Labor Parlamentaria

El señor ORTIZ ( Vicepresidente ).-

En el Orden del Día, corresponde tratar el proyecto de ley, en primer trámite constitucional, sobre desarrollo de la astronomía en Chile.

Diputado informante de la Comisión de Ciencias y Tecnología es el señor Martínez, don Gutenberg.

Antecedentes:

-Moción, boletín Nº 1665-19, sesión 23ª en 2 de agosto de 1995. Documentos de la Cuenta Nº 11.

-Informe de la Comisión de Ciencias y Tecnología, sesión 10ª, en 24 de octubre de 1995. Documentos de la Cuenta Nº 7.

El señor ORTIZ (Vicepresidente).-

Tiene la palabra el señor Diputado informante.

El señor MARTÍNEZ (don Gutenberg).-

Señor Presidente , el objetivo central del proyecto es la promoción y regulación de las actividades de carácter astronómico realizadas en nuestro país a través de un régimen jurídico general que cautele los intereses nacionales en la materia y vaya en beneficio directo del desarrollo de nuestra ciencia.

Los colegas recordarán los hechos que se produjeron y las polémicas, incluso políticas, que hubo el año pasado a propósito de supuestos problemas con la instalación de algunos observatorios o con los convenios respectivos. Ese elemento está presente en el proyecto, en el entendido de que se enmarca dentro del contexto del permanente fomento de la ciencia y la tecnología como una condición necesaria para el desarrollo sostenido, sustentable y equitativo de nuestra economía.

En la Comisión de Ciencias y Tecnología tuvimos la oportunidad de dimensionar y valorar la política como una actividad integral y vanguardista, que se preocupa no sólo de los temas tradicionales y contingentes, sino de todo aquello que emerge como necesidad de los nuevos tiempos y que requiere de propuestas innovadoras para enfrentarlo.

Desde esta perspectiva, es necesario comprender y aceptar la importancia fundamental que adquiere la inversión en ciencia y tecnología en un país como el nuestro, que ha concentrado sus esfuerzos en lograr el crecimiento económico y la superación de la pobreza.

Para Chile es esencial disponer de conocimiento tecnológico y científico de última generación. Ello requiere definir en forma urgente políticas al respecto, entendidas como un proceso sistemático y concertado de generación, adaptación, articulación y utilización de nuevos conocimientos dentro del país, con recursos humanos propios y una direccionalidad definida.

Sin embargo, la implementación de estas políticas supone enfrentar desafíos trascendentales. Uno de ellos es la definición de prioridades de investigación respecto de aquellas áreas que presenten potencialidades y beneficios incuestionables para el quehacer nacional. Debemos, pues, tener la capacidad de ver en los grandes temas de investigación que preocupan a la humanidad valiosas oportunidades donde la mayor inversión de nuestra parte pueda permitirnos capitalizar recursos y conocimientos que el mundo destina al efecto.

Por eso, debemos ser capaces de privilegiar una ciencia como la astronomía, para la cual nuestro país dispone de ventajas comparativas naturales insuperables y donde un buen desarrollo permitiría traspasar avances hacia el sector productivo nacional en el plano tecnológico.

Así lo entendimos los Diputados de la Comisión. Sin distinción entre los de Gobierno y Oposición, hemos impulsado y respaldado el proyecto de ley para el desarrollo de la astronomía en nuestro país, e invitamos al Gobierno para que, en uso de las facultades que le otorga la Constitución, lo complemente con una propuesta de infraestructura institucional que le dé operatividad.

La astronomía, ciencia que trata cuanto se refiere a los astros, principalmente a sus leyes y sus movimientos, presenta en Chile condiciones muy favorables. Dada la calidad excepcional de nuestros cielos y su ubicación estratégica en el globo terrestre, en especial en las regiones del norte, nuestro país ha sido durante mucho tiempo sede de algunas de las instalaciones astronómicas más modernas del mundo y foco de atención permanente por parte de los organismos extranjeros e internacionales interesados en la investigación de los astros y el desarrollo de esta ciencia. Sin embargo, a pesar de las condiciones privile-giadas que ofrecen las características del cielo, la calidad del aire, los factores climá-ticos y las modernas instalaciones, en opinión de los expertos, el sistema de investigación chileno en astronomía se encuentra práctica-mente estrangulado por una serie de falencias que no permiten aprovechar en su plenitud la enorme cantidad de oportunidades que se presentan en esta área.

Las carencias pasan por un débil financiamiento y por el déficit creciente de investigadores y científicos. En efecto, en la actualidad los astrónomos chilenos tienen acceso preferencial a algunos de los mejores telescopios del mundo, construidos en nuestro país básicamente con financiamiento norteamericano y europeo. Pero mientras el tiempo de observación asignado a los chilenos está garantizado, la cantidad de astrónomos nacionales de jornada completa bordea en la actualidad un número cercano a las dos docenas, cifra que no ha variado de modo sustancial en los últimos 30 años.

A vía de ejemplo, mencionemos que en la actualidad existe en nuestro país sólo un alumno matriculado en el programa de astronomía de la Universidad de Chile, que otorga el grado de master, y sólo dos en el programa de astronomía de la Universidad Católica, que termina con el grado de doctor. Por otro lado, el gasto total nacional asignado a astronomía bordea los 400 millones de pesos al año, lo que es abiertamente insuficiente para el adecuado adelanto de esta ciencia.

Sin perjuicio de gozar de las ventajas comparativas en comento, el hecho de la causa es que al momento de la plena operación de los observatorios ya instalados y de los que se están instalando, simplemente no existirá un número de científicos, de astrónomos chilenos suficiente para hacer uso del tiempo al cual tendríamos derecho.

A pesar de estas dificultades, creemos que hoy se dan las condiciones para incentivar un mejor aprovechamiento del estudio de la astronomía en el país. Existen antecedentes para pensar que la investigación astronómica debiera tener fuerte incremento en el mediano y largo plazo. Los estudios en la materia proyectan que las instalaciones astronómicas en Chile, que actualmente representan alrededor de 1.500 millones de dólares, podrían crecer en corto plazo a alrededor de 2.000 millones, y a mucho más en el transcurso de una década.

Llamo la atención a mis colegas de que estamos hablando, por lo tanto, de una inversión de 2.000 millones de dólares, lo que en otros términos y en otras áreas del país se denomina un mega proyecto. Estamos hablando, por lo tanto, de una actividad científica en Chile en la cual tenemos la oportunidad de, sin inversión chilena, recibir 2.000 millones de dólares en inversión tecnológica y científica de altísimo nivel, pero no tene-mos todos los accesos ni la estamos utili-zando en la debida forma, de modo de au-mentar nuestra competitividad.

Este desafío requiere de regulación jurídica adecuada para enfrentarlo, en la que deberán ser consideradas necesariamente una serie de variables inherentes a su funcionamiento. Una de ellas es la relativa a la presencia de organismos internacionales que se interesan en tener participación en el país, para desarrollar la actividad astronómica, situación que requiere de una ley marco a la cual se refiera posteriormente cualquier convenio que se celebre, ya sea con países extranjeros o con organismos internacionales. En el mismo sentido, es necesario establecer normas claras y precisas en relación al tiempo que los telescopios podrán ser usados por los profesionales chilenos para hacer investigaciones.

Por último, se configura como una necesidad cada vez más evidente la creación o la definición de un ente del Gobierno que tenga el respaldo político y técnico y la representatividad necesaria de la comunidad astronómica nacional que negocie los nuevos con-venios que celebre el Estado con las instituciones internacionales interesadas en establecerse en el país, que supervigile su funcionamiento, y que establezca el marco dentro del cual debiera funcionar esta actividad científica.

En este contexto se inscribe el proyecto de ley en informe. El proyecto consta de quince artículos distribuidos en cuatro títulos en los que se regula lo referente al cielo apto para la investigación astronómica y su protección; al régimen común aplicable a los observatorios extranjeros e internacionales; a los convenios con observatorios extranjeros y a las políticas nacionales de investigación astronómica, y la administración de tiempo de observación.

A través de sus disposiciones, esta iniciativa legal apunta a cuatro objetivos fundamentales.

Primero, lograr el reconocimiento del cielo apto para la observación astronómica como un bien natural, susceptible de protección legal, y consagrar la posibilidad de declarar, tanto el cielo como sus suelos subyacentes, santuarios de la naturaleza.

Segundo, establecer obligaciones para el dueño responsable de dicho santuarios, una vez declarados como tales, cualquiera sea el título con que se ejerza dicha responsabili-dad.

Tercero, disponer un conjunto de normas que deban regir en proyectos astronómicos internacionales o extranjeros, con el objeto de precaver las dificultades que se han detectado hasta la fecha.

Finalmente, consagrar principios que van en apoyo de una política nacional que desarrolle la astronomía en el país.

