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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El Internet de las cosas en el futuro de la gestión pública australiana

25 julio 2016

Impulsada por el Departamento de Industria, Innovación y Ciencia, esta iniciativa surgió como resultado de un encuentro anual entre representantes del gobierno, la industria y la academia. El objetivo es lograr una mejor administración del Estado a través de un sistema interconectado.

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El Internet de las cosas es uno de los adelantos tecnológicos que tendrá mayor repercusión en la vida cotidiana de las personas, ya sea por las amplias posibilidades de interconexión, como por la inmensa cantidad de datos entregados con el fin de crear un mejor estado de bienestar. Este escenario a futuro de muchos objetos emitiendo información podría ser parte de una realidad en la gestión pública australiana, gracias a una idea que prentende desarrollar el Departamento de Industria, Innovación y Ciencia (DIIS). Una revisión de esta medida y de la institución que promueve estos avances, en la siguiente nota.

Cómo surge la posibilidad del Internet de las cosas en la gestión pública

El Internet de las Cosas es un concepto en el que se da cuenta de cómo en el futuro la gran mayoría de nuestros objetos estarán conectados entre sí y estos a una nube para entregar grandes cantidades de información medible –llamada también big data- con el fin de mejorar aspectos de nuestra vida. Desde el control de la luz y la temperatura en nuestro hogar, hasta la realización de exámenes médicos mientras dormimos, recomendaciones para mejorar la alimentación mediante información entregada por un refrigerador, disminuir el estrés a través de datos proporcionados por una silla de trabajo, incluso los basureros podría medir nuestra huella de carbono.

La posibilidad de incorporar este concepto dentro de una agenda a futuro de prácticas innovadoras en el Estado australiano, es una idea desarrollada por el Departamento de Industria, Innovación y Ciencia (DIIS) que es la institución que promueve sacar el mayor provecho posible de las capacidades profesionales y tecnológicas del país. Para ello, gracias a un mandato parlamentario, desarrolla políticas públicas y recomienda al gobierno sobre todos los aspectos relacionados a la ciencia, investigación e innovación.

Pese a que históricamente estos temas y funciones han sido ejecutados por un Consejo Científico perteneciente a la institucionalidad Commonwealth, el DIIS es considerado un complemento de alto nivel. Liderado por el parlamentario Cristopher Pyne, recibe el grado de ministro de Industria, Innovación y Ciencia, cargo que es acompañado por otros dos parlamentarios que figuran como ministro asistente para la Ciencia y ministro asistente para la Innovación.

Justamente esta última cartera, encabezada por Wyatt Roy, en octubre de 2015 comenzó a realizar los días de Policy Hack, que son encuentros anuales donde representantes de la industria, la academia y el gobierno se reúnen a analizar y entregar soluciones innovadoras a algunos de los problemas políticos más acuciantes en Australia. Entre las personalidades que participan de este evento están representantes gremiales de pequeñas y medianas empresas, especialistas en capitales de riesgo, además de expertos en políticas públicas pertenecientes a diversos departamentos gubernamentales.

La dinámica de trabajo consiste en que una semana antes del evento, se alienta a que los ciudadanos envíen sus ideas a la plataforma OurSay.org sobre cómo apoyar el sistema de innovación en el país. Los planteamientos de políticas innovadoras enviados a dicho portal, sirven de guía para la discusión en el encuentro, temas que luego se someten a votación para establecer los puntos principales de trabajo de agenda del DIIS.

La metodología empleada en Policy Hack consiste en que luego de establecidos los puntos, se designan equipos mixtos para diseñar políticas que fomenten la innovación en el ámbito público. De esta forma es que una de las ideas propuestas durante la primera sesión de 2015 dice relación con la construcción de sistemas y aplicaciones que permitan implementar en el mediano plazo el Internet de las Cosas en las instituciones públicas, idea que se encuentra en la actualidad en fase de estudio.

El Internet de las cosas para mejorar los servicios y la educación

Si bien podría surgir la pregunta sobre qué relación podría haber entre el Internet de las Cosas y el gobierno, la respuesta entregada por expertos en Policy Hack es que mediante este sistema de múltiples aparatos interconectados a la red, la recogida y análisis de información para las políticas públicas se hace más fácil. Así, los servicios que entrega el gobierno pueden contar con información en tiempo real.

