Labor Parlamentaria
Diario de sesiones
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Índice
- DOCUMENTO
- PORTADA
- ASISTENCIA
- II. APERTURA DE LA SESIÓN
- III.
ORDEN DEL DÍA
-
CONMEMORACIÓN DE OCTOGÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO DE LA LLEGADA DEL VAPOR WINNIPEG AL PUERTO DE VALPARAÍSO
- INTERVENCIÓN : Jose Miguel Insulza Salinas
- INTERVENCIÓN : Claudia Pascual Grau
- INTERVENCIÓN : Alejandra Amalia Sepulveda Orbenes
- INTERVENCIÓN : Ximena Cecilia Rincon Gonzalez
- INTERVENCIÓN : Pedro Araya Guerrero
- INTERVENCIÓN : Francisco Javier Chahuan Chahuan
-
CONMEMORACIÓN DE OCTOGÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO DE LA LLEGADA DEL VAPOR WINNIPEG AL PUERTO DE VALPARAÍSO
- CIERRE DE LA SESIÓN
Notas aclaratorias
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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
Legislatura 372ª
Sesión 50ª, especial
Martes 3 de septiembre de 2024
(De 15:16 a 16:22)
Presidente , señor José García Ruminot
Vicepresidente , señor Matías Walker Prieto
Secretario General , señor Raúl Guzmán Uribe
REDACCIÓN DE SESIONES
ÍNDICE
I. ASISTENCIA........................................................................................
II. APERTURA DE LA SESIÓN...............................................................
III. ORDEN DEL DÍA....................................................................
Conmemoración de octogésimo quinto aniversario de la llegada del vapor Winnipeg al puerto de Valparaíso....................................
ASISTENCIA
--Allende Bussi, Isabel
--Araya Guerrero, Pedro
--Bianchi Retamales, Karim
--Carvajal Ambiado, Loreto
--Castro González, Juan Luis
--Castro Prieto, Juan Enrique
--Chahuán Chahuán, Francisco
--Coloma Correa, Juan Antonio
--Cruz-Coke Carvallo, Luciano
--De Urresti Longton, Alfonso
--Durana Semir, José Miguel
--Ebensperger Orrego, Luz
--Edwards Silva, Rojo
--Espinoza Sandoval, Fidel
--Flores García, Iván
--Gahona Salazar, Sergio
--Galilea Vial, Rodrigo
--García Ruminot, José
--Gatica Bertin, María José
--Huenchumilla Jaramillo, Francisco
--Insulza Salinas, José Miguel
--Keitel Bianchi, Sebastián
--Kusanovic Glusevic, Alejandro
--Kuschel Silva, Carlos Ignacio
--Lagos Weber, Ricardo
--Moreira Barros, Iván
--Órdenes Neira, Ximena
--Pascual Grau, Claudia
--Prohens Espinosa, Rafael
--Provoste Campillay, Yasna
--Pugh Olavarría, Kenneth
--Quintana Leal, Jaime
--Rincón González, Ximena
--Sandoval Plaza, David
--Sanhueza Dueñas, Gustavo
--Sepúlveda Orbenes, Alejandra
--Soria Quiroga, Jorge
--Van Rysselberghe Herrera, Enrique
--Vodanovic Rojas, Paulina
--Walker Prieto, Matías
Concurrieron, además, los ministros de Relaciones Exteriores , señor Alberto van Klaveren Stork, y secretario general de la Presidencia , señor Álvaro Elizalde Soto.
Asimismo, se encontraban presentes la Presidenta de la Cámara de Diputados, señora Karol Cariola Oliva; la secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe del Gobierno de España, señora Susana Sumelzo Jordán; el excelentísimo embajador de España en Chile, señor Rafael Garranzo García, y el enlace oficina Senado-Relaciones Exteriores, señor Mariano Fontecilla de Santiago Concha.
Actuó de Secretario General el señor Raúl Guzmán Uribe, y de Prosecretario , el señor Roberto Bustos Latorre.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 15:16, en presencia de 17 señoras senadoras y señores senadores.
El señor GARCÍA (Presidente).-
En el nombre de Dios y de la Patria, se abre la sesión.
III. ORDEN DEL DÍA
CONMEMORACIÓN DE OCTOGÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO DE LA LLEGADA DEL VAPOR WINNIPEG AL PUERTO DE VALPARAÍSO
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Esta sesión especial ha sido convocada para conmemorar el octogésimo quinto aniversario de la llegada del vapor Winnipeg al puerto de Valparaíso.
En primer lugar, ofrezco la palabra, en el tiempo del Comité del Partido Socialista, al senador y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, don José Miguel Insulza.
El señor INSULZA .-
Muchas gracias.
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
Señor canciller, señora subsecretaria, señora Presidenta de la Cámara de Diputados , señor Presidente , señor embajador, estimados colegas:
Esta es una fecha importante para nosotros, para Chile, no solo porque un día como hoy, hace ya ochenta y cinco años, llegó acá una cantidad importante de quienes fueron los antepasados de nuestros ciudadanos, que forjaron familias acá, ayudaron a desarrollar el país y dejaron un recuerdo imborrable. Tampoco recordamos esta fecha únicamente porque en ella se refleja la personalidad de nuestro más grande poeta, Pablo Neruda , que estuvo en primer plano en toda esta operación. Hacemos esta conmemoración sobre todo porque nos recuerda que Chile fue en ese momento y debe seguir siendo una tierra de nobleza y de esperanza.
Todos sabemos cómo empezó esto.
Comenzó con la guerra civil española, que terminó en 1939, y que dejó no solo en España, sino también en Francia -donde se encontraba Neruda , precisamente- y en muchos otros lugares una cantidad de gente sin hogar, sin saber a dónde iban a ir, con sus familias en condiciones muy precarias, y temiendo lo que terminaría ocurriendo apenas un mes después: el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Finalizada la guerra civil española, en 1939, Rodrigo Soriano , exembajador republicano español en Chile, remitió una carta al Gobierno chileno en la que consultaba si el país podía conceder asilo político a refugiados españoles que se encontraban viviendo en Francia en condiciones inhumanas. Dicho documento fue el paso inicial para abrir las negociaciones que hicieron posible la proeza del Winnipeg.
En esas circunstancias, Pablo Neruda , impulsado por el amor que sentía por España, por los amigos que había perdido allí, solicitó al Presidente Pedro Aguirre Cerda que lo designara cónsul encargado para la inmigración republicana española en Francia.
El Presidente Pedro Aguirre Cerda contestó rápidamente, y según Neruda , le dijo: "Sí, tráigame millares de españoles. Tráigame vascos, tráigame castellanos, tráigame extremeños, tráigame pescadores. ¡Tenemos trabajo aquí para todos!". Y así, junto con su ministro de Relaciones Exteriores , nombró a Neruda cónsul especial para la inmigración de los republicanos españoles.
Neruda comenzó a trabajar de inmediato. Reunió recursos en Rosario, en Montevideo y en Buenos Aires, con la ayuda de su esposa Delia del Carril.
El poeta recuerda esta ocasión con sus propias palabras.
