Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 124
- Celebrada el 08 de enero de 2008
- Legislatura Ordinaria número 355
Índice
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El señor WALKER (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado don Sergio Ojeda.
El señor OJEDA (de pie).-
Señor Presidente , un saludo a la familia de don Julio Martínez, que se encuentra en las tribunas, como también a las distinguidas autoridades que la acompañan.
En nombre de la bancada de la Democracia Cristiana, rindo homenaje a un gran hombre, a un deportista cabal, periodista y comunicador social; pero, también, padre de familia, esposo. El 2 de enero de 2008 dejó este mundo para ingresar a la vida eterna.
Rindo este homenaje y evoco su nombre como un ejemplo de virtud y como un hombre de bien.
Quisiera hablar como lo hizo Julio Martínez , aunque es difícil acercarme siquiera en algo a ello; sólo quiero reflejar en mi corazón y en mis sentimientos lo que él fue.
Julio Martínez Prádanos , tu muerte ha sido tan impactante, como impresionante tu vida. No sé si llamarte “don Julio”, “J.M.”, “señor de los micrófonos”, “caballero de la palabra”, “arrabalero” o “apasionado del tango”, o “gentil de los gentiles”.
No fuiste un hombre de Estado, para que las instituciones se sientan estremecidas; pero has logrado afectar a los miembros que las integran, por ejemplo, a esta Corporación. Con un ruido, con un lamento, que sólo los grandes de la historia han ocasionado. El pueblo, tu pueblo, te llora y te siente. Por ello, tu velatorio y tu funeral en la iglesia de la Divina Providencia y el cortejo hacia el Cementerio General fueron multitudinarios y llenos de congoja. Todos los medios hablan de tu partida y lo grafican con dramatismo y emoción: “Murió el verdadero dueño de la palabra”, dijo “La Nación”; “La Tercera”, señaló: “Muere Julio Martínez ”; y, en los días posteriores se han estampado hermosos titulares, como “Mar humano acompañó a JM hasta su tumba”, “El caluroso día en que JM se convirtió en inmortal”, “La vida empieza al amanecer”, “Hoy día dan ganas de ser un Julio Martínez”, “Adiós a JM”, “Multitudinaria ha sido despedida a JM”, “ Julio Martínez dejó una impronta en el periodismo”; “Todo, como una maravillosa composición lírica”.
Desde la Presidenta de la República , diputados, senadores, ministros de Estado , personajes deportivos, hombres de prensa, en una masiva expresión de dolor humano, en una interminable letanía de cariño, se refieren a lo que fuiste y lo que diste al deporte, al periodismo, a las comunicaciones y al país. Cuesta seleccionar las opiniones más expresivas. Todas son intensas en admiración y cariño. Conducen todas a lo mismo. Con un contenido proverbial, tienden a enaltecerte, como ejemplo de verdad y de vida. Fuiste tú, un canto a la vida, un canto a la dicha y un canto al amor, como lo dijiste en una de las Teletones. Tu lenguaje, sencillo y amable, es el lenguaje de la gente, el verbo simple y decidor, como lo visible, lo cercano, lo entendible y lo diáfano que originó esa identidad maravillosa que encantó a la gente, que la atrapó con cosas sencillas de la vida cotidiana del barrio, de la cancha, de una cabina de transmisión. Tenía una agradable dicción y un notable acervo lingüístico.
¡Cuántos premios ganó Julio Martínez ! ¡Cuántos galardones! Quiero mencionar sólo los más importantes. El premio Isidro Corbinos , máxima distinción otorgada por el Círculo de Periodistas Deportivos de Chile; en 1995, el Premio Nacional de Periodismo , en reconocimiento a sus 50 años de vida periodística; en 2000, el Premio Amador Yarur , del Club Palestino, como el mejor periodista chileno del siglo XX; en 1998, el premio Academia Chilena de la Lengua , por su correcto uso del idioma; ese mismo año, el premio a la Ética Periodística, otorgado por el Colegio de Periodistas de Chile; en 2004, el premio de Anatel como la mejor figura televisiva de 2003; en 2007, fue homenajeado por el Senado de la República, con la entrega de la Medalla de Oro por su trayectoria; ese mismo año, el Instituto de Historia y Estadísticas del Fútbol Chileno lo distinguió con el Premio Nacional de Historia del Fútbol . Y muchos otros premios que, gracias a sus merecimientos, Julio Martínez lograba año tras año.
Trabajó en numerosos y variados medios de comunicación social, desde la radioemisora, la prensa escrita y la televisión, desde su vieja máquina de escribir, hasta las modernas proyecciones de televisión. Primero, su voz y, después, su voz y su rostro, en la televisión, juntos, al unísono. Trabajó en la vieja Radio Prat, a la que llegó por azar el 18 de septiembre de 1945, con su programa “Clínica deportiva”; pasó por el diario “La Hora”, radio Agricultura, diario “Las Últimas Noticias”, con su crónica “Bajo la marquesina”; Radio Corporación, como director del programa “Tribuna deportiva”; revista “Estadio”, como redactor y colaborador; Canal 13 de Televisión -fue su casa durante 40 años-, con los programas “Quince minutos con JM” y “A esta hora se improvisa”; en radio Minería en el programa “Deporte total”, y en tantos otros medios de comunicación.
