Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 19
- Celebrada el 14 de julio de 1999
- Legislatura Ordinaria número 340
Índice
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El señor
Señor Presidente, honorable Cámara, familiares de nuestra querida amiga Sola Sierra, miembros de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, señoras y señores:
Hoy rendimos homenaje a una mujer extraordinaria, a una mujer que hizo de la búsqueda de la verdad y la justicia la razón de ser de su vida, a una mujer tesonera y valiente que, con entrega sin igual, se convirtió en el símbolo de la lucha por los derechos humanos en nuestro país.
Sola Sierra nació hace 63 años en el seno de una familia humilde, íntimamente ligada al movimiento sindical. Su padre fue dirigente ferroviario, y su abuelo, luchador social que trabajó codo a codo con Luis Emilio Recabarren. Estos hechos la marcaron profundamente en los valores que profesó, y la llevaron, a temprana edad, a abrazar la causa de los desposeídos. Eco de esto, y siendo muy joven, ingresó como militante de la Juventud del Partido Comunista, colectividad que la cobijara hasta su muerte. Es allí donde, en septiembre de 1960, conoció a Waldo Pizarro Molina , su marido y padre de sus tres hijos: Waldo, Lenia y Lorena. Sin embargo, su vida familiar fue abruptamente interrumpida cuando el 15 de diciembre de 1976, Pizarro , alto dirigente del Partido Comunista, no regresó de su trabajo. Fue detenido por la Dina y, posteriormente, hecho desaparecer, ignorándose hasta hoy su paradero.
En una prueba indiscutible de su temple y coraje, y como si anhelase la alta labor que le correspondería desempeñar en nuestra triste historia, ingresó a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, sólo dos días después de la detención de su esposo. Desde allí alzaría su voz, sustentada únicamente por la fuerza de sus convicciones, para exigir verdad y justicia para tantos miles de chilenos. Cabe destacar su entereza. En un país dominado por el miedo y la represión, en que la mayoría temía alzar su voz para denunciar los innumerables atropellos que día a día se cometían, ella no vaciló en recurrir a todas las instancias posibles para conocer la suerte de los detenidos desaparecidos.
Sola Sierra, en este contexto, no sólo se transformó en el rostro de la Agrupación, al testimoniar públicamente la situación de los detenidos desaparecidos, sino que se constituyó en ejemplo vivo de un Chile que clamaba por terminar con el horror de una sangrienta dictadura, hecho ratificado posteriormente por el informe Rettig, que hoy nadie pone en duda en nuestro país.
Será en esta escuela, la de la lucha diaria, la de las puertas cerradas, la de la represión, la de los golpes, la de un Poder Judicial que se niega a proteger a los detenidos, donde la estatura ética y moral de Sola Sierra irá creciendo. Como presidenta, y más allá de su caso particular, se transformará en madre, esposa o hermana que busca a su familiar detenido desaparecido, porque para ella todos eran parte de su familia chilena. Y recordamos su dolor al despedir los cuerpos de los escasos detenidos desaparecidos que han sido encontrados, como si hubieran sido su esposo, hermanos o hijos.
La consecuencia de su lucha, la dignidad y la fuerza con que enfrentó la adversidad y el miedo, harán que su figura se acreciente, transformándose en líder internacional de la causa de los derechos humanos y, muy especialmente, de los miles y -por qué no decirlo- millones de personas que han sido detenidas en el mundo y, posteriormente, hechas desaparecer.
Sin lugar a dudas, la muerte de Sola Sierra implica una gran pérdida para la causa de los derechos humanos, más aún cuando algunos todavía pretenden esconderse tras la impunidad. Quienes tuvimos el privilegio de conocerla, reconocimos en ella a una mujer valiente, serena, que hizo de la no violencia activa su bandera de lucha, consciente de que si sólo vivíamos en libertad podríamos alcanzar la verdad y la justicia. ¡Qué duda cabe de que Sola Sierra hizo mucho más de lo que le correspondía por lograr que la verdad y la justicia imperaran en nuestro país! ¡Qué contraste más profundo existe entre su conducta y la de aquellos que, pudiendo evitar el sufrimiento de cientos de familias chilenas, nada hicieron por ellas!
