Partidos, movimientos y coaliciones

Partido Liberal Democrático



Partido Liberal Democrático o Balmacedista
Fecha de fundación 5 de Noviembre de 1893
Listado histórico
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Partido Liberal Democrático (PLD). Partido político fundado el 5 de noviembre de 1893 en una convención realizada en la ciudad de Talca. El PLD agrupó a todos los seguidores del presidente José Manuel Balmaceda, quienes luego de los sucesos de la guerra civil de 1891 se vieron totalmente aislados.

El partido fue considerado como el heredero del pensamiento político Balmacedista, que propugnaba la defensa del régimen de gobierno presidencialista, en tanto que lo consideraban como el ideal republicano. Vigente hasta la década de los treinta, el PLD se disolvió cuando se unió al Partido Liberal Unido.

Contenido
Historia
Orígenes

Luego de los sucesos de 1891, y la derrota militar en manos del bando congresista, el Balmacedismo reapareció en la escena política nacional a partir de 1893. Su reinserción en la política nacional fue bastante rápida [1], tal como señala Alejandro San Francisco, para finales de ese mismo año comenzaron a rearticular sus fuerzas, claro ejemplo de ello fue la circulación del periódico El Progreso en la ciudad de Talca, herramienta que permitió la propagación de las ideas de los balmacedistas caídos en Concón y Placilla. La tarea de reorganizar a los balmacedistas, a pesar de ser casi inmediata, no estuvo exenta de complejidades, tal como Leopoldo Castedo reconoce, “no fue fácil la tarea de reorganizar las perseguidas y desmoralizadas fuerzas balmacedistas”[2] . El renacer del balmacedismo transcurrió en un en un contexto duro, pues muchos de los líderes del gobierno y seguidores de Balmaceda debieron partir al exilio, otros debieron enfrentar fuertes acusaciones por parte del Congreso, la destitución de sus cargos, y otros simplemente habían fallecido en la contienda.

Además de esto, los seguidores de Balmaceda enfrentaron difíciles momentos tras la guerra, marcados por violentas persecuciones, que comenzaron con los saqueos producidos en la capital y en otras ciudades del país el 29 de agosto de 1891; “se estima que fueron saqueadas más de 150 casas, aunque más de 400 sufrieron algún tipo de ataque. Las turbas no atacaron al azar, sino se dirigieron exclusivamente contra las propiedades de los balmacedistas, a través de listas previamente confeccionadas” [3].

Durante la Gran Convención del 5 de noviembre de 1893, que tuvo lugar en Talca, y donde oficialmente nació el partido liberal democrático, Adolfo Valderrama, presidente del partido aquel entonces, aprovechó la instancia de la convención y denunció firmemente las persecuciones sufridas por los balmacedistas luego de las batallas de Concón y Placilla, señalando:

Echados a la calle todos los empleados civiles y militares, muchos de los cuales quedaron en la más espantosa miseria…nuestros amigos fueron arrojados… por odios y persecuciones, de que no hay ejemplo en la historia de las revoluciones”. Agregó además: “…el saqueo del 29 de agosto de 1891, en Santiago, fue el atentado más horroroso que registran los anales de la insensatez humana[4].

Más allá de los difíciles momentos vividos, la mayoría de los balmacedistas optó por continuar, en la medida de lo posible con el partido, y con la “tarea y programa que había llevado a la tumba a su líder natural” [5]. La reagrupación y conformación del partido liberal democrático, contó con varias fases e hitos que fueron preparando el camino a la reinserción pública de los vencidos. En primer lugar, fue de vital importancia la aparición, desde fines de 1891, de una prensa balmacedista, surgida en medio de la adversidad y a pesar de las dificultades derivadas de la derrota militar y la ausencia de muchos de sus líderes clásicos, algunos fallecidos y otros en el exilio.

La primera manifestación de esta prensa balmacedista, fue el periódico El progreso, que nació en Talca, al que le siguieron La democracia, y La república [6]. Más tarde, apareció La nueva república, el cual se transformaría con el tiempo en el órgano oficial de difusión para la crítica hacia el régimen imperante, y para el anhelo de los ideales de presidencialismo. A través de estos periódicos comenzaron a circular las ideas, opiniones y críticas al sistema parlamentario, además de los anhelos de reagrupar a los balmacedistas en un partido político.

