuerdo de libre comercio, me referiré -insisto- al problema del sector pesquero, actividad esencial de nuestro país, especialmente en la Región del Biobío.
Considero necesario precisar con claridad los alcances del Tratado, sus consecuencias para el sector y los temas pendientes en la materia. El pesquero fue uno de los temas que motivaron mayor debate durante la negociación, al punto de retardar, incluso, la suscripción del Acuerdo en cierto momento.
Se buscó zanjar tres problemas principales, sobre los que deseo ahondar: en primer término, el del acceso a los recursos del mar (en concreto, la posibilidad de que naves europeas desarrollen actividades extractivas en aguas chilenas); en segundo lugar, el del uso de nuestros puertos por barcos de bandera extranjera que realizan labores más allá de las 200 millas, y por último, el de las denominadas "reglas de origen", aspecto técnico destinado a precisar cuáles son los productos que pueden gozar plenamente de los beneficios del Tratado.
Tocante al acceso, Chile reiteró su posición histórica en cuanto a reafirmar su soberanía en las 200 millas que constituyen su Zona Económica Exclusiva (recordemos que nuestro país fue uno de los impulsores de dicho concepto, plenamente reconocido en la Convención sobre Derechos del Mar). Por ello, el Acuerdo con la Unión Europea no pone en discusión o en entredicho nuestra jurisdicción ni nuestra soberanía en esa área.
Dicho con claridad, debe entenderse por completo descartado que ahora se abra la posibilidad de que naves de la Unión Europea accedan libremente a realizar actividades pesqueras extractivas en las 200 millas marinas. Cosa diversa -y susceptible de ocurrir al amparo de este Tratado- es que, sobre la base de la reciprocidad, inversionistas europeos puedan invertir en empresas pesqueras chilenas, llegando incluso a controlar el ciento por ciento de su propiedad y obteniendo así, por vía indirecta, la oportunidad de realizar actividades extractivas, pero dentro del marco regulatorio de nuestra legislación y de las normas administrativas de conservación.
De ese modo, en esta materia, el Convenio es inobjetable, aunque se flexibilizan las disposiciones sobre propiedad, como indiqué.
En cuanto al tema portuario, se señaló que fue descartado de la negociación y debe ser analizado en forma paralela por una comisión bilateral especial.
El asunto más delicado es el de las reglas de origen. Este punto resulta clave en la aplicación de cualquier tratado comercial, ya que determina los productos y las condiciones en que éstos se benefician con el Acuerdo.
Resurge de alguna manera, en este aspecto, la discusión ocurrida en relación al acceso, aunque con un carácter esencialmente técnico e instrumental. Así, al analizar la categoría de los productos "enteramente obtenidos" en Chile o en la Unión Europea, en su caso, y que gozan de una presunción en torno a su origen, se discute si éste se determina en forma absoluta por la bandera de la nave que realiza la captura o por el lugar donde se efectúa la pesca.
La primera posición fue sustentada por los negociadores de la Unión Europea. Nuestro país, por el contrario, se atuvo a la Convención sobre Derechos del Mar para sostener que el origen en el Estado ribereño prevalece sobre la bandera del barco que efectúa la pesca, en particular cuando ésta se desarrolla en la Zona Económica Exclusiva.
El Acuerdo, en su Anexo III, Parte 4, letra f), omite toda referencia al lugar de la captura como forma de zanjar el asunto. Sin embargo, se agrega a pie de página una nota en que las Partes reconocen sus derechos soberanos y excluyen de esa presunción a los productos que pudieran extraerse por naves de alguna de ellas en la Zona Económica Exclusiva de la otra.
De esta forma, el punto en discusión quedó definitivamente resuelto, reconociéndose la jurisdicción de ambas Partes sobre los recursos pesqueros de la Zona Económica Exclusiva.
Esa tesis debe ser respaldada plenamente por el Congreso, por cuanto significaría un avance para nuestro país al obtener de la Unión Europea un reconocimiento explícito de los derechos de soberanía que Chile reclama respecto de su Zona Económica Exclusiva, los cuales, según el artículo 56 de la Convención sobre el Derecho del Mar, comprenden la exploración, la explotación, la conservación y la administración de los recursos allí existentes.
Sobre la naturaleza jurídica de la Zona Económica Exclusiva, se ha discutido mucho en el ámbito del Derecho del Mar. En todo caso, ha quedado claro que la división clásica de los espacios marítimos entre alta mar, por una parte, y mar territorial, por otra, ha sido superada al introducirse aquel nuevo concepto.
Esto queda de manifiesto en el artículo 55 de la Convención sobre el Derecho del Mar, que atribuye un régimen jurídico específico a la Zona Económica Exclusiva, con lo cual se crea una institución sui géneris, que por un lado admite el libre tránsito, igual que el alta mar, pero que, por otro, es regulado en su explotación igual que el mar territorial. Es decir, se trata de una institución nueva. En este espacio el Estado ribereño no tiene soberanía plena, pero sí derechos soberanos y jurisdicción.
Por eso es importante que se reconozca la Zona Económica Exclusiva en la forma en que la establece el Derecho del Mar, con una naturaleza especial.
Respecto de los llamados "derechos residuales", es indudable que la interpretación que nosotros debiéramos darles, de acuerdo con la Convención sobre el Derecho del Mar, es que ellos se inclinan en favor del Estado ribereño y no del resto de los Estados, por cuanto es lo que corresponde a la interpretación clásica o doctrina tradicional del Estado de Chile.
Con posterioridad a la suscripción del Tratado surgieron dos documentos que merecen comentario especial, para evitar cualquier confusión. En primer lugar, a instancias del sector pesquero privado chileno, que ahora nuevamente insiste por la prensa, se elaboró una declaración conjunta, firmada el 18 de noviembre último, donde, en lo fundamental, se explicita que lo establecido en el Anexo III, Parte 4, debe ser entendido en el marco de la Convención sobre el Derecho del Mar.
Luego el sector privado, nuevamente, y algunos Parlamentarios solicitaron una nueva declaración al Gobierno, esta vez unilateral, que reitera lo señalado en torno a los derechos que asisten a nuestro país en el marco de la Convención sobre el Derecho del Mar, y precisa que lo acordado en el Anexo III, en cuanto a las normas de origen, es excepcional y no susceptible de extenderse con otros fines.
Estas declaraciones, a mi juicio, lejos de precisar conceptos y aclarar dudas, tal vez pueden generar mayor controversia, dando pábulo a que alguno de los Estados miembros de la Unión Europea interprete la nota al pie del Anexo III como un error que Chile se ha visto forzado a rectificar con las declaraciones aludidas, por lo cual no creo en absoluto conveniente que se efectúe una nueva declaración -como lo pide el señor Cristián Jara , de ZONAPESCA-, porque los intereses de Chile en materia pesquera están perfectamente resguardados en el texto del Tratado, y es nuestro interés, como nación, atenernos rigurosamente a su letra y espíritu.
Toda esta discusión me hace reiterar, en la Sala del Senado, lo expresado durante el debate del proyecto de ley que hace algunas semanas prorrogó el límite máximo de captura por armador como herramienta de administración de los recursos del mar, debido a la falta en nuestra legislación de un estatuto jurídico más sólido en ese ámbito.
A diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con el sector minero y con el derecho de aprovechamiento de aguas, que comparten con la pesca su condición de constituir un uso por particulares de bienes comunes a toda la nación, el marco constitucional y legal de esta última actividad no goza del mismo grado de certeza jurídica. Esto, porque la pesca, en nuestro ordenamiento, fue considerada básicamente como un homólogo de la caza y, por tanto, no como una actividad industrial suficientemente importante.
Mientras la Carta Fundamental no se ocupa puntualmente de la pesca, sí encontramos normas particulares referidas a ella en el Código Civil, a propósito de los bienes y su clasificación, mención que los propios estudiosos de dicha disciplina critican.
Por encima de las disposiciones de la ley chilena están las de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, ratificada por Chile e incorporada, en consecuencia, a nuestro ordenamiento jurídico desde 1997, según lo dispone la Constitución. Este texto respalda los derechos del Estado ribereño sobre los recursos hidrobiológicos existentes en la Zona Económica Exclusiva, haciendo referencia a las ya citadas facultades para la exploración, explotación, conservación y administración de dichos recursos.
Luego tenemos las normas del decreto ley Nº 2.442, de 1978, y las de la Ley de Pesca, con sus posteriores modificaciones.
En el plano de la legislación interna, estos conceptos nuevos han sido incorporados a través de sucesivas enmiendas al Código Civil.
Sin embargo, sigue pendiente el establecimiento en la Constitución de una disposición clara e inequívoca respecto de los derechos que nuestro país posee sobre los recursos del mar y, específicamente, un estatuto jurídico de ellos que supere la indeterminación y las diversas interpretaciones existentes acerca de la naturaleza y efectos de instituciones jurídicas tan elementales para la actividad, como la autorización o permiso de pesca y los derechos conferidos por la ley Nº 19. 713.
Espero que esta situación se pueda remediar a corto plazo.
En suma, cabe esperar que las dudas que pudieren surgir en torno a la interpretación del Acuerdo -particularmente en cuanto a las normas de origen y a los diversos textos que han pretendido esclarecer su alcance- no generen obstáculos a la aplicación de un tratado que, ciertamente, es muy beneficioso para el país y para todos sus sectores productivos, incluido el sector pesquero.
En caso de generarse controversias y éstas se refieran a las normas de origen, el instrumento en análisis contempla mecanismos de solución.
En cambio, si estuvieran en discusión otras materias relacionadas con la pesca -sobre todo, el ejercicio de la jurisdicción chilena sobre la Zona Económica Exclusiva, el tránsito no pacífico de naves comunitarias u otras que pudieran originarse con la puesta en marcha del Convenio-, ellas serán resueltas de acuerdo con las normas tradicionales del Derecho Internacional y, en particular, mediante la Convención sobre el Derecho del Mar y su Tribunal Internacional.
Por último, junto con reiterar la importancia que tiene este Acuerdo para nuestra nación, hago un llamado al sector pesquero en cuanto a que, en vez de provocar declaraciones alarmistas, que sólo pueden ser contraproducentes a los intereses permanentes de Chile, nos atengamos, en forma clara y rotunda, a lo establecido en el Tratado, tanto en su espíritu como en su letra, respecto al ejercicio de los derechos soberanos de nuestro país en la Zona Económica Exclusiva.
Voto que sí.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , deseo plantear tres reservas en cuanto al instrumento internacional en votación. A saber:
Primero, en nuestra política interna no se observa la existencia de un programa que lleve a la sociedad chilena a internalizar las posibilidades que abre este Convenio. Ella no se ha preparado para obtener los beneficios que se desprenden de su puesta en marcha.
Resulta, entonces, que el Tratado aparece desvinculado de una gran estrategia nacional de desarrollo que debería haberse ejecutado en paralelo con las conversaciones que lo concretaron.
Esa necesaria vinculación entre la conducción de las relaciones exteriores y la realidad interna se estima fundamental, pues la credibilidad y seriedad asociadas a la forma en que un Estado honra sus compromisos hacen que los otros lo aprecien como un socio serio y responsable, en la medida en que la comunidad internacional espera que con el tratado se logren los resultados esperados. Si la sociedad chilena no ha sido preparada, quedará la impresión de que se trata sólo de un mero accidente en la vida internacional del país y de la Unión Europea.
Con el anuncio de la firma, como es lógico, se generaron expectativas que refuerzan la confianza en la gestión del Ejecutivo , pero si con el correr del tiempo la sociedad en su conjunto no responde a ésta, el Tratado caerá en el descrédito y aquélla se perderá, con una gran desilusión en torno de los alcances y efectos del instrumento, y muchos se preguntarán para qué se suscribió si después ha sido letra muerta.
Por ello, hago presente la urgencia de plantear una estrategia general que acelere el desarrollo, modernice la estructura del Estado y libere las trabas legales, impositivas y educacionales que atrasan los beneficios que se esperan.
Segundo, en el mensaje del Ejecutivo se dice que hay ideales comunes entre Chile y la Unión Europea. Al respecto, deseo expresar claramente que mi opinión favorable no significa que esté de acuerdo y crea conveniente que el país sea parte de la Convención que creó el Tribunal Penal Internacional, como se expresa en el mensaje que, con la firma del Presidente , acompaña al Tratado.
Tercero, es necesario reafirmar la soberanía chilena sobre las 200 millas de la zona económica exclusiva, conforme a los términos con que se señala su ámbito en la Convención del Mar, en todos sus artículos, de la cual el país es parte.
La declaración con ese alcance, que es necesario efectuar porque integra el Derecho de los Tratados, se debe expresar aunque algún Estado de la Unión Europea haga cuestión de ello al momento de ratificar el Acuerdo. Lo que se solicita es con estricto apego a las prácticas legales reguladoras de las relaciones entre Estados, tanto para reafirmar nuestros derechos soberanos como para establecer que la norma escrita sobre el origen de los peces es excepcional, de carácter técnico y no puede constituir precedente. El no hacerlo so pretexto de que ella puede levantar una objeción en algunos de los Estados europeos firmantes es no asumir la defensa de los intereses chilenos con toda la energía y la fuerza que corresponde a un Gobierno que dice cautelar y vigilar que los intereses nacionales no sufran menoscabo, tal como ha sido la intención del Tratado.
En la historia de la Convención del Mar y de la lucha del país por imponer la tesis de las 200 millas queda en claro que esta última ha sido fundamental para el desarrollo y crecimiento de nuestra patria en el último medio siglo. Por lo tanto, todo lo que se diga sobre el tema es poco frente al hecho de que ella ha constituido una cuestión vital para la estrategia de desarrollo y crecimiento económico basada en la explotación de los recursos pesqueros del Pacífico Sur oriental. Sus alcances y definiciones deben ser defendidos por cualquier medio, aunque parezca redundante decirlo. La importancia estratégica para el desarrollo de un país marítimo como el nuestro y la búsqueda de nuevos espacios ricos en pesca definen a las 200 millas como de alto interés para las potencias europeas y, por lo tanto, son y serán demandadas cada vez más por ellas y por otros Estados.
Si no se hace ahora lo planteado, en el futuro se echará de menos el no haberlo manifestado oportunamente, lo que privará a las generaciones venideras de una riqueza que no habríamos sabido cautelar y proteger.
En esta oportunidad quiero recordar el compromiso asumido por el Ministro de Relaciones Exteriores subrogante, señor Barros -ello consta en la página 235 del informe de la Comisión Especial-, en cuanto a que la declaración interpretativa solicitada se entregará a la Unión Europea en el momento de la ratificación del instrumento que nos ocupa.
Voto que sí, sobre la base de que el Gobierno hará honor a su compromiso y cumplirá el acuerdo mencionado en el informe.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , me referiré a dos aspectos del Tratado: lo que significa para la educación, ciencia y tecnología, y, como Senador de una zona agrícola de cultivos tradicionales, aquellos de sus contenidos que me llevan a exponer algunos criterios.
Comienzo por hacer presente que en la Parte III se establece una importante modalidad de cooperación entre Chile y la Unión Europea, que, si bien es cierto nos significa un esfuerzo financiero, pero en todo caso menor que el aporte que entrega ese bloque de países, reviste una vital importancia -y ello se debe reforzar en el planteamiento- para nuestro desarrollo, como lo han reconocido señores Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra.
La cooperación, señor Presidente y Honorables colegas, incluye dos temas de especial relevancia para Chile. Aludo a la educación y al desarrollo científico y tecnológico. Ese concepto significa que la Unión Europea -y no es algo menor: es trascendental- lo reconoce como un país asociado, lo que le permite acceder a programas reservados a los Estados miembros, considerados caso por caso.
En lo relativo a educación y desarrollo cultural, Chile puede participar, por ejemplo, en el programa de largo plazo "Alban", que otorga becas para estudios de posgrado, el cual cuenta con un total de 113,5 millones de euros, de los cuales la Unión Europea aporta 88,5 millones. Y a ello pueden postular universidades, institutos y centros de formación especializados de nuestro país. Noventa por ciento de esos recursos se destinarán a estudiantes de posgrado y diez por ciento a la formación y adquisición de experiencia en Europa de jóvenes latinoamericanos. Para tales efectos, las universidades e institutos de la Región deberán suscribir convenios con sus homólogos europeos.
Otros programas en el ámbito de la cultura y la educación son "Media II", orientado al desarrollo y distribución de obras visuales, y "Sócrates", que apunta a la movilidad de estudiantes universitarios. Chile podrá presentar, a su vez, proyectos en las áreas prioritarias definidas por el Acuerdo, en la modalidad de la cooperación bilateral.
En ciencia y tecnología, nuestro país suscribió recientemente, en conformidad con el espíritu del texto en votación, un importante acuerdo específico de cooperación científica y tecnológica con la Unión Europea, lo que le permite participar en el Sexto Programa Marco de la Comunidad. En virtud de lo anterior, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) podrán intervenir en los consorcios de investigación que se crearán y conformar redes de excelencia.
Es evidente que dicha cooperación es fundamental para el desarrollo nacional, particularmente si proviene de los integrantes de la Unión Europea, que han logrado avances de gran trascendencia en esa área.
La participación de Chile se dará en proyectos integrados de investigación, lo que hará posible la demostración y difusión de resultados, la cooperación entre especialistas, el desarrollo de recursos humanos para la investigación y el desarrollo de infraestructura para realizarla. Esa cooperación le permitirá generar ciencia y tecnología propia, aumentar el número de investigadores y capacitarlos y participar en proyectos que no podría financiar con sus recursos.