Este sistema tecnológico que podría cambiar nuestra relación con las cosas, sumado a la gran cantidad de datos que entregarán las personas, dan cuenta que su integración en la gestión pública es un requisito indispensable para el desarrollo económico. En iniciativas como las smart cities, facilitaría las capacidades de medición social, administraría de mejor manera los servicios de limpieza y ornato, además de manejar mejor los residuos, las telecomunicaciones, entre otros.

No obstante lo anterior, la razón más importante por la cual el DIIS accedió a incorporar un sistema basado en el Internet de las Cosas en su estrategia a futuro, tiene que ver con sus cualidades en educación. Esto porque en la medida que los estudiantes toman asiento en aulas conectadas, pueden ser medidos en cuanto a su estado de salud, problemas de aprendizaje, atención y comportamiento, problemas que al no ser resueltos producen deserción, pero que oportunamente medidos pueden contribuir a una mejor gestión.

De igual manera, los profesores tienen en el Internet de las cosas una herramienta efectiva para conectarse académicamente con sus alumnos. Con planes de estudio estimulantes, estructurados sobre la base de discusiones relevantes y dinámicas interactivas de trabajo en salas de clases equipadas con tecnología de punta, permite la visualización de videos, realizar lecturas digitales y compartir las experiencias logradas a través de redes sociales.

Este sistema de objetos interconectados a Internet, permite que muchas de las discusiones generadas en clases puedan continuarse en foros de discusión o blogs, lo mismo sucede con los materiales entregados por los profesores que se obtienen desde un celular. Adicionalmente, entrega la posibilidad de visitar museos virtuales en pantalla grande desde la sala de clases. A lo anterior, se agrega la facilidad de realizar y entregar evaluaciones en línea, pero también que los profesores puedan dar su retroalimentación a los alumnos con el fin de orientarlos a avanzar reforzar aquellos que tienen dificultades.

De esta manera, el Internet de las cosas permite que los niños y jóvenes australianos mejoren su experiencia de aprendizaje a través de dinámicas de trabajo en tiempo real a través de aparatos tecnológicos como celulares o tablets compatibles con libros electrónicos, clases vía streaming, además de los software especialmente desarrollados para la educación. Mediante tecnologías en la nube conectadas con los mencionados aparatos, los instructores pueden colectar información sobre el desempeño de sus alumnos, pero a su vez compartirla con otros profesores o especialistas como psicólogos u orientadores, involucrados con la mejora de la educación.

La estrategia que sustenta las políticas a largo plazo

Tal como existen instancias para desarrollar ideas innovadoras –como es el caso del Policy Hack con el Internet de las Cosas- el DIIS cuenta con una estrategia orientada a aprovechar las capacidades científicas, ya sea fortaleciendo los nichos que demandan mayor cantidad de ingenieros, como los proyectos de otros profesionales con habilidades matemáticas. También trabaja fuertemente con la industria mediante acciones de facilitación que permitan su competitividad global.

Si bien esta institución cuenta con una Agenda de Innovación y Ciencia orientada a ejecutar iniciativas en el corto plazo, todas las políticas se proyectan a largo plazo a través del Plan Estratégico 2016-2020 que en su eje programático promueve seis iniciativas específicas que deben ser desarrolladas al finalizar la segunda década del S.XXI.

  1. - Apoyar a las empresas para que colaboren con científicos e investigadores de las universidades para conseguir un doble propósito, maximizar los beneficios comerciales a través de la innovación y conseguir mayor financiamiento para el desarrollo de la ciencia y la investigación
  2. - Promover el crecimiento de las industrias que son competitivas a nivel internacional a través de la facilitación de sus acciones, desregular y comprometerse con su desarrollo global
  3. - Facilitar espacios de mercados competitivos y la inversión a través de la asistencia a las industrias
  4. - Proporcionar marcos regulatorios para ampliar la base de recursos en forma sustentable, además de proporcionar una adecuada fuente de energía que permita apuntalar la competitividad internacional y el crecimiento económico
  5. - Reducir el costo de los negocios, incluyendo los costos de energía a través de una regulación efectiva
  6. - Contribuir a desbloquear el potencial de las regiones, principalmente aquellas ubicadas en el norte de Australia

