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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El marco de adaptación de Nueva Zelandia al cambio climático

16 octubre 2020

La incorporación de diversos actores provenientes del sector público y privado es fundamental para la entrega de información sobre sus áreas de interés, pero también para planificar políticas de largo plazo que permita gestionar de mejor manera los riesgos producidos por la crisis climática global.

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A diferencia de la mitigación que se centra en acciones concretas para disminuir el impacto del cambio climático en los ecosistemas, la adaptación prepara a gobiernos, comunidades y mercados para reducir su vulnerabilidad. Es por ello que la estrategia se centra en la entrega de información y proyecciones a través de reportes dirigidos principalmente al Ministerio de Cambio Climático neozelandés. Más detalles, en la siguiente nota.

Estrategia de adaptación frente a los fenómenos climáticos

Nuestro planeta está cambiando continuamente producto de la crisis climática y es posible que a pesar de los esfuerzos realizados, nuestro ecosistema global siga transformándose en las próximas décadas. Este contexto demuestra la vulnerabilidad de quienes habitamos en el planeta, principalmente ante la ocurrencia de desastres naturales, pues su despliegue amenaza la vida de las personas tanto por el impacto que tiene en los asentamientos humanos, como en los ecosistemas naturales.

Desastres como altas temperaturas, fuertes sequías, incendios forestales en ecosistemas terrestres, pero también en el aumento del nivel del mar o la acidificación de los océanos, son fenómenos que han impactado en la biodiversidad y la infraestructura de las ciudades neozelandesas en la última década. Esto llevó a que en 2016 el Ministerio para el Cambio Climático estableciera un grupo técnico de trabajo para asesorar al gobierno en la forma cómo generar más resiliencia frente a tales desastres.

El Grupo de Trabajo Técnico para la Adaptación al Cambio Climático, tuvo como primera acción la elaboración de un informe donde establece una estrategia de adaptación con los impactos esperados de la crisis climática global en territorio neozelandés, tanto en el corto como largo plazo, pero también identifica las brechas en el conocimiento sobre este fenómeno planetario y los programas a llevar adelante.

Aunque la estrategia definida para el desarrollo de acciones orientadas a la adaptación cuenta con un marco legal establecido en la Ley de Enmienda de Respuesta al Cambio Climático (Cero Carbono) de 2019, que establece la necesidad de implementar acciones para identificar los riesgos y llevar a cabo acciones para la adaptación, define con claridad qué es adaptación.

¿Qué es adaptación y por qué es importante?

El reporte del grupo de trabajo técnico define adaptación como un “proceso continuo de ajuste a los cambios reales y esperados en el ambiente que resultan de las emisiones de gases efecto invernadero ya liberadas a la atmósfera y que pueden liberarse en el futuro”. Esto no solo demuestra que se trata de un proceso de largo plazo, sino que el clima y sus efectos en los ecosistemas es una dinámica de cambio continuo.

Para Sandra Ríos, doctora en recursos naturales y académica de la Universidad de Los Lagos, además de integrante de la Red de Investigadoras, es necesario hacer la distinción de otros esfuerzos. “Muchas veces hablamos de mitigación y adaptación al cambio climático, pero no sabemos muy bien la diferencia y lo tratamos como un solo concepto. ¿Qué son medidas de mitigación? Básicamente evitar el aumento de las emisiones de contaminantes y reducir el efecto invernadero. En cambio las medidas de adaptación están relacionadas con la reducción de la vulnerabilidad ante las consecuencias del cambio climático. Si bien es cierto que las medidas de mitigación están enfocadas principalmente a soluciones tecnológicas, las medidas de adaptación van orientadas a la construcción de respuestas a la vulnerabilidad”, señaló.