Aquí se ha planteado, señor Presidente , el tema de la agricultura. Y hay razón para ello. Deseo recordar, por ejemplo, que el Convenio con Canadá incidió en la desaparición del cultivo de cebada en la Región que represento. Hoy no se destinan a ese efecto más que unas cuantas hectáreas.
Por la producción de Bolivia y el MERCOSUR, en esa misma Región se acabó el cultivo de raps, que proporcionaba una rotación esencial.
Y el MERCOSUR depreció los precios de la carne y generó una grave crisis en el sector lechero.
Es algo que debo señalar, porque fundamenta las aprensiones de varios Senadores que representan a esos sectores. Pero, ya que se hace referencia a la agricultura, no cabe confundir peras con manzanas. Porque la verdad es que el Acuerdo con la Comunidad Europea no implica para esa área de nuestra actividad económica los grandes riesgos que observo que lamentablemente todavía están presentes en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Quisiera destacar que, cuando entre en vigor el Convenio en análisis, 47 por ciento de los productos de la agricultura chilena ingresará a Europa con arancel cero. En ese porcentaje se incluye 85 por ciento de las exportaciones frutícolas, rubro en el cual, felizmente, ya se está incursionando en la zona que represento. Cuatro años más tarde, 89 por ciento de los productos agrícolas ingresará con arancel cero. A los diez años, el arancel será igual a cero para todas las exportaciones consideradas en el Acuerdo.
Chile se compromete a una desgravación temporalmente más espaciada de los productos de la Unión Europea, para así defender la producción agrícola nacional actualmente no competitiva.
Es importante tener presente -para que nadie se confunda ni equivoque- que la balanza comercial silvoagropecuaria con la Unión Europea es altamente favorable a Chile. En el año 2001 importamos en este rubro 102,4 millones de dólares; en cambio, exportamos productos por 1.071 millones de dólares.
Por otra parte, la mayoría de los productos agrícolas que ingresan a nuestro país de la Unión Europea no compite con los nacionales. Es decir, el Acuerdo no constituye una amenaza para la agricultura chilena; al contrario, le abre grandes perspectivas de exportación.
Es positivo que Chile haya logrado marginar del Acuerdo -y también quiero refrendarlo y subrayarlo- sus productos más sensibles, como la leche y, en general, los sujetos a bandas de precios, es decir el trigo, harina de trigo y azúcar. Asimismo, la desgravación será a largo plazo para aquéllos como el arroz y el maíz.
Entre otras ventajas, Presidente , se lograron importantes cuotas para la exportación de carnes blancas y rojas (¡buena noticia para mi zona!), la desgravación inmediata de uvas y manzanas, una cuota de la que no se disponía para el sector de productos lácteos, ventajas significativas para la exportación de vinos y licores, mejor acceso para los productos del mar y desgravación automática igual a cero para la madera y el papel.
Termino, señor Presidente , señalando que el Acuerdo nos obligará a evaluar nuestras instituciones y nuestras políticas públicas para hacerlas más correspondientes con los nuevos retos. Esto conduce a una reforma del Estado más sustantiva de lo que hasta el momento se ha hecho. Es evidente que parte de nuestra institucionalidad, de nuestras políticas, normas y programas no es funcional con las exigencias y oportunidades que nos brinda el Tratado con la Unión Europea. Pienso que debe existir una preocupación muy especial por el desarrollo e innovación de nuestra agricultura, lo que deberá traducirse en políticas y programas que aporten a resolver el problema de aquellas áreas atrasadas, a través de la capacitación y orientación, crédito y perfeccionamiento tecnológico. Lo mismo para las PYME.
Considero asimismo que Chile debe aplicar las mismas medidas de proteccionismo que apliquen los países de la Unión Europea en favor de su agricultura; de modo contrario, participaríamos con desventaja en nuestras relaciones comerciales.
Finalmente, quisiera hacer una reflexión respecto de la oportunidad de la aprobación del Acuerdo. Postergar su aprobación, dar una señal equivocada, significaría incuestionablemente perder ventajas competitivas iniciales frente a países que dentro de un año se incorporarán a la Unión Europea y cuyas características productivas son parecidas a las nuestras, o mejores.
Por lo anteriormente expuesto, estimado señor Presidente , expreso la opinión de los Senadores del Partido Por la Democracia, favorable a la aprobación del Acuerdo con la Unión Europea.
Voto, por supuesto, afirmativamente.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Gracias, Su Señoría.
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , nos encontramos a las puertas de aprobar un importante Acuerdo con la Unión Europea. Un Acuerdo que abrirá a Chile un mercado de 370 millones de potenciales consumidores de productos de nuestro país. Un Acuerdo que puede ser fundamental para el ingreso al mundo de los países desarrollados que han derrotado la pobreza extrema y han podido mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.
Por esa razón se ha producido un amplio e interesante debate en torno de cada uno de los sectores económicos involucrados en él, de manera de compatibilizar los intereses de quienes a partir de ahora seremos socios en tal desafío.
En esta perspectiva, y desde la óptica económica, a más de valorar en términos generales el Tratado, sólo quiero subrayar la inquietud cada vez más acuciante que los convenios comerciales en general despiertan en el mundo agrícola, particularmente por falta de una política nacional en este aspecto.
Si bien es cierto que el Tratado en análisis, en concreto, es quizá el más neutro respecto de este punto específico, toda vez que nuestras agriculturas son relativamente complementarias, no podemos dejar pasar por alto este desafío, ya que, definitivamente, quienes representamos sectores agrícolas constatamos la desesperación de sus hombres y mujeres que sencillamente no pueden seguir compitiendo en el mundo sin un debido fortalecimiento, pues, por otro lado, se hace con agriculturas tremendamente subsidiadas.
Quiero dejar al efecto constancia de que, si bien por este instrumento se abren puertas, lo que por ellas pueda transitar va a depender también, y básicamente, de la eficiencia de nuestras políticas, y de que el Gobierno sea capaz de complementar un verdadero desarrollo agrícola. De otra manera, los costos de estos convenios pueden resultar devastadores para el mundo agrario, que ya mucho ha sufrido con el deplorable MERCOSUR.
Por eso, y reconociendo los beneficios generales de este Acuerdo, queremos levantar aquí una voz de alerta a fin de que se implementen políticas para el fortalecimiento de la capacidad competitiva de nuestra agricultura, por cuanto, de otro modo, lo que debería ser bueno para todos podría constituir un drama para muchos.
A modo particular, señor Presidente , estimo que ésta es una instancia adecuada para reflexionar acerca de las profundas desigualdades del crecimiento que se están produciendo en Chile. Y, en parte, esas desigualdades se generan por las aperturas comerciales, porque, si bien puede ser una perspectiva positiva, la falta de una compensación interna va generando un desequilibrio cada vez mayor en esta sociedad.
Hace pocos días, con motivo de la publicación en Chile del último índice de competitividad, pudimos apreciar que el mundo agrario, el mundo agrícola, ha tenido un tremendo descenso en la competitividad con relación al resto de los sectores productivos de Chile.
Como representante de la Séptima Región, y junto al Senador señor Espina, de la Novena, desarrollamos un estudio en el que pudimos apreciar cómo en los últimos años, y particularmente a raíz del MERCOSUR, se ha ido deteriorando la competitividad, lo que se traduce no sólo en el nivel de empleo, -por cierto, represento a la zona con más desocupación en Chile-, sino también en términos económicos y de futuro, cuestión que se puede, adicionalmente, complementar con el último censo, donde vemos que la situación de migración se va tornando cada día más delicada.
¿Por qué lo planteo a propósito de este Tratado? Porque ésta es precisamente una opción para reflexionar respecto de cómo estamos desarrollando Chile. Y quiero señalar que lo estamos haciendo mal; que el desarrollo está provocando el efecto "serrucho" del cual hablan los economistas, donde unos crecen mucho y otros no crecen nada. Y ésta es una situación que uno no puede dejar pasar o poner a un lado.
Por eso, señor Presidente , me parece indispensable que esta reflexión común se traduzca en definitiva en políticas diferentes de la que hoy día vemos, con la implementación de incentivos tributarios que permitan la inversión precisamente en aquellos lugares que, por el desarrollo social o el desarrollo internacional, van quedando desplazados.
Numerosos son los ejemplos de otros países que han podido, en armonía con normas de comercio, hacer progresar zonas que, por razones ajenas a la voluntad de las partes, han ido quedando atrás en esto que debería ser un desafío común de país.
Por eso levantamos nuestra voz para hacer presente que este tipo de tratados, sin una política interna adecuada, puede ser de beneficio para muchos, pero también constituir un drama para unos cuantos que bien vale la pena considerar.
Adicionalmente, señor Presidente , quiero llamar la atención sobre dos temas adicionales, cuyo mayor debate, fijación de posturas y constancias pertinentes, me parece fundamental.
El Acuerdo con la Unión Europea no contempla únicamente un aspecto comercial. Por el contrario, la asociación abarca también el área política y el área de cooperación. La combinación de los tres aspectos es lo que se denomina "Acuerdo de Asociación con la Unión Europea".
Y hay dos asuntos vinculados a esta trilogía en los que me parece fundamental profundizar. Porque, ¿no resulta esencial acaso precisar el alcance de las obligaciones que nos impone el Acuerdo en las áreas políticas y en materia de cooperación? Además de las escasas líneas que el informe oficial del Gobierno destina para indicarnos que existen estos "pilares de Acuerdo", como él mismo los denomina, ¿no será necesario puntualizar y precisar lo que estamos aceptando "en base a la reciprocidad, interés común y profundización de las relaciones con la Unión Europea", como expresa el texto?
Vamos por parte.
En primer lugar, se dice que el área política consagra la "cláusula democrática" y establece principios como la "promoción de una economía sustentable". Nos informan que el diálogo político se realizará a nivel de Gobiernos y Parlamentos, así como en foros que reunirán a los empresarios, trabajadores y "representantes de la sociedad civil".
Ésta es una terminología muy utilizada en el mundo internacional, que no es fácil de entender. Interpretaciones respecto de principios de una economía sustentable hay cien, doscientas o mil, y nada indica que en el futuro no puedan, incluso, aumentar.
En primer término, si bien es cierto que la defensa de los derechos humanos constituye una de las mayores preocupaciones de todos los países democráticos incluido Chile, y que éstos toman medidas para su cabal cumplimiento, el Parlamento Europeo, en la Audiencia Pública de 1998 , instó a situar la defensa de los derechos humanos en el centro de la política exterior común. El objetivo es que integre el conjunto de las políticas exteriores y que se base en la idea de que la defensa de tales derechos constituye un deber y un derecho "a los que no cabe oponer el principio de no injerencia en los asuntos internos de los países", como lo afirmó el Presidente del Parlamento con ocasión de la 10ª entrega del Premio Sájarov. Lo anterior, si bien no está especificado, perfectamente podría extenderse ahora o en el futuro a un pretendido carácter vinculante, dado que así se ha expuesto luego de la Convención de Niza. Además, el Parlamento Europeo -o un sector de él- ha solicitado sistemáticamente varias acciones del Consejo, entre las que se cuentan el establecimiento del Tribunal Penal Internacional y otras iniciativas de similar naturaleza.
En este punto, y como el único mérito de la discusión es dejar constancia, me parece esencial, más allá de los casos particulares, hacer presente que tal perspectiva no es aceptable. Y, por lo tanto, a ningún evento la aprobación de este Tratado puede interpretarse a futuro como una limitación de nuestra soberanía. Y, más aún, debemos afirmar que este Congreso mantiene su plena autonomía para la dictación de la normativa que debe regir en Chile, siendo imposible cualquier pretensión distinta.
Por otro lado, desde hace tiempo se discute sobre los alcances del denominado "desarrollo sustentable", tesis que se discutió largamente en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro. Como bien se sabe, la aprobación por parte de Chile de ese tratado, así como de otros compromisos ambientales internacionales, ha resultado en un alto nivel de exigencia en materias de costos de producción, utilización, investigación y explotación de materias primas, lo que puede ser considerado viable sólo para naciones altamente desarrolladas. Por este motivo, en nuestro país se han sucedido varias negociaciones o mecanismos de coordinación entre sus principales sectores con el fin de planificar y evaluar la efectiva puesta en vigor de estos acuerdos internacionales. Consecuente con lo anterior, en muchas empresas se han acordado períodos de gracia para su entrada en vigencia.
Sin embargo, una vez aprobado el funcionamiento del Tratado con la Unión Europea, algunos podrían pretender hacer exigible el cumplimiento pleno de tales acuerdos de inmediato, puesto que los países europeos cumplen con ellos. Entendemos, por las explicaciones gubernativas, que estos principios no podrán transformarse en exigencias ambientales que constituyan al final verdaderas barreras comerciales para la exportación de nuestros productos, en lugar de oportunidades de crecimiento.
Como legislador deseo llamar la atención sobre el punto, y pido que, al menos, se ponga especial interés en aquellos períodos de transición acordados con un alto número de empresas chilenas.
Por otra parte, junto al loable concepto de conservar el planeta para las futuras generaciones, cuidando el ambiente y las fuentes de energía, el concepto de desarrollo sostenible extiende la protección del ambiente en los países a un rango que incluye el aspecto social y humano. Por ejemplo, junto a los planteamientos de la ONU, en la reunión de Barcelona en marzo de 2002, el Consejo de la Unión Europea reiteró la intención de ella de promover "resultados pragmáticos basándose en el Programa 21, el Programa de Desarrollo de Doha, en la Conferencia de Monterrey, así como en las metas y objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, en particular los que figuran en la Declaración del Milenio" (punto 4 del documento de Barcelona).
Pues bien, en su mayoría, estos Programas están impregnados de las llamadas "políticas de salud sexual y reproductiva", las cuales contemplan expansivos métodos de anticoncepción, incluidos la esterilización y el aborto químico y quirúrgico, como un derecho de la mujer y un efectivo método para contener el crecimiento de la población mundial. En cuanto al desarrollo humano, la denominada "vulnerabilidad de la naturaleza", según algunos, lo justificaría.
Por ejemplo, el Nº 30 de la Agenda 21 reconoce vinculaciones fundamentales entre factores demográficos y desarrollo sustentable, y expresa que "se deben promover políticas nacionales e internacionales para frenar el crecimiento demográfico a través del desarrollo económico y social, la protección ambiental y, particularmente, la expansión de la educación para mujeres y niñas con pleno acceso a la salud incluida la salud reproductiva que incluye la planificación familiar". En otro de sus capítulos, la Agenda agrega que "el empoderamiento de la mujer a través del mejor acceso a la educación de salud reproductiva, incluyendo planeación familiar, producirá grandes beneficios reduciendo la fertilidad".
No necesito recordar nuevamente que la protección de la vida humana está defendida en nuestra Constitución desde el momento mismo de la concepción. De esta manera, entonces, es fundamental dejar en claro que este Tratado y su compromiso de desarrollo sostenible a ningún evento pueden terminar significando alguna renuncia a la normativa de defensa de la vida como en Chile lo entendemos. Más bien, quisiéramos que derivara a un término más adecuado, como es el de "desarrollo humano integral".
Un tercer aspecto se refiere a la participación de la sociedad civil.
Sobre esto, es obvio que todos aspiramos a mayor participación. Pero la forma como este punto se está difundiendo en ámbitos académicos, con conceptos como la "gobernanza" o "buena gobernabilidad", que no tienen una específica interpretación y que muchas veces resultan de la participación de las ONG en la toma de decisiones y en la implementación de políticas globales, no es necesariamente sinónimo de solidaridad, colaboración o coordinación para promover el desarrollo.
Por el contrario, en caso de manipulación de las mismas, pueden llegar a ser minorías que disminuyan o anulen decisiones tomadas por Gobiernos o Parlamentos elegidos, en caso de coordinarse para imponer nuevos valores globales, derechos o programas. O, simplemente, usar documentos o planes de acción como herramientas de "lobbying" para el efecto de preparar legislaciones nacionales.
Un caso concreto lo vimos en la Cumbre de Johannesburgo, donde una coordinación de ONG pretendió imponer el aborto como un derecho general para el objeto de controlar la población de los países en desarrollo. La acción descrita paralizó un día completo la tarea de la Cumbre.
Así, entonces, comprendemos el respeto a la participación de la sociedad civil que el Tratado busca, pero dejamos constancia de que ello en ningún caso podrá imponerse sobre el sistema institucional y la forma de tomar decisiones en nuestro país.
En materia de cooperación, se especifican los detalles que cubriría: ciencia, tecnología, sociedad de la información, cultura, reforma del Estado y Administración Pública, social "y otras".
Expresa también la posibilidad de participación de Chile en varios programas situados en la frontera tecnológica y científica, donde seríamos contraparte calificada de la Unión Europea. Hay misiones empresariales que han detectado nichos de interés en medio ambiente, desarrollo de softwares, y en inversiones textiles, biomédicas y en biotecnología.
Podemos suponer, asimismo, que ello está relacionado con la adopción por parte del Parlamento y del Consejo Europeo del "Sexto Programa Marco Plurianual de la Comunidad Europea 2002-2006", aprobado en noviembre de 2001, donde se detalla un ambicioso y fundamental espacio de investigación.
Si bien este programa está destinado a la Unión Europea, también contempla los países con los que se firman acuerdos bilaterales.
