Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
- Alto contraste
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- I.- ASISTENCIA.
- II.- APERTURA DE LA SESION.
- III.- LECTURA DE LA CUENTA.
- LECTURA DE LA CUENTA
- IV.- ORDEN DEL DIA.
- PROBLEMAS INTERNACIONALES.
- INTERVENCIÓN : Jaime Barros Perez Cotapos
- INTERVENCIÓN : Luis Fernando Luengo Escalona
- INTERVENCIÓN : Jonas Gomez Gallo
- INTERVENCIÓN : Julieta Campusano Chavez
- INTERVENCIÓN : Exequiel Gonzalez Madariaga
- INTERVENCIÓN : Tulio Renan Fuentealba Moena
- INTERVENCIÓN : Exequiel Gonzalez Madariaga
- INTERVENCIÓN : Salvador Allende Gossens
- INTERVENCIÓN : Tulio Renan Fuentealba Moena
- INTERVENCIÓN : Salvador Allende Gossens
- INTERVENCIÓN : Tulio Renan Fuentealba Moena
- INTERVENCIÓN : Salvador Allende Gossens
- PROBLEMAS INTERNACIONALES.
- CIERRE DE LA SESIÓN
- ANEXOS
- 1 MOCION DEL SENADOR SEÑOR MAURAS CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE AUTORIZACION A LA CAJA DE PREVISION DE EMPLEADOS PARTICULARES PARA OTORGAR EL BENEFICIO DE LA JUBILACION A DETERMINADOS EX EMPLEADOS DE LA CABLE WEST COAST OF AMERICA TELEGRAPH Co. DE CHILE.
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- Juan Luis Mauras Novella
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- 2 MOCION DEL SENADOR SEÑOR AHUMADA, CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE CONDONACION DE LAS DEUDAS CONTRAIDAS POR LOS BENEFICIARIOS DE LAS OBRAS DE REGADIO EJECUTADAS POR LA DIRECCION DE RIEGO EN LO MIRANDA, PROVINCIA DE O'HIGGINS.
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- Hermes Ahumada Pacheco
- AUTOR DE UN DOCUMENTO
- 1 MOCION DEL SENADOR SEÑOR MAURAS CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE AUTORIZACION A LA CAJA DE PREVISION DE EMPLEADOS PARTICULARES PARA OTORGAR EL BENEFICIO DE LA JUBILACION A DETERMINADOS EX EMPLEADOS DE LA CABLE WEST COAST OF AMERICA TELEGRAPH Co. DE CHILE.
Notas aclaratorias
- Debido a que muchos de estos documentos han sido adquiridos desde un ejemplar en papel, procesados por digitalización y posterior reconocimiento óptico de caracteres (OCR), es que pueden presentar errores tipográficos menores que no dificultan la correcta comprensión de su contenido.
- Para priorizar la vizualización del contenido relevante, y dada su extensión, se ha omitido la sección "Indice" de los documentos.
REPUBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACION OFICIAL.
LEGISLATURA EXTRAORDINARIA.
Sesión 109ª, en jueves 12 de mayo de 1966.
Especial. (De 10.57 a 13.24).
PRESIDENCIA DEL SEÑOR VICEPRESIDENTEDON JOSE GARCIA GONZALEZ.
SECRETARIO, EL SEÑOR PELAGIO FIGUEROA TORO.
INDICE
Versión taquigráfica.
I.- ASISTENCIA .. 7061
II.- APERTURA DE LA SESION 7061
III.- LECTURA DE LA CUENTA 7061
IV.- ORDEN DEL DIA.
Problemas internacionales. (Observaciones de los señores Barros, Luengo, Gómez, Campusano, González Madariaga, Allende y Fuentealba) 7062
DOCUMENTOS:
1.- Proyecto de ley, en cuarto trámite, que establece normas para el fomento de las exportaciones 7099
2.- Proyecto de ley de la Cámara de Diputados que crea la Dirección
Nacional de Fronteras y Límites del Estado 7100
3.- Moción del Honorable señor Maurás con la que inicia un proyecto de ley que autoriza a la Caja de Previsión de los Empleados Particulares para otorgar el beneficio de la jubilación a los ex empleados que indica del Cable West Coast of América Telegraph. Co. Ltda. de Chile 7105
4.- Moción del Honorable señor Ahumada con la que inicia un proyecto de ley que condona las deudas contraídas por los beneficiarios de las obras de regadío mecánico ejecutado en Lo Miranda .. 7105
VERSION TAQUIGRAFICA
I.-ASISTENCIA.
Asistieron los señores:
-Altamirano, Carlos;
-Allende, Salvador;
-Ampuero, Raúl;
-Barros, Jaime;
-Campusano, Julieta;
-Contreras, Víctor;
-Corbalán, Salomón;
-Curti, Enrique;
-Fuentealba, Renan;
-García, José;
-Gómez, Jonás;
-González M., Exequiel;
-Luengo, L. Fernando;
-Miranda, Hugo;
-Reyes, Tomás;
-Rodríguez, Aniceto;
-Teitelboim, Volodia
Actuó de Secretario el señor Pelagio Figueroa Toro, y de Prosecretario, el señor Federico Walker Letelier.
II.-APERTURA DE LA SESION.
-Se abrió la sesión a las 10.57, en presencia de 13 señores Senadores.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III.-LECTURA DE LA CUENTA.
El señor GARCIA (Vicepresidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.
El señor PROSECRETARIO.- Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Oficios
Dos de la H. Cámara de Diputados:
Con el primero, comunica que ha tenido a bien aprobar, con excepción de las que indica, las modificaciones introducidas por el Senado al proyecto de ley que consulta normas para el fomento de las exportaciones. (Véase en los Anexos, documento 1).
-Queda para tabla.
Con el segundo, comunica que ha tenido a bien prestar su aprobación al proyecto de ley que crea la Dirección Nacional de Fronteras y de Límites del Estado. (Véase en los Anexos, documento 2).
-Pasa a la Comisión de Relaciones Exteriores y a la de Hacienda, para los efectos de lo establecido en el inciso segundo del artículo 38 del Reglamento.
Mociones.
Una del H. Senador señor Maurás, con la que inicia un proyecto de ley que autoriza a la Caja de Previsión de Empleados Particulares para otorgar el beneficio de la jubilación a los ex empleados que indica del Cable West Coast of América Telegraph Co. Ltda. de Chile. (Véase en los Anexos, documento 3).
-Pasa a la Comisión de Trabajo y Previsión Social.
Una del H. Senador señor Ahumada, con la que inicia un proyecto de ley que condena las deudas contraídas por los beneficiarios de las obras de regadío mecánico ejecutadas en Lo Miranda. (Véase en los Anexos, documento 4).
-Pasa a la Comisión de Obras Públicas.
El señor CONTRERAS (don Víctor).- Formulo indicación para publicar "in extenso" el discurso pronunciado por la Honorable señora Campusano en la hora de Incidentes de la sesión ordinaria del día martes pasado.
El señor GARCIA (Vicepresidente).- Reglamentariamente, no corresponde pronunciarse en esta oportunidad sobre la indicación de Su Señoría, sino en la próxima sesión ordinaria.
IV.-ORDEN DEL DIA.
PROBLEMAS INTERNACIONALES.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Está inscrito, en primer lugar, la Honorable señora Campusano.
La señora CAMPUSANO.-
Hemos cedido el primer lugar al Honorable señor Barros.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Según el orden de las inscripciones, al no usar de la palabra la señora Senadora, correspondería hablar al Honorable señor Allende.
El señor ALLENDE.-
Hemos cedido el primer lugar al Honorable señor Barros.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Barros.
El señor BARROS.-
Señor Presidente:
Hoy, jueves 12 de mayo, el representante del "gorilismo" norteamericano Lincoln Gordon, pisará, con sus pies manchados por el barro intervencionista, la augusta patria altiva de Chile, "que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida", como reza "La Araucana". Hollará estas heredades, que no aceptan dominación extraña a precio alguno.
Los hombres no cuentan en la síntesis que hacemos de los hechos grandiosos que tuercen la historia de la humanidad. Son los acontecimientos, son los hechos los que nos marcan los hitos que van conduciendo el devenir del mundo al bien o al mal. Norteamérica, país donde se forjó un Lincoln que yo admiré en su monumento, en el que la oración de Gettysburg nos mostraba una nación en plena actitud de redención; Norteamérica, dónde el hombre de la calle supo recogerse en actitud admirable cuando George Washington en su tumba ostentaba la inscripción: "Fue el primero en la guerra, fue el primero en la paz y es el primero en el corazón de todos sus conciudadanos"; Norteamérica, la que produjo poetas y hombres de la valía de Walt Whitman, quien expresaba que "una hoja de hierba no es inferior a la jornada sideral de las estrellas"; esa Norteamérica grandiosa, con la que hemos sabido vibrar por medio de Edgar Alian Poe en su "Anabel Lee", o en su amistad imperecedera cuando Longfellow lanzaba su flecha al aire para encontrarla clavada en el pecho de un amigo -"I shot an arrow to the air..."; esa Norteamérica romántica, heroica, la de la Conquista del Oeste, la de "Lo que el Viento se Llevó", la de "Búffalo Bill", la del "Old Man River", cantada por el bajo más grande del mundo, después de Fedor Chaliapin, Paul Robeson; esa grandiosa Norteamérica vive el recuerdo romántico de épocas pretéritas que no podemos olvidar en razón de nuestra formación humanística.
Como ciudadano del mundo, quiero y admiro al pueblo norteamericano. Pero una cosa es el pueblo norteamericano y otra es un Lincoln Gordon, con títulos universitarios suficientes para ser doctorado en Harvard y en Oxford y para ser un apéndice diplomático en Brasil, en los instantes en que esa república conocía su tragedia, su dilema de ser o no ser. Lincoln Gordon es, aparte un agente de la Central Intelligence Agency (CIA), un conocedor de todo lo que concierne a Latinoamérica, especialmente en lo relativo al derrocamiento del PresidenteGoulart, el reformador de Brasil. Lincoln Gordon sabe que las relaciones interamericanas serían excelentes, a no mediar la presencia de su país de sátrapas. Lincoln Gordon conoce, como el que mejor, el estrepitoso fracaso de la Alianza para el Progreso, concebida por Kennedy y hoy día abandonada por sus propios sabios, que han renunciado a su liderato porque, en su propia tierra, la lucha antirracista llega a su "climax", y porque, cuando esta alianza fue concebida, el propio PresidenteKennedy, en su obra "Strategy of Peace", afirmaba que todas las noches dieciocho millones de norteamericanos se acostaban con hambre...
Lincoln Gordon, el apéndice que Johnson ha designado para sondear la posibilidad de resucitar en gloria y majestad la desprestigiada OEA.; Lincoln Gordon, el factor aglutinante del "gorilismo" continental para formar el ejército, la gendarmería latinoamericana, al servicio del Ministerio de Colonias llamado OEA.; este siniestro personaje viene a pactar, con su hermano de teta Ralph Dungan, la estrategia para alinear a Chile en esta fuerza continental contraria a los movimientos de liberación que están surgiendo en todos y cada uno de los países de la América morena. Tan solo ayer, el Senado norteamericano se estremeció ante la denuncia interesada de Bob Kennedy, caundo expresó que en Latinoamérica había miseria y descontento. ¡Tremenda novedad! Denunció que "una familia en Perú es dueña de 300 mil hectáreas, una zona tan grande como el Estado de Rhode Island". Las emprendió contra los tenedores de la tierra, la oligarquía latifundista, la misma que aquí se resiste a una reforma agraria que se dilata ante la pachorra del Gobierno para acelerar las reformas. El Senador Kennedy nada dijo, por supuesto, de las inversiones norteamericanas en Chile, de su inicua explotación, del robo de noventa mil toneladas de cobre a 36 centavos de dólar la libra, cobre que, fundido, se transforma en armas para asesinar vietnamitas; nada dirá de las compañías petroleras que se apropian de nuestro oro negro para distribuirlo a su amaño y dejar a la ENAP la misión del peón que produce bencina, gas y aceite y que mañana laborará la petroquímica para que organismos foráneos se lleven la tajada del león. . .
Ni Kennedy, ni Gordon, ni Johnson, ni sátrapa alguno dirán nada del robo, de la extorsión a nuestros países asfixiados por la política del "big stick".
Si ayer otros personeros, entre los que se incluye el Senador de marras, recibieron el escupitajo del pueblo chileno, que los repudia, hoy día el que nos visita recibirá también el desprecio del pueblo de Chile, que, con un "get out Gordon", le demostrará que aún hay altivez cuando el intruso mete sus pezuñas en la tierra que libertaron los Carrera, O'Higgins y el guerrillero Manuel Rodríguez. Sabe este convidado de piedra que toda América se está levantando poco a poco en armas para liberarse, precisamente, de la tutela de semejantes gendarmes. Sabe que, tarde o temprano, tendremos que revivir la gesta de la emancipación americana de hace un siglo y medio, pero peleando con un enemigo mucho más sanguinario que los "gachupines" que diezmaron el suelo indo-americano con el emblema de la cruz y la espada. Por eso, Estados Unidos envía a este representante, especialista en golpes de Estado, que contribuyó a derrocar a Goulart cuando, a la sazón, la Embajada de Brasil ocultaba su traición.
Los hombres libres, los patriotas 'del mundo entero, estamos empeñados en esta colosal empresa: abatir al monstruo que cree poder dominar el mundo bajo el signo de las armas nucleares, el gran negociado y el dólar. Allí, en los arrozales de Vietnam, está siendo vencido por los patriotas que, día y noche, le asestan golpes mortales; allá, en la Francia eterna, se dice no a los treinta mil soldados yanquis y a las bases norteamericanas que, en suelo francés, mantenían la jurisdicción del PresidenteJohnson, el de las manos manchadas de sangre. Francia dio al traste con la OTAN.
Saben que América no puede perdonarles su agresión al pueblo panameño cuando éste ha luchado para restablecer su soberanía en el Canal que les usurparon. Sabemos de sus bombardeos sobre las regiones liberadas de Laos y de sus repetidas provocaciones contra Cuba desde la base de Guantánamo. Conocemos su agresión armada contra el Congo, Leopoldville y la República Dominicana. ¿Qué más?
Y así, el imperialismo más salvaje de todos los imperialismos que han existido, el norteamericano, nos envía este persone-ro a quien el PresidenteFreí, los mandamases de la CORFO y de la Alianza "para el Retroceso" recibirán en estrecha amistad con Ralph Dungan.
Se acerca un 21 de mayo, fecha gloriosa para nuestro Chile, fecha en que el Presidente da cuenta al Congreso Pleno de su mandato. Aquí estará el enemigo número uno de Chile, el representante de un país enemigo de la patria: Ralph Dungan. ¿Por qué vamos a sancionar con nuestra presencia un Mensaje ante semejante representante de una nación que tiene más de un millón de soldados estacionados en más de sesenta países, y más de dos mil bases e instalaciones militares en ultramar?
La política internacional del señor Frei; su política nacional de hambre, con el "chocozo" migajudo, alimento de palomas, y leche aguada, entretención del gato; su desconocimiento y desprecio de los dictámenes de la Contraloría frente al delincuente señor- Sergio De la Fuente; su volador de luces de reforma agraria; su lema "gobernar es viajar"; su fuerza represiva con ocho chilenos en posición horizontal, definitiva, en El Salvador; todo esto nos está indicando que en este 21 de mayo está bien que reciba el aplauso de sus "promovidos", pero no el visto bueno de cuerpo presente de quienes, en esta hora amarga, lo sabemos chocando su mano amplia y regalando la mejor de sus sonrisas a esta ingrata visita: Lincoln Gordon.
He dicho.
El señor LUENGO.-
Señor Presidente:
En la sesión convocada para hoy, a petición de numerosos Senadores, con el objeto de abordar materias de orden internacional, yo deseo también decir brevemente unas cuantas palabras con relación al tema.
Desde 1810, en nuestra patria nos hemos preciado de haber obtenido la independencia política. Pero la verdad es que ésta de manera alguna ha sido suficiente para asegurar el desarrollo social y económico del país. Por este motivo, las fuerzas populares, desde hace muchos años, hemos estado reclamando para Chile la independencia económica, que consideramos indispensable para su desenvolvimiento y progreso. Durante el último tiempo, esta posición se ha afianzado más aún, al comprobar que política y economía están íntimamente ligadas en el desarrollo de los pueblos. La economía, en forma particular, tiene gran importancia en las decisiones de orden político que adoptan los Gobiernos.
Esta circunstancia -la aceptación que esas ideas han tenido en las fuerzas populares y en la opinión pública general de los países latinoamericanos- ha hecho que los Estados Unidos se preocupen fundamentalmente de esta materia y procuren tener el control de todos aquellos organismos de carácter internacional en los cuales participan junto a los países sudamericanos. Temen, en realidad, que la expansión de esas ideas pueda traer vuelcos profundos en las naciones, de tal manera que éstas logren su independencia económica -la que nosotros reclamamos-, en particular respecto de sus riquezas extractivas: cobre, hierro y otras materias propias de muchos países iberoamericanos. Por este motivo, también, Estados Unidos de Norteamérica envía a tales países, en forma permanente, personeros que vienen a "ablandar" a los gobernantes, a fin de llevarlos hacia una posición conveniente a esa nación.
