Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I. ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III. TRAMITACIÓN DE ACTAS
- IV. CUENTA
- V.
ORDEN DEL DÍA
-
SITUACIÓN DE AGRICULTURA, Y ESPECIALMENTE DEL INDAP
- ANTECEDENTE
- INTERVENCIÓN : Rafael Moreno
- INTERVENCIÓN : Evelyn Matthei Fornet
- INTERVENCIÓN : Jaime Gazmuri Mujica
- INTERVENCIÓN : Sergio Romero Pizarro
- INTERVENCIÓN : Hosain Sabag Castillo
- INTERVENCIÓN : Roberto Munoz Barra
- INTERVENCIÓN : Hernan Larrain Fernandez
- INTERVENCIÓN : Gabriel Valdes Subercaseaux
- INTERVENCIÓN : Sergio Eduardo De Praga Diez Urzua
- INTERVENCIÓN : Julio Lagos Cosgrove
- INTERVENCIÓN : Sergio Paez Verdugo
- INTERVENCIÓN : Francisco Prat Alemparte
- INTERVENCIÓN : Rodolfo Stange Oelckers
- INTERVENCIÓN : Antonio Horvath Kiss
- INTERVENCIÓN : Rafael Moreno
-
SITUACIÓN DE AGRICULTURA, Y ESPECIALMENTE DEL INDAP
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 343ª, EXTRAORDINARIA
Sesión 38ª, en miércoles 18 de abril de 2001
Especial
(De 11:16 a 14:16)
PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES ANDRÉS ZALDÍVAR, PRESIDENTE,
Y MARIO RÍOS, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR
Í N D I C E
Versión Taquigráfica
I. ASISTENCIA
II. APERTURA DE LA SESIÓN
III. TRAMITACIÓN DE ACTAS
IV. CUENTA
V. ORDEN DEL DÍA:
Situación de agricultura, y especialmente del INDAP
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Aburto Ochoa, Marcos
--Bitar Chacra, Sergio
--Boeninger Kausel, Edgardo
--Bombal Otaegui, Carlos
--Canessa Robert, Julio
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Cordero Rusque, Fernando
--Chadwick Piñera, Andrés
--Díez Urzúa, Sergio
--Fernández Fernández, Sergio
--Foxley Rioseco, Alejandro
--Frei Ruiz-Tagle, Carmen
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Hamilton Depassier, Juan
--Horvath Kiss, Antonio
--Lagos Cosgrove, Julio
--Larraín Fernández, Hernán
--Martínez Busch, Jorge
--Matta Aragay, Manuel Antonio
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Muñoz Barra, Roberto
--Novoa Vásquez, Jovino
--Ominami Pascual, Carlos
--Páez Verdugo, Sergio
--Parra Muñoz, Augusto
--Pérez Walker, Ignacio
--Pizarro Soto, Jorge
--Prat Alemparte, Francisco
--Ríos Santander, Mario
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Silva Cimma, Enrique
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Urenda Zegers, Beltrán
--Valdés Subercaseaux, Gabriel
--Vega Hidalgo, Ramón
--Viera-Gallo Quesney, José Antonio
--Zaldívar Larraín, Adolfo
--Zaldívar Larraín, Andrés
--Zurita Camps, Enrique
Concurrieron, además, los señores Ministros de Hacienda, Secretario General de la Presidencia y de Agricultura, y los señores Director y Subdirector Nacional de INDAP.
Actuó de Secretario el señor Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el señor Sergio Sepúlveda Gumucio.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 11:16, en presencia de 21 señores Senadores.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. TRAMITACIÓN DE ACTAS
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Se da por aprobada el acta de la sesión 35ª, ordinaria, en 10 de abril del año en curso, que no ha sido observada.
El acta de la sesión 36ª, ordinaria, en su parte pública, en 11 de abril del presente año, se encuentra en Secretaría a disposición de los señores Senadores, hasta la sesión próxima, para su aprobación.
IV. CUENTA
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.
El señor SEPÚLVEDA ( Prosecretario ).-
Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Mensajes
Dos de Su Excelencia el señor Vicepresidente de la República:
Con el primero comunica que ha resuelto no hacer uso de la facultad que le confiere el inciso primero del artículo 70 de la Constitución Política de la República, respecto del proyecto de ley que deroga la pena de muerte. (Boletín Nº 2.367-07).
--Se toma conocimiento y se manda comunicar al Excelentísimo Tribunal Constitucional para los efectos a que se refiere el Nº 1 del artículo 82 de la Carta Fundamental.
Con el segundo hace presente la urgencia, en el carácter de "suma", respecto del proyecto que modifica la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, con el objeto de establecer sistema de elecciones separadas de alcaldes y de concejales. (Boletín Nº 2.035-06).
--Se tiene presente la calificación y se manda agregar el documento a sus antecedentes.
Oficios
De la señora Ministra de Educación , con el que responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Stange, referido a la situación de la Orquesta Sinfónica y Coro de la Universidad de Chile.
Del señor Ministro de Agricultura, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, relativo a los temporales que han afectado a la zona austral.
--Quedan a disposición de los señores Senadores.
Informes
De la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización, recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que concede beneficio indemnizatorio a funcionarios municipales que se acojan a jubilación en el período que se especifica, con urgencia calificada de "simple". (Boletín Nº 2.609-06).
De la Comisión de Economía, recaído en dos proyectos que modifican el artículo 1º transitorio de la ley Nº 19.039, sobre privilegios industriales y protección de los derechos de propiedad industrial. (Boletines Nºs 1.033-03 y 1.239-03).
De la Comisión de Salud, recaído en el proyecto que modifica la ley Nº 19.284, con el objeto de regular el uso de perros guías, de señal o de servicio por parte de las personas con discapacidad. (Boletín Nº 2.595-11).
--Quedan para tabla.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Terminada la Cuenta.
V. ORDEN DEL DÍA
SITUACIÓN DE AGRICULTURA, Y ESPECIALMENTE DEL INDAP
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
La sesión que nos ocupa fue citada en forma especial a petición de diversos señores Senadores con el objeto de tratar la materia relativa a la política agrícola y, en especial, al INDAP. Para esos efectos ha sido invitado el señor Ministro de Agricultura , quien se encuentra presente en la Sala.
Además, de acuerdo a lo resuelto por los propios Comités y a las consultas realizadas a los señores Senadores, la Mesa efectuará una distribución de los tiempos de duración de las intervenciones para que el debate resulte más ordenado.
Hago presente a la Sala que, por el hecho de iniciar esta sesión a las 11:16, deberé restar un minuto del tiempo destinado a cada señor Senador inscrito -a los que ya mencionaré-, pues es la única manera de poder ajustarnos a la hora de término de la sesión y de que el señor Ministro disponga de un tiempo al final para contestar las observaciones realizadas por los diferentes Parlamentarios.
Según lo acordado por los Comités, daré lectura al listado de inscritos: Senadores señores Moreno (15 minutos), Matthei (15 minutos), Gazmuri (15 minutos), Romero (12 minutos), Matta (12 minutos), Muñoz Barra (10 minutos), Larraín (15 minutos), Valdés (15 minutos), Díez (12 minutos), Sabag (10 minutos), Prat (14 minutos) y Páez (10 minutos).
Con tal distribución completamos 155 minutos, lo cual nos deja muy constreñidos. Por lo tanto -repito-, deberé ajustar los tiempos y restar un minuto de intervención a cada señor Senador.
Pido a Secretaría que controle los tiempos respectivos.
Se me ha solicitado consultar a la Sala si da su asentimiento para que ingresen a ella el Director y el Subdirector del INDAP. A mi juicio, sería bueno contar con su presencia.
Acordado.
Tiene la palabra el Honorable señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , Honorable Senado, hemos solicitado esta reunión especial en conjunto con otros Comités a objeto de profundizar un debate de cara a nuestro país sobre uno de los sectores que, a nuestro juicio, ameritan una consideración y un tratamiento distintos de los que se le han venido dando en el curso de las últimas décadas.
Hoy queremos expresar nuestro planteamiento con una visión de Estado, más allá de las posiciones legítimas que cada uno de nosotros representa por sus propias ideologías o partidos en esta Honorable Sala, porque ha llegado el momento de que el país empiece a contestarse ciertas preguntas fundamentales: ¿desea mantener su agricultura? ¿Qué tipo de agricultura quiere conservar? ¿En qué condiciones, en un mundo que se abre y que se encuentra internacionalizado, va a seguir funcionando? Y ¿cuáles son los instrumentos que estamos dispuestos a utilizar en la búsqueda de esos objetivos?
Se ha hablado mucho en el curso de los últimos días de conceptos como viabilidad e inviabilidad, ya sea de personas o de sectores. Conceptos a los que ya nos referimos en un discurso que, en nombre de la Democracia Cristiana, pronunciamos el 6 de marzo en esta Sala, y que, con la autorización de la Mesa, distribuiremos a cada señor Senador, pues contiene la posición oficial de nuestra colectividad, además de las respectivas propuestas sobre la materia.
Pero la primera pregunta que deseamos formular -y dejarla inmersa en el debate- dice relación a si es o no viable la agricultura chilena en el contexto económico internacional en el cual hoy el mundo se desarrolla. La segunda se refiere a si son o no son, de acuerdo con la misma lógica, viables los distintos sectores que componen el medio rural chileno, y en qué condiciones el Estado debe tratarlos. La tercera se vincula a si es o no viable la utilización de instrumentos, de subsidios, de mecanismos de apoyo que tiendan a consolidar la búsqueda de tales objetivos.
Eso espera el país que podamos discutir, y, en definitiva, que seamos capaces de formular propuestas de solución.
A mi juicio, desde el punto de vista de los Senadores que integramos estas bancas, no hay duda alguna de que el sector rural chileno y la agricultura tienen un rol insustituible en la condición presente y futura del país. Somos y seguiremos siendo explotadores y exportadores de recursos naturales, renovables y no renovables. Nuestro próximo destino, en 50 ó 60 años más, no presenta otra alternativa que no sea trabajar sobre la base de lo que la naturaleza y la integración de nuestro territorio nacional ha puesto en nuestras manos. Lo demás es ilusorio.
Por lo tanto, el discutir que la agricultura chilena debe ser desprotegida, argumentado una apertura internacional en la cual los mecanismos de protección a quienes trabajan en el sector no son los adecuados ni eficientes, plantea al país una interrogante mucho más de fondo. Creo que sería casi una irreverencia o una estupidez considerar en la Sala si los chilenos nos preguntaremos respecto de la viabilidad de islas bajo nuestra soberanía que aparentemente no se justificarían en lo económico. Nadie afirmaría aquí que sería necesario desprenderse de Isla de Pascua, de Juan Fernández , del Territorio Antártico o de la parte sur del territorio nacional, que no presentan, de acuerdo con los mecanismos de la economía de mercado, condiciones de rentabilidad teórica deseables.
Por lo tanto, cuando se enfrenta el tema de la agricultura, la respuesta es coherente y lógica con el mismo planteamiento. Esa actividad, que hoy da trabajo real, por vía directa e indirecta, a 35 por ciento de la población, no puede ser tratada como un factor abierto a los avatares de una economía en la cual, conforme a los mecanismos utilizados en los últimos 20 años, y fundamentalmente a través de un precio deprimido del dólar, ha pagado básicamente, como sector productivo, el costo de haber reducido la inflación de un promedio de 30 por ciento a un dígito, como la que se experimenta en el momento actual.
Desde el punto de vista de los economistas, no cabe duda de que ello es así. En consecuencia, debemos hacer presente que nuestro mecanismo de inserción internacional, de colaboración con la apertura del país, se configura sobre la base de defender el patrimonio, el capital de trabajo, las condiciones en las cuales el sector debe seguir existiendo en nuestro territorio.
Es bueno que se sepa, entonces, que en el curso de los últimos diez años las importaciones agropecuarias, que antes mantenían un nivel de contención adecuado, prácticamente se han duplicado desde el trienio 1990-92 al trienio 1997-99. Ello, en desmedro de producciones de nuestros propios agricultores.
En seguida, hemos entrado -y el Senador señor Valdés y otros Honorables colegas se ocuparán con profundidad en el asunto- en convenios internacionales que en el fondo han significado, unilateralmente en algunos casos, un sistema de desprotección para nuestra agricultura. Creemos que lo anterior debe ser revisado y claramente corregido.
Además, es preciso responder, como se ha señalado, la interrogante de qué hacer con nuestros tipos de agricultura. Hemos escuchado en el país, e incluso en la Sala, que de Santiago al sur existe uno de una naturaleza -algunos subdividen a partir de Maule, más al sur- y otro distinto desde la zona central hacia el norte. Es cierto que nuestra superficie es dispar, dividida, diversa, pero, obviamente, se requiere un elemento de consideración de lo que significa el que la agricultura y el ámbito rural sean un medio de trabajo, de vida, de articulación de la territorialidad. Y ello no resiste la conclusión de forestar las tierras del centro al sur y dejar para la exportación algunos rubros que se encuentran prácticamente de la zona central al norte. Ésa es una visión no concentrada en lo que es la realidad de Chile.
Deseamos dejar establecido que nuestra agricultura representa hoy, de modo directo o indirecto, prácticamente una cifra similar a la contribución en el producto interno bruto registrada en países europeos o en Estados Unidos. Porque aquí se usa una información ficticia, dada por la manera como el Instituto Nacional de Estadísticas clasifica los distintos sectores, y se presenta como que el producto interno bruto de la agricultura es sólo 5 ó 6 por ciento de toda la riqueza nacional. Ello no corresponde a la verdad, porque ahí no se contemplan los productos transformados, como los casos del vino, la celulosa, los derivados de la madera. O sea, lo proveniente de los recursos naturales importa en Chile 30 por ciento de su producto y da empleo a 35 por ciento de su población.
Establecido ese antecedente, cabe consignar que se debe analizar la ruralidad en su conjunto global. Nadie podrá argumentar en la Sala que será necesario debilitar situaciones como las de San Fernando, San Vicente, Las Cabras , Pichidegua, Chimbarongo, Osorno o distintas ciudades, al concentrar y abrir nuestros mercados y desproteger nuestras fronteras ante lo que signifique el que el maíz y la remolacha vengan de los países vecinos y el trigo no cuente con el precio suficiente. Ello, sumado a ver cómo otros, que subsidian pesadamente sus respectivos sectores, dan ventajas a los agricultores de sus países de origen, a través del poder de la negociación o de la inteligencia para el uso de otros mecanismos, y procuran que no se muevan de los territorios donde tradicionalmente se han asentado. Y nosotros, muchas veces con ingenuidad, abrimos las fronteras sobre la base de dejar que nuestros territorios se despueblen y de que sencillamente tenga lugar una migración en virtud de la cual hoy, sin considerar las nuevas medidas de las que en estos días se lee en la prensa, la Región Metropolitana ya concentra más de 40 por ciento de la población total de Chile.
En virtud de las razones expuestas, señor Presidente , proponemos cinco medidas. La primera de ellas es un financiamiento para la inversión en productividad e innovación agraria. La inversión pública, mixta, privada, nacional o extranjera sólo será posible si el sector exhibe perspectivas de estabilidad y rentabilidad. Y creemos que sin financiamiento adicional para el sector rural -y es lo que pedimos al inicio del debate- no será posible transformar el ámbito silvoagropecuario. Esos recursos deben provenir necesariamente del Estado.
Sugerimos que se explore decididamente ahora la vía de la obtención de créditos internacionales. Chile ha reducido su endeudamiento en ese plano y se encuentran disponibles fuentes en el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. El reforzamiento de todo lo que implica el mejoramiento de la tecnología y la transformación del sector debe venir acompañado necesariamente de un cambio estructural en el que el financiamiento internacional juegue un papel determinante. Corresponde a la decisión del Gobierno el hacer uso de esos mecanismos. Y pedimos formalmente en la Sala que esa posibilidad sea explorada. Ahí se incluyen todos los proyectos financiables para las denominadas comunas rurales pobres, el Proyecto de Desarrollo Rural de Comunidades Campesinas y Pequeños Productores (PRODECOP), el reforzamiento del Servicio de Asesoría Local en Comunidades Rurales Pobres (PRODESAL), la defensa de nuestros territorios en zonas de fragilidad.
Segundo, solicitamos subsidios socializados y focalizados, de tal manera de mejorar la productividad de los recursos humanos. Se trata de un sistema legítimo, usado en muchos países. No hay razón alguna para aparecer como con vergüenza cuando se deben defender incluso elementos que se catalogan de subsidios sin serlo, como las bandas de precio y otros mecanismos. En el fondo, resultamos ser mucho más papistas que el propio Papa respecto de lo que es el convenio internacional en que se opera.
Tercero, es necesario trabajar de una forma distinta en el resguardo frente a las distorsiones de los mercados externos. Y existen por lo menos tres instrumentos que se pueden modernizar -el Parlamento tiene algo que decir en ello-: el sistema de salvaguardias, la mantención de las bandas de precio y la defensa, a nivel de la Organización Mundial de Comercio (OMC), de los márgenes de maniobra dentro de los cuales Chile debe actuar legítimamente para defender sus producciones internas.
El cuarto aspecto dice relación al desarrollo y consolidación de la agricultura familiar y al papel del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), a lo que se referirán otros señores Senadores de nuestras bancadas. Pero deseo subrayar que la presencia de la agricultura familiar campesina constituye un elemento indispensable, desde el punto de vista productivo, social, ético, estructural, de la visión del país. Y, por lo tanto, ese sector, que hoy proporciona el 50 por ciento de los alimentos de consumo directo a la población chilena; que ocupa una extensión importante del territorio agrícola nacional (más del 31 por ciento); que controla el 45 por ciento de la proporción de suelos destinados a cultivos anuales, no puede estar entregado a los avatares del cuadro internacional ni quedar en la situación en que se encuentra.