Prueba de ello fue la circulación en Santiago de un Cuestionario Político, en 1892. En dicho documento expusieron sus ideas respecto del contexto político del país, y de sus anhelos de reagrupar sus fuerzas, exponiendo:

El desacuerdo que se produjo en el seno del partido liberal i que, aún ántes de estallar la revolucion, lo fraccionó en agrupaciones antagónicas en ideas i propósitos, nos coloca en la imprescindible necesidad de definir nuestras aspiraciones, formulando el programa que haya de servirnos de norte i bandera[7].

Destacan de este primer documento, algunos aspectos que luego formaran parte del programa político oficial del partido redactado en noviembre de 1893, entre ellos se encuentran los siguientes puntos:

-"Queremos sí amplio respeto al derecho de todos, i mui principalemente a aquel sobre el cual descansa la constitucion del gobierno: el derecho a sufrajio.
-La jeneración correcta de todos los poderes del Estado, dando al pueblo, que es el soberano, la intervencion que le corresponde en su formacion.
-La perfecta responsabilidad de todos los funcionarios públicos, a fin de hacerla efectiva en cualquier momento sin escusas que la atenúen o la hagan ilusoria.

-La separación de los poderes públicos entre si, i las incompatibilidades que aseguren la independencia de sus miembros i el concurso de un mayor número de ciudadanos al gobierno de la República.
-Nuestra Constitución deberia ser reformada en el sentido de dar espedita sancion a estas i a fin de confirmar el sistema representativo, por cuyo triunfo hemos luchado i a cuyo establecimiento definitivo debemos propender”.

-“El mejoramiento en la condicion del pueblo debe ser el mas grande de nuestros anhelos, propendiendo a independizarlo de la ignorancia, por medio de la instrucción primaria obligatoria, el aprendizaje de un arte u oficio i la enseñanza de sus deberes cívicos; protejiendo la industria nacional con el apoyo decidido de la existente, i la implantación de cuantas puedan arraigarse en el país; i respetando sus derechos civiles i políticos, mediante la sancion fácil i espedita de ellos".[8]

En segundo lugar, la reagrupación del balmacedismo fue posible también, gracias a una serie de reuniones privadas que comenzaron a darse en círculos cercanos al fallecido presidente y que concitaron apoyo popular y espontáneo. Este tema de las reuniones resulta interesante, pues como se señalo antes es un segundo elemento que antecede a la conformación oficial del partido. En relación a esto, Castedo señala que: “el renacimiento balmacedista se incubó en el modestísimo bufete-habitación de Emilio Bello Codesio (yerno del fallecido presidente Balmaceda), en Valparaíso, a la sazón de un joven abogado”[9] .

…el bufete se llenaba de gente, no de clientes o personas que recurrieran a mis servicios como abogados, pero sí de amigos, de correligionarios… de personas que habían perdido, como yo, su situación y no sabían qué camino tomar. La concurrencia era cada vez más numerosa y el bufete comenzaba a convertirse derechamente en una secretaría política… Se abrió un registro… formándose comisiones que hacían activa propaganda reivindicacionista…Se formaba directorios del partido acá y allá, se organizan nuevas secretarías y el intercambio de comunicaciones nos daba una ardua tares…[10].

Una tercera forma de unificación de los balmacedistas, fue la defensa que presentaron en tribunales frente a las acusaciones que se les imputaban. Los balmacedistas fueron duramente perseguidos y acusados, “el caso emblemático fue la acusación al Ministro Vicuña, por el simbolismo político que entrañaba, pero también por que fue un incidente sistemáticamente excluido de las leyes de amnistía que se dictaron en 1891 y 1893(sólo la amnistía general de 1894 término con dicho proceso” [11]. Desde que cesó la lucha, los vencedores la guerra civil estimaron como necesario enjuiciar a los balmacedistas, y a sus figuras políticas de mayor relevancia pública, es así como “el 16 de diciembre de 1891, la Cámara de Diputados envió un oficio al Senado, el que fue recibido en informado el día 18 de diciembre del mismo año en la Cámara alta” [12]. Posteriormente y “en virtud de las resoluciones adoptadas en sesiones del 10 i 12 de agosto i 23 de septiembre de 1892, por las cuales el Honorable Senado se declaró competente y fijó días para conocer de la acusación entablada en año de 1891” [13].

De esta forma el Senado tomo conocimiento de la causa, y nombró una comisión encargada de oír los argumentos de las partes involucradas; así se declaró que:

el Senado, (…), se limitará a declarar si es o no culpable por el Senado, será juzgado con arregló a las leyes por el tribunal ordinario competente, tanto para la aplicación de la pena señalada al delito cometido, cuanto para hacer efectiva la responsabilidad civil por los daños i perjuicios causados al Estado o a particulares[14].