La visita que hoy inicia a nuestro país, por cuatro días, el señor Lincoln Gordon, Secretario Adjunto para Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de Estados Unidos, tiene, asimismo, esta finalidad. Se ha anunciado oficialmente que el señor Gordon viene a Chile con el objeto de coordinar las actividades de la Alianza para el Progreso, de un organismo que todos sabemos desprestigiado por-
que Norteamérica también lo ha querido usar -y lo ha usado- como arma, como elemento destinado a presionar las organizaciones latinoamericanas en beneficio de sus intereses.
Se ha dado esa versión oficial respecto de la visita de Lincoln Gordon; pero detrás de ella hay otra, que seguramente se ajusta mucho más a la realidad. En el último tiempo, ha ocurrido una serie de hechos y circunstancias que hacen temer a Estados Unidos que cada día se acentúe más en los Gobiernos y en los pueblos de esta parte del continente, la idea de anteponer, a la prepotencia de Estados Unidos, una especie de organización o convenio entre ellos, con el objeto de exigir al país del norte una actitud recíproca, de modo que no sólo él obtenga beneficios de los organismos internacionales.
Sabemos lo que ocurrió en la Conferencia de la OEA en Panamá, donde los países latinoamericanos -entre ellos, Chile- propusieron reformas, en cierta medida fundamentales, a la Carta de la Organización, con el fin de dar mayor preponderancia a los problemas económicos de nuestros países. Estas proposiciones fueron rechazadas por los personeros que allí representaban a Estados Unidos, y ello ha colocado a la Carta de la OEA en una especie de crisis que, lógicamente, preocupa en estos instantes a Norteamérica.
Por eso, nosotros pensamos que Lincoln Gordon viene a nuestro país, como estuvo antes en Costa Rica y El Salvador, precisamente con el objeto de tratar esta materia y procurar "ablandar" la posición de los Gobiernos sudamericanos. Sabemos, también, que los nueve sabios que esta misma Organización había designado para formar una especie de administración de la Alianza para el Progreso, presentaron la renuncia a sus cargos, debido a que los Estados Unidos, por medio de la OEA, limitaban la necesaria independencia de esos técnicos en sus deliberaciones y resoluciones y les impedían recomendar determinadas actitudes para un mejor desarrollo económico-social de los pueblos iberoamericanos. Asimismo, sabemos que próximamente debe efectuarse en Buenos Aires una Conferencia de Cancilleres, en la que, de seguro, muchos países de Latinoamérica insistirán en formular nuevas reclamaciones e intentarán llevar adelante otras iniciativas que tiendan a impedir el predominio absoluto que Estados Unidos ejerce en estas organizaciones internacionales.
Estamos, igualmente, en conocimiento de que en la última reunión del CIES, celebrada en Buenos Aires, se propuso una conferencia de alto nivel de los países latinoamericanos, representados por sus Presidentes, en la cual, de llevarse a efecto, seguramente también se alzarán voces para reclamar un mejor trato para estos países, que hasta ahora han vivido en dependencia de Estados Unidos. Y lo que es peor, lo que quizás tenga mayor gravedad en la visita del señor Lincoln Gordon, es que, con toda seguridad, Estados Unidos pretenderá nuevamente poner en el tapete de la discusión la creación de la famosa Fuerza Interamericana de Paz, organismo que de seguro estaría al servicio de los intereses del imperialismo norteamericano, y que, además, importa la otra cara de la medalla: aquella teoría nueva de las "fronteras ideológicas", pues sería, por así decirlo, la declaración de principios sobre la cual debería actuar, posteriormente, aquella Fuerza.
Yo creo que los pueblos de Latinoamérica y el de Chile, entre ellos, deben estar en cada instante alertas ante tales actitudes de los representantes del Gobierno norteamericano. Sabemos que toda la política de Estados Unidos está íntimamente ligada a las acciones bélicas que ese país desarrolla en diversas partes del mundo, particularmente en Vietnam, donde desde hace más de once años lleva adelante una guerra fratricida en contra de países ubicados a enormes distancias de sus fronteras; y no siempre son precisamente ciudadanos norteamericanos los que van a morir en esas trincheras, sino muchos hijos de pueblos latinoamericanos, llegados al país del norte en busca de mejores condiciones de trabajo, y que sirven de carne de cañón a los afanes imperialistas norteamericanos.
Quiero, en estos instantes, declarar que tengo la esperanza, la remota esperanza de que el Gobierno de Chile mantenga, en sus conversaciones con el señor Lincoln Gordon, la altivez que siempre hemos reconocido a nuestra patria, y que el Presidente de la República, señor Eduardo Frei, sepa afrontar este coloquio con el mismo interés que demostró al proponer, por intermedio de su Canciller, numerosas modificaciones a la Carta de la OEA, en la última Conferencia de Panamá. Si el Primer Mandatario adopta una actitud semejante, contará, por cierto, con el apoyo de la inmensa mayoría de la opinión pública de Chile, que ya comprende perfectamente que nosotros, como país independiente, no podemos continuar sujetos a los dictados de Norteamérica en nuestra política interna y, lo que es vital, en nuestra política internacional.
Eso es todo, señor Presidente.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la Honorable señora Campusano.
La señora CAMPUSANO.-
Concedo una interrupción al Honorable señor Gómez, señor Presidente.
El señor GOMEZ.-
Señor Presidente, el Partido Radical ha concurrido gustoso a la citación de esta mañana, porque estima que la política exterior es de primordial importancia en el desarrollo de los pueblos. Nada adelantamos con hacer sacrificios internos, si nuestra política internacional es inadecuada.
El progreso de las naciones, en especial de las subdesarrolladas de Iberoamérica, sólo puede alcanzarse mediante una política internacional bien concebida.
Se encuentra en Chile el señor Lincoln Gordon. Sin duda alguna, viene a afianzar la política de Estados Unidos, a discutirla, para fortalecerla. Nosotros pensamos que, respecto de América del Sur» tal política debe ser modificada. Estamos en total desacuerdo con la que ese país viene aplicando, en cuanto a dar apoyo a reformas estructurales que en Chile se realizan contrariando los intereses nacionales, mientras se favorecen los de las empresas norteamericanas.
Hay una expansión comercial de Estados Unidos en toda Iberoamérica. No estamos de acuerdo con ella. Nos oponemos a que se mantenga y continúe la agotadora succión de las riquezas de estas naciones. Estamos en desacuerdo con que, mediante procesos comerciales, se produzcan utilidades que van a empozarse en Nueva York. El SenadorRobert Kennedy planteaba, en el Congreso de los Estados Unidos, una modificación de la política yanqui respecto de Hispanoamérica. Decía que en estos pueblos hay una revolución en marcha y que lo que Estados Unidos debe procurar, es que esa revolución sea pacífica. Y manifestaba también la necesidad de identificar a Estados Unidos con los elementos liberales de estos países, y de negar su apoyo a los Gobiernos dictatoriales.
En el propio Parlamento Norteamericano, se están alzando voces para modificar la política del "big-stick", la que llevó al Presidente Johnson a intervenir en Santo Domingo.
Toda esa política debe ser revisada, y los pueblos iberoamericanos deben empezar a hacer la suya, en una actitud que signifique colocar a nuestro mundo, a esta parte del continente, frente a la parte de los angloamericanos.
Yo tenía la intención de entrar más a fondo en este debate, en representación de mi partido. Por desgracia, debo tomar el avión dentro de pocos minutos. Por eso, he solicitado una interrupción a la Honorable señora Campusano. a fin de sentar nuestra opinión en forma muy somera en lo relativo a la presencia del señor Gordon en Chile; para manifestar nuestra protesta por la intención de aferrarse a una política que consideramos caduca y perjudicial para los intereses de nuestros pueblos; para proclamar que debemos efectuar nuevas sesiones en pro de la realización de una política que defienda nuestros intereses culturales y económicos y nuestra soberanía frente al imperio norteamericano; para buscar una actitud distinta, y para ligarnos con los elementos liberales de Estados Unidos, en la tarea de modificar la errada política que ha venido siguiendo el país norteamericano respecto de nuestros pueblos.
En próximas oportunidades, analizaremos en forma más profunda y cuidadosa los diferentes aspectos de la política de tipo internacional que nuestro país debe seguir, en especial ante la conducta de los Estados Unidos.
Agradezco mucho la interrupción que me ha concedido la Honorable señora Campusano.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Puede usar de la palabra la señora Senadora.
La señora CAMPUSANO.-
Señor Presidente, esta sesión ha sido convocada para analizar algunos aspectos de la situación internacional. Ella nos permite, con ocasión de la visita a nuestro país del señor Lincoln Gordon, Secretario Adjunto para América Latina del Gobierno de Estados Unidos, enjuiciar la política agresiva del imperialismo, especialmente en lo que se refiere a sus relaciones con los pueblos de América Latina.
Nuevos vientos soplan en América Latina. Los pueblos no están dispuestos a soportar eternamente la dominación imperialista que les significa hambre y miseria.
Las masas, paulatinamente, toman conciencia de que su enemigo principal es el imperialismo, sin cuya derrota será imposible avanzar por una senda progresista. Estas ansias de liberación se canalizan en un vasto movimiento revolucionario que se extiende en todo el continente. En diversas formas, con métodos propios adecuados a cada realidad nacional, la lucha revolucionaria toma auge incontenible; alcanza cada día a nuevas capas de la población, y su pujanza aterra al imperialismo y a las oligarquías nacionales. Esta pujanza del movimiento nacional-liberador hace que el imperialismo busque nuevas fórmulas militares y políticas que le permitan mantener su dominación. La idea de creación del ejército intervencionista continental; la declaración de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, para auspiciar la intervención militar en Santo Domingo, y su actual intervención política y electoral, etcétera, no son sino muestras de esta política que trata de responder al proceso revolucionario que se encuentra en marcha. Y esto lo reconocen incluso los líderes del Gobierno norteamericano.
En días pasados, hablando ante el Senado de Estados Unidos, Robert Kennedy, refiriéndose a la revolución en América Latina, dijo: "Podemos alterar su carácter, pero no podemos modificar su inevitabilidad. América Latina está en marcha".
La situación de extrema miseria de los pueblos latinoamericanos y el estado catastrófico de las economías de nuestros países, han sido suficientemente ejemplificados en los estudios realizados por CE-PAL y otros organismos de alto nivel.
Las tasas acumulativas anuales de crecimiento han ido descendiendo hasta llegar casi al estancamiento.
El informe de CEPAL al Consejo Económico y Social de la ONU (julio de 1964) verifica que el "ingreso por habitante" no creció en 1962 y tendió a decaer en 1963. La producción interna de bienes y servicios "per capita", entre 1959-1961, estaba ya en 2,5% anual y volvió a bajar en 1962 y 1963. En Mar del Plata, CEPAL, hace poco más de un año y medio, registraba
que las economías latinoamericanas "demostraban incapacidad para absorber productivamente el crecimiento de la fuerza de trabajo y mano de obra que se desplaza de la agricultura", y que la crisis económica sólo podría resolverse "mediante aumentos más acentuados de los ritmos de acumulación del capital". Y el señor Raúl Prebisch, en esa oportunidad, puso el dedo en la llaga al comprobar que el 50% de la población tiene dos décimos del consumo total de personas y el 5% disfruta de casi tres décimos del total.
Un hecho queda en pie: la inversión imperialista es mal negocio para los pueblos. A pesar de ella, de los préstamos, de las "ayudas", todavía somos países subdesarrollados. Para los inversionistas, es excelente negocio; pero para los pueblos, sólo significa la continuación del hambre y el saqueo imperialista.
Mediante el sistema de los préstamos externos y de la ayuda imperialista, nunca saldremos del subdesarrollo, sino que vamos en el camino de una mayor dependencia económica. El capital propio de nuestros países es cada vez menor. Las utilidades que exportan los consorcios imperialistas se llevan, incluso, lo poco que habíamos logrado capitalizar.
Antes de seguir adelante, debemos aclarar que no toda la inversión extranjera juega el papel nefasto de la inversión imperialista. También puede suceder que el país que invierte ponga parte de su capital excedente a disposición del país receptor, capital que éste aprovecha para acelerar su desarrollo económico. El país inversionista recibe intereses o dividendos, y así ambos resultan beneficiados. Esto ocurre en la práctica. Tal es el caso de las relaciones económicas entre Cuba y la URSS: ésta presta dinero a aquélla, para que Cuba consolide su capacidad productiva. Los préstamos tienen el bajo interés de 2,5% y son reembolsables en un lapso de doce años, al cabo de los cuales tanto la capacidad agregada como la producción global queda a disposición de la economía cubana.
Sin embargo, en el mundo capitalista la inversión funciona al revés: la transferencia final de capitales se realiza hacia el país que invierte. O sea, el país rico se hace más rico a costa del pobre; y éste pierde, en vez de ganar.
Una de las formas de invertir consiste en una concesión acordada por el país huésped. Huelga decir que estas concesiones se consiguen generalmente mediante la corrupción y el chantaje político. Tal es el caso del petróleo: todo su fabuloso capital se ha formado en el mismo país del cual exportan riqueza. Y así se ha constituido un inmenso imperio financiero, con inversiones iniciales casi nulas o que no guardan relación con las utilidades obtenidas.
Estos no son infundios. Veamos lo que dice el "New York Times" del 19 de noviembre último: "Probablemente a ninguna industria norteamericana le haya ido tan bien en el extranjero como a la industria petrolera. De 1957 a 1962, las compañías petroleras norteamericanas gastaron en naciones extranjeras 4.200 millones de dólares, y remitieron a casa ganancias por valor de 7.600 millones".
El caso del petróleo no es el único ni la excepción. Por ejemplo, Gran Bretaña, en su mejor época capitalista, entre 1870 y 1913, realizó una exportación neta de capital de 2.400 millones de libras esterlinas. Pero estas inversiones le reportaron un ingreso de 4.100 millones de libras esterlinas. O sea, ese país extrajo al resto del mundo 1.700 millones de libras esterlinas. Esto y no otra cosa ha sido, y es, el saqueo imperialista que Estados Unidos ahora practica en escala mucho mayor.
En 1950, el activo total de las corporaciones norteamericanas en el exterior era de 11.800 millones de dólares. En 1963, había aumentado a 40.600 millones. Es decir, en 13 años creció en 244%. Según cifras oficiales, sólo la mitad de este aumentó, 17.400 millones, representa exportación neta de capital. La otra mitad fue robada a los propios países fuente de inversión.
Pero eso no es todo: la renta de la inversión directa, que fluye desde el exterior hacia los Estados Unidos, fue en ese período de 29.400 millones de dólares. En otras palabras, en el período 1950-1963, las corporaciones norteamericanas sustrajeron del resto del mundo 17.400 millones de dólares más de los que invirtieron en él, mientras expandían sus activos extranjeros en 28.800 millones de dólares.
Estas cifras generales, que demuestran la penetración imperialista en todo el mundo, se reproducen en nuestro continente, el más expoliado por el imperialismo yanqui. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, los préstamos y "ayudas" del imperialismo yanqui han ido en crecimiento. Con algunos altibajos, todos los países han recibido préstamos que aparecen cuantiosos. Sin embargo, ¿cuál es el resultado de esos préstamos e inversiones norteamericanos? ¿Hemos resuelto nuestros problemas de subdesarrollo económico? ¿No existe ya el hambre en nuestro continente? ¿Todos los latinoamericanos tienen asegurado su derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, a una vida feliz? ¿Hemos dejado de ser países mono productores de materias primas?
El cuadro es muy distinto. No han hecho sino agravarse todos los males endémicos de nuestro continente. Seguimos constituyendo economías subdesarrolladas, o mejor dicho, economías super explotadas. El único beneficiado con la "ayuda" ha sido el poderoso, el país de los grandes "truts" y de los infantes de marina.
Y esto ocurre en todos los países de América. En Brasil, por ejemplo, las inversiones directas de los Estados Unidos, en 1929, eran de 129 millones de dólares. En 1959, de 1.411 millones de dólares. ¿Acaso Brasil ha tenido un desarrollo paralelo a ese gran aumento de las inversiones? Bien sabemos que no.
Wendell Berge, ex procurador del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, escribió: "Los monopolios son responsables de los siguientes crímenes: retardan el desenvolvimiento tecnológico, adulteran los productos, poniendo en peligro la salud y la vida de los consumidores, amenazan subvertir las autoridades constituidas". Los latinoamericanos tenemos que soportar todos estos crímenes en aras del aumento de las ganancias de los "trusts" imperialistas.
Ante la realidad de la revolución en América Latina, el imperialismo reacciona con la vuelta a los métodos de la época en que en este continente hacía y deshacía gobiernos. Los planes de la llamada cooperación económica, cuya última forma ha sido la Alianza para el Progreso, no le dan ya resultados en su esfuerzo por perpetuar su dominio económico en el continente latinoamericano. Ese tipo de armas ya no posee la eficacia que se les atribuyó, por lo cual, sin perjuicio de maniobrar también mediante ellas, el imperialismo se desliza hacia la violencia armada, hacia la intervención.
