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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las dudas sobre el programa de migración calificada en Australia

27 marzo 2018

La publicación de una lista con ocupaciones vacantes para dirigir el curso de la migración, ha sido un modelo a seguir para muchos, sin embargo algunos demógrafos australianos plantean cuestionamientos sobre sus ventajas, pues una gran cantidad de profesionales calificados no tiene la posibilidad de conseguir empleos acordes a su grado de especialización.

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El programa de migración calificada es una de las políticas más emblemáticas de Australia para atraer nuevos ciudadanos. Aunque en un comienzo se concibió como una medida de potenciar la industria manufacturera, a partir de 2005 se ejecuta como una manera de incrementar la productividad. Una revisión de esta experiencia y las críticas realizadas a propósito de los datos arrojados por el Censo de 2016, a continuación.

En búsqueda de seleccionar el tipo de migrantes

El fenómeno de la migración en Australia ha tomado distintos cauces que demuestran cómo las decisiones políticas han intervenido para bien y para mal en su desarrollo. Una demostración de tales vaivenes se evidencia en un informe publicado en 2017 por la Oficina Australiana de Estadísticas, que describe los atributos que han caracterizado a la migración llegada al país oceánico entre 2006 y 2016.

Con datos obtenidos de los censos, dicho estudio proporciona información de los trabajadores antes y después del proceso migratorio. En ese sentido se da cuenta de cómo ha sido su inserción en el país, cuáles fueron sus primeras experiencias laborales y qué probabilidades tienen de trabajar en áreas de su especialización.

El estudio señala además que en una década cerca de 1,9 millones de personas llegaron a Australia a vivir, cifra que representa el 10 por ciento de la población total. De este total, un 81 por ciento tenía entre 20 y 44 años a su llegada. De igual manera, poco más de 362 mil personas tenían una visa temporal antes de ser residentes. Cerca de un 33 por ciento logró la permanencia definitiva gracias a una visa familiar, mientras que el 61 por ciento a través de una visa “Skilled”, orientada a personas altamente calificadas.

Este tipo de visa existe desde la década del cincuenta cuando el gobierno tuvo la intención de potenciar la industria manufacturera con la llegada de trabajadores especializados. Años más tarde en la década del noventa el programa consideró la posibilidad de crear el estatus temporal que permitiera trabajar en ciertas regiones casi despobladas durante un período determinado, pero también con el objetivo de que las visas de trabajo calificado superen a las obtenidas por reunificación familiar. De esta manera, las visas para la gente calificada pasaron de 48 mil en 1991 a 53 mil en 2005, mientras que las familiares descendieron de 53 mil a 33 mil.

Migración calificada como parte de una estrategia económica

La selección de migrantes según sus capacidades es una tendencia mundial entre los países desarrollados que tuvo su impulso inicial a partir de 1996. Esto lo demuestra un informe de la División de Población, publicado el 2005, la mayoría de los países desarrollados evolucionó a una mayor selectividad en las políticas de migración para aumentar la cantidad de cerebros, sin embargo, diez años después solo un 12 por ciento aplicaba este tipo de políticas.

Uno de estos países en mantener políticas de privilegio a profesionales y técnicos especializados fue Australia. Según un informe publicado en 2006 por la Comisión Australiana de Productividad sobre los impactos económicos de la migración, estableció que un programa ampliado de migración calificada conduciría a un aumento en la productividad del país. Esto sustentado además en un estudio realizado por la Universidad de Monash que determinó un incremento del 50 por ciento de la productividad en lugares donde se produjo migración calificada.

Para muchas economías con aspiraciones de ser competitivas a nivel global, la migración calificada les permite surtir de conocimiento aquellas áreas técnicas donde existe escasez. Esta idea forma parte de las conclusiones de una investigación realizada el 2005 por el sociólogo Bob Birrell –hoy director del Australian Population Research Institute- donde demostró que Australia experimentó un aumento en la producción de conocimiento científico en la medida que aumentó la migración de alta calificación.

Producto de tales estudios la política australiana de migración y sus criterios para las solicitudes de visa se han basado en las necesidades del mercado laboral. De tal forma, el gobierno actualiza permanentemente una lista oficial de ocupaciones calificadas elegibles que le permite escoger a migrantes definitivos o temporales según su grado de formación, experiencia profesional, habilidades, entre otras cualidades. Esta lista tuvo una modificación el 18 de marzo de 2018 donde se introdujeron cambios para contar con mayor información de las regiones, además de ampliar la variedad de ocupaciones disponibles.

Críticas y alertas ante una excesiva calificación de los migrantes

Una de las cifras que entregó el Censo de 2016 sobre migración es que un 66 por ciento de los migrantes participa de la fuerza laboral australiana, sin embargo aquellas personas que obtuvieron la ciudadanía australiana aumentaron la tasa de participación en la fuerza de trabajo a un 80 por ciento. No obstante lo anterior, la tasa de desempleo migrante fue de un 7,4 por ciento, cifra superior si se compara con el 5,4 por ciento de las personas nacidas en Australia.

Tal realidad mostrada por la Oficina Australiana de Estadísticas tiene una lectura crítica por parte del mismo demógrafo Birrell, quien en marzo de 2018 publicó un estudio elaborado con datos del propio Censo de 2016. En una opinión distinta a la de sus investigaciones de 2005 señala que los inmigrantes calificados que llegaron entre 2011 y 2016 no han podido encontrar trabajos profesionales. El 80 por ciento de estos trabajadores viene de países no angloparlantes, de los cuales solo el 24 por ciento ha encontrado un trabajo, a diferencia de aquellos que si vienen de países anglosajones, donde el empleo aumenta a un 50 por ciento.

Más aún, para este experto en población, el hecho de que pocos inmigrantes altamente calificados encuentren trabajos en su área, o acorde a su grado académico, demostraría que la idea del programa de migración calificada es un mito. “Solo una pequeña proporción de profesionales migrantes recién llegados están realmente empleados en puestos profesionales”, sostuvo en su informe, además de señalar que la lista de ocupaciones pudo ser modificada el 2010 con el fin de responder a la desaceleración en la minería.

Una de las modalidades para conseguir una visa de trabajador calificado es cursar algún programa académico en el país oceánico y desde ahí optar a una modalidad de residencia temporal o definitiva. “Alrededor de la mitad de todos los estudiantes extranjeros se inscriben en cursos de negocios y comercio que luego les permite postularse como contadores. Por lo tanto, la migración en lugar de estar guiada por la escasez de habilidades genuinas en el largo plazo, lo hace a través de una lista de ocupaciones que busca llenar espacios en el corto y mediano plazo”, afirma en su publicación.

Más aún, en su conclusión, Birrell afirma que este programa de migración calificada podría haberse acabado y los empleadores australianos apenas lo notarían. No obstante, es optimista en cuanto a que en el futuro los empleadores solicitarán más trabajadores con credenciales adecuadas y estudios de postgrado, aunque hace un llamado a valorar los recursos humanos existentes. “Ya hay demasiados graduados en Australia y su número está creciendo rápidamente, tanto por parte de nacionales como inmigrantes”, concluye.

Migración y regulaciones en la realidad chilena

Lejos de la realidad australiana, la regulación del proceso migratorio en nuestro país ha tenido el mismo marco legal de hace 40 años. La falta de una política actualizada no solo es exigida por la ciudadanía, sino también por los propios inmigrantes ante abusos y deficiencias en materia de salud y vivienda. Es por ello que el gobierno puso el tema migratorio dentro de sus prioridades y anunció que presentará nuevamente la iniciativa ingresada en 2013, pero con posibles modificaciones.

Esta realidad fue analizada por la diputada Daniella Cicardini, presidenta de la Comisión de Gobierno Interior, para quien hasta la fecha no se ha hecho nada para mejorar las condiciones de vida de los migrantes en nuestro país. “Este es un problema de suma urgencia y esperaría una señal clara por parte de este Ejecutivo de cómo van a ser los lineamientos en este proyecto de ley. El subsecretario del Interior señaló que efectivamente el gobierno va a abordar el tema de migración y considerará elementos del proyecto de Michelle Bachelet que tenía un enfoque en los derechos humanos, pero que también considerará la matriz de lo que establecía el proyecto de ley de 2013 que, en mi opinión tenía una visión de la migración como un tema de seguridad pública”, comentó.

Sobre la posibilidad de aplicar criterios de selectividad a migrantes en función de sus calificaciones, la parlamentaria se mostró contraria, pues en su opinión la migración es un tema de derechos humanos. “Nosotros tenemos que garantizarles a esas personas que tengan los mismos derechos sociales igual que un chileno, que puedan tener vivienda digna, atención de salud y también educación a los hijos de esas personas que buscan otros horizontes. Veo muy preocupante si seguimos en la lógica de que la migración es una amenaza, que tiene que haber más restricción, eso tiene que ser parte del debate, porque evidentemente tengo una aprehensión sobre el narcotráfico, a la trata de personas, etc. Pero si nos enfocamos en cómo regularizamos adecuadamente, esas cosas no tendrían que darse”, sentenció.


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