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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Conozca la experiencia del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial de Japón

16 febrero 2017

A pesar de la existencia de un Ministerio de Ciencia y Tecnología perteneciente al Ministerio de Educación (Mext), este organismo forma parte del Ministerio de Economía y es considerado como la institución de investigación aplicada a la innovación tecnológica más grande de Japón

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Con un presupuesto que concentra el 16,9 por ciento del gasto anual en investigación científica, el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón (AIST) es el principal organismo de innovación del país. Con importantes desarrollos en áreas tan diversas como la robótica o la geología, tiene ocho sedes en distintas regiones destinadas a aportar a los procesos productivos y a las necesidades futuras de la población. Una mirada a esta institución, en la siguiente nota.

Investigación versátil para la industria

Es el organismo público de investigación más grande en Japón. Pese a que orienta su funcionamiento a la creación científica, su enfoque principal es el desarrollo de tecnologías que sean útiles a los requerimientos de la industria y a las necesidades de la sociedad. Creado el año 2001, el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada (AIST) aborda un amplio espectro de campos a través de estudios multidisciplinarios.

Si bien este instituto promueve la “innovación versátil”, que a través del método científico se adapta a distintos campos de la economía, este concepto se enfoca en la necesidad de abarcar distintas áreas de la productividad, ya sea para mejorar el desempeño de las industrias, como de crear nuevas, que permitan a Japón ser un mercado internacionalmente atractivo y competitivo.

Adicionalmente, esta versatilidad no solo responde a la posibilidad de encontrar soluciones a distintos tipos de problema, sino a la capacidad de elaborar diferentes proyectos que se desarrollen en el contexto de políticas de largo aliento, que no solo beneficien a las industrias, sino que respondan a necesidades que la sociedad pueda presentar a futuro.

En este propósito, la ciencia básica cumple un rol primordial en el AIST, ya que se plantea como un área del conocimiento basal de la investigación aplicada a la productividad. De esta manera, aquellos investigadores cuyos estudios tengan como motivación principal la simple curiosidad de lograr conocimiento, sin una orientación específica, encuentran espacio en determinadas direcciones del instituto.

Por esta razón, el instituto tiene la capacidad de emplear a investigadores con diversas orientaciones científicas y niveles de experiencia. Según cifras del organismo, para julio de 2016 contaban con 2 mil 284 investigadores, entre los cuales 116 son extranjeros. Estos, sumados a los 686 empleados administrativos, componen un total de 2 mil 970 personas dedicadas al desarrollo científico y tecnológico.

Las áreas y proyectos que desarrolla el AIST

Del total de investigadores del instituto, un 18 por ciento se dedica a la química y materiales, mientras que otro 18 por ciento a la energía y medioambiente. El 14 por ciento se especializa en electrónica y manufactura, mientras que una cifra similar se dedica a la metrología nacional. 13 por ciento se orienta a las ciencias de la vida y la biotecnología y solo un 10 por ciento de todos los investigadores desarrolla estudios geológicos.

El ingreso anual de este organismo es de 98 mil 938 yenes, de los cuales 19 mil provienen de inversiones privadas de 747 compañías. El resto, se compone de 63 mil de subsidio estatal, además de fondos provenientes de patentes, consultorías y joint ventures. Por otra parte, la mayoría del gasto -17 mil yenes- se va a proyectos de energía y medioambiente, mientras que más de 13 mil yenes se enfocan en la investigación geológica. Le sigue el departamento de química con 9,7 mil y el departamento de electrónica, con 9,3 mil yenes.

La amplia variedad de proyectos y áreas de investigación pueden encontrarse explicados en algunos de los proyectos que han desarrollado investigadores del Instituto. Uno de ellos es Atsushi Sakuda, quien el 2015 logró la generación de baterías de alta densidad para su utilización en autos eléctricos. A través del polisulfuro de metal, las baterías demuestran un rendimiento electroquímico de gran capacidad.

Otro de los avances de este organismo ha sido la creación de una norma de evaluación de seguridad para el uso de robots. Debido a que el uso de esta tecnología se ha difundido ampliamente en Japón, el investigador Kohtaron Ohba -quien además es director del Departamento de Innovación Robótica- ideó una certificación para verificar la seguridad de los robots según el estilo de vida de los japoneses. Esta normativa de calidad se complementa con la creación de un Centro de Seguridad del Robot, donde las personas pueden realizar consultas, pruebas y evaluaciones.

Por último, el área de investigaciones geológicas, publica la revista Synesthesiology donde da cuenta de los últimos avances logrados, principalmente en cuanto a los valores sociales conseguidos y su resultado en la sociedad. Por ejemplo el artículo de Takashi Okai sobre el desarrollo y utilización de materiales con referencia geoquímica para una explotación sustentable de los yacimientos de minerales, o la exploración de los suelos.

Desarrollo regional y diferencias con otras instituciones públicas científicas

Uno de los principios fundamentales de esta organización es jugar un papel importante en la revitalización económica regional. Es por este motivo que las innovaciones son promovidas a través de las sedes del AIST en ocho bases de investigación en todo el país. Hokkaido, Tohoku, Tokio, Chubu, Kansai, Chugoku, Shikoku y Kyushu, son las sedes que destinan sus esfuerzos a la innovación local. Una base regional ubicada en Fukushima se dedica exclusivamente a promover el I+D en energía renovable en todo el país.