El desarrollo de los movimientos populares en cada país latinoamericano y la influencia esclarecedora de la Revolución Cubana, desde el punto de vista de los pueblos, han hecho variar en forma notable la situación. El otro ángulo, el del imperialismo, de la potencia que succiona y aprovecha las riquezas del continente, muestra una regresión a los métodos que se declararon superados con la llamada "política del buen vecino".
En efecto, el imperialismo yanqui, por efecto de sus derrotas y retrocesos en todos los continentes y del temor al avance del movimiento de liberación de los pueblos, vive un proceso de "fascitización" tanto en lo interno como en lo externo. Sabemos que dentro de los Estados Unidos existen monopolios que ganan a manos llenas con la guerra de Vietnam y nos es conocido el ambiente de tensión bélica que alienta el imperialismo y su secuela de ayuda militar y de venta de armamentos. Esos círculos exaltan la guerra y tienen el anticomunismo como meollo ideológico de su demencia bélica, para lo cual utilizan la formidable máquina de propaganda y mentira de que dispone el gran poder financiero norteamericano. Frente a ellos, se ha ido formando y creciendo, en desigualdad de condiciones por cierto, un movimiento interno en pro de la paz; de relaciones de mínimo respeto y convivencia con los demás pueblos, y de término de la agresión a Vietnam, que significa la inútil pérdida de jóvenes norteamericanos. Las preguntas de qué hacen los soldados yanquis en Vietnam y por qué éstos deben estar asesinando vietnamitas y dominicanos, se las hacen ya muchos padres y madres, a los cuales la noticia de la muerte de sus hijos debe impresionar más que la aplastante propaganda oficial. En lo externo, el proceso de "fascítización" ha tenido sus principales manifestaciones en dos hechos, principalmente. En primer lugar, en la vuelta a la política de patrocinar dictaduras militares, con el objeto de tener mayor seguridad de que toda rebeldía popular será reprimida en forma enérgica y de que serán garantizadas adecuadamente las inversiones norteamericanas.
La llamada "democracia representativa" -en nombre de la cual se empezó a atacar a Cuba ya desde comienzos de 1960-, ha quedado en el olvido. Ni siquiera se ha tratado de conservar apariencias de alguna representatividad. Es así como, a partir de 1963, los yanquis han patrocinado los golpes de Estado contra regímenes civiles e intervenido abiertamente a favor del establecimiento de dictaduras. En menos de tres años, cayeron los gobiernos civiles de Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Honduras, Santo Domingo, Brasil y El Salvador. En
el último año y medio, una serie de golpes, semejantes en lo numérico, se han producido en África, y es de público conocimiento que no ha sido ajena a ellos la mano de la Agencia Central de Inteligencia y del Departamento de Estado.
Otro hecho demostrativo del proceso de "fascitización" a que me refiero, es la práctica del imperialismo de intervenir, no sólo indirectamente, como siempre lo ha hecho, sino en forma abierta. La intervención militar ha revivido la época del "gran garrote", del atropello abierto a todos los principios y normas del derecho internacional, de la supresión de las fronteras entre las naciones, para reemplazarlas por las "ideológicas", confeccionadas a su amaño por el Gobierno yanqui.
Pero este renovado "gran garrote" del imperialismo, ahora se descarga con la fuerza destructiva de una maquinaria bélica mucho más perfeccionada, destinada a matar y hacer trizas el producto del trabajo humano. Esa máquina terrible, día a día se está descargando en Vietnam -a más de mil millas del territorio norteamericano-, segando la vida de niños, mujeres, jóvenes y ancianos, y reduciendo a cenizas pueblos, escuelas, iglesias, hospitales, etcétera. Es la que se descargó sobre Cuba en abril de 1961, mediante la invasión armada que vanamente se quiso disimular al pintar como cubanos los aviones yanquis que bombardearon La Habana. Este crimen, que dejó un saldo de muertos, heridos y ruinas materiales, fue perpetrado a sangre fría y, para vergüenza nuestra, cohonestado por la actitud servil de los títeres de la OEA, quienes se reunieron poco después para condenar, no al invasor, sino a la víctima.
Con posterioridad, la intervención yanqui ha continuado en Cuba, con incursiones piratas a los puertos, incendio de cañaverales y, sobre todo, el bloqueo establecido por los Estados Unidos, con violación de las más elementales normas del derecho internacional.
El año pasado, a raíz de una insurrección constitucionalista contra la dictadura militar que, apoyada por los yanquis, había reemplazado al gobierno de Juan Bosch por medio de un golpe militar, actuando nuevamente como dueño absoluto del destino de los pueblos, lanzó 45 mil hombres, pertrechados con los más destructivos armamentos, equipados con tanques y vehículos blindados y protegidos por una poderosa flota. Sólo así, al precio de más de 3 mil dominicanos asesinados en las calles de la capital, pudo el imperialismo detener el movimiento en pro de la restauración constitucional. Y a pesar de su feroz poderío y de la saña con que actuaron, no pudieron aplastar la resistencia popular, que continuó en un sector de la ciudad de Santo Domingo y en localidades interiores.
El heroico pueblo dominicano, que ya había conocido invasiones yanquis en 1898, 1903, 1904, 1916 y 1924, hubo de experimentar, en 1965, después de haberse proclamado la Carta de las Naciones Unidas, después de haberse consagrado reiteradamente el principio del respeto a la autodeterminación de los pueblos, establecido incluso en la propia Carta de la OEA, hubo de experimentar, digo, la visita indeseada y sangrienta de los marinos yanquis. Y la sangre latinoamericana volvió a correr, como había corrido en Playa Girón en 1961, y en Panamá en 1964.
Estas intervenciones no son casuales. Reflejan una mayor agresividad del imperialismo, producto, a su vez, de su desesperación ante el avance incontenible de los pueblos, que en todas las latitudes están dispuestos a poner fin a su dominio económico y político.
Esta nueva forma, más agresiva, con que el imperialismo pretende atajar la marcha liberadora de los pueblos, es diferente a las usuales agresiones armadas de Estados Unidos contra nuestro continente. La actual política de Estados Unidos significa un nuevo peligro para la paz mundial; apunta a crear un nuevo foco de guerra en el continente americano. Porque no otra cosa significa que se auto confiera el derecho de intervenir en cualquier país cuyo gobierno no se someta a sus designios bélicos. Estados Unidos, en su papel de gendarme internacional, en su papel de defensor de las causas más reaccionarias y antipopulares de la tierra, trata de revivir la fatídica Santa Alianza del siglo XIX.
Pero los pueblos han recorrido un gran camino en la lucha por su liberación definitiva. La solidaridad internacional es inmensa. Ningún pueblo de la tierra está solo. El poderoso campo socialista es garantía de la paz y del derecho de cada pueblo a darse el gobierno que libremente desee. Las fuerzas de la revolución son hoy día más poderosas que las fuerzas de la reacción. Los tradicionales métodos de Estados Unidos para sojuzgar a nuestro continente han fracasado. Se mostraron incapaces de derrotar a la revolución cubana; no han podido aplastar la lucha armada de los pueblos de Venezuela, Colombia, Guatemala y Perú, y han salido muy mal parados y desprestigiados de su aventura dominicana.
En lo político, la OEA se encuentra en franca crisis. Por primera vez en la historia de las relaciones interamericanas, varios influyentes países de América Latina se oponen a la política yanqui en el hemisferio. Todo esto no es sino el resultado de la creciente influencia que los movimientos liberadores, encabezados por la clase obrera, tienen en cada una de las naciones de América. La brutalidad de la intervención militar actúa como catalizador y ayuda a la más amplia unión de todos los grupos que se oponen a la agresión imperialista, borrando sus discrepancias doctrinarias. Incluso, algunos gobiernos latinoamericanos no han podido menos que oír las voces de sus pueblos, y se han opuesto a la aventura yanqui. Nuestro Gobierno, por boca del Subsecretario de Relaciones Exteriores, ha dicho que "es inquebrantable la resolución del Gobierno chileno respecto a la no intervención y a la libertad de los pueblos para darse los gobiernos que estimen convenientes". Y el Congreso colombiano aprobó una resolución que dice: "Rechazamos el retorno a la política del gran garrote y una vez más proclamamos nuestro apoyo a las normas de no intervención". Algo similar aprobó la Cámara de Diputados del Perú. Y el Ministro de Relaciones de Méjico ha sido taxativo al condenar la intervención unilateral y defender el principio de no intervención y soberanía nacional. Todas estas declaraciones deben anotarse como un triunfo de los pueblos en su lucha contra la política agresiva y belicista del imperialismo.
Es por todo esto por lo que la visita del señor Lincoln Gordon, Subsecretario de Estado para América Latina, no puede ser, en ningún caso, motivo de alegría para nuestro pueblo.
El representa los objetivos de la política exterior de Estados Unidos y llega a nuestro país en su calidad de enviado del PresidenteJohnson para tratar de imponer nuevas exigencias a nuestro país.
El prontuario político del señor Gordon es verdaderamente siniestro; su participación en la conjura militar que puso término al gobierno de Goulart, en Brasil, para instaurar una dictadura sanguinaria, ha quedado totalmente al descubierto en una investigación hecha por el Senado norteamericano. Ante una pregunta formulada por el SenadorAlbert Gore, demócrata por Tennessee, Gordon, en un rasgo de sinceridad y orgullo, declaró: "Cooperé con los militares brasileños en el derrocamiento del PresidenteGoulart".
Su visita debe vincularse a los más recientes acontecimientos ocurridos en América Latina: a los intentos de organizar la llamada Fuerza Interamericana de Paz; al propósito de mantener la ocupación yanqui en Santo Domingo; al deseo de salvar en parte siquiera la crisis de la Alianza para el Progreso, y, en resumen, a la estrategia norteamericana, que persigue perpetuar la dominación de Estados Unidos en esta parte de la tierra, como especie de reducto fortificado, en tanto crece la marea liberadora de los pueblos.
El propósito declarado del viaje del señor Gordon consiste en examinar y analizar los problemas que habría producido la "impasse" de Panamá, donde se han estancado, de hecho, los esfuerzos por modernizar la estructura carcomida y estéril de la Organización de Estados Americanos.
No cabe duda de que la crisis del sistema interamericano se hace a cada instante más evidente.
En la conferencia extraordinaria de Río de Janeiro, celebrada el año pasado, emergieron a la superficie diferencias entre países latinoamericanos y Estados Unidos. Allí, la delegación yanqui no pudo obtener la aprobación de la Fuerza ínter-americana de Paz y, ante la posibilidad de un fracaso, prefirió posponer la discusión de una serie de problema vitales, aunque aceptando la discusión de una posible reforma de la OEA, para lo cual impuso la realización de reuniones de expertos como antesala de la conferencia definitiva de Buenos Aires, en que se resolverían las cosas.
Pero las reuniones de Panamá y Buenos Aires resultaron otros tantos fracasos para el imperialismo.
En Panamá, apareció claramente la tendencia de casi todos los países latinoamericanos de introducir enmiendas en la carta de la OEA, destinadas a dar prioridad a la colaboración económica y social, dejando un poco de lado los aspectos políticos que más interesaban a Estados Unidos. Este último maniobró para obtener, bajo una nueva forma, su acariciado "ejército intervencionista", para lo cual incluso aparentó transigir con los planteamientos sociales y económicos de los latinoamericanos, hasta que, al ver rechazada su moción, negó brutalmente su apoyo a la unanimidad, cuando ya la mayoría de los expertos habían regresado a sus países.
Las cosas no anduvieron mejor para los yanquis en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en Buenos Aires. Se formó allí un bloque latinoamericano bastante unido frente a la política "proteccionista" de Estados Unidos. Se lanzaron críticas a la competencia desleal yanqui en el mercado mundial, al "dumping" en los productos agropecuarios, etcétera. Por último, la delegación norteamericana no aumentó las cuotas de la Alianza para el Progreso, ya bastante miserables.
Una vez más debió postergarse la conferencia de Buenos Aires. Y se han iniciado, por parte del imperialismo, trajines sigilosos para lograr sus fines por otros medios. Incluso se ha planteado una reunión a nivel de Jefes de Estado, para tratar de asegurar "por arriba" el éxito en Buenos Aires.
Entretanto, se manifiestan otros signos de la crisis.
El pasado 28 de abril, los Embajadores de once países latinoamericanos protestaron, precisamente ante el señor Gordon, por la verdadera agresión económica de que habían sido víctimas por Estados Unidos, al reducir éste unilateralmente los precios de exportación del algodón de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Méjico, Paraguay y Perú.
Casi al mismo tiempo, los Nueve Sabios de la Alianza para el Progreso presentaron colectivamente sus renuncias, sosteniendo que el citado programa, destinado a atajar la revolución en el continente, "está atravesando por un momento crítico" y que es necesario que los dirigentes panamericanos adopten medidas urgentes "para darle una nueva cohesión e imprimirle un nuevo dinamismo".
El mismo día renunciaba Thomas Mann a su cargo de Subsecretario de Estado, aduciendo razones de salud y el deseo de dedicarse a sus asuntos personales.
Detrás de estos hechos hay una cosa clara. La crisis interamericana no puede ser resuelta con dádivas, consejos interesados o palabras solemnes. El problema de fondo de los pueblos de América Latina es el imperialismo yanqui, y no es posible continuar indefinidamente hablando de realizar un profundo cambio de estructuras sin que real y efectivamente no haya revolución.
A este respecto, es bastante esclarece-dor un editorial del diario "Miami Herald", del día 13 de abril recién pasado. En él se dice que "Estados Unidos tiene en sus manos un garrote bastante grande mientras discute con sus vecinos del sur". Agrega seguidamente que "ellos -los latinoamericanos- pueden aprobar toda suerte de reglas acerca del comercio y la ayuda, pero las mismas no tendrán significado alguno a menos que Estados Unidos las acepte".
A pesar de las inexactitudes del diario norteamericano, se traslucen algunas cuestiones incontrovertibles. La ayuda norteamericana es una ayuda condicionada, que en última instancia favorece más a la propia economía yanqui. Existe una abierta discriminación para los precios de nuestras exportaciones y, por último, la ayuda es una nueva forma de presión política esgrimida por el imperialismo norteamericano.
Si bien es cierto de que todos los hechos referidos son ejemplos bastante elocuentes de los medios que utiliza el imperialismo norteamericano para consumar sus propósitos de dominación, ninguna alcanza siquiera a bosquejar la magnitud de la barbarie que ha desencadenado sobre Vietnam.
Confieso que no conocía la guerra hasta que puse pie en el territorio vietnamita. Ahora puedo decir que la conozco en su verdadera expresión de horror y crueldad. Sin embargo, junto con recoger una extraordinaria experiencia, se me ha conferido el honor de conocer a un pueblo que es todo un símbolo del valor y del heroísmo revolucionario.
Hace poco más de dos meses, integré una delegación de ocho países que representaba a la Federación Internacional de Mujeres. Fuimos a Vietnam del Norte a entregar al pueblo, en especial a sus mujeres, la inmensa y cálida solidaridad que surge impetuosa en el corazón de sus hermanas de todos los rincones del mundo, como asimismo para conocer de cerca, de sus labios, el testimonio de su drama.
Antes de salir de Chile, tuve ocasión de leer las declaraciones del presidenteLyndon Johnson en que reiteraba que en Vietnam del Norte sólo se destruían objetivos militares. Ahora puedo manifestar, con absoluta propiedad, que tales afirmaciones son falsas y miserables. En Vietnam del Norte, en una guerra no declarada, arremete contra su desarrollo económico, contra su base familiar, contra todo lo que representa la vida y la esperanza de un pueblo redimido.
Estuvimos en tres provincias de la República Popular de Vietnam del Norte: Than Hoa, Nam Hoa y Hanoi. En todas ellas asoma el espectral rostro de la guerra, la obra cumbre de estos modernos cruzados que vienen desde el cielo con sus mensajes de muerte y de dolor.
La vida no ha podido ser asesinada por la metralla, aunque ya no florece a la luz del día. Esa vida ahora comienza con la noche y se detiene antes del mediodía. Mientras en todos los lugares del mundo a esa hora se duerme, allá comienzan las fábricas a producir sus manufacturas; las escuelas abren sus puertas; se comienza a reparar lo destruido o a construir lo que la guerra pretende postergar. Surge entonces una actividad inusitada, casi se podría decir normal: es lo que ellos llaman el combate por la producción y el desarrollo de la educación. Sólo decrece al mediodía, cuando el sol comienza a despejar la densa niebla que cubre sus ciudades. Es la hora en que los escuadrones agresores comienzan su macabra tarea.
Estas son algunas de las razones que podrían explicar la resistencia increíble que Vietnam del Norte opone a los imperialistas yanquis. Resistencia que adquiere múltiples formas de lucha en Vietnam del Sur, a través del Frente de la Patria. Toda una fuerza arrolladora que constituye otra rotunda expresión de lo que es capaz un pueblo cuando se decide a ser libre, cuando manifiesta su vocación de libertad y su fe en el porvenir de sus hijos. A la barbarie fascista, la violencia revolucionaria; a la metralla imperialista, el coraje de las mayorías populares; a la muerte, el amor a la vida y la confianza en el futuro.