En esta línea, el informe aunque se centra en la adaptación, reconoce que está estrechamente ligada a la mitigación y que pueden reforzarse mutuamente. La base de las medidas de mitigación se fundamentan en principios del Acuerdo de París, por ejemplo la restauración de humedales y manglares que contribuirían a proteger a los asentamientos humanos ubicados en las costas o plantar más árboles nativos en zonas expuestas a las lluvias intensas.

A pesar de estas acciones, el reporte aclara que definir actividades no es una tarea sencilla. “Encontrar las acciones de adaptación más adecuadas será un delicado acto de equilibrio, por lo tanto, es importante considerar y estar preparado para gestionar las consecuencias posteriores”. Ello porque los beneficios pueden ser temporales en algunos casos y, en otros, aumentar la vulnerabilidad en vez de generar mayor resiliencia. Por ejemplo, los árboles plantados en zonas lluviosas, si bien reducen el riesgo de erosión, pueden traer incendios o incremento de plagas.

Para ello, la entrega de información científica sobre los efectos a futuro del cambio climático es el eje de la estrategia de adaptación. Y si bien los impactos en todos los ecosistemas pueden resultar abrumadores, la idea de entregar evidencia detallada sobre estos apunta a planificar de una mejor manera las acciones que permitan reducir los riesgos, evitar pérdidas y generar nuevas oportunidades a través de este esquema. En el logro de esto, es fundamental el trabajo con el gobierno central y otros actores del sector público y privado.

Roles y sectores clave en la adaptación al cambio climático

Las características de una estrategia es la asignación de roles a cada actor involucrado, esto es precisamente lo que hace el grupo técnico para la adaptación climática. Esta asignación más que producirse de acuerdo a un criterio arbitrario, se fundamenta en tres pasos:

  1. Información sobre la forma cómo el cambio climático está cambiando y qué es lo que más nos interesa
  2. Organización en cuanto a la definición de adaptación
  3. Tomar una acción dinámica y proactiva para manejar el ambiente, pero también la economía y los riesgos sociales

Cabe destacar que la información sobre los efectos es proporcionada por cada sector, el grupo técnico la evalúa con el fin de desarrollar una adaptación efectiva. De tal manera, cada sector obtiene un rol distinto, como “mantener”, “más trabajo requerido”, “trabajo significativo requerido” o “no presente”.

Frente a este proceso de asignación, el actor que juega un rol fundamental en la adaptación es el gobierno central por su capacidad de financiar la investigación que sirve de base para la comprensión de los impactos producidos por el cambio climático en los distintos sectores de la sociedad. Pero también el gobierno cumple un papel fundamental en la alineación política y estratégica frente a las acciones, pues no todos los sectores tienen la misma posición respecto de la crisis climática global. Por eso, es fundamental el logro de miradas comunes para una correcta coordinación.

Por su parte, los gobiernos locales tienen también una responsabilidad medular, pues son los encargados de preparar y gestionar los riesgos. En este contexto, la importancia de una estrategia es que logra que aquellos gobiernos que tienen marcos estatutarios divergentes con las acciones por el clima, o prioridades que no están alineadas con el ambiente, puedan centrarse y priorizar acciones de gestión de riesgos.

Asimismo, el sector financiero y de seguros, donde también se incluye a la banca e inversiones, cuenta con experiencia en el análisis de peligros naturales, por lo que la incidencia del cambio climático ha sido ampliamente advertida en su industria. Aunque este sector no ha implementado medidas para hacer frente a los impactos del cambio climático, si puede acoplar sus productos e instrumentos a la nueva realidad. “El desajuste en la duración de la cobertura del seguro anual y los préstamos extendidos durante décadas, crean complejidad a la hora de crear una respuesta coordinada para empresas y propietarios de viviendas en lugares significativamente afectados por el cambio climático”, señala el reporte.

El papel de las comunidades y la sociedad civil

A pesar de la importancia que reviste el sector privado para la adaptación por la comprensión de los riesgos y el desarrollo de oportunidades, quienes también tienen un papel importante son las comunidades y la sociedad civil, pues tienen la capacidad de reaccionar mucho más rápido que los gobiernos, aunque, como sostiene el reporte, los desastres naturales y la variabilidad climática podrían reducir esa agilidad.

