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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Corea protege sus bosques a través del desarrollo de sus comunidades

26 septiembre 2017

El cuidado de su superficie forestal se realiza a través de la transformación socioeconómica de las aldeas, donde se capacita a los agricultores para que además de producir con métodos más eficientes, siembren árboles nativos en cuencas y montañas.

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La gestión sostenible de los bosques es el objetivo 15 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. En este propósito, Corea del Sur es destacado por la FAO y el Banco Asiático de Desarrollo (ADB) como un caso exitoso en la protección de sus especies nativas, pues a través de la capacitación de sus pequeños agricultores ha logrado la recuperación de extensas zonas explotadas por siglos para la generación de combustible. Una revisión de esta experiencia y la forma cómo se protegen los bosques en la realidad chilena, a continuación.

Acciones para evitar la desaparición de las especies nativas

El informe El Estado de los Bosques del Mundo, publicado en 2016 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), analizó ampliamente la forma cómo sus países miembros han llevado a cabo acciones para la protección de los bosques nativos, principalmente en su relación con la agricultura, ya que esta actividad en la mayoría de los casos, no le ha jugado a favor a los ecosistemas. Dentro de este estudio, Corea del Sur resalta como uno de los países ejemplares en el cuidado de sus recursos forestales.

¿Qué medidas ha tomado el gobierno coreano para ser reconocido como uno de los países con mayores avances en la protección de los bosques? Se trata de un programa intensivo de rehabilitación que se centró inicialmente en los bosques situados en cuencas hidrográficas y zonas montañosas, pues los árboles no solo forman parte importante de la purificación de las aguas, sino también evita la erosión del suelo, lo que previene desastres naturales como el deslizamiento de tierras por causa de la lluvia.

Al igual que nuestro país, durante gran parte del siglo XX, Corea utilizó la madera para combustibles y la quema para realizar prácticas agrícolas. La extracción excesiva causó una grave deforestación que no solo intensificó los efectos de las sequías, sino que también generó inundaciones en tiempos de lluvia, lo que redundó en una pérdida de la capacidad agrícola y su consecuente amenaza a la seguridad alimentaria del país.

Por este motivo, el gobierno de Park Chung-Hee durante la década del sesenta presentó un programa de rehabilitación de bosques, cuyo propósito fue la recuperación del 50 por ciento de las capa forestal perdida. Para ello, se estableció que las extensiones se multiplicaran por 14 para 2010, es decir, de 58 millones de metros cúbicos a 800. Para ello, el gobierno impulsó el Saemaul Undong, o Nuevo Movimiento Comunitario, orientado a introducir competencias para la actividad agrícola y nuevas actitudes para el cuidado de los bosques.

Trabajo comunitario para satisfacer necesidades alimentarias y asegurar el bosque nativo

La deforestación lleva a la erosión, y esta a su vez produce sequías e inundaciones que afectan la producción agrícola. Por tal motivo, acabar con ese círculo vicioso fue la medida principal del Saemaul Undong. A través de proyectos de capacitación en aldeas, se les enseñó a los pequeños agricultores a crear viveros en áreas clave y plantaciones destinadas al control de la erosión, pero además cultivos en áreas restringidas que tuvieran como fin la obtención de combustible.

Estos proyectos no solo lograron que poco a poco se comenzara a resolver el problema de la erosión, sino también la creación de nuevos puestos de trabajo que permitieron la revitalización de la economía rural en el país asiático. Los tres principios básicos que guiaron el espíritu de Saemaul fueron diligencia, autoayuda y cooperación, principios que se desarrollaron en tres etapas: creación de infraestructura básica, desarrollo y difusión.

  • Etapa 1: llevada a cabo en la década del sesenta, mejoró la infraestructura de producción a través de mejoras en el uso de agua y se introdujo arroz de alto rendimiento con el fin de aumentar la producción con menos cantidad de recursos.
  • Etapa 2: Se modernizaron las viviendas rurales con nuevos materiales de construcción y se reemplazaron fuentes de energía para evitar el uso de madera.
  • Etapa 3: Construcción de capital social a través de redes comunitarias en foros, juntas generales y pabellones Saemaul. Durante las décadas del setenta y ochenta se construyeron 37 mil salas comunitarias, una en cada pueblo.