Neruda decía que algunas palabras tenían alas y otras no, y señalaba: "La palabra Winnipeg es alada. La vi volar por primera vez en un atracadero de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo. Lo cierto es que nunca llevó aquel barco más de setenta u ochenta personas a bordo. Lo demás fue cacao, copra, sacos de café y arroz, minerales. Ahora le estaba destinado" -menciona Neruda- "un cargamento más importante".
El Winnipeg fue contratado a la compañía France-Navigation. Y en el puerto de Trampeloup, cerca de Burdeos, fue acondicionado para 2.200 personas. Contaba con 2.200 literas de madera -en realidad, se subieron 2.201-, con tres niveles en las antiguas bodegas, quedando así listo para zarpar.
Es poco conocida la cartilla que les entregó Pablo Neruda a los pasajeros del Winnipeg antes de viajar a Chile, que se tituló Dice así:
Chile os acoge.
"Mi nombre es Pablo Neruda y soy la persona a la cual el Presidente de Chile , don Pedro Aguirre Cerda , le ha encomendado esta hermosa misión, que no es otra que llevaros en este barco, el Winnipeg, a comenzar una nueva vida en nuestro país. Misión privilegiada, y creo será uno de los mejores recuerdos de mi vida.
"Sabemos de vuestros padecimientos y lo doloroso que es dejar la patria, dejar a vuestros seres queridos, vuestros recuerdos, vuestros muertos, pero quiero que sepan que nuestro país os recibe con cordial acogida.
"Vuestro heroísmo y vuestra tragedia han conmovido a nuestro pueblo.
"Pero tenéis ante vosotros solo una perspectiva de labor, que puede ser fecunda para bien de nuestra patria, amparada por su Gobierno de base popular.
"Chile dista de ser un paraíso. Nuestra tierra solo entrega sus frutos a quien la trabaja".
Así, el Winnipeg, el "barco de la esperanza", salió del puerto de Pauillac, Francia, el 4 de agosto de 1939. Atravesó el Atlántico, enfiló rumbo al canal de Panamá y, después de pasar por las costas de Ecuador y Perú, llegó a Chile a la bahía de Arica -mi región, a la que felizmente represento y aprovecho de mencionar- la mañana del 30 de agosto de 1939. En esa ciudad se bajaron los primeros veinticuatro refugiados republicanos españoles en Chile.
Al día siguiente partió rumbo a Valparaíso, ciudad a la que llegaría el 3 de septiembre, en una mañana soleada de domingo, donde comenzarían a descender los 2.200 refugiados.
Debo recordar que dos días antes, el 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi invadía Polonia e iniciaba la Segunda Guerra Mundial.
Quiero terminar solamente señalando dos cosas.
En primer lugar, que no es posible dejar de realizar ahora un homenaje a esta generación de españoles que llegaron a aportar al desarrollo de Chile en todos sus niveles. Entre otros, José Balmes ; Roser Bru y su hermana, jóvenes adolescentes; José Ricardo Morales ; Leopoldo Castedo , gran historiador; Antonia Romera ; los hermanos Víctor y Raúl Pey Casado , el primero conocido como un gran amigo del Presidente Allende y el segundo recordado en Arica porque volvió en 1961 a construir su puerto; los padres del querido astrónomo y difusor de las ciencias José Maza Sancho .
Y, en segundo lugar, realizamos este homenaje porque tenemos la voluntad, como decía al comienzo, de que la brisa de la travesía del Winnipeg levante y refresque en nuestra sociedad los valores y las acciones por el bien común, la humanidad, la libertad, la solidaridad, la tolerancia y la esperanza.
Muchas gracias.
(Aplausos en la sala y en tribunas).
(El senador Insulza se acerca a saludar a las autoridades invitadas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchísimas gracias, senador don José Miguel Insulza.
En el tiempo del Comité del Partido Comunista, ofrezco la palabra a la senadora Claudia Pascual.
La señora PASCUAL .-
Muchas gracias, Presidente.
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
Quiero saludar al canciller, a la subsecretaria, al embajador, a la Presidenta de la Cámara de Diputados, a los senadores y las senadoras y a quienes nos acompañan en las galerías.
Presidente, antes de partir, quiero comentar que los miembros del Comité Partido Demócrata Cristiano e Independiente me han pedido que mis palabras también los puedan representar.
Un 4 de agosto de 1939, desde el puerto de Pauillac, en Francia, zarpaba el barco carguero Winnipeg con destino a Chile.
Allí se embarcaron 2.200 españolas y españoles republicanos -de los buenos- que vivían en paupérrimas condiciones, en campos de concentración en costas francesas, ya que habían llegado a ese lugar luego de haber perdido la guerra civil española.
La travesía de este "barco de la esperanza", que duraría un mes, contó con la solidaridad, como ya nos decía el senador Insulza , del Gobierno de Pedro Aguirre Cerda, quien le encomendó a Pablo Neruda , como cónsul para la inmigración republicana española, gestionar la acogida de nuestro país a esos migrantes, a esos exiliados y exiliadas y maltratados.
Neruda hizo las gestiones diplomáticas y fue reportando los avances y las trabas de su misión a la Cancillería de la época, tal como consta en el informe sobre la inmigración española fechado el 27 de junio de 1939, en el que comentaba que el barco zarparía desde el puerto de Burdeos a fines de julio, cosa que no ocurrió finalmente; o que tuvo que realizar muchas gestiones con sus recursos económicos personales en la oficina, porque ni siquiera le daban recursos para las estampillas; o el detalle de la cantidad de personas inscritas hasta ese momento.
Abro comillas:
"Corroborando mi informe anterior, puedo informar a vuestra señoría que el barco Winnipeg, con 1.600 españoles, casi exclusivamente obreros especializados, saldrá del puerto de Bordeaux a principios de julio próximo en dirección a nuestra patria.
"El contingente del barco se ha dispuesto en esta forma: 35 chilenos, 130 niños, 50 maestros, 50 intelectuales escogidos, 15 telegrafistas, 1.320 obreros especializados en pesquería, agricultura", etcétera.
Un mes navegó este barco, atiborrado de seres humanos, antes de llegar a nuestra patria.
Al cruzar el canal de Panamá, en el Winnipeg se vivió una rebelión o motín, puesto que el capitán del barco no quiso continuar el viaje, pues ya se había declarado la Segunda Guerra Mundial.
Pero gracias a que su tripulación -los contratados para llegar a Chile, no los refugiados- contaba con militantes comunistas franceses, el barco continúa entre los vaivenes del oleaje, el mal tiempo, el hacinamiento y la incomodidad de un buque carguero.
Era tan incómodo que los pasajeros de la época cuentan que había unas pocas sillas que provocaban todo tipo de disputas por quién debía ocuparlas. Aburridos de estas peleas, una mañana amanecieron sin sillas: "O todos nos sentamos o todos vamos parados".
A ello se sumaban las discusiones que se vivieron entre sus pasajeros por los acontecimientos de la propia guerra civil; las querellas políticas entre unos y otros, puesto que venían socialistas, comunistas, anarquistas, todo el espectro político español republicano, y también representantes de las distintas identidades étnicas españolas: vascos, catalanes, madrileños, andaluces, extremeños, entre otros.
Incluso, este barco fue escenario de dos partos. Allí nacieron Agnes América Winnipeg Alonso Bollada y Andrés Martí Castellano Torelló .
