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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Nueva Zelandia y la difícil tarea de soterrar sus cables eléctricos

20 julio 2017

Si bien gran parte de la canalización eléctrica sigue distribuyéndose en la superficie mediante torres de altura, ciudades como Auckland han comenzado a enterrar las líneas eléctricas en algunas zonas con el fin de evitar accidentes y brindarle mayor seguridad a sus ciudadanos.

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La Regulación de Electricidad Segura, promulgada el año 2012, establece criterios para que la infraestructura eléctrica del país no sea riesgosa para los ciudadanos. De tal manera, la normativa sugiere la posibilidad de soterrar los cables y evitar las subestaciones en pueblos pequeños por el peligro que reviste para sus ciudadanos. Aunque reconoce que el alto costo de esta medida hace imposible que se realice en los 400 kilómetros de líneas urbanas, propone que se comience a aplicar en los nuevos emplazamientos habitacionales. Más detalles de esta iniciativa, en la siguiente nota.

Regulación para emplazar la canalización eléctrica

Los cables que se alzan sobre las calles son importantes para la vida en las ciudades, son los encargados de distribuir energía a los hogares desde las centrales eléctricas, sin embargo, ese servicio que se realiza de manera directa si no se mantiene correctamente puede ocasionar serios daños, incluso la muerte a quienes toquen accidentalmente o tengan contacto con los conductores. Por este motivo las líneas que salen desde el tendido eléctrico a las casas o edificios deben estar cubiertas con material aislante con el fin de que se mantengan en una condición segura. De igual manera, aunque no se manipulen los cables, si estos llegaran a resultar dañados por condiciones climáticas o accidentes, se producen explosiones y extensos cortes de luz que alteran el suministro.

Algo similar ocurre con los accidentes ocurridos por la caída de árboles, ya que muchas veces las ramas tienen contacto con las líneas eléctricas. Esto produce riesgos de consideración, tanto a los hogares por los cortes y constantes bajas de voltaje, pero también a las personas, ya que al electrificar los árboles podrían quemar a quien los toque. Según la Regulación de Electricidad y Daños para los Árboles, publicada en 2003 por el Parlamento de Nueva Zelandia, las autoridades locales deben mantener los árboles despejados de los cables, pero también los distribuidores de electricidad deben avisar a la autoridad cuando exista peligro de que un árbol se caiga sobre el tendido.

Independientemente de esta normativa, el país oceánico desde el año 2012 cuenta con la Regulación de Electricidad Segura que promueve la salud y seguridad de la ciudadanía frente a las instalaciones. Este cuerpo legal no solo establece normas para el despliegue seguro de la infraestructura eléctrica, sino que también sugiere la construcción de redes subterráneas que permita soterrar cables que puedan significar un riesgo latente para la población.

Ventajas y cuidados de los cables subterráneos

El sistema de producción eléctrica en Nueva Zelandia se concentra principalmente en la Isla Sur, desde donde se traslada hacia la Isla Norte a través de líneas de alta tensión y subestaciones que alimentan de energía a ciudades pequeñas, sin embargo, en la medida que las ciudades crecen, la Regulación de Electricidad Segura plantea que la transmisión eléctrica sea subterránea. Según un informe publicado en 2013 por Transpower, la empresa estatal de electricidad, la acción de ocultar las líneas eléctricas bajo tierra se ha podido realizar de manera parcial aunque progresiva cuando el crecimiento de las ciudades ha sido planificado, no obstante, reconoce que en muchos casos esto no ha sucedido en el corto plazo porque el costo ha sido alto.

La instalación de cables subterráneos tiene un costo de 5 millones de dólares neozelandeses, algo así como 2 mil millones de pesos, sin embargo la necesidad de abarcar los 400 kilómetros de líneas urbanas son explicadas por la regulación a través de dos razones importantes, el aislamiento y el calor. La aislación de las líneas de transmisión cumple con la función de evitar cortes o que tomen contacto con la tierra y electrocuten a personas. Por su parte el calor, debido a que la propia transmisión eléctrica genera altas temperaturas, si los cables se encuentran ocultos del sol y son fabricados de un material que no se sobrecaliente como el cobre pueden evitar recargas.

El documento señala que por lo general los conductores de altura contienen aluminio, y por las inclemencias del tiempo quedan expuestos. No obstante, cuando las líneas de transmisión son enterradas en el suelo, se recubren con un material aislante grueso. A estas ventajas se suma que los cables subterráneos no necesitan torres de transmisión o sistemas especiales de hardware y la mantención de los equipos es menor a la de los cables aéreos, ya que sufren menos daños.

No obstante, en agosto de 2005 se firmó un acuerdo entre Transpower y la empresa Highbrook Development Limited con el fin de soterrar y realinear vías eléctricas existentes. Esta iniciativa logró cablear en Auckland el tramo entre Otahahu y Penrose, una zona de negocios y residencias. Esta experiencia demostró que Nueva Zelandia no tiene los recursos suficientes como para soterrar todas las áreas urbanas en el corto plazo, aunque para el alcalde de Auckland Phil Goff en una nota señaló que el beneficio a largo plazo ha sido mayor que el costo económico, principalmente por la seguridad y ahorros en mantención.

Posibilidad de soterrar cables en la realidad chilena

La nieve caída la madrugada del 15 de julio en la Región Metropolitana supuso un desafío considerable para las empresas de electricidad, ya que una gran cantidad de ramas en árboles se cayeron sobre las líneas eléctricas, lo que produjo masivos cortes de luz, principalmente en la zona oriente de Santiago. Según informó la compañía Enel, 202 mil clientes quedaron sin suministro eléctrico en La Florida, Peñalolén, La Reina, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, Providencia y Ñuñoa. El problema se presentó cuando a cuatro días del acontecimiento más de cinco mil personas seguían sin servicio.

Esta situación llevó a que se reabríera la discusión acerca de la necesidad de soterrar los cables eléctricos con el fin de evitar cortes en situaciones climáticas o accidentes. Para Roberto Hanley, ingeniero electricista de Green Consult, las líneas eléctricas subterráneas tienen ventajas y desventajas que deben ser evaluadas según la realidad de cada caso. “Visualmente es mejor para las ciudades y lo más importante es que no tiene interferencia de los árboles o caídas de los postes, por lo que el costo del mantenimiento es menor. Desde el punto de vista de la calidad de la transmisión, las líneas bajo tierra no son distintas de los cables aéreos, por lo que en ese sentido no se apreciaría mayor diferencia”, señaló.

En cuanto a las desventajas del entramado subterráneo, el ingeniero se mostró de acuerdo con el caso neozelandés, ya que el costo de soterrar los cables sería muy alto. “Los costos son altos y no aseguran que la gente no se cuelgue del sistema, ya que es más fácil cavar que subirse a los postes a enlazarse. Pero también sucede que ante la eventualidad de un desperfecto, la reparación y el mantenimiento de las líneas aéreas es inmediato, porque los cables subterráneos además son de una aleación de cobre y acero que los hace más gruesos y para evitar que se calienten tienen factores especiales de corrección. Por esto es que la reparación podría ser algo complicada”, agregó.

Sobre el problema que se generó con el suministro eléctrico en la Región Metropolitana, reconoció que los cables en altura son parte del problema, pero que también fueron otros factores los que se sumaron. “El mantenimiento de los árboles, pero también los cables se descuidaron, entonces si no se produce la capacidad de sostener las líneas de electricidad en buen estado, es probable que eventos de este tipo vuelvan a suceder por más cálculos ambientales que se hagan”, puntualizó.


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