Es por ello que se hace necesaria la incorporación de comunidades maoríes y whanau, propietarios de tierras y negocios. Muchas organizaciones comunitarias han reconocido que es urgente tomar medidas a modo de no cargarle la mano a las generaciones futuras. De tal modo, han llevado adelante planes donde identifican sus problemas y las implicaciones de algunas de sus actividades a la luz de la crisis climática.

Por otro lado, las comunidades académicas y de investigación -pública y privada- son las responsables de suministrar información a todos los demás sectores para que la adaptación sea proactiva y decidida. De tal manera, se espera que la investigación sea productiva en términos de anticipar impactos y contribuir a que la sociedad civil pueda reaccionar a tiempo.

Balance de la adaptación y mitigación en la realidad chilena

Una evaluación respecto de la adaptación en nuestro país realizó Sandra Ríos, quien reconoce que “no tenemos casi nada”. “Desde la política pública basta ver cómo reaccionamos frente a erupciones volcánicas. Así que las adaptaciones al cambio climático no se han reflejado. Tanto la adaptación como la mitigación no consideran que la naturaleza no es un factor productivo que se mercantiliza. No hay este concepto, o esta visión más eco integradora donde todas las prácticas productivas deben considerar este contrato socioecológico entre biosfera y sistema productivo. Por lo tanto, es muy difícil que partiendo de que no se tiene esta visión de una lógica eco integradora, las medidas puedan tener impactos importantes en el cambio climático”, aseguró.

En relación a las medidas de adaptación, agregó que en los últimos años las señales del gobierno han ido en dirección de reducir los gases efecto invernadero. “Pero a pesar del compromiso de Chile de ser carbono neutral, estamos muy lejos. En julio del 2019, el presidente Piñera anunció que se comprometía a alcanzar la emisión cero para el año 2050 e ingresó un proyecto de ley marco al cambio climático que está en discusión y que define la carbono neutralidad como una meta nacional. Estamos lejos de llegar a eso, principalmente porque las medidas o políticas han sido muy débiles y no existe una preocupación real en la práctica”, agregó.

Asimismo, afirmó que es difícil establecer una orientación a futuro sin el protagonismo del gobierno. “No nos cuestionamos el modo de producir y de consumir, tenemos medidas totalmente paliativas. Por ejemplo, el Ministerio de Agricultura tiene diagnósticos muy interesantes y muy fundamentados desde el punto de vista científico sobre cómo el cambio climático afecta a la agricultura, pero no existen políticas públicas que desplieguen cambios prácticos. Hay mesas regionales para mitigación de cambio climático, hay una serie de intenciones y de voluntades que poco se han reflejado en la práctica.

Por último, afirmó que para una adaptación y mitigación adecuada se requiere de un plan de ordenamiento territorial. “En Chile no existe pero sí en todas partes del mundo. Son cartas de navegación para iniciar este diálogo con el planeta, considerar que somos una especie más de la biósfera, del planeta tierra, y por lo tanto, tenemos que respetar los umbrales de producción que tienen los ecosistemas. Pero también las vocaciones productivas y ecológicas de los distintos ecosistemas. El ordenamiento del territorio no puede seguir una lógica solamente económica, sino una interseccionalidad de lógicas donde dialogue el tema ecológico, con el económico y la variable social, porque de lo contrario no consideramos que los ecosistemas tienen estos umbrales y vamos instalando ciudades y cultivos donde queramos, generando una intervención antrópica con impactos totalmente negativos sobre los ecosistemas”, sentenció.

 

El marco de adaptación al cambio climático de Nueva Zelandia responde al ODS 13 de Acción por el Clima, principalmente la meta 13.1 sobre “fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países”.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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