En función de estos objetivos, los principales artículos del proyecto declaran que el cielo chileno, con aptitud para la investigación astronómica, y sus suelos subyacentes, constituyen un bien natural cuya conservación y uso científico es materia de protección legal, y que a esta protección están obligadas todas las personas naturales y jurídicas en sus respectivos ámbitos de actividad.

Asimismo, se establece que el cielo apto para investigación astronómica y sus suelos subyacentes podrán ser declarados santuarios de la naturaleza y amparados como tales.

En relación con los organismos internacionales, se establece que podrán acogerse al régimen especial que se convenga con el Gobierno, el que, en todo caso, deberá sujetarse a las disposiciones generales contenidas en la presente ley. Se busca una verdadera ley marco, donde queden encuadrados todos los beneficios o privilegios que puedan obtener las entidades nacionales o extranjeras que quieran acceder a algunos beneficios relacionados con la investigación astronómica.

Para celebrar convenios que habiliten el acceso al régimen establecido en este proyecto, será preciso que el cielo apto para la investigación astronómica y su territorio subyacente sean previamente declarados santuarios de la naturaleza.

Los convenios podrán financiarse por períodos de hasta 25 años. Actualmente, la práctica ha sido otorgar beneficios por tiempo indefinido. Después del estudio de la legislación comparada y a la luz de la experiencia nos ha parecido razonable establecer convenios con durabilidad de 25 años, renovables por períodos adicionales de 5 años.

En todo caso, en dichos convenios se deberá precisar, asegurar y garantizar, a lo menos, la contratación de investigadores e ingenieros chilenos para que participen en el diseño y desarrollo de tecnologías involucradas en la ejecución del respectivo proyecto. En consecuencia, nuestros astrónomos no sólo deben tener acceso a la observación astronómica, sino también a toda la tecnología que la rodea, la cual, probablemente, podrá ser incorporada en otras áreas del quehacer productivo nacional.

Entonces, se aseguran estos mínimos de contratación, la reserva del 10 por ciento de los tiempos de observación astronómica en cada uno de los telescopios e instrumentos instalados en el observatorio, la incorporación de un representante de la autoridad nacional competente en el mecanismo superior de decisión sobre estos tiempos, la observancia de la legislación laboral chilena, la contratación de un porcentaje razonable de personal chileno para la operación del proyecto que se trate, la no discriminación del personal nacional, y que los conflictos que se susciten con motivo del cumplimiento del convenio y de las obligaciones legales impuestas quedarán sometidos a la jurisdicción nacional.

En las discusiones general y particular de la iniciativa la Comisión contó con la colaboración y opiniones de representantes de diversas instituciones ligadas a la temática, tales como el Ministerio de Educación, Conicyt, observatorios y representantes de las Universidades de Chile y Católica.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 287 del Reglamento de la Corporación, esta iniciativa no contiene disposiciones que revistan el carácter de orgánico constitucional o de quórum calificado y no contiene artículos que deba conocer la Comisión de Hacienda.

Señor Presidente, quiero hacer una reflexión final en relación con este proyecto.

Basado en lo que ha sido el trabajo de nuestra Comisión, me siento con la responsabilidad de transmitir la especial importancia que sus integrantes y la comunidad científica en general le asignamos a esta iniciativa legal.

Es prácticamente el primer proyecto de origen parlamentario en relación con un tema científico. Se relaciona con la esencia de nuestra reflexión misma del ser humano y de su búsqueda incesante por conocer la verdad y los misterios del mundo que le rodea. La necesidad de descubrir el universo y cada ínfima partícula que lo compone son elementos que han motivado al hombre durante toda su larga historia. El acercamiento a la verdad se ha intentado constantemente a través del arte, de la religión, de lo místico y de la ciencia.

La ciencia es parte fundamental de una concepción humanista de la vida y la sociedad, que suscribimos y queremos reivindicar. En palabras de Beethoven, “Hay que cultivar la ciencia, porque no existe sendero más seguro para el hombre”.

Queremos sociedades que convivan, que se encanten y que busquen desentrañar los misterios, porque como Einstein, creemos que “la cosa más hermosa que podemos experimentar es el lado misterioso de la vida”.

En este entendido, Chile debe dar un nuevo salto en su tarea científica y tecnológica. Mucho es lo que hemos avanzado, pero el crecimiento económico, objeto indispensable para terminar con la pobreza de tantos conciudadanos, requiere de avances aún mayores.

No es sólo un problema de recursos y de administración. También se requiere una conciencia de país que privilegie las políticas destinadas a estas labores y estimule efectivamente a quienes comprometen su vida con la investigación.

Por eso, si aspiramos como país a responder eficientemente a los requerimientos de la modernidad, con un estilo innovador y de avanzada, necesariamente deberemos considerar en nuestra agenda algunos compromisos centrales que apunten a lograr que el desarrollo de la ciencia y la tecnología obtenga en la sociedad chilena el realce y la valoración debidos, e implementar las medidas necesarias para fortalecer y dignificar el recurso humano destinado a la investigación.

Lo anterior supone una preocupación especial por el otorgamiento de becas, la realización de postgrados, el retorno de investigadores de calidad y la promoción de un sistema nacional de estímulo a la investigación y a los investigadores. Este proyecto favorece el desarrollo de la astronomía como una forma concreta de plasmar ese compromiso.

En virtud de los antecedentes expuestos y del fundamento señalado, vuestra Comisión solicita a la Honorable Cámara que preste su aprobación en general al proyecto.

He dicho.

El señor ORTIZ ( Vicepresidente ).-

Tiene la palabra el Diputado señor José Antonio Viera-Gallo .

El señor VIERA-GALLO .-

Señor Presidente , el proyecto en discusión es de gran importancia para el desarrollo de las ciencias en nuestro país, y ha sido muy significativa la labor cumplida por la Comisión de Ciencias y Tecnología de la Corporación, presidida por el Diputado don Gutenberg Martínez .

Todos conocimos el seminario que esa Comisión realizó con la comunidad científica nacional y las distintas propuestas formuladas para que el desarrollo de las ciencias tenga un adecuado impulso en nuestra legislación y por parte de nuestras autoridades.

Hoy tocamos un aspecto específico: el fomento y la regulación de la astronomía. Sería interesante -para mí al menos- escuchar del Diputado informante algunas consideraciones sobre una parte de mi intervención. Después me referiré específicamente al proyecto.

La iniciativa parte de la base de que en nuestro país existiría una ventaja comparativa para instalar observatorios astrónomicos, debido a la pureza de nuestro cielo y aire. En realidad, esto es así, y en las últimas décadas, se inicia la construcción de nuevos observatorios, como se señala en el informe.

Sin embargo, tengo la impresión -puedo estar equivocado- de que, en un plazo relativamente breve, por el desarrollo de la industria aeroespacial, nos acercamos a la instalación de bases permanentes girando en torno a la Tierra y de formas más modernas de observación astronómica que no tendrán el problema del filtro o de la desviación que produce la atmósfera terrestre. Ello me hace pensar que en décadas próximas es muy probable que los observatorios terrestres que han existido en Chile desde mil ochocientos y tanto, y, en nuestro continente, desde la civilización maya, serán superados por el desarrollo de la ciencia.

Esta legislación tiene mucha urgencia, entonces, porque la ventaja comparativa de Chile duraría muy pocas décadas más. Por eso, estos proyectos de inversión o se hacen ahora para aprovechar el lapso que falta para que la observación astronómica se realice desde las bases aeroespaciales, o simplemente no se harán nunca.

Esta iniciativa es importante para el desarrollo de nuestra ciencia, aun cuando -como se indica en el informe- los profesores de astronomía han observado muy poco interés de los chilenos por este ramo y recomiendan que se fomente su estudio.

La primera pregunta que deseo formular es si es efectivo lo que he señalado y de qué manera este proyecto debería tener mayor urgencia en su aplicación.

Una segunda consideración. El artículo 1º del proyecto dice: “El cielo chileno con aptitud para la investigación astronómica y su suelo subyacente constituyen un bien natural cuya conservación y uso científico es materia de protección por esta ley.”

Esto habría que relacionarlo con las normas del Código Civil respecto de lo que son los bienes. En el caso del cielo, debemos remitirnos a su artículo 585, que establece: “Las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres, como la alta mar, no son susceptibles de dominio, y ninguna nación, corporación o individuo tiene derecho a apropiárselas.

“Su uso y goce son determinados entre individuos de una nación por las leyes de ésta, y entre distintas naciones por el derecho internacional.”

En ese sentido, si el cielo fuera -como pienso- una cosa común a todos los hombres, esta ley estaría dentro de ese contexto, reglamentando algunos aspectos del uso científico del cielo. Distinto sería si lo considerara un bien nacional, cosa que no corresponde.

