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  • Legislatura Ordinaria año 1973
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Intervención Petición de oficio
EXPERIMENTOS ATOMICOS FRANCESES EN EL PACIFICO SUR.- OFICIO.

Autores
El señor GARAY.-

Señor Presidente, por último, tengo el deber de referirme a este problema tan de actualidad que es el probable estallido de una bomba atómica en el atolón de Mururoa. El Gobierno francés, a pesar de que en el mundo entero se levantan voces de protesta, ha insistido en hacer estallar esta bomba, aunque ello lo ha ido aplazando.

Cuando se produce el estallido de una de estas bombas atómicas, se sueltan en el espacio, o en el mar, o en la tierra, según donde se produzca el estallido, una serie, de elementos que toman el carácter de ionizantes, de irradiantes; el cesio, el plutonio y otros elementos, toman el carácter de ionizantes en profundidad. Esto significa que todos los seres vivos, los humanos, los peces, los animales y las plantas, son irradiados por esta lluvia que va cayendo, como la muerte, sobre la humanidad. Y no sólo es alterada la parte física, sino que además -y esto es lo importante- son alterados los genes, es decir, los elementos destinados a la reproducción de los seres vivos, los que sufren las consecuencias de esta lluvia de elementos ionizantes.

Señor Presidente, la humanidad se encuentra frente a su propia destrucción y, de persistir estas pruebas, no sería raro que dentro de poco tiempo empezaran a llegar al mundo hijos deformes, seguramente con miembros atrofiados, con mentes alteradas. Esto hace necesario que hagamos presente este peligro una y mil veces; que los que tienen la responsabilidad de estas materias, tomen su responsabilidad; y que los que estamos mirando cómo se destruye la humanidad tengamos la obligación de señalarlos con el dedo.

Pero hay un hecho muy especial que deseo destacar esta tarde. Se han levantado voces de protesta con motivo de la explosión francesa en el atolón de Mururoa. Sin embargo, cualquiera que sea la nación que haga estallar estas bombas atómicas, está haciendo exactamente lo mismo que hoy provoca protestas en contra del Gobierno francés. O sea, no sólo se trata de expresarle al Gobierno francés que debe terminar con esas explosiones atómicas, sino que hay que decirles también a los otros países que tienen estas bombas atómicas, que esto .tiene que terminar, que no puede continuar, que no debe continuar, porque estamos cometiendo un crimen de lesa patria. Sean bombas norteamericanas, sean soviéticas, sean chinas, sean francesas, sean las que sean, no podemos aceptarlas: es un crimen de lesa patria.

Por eso mi protesta, la protesta de cientos de miles y miles de personas, sobre todo ahora de nosotros, que estamos rodeando el atolón de Mururoa; no podemos permitir que esto siga sucediendo.

Y así como hoy les decimos a los franceses, tenemos la obligación de expresarles a los otros tres países que tienen bombas atómicas, que tampoco ellos pueden seguir haciéndolas estallar impunemente, aunque lo hagan dentro de su territorio, porque la lluvia que se produce de materias ionizantes trae como consecuencia situaciones tan graves algunas de las cuales he explicado hoy, porque no necesito abundar en detalles.

Señor Presidente, pidámosles a estos cuatro países que terminen con estas experiencias, que son un crimen para la humanidad. Por eso he levantado mi voz esta tarde, porque no es posible que sólo protestemos en contra de Francia. Hagámoslo con todos los países por igual.

Rindo un homenaje a Nueva Zelandia. Poco hemos hablado de ese gran país que está allá en medio del Pacífico. Nueva Zelandia ha enviado un barco, que está dentro de la zona; como todos lo sabemos, está expuesto a las radiaciones. Digo que tenemos que felicitar a Nueva Zelandia, lo mismo que tenemos que destacar nuestra propia debilidad y cobardía. En estos momentos, en el atolón de Mururoa, dentro de la zona de peligro, no sólo debiera haber un barco de Nueva Zelandia, sino también barcos de nuestra Marina de Guerra, de la Marina de Guerra del Perú, del Ecuador y de otros países.

Yo presido una Comisión de integración latinoamericana, señor Presidente. ¡Cómo me gustaría que todos los países de América Latina dijeran estas mismas palabras! Porque, así como hoy se realiza el lanzamiento en esa zona del Pacífico, ¿quién dice que mañana no sea en el Océano Atlántico o en el Océano Indico? Y esto tenemos que evitarlo.

