Boletín de Novedades Bibliográficas

Nº 28 | Marzo 2025

  • Alto contraste


Reseña y análisis del libro La vegetariana de Han Kang

Reseña

‘La vegetariana'' no es una novela sobre el vegetarianismo —del que los personajes parecen saber muy poco— es una novela sobre la incomprensión, la incomunicación, la imposibilidad de cambiar nada en una sociedad de dominación y orden masculino. Una sociedad en la que a la mujer sólo le queda que obedecer, ser abandonada o…. no comer para dejarse morir.

Han Kang reflexiona sobre la posición de las mujeres y su engranaje en una familia en la que no hay ausencia de modernidad. Tenemos incluso a una mujer que gana dinero y mantiene al marido, un artista liberal… Y, sin embargo, se mantiene la idea de que el cuerpo de las mujeres es para los hombres: lo que ellos necesiten, lo que ellos deseen. Manutención, cuidados, sexo. La mente femenina no es que no les importe, es que les parece una total desobediencia verla asomar siquiera.

La foto de familia del libro es la de un hábitat que ha perdido su esencia y su conexión con la naturaleza. Esa que busca Yeonghye pero, ¿cómo? No es una exploradora de salidas, no es una guerrera enfrentada a su sino. Es más bien una mujer que se abandona. Porque sueña, dice. O más bien tiene pesadillas.
Ejecuta su decisión de alcanzar otro estado a través de una rebeldía pasiva que, por supuesto, nadie entiende ni hace esfuerzo por entender.

Como el Meursault de Camus impasible ante la muerte de la madre, el marido de Yeonghye sólo se conmueve por lo que le sucede a él. Solo que aquí la extranjera es ella. La que comienza a sentir que no pertenece a este mundo, ni tiene interés en él, es ella. Aunque, como lectores, no podemos conocer su voz salvo por los breves diálogos y lo que nos cuentan su marido primero, su cuñado después y su hermana en la tercera parte. Es esta última la única que hará un esfuerzo para entenderla. Es la única parte en la que adivinamos destellos de reflexión. Es la parte más lenta. Las de los dos narradores masculinos son torrenciales y como hemos dicho, carentes de empatía.

Desde estas voces tan faltas de compasión, Han Kang construye un relato altamente poético y humano. Quizá ahí estriba uno de sus grandes méritos literarios: llegar a la profundidad del ser humano desde esa incomunicación, desde la soledad individual. Por eso quizá su relato es tan desgarrador.

Con todas estas piezas, nos enfrentamos a un texto frenético, en el que nos vamos a topar con secuencias altamente cinematográficas y una trama sumamente adictiva. También cargada de sensualidad en su parte central. Las dos primeras partes, las de ellos, rebosan de poder y deseo. Contadas, sobre todo en el primer capítulo desde un costumbrismo desgarrador.

El poder del padre, el del marido y el deseo de los hombres sobre el cuerpo de Yeonghye, que se materializa sin consentimiento cuando es necesario. O se vicia. Pero total, a ellos les da igual. Sólo les preocupa, o más bien les ocupa, su cuerpo como objeto. Tanto que a su marido, que de algún modo llega a creer que vive con un fantasma, ella no le da miedo. Pero ay, que le fastidia la vida. 

De hecho, lo primero que se pregunta cuando ella decide ser vegetariana es ¿cómo voy a vivir yo sin comer carne? Total, sólo la tiene para eso: para que le lave y le planche la ropa, le mantenga la casa limpia, ordenada y abastecida: es decir, la mesa puesta. Y quizá es ahí donde no nos sorprenda tanto que ella quiera desprenderse de esa vida robot. ¿Y cómo no va a ser normal que nuestra Yeonghye quiera dejar de ser máquina para ser naturaleza?

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