Señor Presidente:
Los comunistas declaramos aquí que, en la persona del señor Lincoln Gordon, repudiamos al imperialismo yanqui, autor de los crímenes cuyas consecuencias he visto con mis propios ojos en Vietnam; de los crímenes que han ensangrentado a países latinoamericanos, de habla española, hermanos nuestros. El señor Gordon representa a ese gendarme internacional. Por eso, no puede ser bien recibido por el pueblo chileno, ni por ningún pueblo latinoamericano. De todos los rincones, de todos los pueblos y, también, por cierto, del chileno, brota la frase que con su saqueo y sus crímenes les ha enseñado el- propio imperialismo: "Yanqui, vuelve a tu casa".
He dicho.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Señor Presidente, enfocar las relaciones exteriores de América Latina, en particular de Chile, con el país del norte requiere mucha serenidad de espíritu y mucho análisis.
No abordaré esa tarea, por supuesto, en una sesión extraordinaria como ésta, a la cual se ha convocado con premura, con motivo de la visita del señor Lincoln Gordon. Pero no me puedo sustraer a formular algunas observaciones que lleguen a ser útiles -para nosotros y para ellos- en cuanto a formar una clara conciencia, porque, en verdad, Estados Unidos adolece de mala conducción en su política exterior.
Cree ese país que puede hacer el mundo a su imagen y semejanza, afincado en el poder económico que ha logrado" amasar. Creen, muchos de sus dirigentes y conductores, que con el peso o fuerza del dólar pueden mover al mundo hacia donde se les ocurra. ¡Cuidado!
Cuando uno estudia estos problemas, viaja y conoce las opiniones de personas del exterior y de algunos pensadores, recoge una impresión diferente. Gradualmente, va formándose criterio acerca de estos asuntos, y pecaría de falta de hombría si omitiera la expresión de su parecer. A fin de cuentas, pese a ser Chile pequeño como Estado, desempeñamos una función pública destinada a defender los intereses de la nación. De ahí que nuestra expresión, si bien no sea más que un grano de arena que, en el conjunto tiene significado.
Estas son las razones que justifican mi intervención en esta oportunidad.
Comienzo por reconocer la importancia que los Estados Unidos tienen y pueden seguir teniendo en el mundo. Al respecto, debo agregar que, en más de una oportunidad, me he embebido en el análisis de los fundamentos de la nacionalidad norteamericana. Para mí, Jefferson, Adams, Hamilton, son figuras extraordinarias, grandes arquetipos del mundo, por su sentido generoso, altruista, de respeto a todos los derechos, por su tendencia a formar una nacionalidad que constituyera una valla insalvable para los atropellos, para las dictaduras. La constitución norteamericana constituye modelo para muchos pueblos.
Es innegable que, además, ha habido ciertos cambios, y algunos de éstos se aprecian con agrado. Pero, en general, ¿qué pasa? Ese sentido económico de Norteamerica, desarrollado sin limitación alguna y que ha atropellado todo concepto de moral, es lo que nos deprime, nos retiene y hace que terminemos por colocarnos al otro lado de la barricada y, luego de analizarlo, terminamos por decirles: ¡Cuidado; revisen este proceso; no estamos en camino de entendimiento!
La doctrina Monroe, por ejemplo, pudo haber sido utilísima si hubiera mantenido los principios destinados a preservar lo que se anunció: "América para los americanos"; si hubiera conservado su sentido de colaboración, de asistencia, pero nunca entendida como dominio, subyugación o colonialismo.
Por eso, como demócrata, sostengo los preceptos ya señalados por muchos antes que yo, y, en primer lugar, la política de no intervención. Creo que éste es un principio ya arraigado en la mayoría de las personas responsables y que debe ser respetado. De ahí que proclame con energía el rechazo a toda intervención del país del norte.
En segundo lugar, como corolario de lo anterior y consecuencia del juego de los valores democráticos de ¡a ciudadanía de cada Estado, debe preservarse el principio de libre determinación de los pueblos. No obstante, todos sabemos que Estados Unidos ya ha intervenido, especialmente en los países centroamericanos y lo está haciendo fuera del Continente.
Por lo tanto, es preciso detener a los Estados Unidos en este camino, a fin de que esa nación pueda reconquistar el aprecio y respeto que merece por el grado de adelanto alcanzado en la civilización. Y, luego después, para llegar al respeto recíproco, natural, de igual a igual, a pesar de su poder, pues, aparte el poder, juega la fuerza del pueblo, y eso es lo importante. De lo contrario, entraríamos al dominio de la ley de la selva, donde el más fuerte impondría su determinación.
Si Norteamérica se mantuviera en estos delineamientos, no sólo haría un bien a América Latina, sino que su acción se reflejaría en favor de la humanidad, porque ha llegado a ser un Estado poderoso.
Dije hace poco, con motivo de mi intervención relativa al estallido de la bomba nuclear francesa, que sólo en Europa la dotación de las bases estadounidenses supera los cien mil hombres, sin mencionar la de otros continentes. Es decir, están dominando al mundo. Pero, ¡nunca se domina en forma absoluta! Los valores absolutos no juegan en las relaciones humanas. Aunque parezca curioso, todo es relativo. Al lado de un poder, nace otro. Es así el ciclo de la Historia y de las civilizaciones; es así como han ido formándose, generándose, desarrollándose; y, al final, ese nuevo poder puede, mañana - no lo deseo-, tener su ocaso.
Si se hiciera un balance de la intervención de Estados Unidos en América La-tina, creo que éste puede llegar a ser negativo, pues ha influido poderosamente en la vida interna de estos países y, en algunos de ellos, con malas artes. Un ejemplo al respecto puede ser el caso de Cuba. ¿Por qué se produjo la revolución cubana? ¿Por qué ese movimiento ha alcanzado tan tremendo desarrollo? ¿Cómo ha llegado a imponerse al poder de Norteamérica? Porque, la verdad sea dicha - los historiadores la recogerán mañana-, hasta aquí, Estados Unidos, no obstante la fuerza de que dispone, no ha podido arrollar a ese pequeño país, que, geográficamente, está a sus pies.
¿Cuál era la situación imperante en Cuba con anterioridad a la revolución? La pequeña isla aparecía sometida; no había comercio libre; todo estaba en manos de los norteamericanos; y como algunos austeros yanquis habían procurado impedir el consumo de bebidas alcohólicas e imponer nuevas reglas en el orden moral, en el hecho, Cuba se había convertido en una verdadera casa de prostitución, Pero ahí se terminó el- negocio: un hombre de coraje, el actual conductor, Fidel Castro, ha sido capaz de poner atajo a ese proceso.
Podrá discutirse todo lo que se quiera acerca de la revolución cubana; pero es innegable que ella constituye un antecedente histórico extraordinario, que deberá ser estudiado.
Personalmente, no conozco por dentro a Cuba, y sólo me he impuesto de sus problemas en su aspecto externo. De todos modos, siento respeto por la forma como se han ido desarrollando allí los acontecimientos.
La posición de los Estados Unidos, desde otro punto de vista, tampoco puede dar lecciones de democracia a América Latina, porque si bien es cierto que nuestros pequeños Estados confrontan convulsiones y muchos caen en revoluciones internas y en derrocamiento de Presidentes, no lo es menos que en el país del norte se suele asesinar a los Mandatarios.
En realidad, no sé cuál procedimiento es mejor... En todo caso estos hechos producen terribles efectos en las conciencias democráticas del mundo entero. Lo acontecido en el pasado al PresidenteLincoln, como lo ocurrido recientemente al PresidenteKennedy, son casos extraordinariamente alevosos; y nadie ignora que si el PresidenteFranklin Délano Roosevelt no estuvo expuesto a semejantes peligros, ello se debió, fundamentalmente, a que carecía de la agilidad física para trasladarse de un punto a otro. De lo contrario, habría debido cuidarse, por sus reformas de orden social, su "new deal" que causó expectación; y nadie puede olvidar el coraje y decisión con que condujo su Gobierno durante la segunda guerra mundial, y esta política de franqueza, de puertas abiertas, había sido reanudada por Kennedy.
Y bien, estas cosas no pueden dejar de expresarse, con motivo de la visita del dirigente de los Estados Unidos, el señor Lincoln Gordon.
¿Por qué hablo de esto? Porque hay algo que conviene expresar. El señor Gordon fue Embajador de los Estados Unidos en Brasil, cuando allí se derrocó al PresidenteGoulart. ¿Y qué ha pasado en Brasil? Algo que me parece conveniente revelar y señalar con índice de acero: no es ésa la política que un Estado poderoso, como el país del norte, debe estimular en estos pueblos atrasados, donde existe un mayor número de individuos que están más llanos a ponerse al servicio de los intereses egoístas que al del interés general de los países a que pertenecen.
Con estas últimas palabras, quiero referirme a lo ocurrido en Brasil, respecto de los minerales radiactivos.
Soy un "hombre que no me aquieto, espiritualmente hablando. Cuando ocurren grandes acontecimientos, trato de investigarlos. Y precisamente eso fue lo que hice con relación a lo ocurrido en la extracción de esas riquezas clandestinas sacadas desde Brasil: escribí a una persona que inviste responsabilidad moral en ese país, que no es político ni pertenece a ningún partido, pero que, a mí juicio, era quien podía darme una opinión. Y me la ha dado en carta que tengo a la mano y cuyos párrafos glosaré. Además, me ha mandado una serie de artículos de la prensa del Brasil, en los cuales figuran todos los pormenores de este asunto, que pongo a disposición de quienes quieran conocerlos.
En realidad, bien podría hacer un examen del problema mencionado; pero creo que resultaría harto desagradable. Me parece que la síntesis que haré será suficiente para que la opinión chilena tome
conocimiento del caso y para que el señor Gordon se dé cuenta de que, en América Latina, no todos los ciudadanos tienen los oídos tapados, la visión perdida, ni dejan de apreciar estos hechos con la hondura que ellos merecen.
Se me dice lo siguiente:
"El Servicio Secreto del Ejército que venía investigando desde hace varios meses el contrabando de minerales atómicos en el interior del Estado de Goiás, descubrió una cuadrilla bien organizada que estaba dirigida por el geólogo norteamericano Ralph Emerson Dial e integrada, además, por los señores Joseph A. Truhill, Darwin Corbin Mandel, Sam Sexton Jr. y Joe Mac Cuctchin, todos detenidos en Brasilia y de nacionalidad norteamericana, siendo uno de ellos Sam Sexton Jr. un ex Senador.
"Junto con los contrabandistas fue detenido en Brasilia un avión B-260 que estaba equipado con todo el material necesario para el análisis de los minerales que llevaban para los Estados Unidos. Las autoridades Federales saben que junto con los americanos existe una serie de importantes brasileños que estaban en combinación con los primeros y es eso lo que están tratando de descubrir. Ya en tiempos de Joao Goulart se hablaba de este contrabando, pero cuando Jango" - es el término cariñoso con que se designaba al Presidente que ahora vive en el exilio- "ordenó una investigación se produjo la revolución que lo derrocó y todo quedó en cero. En las diligencias efectuadas durante la prisión de los americanos, los agentes federales recogieron una serie de documentos, contratos y fotografías en el departamento del geólogo Ralph E. Dial, en la calle Edmundo Lins, en Río de Janeiro, donde Vivía con su amante brasileña Vilma Konetine" -en los recortes de diarios que tengo en mi poder figura, incluso, una fotografía de esta dama- "que lo comprometen abiertamente.
"Los agentes federales, según se desprende de las primeras declaraciones de los detenidos, sospechan que el mineral atómico saldría del país junto con la tan-talita que sería exportada para la firma americana Fanstal Metallurgical Corporation. Otras sospechas son las que existirían estrechas ligaciones del grupo americano con la Agencia Central de Informaciones de los Estados Unidos, CIA, que en diversas expediciones secretas en América Latina, como en la invasión de la Bahía Cochinos, en Cuba, utilizó el avión B-260".
Y ahora viene algo grave: esta riqueza se sacaba del Brasil en forma clandestina y entraba a los Estados Unidos en igual forma. Es decir, la soberanía de un Estado americano era atropellada.
En nuestra América, nos llamamos hermanos iberoamericanos. El dolor que se causa a uno de los Estados de este continente es también una herida que se abre en nosotros. Monroe dijo: "América para los americanos". Pero no para meter las manos en los bolsillos; no para los norteamericanos, sino para los americanos; para crear un sentido de fraternidad americana. ¡Ahí suscribo la declaración! ¡Ahí sitúo a Monroe!
Lo que se ha cometido en Brasil, resulta repudiable. Es conveniente que lo diga un Senador chileno, en los instantes en que llega al país uno de los dirigentes de Estados Unidos que en esa época actuaba como Embajador en aquel país.
Debo agregar que no siento antipatía hacia los Estados Unidos. He dicho, incluso, que no desconozco el papel que juega en los destinos del mundo. Lo que deseo es que rectifique sus normas, caminos y métodos; que sea el hermano mayor de América Latina, en quien podamos recoger ejemplos. No soy yo quien suscriba mucho de los términos que suelen expresarse en este hemiciclo; pero, en el fondo, rechazo esa conducta. Por ejemplo, no puedo olvidar una frase de Benito Juárez, que resulta sentenciosa, y que nos recuerda que Méjico ha sangrado mucho en pro del engrandecimiento de Estados Unidos. Dijo ese extraordinario mejicano: "¡Qué lejos de Dios está Méjico, y qué cerca de los Estados Unidos". ¡Sentenciosa frase!
Se necesitaría un poco de tiempo, un examen detenido y muy imparcial -porque lo que importa en este caso es la expresión del pensamiento en forma bien honesta-, para referirnos a muchos aspectos internacionales. En materia de organismos se han multiplicado tanto por todas partes, como la maleza después de las lluvias. Se da nacimiento así a una burocracia internacional también extra-ordinaria, que es una verdadera cuña enquistada en nuestros Estados. Muchos personajes que forman parte de esas agrupaciones internacionales se mimetizan con el ambiente y terminan por desnacionalizarse en gran medida. Lo que nos interesa es lo contrario: asentar el sentido nacionalista.
Hace pocos días, hablé con detenimiento -dije que intervenía respondiendo a un imperativo de conciencia- acerca de la China Popular. Estoy convencido de que ese país gravitará en el mundo, por dos razones fundamentales: su tremenda población, la cuarta parte de la humanidad, y su enorme superficie, superior al continente europeo. Pero esto ocurre así desde milenios, y nada extraordinario había acontecido. Pero ahora China Popular gravitará en el mundo, porque se ha despertado un sentido nacionalista. En tanto, este pequeño Estado, Chile, comprometido con todo el mundo, ostenta una política exterior que podría ser señalada gráficamente como una bandeja extendida para que depositen allí cheques y dólares. En cambio, en China Popular existe un sentido de responsabilidad colectiva. Nadie piensa lucrar con el Estado. El Presidente de la República da el ejemplo al recibir un salario pequeñísimo: 165 dólares al mes; o sea, no más de 600 ó 700 mil pesos chilenos, renta que percibe cualquier empleado mediocre de nuestra Administración. Y nadie gana más.
¿Qué hace China Popular? Trabajar, ilustrarse, superarse. ¿Para qué? Para servir a su patria, a ese país con tan enorme población, con tan enormes riquezas. Ese sentido nacionalista es la mecha encendida que alumbrará los destinos de la China Popular. Y en estos momentos hace meditar a los mismos que le han negado asiento en las Naciones Unidas. En Estados Unidos nace ahora una corriente de opiniones, que recojo con agrado, y que se refleja en las actitudes de senadores como Robert Kennedy, Mansfield y Fullbright, quienes exigen la revisión del proceso porque consideran que no puede continuarse por ese camino. Esto es beneficioso.
Pero al lado de ese ejemplo dignificador que habla en favor de un estado que se desarrolla y crece y cuyo avance resulta incontenible, uno debe contemplar las cosas de su pequeña patria.
Me dicen que se han hecho algunas enmiendas de orden constitucional en la Cámara de Diputados para dividir la agrupación a que yo pertenezco. ¡Qué insulto más grande al contribuyente chileno! ¡Qué bofetada a un pueblo esquilmado por las contribuciones, es ésta, que significará 250 millones de pesos al año por concepto de gastos y, en el período, miles de millones de pesos, inútilmente gastados! ¡Qué terrible responsabilidad para el partido que gobierna! ¡Qué terrible responsabilidad para el Ejecutivo, que debe marcar las líneas generales en que debe desenvolverse la administración del Estado!
El señor FUENTEALBA.-
¿Me permite un breve interrupción, señor Senador?
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Con mucho gusto.
El señor FUENTEALBA.-
Escuché sus últimas palabras, y aunque no he sido partidario de la introducción de esa reforma constitucional en la Cámara, sin embargo deseo informar a Su Señoría que la creación de la décima agrupación territorial forma parte de las reformas constitucionales ya acogidas por aquella Corporación. Esta, precisamente, fue aprobada unánimemente por todos los partidos políticos representados en ella.
Estimo necesaria ésa salvedad, porque Su Señoría está haciendo esta imputación exclusivamente al partido de Gobierno, y me parece indispensable rectificarlo.
