Esta antología muestra la prodigiosa capacidad que tiene Parra de reinventarse. Es un poeta experimental en un sentido muy peculiar. Esperimenta con la palabra como experimentaría el científico que también es, convirtiendo su obra en un permanente campo de pruebas, modificándola de vez en vez para analizar las consecuencias, alterando los presupuestos y los puntos de vista, no por simple capricho de poeta sino por ese urgente afán de comunicación que lo ha guiado desde sus inicios. Porque la poesía de Parra no obra en el vacío: su razón de ser es, y ha sido siempre, el lector.