En consecuencia, señor Presidente , como mi tiempo concluye, deseamos dejar establecido que esta sesión la hemos convocado con el objeto de iniciar un debate ante el país acerca de la necesidad de reforzar el sector rural, de defender nuestra agricultura, sobre todo la agricultura familiar campesina, que es una condición de soberanía y justicia para el presente y el futuro del país.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Solicito a las personas que están en las tribunas abstenerse de todo tipo de manifestaciones, porque están prohibidas.
Por lo tanto, les pido, por favor, que mantengan el orden; de lo contrario, la Mesa se verá obligada a aplicar el Reglamento.
El señor HAMILTON.-
Son de San Fernando, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Sean bienvenidas; pero mi deber es aplicar el Reglamento para todos, cualquiera sea el lugar de donde provengan. En todo caso, agradezco de todas maneras su presencia.
Tiene la palabra la Honorable señora Matthei.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente, intervendré en mi nombre y también en el del Senador señor Chadwick .
En marzo del año pasado, en Incidentes de la sesión 25ª. me referí a un tema que desde hacía mucho tiempo nos preocupaba a ambos Senadores: la historia de los créditos que INDAP concedió a la empresa DECAM S.A. y el monto de la deuda irrecuperable que ellos originaron.
En el documento Nº 1 que Sus Señorías tienen en su escritorio figura la historia de los créditos otorgados a DECAM. Nótese, por ejemplo, que el 28 de diciembre de 1994 se renegocia una deuda por 384 millones de pesos, y en ese mismo día, mes y año se otorga un nuevo crédito por 389 millones de peso; que el 13 de agosto ocurre lo mismo, al igual que el 20 de diciembre de 1992.
En el documento II, copia de la Vista Fiscal del sumario administrativo realizado por la Contraloría General de la República, los señores Senadores podrán ver que en la parte final de la página 2 aparece la siguiente conclusión: "DECAM S.A. no era beneficiaria de asistencia crediticia de parte del INDAP". Vale decir, nunca se debió prestarle ningún peso.
En la página 3 se puede observar que el señor Roberto Alvear Urzúa , ex empleado de DECAM S.A., nombrado Director de la Sexta Región de INDAP , otorgó préstamos sin que la empresa hubiera entregado los antecedentes financieros, comerciales y bancario exigidos. Esa persona, además, presionaba directa e indirectamente al personal del área de San Fernando para que aprobara las solicitudes de crédito de DECAM S.A.
En la página 4 se señala que el Director Nacional del INDAP concedió créditos y prórrogas sin someter las correspondientes solicitudes de crédito al estudio del Comité Nacional de Crédito.
En esa misma página se expresa que el señor Maximiliano Cox , en su carácter de Ministro de Agricultura subrogante, instruyó al Director Nacional del INDAP a fin de que otorgara créditos para proyectos de comercialización, en circunstancias de que dicho instituto carecía de facultades legales para financiar tal tipo de actividades.
En la página 5 queda en evidencia la existencia de operaciones sin garantías; que no se cumplió con la circular que exige la presentación de un proyecto para el otorgamiento de créditos; que además de éstos, se otorgaron subsidios, y que DECAM S.A. se dedicaba a vender insumos y a prestar servicios de maquinarias a sus clientes, los cuales eran grandes y pequeños productores agrícolas. Vale decir, se trataba de una actividad empresarial como cualquier otra, pero que no era beneficiara del INDAP.
Finalmente, en la página 6 se indica que las prendas se recibían sobrevaloradas y que a fines de 1995 la empresa estaba en posible quiebra. También se señala que en 1999 el Fiscal del INDAP recomendó deducir querella criminal por los delitos de estafa y/o apropiación indebida de dineros fiscales.
Señor Presidente , tan graves son dichas anomalías que el sumario de la Contraloría castigó con la destitución a dos personas y con diversas sanciones a un grupo de funcionarios del INDAP. Además, en los tribunales del crimen se han incoado causas por esa situación y se esperan diversas encargatorias de reo.
A raíz de lo ocurrido con DECAM S.A., comenzamos a investigar otros casos que llegaron a nuestras manos. En efecto, pedimos a la Contraloría información del sumario relacionado con la Cooperativa Campesina "Buscando Desarrollo" de la Séptima Región, cuyo resumen se consigna en el documento signado con el número IV.
En el punto número 1 de ese documento, aparece la historia de los créditos concedidos y se da cuenta del monto de la deuda irrecuperable, que alcanza a los 750 millones de pesos. Y en el número 2 hay algo bastante curioso: la Resolución Exenta Nº 917, de 3 de octubre de 1994, mediante la cual se otorgó un crédito de 19 millones 122 mil 234 pesos a dicha cooperativa. Pero lo interesante de la resolución es que señala textualmente: "Se instruye al Director de la VII Región para que, se lleve a cabo una ayuda gerencial y un seguimiento, que permita a la Cooperativa perfeccionar su capacidad de gestión, y además, se informe a la Organización, que con este crédito su capacidad de endeudamiento se encuentra copada, lo que no le permitirá acceder a otros créditos, salvo en caso de cumplimiento oportuno de los compromisos crediticios.".
Eso significa que en ese momento ya se habían detectado problemas con la capacidad de gestión y se advirtió que su endeudamiento era peligroso. Sin embargo, sólo dos meses después, el 13 de diciembre de 1994 -como consta en el número 1 del documento IV- se concede un nuevo crédito por 120 millones de pesos. Y una semana más tarde, el 20 de diciembre, se otorga otro por 31 millones de pesos; luego, se siguen concediendo "alegremente" créditos. Sin embargo, lo más grave de todo es que muchos de ellos fueron avalados por la directiva de esa cooperativa en calidad de codeudor solidario.
¿Qué pasó entre octubre y diciembre de 1994? ¿Hubo presiones políticas de alcaldes, de concejales, de parlamentarios, de Ministros o de otras autoridades? No lo sabemos aún. Pero el ex Director del INDAP deberá responder a esas preguntas ante los tribunales de justicia.
Hay otro caso conocido -el referente a PROCAMPO- respecto del cual no abundaré en detalles.
En todo caso, deseo señalar que no se trata de un problema de PROCAMPO, de la Cooperativa Campesina "Buscando Desarrollo" o de DECAM S.A., sino de algo muy generalizado.
En verdad, en los últimos diez años, el INDAP ha funcionado absolutamente al margen de la ley, ha violado sistemáticamente sus propias circulares y está operando con un reglamento que es del todo ilegal.
Señor Presidente , ese último punto es muy importante, pues aquél, dictado con motivo de la modificación de la ley orgánica del INDAP, sufre de importantes ilegalidades. Tanto es así que se estudió un nuevo reglamento, el cual se contrapone con el vigente. Fue aprobado por la Contraloría General de la República y publicado en el Diario Oficial. No obstante, sin mediar explicación alguna, se dejó sin efecto antes de que entrara en vigencia el 31 de marzo de 2000.
Ahora bien, en este momento aproximadamente 30 mil millones de pesos son irrecuperables; pero además hay involucradas ilegalidades o irregularidades.
¿Cuáles son las consecuencias de lo anterior? En el caso de los funcionarios del INDAP, son gravísimas, pues muchos de ellos se encuentran involucrados en sumarios o lo estarán en los próximos meses.
Sobre el particular, además de las sanciones, que consisten en destituciones o multas, procede luego una segunda etapa: el juicio de cuentas. Me pregunto: ¿quién devolverá los 900 millones de pesos en el caso de DECAM S.A., o los 30 mil millones de pesos?
Sin embargo, aparte de las sanciones por sumario y pecuniarias establecidas por la Contraloría, varios funcionarios pueden enfrentar posibles encargatorias de reo por haber incurrido en delitos castigados con penas privativas de la libertad.
Ellos lo saben, lo que, obviamente, ha traído consigo la paralización del INDAP. Porque ¿qué funcionario se atreverá hoy día a firmar algo cuya consecuencia puede ser la cárcel o la pérdida de sus bienes?
Señor Presidente , no se sabe hasta ahora a ciencia cierta quiénes son los usuarios del INDAP: si las organizaciones formadas exclusivamente por pequeños productores agrícolas o campesinos, o si las formadas mayoritariamente por ellos. Esto puede parecer una sutileza, pero se traduce en delitos.
¿Cuáles son las consecuencias que eso trae para los campesinos y sus dirigentes, que son los beneficiarios del INDAP? Hoy día ellos no pueden conseguir créditos para sembrar, pues dicho instituto está paralizado. Además, muchos tienen sus bienes personales comprometidos por haber actuado como avales, y están siendo llamados a declarar ante los tribunales, acusados de estafa y/o de delitos tributarios.
Pero además de esta triste historia de créditos, me referiré a las asesorías técnicas.
Existen empresas de asesorías técnicas que reciben un total de 12 mil millones de pesos por ese concepto. Sin embargo, no hay control alguno sobre la calidad de las mismas, ni premio para los buenos proyectos; pero tampoco un castigo en caso de que ellos no funcionen. Así, algunas empresas elaboran un solo proyecto, por ejemplo de producción de claveles, de miel o de tomates, y después tratan de venderlo a grupos de campesinos, uno tras otro. Mientras más grupos lo acojan, mejor. Más cobran. Pero resulta que si después esos proyectos fracasan -en este momento, por ejemplo, los claveles se venden a 15 pesos cada uno, con lo cual no alcanza ni para pagar el plástico del invernadero-, los campesinos terminan más pobres que antes, porque enfrentan deudas por los proyectos fracasados, y muchos de ellos en el DICOM y, por lo tanto, inhabilitados en el sistema financiero.
Peor aún: en muchos casos se alentó a los campesinos a agruparse, y para evitar demasiados trámites se concedieron créditos a nombre de sólo dos o tres dirigentes, y no de cada uno de los favorecidos en forma individual. Eso significa que esos pobres dirigentes deben pagar sus deudas y también las del resto de los participantes en el proyecto.
En verdad la pésima gestión de INDAP ha condenado a muchos de sus beneficiarios a la miseria absoluta.
Concuerdo con muchas de las cosas que señaló hoy día el Senador Moreno . Las apoyo, pero a la vez pregunto: ¿por qué no las hacemos? ¡Hagámoslas! Yo estaré feliz de otorgarles mi respaldo. Sin embargo, ¿qué se saca con hablar de planes y propuestas frente a la realidad de la institución que debe llevarlos a cabo? En la filosofía, en las directrices podemos estar todos de acuerdo. El tema es cómo concretarlos en la práctica.
¡Que no piensen el Gobierno o los señores parlamentarios que con el cambio del Director de INDAP o con el llamado al Consejo Nacional Asesor se resuelven los problemas! Las ilegalidades e irregularidades que con el Senador señor Chadwick hemos visto en ese organismo son de una magnitud que no habíamos visto en los doce años que llevamos en el Congreso.
Se requiere urgentemente confeccionar, con los mejores especialistas, un reglamento ajustado a la ley; revisar las circulares más importantes y armonizarlas con las disposiciones legales; capacitar e instruir claramente a los funcionarios sobre cómo proceder en distintos casos, y, además, modificar la Ley Orgánica del INDAP con el propósito de conformar no ya un mero consejo asesor, sino un consejo directivo, integrado por expertos y usuarios, dotado de facultades y de los recursos necesarios para garantizar la transparencia, eficacia y eficiencia en el empleo de los dineros que se otorgan anualmente al tal instituto.
¡Son 90 mil millones de pesos los que se destinan todos los años al INDAP! ¡Y durante diez años se han dilapidado esos fondos!
¡Nunca más debemos permitir ese cúmulo de ilegalidades, ni la falta de transparencia, el tráfico de influencias o el uso político de la institución en las campañas! ¡Resulta vergonzoso cómo los candidatos empiezan a repartir subsidios, fardos y cosas por el estilo para conseguir votos con el dinero de todos nosotros!
Es inadmisible seguir permitiendo proyectos millonarios fracasados y la dilapidación de dineros fiscales.
Es preciso buscar la forma de sacar a la pequeña agricultura de la pobreza en que se encuentra.
A mi juicio, la Comisión de Agricultura, o una comisión de Senadores, debería controlar permanentemente lo que ocurre al interior de INDAP, y contar con recursos para contratar una asesoría externa, destinada a investigar, proponer pautas y monitorear lo que allí sucede.
El problema es el escaso tiempo de que se dispone. Los campesinos necesitan ahora dinero para iniciar la siembra y proseguir con sus actividades. Porque si no pueden seguir viviendo del cultivo de la tierra, ¿quién les dará casa y trabajo en las ciudades?
Señor Presidente , la situación de INDAP reviste tal gravedad que en definitiva deberemos dictar una ley de amnistía -¡una ley de amnistía!- para salvar de la cárcel a muchos funcionarios, campesinos y dirigentes. Pero eso no es gratis. Significa que deberemos reformular completamente el funcionamiento y control del Instituto de Desarrollo Agropecuario.
Esa amnistía será absolutamente necesaria, porque los 30 mil millones de pesos -deuda en la cual hay involucradas, sistemáticamente, ilegalidades e irregularidades- no podrán ser pagados por ningún funcionario como consecuencia de los juicios de cuentas, y porque el país no permitirá que los trabajadores de INDAP pierdan sus bienes y su libertad por un mal manejo metódico de la institución.
Como se acaba mi tiempo, sólo deseo señalar que todas las ilegalidades eran conocidas. Se actuó a sabiendas en forma ilegal.
Tengo a mano una entrevista efectuada al señor Hugo Ortega , ex Director Nacional del INDAP .
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Ha concluido su tiempo, señora Senadora .
La señora MATTHEI.-
Termino en seguida.
En ella expresa que "si la Contraloría quisiera fastidiarnos", podría hacerlo.
Es decir, la Contraloría no supervisa: fastidia.
Asimismo, mientras el mismo señor Hugo Ortega señaló en un discurso tener claro que no podían conceder créditos de comercialización, en la misma época el Ministro subrogante de Agricultura firmó una orden para que INDAP continuara otorgando ese tipo de empréstitos.
El señor RÍOS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI .-
Señor Presidente , me alegro de que una vez más hayamos sido convocados para debatir a fondo los temas, desafíos y problemas que enfrenta la agricultura chilena. Entiendo que para eso se nos convocó...
El señor MORENO .-
Así es.
El señor GAZMURI .-
...y no para constituirnos en algo que no nos corresponde: en una suerte de comisión fiscalizadora...
El señor MORENO.-
Eso compete a la Cámara de Diputados.
El señor GAZMURI .-
...de eventuales irregularidades que, si se han cometido, tendrán que ser investigadas y sancionadas debidamente.
El Senado, en la medida en que sea capaz de formular y consensuar orientaciones, puede contribuir a dar solución a los grandes problemas del país. Por lo tanto, no me referiré a todos los aspectos de la agricultura, sino a algunas cuestiones que se hallan entre nuestras preocupaciones más inmediatas.
Este análisis lo hemos hecho aquí varias veces en los últimos años. Recuerdo que así sucedió con ocasión del intenso debate sostenido en el Congreso, y en esta Alta Cámara en particular, con motivo de la asociación de Chile al MERCOSUR, en especial sobre las perspectivas de nuestro desarrollo agrícola y las principales dificultades por las que atraviesa la agricultura nacional.
Quiero hacer una afirmación bastante fuerte y que, por lo demás, es lo que he sostenido desde hace mucho tiempo: en el país crisis agrícola, en el sentido estricto -como se ha venido diciendo reiteradamente-, no hay.
Si se examinan las grandes cifras, se comprobará que en los últimos diez años la agricultura chilena ha experimentado un crecimiento de 5 a 6 por ciento. En el 2000, el del sector silvoagropecuario fue de 5,2 por ciento.
La actual agricultura es diferente de la que existía 30 ó 40 años atrás. En el 2000 las exportaciones del sector silvoagropecuario llegaron a cerca de 5 mil millones de dólares.
La agricultura de los años 60 (que conocimos con el Honorable colega señor Moreno ), que nos llevó a la profunda transformación del sistema agrícola y que significó la sindicación campesina y la reforma agraria, era deficitaria. La producción no alcanzaba para alimentar al país y al final del ciclo terminábamos con una presión brutal sobre las importaciones de alimentos.
En ese tiempo se consideró que el atraso agrícola, económico y social era una de las causas del estancamiento de la economía chilena.
Hoy tenemos un cuadro completamente distinto. Desde el punto de vista macroeconómico, el sector agrícola es dinámico, moderno e incluso agresivo.
Ésos son los datos que exhibimos, en un mundo donde el desafío que enfrentamos es cómo desarrollar una agricultura en la época de la globalización, donde no podemos cerrarnos -otra cosa es que no nos defendamos-, porque si lo hacemos, el dinamismo agroexportador se detiene. Uno no puede cerrar lo que no le conviene y pedir que le abran todos los mercados. Yo represento a una Región donde esta situación se plantea de una manera dramática. Ello, porque somos crecientemente los principales exportadores vitivinícolas, frutícolas, agroindustriales; pero al mismo tiempo tenemos el drama de los arroceros en Parral, en Pelarco y en tantos lugares.
Entonces, el asunto es cómo desarrollamos la agricultura propia en este marco internacional, marco externo donde obviamente hay un conjunto muy grande de distorsiones. Los mercados agrícolas de algunos commodities son de los más distorsionados en el ámbito internacional. En el caso del azúcar, del trigo, e incluso de la carne, son mercados excedentarios muy intervenidos, importantes y cerrados. ¿Cómo nos defendemos de esas distorsiones? Creo que ahí tiene que haber una política sistemática de defensa de un mercado internacional que se muestra muy distorsionado.