Muchas gracias.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Agradezco mucho su alcance, porque da un concepto más completo de las cosas. Pero no me rectifica en nada, porque la iniciativa -según entiendo- la tomó el jefe de los Comités de la Democracia Cristiana. A él se debe la enmienda. Ahora bien, que se haya producido la unanimidad, nada tiene de raro: tratándose del puchero, nadie quiere quedar sin cubierto.
Pero, ¿quién paga los platos rotos en el país? El contribuyente, el asalariado, y los que trabajan, que son muy pocos.
Pensé que Su Señoría haría una rectificación completa del proceso. Lo sé honesto, y en el fondo de su alma debe rechazar con indignación ese proyecto. Ojalá se empeñara en ello.
Volviendo a Estados Unidos, éste debió haber servido a la humanidad cuando, dentro de sus laboratorios, nació el uso de la bomba atómica nuclear. Los sabios le pidieron que no la empleara en actos bélicos; le sugirieron que se estableciera una norma, un estatuto internacional para proscribirla, como está proscrito el empleo de los gases y la lucha microbiana. ¡ Qué gran salto!, cuánto se habría agigantado Estados Unidos si hubiera seguido ese camino que puede señalar un derrotero a la humanidad. Y ¡ qué pequeño resulta cuando sólo aspira a la política del garrote, del "big stick"!
Y está, además, el caso del Vietnam. Es un pueblo que lucha por mantener su teoría, lo que él cree que puede ser la satisfacción de su aspiración ciudadana. Y todo el actual proceso no es para poner allí orden. No. Es un proceso de orden económico para sacar todas las riquezas de Camboya, de Laos y Estados vecinos. Este es el fondo de las cosas: el interés mercantil.
Acepté -después de haber rechazado- presidir este Comité. Lo hice como satisfacción a un sentido de la humanidad.
Sé que hay otros señores Senadores inscritos que desean intervenir en este debate. Mi participación en esta oportunidad, para repudiar la manera como se desenvuelve la política norteamericana, ha sido orientada porque abrigo la esperanza de que los dirigentes del país del norte procurarán una revisión de su política; y ojalá puedan valorizar la apreciación honrada con que se expresan personas modestas como el Senador que en estos instantes se hace oír en el Senado de Chile.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Allende.
El señor ALLENDE.-
La Corporación, citada en forma extraordinaria con motivo de la infortunada visita a nuestro país del señor Lincoln Gordon, ha escuchado la palabra de Senadores que representan diversas tendencias: el Honorable señor Luengo, del Partido Social Demócrata; los Honorables señores Barros y González Madariaga, del Comité Independiente; el Honorable señor Gómez, del Partido Radical; la Honorable señor Campusano, del Partido Comunista, y el Senador que en este momento interviene, y que lo hará en nombre del Partido Socialista. Es decir, desde la mayoría de las bancas del Senado, sin una concertación previa, se ha expresado, en forma muy clara y categórica, un pensamiento común de repudio y rechazo a una política centenaria seguida por el Departamento de Estado norteamericano, que ha significado hambre, miseria, dolor, sufrimiento
y explotación a los pueblos de Indoamérica y que ahora, en el campo mundial, representa la audaz tentativa de defender el capitalismo y convertirse en el gendarme de esos intereses contra el avance justo y ennoblecedor de los pueblos que luchan por sus cambios económicos y por la formación de una nueva sociedad.
Lincoln Gordon, símbolo de una política.
El señor Lincoln Gordon, llega a Chile en las proximidades -como se ha dicho- de una fecha nacional de alta significación, y su presencia es repudiada por vastos y amplios sectores de chilenos. Nuestra actitud no obedece tan sólo al hecho material de su arribo a nuestro país como símbolo y personero de una política brutal en contra de nuestros pueblos, sino porque, además, en lo personal, su actuación ha dejado huella imborrable del atropello a los principios fundamentales de no intervención y autodeterminación.
Por eso, el compañero Secretario General del Partido Socialista el Senador Aniceto Rodríguez, refiriéndose a lo acontecido en Brasil, decía en este recinto el año 1964, en una brillante intervención: "El EmbajadorLincoln Gordon fue un activo agente que mediante actividades extra diplomáticas mantuvo estrecho contacto y alentó a los gobernadores y caudillos militares que a la postre encabezan el alzamiento al régimen constitucional del PresidenteJoao Goulart".
Además, nuestro compañero Rodríguez, en esa misma intervención hacía presente de qué manera, tanto el Presidente de Estados Unidos como algunos Senadores de ese país, se habían referido a los comicios electorales en que el pueblo de Chile elegiría a un nuevo Mandatario en septiembre de 1964. Decía el Honorable señor Rodríguez:
"A la luz de estos hechos, asombra que no se haya hasta ahora escuchado una sola voz en Chile, fuera de la nuestra representativa del Partido Socialista y del movimiento popular, que condene la intromisión en los asuntos internos de Chile del señor Johnson y reiterada después por el senadorJavits. El Presidente de la República siempre tan enfático para combatir a sus adversarios internos, los Presidentes de ambas ramas del Congreso, los partidos políticos, ¿son insensibles frente a la provocadora actitud de un gobernante que, por grande que sea el país que representa, tiende a inmiscuirse en nuestra política interna?
Los socialistas chilenos no hemos querido hacernos cómplice de un delito de lesa patria y por eso dejamos oportunamente expresada, desde la tribuna del Senado, nuestras más enérgica y vigorosa protesta por la insolente como indebida intromisión de personeros de la política yanqui, que han tenido la osadía de pronunciarse sobre el manejo político soberano de nuestro país y la patriótica conducción futura del gobierno en brazos del pueblo..".
Con ello, he querido señalar que tenemos perfecta conciencia de lo que representa y significa -porque lo hemos vivido aun en procesos del tipo de la democracia burguesa- la intervención de la política norteamericana y, por cierto, de sus agencias informativas que orquestaron, en el momento oportuno, todo un proceso de difamación contra el movimiento popular chileno y contra su candidato.
A mi juicio, interesa plantear que Lincoln Gordon es el símbolo de una política y destacar lo que, en nuestra opinión, representan en estos instantes la actitud y la acción de Estados Unidos. Es conveniente recordar que Estados Unidos, como nación, emerge en un violento proceso revolucionario en el cual se destacan hombres que respetamos por su pensamiento, por su concepción de los derechos humanos y por su sentido de la vida. Me refiero a Lincoln, Jefferson y Washington.
Queremos señalar, una vez más, que reconocemos en la historia de Estados Unidos, junto a la figura de hombres cumbres que fijaron señeramente un gran pensamiento al pueblo norteamericano -que también sufre interiormente la política de los sectores de los monopolios, de la oligarquía financiera y bancaria, de los especuladores, etcétera- que la revolución que hizo posible el nacimiento de ese país, como una vigorosa nación, no fue una revolución que no tuviera el apoyo, la ayuda y la participación de otros pensadores revolucionarios del pensamiento liberal de esa época.
Tengo a mano un interesante discurso, pronunciado el 27 de noviembre de 1965 por el señor Carl Oglesby, en un acto público denominado Marcha sobre Washington. En ese discurso este ciudadano hace referencia a que si los grandes pensadores revolucionarios de Estados Unidos confrontaran hoy día la realidad del mundo subdesarrollado y las actitudes de su patria contra los que luchan por dar independencia a sus países -a quienes la calumnia y desprestigia-, protestarían airadamente. Y dice, entre otras cosas:
"¿Qué responderían nuestros revolucionarios del pasado? Tal vez, esto: "Señores, de esa manera ustedes nos colocarían a nosotros a la altura de los bandidos y de los necios. ¿Ayuda exterior? ¿Es qué no se acuerdan de Lafayette? ¿O de los 3.000 cargueros británicos que la armada francesa hundió en nuestro beneficio? ¿O de las armas y hombres que recibimos de Francia y España? ¿Y qué significa eso del terror? ¿Oyeron hablar de lo que les hicimos a nuestro propios leales? ¿O de los miles de Tories acaudalados que huyeron a Canadá por conservar sus vidas? En cuanto a falta de apoyo, ¿no saben ustedes que sólo un tercio escaso del pueblo estaba con nosotros? ¿O que, concretamente, la colonia de Nueva York reclutó más tropas para los británicos que para la revolución? ¿Debe-
mos avergonzarnos de todo eso? ¿Qué significa esto, señor Presidente? Significa que toda la política de propaganda pretende distorsionar los hechos. Una cosa son la intervención y el intervencionismo, y otra, la ayuda a la independencia de nuestros pueblos, la solidaridad de los pueblos para conquistar su independencia. Así como he reseñado este hecho, también los hombres de América Latina sabemos que, gracias a la acción común, gracias a que soldados de distintas patrias y de la misma patria latinoamericana combatieron contra el coloniaje español, fue posible nuestra aparente independencia política. De ahí que señalemos estos hechos, porque la propaganda pretende, indiscutiblemente con intenciones aviesas, señalar que cuando se expresa esta actitud solidaria de los pueblos, sea desde el punto de vista de las ideas o de los principios, se está practicando, según se la moteja, una intervención, y que eso es contrario a los principios que ellos dicen defender.
El señor FUENTEALBA.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor ALLENDE.-
Con la venia del señor Presidente, no tengo inconveniente.
El señor FUENTEALBA.-
Me interesa conocer el pensamiento de Su Señoría sobre el problema de la no intervención. Me parece que, en principio, la unanimidad de los partidos políticos de Chile o, por lo menos, el nuestro y el Gobierno, estamos de acuerdo en su defensa; pero quisiera saber si el señor Senador, por medio de las expresiones manifestadas en este momento, sostiene o no sostiene que es lícito que un Estado o un Gobierno determinado preste ayuda armada a otro, o a un pueblo de otro Estado, con la finalidad de obtener su liberación. A mi juicio, ese es el punto candente: si es o no contrario al principio de la no intervención el hecho de que un Estado proporcione ayuda armada a una rebelión interna de otro Estado para conquistar el poder.
Intervencionismo e independismo.
El señor ALLENDE.-
En realidad, hay dos matices en la pregunta del Honorable señor Fuentealba. El señor Senador plantea primeramente el caso de un Estado que presta ayuda a otro país o a su pueblo en su lucha por conquistar el poder.
El señor FUENTEALBA.-
Ayuda armada.
El señor ALLENDE.-
Indiscutiblemente, se trata de una intervención que rechazo. En cambio, he señalado que es diferente la ayuda solidaria, que puede prestarse de muchas maneras, cuando un pueblo es sometido implacablemente a la explotación externa, foránea; cuando contra él se utilizan la violencia y la presión, o cuando una dictadura ignominiosa le impide expresarse libremente.
Como no deseo que el Honorable Senado tenga duda alguna respecto de mi pensamiento -y no tengo por qué ocultarlo-, le digo que, en mi opinión, sería deber de los hombres de América latina, no sólo expresar su protesta, sino entregar su ayuda solidaria en cualquier forma en la lucha del pueblo dominicano para que los "marines" abandonen el territorio que tienen ocupado. Pienso que harían bien los pueblos de América Latina, si mañana se produce un movimiento de resistencia y de rebelión en Brasil, en ayudar ese movimiento porque todos sabemos lo que representa la actual dictadura.
Es decir, Honorable señor Senador, para ser categórico, pienso que los pueblos que luchan por su emancipación están abocados a enfrentar una actitud asumida por el imperialismo norteamericano en el mundo entero. Las seis mil bases militares de que dispone, su concepción de las fronteras, que va más allá de las fronteras geográficas de Estados Unidos, porque para ellos constituyen fronteras todos aquellos puntos donde han puesto sus fuerzas armadas para defender sus intereses, hacen pensar que el mundo, tarde o temprano, deberá enfrentar una realidad; y frente a esa realidad, estimo indispensable nuestra participación activa en el campo del pensamiento, de las ideas y de las armas, si es necesario. Lo que no puedo aceptar, y si tuviéramos mayor proximidad geográfica habría patrocinado ir en ayuda de este pueblo, es la intervención norteamericana en Vietnam, que en estos momentos caracteriza el martirologio más increíble de la historia. Ese es mi pensamiento.
Decía que Estados Unidos emerge de una revolución, y que alcanzó desarrollo acelerado porque radicó definitivamente los capitales foráneos dueños de las grandes riquezas, incluidos, repito, los capitales extranjeros invertidos en él. Tal hecho no ocurrió en la emancipación de América Latina. De aquí, la etapa de acelerado desarrollo del capitalismo que alcanza ese país. A medida que el proceso capitalista se va acentuando en su influencia, se llega a una etapa en que el capitalismo financiero norteamericano desborda las fronteras materiales de ese país y busca cauces de inversiones en los países en vías de desarrollo o subdesarrollo y, fundamentalmente, en América latina. Se produce la lucha entre el imperialismo inglés y el norteamericano, de la cual Chile es teatro, en especial, en la zona del salitre. Posteriormente, el capitalismo inglés se repliega en América latina y toma, entonces, la vanguardia de la explotación el capitalismo norteamericano. De allí que la geografía de nuestros pueblos quede marcada en lo económico: los países caucheros, bananeros, cupreros, laneros, cafeteros, etcétera.
Tengo a mano -no es el momento, señor Presidente, de comentarlo-, y solicito que algunos documentos sean intercalados en la versión de mi discurso para el Diario de Sesiones, para lo cual desearía que se recabara un pronunciamiento de inmediato...
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
No hay número en la sala para tomar acuerdo, en este momento, señor Senador.
El señor ALLENDE.-
En ese caso, me veré obligado a dar lectura a algunos de ellos.
Decía que tengo a mano un documento sobre lo que representan las inversiones norteamericanas en América latina, que reflejan las utilidades que todos conocemos, y el desnivel existente entre las relaciones del intercambio; vale decir, cómo fluye de los países en vías de desarrollo de latino-América más capital del que se invierte en nuestros pueblos, y cómo estas relaciones de intercambio se fundan en el simple hecho de que vendemos barato y compramos caro, y cuál es el deterioro del intercambio. Muestran cómo América latina está marcada en 70 millones dé analfabetos en 200 millones de habitantes; por la angustia brutal de los sin trabajo y los desplazados, de los desnutridos y de los hambrientos; por la falta de viviendas, de condiciones de vida y de salubridad. Todo esto ha sido expresado con claridad meridiana en un documento que alcanzó importancia excepcional: la Segunda Declaración de La Habana, así como del drama e inventario de nuestra miseria se dejó claro testimonio en la Conferencia Tricontinental de La Habana, a la cual tuve ocasión de asistir presidiendo la delegación chilena.
Un siglo de presión imperialista.
Pues bien, quiero destacar que el imperialismo norteamericano en nuestros países actúa, en defensa de sus intereses, con distintos matices. En diversas oportunidades he dado a conocer la violencia implacable empleada desde fines del siglo pasado. Tengo a mano -y en el momento oportuno, una vez más, solicitaré incluir este documento en la parte pertinente de mi discurso- una lista de las agresiones que ha recibido, desde el siglo pasado, Latinoamérica por la presencia de tropas norteamericanas. En dos, tres o cuatro oportunidades, he hecho referencias a esta nómina, que señala 60 ó 70 ocasiones en que las fuerzas armadas de ese país han dejado el sello de la sangre, del atropello y de la violencia en nuestros pueblos. Símbolo trágico y brutal fue el asesinato, en Nicaragua, del guerrillero de la libertad, general César Augusto Sandino. Otro país que sufrió la increíble presión norteamericana fue Cuba. Primero, en el siglo pasado con la imposición de la Enmienda Platt y, después, con la ocupación de la bahía Guantánamo, que sigue en poder de Estados Unidos.
El imperialismo norteamericano, decía, ha utilizado la política del garrote, del dólar, del desembarco y atropello por los "marines"; de la diplomacia de la buena vecindad; de los organismos internacionales, especialmente los de crédito; la de los compromisos y de los pactos que, en el caso de América Latina se concretan en la Organización de Estados Americanos y en el Pacto Militar.
Todo esto constituye un conjunto, una maraña de entidades destinadas, indiscutiblemente, a acentuar la presión sobre nuestros países, al concedernos préstamos y ayudas económicas inferiores, como digo, a las grandes utilidades que obtiene Norteamericana, lo cual conduce a la dependencia económica y, luego, a la sumisión política.
El drama de los pueblos latinoamericanos es que, no obstante ser potencialmente ricos, somos países pobres; y, a pesar de ser pobres, somos países exportadores de capitales. Estados Unidos, país capitalista por excelencia, necesita, para vivir, succionar las riquezas de nuestros pueblos. Por ejemplo, el drama de Chile se ha reflejado siempre en el salitre, en el hierro y en el cobre, por falta de una política de sentido nacional de todos los Gobiernos, de la cual no es renuente el democratacristiano, al aceptar los convenios del cobre.
Señor Presidente, he señalado que la sociedad norteamericana nació de una pugna contra intereses foráneos. Pero debo destacar que el Estados Unidos de hoy presenta en el seno de su sociedad una serie de contradicciones. Para que se conozca bien nuestro pensamiento, creo conveniente reseñar algunas de ellas.
El complejo militar-industrial y científico bélico.