Para este efecto, se pretende convertir a la Unión Europea, en los próximos diez años, en la economía más competitiva y dinámica del mundo, para lo cual se destinan 16 mil 270 millones de euros, lo que evidentemente es un tema extraordinariamente importante.
Por motivos de tiempo, quiero especificar que esto puede ser muy relevante, pero afecta o tiene que ver con el ámbito más sensible de los principios y valores de la sociedad: la vida humana. Y en este tema no se puede ser vago ni permanecer ausente.
Así, aun cuando hay que anotar que el artículo 3º de este Programa expresa que toda investigación se hará "teniendo debidamente en cuenta los principios éticos fundamentales de la UE" y otros acuerdos internacionales, como la Declaración sobre Genoma Humano de la UNESCO, o las resoluciones de la OMS, cabe preguntarse: ¿son ellos coincidentes con los que sustenta Chile?
Pido un minuto más, señor Presidente, para decir un par de cosas que me interesa anotar.
En lo que respecta al aspecto central de la investigación referida a la genómica humana, el programa expresa que, si bien "no podrán financiarse actividades dirigidas a la clonación humana con fines de reproducción", permite la utilización de embriones humanos supernumerarios (sobrantes de tratamientos de infertilidad de hasta 14 días), con fines de investigación. Asimismo, autoriza financiar investigación sobre células madres embrionarias o fetales procedentes de abortos, sean éstos espontáneos o "terapéuticos".
Lo anterior, unido al declarado interés de la Unión Europea de mejorar su posición en el campo de la investigación genómica, "para que la Unión pueda mejorar su posición en este campo,"...
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor COLOMA.-
Un minuto, señor Presidente.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Hay 25 inscritos, señor Senador.
¿Cómo vota?
El señor COLOMA.-
..."deja de manifiesto la necesidad de precisar detalladamente" -déme 20 segundos- "el marco de nuestra legislación (...)".
¿Qué quiero decir con esto? Dejar en claro que la legislación chilena se sustenta en la norma contenida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que, sostenida en el espíritu de lo anterior, declara el respeto a la vida humana desde el momento de su concepción y hasta su fin natural.
Un último ejemplo, señor Presidente .
De ratificarse este Acuerdo, cualquier persona u organización que pretendiera utilizar en Chile embriones humanos con fines de investigación, ello jamás sería posible por vía alguna,...
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Señor Senador, lo que sucede ...
El señor COLOMA.-
...pues aun cuando todavía no culmina la tramitación de la ley que norma estos aspectos, ...
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Señor Senador , le ruego terminar su intervención.
Hay 25 inscritos que están esperando hacer uso de la palabra.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, tenemos tanto tiempo. Se podría insertar esta parte final.
En definitiva, para que no se ponga nervioso respecto de este tema, votaremos a favor. Pero queremos dejar en claro que cualquier norma que contemple el Acuerdo tiene previamente que respetar la legislación chilena, los principios y valores de nuestra sociedad. A estas alturas de las constancias, me parece fundamental establecer eso.
He dicho.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
¿Cómo vota Su Señoría?
El señor COLOMA.-
Le dije que, para que no se pusiera nervioso, voto favorablemente.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Muy bien.
El señor ÁVILA .-
¡Mejor insertarla, para no oírla, señor Presidente!
El señor COLOMA.-
¡A usted sólo le gusta oírse a sí mismo, señor Senador !
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Le corresponde hacer uso de la palabra al Honorable señor Núñez.
Debo advertir que la Mesa no se pone nerviosa. Lo que está haciendo es respetar estrictamente la igualdad de oportunidades y que todos los señores Senadores tengan el mismo derecho.
Tiene la palabra el Honorable señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , pretendo no agotar los 15 minutos de mi tiempo, como lo han hecho otros señores Senadores, porque, tal vez, voy a repetir varios de los conceptos e ideas planteados en el debate.
Quiero dar un primer testimonio de carácter personal.
En mi vida parlamentaria, he participado únicamente en dos instancias especiales. En los anales del país y del Senado, se han creado sólo dos comisiones similares a ésta. La primera comisión especial fue la que estudió durante largo tiempo la Ley de Culto; y la segunda, la que se abocó al análisis de este Tratado que, sin duda alguna -como señaló la señora Ministra -, es el más importante suscrito por Chile en su historia.
Resalto el término "en su historia", porque cuando se debaten tratados que versan fundamentalmente sobre lo comercial y lo económico, normalmente se dejan de lado los antecedentes previos a los respectivos acuerdos. Y la crónica chilena está marcada esencialmente por las vinculaciones soberanas que nuestro país siempre tuvo con Europa, desde los inicios de la República. Si bien es cierto que Estados Unidos fue el primero que reconoció la Independencia de Chile, también lo es que los Padres de la Patria y los principales líderes del siglo XIX y parte del XX fueron básicamente políticos, pensadores, artistas, que bebieron del desarrollo cultural, ideológico e intelectual del Viejo Continente.
En verdad, ese acercamiento lo hemos realizado a partir de la mantención de nuestra soberanía, de una gran presencia nacional y de una reactivación permanente de nuestra identidad. Pienso que, en esta oportunidad, resulta básico que podamos volver a sostener que Chile se une a Europa como un socio que tiene identidad e historia propias, y que es capaz también de desarrollar su visión acerca de cómo construir un país mejor.
Ésa es historia larga; y sería materia de otro debate el poder desarrollarla con mayor intensidad.
Chile, en los últimos doce años, firmó con países europeos, incluyendo algunos no comunitarios como Polonia, Rumania y otros, 122 acuerdos de carácter político, comercial, financiero y arancelario. Ninguno de los respectivos tratados fueron promulgados antes de que asumiera el Presidente Aylwin . Todos lo fueron con posterioridad.
Éste es un gran triunfo de la democracia. Cuando se da este tipo de opiniones, seguramente muchos hacen referencias a un pasado que algunos consideramos negativo para el país. No se trata de eso. Hago mención de ello sólo para constatar un hecho histórico.
Entre 1980 y 1990 no hubo tratados con países europeos. Se firmaron algunos acuerdos, pero fueron promulgados posteriormente.
Digo lo anterior, porque el Convenio en análisis no es un triunfo de un sector político determinado, sino de todos los chilenos. Es decir, la democracia nos ha permitido suscribir durante los últimos doce años, 122 tratados diferentes con países europeos, incluyendo los no comunitarios, los que, como Polonia y la República Checa, en algunos años más, seguramente, serán parte de la Comunidad Europea. Con ello, por lo tanto, hemos avanzado tareas. Y eso es muy importante para el desarrollo posterior del Tratado de que se trata.
Considero muy importante resaltar lo dicho, porque fueron acuerdos que también se implementaron en el Parlamento, el cual también, durante estos 12 años, jugó un rol en la aprobación de cada uno de los tratados que se alcanzaron con Europa. Por lo tanto, los Parlamentarios aquí presentes desempeñamos algún papel en su desarrollo.
Me parece muy interesante poner de relieve estos hechos, pues, sin duda alguna, junto al éxito de los Gobiernos de los Presidentes Aylwin, Frei y Lagos, también ha habido un modesto aporte de los Parlamentarios durante la discusión de cada uno, los cuales, de algún modo, hoy se están resumiendo, de manera creativa y con gran sentido de perspectiva, en el Tratado de Asociación con la Unión Europea.
Por otra parte, quiero destacar también una dimensión que me parece vital, que dice relación a los dos aspectos anteriores.
El Tratado con la Unión Europea permitirá incorporarnos de una manera distinta al debate mundial sobre temas trascendentes, como la paz y la seguridad.
En los pasados días, Chile entró a formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El asociarse a tareas trascendentes para asegurar la paz y la seguridad en el mundo, tan amenazadas en este último tiempo, fue un acontecimiento espectacular para nuestro país.
En consecuencia, a diferencia de lo ocurrido anteriormente, el que tengamos esa presencia significativa en el máximo organismo de Naciones Unidas nos permite, al igual que este Tratado de Asociación con la Unión Europea, jugar un rol -espero que positivo- en la seguridad y en la paz del orbe.
Sin embargo, todo esto representa un problema no menor. Entre otras cosas, significa que las relaciones abiertas por medio de este Tratado entre el Parlamento europeo y el de Chile deben intensificarse aún más. No basta con una relación meramente protocolar. Será el momento en que las vinculaciones entre ambas instancias se profundicen todavía más, teniendo presente que el Viejo Mundo y, en general, los quince países de la Unión Europea tienen regímenes parlamentarios, donde cada uno de los acuerdos adoptados revisten gran relevancia.
Asimismo, quiero manifestar una preocupación que más bien es de largo plazo. Dice relación a la posibilidad de un desarrollo de distinta naturaleza y con diferentes cualidades para el futuro de Chile.
Todos, de alguna manera, tanto en la Comisión Especial como en el debate que hemos tenido en la Sala, hemos manifestado nuestra preocupación respecto de las posibilidades de un desarrollo más acelerado de nuestro país a partir de esta asociación con Europa.
Estoy absolutamente convencido de que este Tratado con Europa no es la panacea que por sí misma nos permitirá resolver el problema del desarrollo ni mucho menos el de la equidad. ¡No los va a resolver!
Pienso que ningún país europeo, ni ninguno de sus líderes, está preocupado de lo que haremos a partir de este Tratado de asociación. Conozco a algunos líderes de ese continente y sé perfectamente que tienen mucha confianza en lo que nosotros efectuaremos; pero no están preocupados de la manera como debiéramos estarlo. Un solo ejemplo: aquí se ha hablado mucho respecto a las PYME y del desarrollo que han tenido en los países europeos, particularmente en Italia, Francia y en algunas regiones de Alemania. Quiero decir que un último dato -de hace dos años atrás- revelaba que en esas zonas de Europa el promedio de escolaridad de los pequeños productores agrícolas o de los pequeños productores vinculados con la actividad manufacturera era de 16 años. Eso significa que esos Estados han permitido a sus habitantes no solamente recibir educación secundaria completa -por decirlo en términos antiguos-, sino que la mayor parte de los productores europeos tiene normalmente enseñanza a nivel universitario, con conocimientos en ciencia y tecnología aplicadas a la actividad que desarrollan. No tengo los datos de Chile en esta área, pero mi impresión es que el pequeño y mediano productor en los distintos ámbitos de la actividad económica de nuestro país no deben de tener una escolaridad superior a los 11 ó 12 años de aprendizaje.
En consecuencia, la distancia entre Europa y Chile en materia de conocimientos es abismal. No la vamos a reducir de la noche a la mañana, ni los europeos nos van a ayudar a hacerlo. Debe ser Chile o la disposición que nosotros tengamos lo que nos permitirá cerrar esa brecha en el conocimiento.
Todos estamos convencidos de que no bastan las políticas públicas de financiamiento de proyectos de desarrollo, sino que lo fundamental en el siglo XXI es el conocimiento; es decir, la capacidad de los países de crear investigación científica y tecnológica aplicada a sus principales áreas de crecimiento. Como estamos convencidos de ello, me surge una duda al ver que las entidades chilenas vinculadas al desarrollo científico-tecnológico están a años luz de las de Europa. Lamento mucho decirlo, pero no hemos hecho mucho para que esta área se constituya en un factor de crecimiento acelerado en nuestro país. Existen dos o tres centros, muy modestos todavía, que nos permiten a veces presentarnos ante Europa y el mundo, y no hay más. Las universidades, particularmente las estatales y la mayor parte de las privadas, no tienen centros de investigación científico-tecnológica. Incluso en áreas en donde tenemos ventajas comparativas, como la minería, lo cierto es que el trabajo realizado en ese plano dista mucha de las necesidades reales de nuestro país para enfrentar los desafíos que presenta el tratado de asociación.
Ojalá que como país nos empeñemos para encarar lo que la señora Ministra con mucha razón ha llamado "el desafío de la globalización", entendiéndolo como una oportunidad y no como freno al desarrollo. Para eso, básicamente tendremos que aprovechar los más de quinientos programas a los cuales Chile tendrá acceso y que en este momento están desarrollándose en Europa. A partir de este tratado de asociación tendremos posibilidad de enviar, ya sea becados o en estudios de posgrado, a estudiantes y profesionales emergentes o que actualmente estén egresando de nuestros principales centros de educación. A mi juicio, esto es básico.
Hace poco señalé en la Comisión Especial que, lamentablemente, durante la discusión no tuvimos posibilidad de conversar con nuestros científicos ni discutir con ellos cómo ven este desafío fundamental.
Sé que los otros temas, como la rebaja progresiva en los aranceles, los mecanismos de solución de controversias, la protección de nuestra soberanía marítima, la explotación de nuestra Zona Económica Exclusiva, lo relativo a la propiedad intelectual -largamente debatido- y la posibilidad de que firmemos o no firmemos el Protocolo de Madrid, forman parte fundamental de este tratado de asociación y de lo que esencialmente el país requiere.
Además, el tema agrícola -expuesto varias veces por los Honorables colegas representantes de zonas agrarias- también constituye un desafío. Sólo pensemos que cuando se conformó la Comunidad Económica Europea, a partir de los años sesenta, el principal problema que tuvieron fue el agrícola. No se resolvió sino hasta veinte o veinticinco años después. Todavía existen dificultades para enfrentar algunas cuestiones en materia agrícola de algunos países de la región, como Grecia, Turquía, Portugal y la misma España .
Señor Presidente , no sólo éste es un tratado fundamental para el país, pero que nos impone, más que grandes éxitos, enormes desafíos.
Y, en ese sentido, no puedo sino expresar mis felicitaciones por el histórico logro de un grupo de chilenos, encabezados por la señora Ministra de Relaciones Exteriores , que fue capaz de encarar con altura de miras el desafío y esta gran oportunidad, pensando en el país y no sólo en la contingencia inmediata.
Voto que sí.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Carmen Frei.
La señora FREI (doña Carmen) .-
Señor Presidente , esta tarde hemos sostenido un debate de mucho nivel; pero, a pesar de todo lo dicho, siempre quedan algunos puntos o sugerencias que hacer.
No cabe duda de que éste es un tratado positivo para nuestro país. Creo que a los chilenos nos dará grandes oportunidades; pero, también -en esto quiero ser muy clara-, nos enfrentará a amenazas, aprensiones y dudas muy fundadas que, como Senadores, al votarlo, tenemos la obligación de asumir.
Deseo referirme especialmente a un punto que considero importante: la segmentación de sectores de nuestra sociedad que no pueden acceder al libre mercado, por carecer de la suficiente tecnología, de la información necesaria y del apoyo adecuado.
No siempre -nos imponemos de ello con demasiada tristeza muchas veces- el mercado ha asignado bien las oportunidades.
No debemos olvidar el ejemplo de Corea. Se firmó un tratado, pero, ¡cuántos años han pasado! Tuvieron que hacer una tremenda inversión en tecnología para su desarrollo productivo y para adecuarse al mercado internacional que -como muy bien lo dijo el Papa y que pocas veces se recuerda- es salvaje.
Sin duda, el Tratado se va a aprobar; pero -recalco- debemos tener claridad para apreciar las amenazas que nos presenta como desafío.
Como lo han dicho muchos señores Senadores, es urgente trabajar en políticas adecuadas que constituyan realmente una oportunidad para la integración social, política, económica y comercial de todos los estratos de nuestra sociedad, a fin de que los beneficios alcancen a todos. Y, muy especialmente, es necesario implementar acciones para que la descentralización y la regionalización lleguen a ser efectivas en nuestro país.
En Chile, existe un grave problema. Está comprobada la irregularidad territorial. Ello ha sido comprobado desde hace varios años, por medio de distintos informes, que han puesto más que una luz amarilla frente a tal realidad. Entre ellos, se encuentran los estudios de competitividad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de 1996; las investigaciones efectuadas por la SUBDERE (Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo), y las llevadas a cabo por la Universidad del Desarrollo, ligada a la UDI. Se trata de estudios de tres sectores muy diferenciados que, reitero, han puesto una luz amarilla frente a esta realidad.
Por eso, considero fundamental tomar en cuenta y trabajar en políticas que ayuden a todas las comunas y regiones.
Debemos tener presente que sólo seremos capaces de enfrentar el desafío de hoy si sabemos prepararnos bien. Una cosa es reconocer los beneficios, pero otra es dejarse llevar por un exitismo fácil, felicitándonos en la creencia de que lo hemos hecho muy bien. Al final, esto nos puede hacer olvidar las amenazas que, como país pequeño, debemos enfrentar de parte de los millones de personas que conforman la Comunidad Europea. Ello nos puede conducir a la pérdida de nuestra identidad.
Muchas veces se dice con fuerza que debe haber equidad, pero no con la misma fuerza tratamos de que ello se concrete. Y afirmamos que es necesario el desarrollo armónico y justo de nuestro país, pero muchas veces no lo practicamos.
Como representante de la Segunda Región, deseo citar un ejemplo. El año 2001, las exportaciones regionales fueron de tres mil 980 millones de dólares, que constituyen el 24 por ciento del total nacional. La señora Ministra señalaba que el 44 por ciento de las exportaciones regionales van a la Comunidad Europea. El total de empresas exportadoras de Antofagasta es de 196; pero el problema consiste en que las pequeñas y medianas, que son la gran mayoría, representa apenas 0,3 por ciento de las exportaciones.
Es una materia relevante. ¿Queremos realmente un país justo y armónico?