El primer lugar al que arriba el Winnipeg fue Arica, como ya nos comentaban. De allí continuó su viaje hacia el puerto de Valparaíso. El puerto los esperaba al amanecer del 3 de septiembre de 1939 con sus cerros y casas iluminadas.
Esta imagen quedó grabada en las retinas de las y los republicanos españoles (con voz entrecortada). Ellos, en agradecimiento a esta tierra que los acogía, habían pintado durante su viaje, al interior del barco, un lienzo con la cara del Presidente Pedro Aguirre Cerda , que extendieron al llegar a Valparaíso.
Una vez que arriba este barco, le hacen su visita inspectiva Pablo Neruda y el ministro de Salud de la época, y doctor, el compañero Salvador Allende Gossens .
Estos tres nombres, Pedro Aguirre Cerda , Pablo Neruda y Salvador Allende Gossens , quedaron grabados en los corazones de los republicanos y las republicanas españolas (con voz entrecortada).
Otro contingente de chilenos y chilenas con pañuelos blancos manifestaban, tanto en Valparaíso como en Santiago, su solidaridad y esperaban que estos pasajeros fueran autorizados a descender.
Algunos republicanos se quedaron en Valparaíso. La mayoría partió rumbo a Santiago. Y de ahí otros varios, como mi familia, fueron derivados a compartir la solidaridad de los mineros de la cuenca del carbón en la región del Biobío, quienes les prestaron sus enseres, entre turno y turno, de la mina del carbón (con voz entrecortada).
Pero no todo fue solidaridad. La prensa chilena de la época dedicaba noticias y editoriales en contra de los refugiados españoles: que eran los rojos; que traían enfermedades, incluso venéreas; que serían delincuentes; que les quitarían el trabajo. Nada muy distinto de los prejuicios que hasta el día de hoy se siguen repitiendo frente a cualquier migración.
Pero, tal como Neruda reportaba en sus misivas diplomáticas, entre estos más de 2.200 españoles y españolas llegaron intelectuales, artistas, obreros calificados, profesionales de la prensa y la imprenta, profesionales de la industria pesquera y conservera, maestros y dirigentes relevantes de la República española.
Gracias al Winnipeg tenemos a dos destacados pintores nacionales, como José Balmes y Roser Bru ; al historiador Leopoldo Castedo , que luego cogió nuestra nacionalidad; o al ingeniero Víctor Pey , entre otros.
El Winnipeg, Chile, México y Argentina fueron el reservorio de la intelectualidad española, que tanto bien nos hizo como país y continente.
La historia de este "barco de la esperanza" supera cualquier guion cinematográfico. Es la historia de una salida humana que permitió una esperanza (con voz entrecortada) para cientos y millares de republicanos y republicanas que podrían haber sido deportados a su España natal y haber seguido la historia de la represión en la dictadura de Franco, como les ocurrió a quienes no pudieron embarcar e incluso albergaron la esperanza de un segundo barco(con voz entrecortada).
Puedo señalar que años más tarde, por sus propios medios, llegaron a reunirse con sus compañeros y compañeras republicanas en nuestro Chile Manola Casarrubias Puertas y sus hijos Javier y Remedios(con voz entrecortada).
Para finalizar, quiero reconocer nuevamente la gesta del Gobierno de Pedro Aguirre Cerda; la convicción del Frente Popular para asumir esta magna misión solidaria; la labor encomiable del cónsul Pablo Neruda , y el recuerdo que los españoles tienen de Salvador Allende.
Y permítanme -aquí el Comité del Partido Demócrata Cristiano se puede despegar de mí-, en cuatro nombres de pasajeros, homenajear a esos cientos de españoles republicanos, cuya gran mayoría acogió a este país como su país (con voz entrecortada). Me refiero a Benito Pascual Arias , Agripina Arias Gauna , mis abuelos paternos (con voz entrecortada); a Carmen y Antonia Pascual Arias, mis tías paternas, que tan solo con dos y un año llegaron en este barco (con voz entrecortada). Esta familia se reunió arriba del barco: ni mi abuelo ni mi abuela sabían que el otro venía (con voz entrecortada).
En nombre de ellos y de todos los republicanos y republicanas, muchas gracias(con voz entrecortada).
(Aplausos en la sala y en tribunas).
(La senadora Pascual saluda a las autoridades invitadas, y luego senadoras y senadores se acercan a saludarla).
El señor GARCÍA (Presidente).-
Muchas gracias, senadora Claudia Pascual, por sus palabras y su testimonio.
En el tiempo de la Federación Regionalista Verde Social, ofrezco la palabra a la senadora Alejandra Sepúlveda.
La señora SEPÚLVEDA .-
Muchas gracias, Presidente.
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
Hago míos los vocativos a las autoridades que hoy día se encuentran con nosotros.
En forma especial, saludo a todos aquellos que están en las tribunas, que son herederos y herederas de este viaje heroico que se realizó desde Europa hasta nuestro país.
Señor Presidente , entre los muchos aspectos que podríamos señalar acerca de la llegada del Winnipeg al puerto de Valparaíso, me gustaría enfocarme en el contexto histórico en el que se ubicó este hito y cuál fue su relevancia para sus más de dos mil pasajeros. Porque la historia del Winnipeg es una muestra de la solidaridad humana y un importante acto, además, de ayuda internacional, que fue llevado a cabo por las autoridades políticas de aquella época en nuestro país.
Debemos recordar que España vivía a finales de la década de los treinta una cruel guerra civil, que significó la pérdida de miles de vidas, la mayoría de las cuales fueron de civiles.
El resultado de esta guerra, ya sabemos, terminó con la instauración de la dictadura de Francisco Franco , quien sometió a la población a una fuerte represión, y que correspondía a una línea que el mundo vivía también en Italia con el fascismo y en Alemania con el nazismo, los cuales fueron sus principales aliados. De hecho, el régimen de España sería conocido bajo el concepto de "franquismo", y en su largo período en el poder provocó cambios y cicatrices profundas en la sociedad española, que duelen hasta el día de hoy.
En ese contexto, luego de la derrota de los republicanos en la guerra civil, se produjo el exilio de miles de españoles que fueron expulsados y de otros que temían por sus vidas, dada la persecución franquista.
Muchos de estos exiliados se esparcieron por una Europa marcada por la arremetida nazi y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, que dejó a los refugiados en una situación de alta vulnerabilidad.
Por eso, la iniciativa del Gobierno chileno del entonces Presidente Pedro Aguirre Cerda , ejecutada por nuestro hermoso cónsul especial, Pablo Neruda , posicionó al país en uno de los actos más importantes de solidaridad internacional, entregándoles así a más de dos mil españoles y españolas exiliados un lugar donde vivir, alejados de la persecución política y de la guerra, que ya comenzaba a tomar el cariz de un conflicto continental y mundial.
Gracias a gestiones de quien a futuro sería el merecido ganador del Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda , se logró gestionar el viaje transatlántico de un barco francés, adaptado por un organismo de apoyo a los refugiados, el que zarpó en agosto de 1939 y que llegó al puerto de Valparaíso en septiembre del mismo año.
Esta historia de solidaridad, en un contexto de persecución y exilio, nos invita también a realizar otra reflexión.
