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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El papel que juegan los consumidores en el manejo de residuos electrónicos en Australia

05 julio 2021

El país oceánico cuenta desde 2018 con un Plan Nacional de Residuos que dispone de lineamientos claros para evitar la generación de desperdicios y promover la economía circular. Aunque no hace mención especial a los aparatos tecnológicos, establece un marco claro de valores de sostenibilidad para los ciudadanos.

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Un estudio reciente desarrollado por investigadores australianos dio cuenta de la gran cantidad de celulares desechados y la falta de conciencia por parte de los usuarios en la gestión de los aparatos en desuso y el desconocimiento de los programas voluntarios para el reciclaje. Para conocer más de esta problemática y el planteamiento del plan de gestión de residuos que cuenta con poco más de dos años de ser creado, revise la siguiente nota.

La importancia del consumo responsable en evitar la contaminación electrónica

La creciente cantidad de desechos tecnológicos es un problema global que inquieta a distintos gobiernos del mundo. Conocidos como residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) -WEEE por sus siglas en inglés- producen más de 50 millones de toneladas métricas según cifras entregadas en un estudio realizado por Tasbirul Islam y su equipo de la Universidad de Macquire de Australia. Además, el aumento de estos desperdicios se incrementa en un 4,5 por ciento anual.

En el caso de Australia, la generación de RAEE ha aumentado tres veces más rápido que la generación de otros desperdicios sólidos. Esto se explica fundamentalmente por el uso masivo de celulares y su consecuente producción de residuos de teléfonos móviles (Wmps por sus siglas en inglés) dada una vida útil corta y grandes volúmenes de producción por parte de la industria. De tal manera, -según artículo de Islam publicado en diciembre de 2020- el desarrollo de nuevas aplicaciones incentiva la producción masiva, mientras que los consumidores se ven inducidos a cambiar sus aparatos.

Lo cierto es que los teléfonos celulares contienen una gran cantidad de componentes como cobalto, oro, platino, pero también otros que son tóxicos para el ser humano como plomo y mercurio. Más de 50 materiales son utilizados en la fabricación de celulares, usualmente tratados de igual manera que otros aparatos eléctricos y almacenados en los hogares de manera inapropiada. Es por ello que el papel que juegan los consumidores, tanto en la generación de desperdicios, pero también en la participación de programas de reciclaje es considerada esencial.

Los resultados del estudio realizado por Islam y su equipo, señalan que entre los métodos de eliminación de desperdicio, un 44 por ciento de los australianos encuestados almacena sus celulares viejos en casa. Sólo un 13 por ciento de los participantes deposita sus aparatos en puntos de recolección, mientras que un 11 por ciento los tira en la basura domiciliaria. Un 10 por ciento los vende a otros usuarios y un nueve por ciento los entrega en compañías de reciclaje.

Más aún, el estudio concluye que existe una muy baja conciencia entre los consumidores respecto de las campañas y programas dedicados al reciclaje y recolección de celulares. Más de un 67 por ciento de quienes respondieron no estaban al tanto de dos programas voluntarios de reciclaje existentes en Australia. De tal manera, determinan que las campañas de concientización, especialmente en los grupos etarios entre 18 y 24 años, como también entre 25 y 29 años, es crucial para que los programas voluntarios de reciclaje tengan efectos en la disminución de residuos.

Una política de desperdicios basada en la economía circular

A pesar de la voluntariedad en los programas de reciclaje de RAEE, especialmente celulares, Australia cuenta desde 2018 con una Política Nacional de Residuos. Esta política, toma como base los principios y metas del ODS 12 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, sobre consumo y producción responsable, principalmente en lo relativo a crear un marco nacional fuerte en estos asuntos, que integre no sólo a los gobiernos locales, sino también a planes sectoriales y distintos sectores económicos.

Entre sus principios fundamentales está la necesidad de reducir la cantidad de desperdicios y transformarlos en recursos. Ello porque la economía de los residuos produce ganancias y puede aumentarlas aún más con el correr del tiempo. Según muestra la descripción de la política en cuestión, para 2015 los servicios de gestión de residuos alcanzaron un valor que superó los 12 mil millones de dólares australianos, generando actividades que llegaron a producir casi 7 mil millones, lo que representó un 0,43 por ciento del Producto Interno Bruto.

Pero más que las ganancias monetarias, por cada 10 mil toneladas de desperdicios reciclados se generan 9,2 empleos, comparados con los 2,8 creados si esta misma cantidad de residuos se fuese a un basural. Asimismo, la existencia de esta política se justifica porque un mejor manejo contribuye en una reducción de problemas asociados a la salud y al medioambiente, como la prevención de la polución atmosférica y en los océanos, entre otros fenómenos contaminantes.

A todo lo anterior, se suma la posibilidad de agrupar a distintos planes y regulaciones existentes a lo largo y ancho de Australia, ya que cuando existen distintas reglas de juego se obstaculizan acciones efectivas, sobre todo para regular a empresas que se despliegan a nivel nacional y que no cuentan con la capacidad de responder a diferentes requerimientos en cada territorio.

De esta manera, la política nacional de residuos se orienta a la transformación de residuos en recursos con alto valor económico. Este principio, base de la economía circular, permitiría la creación de negocios sostenibles y desarrollar capacidades en autoridades y comunidades.

A continuación mostraremos una infografía donde se observan los principios que guían el Plan Nacional de Residuos de Australia, divididos entre acciones, valores de la ciudadanía y las responsabilidades de los gobiernos locales respecto cómo de dar forma a una economía circular.

La economía circular es desarrollada según el plan de acuerdo a cinco principios: 1) primero evitar residuos; 2) Recuperación de recursos; 3) Incrementar uso de materiales reciclados; 4) Manejo sostenible de materiales; y 5) Respaldar innovación e inversiones. Cada uno de estos principios cuenta con distintas estrategias para guiar su diseño e implementación en todo el territorio australiano.

Proyecto para ampliar la responsabilidad a los productores en la realidad chilena

Al mirar la situación en nuestro país, vemos que ya fue aprobada la Ley de Responsabilidad Extendida al Productor, en la que se promueve la reducción de residuos, pero también el fomento al reciclaje. De igual manera, plantea la responsabilidad de los productores e importadores con el fin de financiar correctamente la gestión de los residuos que generan sus productos comercializados.

Una modificación a esta ley realizó mediante una moción el diputado Bernardo Berger, con el fin de incorporar a los teléfonos celulares dentro de los productos prioritarios. “Las cifras ubican a nuestro país en el primer lugar de Latinoamérica en generación de desechos electrónicos o ewaste, y el 12 por ciento de ellos son celulares en desuso. Es cierto, hay iniciativas dedicadas al reciclaje, pero son sólo acciones voluntariosas”, señaló.

Es por ello que la modificación permitiría priorizar estos productos. “Desde 2016 esta ley, la 20.920 que creó la figura de la responsabilidad extendida del productor, pero no incluyó a los celulares, entonces tomando en cuenta que estos ocupan un gran porcentaje de los ewaste se hace necesario considerarlos con urgencia dentro de los productos prioritarios de la referida ley para perseguir con más fuerza su tratamiento antes que cause impactos graves en la salud y el medioambiente”, sentenció.

La moción fue presentada el 10 de junio de 2021 y se discutirá en la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la cámara baja.

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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