Según un estudio de evaluación del nuevo movimiento comunitario, realizado por el Asian Development Bank, los beneficios de esta política, más que sus logros tangibles, radican en el cambio de mentalidad de las personas que participaron de esta iniciativa. “Saemaul Undong creó un sentimiento de confianza nacional mentada en un espíritu de poder que cambió la mentalidad nacional anterior de derrotismo crónico. Hoy en Corea hay una nueva esperanza, una visión compartida de largo plazo y un entusiasmo infeccioso de trabajar en la protección de bosques a un nivel comunitario”, expresa el documento.

Lecciones aprendidas

El mismo documento del Asian Development Bank sostiene que las medidas adoptadas por el gobierno pueden ser aplicables a otras realidades ambientales, sin embargo una adaptación apropiada de este modelo comunitario de gestión forestal tendría que tomar en consideración algunas lecciones aprendidas durante tal experiencia.

  1. La utilidad de los principios de diligencia, autoayuda y cooperación facilitan la educación de las comunidades en cuanto al uso de la tierra
  2. El liderazgo femenino en las aldeas rurales facilita las transformaciones
  3. Los microcréditos pueden proporcionar a las comunidades de bajos ingresos, recursos que aplicados en inversiones, a la larga aumentan los ingresos de los hogares rurales
  4. Valores tradicionales y cultura local del cuidado medioambiental pueden ser útiles para llevar a cabo los cambios socioeconómicos

Tales lecciones y la necesidad de estructurar un plan de desarrollo a largo plazo que contemple un set de proyectos y programas orientados a la protección de los bosques, llevaron al logro de resultados positivos, que hoy son reconocidos por la FAO.

Protección de bosques en la realidad chilena

Si bien la FAO en su informe destacó las iniciativas emprendidas en nuestro país para la preservación de las especies nativas, las medidas adoptadas son recientes en comparación con la experiencia de más de 50 años de Corea del Sur. Una amplia explicación de cómo se han impulsado medidas para tener avances concretos en la conservación de los bosques realizó Nelson Moncada Barbé, ingeniero forestal y jefe del Departamento de Desarrollo y Fomento Forestal, Conaf Magallanes.

En su opinión, la preservación y manejo sustentable se puede realizar a través de la Ley de Bosque Nativo que es administrada por la Conaf. “A nivel país ha desarrollado desde el 2009 en adelante un programa de extensión forestal donde contrata ingenieros forestales con el fin de que asesoren a los propietarios de bosque nativo para que presenten planes de manejo y después los puedan ejecutar y cobrar la bonificación que establece la ley. Paralelo a ello, también la Conaf ha fortalecido las actividades de fiscalización forestal, es decir, que los que están cortando el bosque, incluso sin bonificación forestal lo hagan de manera correcta. En tal sentido, se ha trabajado con propietarios en capacitaciones, en cómo hacer visitas a terreno tempranas y no llegar cuando el corte está realizado”, señaló.

En cuanto a la relación entre conservación del bosque y actividades agrícolas, Nelson Moncada es enfático en señala que la ley es clara en este sentido, pues no se pueden realizar cultivos en territorios donde hay bosques nativos. “Si llegara a haber, la ley faculta a la Conaf para que no se pueda realizar ninguna actividad que vaya en desmedro del bosque nativo. Por ejemplo, la sustitución que tanta controversia ha generado. Con la ley del bosque nativo no es posible. Que haya un bosque que alguien quiera poner una plantación de frutales no es factible hoy y desde luego ahí Conaf se coordina con las entidades y servicios que tienen ver con las actividades agrícolas como el SAG”, agregó.