Quiero poner especial énfasis en la cuestión de cómo defender a los agricultores de las tremendas distorsiones del mercado interno. Curiosamente, de esto no se habla. No lo hacen las asociaciones de productores, ni la Sociedad Nacional de Agricultura, ni la Oposición. Y lo que está ocurriendo con el arroz es un escándalo, porque es un monopsonio: los industriales del arroz se ponen de acuerdo por teléfono para fijar el precio. Y éste ha llegado a 7 mil 100 pesos por quintal, supuestamente porque ha bajado el producto vietnamita (que no se importa, porque nuestra competencia no es ese arroz, sino el argentino), y podríamos tener hoy día precios razonables de por lo menos mil pesos más por quintal.
Eso no tiene que ver con medidas arancelarias porque, entre otras cosas, no ha ingresado al país un solo gramo de arroz, ni vietnamita, ni camboyano. Eso está pasando hoy día.
Nadie habla de las profundas distorsiones de un mercado interno (algo que es viejo en el país), donde hay monopsonios en varios rubros agrícolas. Ocurre en la leche, en el arroz y en otras producciones que son precisamente aquellas en las cuales tenemos más problemas de competitividad internacional. Entonces, en cuanto a defensa de las distorsiones, yo llamo la atención hacia las del mercado interno, que son muy importantes, sobre todo a nivel del productor, principalmente del pequeño productor, que es el más indefenso frente a las cadenas monopsónicas.
Al respecto, echo mucho de menos un debate serio en el país, como creo que tiene que ser seria la discusión sobre las distorsiones externas.
Las preguntas que se hacen sobre cuál es el destino de la agricultura chilena, creo que corresponden a un largo debate. No quiero adentrarme en él, y solamente afirmar que ésta es una agricultura que, por condiciones de suelo, de clima, de ubicación geográfica, de habilidad de nuestros empresarios, de sabiduría en cultivos de parte de nuestros campesinos, es perfectamente viable. Está demostrado así.
El problema es que hay una crisis de productores. Muchos no son capaces de entrar por sí solos en el proceso de una economía agrícola moderna. Por eso, a mi juicio, no existiendo una crisis agrícola, sí la hay social en el campo, muy fuerte, ya que muchos productores, sobre todo en las economías campesinas, no han ingresado al circuito de la modernización y del desarrollo agrícola. Eso crea un problema muy serio. Entonces, la pregunta no es qué agricultura vamos a tener. Sobre eso podemos realizar una discusión y llegar a acuerdos, como sucedió en la mesa de diálogo agrícola a la que convocó el Ministro que hoy nos acompaña. Hablo de una agricultura moderna, competitiva, abierta a los mercados internacionales, aprovechando los nichos productivos que el país tiene, consolidando lo que se está haciendo bien: vitivinicultura, fruticultura, agroindustria, carnes blancas, semillas; desarrollando competitividad en otros sectores en que podemos hacerlo, incluso lácteos y otros. Ésa no es la cuestión, a mi juicio. Lo que hay que preguntarse es: ¿vamos a tener economías familiares campesinas, o no? Ésa sí es una pregunta. ¿Vamos a tener o no agricultura campesina? La tendencia es al empobrecimiento de las agriculturas campesinas; a la venta de sus tierras; a la conversión de los productores campesinos en pobladores urbanos. Yo lo veo en la Región del Maule todos los días. No baja el precio de la tierra. ¿Cuántos ex parceleros de CORA venden, agobiados por las deudas, sin mercado, sin apoyo suficiente, cuando la hectárea sube año a año, y dejan de ser productores agrícolas? Creo que ése es el problema central de la agricultura chilena. No el único, obviamente; pero central.
Si no hay políticas de estímulo, lo que va a ocurrir es que desaparecerán del paisaje económico y social, en un período de tiempo, las economías campesinas. Creo que eso tiene unos costos sociales, ambientales, económicos finalmente, muy grandes. Porque lo que hay que decir también es que las condiciones de vida en la agricultura moderna, para una gran parte de los trabajadores que la sostienen, son muy difíciles. Ése es otro asunto que, a mi juicio, debemos poner en este debate.
Hemos llegado a una estructura laboral donde la característica esencial del trabajo agrícola es su extrema precariedad. Se trata de gente que no sabe si va a tener trabajo la próxima quincena; que labora durante ocho o nueve meses, a veces diez, con contratos precarios, con sueldos muy bajos incluso en sectores de buena productividad, sin protección laboral alguna. Por lo tanto, también el sector moderno ofrece condiciones de vida y de trabajo donde hay precariedad (entiendo: hay una parte de la precariedad del trabajo que no es responsabilidad de nadie, sino del ciclo agrícola). Pero, bueno, algo tiene que hacer la sociedad respecto de ese mundo del trabajo. Son miles de personas las afectadas porque, al margen del sistema de ingresos, están la precariedad, la inseguridad como forma de vida, lo que está haciendo que miles de ciudadanas y ciudadanos -hay crecientemente mujeres incorporadas al ciclo productivo agrícola- constituyan un problema de la mayor importancia si vamos a ver las características de la agricultura en su globalidad.
Me resta poco tiempo, señor Presidente , pero quiero decir que, para aplicar la política debida, es indispensable una profunda reestructuración del sector público agrícola. Y en esa reestructuración me parece que hay que hacer una revisión también profunda de todos los instrumentos, de todas las instituciones, por cierto incluido INDAP, no por las razones que aquí se han expuesto, porque creo que puede haber irregularidades -habrá que verlas-, pero ése no es, a mi juicio, el tema principal.
El asunto relevante es que en general tenemos una institucionalidad pública agrícola que corresponde al tipo de agricultura de los años 60 y no de los 2000. Ése es el problema fundamental. Desde la perspectiva de la visión de la agricultura, de los instrumentos que se utilizan, yo digo ¿Cómo es posible la transferencia tecnológica? ¿Cómo tener una transferencia tecnológica razonable cuando las empresas que la dan están completamente desvinculadas de la investigación? Eso no es culpa de nadie en particular. Yo tengo unos colegas que son agrónomos, aunque seguramente han trabajado más directamente que este humilde Senador en la producción en los últimos años, que están dando asesorías sin tener vinculación orgánica alguna con la investigación, sea de mercados de productos u otras; y por tanto de esas asesorías surgen a veces muchos proyectos inviables. Hay que vincular investigación -la que se necesita- con la transferencia tecnológica.
Ahí hay una reforma profunda que hacer.
En segundo lugar, las economías campesinas no van a poder modernizarse si no enfrentamos de una manera distinta lo relativo a capital y a crédito. Hay que ir a una banca agrícola. En nuestro país no existe banca agrícola. Y la banca privada, obviamente, se retiró de la agricultura, por ser demasiado riesgosa, salvo en los negocios muy seguros, que siempre son de los más grandes.
Es necesario que el Banco del Estado recupere su vocación agrícola. En ese sentido, algunas orientaciones -entre ellas, la reestructuración del INDAP- me parecen razonables.
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Se ha cumplido su tiempo, señor Senador.
El señor GAMZURI .-
Termino enseguida, señor Presidente . Sólo le pido un minuto.
Por último, tenemos que ir a un Estado que, en asociación con los privados, dé alguna indicación de la evolución de los mercados agrícolas. Hoy las grandes preguntas son: qué hacemos, qué sembramos, qué vendemos, a qué precio. Las grandes transnacionales agrícolas ya saben todo eso; se adelantan, cambian, son rápidas. Los pequeños y medianos productores andan ciegos en una economía global que les queda muy lejos.
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Lamentablemente, señor Senador , debe finalizar su discurso.
El señor GAZMURI.-
Con esto termino, señor Presidente.
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
No es posible que siga interviniendo, Su Señoría. De lo contrario, la Mesa deberá descontar el tiempo extra del que le corresponde a otro Comité.
El señor GAZMURI .-
Sólo una frase, señor Presidente .
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Una frase, nada más.
El señor GAZMURI .-
Para concluir, señor Presidente , creo que es necesaria una reestructuración muy a fondo para adecuar el aparato público agrícola a la agricultura actual, pues el que tenemos ahora está mirando, más bien, a una agricultura que ya no existe en Chile.
El señor RÍOS (Vicepresidente).-
Gracias, señor Senador.
En lo referente a lo expresado por Su Señoría en cuanto al tratamiento de esta sesión, que obviamente involucra la responsabilidad de la Mesa, quiero recordar que ella tiene como fin ocuparse en la situación de la agricultura chilena y, en especial, del INDAP, su proyección y reestructuración. Como la Senadora señora Matthei se refirió a algunos temas relativos a ese Instituto, la presidencia no le pidió modificar su discurso.
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El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
A continuación, el señor Secretario informará acerca de un asunto para los efectos de su incorporación en la Cuenta de esta sesión.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Ha llegado a la Mesa un oficio de la Honorable Cámara de Diputados con el que comunica que ha dado su aprobación al informe de la Comisión Mixta constituida para resolver las divergencias que se suscitaron durante la tramitación del proyecto de ley que establece un seguro de desempleo, con urgencia calificada de "discusión inmediata".
El señor RÍOS (Vicepresidente).-
Queda para tabla.
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El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , ¿podría informar acerca de la distribución de los tiempos? ¿Es aún posible inscribirse?
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Ya se informó al respecto, señor Senador.
A continuación, hará uso de la palabra el Honorable señor Romero, y luego, los Senadores señores Sabag, Muñoz Barra, Larraín, Valdés, Díez, Prat y Páez. El tiempo para cada uno de ellos va desde los 9 a los 14 minutos.
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente , la interrogante que reiteradamente se ha escuchado en esta Sala, no sólo hoy sino en forma permanente, es la de qué agricultura quiere tener Chile.
Las respuestas, hasta ahora, han sido parciales y, a mi juicio, incompletas. Existe profunda desorientación. Basta oír a quienes han participado en el debate para tener una evaluación acerca de las distintas ópticas con que hoy día se está mirando el problema.
Pienso que nunca antes habíamos tenido un panorama tan oscuro y tan crítico de rentabilidad, por una parte, y de empobrecimiento de todos los sectores del agro nacional, por la otra. Hay situaciones que nos muestran mercados profundamente alterados, no sólo en el ámbito internacional, sino también en el ámbito nacional, tal como aquí se ha explicitado claramente, en rubros como la leche, el arroz y la carne.
La agricultura chilena exhibe hoy tremendas dificultades que nos impiden ver con claridad cuál va a ser el futuro del sector y, particularmente, de quienes viven de ella. En muchas oportunidades he señalado que sin agricultura no hay patria. Éste es un tema de fondo. Se está produciendo una descolonización a lo largo y ancho del país, fundamentalmente de jóvenes de los sectores rurales que no ven futuro en sus actividades, ni de las presentes ni de las que el tiempo les pudiese deparar más adelante. Son compatriotas con una mochila de emigrante interno en la que cargan una gran desolación y frustración.
Hoy el campo está quedando en manos de mujeres y hombres adultos. La juventud está emigrando. No hay posibilidades para que la gente joven tenga futuro o destino, y ésta es una cuestión nacional que nos debe preocupar profundamente. La juventud rural no posee las mismas oportunidades que la de sectores urbanos. Ésta es una realidad que muchas veces hace que nos preguntemos si no existe de algún modo una tremenda discriminación entre lo urbano y lo rural. Basta ver cuánto cuesta al país cada chileno que vive en Santiago y cuánto le cuesta cada chileno que vive en regiones o provincias. Aquí, lo que hay es, simplemente, un enorme imperialismo urbano que vive a costa de los sectores rurales, de los cuales sustrae su recurso más valioso que son los seres humanos.
Dentro de esta crisis de rentabilidad -que también es humana y económica, señor Presidente -, hay ciertos factores extraordinariamente relevantes que voy a tocar en forma muy breve. De partida, la institucionalidad agrícola está siendo cuestionada, no sólo hoy, sino de modo permanente, porque, efectivamente, hay constancia de serias irregularidades y de una politización vergonzosa e indebida en las ayudas y asistencias que el Estado -que es de todos los chilenos- procura a quienes se hallan en situación difícil.
Para enfrentar el problema, señor Presidente , se requiere una modernización real y una profundización respecto del rol de la institucionalidad agrícola chilena, en particular del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, que es, a mi juicio, el organismo que aparece más afectado por críticas debidamente fundadas en términos de irregularidades y de politización.
Además, hay otro factor fundamental que nosotros tenemos la obligación de revisar profundamente. Y yo tengo la autoridad para decirlo, porque fui uno de los pocos Senadores que se opusieron tenazmente al famoso tratado del MERCOSUR. Desde estas bancas, planteo derechamente la necesidad de que Chile revise los términos del MERCOSUR, los cuales no nos han sido para nada positivos y que, por el contrario, han colocado a la agricultura chilena en una situación de segundo plano frente a lo que es la realidad internacional.
Debemos preocuparnos de situaciones de mercado. La comercialización de productos agrícolas todavía no encuentra comprensión de parte de las autoridades económicas para dar luz verde al proyecto, y más que proyecto, a la ley de bolsas de productos agropecuarios, que sigue durmiendo el sueño de los justos. ¿Por qué? Porque resulta que Impuestos Internos y el Ministerio de Hacienda no acceden a revisar los términos del IVA en la venta de los productos que allí se podrían transar.
Señor Presidente , durante décadas Chile ha desarrollado un importante esfuerzo por consolidar un sector hortofrutícola exportador. Todo el país se siente orgulloso de que hayamos sido capaces de competir en los mercados internacionales más exigentes. Tengo cifras muy halagadoras, pero también estoy al tanto de situaciones extraordinariamente críticas que se ciernen en dichos mercados. Las exportaciones hortofrutícolas han logrado un importante espacio en los mercados de Estados Unidos de América, constituyéndose hoy en el segundo producto de exportación a ese país después del cobre, alcanzando retornos superiores a los 400 millones de dólares.
Pero ese proceso, que ha permitido alcanzar semejantes volúmenes de exportación a la nación del norte, ha sido muy largo y técnico, y en él los trabajadores, los productores y los comercializadores han debido hacer un esfuerzo muy conjunto para poder superar todas las barreras.
Nos hemos enfrentado a controles sanitarios excesivos, a exigencias mínimas de calidad -los famosos "marketink orders"-, a gravámenes especiales por supuestos fines promocionales, sin considerar el grave daño de que fuimos víctimas en el caso de las uvas envenenadas, el cual no ha sido aclarado hasta ahora, ni menos se han recibido las correspondientes compensaciones.
Los exportadores frutícolas chilenos -y quiero decirlo aquí- están siendo objeto de acusaciones de "dumping" que afectan directamente a productores y trabajadores de las Regiones Quinta, Metropolitana, Sexta y Séptima.
Ésta es una cuestión no menor, señor Presidente . Sucede que un grupo de pequeños productores del Valle de Coachella, en el Estado de California, con argumentos carentes de toda justificación y verosimilitud, solicitaron al Departamento de Comercio y a la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos de América la imposición de sobretasas arancelarias para la uva chilena que llega a ese país entre los meses de abril y junio, que, no obstante tener hoy ingreso liberado, debería pagar 20 por ciento si prosperaran las pretensiones de aquellos pequeños productores.
Se trata de una maniobra -lo hemos señalado- tendiente a crear barreras artificiales a las exportaciones chilenas, que obedece claramente al interés particular de un sector de productores estadounidenses para lograr protección ante la competencia de nuestros productos.
Esa evidencia está respaldada. Hay una notable carencia de fundamentos. Y ello constituye un factor de desconfianza para el sector productor nacional e involucra a muchos trabajadores chilenos que verán peligrar su fuente laboral.
Señor Presidente , quiero presentar un proyecto de acuerdo, que haré circular con el propósito de que lo suscriba el máximo de señores Senadores que comparten los planteamientos que estoy haciendo.
La idea es, primero, expresar nuestra preocupación "por el serio obstáculo que representa para el comercio internacional basado en la buena fe y en una libre y leal competencia, la pretensión de un grupo de productores estadounidenses de imponer una nueva barrera de exportación a las exportaciones de uva chilena a los Estados Unidos".
Segundo, manifestar nuestro "resuelto apoyo y solidaridad a los productores y trabajadores del sector frutícola exportador chileno" y nuestro "respaldo a las acciones hasta ahora emprendidas para impedir que se consume este nuevo atentado al comercio entre las naciones".
Tercero, "Solicitar al Supremo Gobierno que ejerza todos los esfuerzos a su alcance para representar" -como, por lo demás, lo está haciendo en las entrevistas que ha tenido con sus pares estadounidenses- "la inconveniencia de estas situaciones, especialmente su falta de concordancia con el interés de ambas naciones de avanzar en nuevas y más amplias formas de libre comercio entre ellas".
Por último, "Solicitar al Supremo Gobierno un efectivo respaldo a un "Fondo de Defensa de Productos Chilenos en los Mercados Internacionales" para enfrentar en el futuro de mejor manera las barreras y acusaciones que puedan sucederse, creando asimismo una Dirección Económica-Agrícola en la Cancillería que vele por los legítimos intereses agropecuarios chilenos permanentemente afectados por subsidios y proteccionismos.".
Hoy la Cancillería tiene frentes tremendos: los aranceles comunes que ha abierto Argentina unilateralmente y en forma inconsulta; las cuotas de importación en los mercados europeos; el "dumping" de la uva. Y seguirán, porque el mundo desarrollado está lleno de padres Gatica , que predican el libre comercio pero no lo practican.
Por eso, señor Presidente, quiero plantear la inquietud, poner a disposición del Senado este proyecto de acuerdo y, especialmente, felicitarme de tener la oportunidad de entrar en un debate que, por limitaciones de tiempo, no puede ser más amplio.
Francamente, creo que éste es el mejor aporte que uno puede hacer, dando distintos enfoques a cada uno de los temas.
Muchas gracias.
El señor RÍOS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Sabag.