La crisis migratoria a nivel mundial, de la cual Chile no ha estado exento, nos ha planteado grandes desafíos que como Poder Legislativo hemos ido de a poco -muy de a poco- enfrentando. Y si bien aún queda mucho por hacer, resulta muy importante no olvidar que no podemos hacerlo desde la xenofobia o la discriminación, porque como país tenemos una enorme historia de migración, que nos ayudó a lo largo de los años a conformarnos como una nación diversa.
Desde el principio de nuestra historia republicana, cuando debimos poblar tanto el centro sur como el sur extremo, aquel de los climas más complejos, fuimos capaces de abrir nuestras fronteras al migrante europeo. Así, recibimos a alemanes, austrohúngaros, suizos y croatas, y en esta sala hay una muestra de aquello; o incluso aquí mismo, en Valparaíso, con la llegada de italianos, franceses e ingleses, los últimos de los cuales estuvieron presentes, desde que se abrió el puerto de Valparaíso en 1811, en una de las más arraigadas relaciones comerciales entre Gran Bretaña y Chile.
Pero no todo fue por el comercio o la colonización, también fuimos capaces de recibir a migrantes en apuros, o que abiertamente temían por su vida producto de dictaduras y procesos antidemocráticos, otorgándoles una nueva oportunidad, como fue el caso de los exiliados y exiliadas españoles que arribaron en el Winnipeg en 1939.
Tras cruzar el Atlántico y bordear el Pacífico, los españoles llegaron a otro continente, esta vez no a conquistarnos; por el contrario, eran los chilenos y chilenas de hace ochenta y cinco años quienes los invitaban a venir y a confiar en que aquí podrían encontrar la protección, la seguridad y la posibilidad de vivir en paz.
Dejar el país propio nunca ha sido fácil. Y así, treinta y cuatro años después del Winnipeg, en nuestra propia historia algunos compatriotas debieron enfrentar el exilio obligatorio o asumieron esa decisión para proteger sus vidas. Por eso, hoy queremos recordar también dicho dolor en este acto de solidaridad con el Winnipeg del año 1939.
Que el actuar de las autoridades del año 39; de la gente del mundo de las artes, encabezados por el poeta Pablo Neruda , gestor de una enorme proeza como fue el Winnipeg; que el espíritu solidario, empático de la sociedad chilena de la época, nos permitan tomarnos un momento para repensar la migración y reflexionar sobre nuestra respectiva legislación.
Y como decía Neruda en un poema muy hermoso:
"Labriegos, carpinteros,
pescadores (...),
curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
las semillas
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas".
Faltaron muchos en ese Winnipeg del 39; muchos se quedaron en España, muchos se quedaron en Francia.
No me cabe la menor duda de que Neruda debe haber pensado en Federico García Lorca y en su gran amigo Miguel Hernández , quienes no alcanzaron a llegar a ese barco de la esperanza.
Un abrazo.
Muchas gracias.
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchas gracias, senadora Alejandra Sepúlveda.
En el tiempo del Comité Demócratas, le ofrezco la palabra a la senadora Ximena Rincón.
La señora RINCÓN .-
Estimado embajador de España en Chile, señor Rafael Garranzo ; canciller de nuestro país, señor Alberto van Klaveren ; equipo consular que nos acompaña; señora Presidenta de la Cámara de Diputados; queridos y queridas colegas:
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
Hoy, al conmemorar los ochenta y cinco años de la llegada del vapor Winnipeg a nuestras costas, recordamos no solo un hecho histórico, sino un símbolo de lo que significa ser chileno.
El Winnipeg, conocido como el "barco de la esperanza", no fue solo un medio de transporte; representó un acto de humanidad, un gesto valiente y decisivo de un país pequeño, pero con un corazón enorme.
En 1939 el mundo estaba sumido en la desesperación. La guerra civil española había dejado a miles de personas sin hogar, sin patria, sin esperanza.
Fue en ese contexto que el Presidente Pedro Aguirre Cerda , gestionado por el premio nobel Pablo Neruda , nuestro cónsul, decidió abrir las puertas de Chile a quienes lo habían perdido todo. No fue una decisión fácil: hubo pugnas políticas, amenazas de golpe de Estado, acusaciones de corrupción y un clima de tensión que hacía temer lo peor. Sin embargo, se optó por la solidaridad, por el compromiso con la vida y la dignidad humana.
Dos mil refugiados españoles, republicanos, huían de la guerra civil española. Habían apoyado la segunda república y abandonaron una tierra que cayó bajo la dictadura de Francisco Franco.
El Winnipeg es Chile, porque representa la esencia de nuestro país; un país que, a pesar de sus dificultades internas, eligió acoger a casi dos mil refugiados que buscaban un futuro mejor. No se trató solo de un acto político; fue un acto de humanidad.
Los inmigrantes que llegaron en el Winnipeg trajeron consigo no solo sus sueños y esperanzas, sino también talento, conocimiento y contribuciones que enriquecieron nuestra cultura, nuestra academia y nuestra sociedad en su conjunto.
Pero no podemos olvidar que esa historia también tiene sus sombras. La llegada del Winnipeg estuvo rodeada de incertidumbres y problemas. Recordamos hoy también a aquellos, como el prefecto Óscar Hormazábal , que trabajaron incansablemente, con escasos recursos y bajo enorme presión, para garantizar que esas personas pudieran integrarse a nuestra sociedad de manera ordenada y digna.
Estos actos de compromiso y rectitud profesional son parte de la herencia que debemos honrar y mantener viva.
El Winnipeg es Chile, porque nos recuerda que la solidaridad no es solo una palabra, sino que es acción. Y es esta misma solidaridad la que debemos honrar hoy en día, cuando tantos venezolanos y venezolanas y otros migrantes llegan a nuestras tierras huyendo de dictaduras, persecuciones y crisis.
Al recordar lo que vivieron esos republicanos en 1939, no podemos olvidar ni ignorar una situación de inhumanidad y de crisis social que ejerce violencia, sistemáticamente, a través de la dictadura de Maduro, quien, no contento con fomentar el desplazamiento forzoso de casi ocho millones de personas, de sus compatriotas, se aferra al poder a punta de secuestros, tortura y violación de los derechos humanos.
En 1939 fueron dos mil; hoy día, más de ocho millones
Siempre recordamos los momentos históricos, como la llegada del Winnipeg, pero olvidamos los nombres, las caras y las almas de quienes estuvieron detrás de ese hecho histórico. Rostros de mujer, como Roser Bru , Matilde Alonso López o Ángeles Santos Torrealba ; y de hombres, como José Ricardo Morales , Leopoldo Castedo , Mario Fernández , Antonio Romera , Mauricio Amster y José Balmes , entre tantos otros que aportaron a la cultura, a la ciencia y el desarrollo.
La historia se repite, pero ahora somos nosotros los que debemos extender la mano. Así como esos países ampararon a los chilenos que fueron desplazados por la dictadura, nosotros debemos recordar que acoger al extranjero es también una manera de honrar nuestra historia.
El Winnipeg es Chile, porque nos recuerda que la libertad, la dignidad humana y la solidaridad no son valores negociables. Acoger a quienes buscan asilo contra la opresión es un deber moral que Chile tiene inscrito en su ser, y que ha cumplido y debe seguir cumpliendo.
