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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 13
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 324
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Intervención
RESTRICCIONES A ACTIVIDADES RELACIONADAS CON EL TABACO

Autores

El señor PRAT.-

Señor Presidente , el proyecto de ley, en cuya discusión me tocó participar en la Comisión de Salud, mereció mi apoyo en la idea general, por la posibilidad de recoger en su texto, orgánicamente, las regulaciones existentes sobre la materia, casi todas las cuales no eran propias de ley.

Eso es lo que el resto del articulado permite materializar, al disponer que no se incluya publicidad al tabaco en los programas que preferentemente ven los menores en la televisión, en los horarios en que ellos acceden a ese medio y a la radio con mayor frecuencia; que se difundan los eventuales daños que puede provocar el tabaco a la salud, y que en determinados recintos públicos no se pueda fumar, lo que sólo se permite en lugares especialmente destinados al efecto.

Estimé especialmente conveniente la indicación de un señor Senador tendiente a establecer la obligación de que los restoranes y otros lugares de atención al público informen si cuentan o no con recintos separados para fumadores y no fumadores, sobre la base de que es el cliente el que tendrá que resolver si ingresa y se atiende en esos locales.

A mi juicio, se trata de que la ley dé una señal de autoridad. Esto puede hacerse, y sin dañar derechos. Si bien siempre será mejor el ejemplo que un cuerpo legal, éste también sirve para ese efecto.

En todo caso, me pronuncio en contra de ir más lejos en la restricción que el artículo 4° introduce para las libertades en el país. Porque, al prohibir la publicidad en determinados recintos o en la transmisión de ciertas competencias, se está excediendo en la limitación de la libertad. Es más: se establece una odiosa discriminación cuando esa propaganda puede llegarnos por medio de la televisión al transmitir eventos extranjeros, pero no los nacionales.

A modo de ejemplo, la Fórmula Uno, financiada en gran parte por compañías tabacaleras mundiales, no podrá tener lugar en Chile, ya que no contará con un auspicio que sí encuentra en otros lugares del mundo, por lo cual estaremos supeditados a ver esa y otras expresiones deportivas internacionales sólo por televisión, pero nunca en directo, en la medida en que ello lo estamos prohibiendo en esta iniciativa.

Creo que el Congreso debe tener especial cuidado en no avanzar permanentemente en prohibiciones, pues éstas, en materia de publicidad, por ejemplo, tienen un grave efecto: atentan contra libertades y diluyen responsabilidades. Porque la libertad conlleva una tremenda responsabilidad. Y cuando apagamos la libertad, estamos ahogando, también, la responsabilidad individual.

Hay muchos asuntos en los que a través de la legislación avanzamos por un camino equivocado. A este respecto, deseo traer a colación una carta que aparece hoy en un matutino santiaguino, titulada "Censura", en la que un conocido y prestigioso fotógrafo y publicista hace un ferviente reclamo con motivo de que dos filmes fueron recientemente censurados por el Consejo de Censura Cinematográfica. Dice en su crítica:

"Me imagino que las personas que aquí en Chile cumplen la función de determinar qué es lo que puedo ver -y en el futuro orweliano próximo dirán qué leo, qué como y cómo me visto" (parece que esto último también va a estar cuestionado, puesto que muchos de los que hoy compran ropa usada importada no podrán seguir haciéndolo, por la fuerte presión que se está generando) "y luego posiblemente también a quién elijo en las próximas elecciones-" ("A quien le venga el sayo, que se lo ponga") "son alguien parecido a dioses, ya que hasta la fecha no se ha sabido nada del aumento de enfermedades sicológicas, ni de desviaciones sexuales, ni nada por el estilo entre los personajes dedicados a la censura cinematográfica.".

En mi opinión, las medidas de censura y de restricción van transformando al restrictor en juez y parte, en un verdadero dios de lo bueno y de lo malo, y van, por lo tanto, aplacando las libertades y apagando las responsabilidades.

Ahora, sostengo, respecto de la publicidad que se hace en televisión, que en ella no está involucrada sólo la salud física, aspecto que toca el proyecto en debate, pues también está comprometida la salud espiritual.

¿Cuántas veces comprobamos lo anterior en propagandas como la de chocolates, por ejemplo, que exalta el egoísmo y otros antivalores? ¿O en aquellas que muestra cómo un computador personal se estrella en el suelo y salta hecho pedazos, que también pone de relieve un antivalor, como el de la destrucción y el desprecio por el trabajo humano que significa fabricar esos aparatos?

Pero, ¿podemos ponernos a prohibir todo eso y cada cosa que nos parezca inconveniente en la difusión que realizan los medios de comunicación?

No. Nuestra labor es predicar, enseñar y no eludir nunca la responsabilidad que nos cabe.

Recientemente, se ha debatido en el país la venida o no de un conjunto rockero satánico -"Iron Maiden" creo que se llama-...

El señor NAVARRETE .- No hay salas para que actúe.

El señor PRAT. - Pues bien, ese tipo de "arte" -entre comillas-, o antiarte, involucra, en la forma en que se desarrolla, en el ejemplo que significa, un daño a la salud de los chilenos mucho más grave que el consumo de toneladas de tabaco.

Las autoridades morales del país han reclamado por la venida de ese grupo; pero representantes del Gobierno han dicho que nada pueden hacer, porque no hay ley que la impida. Está bien que no haya una ley que la impida, mas la labor de la autoridad consiste en decir: "Repruebo la forma de arte que ellos practican".

En el caso del tabaco, la autoridad debe predicar enseñando, comunicando. Para ello, dispone del Canal estatal -carácter que para el solo efecto del ejercicio de esas funciones mantuvimos en la ley que el Senado conoció el año pasado-, cuya existencia se justifica por la posibilidad de emitir opiniones, enseñanzas y mensajes, en el buen sentido. Y ése es el camino que la autoridad tiene para modelar -también en el buen sentido- las conductas individuales; pero no el de prohibir.

Por eso, considero que el artículo 4° de proyecto va más lejos de lo existente en materia de restricciones y diluye la responsabilidad de los padres para señalar a sus hijos la inconveniencia que para la salud significa el tabaco. Por la vía de la prohibición, llevamos a que la labor legislativa incurra en intromisiones, afecte libertades y dañe la responsabilidad individual, como la de los padres, en el caso de que se trata.

Por otra parte, conocí una moción tendiente a limitar la venta de alcohol en los recintos educacionales, en eventos como kermeses, peñas y otros. Loable iniciativa. Pero es una responsabilidad que deben asumir los padres y apoderados, a través de los centros en cada establecimiento, el saber qué se hace en éste. La ley no debe entrometerse allí.

Por lo tanto, en esta materia y en las que hemos señalado, así como en muchas otras, estamos afectando las libertades y diluyendo las responsabilidades.

Por eso, señor Presidente, me opongo al artículo 4° en la forma en que ha quedado redactado.

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