Creo muy importante lo manifestado por los Senadores señores Valdés , Eduardo Frei y Moreno . Planteaban cuestiones que a veces hacen dudar de nuestro voto, pues si bien queremos el Tratado, también deseamos que las condiciones estén aseguradas, para que haya un verdadero control y seguimiento del mismo. Si no, será inaplicable. Si no hacemos desde hoy lo necesario frente a los desafíos que se presentan, el Tratado se ha de convertir en letra muerta y servirá para que los ricos lo sean más y los pobres más pobres, todavía con mayor frustración y desencanto.
Señor Presidente, voto a favor, esperando que el futuro sea promisorio, en especial para la Región que con el Honorable señor Cantero representamos en el Senado.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
¡Así sea!
Tiene la palabra el Senador señor Canessa.
El señor CANESSA.-
Señor Presidente , si hace 30 años alguien hubiera afirmado que Chile establecería en ese plazo una asociación de carácter político y económico con la Comunidad Europea y sus Estados miembros, lejos de ser considerado un visionario, habría sido tildado de loco, ciego o fundamentalista liberal, que por entonces eran términos más o menos sinónimos. Y es que hasta el 11 de septiembre de 1973 parecía un hecho inexorable el ingreso de nuestro país a la órbita socialista liderada por la entonces Unión Soviética.
Para quienes hemos vivido de cerca el proceso que desde ese momento histórico permitió a Chile refundar, organizar, echar a andar y, luego de 1990, consolidar una sociedad libre, democrática en lo político y de mercado en lo económico, este momento significa mucho.
En efecto, Chile fue una nación pionera -y no sólo en el ámbito iberoamericano- al emprender un programa de transformaciones morales, sociales, políticas y económicas destinadas a hacer compatibles la libertad y el progreso personal con el bienestar general, en el marco de un Estado subsidiario.
No fue fácil implantar un cambio que contradecía los tópicos forjados durante el medio siglo anterior. Al fin y al cabo, lo que estamos aprobando hoy es la consecuencia de una innovación trascendente, de un cambio de mentalidad, sin lo cual habría sido imposible despertar la energía nacional, levantar al país de sus ruinas, renovar su espíritu de emprendimiento y proyectar su presencia, modesta pero significativa, sobre el mundo.
Este cambio de paradigma ha calado hondo. Sus frutos no son patrimonio de una sola Administración, sino un premio a la fidelidad con que se han conservado sus principios básicos.
Por cierto, el avance del progreso nunca es uniforme. Hay avances y retrocesos y, asimismo, grupos más beneficiados que otros. En el camino, los chilenos hemos superado varias crisis y lo seguiremos haciendo. Sabemos que avanzamos en la dirección correcta. Y, a pesar de las cortapisas que a veces logran imponer quienes permanecen atados a viejas ideologías, sin duda que, en la medida en que la nación persevere en la aplicación de la línea gruesa ya esbozada, podrá alcanzar sus más nobles objetivos.
Es, pues, el momento de reconocer cuánto debemos a los pioneros de esta última etapa de la trayectoria del pueblo chileno, a la claridad de sus ideas y al carácter de quienes condujeron tan exitoso proceso. Y también es hora propicia para felicitar a quienes, manteniendo el rumbo correcto, han llegado a puerto en este viaje iniciado por lo menos hace ya tres décadas.
El Tratado que nos ocupa es un signo concreto del reconocimiento internacional a lo que hemos sido capaces de hacer. Desde el diseño y puesta en marcha de la nueva institucionalidad, así lo han estimado las naciones europeas. Por ello, ya en mayo de 1991, fue posible suscribir un Acuerdo Marco de Cooperación con la Comunidad Económica Europea; y en abril de 1999, se firmó un instrumento destinado a preparar, como objetivo final, el Tratado de Asociación que ahora ratificamos.
Señor Presidente , estamos viviendo un momento grande en la historia de Chile. No es ocasión de cuentas pequeñas sino de orgullo colectivo, de satisfacción y de esperanza. Se abre ante las nuevas generaciones un horizonte más amplio no sólo en términos económicos, sino también en cuanto a cultura, que comprende ciencia, tecnología y humanidades. Es éste el punto final de una etapa y el inicio de otra, no ya normativa, sino de resultados prácticos, concretos, que debemos aprovechar con inteligencia.
No escatimaré el honor que merecen todas las personas que han convertido en realidad este Tratado. Los hombres y mujeres de trabajo, los capitanes de empresa y los responsables de las instituciones permanentes del Estado, cuyo esfuerzo ha canalizado y dirigido la autoridad, merecen ser reconocidos. La señora Ministra de Relaciones Exteriores , que acaba de exponer una ilustrativa síntesis del Convenio en la Sala, personifica cabalmente este esfuerzo común.
Seguramente el Acuerdo no satisface plenamente las aspiraciones de todos los sectores productivos y algunos reparos son atendibles. Sin embargo, visto en su totalidad y de cara al bien común de Chile -como corresponde apreciar estas materias a un Senador Institucional; así lo creo-, le doy mi aprobación sin reparo alguno.
Muchas gracias.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , queda poco tiempo. No reclamaré por el escaso público, porque sabemos que a estas alturas uno quisiera básicamente dejar estampado un testimonio para un debate que -creo- es muy importante y que en algunas dimensiones seguirá después de la aprobación del Tratado.
Así que, solamente con ese objeto, deseo hacer un par de afirmaciones y sumarme a las felicitaciones al equipo negociador, a la señora Ministra y al esfuerzo de varios Gobiernos que han hecho posible que finalmente estemos aprobando -espero que por abrumadora mayoría- lo que se ha dicho aquí: un instrumento que tiene, sin duda, un valor histórico. Y esto no es retórica.
Lamento que este hecho histórico se produzca en un momento político en el cual la opinión pública está conmocionada por otros acontecimientos; pero tengo la impresión de que, en la medida en que pase el tiempo, quedará clara la importancia que reviste para el país suscribir un Acuerdo de esta naturaleza. Lo distintivo de él es su naturaleza política.
Estamos firmando un Tratado de Asociación política y económica de última generación, el más desarrollado que ha suscrito Europa con un país extracomunitario. No será el único. Seguramente éste servirá de modelo y va a ser seguido posteriormente por otras naciones que para la Unión Europea son importantes. Pero, sin duda, con Chile se firma el primer Convenio de última generación. Y eso tiene un valor en el mundo global en que vivimos que -es mi impresión- no ha sido suficientemente aquilatado al momento de debatir el asunto. Porque ese elemento permite, a mi juicio, que el Tratado adquiera la dimensión comercial, financiera, cultural y las ventajas que representa para el país. De no tener ese rango político, tampoco se habrían dado las condiciones para negociar los puntos difíciles de la manera como se hizo. Obviamente, con un rango político menor, los negociadores europeos habrían sido, por así decirlo, mucho más duros en los temas complejos que abarcó esta negociación, como los hay en todas ellas.
Entonces, deseo hacer una primera advertencia en ese ámbito, en una sociedad que, en general, todavía tiende a desvalorizar la política y a ponerla en el último vagón del convoy, por graficarlo de algún modo. Tengo la impresión de que va en el primero, y que una buena política y una adecuada inserción de ella permiten el pleno despliegue de las potencialidades económicas, comerciales y culturales de las relaciones.
Se ha dicho aquí que el Tratado habría sido imposible en la década de los 80 o de los 70, por mil razones -todas políticas-, y que las ventajas de otro orden que podría brindar un tipo de asociación como ésta eran impracticables e inimaginables para el Chile de esos años; seguramente también habría sido muy difícil en los años 60, entre otras cosas, porque el proceso de unificación de Europa se estaba recién consolidando.
Deseo recalcar este elemento. Lo ha dicho aquí el Senador señor Núñez , en el sentido de que hay también una dimensión específica parlamentaria -a mi juicio, es muy importante como desarrollo y compromiso futuro-, pues se institucionaliza por primera vez una relación única y formal entre los Parlamentos europeo y chileno. No existe otra experiencia similar en Europa ni en Chile que nos oriente respecto del significado que podría tener ese tipo de relación.
En la reunión de la Comisión -que carece del estatus del Comité Interparlamentario que se crea hoy-, desarrollada en Estrasburgo el año pasado, discutimos con varios Parlamentarios europeos el punto relativo a la colaboración, asunto que tendremos que profundizar para ver el alcance que le daremos.
Por de pronto, el propio Tratado entrega facultades al Comité de Asociación Parlamentario que no tiene ninguna otra comisión interparlamentaria conocida, como la de pedir información al Consejo de la Unión Europea y al Gobierno de Chile, quienes deberán proporcionársela, Tengo la impresión de que un seguimiento político de la nueva institucionalidad parlamentaria que se crea en el Acuerdo, nos implica una exigencia en esta llamada diplomacia parlamentaria de otro nivel a la que estábamos acostumbrados a realizar hasta hoy.
En definitiva, creo que la dimensión comercial, financiera y cultural del Tratado es claramente beneficiosa para el país. Eso lo ha dicho todo el mundo, así es que no lo reiteraré. Aquí ningún sector productivo pierde. Comercialmente, no todos ganan lo mismo, porque los plazos de degradación son distintos, etcétera. Se trata de un juego muy complejo.
Pero, en general, tal afirmación es válida, ya que existen datos estructurales relacionados con nuestras economías. Por algo, nuestra balanza comercial es ampliamente favorable en comparación con la europea, pero no con la de Estados Unidos o de Japón. Ya exportamos mucho más de lo que importamos de allá. Y, por tanto, si mejoramos nuestros accesos, no existen razones para que no se abran potencialidades comerciales muy fuertes. Porque ya las tenemos.
El Convenio no nos permitirá el acceso al mercado del vino europeo. Estamos allí desde hace muchos años. Lo que ocurre es que en cuatro años más nuestras exportaciones de vino a Europa no pagarán ningún arancel. Además, el mercado está garantizado a futuro por acuerdo permanente, sin cuotas ni otro tipo de mecanismo, por el nivel en que se encuentra nuestra relación.
Argumentar las ventajas comerciales del Tratado es muy simple, porque no se podría señalar quién saldrá perjudicado. Eventualmente, algunos perderán, pero no los tenemos identificados. Sí es claro que al final se verán desfavorecidos algunos productores chilenos cuyos productos compiten con los de origen europeo, respecto de los cuales hoy tienen la ventaja del 6,5 por ciento de arancel.
También habría que analizar qué ocurre si ese industrial chileno compite con los mexicanos, donde ya existe arancel cero. ¡Pero resulta que ya se encuentra compitiendo en esas condiciones! Es cierto que podría existir el caso específico de un productor sujeto a la competencia europea. Pero mi impresión es que ningún equipo negociador puede llevar al extremo la sutileza de ganadores y perdedores. Porque se olvida que nosotros ya tenemos arancel cero con economías desarrolladas, o de mayor desarrollo que la nuestra, como la mexicana. A los chilenos, se nos olvida que la economía de ese país es más sofisticada y tecnológica; produce autos, etcétera, y no sólo frutas u otras cosas que nosotros exportamos en forma mayoritaria.
Entonces, ya descubriremos cuál sector se ve afectado, o qué empresario quebrará por alguna razón no contemplada en el Acuerdo, cuyo margen era del 6 por ciento y quedó fuera de competencia. Eso puede ocurrir. Pero me parece que se trata de una situación marginal dada la actual estructura económica del país.
Quiero dedicar algunos minutos a la cuestión agraria -a veces olvidada en este debate-, respecto de la cual se dice una cantidad de majaderías que, a mí por lo menos -debo confesarlo-, me resultan intolerables.
Sobre el particular, debo señalar que los costos graves de la apertura el país los pagó hace muchos años. Tal discusión sería completamente distinta en Brasil o en una nación con arancel promedio de 35 por ciento. Sin embargo, ese debate se realiza en un país con 6,5 por ciento de arancel promedio y con tratados de libre comercio acordados con economías grandes. En ese punto de la polémica nos encontramos ahora.
La discusión a fondo sobre los costos de la apertura agrícola no lo pudimos hacer, porque se realizó sin preguntarnos. No había democracia en este país, el Congreso Nacional no funcionaba. Por eso, se efectuó dicho análisis con los que pudieron participar y hubo mucha resistencia de la industria nacional de ese momento respecto de la materia. El país no debatió en serio los costos de la apertura realizada durante el Régimen militar.
También es preciso señalar que más tarde, Concertación y Socialistas incluidos, llegamos al convencimiento de que la apertura es una de las condiciones necesarias -no la única- para el desarrollo del país; que nos va mejor con ese sistema que con una economía cerrada, y que los principales costos económicos y sociales el país ya los pagó, y de manera considerable en los dos ámbitos.
Yo pertenezco a una Región donde existía un grado de industrialización precario, pero desarrollado por la CORFO hasta 1970. Sin embargo, en Talca -que es una ciudad agraria- había industrias. Y los talquinos todavía añoran las que se fueron. Las empresas que cerraron no lo hicieron como consecuencia del MERCOSUR, sino que de la apertura efectuada en la década de los 70 y de los 80. Pero otras han vuelto a instalarse.
Siempre digo que los talquinos vemos las industrias que se van, pero no las que vienen. Porque hoy día el sector vitivinícola, en un lapso de doce años, se ha convertido en uno de los más desarrollados del mundo. En 1990, cuando comenzó la transición democrática, la industria del vino en Talca vivía una crisis marginal y la gente arrancaba las viñas para plantar manzanos. En la actualidad, todos están plantando viñas. Un abogado de Curicó o de Talca que gana tres pesos se compra una tierra para transformarla en viñedo y producir vinos con su nombre. A lo mejor, hay demasiadas personas en el rubro. No sé.
Estoy cierto de que las viñas existentes son modernas, porque hace doce años sólo existía la empresa de un señor Torres con vinificación de última generación. Hoy día, toda la industria vitivinícola ocupa esa tecnología. En la Región del Maule debería haber empresas abastecedoras de equipos industriales para la vitivinicultura de última generación. Sin embargo, hay empresarios chilenos trabajando con esa tecnología. Pero nadie los conoce. El otro día me encontré con uno de ellos en el avión, que tiene 60 por ciento de su producción en cubas de acero, y está tratando de exportar vino a California y a Francia.
Por lo tanto, tengo la impresión de que en materia agrícola seguimos con la idea de una agricultura tradicional, y no consideramos que se encuentra en un rápido proceso de transformación. Por eso, la mayoría de los productores agrícolas se quedan fuera del proceso. Ése es el problema, y no tiene que ver con los tratados comerciales ni con el MERCOSUR. El efecto de este último en el trigo todavía no se ve, porque tenemos banda de precios, pero en cuatro años más se hará presente. Por tal razón, defendimos el trigo, la harina, las carnes rojas, los productos sensibles.
Entonces, cuando me dicen que el MERCOSUR tiene liquidada a la Séptima Región -hay gente que seriamente lo señala y lo cree-, yo les manifiesto que es un espejismo. Hay otras cosas que sí afectan a muchos pequeños productores -no sólo de la Región del Maule, sino que de todo el país- o a medianos empresarios tradiciones, los cuales carecen de las condiciones para incorporarse al ciclo agrícola moderno. Y no lo van a hacer solos.
En ese caso, reivindico la idea de que necesitamos políticas de Estado, pero no sólo respecto de la agricultura -y con esto termino, señor Presidente -, porque el país requiere un cambio en el paradigma de su estrategia de desarrollo. Y ello, no por los tratados comerciales, sino porque el paradigma tenido hasta ahora no ha dado cuenta de los nuevos desafíos: profundización de la apertura, buena macroeconomía, políticas sociales -nos fue bien en eso durante una década- y reformas modernizadoras -hoy se habla de reforma urgente del Estado- en educación, justicia (y esto le tocó también a la señora Ministra que nos acompaña), etcétera. Ello, sobre la base de que el resto lo resolvía el mercado.
Eso es lo que, en mi concepto, ya no está funcionando. Y no lo estará si no intencionamos el desarrollo; si no definimos el sector público y el privado; si no determinamos qué tipo de economía imaginamos hacia delante; si no identificamos los cuellos de botella existentes en el país, que no son aquellos de que da cuenta la Agenda Pro Crecimiento -estoy trabajando activamente en ella- elaborada el año pasado y que es necesario concretar en forma rápida. A mi juicio, los cuellos de botella son básicamente tres:
Primero, nuestra inferioridad tecnológica, que no se resuelve sin una fuerte política pública y privada.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Perdón, señor Senador, pero concluyó su tiempo.
El señor GAZMURI.-
Un colega ocupó dos minutos más. Utilizaré exactamente el mismo tiempo adicional, señor Presidente .
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Señor Senador , con esa lógica, todos los oradores tomarán dos minutos extras.
El señor GAZMURI.-
Entonces, un minuto, o medio.
Segundo cuello de botella: la calidad de la formación de los recursos humanos, en lo cual estamos muy por debajo de la que entregan las economías a las que intentamos emular.
Y tercero -con esto termino-, las tremendas desigualdades sociales que hay en el país, que no son compatibles con un desarrollo moderno y que requieren políticas específicas.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
¿Cómo vota, Su Señoría?
