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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Equidad de género en el sistema educativo australiano: avances y desafíos

22 enero 2020

Desde hace más de tres décadas que el país oceánico impulsa medidas para garantizar que niños y niñas tengan las mismas oportunidades de aprendizaje. El logro principal ha sido que en todos los niveles educativos hay más mujeres que hombres, al punto que la educación superior tiene un 58 por ciento de composición femenina.

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Australia ha mostrado importantes avances en equidad de género dentro de su sistema educativo. Parte de ello se explica por la existencia de una política nacional de educación implementada durante diez años que garantizó el libre acceso y formación equitativa. Esta experiencia demuestra los avances del país oceánico en el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº5 sobre Igualdad de Género, particularmente la meta 5.c sobre “aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles”. Más de este caso, a continuación.

Equidad en la educación: de menos a más

Como en gran parte del planeta durante la década de los ochenta, Australia mostraba un panorama desigual en las instituciones educativas, pues los niños tenían resultados más favorables que las niñas, principalmente en materias relacionadas con las ciencias. En cambio, el desempeño sobresaliente de las mujeres se daba en las humanidades e idiomas.

Esta realidad ha cambiado con el tiempo y en poco más de dos décadas Australia evidencia una tendencia distinta. Según cifras de la Oficina Australiana de Estadísticas (ABS por sus siglas en inglés) ya a finales de los noventa el repunte de los resultados académicos de las mujeres comenzó a ser incuestionable, al punto que en disciplinas científicas y matemáticas las niñas mejoraron sus calificaciones considerablemente, en muchos casos con promedios mejores al de los hombres.

En cuanto a la relación entre puntajes obtenidos en las pruebas de admisión para la educación terciaria y las carreras escogidas entre hombres y mujeres, la publicación de ABS reconoce que durante los años noventa fue difícil la realización de un estudio comparado debido a que los territorios cuentan con distintos sistemas de evaluación, sin embargo un estudio realizado en 1995 por Robert McCann demostró que las niñas no solo obtuvieron mejores resultados en inglés, sino también en geografía y economía, aunque en química fueron mixtos.

Más aún, el estudio reconoce que para 1988, los varones representaban el 64 por ciento de los 500 mejores estudiantes en la prueba de selección nacional universitaria, sin embargo para 1993 esta cifra disminuyó a un 54 por ciento. Si bien McCan reconoce que no hay una explicación clara para determinar una única razón por la cual ha habido una disminución del rendimiento relativo de los varones, la influencia de cambios en el currículo, en los cálculos de puntaje o nuevos patrones de elección de asignatura, entre otros, podría ser determinante.

Política para la educación sin determinantes de género

Lo anterior podría explicarse por el impulso de la Política Nacional de Educación para las Niñas, que en mayo de 1987 declaró que el género no es determinante en las capacidades de educación, por lo que “niños y niñas tienen que ser evaluados de igual manera en todos los aspectos de su escolaridad”. En consecuencia, declara que la igualdad en las oportunidades y resultados entre hombres y mujeres requieren de disposiciones preferenciales, al menos por un período acotado.

Entre otros aspectos relacionados con el desarrollo de estrategias, que estimulen la inclusión y correcta diferenciación entre ambos sexos -sobre todo para incluir a niñas de etnias aborígenes y de las islas del Pacífico- la política señala que una educación de alta calidad para las mujeres requiere de educadores responsables en todos los niveles educativos.

Es por ello que dentro de sus principios declara que la educación de niñas y niños debe reflejar el derecho de todas las mujeres a ser respetadas y poder influir sobre sus propias decisiones. De esta forma, los objetivos de esta política fueron la concientización de las necesidades que tienen las niñas en la educación; la garantización de un acceso y participación igualitaria al currículo escolar; crear un adecuado ambiente escolar; y asegurar una equitativa asignación de recursos.

Dicha política proyectada a cinco años, permitió que todas las autoridades educativas desarrollen sus propios planes y estrategias para llevar a cabo tales acciones en todos los niveles de la educación, a modo que se incorporen sus valores, principios y áreas prioritarias. El despliegue de esta iniciativa tuvo un horizonte de acción de una década, pues se amplió hasta 1997.