En relación al manejo sostenible de las especies nativas, el jefe de Conaf valoró las iniciativas de su organismo para bonificar a aquellos propietarios que realicen buenas prácticas en el cuidado de los árboles, sin embargo cree que falta por avanzar en este aspecto. “Tratamos de entregar información a la ciudadanía a través de charlas, transmitimos que los bosques no solamente entregan madera, sino que brindan protección a las cuencas para que el agua potable llegue más cristalina, o que se conserve el agua y no tengamos sequías en verano. Esas son las informaciones que brindamos a la comunidad para que valoren la existencia del bosque y no seamos nosotros los únicos que lo hagamos, sin embargo, todavía tenemos mucho trecho por recorrer. La ley de bosque nativo y las actividades de bonificación, siguen un proceso de ampliación, porque el objetivo es que el propietario intervenga el bosque con esta ayuda estatal y que desde luego lo haga bien, a modo que el bosque se pueda regenerar y brindar los servicios ecosistémicos que tiene por esencia” agregó.

Sobre la relación entre la Conaf y las comunidades, Moncada se refirió a la estrategia nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales. “A través de esa línea de trabajo la Conaf está trabajando con las comunidades, tanto indígenas como agrícolas, rurales y urbanas para que el cambio climático sea un concepto que la gente asuma y que los bosques son un elemento esencial para adaptarse o mitigar sus consecuencias. Entonces también hay otras líneas de trabajo y esos son los desafíos que tiene la Conaf, de que la comunidad sea un aliado en esta defensa de los bosques y no solamente sea el Estado de Chile. Hay comunidades organizadas como también ONG, pero nosotros vamos directamente al ciudadano. El bosque se tiene que proteger no solo con no cortarlo, sino también respetarlo. El bosque no es solamente madera, es un ecosistema que hay que resguardar, por ejemplo la parte generacional y también animal”, sentenció.

Protección de los bosques nativos desde la alianza público-privada

Precisamente, en el ámbito de las organizaciones no gubernamentales, Reforestemos Patagonia es una de las instituciones que se dedica exclusivamente a plantar especies nativas, tanto en el sur de nuestro país como en la zona central. Suzanne Wylie es la directora ejecutiva de este organismo que define como una alianza público-privada. “Cuando partimos como proyecto lo hicimos como una campaña para generar aportes al gobierno y a la ciudadanía, en el contexto del incendio forestal en Torres del Paine, en diciembre de 2011. En ese momento nos dimos cuenta de la importancia de la reforestación nativa, porque Chile es un país muy nuevo en esto. Durante décadas hemos plantado especies productivas que no tienen un impacto beneficioso en el medioambiente”, comentó.

De esta manera, Reforestemos Patagonia trabaja mediante una plataforma web que permite a empresas y personas comprar su propio árbol nativo. “Lo que hemos hecho desde el principio, más allá de pedir colaboración, es transformarlo en un producto completo, en un bien específico que tiene que ver con el sentido de pertenencia de comprar tu propio árbol en la Patagonia o en la zona centro sur. Hemos sido exigentes en tener estudios de monitoreo para ver cómo han crecido las plantas y generar proyectos de replantes y cambios de área, todas son cosas que hemos aprendido en el camino y eso es positivo porque para una fundación sin fines de lucro en un tema tan nuevo como la conservación de bosques nativos, ha sido bueno tener una hoja de ruta lo más real posible”, añadió.

Sobre a los obstáculos que ha tenido dicha institución para impulsar la protección de los bosques nativos, Wylie comentó que en relación a los recursos han tenido dificultades, pues los temas medioambientales no están incluidos en la ley de donaciones. “Hay empresas que tienen un gran espíritu colaborativo, pero hay otras que cuando piensan en donaciones, piensan en beneficios tributarios y nosotros en ese sentido tenemos todo por hacer porque no estamos en la ley de donaciones, eso es algo que a nivel público sería importante de activar”, sostuvo.

Por último, se refirió a las políticas que podrían aportar al manejo sustentable de nuestras especies. “Es relevante buscar maneras de activar nuevas políticas forestales. Actualmente en Chile tenemos mucho por hacer en cuanto a los lineamientos que se les dan a las empresas forestales, porque son potencias económicas que dentro de sus especies productivas deberían tener más espacios para las especies nativas y que se piense en un concepto de bosque más heterogéneo, no solo de monocultivo”, concluyó.


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