El señor SABAG.-
Señor Presidente , mi intervención se va a referir fundamentalmente a la pobreza rural y al desarrollo del campesinado chileno.
Desde 1990 a la fecha, Chile ha hecho un gran esfuerzo, bajo el concepto de "crecimiento con equidad", para combatir la pobreza.
Esa tarea, pese a enfrentar grandes obstáculos, ha logrado resultados positivos. A nivel nacional, por ejemplo, entre los años 1990 y 1998 la pobreza disminuyó 15 puntos porcentuales. En el caso de la pobreza rural, sin embargo, la realidad ha mostrado un proceso más lento, ya que, de 34 por ciento de hogares bajo la línea de pobreza en 1990, sólo disminuyó a 23 por ciento en 1998, es decir, sólo 11 puntos porcentuales.
Las razones de tales diferencias parecen ser numerosas, lo que nos obliga a conocer en forma mucho más objetiva las causas que originan esos estados y los caminos estratégicos que nos podrían conducir a un proceso de desarrollo más acelerado en el mundo rural.
Un ejemplo de errados instrumentos de diagnóstico para el sector rural pueden ser las mediciones oficiales de empleo hechas a nivel nacional, como aquellas de 1992 y 1997, que nos muestran discutibles niveles de desocupación. En efecto, esos dos años fueron azotados por fuertes procesos de sequía en gran parte del territorio nacional y, sin embargo, muestran tasas de desempleo agrícola en torno a 3 y 4 por ciento, y urbano, en alrededor de 6 y 7 por ciento, en circunstancias de que en la realidad las comunas eminentemente rurales llegaron fácilmente durante dichos años a 20, 30 o más por ciento de desocupación. Esos bajos niveles de desempleo exhibidos obedecen, sin lugar a dudas, a metodologías no adecuadas para la realidad rural, la que nos muestra estacionalidades mucho más fuertes que la industria y el comercio.
En el ámbito del empleo, es interesante destacar que el sector agrícola exhibe una situación muy atrasada y subdesarrollada en comparación con los otros sectores de la economía. Los avances en política y planes laborales son urgentes en esta materia.
Por otra parte, la infraestructura rural en salud, educación, vivienda, servicios básicos, aun cuando en la última década se ha avanzado como nunca en la historia de Chile, todavía está muy distante de lo logrado en los sectores urbanos.
Igual situación ocurre en los ámbitos productivos y empresariales en el campo chileno, sobre todo a nivel de los empresarios más pequeños, de la agricultura familiar.
Los campesinos hoy día están enfrentando serios problemas de deudas por no pago de los préstamos. Las colocaciones de créditos del INDAP, principal fuente financiera de este subsector, muestra desde 1998 a la fecha un gran deterioro. A comienzos del año 2000, la tasa de recuperación sobre los vencimientos acumulados llegó al 52,2 por ciento, lo que es extraordinariamente anormal; a la fecha de hoy es aún peor, y todo ello significa un monto cercano a los 30 mil millones de pesos.
Las causas de esto pueden ser múltiples. Por consiguiente, hay que revisarlas constantemente, más aún conociendo la consabida alta responsabilidad que han evidenciado siempre los pequeños agricultores frente a ese tipo de compromisos.
Las razones pueden estar en malas colocaciones por estudios previos inadecuados. Otra puede ser un mal seguimiento de la ejecución de ellos. Otra causa reprobable es que muchos actores sociales y políticos propician el no pago al INDAP, sobre todo en períodos de campañas eleccionarias. Sin embargo, una de las causas más comunes son los precios de venta de los productos logrados por los campesinos, dada la imperfección de nuestros mercados y los monopolios, como son los casos de la leche, la remolacha, el arroz y otros.
Las etnias, que también forman parte del sector, agregan al escenario otro tipo de dificultades, que no se han enfrentado a propuestas claras y compartidas, en cuanto a sus propias alternativas de desarrollo.
Este rápido diagnóstico, que sin lugar a dudas es susceptible de ser sustentado por innumerables cifras y estadísticas, puede conducirnos a unas pocas pero centrales conclusiones.
1.- En el desarrollo rural y, por lo tanto, en la eliminación de la pobreza rural, aun cuando no se trata exclusivamente de las actividades agrícolas, pecuarias y forestales, éstas juegan un papel crucial en los inicios del proceso de desenvolvimiento local. En términos más drásticos, podemos decir que no hay desarrollo rural sin desarrollo agrícola.
2.- El desarrollo rural es una responsabilidad interinstitucional, tanto de corte horizontal como vertical; o sea, varios ministerios o servicios nacionales, como también instancias nacionales, regionales y locales.
3.- La pobreza y extrema pobreza rurales merecen, además de buenas políticas, programas y estrategias, una fuerte voluntad política nacional, a todos los niveles y creencias, políticas o religiosas. En esta materia, el Gobierno debería dar claras señales al mundo campesino de impulsar programas de lucha contra la pobreza.
Los estados de pobreza de cualquier país, sobre todo los sectores de extrema pobreza, no pueden ni deben constituir asuntos de beneficio partidario político coyuntural, sino que han de ser visualizados estrictamente como tarea de todos y con metas de urgencia. Debemos actuar igualmente solidarios como cuando lo hacemos frente a una sequía o un terremoto, porque también se trata de una emergencia.
Los últimos acontecimientos en torno al INDAP constituyen un buen ejemplo para aunar esfuerzos y fortalecer los programas de apoyo a la pequeña agricultura más desamparada, y sobre todo a la pobreza rural.
En lo relativo al INDAP y los campesinos, parece que hubiera sectores más interesados en detener, paralizar o, incluso, destruir instituciones que en corregir y fortalecer.
Es lógico que debemos controlar y sancionar las ilegalidades y los errores de gestión. Pero la finalidad última es buscar los mecanismos para apoyar a un sector importante de chilenos, como son los campesinos y pequeños agricultores.
4.- Finalmente, y como conclusión, podemos decir que la agricultura chilena, nos guste o no, con grandes, medianos y pequeños agricultores, necesariamente debe entrar en una lógica de mercados nacionales e internacionales, todo lo cual nos exigirá preocuparnos mucho más por mercados más perfectos, tratados de libre comercio con diversos países, protecciones, salvaguardias, etcétera. En estas materias tendremos que encargarnos también de diseñar y aprobar instrumentos más modernos de apoyo a la agricultura, como fondos de estabilización, estrategias de financiamiento estatal y otros.
Tomando en cuenta a los minifundistas, allegados, temporeros, jóvenes, adultos mayores y mujeres en estado de pobreza, se deberá realizar un gran esfuerzo estatal en coordinación con los municipios y, sobre todo, los propios afectados, ejecutando programas locales que signifiquen hacer pequeñas inversiones de gran importancia para los implicados y donde exista una verdadera participación de la comunidad atendida.
En otros términos, habrá que masificar o extender a nivel nacional la experiencia actual de los PRODESAL o algo similar. Los PRODECOP y PRORURAL también han sido experiencias exitosos. Han mostrado cierto grado de coordinación institucional desde el nivel nacional hasta el local, principalmente con los municipios, y los resultados en un gran número de comunas parecen haber sido muy positivos.
Programas de ese tipo han tenido éxito, asimismo, en comunas eminentemente mapuches.
El INDAP, en los últimos dos años, ha sido motivo de innumerables ataques, algunos justos, y otros, no.
La realidad es que dicho Instituto creció mucho en cobertura, instrumentos y programas, pero no así en recursos.
Debemos apoyar al INDAP para que recupere su capacidad de atender efectiva y eficientemente a un sector importante de la agricultura chilena.
No se trata exclusivamente de recursos, sino de modernización, descentralización, capacitación de sus funcionarios, coordinación con instituciones regionales, provinciales y municipales.
Se trata de realizar, entre varios programas de apoyo productivo, un perfeccionamiento de su gestión crediticia, adecuándola a las necesidades campesinas y sus organizaciones, donde se den pasos como estudios previos al otorgamiento de créditos, garantías y capacidad de endeudamiento, capacidad de gestión empresarial, perspectivas de mercado, capacitación permanente de los funcionarios, y, sobre todo, creando instancias de participación de los pequeños agricultores que posibiliten una permanente evaluación del propio Instituto.
Todo eso debería permitir recuperar esa tradicional disciplina financiera del pequeño agricultor.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra, por nueve minutos.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , puedo comenzar esta intervención sin temor a equivocarme, en estos pocos minutos, recurriendo a lo que hoy constituye un lugar común: que la agricultura nacional atraviesa por una crisis severa y grave.
En las últimas décadas ha habido cambios sustantivos en los procesos productivos agrícolas y han adquirido mayor importancia elementos tales como el capital, la tecnología, la calidad de la gestión, el volumen de ventas y el acceso a mercados y créditos.
Ello me mueve a reflexionar, en estos escasos minutos, con una primera idea en torno a la urgente necesidad de revisar los criterios que han orientado las políticas públicas de fomento agrícola y desarrollo agropecuario, los que con el transcurso del tiempo -me atrevo a sostenerlo- comienzan a padecer de cierto carácter arbitrario, dadas las caducas bases de cálculo que se utilizan, al determinar la frontera entre quiénes pueden optar a beneficios crediticios y de ayuda y quiénes no.
Por ello, considero que se corre el riesgo de que finalmente se desnaturalice la función original de nuestras instituciones de asistencia técnica y financiera, desde asesoría integral para productores agrícolas, a entidades de mera transferencia de recursos hacia la extrema pobreza agrícola.
Señor Presidente , represento a la Región de La Araucanía, que cuenta con una agricultura cada vez más complicada. Tengo una relación permanente con los agricultores mapuches, los parceleros, pequeños y medianos agricultores; en mi zona, los grandes agricultores son contados con los dedos de una mano.
Nuestro territorio agrícola de cultivos está cada vez más disminuido. El granero de Chile que era La Araucanía y el importante sector ganadero -¡para qué hablar del sector lechero!- enfrentan cada día una situación más delicada desde el punto de vista económico.
En nuestra zona hemos visto aparecer la inversión forestal, que, si bien da riqueza para el país, significa pobreza para las comunas, que observan cómo ese cerco verde las estrecha cada vez más. Debo señalar, incluso, que nuestra ecología regional y ambiental va cambiando acentuadamente por efecto de dicho producto forestal. Las vertientes, las fuentes de agua, los caudales de nuestros ríos, cada vez decrecen más y más, al extremo de que sectores de pequeños agricultores no cuentan con agua para sus animales, e incluso para seres humanos, debiendo los municipios abastecer del preciado líquido a las familias agrícolas con camiones aljibes una vez a la semana.
La actividad agrícola, como actividad económica a nivel nacional, presenta una sostenida tendencia a la baja en la conformación del PIB. Al llevar esta comparación a la realidad de la Novena Región, la proporción se mantiene. En 1990, la actividad agrícola significaba el 27,9 por ciento del PIB regional; en 1996 -último dato disponible-, dicho aporte había disminuido a 19, 1 por ciento.
Esa situación, sin duda, ha afectado en forma importante al empleo en mi zona.
En 1990, la fuerza de trabajo total a nivel regional en La Araucanía era de 241 mil personas, de las cuales 40 por ciento estaba vinculado a la agricultura. En 1999, la fuerza de trabajo regional alcanzó a 289 mil personas; sin embargo, la participación agrícola bajó a 32 por ciento.
No obstante la apreciación anterior, la Novena Región, que represento ante el Senado, es rica en recursos naturales y agropecuarios. Con relación a los cultivos anuales, el trigo produjo 422 mil toneladas métricas en la temporada 1989-1990; en 1997-1998 llegó a 628 mil. La papa, que en 1989-1990 logró 104 mil toneladas métricas, en la temporada 1997-1998 alcanzó a 175 mil. Y la remolacha, que en 1989-1990 produjo 116 mil toneladas métricas, en 1997-1998 generó 159 mil.
Doy tales cifras para señalar cómo es necesaria una política clara que respalde a nuestros productores.
Esos datos, algunos positivos y otros desalentadores, como la decreciente participación de la agricultura en el PIB, demuestran que esta actividad pasa por una coyuntura especialmente crítica. Sin embargo, por ello mismo, éste puede ser el momento preciso para una reformulación de gran magnitud que permita fortalecer el agro nacional, y particularmente el de la Región que represento, pero en una perspectiva totalmente distinta de la tradicional.
Ello requiere flexibilidad, apertura, apoyo financiero, capacitación, asesoría y capacidad de innovación y de reinversión a niveles técnico, político y de hábitos de producción.
En estos apretados minutos, válido y oportuno es señalar que, a diferencia de otros sectores de la economía, el mercado de la agricultura está sujeto a altos niveles de incertidumbre e inestabilidad.
Uno de los elementos fundamentales en la inestabilidad de los precios está constituido por el mercado agrícola internacional. Así, grandes países productores, por razones estratégicas o de autoeficiencia, transan en el mercado sus excedentes en cantidades variables, todos los años, provocando impredecibles movimientos en la oferta. Ello viene acompañado de distorsiones en los precios causadas por políticas de apoyo (subsidios) a la producción agrícola, aplicadas por los Gobiernos de los países industrializados.
Si bien la tendencia en la protección de los precios de los productos agrícolas tiende a la baja, excepto Estados Unidos, las ayudas gubernamentales a esos productos en países como Canadá y Japón y de la Unión Europea continúan siendo muy altas, intervención que distorsiona los mercados internacionales, por ejemplo, del azúcar, el arroz, las oleaginosas, el trigo, la leche, entre otros.
Finalmente, debo señalar que en la Región que represento, de 60 mil familias campesinas, el INDAP no atiende a más de 12 mil, sin que exista una real política de interés tendiente a incorporar al resto de los productores agrícolas que quedan distantes de cualquier beneficio otorgado por dicha institución.
Existe una multivariedad de organismos estatales dedicados a la agricultura, pero generalmente desconectados unos de otros, disminuyendo su eficiencia.
Y un párrafo final dedicado al Banco del Estado, institución cada vez más fría e indiferente para con nuestra agricultura tradicional. Se trata de un banco a cuyas oficinas hoy día los pequeños y medianos agricultores ni siquiera se atreven a entrar. Hay barreras burocráticas, falta de audacia y de compromiso por parte de sus autoridades. Muestra mucho marketing pero, a la hora de las cristalizaciones, no ofrece nada o muy poco.
Además, en nuestra legislación existen disposiciones obsoletas respecto de la realidad agrícola del país. Entre ellas, la tabla de equivalencia con los coeficientes para calcular la conversión de hectáreas físicas en hectáreas de riego básico. En la actualidad se utiliza esa misma superficie como parámetro para decidir qué productores son acreedores de la ayuda social que otorga el INDAP.
Señor Presidente , podría extenderme en este análisis citando al efecto la distorsión que ha implicado para la producción agrícola nacional la llegada de productos extranjeros que gozan de ayudas económicas en sus países de origen y que las más de las veces suponen actos contrarios a las normas pactadas en el marco de la Organización Mundial de Comercio. Sin embargo, creo que este tema, por su evidencia, no precisa mayor abundamiento.
Estimo que ha llegado el momento de acometer decididamente el problema. Es cierto que nuestra agricultura no puede sustraerse del proceso de globalización de la economía chilena, pero debemos ser rigurosos en la defensa de nuestros productores, toda vez que las prácticas comerciales irregulares afectan el esfuerzo de miles de agricultores que intentan mejorar sus procesos productivos para concurrir a esta internacionalización.
El Gobierno ya ha anunciado un plan de renegociación de deudas morosas que podría beneficiar a casi 30 mil pequeños agricultores que tienen obligaciones financieras con el INDAP. No obstante, algunos han considerado que las medidas propuestas constituyen una estrategia equivocada, ya que no ataca el problema central, a saber, la desprotección de los agricultores frente a la competencia desigual con productos extranjeros que llegan al país fuertemente subsidiados.
He terminado, señor Presidente, en los breves 10 minutos que se me han proporcionado.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Agradezco a Su Señoría haberse ceñido a su tiempo.
Tiene la palabra el Honorable señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , la verdad es que algunos señores Senadores han preguntado si Chile quiere o no tener agricultura.
Pienso que esa pregunta es inadmisible. Yo la haría al revés: ¿Hay alguien en esta Sala que no quiera que haya agricultura en Chile? Porque si alguien lo piensa así, que lo diga. Y como nadie se atreverá a declararlo, aunque así lo piense, parto de la base de que Chile es un país agrícola.
El problema que hoy día tenemos guarda relación con la profunda crisis que desde hace ya 10 años, aproximadamente, está sufriendo la actividad. Y no me refiero a toda la actividad agrícola, porque probablemente la de exportación se encuentra en un estado distinto, pues ha logrado sobrevivir a pesar de la política macroeconómica, de la baja del precio del dólar y de que hoy día la situación no está tan expectante como al principio.
Me refiero a la actividad agrícola tradicional, a la de los cultivos tradicionales, a la que afecta a la pequeña agricultura campesina, a los medianos agricultores, en general a los que trabajan y viven del campo, que probablemente constituyen tres cuartas partes de la fuerza de trabajo. Es decir, estamos hablando de 600 mil trabajadores agrícolas, hombres y mujeres, a quienes, si les agregamos sus familias y los que dependen de ellos por el comercio y los servicios, suman no menos de 3 millones de personas en Chile. A este sector la crisis lo afecta, porque hoy día la pobreza rural se vive, día a día, con mayor fuerza.
¿Cuáles son las causas de este problema? Quizás sean muchas, pero me atrevo a resumirlas en una, la cual de alguna manera ya ha sido mencionada: la caída sistemática de los precios de los principales productos agrícolas. En un estudio realizado hace algún tiempo demostramos que en la década de los 90 habían caído, en términos nominales, en 40 por ciento. Si a eso le agregábamos el efecto real, caían en 60 por ciento. Vale decir, por lo que en 1990 se pagaba 100, hoy día se paga 40. Esta realidad no la resiste ninguna actividad económica.