El señor GAZMURI.-
A favor, señor Presidente.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Espina.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente , en primer término quiero señalar que para los Senadores que representamos a zonas agrícolas resulta bastante complejo votar estos tratados internacionales, porque se produce una situación muy especial. Cualquiera que vea los signos de los tiempos sabe perfectamente que los tratados de libre comercio como el que estamos analizando esta tarde son, por regla general, muy beneficiosos en un mundo globalizado; de eso no cabe la menor duda. Lo que ocurre es que, lamentablemente, hay zonas donde, por las características de la actividad allí realizada, esos convenios dejan al desnudo sus debilidades y una realidad diferente de la que muchas veces las personas que no la viven de cerca plantean públicamente.
¿Qué quiero decir con eso? Que con frecuencia escucho a Senadores -y también a algunas autoridades- afirmar en esta Sala que las zonas agrícolas piden protección; en definitiva, una especie de política asistencial del Estado para ayudar a sostener actividades improductivas pese a que en un mundo competitivo, de libre mercado, son incapaces de subsistir.
¡Ésa no es la realidad!
He tenido la experiencia de ver el esfuerzo que despliegan particularmente quienes se encuentran vinculados al mundo de la agricultura tradicional. Y cuando examino los parámetros de eficiencia que han alcanzado, me doy cuenta de que no están solicitando medidas -entre comillas- proteccionistas, que signifiquen una suerte de limosna del Estado para mantenerse en un mundo donde sus actividades parecieran no tener cabida hacia el futuro.
¡Eso no es así!
Mi Región es esencialmente triguera. Y, de acuerdo al rendimiento de quintales de trigo por hectárea, Chile figura entre los 3 ó 4 principales productores del mundo.
Sabemos lo que ha ocurrido con las lecherías y los lácteos. Y recuerdo que en una sesión en la que estaban, entre otros Senadores, el Honorable señor Valdés y productores de leche de su Región -y más específicamente, de Valdivia-, todas las cifras exhibidas indicaban que éstos eran altamente competitivos.
El problema de las zonas agrícolas, de manera objetiva, radica en que los países avanzados tomaron la decisión política de, simplemente, excluirlas de la libre competencia. Y en Chile todavía no queremos entenderlo.
Cuando Estados Unidos resuelve entregar 170 mil millones de dólares en subsidios a la agricultura, lo hace, y libremente. Es la decisión política de un Estado, fundada en las razones que aquí se han expresado: características de las regiones agrícolas; significado del mundo rural, de las tradiciones, de la cultura; visión de que no se puede provocar desde el campo hacia las ciudades una emigración gigantesca, en fin. Pero el hecho es que naciones de las más importantes han tomado una determinación: proteger y subsidiar actividades agrícolas tradicionales. Y eso es lo que deja fuera de competencia a las zonas agrarias que representamos y genera temor en ellas.
Señor Presidente , nunca -¡nunca!- un agricultor me ha dicho: "Quiero producir poco, trabajar lo mínimo y que mis productos se vendan en Estados Unidos o en Europa. Ayúdeme con subsidios, porque tengo miedo a la competencia".
La verdad de las cosas es que, en este mundo globalizado, sociedades a las cuales se supone altamente competitivas, partidarias del modelo de economía social de mercado, no lo son respecto de un conjunto de actividades que resolvieron subsidiar.
Ante ello, nuestra gente, a la que debemos el estar sentados aquí, nos dice: "Éste es un partido de fútbol en el que yo juego con mis once jugadores; pero el otro equipo juega con sus once jugadores, más el árbitro y los dos guardalíneas, a los que agrega dos pelotas de fútbol". Y concluye: "¡El partido no es justo!".
A mi juicio, en Chile falta definir cuál es el papel que nuestra sociedad asumirá respecto de zonas que desarrollan actividades subsidiadas en el resto del mundo.
¡Ésa es la verdad! Y excúsenme por decirlo.
Antes de resultar elegido Senador por la Región de La Araucanía, representaba a Ñuñoa y Providencia como Diputado , y no entendía la situación. Pero luego de un año en el Senado y de ver la realidad de esa Región la comprendo perfectamente. Y se siente una impotencia gigantesca cuando la gente hace tremendos esfuerzos por sembrar raps, trigo u otros cereales, o por mantener cultivos de rotación, y de repente se da cuenta de que -como bien dijo en algún momento el Honorable señor García - debe competir, no con mercados ni contra el agricultor americano o europeo, sino con las cajas fiscales de los países que subsidian sus productos. Y es una decisión política de ellos.
Entonces, estamos en desigualdad de condiciones respecto de tales áreas. Y eso ha llevado, entre otras cosas, a que exista profundo temor ante los efectos que los tratados de libre comercio tienen para las zonas agrícolas, que ya han experimentado resultados negativos.
Yo, al contrario de lo que sostenía el Honorable colega que me antecedió en el uso de la palabra en orden a que las críticas al MERCOSUR no son fundadas, creo francamente que sí lo son.
Fíjense Sus Señorías en la balanza comercial (y luego lo explicaré). En 1997, Chile aparecía con 1.350 millones de dólares negativos en el intercambio del MERCOSUR (estamos compitiendo con países como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, que en los últimos años no han sido la panacea de desarrollo económico; más bien han enfrentado enormes dificultades). ¿Y cómo terminó el año 2001? ¡Con 3 mil 198 millones de dólares de balanza comercial negativa! O sea, en definitiva, lo que se suponía que iba a permitir a la agricultura nacional exportar sus productos a los países limítrofes no se ha materializado.
Voy a contar por qué. Y -si no me falla la memoria- creo que en una oportunidad la propia señora Ministra de Relaciones Exteriores fue a Argentina a reclamar. Porque cuando nuestros productos se exportan a ese país o a los mercados de otras naciones limítrofes, les ponen cuanta traba u obstáculo encuentran para impedir su venta. Como -¡gracias a Dios!- los chilenos todavía somos personas decentes, cuando los productos de ellos entran a nuestro territorio no inventamos trabas. Y no las inventamos porque, por naturaleza, no somos tramposos.
Entonces, ocurre que competimos lealmente con países que fueron muy desleales con Chile en el caso del tratado de asociación con el MERCOSUR. Y lo digo derechamente. Es cosa de hacer memoria. Recuerdo una publicación del diario "El Mercurio" -lamentablemente, no la tengo; pero con posterioridad fue avalada por acciones del propio Gobierno, que fue a reclamar, legítimamente, en defensa de las zonas afectadas- donde se dio cuenta de que había más de veinte obstáculos de todo tipo para impedir la entrada de carne y leche provenientes de Chile: desde huelgas de los camioneros, quienes no querían transportar nuestros productos, hasta alzas de peajes especiales.
En consecuencia, señor Presidente , deseo puntualizar que aquí nadie está pidiendo caridad ni protecciones indebidas.
Es verdad lo que dijo un señor Senador : las economías agrícolas deben evolucionar y buscar procesos de convertibilidad. Sin embargo, también es cierto que para eso se necesitan ciertas facilidades. Y hoy día no las hay. Por ejemplo, si un pequeño agricultor decide plantar manzanos, ¿a quién recurre? Si está endeudado y acude a un banco, verá que para él no existen facilidades, confianza, plazos e intereses adecuados a los efectos de permitirle desarrollar su idea en un proyecto de largo plazo. Y la mayoría de las llamadas que recibimos los Parlamentarios es para quejarse de esa situación; o sea, las personas no logran reunir el capital necesario para pagar sus deudas, aparte que la actividad agrícola -nada tengo de los agricultores, pero algo he aprendido de su sabiduría- es una apuesta, pues hay variables que no se controlan.
Por lo tanto, señora Ministra , deseo expresarle, por intermedio del señor Presidente , que intervengo simplemente para sensibilizar al Honorable Senado respecto de zonas de Chile que se han visto dramáticamente perjudicadas o que -lo puedo poner a la inversa- no han sido favorecidas por acuerdos internacionales debido a que la competencia de los demás países no es leal. Esa deslealtad es lo que produce depresión en nuestras zonas. Y tal depresión no se inventa.
Las cifras de mi Región entregadas por el Gobierno -entre paréntesis, con mucha honestidad, éste elaboró el informe de competitividad regional a que aludió el Senador señor Coloma ; no tendría por qué haberlo hecho, pero lo hizo y lo entregó, lo cual me parece muy bien- son dramáticas: 11,1 por ciento de personas tiene ingresos menores a 20 mil 281 pesos mensuales; 32,7 por ciento de la población es considerado pobre, contra 20,6 por ciento del país. Y suma y sigue. La competitividad cayó en alrededor de 45 por ciento entre 1999 y 2001. La Novena es la Región con la peor distribución del ingreso en el país: los 45 mil hogares más ricos obtienen un promedio equivalente a dieciséis veces el ingreso de los 45 mil hogares más pobres. Y, con seguridad, en la Séptima -porque son las dos Regiones que tienen las cifras más malas; el Senador señor Gazmuri podrá ratificarlo, pues debe de vivirlo a diario en el trabajo que desarrolla allí- ocurre algo similar.
¿Por qué votaré a favor de este Acuerdo y por qué no tengo resuelto cómo me pronunciaré en el caso del Tratado con Estados Unidos? Porque, a mi juicio, en el Convenio en análisis quedan más cubiertas esas zonas y, además, porque pienso que uno no puede sacrificar a un país entero. En efecto, como Senador, es inadmisible adoptar la decisión de sacrificar los beneficios que, sin duda, reportará a Chile ser socio de Europa: abrir la frontera a 300 millones de habitantes; permitir el desarrollo científico y cultural; salir de esta especie de aislamiento regional en que vivimos y abrirnos a desafíos relevantes. Sin embargo, lo hago con la prevención de que me preocupa el hecho de que de repente no tengamos firmeza para recurrir a los instrumentos que este Acuerdo nos entrega para defender a los chilenos. Sinceramente, tengo esta inquietud.
Además, me preocupa que en Chile sigamos con una Comisión de Distorsiones que, simplemente, no opera. Éste es el único país donde un organismo de tal naturaleza funciona cuando el problema ha sido solucionado. Y recuerdo el caso de la leche: al establecerse que los mecanismos invocados deben aplicarse para evitar la competencia desleal, el precio ya ha subido; o sea, el daño ya se ha provocado; por tanto, ha transcurrido tanto tiempo, que aquéllos no surten efecto.
En consecuencia, sostengo que en este Acuerdo se abren para las zonas agrícolas espacios importantes.
En los documentos que preparábamos sobre la materia, observé que se producen avances notables en el caso de mi Región. Por ejemplo, en lo referente a las carnes y la leche.
En cuanto a las carnes rojas, se trata de exportaciones inéditas para la Novena Región, que hoy son factibles gracias a los incrementos del sector en eficiencia y competitividad, como también a la eficacia de las políticas sanitaria y fitosanitaria, que nos han mantenido libres de fiebre aftosa.
Además, se abre un espacio -aunque insuficiente- a la exportación de quesos con cuotas crecientes que significan posibilidades para nuestras zonas productoras.
La carne de bovino también tiene oportunidades.
No quiero extenderme, señor Presidente , por el poco tiempo que me queda. Pero siento sinceramente que se abre una brecha, una posibilidad.
En todo caso, sigo insistiendo en que los dogmáticos de los modelos económicos no entienden lo que es el mundo moderno. Ni los países más partidarios de la economía social de mercado han transformado a ésta en dogma. Las naciones que sembraron en todo el orbe economías ricas se dieron cuenta de que existen sectores frágiles y de que en la sociedad moderna no sólo hay que preocuparse de lo que el Estado no debe hacer, sino también de lo que debe hacer.
Ésas son sociedades modernas con modelos económicos flexibles y sentido humanista. Ya no existen los modelos ortodoxos de la economía social de mercado, o más bien, de la economía de mercado a ultranza versus los modelos económicos de las sociedades estatistas. Hoy día los países inteligentes y sabios son los que logran equilibrar ambos factores.
Señor Presidente , siento muy sinceramente que tenemos una deuda inmensa con regiones que -insisto, y con esto concluyo- no están pidiendo caridad, ni limosna, ni protecciones indebidas, sino, simplemente, dos cosas. Primero, si compiten, que se haga lealmente; y si no hay competencia leal, que el Estado de Chile sepa sacar la voz por ellas, porque nuestro Ministro de Agricultura no es de los agricultores americanos o europeos, sino de los agricultores chilenos, y por lo tanto debe defender a éstos. Y segundo, que no sólo exista esa acción, sino, fundamentalmente, que en Chile se aborde el rol subsidiario -con mayúscula- que corresponde al Estado respecto de personas que a veces son débiles o de zonas que están desprotegidas.
Ésa es parte de la evolución que tienen las economías modernas.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
¿Cómo vota, Su Señoría?
El señor ESPINA.-
Con las prevenciones que he hecho acerca de este Acuerdo, voto favorablemente.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Hago presente a la Sala que quedan nueve señores Senadores inscritos. Como nadie se ha abstenido de usar los quince minutos determinados, restan alrededor de dos horas y cuarto.
El orden de los tres oradores siguientes es: Honorables señores Naranjo, Vega y Horvath. Por lo tanto, sugiero a Sus Señorías estar atentos a los turnos.
Tiene la palabra el Senador señor Naranjo.
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , en primer lugar, me sumo a la valoración de los alcances del Acuerdo sometido esta tarde a consideración de la Sala. Más aún, comparto la opinión de quienes han sostenido que estamos frente a un hecho histórico. No tengo duda alguna de que los Gobiernos de la Concertación -encabezados por el Presidente Aylwin , primero; por el Presidente Frei , después, y por el Presidente Lagos , hoy- van a marcar un capítulo muy especial en la historia de Chile, particularmente por las implicancias y el significado de los acuerdos comerciales que estamos suscribiendo.
A mi juicio, es muy reciente todavía para darse cuenta de los alcances y la magnitud que tendrán esos instrumentos internacionales. Sin embargo, estoy plenamente cierto de que el trabajo realizado por el equipo negociador, y muy en especial por nuestra Canciller , doña Soledad Alvear , tendrá justo reconocimiento en su momento.
En segundo término, debo señalar que -como muy bien se ha dicho acá- el Convenio en análisis no sólo reviste alcances económicos, comerciales: es bastante más amplio. Indiscutiblemente, sus implicancias van mucho más allá de lo que hoy día podemos visualizar. En los ámbitos tecnológico, cultural, científico, social, educacional, ahora resulta muy difícil advertir los efectos multiplicadores.
Señor Presidente , como en reiteradas oportunidades aquí se han hecho observaciones y planteado temores o inquietudes con relación a los efectos que el Acuerdo podría tener sobre el sector agrícola de nuestro país, permítame a lo menos señalar algunos puntos.
En primer término, es importante considerar que ningún producto del sector rural tendrá una situación desmejorada en comparación con la actual.
En segundo lugar, muchos productos mejorarán de inmediato su condición. Otros, sin lugar a dudas lo harán a lo largo de los plazos establecidos.
Además, este Acuerdo otorgará ventajas a Chile por sobre otros países competidores en los mercados europeos.
No obstante, teniendo presente lo que he señalado, a partir del Acuerdo que se está ratificando en el Parlamento y también de los numerosos acuerdos que vendrán, estimo oportuno e importante dedicar por lo menos algunas palabras a sus implicancias en el sector rural. Menciono lo anterior pensando no solamente en defender la agricultura como actividad productiva del país, sino principalmente en fortalecerla y en estimular su desarrollo.
Por eso, muchas veces nos cuesta entender cuando se levantan voces en el país para dejar la agricultura y el sector rural a la suerte del viento. Pareciera que algunas personas olvidan el rol que cumple esta actividad, no solamente desde el punto de vista productivo, sino esencialmente desde la perspectiva de sus objetivos estratégicos en términos geopolíticos y de seguridad nacional. Cuando no se mira a la agricultura como sector estratégico del país, resulta difícil entender que pueda prescindirse de ella, más aún si se considera que Chile tiene vocación y también historia agrícola.
Por consiguiente, es oportuno aprovechar esta ocasión para proponer la implementación de una política de Estado para Chile, no en función de este Acuerdo, sino de los instrumentos internacionales ya firmados y de los que vendrán. En la medida en que hagamos eso, no tengo duda alguna de que los temores muy legítimos de algunos disminuirán, generándose expectativas y oportunidades para el sector rural.
¿Cuál es mi primera inquietud, señor Presidente?
Para enfrentar este Acuerdo y otros que están vigentes, es indispensable que el sector silvoagropecuario mantenga e incluso incremente sus actuales programas de fomento, como los relativos a riego, fertilización de praderas, forestal, reconversión de suelos y bono ganadero. Incluso, yendo aún más lejos, sería importante crear otros instrumentos de fomento, por ejemplo, el bono agrícola, para incentivar el desarrollo y fortalecer la situación de determinados rubros. En la medida en que implementemos dichos instrumentos estaremos mejorando la competitividad y la rentabilidad, y también -es importante señalarlo- contribuyendo al perfeccionamiento -fundamental para enfrentar los desafíos futuros- de todo lo que tiene que ver con la innovación tecnológica y el mejoramiento de la gestión en el sector rural.
Al promover este tipo de mecanismos de fomento, estaremos dando una importante señal. ¿Por qué lo menciono? Porque como también han manifestado con legítima razón algunos Parlamentarios de las Regiones del sur, donde determinados rubros cumplen un papel estratégico en su desarrollo -me refiero al trigo, arroz, remolacha, carne y leche-, si se reconoce que estos productos son su base económica y se considera las altas distorsiones existentes en los mercados internacionales, sería muy importante enviar una señal como país en el sentido de garantizarles la promoción y cultivo de esos rubros.
