Entre el 4 de julio de 1811, fecha de instalación del primer Congreso Nacional, y el 28 de enero de 1823, día de la renuncia de Bernardo O’Higgins al cargo de Director Supremo, se abre una segunda etapa de desarrollo de los partidos políticos en Chile.

En esta etapa, si bien está fracturada históricamente por la Reconquista española (1814-1817), se consolida el proceso de Independencia, y por tanto se abrió levemente una política moderna y republicana, lo cual derivó en la aparición de diversos bandos o movimientos políticos, casi todos vinculados a caudillos militares.

Estos surgieron fundamentalmente desde el primer Congreso Nacional, que se había conformado con diputados propietarios y suplentes, electos por intermedio de los cabildos provinciales.

Inmediatamente conformado el Congreso, se comenzaron a visibilizar diferentes tendencias o facciones polarizadas, pugna que se vio agudizada por la lucha por la emancipación, ocurrida al mismo tiempo en que se organizaba el nuevo Estado republicano.

En la medida que el proceso emancipador fue avanzando sostenidamente hacia la separación total de la metrópoli, el grupo Patriota fue ocupando la hegemonía política entre las diversas tendencias.

Así mismo, la agudización del conflicto armado impulsó a figuras o caudillos militares hacia un lugar de preeminencia en la escena pública. En esas circunstancias, el 4 de septiembre de 1811, José Miguel Carrera, uno de los principales caudillos militares, encabezó un golpe de estado y, posteriormente, el día 2 de noviembre de 1811 procedió a disolver el Congreso Nacional.

Debido al contexto de lucha militar, las anteriores facciones o grupos políticos se alinearon en favor de estos caudillos militares en un contexto de agudización del conflicto bélico. Tal fue el caso de los O´Higginistas y Carreristas, quienes durante estos años monopolizaron y polarizaron a la opinión pública. No obstante ello, estos grupos no sobrevivieron más allá de sus líderes y de la coyuntura bélica del proceso emancipador y sus posturas fueron desapareciendo progresivamente, sin alcanzar el status de partido político.