Sin embargo, la relevancia de esta institución en el desarrollo tecnológico de Japón no es absoluta, ya que existe una institución de mayor importancia que se concentra en la creación de estas disciplinas. Se trata del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología (MEXT), conocido internacionalmente por su nombre en japonés Monbukagakusho.

Según un artículo publicado por la OCDE sobre instituciones de investigación en el mundo, en el capítulo dedicado a Japón, explica que la diferencia entre ambas radica en el componente de innovación. Si bien ambas instituciones forman parte del Segundo Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, el MEXT debe responder por el 64 por ciento del gasto público anual en investigación, mientras que el AIST solo ocupa un 16,9 por ciento. El resto se utiliza en otras carteras como salud, agricultura o defensa.

A diferencia del Ministerio de Educación, el AIST cumple un rol importante en la investigación vinculada a la empresa. Sus criterios para la publicación o evaluación de sus investigadores son distintas a las tradicionales, ya que sus resultados se miden en la obtención de patentes, inversionistas, negocios y la colaboración que puedan materializar con el sector privado.

Valoración desde el Parlamento chileno

Si bien podría decirse que la realidad de Chile y Japón es considerablemente distinta, pues no existe en nuestro país una institucionalidad con el presupuesto y la envergadura como la del país nipón, en enero de 2017 la Presidenta de la República, en el marco del comienzo del Congreso del Futuro, realizado por el Senado, anunció el envío de un proyecto de ley para la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, que aunque no incorpora a la innovación en su nomenclatura, cumpliría la misión de coordinar todos los esfuerzos institucionales para avanzar en esta área.

Una opinión de esta iniciativa tuvo la diputada Camila Vallejo, quien es presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara. “Se valora esta iniciativa, aunque está llegando un poco tarde. Nos hubiese gustado que se presentara meses atrás, pero estamos ansiosos de poder discutir y legislar sobre este asunto para que en este período de gobierno podamos contar con una ley que cree el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esto es muy necesario para impulsar el desarrollo sustentable y donde la innovación, la investigación y el desarrollo de las ciencias sean un eje central en beneficio del país. Eso no implica tener solo un consejo, sino un ministerio que articule a la educación superior, a los poderes del Estado, a las empresas privadas y a la sociedad civil”, señaló.

Otro de los integrantes de dicha comisión es el diputado Víctor Torres, quien valoró el anuncio del Ejecutivo. “Es una muy buena noticia para quienes durante muchos años hemos estado trabajando, tanto en la Comisión de Ciencia y Tencología como en el ámbito parlamentario en general, para que pudiéramos crear una institucionalidad en torno a la ciencia y la tecnología. En algún momento varios habíamos planteado la idea de una subsecretaría, pero hoy el gobierno ha ido más allá y se comprometió con el proyecto de Ley que crea el ministerio. Si bien en sí mismo el ministerio no resuelve todos los problemas que existen hoy, sí es un eje rector para establecer las políticas públicas que se necesitan para ir potenciando este ámbito en el desarrollo de nuestro país”, expresó.

Otra de las opiniones sobre este futuro ministerio fue la del diputado Leopoldo Pérez. “Es un paso más, pero no es la solución, por lo tanto si esto no va acompañado de recursos y de políticas públicas claras en el largo plazo, creo que la comunidad científica –que así lo ha expresado- va a haber truncado su necesidad de apoyo para hacer el real aporte que requieren la ciencia y las tecnologías. Teniendo Chile las capacidades profesionales y técnicas, solo faltan los recursos, porque esto no es un tema barato, requiere dinero y tiempo, pero pienso que es una política pública de largo plazo, a objeto que el proceso de investigación científica puedan cumplir su cometido en el tiempo”, sostuvo.

Innovación como una de las matrices institucionales

Consultados sobre la posibilidad de una institución similar a la de Japón, donde la innovación se vincule con la cartera de economía, la diputada Vallejo tuvo una opinión crítica al respecto. “Todo lo que tenga que ver con innovación tecnológica no puede estar subordinada solo a los intereses económicos. Tiene que contribuir al desarrollo económico, pero con una mirada sustentable, no solamente a las necesidades inmediatas, sino que se pueda pensar en el mediano y largo plazo, y que obviamente involucre otras áreas de la ciencia, porque no todo tiene que ver con el ámbito productivo. La innovación puede ir mucho más allá de eso. Por eso creo que la innovación debe ir más ligada a la educación, porque ahí es donde se forman los nuevos investigadores y, por lo tanto, los nuevos innovadores que luego puedan tener vínculos con el Ministerio de Economía y otros sectores productivos como las pequeñas y medianas empresas para que contribuyan la formación de nuevos profesionales y técnicos a un adecuado emprendimiento con fines sociales”, sentenció.

De una manera distinta, el diputado Víctor Torres enfatizó en la necesidad de que innovación y ciencia tengan un lugar propio, aunque no descartó que puedan estar bajo el alero de una misma institución. “Cuando discutimos en algún momento la posibilidad de una subsecretaría, nos planteamos en qué ministerio debería estar la innovación, y el debate siempre se ha dado entre educación y economía, dependiendo del énfasis al cual se le quiere dar. La decisión de la creación de un ministerio de ciencias puede absorber ambas materias, es decir que va a haber la posibilidad de compatibilizar la mirada tanto de la perspectiva de educación, como del punto de vista de la productividad, por lo tanto, pienso que este ministerio es el llamado a dialogar con otras carteras en vez de crear una institución aparte, salvo que una institución similar esté dentro del mismo ministerio”, explicó


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