Y para reconocer el rol fundamental que para la economía de esas Regiones reviste el desarrollo estratégico de esos productos, debe partirse de la base de que si bien en este Tratado la situación de las bandas de precios no se toca, ello sí se hará en los que vengan. En consecuencia, es importante considerar desde ya la necesidad de impulsar algún tipo de instrumento estabilizador de precios, que lógicamente sea compatible con las normas de la Organización Mundial del Comercio.
De la misma forma -reitero lo ya señalado-, es indiscutible que para que los productores del sector rural, principalmente medianos y pequeños, puedan competir en el nuevo escenario que se abre con este tipo de instrumentos internacionales, resulta fundamental abordar el tema financiero, o sea, el apoyo crediticio a los productores. Hoy en día si uno entra en el detalle y profundiza en su situación financiera, se da cuenta de que muchos están endeudados. Entonces, ¿cómo podrán competir si no resuelven un problema inmediato -su endeudamiento-, y cuando algunos ni siquiera tienen acceso al crédito? Por ello es importante crear -ojalá que demos un paso en esa dirección- una banca especializada en el campo agrícola o readecuar el Departamento Agrícola del BancoEstado. No se puede estar ajeno a la nueva realidad que viviremos, a los nuevos desafíos que significan estos tratados de libre comercio y a la necesidad de abordar el problema del financiamiento del sector rural.
Pienso que, ante las distorsiones tanto internas como externas que sufre el mercado agrícola, es esencial realizar ahora lo que se ha manifestado en reiteradas ocasiones -y sería bueno que el Ejecutivo lo impulsara-: reformular la institucionalidad de la Comisión de Distorsiones y de la Fiscalía Nacional Económica, para agilizar sus resoluciones y facilitar las presentaciones a nivel regional. No abordar este tema me parece una cuestión muy delicada, que puede traernos serios trastornos el día de mañana.
En la actualidad -pienso que hay plena conciencia de ello-, la mano de obra rural y la de los trabajadores de temporada es extraordinariamente precaria en cuanto a capacitación y especialización. Por tanto, para enfrentar los desafíos de la avanzada tecnología que hoy se utiliza en los procesos productivos, es fundamental iniciar -el Ejecutivo no puede ser indiferente a ello- programas de capacitación vespertinos, diurnos o de otro tipo. Pero es importante hacerlo aprovechando las franquicias del SENCE o bien estableciendo mecanismos adecuados a la realidad agrícola y forestal. Si queremos competir en igualdad de condiciones e implementar lo que se ha señalado, hay que tener presente que el desarrollo económico del país ha generado desequilibrios entre las Regiones y también al interior de ellas. Algunos temen, con justa razón, que estos desequilibrios regionales provocados por el desarrollo económico del país puedan intensificarse como fruto de estos tratados de libre comercio. Por tanto, debemos impulsar acciones para aminorarlos o bien para alcanzar mayor armonía en este ámbito.
Dentro del tema que estamos discutiendo, conversando y reflexionando, me parece fundamental no olvidar a los trabajadores de temporada, porque evidentemente hay que ponerse en su situación y considerar las implicancias que estos tratados de libre comercio puedan tener.
Sí tengo claro -y es evidente-, que hoy los tratados de libre comercio producen efectos en nuestro país, particularmente en Regiones donde la estacionalidad laboral se puede acentuar. Por lo tanto, creo que este tema no debe ser pasado por alto, así como tampoco todo lo referente a los derechos laborales y las exigencias que supone la firma de estos convenios.
Asimismo, señor Presidente -ya lo hemos dicho, pero considero oportuno reiterarlo hoy día-, nuestra institucionalidad rural, en especial la pública, es muy deficiente para los desafíos que tenemos. Pienso que el Ministerio de Agricultura no está en condiciones, pues los problemas que presenta el sector rural y su desarrollo sobrepasan su competencia. Por consiguiente, estimo que hay una tarea pendiente ahí, como es mejorar toda la institucionalidad ligada al sector rural, con énfasis en la regionalización y la descentralización.
No puedo dejar pasar esta oportunidad para levantar mi voz y expresar que, así como me parece que a la actual institucionalidad del Estado le falta modernidad y adecuarse a la realidad y a los desafíos que enfrentamos, estimo urgente que la institucionalidad privada también sufra un cambio profundo, porque es indudable que tampoco está en concordancia con los procesos que estamos viviendo. Se requieren enmiendas no sólo en la institucionalidad pública, sino también en la de carácter privado, para abordar adecuadamente los desafíos y las tareas que nos plantea este nuevo proceso de inserción internacional.
Igualmente, señor Presidente , considero fundamental buscar la manera de aprovechar bien, en este nuevo escenario de inserción internacional que crean estos acuerdos entre países, una política estratégica permanente, que no sólo pretenda recuperar, ampliar o buscar nuevos mercados -no tengo ninguna duda de que instituciones como ProChile y la Fundación Chile harán los esfuerzos necesarios-, sino que también -y esto es esencial para fortalecer nuestra posición en los mercados internacionales- impulse una institucionalidad que defienda las exportaciones chilenas de las reiteradas acusaciones de dumping a que nos veremos sometidos.
A mi juicio, la actual institucionalidad es extraordinariamente precaria para encarar esa situación, que va a ser muy reiterativa el día de mañana. Por tanto, hago un urgente llamado de atención en cuanto a la necesidad de generar una nueva institucionalidad, que nos permita actuar de manera ágil y oportuna en el futuro, cuando seamos acusados de dumping.
Por último, deseo expresar que estoy plenamente consciente de que la agricultura es un sector complejo, por su heterogeneidad y diversidad, pero no tengo ninguna duda de que también es una actividad insustituible en el quehacer nacional. Por eso, es necesario apoyarla y respaldarla en esta situación nueva que se nos presenta hoy.
Termino reiterando el compromiso permanente, tanto de mi parte como del Partido Socialista, con los sectores agrícola y rural.
Respaldo estusiastamente con mi voto la aprobación del Acuerdo.
Voto que sí.
El señor VEGA.-
Señor Presidente, estamos en la hora de la verdad.
Como se ha dicho aquí, más que un acuerdo, éste es el inicio de un tramo en el que Chile ingresa a una nueva historia. Por eso, compartiendo muchísimas de las opiniones expresadas en la Sala, con mucho fundamento, soy optimista.
Creo que no sólo nuestro país se encuentra en el momento de la verdad, sino también el mundo.
La integración de Europa no es un asunto reciente. Más bien es el resultado y la consecuencia de una larga historia, por todos conocida -de imperios, reinados, guerras, tragedias, extremos dramáticos-, que ha permitido a sus habitantes y conductores llegar a la conclusión de que la única forma de sobrevivir y de empinarse en el liderazgo mundial es mediante esta integración que hoy se hace realidad. Y no solamente desde el punto de vista político, financiero o económico, sino, por sobre todo, desde la perspectiva tecnológica.
A decir verdad, individualmente, los países de Europa hace mucho rato que llegaron a un límite y saben que por sí solos no pueden construir los sofisticados modelos que les han generado su tremenda investigación y desarrollo. Han debido juntarse e integrarse, porque es la única forma de materializar esta vanguardia tecnológica. Y no me refiero a la integración sólo local o regional, sino también a nivel mundial.
¡Ahí entramos nosotros! Chile es parte del concierto mundial y se ha empinado nítidamente en el contexto latinoamericano. No quiero hacer alabanzas, pero este pequeño país de 15 millones de habitantes -con un ingreso per cápita de alrededor de 5 mil dólares- ha proyectado una imagen de eficiencia esencial que le permite integrar estos grandes "consorcios mundiales" y ser parte de ellos. Tenemos la capacidad intelectual y el ordenamiento interno, democrático, social, que hacen posible nuestra participación responsable en estas nuevas aventuras, no solamente con Europa, mediante integraciones mayores, sino con todo el resto de los países, porque hoy las grandes aventuras involucran al planeta entero. Estamos integrando al mundo, estamos comunicando al mundo. Y cuando nos integramos al mundo y nos comunicamos responsablemente en él, como se ha visto ahora con el MERCOSUR, adquirimos compromisos internacionales.
De alguna manera, al integrarnos estamos sufriendo -y a la vez, aceptando- la pérdida de la nítida visión que teníamos sobre autonomía, soberanía y valores internos nacionales, pues consentimos nuestra participación en un "juego mayor". Por tanto, debemos estar muy conscientes de la responsabilidad que conlleva la intervención efectiva y eficiente en este "juego mayor".
De ahí viene lo que muchos Senadores han expresado: el problema es nuestro.
Para ser eficientes en esta integración, vamos a tener que analizarnos internamente. Vamos a tener que revisar nuestras normas, nuestras estructuras, nuestras modernizaciones, nuestras doctrinas básicas de conducción del Estado, tanto en el aspecto público como en el privado. Lo señalo porque hay que enfrentar este desafío como una dupla, a través de una simbiosis entre Estado y entes privados. Dependerá del ordenamiento interno del primero y de su relación directa con la creatividad, la iniciativa y la energía del segundo el que realmente logremos formar parte de esta integración de manera eficiente.
Se ha dicho aquí que debemos cuidar una serie de factores a propósito del intercambio de productos comerciales. Porque no se trata, realmente, del intercambio de productos comerciales básicos, agrícolas, sino de aprovechar las posibilidades que ofrece el Tratado, con su acuerdo de cooperación.
Efectivamente, un estudio de la Universidad de Chile dice que el Acuerdo representa un impacto de 15 por ciento de crecimiento en nuestras exportaciones, como consecuencia directa de la desgravación arancelaria. Inicialmente, se alcanza a 85 por ciento de los bienes y servicios, como lo expresó la señora Ministra , y, a partir del cuarto año, el total con cero arancel ascenderá a 96 por ciento. Además, se incluye la cláusula de revisión, lo que significa que cada tres años se podrá examinar la situación de los productos agrícolas, por ejemplo. Aquí se inserta lo consignado por muchos en el sentido de que el ordenamiento interno de nuestro sistema de producción agrícola no es el óptimo, y, obviamente, es muy difícil que se enfrente a las viejas estructuras normativas de la Unión Europea.
Con relación a los bienes industriales, parece que nos asiste una muy buena perspectiva: 99,8 por ciento de las exportaciones chilenas queda con desgravación inmediata apenas se apruebe el Tratado.
Sin embargo, se deben evitar las falsas expectativas. Si el país no hace un esfuerzo serio, como lo expresé anteriormente, el Tratado sólo será útil para el incremento plano de las inversiones e intercambios comerciales directos. Estamos hablando de materias primas.
Y en ello es donde sobresale el acuerdo de cooperación, ya que a través del know how que transferirá la Unión Europea y que fue la base de su sobresaliente desarrollo podremos acceder, como también se ha dicho aquí, al conocimiento científico del que hoy carecemos, para otorgar valor agregado a nuestros productos.
Por esa razón es tan importante la profesionalización de nuestra fuerza de trabajo, lo que, como señalé, constituye un tema de fondo. Cabe mencionar, en ese punto, que el país sólo invierte en ciencia y tecnología 0,5 por ciento del producto interno bruto, o sea, seis veces menos que la Unión Europea, donde se destina a ello 3 por ciento.
Y en las posibilidades de perfeccionamiento tecnológico se halla la base para que en un plazo relativamente corto se consiga una relativa utilidad de nuestras exportaciones, siempre que presenten ventajas comparativas. Nos encontramos frente a 370 millones de europeos, altamente tecnificados en sus políticas de Estado y sus empresas.
Todo lo anterior implica, obviamente -también se ha dicho reiteradamente-, un cambio de mentalidad, para integrarnos a esos niveles superiores del conocimiento e intercambio comercial a los que aspiramos. Y sostengo que somos sobradamente capaces de lograrlo. Ello nos permitirá, en el tiempo, entender numerosos aspectos que hoy no contemplan nuestros sistemas: certificaciones de calidad, medioambientales -muy discutidas aquí-, de seguridad industrial, así como una completa nueva relación entre empresarios y sindicatos. Todos tenemos el deber de cambiar: el Estado, las empresas, los profesionales, los trabajadores. Se trata de un cambio fundacional, que llevará a Chile a salir definitivamente del subdesarrollo -estoy seguro- en los próximos veinte o treinta años.
La puesta en marcha del Tratado hoy -como asimismo se consignó- no resolverá nuestras dificultades inmediatas, ni políticas, ni económicas. Pero la verdadera proeza consiste en que tengamos la visión y la fortaleza para aprovechar los nichos de cooperación que entrega el convenio. Si no damos ese salto con decisión, nos quedaremos solamente en 15 por ciento de incremento en las exportaciones y con la certeza de que la Unión Europea no limitará su expansión sólo a Chile. Es inevitable que ese bloque de países, por el principio de globalidad, por la demanda de la globalidad, inicie negociaciones también con otros Estados de América Latina: Argentina, Brasil , México , que cuentan con excelentes potencialidades y con una excelente posibilidad de integrarse exitosamente en la globalización.
Señora Ministra , la felicito por la decisión, porque le reitero a todo su equipo, a nuestra Comisión, que llegamos nada más que a la hora de la verdad, y nos deseamos todos la mejor de las suertes.
Voto que sí.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , sean mis primeras palabras para valorar el Acuerdo de Asociación de Chile con la Unión Europea, sobre todo porque cubre aspectos tan amplios como el económico, el político y el de la cooperación. Lo político también se abre a los Poderes del Estado, incluido el Legislativo, y asegura necesarios procesos de gobernabilidad, transparencia, afianzamiento de la democracia, que tanta falta hace en Latinoamérica.
En cuanto a la cooperación, conviene seguirla muy de cerca, por toda la experiencia del pasado y lo que se debe corregir hacia el futuro, en el sentido de que deben existir procedimientos claros y proyectos bien evaluados.
El trabajo, el Acuerdo, los alcances del instrumento y las oportunidades que se abren son fruto de una larga labor de la Canciller y de su equipo de trabajo, y de las especiales condiciones que ha logrado Chile en su sector público y privado.
Respecto de las oportunidades, cabe hacer notar que en nuestro país se requiere un cambio de mentalidad. Debe existir una política interna -como ha sido señalado en el Congreso Nacional- para afianzar a las personas, a las Regiones, a las empresas, con reglas de juego claras. Y ese compromiso pasa no solamente al Gobierno, sino también al propio Parlamento. Ello se relaciona con una serie de iniciativas, vinculadas, por ejemplo, con la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente, con el ordenamiento territorial, de modo de poder afianzar nuestras inversiones y también las que se efectúen junto con la Unión Europea.
Es preciso que se garantice una suerte de movilidad social. La vía asistencial, como la evaluada en el caso de INDAP, no genera frutos, sino más bien estancamiento. Necesitamos que las personas vayan creciendo, que dispongan de alternativas para irse abriendo oportunidades internamente, a fin de poder realmente competir. Y esa movilidad social debe ser traspasada al sector agrícola, a la pesca, a la ganadería, a las pequeñas y medianas empresas, al sector forestal y al turismo.
La institucionalidad propuesta también es novedosa. A mi juicio, todavía no resulta tan clara como en el caso del Tratado de Libre Comercio con Canadá, que establece precisos procedimientos en lo referente a los aspectos laborales y ambientales. Y eso impide, por ejemplo, acusaciones de dumping. En ese sentido, también se requerirá un seguimiento acucioso del instrumento en análisis.
Quisiera referirme a un punto que no se ha señalado, tal vez, con el suficiente énfasis, en la parte agrícola y ganadera. La verdad es que Chile nunca podrá competir en cantidad -y menos con el grupo de países de que se trata-, pero sí puede hacerlo en calidad. Al respecto, se deben afianzar los elementos que nos distinguen, por geografía, por cultura y por aspectos que todavía podemos desarrollar a tiempo en cuanto a lograr producciones limpias, naturales y orgánicas. Es importante que los sellos, las identidades de nuestros productos -más allá, incluso, de lo agrícola y ganadero-, sean afianzados también en los derechos de propiedad intelectual. Ello no será algo menor, sobre todo a la luz del artículo 168 del Acuerdo, que somete la cuestión a las normas internacionales más elevadas o exigentes.
Lo expuesto resulta reforzado con el ingreso de países de Europa Central a la Unión Europea. En el año en curso lo harán Hungría , Polonia y la República Checa. Y son justamente los productos de sus áreas agrícola y ganadera, de sus pequeñas y medianas industrias, incluso el vino, los que entrarán fuertemente en competencia con los similares chilenos.
A esto debemos sumar la política sistemática, aquí mencionada, de subsidios que se aplica al sector agrícola ganadero en la Unión Europea (no sólo por sus alcances económicos, sino por razones de estrategia o culturales), la que reconocen derechamente como una política de Estado sistemática.
Como lo ha señalado la señora Ministra , la realidad de este campo en Europa no es fácil para ellos. Tenemos todavía presente el caso de las vacas locas, las contaminaciones a las cuales se ven enfrentados, la fiebre aftosa, el caso de infecciones en bovinos y ovinos, y, además, una producción que claramente no es natural: muy estabulada, por así decirlo, muy tecnológicamente desarrollada, pero que pierde toda la gracia de lo natural.
Si a esto sumamos una política definida de Europa en cuanto a tratar de evitar, y, por último, dejar la decisión a los consumidores de los productos transgénicos o de los que son genéticamente modificados, entramos necesariamente en una política que en nuestro país tiene que ser reforzada para nuestras propias identidades.
