Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 68
- Celebrada el 10 de agosto de 2011
- Legislatura Ordinaria número 359
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Homenaje
HOMENAJE A INSTITUTO CHACABUCO DE LA CIUDAD DE LOS ANDES, PRIMER COLEGIO MARISTA, EN EL MARCO DEL CENTENARIO DE LA CONGREGACIÓN MARISTA EN CHILE.
Autores
El señor RIVAS (de pie).- Señor Presidente, honorables colegas, amigos y amigas de la Congregación de hermanos maristas, alumnos, ex alumnos, dirigentes, directivos:
Hoy me corresponde, en mi calidad de ex alumno, rendir un homenaje al centenario del Instituto Chacabuco, de Los Andes, y, además, un homenaje muy particular al centenario de la Congregación Marista en Chile. Por tanto, además del Instituto Chacabuco, siéntanse incluidos en estas palabras todos los demás colegios maristas de Chile, desde el primero que fue fundado en nuestro país, hasta el más nuevo.
La Congregación de los Hermanos Maristas nace en enero de 1817, en un pequeño pueblo del norte de Francia, cuando el sacerdote Marcelino Champagnat recibe a los primeros jóvenes que se convertirán en la cuna de una misión evangelizadora, ligada a la educación.
San Marcelino Champagnat solía decirle a los jóvenes hermanos que todas las diócesis del mundo estaban en su ideario. De allí que su legado se haya extendido a gran parte del mundo, incluyendo nuestro país.
El día 27 de febrero de 1911, hace cien años, arribaban en tren a la ciudad de Los Andes cuatro hermanos maristas, los primeros en asumir una misión evangelizadora y educativa en Chile. Su presencia en nuestro país se debió a un largo proceso, iniciado en 1909, cuando, a sugerencia del entonces Arzobispo de Santiago , monseñor Ignacio González Eyzaguirre , se tomó contacto con los superiores en Europa para gestionar la venida de algunos integrantes de la congregación a Chile.
Sus esfuerzos se vieron coronados al año siguiente, cuando, además de los colegios ya existentes en Argentina, Perú , Colombia y México , se acordó la fundación de un instituto en nuestro país.
La razón por la cual se eligió la ciudad de Los Andes como primer asentamiento marista tiene algo de providencial: cuando llegó a Chile el asistente general, en su paso a Argentina, se hospedó en la casa de los Padres Agustinos de la Asunción en Los Andes, quienes, enterados del proyecto, pusieron a disposición del centro cristiano un local anexo a su residencia para la fundación de un colegio.
El 15 de marzo de 1911 se funda el ahora centenario Instituto Chacabuco, de Los Andes, cuyas actividades pedagógicas se iniciaron ese mismo mes, con ciento treinta y cuatro alumnos. A partir de esa fecha, se inician fundaciones sucesivas de colegios en distintas ciudades de Chile: en 1912, Instituto San Martín , en Curicó; en 1914, Instituto Rafael Ariztía , en Quillota; en 1915, Instituto O´Higgins, en Rancagua; en 1929, Instituto Alonso de Ercilla, en Santiago; en 1931, Instituto San Fernando , en San Fernando ; Fundación Diego Echeverría Castro , en Quillota; en 1967, Colegio Champagnat , en Villa Alemana; en 1971, Instituto Santa María , en San Francisco de Limache; en 1988, Colegio Marista Marcelino Champagnat , en La Pintana, Santiago ; Colegio Nuestra Señora de Andacollo , en La Serena; en 2007, Colegio Hermano Fernando de la Fuente , en Alto Hospicio.
Todas las obras maristas del país pertenecían a la provincia marista de Chile, que, a lo largo de un siglo, ha contado con destacados y entrañables hombres de fe y líderes.
Los hermanos maristas han llevado al ámbito de la educación todas las enseñanzas que originalmente recibieron de su fundador. Así han estructurado una misión evangelizadora, a través de la enseñanza y de la educación. Han sido capaces de adaptarse a las realidades particulares a las que han llegado y también han sido parte del cambio que ha operado lenta y paulatinamente en la Iglesia Universal.
En Chile, la labor de la Congregación Marista ha estado ligada no sólo al trabajo de las escuelas y los colegios, sino que también ha sido capaz de relacionarse con el trabajo pastoral en diferentes parroquias del país, encarnando uno de los lemas del fundador, que dice: todas las diócesis entran en nuestro proyecto.
