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ANÁLISIS DE CRISIS QUE AFECTA A PESCADORES ARTESANALES POR PESCA DE LA JIBIA Y OTROS RECURSOS POR PESQUERAS INDUSTRIALES (PROYECTOS DE RESOLUCIÓN)

Autores

El señor CARMONA (Presidente accidental).-

En el tiempo previo, tiene la palabra el diputado señor Daniel Núñez .

El señor NÚÑEZ (don Daniel).-

Señor Presidente, en 2011 la industria entró de lleno a competir con la pesca artesanal por un suculento negocio que registró ese año exportaciones por 117.000.000 de dólares. Dado que ambos sectores competían explotando jibia, fue necesario establecer cuotas de captura para 2012. De aquí surge el famoso fraccionamiento de 80 por ciento para el sector artesanal y 20 por ciento para el sector industrial.

La gran industria pesquera no quedó satisfecha con este fraccionamiento y, a consecuencia de una reclamación ante la Contraloría, logró, en 2014, la eliminación del fraccionamiento de 80/20, lo que generó la funesta “carrera olímpica” en el sector industrial. Esto significó que la flota arrastrera, con puertos en San Vicente y Talcahuano, aumentara considerablemente sus capturas, que sobrepasaron el 20 por ciento original que correspondía, lo que desencadenó múltiples movilizaciones de los pescadores artesanales afectados por la menor captura.

Dichas protestas culminaron con un acuerdo suscrito por el ministro de Economía y el subsecretario de Pesca, en que se acordó volver al 80/20 y decretar que la potera con línea de mano sería el único arte de pesca para extraer jibia. De este acuerdo, el primer punto se cumplió; el segundo lo seguimos esperando.

Pero la ambición de la gran industria arrastrera no se detuvo ahí y este año arremetió con nuevos bríos. La flota arrastrera capturó toda su cuota en solo tres meses y dejó de comprar jibia a la pesca artesanal durante ese tiempo, lo que generó un colapso comercial en la actividad. Ello se explica porque la gran industria pesquera comenzó a ofertar y a exportar la producción de todo el año de una sola vez, saturando los acotados mercados internacionales de los cuales dependen las pequeñas y medianas plantas procesadoras.

Rápidamente, la crisis se extendió a toda la cadena productiva, pues son las pequeñas y medianas empresas pesqueras las que compran jibia a la pesca artesanal. Estas, al no poder competir por la caída en los precios que conlleva la saturación de los mercados, simplemente han dejado de producir.

Pero la caída en los precios de la jibia también se relaciona con los menores costos de operación que posee la gran industria pesquera. Ella funciona con arrastre y sus redes capturan en un lance de pesca ochenta toneladas de jibia, lo mismo que capturan cuarenta botes artesanales en una noche con línea de mano y potera.

La consecuencia de ello es que por el método de explotación los costos de la pesca de arrastre son un tercio más bajos que los de la pesca artesanal, lo que provoca un dumping productivo, pues la gran industria pesquera de arrastre opera a costos que son imposibles de igualar para la pesca artesanal.

Con el arrastre, los únicos ganadores son las grandes industrias pesqueras que poseen integración vertical, las mismas que se han visto beneficiadas con la corrupta ley de pesca y que solo son seis empresas en el caso de la jibia: Orizon, en la Región de Coquimbo, y cinco en la Región de Biobío: Friosur, Foodcorp , nuevamente Orizon, Landes y Congelados del Pacífico.

En el desembarque industrial de 2014 hay siete embarcaciones, mientras que a diciembre de 2014 el número total de inscripciones en el Registro Pesquero Artesanal (RPA) ascendía a 5.617 embarcaciones. Es decir, en la “carrera olímpica”, esos barcos industriales en unos cuantos meses dejan sin una sola jibia a las 5.600 embarcaciones artesanales.

(Aplausos)

En la práctica estamos en presencia de una competencia desleal, de una forma encubierta de colusión, pues son esas seis empresas con sus siete barcos arrastreros las que controlan el mercado, expulsando a sus competidores directos -las pymes pesqueras-, pues al carecer de flota arrastrera están impedidas de competir por sus mayores costos de producción.

En definitiva, la crisis de la jibia es también la crisis de la pesca artesanal. Estamos hablando de 9.379 pescadores -y sus respectivas familias- inscritos para extraer el recurso. Pero también estamos hablando de las plantas de procesamiento que se abastecen a través de la pesca artesanal, que en todo Chile suman más de cuarenta plantas pequeñas y medianas, las que emplean a aproximadamente 3.000 trabajadores.

(Aplausos)

Un ejemplo de la labor de esas plantas pesqueras es esta lata de conserva que tengo en mi mano, justamente de una pequeña planta procesadora de Coquimbo.

¿Qué solicitamos? En primer lugar, llevar a cabo una explotación sustentable de la jibia a través del uso de potera, ya sea de forma manual o mecanizada, y poner fin a la pesca de arrastre, que también tiene consecuencias nocivas en términos de la conservación de otras especies. Ello es concordante con el compromiso firmado por el ministro de Economía y el subsecretario de Pesca, y también con el programa de gobierno de la Presidenta Bachelet, que postula “el fin progresivo de la pesca de arrastre”.

La flota chilena es la única que utiliza la red de arrastre en la pesca de jibia. Países como China, Corea del Sur, Japón y Perú utilizan sistemas mecanizados de poteras, que permiten a dichos países capturar los mayores volúmenes de jibia a nivel mundial. Estos sistemas de poteras son altamente selectivos, ya que utilizan una luz para atraer a la jibia, la que, como parte de su comportamiento, presenta atracción a ese estímulo.

En segundo lugar, solicitamos que se implemente una política estatal que incorpore valor agregado, potenciando la cadena productiva de la jibia, integrada por pescadores artesanales y pequeñas y medianas plantas procesadoras. Ello implica apoyar a los pescadores artesanales para que desarrollen sus propias plantas de procesamiento, como ocurre en Coquimbo y San Antonio . Usted, diputado Gahona, lo sabe muy bien, porque también es de la región. Sin embargo, veo al señor diputado más interesado en hablar con el señor Kast que en saber qué sucede con sus pescadores artesanales.

(Aplausos)

Quiero respaldar a las pequeñas y medianas empresas para que desarrollen nuevos productos, con mayor valor agregado. Ello generará más y mejores empleos y una diversificación de los mercados de destino de la jibia.

Por último, quiero exigir -como Congreso- que restituyamos nuestra honra, la que fue mancillada por una entonces diputada y un senador que votaron a favor de la ley de pesca, coludidos y financiados por la empresa Corpesca, la misma gran industria que se ha visto beneficiada por esa ley maldita.

Colegas, les exijo que, como un acto de dignidad, votemos unánimemente a favor de la sustentabilidad de nuestros recursos marinos y en contra de la depredación, asociada a la pesca de arrastre.

He dicho.

-Aplausos.

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