Pero también tengo una duda en cuanto al derecho aeronáutico y a la reclamación de soberanía de Chile respecto del espacio aéreo, porque cuando el Código Civil, en su título III, “De los Bienes Nacionales”, que son aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda, habla de los bienes nacionales de uso público y de los bienes nacionales cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes, que son los bienes del Estado o bienes fiscales. Y según el artículo 596, el mar adyacente que se extiende hasta las 200 millas marinas vendría a ser un bien del Estado y no un bien común a todos los hombres.

En ese sentido, me gustaría una explicación desde un punto jurídico más claro -que no veo en el informe-, sobre cuál se considera para efectos del proyecto la naturaleza jurídica del cielo, como también un comentario desde el punto de vista del derecho aeronáutico respecto del espacio aéreo, porque si evidentemente Chile tiene una proyección soberana que, por ejemplo, le permite reglamentar las vías de transporte aéreo, puede impedir o autorizar la llegada de aeronaves, y en ese caso hay una asimilación del espacio aéreo a lo que es un bien nacional, sobre el cual el Estado tiene alguna forma de soberanía. En cambio, sobre el cielo -como aquí se señala-, el Estado chileno no tiene ninguna forma de soberanía, porque es algo que está entregado a toda la humanidad, aun cuando esté ubicado encima de nuestro territorio.

En tal sentido, habría una imprecisión en el proyecto, porque establece ciertas normas de protección ambiental, independientemente del estatuto jurídico de los bienes que traba. Una cosa es si el cielo que se quiere proteger -la limpieza del aire- es un bien entregado al uso de todos los hombres y otra es el suelo subyacente a ese cielo, el cual obviamente tiene un dominio que puede ser privado, fiscal o un bien nacional. En ese caso, las disposiciones sobre protección de la limpieza del aire respecto de las actividades que se realicen en el suelo subyacente al cielo que se ha declarado necesario proteger por sus cua-lidades astronómicas, tienen que tomar en cuenta que se trata de bienes jurídicos con situación diferente. En ese sentido, el artículo 1º del proyecto es demasiado genérico.

Estoy de acuerdo con lo que se pretende, pero en un segundo informe ameritaría una mayor precisión la distinta naturaleza jurídica de lo que se llama el cielo apto para la investigación astronómica, y, por otra parte, el suelo subyacente, sobre todo, porque dice que ese cielo -si entiendo bien- podría ser declarado santuario de la naturaleza. Pienso que el Estado chileno no puede hacer esto, porque el cielo no le pertenece. Al tenor del Código Civil, se desprende que es un bien entregado a todos los hombres; no es un bien del Estado o fiscal. Si entiendo bien, el bien nacional del Estado es el espacio aéreo como proyección de su soberanía.

No obstante, más allá de disquisiciones jurídicas, quiero llamar la atención sobre una campaña permanente de la prensa -reiterada hoy en un artículo de fondo de El Mercurio- en que se dice que legislamos en forma insuficiente, que legislamos mal. Incluso, me parece que hay una caricatura en ese sentido. Muchas veces se afirma que hay buena intención, pero no asesoría y cuidado suficientes.

Entonces, con estas observaciones no pretendo entrabar el proyecto, que me parece significativo, importante y, aún más, urgente, por las razones científicas que expresé al comienzo. Sin embargo, es importante, tal vez en un segundo informe, hacer distinciones jurídicas que figuran en nuestro ordenamiento interno y en el derecho internacional, para saber qué es lo que Chile puede buenamente hacer y qué no puede hacer. Entiendo que en lo que se refiere al cielo apto para la investigación astronómica el Estado chileno no tiene ninguna soberanía, y que cualquier eventual derecho sólo podría derivar de tratados internacionales.

He dicho.

El señor MARTÍNEZ (don Gutenberg).-

Gracias, señor Presidente .

Es muy loable que el colega Viera-Gallo demuestre su preocupación respecto de la naturaleza jurídica del cielo. Creo que es una forma de ratificar viejos principios, presentes en forma permanente en sus actuaciones, y que queremos seguir viendo patentes en él.

Está muy bien planteada la temática que desarrolló. En todo caso, nuestra intención es que el proyecto vuelva a Comisión, tanto para perfeccionar algunos de sus artículos como para tratar algunas indicaciones del Ejecutivo sobre temas que son de su exclusiva facultad, para poder estructurar un proyecto integral sobre la materia.

Respecto del primer planteamiento del señor Viera-Gallo relativo al sustento jurídico de la definición de cielo y del suelo subyacente, en primer lugar, debemos determinar el aspecto práctico. En la práctica, lo que queremos es que el país proteja de algún modo determinados lugares del territorio que, según lo que indican los expertos, son privilegiados en materia de observación astronómica, a fin de utilizarlos de mejor forma en el futuro.

En segundo lugar, es necesario que en aquellos lugares en los cuales eventualmente se efectúe este tipo de observación no se produzca contaminación que perjudique la calidad de la observación astronómica en ese cielo, lo cual implica protegerse, por ejemplo, de la contaminación lumínica que podría producir el hecho de que junto al observatorio se instale una fuente de emisión de luz muy poderosa. Asimismo, dado que las técnicas radiales o radiométricas son esenciales, también podría producirse no sólo contaminación lumínica, sino que radial o de otra especie.

Entonces, hemos buscado un mecanismo jurídico que fundamentalmente posibilite que tanto en el presente como en el futuro se desarrolle una buena observación astronómica.

Para lograrlo, consideramos que la mejor figura jurídica era la de “santuario de la naturaleza”. Precisamente, la ley sobre el consejo de monumentos nacionales establece que se puede declarar santuario de la naturaleza, aunque el nombre llame a engaño, no sólo para los efectos de preservar los recursos naturales o una situación dada, sino que también para asegurar una buena investigación científica en determinados lugares naturales. Por lo tanto, la figura de santuario de la naturaleza cabía perfectamente en este caso.

Ahora bien, considero pertinente lo que señaló el Diputado señor Viera-Gallo en cuanto a la definición del artículo 585 del Código Civil. Sin embargo, existen acuerdos y tratados internacionales del último tiempo que en relación con el tema de la protección del medio ambiente habilitan a los Estados para que tomen determinadas medidas a fin de proteger el medio ambiente, usando la misma acepción de la figura jurídica de santuario de la naturaleza; el medio ambiente y/o la investigación científica.

Como los colegas recordarán, hace poco tiempo la Cámara despachó un proyecto relativo a lo que denominamos “aguas de jurisdicción ecológica”, en el cual, a partir precisamente de algunos tratados internacionales, asumíamos el derecho que se otorgaba a los Estados ribereños para adoptar medidas legales que permitieran proteger el medio ambiente y, añadido a él, la investigación científica. Sobre esa base, de algún modo ampliamos nuestra jurisdicción más allá de las 200 millas marinas. Debo reconocer que, desde un punto de vista jurídico, fue un acto de algún modo audaz, tan audaz como lo fue la Convención sobre derecho del mar o, hace algún tiempo, la declaración de Perú, Ecuador y Chile reclamando la soberanía sobre las 200 millas. Por lo tanto, también hemos tomado ese elemento como sustento de lo que formulamos.

Ahora, como la declaración de santuario de la naturaleza dice relación más bien con medidas que se adoptan para impedir que desde el suelo se contamine el cielo, no habría mucho grado de contradicción con otros eventuales derechos de uso del espacio.

Por último, el colega Viera-Gallo se refirió a los derechos aeronáuticos y afirmó que lo que sí podría contaminar el cielo es el tráfico aéreo. Respecto de dicho tráfico hay acuerdos internacionales que -como él lo manifestó- permiten a los países adoptar las medidas legales o reglamentarias para regularlo. Por lo tanto, en aquella parte en que la declaratoria de santuario de la naturaleza pudiera de algún modo amagar eventuales derechos de tráfico aéreo, el Estado chileno tiene la posibilidad de actuar sobre la base de dichos acuerdos.

Por otra parte, el colega Latorre señaló en la Comisión -cuestión que no estaría en condiciones de desarrollar debidamente- que para el área de las telecomunicaciones existen, además, otros antecedentes de derecho internacional y nacional que habilitan al Estado chileno para adoptar medidas en lo que dice relación al tráfico -por así decirlo- de las comunicaciones.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que la declaratoria de santuario de la naturaleza, para los efectos de evitar la contaminación lumínica, radial y de cualquier otro tipo, estaría respaldada por acuerdos o tratados internacionales y por leyes internas.

Señor Presidente, el colega Latorre me pide una interrupción para referirse al tema de las telecomunicaciones y, con su venia, se la concedo.

El señor ORTIZ (Vicepresidente).-

Tiene la palabra el honorable Diputado señor Juan Carlos Latorre.

El señor LATORRE.-

Señor Presidente , en relación con el punto que estaba abordando el Diputado señor Gutenberg Martínez y con las inquietudes del Diputado señor Viera-Gallo , quiero señalar que con motivo de la discusión del proyecto que modificó el sistema de las telecomunicaciones en el país, uno de los temas que estuvo presente fue, precisamente, la definición que desde el punto de vista jurídico corresponde al espacio radioeléctrico.