Un ministerio de innovación y ciencia que implemente el Internet de las cosas en Chile

Si bien el gasto en innovación, ciencia y tecnología de Australia es bajo -1,66% de su PIB según cifras del Banco Mundial- la creación del Departamento de Industria, Innovación y Ciencia parte de una medida reciente para incrementar los esfuerzos, pues fue creada el año 2015. En este contexto surge la interrogante de si una institución similar pudiera ser una buena alternativa a considerar en nuestro país para desarrollar la innovación, ciencia y tecnología.

Para Jaime Soto, secretario general de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de la Información (Acti) esta es una experiencia que en nuestro país se debería tener en cuenta, sobre todo porque mejoraría la inversión pública en esta área y porque contribuiría a construir una política a largo plazo. “A nivel nacional, nosotros tenemos un indicador del 0,39% de inversión en I+D+I versus un 2,4% promedio de los países de la OCDE. En ese contexto, como industria queremos que ese indicador cambie al 2020 a 1,5% del PIB. En ese mismo sentido, no pueden ser solo políticas de gobierno, sino de Estado las que desarrollen la ciencia, la innovación y la tecnología. No podemos estar más de acuerdo con Australia en este sentido”, señaló.

En cuanto al trabajo en conjunto que realiza el DIIS con la industria para el desarrollo de la innovación, Jaime Soto se mostró de acuerdo, aunque advirtió que las empresas en Chile deberían tener mayor iniciativa en este materia. “Hoy dos tercios de la innovación la hacen los públicos y un tercio los privados, en cambio en los países desarrollados es totalmente al revés. Hoy existe una política de financiamiento al I+D+I del 35% de lo que se considera innovación bajo el manual de Frascati en Corfo. Esto es un tema que las empresas que tributan pueden tener en cuenta dentro de sus líneas de negocios. Considerando la innovación como un proceso importante y disruptivo dentro de su organización”, comentó.

La incorporación de académicos en jornadas de trabajo también es una característica valorada por el presidente de Acti, quien además propuso la innovación como un requisito para la acreditación. “Todo lo que permita la relación de universidad-empresa es un tema que valoramos de lo que se realiza en Australia, porque lo hemos propiciado por mucho tiempo. Esto porque en el fondo la investigación básica es buena para el país, pero no es la única. Tenemos la investigación aplicada donde un empresario y un profesor pueden hacer un StartUp, pueden crear productos y patentarlos o desarrollar toda una estrategia. La universidad es un espacio donde se puede desarrollar el emprendimiento, y productos como algo más que su desarrollo profesional y publicaciones ISI para tener un puntaje más de acreditación como universidad. Hay un puntaje igual para que esa universidad participe en esta relación tan importante que es entre empresa y universidad”, señaló.

Por último, en relación a la implementación de un sistema de gestión pública basado en el Internet de las Cosas, manifestó su acuerdo con el sentido innovador de este proyecto, ya que se sitúa dentro de una tendencia desarrollada a nivel mundial. “En la actualidad, los procesos de innovación están asociados a la sustentabilidad del desarrollo. En ese contexto cuando hablamos de una de estas disrupciones como el Internet de las Cosas, o como también la robótica, soluciones cloudy, big data, etc. Las nuevas tecnologías hoy están construyendo nuevos escenarios en línea. En ese sentido el Internet de las Cosas tiene una vinculación directa con la gestión, pero con el desarrollo de las smart cities, donde tenemos soluciones de movilidad, de tráfico, movilización y otras cosas”, comentó.

Sobre este mismo punto, Soto explicó que el Internet de las Cosas y las nuevas tecnologías sirven para administrar todos los recursos que un Estado puede necesitar. “Cuando hablamos de innovación y tendencias tecnológicas, estamos vislumbrando cómo administrar lo intangible, como son los talentos y cómo gestionar el conocimiento. Cada una de ellas por separada es un mundo, pero una mirada global de ellas va a depender de los tipos de tecnologías que desarrollemos, pero más aún de nuestra estrategia del país, la que en definitiva debe orientarse a lograr un mejor bienestar para los ciudadanos”.


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