Es inaceptable que en un país como el nuestro, que ha sufrido en carne propia los horrores de la dictadura, se relativice la tragedia de otras naciones hermanas y se minimicen las luchas de quienes hoy claman libertad y justicia.
El Winnipeg es Chile porque, así como en 1939 abrimos nuestras puertas a quienes lo necesitaban, hoy debemos continuar ese legado. No debemos ver a los migrantes como una carga, sino como una oportunidad para testimoniar que en Chile aún perdura esa convicción de acoger al que sufre, de brindar refugio a quien lo ha perdido todo. Como país, debemos estar a la altura de las circunstancias, asegurando que la integración de estos nuevos chilenos sea digna, respetuosa y justa, y obviamente ordenada y regular.
Señor Presidente , para quienes somos nietos de emigrantes, para quienes sabemos del horror que vivieron nuestros abuelos (y mi abuelo se vino de España arrancando de las milicias españolas, por allá por 1920, cuando se invadía Marruecos), hoy es un día de recuerdos, pero también de compromiso.
Tenemos que evocar las palabras de Pablo Neruda: "De esos mares jamás olvidaremos su lección de sacrificio y esperanza". Hoy más que nunca necesitamos recuperar esa esperanza, esa convicción de que somos un país de puertas abiertas, pero con reglas claras; un país que en medio de la adversidad elige siempre la solidaridad.
El Winnipeg, queridos colegas, es Chile. Y Chile seguirá siendo un refugio para quienes lo necesitan. Que sea este nuestro compromiso y nuestra promesa para las generaciones venideras, y que ellas se sientan orgullosas de lo que sus abuelos y nosotros hicimos, hemos hecho y seguiremos haciendo: abrir las puertas y tender la mano.
Muchas gracias.
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchas gracias, senadora Ximena Rincón.
En el tiempo del Comité del Partido Por la Democracia, ofrezco la palabra al senador Pedro Araya.
El señor ARAYA Señor Presidente , honorable Sala, distinguidos invitados e invitadas:
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).-
"Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas, Rafael?
Federico , ¿te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
¡Hermano, hermana! (...)
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre. (...)
¡Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos! (...)
Preguntaréis ¿por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!".
Este poema de Pablo Neruda, de "España en el corazón", del año 1936, empieza a señalar los horrores de la guerra.
Con la fuerza, emoción y belleza de estas palabras, Neruda plasma en este poema todo el desgarro que le provocó la guerra civil española, con su secuela de muerte, barbarie, ignominia y persecución.
Pablo Neruda no se limitó a solo interpelar la conciencia nacional e internacional con su poesía de denuncia. Fue más allá: logró generar una corriente de solidaridad que se sumó a otros movimientos humanitarios que surgieron a nivel mundial en favor de los refugiados españoles.
La sociedad y el Gobierno chileno no fueron ajenos a esta corriente humanitaria. El Gobierno del Presidente Pedro Aguirre Cerda designó a Pablo Neruda -poeta y diplomático- cónsul especial para la inmigración republicana en Chile, con el fin de apoyar a los refugiados españoles.
Haciéndose cargo de este mandato, Pablo Neruda logró reunir los fondos suficientes para fletar un barco, el Winnipeg, en el que se embarcaron 2.200 refugiados, quienes a principios de agosto de 1939 zarparon desde el puerto francés de Pauillac rumbo a Sudamérica, llegando al puerto de Valparaíso el 2 de septiembre del mismo año.
Con la llegada del Winnipeg a Valparaíso no solo desembarcó una tripulación de refugiados que huían del horror de la guerra y que se disponían a iniciar una nueva vida en el fin del mundo por un tiempo indeterminado, y que para la mayoría de ellos terminó siendo por el resto de sus vidas, sino que además con el Winnipeg llegaron a esta tierra las vidas e historias de hombres y mujeres valientes, con fuerza, tesón y coraje, decididos a reconstruirse y a aportar a la sociedad y al país que los estaba acogiendo.
Hay más de un millar de historias en ese barco mágico; en esa novela de amor, dolor y ficción, pero algunas páginas y personajes son particularmente brillantes.
No por nada nuestra novelista Isabel Allende escribió, en el año 2019, en su libro "El largo pétalo de mar", dedicado a la historia del Winnipeg: "El destino nos une con aquellos que están destinados a acompañarnos en nuestro viaje por la vida".
Eso fue el Winnipeg, un viaje, un camino, un destino y una fuente sorprendente, invaluable e inagotable de hombres y mujeres talentosos, entre los cuales podemos destacar:
Al diseñador y tipógrafo Mauricio Amster , quien es una de las pocas personas que más hicieron por el desarrollo del libro en Chile por más de cuatro décadas.
Al ingeniero y empresario Víctor Pey , defensor de la libertad de prensa y asesor del Presidente Allende .
Al pintor José Balmes, premio nacional de Artes en 1999, quien es todo un hito en la pintura de nuestro país.
Al dramaturgo, ensayista y académico José Ricardo Morales , quien contribuyó a la modernización de las artes escénicas locales y fue gestor de la Editorial Cruz del Sur.
Al destacado dibujante, caricaturista, investigador, teórico y crítico de arte, de teatro y de cine Antonio Romera .
A la pintora Roser Bru , premio nacional de Artes Plásticas el año 2015, quien es una de las grabadoras y pintoras destacadas a nivel nacional e internacional. Al músico y militar Julio Calera , destacado profesor de música. Al historiador Leopoldo Castedo , experto en historia del patrimonio iberoamericano. Al destacado empresario Juan Cueto , fundador del grupo Cueto .
Así, podríamos continuar, pero estos nombres son suficientes para mostrar la inmensa huella que han dejado, y que permanece hasta el día de hoy entre nosotros; este grupo de hombres y mujeres que, huyendo del horror, volvieron a soñar en una nueva tierra.
Señor Presidente, quisiera terminar estas palabras con dos reflexiones que, a la luz de este aniversario, demuestran su plena vigencia.
La primera es una lección que, lamentablemente, como humanidad no hemos aprendido, y que por estos días el papa Francisco nos recuerda con toda su fuerza: la guerra siempre es una derrota. Y en la España franquista también lo fue.
Y la segunda es que la migración no es un castigo, sino que puede ser una oportunidad.
Muchas gracias.
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchas gracias, senador Pedro Araya.
En los tiempos de los Comités Partido Renovación Nacional, Partido Unión Demócrata Independiente y Partido Social Cristiano, le ofrezco la palabra al senador don Francisco Chahuán.
En los tiempos de los Comités Partido Renovación Nacional, Partido Unión Demócrata Independiente y Partido Social Cristiano, le ofrezco la palabra al senador don Francisco Chahuán.
El señor CHAHUÁN .-
Presidente , quiero saludar al ministro de Relaciones Exteriores , señor Alberto van Klaveren ; a la secretaria de Estado para Iberoamérica del Gobierno de España, señora Susana Sumelzo ; a la Presidenta de la Cámara de Diputados, nuestra amiga Karol Cariola ; al excelentísimo embajador de España en Chile, señor Rafael Garranzo ; al señor Mariano Fontecilla , quien hoy nos acompaña, así como a todo el cuerpo diplomático y consular presente en la sala. Y ello lo hago también en nombre de los partidos Renovación Nacional, UDI, Evópoli y Social Cristiano.