Esta materia guarda directa relación con la inquietud planteada por el Diputado señor Viera-Gallo de que, efectivamente, nuestro país asume que el uso de ese espacio debe estar sometido a una concesión explícita que entregue el Estado chileno. Es decir, nadie puede acceder a él sin que haya de por medio una concesión o autorización del encargado de velar por su uso. En otras palabras, en este caso, se le reconoce jurídicamente al Estado chileno la tuición sobre su propio espacio, antecedente válido que también tiene alguna proyección respecto de su inquietud relativa a la protección del espacio para los efectos de la observación astronómica.

Muchas gracias.

El señor ORTIZ ( Vicepresidente ).-

Recupera la palabra el Diputado informante , señor Gutenberg Martínez.

El señor MARTÍNEZ (don Gutenberg).-

Señor Presidente , para terminar de responder a la primera inquietud del Diputado señor Viera-Gallo , es efectivo que hay un desarrollo presente y futuro -como él señaló- de la observación astronómica por vía aeroespacial. Sin embargo, la demanda de investigación astronómica ubicada en tierra firme -por decirlo de algún modo- de ninguna manera ha disminuido sino que ha aumentado.

Como lo señalé en mi informe, los proyectos en curso representan una inversión de 1.500 millones de dólares; las iniciativas en estudio -al menos dos bastante claras- significarán una inversión adicional de 500 millones de dólares. Por el momento, no hay indicios de que este tipo de investigación, en cuanto a peticiones o a necesidades del país, se esté reduciendo, sino que, inclusive, podría aumentar. Por último, podría generarse, si se quiere, el desarrollo de dos líneas.

Ahora bien, es muy difícil prever -como lo planteó el colega- el desarrollo futuro, debido a la vertiginosidad de los acontecimientos. Por lo mismo, estamos plenamente de acuerdo en que debemos acelerar la urgencia de lo que queremos hacer ahora, que no es ni más ni menos que aprovechar a tiempo todas estas posibilidades.

He dicho.

La señora MATTHEI.-

Señor Presidente , si se analiza la evolución de economías como las de Japón, Corea del Sur, Taiwán o Singapur, es posible observar cómo cada una de ellas, al abrirse al comercio internacional, tuvieron un proceso de transformación notable en su estructura productiva.

Todas ellas pasaron de economías que se caracterizaban por alto desempleo, extrema pobreza, agricultura de sobrevivencia y la producción de algunas manufacturas de mala calidad, a economías que elaboran productos de altísima calidad y con mucho valor agregado, hecho que ha permitido mejorar notablemente la calidad de vida de los trabajadores de esos países.

Todos ellos, sin excepción, han logrado este avance sobre la base de dos decisiones importantes. En primer lugar, lograr un marco económico sano, en el que se respeta la propiedad privada, el sistema de precios y los equilibrios monetarios fiscales y externos. En segundo lugar, todos ellos han hecho una inmensa inversión en capital humano. Han invertido cuantiosísimas sumas en educación básica, media, universitaria, tecnológica y científica.

Como son países que no gozan de la enorme cantidad de recursos naturales que tiene la mayoría de los países latinoamericanos, incluyendo el nuestro, han debido desarrollar el único recurso que tienen en abundancia: el ser humano. Y lo han obtenido con un éxito admirable, porque las economías que crecen y evolucionan hoy en día no son las que tienen muchos recursos naturales, sino las que logran desarrollar conocimientos y tecnología propios.

Es hora de que en Chile entendamos esto. La exportación de fruta, de madera, de celulosa, de cobre, de harina de pescado corresponde a una primera fase exportadora. Necesariamente, tenemos que empezar a prepararnos para la segunda fase, y ello requiere inversión en capital humano.

Los entendidos en esta materia, coinciden en que no es posible avanzar en tecnología si no se avanza también en la investigación en ciencias básicas.

La investigación científica no significa repetir meramente en Chile -con una o dos décadas de retraso- lo que se ha hecho en ciencias en países más desarrollados. Debe ser investigación de excelencia y ello es caro, muy caro. Por eso, como país, es un buen negocio invertir en astronomía porque, debido a la calidad de nuestros cielos, hacia fines de este siglo en Chile habrá inversiones en astronomía por más de dos mil millones de dólares.

La investigación astronómica puede parecer muy alejada de lo que significan avances en nuestro sistema productivo, y muchos podrían pensar que, en el fondo, es plata perdida para que algunos científicos se den el gusto de mirar el cielo. Nada más alejado de la realidad. Los avances colaterales que se producen en óptica, en investigación de materiales, en informática, en comunica-ciones, pueden tener efectos enormes en la economía de nuestro país. Por eso apoyamos con mucha fuerza este proyecto.

Quiero felicitar sinceramente a los Diputados señores Gutenberg Martínez y Joaquín Palma , quienes han hecho un trabajo muy serio en la elaboración de este proyecto, del cual son sus autores.

Espero que el Gobierno apoye esta iniciativa, fomentando la creación de un instituto de astronomía en donde se pueda asegurar que el país no participe sólo con el diez por ciento del tiempo de observación que le dan los observatorios extranjeros, sino que también pueda hacerlo en todas las tecnologías relacionadas, porque ello puede traer un notable avance económico.

El país tiene una ventaja comparativa: el cielo. Otros países han invertido aquí por esta razón. Con una inversión ínfima, el país podría hacer un uso muy eficiente e importante de estas inversiones.

Quiero finalizar refiriéndome al interés de la juventud por las ciencias, en general, y por la astronomía, en particular.

Existe evidencia del gran interés de la juventud por esas materias. Sin embargo, las remuneraciones de los científicos en el país son vergonzosamente insuficientes y sólo unos pocos quijotes están dispuestos a someter a sus familias, por su amor a la ciencia, a una calidad de vida claramente mala en lo económico. Es hora de que nuestro país se preocupe de la investigación científica. No hacerlo es una miopía que nos afectará económicamente en poco tiempo más, cuando otros países -que están siguiendo la estrategia de desarrollo chilena- hagan bajar los precios de los productos que actualmente exportamos, o cuando el alza de los salarios en el país nos haga poco competitivos en su producción.

He dicho.

El señor ORTIZ (Vicepresidente).-

Tiene la palabra uno de los autores de esta moción, el honorable Diputado don Joaquín Palma.

El señor PALMA ( don Joaquín) .-

Señor Presidente , por la calidad excepcional de sus cielos, Chile ha sido reconocido desde hace más de un siglo por los astrónomos como un lugar de interés para la observación.

En agosto de 1852, bajo el gobierno del Presidente Manuel Montt, se fundó el Observatorio Astronómico Nacional, auspiciado por el entonces Rector de la Universidad de Chile, don Andrés Bello . Durante la segunda mitad del siglo XIX, estuvo instalado en la Quinta Normal, y bajo el gobierno de don Pedro Montt se trasladó a la Gran Avenida, donde permaneció -como muchas cosas en Chile- sin contar con el apoyo necesario para realizar un trabajo importante.

Afortunadamente, la aparición de personas como don Federico Rutland y del Rector Gómez Millas, de la Universidad de Chile, lograron cambiar esta situación: se trasladó el observatorio a una mejor ubicación y se establecieron contactos internacionales, especialmente con la Universidad de Chicago, la que envió algunos astrónomos a estudiar la situación del cielo chileno. Esta iniciativa culminó en 1963 con la fundación del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo.

Posteriormente, se instalaron otros observatorios, como los de la ESO y el operado por la institución Carnegie, que hoy están funcionando y nos permiten visualizar de una manera distinta el desarrollo de la ciencia astronómica en Chile.

Por otra parte, la Universidad de Chile, en especial, se ha preocupado del tema creando en 1966 el grado de licenciatura en astronomía, de donde han egresado por lo menos veinte o treinta licenciados chilenos que hoy tienen la representación de la ciencia del país en muy buen nivel. Gracias a esto y a las posibilidades de observar en estos observatorios, el nivel de la astronomía de Chile, como lo publica la revista “Science”, de febrero de 1995, es el mejor de América Latina.

Tenemos grandes posibilidades en el desarrollo de esta rama del saber científico. Seguramente no hay ninguna otra en Chile que pueda proyectarse internacionalmente como ésta.

Por eso, el proyecto que hoy discutimos tiene enorme importancia. Vuelve a considerar las proyecciones de la astronomía, como lo hicieron en su tiempo Manuel Montt y Andrés Bello .

La conveniencia de que Chile disponga de una ley marco que regule el desarrollo de la astronomía y las condiciones en que operen los observatorios instalados en nuestro suelo, parece bastante obvia. En el norte del país se encuentra la mayor inversión en instalaciones astronómicas en el mundo.