Por eso, su drama personal no la desligó jamás de la gran tarea nacional de nuestro pueblo en orden a recuperar la democracia. Son, justamente, personas como Martin Luther King , monseñor Arnulfo Romero , Nelson Mandela y Sola Sierra quienes transforman las tareas y desafíos que les impone la vida en la inspiración para lograr la dignificación del ser humano. Ellos son, sin lugar a dudas, los verdaderos constructores de la paz.
El país puede dar testimonio de que, a pesar del drama y el dolor que le tocó vivir por la detención y posterior desaparición de su esposo, nunca hubo en sus palabras odio, rencor ni ánimo de venganza, y que tras la fuerza y franqueza de sus palabras sólo hubo un deseo, quizás irrefrenable, de obtener verdad y justicia. Su dignidad es un legado para el presente y futuro de nuestra nación y trasciende las fronteras del partido en el cual militó gran parte de su vida, ya que su obra pertenece a todos los chilenos. Es más, incluso hoy su ejemplo y entrega la reconocen hasta aquellos que en el pasado la atacaron y reprimieron, cuando a la cabeza de la Agrupación salía a proclamar verdad y justicia.
En este aspecto, cómo no conmoverse cuando esposas y madres como Sola Sierra, que entregaron una parte importante de sus vidas por saber dónde están sus seres queridos, mueren sin recibir respuesta alguna, a pesar de su lucha, de su entrega y de lo justa que era su causa. ¿Podemos -quienes estamos en esta Sala- seguir siendo indiferentes a este drama? ¿Podemos seguir desconociendo o actuando como si nada hubiese pasado en nuestro país?
Por eso, querida y recordada Sola, los socialistas queremos expresarte que tu ejemplo, tu decisión y coraje nos han señalado un camino muy claro a seguir. Valoramos significativamente que hoy muchos reconozcan lo que en el pasado ignoraron una y otra vez, que quieran contribuir a la verdad; pero que no pretendan hacerlo a costa de renunciar al sagrado valor de la justicia.
Los socialistas estamos por lograr un gran acuerdo nacional sobre derechos humanos, pero nunca aceptaremos que éste se realice entre cuatro paredes y sin que sean escuchadas y recogidas las demandas de los familiares de las víctimas. Cuando lo que está en discusión son valores y principios, como la verdad y la justicia, no tienen cabida los acuerdos secretos; ellos deben lograrse de cara al país. Repito que estamos por ese gran acuerdo; pero dicho acuerdo no puede impedir que el Poder Judicial siga actuando como en este último tiempo; vale decir, investigando y procesando a quienes violaron los derechos humanos, cualquiera que sea el cargo que hayan ocupado o estén ocupando actualmente.
Por tanto, Sola, los socialistas te decimos que sentimos y hacemos nuestro tu lema: “Justicia; nada más, pero nada menos”.
Estimada Sola, como una forma de rendirte un homenaje y reconocer tu labor, los socialistas te señalamos que impulsaremos la creación de un premio nacional de los derechos humanos que lleve tu nombre, como asimismo que la calle Manuel Rodríguez, entre Alameda y Agustinas, pase a llamarse Sola Sierra.
Estamos seguros de que en estas acciones, contaremos con el amplio y desinteresado respaldo de todos.
Sin duda, cuando en Chile se realice un recuento histórico de cómo ha crecido y se ha desarrollado una conciencia de los derechos humanos en nuestra sociedad, la figura de Sola Sierra será recordada como una de las personas que, a través de su lucha y abnegación, hizo un gigantesco aporte a ella.
Sola Sierra, los socialistas te decimos que del dolor que nos ha causado tu partida, brotará la esperanza y la fuerza para seguir luchando por esta noble causa.
¡Gracias, Sola Sierra, por tu ejemplo y entrega para pedir verdad y justicia!
He dicho.