En primer lugar, Estados Unidos es un país de tradición antimilitarista. No tenía servicio militar obligatorio y era reconocido en el mundo por sus líderes políticos y financieros, más que por sus héroes militares.
En segundo término, surge una imprevista preeminencia de la función militar después de la segunda guerra mundial.
En tercer lugar, desde hace 25 años, Estados Unidos encabeza una gran coalición contra los Estados fascistas, primero, y después, la misma concepción se orienta hacia el anticomunismo. Estados Unidos se siente empeñado en un duelo histórico, que ha exaltado más allá de lo previsible el papel de los militares.
En cuarto término, no procede hablar de un militarismo clásico. Es preciso hablar de militares, industriales y científicos bélicos: complejo militar-industrial-tecnológico.
Tomados aisladamente, los militares representan poco (la tradición no es militarista); pero ellos están unificados con los hombres de negocios y los tecnólogos de la industria bélica. Este hecho es algo reciente, porque es el resultado del progreso técnico. No son sólo las bombas atómicas, sino los misiles y la electrotécnica aplicada a los usos militares, como es el caso del cobre.
La revolución tecnológica militar es para el arte de la guerra lo que la revolución industrial ha sido para el siglo XIX.
Los verdaderos protagonistas de esta revolución son los industriales de los armamentos y sus científicos. La fuerza política que ellos integran junto con los militares es análoga a las otras grandes fuerzas de la vida norteamericana: capitales del sector civil; masas trabajadoras, etcétera.
Es una simbiosis mucho más peligrosa que la que existió en Alemania entre la clase militar y los clásicos fabricantes de cañones (Krupp). Allí había agentes de diferenciación entre la aristocracia militar y el industrial científico. Los últimos eran una burguesía que democratizaba a los "junker". Había antagonismos sociales que neutralizaban el poder de esta fuerza de peligro terrible.
El rearme en Estados Unidos es un negocio colosal, que sitúa antagónicamente a estos empresarios con los demás sólo en apariencia: 10% del producto nacional bruto (alrededor de 60 mil millones de dólares) y más de 50% del presupuesto de la nación, se gasta en armas. Basta mencionar estas cifras para darse cuenta de lo que representa para las empresas verse favorecidas con las órdenes de producción por las necesidades armamentistas. Una región se eleva o decae según donde se encuentren las fábricas, porque todo este armamentismo es realizado mediante la industria privada. Las batallas y la corrupción competitiva son tremendas y agudizan el espíritu de la guerra.
Señores Senadores, es un hecho público, y discutido inclusive en el Congreso Nacional, que la colocación de determinadas órdenes para la fabricación de armamento, no sólo significa la obtención de un imperio de riquezas para las firmas privadas favorecidas, sino que además, representa para una región -como decía hace un instante, en forma muy somera- la posibilidad de progresar económicamente; pues es tal el volumen de millones de dólares invertidos en ello, que ese progreso se irradia a toda una zona o a un sector.
Tal es, entonces, este drama, el maridaje que, como dije, amarra a militares, a industriales, e inclusive, a científicos, que viven en función de esta fuerza bélica que constituye la esencia de su propia existencia y la base de su tremenda riqueza.
Ningún político ha tenido el coraje de oponerse a este complejo bélico-técnico-industrial-financiero; ni Franklin Délano Roosevelt, que ha sido el Presidente norteamericano por quien los hombres de América Latina hemos tenido más respeto; ni Kennedy, a pesar de sus aparentes conceptos sobre lo que debía hacerse en la política de Estados Unidos.
Señalo estos hechos, pues en función de esa fuerza tremenda y de esos monstruos que intervienen en la política norteamericana, toda la acción externa de Estados Unidos se expresa en su actitud de aparecer como el guardián y el gendarme del capitalismo y como el bastión para atajar al socialismo, sobre la base de crear una maraña de intereses contra el ideario socialista, desfigurando el pensamiento, la filosofía y el contenido de esa doctrina.
Pues bien, vemos a Estados Unidos creando tratados y entidades y participando activamente en ellos, como en la OTAN, en el Tratado de Asia del Sur Oriental, en la Organización de Estados Americanos y en nuestro país, después de haber impulsado los pactos militares.
Ya dije hace un instante que el pensamiento agresor de Estados Unidos se evidencia en la teoría de las fronteras mundiales; es decir, de las que van más allá de las fronteras materiales de ese país. De allí deriva la circunstancia de que, según se dice -ignoro si la cifra es exacta o no lo es-, tenga cerca de dos mil bases y en total, seis mil destacamentos militares diseminados en distintos continentes. Y sobre la base de ese despliegue brutal de la fuerza armada, que necesariamente implica, la columna vertebral del equilibrio económico y financiero de Estados Unidos y el aliciente más extraordinario para las actividades privadas de los productores de armamentos, levanta la bandera del anti socialismo y del anticomunismo, con la cual pretende aplastar todos los movimientos emancipadores de los distintos continentes.
¿Quiénes mandan en Estados Unidos?
Aquí se ha destacado cómo esta política se ha expresado en el atropello a los principios de autodeterminación y de no intervención. Por mi parte, deseo señalar que está pendiente por la cual se precipita Estados Unidos es tanto más grave cuanto que hoy existe conciencia de que ni siquiera el aparato jurídico, el Estado norteamericano y ni el propio Presidente de la República de esa nación son los gestores de esta política. En Estados Unidos y en la mayoría de los países del mundo hay conciencia de que fuerzas de influencia militar, las del Pentágono y las de la Agencia Central de Inteligencia, son los pivotes de esta política, y que de ellas, muchas veces, y casi siempre, en el campo internacional, el propio Presidente norteamericano es un prisionero, como también lo son los Senadores y Diputados norteamericanos. Tengo a la mano un cúmulo de antecedentes al respecto. Podría haber traído cinco, seis, ocho o diez libros sobre esta materia. Por ejemplo, recomiendo a los señores Senadores leer el libro "El Gobierno Invisible", de los periodistas David Wise y Thomas B. Ross. Puedo decirles que también en la revista "Foreign Affairs" aparece un artículo destinado a señalar lo que es la CIA. Pero lo que más me ha impresionado, fuera de lo que he leído en los cables publicados en Chile sobre denuncias hechas en "The New York Times" sobre la CIA, es un discurso pronunciado en el Senado de Estados Unidos por el Senador demócrata por Oregon señor Wayne Morse, quien expresó:
"Señor Presidente: no me diga Ud. que aquí en el Senado todo va bien. No, señor Presidente; las cosas van mal en el Senado y en toda la vida política del país. Hablando francamente, en los últimos años no tengo más que inquietud y dudas. Estoy completamente desconcertado. No sé qué hacer. Ni siquiera sé si soy un Senador investido de' altos poderes o soy simplemente una nulidad.
"Señor Presidente: uno de estos días tendremos que aprobar o desaprobar el nombramiento de quien sea propuesto para el cargo de Director de la Agencia Central de Inteligencia. Así lo exige de nosotros la Constitución, ley fundamental de Estados Unidos. ¿Qué debo hacer? ¿Votar a favor o en contra? ¿Tiene algún significado mi voto? ¿O no tienen ninguno?
"Ser o no ser, esta es la cuestión". ¿Votar o no votar?, pregunto yo. Porque no sé quién es la persona propuesta ni si es ver-dad lo que afirma el conocido periodista Drew Pearson.
"Peor todavía. No sé en absoluto lo que es la Agencia Central de Inteligencia; no sé lo que hace. No sé si es verdad lo que dice de ella Drew Pearson. ¿Cómo voy a votar a favor de lo que no sé y de lo que a mí, un Senador de los Estados Unidos, no se me permite saber?
"Mi fe en la Constitución es inconmovible y la Constitución afirma que no hay ni puede haber en los Estados Unidos una institución oficial al margen del control del Senado. Entretanto, la CIA. ha sido sustraída a nuestro control. Y no puedo presumir yo a qué se dedica la Agencia ni qué política hace. Ni siquiera tengo derecho a interesarme por ella. Si intentara hacerlo, me dirían: Señor Senador, no se meta en lo que no le importa. En tono amenazador me dirían que yo un Senador de los Estados Unidos, actúo contra la seguridad nacional.
"Eso me inquieta, señor Presidente.
"Si lo que dice Drew Pearson corresponde a la verdad, un mal día la política exterior de la CIA. puede llevarnos a la guerra. Y sin que podamos reflexionar si debemos declararla o no. Y la declararemos.
"Señor Presidente: tranquilice mi ánimo alterado; consuele mi espíritu afligido. ¿No podríamos, mediante una ley especial, subordinar la CIA. al control del Senado? ¡Aunque fuera un pequeño control! ¡Un control que cubriera nuestra impotencia! He dicho, señor Presidente. Pero si he terminado mi discurso, ello no significa que
hayan terminado mis dudas y mis padecimientos..."
¡Qué extraordinario discurso, qué angustia de un hombre que sufre, de un demócrata y de un Senador norteamericano que debe reconocer públicamente, en el Senado de su patria, que están al margen del control de esa Corporación y del propio Gobierno, actividades tales que pueden terminar con la paz en el mundo! El dice, en síntesis, que podrán verse en la necesidad de declarar la guerra después de la acción de la CIA., "y ni siquiera sabremos por qué".
¡ Esa es la realidad! Por eso hice bien en relacionar primeramente todo este engranaje económico, expresado en las actividades industriales, militares y científicas belicistas, para destacar que está bien empleada la expresión "Gobierno invisible", el cual está por sobre la política del propio gobierno elegido por la voluntad de los norteamericanos y que, en la sombra, maneja las cosas con una fuerza tal que puede precipitar brutalmente acontecimientos capaces de terminar con la paz del mundo..
A propósito de lo que estoy diciendo, quiero relatar que, indiscutiblemente, el Pentágono y la CIA han ido presionando y empujando una política de Estados Unidos cada vez más dramática, dura y violenta, porque para ellos la guerra y la utilización de la guerra es la base de su influencia y de su riqueza. Me parece que ya la Honorable señora Campusano ha dado una lista de los golpes asestados con apoyo de la CIA en Asia, África y Latinoamérica. Deseo tan sólo destacar algunas de las actuaciones de Estados Unidos en el último decenio:
La política de Estados Unidos en el último decenio.
"Hoy Estados Unidos revela su preocupación acerca de Rodesia; pero se le sigue comprando cromo, porque es barato, debido a la explotación infame de la mano de obra negra esclavizada.
Se condena el racismo fascista de Verwoerd en Africa del Sur; pero los bancos norteamericanos le abren sus arcas y la tecnología estadounidense está convirtiendo a ese país en potencia nuclear.
Ejemplo de esta posición es la Guerra del Vietnam.
El pueblo norteamericano fue a la guerra por impedir el militarismo alemán y sus derivativos: en ese instante, el nazismo. Pero se abre paso en el Gobierno la idea de dotar a este país de armas nucleares y se ha comprobado que Estados Unidos desde hace seis años se las tiene proporcionadas.
La acción concreta norteamericana pone de realce, en otros sitios del mundo, esta misma línea de conducta.
En 1953, la CIA maniobró hasta derrocar a Mossadegh en Irán, con el justificativo de su neutralismo en la guerra fría y sus planes de nacionalización de la petroquímica. En su sitio se instauró al General Zehedi, un connotado colaboracionista nazi de la 2ª guerra. Los acuerdos pactados con el nuevo régimen en materia de petróleo aseguraron que un 40% de los beneficios se repartirían entre 3 empresas yanquis, una de las cuales era la Gulf Oil. El cerebro de la CIA en toda esta intriga fue Kermit Roosevelt. Desde 1960, Kermit Roosevelt es Vicepresidente ejecutivo de la Gulf Oil.
En 1955, "América latina fue convulsionada por el derrocamiento del gobierno constitucional de Jacobo Arbenz en Guatemala, por haber pretendido nacionalizar el imperio bananero y comercial de la United Fruit. Se trataba de un modesto plan de reforma agraria. El GeneralWalter Bedell Smíth, jefe de la CIA en ese instante y animador del plan hasta en sus minucias, pasó a integrar el Directorio de la United Fruit.
En 1961, se produce el caso de Playa Cochinos.
La acción actual de Estados Unidos es incompatible con el propio proceso de su realidad histórica.
Estados Unidos partió su existencia sobre la base de una concepción "liberal", es decir, del respeto incondicional por los derechos humanos, al estilo de Thomás Jefferson.
Este humanismo inspiró la "gran revolución de la independencia norteamericana".
Quienes dicen hoy perpetuar la tradición norteamericana excomulgan a los procesos revolucionarios actuales.
Se condena a estas revoluciones: porque intervienen tal vez tropas venidas del exterior; porque se reciben armas desde fuera; porque se asevera que la mayoría del pueblo no está de parte de la revolución y practican el terror contra sus propios compatriotas.
Pero como dijimos anteriormente, ¿y Lafayette? ¿y los 3.000 cargueros británicos que la armada francesa hundió en beneficio de la independencia norteamericana ? ¿ Y el concurso de armas y de hombres que provino de España y Francia? ¿Y el terror que se aplicó contra los Torres acaudalados que hubieron de huir a Canadá para conservar sus vidas? Y en cuanto a la falta de apoyo, ¿se ignora que escasamente un tercio del pueblo norteamericano no estaba por la independencia y que concretamente la Colonia de Nueva York (tal vez el Estado de Nueva York de hoy) reclutó más tropas para los británicos que para la revolución?
Se trata simplemente de salvaguardar los intereses norteamericanos contra toda revolución (estas revoluciones expresan una necesidad de los pueblos sometidos al imperialismo como se infiere de los datos citados en el orden económico y social). Y se trata, aún más, de afirmar el principio de que no se tolerarán las revoluciones en ninguna parte que puedan vulnerar los intereses norteamericanos. No importa que se compruebe más y más que existe una relación directa entre la penuria de los pueblos y la prosperidad norteamericana.
Y se ha inventado un duelo histórico absurdo contra el comunismo. Y mientras se clama contra la conspiración roja, se había con satisfacción de las 6.000 bases norteamericanas en el exterior."
Leeré párrafos de un artículo publicado por "Monthly Review", en su edición de abril. Se trata de un artículo intitulado "Liberalismo y Estado Corporativo", en el que se contiene un resumen de la acción de la CIA en los aspectos más descollantes de su intervención en diversos países, desde 1953. Dice lo siguiente:
"En 1953, nuestra Agencia Central de Inteligencia se las compuso para derrocar a Mossadegh, en Irán, alegando como justificación el neutralismo de éste en la guerra fría y sus planes de nacionalización del petróleo nacional para mejorar el nivel de vida de su pueblo. Propósito perverso, hombre perverso. En su lugar pusimos al general Zahedi, un colaboracionista nazi en la segunda Guerra Mundial. Los nuevos convenios sobre el petróleo iranio establecieron que el cuarenta por ciento de los beneficios se repartiría entre tres empresas norteamericanas, una de las cuales era la Gulf Oil. El cerebro de la CIA en la maquinación del golpe, había sido Kermit Roosevelt. En 1960 Kermit Roosevelt fue nombrado vicepresidente de la Gulf Oil.
"En 1954, el presidenteArbenz, elegido democráticamente en Guatemala, quiso nacionalizar una parte de las plantaciones de la United Fruit Company en su país, porque tenía angustiosa necesidad de tierras para realizar un modesto plan de reforma agraria. Su gobierno fue derribado por un golpe de derecha respaldado por la Cia. Al año siguiente, el general Walter Bedell Smith, director de la CIA cuando se planeó la intervención en Guatemala, pasó a integrar el directorio de la United Fruit Company.
"Llega 1960 y Castro se queja de que nos proponemos invadir Cuba. El gobierno contesta: "pamplinas" "-así: "pamplinas", entre comillas- "y nosotros tuvimos que creerlo. Llega 1961 y la invasión. Llega con la dolorosa evidencia de que el gobierno de los Estados Unidos había mentido.
"Llega 1962 y la crisis de los proyectiles, -y nuestro gobierno parece listo para emprender la guerra atómica global basándose en el curioso principio de que un Estado extranjero no tiene derecho a una política exterior propia".
En otra parte de este mismo artículo, se dice que Estados Unidos tiene seis mil bases militares en el mundo.
"Después viene 1963 y la Guayana, donde Cheddi Jagan quiere la independencia con respecto a Inglaterra y una legislación obrera basada en la Ley Wagner. Y Jay Lovestone, el jefe de la política exterior de la AFL-CIO, actuando, como siempre, al margen de la masa afiliada, arregla con nuestro gobierno la financiación de una huelga portuaria de once semanas que derriba a Jagan y asegura que el país seguirá siendo la Guayana Británica, y establece que cualquier obrero que aspire a ganar más de cincuenta centavos de dólar por día ha sido embaucado por el comunismo.
"Llega 1964. Dos semanas después que el subsecretario Thomas Mann anuncia que hemos abandonado el principio de la Alianza de no ayudar a los tiranos, el brasileño Goulart es derrocado por el corrupto derechista Adhemar de Barros, respaldado por un despliegue de cañoneras norteamericanas en el puerto de Río de Janeiro. Antes de veinticuatro horas, el nuevo jefe de Estado, Mazzilli, recibe un telegrama de felicitación de nuestro presidente.