Hay más mujeres que hombres en el sistema educativo

Para 2016 las mujeres representaron el 58 por ciento de todos los matriculados en las universidades australianas. Esto en proporción significa que por cada 100 mujeres hay 72 hombres. Esta cifra es entregada por Frank Larkins académico de la Facultad de Química de la Universidad de Melbourne, quien en un artículo sobre la representación masculina y femenina en la educación terciaria australiana, además señala que esta proporción se refleja también en los estudios de posgrado. “De las 42 universidades en Australia, 35 tienen más estudiantes femeninas que masculinos, y dos tienen más del 70 por ciento de mujeres”.

Larkins, comenta que incluso es preocupante la cifra de hombres que no concluyen los estudios en comparación con las mujeres. Tal tendencia es común entre los países de la OCDE. En un estudio sobre igualdad de género en la educación se señala que el 56 por ciento de los estudiantes de educación superior son mujeres. Entre las razones que aduce el organismo es que es probable que los hombres estén menos involucrados con su educación desde que son niños, o tienen menos aspiraciones profesionales que las mujeres. En Australia esta cifra se ubica en un 58 por ciento, por encima del promedio mundial.

Sin embargo, a pesar de estos resultados, persisten diferencias notables en los lugares de trabajo. Un artículo de Deborah Towns, socióloga e investigadora de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Melbourne, en la revista académica The Conversation, señala que el mercado laboral sigue segregado por las brechas salariales entre hombres y mujeres. Más aún, afirma que las trayectorias de las mujeres se ven interrumpidas por horas de trabajo no remunerado. De tal manera, afirma que el éxito académico no se ha traducido en una conquista similar en el mundo laboral.

Proyecto para promover equidad de género en comunidades educativas en la realidad chilena

Durante la primera semana de enero de 2020 el Senado aprobó el proyecto de ley para modificar le Ley General de Educación, con el objetivo de propiciar la participación de mujeres y hombres en igualdad de derechos en las comunidades educativas. Este proyecto, propone que las comunidades educativas “deben velar por la participación de mujeres y hombres en igualdad de derechos y por la provisión de una educación no sexista”, señala el proyecto.

Esta iniciativa fue evaluada por Javiera Arce, cientista política y secretaria ejecutiva de la Unidad de igualdad y diversidad de la Universidad de Valparaíso. “En este caso en particular, en lo referido al proyecto hay algo que me parece interesante pero no se desarrolla y tiene que ver con que los y las estudiantes al momento de tomar decisiones en relación a la carrera que van a escoger, están envueltas en desigualdades de género”, señaló.

En la misma línea, comentó que la evidencia de los estudios realizados para nuestra realidad nacional sostienen que efectivamente las mujeres escogen su formación profesional de acuerdo a las presiones del entorno. “Si prefieren las ciencias, las humanidades o el arte, incluso las expectativas de las mujeres en el colegio en matemáticas es baja, entonces les exigen menos y en las pruebas estandarizadas tienen resultados distintos. Entonces, pienso que sería bueno que se aborde la posibilidad de revertir este ambiente sexista, porque no existe una condición biológica que determine capacidades, es solo una cuestión cultural. Entonces sería importante que el proyecto aporte más en este problema”, agregó.

Respecto a la posibilidad de promover más establecimientos mixtos, afirmó que en ciertos espacios la exclusividad de hombres y mujeres podría ser beneficioso, sin embargo, considera que la idea no es que nos separemos, sino que seamos capaces de crear una cultura de respeto. “Esta cultura se tiene que formar tanto en los profesores y autoridades como de los compañeros hombres, es decir, que en contextos mixtos es necesario trabajar las agresiones que por lo general vienen de los hombres, aunque también hay muchas profesoras que lo hacen. Esta toma de conciencia tiene que hacerse en la universidad, en las carreras de pedagogía y enfrentar al sistema educativo en general. Esto no tiene que ver solo con planificar un consejo, son planes, programas y políticas desde el Ministerio de Educación, no sirven medidas aisladas. Una manera de comenzar es definiendo qué es educación no sexista, eso hoy no existe”, sentenció.


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