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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

La nueva institución asiática que podría financiar proyectos de infraestructura en nuestro país

24 marzo 2017

Pese a que gran parte de su orientación se dirigirá a los países de Asia y Europa del Este, una cuarta parte de su presupuesto se destinaría a países emergentes del sur que suministren insumos a los proyectos regionales.

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El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) es una nueva institución financiera internacional que se orientará a la construcción de caminos, autopistas y puertos, además de telecomunicaciones y servicios básicos. Con estas acciones potenciaría el flujo económico en la histórica ruta de la seda. Más sobre esta iniciativa, en la siguiente nota.

Creación de un sistema financiero sólido que contribuya a la infraestructura

La nueva ruta de la seda, más conocida internacionalmente por su nombre en inglés One Belt, One Road, no solo ha supuesto el impulso de iniciativas de política económica entre países de Europa y China, también ha significado que América Latina se sitúe dentro del espectro geográfico que visualiza el gigante asiático para desarrollar su conexión con los lugares de mayor capacidad productiva del planeta.

En noviembre de 2014, cuando el presidente Xi Jinping anunció este proyecto, señaló que está prevista la inversión de 1,4 mil millones de dólares para el fortalecimiento de cinco pilares que son la libre circulación monetaria, el entendimiento entre los pueblos, la comunicación política efectiva, conectividad y fluidez. Esto no solo implica la creación de una ruta comercial marítima y otra terrestre que fluyan hacia China desde Europa y gran parte de la región Asiática, sino también el establecimiento de instituciones internacionales que promuevan sus principales propósitos.

Una de estas organizaciones es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), una iniciativa liderada por China que ya cuenta con 40 mil millones de dólares aportados por su gobierno y 100 mil millones en total. Según la economista Sandra Ramos en un artículo publicado en noviembre de 2016, esta inversión de diplomacia económica es la más ambiciosa desde el Plan Marshall. Su objetivo, articular el flujo de capital humano y financiero y crear un sistema financiero sólido entre Occidente y la región Asia Pacífico.

Luego de su puesta en marcha a comienzos de 2016, este nuevo organismo cuenta con 57 países afiliados –entre los que se encuentra Corea del Sur, Alemania, India o Rusia- y más de 1.730 millones de dólares aprobados para apoyar planes de infraestructura, donde América Latina podría contar con nueve. ¿Qué tipos de proyectos auspicia esta entidad de financiamiento? Principalmente aquellos que promuevan la planificación urbana, extiendan el acceso al agua potable, proveer servicios sanitarios, entre otros que contribuyan a conectar las regiones.

Para Gabriel Henríquez, cientista político especializado en Relaciones Internacionales de Asia, de la London School of Economics (LSE) y Science Pò, esta institución se ha ido configurando de una manera muy rápida para cumplir con propósitos específicos. “Responde a dos necesidades, la primera, planteada por un estudio del Banco Asiático de Desarrollo lanzado el 2010 que hasta el 2020 se requieren ocho trillones de dólares para continuar con el ritmo de desarrollo de la región asiática. En segundo lugar, con una cierta frustración por parte de China en lo que ha sido la reforma al sistema monetario internacional, instituciones globales como el FMI y el Banco Mundial, ya que perciben que estas instituciones sirven a intereses norteamericanos, europeos o japoneses”, señaló.

Perfil colaborativo y no un reemplazo del Banco Mundial

Pese a que la alta influencia de Estados Unidos en el Banco Mundial podría restarle confianza a China en su apoyo, esta institución manifestó su voluntad de cooperar en la conformación del BAII. “EL Banco Mundial conoce bastante bien las necesidades de infraestructura e inversión en todas las regiones, particularmente la nuestra. Ellos saben que para el 2030 se deberían invertir 36 mil millones de dólares para eliminar la pobreza y crear infraestructura, por lo que es algo necesario sin importar de donde venga el dinero”, comentó.

Sin embargo, reconoció que por parte de China hay una voluntad de tener instituciones internacionales donde depositar mayor confianza. “Ven comprensible que Estados Unidos tenga un interés particular por el FMI y el BM, lo mismo Japón por el Banco Asiático de Desarrollo. Entonces en este contexto el BAII es el terreno favorable para China. Hoy cuentan con un poder de voto reflejado en el 28,8 por ciento de su aporte, por lo tanto lo convierte en el socio más grande y no es una institución donde Estados Unidos vaya a tener influencia. Al final del día, si este banco ya tiene la mitad de la capitalización del Banco Mundial, en pocos años más podría aumentar, considerando que el BAII tiene solo objetivos regionales”, explicó.

En relación a la proyección de esta institución, el politólogo aclaró que tal como sucede con el gobierno chino, esta es una institución que se proyecta a largo plazo. “El banco tiene en total 50 miembros y se espera que para finales de 2017 se interesen 25 países más, provenientes de América Latina y África. Los chinos tampoco han sido celosos a reducir su poder, ha primado la popularidad de la institución. El acercamiento de países occidentales al banco se produce por una mezcla entre querer integrar una institución monetaria con mucha relevancia, pero también por estar de acuerdo con los objetivos de China en cuanto a su política exterior”, afirmó.

Las ventajas que Chile podría aprovechar

Tal como se señaló anteriormente, entre los objetivos más importantes de esta instiutución crediticia está el desarrollo de la infraestructura regional que potencie el One Belt, One Road de China, principalmente a través de inversiones específicas en los países que hacen de interconexión en la antigua ruta de la seda. No obstante, pese a que Chile no se encuentra en las inmediaciones de ese cinturón, y los países de peso en la dirección de dicha institución son China, India y Rusia, existiría interés en potenciar la infraestructura en nuestro territorio.

El interés del nuevo banco es fomentar la cooperación económica con los estados emergentes y entregar mayor protagonismo a los países del sur. De los 100 mil millones de dólares que cuentan de capital, se distribuyen en un 75 por ciento a países de la región Asia Pacífico y el 35 por ciento restante a países no regionales, pero que provean de algún tipo de insumos a la ruta.

“Desde el punto de vista de la construcción de infraestructura, el cobre es bastante relevante. Una mayor capitalización del banco en proyectos durante los próximos años podría estimular el intercambio de materias primas, en el caso nuestro, el consumo de cobre. Si bien estamos en un momento en que el interés por nuestro cobre ha disminuido debido a que la infraestructura de China está lo suficientemente cubierta y no va a avanzar tan rápidamente, este es un tema que debería preocupar a futuro a los actores económicos chilenos, ya que el banco efectivamente generaría demanda por el cobre debido a inversiones en infraestructura de diverso orden en el resto de Asia”, comentó.

Por último, países como Perú y Colombia ya comenzaron a hacer gestiones para integrar la directiva del banco, ya que tres de los 12 directores pueden provenir de países no regionales. De esta manera, para Gabriel Henríquez la trascendencia que pueda tener nuestro país en la conformación del Banco dependería de la proyección que podamos lograr a nivel regional. “La mejor manera es que a través de la inversión en infraestructura se pueda potenciar el comercio entre el Asia y Latinoamérica, ya sea a través de puertos, aeropuertos, líneas de conectividad y también infraestructura para crear cadenas de valor agregado que nos permitan complejizar nuestras exportaciones, o trabajar con los asiáticos en el desarrollo conjunto de la tecnología”, concluyó.


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