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
He estimado iniciar este homenaje al octogésimo quinto aniversario de la recalada del vapor Winnipeg con estas frases, que se contienen en la obra Para nacer he nacido, del poeta Pablo Neruda , y que dicen: "El Winnipeg, cargado con dos mil republicanos que cantaban y lloraban, levó anclas y enderezó rumbo a Valparaíso. Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie".
Pero, asimismo, es necesario recordar las palabras que nuestro laureado vate nacional dirigió a los pasajeros de este barco en su calidad de cónsul general para la inmigración española, en 1939, esto es, hace ochenta y cinco años: "Españoles: Tal vez de toda la vasta América fue Chile para vosotros la región más remota. También lo fue para vuestros antepasados. Muchos peligros y mucha miseria sobrellevaron los conquistadores españoles. Durante trescientos años vivieron en continua batalla contra los indomables araucanos. De aquella dura existencia queda una raza acostumbrada a las dificultades de la vida. Chile dista mucho de ser un paraíso. Nuestra tierra solo entrega su fruto a quien la trabaja duramente.
"Republicanos: Nuestro país os recibe con cordial acogida. Vuestro heroísmo y vuestra tragedia han conmovido a nuestro pueblo. Pero tenéis ante vosotros solo una perspectiva de labor, que puede ser fecunda para bien de vuestra nueva patria, amparada por su Gobierno de base popular".
Es imperioso señalar que jamás hubo un derroche de talentos de tal naturaleza como la experimentada en España durante y al término de la Guerra Civil. Los españoles libres y pensantes de esa época tuvieron solo dos alternativas: la de enmudecer allí para siempre o adherirse al nuevo régimen, o emprender el camino del éxodo e intentar desarrollarse en otra tierra.
Chile, entre otras pocas naciones, fue para una parte de esos librepensadores la tierra prometida, y el país tuvo la inmensa fortuna de recibir a parte de ese admirable éxodo.
Aun cuando el Chile de 1939 estaba gobernado por el Frente Popular, encabezado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda , la ceguera y la insolidaridad de algunos políticos que se opusieron a la entrada de intelectuales o profesionales fue uno de los principales obstáculos que impidieron una inmigración más numerosa y un mayor aporte de experiencias y conocimientos de esos refugiados.
Sin embargo, esas limitaciones no fueron suficientes.
Lo cierto es que el pasaje del Winnipeg no se nutrió solo de intelectuales; la inmensa mayoría la constituían campesinos, obreros calificados, pescadores que contribuyeron mucho al despliegue chileno de la época. Pero no es menos cierto que gracias a la porfía de Neruda, quien embarcó a varios trabajadores del intelecto, y al posterior desarrollo en Chile de los hijos de esos viajeros, apenas unos niños en el año 1939, se transmigró también un poco del conocimiento, de la cultura y de la inteligencia que perdió España tras la catástrofe y el posterior éxodo.
Si tenemos que hablar de aporte, de todo orden, de los refugiados españoles al desarrollo del país que los acogía, no podemos circunscribirnos solamente a los pasajeros del Winnipeg, nombre mítico que, por otra parte y con todo merecimiento, se ha convertido en un símbolo de la inmigración española a Chile: el viaje de la esperanza.
La diáspora española comenzó antes del 3 de septiembre de 1939, fecha de la llegada del barco al puerto de Valparaíso, y continuó hasta finalizar la década del cuarenta.
El impacto en la sociedad chilena de tan masivo arribo fue muy amplio, y acogido, por supuesto, con mucha esperanza.
El exilio español motivó una conmoción técnica y cultural en la más extensa acepción del término. Hasta nuestros días ha existido una tendencia generalizada a asociarlo solamente a un plano académico y artístico, planos que, lógicamente, tienen siempre una más grande difusión y de los que existe mayor información escrita que el de los técnicos e industriales.
Muchos quizás no conocen el importante desarrollo cualitativo y cuantitativo que experimentaron industrias como la de la pesca artesanal. La llegada de varias familias de pescadores, originarias de Galicia, el País Vasco y de Tarragona, que se instalaron en Talcahuano, San Antonio , Valparaíso e Iquique, impulsó nuevas técnicas de pesca. Los inmigrados organizaron o reorganizaron la pesca del atún y del camarón; incluso varios de ellos derivaron en la industria conservera, con lo que abrieron otros caminos que dieron grandes beneficios y contribuyeron a mejorar la economía de nuestro país.
El arquitecto Rodríguez Arias fue un verdadero visionario. Hizo los primeros diseños para la nueva empresa y creó toda una línea de muebles en madera de pino, madera barata, abundante y de poco uso en el Chile de esos tiempos. Luego diseñó "La Chascona", la mítica casa de Pablo Neruda a los pies del cerro San Cristóbal , en Santiago.
Oficios como la talla en madera, la marquetería y otras especialidades que convierten a la madera no solo en funcionales muebles, sino que en verdaderas obras de arte, también crearon escuela debido al aporte de los artesanos españoles.
Igualmente, en la ingeniería observamos la contribución de los pasajeros del Winnipeg en las obras públicas de nuestro país. Un ejemplo de ello es el proyecto y la construcción del puerto de la ciudad de Arica. Entre los diversos testimonios de pasajeros del barco, hay varios de ellos que describen la nortina ciudad -primera escala en Chile- como una rada en la que no había ni muelle.
Los hermanos Víctor y Raúl Pey Casado , ambos ingenieros, con revalidación del título en Chile, a diez años de arribar al país se desplazaron a la limítrofe ciudad nortina y se hicieron cargo de la tarea de desarrollar, diseñar y construir el nuevo puerto.
A partir de esa fecha, como contratistas, los hermanos intervinieron en el diseño y la construcción de varios puertos y espigones de atraque en las costas chilenas. Entre ellos, cabe destacar los puertos y muelles de Punta de Lobos, Mejillones , Huasco , Punta Arenas, Puerto Williams, Talcahuano, Castro . Además, en la Gran Avenida de Santiago, construyeron la Ciudad del Niño Presidente Ríos, edificio que por muchos años albergó a niños huérfanos y otros de escasos recursos.
Un grupo importante de inmigrantes españoles -algunos testimonios cifran la cantidad en unas cincuenta personas- llegó a Buenos Aires, a fines de diciembre de 1939, a bordo de otro barco mítico, el Formosa. La gran mayoría de estos siguieron viaje a Chile.
Entre ellos venían Antonio Rodríguez Romera y su esposa Adela Laliga ; Vicente Mengod ; el profesor Alejandro Tarragó y su hermano, el escultor Claudio Tarragó , quien en Barcelona tenía un taller de escultura decorativa y había ornamentado algunos edificios de la Exposición Universal del año 1929; Eleazar Huerta ; el arquitecto Germán Rodríguez Arias . También formaron parte de ese viaje los hermanos del poeta Antonio Machado, José y Joaquín , con sus respectivas familias.
Otro grupo, menos numeroso que los anteriores, llegó a Chile en noviembre de 1940. Antes hicimos referencia a los que arribaron a Buenos Aires después de 1939 en el también mítico barco Formosa .
