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  • Legislatura Extraordinaria número 321
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Intervención
ALCANCES SOBRE CAMPAÑA EN CONTRA DEL EJERCITO.

Autores

El señor DUPRE (Vicepresidente).-

Tiene la palabra el Diputado señor Navarrete.

El señor NAVARRETE.-

Gracias, señor Presidente.

Me voy a referir a la campaña infamante en contra del Ejército.

Un parlamentario socialista, a propósito de lo que gana en dieta y asignaciones, en una publicación en un diario capitalino, dice: "Nunca uno debe dejar de entregar su opinión, gústele o no a quien sea. En caso contrario, se hace cómplice, por omisión, hasta de las peores causas, encubriendo a otros que se salen de los marcos en los cuales nos debemos desenvolver".

Esta reflexión, me sirve de introducción para adherir, sin reservas ni tibieza alguna, a la declaración pública del Ejército del pasado martes 8, en la que, entre otras materias, expresa que: "confía en que se ponga término a esta irresponsable y sistemática forma de agresión, puesto que no sólo afecta a la Institución, sino que entraña una grave amenaza a la seguridad nacional, cuyo resguardo es esencial".

No voy a repetir, por conocidos, los hechos y antecedentes que han motivado al alto mando militar a emitir esta declaración. La opinión pública los conoce sobradamente y su reiteración en esta Cámara la estimo innecesaria.

Solamente deseo referirme, con mayor profundidad, a algunos aspectos no tocados o abordados tangencialmente, por las personas que han opinado sobre el tema.

Renovación Nacional ha declarado: "La denuncia del alto mando del Ejército en el sentido de que existiría una campaña infamante en contra de la Institución y su Comandante en Jefe es un grave síntoma de que hay serios problemas sin solucionar, que enturbian la relación entre el Ejército y el Gobierno, lo que constituye un elemento negativo para la transición democrática".

Veamos cómo es de cierto esto. El Gobierno, a mi juicio, habitualmente está repitiendo su pleno respaldo a las Instituciones Armadas y que no está alentando división alguna entre ellas. Por otra parte, los parlamentarios y dirigentes políticos oficialistas, recurrentemente están expresando que nunca ha sido su intención agraviar a las Fuerzas Armadas y que sus críticas van dirigidas a las personas de algunos uniformados, pero jamás al Ejército como Institución.

Veamos ahora cuál es, a nuestro juicio, la realidad dura y cruel.

El Gobierno nada saca y a nadie convence con declaraciones líricas y discursivas sobre buenas relaciones Ejército-Gobierno; reinserción de las Fuerzas Armadas en la nueva etapa democrática; reconciliación nacional; respeto a os institutos armados, si en cada ocasión que puede criticar y descalifica en los términos más duros y agraviantes, toda la gestión del gobierno de las Fuerzas Armadas, amparado en la figura literaria que está haciendo un diagnóstico de la realidad de cómo recibió el Gobierno.

En el caso puntual de la declaración a que nos referimos y también en casi todas las declaraciones y actuaciones del mando militar, el Gobierno siempre, absolutamente siempre, con frases más o menos versallescas, ha discrepado, se ha lamentado y ha opinado en contrario de la forma en que actúa el Ejército. Entonces, aquí hay un síntoma muy claro de serios problemas sin solucionar.

Por otra parte, jamás, que yo recuerde, el Gobierno ha dicho una palabra, una sola palabra en defensa del prestigio del Ejército o de la honra de sus miembros cuando cierta prensa ha efectuado publicaciones del más bajo nivel y atentatorias al prestigio del Ejército y a la honra de sus integrantes.

No se extrañe nadie entonces de que el mando militar tenga que reaccionar por sí mismo en estas circunstancias de abandono moral en que lo ha situado el Gobierno y, en particular, el Ministerio de Defensa, frente a los ataques de esta prensa malintencionada. La excusa del respeto a la libertad de prensa, a la independencia de los Poderes del Estado, no amerita en absoluto este silencio, que tiene todas las características de aceptación por omisión.

El respeto, tan publicitado, que el Gobierno dice tener de la independencia del Parlamento, de la Corte Suprema y de la prensa por nombrar algunas instituciones, se termina por obra de magia cuando el Senado, por ejemplo, no aprueba dócilmente algunos de sus proyectos de ley. Entonces, la crítica es violenta. Lo mismo ocurre cuando la Corte Suprema emite un fallo que resulta desfavorable a los del Gobierno, o la prensa lo crítica negativamente o los parlamentarios de la Oposición discrepamos de sus posiciones. Entonces, se nos califica de antidemócratas, de rupturistas, de falta de sentido de la responsabilidad y de tratar de desestabilizar el Gobierno democrático del Presidente Aylwin. Aquí hay, nuevamente, un problema sin solucionar.

Con respecto a la actitud de los parlamentarios y dirigentes políticos del oficialismo, en el sentido de que adhieren a la Institución, pero no a sus integrantes como personas, deseo señalar que no son consecuentes si se permiten injuriar a sus integrantes, de cabo a general, en cualquiera ocasión que pueden: desde un mero acto policial hasta un ejercicio de acuartelamiento. A los que así actúan, quiero decirles que asimilen, de una buena vez y para siempre, que al Ejército lo representan sus autoridades, sus mandos y, en especial, la persona del Comandante en Jefe. La condena anticipada por suposiciones más o menos ciertas o fundadas, el aprovechamiento escandaloso de una simple citación a prestar declaración ante un juez de primera instancia, les da a muchos el pretexto para suponer las peores cosas de un hombre que, no por casualidad, llegó a tener el alto honor de ser General de la República. Pero jamás dicen una sola palabra cuando obtiene su libertad incondicional, por falta de méritos.

