Labor Parlamentaria

Participaciones

  • Alto contraste

Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha

Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Ordinaria N° 23
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 356
Índice

Cargando mapa del documento

cargando árbol del navegación del documento

Intervención
REGULACIÓN DEL CONTRATO DE LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS EDUCACIONALES. PRIMER TRÁMITE CONSTITUCIONAL.

Autores

La señora SAA (doña María Antonieta).-

Señor Presidente, quiero decirles a los colegas, en particular, al diputado Kast , que en toda democracia es muy importante que los deberes y los derechos de todos los ciudadanos queden claros, no sólo los de los poderosos y los de Dios.

Digo esto, porque lo que ha podido ver la ciudadanía con gran indignación, diría, es que algunos se sienten representantes de Dios, asumiendo posturas tan absolutas que lo único que hacen es cercenar los derechos de los ciudadanos.

Éste es un caso muy especial. Durante muchos años fui Presidenta de la Comisión de Educación; lamentablemente, con el fin de dar posibilidades a otros diputados, no he podido participar nuevamente en ella. Pues bien, en esa Comisión siempre luchamos para que quedaran estipulados en forma muy clara los derechos y los deberes de los ciudadanos, porque es un asunto muy relevante. Se han presentado varios proyectos sobre la materia.

Entonces, ¿qué problema tienen los colegas de la UDI para que no queden consignados estos derechos tan esenciales? ¿Por qué tienen una posición contraria? Me refiero a derechos tan esenciales como trato digno y no discriminatorio. ¿Por qué tienen problemas con eso? ¿Cómo no va a ser importante que el padre, la madre o el apoderado firmen un contrato en virtud del cual el director del colegio se compromete a que el niño tendrá un trato digno y no discriminatorio? ¿Cómo es posible que los colegas de la UDI estén en contra de esto en realidad, no me cabe en la cabeza, o de que se respete el derecho a la identidad personal? ¿Cómo no va a ser importante que nuestros niños, es decir, los ciudadanos del futuro puedan desarrollar una identidad propia? ¿Qué problema hay en ello? ¿O acaso queremos tener niños uniformados, iguales, robots, que no exista distinción alguna entre ellos? ¿Cómo es posible? Queremos tener niños con identidad, con criterio.

¿Cómo no va a ser importante que en el contrato se consagre el derecho de los estudiantes a asociarse? La asociación entre ellos, los centros de alumnos, son prácticas democráticas. Hagamos una encuesta entre nosotros y preguntemos cuántos fuimos presidentes de centros de alumnos. Por cierto, muchos; tal vez, los más jóvenes, los que estudiaron en tiempos de la dictadura no participaron en los centros de alumnos, porque estaban prohibidos. Pero ahora estamos en democracia. ¿Cómo no va a ser importante? Yo soy un poco más viejita y fui creadora y presidenta del centro de alumnas del Liceo Nº 7 de Niñas, de Providencia. Para mí fue una escuela fundamental de democracia. Entonces, ¿por qué se oponen a este proyecto? No me cabe en la cabeza. ¿Cómo se pueden oponer a que en el contrato se establezca que los alumnos tienen derecho a ser evaluados en forma objetiva y no discriminatoria? A veces, ocurren tremendas aberraciones y atropellos y los apoderados no saben cuál es la oficina 600 del Ministerio de Educación que no da abasto para recibir tantos reclamos.

Nosotros queremos un país de personas libres, que ejerzan sus derechos; no queremos un país de rebaños, de ovejas, no queremos un país uniformado; queremos ciudadanos con identidad. Entonces, ¡protejamos estos derechos mediante un contrato!

Uno de los grandes problemas de la educación ha sido aquí está el colega Ortiz que lo puede ratificar el autoritarismo existente en los colegios. Fíjense que en 15 años no pudimos cambiar a los directores de la dictadura que tenían un concepto de mando y de autoridad tal que ni siquiera hacían funcionar los consejos de profesores. El país se construye entre todos, la educación se construye con la participación de la comunidad educacional.

Por eso digo que no me cabe en la cabeza que se considere pernicioso que estos derechos estén establecidos en un contrato. ¿Acaso no creen en la democracia? ¿No creen que las personas deben ser iguales? ¿Acaso los colegas quieren que todos sigamos las mismas normas? ¿Acaso los diputados de la Derecha quieren quitarles sus derechos a los ciudadanos? ¡Querían prohibir la T de cobre que es usada por dos millones de mujeres! ¡Cuántas mujeres creyentes se sintieron cuestionadas! Resulta que ahora son personas a las cuales se les cercenan sus derechos. ¡Hasta cuándo!

Éste es un muy buen proyecto. ¿Cómo no va a ser importante así lo dirían los padres y apoderados, si se lo preguntáramos que en el contrato se especifique el costo de la carrera y que la tasa de reajuste será el IPC, que refleja el alza del costo de la vida, más un 2, 3, 5 ó 10 por ciento? Las reglas del juego deben ser claras para la ciudadanía. Hoy, el número de alumnos en la educación superior es enorme; muchos padres hacen tremendos esfuerzos por educar a sus hijos. Entonces, ¿cómo no va a ser necesario que en el contrato se establezcan estos derechos? Les pregunto a los apoderados que están en las tribunas, ¿cómo no va a ser positivo que en las universidades se les diga que el primer año el costo de la carrera va a ser un millón de pesos y, el próximo, la misma suma, más el reajuste, más el IPC y más uno por ciento para eventualidades? ¿Cómo no va a ser bueno que esto quede establecido en un contrato? ¿Por qué se oponen? La Derecha ordenada, disciplinada, autoritaria, siempre dice que sólo se habla de derechos, pero no de deberes. Aquí también se habla de deberes, y eso es muy importante. Son deberes de los alumnos asistir a las actividades lectivas y extraprogramáticas y brindar un trato respetuoso y no discriminatorio a todos los participantes en el proceso enseñanzaaprendizaje. ¿Cómo no va a ser bueno que en los contratos de los colegios queden establecidos estos deberes? Así, cuando un alumno le pegue a un profesor como ha ocurrido, el director del colegio le podrá decir al apoderado que, de acuerdo con el contrato, el alumno se comprometió a ser respetuoso, pero le tiró un borrador por la cabeza a la profesora. ¿Cómo no va a ser buena una ley que garantiza todo eso? Entonces, ¿por qué se oponen? ¿Por qué el diputado Kast se opone a que la gente tenga derechos y deberes? ¿Por qué se oponen a cosas tan obvias?

No debemos oponernos al proyecto porque, si lo hacemos, apareceremos ante la opinión pública como que estamos más preocupados de proteger a los sostenedores de los colegios, al lucro, que de velar por una verdadera enseñanza.

Por eso, llamo a los colegas a que tomen conciencia de esto. Si estuviéramos expuestos a la opinión pública, no me cabe duda de que este proyecto sería ampliamente aplaudido. Por cierto, esto no va a salir publicado, porque los diarios sólo informan lo que les conviene; pero debemos ver la forma de que la ciudadanía sepa quiénes estamos de acuerdo con los derechos y deberes de los estudiantes; que los padres también los conozcan y que ello quede firmado en un contrato con el colegio.

Asimismo, que también sepan realmente quiénes no quieren que los alumnos tengan derecho a asociarse, a un trato respetuoso como deber, etcétera.

Los llamo a pensar, a abrir la mente, a colaborar con la democracia chilena. Por supuesto que un colegio con esas reglas de juego va a tener un hábitat más amable y más cálido, lo que redundará en un mejoramiento de la educación.

He dicho.

Top