Hago un llamado a la conciencia de todos los Comités parlamentarios, sin distinción alguna, representen lo que representen en el campo nacional o en el campo internacional, porque es necesario que se levante una voz definida. Yo quiero hacerlo en forma definida y desearía que, en alguna forma, la Cámara de Diputados, sino en su totalidad porque en este momento no tenemos quórum, lo haga en mi nombre y se envíe al Gobierno neozelandés nuestra adhesión, nuestra fraternal adhesión, porque ellos, junto con tantas islas en el Pacífico Sur, están más que nadie expuestos a estas radiaciones ionizantes, y esto -lo repito una y cien veces- no puede continuar.

Señor Presidente, quiero terminar estas cortas observaciones- puede ser que haya oportunidad de hacerlo en forma más oficial -pidiendo que, en mi nombre, se haga presente al señor representante diplomático de Nueva Zelandia en nuestro país, nuestra preocupación por lo que está sucediendo y nuestras felicitaciones, porque ellos han sido definidos al mantener un barco de su Armada dentro de la zona de peligro, y es una lástima que nosotros no los hayamos imitado. ¡Que esto nos sirva de ejemplo por si Francia u otro país insiste y persiste en llenar la atmósfera con estos elementos ionizantes que quizás cuántas graves consecuencias traerán.

Para terminar con esta materia, he visto en mi profesión, con mucha preocupación.

El señor LORCA, don Gustavo (Vicepresidente).-

¿Me permite, señor Diputado?

Se enviará el oficio, en su nombre.

La señorita SAAVEDRA (doña Wilna).-

Y en el mío.

El señor PALZA.-

También en mi nombre.

La señora RETAMAL .-

Podría ser en nombre del Comité Demócrata Cristiano.

La señorita SAAVEDRA (doña Wilna) .-

En nombre del Comité Demócrata Cristiano .

El señor LORCA, don Gustavo (Vicepresidente).-

El oficio se enviará también en el nombre de la señorita Saavedra, del señor Palza y del Comité Demócrata Cristiano, que lo ha solicitado.

Habría sido interesante que hubieran estado presentes todos los Comités para que hubiesen recogido sus interesantes observaciones.

El señor GARAY.-

No sé si habrá la posibilidad de que la Mesa converse con todos los Comités acerca de esta proposición para hacerla en conjunto. Sería mi deseo.

Señor Presidente, quiero terminar estas observaciones llamando la atención de los colegas que se encuentran en la Sala sobre una preocupación que llevamos los médicos. Por lo menos es la experiencia personal que estoy recogiendo con los exámenes, los hemogramas, como llamamos nosotros al recuento de los glóbulos rojos y los glóbulos blancos.

Digo esto para que lo escuchen los médicos de mi patria, porque no he visto ningún trabajo sobre esta materia.

Desde hace algún tiempo hemos visto cómo aumenta el número de glóbulos rojos en la sangre y cómo viene la alteración de los glóbulos blancos. Sé que algunos de los señores Diputados no entienden de medicina, pero los que sepan algo o puedan conversar con colegas, deben saber que cuando se produce este aumento de glóbulos rojos, que llamamos poliglobulia, es porque hay un factor que los está haciendo aumentar. Y es de tal gravedad el problema de estas poliglobulias permanentes -no así las transitorias- que todos los días estamos viendo en personas normales como nosotros en qué forma aumenta la poliglobulia, lo mismo que las alteraciones del cuadro blanco, de los glóbulos blancos, que son nuestra policía de aseo y la base de la defensa de nuestra salud. ¡Cómo vienen las alteraciones en las dos fórmulas, tanto roja como blanca!

Llamo la atención desde aquí a mis colegas de profesión, porque mucho tienen que ver estos estallidos de bombas atómicas con estos trastornos de la fórmula roja y de la fórmula blanca en la sangre de los seres vivos.

Señor Presidente, porque tengo esta inquietud científica, lo digo desde aquí, desde esta tribuna, ya que creo que el cuerpo médico de nuestra patria debe encarar este problema y llamar la atención de los demás cuerpos médicos de otras naciones para qué se siga estudiando, tal como se hace aún en el Japón. Allá, después de casi treinta años del estallido, en el año 1945, de dos bombas atómicas, todavía los japoneses que viven en esas zonas son víctimas de las radiaciones ionizantes de esas dos bombas, que eran muy pequeñas al lado de las que estallan hoy día.

Quiero llamar la atención, como médico, sobre esta situación, que es de gravedad extrema y que mis colegas de profesión tienen que saber evaluar perfectamente.

Termino, señor Presidente, esperando que a esto se le dé publicidad, no por la persona modesta que habla sino por lo que se dice, porque este crimen de lesa humanidad no puede continuar.

Muchas gracias.

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