Si tuvieran un mínimo de conocimiento de la idiosincrasia de los hombres de armas, de la escala de valores en que han sido formados, no se atreverían por un instante siquiera a separar la persona del Comandante en Jefe de la institución Ejército, ni tampoco a pensar que el Cuerpo de Generales es algo separado o diferente de la Institución misma.

El señor YUNGE.-

¡Cómo el Espíritu Santo!

El señor NAVARRETE.-

Los que no ven esto, no son capaces ni van a entender nunca que el rostro y la cara viviente del Ejército son sus autoridades. Los que no ven esto, no han oído jamás hablar de aquellas virtudes militares de las que se enorgullecen los hombres de armas, como la lealtad, el espíritu de cuerpo y el amor a la Institución.

Bien hace el General señor Ernesto Videla en declarar ante Chile y el mundo que jamás se prestará para enlodar al Ejército. El General Videla y el General Santiago Sinclair, que en esta ocasión han hablado, interpretan a este Ejército en servicio activo y en retiro que, en la medida en que arrecia la tormenta contra sus líderes, más estrechan sus filas, más endurecen sus posición de respaldo a la Institución, a su Comandante en Jefe y al Cuerpo de Generales en particular.

El señor YUNGE.-

¡Cuidado con la sedición!

El señor NAVARRETE.-

En el Ejército nadie titubea, nadie vacila, nadie se avergüenza. El espíritu militar de sus integrantes sale fortalecido de estas pruebas a que lo están sometiendo sus enemigos más o menos encubiertos.

Si los parlamentarios del oficialismo son capaces de entender estas reflexiones, los invito a meditar, por ejemplo, cómo la Iglesia forma un escudo humano alrededor de cualquier sacerdote obispo o alguno de sus miembros, cuando alguien los ataca. Entonces, es un ataque a la Iglesia y una ofensa a un representante de Dios.

Igual sucede cuando un periodista, por seguir con el ejemplo, es acusado ante los tribunales de justicia por transgredir la ley. Todos los demás periodistas, de cualquier tendencia que sean, lo respaldan y, unánimemente, hablan de ataque a la libertad de prensa.

¿Les sorprende, entonces, la solidaridad de los militares cuando atacan a sus mandos? ¿Piensan por un solo instante que van a dividir al Ejército o que sus integrantes van a dejar solo o le van a volver la espalda al Comandante en Jefe o a algunos de sus compañeros de armas para entregarlos a la vindicta pública? ¿Cree alguno de los Honorables parlamentarios que el Ejército no sabe quiénes están detrás, por ejemplo, de los diarios "El Siglo", "Fortín Mapocho", o de las revistas "Análisis" o "Apsi" por nombrar algunos? Amparados en la libertad de prensa, prácticamente todos los días, en las páginas más destacadas de sus publicaciones, alguna basura vomitan contra algún militar o contra la Institución.

Ahí están los responsables de "las persistentes manifestaciones de ciertos sectores, centradas sobre la Institución y apuntadas hacia su Comandante en Jefe", a las que alude la declararán del Ejército y que el Gobierno dice desconocer.

Estoy seguro de que el Ejército, atendiendo a la declaración del Gobierno, en el sentido de proceder por los caminos legales cuando se sienta agraviado, va a recurrir a la justicia, a pesar de que, a mi juicio y el de muchos más, el que debería reaccionar contra estos infractores tendría que ser el Ministerio de Defensa Nacional y nunca dejar al Ejército absolutamente abandonado.

Aquí está el último elemento negativo para la transición democrática a que alude la declaración del Presidente de Renovación Nacional.

El señor DUPRE (Vicepresidente).-

Ha terminado el tiempo de su Comité, señor Diputado.

El tumo siguiente corresponde al Comité del Partido por la Democracia, Partido Socialista y Partido Humanista.

Ofrezco la palabra.

Ofrezco la palabra

En el tiempo del Comité de la Unión Demócrata Independiente, tiene la palabra el Diputado señor Melero.

El señor MELERO.-

Señor Presidente, con cargo al tiempo de la Unión Demócrata Independiente, concedo una interrupción al Diputado señor Navarrete para que continúe con tan valiente y resuelta intervención, que, lamentablemente sólo hemos podido escuchar 9 señores Diputados. Por la importancia y trascendencia histórica que tiene su intervención, le concedo una interrupción.

El señor YUNGE.-

Un poco sediciosa, eso sí.

El señor DUPRE (Vicepresidente).-

Tiene la palabra el Diputado señor Navarrete.

El señor NAVARRETE.-

Señor Presidente, si es cierto que el oficialismo desea un tránsito pacífico hacia la democracia, si realmente no tiene ánimo persecutorio contra el Ejército, si realmente desea la unidad entre los chilenos, le pido una sola cosa y con mucha vehemencia: que modere su leguaje, que no aliente los excesos de la prensa amarilla, que no condene a nadie antes de que se termine el juicio. En una palabra, les pido prudencia. No hablo de terminar con las críticas o de suspender una investigación o de no tocar al Ejército para nada; sólo reclamo moderación. Si así lo hacemos el país entero nos lo va a reconocer y a agradecer.

He dicho.

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