Al respecto, quiero destacar la observación del Diputado señor Viera-Gallo sobre las instalaciones aéreas que están apareciendo y que podrían reemplazar a las terrestres. Esto no parece ser cierto, porque también en lo terrestre ha habido un avance científico realmente extraordinario, que permite aumentar la capacidad de las observaciones y de los anteojos astronómicos de una manera bastante imprevista, al utilizar también la informática y la electrónica para conectar distintos instrumentos. También hay que considerar el costo de los observatorios instalados en órbita. El de Hubble, por ejemplo, según los datos que poseo, costó una cifra cercana a los cinco mil millones de dólares, lo que contrasta bastante con las inversiones que se pueden hacer en tierra, que son mucho menores que esa cifra, bastante estratosférica, que no puede financiarse fácilmente.

Las instalaciones chilenas son nuevas, modernas y de gran calidad física y tecnológica, y se puede esperar razonablemente que, en el futuro cercano, se establecerán nuevos observatorios o se ampliarán los existentes para lograr llegar más lejos en la búsqueda de la esencia del universo.

El funcionamiento de los observatorios hasta hoy no ha estado exento de problemas -algunos bastante notorios-, pero sin ninguna duda ha sido de gran provecho para las zonas en que se encuentran emplazados. La Serena, que represento en esta Cámara, es testigo de la fuerza intelectual y económica que ellos aportan y motivo de prestigio que quiere conservar.

En la Cámara hemos visto con preocupación la polémica entablada sobre la construcción del gran observatorio de Cerro Paranal, que ha merecido un estudio especial por parte de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Ciencias y Tecnología.

Hemos conocido del malestar de los empleados de un observatorio, porque estiman que sus derechos laborales han sido limitados.

Tuvimos que hacernos partícipes de la preocupación de los científicos en relación con el tiempo de observación que tienen en Chile los diferentes observatorios para los chilenos, capital importante que debe ser bien administrado.

Otros problemas derivan de las normas que debe tener la participación de Chile como socio del observatorio Gémini, que nos permitirá utilizar, además, un tiempo de observación en el observatorio de Hawai, en Estados Unidos, lo que no está todavía bien formalizado.

Por último, un problema que se puede presentar tiene que ver con las condiciones de accesibilidad, de mantención de los terrenos y las restricciones en la zona de los observatorios. La iluminación de los pueblos y de las ciudades cercanas, por ejemplo, requiere de algunos controles.

El proyecto de ley que sometemos a la discusión de esta Cámara resolverá muchos de estos problemas al enmarcar el funcionamiento y la construcción de nuevos observatorios en normas generales conocidas y transparentes, cuyo alcance general ha explicado acertadamente el Diputado informante señor Gutenberg Martínez y que no estimo del caso reiterar en este momento, salvo a que en la discusión particular debemos incorporar algunas indicaciones de iniciativa del Ejecutivo , especialmente en lo referente a establecer un organismo responsable de la aplicación de esta ley.

Quiero destacar la importancia económica que tiene para Chile esta actividad. Las inversiones son de gran magnitud. Ya han dicho otros señores Diputados que pueden estimarse en 1.500 a 2.000 millones de dólares de aquí a fin de siglo. En estas instalaciones, Chile dispondrá del 10 por ciento del tiempo de observación.

Su operación anual proporcionará actividad a alrededor de mil personas y los gastos de operación llegarán a más de 50 millones de dólares anuales, cifra nada despreciable y de gran impacto en algunas comunas.

Debo hacer notar, por ejemplo, que en el listado entregado por Mideplan acerca de las inversiones en la Cuarta Región, la astronomía aparece en primer lugar, por sobre la minería, agricultura, pesca o turismo. Indudablemente, esto corresponde a las nuevas instalaciones que no son fácilmente repetibles, pero que significarán un importante movimiento comercial de servicios y un buen número de empleos estables y bien remunerados.

Una buena regulación de esta actividad, uno de los objetivos del proyecto, permitirá repetir experiencias similares exitosas como la sucedida en islas Canarias y en Hawai, donde los cielos también son transparentes como los nuestros, pero están ubicados en el hemisferio norte. El desarrollo de la astronomía en esas zonas ha permitido un interesante desarrollo científico, tecnológico, laboral y turístico. Incluso se ha producido un proceso de integración social y cultural de la comunidad que esperamos se pueda repetir en Chile.

Con esto no quiero decir que aquí no ha habido ya un proceso de integración importante en algunas zonas, como en el valle del Elqui, por ejemplo. Al contrario, al margen de los problemas que hemos señalado, los observatorios y todo tipo de instalaciones anexas han contribuido al desarrollo de la zona y colaborado indudablemente al progreso de la astronomía chilena mediante aportes culturales, científicos y económicos, así como en la entrega de cursos y becas a estudiantes y, en general, mediante el nacimiento de una muy buena relación entre funcionarios y científicos, familias extranjeras y la comunidad local.

También podemos constatar que la astronomía chilena, considerada como ciencia, no despega aún, a pesar de haber transcurrido más de 30 años desde que llegaron estas instituciones norteamericanas y europeas a Chile. Sólo un puñado de astrónomos, en general, agrupados en las dos principales universidades santiaguinas, se dedican a ella.

Por eso, con motivo de este proyecto de ley, creo conveniente solicitar nuevamente al Gobierno -y ruego que se oficie en estos términos al señor Presidente de la República y al señor Ministro de Educación - que la segunda parte de este proyecto de ley marco de astronomía sea la creación de un instituto de muy alto nivel -como ha mencionado la Diputada Matthei recientemente- que permita el desarrollo de la astronomía en Chile como actividad científica de excelencia.

La idea de crear un Instituto Nacional de Astrofísica no es nueva, sino una antigua aspiración del grupo de doctores en astronomía que hay en Chile y que ven, con preocupación, que esta ciencia, que goza en Chile de tan espectaculares ventajas comparativas en relación con todas las otras ramas, no prospera, no emerge a un alto nivel y está lejos del que han logrado, en tiempo mucho más breve, por ejemplo, los españoles en las islas Canarias.

Un instituto independiente de las universidades -como es la tendencia moderna-, financiado en sus inicios por el Estado, para lograr después cierta autonomía financiera, permitiría dar el gran paso que se busca con el proyecto de ley que estudiamos.

El emplazamiento natural de esta institución sería la ciudad de La Serena y serviría para la investigación y preparación de científicos chilenos y latinoamericanos, no sólo en astronomía pura, sino también en una variada gama de tecnologías y servicios anexos que necesitan los observatorios y que hoy no se desarrollan en Chile.

En resumen, los objetivos de este instituto -que repito, sería el complemento ideal para este proyecto de ley y que requiere iniciativa del Ejecutivo para su implementación- son: hacer investigación astrofísica de excelencia, un centro donde se perfeccionen y creen instrumentos astronómicos de última tecnología para ser utilizados por los astrónomos nacionales en los diversos telescopios instalados en Chile; formar a una veintena de jóvenes chilenos o extranjeros como astrónomos y un grupo de ingenieros entendidos en tecnología de punta, electrónica, informática y mecáni-ca, relacionada con la utilización de los ins-trumentos; apoyar a las universidades en esta disciplina y difundir los conocimientos en el país.

Pienso que esta iniciativa, parte y complemento de este proyecto de ley, sería la más relevante de las acciones realizadas en muchos años en Chile para el desarrollo de la ciencia. Sin duda, por las condiciones en que se desarrollaría, por las posibilidades de financiamiento a que accedería y por los precedentes de otros países, tendría el éxito asegurado.

La comunidad de la región de Coquimbo, luego de una visita efectuada a la ciudad de La Serena por el entonces Presidente de la Comisión de Ciencias y Tecnología, Diputado señor Gutenberg Martínez , junto a otros parlamentarios y astrónomos de renombre como José Maza y Mónica Rubio , han recibido esta iniciativa con enorme entusiasmo.

El intendente y el gobierno regional, así como las universidades locales, se han propuesto hacer realidad este proyecto. El sábado pasado, el diario “El Día” de La Serena publicó un reportaje que quiero destacar, porque nos muestra cómo la idea prendió inmediatamente y cuenta con un apoyo entusiasta. Aparece un informe completo del consejero regional Nelson Castillo y la decisión tomada por el Core de apoyar en forma activa la instalación del instituto. El gobierno regional elaborará un informe final para presentarlo al Presidente de la República .

Por otra parte, la Vicerrectora de la Universidad de La Serena, señora Lina Berríos , en nombre del Rector, ha ofrecido los terre-nos necesarios para su instalación. Señaló, al mismo tiempo, que la magnitud de un proyecto de este tipo traería enormes beneficios para la universidad, la región y el país.

Espero que la honorable Cámara apruebe esta iniciativa y que el Presidente de la República y las autoridades pertinentes nos entreguen el patrocinio a todos los artículos e indicaciones que lo requieran, para hacer de esta normativa sobre astronomía un proyecto completo y duradero, para beneficio de la ciencia y de la educación chilena, latinoamericana y del mundo.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

Tiene la palabra el Diputado René Manuel García .