En este grupo venían, entre otros, el poeta Antonio Aparicio , considerado junto a Miguel Hernández uno de los más prometedores poetas jóvenes de España; el arquitecto Fernando Echeverría Barrio ; el escritor Pablo de la Fuente ; el doctor José García Rosado ; Santiago Ontañón , escenógrafo, quien había colaborado en las puestas en escena de las obras de García Lorca , y el para muchos inolvidable discrepante Arturo Soria Espinoza .
Todos ellos formaban parte de los diecisiete asilados en la Embajada de Chile en Madrid -no nos olvidemos que la Embajada de Chile en Madrid dio asilo también a muchos españoles-, a quienes durante diecinueve meses les fue negada la salida de España por el régimen franquista.
Por esos años se produjo una llegada masiva de refugiados a Chile, y aunque no todos vinieron en el Winnipeg, no se puede decir que su historia, su integración y la de sus hijos sea distinta entre sí. La mayoría de estos esperaba un corto exilio, una situación transitoria; pero el régimen de Franco se alargó demasiado y en poco tiempo, con similares costumbres y un idioma común, crecieron raíces. Los españoles comenzaron a labrarse una situación y a entregar al país de adopción el aporte de sus conocimientos en cada una de sus especialidades, movidos por el deseo de integrarse en este nuevo mundo, tanto por el propósito de servirle como también por el de retribuir ese cálido recibimiento.
Fueron en total 2.365 los pasajeros que llegaron en el Winnipeg a Valparaíso, esa es la cifra; y, como ya hemos señalado, además vinieron entre estos muchos intelectuales, como el pintor José Balmes ; la artista grabadora Roser Bru , ambos galardonados posteriormente con el Premio Nacional; Modesto Parera , escritor; Elena Gómez de la Serna, publicista y periodista española; Monserrat Julió Nonell , actriz de teatro y cine española; Isidro Corbinos , profesor y periodista español, que hizo un tremendo aporte asimismo en el periodismo deportivo, área que poco se reseña; Diana Pey , pianista y compositora española, y muchos otros cultores de diversas artes y disciplinas cuya lista sería largo enumerar.
Del mismo modo, quiero destacar a Leopoldo Castedo , quien también recibió el Premio Nacional en Historia.
Para profundizar en el aporte en materia de deporte -ya hablamos de Isidro Corbinos en el periodismo deportivo-, cabe mencionar a Rafael Escolano, en la fabricación de bicicletas y en los métodos de entrenamiento del ciclismo, y a Francisco Paco Molina y Elio Martín, en el deporte de alto rendimiento.
Muchos llegaron con esperanza.
Esa fue la historia de la larga travesía que debieron emprender tantos españoles acogidos por Chile en el barco francés denominado "Winnipeg" -recordemos que era un carguero que habitualmente transportaba a veinte personas y que logró ser adaptado para albergar, entre tripulación y pasajeros, a más de 2.300 personas-, el cual zarpó desde el puerto de Pauillac, en Francia, el 4 de agosto de 1939, quienes han dejado una huella imperecedera en nuestro país, con sus respectivas descendencias, que han contribuido al desarrollo y bienestar de nuestra nación.
Por todo lo anteriormente expuesto, es de toda justicia rendir este modesto reconocimiento en memoria de esos valientes pasajeros.
Quiero recordar que la primera frase de uno de esos refugiados españoles que desembarcaron en Arica fue un gran ¡Viva Chile!, tierra que los acogió.
Gracias, Presidente .
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchas gracias, senador Francisco Chahuán.
Ofrezco la palabra al excelentísimo embajador de España en Chile, don Rafael Garranzo.
El señor GARRANZO, embajador de España .-
Gracias.
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
Buenas tardes, Presidente del Senado ; Presidenta de la Cámara de Diputados ; ministro de Relaciones Exteriores ; ministro secretario general de la Presidencia ; secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo del Gobierno español; embajador emérito; autoridades; amigas y amigos, y muy especialmente a los familiares de quienes llegaron en ese barco cuyo recuerdo hoy nos convoca.
Las conmemoraciones irrumpen en nuestro quehacer cotidiano, interrumpen durante un fragmento de tiempo el desarrollo normal de la agenda política y resultan relevantes, porque al arrancarnos de las prioridades del momento nos abren de nuevo al pasado, reviviendo los dilemas a los que tuvieron que enfrentarse nuestros antepasados y las respuestas que entonces les dieron.
Las conmemoraciones igualmente nos ayudan a contextualizar nuestros problemas actuales. Podemos dimensionarlos de manera más correcta a la luz de aquellos a los que tuvieron que hacer frente nuestros antecesores. Y las conmemoraciones finalmente nos invitan a abrir una conversación con ese pasado. ¿Por qué entonces respondemos colectivamente de un modo a un dilema y por qué ante el mismo dilema respondemos igual o de forma diversa para bien o para peor?
Conmemorar el aniversario de la llegada del Winnipeg, ese buque que en palabras de Neruda era "un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo", nos invita a evocar una tragedia, pero también dos grandes manifestaciones de esperanza.
Una tragedia, porque no de otro modo puede calificarse una guerra civil, como lo fue la española de 1936 a 1939, que supuso además la expulsión de nuestro país de cientos de miles de compatriotas que tuvieron que buscar refugio en otras naciones.
Ya en actos anteriores la secretaria de Estado ha expresado el profundo agradecimiento de la España actual a Chile por la generosa y valiente acogida que se dio a nuestros compatriotas. Lo hace una España actual, que es una España reconciliada y que, como lo evidencia la presente ley de memoria democrática y leyes y medidas anteriores, está igualmente comprometida con el ejercicio de la memoria democrática.
Igualmente es motivo de esperanza constatar que esos refugiados que llegaron a este país devolvieron esa generosidad a través de su laboriosidad, de su trabajo, siendo también determinantes en el desarrollo económico, social y cultural del país.
Es habitual, cuando recordamos la llegada del Winnipeg, traer a la memoria los nombres de quienes con el paso del tiempo se convirtieron en personalidades relevantes en el mundo de la cultura. Ya se han recordado muchos nombres aquí, y permítanme citar a aquellos cuatro a los que yo tuve el honor de conocer hace un par de décadas y de generar realmente un vínculo de amistad: la siempre querida Roser Bru , José Balmes , Leopoldo Castedo y José Ricardo Morales , entre otros.
Pero no menos determinante fue el aporte de todos los demás que se insertaron en el quehacer productivo del país, como nos acaba de recordar el senador Chahuán, poniendo su grano de arena en el desarrollo del mismo.
La inserción de los refugiados fue un éxito, y debo decir que para un embajador de España es motivo de muy especial satisfacción encontrar hoy en día a orgullosos ciudadanos chilenos que con igual orgullo recuerdan ser descendientes de quienes llegaron en el buque, algunos de ellos ahora ocupando importantes puestos de responsabilidad en el país, como también hemos sido testigos en esta sesión.