"Llega 1965. Rebelión en las calles de la República Dominicana. Corremos para allá con veinte mil infantes de marina neutrales y nuestros neutrales pacificadores, como Elsworth Bunker Jr., Embajador ante la Organización de los Estados Americanos. Casi todos sabemos que nuestros neutrales marines lucharon abiertamente del lado de la Junta, cosa que el gobierno todavía niega. Pero ?cuántos son los que saben que lo que estaba en juego allí era también nuestra nueva fuente de abastecimiento azucarero en el Caribe? ¿O que este mismo pacificador neutral llamado Bunker es -director y accionista de la National Sugar Refining Company (Refinería Nacional de Azúcar), firma que su padre fundó en los tiempos de bonanza del pasado y que tiene fundamental interés en conservar el statu quo en la República Dominicana ? ¿ O que el amigo personal y asesor del presidente, nuestro flamante juez de la Suprema Corte Abe Fortas, integra, desde hace diecinueve años, el directorio de la Sucrest Company, que importa la melaza de la República Dominicana ? ¿ O que el retórico del liberalismo corporativo y amigo íntimo del extinto PresidenteJohn Kennedy, Adolf Berle, era presidente de ese mismo directorio ? ¿ O que el hermano de nuestro andariego embajador Averel Harriman, Roland, integra el directorio de la National Sugar? ¿O que nuestro ex-embajador en la República Dominicana, Joseph Farland, es miembro del directorio de la South Puerto Rico Sugar Company, que posee 275 mil acres de tierras feraces en la República Dominicana y es el más importante empleador de la isla, a jornales de un dólar diario?
"¡Neutralistas! ¡Libre Dios a los pueblos hambrientos del mundo de semejantes neutralistas!".
Aquí está en parte mi respuesta al Senador señor Fuentealba, quien, con tranquilidad e interés, mira los problemas internacionales, y respecto de quien he comentado -no significa que lo haya comentado con elogio- un discurso suyo pronunciado en México, que contiene ideas muy similares a las que nosotros hemos planteado muchas veces. Es satisfactorio para nosotros, como dirigentes del movimiento popular, ver, por lo menos en uno de los Senadores de la Democracia Cristiana, un pensamiento de esta naturaleza. El Honorable colega decía que, frente a esta realidad, el lirismo y las declaraciones nada valen, y que allí todo estaba dispuesto y existía una actitud decidida, un plan metódico, una acción organizada para impedir que los movimientos de liberación de nuestros pueblos conquisten el poder.
Bien saben en Estados Unidos que la lucha de nuestros pueblos debe ser esencialmente antimperialista. Y es allí también donde radica la base esencial de nuestra distancia con la Democracia Cristiana, pues sostenemos que su revolución no puede tener dimensión ni profundidad si no encara lo fundamental: la reivindicación de nuestras riquezas básicas. El hecho de que tales riquezas estén en manos del capital foráneo implica e implicará siempre sometimiento político.
Aquí está la maraña de intereses, de hombres y de nombres que actúan en el primer plano de la política diplomática e internacional de Estados Unidos, en defensa de intereses opuestos a los de nuestros países.
América latina en ebullición.
Para abreviar, pues la sesión está citada hasta la una y media, diré que, en el caso de América Latina, a medida que Estados Unidos, en Africa y en Asia -sobre todo en Asia y, esencialmente, en Vietnam-, va siendo derrotado, crece en esa nación una reacción interna extraordinaria. Hemos dejado muy en claro que no atacamos al pueblo norteamericano. Hemos podido apreciar reacciones que señalan la decisión de vastos sectores de ese pueblo por luchar en contra de la política belicista y guerrera. Hay hombres, inclusive dentro de las esferas dirigentes del Partido Demócrata, que se dan cuenta de que nuestros continentes están en ebullición. Hace veinticuatro horas, leía palabras, aquí citadas, del Senador Robert Kennedy, quien dice que América Latina busca los cauces de su revolución. Pero lo mismo fue dicho por el ex PresidenteJohn Kennedy, cuando planteó en América Latina, como solución de nuestro problema de países explotados, la Alianza para el Progreso, idea que tuvo, además de ese objetivo, el de ser un antídoto al pensamiento auténticamente revolucionario emergido en Cuba en 1959.
Pues bien, recalco que América Latina ha sufrido primero los compromisos emanados de los Pactos Militares. ¿Qué implican esos pactos? Significan que nuestras fuerzas armadas estén sometidas al control, hegemonía y orientación de las fuerzas armadas norteamericanas. No hay país de América Latina que no haya tenido comisiones de oficiales norteamericanos como instructores de sus ejércitos. ¡Si hasta ahora, según creo -por lo menos asi era hace dos años-, ha figurado en la guía de teléfonos de Santiago la Misión Aérea Norteamericana! Ello, además, representa una política armamentista encaminada a contraponer a nuestros pueblos y provocar una sangría de millones de dólares en sus débiles economías. América Latina gasta más de 1.400 millones de dólares al año en equiparse y en adquirir armamentos. ¿Dónde compra los armamentos? En Estados Unidos. ¿Quiénes se benefician con este chorro increíble de dólares? Los fabricantes norteamericanos. Fuera de lo anterior, está la ayuda en forma de préstamos hechos de acuerdo con el Pacto Militar, que debe dar Estados Unidos, quien los gotea, según sus intereses, para impulsar suspicacias o alentar la política de un país contrapuesta a la de otro.
Todos sabemos que en vísperas de la campaña presidencial de 1964, Estados Unidos tuvo gran devoción por armar al ejército argentino, como la ha tenido también para armar al ejército boliviano. Es decir, en el ajedrez de sus intereses, juega con nuestros propios intereses y nos obliga a una carrera armamentista que significa, como ya dije, una sangría económica apreciable para nuestros pueblos.
El señor FUENTEALBA.-
¿Me permite, señor Senador?
Desearía formular algunos alcances, a fin de no solicitarle nuevas interrupciones.
El señor ALLENDE.-
Con mucho gusto, señor Senador.
El señor FUENTEALBA.-
Por lo avanzado de la hora, seguramente no quedará tiempo disponible para que yo pueda decir algunas palabras sobre el objeto de esta sesión, el cual sólo ahora se ha venido a precisar. En realidad, la convocatoria estableció que la presente reunión especial tenía por finalidad tratar asuntos de política internacional, convocatoria de carácter tan amplio que permite toda clase de disquisiciones sobre temas internacionales.
Al respecto, sólo quiero decir dos palabras, si el señor Senador me permite.
El señor ALLENDE.-
Cómo no, señor Senador.
El señor FUENTEALBA.-
Denantes hice una pregunta referente al principio de no intervención porque, a mi juicio, parece necesario revisar el concepto tradicional de dicho principio. En este aspecto, me interesaba conocer la opinión de una persona tan autorizada como el señor Senador del Frente de Acción Popular. Ante la respuesta que de él he obtenido, la que considero más o menos categórica, quisiera expresarle un temor mío.
Estados Unidos, que ha sido un país intervencionista, siempre ha tenido, evidentemente, muy buenas razones para justificar sus actos de intervención. Entonces, me pregunto: si admitimos la posibilidad de una intervención legítima de un Estado en los asuntos internos de otro Estado, como en los casos mencionados por Su Señoría, ¿no existe el gran peligro consistente en determinar quién ha de calificar cuándo un acto de intervención es legítimo y cuándo no lo es? Porque si la calificación de la legitimidad de ese acto correspondiera en definitiva al propio Estado que interviene, ¡Dios nos libre! Querría decir que el principio de no intervención, lisa y llanamente, desaparecería; y eso podría significar grave perjuicio para los países pequeños, como el nuestro.
Dejo, pues, planteada esta interrogante frente a la respuesta que el señor Senador me ha dado.
En cuanto a la visita del señor Lincoln Gordon, habría deseado hacer consideraciones más extensas que las que el tiempo restante de esta sesión me permite. Con todo, abusando de la bondad del Honorable señor Allende, diré lo que paso a señalar.
Entiendo que, con ocasión de este viaje, principalmente se habrá de conversar sobre la posición que Chile ha mantenido enfáticamente en el sentido de obtener una reforma substancial de la Carta de la Organización de los Estados Americanos, reforma que nuestro Gobierno estima urgente realizar, hasta el extremo de que el Presidente de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores han expresado claramente, en diversas oportunidades, que si esa Carta no es objeto de las enmiendas que Chile estima necesarias, ello significa simplemente que la existencia de ese organismo está amenazada.
En forma particular y como Senador democratacristiano -pues creo también interpretar el sentir de mi partido-, quiero decir, abundando en los conceptos de los gobernantes, que si tales reformas no se efectúan sería preferible no continuar perteneciendo a un organismo cuyo estatuto actual lo hace enteramente ineficaz.
Por eso, con ocasión de la visita de este representante del Gobierno norteamericano, quiero simplemente expresar, en los breves minutos de que dispongo, nuestra absoluta certeza de que el Gobierno de Chile mantendrá sus puntos de vista; y esperamos que el señor Gordon se haga eco del sentir de nuestro pueblo y no trate, por ningún motivo, de hacernos desistir de las reformas que hemos estado preconizando, especialmente para establecer un verdadero sistema de solidaridad económica intercontinental que pueda servir al desarrollo de nuestras naciones.
Muchas gracias, señor Presidente, y perdón por la interrupción.
El señor ALLENDE.-
Con mucho agrado he oído las palabras del Honorable señor Fuentealba, que reflejan -me congratulo de saberlo- según él, un pensamiento mayoritario de la Democracia Cristiana y, en cuanto a algunas reformas de la Carta de la OEA, incluso el pensamiento del Gobierno.
Los intereses americanos no son los nuestros.
En realidad, nosotros pensamos que estos buenos propósitos se verán frustrados, porque la política mantenida por Estados Unidos, en defensa de sus intereses, es implacable. En el campo de América Latina, ha fracasado la Conferencia de Panamá, señor Senador; ha fracasado la reunión de Buenos Aires del Consejo Interamericano Económico y Social, y el PresidenteIllía ha concebido, como última esperanza, una reunión de Presidentes latinoamericanos, que creo no se realizará. Y si se realiza, ¿cuántos de estos Presidentes no representan a nadie, a no ser la fuerza de las bayonetas, la corrupción, el peculado, el negociado y el sometimiento a Estados Unidos?
Tengo a mano para poder usarlos como argumento -no los leeré por lo avanzado de la hora-, una serie de antecedentes que permiten aseverar que la política de Estados Unidos es implacable. ¿Por qué? Porque la base de su prosperidad descansa precisamente en la explotación de nuestros países.
He resumido parte de los principales discursos pronunciados en Ginebra entre el 23 de marzo y el 15 de junio de 1964, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo; los discursos de Raúl Salinas Lozano, por ejemplo, de U Thant, de Abdel Moneim de Kaissoumi, Ministro de Finanzas y Planificación de la República Arabe Unida; las palabras de Raúl Prebisch que fue Secretario General y Director de la CEPAL, organizador de esa Conferencia. Tengo aquí las palabras de Mayobre, el actual Director de CEPAL, pronunciadas en el Consejo Interamericano Económico y Social, el 15 de marzo de este año. Estas las voy a leer, por la jerarquía técnica de este funcionario. Dice:
"La tasa de crecimiento es fluctuante. Sin embargo, se anota un incremento de 6% promedio entre 1960 y 1965, gracias a la planificación y las reformas estructurales.
"Por mucho que se corrijan los factores internos, el sector externo sigue siendo adverso.
"Así, la participación de América Latina en el comercio mundial entre 1960 y 1965 fue de 45%, en tanto que las exportaciones latinoamericanas (excluida Cuba) aumentaron en sólo 28%. La disminución ha sido pequeña en la Comunidad Europea (6 a 5,5%) y en Canadá (m/m=:); pero es particularmente grave en el caso de Estados Unidos (21,3% a 17,5%). (Chile= 1,28% a 1,02%). Solo el incremento de las ventas a Japón y el rápido desarrollo al comercio intrarregional atenuaron estas contracciones.
"Si esta disminución de la participación de América Latina en sus ventas a Estados Unidos no se hubiera producido y se hubiera mantenido en el mismo nivel de 1960, ese país habría comprado adicionalmente 900 millones de dólares (Chile tal vez alrededor de 60 millones de dólares más). La participación relativa de América Latina ha declinado en varios rubros decisivos: cobre de 76% a 50,5%."
He solicitado intercalar estos documentos en mi discurso. Cuando haya el quórum suficiente, podrá tomarse el acuerdo.
-Los documentos cuya inserción se solicita, acordada en sesión . . ., en .... de ... de 1966, son los siguientes:
Altas personalidades mundiales confirman, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo {Ginebra, 23 de marzo 15 junio 1964), lo que hemos dicho.
Textos de los discursos pronunciados. Citas:
Raúl Salinas Lozano.- Delegado de México :
"Se ha formado entre todos los países en desarrollo, africanos, asiáticos y latinoamericanos más Yugoslavia, en Europa, un consenso general y firme respecto de las causas de nuestros problemas, de la magnitud y proyección de éstos y sobre todo de la urgencia de que se tomen las decisiones pertinentes para su resolución, así como de la justicia indudable que poseen nuestras demandas.
... Es la voz y la posición de las dos terceras partes del mundo que no puede ser desoída por la otra tercera parte.
... Se ha demostrado con claridad de pensamiento y abundancia de información que el problema del "Trade Gap" o de la brecha comercial ha venido agravándose. . . sobre todo en la última década y se presenta como elemento que afecta primordial y negativamente el desarrollo de nuestros países. ..
De estos estudios derivan dos conclusiones que nos preocupan hondamente. La primera es que no existe una solución que pudiéramos calificar de natural o espontánea, ya que las investigaciones realizadas demuestran que la dinámica económica no tiende a resolver por sí sola la insuficiencia comercial que padecemos sino más bien que la concurrencia de ciertos elementos, sobre todo los tecnológicos, propenden a agravarla.
En materia de inversiones extranjeras no ofrecemos nada al extranjero que no demos a nuestros nacionales. Las discriminaciones en favor de los extranjeros son impropias y, en mi país, contrarias a las leyes fundamentales.
Por otra parte, no es posible para los países en desarrollo, en su empeño por alzar y mantener una tasa de crecimiento económico satisfactoria, continuar indefinidamente utilizando recursos financieros internacionales, que complementen el ahorro interno, puesto que las condiciones actuales del comercio mundial limitan en forma creciente su capacidad de pago.
U Than.: "Vemos aquí el dilema de nuestra época: el hecho de que la emancipación política no vaya acompañada de un progreso económico concomitante y satisfactorio. . . un crecimiento mínimo anual de 5%, parece que este modesto objetivo no puede alcanzarse sin una nueva concepción del papel de la ayuda y del comercio.
En la actualidad no existe en el mundo región subdesarrollada alguna en que la población no tenga conciencia de la existencia de sociedades opulentas, así como ciertos países en rápida industrialización que aun hace poco se hallaban en la etapa preindustrial (alusión tal vez al mundo socialista).
El contraste entre las regiones desarrolladas y las subdesarrolladas y la conciencia que de este contraste tienen los pueblos de Asia, Africa y América Latina, junto con el despertar político cada vez más generalizado mientras persisten la servidumbre económica y la pobreza; he aquí las premisas que, a mi juicio, constituyen el fondo real de esta Conferencia.
Los habitantes del mundo parecen darse cuenta hoy, acaso por primera vez, que los recursos materiales del orbe son suficientes para acabar con la pobreza, la ignorancia y las enfermedades, siempre que nuestra tecnología y nuestra ciencia puedan utilizarse plenamente a esta labor y que puedan aplicarse todos los medios de cooperación mundial en una escala sin precedente.
Cabe congratularse de que se reconozca ahora que la paz y la prosperidad internacionales no pueden alcanzarse ni mantenerse si se permite que prosigan esas tendencias económicas peligrosas y explosivas. . ."
¿Por qué el sistema del comercio favorece siempre al mismo grupo de países?
... el comercio debe convertirse en el instrumento principal y conscientemente planeado del desarrollo económico de los países menos desarrollados en lugar de continuar funcionando como un instrumento para enriquecer a los que ya son ricos."
Abdel Moneim El Kaissoumi, Ministro de Finanzas y Planificación de la República Arabe Unida:
"Tampoco se debería subestimar su verdadera significación e importancia especialmente si se considera que las disparidades de orden económico entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo, en vez de disminuir, aumentan.
. . . Las regiones menos desarrolladas comprenden más de los dos tercios de la población mundial y sin embargo, sólo alcanzan alrededor de un quinto de su ingreso total. . . . el promedio de los ingresos por personas en Africa y en el Lejano Oriente ha sido de cien dólares anuales en el último decenio. . . En Asia Occidental y en América Latina, el promedio fue aproximadamente de una y media a tres veces mayor que ése. En contraste, las cifras de Europa Occidental y Oceanía fueron de 8 a 10 veces mayores y las de Estados Unidos, 20 veces mayores.
Además, mientras en los países desarrollados el ingreso por persona aumentó anualmente en unos 30 dólares en los últimos diez años, el aumento correspondiente en los países menos desarrollados no alcanzó siquiera un décimo de esa cifra.
