Desde una perspectiva cristiana, el autor reflexiona sobre la realidad actual de América Latina y, en general, del mundo en que vivimos a inicios del siglo XXI. El fenómeno de la globalización nos aboca a nuevos problemas de orden político y económico, porque pone en jaque a la soberanía de las naciones y el poder de sus gobiernos para adoptar las decisiones que reclame el bien común de sus países. En relaciones entre poderosos y débiles, la mera libertad deja a estos últimos a merced de los primeros, no conduce a la justicia ni salvaguarda el bien común. Y esa es, precisamente, la misión del Estado, y su razón de ser: asegurar la justicia y procurar el bien común.