La historia de nuestro país durante el siglo XIX en relación al tema limítrofe ha estado marcada por la intención de circunscribir el territorio nacional entre la cordillera de los Andes, el océano Pacífico, el desierto de Atacama y el cabo de Hornos. Así lo señala la Constitución de 1822, en su artículo 3°, que señaló que nuestro territorio conoce como límites naturales: al norte el despoblado de Atacama, al sur el cabo de Hornos, al oriente la cordillera y al poniente el océano. Esto fue confirmado en las Constituciones de 1823, 1828 y 1833. Nada se dijo sobre la banda trasandina del territorio nacional olvidando la soberanía chilena sobre la Patagonia y la parte occidental de Tierra del Fuego. A ello se sumó la creencia que la Patagonia era una estepa estéril y que Tierra de Fuego una región inhabitable, conforme a lo divulgado por el naturalista inglés Charles Darwin, al que se sumó con entusiasmo el historiador, pedagogo y diplomático Diego Barros Arana. El texto se basa en los capítulos referidos al tema que el autor insertó en su “Historia de Chile desde la prehistoria hasta 1891.