Surge la pregunta: ¿es culpa de los productores agrícolas, de los campesinos y de la gente del campo que olvidaron producir o trabajar? No. La culpa es de los sistemas económicos que hoy operan en el país, respecto de los cuales Chile no ha sabido actuar como es debido, particularmente en este período. Me refiero a la política de subsidios internacionales que altera el valor de los productos agrícolas y que son importados a precios mucho más bajos que sus costos de producción.
Chile no ha sabido defender su agricultura durante este período. Es más. Ha promovido políticas agrícolas de acuerdos bilaterales que han traído consecuencias nefastas para la actividad agrícola. Por ejemplo, el acuerdo con Bolivia, que no fue consultado al Parlamento, por la importación de aceite de soja significó simplemente el fin del cultivo de la maravilla en todo el país y, por lo tanto, el de las actividades productivas colindantes como las que se efectuaban en la Séptima Región. Pero también hoy día se ve amenazado el cultivo del raps por la misma situación.
En el poco tiempo de aplicación del acuerdo con el MERCOSUR nuestras exportaciones a los países partes se han mantenido estables; sin embargo, las importaciones, fundamentalmente de productos agropecuarios, se han triplicado en el mismo período. Tengo el orgullo, señor Presidente , de haber votado en contra de la asociación con el MERCOSUR, precisamente porque le causaría daño a la actividad agrícola nacional. Y quienes se pronunciaron a favor y que representan a zonas agrícolas deberán explicar por qué lo hicieron, a pesar de que sabían que sería perjudicial. Hay que revisar esa incorporación al MERCOSUR, como muchas otras cosas.
No obstante, lo fundamental es preguntarse: ¿qué se ha hecho por defender de verdad la agricultura? Lamentablemente, poco. Y me sorprende que aquí, Parlamentarios que representan a los Gobiernos de los últimos once años, hablen como si fueran observadores de las Naciones Unidas, como si no tuvieran responsabilidad en estos acontecimientos. ¡Han estado gobernando! No pidan aplicar medidas. ¡Háganlas! ¡Porque lo que hay que hacer se sabe!
El nuevo Gobierno constituyó el año pasado la Mesa Agrícola, la cual integré como Presidente de la Comisión de Agricultura del Senado . Puse todo de mi parte -el señor Ministro del ramo podrá confirmarlo- para apoyar esa iniciativa, porque no solamente se comprometía al Ministerio de Agricultura, sino también a otras carteras que normalmente obstaculizan los acuerdos en nuestro sector, fundamentalmente las de Hacienda y de Relaciones Exteriores. Hicimos todo lo posible; se realizaron los mejores diagnósticos y se plantearon las mejores proposiciones, y a pesar de haber tenido dudas de firmar el acuerdo, porque, a mi juicio, todavía era insuficiente, lo hice el 1º de septiembre del año pasado, incluso, junto con el Presidente de la República .
¿Qué ha pasado con el acuerdo de la Mesa Agrícola? Lamentablemente, en los hechos se demuestra que no ha habido mucho avance ni progreso en el sector agrícola. Es más. No ha pasado nada con uno de los puntos clave que figura en el diagnóstico y en las propuestas, cuyo objetivo es mejorar y potenciar la Comisión de Distorsiones, el único filtro real para impedir que lleguen productos subsidiados que causan daño a nuestra producción. Uno de los puntos del Acta de Acuerdos de la Mesa Agrícola establece: "El Gobierno se compromete, en un plazo de 90 días, a evaluar y proponer medidas que fortalezcan la Comisión Nacional de Distorsiones y que faciliten la presentación, por parte de los agentes privados involucrados, de solicitudes destinadas a corregir eventuales distorsiones en el funcionamiento de los mercados externos que afecten a productores nacionales.".
Este acuerdo de la Mesa Agrícola venció el 1º de diciembre del año pasado, hoy es 17 de abril y todavía no existe ninguna iniciativa en aplicación tendiente a corregir la situación de la Comisión Nacional de Distorsiones. No la conocemos. Por lo tanto, hay todavía solicitudes que se han hecho para restablecer la situación de algunos productos agropecuarios, como el queso, y que no ha tenido respuesta de la Comisión de Distorsiones. Este organismo no sirve para defender los productos agrícolas chilenos de la invasión de los que llegan subsidiados del extranjero.
Todavía más: noto una cierta indiferencia e insensibilidad hacia el tema agrícola, como si fuera un problema lejano, de algunas regiones. Probablemente, les interesan más los votos urbanos a quienes así piensan. Lamentablemente, y a propósito de un conflicto suscitado en torno al arroz, he advertido en estos días esa misma actitud en el titular de la Secretaría de Agricultura, don Jaime Campos , presente en la Sala, quien formuló al respecto declaraciones que me han sorprendido. Ya mencionamos que, como consecuencia de una eventual importación de arroces más baratos, los molinos han disminuido los precios, y los productores de arroz están recibiendo ofertas inferiores a sus costos. Con el objeto de buscar soluciones, invitamos al señor Ministro a participar en la Comisión de Agricultura del Senado, pero como, desafortunadamente, esas soluciones no se han encontrado, el señor Ministro dijo la semana pasada, como lavándose las manos: "Éste es un asunto entre privados, no es mi problema, háganse ustedes cargo de este "forro". ".
Yo lo siento mucho, porque es un problema que afecta a miles de personas, pequeños productores arroceros, que deben soportar precios desfavorables, no a causa de lo que ocurre ahora, sino que ayer, hoy y mañana, por el ingreso de arroces subsidiados desde el extranjero: argentino, vietnamita, tailandés, el que sea. Tal situación no constituye para el señor Ministro un problema de la autoridad. Y yo no puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación. Y la traigo aquí a colación porque pienso que sabemos lo que hay que hacer al respecto, y lo que falta, señor Presidente , es voluntad política para poner en aplicación decisiones ya acordadas en la Mesa Agrícola. Podrá aducirse que se ha cumplido en un ciento por ciento. No es efectivo. Nunca habíamos tenido tal conjunción de astros en contra de los precios agrícolas, porque en esta temporada han estado malos los precios del trigo, de los porotos, del maíz, de la ganadería, del arroz, y ahora, el de la uva.
Esa es la realidad que afecta a la agricultura. Luego, las palabras, los discursos no sirven. Es hora de que se materialicen e implementen las políticas que se han acordado. No veo esa voluntad en el Gobierno, y quizá ello escapa a las intenciones del señor Ministro de Agricultura, pero lo cierto es que nos encontramos enfrentados a un problema pendiente.
Y esa crisis general de la agricultura lamentablemente se refleja con mayor claridad en la pequeña agricultura campesina, porque la grande y la mediana, aunque también pierden, al final tienen cómo defenderse. Quien vive de dos o cinco hectáreas no puede hacerlo, y sobre él recae también este mismo problema de los precios, agravado por una gran dificultad para comercializar sus productos, la que no ha podido ser superada.
En medio de tal situación se encuentra el INDAP, organismo destinado a apoyar a la pequeña agricultura campesina y para lo cual dispone -los hemos aprobado desde hace años- de presupuestos gigantescos, millonarios. ¡Noventa mil millones de pesos! Pocos Ministerios pueden contar con esas disponibilidades para dar créditos, para subsidiar y para potenciar la actividad agrícola. Sin embargo, el balance que, transcurrido el tiempo, podemos hacer es muy lamentable, porque esos recursos -ya la Senadora señora Matthei abordó el tema con algún detalle- no han sido bien administrados. Por cierto que no todos lo han sido, y probablemente haya ejemplos muy satisfactorios, de buenos resultados que se han logrado en el INDAP. Pero, por regla general, aquí no se ha otorgado apoyo verdadero. Lo oímos de parte de los dirigentes de los propios organismos campesinos en la Mesa Agrícola, quienes se quejaron amargamente de que esa entidad no estaba sirviendo a los objetivos de la agricultura campesina.
Y los ejemplos concretos se conocen. Yo estoy al tanto de algunos ocurridos en la Región que represento. Hay casos de mala administración, de usos políticos de los recursos otorgados por el INDAP. Precisamente, recordamos que en las recientes elecciones municipales se recurrió a la llamada"Operación Fardo", en virtud de la cual en muchas comunas a los candidatos de la Concertación se les facilitaban fardos para ser distribuidos a la gente, aunque no tuvieran animales, y de ese modo asegurar su apoyo. La Contraloría está investigando el hecho, y espero que su dictamen dé origen a las acciones judiciales correspondientes.
En la Cooperativa "Buscando Desarrollo" se produjo además un problema particularmente delicado y que ya fue mencionado, consistente en que, con transgresión de las propias normas del INDAP, aquélla fue endeudándose y endeudándose y hoy día muchos de sus dirigentes, por los avales que se vieron obligados a suscribir, figuran negativamente en los registros de DICOM. Nada se ha dicho al respecto y a través de una política de reestructuración y de renegociación se buscan soluciones genéricas, olvidando la responsabilidad que cabe al INDAP en los créditos otorgados.
Creo, señor Presidente , que ha llegado la hora de reestructurar el INDAP, y no a propósito de querellas políticas internas, porque pareciera que este organismo es un botín de guerra al que aspiran diversos sectores al interior de la coalición de Gobierno. A mí me interesa que el INDAP sirva a la pequeña agricultura campesina, independientemente de consideraciones políticas. Por lo contrario, no quisiera que en este año de elecciones nuevamente seamos testigos de su apoyo a los candidatos oficialistas a través de la entrega de sus recursos. Quiero que este organismo respalde a la pequeña agricultura campesina, y por eso espero que el cambio de autoridad signifique una suspensión del proceso de reestructuración, proceso que no es admisible, porque no vamos a aceptar que a los campesinos se los califique de "viables" y "no viables", en circunstancia de que todos ellos son viables, pues todo depende del proyecto que se está llevando adelante, y se margine y excluya a algunos del apoyo que debe proporcionarles el INDAP. Ésa es la actitud del perro del hortelano, que no come ni deja comer. Nosotros queremos apoyo para todos los que lo merecen.
Asimismo, deben responsabilizarse de sus decisiones, porque cuando un crédito no es pagado por los dirigentes, hay que ver qué ha pasado. Yo conozco casos como el de los productores de ajo de Longaví, en Linares, que, tras ser inducidos a obtener créditos, fueron luego abandonados por el INDAP, y se quedaron con una enorme deuda que todavía no pueden servir. ¿Son ellos los que en una renegociación están obligados a pagar esta deuda? Creo que no, señor Presidente . Considero que si hay responsabilidades por parte del INDAP, y sobre todo de índole criminal, como se señala, hay que condonar esas deudas. Y la reprogramación debe ser para aquellos que están en situación de pagar, pero con una condición adicional. No sacamos nada con reprogramar deudas de la pequeña agricultura o de otros, si no mejoramos las condiciones de la agricultura, porque si reprogramamos la deuda y los precios agrícolas siguen cayendo, lo que va a ocurrir es que vamos a "chutear" la deuda, pero no resolveremos el problema.
Por todas estas consideraciones, me parece urgente reestructurar el INDAP, pero hacerlo oyendo a los dirigentes campesinos, porque las proposiciones que se han hecho no los han considerado. Es tiempo de que las instituciones funcionen, de que saquemos la política agrícola del país adelante y de que el INDAP se ponga al servicio de los campesinos chilenos.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Valdés.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , el debate se ha tornado un poco más agitado en vista de que estamos cerca de las elecciones y hay un público muy ansioso de oír a sus representantes, particularmente a los de regiones agrícolas.
Yo no voy a contestar las palabras que acabamos de escuchar, hechas con inteligencia, con fuego, con exageración indudable y con una postura reciente sobre algunas historias que no están bien contadas. En el Gobierno de la Concertación no hubo ningún Ministro que dijera a los agricultores que se "coman las vacas". Ninguno. El desprecio de años atrás por la agricultura fue total, y todavía se mantiene, porque hay algunos que creen que la agricultura no sirve. No son de nuestras filas. Hay algunos que escriben en los diarios, ciertos economistas que creen que el dogma es la apertura, y que si Chile no es capaz de producir ciertas especies agrícolas, simplemente no debe hacerlo. Son tontitos que estudiaron una técnica, pero carecen de la cultura necesaria para captar la esencia de un país, desconocen la razón de ser de una nación, que es tierra, historia y gente. Y la tierra necesita de la gente, y la gente necesita de la tierra. Yo reclamo de que se culpe a la Concertación, que no ha hecho evidentemente una gran política agraria -eso es evidente-, respecto a una concepción de la economía en la cual la agricultura parecía que no cabía por razones dogmáticas. Porque estas personas, que escriben y que -repito- son de una estulticia inveterada e insanable, parecen ignorar que Estados Unidos es el país que protege más la agricultura en el mundo. Y mencionaré las cifras enseguida.
Entonces, aquí estamos ante una contradicción.
Se quiere proteger la agricultura, denunciar los acuerdos internacionales, abrir la economía al exterior, liberar las relaciones de trabajadores con las empresas. Pero se pretende regular internamente la agricultura.
Creo que debemos tener conciencia de que se trata de un país chico, que debemos gastar mucha plata para realizar lo que no se hizo, que deberíamos hacer lo que, por ejemplo, efectuó Nueva Zelandia. Ayer almorzamos con los Senadores de ese país, quienes nos contaron que durante 10 años esparcieron en su tierra todos los abonos que necesitaba, por medio de aviones.
Y aquí no hemos podido conseguir que se financien los abonos para la tierra porque, incluso -y es culpa de la mentalidad chilena-, al agricultor se le exige que presente un título inscrito donde acredite ser propietario del terreno, en circunstancia de que lo que se abona no es el dueño, sino la tierra. De modo que importa poco que tenga o no título inscrito. Y en mi zona mucha gente no los tiene, porque sus títulos fueron otorgados por España en 1780; otros no lo poseen porque al campesino no le interesa ese documento, sino su trabajo.
En consecuencia, nos encontramos ante una situación bastante curiosa donde se nos exige lo que no se hizo antes. Hay que hacerlo. No voy a hablar del INDAP, porque no me corresponde referirme a él, pues se trata de una materia más específica.
Señor Presidente , en el mundo contemporáneo lo que más aumentará será la demanda agrícola. Porque hacia el 2020 se calcula que la población crecerá en unos dos mil millones, llegando a 8 mil millones las personas que vivirán en nuestro planeta. La demanda será sobre todo, dados los hábitos de consumo, no de granos ni de materias primas, sino de -menciono las cifras de la FAO- hortalizas, frutales menores, frutos secos, quesos, carnes y productos forestales.
Eso es lo que puede producir Chile. No estamos fuera del porvenir. Estos productos, evidentemente, los crean los grandes países europeos y Estados Unidos. Y las proyecciones efectuadas, además, muestran que los precios de estos productos agrícolas tenderán a aumentar en el mundo. O sea, a nuestro país se le abre un enorme porvenir en la medida en que sea capaz de mejorar su eficiencia y capacidad tecnológica, la investigación científica, en función de las ventajas con que cuenta desde el punto de vista de su capacidad ecológica, que es excelente.
Refrenda lo anterior el hecho de que hace poco vino un experto alemán, un urbanista que estudia climas y suelos en función de los productos agrícolas. Este señor estuvo en el sur, en Valdivia, y dijo que la mejor combinación de luz -no de sol- y de tierra en el mundo era la del sur de Chile (excúsenme, señores Senadores, que diga que se refirió a la zona que represento; no fue contratado por el que habla, sino que vino a eso).
Es así como se están dando las condiciones, particularmente de un agricultor, amigo de varios de nosotros aquí, don Juan Sone , que en 200 hectáreas produce el 60 por ciento de flores en el mundo (también produce bulbos de lilium), por valor de 6 millones 800 mil dólares. Este señor da trabajo a 500 personas.
Y eso se empieza a multiplicar. Entonces, soy muy optimista de una agricultura moderna. Y para eso hay que hacer un esfuerzo científico, tecnológico de otra envergadura.
Pero hay gente que en los diarios grandes de Chile dice que debe suprimirse el Ministerio de Agricultura, que no hay que preocuparse de la agricultura. Vuelvo a señalar el hecho de todavía nos corrompen algunos "tontitos" que tienen tribuna, pero no cabeza.
Señor Presidente, en el plano internacional, los países industrializados cuentan con subsidios impresionantes. Tengo a la mano las cifras totales de lo que gastan por este concepto distintos países en el mundo.
Estados Unidos, en el período 1986-1988, destinó como apoyo al productor 41 mil 890 millones de dólares; en 1999, 54 mil 9 millones de dólares. Esto, repito, directo al productor. Ahora, por concepto de servicios generales de apoyo estimados (investigación, inspección, infraestructura, marketing, formación de stock) gastó, entre 1986 y 1988, 15 mil 233 millones más; en 1999, 21 mil 579 millones. En total, ese país, desde el punto de vista público (nacional, estatal o municipal), apoyó a la agricultura en 1999 con 96 mil 530 millones de dólares.
Éstas -repito- son cifras recientes.
Ahora, si revisamos los datos europeos, vemos que en el período 1986-1988 el apoyo estimado al productor era de 86 mil millones de euros; en 1999, 107 mil 416 millones (el doble del producto chileno anual). En definitiva, el apoyo estimado cuando llega al consumidor alcanza a la cifra de 118 mil millones de euros.
En verdad, los montos aportados por estos países hacen que los subsidios otorgados lleguen a ser realmente inverosímiles.
Según datos recientes proporcionados por la OECD, el 50 por ciento de los ingresos de los agricultores de Europa lo constituyen subsidios otorgados por la Comunidad Europea; no son producto del precio.
En Japón, el 65 por ciento del valor que recibe el agricultor proviene del subsidio.