Así, respecto del ecoetiquetado, no bastará con que ellos lo exijan y nosotros lo cumplamos, sino que es algo que tenemos que aprender a hacer en el interior de nuestro país. Debemos prepararnos y también certificar la producción limpia, natural y orgánica; el no uso de las hormonas; todo el bienestar animal; el etiquetado de los organismos genéticamente modificados, y las normas de origen. En este sentido, tenemos desafíos internos bastante fuertes.
Ahora, en lo tocante a los transgénicos, estamos por firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que mantiene una política exactamente opuesta, y nos vamos a ver inundados con productos de esta especie, como de hecho hoy en día lo estamos, aunque no lo sabemos, en la esfera de nuestros consumidores.
Creemos que hay un enorme espacio de nuestro país, sobre todo en una visión positiva de las áreas más aisladas, donde la producción natural y la orgánica pueden abrirse un sitio notable en cuanto a precio en el mercado europeo y en el futuro mercado tanto del norte de América como de Asia.
Queremos reforzar un capítulo especial en lo que se refiere a la soberanía chilena en las 200 millas de la zona económica exclusiva, y toda la proyección que tenemos en el mar presencial. Aquí ha habido visiones todavía no del todo aclaradas, pese a que la señora Ministra ha sido bastante enfática en señalar que esta soberanía no se pone en juego.
Sin embargo, se requiere una necesaria precisión a través de declaraciones interpretativas. En esto persiste todavía un problema que no ha sido resuelto. Y, a juicio de los propios empresarios y de los trabajadores existe todavía incertidumbre para la industria y la soberanía nacional.
En general, el capítulo sobre la pesca no es aceptable para ese sector. Contiene concesiones a la Unión Europea en materia de inversiones privilegiadas para las empresas del propio bloque, correspondientes a los límites de la actual Ley de Navegación en materia de aranceles. Si se revisa esto, en verdad los pesqueros son, lejos, los que salen peor en la aplicación de este Acuerdo. También en materia de reglas de origen.
Estas últimas requieren también de un comentario preciso.
El Acuerdo hace excepción a lo normal en lo relativo a reglas de origen, que comúnmente establecen la posibilidad de que el Estado ribereño dé el origen para los peces en donde existen derechos soberanos: en el territorio, en el mar territorial de las doce millas, en la Zona Económica Exclusiva de las 200 millas, como he señalado.
El Tratado efectivamente dispone que el origen estará dado por la bandera del barco desde la costa. Sin embargo, una nota al pie dispone que tal regla no se aplicará en la zona económica de 200 millas en tanto no exista transferencia de derechos soberanos. Esta fórmula acordada, una evidente transacción política, no es tan clara. Podría querer decir, en determinada interpretación que nos conviniera, que en tanto no exista un acuerdo que transfiera los derechos pesqueros vigentes en las 200 millas, el ribereño conserva su soberanía.
Para que tal regla fuese aceptable, a juicio del sector y nuestro, se requeriría, primero, una declaración de Chile y de la Unión Europea respecto de la plena vigencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de la que ambos somos parte, incluida la plena vigencia de los derechos soberanos hasta las 200 millas (esto se hizo y se entiende como parte del Acuerdo); y, segundo, una declaración interpretativa de Chile que reafirme y precise lo anterior, puntualizando que rigen plenamente los derechos del ribereño hasta las 200 millas, en tanto no haya transferencia de derechos pesqueros; que la norma sobre origen tiene carácter técnico y no sienta un precedente de lo convenido sobre estas normas de origen.
Por tanto, el Tratado debe requerir necesariamente la presencia de esas dos declaraciones para nuestra aprobación, como de hecho se ha señalado por varios Parlamentarios, particularmente de Renovación Nacional.
Ello es necesario para proteger no sólo nuestra pesca, sino también la Zona Económica Exclusiva de las 200 millas, que triplica la superficie de nuestro territorio. De hecho, la formulación de una declaración interpretativa es un derecho de cada parte, cuyo ejercicio no puede ser objetado por la otra, y tampoco -a nuestro juicio- es polémico. Precisa sólo el entendimiento con que la parte que la formula entra al Tratado.
En cambio, el no presentarla implica la renuncia tácita a este derecho y la exposición a futuros litigios con empresas europeas. En este sentido, en el propio informe (página 235) hay un compromiso por parte del Ministerio en la materia.
Muchas de estas inquietudes estarían claramente superadas si se acudiese al texto del artículo 62 de la Convención de Derechos del Mar, ya señalada. Dicha norma establece que el Estado ribereño puede dar acceso a otros Estados al excedente de captura permisible, mediante acuerdos u otros arreglos. Éstos son los derechos soberanos susceptibles de transferencia. Agrega que ésta sólo puede hacerse dentro de un marco de acatamiento a las medidas de conservación y demás modalidades y condiciones establecidas en las leyes y reglamentos del Estado ribereño.
Ésos son los derechos de soberanía inalienables o no transferibles.
Finalmente, como es sabido, la política del Estado chileno excluye la consideración de cualquier tipo de acceso a la pesca en la zona económica exclusiva, lo que no altera la circunstancia de hacer tales transferencias legítimas, siempre que se concreten de conformidad con los principios señalados.
De acuerdo con estas nociones, una Comisión, designada incluso por el Subsecretario de Relaciones Exteriores, redactó un texto que fue aprobado por dicha autoridad, y se suponía que sería firmado por la Ministra señora Alvear para ser presentado junto con nuestra contraparte en Bruselas al momento de firmar el Acuerdo, compromiso que, por los antecedentes que tenemos, no se ha cumplido.
Por último, existen razones que aconsejan precisar qué ocurre en materia de solución de controversias. No hay que olvidar que tenemos una, suspendida, con la Unión Europea sobre el pez espada. El acuerdo establece un resguardo para los mecanismos de otros acuerdos, que vinculan a las partes en materias no normadas por el Tratado. No obstante, esta redacción no resuelve el asunto de la prelación o compatibilización con los mecanismos de entendimiento para la solución de diferencias de la Organización Mundial de Comercio.
Por otra parte, debo señalar la necesidad de revisar con más profundidad el asunto en cuanto a lo que sucede al interior de las Regiones. Aquí se ha especificado bastante bien, y con cifras, que éstas no están igualmente preparadas para competir con un centralismo que en toda cifra resulta objetivamente asfixiante; y esto no solamente comparando la competitividad, los indicadores de calidad de vida, las condiciones para establecer las actividades productivas; sino que el fenómeno se amplifica si la comparación se hace entre comunas.
Ahora, si revisamos el caso particular, se comprobará que se ha hecho un trabajo bastante detallado por parte de la Cancillería en lo que se refiere a los efectos económicos por Regiones. En la de Aisén se señala este particular esfuerzo para acceder en la producción de ovinos (se ha hecho históricamente con otras especies, como es el caso de la liebre) a la Unión Europea. Esto se hizo incluso antes del Tratado. Sin embargo, el sector estatal no ha trabajado en la misma línea. De hecho, incluso ha levantado las oficinas públicas de SACOR y las ha trasladado a Magallanes, dejando frenado todo un procedimiento para recuperar la masa ovina, bovina, establecer una planta de procesos y cumplir con estas normas de la Unión Europea.
Si se revisan, por ejemplo, los acuerdos en el sector pesquero de la Región de Aisén, la verdad es que son más que exiguos. En el caso de la merluza austral, se abre una cuota de cinco mil toneladas, con una desgravación, solamente para esa cuota, a diez años. Si se examina la totalidad de la captura (son veintiséis mil toneladas) y el valor que esto tiene, obviamente que el efecto es mínimo. No deja de llamar la atención, por ejemplo, la cifra de 40 toneladas para el salmón, que en el universo de nuestra producción y explotación, y sobre todo en una perspectiva a futuro, en la práctica resulta poco significativa, a menos que se tenga una lectura equivocada de este aspecto.
El Acuerdo en lo concerniente al sector pesquero, en verdad habla de cantidad de especies, pero no las valoriza económicamente. Por ejemplo, se ha señalado que hoy todos los productos de reducción tienen arancel cero para entrar a la Unión Europea. Por lo tanto, lo relativo a esta materia debe analizarse con más acuciosidad, por los efectos que va a producir en cada una de las Regiones de Chile, para lo que debemos prepararnos.
Insisto en esto, que es clave. Es un gran desafío y un gran logro haber llegado a este Acuerdo en las áreas política, económica y también en las de colaboración y cooperación.
Por estas razones, y con las aprensiones que he señalado, votaré a favor.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Fernández.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , el Acuerdo con la Unión Europea realmente es un instrumento que va a significar un importante aporte para el desarrollo de nuestro país. Por eso, celebramos su suscripción. Pensamos que va a permitir que Chile complete su desarrollo económico y, además, liberalice distintos sectores que hoy todavía deben ser abordados con un criterio diferente.
La defensa y promoción de una economía libre, abierta y moderna, en mi opinión, es uno de los pilares de nuestro desarrollo. El Acuerdo viene a corroborar esa línea de acción iniciada hace ya más de veinte años y que, en definitiva, ha permitido a nuestro país distinguirse muy claramente respecto de las demás naciones del continente.
El Acuerdo con la Unión Europea también constituye un respaldo a toda nuestra institucionalidad, muchas veces cuestionada, pero que, en definitiva, el mundo ha sabido apreciar debidamente por la seriedad y responsabilidad con que Chile ha llevado su proceso institucional.
Es obvio que los anteriores constituyen logros que no corresponden a un sector determinado, sino al país entero. Por lo tanto, es indispensable que ellos sean adecuadamente considerados y -lo más importante- debidamente resguardados.
Porque éstos han sido los motivos fundamentales que han permitido alcanzar un Acuerdo de esta naturaleza, que ha distinguido a Chile respecto de otros países: una institucionalidad democrática y un sistema económico libre y abierto, que permite abiertamente la competencia.
Ello nos obliga a no conformarnos con el Acuerdo -que celebro y que aprobaré-, sino que debiera ser el punto de partida para iniciar otros cambios y desafíos que son indispensables para que él pueda producir efectos.
Ello hará necesario introducir modificaciones sustanciales en nuestro sistema judicial en lo relativo a la legislación comercial, civil y en los procedimientos correspondientes ante los tribunales.
Se ha efectuado una gran reforma al sistema penal. Ahora va a ser necesario, urgente e indispensable completar la reforma judicial.
Del mismo modo, en lo que dice relación a la educación, Chile no puede quedarse atrás. Obviamente, no puede pretender competir con nuestros socios de la Unión Europea en todos los campos, pero sí estrechar la brecha educacional y tecnológica que nos separa, que es la que en definitiva marca la diferencia de desarrollo entre un país y otro.
Por eso, en el tema educacional y tecnológico, debemos destinar mayores recursos, inversión y esfuerzos para lograr una mejor posibilidad de igualdad de oportunidades dentro del país para todos los chilenos. Porque es sabido que esa diferencia tecnológica y de educación que se produce con respecto a otras naciones también se genera al interior de la nuestra. Y hay diferencias muy apreciables entre unas y la otra. La existente en nuestro medio con relación a Europa debe ser un elemento muy importante de considerar frente a los esfuerzos por hacer, a fin de dar educación y tecnología no sólo para los efectos de una mejor competitividad desde el punto de vista laboral, sino también para un desarrollo espiritual y social de nuestra sociedad. En la medida en que podamos avanzar en dicha materia, iremos eliminando la brecha tan amplia que nos separa de Europa.
En lo tocante a nuestra legislación laboral, aun cuando no se señale explícitamente ni se diga en forma expresa que debemos efectuar modificaciones, creo que las circunstancias van a obligar a que Chile introduzca cambios fundamentales en sus leyes laborales, no para privar de beneficios a los trabajadores o para establecer normas que puedan significar desmedro de sus derechos legítimamente adquiridos, sino para los efectos de estatuir procedimientos que permitan una mayor flexibilidad laboral, lo que obviamente puede traer consigo modificaciones sustanciales de otras normas.
Repito: no se trata de privar de derechos, sino de adaptar éstos a una sociedad moderna y dinámica, con una dimensión distinta en lo laboral.
Los anteriores son algunos de los aspectos que deberán ser modificados, sin perjuicio de aquellos que todavía permanecen rezagados dentro de nuestra legislación económica y que guardan relación con los servicios, al área bancaria y de seguros, etcétera, todo lo cual significará un importante desafío para nuestro país.
En cuanto a la Región que represento, el Acuerdo con la Unión Europea resulta especialmente beneficioso. Lo celebro, porque también beneficiará a la Duodécima Región. Para ella representa una liberación de aranceles respecto del principal producto de exportación, el metanol, que es lejos el de más valor.
Las exportaciones de metanol significan más de 300 millones de dólares al año. Las que las siguen, relacionadas con la pesca o con la ganadería, apenas alcanzan a los 10 millones de dólares. De tal manera que, si bien en términos de ocupación de mano de obra no tiene la importancia de otras actividades -como el comercio, la industria, la ganadería y el petróleo-, no es menos cierto que el producto en cuestión ocupa un lugar trascendente.
Por otra parte, asistí recientemente a la inauguración del estudio de una nueva planta -el cuarto tren de metanol-, que va a significar una inversión de más de 300 millones de dólares. En lo básico, tendrá relación con la liberación de derechos. Probablemente, se habría hecho igual, pero no tan pronto ni con tanto entusiasmo e interés de no existir al respecto un acuerdo con la Unión Europea.
Otro tanto sucede con la carne ovina, que en mi Región tiene también ventajas comparativas de gran significación. De 3 mil toneladas que se exportan en la actualidad, se aumentará en 2 mil y en 10 por ciento cada año, lo cual va a significar un aporte muy importante para uno de nuestros productos tradicionales, que ha sido realmente apreciado en Europa y que por las barreras de las cuotas no había podido desarrollarse suficientemente, sin perjuicio de los beneficios que esto pueda representar para otro tipo de exportaciones.
Por eso, quiero expresar mi satisfacción y también felicitar a la señora Ministra , al Embajador señor Rosales y a todo su equipo de trabajo por el esfuerzo desplegado. Sabemos lo difícil que es lograr un acuerdo de esta naturaleza en materia económica, especialmente con tantos países que tienen a veces visiones que pueden ser incluso distintas de la nuestra, y con particularidades que muchos de ellos van a querer expresar, probablemente, al momento de tener que ratificar, cuando proceda, algunas de las normas de este Tratado.
De allí la dificultad y la importancia del Acuerdo que nos ocupa. Junto con el que pronto se suscriba con los Estados Unidos, cuando entren en vigencia, van a ser hitos realmente memorables en el desarrollo económico de Chile. Por eso, gustoso daré mi voto de aprobación al proyecto de acuerdo.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Stange.
El señor STANGE.-
Señor Presidente , en primer término, felicito a la comisión formada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, y especialmente a la señora Canciller , doña Soledad Alvear , por este logro diplomático que, sin duda alguna, coloca a Chile en un lugar destacado ante la comunidad mundial, pues la Unión Europea y sus Estados miembros, representan hasta ahora la principal fuente de cooperación internacional que recibe, en teoría, a nuestro país como socio, lo que constituirá de inmediato un gran desafío.
Si complementamos el Acuerdo con los ya firmados con Corea del Sur y el que está por materializarse con los Estados Unidos de Norteamérica, deberíamos resaltar el desarrollo que esto pueda representar a futuro para nuestro país en general, lo que será interesante discutir en el contexto de la globalización mundial.
No hay lugar a dudas de que sectores productivos de nuestro país se verán favorecidos; pero, en cambio, hay otros respecto de los cuales tengo aprensiones, como el pesquero y el agrícola.
En el sector pesca, debido al permanente interés que tienen los países europeos para operar en nuestras costas, tengo que representar que la traída de capitales extranjeros puede privar a futuro gran parte del acceso de firmas chilenas a los productos del mar. Por lo tanto, es imprescindible precisar con claridad los alcances y consecuencias del Tratado en este aspecto.
Debo referirme, en forma especial, al sector agrícola, por cuanto en los últimos meses y semanas se ha sellado el futuro de la agricultura chilena. Esto, porque por un lado se ha abierto a los productos chilenos un extraordinario mercado de millones de consumidores; y por otro, ello significará que los productos nacionales van a estar sometidos a severas especificaciones técnicas y condiciones de calidad, conforme a las normas establecidas en el Acuerdo, las cuales no serán fáciles de cumplir en el corto plazo por Chile.
Nuestros productos agrícolas de exportación se han de enfrentar en el comercio internacional a una dura competencia que exigirá la presencia de trabajadores de alta especialización. A este respecto, cabe señalar que precisamente los que cumplen labores agrícolas corresponden al sector que tiene la educación más deficiente.
Es cierto que Chile goza de un clima envidiable, y que mientras en Europa reina el crudo invierno, nosotros podemos disfrutar de sol y de la cosecha de productos agrícolas. Pero estas condiciones favorables de competencia de nuestro país la han equilibrado en gran parte los industrializados, mediante la introducción de tecnología de punta, informática y una agricultura subsidiada, transgénica y biorgánica.
Ésa es la diferencia entre los países industriales y Chile, pues aquéllos comprendieron hace tiempo que el nuevo concepto de agricultura exige trabajadores de calificaciones sobresalientes, especializados en distintas actividades. El trabajo del empleador agrícola se asemeja cada vez más al de gerentes de comercio o inversionistas, a los que se les exigen conocimientos en el campo técnico, financiero e industrial.