El señor GARCÍA (don René Manuel) .-

Señor Presidente , quiero formular una consulta al Diputado informante , señor Gutenberg Martínez .

Se ha dicho que se reserva el diez por ciento del tiempo para investigación nacional, que pueden haber investigaciones con otras universidades y que sería bueno para nuestros astrónomos todo este sistema, y el Diputado señor Martínez dice que se va a proteger el suelo adyacente. Al respecto, me asalta una duda, ¿qué pasa con la ley de concesiones mineras, que dice relación con el aprovechamiento del subsuelo? Indudablemente, habrá una contradicción. Se protege el suelo, pero no el subsuelo, y al entregarse este último se harán excavaciones mineras que contaminarán el aire. Si la ley prohíbe que se excave el subsuelo y hay concesiones mine-ras otorgadas, en mi opinión, se van a generar juicios inmensamente largos y onerosos, por una razón muy sencilla. La persona que tiene la concesión minera va a querer que se le pague el lucro cesante. En consecuencia, ese podría ser uno de los graves impedimentos que habría para la instalación de estos observatorios astronómicos, sobre todo en la zona norte, donde una de las riquezas -lo sabemos perfectamente- es la minería y no la agricultura. Los terrenos agrícolas son diferentes, porque con una pasada de rastra queda limpio, pero el polvo producido por las explosiones en los terrenos mineros contaminarán el cielo y no permitirán tenerlo despejado como lo requieren las observaciones astronómicas.

Por ello, antes de seguir con el debate, me gustaría que el señor Diputado informante me dijera si el proyecto considera esta situación o cómo pretenden solucionar el problema de las concesiones mineras y de la explotación del subsuelo. He revisado el proyecto, y en ninguna parte se dice nada al respecto.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el honorable Diputado señor Sergio Correa.

El señor CORREA .-

Señor Presidente , me sumo a las palabras expresadas por la Diputada señora Matthei respecto a la importancia del proyecto en relación con el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país. Si queremos avanzar en este sentido, debemos actuar rápidamente en capacitación, mejoramiento educacional y en ciencia y tecnología.

Hoy estamos ante un proyecto que va en esta dirección, que privilegia e incentiva la astronomía en Chile. Sin duda, las condiciones excepcionales de nuestros cielos ofrecen ventajas que, difieren un poco de las digresiones más bien filosóficas formuladas por el colega Viera-Gallo respecto del tema. En la Comisión se debatió la ventaja comparativa que representa la ubicación estratégica de Chile en relación con otros países, lo que ha permitido en los últimos años la instalación de diversos observatorios: Aura, de Estados Unidos; ESO, de la Asociación Europea; Carso , también del país del norte. Además, se están realizando proyectos tan importantes como los de Gémini, Cerro Paranal y Magallanes .

Nuestra bancada votará a favor del proyecto, porque considera que los objetivos que persigue, como considerar que el cielo es un bien natural que debe protegerse legalmente, como declarar santuarios de la naturaleza a los suelos o subsuelos para desarrollar la actividad astronómica, o como imponer obligaciones al dueño y responsable de los terrenos, acarrearán innumerables beneficios.

A mi juicio, este es un buen proyecto de ley, que va en la dirección correcta. Si avanzamos en ciencia y tecnología como lo han hecho otros países emergentes del Asia, lograremos el desarrollo y terminaremos con la pobreza, que es lo que realmente queremos.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el honorable Diputado señor Jocelyn-Holt.

El señor JOCELYN-HOLT .-

Señor Presidente , algunos de nosotros nos “metimos” en esta iniciativa, básicamente por la discusión presupuestaria del año pasado en lo relacionado con el proyecto Gémini.

La iniciativa tiene importancia. Se puede prever que permitirá el desarrollo científico y tecnológico del país, en especial porque existe interés por construir nuevos observatorios dentro del país y en realizar otros proyectos parecidos.

Desde luego, las complejidades de este tipo de temas obedecen más que nada a la heterogeneidad con la cual los anteriores telescopios se han instalado en el país y, básicamente, a sus estatutos legales. Hasta ahora se han establecido en Chile al amparo de tratados internacionales. También se dictaron leyes, bajo el régimen constitucional anterior, que otorgaron a instituciones -en particular a universidades- un régimen de franquicias e inmunidades de jurisdicción, sobre la base de acuerdos recíprocos de colaboración entre la Universidad de Chile y otros organismos, por ejemplo.

Objetivamente hablando, el proyecto tiene por norte servir como marco general a los proyectos futuros y, paralelamente, generar una institucionalidad adecuada para que esos observatorios se instalen de acuerdo con normas comunes, aplicables a todos. Desde ese punto de vista, tiene una gran importancia.

Este tema tiene cuatro partes y cada una de ellas su relevancia especial.

En primer lugar, está este proyecto cuya aprobación estoy seguro que hoy se logrará.

En segundo término, esperamos que las indicaciones del Ejecutivo, por lo menos, aborden, primero, una institucionalidad adecuada para que sea la autoridad competente la que otorgue las franquicias que se concedan y, segundo, el régimen de exenciones y franquicias tributarias que eventualmente tengan las instituciones extranjeras que se establezcan en el país.

En tercer lugar, la inmunidad de jurisdicción, que ha sido el tema más sensible y que durante este año ha sido motivo de un largo pleito en los tribunales, porque no parece correcto que un ente distinto al Parlamento otorgue franquicias que sólo deberían ser concedidas por el Congreso Nacional, al aprobar acuerdos internacionales de esta naturaleza.

En cuarto lugar, será importante que las indicaciones del Ejecutivo propongan el procedimiento para dar a conocer públicamente los acuerdos que se alcancen en el marco de las nuevas normas. También deberían derogar las leyes incompatibles con las disposiciones de esta normativa, como también garantizar un régimen de transición entre estatutos jurídicos de determinadas instituciones con las disposiciones que finalmente se aprueben.

Este proyecto, con las indicaciones que esperamos del Ejecutivo, volverá a la Comisión y servirá para darle estabilidad al desarrollo futuro que se prevé tendrá este sector.

Es imposible referirse a esta iniciativa sin mencionar la discusión sobre el proyecto Gémini, que ha tenido lugar con motivo del conocimiento del Presupuesto de la nación para 1996, por segundo año consecutivo. Ojalá el proyecto Gémini, que tendremos que conocer pronto más exhaustivamente de lo que ha sido en la discusión presupuestaria, tenga estos criterios generales, y sea complementario y concordante con esta iniciativa.

Entendemos que el Ejecutivo tiene la voluntad de solucionar los problemas planteados en las discusiones presupuestarias del año pasado y de éste, mediante una ley especial para Gémini que concuerde con este proyecto, en el entendido de que las franquicias tributarias y las inmunidades de jurisdicción que va a otorgar, no sean mayores ni distintas de las que se conceden en este proyecto de ley marco. En ese sentido, en las próximas semanas discutiremos, en forma paralela, dos proyectos de ley relacionados con el tema: primero, esta iniciativa que probablemente hoy volverá a Comisión, y en segundo término, un cuerpo legal especial que garantice el aporte presupuestario comprometido por el país en ese proyecto y, al mismo tiempo, que su estatuto jurídico dé estabilidad en el mediano y largo plazo.

Lo importante es señalar que algunos de nosotros hemos intervenido en esta discusión básicamente para defender prerrogativas del Congreso Nacional. No nos parece correcto, por muy importante que sean, que algunos proyectos se desarrollen al margen de las normas constitucionales y legales que rigen a cada órgano. El hecho de que una entidad, que ni siquiera es dependiente de la administración central, pueda celebrar convenios mediante los cuales adquiera derechos en observatorios extranjeros, otorgue franquicias, e, incluso, inmunidades de jurisdicción a extranjeros que trabajen en ese proyecto, no parece adecuado sin que exista una legislación marco que lo autorice. No nos parece correcto mantener vigente, a largo plazo, un conjunto de normas que permitan que ciertas atribuciones nuestras sean ejercidas sin ningún tipo de fiscalización del Congreso Nacional. Tengo la impresión de que no es el espíritu que revela esta moción como no lo es la intención del Ejecutivo de complementarla mediante una iniciativa espe-cial para un proyecto que cuenta con un aporte presupuestario no regulado en esta iniciativa, porque su texto expresamente especifica que todo aquello que requiera de ley especial o de la celebración de un tratado internacional, tendrá que aprobarse en cada caso por el Congreso. Esa es la sana doctrina en esta materia.

A la autoridad competente que se señale en el proyecto de ley marco le van a ser exigibles tanto términos específicos en los convenios que se celebren con instituciones extranjeras como limitaciones expresas acerca de lo que podrá o no podrá hacer al momento de permitir el establecimiento de esos observatorios en el país.