La vocación mariana de los hermanos maristas ha resultado particularmente significativa en nuestro país, en virtud de la devoción nacional por la Virgen María, devoción que fue afianzada por los padres de la patria, quienes la proclamaron reina de Chile en los albores de la Nación.
En estos cien años de historia, ha habido ejemplos de entrega y amor al prójimo capaces de conmover a comunidades enteras. Uno de ellos es el del hermano Fernando de la Fuente, a quien tuve el privilegio y el honor de conocer, puesto que fue rector de mi colegio hasta 1992, y, en tal calidad, le correspondió organizar les festividades de la canonización de Santa Teresa de Los Andes. Luego, fue designado rector del Instituto San Fernando , de la ciudad del mismo nombre, desde donde partió como misionero a Zaire, en África, en medio de las más crueles y cruentas guerras civiles que recuerda la historia de ese continente.
Allí, en el campo de refugiados, fue asesinado por milicias ruandesas el 31 de octubre de 1996, junto a otros tres hermanos maristas. Su martirio causó gran pesar en toda la congregación, especialmente en Chile. Se le recuerda por su talento artístico, su sonrisa permanente, su cercanía con las familias y su generoso corazón al entregar su vida por quienes sufrían los embates de un genocidio brutal.
En Chile, históricamente los hermanos maristas han estado relacionados con la formación de niños y jóvenes pertenecientes a la clase media y a la clase popular. La contribución de los colegios maristas de Chile a lo largo de su historia ha sido ampliamente reconocida por la sociedad. Son miles los ex alumnos que, tras haber cursado sus estudios en las aulas de alguno de los colegios maristas, han hecho una importante contribución al país en ámbitos como la cultura, el pensamiento, la educación, la ciencia, el deporte y la vida espiritual y religiosa.
Cabe hacer una especial mención respecto de muchos ex alumnos maristas que han desarrollado y siguen desarrollando su misión y aportando a la vida patria en distintas formas. Como prueba de ello, cabe recordar las palabras del honorable senador señor Andrés Zaldívar Larraín , en el homenaje realizado en 1999, en esta misma sede legislativa, con motivo de la canonización del padre Marcelino Champagnat , fundador de la congregación. En esa oportunidad, dicho senador destacó que esta es la congregación religiosa que más parlamentarios ha aportado al Congreso de la República.
Los distintos colegios gozan de un muy buen ganado prestigio, forjado a partir de un compromiso inquebrantable de hermanos y laicos por la formación integral de sus alumnos, la acogida de sus familias, la responsabilidad en el ejercicio de la docencia y la promoción intelectual, social y religiosa de sus alumnos. En este sentido, no podemos sino destacar al Instituto Alonso de Ercilla, de Santiago, que gracias a sus notables resultados, primero en la Prueba de Aptitud Académica, y ahora en la Prueba de Selección Universitaria, se ha ganado un merecido sitial entre los diez mejores colegios de Chile.
Las presencias educativas dan testimonio fehaciente de la opción que ha hecho la congregación en la provincia de Santa María de Los Andes por concretar su presencia en medio de sectores más desposeídos de la población. Se trata de una educación de calidad, basada en sólidas convicciones espirituales y religiosas, cuya máxima expresión la encontramos en la frase consignada en la misión del Instituto, de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar.
Hoy más que nunca, cobra sentido el sueño de Marcelino Champagnat, de que la educación es un instrumento privilegiado para conducir a niños y jóvenes a la experiencia de fe personal y, de esta manera, contribuir a la sociedad, formando buenos cristianos y virtuosos ciudadanos.
En el contexto de este homenaje y valorando la vocación de todos los hermanos maristas que han realizado su misión en Chile, es justo reconocer a todos aquellos que dejaron su patria e hicieron de nuestro país su hogar permanente.
Muchos hermanos maristas que hoy duermen el sueño de la paz no regresaron a su tierra, no partieron rodeados de su familia directa, sino de quienes se convirtieron en sus hermanos por opción; partieron acunados por comunidades educativas y religiosas, en cuyo seno dieron su vida por el postulado.
La Congregación de los Hermanitos de María, nombre originario de la orden, se encamina, a paso firme, a la celebración de doscientos años en el mundo, convencida, hoy más que nunca, de la vigencia de los ideales educativos de su fundador, quien animó a sus sucesores a realizar miradas profundas de la realidad, articulando la fe, la cultura y la vida.
Por eso, la Congregación de los Hermanos Maristas sueña con su futuro, evangelizando desde la educación. Como dijera nuestro padre fundador, San Marcelino Champagnat : “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús ”.
He dicho.
-Aplausos.