Esta acusación provocó una gran defensa por parte de toda aquella resistencia política organizada en torno al incipiente partido liberal democrático. Fue así como Pedro Pablo Figueroa, político y partidario de Balmaceda, escribía en agosto de 1892, una columna de opinión en el periódico La República, en la que señaló que:

La sola apelación a la lei natural, en el pesquisamiento de supuestos delitos, establece la ausencia de criterios honrado, i de fundamentos justicieros para invocar un castigo o un fallo de condenación en los autores de tan inícuo proceso. De antemano, comprometen la parcialidad del jurado i entregan a los acusado, como victimas a sus verdugos, (…), a la vanidad i a la implacable odiosidad de sus delatores... (…), Se busca simplemente el ejercicio de una ruin i oprobiosa venganza para desgarrar reputaciones...[15].

Principios Programáticos

Respecto al ideario que subyacía en torno al partido liberal democrático se debe dejar de manifiesto, que el partido era considerado como el heredero de los ideales políticos del fallecido presidente José Manuel Balmaceda. A juicio de Rivas Vicuña, esta situación era clara, pues se consideraban herederos de su famoso testamento político, donde se creía interrumpida desde 1891 la tradición de los presidentes en Chile, que sostenían el régimen presidencialista [16].

Para Leopoldo Castedo, la declaración de principios del partido resucitaba la formula presidencial histórica; “el sistema parlamentario, en la condición de excepcional y extraña en que se ha implantado y funciona actualmente, no cabe dentro de ninguna de las formas de gobierno aceptadas por el derecho público moderno y es absolutamente incompatible con el régimen republicano consagrado en nuestra carta fundamental” [17].

En relación a su programa político, el partido –en primer término- aspiraba a conseguir algunos cargos de representación en las elecciones parlamentarios de 1894, que le permitirían luchar y llevar a las prácticas algunas de sus ideas. Así, el partido se caracterizó por abogar y pretender retomar el régimen presidencial de gobierno para nuestro país, considerando que este era el ideal republicano. Dentro de su programa se destacó el proteccionismo a la industria nacional; “el programa del partido liberal democrático, reconoció una postura nacionalista en uno de los aspectos más polémicos (y equívocos) asociados al conflicto de 1891: la industria del salitre; la protección inteligente de la industria nacional debe ser tarea preferente de nuestro gobierno y la nacionalización bien entendida de la industria del salitre se impone hoy como una necesidad primordial de nuestro bienestar económico[18].

En términos políticos, el programa del partido liberal democrático estipuló claramente la postura en cuanto al sistema de gobierno, señalando que:

Debe propenderse a la implantación del sistema representativo presidencial, que es el ideal republicano, en tanto cuanto lo permitan nuestros hábitos y condiciones peculiares: procurando la independencia mutua de las funciones ejecutivas y de las legislativas, por medio de reglas que atenúen y regularicen las relaciones o contactos de ambos poderes, para dar estabilidad y eficacia al ejercicio de uno y del otro; procurando una más amplia, inmediata y expedita responsabilidad de lo funcionarios del orden administrativo o ejecutivo ; y procurando por último, una prudente y bien combinada descentralización administrativa[19].

Este sistema era, a juicio de los liberales democráticos, el único que conseguiría asegurar la autonomía de los poderes del Estado; la estabilidad y eficacia de los ministerios, evitando así, los males asociados al régimen parlamentario. No obstante de esta postura unánime que emano de la gran convención del Partido Liberal Democrático, resulta necesario hacer notar que el partido participó dentro del sistema parlamentario como un actor más, en medio de las censuras de gabinete, de las interpelaciones y todas las ‘prácticas parlamentarias’, algo que sin duda le significó ser ampliamente criticado.

Así, el partido fue considerado muy particular, a juicio de algunos analistas del sistema parlamentario chileno, fue “el más original de los partidos políticos chilenos” [20]. Su novedad radicaría, por una parte, en su exclusividad en la defensa del sistema presidencial, y por otra parte, en su participación dentro del parlamentarismo, dejando de lado las consideraciones teóricas, alejándose de los deseos de su fundador y de lo que eran las declaraciones expresas del Partido Liberal Democrático, dotándolo de una ambivalencia que desaparecerá con los años. Para la Convención del 22 de noviembre de 1896, el Partido Liberal Democrático aprobó un nuevo programa. Éste se distinguió por la huella impuesta por los seguidores del caído Presidente Balmaceda y su testamento político. En primer lugar, abogaban por el “mantenimiento de todas las leyes y reformas destinadas a asegurar a secularizar el Estado y a asegurar en la práctica la libertad de conciencia” [21]. Buscaban bajo la reforma de nuestras instituciones eliminar el sistema parlamentario de gobierno. El programa, en relación a esto, indicaba, que el partido anhelaba:

poner término al Parlamentarismo o Gobierno del gabinete, cuyos ensayos han estimulado el desgobierno, han debilitado la responsabilidad administrativa, han perturbado el principio de autoridad, han generado la esterilidad parlamentaria, han producido la anarquía en los partidos, auguran en el porvenir serios peligros contra la libertad electoral y amenazan de cerca la estabilidad y prestigio de nuestras instituciones[22]