Va a ser muy importante fijar el marco, porque en el pasado, por lo menos a la luz de las disposiciones constitucionales que nos rigen, ha habido entes que han ejercido cier-tas atribuciones legales más allá de lo que la Constitución permite. El ordenamiento de la legislación relativa al rubro astronómico, no sólo dará tranquilidad a la comunidad universitaria, sino que fijará un marco claro que permitirá el desarrollo estable del sector y dejará tranquilos también a aquellos que no tengan una especialidad en el campo de la ciencia y la tecnología. De alguna manera, también dejará tranquilo al Congreso Nacional, a pesar de sus escasas atribuciones sobre la materia.

Creo que con la ley marco, las indicaciones del Ejecutivo, la ley especial para el proyecto Gémini, y el proyecto de Presupuestos , tal como está presentado -acompañado de la misma manera como fue despachado el año pasado, con las glosas presupuestarias aprobadas después de un concienzudo análisis en la Comisión de Constitución del Senado, en la Comisión Mixta de Presupuestos y en ambas Cámaras-, es la oportunidad indicada para poner un orden adecuado y tener un marco regulatorio que sirva en términos reales a este efecto.

La intención del Ejecutivo manifestada a nosotros es permitir el despacho rápido de estos proyectos. Han existido voces, tanto en la comunidad científica como en otras partes, que expresan que, tal vez, el diseño que se ha estado haciendo puede llegar a comprometer nuestra participación en proyectos como el Gémini u otros. Al respecto, debo decir que no tengo ese temor y que el Gobierno está confiado -así se nos ha hecho saber a algunos de nosotros- en que la mecánica que estamos implementando para darle un marco adecuado a este sector, redundará en beneficio de proyectos como el Gémini, dará estabilidad en el mediano y largo plazo y, de alguna manera, va a ser concordante con las atribuciones del Congreso Nacional.

Creo que hay que darle un curso progresivo, ojalá un despacho rápido. Entiendo que la voluntad de todos va por ese camino y que, de alguna manera, en un tiempo prudente podremos despachar dos cuerpos legales que serán de extraordinaria importancia para el país.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

El señor Diputado informante tiene derecho a responder las consultas.

Tiene la palabra el Diputado señor Gutenberg Martínez.

El señor MARTÍNEZ (don Gutenberg).-

Señor Presidente , creo que más que un derecho es una obligación dar respuesta al Diputado señor René Manuel García .

La consulta que él formulaba, relacionada con el conflicto jurídico que se puede generar entre las concesiones mineras y la declaración de santuario de la naturaleza, fue analizada en la Comisión. El Diputado señor Carlos Vilches , que es miembro tanto de nuestra Comisión como de la de Minería, informó que ese tema está siendo analizado por dicha Comisión, a raíz de un proyecto que está en discusión en la misma. Sobre esa base, estimamos que no era razonable, salvo que la misma Comisión de Minería así lo estimara, hacer un doble tratamiento de la misma situación.

Al tomar la figura de santuario de la naturaleza, establecida en la ley con la finalidad de preservar recursos naturales, para los efectos de facilitar una investigación científica como la astronómica, no hemos creado nada nuevo sino que estamos asumiendo una figura existente. Pero, a nuestro juicio no es buena técnica jurídica analizar en forma simultánea con la Comisión de Minería las posibles implicancias prácticas. Ese es el motivo por el cual no entramos en mayor profundidad.

Es cierto que existe el conflicto, pero en distintos tiempos. Resulta difícil declarar santuario de la naturaleza una zona en la cual ya hay una concesión minera. Desde el punto de vista constitucional, ahí se genera una situación complicada. Es más viable hacerlo antes.

En todo caso, hay una situación de conflicto que, entre otras cosas, hoy está estudiando la Comisión de Minería, la cual no objeta el proyecto, puesto que el conflicto existía antes de que la inciativa se presentara a trámite legislativo. Simplemente, estamos tomando la misma figura de santuario de la naturaleza y desarrollándola en relación con el tema de la astronomía.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

Tiene la palabra el honorable Diputado señor Rubén Gajardo.

El señor GAJARDO.-

Señor Presidente , siempre es complejo legislar sobre un tema nuevo y establecer el estatuto jurídico de una actividad que no ha estado regulada en forma especial.

El esfuerzo hecho tanto por los autores del proyecto como por la Comisión es digno de estímulo, apoyo y reconocimiento. Si se considera que, justamente, estamos frente a un tema nuevo, es explicable que nos preocupen algunas circunstancias y elementos contenidos en él.

Como se ha señalado que de todas maneras el proyecto vuelve a la Comisión, quiero hacer presentes algunas observaciones, con el objeto de que se consideren en el segundo informe y se corrijan algunas situaciones que me atrevería a calificar de discutibles.

Desde luego, para cumplir los objetivos de la iniciativa, se requiere crear o entregar ciertas facultades y atribuciones a determinados servicios, materias que competen al Ejecutivo y que por ello no han podido ser abordadas en la moción parlamentaria.

En todo caso, como debemos analizarla tal como se ha presentado, vale la pena señalar que se omitió indicar a quién le corresponderá efectuar la declaración de santuario de la naturaleza, pues el proyecto parte de la base de que alguna autoridad lo hará.

Tal vez, el problema más complejo dice relación con las restricciones que se imponen al dueño del suelo cuando el espacio de cielo respectivo ha sido declarado santuario de la naturaleza. El artículo 3º no sólo le impone restricciones al derecho de dominio, sino que, además, obligaciones cuya procedencia me parece dudosa desde el punto de vista constitucional.

El referido precepto se refiere al dueño, administrador, arrendatario y otros, pero, a mi juicio, el derecho más afectado es el del propietario, al decir que el dueño de un territorio subyacente al cielo apto para la investigación astronómica y que sea declarado santuario de la naturaleza, será responsable del estricto cumplimiento del plan de manejo. Es decir, no sólo existe prohibición de ejercer plenamente el derecho de dominio, sino que se le imponen obligaciones que debe cumplir. Hay un plan de manejo, el cual especificará las facilidades para la realización de actividades educativas, de extensión e investigación científica en el suelo subyacente y de turismo ecológico, arqueológico o de toda otra índole, según las características del lugar, que sean compatibles con la investigación astronómica. Estas son cargas que pesan sobre una persona, sin compensación de ninguna especie.

A mi juicio, aquí se ven seriamente amagadas facultades que son esenciales del derecho de dominio, como el uso y goce pleno del bien sobre el cual se ejerce el derecho.

El artículo 4º señala la posibilidad de expropiación. Esta es la parte menos conflictiva, porque la expropiación implica una indemnización. Sin embargo, no se contempla una medida de esta misma naturaleza para las severas restricciones que el artículo 3º impone al propietario, las que, sin duda, afectan muy seriamente el derecho de dominio.

En el transcurso del debate se han formulado algunos planteamientos y se ha hecho notar que existen intereses que se contraponen respecto de los que emanan de otras instituciones jurídicas, como el de las pertenencias mineras.

Pero no sólo ése es el caso conflictivo, sino que el propietario no puede desarrollar libremente cualquier actividad económica, porque debe someterse a las prohibiciones y exigencias contempladas en el proyecto.

La situación relacionada con actividades futuras aparece un poco menos conflictiva, pues figura como una limitación para desarrollar actividades económicas, pero ¿qué ocurre con las que se están desarrollando? Porque el suelo apto para la investigación astronómica no necesariamente va a ser uno en el cual no exista actividad. Puede tenerla. ¿Qué ocurre con las actividades que se están desarrollando, con las inversiones efectuadas, con los planes que se están ejecutando? ¿Cómo encuadra la obligación y prohibición que establece el artículo 3º respecto de los derechos del propietario con las actividades económicas que está realizando? No solamente las que pueda realizar a futuro, que se verán impedidas o dificultadas por aplicación de estas normas, sino las que en este momento se encuentran en curso de ejecución.

Todos estos temas son complejos y ameritan un análisis muy detenido en el segundo informe.

Hago presente estas observaciones, porque pretendemos que la ley que dictemos sobre el particular opere, que efectivamente beneficie a la actividad científica, que sea un instrumento para el desarrollo de la actividad astronómica y no una fuente permanente de conflictos jurídicos que podría tener resultados negativos para el país.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el honorable Diputado señor Bayo.

El señor BAYO .-

Señor Presidente , como adherente a la moción que dio origen al proyecto que hoy se discute, no puedo dejar de hacer una pequeña reflexión y expresar mi satisfacción por la importancia que tiene debatir un tema de esta naturaleza, de tanto interés científico.

Voy a ser muy breve, porque ya se ha dicho prácticamente todo y las opiniones vertidas en la Sala demuestran la importancia del tema.

La validez de las reservas jurídicas del honorable Diputado señor Viera-Gallo ameritan con creces que el proyecto se enriquezca en un segundo informe.