En Suiza, país que, según creemos, vive de las finanzas y de los relojes, el 75 por ciento de lo que percibe el agricultor está dado por el Estado. Éste, en Ginebra, Lausana y Zurich, en vez de parques financia cultivos agrícolas, ciudades donde el terreno cuesta 100 mil dólares el metro. ¿Por qué? Porque la gente atribuye al cultivo agrícola y a la agricultura un valor muy superior al precio comercial que tiene el producto. Ésta es una concepción que hoy día se desparrama por el mundo entero, en el sentido de que la agricultura provee mejor clima, humedad, ayuda a mantener el ozono, limpia la atmósfera y da vida no solamente al producto, sino al paisaje, es decir, es parte de la tranquilidad histórica de la sociedad.
Es así como Francia ha conseguido que hoy día la FAO considere que los subsidios no son mecanismos sólo comerciales, sino que también representan una forma para mantener el medio ambiente del país. Porque esa nación paga a los agricultores para que se queden en el campo, y así éste tenga vida y sea factible la existencia allí de estudiantes y universidades y que permanezcan en él, evitando aquello que un señor Senador mencionó en el sentido de que los jóvenes emigran a las ciudades.
Ese precio lo paga el Estado subsidiando el producto del campo.
Éstas son condiciones generales que progresan en el mundo. Estados Unidos, sobre todo después de la reunión de la OMC celebrada en Seattle hace unos dos años -fue un escándalo, desde el punto de vista de la tranquilidad-, se dio cuenta de que no podía seguir pensando que dicha Organización estaba destinada a arreglar solamente las transferencias financieras y comerciales históricas, sino que debía preocuparse también de la agricultura. Con posterioridad a dicho evento, se dictaron decretos explícitos mediante los cuales ese país dedicó su política a afirmar al sector agrario y a aumentar los subsidios a la agricultura, para que la gente se quede en el campo. Ello determinó que en la actualidad 22 por ciento de su producto interno bruto provenga de la industria agroalimentaria, cosa que no se daba antes. Y 35 por ciento del empleo actual lo provee dicha industria y la distribución de los productos que elabora.
Por lo tanto, aquí estamos al revés. Se dice que la nueva economía constituye el futuro, lo cual es efectivo desde cierto punto de vista. Pero, en verdad, la investigación, la inversión, la ciencia y el esfuerzo que se está realizando para mejorar la agroindustria es mucho mayor que los recursos que se destinan a la llamada nueva economía, sobre todo en la parte de la comunicación. Eso sucede en el país del norte.
Por otro lado, sería largo de explicar que se están exigiendo condiciones de limpieza de los alimentos, lo cual en Europa y en los Estados Unidos está haciendo crisis debido al fenómeno de "las vacas locas", la aftosa y otras situaciones que no se dan en Chile, que en esa materia es limpio por razones históricas, producto de su aislamiento, de su clima, de su tierra y, también, por la aplicación de políticas tradicionales que resultaron muy beneficiosas.
Entonces, aquí necesitamos establecer reglas claras en esta materia. Se han dado muchas opiniones, que comparto, como la idea de un banco agrícola. Sobre este punto, y a vía de ejemplo, puedo decir que toda la riqueza de Holanda en materia agraria se debe a la existencia de una institución de esas características, formada por los propios cooperados.
Para terminar, señor Presidente , deseo señalar que Chile ha tenido una política de apertura unilateral que no ayuda a la agricultura, pero que es buena, desde el punto de vista de someternos a exigencias en términos de ser eficientes. La experiencia con el MERCOSUR no ha sido feliz en esta materia; estoy de acuerdo en que no lo ha sido y es necesario revisarla completamente.
Pero en lo referente a la política bilateral, creo que ha habido un éxito, porque las exportaciones agrícolas han crecido con mucho mayor dinamismo que todos los demás sectores. Y el balance positivo para el país en este aspecto es muy sustantivo. El rubro agrícola representa el 26 por ciento del total de las exportaciones chilenas. Eso es fundamental, porque nuestra agricultura va a penetrar en los mercados, en función de los antecedentes que he dado, mayormente por efecto de los acuerdos bilaterales.
Ojalá que el Gobierno -y con esto termino- tenga éxito en sus negociaciones con los Estados Unidos. Las considero muy difíciles, justamente por razones de tipo agrícola. Porque la ya mencionada ley antidumping afectó primero a los salmones; después a las uvas; ahora a las paltas, y luego a todos los demás productos. Realmente, es difícil que ese país levante su aplicación sólo para Chile, porque también se exigirá en otras partes del mundo.
Reitero: la negociación es muy difícil; pero si logramos estabilidad y lealtad en el comercio con ese país, realmente tendremos un destino muy promisorio.
Gracias, señor Presidente.
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El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Antes de ofrecer la palabra al siguiente orador, deseo informar a la Sala que se acaba de recibir el informe de la Comisión Mixta recaído en el proyecto sobre seguro de desempleo, cuya urgencia está calificada de "discusión inmediata".
De acuerdo con el Reglamento, quedará para ser tratado en primer lugar del Orden del Día de la sesión ordinaria de esta tarde.
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El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Díez, por 11 minutos.
El señor DÍEZ .-
Señor Presidente , la discusión habida esta mañana nos demuestra algunas cosas que trataré de resumir. En primer lugar, en nuestro país hace falta una política de estudio e investigación agraria, pero no nacional, pues ello trae aparejadas todas las confusiones. Chile aumenta sus exportaciones agrícolas porque un sector produce algo que tiene mayor precio durante un año, como la fruta, pero eso no significa que lo mismo suceda en el resto de su largo territorio. De modo que debe haber estudio e investigación a nivel regional y asesoría cercana en materia de difusión práctica en cada una de las Regiones. El mirar al país como una sola realidad agraria es el principal error en que se incurre, y no es práctico.
En segundo término, hay que ver, con criterio también práctico, cómo aumentar nuestra capacidad productora en el campo. Para ello hace falta que el Gobierno diseñe una política de regadío, de construcción de obras mayores, de ayuda crediticia y subsidios para obras menores, y quizás sería oportuno analizar si acaso una política de concesiones para obras de riego no sería una muy buena solución.
En seguida, debe existir una política de fertilización. Sabemos que en algunas zonas de nuestro país hay déficit en esa materia, lo cual requiere una línea de asistencia mucho más amplia y generalizada que la circunstancial y cicatera actual, una con elevados requisitos técnicos y absoluta permanencia.
Además, y aunque parezca extraño, necesitamos caminos agrícolas. En las Regiones que representamos -Chile está constituido por muchas- los caminos se cortan en invierno, y a muchos productores medianos no les es posible producir verduras y otros elementos de consumo para las ciudades porque no los pueden sacar hasta allí. Y hay personas que habitan en la costa que demoran un mes en carreta para poder llegar con sus productos a la zona de venta. Entonces, una política caminera es absolutamente indispensable.
Por último, debe haber una política exterior agrícola, que no existe en la actualidad, aprovechando todas las ventajas que nos dan los instrumentos internacionales. Además, se debe poner el acento en la defensa de la agricultura cuando se analicen tratados internacionales, pues hasta ahora, en realidad, hemos dado énfasis al aspecto financiero, a la protección de capitales, a la exportación industrial, al trabajo incorporado a las exportaciones, etcétera; pero no tenemos una política exterior agrícola seria.
El Honorable señor Lagos me ha solicitado una interrupción para referirse a la ignorada agricultura del norte, y se la concedo con el mayor gusto.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Puede hacer uso de ella, Su Señoría.
El señor LAGOS .-
Señor Presidente , el país ha sido testigo de los estragos producidos por el invierno altiplánico chileno, especialmente en la zona de Lluta, Camarones y el valle de Azapa, donde incluso olivos de 500 años fueron arrasados y grandes extensiones de terreno se transformaron en verdaderos pedregales.
Dicha zona está compuesta mayoritariamente de pequeños empresarios agrícolas, quienes han quedado en situación de pobreza extrema. Y esto, de una u otra manera, fue consecuencia de la falta de proyectos para proteger las riberas de ríos, entre otras causas. En este punto volvemos a la gran aspiración de la Primera Región , sobre todo en el caso de Arica, de construir el embalse Chironta.
Se dice que el norte carece de agua, pero son millones de metros cúbicos del líquido elemento que van a dar al mar y que nadie utiliza. El Gobierno de Chile, al que hemos recurrido para la construcción del referido embalse desde que el actual Primer Mandatario era Ministro de Obras Públicas , sigue discutiendo a nivel central si es posible realizar esta obra, que tiene un costo aproximado de 50 millones de dólares. El desastre producido como consecuencia de las aguas del invierno altiplánico significará al Estado chileno una inversión de 25 millones de dólares por concepto de reconstrucción de puentes, caminos y otras obras.
A lo anterior se suma el hecho que en la provincia de Iquique se aprobó un proyecto de las mismas características, relativo al embalse Umiña , para el cual ya se habían destinado a la Dirección de Obras Hidráulicas 60 millones de pesos. Desde hace dos años no sabemos qué ha pasado, y hemos pedido a la Contraloría General de la República que informe sobre el paradero de esos fondos, que debían emplearse en el estudio preliminar.
Subrayo que la Primera Región cuenta con una inmensa cantidad de recursos, con tierra y agua, además del clima; y la construcción del embalse resolvería varias situaciones. Desde luego, mejoraría la calidad de las aguas en el valle de Azapa, Lluta , y ello permitiría desarrollar diversos cultivos. Pero también se aprovecharían los climas subtropicales para la producción de mangos, guayabas y otras frutas, especialmente en la altura denominada "Quebrada del Diablo", donde empieza el valle. Es algo que ha sido ignorado por la autoridad central.
En seguida, se presenta una gran dificultad con la producción de las aceitunas de Azapa. Hemos solicitado al Gobierno ejercer una fuerte fiscalización a los importadores de aceitunas peruanas, tanto a nivel de Aduanas como de Impuestos Internos. Se usan múltiples facturas para una misma operación, el mismo día y en un mismo vehículo de carga. Y cabe consignar que el mecanismo se ha diseñado principalmente para favorecer las importaciones de menos de 500 dólares. Existen, entonces, varias irregularidades.
Además, los peruanos nos gravan en la frontera con impuestos. Para pasar un producto chileno y venderlo en Tacna o en el sur del país vecino, se debe pagar casi 40 por ciento en tributos, entre el Impuesto al Valor Agregado , los derechos de aduana y otros, en circunstancias de que para ingresar a Chile ellos sólo pagan 6 por ciento más el IVA. Entonces, no hay reciprocidad para los productos agrícolas.
Y creo, señor Presidente , que estamos aludiendo a hechos que afectan especialmente a la gente que hace soberanía. El Altiplano chileno se está despoblando. La falta de políticas de apoyo a los pequeños agricultores que viven a 3 mil o 4 mil metros de altura y que podrían lograr un mayor éxito en proyectos para cultivar hierbas aromáticas, como el orégano y otras, los conduce hoy a una etapa de absoluto desaliento.
Y digo más, señor Presidente : toda la juventud altiplánica se está yendo a las ciudades, porque carece de posibilidades para desarrollarse, y es reemplazada por bolivianos y peruanos, con las consecuencias que ello significa. En los últimos días se ha visto cuál es la actitud permanente de esas naciones hacia nosotros. Las escuelas en el Altiplano chileno no tienen estudiantes y además se están cerrando.
Hace pocos días estuve en la ex Hacienda de Camarones, donde se cría ganado bovino y se fabrica queso y quesillo. El Instituto de Desarrollo Agropecuario impulsa un proyecto sobre el particular y la comercialización requiere el código de barras, con el que no se puede contar desde hace dos años. Es necesario, entonces, salir a caminar y tratar de vender los productos casi en las esquinas de la ciudad, porque los grandes supermercados no pueden comprarlos.
No veo una decisión para la Primera Región , ya que no es considerada zona agrícola. Y resulta que la reserva de agua es monstruosa. Por ello, aprovechando la presencia del señor Ministro , quien ya fue en una oportunidad a Arica, hago hincapié en que falta una mayor determinación, porque las potencialidades respectivas se deben considerar en un contexto geopolítico. ¡Pegados en la frontera existen proyectos agrícolas y frutícolas de peruanos y bolivianos, y nosotros debemos pedir permiso a los primeros hasta para sacar un poco de agua!
En consecuencia, señor Ministro , le pido, en nombre de los pequeños agricultores del norte, un mayor apoyo y resolución en los aspectos mencionados, especialmente en lo relativo a la aceituna. Porque las comunidades de pequeños agricultores están desapareciendo, lo que es muy grave, en particular para nuestra soberanía.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Páez.
El señor PÁEZ.-
Señor Presidente , la presente sesión especial sobre la situación de la agricultura constituye una ocasión privilegiada para advertir sobre los efectos que en esa actividad provocaría un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Respaldamos la suscripción de convenios y tratados comerciales, pero se debe prevenir respecto de sus consecuencias, para evitar eventuales perjuicios a los productores de mi región y al país, en general.
Es necesario resaltar que la estadounidense es la economía más competitiva del mundo, con una agricultura de alta eficiencia y productividad no obstante tener subsidios internos que superan el total del Producto Interno Bruto de Chile. En esas condiciones, la negociación de un acuerdo equilibrado se hace objetivamente difícil. A mayor abundamiento, cabe considerar que países como Canadá y México, que negociaron en forma independiente con Estados Unidos, terminaron aceptando presiones y condiciones que favorecieron abiertamente a este último.
La agricultura de Estados Unidos ha contado con diversas políticas de apoyo a lo largo de siete décadas. Innumerables subsidios y mecanismos de defensa le han permitido convertirse en la más eficiente y poderosa del planeta. A pesar del poderío económico y tecnológico de ese país, sus Gobiernos continúan subsidiando vigorosamente la actividad agropecuaria con el objeto de mantenerla vigente y competitiva. A modo de ilustración, se puede consignar -ya lo decía el Senador señor Valdés - que en 1999 se gastaron más de 99 mil millones de dólares en tal mecanismo. En términos globales -y ello es importante- Estados Unidos subsidia alrededor de 24 por ciento de los ingresos de sus agricultores.
Los impactos sobre la agricultura chilena de las medidas de respaldo a la producción doméstica estadounidense son diversos, poco transparentes y, consecuentemente, muy difíciles de establecer.
Al respecto, cabe precisar, en el caso de los programas de apoyo a los precios o sostén de los ingresos, que ellos se aplican a cultivos como los de cereales para consumo humano, oleaginosas, azúcar, tabaco, algodón, y a los productos lácteos. Al reducirse el riesgo y garantizarse precios mínimos a los productores estadounidenses con independencia de las condiciones de mercado, el sistema ha conducido históricamente a la acumulación de excedentes, a la caída de los precios, al incremento de la competencia por los mercados internacionales y al uso de los subsidios de exportación.
Evidentemente, esos factores afectan negativamente a los productores y exportadores que no pueden competir en condiciones de precios internacionales deprimidos.
Asimismo, los subsidios directos e indirectos surten un poderoso efecto negativo en nuestros productores y exportadores, ya que, además del impacto sobre los precios internacionales, los créditos y las garantías entregados a los exportadores estadounidenses facilitan sus ventas no sólo en aquellos mercados en que intentan competir los productos chilenos, sino también en el propio mercado nacional.
Del mismo modo, productos agropecuarios procesados tales como carnes, frutas y hortalizas congeladas, así como los lácteos, deben enfrentar diariamente a los subsidios estadounidenses en terceros mercados. Siendo de alta sensibilidad en la actividad de la Décima Región de Los Lagos, ellos sufren las consecuencias de esa política comercial de Estados Unidos y se hallan ante una competencia inequitativa y abiertamente desleal.
Además, aún subsisten importantes barreras comerciales que impiden o dificultan el acceso de diversos productos chilenos. A modo de ejemplo, los aranceles para los alimentos procesados son extremadamente elevados -16 por ciento, en promedio- y diversas medidas paraarancelarias impiden la exportación de muchas variedades de quesos.
De más está señalar que las acusaciones e investigaciones de "dumping" y la aplicación de medidas compensatorias que afectan a distintos productos agrícolas chilenos se incrementan cada vez que nuestras exportaciones son exitosas. Así, los agricultores locales ven amenazada su participación o control en el mercado interno.
Queremos dejar meridianamente claro que estamos abiertos a debatir y aprobar la negociación o renegociación de nuevos acuerdos económicos internacionales, en la medida en que éstos sean consistentes con los objetivos nacionales y no afecten a los productores agrícolas nacionales. Nuestro deber como legisladores es defender sus ingresos y sus fuentes laborales. Por eso, también debe quedar claro que seremos inflexibles en el tema, pues está en juego, más que una actividad económica, una forma de vida.
Insistimos: no se trata de oponerse a la viabilidad de estos instrumentos internacionales, sino de resaltar el carácter nefasto de la aplicación indiscriminada de los subsidios que nos afectan.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Prat.
Se ha informado a la Mesa que Su Señoría cederá de sus 13 minutos uno al Senador señor Stange y otro al Honorable señor Horvath. Por lo tanto, dispone de once minutos.
El señor PRAT.-
Señor Presidente, creo que el mayor valor de esta sesión es comprobar que en el Senado existe un alto grado de unanimidad en el sentimiento de tratar de proteger al mundo rural.
A mi juicio, ésa es una señal muy fuerte para que las autoridades de Gobierno consideren en su planes y programas la voluntad que expresa el país a través del Senado de la República.
Por ello, para que la vida rural permanezca, es importante también que los organismos del Estado sean efectivos, transparentes y cumplan efectivamente sus funciones. En este sentido, es fundamental que los planteamientos formulados por la Senadora señora Matthei -que intervino además en representación del Honorable señor Chadwick - sean debidamente atendidos, pues en esta materia hay un gran vacío en orden a responder las inquietudes y requerimientos de la ciudadanía acerca de cómo está funcionando el Estado en su tarea fundamental de sostener la vida rural.