Julio Martínez se impuso con un estilo sencillo, construyendo una verdadera doctrina de las cosas simples. El deporte fue su pasión, y todos sabemos que éste entrega una filosofía que forma y enseña. Y él entregó un enfoque distinto, que enseñó y motivó. ¿Será acaso que de allí nació su espíritu de paz? ¿Será que debido a la paz y a la tolerancia, que eran sus rasgos comunes, se sintió atraído por el deporte porque contiene valores que le fueron afines, porque no hace diferencias y porque en él se encuentran la amistad, la unidad y la lealtad que Julio Martínez profesó?
Su club deportivo, Unión Española, era como la insignia de su Patria, como la Patria de sus padres y de sus abuelos incrustada en su corazón, en esta tierra chilena. Y sepan aquellos que creen que el estrellato, la fama o la distinción se consiguen con la cuna de oro, con las paredes doradas de una habitación o con la virulencia de quienes quieren aparecer en un medio de comunicación sólo para lucirse, que ello no es así, que sólo se logra con capacidad, con inteligencia, con talento, con honestidad y son sencillez, que se imponen por sí solos.
Julio Martínez no estudió periodismo, no fue a la universidad, ni cursó pre ni pos grado. Fue un autodidacta que se desarrolló, creció y emergió solo en la vida; generó por sí mismo sus virtudes y sus bondades. Fue como un surco fértil donde germinó la semilla de la sabiduría y la razón, que él esparció. Se recibió en la Universidad de la Vida; allí obtuvo su título.
Decía que le habría gustado ser un hombre culto, pero que, desgraciadamente, no lo era. Pero si él ya es una cultura, él ya es una forma de vida; él ya es una expresión humana genuina, que giró siempre alrededor de un balón de fútbol, que abrazó, simbólicamente, como al vasto universo, que es conocimiento y saber.
Fue hijo de una familia modesta. Sus padres fueron José Martínez y Julia Prádanos , inmigrantes españoles que se ganaron la vida con sacrificio y esfuerzo. Su padre fue vendedor ambulante y su madre, modista.
Nuestro Julio Martínez nació en Temuco, el 23 de junio de 1923. Perdió a su padre a los 17 años, y debió asumir el peso de la casa, junto a su madre, con escasos recursos económicos e ingresos insuficientes. Mal podía, entonces, aspirar a más. Pero él tenía una riqueza que aunque no le dio ganancias económicas sí le generó su proyección periodística: su espíritu.
Su señora esposa, su eterna compañera, con quien contrajo matrimonio en 1964, es incomparable en nobleza. Señora Norma González , reciba hoy nuestros agradecimientos por su entrega permanente y por el cuidado y la compañía que le brindó a Julio Martínez Colina , su hijo, que llena su nombre con el de su padre. Su rostro parecido y su actitud humilde son la grandeza heredada de su padre. ¡Te ayudaremos a llevar ese recuerdo!
Recorrer su vida y recordar sus frases son cosas que constituyen una verdadera sinfonía que fluye y corre igual que la sangre por nuestras venas y que el agua de las vertientes. ¿Cómo no recordar sus frases: “La vida empieza en cada amanecer”, “El día que me muera quiero que me entierren con un micrófono”, “No le temo a la muerte, porque ya viví lo que tenía que vivir”? Recordaba que sus años mozos habían sido lo mismo que un bolero, de esos bien llorados, porque no se consideraba un Adonis. Por eso tuvo desamores.
Te tocaste con la historia y fuiste historia. Julio Martínez fue, es y será historia. Recordamos tu grito: “Justicia divina”, que pronunciaste en el Mundial de Fútbol de 1962, en varias oportunidades y con gran emoción, durante el partido de fútbol entre Chile y Rusia, donde un jugador, que también es historia, Leonel Sánchez , traspasó los tiempos que han quedado escritos en ella.
Por todo esto, hoy, en esta Cámara de Diputados, te rendimos homenaje, evocamos tu memoria y asumimos tu legado. El Estadio Nacional llevará tu nombre. Ya se presentó un proyecto de ley en la Cámara de Diputados sobre la materia, lo que demuestra que no son meras promesas. Una calle de Santa Laura también se llamará igual que tú. Pero hay algo que también te ganaste porque te lo mereces y te lo adjudicaste: un sitio en el cielo. Tu lección de vida y el respeto que sentías por la muerte cuando dijiste: “No le tengo miedo a la muerte, porque ya la vida me ha dado todo” son estremecedores para aquellos que aún no entendemos que la vida y la muerte son instancias y antesalas que nos conducen inexorablemente al Dios celestial, que crea todo lo que somos y que nos permite todo lo que vivimos.
Gracias, Julio Martínez Prádanos, gracias por todo lo que nos dejaste y por todo lo que nos diste.
He dicho.
-Aplausos en la Sala y en las tribunas.