Quiero recordar que, desde que la humanidad es humanidad, ha existido, de una manera u otra, una relación entre la ciencia y la política. Aquí estamos viendo esa relación entre lo que necesita el mundo científico y lo que le puede entregar el mundo político, representado por nosotros.

En el pasado, cuando los que mandaban eran los reyes, la ciencia y la investigación se hacían a su amparo. En la Edad Media, la ciencia estuvo ligada a la política, inaugurándose con la Revolución francesa la ciencia politizada al servicio de las necesidades militares. Así, la política respecto de la ciencia ha pasado a ser, en los ejemplos mencionados, algunas veces un mecenas; otras, una especie de empleador, y otras, un cliente. Hoy, en esta Sala estamos demostrando que, como políticos, queremos casarnos con la ciencia. Estamos entregando una señal clara y nítida acerca de cuál es la decisión política que hemos adoptado como Comisión de Ciencia y Tecnología y como Cámara de Diputados para construir el futuro junto al mundo científico.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el Diputado señor Viera-Gallo.

El señor VIERA-GALLO .-

Señor Presidente , en mi primera intervención hice algunas observaciones que respondió muy bien el Diputado señor Gutenberg Martínez . Ahora me referiré a otra.

Entiendo que el Título tercero del proyecto, “De los convenios con observatorios extranjeros e internacionales,” se refiere básicamente a tratados internacionales. Si así fuera, al ser suscritos por el Estado chileno, estos tratados tienen un estatuto jurídico superior al de la ley chilena y, por tanto, ninguna ley puede determinar sus requisitos o condiciones después de ratificados por el Congreso; y cualquier tratado podría modificar este capítulo.

Son más bien recomendaciones de política que la Cámara debiera hacerle al Presidente de la República cuando, en el uso de su facultad de manejar las relaciones exteriores de Chile, suscribe tratados, o bien criterios que la mayoría de la Cámara debería tener presentes cuando analiza la ratificación de tratados suscritos por el Presidente ; entonces, la Cámara puede rechazar la suscripción de un tratado. Pero las disposiciones del Título tercero no tienen ningún valor legal, salvo que se tratara -y hago la salvedad- de simples acuerdos internacionales, que carecen de la calidad de tratados. En esa eventualidad, para que el Presidente de la República pueda celebrar esos convenios con validez jurídica suficiente, se requiere, en todo caso, de ley, como el proyecto dice más adelante. Por tanto, también esa ley podría modificar a ésta.

Por muy bien intencionado que sea el Título tercero a raíz de los conflictos que ha habido, es inoperante jurídicamente.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el Diputado señor Salvador Urrutia.

El señor URRUTIA (don Salvador) .-

Señor Presidente , como miembro de la Comisión de Ciencia y Tecnología y en nombre de los Diputados de la bancada PPD, quiero expresar que consideramos excelente el proyecto de ley, ya que apunta a mejorar y a favorecer el desarrollo de la ciencia astronómica y de la astrofísica en Chile y a poner orden en el número creciente de observatorios que se están instalando en el norte de nuestro territorio.

Todos sabemos que su instalación ha derivado problemas, debido a que no hay una normativa que la rija en forma lógica y ordenada. Por ello, el proyecto apunta a su solución, a fin de que Chile tenga un desarrollo astronómico óptimo y seguro, sin tropiezos internacionales y con reglas claras para todos los actores del proceso.

Sin duda, hay aspectos que pueden mejorarse, y en el segundo informe la Comisión de Ciencia y Tecnología tendrá en cuenta los mencionados hoy. Mientras tanto, la bancada PPD votará a favor del proyecto en general.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ (Presidente).-

Tiene la palabra el Diputado señor Ribera.

El señor RIBERA.-

Señor Presidente , no sé si el altruismo del proyecto conducirá a mejorar la situación o al final hará más burocrática la actividad astronómica en Chile, desincentivará la participación de extranjeros y causará mayores daños de los que se quiere evitar.

No veo la razón para establecer una estructura jurídica que regule el acceso a instalaciones científicas y la participación de extranjeros en las mismas, en términos aun superiores a las exigencias que se imponen, por ejemplo, para que los extranjeros puedan explotar recursos no renovables. Me imagino que los cielos, en la medida en que se mantenga controlada la polución, no son un recurso extinguible.

¿Por qué tantas regulaciones? Creo que el motivo real del proyecto no es buscar el desarrollo de la astronomía en Chile, sino que dar respuesta a dificultades que se han planteado en el pasado entre personas vinculadas al medio y entidades extranjeras. A futuro, coartará algunas situaciones e impedirá que el Presidente de la República pueda avanzar con mayor libertad en este campo.

Sería mejor decir de manera clara la finalidad, porque se vería el proyecto con menos aprensiones; quizás se necesitaría uno mucho más sencillo.

Tengo dudas, por ejemplo, respecto del artículo 4º, que señala que a la persona expropiada se le dará “la justa indemnización”. La propia Constitución habla del “daño patrimonial efectivamente causado”. Si los autores del proyecto quieren salvar la posible inconstitucionalidad de la norma, me parece que sería más adecuado utilizar la frase que contempla el artículo 19, número 24, de la Constitución, porque la forma genérica de “la justa indemnización” puede ser, en algunos casos, materia extremada-mente discutible. La frase constitucional es mucho más clara.

Igualmente, el inciso segundo del artículo 6º dice: “El objeto de esta ley es la promoción y desarrollo de las actividades astronómicas en beneficio de la ciencia nacional, estableciendo el régimen general que cautele el interés nacional”. Señalar los objetivos de la ley en el artículo 6º, inciso final, no es una buena técnica legislativa. Más bien, habría que llevar esta disposición al artículo 1º, en beneficio de una mejor articulación.

El Título tercero, principalmente, busca limitar la libertad del Presidente de la República en torno a la suscripción de acuerdos internacionales al respecto. Lo hace en forma cautelosa, porque se sabe que la materia es discutible y sus disposiciones posiblemente inconstitucionales. Los autores, con cautela, van avanzando, van señalando condiciones, requisitos. El artículo 9º, por ejemplo, dice: “Los terrenos de propiedad fiscal que estén destinados a la investigación astronómica sólo podrán ser dados en comodato por el período de vigencia del convenio, al organismo internacional, institución extranjera, entidad o proyecto de que se trate”. Y agrega el inciso primero del artículo 12: “Los convenios se firmarán para períodos de hasta 25 años”.

En este caso particular, a propósito de los observatorios extranjeros, se establecen dos limitaciones respecto del Presidente de la República . Primera, no podrá hacer uso de sus facultades y celebrar convenios internacionales por más de 25 años sobre la materia.

En segundo lugar, un decreto ley sobre los bienes del Estado establece que la materia es de iniciativa exclusiva del Presidente de la República y no de los parlamentarios. Es decir, se cercena, limita o administra, de una u otra manera, los bienes del Estado al contemplar el plazo máximo de 25 años para que el Presidente de la República pueda darlos en comodato, en este caso, a entidades extranjeras.

Además, el inciso final del artículo 12 dispone que la renovación de los convenios, en silencio de las partes, se realizará “automática y sucesivamente por períodos iguales, de cinco años cada uno”. O sea, la norma también limita las atribuciones presidenciales y confirma que el propósito del proyecto no es del todo claro.

Creo que se trata de una reacción ante el comportamiento en el pasado, que no com-parto, de entidades extranjeras, pero no sé si el proyecto, al final, permitirá el desarrollo de la astronomía o limitará las inversiones en Chile en términos tales, que no podrá realizarse la actividad.

Por lo anterior, me abstendré en lo relativo al Título tercero.

He dicho.

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

Además, se han presentado indicaciones y el proyecto, si es aprobado en general, volverá a la Comisión.

En votación general el proyecto.

-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 51 votos; por la negativa, 2 votos. Hubo 2 abstenciones.

El señor PIZARRO .-

Señor Presidente , ¿se puede saber quiénes votaron en contra y quiénes se abstuvieron?

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

Se repetirá la votación, ya que en el tablero electrónico no aparece individualizada la votación de los señores Diputados, sino sólo su resultado.

-Repetida la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 51 votos; por la negativa, 2 votos. Hubo 2 abstenciones.

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

Señores Diputados, lamentablemente el sistema no funciona; será reparado. Pero está claro el resultado de la votación.

Se agregarán los votos a favor de los Diputados señores Valenzuela, Cantero, Navarro, Seguel, Viera-Gallo y Tohá.

Aprobado en general el proyecto.

Terminado el Orden del Día.

-El proyecto fue objeto de la siguiente indicación:

Boletín Nº 1665-19

Del señor Diputado don Joaquín Palma Irarrázaval para agregar el siguiente artículo nuevo: "Deróganse los siguientes textos legales: ley Nº 15.172, del 7 de marzo de 1963; artículo 11 de la ley Nº 17.182; artículo 48 de la ley Nº 17.318 y artículo 16 del D.L. Nº 1244 del 7 de noviembre de 1975.”.