Todos estamos conscientes de que es necesario crear condiciones que permitan a una parte importante de la población seguir viviendo en la ruralidad. La migración masiva a las ciudades es traumática; empobrece a las familias; aumenta la vulnerabilidad con respecto a ciertas plagas sociales, como la delincuencia y la drogadicción, y finalmente priva a nuestro ser social del aporte antropológico que realiza el hombre de campo con su bagaje de valores y sus componentes culturales.
Sin embargo, lo anterior no será posible de mantenerse la actual pobreza rural, que es 50 por ciento mayor a la que se presenta en las áreas urbanas. Sería peor aún si ella se agrava. Y, al parecer, el que se sigue es el camino que lleva a esa situación.
Para mí es importante identificar las carencias que aprecio en La Araucanía, que es la región que represento en el Senado.
En primer término, cabe destacar la falta de cobertura de los programas del Estado. Se estima que, de cada diez campesinos, sólo dos son tocados por algún tipo de programa del INDAP o de otro organismo estatal.
Por otro lado, debido a las políticas impuestas por la CONAF, se ha producido una paralización en la vida de los campesinos de Nahuelbuta, donde la única opción para echar abajo un árbol que muchas veces está seco es a través de un proyecto forestal extensivo y completo. Esto significa, a la postre, que sólo la gran empresa forestal puede utilizar la madera, quedando el pequeño campesino con las manos amarradas.
También existe dificultad para que los pequeños campesinos se incorporen a programas de forestación; se carece de oportunidades para lograr una educación similar a la que se da en las áreas urbanas, y se atropella su dignidad, lo cual se ha hecho una costumbre en tiempos de elecciones, al ofrecerles canastas y otras dádivas que finalmente hieren la dignidad de la gente.
Señor Presidente, deseo formular brevemente algunas propuestas que, a mi juicio, podrían significar un aporte a la solución de esos problemas.
Primeramente, se requiere avanzar en la educación preescolar, porque en la falta de tal formación se encuentra el germen de la discriminación en el trato que sufre el campesino. ¡Para qué decir cuando el campesino es mapuche! Esa carencia de instrucción en la primera etapa de la vida genera repercusiones cuando se llega a la educación básica, donde surge la primera sensación de discriminación, la que muchas veces se prolonga a lo largo de toda la vida.
En otro orden de cosas, se necesita mayor transparencia en el funcionamiento del INDAP y de otros organismos vinculados al agro, como también impulsar la securitización para que los pequeños agricultores se incorporen a la forestación y perciban ingresos mientras los bosques se desarrollan. Naturalmente, para ello se debe recuperar la estabilidad de la propiedad agrícola y de las normas del juego. Porque una esencia de la securitización es que, después de veinte años, existan árboles, que éstos no hayan sido quemados, ni tampoco usurpados los terrenos donde están plantados.
Asimismo, se requieren caminos interiores dotados de pavimento. La fuerza que nivela las oportunidades que da el pavimento no ha sido debidamente aquilatada en primer lugar para reducir los costos de producción; para permitir la multifuncionalidad de los campos; para que éstos puedan ser objeto de proyectos turísticos, como también de producción; para que el pequeño agricultor pueda desarrollar su actividad en tiempo parcial -lo cual también es una forma de allegar recursos a su ingreso-, o que una persona del grupo familiar sea agricultor y otra pueda trasladarse a trabajar sin tener que emigrar. En fin, el pavimento es una necesidad esencial para mejorar la calidad de vida.
También es preciso revisar la reglamentación sobre ayudas sociales, a fin de que los pequeños propietarios puedan acceder a pensiones asistenciales, por ejemplo. Hoy día, el hecho de tener esa condición les da estigma de rico a los pequeños campesinos y los deja fuera de muchos programas sociales, en circunstancias de que viven en la pobreza. Es un contrasentido obligarlos a vender para hacer líquido su pequeño patrimonio. Digo esto porque la reglamentación de los programas sociales los empuja finalmente a eso.
Se necesita, además, establecer y reglamentar un bono de ruralidad, que es el método más eficaz para compensar los sacrificios de la gente que se mantiene viviendo en el campo; no está objetado en ningún convenio de libre comercio, y se utiliza en muchos países. Se ha dicho que este año habrá un bono de ruralidad, lo cual nos parece muy bien. Pero, ojalá, que no se otorgue por única vez, cuando estamos en un año electoral. Debe reglamentarse y quedar establecido para siempre.
Por otro lado, se requiere profundizar y perfeccionar los programas de bonificación al transporte público rural. Es positivo que se esté avanzando en la materia. Pero ojalá que se haga mediante el otorgamiento de un bono a las familias que viven en el campo y no a través de entregar recorridos a determinadas líneas de buses, que muchas veces son asignados sin la transparencia necesaria.
El subsidio a la demanda, entregándolo directamente a las familias campesinas, es la manera de dar eficacia a ese tipo de programas.
Sería conveniente mejorar la dotación de los centros comunitarios de reunión en el campo, incluyendo la incorporación de computadores e Internet. ¿Y por qué no instalar también infocentros -tan necesarios- para los campesinos? En fin, podría recopilarse información respecto de la evaluación de los resultados de los distintos proyectos impulsados por los organismos del agro. Por ejemplo, ¿qué ha ocurrido con los centros de acopio lechero? Pareciera ser que fue un dinero mal gastado. Sería bueno realizar un análisis sobre el asunto y darlo a conocer en el campo.
Con relación al cultivo de flores en invernadero, hay algunas buenas experiencias y otras malas. Habría que explicitar por qué algunas han dado resultado y otras no.
En cuanto a los cultivos de frambuesas y otros berries, en los cuales muchas veces se ha dejado endeudadas -como se señaló aquí- a personas que se incorporaron a proyectos que finalmente fracasaron, es imprescindible hacer mucho más claridad acerca del resultado de este tipo de programas.
En ese sentido, hay que introducir en los proyectos más aire fresco, ideas innovadoras, efectuar concursos abiertos. En el área urbana existe bastante iniciativa creadora que podría incorporarse a fin de llevar a nuestros campos mayores y mejores oportunidades.
Señor Presidente, creo que estas sencillas expresiones, que identifican carencias y proponen soluciones, pueden ser un aporte al objetivo de la presente sesión.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra, por un minuto, el Honorable señor Stange.
El señor STANGE.-
Señor Presidente , el Senador señor Prat realizó una detallada descripción de los problemas y necesidades de los pequeños agricultores de la Novena Región. Por mi parte, como representante de la Décima Región Sur, hago mías esas palabras en su totalidad.
De otro lado, hemos escuchado la completa exposición de la Senadora señora Matthei, en la cual relató la forma irregular en que se han distribuido fondos de INDAP.
Quiero solicitar, derechamente, que se estudie la política de integración agrícola y que en ella se considere efectivamente la situación agropecuaria. Estimo que de una vez por todas debemos revisar, modificar y, si fuere necesario, anular ciertas disposiciones del Tratado con el MERCOSUR.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra, hasta por un minuto, el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , la necesidad de subvencionar el mundo y la vida rural no admite discusión. Las cifras son muy claras. Un ejemplo al respecto es lo que ocurre en la Región de Aisén, donde Alemania subvenciona los dos tercios de los costos del mundo rural. Razones hay muchas, como evitar el poblamiento de las grandes ciudades, o la emigración de los campesinos hacia ellas, por diversos motivos: defender la cultura, la tradición; cuidar el paisaje rural; abrir nuevas perspectivas como el ecoturismo y valorar este modo de vida. La gracia radica en que tales subvenciones lleguen directamente al campesino o al poblador y no queden en la lima de algún tercero o intermediario.
En ese sentido, esperamos que frente a las irregularidades cometidas en INDAP, que aquí se han señalado, el señor Ministro responda con propuestas concretas.
En lo relativo a forestación, es menester aplicar cabalmente el decreto ley Nº 701, que fue modificado justamente para reactivar el sector. Al menos un millón y medio de hectáreas se encuentran en esta situación. Lo mismo ocurre con el bosque nativo.
Además, tenemos el problema de la ampliación urbana de la Región Metropolitana.
El Gobierno debe tomar nota, por intermedio del señor Ministro , de que mientras no se resuelva lo relativo a infraestructura, servicios, y la mitad del territorio se halle en condiciones de frontera interior, los chilenos que tratan de vivir allí ni siquiera se sentirán parte del país.
Señor Presidente, espero que estos antecedentes también representen una contribución.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Gracias, señores Senadores, por ceñirse a sus tiempos.
El Comité Demócrata Cristiano dispone de doce minutos: tres que restaron al Senador señor Páez y nueve del Honorable señor Matta. Sin embargo, los limitaremos a cinco -como le expresé a dicho Comité-, a fin de dejar tiempo para la intervención final del señor Ministro .
Hago presente que ha llegado a la Mesa un proyecto de acuerdo sobre el tema agrícola -suscrito por los Honorables señores Romero, Larraín, Díez, Cordero, Moreno, Chadwick, Urenda, Ominami, Pizarro, Cariola y quien habla-, que será sometido al pronunciamiento de la Sala al término del Orden del Día de la sesión ordinaria de hoy.
El texto fue leído ya por el Senador señor Romero.
Tiene la palabra, por seis minutos, el Honorable señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , quienes han escuchado o lean este debate sacarán sus conclusiones respecto del espíritu y la posición de cada uno de los sectores a que pertenecen los señores Senadores que han usado de la palabra.
En esta intervención quiero reiterar algunos conceptos y recoger determinadas afirmaciones que se han hecho.
Algunos Honorables colegas de la Oposición han sostenido, en primer lugar, que el problema de la agricultura chilena es producto de los sistemas económicos imperantes, o sea, que éstos son responsables de lo ocurrido. Me alegro de que esto quede en la Versión Taquigráfica de la presente sesión y en el concepto de lo que debe hacerse en adelante.
En segundo término, hemos escuchado su afirmación -que también acogemos favorablemente- de que respaldan la tesis (que hemos defendido a lo largo de toda nuestra existencia) de que en la agricultura, como en cualquier otro sector de la sociedad, no hay ciudadanos o sectores viables o inviables.
Nos alegramos de que esto rectifique la política que en forma sistemática, desde 1974 hasta la fecha, se viene sustentando, por escrito y verbalmente, a través de voceros que precisamente comportan la Oposición al actual Gobierno.
El señor ROMERO .-
¿Me concede una interrupción, señor Senador ?
El señor MORENO.-
No puedo, Su Señoría. Dispongo de muy poco tiempo.
En Chile ha habido crisis en la agricultura en 1973, 1979, 1982 y 1997, y a lo largo de todo ese período se señaló que debía suprimirse el Ministerio de Agricultura. Así se afirmó en 1975, y se repitió en editoriales periodísticos del 29 de diciembre de 2000, precisamente por grandes voceros de lo que hoy día comporta la opinión económica de la Oposición. ¡Suprimir el Ministerio de Agricultura!
Otra afirmación: hay que eliminar a los campesinos de la tierra para que la propiedad se concentre en grandes extensiones y ellos se vayan o a la pesca, o a la minería, o a las ciudades, o en último término a trabajar en empleos municipales.
Eso es lo que han planteado en artículos, editoriales, conferencias, reputados economistas que son asesores de la Oposición.
Por lo tanto, me alegro sinceramente de que aquí se haya rectificado, porque tanto quienes nos escuchan como aquellas personas que lean el debate comprenderán que se ha abierto una nueva perspectiva.
Y en esa nueva perspectiva, señor Presidente , queremos dejar absolutamente en claro que sentimos orgullo -y lo repito-, orgullo de lo que a lo largo de nuestra vida política hemos representado y defendido en el medio rural chileno; orgullo de la reforma agraria; orgullo de la sindicalización campesina; orgullo de las cooperativas campesinas; orgullo de haber contribuido a eliminar el inquilinaje y el latifundio, orgullo de la jornada de trabajo de ocho horas; orgullo de que se paguen los días de lluvia; orgullo de que haya dignidad en el campesinado chileno; orgullo de que personas que habitan a lo largo de todo el territorio, que antes no eran viables por ser inquilinos, hoy puedan tener hijas e hijos profesionales, gente que contribuye al desarrollo de la sociedad y que se encuentra inserta en el país con una visión distinta hacia adelante.
Por eso, proponemos concretamente que la nueva política por aplicar en el Instituto de Desarrollo Agropecuario -para cuyo efecto daremos todo nuestro respaldo a la nueva autoridad designada para dirigirlo- pase por lo siguiente:
Primero, rehabilitación de los deudores morosos de INDAP. Dejarlos en condiciones de continuar operando con INDAP.
Segundo, facilidades de pago para quienes están vigentes y al día en los compromisos con INDAP, dado que la rentabilidad de sus producciones ha decrecido ostensiblemente. Se debe premiar a quienes han hecho los esfuerzos, y por lo tanto hay que ampliar los plazos de pago de seis a diez años, según los tipos de crédito, y reducir en una proporción importante el capital original; y, obviamente, eliminar todos los intereses y multas que han sido capitalizados y que están cargados sobre las deudas de INDAP.
Tercero, retiro de los usuarios morosos del DICOM. Ésta es una actividad que daña la presencia y la existencia del campesinado dentro del sistema económico chileno; que no puede ser utilizado por el INDAP u otro organismo que tiene que trabajar con la agricultura familiar campesina, como un elemento de represión que los castiga no sólo en la deuda que contraen, sino que los deja prácticamente amarrados para no recibir ni siquiera la posibilidad de un crédito fiscal a través del sistema educacional.
Cuarto, creación de un sistema efectivo de garantía para que haya capitalización y desarrollo de proyectos de los pequeños productores. (El FOGAPE, que no existe ni funciona hoy para los pequeños agricultores).
Quinto, reprogramación de créditos, por regiones, atendiendo a las realidades específicas de cada Región, tales como tipos de cultivos y otras situaciones peculiares de cada caso.
Sexto, facilitación del acceso a otros mecanismos de capitalización.
Terminaré, señor Presidente , demandando al Gobierno el necesario cumplimiento del compromiso de pagar las pensiones de gracia y de otorgar las del decreto ley Nº 208, el cual fue aplicado para discriminar a los campesinos que habían conducido a sus compañeros en la dignificación de su calidad de vida.
Por eso, estas proposiciones se formulan con la historia que representa la Democracia Cristiana y quienes aquí estamos sentados; y con el orgullo de saber que los campesinos chilenos tienen algo que hacer en este país, y no serán sujetos de una postergación adicional a la que ya experimentan.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ruego a las personas que se encuentran en tribunas abstenerse de hacer manifestaciones. Hemos llevado una sesión ordenada; evitemos desórdenes.
Tiene la palabra el señor Ministro, con lo que terminarán las intervenciones de esta sesión.
El señor CAMPOS ( Ministro de Agricultura ).-
Señor Presidente , en primer término, y habida consideración a lo profundo y variado de los discursos que he tenido la oportunidad de escuchar esta mañana, le ruego que me dé el tiempo relativamente necesario para responder varias de las inquietudes expresadas.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Señor Ministro , la sesión está programada hasta las 14:00. Le agradecería que pudiera ceñirse a ese horario, salvo que tome sólo unos cuantos minutos más, para lo cual no hay inconveniente.
El señor CAMPOS ( Ministro de Agricultura ).-
Bueno, en doce minutos no es fácil dar una opinión sobre todo lo que aquí se ha señalado.
En primer término, felicito al Senado por el hecho de haber desarrollado esta sesión. Aquí ha quedado en evidencia el compromiso que, como país, tenemos respecto de la agricultura chilena. En segundo lugar, las opiniones que en esta oportunidad se han vertido, indudablemente, enriquecen el debate que, como nación, debemos implementar en relación a los temas que nos ocupan.
Ello, para el Gobierno y para el Ministerio de Agricultura no es menor, pues cuando hablamos de agricultura nos estamos refiriendo sin duda a una de las actividades económicas y sociales más importantes de nuestra patria. Se trata de 330 mil explotaciones existentes en Chile, que ocupan 4,5 millones de hectáreas arables y 8,5 millones de hectáreas de aptitud ganadera, sin contar los millones de hectáreas de terrenos de aptitud forestal y de áreas de protección.
Cuando hablamos de agricultura, nos estamos refiriendo a una actividad que genera 780 mil empleos directos. Es el primer sector que emplea mano de obra en Chile; un sector que, como aquí se ha recordado, significa una participación de 5,7 por ciento en el producto interno bruto; pero la verdad es que, a lo menos en cinco Regiones del país, tal participación en el PIB supera el 40 por ciento.
Nos estamos refiriendo a una actividad que produce 4.900 millones de dólares en exportación. Más de 500 productos silvoagropecuarios chilenos están llegando hoy a 150 países. Somos el segundo sector exportador de la economía nacional, después de la gran minería del cobre. En el año 2000 hemos registrado una balanza comercial positiva en 3 mil 600 millones de dólares, cifras no despreciables, habida consideración de lo que es la realidad económica de nuestra patria.
Sin embargo, y como también se ha recordado, estamos hablando de un sector muy diverso y muy heterogéneo. Es difícil referirse a una sola agricultura, pues una cosa es la agricultura del norte; otra, la del riego; diferentes son la del rulo o la del Valle Central. Una es la situación en que se encuentra la pequeña agricultura, y un mundo muy distinto es el de la mediana y la gran agricultura empresarial. Una es la agricultura sustitutiva de productos de importación, y otra, la gran agricultura exportadora. Y si estas diferencias las vamos llevando a los rubros, naturalmente que nos encontraremos con que la diversidad y la heterogeneidad son, obviamente, mucho mayores.