"Cabe señalar que la Conferencia de El Cairo sobre los problemas del desarrollo económico, a la que asistieron 36 países en desarrollo, pertenecientes a todos los Continentes, subrayó la responsabilidad de los países aludidos por lo que respecta a sus problemas de desarrollo y comercio."
"Es digno de señalarse que varios informes estadísticos proporcionan abundantes pruebas de que la estructura actual del desarrollo y del comercio continúa favoreciendo en especial a los países adelantados del mundo. Los 75 países signatarios de la declaración final, fuera de pronunciarse sobre la necesidad de dispensar ayuda a las regiones menos desarrolladas, estableció la urgencia de imponer una nueva división del trabajo que esté de acuerdo con la nueva estructura del comercio exigida por el impulso de desarrollo.
Sin considerar el deterioro de los términos del intercambio, corresponde indicar que en los años que van de 1950 a 1960, el volumen de las exportaciones de los países menos desarrollados aumentó a ra-zón de una tasa anual de 4% y esa cifra es mucho menor si se excluyen los países exportadores de petróleo.
El desnivel creciente de la balanza de pagos de los países subdesarrollados es tal, que en el decenio 1960-70, en esta última fecha el desnivel alcanzará a los 20.000 millones de dólares.
Raúl Prebisch.- Esta Conferencia tiene un claro punto de partida, un claro concepto político, que" no parecería discutible: el de que los países prósperos del mundo no debieran desentenderse de los problemas de la periferia económica mundial, donde las dos terceras partes de la población del Universo viven en condiciones muy precarias.
. . . Nunca como hasta ahora se ha tenido, gracias al enorme potencial de la técnica contemporánea, la posibilidad de resolver rápidamente el problema de la miseria y de sus males inherentes, en los países en desarrollo.
Los países en desarrollo tienen que asimilar rápidamente una técnica productiva que ha sido objeto de una larga evolución en los países industrializados. Si bien es cierto que tienen esta ventaja de encontrar a su disposición el enorme potencial de una técnica contemporánea, no es menos cierto que para asimilarse se encuentran con problemas de una magnitud y una dimensión que no se presentó desde luego en el desenvolvimiento gradual de la tecnología en los países ahora avanzados.
Esa técnica requiere un altísimo capital por hombre y los países en desarrollo tienen un ingreso muy bajo por habitante, que hace muy difícil que puedan acumular rápidamente ese capital con sus propios recursos. Por lo demás, estos mismos países tienen un ritmo extraordinario de crecimiento demográfico, que no tuvieron los países ahora avanzados.
En los grandes centros industriales, se resolvió en primer término la acumulación de capital y mucho después la redistribución del ingreso. Por el contrario, en los países en desarrollo ambas exigencias se plantean en forma simultánea y hacen que los frutos del desarrollo lleguen cada vez en mayor proporción a las masas.
Las importaciones de bienes de capital y otros bienes que requieren los países en vías de desarrollo exceden largamente a lo que ahora les es dable cubrir con el producto de sus exportaciones.
"La brecha comercial" (trade gap) tiende a acentuarse cuanto más intenso es el ritmo de desarrollo. Se ha calculado que para que los 2/3 de la población mundial (tercer mundo) pueda alcanzar la tasa mínima 5% establecida para el decenio por la NU, sería necesario hacia 1970 importar 20.000 millones de dólares más que lo que permitirían los recursos de la exportación, si prevalecen las tendencias del decenio precedente y no continúa empeorándose la relación de precios del intercambio.
Los países industrializados tendrán que "hacer algunos sacrificios" pues de lo contrario sus industrias perderán promisorias expectativas de exportación.
. . . Los artículos que tienen una demanda de lento crecimiento son, precisamente, los que los países en desarrollo exportan. Por el contrarío, los productos sobre los cuales recae una demanda acelerada son los que ellos importan. Por eso es que en estos países se produce el fenómeno del desequilibrio persistente en tanto que en los Estados industriales sucede lo contrario.
Los precios de los productos primarios, por el juego de los mercados, tienden a envilecerse en relación con el precio de los artículos manufacturados. En los países industriales este fenómeno, que es interno, se puede atacar con medidas internas, como efectivamente se hace. En cambio, si el mismo fenómeno se produce en los países en desarrollo, se manifiesta en una transferencia de ingresos hacia los países industriales o sea, un fenómeno de redistribución regresiva del ingreso. Es otra prueba de las diferencias que existen en el mundo.
En materia financiera ha habido una visión positiva de estos problemas. En 1950 los países industriales dedicaban sólo el 0,3% de su ingreso global a transferir recursos a los países en desarrollo, en tanto que en 1962 esta cifra subió a 0,7%.
Pero el deterioro del intercambio ha ido limitando este beneficio, la transferencia efectiva queda otra vez en 0,3% (transferencias: 6.000 millones de dólares; pérdidas intercambio, 3.600). De los 3.000 millones hay que deducir 2.600 millones por servicios de intereses y dividendos de empréstitos, quedando un saldo neto de 400 millones de dólares.
Esta tendencia al deterioro podría incrementarse, por la penetración de la técnica y aumenta la producción.
... Los países tienen que desarrollarse por su propio esfuerzo, pero éste tiene que manifestarse en mayores exportaciones. Se requiere una política de expansión persistente y acelerada de las exportaciones para incrementar, a su vez, el desarrollo de esos países.
Lucha mundial contra el imperialismo yanqui y responsabilidades de los pueblos latinoamericanos.
El señor ALLENDE.-
En definitiva -y para abreviar mis observaciones-, América Latina está frente a una determinación inexorable de Estados Unidos: la de mantener sus intereses económicos, presionar a los países latinoamericanos desde este punto de vista y, por lo tanto, presionarlos políticamente.
Comprende el país del Norte que ha fracasado en toda la política de órganos de cooperación y de ayuda económica y financiera. Se da cuenta del fracaso de la Alianza para el Progreso, la gran bandera de ayuda solidaria que, en el fondo, contenía también un gran plan político. La renuncia de los siete sabios así lo está diciendo, y las palabras de dirigentes políticos de Centro y de Derecha de América Latina así también lo señalan.
Estados Unidos se enfrenta a una realidad: América Latina es un hervidero, hay en ella una conciencia distinta. La revolución cubana no ha sido exportada, materialmente; aquí no ha llegado un fusil, una ametralladora, una escopeta cubana. Pero aquí han llegado las ideas de esa revolución, la conciencia de que un pueblo unido es invencible. Aquí han llegado las estadísticas de la gran tarea realizada por Cuba en el campo educacional, de la cultura, en la dignificación del hombre de trabajo. Hemos visto a un pequeño país capaz de sentirse, frente al gigante del capitalismo, dueño de su propio destino. Aquí, se han borrado las fronteras y el campesino chileno sabe que existe el guajiro cubano, pero que no es explotado como él, sino que es dueño de la tierra, que la trabaja en cooperativa, que es dueño de su futuro, que los bienes de producción de su patria forman parte también de su patrimonio. El trabaja para los suyos, pero también para el engrandecimiento común y colectivo. Esta conciencia, nacida de aquel hecho revolucionario, está marcando la actitud de los pueblos, sobre todo cuando se ha visto lo que ha ocurrido en los distintos países, cuyo símbolo más elocuente es todavía el de los atropellos llevados a cabo en Brasil.
Por eso, Estados Unidos comprende que hay un nuevo pensamiento, un sentido revolucionario, que no se puede atajar. Y por eso, incluso, John Kennedy, primero, y Robert Kennedy, después, señalaron que América Latina busca los caminos de su revolución. Por eso, también, señalamos cuál es una revolución auténtica y cuál no lo es. Por eso, y lo digo sin ánimo de zaherir en lo personal al Honorable señor Fuentealba de quien acabo de escuchar dos ideas que yo planteé oportunamente, para nosotros, señores Senadores, la revolución auténtica es la antimperialista; no concebimos un Gobierno que postule a una política para terminar con el latifundio agrario y deje en pie el latifundio minero, en un país esencialmente minero. Estamos abocados a toda una política organizada y planificada, expresada en la determinación de Estados Unidos en cuanto a crear la Fuerza Interamericana de Paz, como una manera de intervenir en nuestros problemas sobre la base de la doctrina Johnson, que establece como lógico que ese país intervenga en la defensa de lo que llama "regímenes representativos democráticos".
El señor FUENTEALBA.-
En esta materia, el Gobierno de Chile ha sido extraordinariamente claro.
El señor ALLENDE.-
Sí, señor Senador. Por eso digo, respecto de lo que Su Señoría manifestó y sobre lo que planteaba una duda -sin perjuicio de analizar posteriormente las dos ideas que mencionaba el señor Senador-, que para mí no hay duda alguna. En mi concepto, el enemigo, el adversario, el que ha planificado y organizado la resistencia, el que financia los ejércitos, el que crea cursos de antiguerrillas, el que hace maniobras conjuntas, es el imperialismo norteamericano, por medio del Pentágono y de la CIA.
Nuestros movimientos, las luchas de nuestros pueblos, son emancipadores, son de independencia. Conquistamos a medías la independencia política respecto de España, pero estamos sometidos económicamente. Estas luchas deben ser solidarias. Al iniciar mis palabras decía, Honorable señor Fuentealba, que los soldados de distintos países tomaron la bandera común para liberarnos del yugo español. Los soldados de la liberación económica, de la emancipación de nuestros pueblos, tomarán también, en América Latina, una común bandera y se borrarán las fronteras, porque hay un solo adversario, un solo enemigo. El hombre de Chile, el de Ecuador o el de cualquier otro país, llegado el momento, luchará bajo el estandarte latinoamericano contra la violencia, que no hemos desatado nosotros, sino que lo hicieron implacablemente los Estados Unidos. Estoy seguro de que en ese ejército liberador también formará más de algún democratacristiano, cuando mida la dimensión que tiene la política de la lucha continental. No podemos hacerla aisladamente, en nuestros pueblos: somos demasiado pequeños, demasiado sometidos. La mayoría de nuestros gobernantes están demasiado comprometidos, como lo están, también, la mayoría de los ejércitos latinoamericanos, que tienen características distintas del nuestro, que por lo menos es profesional, pero deformado por la presión norteamericana.
Por estos motivos, en este instante Hispanoamérica vive la angustia del drama de su existencia, del deterioro de su economía, de la miseria de su gente, de la explotación de sus grandes masas, y sabe cuál es su enemigo implacable, contra el que está luchando.
En estas circunstancias, Honorable señor Fuentealba, considerando que la solidaridad debe ser activa, y no sólo -lo que sería excepcional, y por desgracia difícil de conseguir- una actitud fundamentalmente afincada en nociones de derecho, hemos levantado nuestra voz en la Tricontinental para señalar lo que es la lucha de los pueblos y para crear una organización de los pueblos latinoamericanos -la OLAS-, en contraposición a la OEA.
El señor Senador sostiene que el Gobierno de Chile, que la Democracia Cristiana, son decididamente partidarios de una reforma de la estructura de la Carta de la Organización de Estados Americanos, que permita efectivamente a esta entidad desarrollar una labor o acción en favor de nuestros pueblos. Laudable iniciativa, que fracasará. Podrá conseguirse en lo formal alguna modificación; pero en lo esencial, en lo básico, no se obtendrá. ¿Por qué? Porque esos son los intereses que no se pueden herir.
La voz de Chile será débil y, quizás aislada. Tal vez sólo compartida por Méjico y, puede ser, por Uruguay. Al resto de los pueblos de Iberoamérica, los hemos visto en las últimas etapas, adoptar una actitud increíblemente claudicante. La voz de Chile será débil, repito, porque también, en parte, es una voz comprometida. Y sin duda lo es, por nuestra política en función de los intereses norteamericanos en el cobre. La voz de Chile será apagada por los intereses brutales. Norteamérica y Latinoamérica se confundirán en la lucha contra los movimientos emancipadores.
La OEA es una entidad muerta. Ha sido el ministerio de colonias de los Estados Unidos. Nosotros hemos afirmado que era necesario renunciar a esa organización e ir a la estructuración de un organismo que represente a los pueblos, con el fin de que éstos tengan un apoyo continental en su lucha.
La reunión de esta mañana tiene alto significado, porque, inclusive, de las propias palabras del Honorable señor Fuentealba se deduce el pensamiento de la Democracia Cristiana y su convicción de que el señor Lincoln Gordon encontrará en el Gobierno del señor Eduardo Frei resistencia a sus pretensiones. Vale decir, sólo con la ausencia del nuevo partido -el Partido Nacional, recién formado- todo el Senado de la República de Chile ha planteando su pensamiento, con distintos matices, en distintas formas, pero con un contenido similar: el deseo, el anhelo, la esperanza de una política de dignidad nacional, que le diga a Estados Unidos que el nuestro no es un país de esclavos, no es una nación sometida.
Esta sesión marca una etapa de la dignidad del Senado de la República, frente a la presencia de un agente del imperialismo que ha ensangrentado a América Latina.
He dicho.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Se levanta la sesión.
-Se levantó a las 13.24.
Dr. René Vuskovic Bravo, Jefe de la Redacción.
ANEXOS
1 MOCION DEL SENADOR SEÑOR MAURAS CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE AUTORIZACION A LA CAJA DE PREVISION DE EMPLEADOS PARTICULARES PARA OTORGAR EL BENEFICIO DE LA JUBILACION A DETERMINADOS EX EMPLEADOS DE LA CABLE WEST COAST OF AMERICA TELEGRAPH Co. DE CHILE.
Santiago, 11 de mayo de 1966.
Proyecto de ley:
Artículo 1°-Autorízase a la Caja de Previsión de Empleados Particulares para que otorgue los beneficios de la jubilación a los ex empleados del Cable West Coast of America Telegraph Co. Ltda. de Chile, cuya antigüedad como imponente sea superior a veinte años de imposiciones en institutos de previsión.
Artículo 2°-La Empresa deberá pagar a cada empleado y obrero la indemnización que concede la Ley de Inamovilidad Relativa, más la cantidad de dos sueldos imponibles y garantías, correspondientes al año de despido por cada año de servicios en dicha empresa, considerándose para la aplicación de dicha indemnización, que cada empleado y obrero recibiera como mínimo el equivalente a diez años de trabajo.
(Fdo.) : Juan Luis Mauras.
2 MOCION DEL SENADOR SEÑOR AHUMADA, CON LA QUE INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE CONDONACION DE LAS DEUDAS CONTRAIDAS POR LOS BENEFICIARIOS DE LAS OBRAS DE REGADIO EJECUTADAS POR LA DIRECCION DE RIEGO EN LO MIRANDA, PROVINCIA DE O'HIGGINS.
Honorable Senado:
En el mes de Enero de 1966, venció el plazo de explotación provisional por el Fisco, de las obras de Riego Mecánico de Lo Miranda, ubicadas en el departamento Rancagua, de la provincia de O'Higgins, construidas por la Dirección de Riego del Ministerio de Obras Públicas.
Procede ahora la entrega de las obras a la Asociación de Canalistas correspondientes para su explotación, conservación y mantención. En consecuencia, los beneficiarios deberán hacerse cargo de la deuda que tienen con el Fisco por los gastos de construcción y de explotación provisional efectuados por el Fisco por el lapso de 4 años.
Según antecedentes emanados de la Dirección de Riego referida, el costo de construcción de la obra asciende a la suma de E° 65,569,31, y la liquidación de los gastos de explotación provisional arroja un saldo de E° 113.391,45, por lo que el total a reembolsar es de E° 178;960,76.
Estas sumas resultan exageradas para la reducida capacidad económica actual de los beneficiarios de Lo Miranda, los cuales, en gran parte, son propietarios o arrendatarios de pequeños paños de terrenos que aún no alcanzan la etapa de rendimiento efectivo; el suelo es de mala calidad agrícola, por lo demás, caracterizándose por ser pedregoso y con laderas de cerros de una pendiente lateral media de 8fo
La escasa importancia económica de cada propiedad queda en evidencia a través de la cifra promedio de superficie regada) por esta obra, que es de 0,90 hectáreas.
La ley 9.662, en sus artículos 14 y 15, otorga a las Asociaciones que no pueden hacerse cargo de la explotación, el beneficio de que el Fisco continúe a cargo de la administración; pero, la Asociación de Canalistas de lo Miranda no está en condiciones de solventar, además de la deuda ya referida, los nuevos gastos provenientes de la administración fiscal los que no pueden ser cancelados a plazo diferido como la deuda anterior sino que por anualidades vencidas y al contado.
Por estas circunstancias excepcionales y a fin de no perjudicar a numerosas y modestas familias que tienen como único medio de subsistencia, el labrantío de sus pequeños predios, vengo en someter a vuestra aprobación, el siguiente
Proyecto de ley:
Artículo único.- Condónanse las deudas contraídas, en conformidad al artículo 11 de la ley N° 9.662 y sus modificaciones posteriores, por los beneficiarios de las obras de regadío mecánico ejecutadas por la Dirección de Riego, dependiente de la Dirección General de Obras Públicas, en Lo Miranda, departamento de Rancagua, provincia de O'Higgins",
(Fdo.) : Hermes Ahumada Pacheco.