Se dan a conocer algunos argumentos en contra de la pena de muerte. Se destaca primero que ella atenta contra la dignidad del ser humano; segundo, porque del punto de vista criminológico y sobre la base de las funciones que se asignan a la pena, no cumple ninguna de éstas; tercero porque la autoridad cuando ejecuta la pena de muerte en el fondo se limita a repetir el delito por el cual se supone que llevó al cadalso a ese sujeto. Criminológicamente e histórico-culturalmente, es la prueba más evidente que la pena de muerte que fue prodigada generosamente en otros tiempos jamás hizo desaparecer una tasa delictiva. Se señala que la sociedad y la autoridad cuando ejecuta una pena de muerte no da un buen ejemplo, al contrario, cae en lo mismo que el quiere reprimir.