Por eso, señor Presidente y Honorable Senado, cuando llegué al Ministerio de Agricultura, en mi primera intervención señalé que, si queríamos sacar adelante la agricultura chilena, sería fundamental el consensuar como país una política de Estado para el sector, y que, en materia agrícola, no bastaba con las políticas de Gobierno, sino que era básico el tratar de consensuar tanto las visiones de los actores públicos, como las de privados en relación a la materia que estamos comentando.
Y es a esta iniciativa, Honorable Senado, a la que nos hemos dedicado durante el año 2000. Hemos sentado alrededor de una misma mesa a la pequeña, a la mediana y a la gran agricultura; hemos llamado a los colegios profesionales vinculados con el agro; han concurrido igualmente las principales organizaciones gremiales del país, la Asociación de Decanos de Facultades vinculadas con el agro, el mundo parlamentario a través de los Presidentes de las Comisiones de Agricultura, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, y por último, el Gobierno, en la persona de cuatro Ministerios: Agricultura, Relaciones Exteriores, Hacienda y Secretaría General de la Presidencia . Esto, con el objeto de hacer un esfuerzo por tratar de responder las grandes preguntas que también se han planteado en este debate, tales como: cuál es el tipo de agricultura que queremos; cuál es la agricultura que necesitamos; cuál es la agricultura que estamos en condiciones de pagar; y, a partir de ello, cuáles son los instrumentos que debemos aplicar e implementar para que eso pueda tornarse en realidad.
Y la verdad, señor Presidente y Honorable Senado, es que en este esfuerzo, como aquí se ha recordado, no solamente hemos abordado los temas de coyuntura, sino que además hemos sentado las bases de lo que debe ser una política de Estado para el sector silvoagropecuario, en la perspectiva del año 2010. El documento respectivo ciertamente es conocido por la mayoría de Sus Señorías.
Hemos iniciado este esfuerzo haciendo, obviamente, un diagnóstico del sector. En este mismo debate ello ha quedado en evidencia. Existe posiblemente una discusión que todavía el país no ha resuelto desde un punto de vista sustantivo, que se vincula con la vigencia o con la existencia del modelo económico.
Nosotros hemos partido asumiendo el modelo de economía social de mercado, su política liberalizadora y la apuesta exportadora nacional. Y mientras este Congreso Nacional o el país no nos dé una señal distinta, yo, como Ministro , debo atenerme a las reglas del juego establecidas.
En segundo término, hemos tratado de definir el papel del Ministerio de Agricultura, que tradicionalmente ha tenido una visión exclusivamente productivista, sin entrar de lleno a los temas del desarrollo rural, de la alimentación y de la seguridad alimentaria, como lo conciben hoy las naciones más desarrolladas de la Tierra. Pero no sólo procuramos definir el papel o la misión del Ministerio: estamos trabajando también en la readecuación de toda la estructura pública del Estado con relación a la agricultura, ya que, como bien lo recordó un señor Senador esta mañana, contamos con una institucionalidad de los años 60, en circunstancias de que los desafíos del mundo agrícola de ahora son evidentemente distintos.
Luego, nos hemos puesto de acuerdo en la necesidad de promover e implementar siete ejes estratégicos, cada uno de los cuales contiene medidas específicas: otorgamiento de confianza y seguridad a los productores; mejoramiento de la productividad, fundamentalmente a través de una adecuada política de riego y recuperación de praderas; mejoramiento de la competitividad, con innovación, gestión, financiamiento, tecnología y asociatividad; desarrollo y perfeccionamiento de los mercados internos y externos; construcción de una agricultura limpia y de calidad, fortaleciendo los altos niveles fito y zoosanitarios que nuestro país exige y exhibe; y, por último, todo lo vinculado con el desarrollo forestal.
No obstante, en la elaboración de esta política de Estado para la agricultura chilena, al final hemos hecho dos afirmaciones que nos parecen cruciales para el debate que hoy tiene el Senado de la República. Dijimos que hay dos sectores que requieren un tratamiento especial, una preocupación particular del Estado, porque es a ellos a quienes más les cuesta adecuarse a las nuevas realidades de la economía globalizada: por un lado, la pequeña agricultura, el mundo campesino, y por otro, la agricultura sustitutiva de los productos de importación, también denominada "agricultura tradicional" y "agricultura del sur". Y hemos sostenido que estos dos sectores, respecto de los cuales implementamos y diseñamos programas y propuestas especiales, requerirán en los próximos años de parte del Estado una intervención, una colaboración, una ayuda mucho más significativa que la recibida hasta ahora.
Señor Presidente, muchas veces he escuchado decir: "No existe política de Estado para la agricultura nacional".
En mi opinión, por lo menos, al término del año 2000 bastante hemos avanzado en este punto. Y los acuerdos que alcanzamos al interior de la Mesa agrícola, recordados por el Senador señor Larraín , son un hecho inédito en la historia de Chile. ¡Nunca, en los casi 200 años de historia republicana, habíamos logrado suscribir un documento tan plural, tan representativo de la realidad agrícola nacional! Puede ser imperfecto, por supuesto, como todas las obras humanas. Pero al menos señala las líneas básicas, las piedras angulares a partir de las cuales debemos construir e implementar nuestras políticas y propuestas con relación a este sector.
Oportunamente hice llegar a Sus Señorías el documento que contiene el Balance de la Gestión del Ministerio de Agricultura para el año 2000. Y es evidente que hemos avanzado en muchos aspectos. Simplemente a manera de ejemplo -porque es un documento conocido por cada señor Senador-, puedo señalar que hemos trabajado intensamente la apertura y la consolidación de los mercados externos.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Excúseme por interrumpirlo, señor Ministro , pero debo recabar el asentimiento de la Sala para prorrogar la sesión hasta las 14:15.
--Así se acuerda.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Continúa con el uso de la palabra el señor Ministro de Agricultura .
El señor CAMPOS ( Ministro de Agricultura ).-
Señor Presidente , decía que hemos trabajado la apertura y la consolidación de los mercados externos. En ese plano destacamos, por ejemplo, los acuerdos alcanzados con China, que hoy nos permiten llevar nuestras uvas, manzanas y kiwis a ese gran país; el ingreso de papa chilena a Colombia, de bulbos a Canadá, de musgo fresco a Estados Unidos, de frutillas a la Unión Europea; la profundización de acuerdos, incluso con Nueva Zelandia, que nos pueden permitir generar una alianza estratégica con relación a los temas de la leche y de la carne; la penetración que estamos haciendo en otros mercados asiáticos, como Vietnam, India y Corea . Todo ello representa nuevas oportunidades para comerciar los productos chilenos y, naturalmente, apunta a las políticas generales definidas para el país por el Congreso Nacional.
Durante estos doce o catorce meses hemos enfrentado, además, situaciones fito y zoosanitarias complejas. Por ejemplo, la detección de mosca de la fruta en comunas urbanas de la ciudad de Santiago, el año pasado, y el riesgo que tenemos hoy de que nuestras fronteras sean permeadas por la irrupción de la fiebre aftosa desde Argentina.
Empero, a la hora del balance, ¡el año pasado ni una caja de uva chilena dejó de ser exportada por la detección de la mosca de la fruta!, ¡y hasta este momento no se ha detectado ningún caso de epizootia en nuestro país!
Lo anterior significa que los sistemas implementados a través del Servicio Agrícola y Ganadero están generando el efecto esperado. Y ello, obviamente, es un logro de quienes trabajan en el Ministerio de Agricultura.
Inclusive, si nos vamos a los programas más relevantes que promueve esa Cartera, nos encontraremos con que, dentro de los dineros que maneja el Programa del Fondo de Promoción de Exportaciones, durante el año 2000, con la misma plata, aumentamos en 73 por ciento la cobertura; y aprobamos 247 proyectos, contra 143 en 1999.
En materia de riego, tanto el campesino como el que hace la Comisión Nacional, durante el año 2000 intervinimos con nuevo riego 70 mil hectáreas, cifra inédita desde que se dictó la ley respectiva: ¡24 por ciento más que en 1999!
Lo mismo sucede con el Programa de Recuperación de Suelos Degradados: en el transcurso del 2000 intervinimos 250 mil hectáreas, es decir, 18 por ciento más que lo hecho en 1999.
¡Y para qué hablar de otras iniciativas esperadas por muchos años y que durante el 2000 empezamos a tornarlas en realidad! Es el caso del Programa de Seguro Agrícola.
Ahora, no he venido al Honorable Senado a señalar que todo lo que ocurre en agricultura es maravilla. Por supuesto que existen problemas, como en todas las actividades humanas. Es evidente que algunos rubros o productos pasan por situaciones de precios complejas. Por ejemplo, lo que hoy ocurre en el caso del arroz, aquí planteado, o lo que puede acontecer con la uva, es relativamente emblemático.
Señor Presidente , un señor Senador dijo en esta Sala: "El Ministro de Agricultura muestra indiferencia sobre el problema del arroz". Pero yo me pregunto: ¿Y qué puedo hacer con relación a este tema?
Vamos desmenuzando las propuestas que he recibido.
Primera: "¡Fije precio, Ministro , respecto al arroz! ¡Que COTRISA fije precio!".
Sin embargo, bien sabemos que, por mandato constitucional, no existe política de fijación de precios por parte del Estado.
Por tanto, ¿pueden pedir a un Ministro que juró respetar la Constitución y la ley que se salte la normativa vigente, aprobada por Sus Señorías o impuesta en otras circunstancias?
¿Cómo pueden solicitar a COTRISA, sociedad anónima regida por la Ley sobre Sociedades Anónimas, que haga malos negocios, cuando sus directores, de acuerdo con dicho cuerpo legal, responden no sólo patrimonialmente sino también penalmente por los malos negocios en que pueda incurrir aquélla?
Segunda medida propuesta: "¡ Ministro , mueva el arancel en relación con el tema del arroz!".
Empero, olvidan que en 1998 este mismo Congreso Nacional quitó al Presidente de la República la facultad para mover el arancel consolidado. Y, hoy día, el arancel en Chile sólo puede ser movido por Sus Señorías, a través de una ley, o por la Comisión de Distorsiones, ente autónomo del Estado que únicamente puede hacerlo a través de derechos compensatorios o de cláusulas de salvaguardia; pero en ambos casos se exige la existencia de un aumento considerable de la importación que se desea afectar, requisito que no se cumple en la especie.
Tercera medida que me sugieren: "¡ Ministro , prohíba el ingreso de arroz elaborado!"
Seamos francos, señor Presidente . ¿Qué significa eso? Digámoslo en un lenguaje que entienda todo el mundo: Ministro , aplique una medida paraarancelaria; póngase al margen de la legalidad internacional y de la OMC; arbitrariamente, prohíba el ingreso de un producto.
Entonces, el decir que constitucional y legalmente no tengo atribuciones para hacer lo que me están pidiendo no es, señor Presidente, una actitud de indiferencia. Es una actitud de franqueza, de sinceridad. Es admitir o reconocer las limitaciones en que, como Gobierno, estamos involucrados.
Pero, como bien recordó un señor Senador, se omite señalar que el fondo del problema está en un arbitrario y distorsionado precio interno fijado por la industria nacional, que no se justifica. Y hemos dicho que, si los productores recurren a la Comisión Antimonopolios, van a contar con todo el respaldo del Gobierno, y particularmente del Ministerio de Agricultura, para los efectos de la investigación pertinente.
Y sería factible extrapolar ese mismo ejemplo a otros rubros que estén enfrentando situaciones complejas. Pero bajo ninguna circunstancia se nos puede imputar que somos indiferentes ante lo que en verdad ocurre.
Decía anteriormente que, dentro de esta política de Estado, hay un sector que sin duda requiere un tratamiento especial -es una de las materias abordadas en esta sesión-: la pequeña agricultura y el mundo campesino.
¿Cómo no va a ser importante? ¿Cómo no va a requerir un tratamiento especial? ¡Estamos hablando de 270 mil explotaciones en Chile! ¡Estamos hablando del 40 por ciento de la tierra agrícola, de un tercio de la producción nacional, del 45 por ciento de la producción de hortalizas, del 40 por ciento de la producción de viñas, del 30 por ciento de la producción de frutales, del 42 por ciento del ganado vacuno y de más de 60 por ciento del ganado menor! ¡Estamos hablando de más del 60 por ciento del consumo nacional, que proviene de la pequeña agricultura!
Entonces, independiente de las consideraciones sociales, o afectivas, o doctrinarias que uno pueda tener sobre el particular, estamos hablando de un sector económicamente muy importante, muy potente, y al que, por ende, debemos proyectar en el sentido que corresponde.
Sin embargo, al igual que todos los sectores vinculados con el agro, la pequeña agricultura también es muy heterogénea. Y no todos los pequeños agricultores son iguales. Ya en 1997 el Censo hablaba de la existencia de 100 mil explotaciones de subsistencia o destinadas al consumo familiar y 170 mil explotaciones con potencialidad productiva, lo que no es lo mismo que hablar de "viables" y "no viables".
Como Ministerio, jamás hemos hecho la distinción entre "viables" y "no viables"; este Ministro nunca la ha mencionado, pues consideramos que todos los sectores vinculados con la agricultura nacional, y particularmente la pequeña agricultura, son viables. Nuestro deber como Estado es seguir generando las condiciones para que esos sectores puedan competir en igualdad de oportunidades en un mundo tan complejo como el globalizado de hoy.
Es ese compromiso del Presidente Lagos y de todos los Gobiernos de la Concertación lo que se expresa presupuestariamente.
El INDAP, el gran instrumento, el gran brazo del Estado, construido para fomentar y desarrollar la pequeña agricultura, mueve más del 50 por ciento de los recursos del presupuesto del Ministerio de Agricultura.
Pero si a ello agregamos lo que el SAG, el INIA, el FIA, la Comisión Nacional de Riego, la CONAF y el Fondo de Promoción de Exportaciones gastan también en pequeña agricultura, nos encontraremos con que más de 65 por ciento del presupuesto de esa Secretaría de Estado está destinado a la pequeña agricultura, al mundo campesino.
Luego, no afirmemos majaderamente que no existe un compromiso del Estado con la pequeña agricultura.
Ahora bien, sin lugar a dudas, el Instituto de Desarrollo Agropecuario es el instrumento más importante que tenemos como Estado.
¿Cuál es la situación del INDAP? ¿Cuál es la fotografía que tenemos de él en este minuto, que a mí, como Ministro , me preocupa?
En primer lugar, es una institución que maneja 90 mil millones de pesos al año. De ellos, 48 mil millones se invierten en instrumentos de fomento -subsidio directo al productor-, y 34 mil millones, en instrumentos de crédito, tanto de corto como de largo plazo. Es decir, si sólo comparamos esas cifras, constataremos que la gran misión del INDAP es el fomento productivo más que el otorgamiento de créditos.
En segundo término, dicho Instituto cubre hoy entre 80 mil y 90 mil usuarios: un tercio de la pequeña agricultura nacional. O sea, existen dos tercios de los pequeños agricultores de Chile -170 mil-, tan chilenos y tan compatriotas como nosotros, que desgraciadamente no acceden a nada.
En tercer lugar, desde el punto de vista financiero, ¿en qué situación nos encontramos?
El INDAP tiene prestados, colocados, 97 mil millones de pesos. De esa cifra, 17 mil millones de créditos individuales están en cartera morosa y afectan a 34 mil usuarios. En seguida, existen 32 mil 600 millones prestados a 1.275 empresas asociativas, de los cuales 10 mil 600 millones también están morosos.
Por último, las tasas de recuperación, que por el año 1994 llegaban a 90 por ciento, en el 2000 alcanzaron a 52 por ciento en los créditos individuales y a 28 por ciento en las empresas asociativas.
Luego, señor Presidente y Honorable Senado, no requiero ser muy avezado en las ciencias económicas para concluir que el INDAP, desde el punto de vista financiero, pasa por una situación compleja o difícil.
Las alternativas que tenemos son tres: seguir haciendo lo mismo, a sabiendas de que en uno, dos o tres años más la institución puede colapsar; hacer más de lo mismo (es decir, solicitar al Ministerio de Hacienda que duplique o triplique el presupuesto del INDAP), o racionalizar, optimizar, eficientar y profesionalizar los recursos de que disponemos.
Sin duda, hemos optado por el tercer camino. Y en eso consiste la propuesta de modernización y de fortalecimiento del INDAP que hemos dado a conocer. Ella no sólo cuenta con el respaldo de las autoridades de dicha entidad y del Ministro que habla, sino que también oportunamente fue conversada y concluida con Su Excelencia el Presidente de la República . Obviamente, en homenaje al tiempo, no la podré explicar.
Señor Presidente , Honorable Senado -con esto concluyo-, nosotros, como Ministerio, tenemos un particular compromiso con la pequeña agricultura, que lo mantenemos y lo vamos a desarrollar. Estamos convencidos no sólo de su viabilidad, sino, fundamentalmente, de que, trabajando juntos el sector público y el privado, el Gobierno y el Parlamento, sacaremos adelante a la agricultura chilena, para que siga contribuyendo al desarrollo de la patria y a la felicidad de nuestro pueblo, del mismo modo eficiente como lo ha hecho a través de toda nuestra historia republicana.
Gracias, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Creo que ha sido un sesión bastante importante para el Senado, el mundo campesino y la agricultura.
Hemos cumplido el objeto de la sesión, sin perjuicio de que en otra oportunidad, si el Senado lo estima prudente y conveniente, podamos reunirnos nuevamente para continuar con el debate de esta materia.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , deseo pedir una sesión especial para ese efecto, pues, en realidad, la citación a la reunión de hoy tenía por objeto también analizar la situación de INDAP...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Su Señoría puede solicitarla a través de los Comités.
La señora MATTHEI.-
Así lo haré, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Se levanta la sesión.
--Se levantó a las 14:16.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción