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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Innovación en energías verdes para la agricultura sustentable en Tailandia

21 septiembre 2016

A través de un plan nacional de desarrollo que guía los procesos de innovación en energías verdes para la producción agrícola, este país del Sudeste Asiático se plantea que para el año 2030 podría reducir el uso de energías convencionales a una cuarta parte de cada punto porcentual del PIB.

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Tailandia es un país en vías de desarrollo que pese a sus dificultades políticas, económicas y sociales, ha sabido poner sus objetivos medioambientales en el tope de su agenda pública. Con un plan nacional orientado al desarrollo de las energías verdes, que se coordina con un Libro Blanco para la innovación tecnológica en sustentabilidad y una filosofía que promueve la agricultura solidaria, enfrenta los desafíos planteados en la Cop21 con una mirada de largo aliento. Más de esta experiencia, en la siguiente nota.

La innovación en energías verdes como necesidad

El avance de las tecnologías sustentables ha sido uno de los medios más eficaces para revertir el calentamiento global. Esta idea puede verse plasmada en el acuerdo alcanzado durante el COP21, celebrado en París durante diciembre de 2015, donde el desarrollo de tecnologías verdes ocupa un lugar central en el documento que firmaron los dignatarios, debido a su importancia para el logro de fuentes alternativas no contaminantes.

De esta manera, la transferencia tecnológica desde países desarrollados a las naciones en desarrollo está contenida en el espíritu de dicho acuerdo. “Deberían proporcionar información sobre el apoyo en forma de financiación, transferencia de tecnología y fomento de la capacidad requerida y recibida”, señala el informe.

Asimismo, en el capítulo denominado “Desarrollo y transferencia de tecnología”, se establece la decisión de fortalecer institucionalmente el mecanismo tecnológico que pide al Centro y Red de Tecnología del Clima –organismo perteneciente a Naciones Unidas- para que incentive la investigación, desarrollo y demostración de tecnología aplicada a las energías alternativas, además de “mejorar las capacidades tecnológicas endógenas” de aquellas regiones con menor desarrollo en la innovación de energías verdes.

Pese a que en el acuerdo del Cop21 se establecieron procedimientos claros para la transferencia de conocimientos tecnológicos que permitan el desarrollo de nuevas energías verdes, aún no existe un concepto universalmente reconocido que delimite qué es verde. Para Bundit Fungtammasan, ingeniero en energía y medioambiente de la Universidad Tecnológica de Yhonburi en Tailandia, en un artículo publicado en 2011, una energía verde puede ser incluso una fuente de bajas emisiones como la energía nuclear o el biogás, sin embargo deben incorporarse definiciones más claras.

Por lo tanto, el académico propone que el término energía verde se utilice para describir la generación de electricidad, calor y combustibles que solo utilicen fuentes de energía renovable. “Existe una gran lista de alternativas de energía verde, pero las más apropiadas son aquellas que además de renovables puedan ser medibles, con el fin de lograr un mejor uso eficiente de los recursos”, señala el académico.

Tailandia y su plan nacional para el desarrollo de la energía

El principio de la energía verde propuesto por Fungtammasan está descrito claramente en el Plan Nacional para el Desarrollo de la Energía de Tailandia, pues se concentra solamente en lograr aquellas fuentes que brindan energía limpia y renovable. De esta manera, el plan aspira a que el año 2030 la capacidad nacional instalada para la producción de energía llegue a los 65 mil megawatts (MW), es decir un 55 por ciento más de lo que produce el país asiático.

Para lograr aquello se plantea aumentar al doble la inversión pública en energías verdes, hoy de 245 millones de dólares. Simultáneamente, el gobierno proyecta reducir para el año 2022 el gas natural, desde un 70 a un 40 por ciento, con el fin de darle prioridad a los biocombustibles. De igual manera, se espera que para la década del treinta los combustibles verdes lleguen a 26.750 gigawatts en electricidad.

Este plan ha sido desarrollado para promover la eficiencia energética en el sector de la agricultura donde se produce la mayoría de la canasta básica tailandesa, pero también en todos los sectores industriales, comerciales, transporte y residenciales, de la mano con la Declaración sobre Cambio Climático de la Apec, suscrita en Sidney el año 2007 y que insta a los países a reducir a un 25% el costo de la energía empleada por punto porcentual del Producto Interno Bruto.

El libro blanco sobre innovación, ciencia y tecnología medioambiental

En la misma línea del plan descrito anteriormente, la Oficina para la Política Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación de Tailandia (STI) publicó el año 2015 su Libro Blanco, donde plantea serie de áreas prioritarias para que todas las iniciativas de desarrollo tecnológico, puedan realizarse para el año 2020. Estas áreas son:

  1. - Eficiencia energética
  2. - Energía renovable para el calor y combustibles
  3. - Combustibles alternativos para el transporte
  4. - Tecnología para la limpieza de los combustibles fósiles
  5. - Sistema de energía rural para la producción agrícola
  6. - Sistema de eficiencia eléctrica y de almacenamiento

Éstas áreas son consideradas una guía imprescindible para el desarrollo la ciencia en Tailandia, ya que la tecnología es considerada un tangible en el propósito de revertir el alto gasto en energía, pero a su vez en la necesidad de poner en marcha una mayor cantidad de medios que utilicen energías verdes en todas los sectores productivos para su funcionamiento.

La filosofía de la suficiencia detrás de la estrategia ambiental y la creación de trabajos verdes

El análisis de las políticas de innovación sustentable en Tailandia estaría incompleto sin conocer uno de los principios filosóficos que las respalda. Se trata de la economía de la suficiencia, un programa enfocado principalmente al mundo rural que si bien se orienta a un tipo de producción agrícola ecológica en las comunidades, sus principios centrado en la moderación productiva y a la sostenibilidad se aplican en los programas de gobierno direccionados al medioambiente.

Importantes documentos hacen referencia a sus principios como elementos necesarios para seguir desarrollando los planes de innovación. Uno de estos es la Revisión de la Política en Ciencia, Tecnología e Innovación, publicado por la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (Unctad) que recomienda al Estado tailandés continuar con el Plan de Desarrollo Económico y Social que finaliza su período de acción el año 2016, y que reconoce en la economía de la suficiencia su inspiración para la creación de nuevas fuentes de energía.

Se trata de una filosofía creada por el monarca tailandés Bhumibol Adulyadej que tuvo como fin el combate a la pobreza. Para ello, la diversificación de la producción, la limitación del área cultivada por cada familia y la utilización de medios sustentables, fueron los ejes centrales del que luego se convirtiera en un sistema comunitario de producción agrícola con presencia en 70 mil aldeas, pese a que no todos en el país siguen este método.

Uno de los grandes agentes impulsores de este sistema comunitario en Tailandia es Geoffrey Longfellow, quien hoy es gerente de proyectos de la Fundación para el Desarrollo Sustentable en dicho país, y estuvo a comienzos de septiembre de 2016 en Chile invitado por la Universidad del Desarrollo con el fin de exponer sobre este modelo económico que concilia autosuficiencia y sustentabilidad.

Durante su estadía, Longfellow afirmó en una entrevista que la economía de suficiencia ha ayudado a crear una clase de agricultores que si bien volvió a los orígenes sociales de la producción, necesita utilizar nuevas herramientas tecnológicas que sean amigables con el ambiente. “Hemos tenido un fuerte ingreso en base al desarrollo de la agricultura orgánica y han prosperado miles de nuevos pequeños empresarios que han desarrollado y defendido este plan, ya que gracias a éste han ampliado sus horizontes a través de la economía y el desarrollo sostenible”, aseveró.

Esta economía se centra además en planificar los tiempos de producción y el volumen de las ventas. Esta anticipación permite que gestionen las fuentes de energía limpia adecuadamente, así como el agua para los cultivos y dividir los tipos de cultivos según la calidad de la tierra. Si bien este modelo de producción agroeconómico marca su acento en las comunidades, Longfellow niega que sea una teoría anticapitalista, pues ha logrado que muchos de los agricultores de estas comunidades lleguen a vender sus productos a la capital, Bangkok.

De esta manera, propone que este modelo pueda incluso ser aplicado entre los empresarios agrícolas chilenos. “La segmentación de la fuerza de trabajo entre la industria agrícola y de servicio, creemos que es un modelo perfecto para Chile. Además vemos un pequeño sector empresarial robusto que está emergiendo. Ya sabemos que el modelo es aplicable y estamos ansiosos que este país eche un vistazo más de cerca a lo que estamos haciendo en Tailandia”, señaló al medio.

Posibilidad de aplicar un modelo de innovación sustentable en nuestro país

Por más que nuestro país cuente con instituciones que promuevan la sustentabilidad como el Ministerio de Medioambiente, o el Consejo para la Producción Limpia, no existe una política nacional que oriente la innovación y el desarrollo tecnológico hacia objetivos ecológicos. Más aún, hasta el momento no existiría una estrategia nacional que guíe el desarrollo energético a fuentes verdes.

Esta es parte de la visión crítica que plantea Mario Petito, ingeniero geofísico y consultor en energías renovables, para quien Chile no tiene una política nacional que responda a los desafíos ambientales que el mundo está planteando. “En el sector energético ha habido licitaciones para el desarrollo de energías menos contaminantes como la geotérmica, o verdes como la energía solar, sin embargo estas no han prosperado precisamente por la ausencia de un apoyo nacional, es decir de todos los sectores, políticos, económicos y sociales”, señaló.

A este respecto Petito valoró la experiencia de Tailandia por cuanto su política responde a un plan nacional que involucra a diversos actores. “Estoy de acuerdo con la estrategia de Tailandia porque considera a las comunidades en el desarrollo de los proyectos. Esto es lo que aquí ha impedido la creación de nuevas soluciones energéticas, por ejemplo en la energía solar o la eólica donde Chile tiene tremendo potencial. El gobierno tiene que contribuir con su granito de arena y explicarle a las comunidades el potencial de las energías verdes para que también puedan autogestionarla en su propio beneficio”, puntualizó.


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