En definitiva, los liberales democráticos o balmacedistas pretendían el pronto regreso del sistema presidencial de gobierno, pues para ellos era el único sistema de gobierno que establecía con firmeza la responsabilidad de todos y cada uno de los funcionarios públicos, por lo mismo resultaba indispensable para el buen sistema de gobierno presidencial, -señalaban en su programa los liberales democráticos- mantener las incompatibilidades parlamentarias, y la autonomía entre el Municipio, el Parlamento, y las Provincias. Otro de los puntos en que se enfatizaba en el programa político del partido balmacedista, era en relación a la educación. Se defendía y fomentaba la instrucción primaria gratuita y obligatoria, además del fomento de la instrucción secundaria, apelaban, además, al sostenimiento del Estado docente, a través de la creación de universidades y liceos, además señalaban la importancia de ampliar la instrucción especial, más allá de los establecimientos de Artes y Oficios ya existentes. Proponían la creación de escuelas talleres para obreros y de escuelas manuales [23].

Otro tema relevante que se desprende del programa político balmacedista de 1896, es su decidida defensa de la industria. Defienden por aquel entonces, la “protección decidida, metódica y resuelta a la industria nacional, como medio más eficaz de levantar la postración económica en que se encuentra el país” [24]. Para lograr esto, proponían: fomentar la Marina Mercante, dado facilidades a los armadores del país; reformar la tarifa aduanera sobre la base de la protección a las industrias existentes o de estimular la creación de otras nuevas; denunciar los tratados comerciales y modificarlos, adaptándolos al plan de protección que se persigue [25].

Como base de todas las ideas que emanaban de su programa político, el partido liberal democrático, aspiraba a seguir reformando las leyes, para así asegurar las buenas prácticas electorales, es decir, el ejercicio de un sufragio libre e informando, tomando medidas en contra de autoridades –eclesiásticas o políticas- que quisiesen intervenir en las elecciones, todo bajo un sistema de gobierno presidencial, que permitiese conservar instituciones de avanzada y hábitos electorales más correctos.

Trayectoria Histórica

Los balmacedistas, estimaron que la forma de reinsertarse en la vida política del país, era a través de la realización de una Gran Convención de partido. Consideraban que “esta forma de asamblea tenía varias ventajas: lograría unir en una sola gran celebración a todas las huestes dispersas; permitiría una participación de las provincias, lo que impediría la concentración de las decisiones solo en Santiago o Valparaíso; y tendría las características propias de un gran acto político” [26]. De esta manera, para mediados de 1893 estaban conformados “los directorios del partido liberal democrático en las ciudades de: Santiago, La Serena, San Felipe, Limache, Curicó, Talca, Parral, Chillán, Los Ángeles, Traiguén y Victoria, según aseguraba La nueva república. En el caso del directorio de la capital, las preocupaciones eran dos: dar forma a la organización y régimen interno del partido, así como comenzar los preparativos para las elecciones parlamentarias de marzo de 1894” [27]. Todas las acciones de los re fundadores se concentraron en poder realizar la Gran Convención en noviembre de 1893, sólo a comienzos de octubre se decidió finalmente realizar la reunión, y se estipuló en aquel instante que “la gran convención celebrará sus sesiones en la cabecera de la provincia de Talca” [28]. Los principales fines de esta convención serían finalmente dotar al partido liberal democrático de una estructura interna adecuada a los objetivos que aspiraban cumplir –participar y ganar en las elecciones de 1894- y elegir un directorio definitivo. Fueron elegidos para el directorio: Enrique S. Sanfuentes, Carlos Correa y Toro, Juan José Latorre (miembro honorario), Javier García Huidobro, Vicente Sanfuentes y José Maria Balmaceda, cinco de los cuales serán electos senadores por el partido liberal democrático en las elecciones de 1894.

De esta manera, la gran convención del partido se inició el 5 de noviembre en Talca, convirtiéndose en el proceso de culminación de la reorganización de las fuerzas balmacedistas, y en el de origen del partido liberal democrático. La convocatoria de esta reunión fue muy importante, pues hubo más de 150 delegados de todo el país, y durante su realización se expusieron variados e importantes discursos.