Déjenme, pues, para terminar, que ejemplifique este agradecimiento en la evocación de cuatro nombres que hicieron posible este acto de generosidad: desde luego, el Presidente de la República Pedro Aguirre Cerda ; el canciller Ortega Aguayo ; Pablo Neruda , con quien España tiene una deuda imperecedera, y que no se limitó a salvar a quienes se embarcaron en el Winnipeg: recordamos en este caso con tristeza los infructuosos esfuerzos por salvar a Miguel Hernández , con quien le unía una profunda amistad; y recordemos también a Delia del Carril, que también tanto esfuerzo puso en hacer posible la llegada del Winnipeg.
Ochenta y cinco años de distancia: gracias a todos ellos y a todos ustedes, senadoras y senadores, que hoy en día encarnan y tienen la enorme responsabilidad de encarnar esos principios de solidaridad que hicieron posible la llegada del Winnipeg y la recepción de nuestros compatriotas.
A todos ustedes, de una manera muy sentida, ¡muchas gracias!
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Gracias a usted, excelentísimo señor embajador.
Ofrezco la palabra a nuestro canciller, ministro de Relaciones Exteriores , don Alberto van Klaveren.
El señor VAN KLAVEREN , ministro de Relaciones Exteriores .-
Señor Presidente del Senado , señora Presidenta de la Cámara de Diputados , señoras y señores senadores, señora secretaria de Estado para Iberoamérica, señor embajador de España , embajador emérito Mariano Fontecilla , amigas y amigos que nos acompañan desde las tribunas:
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera)
En primer lugar, señor Presidente, quisiera agradecer la oportunidad que nos da como Ejecutivo para participar en esta ceremonia.
Estamos conmemorando un evento que marcó la historia de nuestro país y que influenció de manera importante nuestra identidad nacional.
Hace ochenta y cinco años, el 3 de septiembre de 1939, el vapor Winnipeg atracó en este puerto, el puerto de Valparaíso, trayendo a bordo a más de dos mil doscientos refugiadas y refugiados españoles que huían de la devastación de la guerra civil española y de la larga dictadura franquista que le siguió.
El arribo del Winnipeg da fe de la importancia de la solidaridad internacional y de los sólidos lazos entre Chile y España, y de cómo nuestro país ha demostrado ser fiel a su tradición de hospitalidad, de humanidad, y se ha reafirmado, como nuestro himno bien lo indica, como el asilo contra la opresión.
Conocido como el "barco de la esperanza", el zarpe del Winnipeg, como aquí se ha recordado, fue el resultado de los diligentes esfuerzos del Gobierno del Presidente Pedro Aguirre Cerda ; del ministro de Relaciones Exteriores de ese entonces, Abraham Ortega Aguayo ; pero especialmente de Pablo Neruda , quien se desempeñó como cónsul especial para la inmigración española en París.
Neruda, habiendo sido cónsul tanto en Barcelona como en Madrid, tenía especial cercanía con el pueblo español, y su visión sobre la guerra civil ya la había cristalizado a través de su poemario España en el corazón.
Así, él y Delia del Carril trabajaron incansablemente para asegurar que aquellas españolas y españoles de todas las edades que se encontraban varados en asentamientos en Francia pudieran encontrar en nuestra tierra un nuevo comienzo.
Esta labor, que presta testimonio del carácter solidario de Chile y de su compromiso con la paz y la dignidad humana, fue también uno de los motivos de mayor orgullo para el poeta. Él mismo recordaba en sus memorias que, cuando el vapor elevó anclas para venir a Chile, escribió: "Que la crítica borre toda mi poesía si le parece, pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie".
La llegada del Winnipeg a Valparaíso simboliza mucho más que la recepción de refugiados. Fue una afirmación de los valores que abrazamos como nación: la democracia, la libertad y la solidaridad internacional.
En un mundo que entonces se encaminaba hacia la Segunda Guerra Mundial, Chile se levantó como un faro de esperanza para aquellos que habían perdido todo. Este acto no solo fue una demostración de nuestra capacidad de acoger al extranjero, sino también un reflejo de nuestra creencia de que la diversidad enriquece a la sociedad.
Hoy, al conmemorar este aniversario, es fundamental recordar que el legado del Winnipeg no solo pertenece al pasado, sino que es una guía para nuestro presente y futuro.
Los descendientes de aquellos refugiados del Winnipeg han contribuido significativamente al desarrollo de nuestro país, enriqueciendo nuestra cultura, nuestra economía y nuestra vida social.
Ejemplos de ellos ya han sido mencionados anteriormente. Destaco solo a unos pocos: los premios nacionales de artes plásticas Roser Bru y José Balmes , el tipógrafo y diseñador Mauricio Amster , el historiador, entrañable amigo, Leopoldo Castedo , para mencionar a algunos.
Debido a lo anterior, me parece adecuado rendir homenaje hoy a las comunidades españolas en Chile, que han mantenido vivas sus tradiciones y contribuido al enriquecimiento de nuestra cultura.
La historia de aquellos que llegaron en el Winnipeg es de superación y resiliencia, como la de muchos inmigrantes en este país, que refleja el espíritu de aquellos que, a pesar de las adversidades, encontraron en Chile un hogar y una nueva vida. Su legado es una parte integral de lo que hemos construido como nación.
Igualmente, los valores que inspiraron la llegada del Winnipeg son más relevantes que nunca ante los desafíos globales a los que debemos hacer frente. Chile seguirá siendo un férreo defensor de la paz, el diálogo y la cooperación internacional. Nuestro compromiso con la democracia y los derechos humanos es inquebrantable y nuestra política exterior continuará siendo una extensión de estos principios.
Honorables senadoras y senadores, amigos españoles, hoy recordamos con orgullo el aniversario número 85 de la llegada del vapor Winnipeg y con ello reafirmamos nuestro compromiso con los principios de humanidad, justicia y paz.
Por lo mismo, es importante que sigamos construyendo un Chile que sea ejemplo de solidaridad y esperanza.
Muchas gracias
(Aplausos en la sala y en tribunas).
El señor GARCÍA ( Presidente ).-
Muchísimas gracias a usted, señor canciller.
De esta manera, el Senado de la República ha conmemorado el octogésimo quinto aniversario de la llegada del vapor Winnipeg al puerto de Valparaíso.
Que esta conmemoración sirva para que nuestros países sigan fortaleciendo sus lazos, unidos siempre por la vocación de profundo respeto a la dignidad humana, y que los frutos de los viajeros del Winnipeg perduren por mucho tiempo en nuestra patria.
Pablo Neruda dijo: "Me gustó desde un comienzo la palabra Winnipeg. Las palabras tienen alas o no las tienen. Las ásperas se quedan pegadas al papel, a la mesa, a la tierra. La palabra Winnipeg es alada".
Recordamos, por supuesto, a nuestro premio nobel de literatura, don Pablo Neruda , y damos gracias por las gestiones que han dado tan abundante fruto.
Vamos a levantar la sesión, pero junto con ello nos dirigiremos donde la secretaria de estado para Iberoamérica, señora Susana Sumelzo , para entregarle, en nombre de todas las senadoras y todos los senadores, nuestro cariño, respeto y agradecimiento por estar aquí.
Muchísimas gracias, y por supuesto le vamos a hacer entrega de un recuerdo en nombre de todo el Senado de la República.
(Aplausos en la sala y en tribunas).
Por haberse cumplido su propósito, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 16:22.
Rodrigo Obrador Castro
Jefe de la Redacción