El presente trabajo aborda cómo la democracia se ha transformado, en el Derecho Internacional, en una garantía indispensable para la protección de los derechos fundamentales. La relación entre ambos elementos no es meramente contingente sino, por el contrario, se trata de un vínculo necesario; por ello la democracia en el Sistema Internacional ha dejado de ser una simple directriz promocional para transformarse, cada vez más, en un principio vinculante.