A través de los distintos discursos expuestos durante la convención, los balmacedistas expresaron su sentir sobre los hechos históricos y políticos acaecidos en el país. Raimundo Silva fue uno de los tantos oradores de la convención, y en su discurso se refirió con mayor detención al tema histórico y constitucional, destacando las virtudes del sistema presidencial y renegando del parlamentarismo [29]. Otro discurso destacado fue el ofrecido por el coronel Francisco Villagrán, quien sostuvo firmemente la necesidad de llevar adelante el mismo programa que existió hasta antes de la derrota, pues a su juicio era de vital importancia actuar en los ámbitos educación pública, obras públicas: construcción de vías férreas y carreteras , la seguridad interna y las relaciones exteriores.

El discurso de cierre de la gran convención liberal democrática, estuvo a cargo de su principal orador, y presidente del partido, Adolfo Valderrama. En su discurso subyacía el llamado intrínsico a todos los balmacedistas –sobrevivientes de la derrota de 1891-, a que transmitieran la impronta y su ideario a lo largo de todo el territorio nacional.

Id, predicad; decid a nuestros correlijionarios de provincia que no se dejen vender por el desaliento, que tengan fe en nuestra causa i que no olviden que todo sacrificio es llevadero cuando a él están vinculadas la paz i la prosperidad de la República[30].

Fuentes referenciales
Partido en la prensa
  • Figueroa, Pedro Pablo (1982) El Escarnio Nacional: los acusadores de Balmaceda i su partido. Diario La República, 09 de Agosto de 1892, Santiago.
Bibliografía general
Bibliografía del partido
Bibliografía sobre el partido

San Francisco, Alejandro (2003) La gran convención del partido liberal democrático en 1893. Un hito en la reorganización del Balmacedismo después de la guerra civil chilena de 1891”, Revista Historia, Vol. 36, Santiago, 2003.

Fuentes digitales
Bibliografía general
Bibliografía del partido

Partido Liberal Democrático (1892) Cuestionario político presentado por el Directorio provisorio del Partido Liberal Democrático. Imprenta La República, Santiago. Disponible en http://catalogo.bcn.cl/ipac20/ipac.jsp?index=BIB&term=205710

Notas
  1. San Francisco (2003) p. 373.
  2. Castedo (2001) p. 63.
  3. San Francisco (2003) p. 354.
  4. San Francisco (2003) pp. 354-355.
  5. San Francisco (2003) p. 354.
  6. San Francisco (2003) p. 354.
  7. Cuestionario Político del Partido Liberal Democrático (1892) p. 3.
  8. Cuestionario Político del Partido Liberal Democrático (1892) p. 5.
  9. Castedo (2001) p. 64.
  10. Castedo (2001) p. 64.
  11. San Francisco (2003) p. 348.
  12. Loveman; Lira (2000) p.15.
  13. Ibíd. , p.16.
  14. Acusación al Ministerio de Vicuña. Boletín de Sesiones Especiales en 1893, Imprenta Nacional, Santiago, 1893, pp.4-5.
  15. Figueroa, Pedro Pablo, El Escarnio Nacional: los acusadores de Balmaceda i su partido, Diario La República, 09 de Agosto de 1892, Santiago.
  16. Rivas Vicuña (1964) p. 140.
  17. Castedo (2001) p. 63.
  18. San Francisco (2003) p. 359-360.
  19. San Francisco (2003) p. 362.
  20. Reinsch, Paul, El gobierno parlamentario en chile, p. 313. en: San Francisco, Alejandro, “La gran convención del partido liberal democrático en 1893…,”, p. 373.
  21. Ortiz (2005) p. 237.
  22. Ortiz (2005) p. 237.
  23. Ortiz (2005) p. 238.
  24. Ortiz (2005)p. 238.
  25. Ortiz (2005)pp. 238-239.
  26. San Francisco (2003) p. 349.
  27. San Francisco (2003) pp. 349-350.
  28. San Francisco (2003) pp. 349-350.
  29. Discurso de Raimundo Silva Cruz en: Gran convención del partido liberal democrático: reunión en Talca el día 5 de noviembre de 1893, Imprenta Franco-Chilena, Santiago, 1893, pp. 39-57.
  30. Discurso de Adolfo Valderrama en: Gran convención del partido liberal democrático: reunión en Talca el día 5 de noviembre de 1893, Imprenta Franco-Chilena, Santiago, 1893, p. 83.
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