La pregunta que surge entonces es si existe en nuestro país la infraestructura suficiente para enseñar o entrenar a futuros empresarios agrícolas. Las estadísticas no son muy alentadoras. Chile participó en 1998 en el Segundo Censo Internacional sobre Alfabetización de Adultos. Este foro valoró los conocimientos básicos; es decir, no solamente la capacidad de leer y escribir, sino también la de comprender los contenidos de los textos y la capacidad para utilizarlos en la práctica. De 19 países participantes, ocupamos el último lugar.
Ésa es la inquietud que debo dar a conocer.
En la Décima Región Sur, que represento en el Senado, de las 27 comunas que la componen, tengo antecedentes sólo de 17. En ellas hay 421 establecimientos municipalizados, distribuidos de la siguiente manera: 20 son de enseñanza media; 53 de kínder a octavo básico; 85 de primero a octavo básico, y 259 de primero a sexto básico. La mayoría son unidocentes. O sea, nos encontramos con que seis años de estudios de gran parte de nuestros compatriotas se enfrentan a doce o catorce de los extranjeros.
Tal información indica la poca posibilidad que tiene un importante número de los hijos de trabajadores agrícolas de perfeccionar sus estudios. Por lo tanto, se vuelve al cultivo tradicional en pequeña escala y en microfundos. En cambio, en los países industriales, se lleva la enseñanza y la especialización directamente al lugar de trabajo de los agricultores y se adecua, entonces, su perfeccionamiento a las faenas, permitiendo visualizar mejor futuro.
Es necesario insistir en que nuestro país debe definir claramente una política de Estado que permita superar esos inconvenientes de cultura, a fin de poder competir en buena forma con las naciones europeas. Mientras eso no ocurra y no se haga algo para solucionar a corto plazo tales inconvenientes, los grandes o pequeños empresarios agrícolas chilenos estarán en desventaja abrumadora frente a los países de la Comunidad Europea. Ésa es la experiencia que lamentablemente tenemos con el MERCOSUR, que en su tiempo fue la gran esperanza para el sector sur del Continente, y que el año recién pasado arrojó déficit comercial para nuestro país.
La Región que represento se caracteriza, especialmente, por la producción de leche, carne y papas. Lamentablemente, no se menciona en el Tratado al sector lácteo; los otros productos figuran en pequeñas cantidades.
No cabe duda de que hay otros aspectos interesantes de este Acuerdo; pero tengo el convencimiento de que para el sector agrícola significará mayor emigración de los campesinos a las ciudades, con lo cual se perjudicará la producción de alimentos básicos para nuestro propio país.
Resulta imprescindible, entonces, que el Gobierno desarrolle un efectivo plan estratégico para ayudar a transformar, con urgencia, la falencia cultural de nuestro mundo campesino y programar presupuestos para subsidiar al sector agrícola, ayudando, en esta forma, al definitivo desarrollo de esta importante actividad.
Por lo tanto, por los efectos positivos que puede tener el Tratado, pero a la vez en consideración a las desventajas que representa para el sector agrícola, me abstengo.
El señor SABAG.-
Señor Presidente , no cabe duda de que el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea constituye un reconocimiento explícito ante el resto del mundo de que Chile es un país serio, confiable; que honra sus compromisos; que tiene una economía sana; que es transparente y que presenta bajos niveles de corrupción; que posee una política económica ajustada a los cánones del libre mercado; donde impera un sistema político consolidado y en que se respetan sus tradiciones democráticas y operan soberanamente los Poderes del Estado.
Pienso que, en general, el país se beneficiará con este Acuerdo con la Unión Europea, pues, al abrir un mercado de más de 371 millones de habitantes con un alto poder adquisitivo, con un ingreso de 23 mil euros per cápita y con una economía, en conjunto -como se ha señalado-, 113 veces mayor que la nuestra.
El Acuerdo comprende tres grandes esferas: la asociación de carácter político y económico, la liberalización comercial y la cooperación para el desarrollo, al margen, naturalmente, de mantener, fortalecer e incrementar en el tiempo las estrechas relaciones con los países miembros.
El Tratado abre posibilidades ciertas de aumentar el desarrollo social que debe acompañar a todo crecimiento económico; la protección al medio ambiente y el respeto a los equilibrios ecológicos; el compromiso con la protección de los derechos humanos, y la plena vigencia de la democracia como única forma apropiada de participación ciudadana.
No obstante las explicaciones dadas en relación con las dudas que genera el Acuerdo en cuanto al tema de la pesca, entre otros, resulta claro para nosotros que la soberanía exclusiva sobre las 200 millas no está sujeta a objeciones, lo cual fue ratificado, además, con la nota de intercambio en que se menciona la "transferencia de derechos soberanos", con lo cual la Unión Europea reconoce que Chile tiene derechos soberanos sobre la Zona Económica Exclusiva. Ello implica un avance para nuestro país, en la medida en que obtiene un reconocimiento del ejercicio de la plenitud de su soberanía sobre dicha Zona Económica Exclusiva.
En efecto, la CONVEMAR (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar), en su artículo 56, reconoce una soberanía económica sobre las doscientas millas limitada a cuatro derechos: explorar, explotar, conservar y administrar.
A este respecto, se negoció una declaración conjunta relativa al Anexo III, lo que consta en el Acta Final, firmada el 18 de noviembre de 2002.
Con relación a los productos agrícolas, existe también gran incertidumbre, pues la competencia resulta muy inequitativa, debido a los enormes subsidios que se otorgan en la Unión Europea a los agricultores, que llegan a 70 mil millones de dólares anuales.
El Tratado implica un desafío muy grande, y creo que los pequeños y medianos agricultores son los más desprotegidos, por lo que solicito un apoyo especial, a través de políticas de fomento, asociatividad, capacitación y asistencia en comercialización.
Para la Región del Biobío, que represento en el Senado, el Acuerdo con la Unión Europea abre importantes oportunidades.
De los diez productos más exportados por la Región, sólo un 40 por ciento ya tenía arancel cero. En el 60 por ciento restante encontramos desgravación inmediata y entre siete y diez años.
Los productos beneficiados con un desgravamen inmediato son las maderas contrachapadas; la mosqueta, fresca o seca, incluso cortada; los tableros de fibra de madera y los demás papeles y cartones, multicapas, los cuales estaban gravados con aranceles de 7, 3, 7 y 3,6 por ciento, respectivamente. Las exportaciones de esos bienes alcanzaron a 27 millones de dólares en 2001.
La desgravación entre siete y diez años para los filetes de merluza congelados -que en la actualidad poseen un arancel de 15 por ciento- es también muy beneficiosa para la Región. Las demás carnes de merluza congelada, excepto los filetes, que hoy pagan un arancel de 15 por ciento, tendrán un arancel cero dentro de siete años. Sus exportaciones llegaron a 23 millones de dólares en 2001.
Estudios especiales de la DIRECON (Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales) para el sector agropecuario muestran que las exportaciones de la Región del Biobío a la Unión Europea debieran elevarse en 18 millones de dólares gracias al Tratado. La mayor parte vendría de productos congelados (6 millones de dólares), seguido por conservas (4 millones de dólares) y frutas (3 millones de dólares). Entre las posibles nuevas exportaciones figuran los arándanos, las cerezas, los berries y las provenientes de viñedos.
Otros productos regionales con buenas expectativas serían las carnes rojas y los lácteos (en especial los quesos). La cuota anual de mil toneladas libres de aranceles con que comenzaría el Acuerdo equivale a 15 por ciento de la producción regional de carne bovina.
Ante un Tratado de esta magnitud, resulta de la mayor relevancia difundir sus contenidos a todos los sectores involucrados. Sin embargo, el trabajo más importante lo constituirá la buena administración del instrumento, donde deberán tener especial participación los Ministerios de Agricultura, de Economía, de Hacienda y, naturalmente, de Relaciones Exteriores.
Antes de terminar, deseo dejar expresa constancia de mis felicitaciones muy sinceras a los Gobiernos de los Presidentes Aylwin, Frei y Lagos, que otorgaron el impulso para llegar a estos importantes acuerdos. En forma muy especial, congratulo a la Ministra de Relaciones Exteriores, señora Soledad Alvear, que con su inteligencia, tenacidad y profesionalismo hizo posible no tan sólo este Acuerdo, sino también los alcanzados con Estados Unidos y Corea del Sur. Asimismo, felicito al señor Director General de Relaciones Económicas Internacionales , don Osvaldo Rosales, y a todos los profesionales de la Cancillería que participaron en la elaboración de este Tratado, que tantas expectativas y esperanzas abre para el pueblo de Chile.
Voto a favor.
El señor CANTERO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Novoa, último orador inscrito.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente, en primer lugar, creo que el Tratado es muy favorable para Chile. Le permite profundizar una asociación con la Unión Europea, con todas las ventajas que ello implica. Al mismo tiempo, consolida una estrategia de inserción en el mundo, sobre la base de un modelo de desarrollo económico fundado en la libre empresa y en la apertura de los mercados.
Esta consolidación de las políticas que han inspirado a distintos gobiernos, y que han regido en Chile ya por un cuarto de siglo, ciertamente será algo muy positivo para el país. Pero, por cierto, impone grandes desafíos. Celebrar tratados de libre comercio con la Unión Europea; mantener este tipo de acuerdos con Canadá, con México y, posteriormente, con Estados Unidos; el hecho de que Chile juegue en las ligas mayores en materia de relaciones comerciales internacionales, obviamente, comprende grandes desafíos.
Se ha mencionado acá -y sólo quiero reiterarlo- la importancia que debemos dar hacia delante a la educación, a la capacitación, a la formación de hábitos correctos. Es fundamental el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones, tener preocupación permanente por la calidad de nuestro servicio y nuestros productos. Pero también es muy importante, sobre todo en este Acuerdo con la Unión Europea, lograr desarrollar a la pequeña y mediana empresas de manera que ocupen las posibilidades que el Tratado brinda.
Un tercer aspecto que estimo relevante abordar consiste en la revisión y ordenamiento de la normativa medioambiental existente en Chile.
A mi juicio, tenemos un caos en materia de legislación medioambiental. Al carecer de normas claras, podemos ser víctimas de la aplicación de acuerdos que, casi por definición o necesidad, son muy genéricos.
En el Acuerdo con la Unión Europea se habla de declaraciones que tienden, por ejemplo, a proteger la vida y salud animal y de las plantas. Obviamente, la preocupación por esos aspectos es muy loable. Sin embargo, la forma como se lleve a la práctica dependerá mucho de nuestra legislación interna, de normas claras y, por cierto, exigibles, pero, al mismo tiempo, del establecimiento preciso de las obligaciones que vamos a imponer en esas materias.
Todo acuerdo debe analizarse en el conjunto de los temas de que trata; todos los convenios tienen aspectos positivos y negativos. Siendo los positivos mucho más numerosos que los negativos, quiero efectuar un par de comentarios sobre algunos puntos que generan siempre controversia.
Evidentemente, habrá sectores afectados, que deberán enfrentar una competencia más dura. Pero ni siquiera respecto de éstos se puede decir que todo es negativo. Porque cuando existe la posibilidad de que entren productos a Chile a precios más baratos, los consumidores se benefician. Y esto, incluso, se aplica en el campo agrícola.
Por cierto, es conveniente y deseable que miles y miles de familias chilenas, especialmente las más pobres, tengan acceso a bienes alimenticios, ojalá, al más bajo precio posible. Sin duda, es preciso combinar ese bien deseado con los problemas que puedan afectar a un sector amplio, que es el agrícola. Algunas regiones viven de la agricultura, existe toda una cultura vinculada con el campo y hay miles y miles de personas cuya fuente de trabajo depende de que esta actividad funcione bien en nuestro país.
Al respecto, quiero señalar dos cosas.
En primer lugar, debe hacerse un balance en el ámbito agrícola. Muchos sectores serán enormemente beneficiados con estos tratados de libre comercio; otros, se verán perjudicados, y habrá que buscar la mejor manera de apoyar estos últimos.
En segundo término, deseo hacer una prevención sobre esta materia, en el sentido de que no debemos caer en el error de atribuir a los tratados de libre comercio los problemas que puedan afectar a algunos sectores agrícolas. Quizás no tenemos las ventajas comparativas adecuadas en algún tipo de producciones; probablemente influyen otros factores.
Por lo tanto, creo que del análisis se desprende que el Tratado presenta más ventajas que desventajas; e incluso en los aspectos negativos puede haber facetas positivas.
Deseo hacer un breve comentario respecto de los efectos de éste y otros convenios. Por de pronto, no podemos esperar un efecto inmediato, pues los tratados de libre comercio producen resultados en el mediano y largo plazo. En algún momento de entusiasmo se planteó que era probable que nuestro país comenzara a generar empleos y gran actividad económica una vez que este Acuerdo entrara en vigor. Sin lugar a dudas, en el mediano y largo plazo eso se va a producir; pero los problemas que hoy día afectan a nuestra economía deben abordarse con decisión y adoptando otro tipo de políticas. Y reitero: no vamos a tener efectos inmediatos por la entrada en vigencia de éste u otro tratado de libre comercio.
Finalmente, deseo destacar la labor -ya se ha mencionado acá- de los equipos negociadores y la colaboración muy estrecha que ha existido entre los sectores público y privado. Ésa es, evidentemente, una razón que explica el éxito de estas negociaciones.
También quiero poner de relieve la disposición de todos los sectores políticos a trabajar en este Acuerdo con espíritu de país. En él están involucrados y han primado los intereses del país. Y frente a estas materias, como en general respecto de casi todos los asuntos que tienen que ver con nuestras relaciones internacionales, no proceden -y no se dan- divisiones fundadas en razones políticas. Creo que todos hemos comprendido que el Tratado es conveniente para el desarrollo de Chile. Por eso han trabajado unidos la Oposición y el Gobierno, lo que constituye una garantía de que en este tipo de acuerdos se ha pensado siempre en lo mejor para el país.
Voto que sí.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba en general y en particular el proyecto de acuerdo (41 votos a favor, uno en contra y una abstención).
Votaron por la afirmativa los señores Aburto, Arancibia, Ávila, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Cariola, Coloma, Cordero, Chadwick, Espina, Fernández, Flores, Frei (señora Carmen), Frei (don Eduardo), Gazmuri, Horvath, Lavandero, Martínez, Matthei, Moreno, Muñoz Barra, Naranjo, Novoa, Núñez, Ominami, Orpis, Páez, Parra, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Valdés, Vega, Viera-Gallo y Zaldívar (don Adolfo).
Votó por la negativa el señor García.
Se abstuvo el señor Stange.
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Antes de ofrecer la palabra a la señora Ministra , quiero señalar que, junto con asumir el profundo significado que tiene el Tratado que acabamos de aprobar, debemos hacernos cargo también del inmenso desafío que él representa, lo cual demanda cambios en los paradigmas que hemos usado tradicionalmente.
En efecto, después de una gestión notable de las autoridades encargadas de esta materia, particularmente de la Cancillería, encabezadas por la señora Ministra , hemos logrado realmente algo muy importante, pero que constituye un reto enorme.
Los paradigmas hay que cambiarlos: el de la asociatividad en Chile es, actualmente, un desafío gigantesco para la sociedad; el avanzar en la especialización y en la especificidad; el consolidar la formación continua; el valorar con claridad elementos intangibles como los capitales humano, social, cognitivo y sinergético, son cuestiones hoy día fundamentales; cómo mejorar la competitividad y asimilar la gestión del conocimiento -tan embrionaria todavía en la sociedad chilena-, que pareciera ser la palanca que impulsa el progreso; cómo cambiar el desarrollo organizacional para construir ventajas competitivas, no comparativas, asociándose; cómo valorar la diversidad y acortar los deltas cognitivos, sociales, culturales, sinergéticos, de ánimo, incluso, de las distintas regiones, son desafíos verdaderamente notables que tenemos por delante después de culminar un proceso tan relevante con la aprobación del Tratado.
Tiene la palabra la señora Canciller.
La señora ALVEAR (Ministra de Relaciones Exteriores).-
Gracias, señor Presidente.
Por cierto que, atendida la hora, seré extraordinariamente breve. Sólo deseo agradecer al Senado al culminar este trabajo aquí con una votación tan altamente favorable al Acuerdo.
Sin lugar a dudas, estamos ante un momento histórico. Ha sido una jornada algo larga, en un día, sin duda, muy especial. Sin embargo, cuando se revise la historia -normalmente se escribe muchos años después-, seguramente será recordado como el día en que aprobamos el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, luego de muchos años de trabajo en nuestro país.
Valoro enormemente la contribución de cada uno de los señores Senadores, no tan sólo en esta sesión, sino durante todos estos años.
Asimismo, quiero reconocer una vez más la labor de las Comisiones que se han ocupado de este asunto, y expresar, en nombre de todo el equipo negociador, la inmensa satisfacción que sentimos luego de realizar un trabajo tan arduo, durante muchos años, con la Unión Europea.
Gracias a todos, señor Presidente. Y, por cierto, en este día tan especial, en nombre del Gobierno, y particularmente del equipo negociador, agradezco el apoyo entregado hoy.
--(Aplausos).
El señor CANTERO ( Vicepresidente ).-
Se ha cumplido el propósito de esta sesión y hecho un aporte notable a las expectativas de nuestro país.
Se levanta la sesión.
--Se levantó a las 21:37.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción