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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Especial N° 4
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria número 339
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Intervención
SITUACIÓN DE CHILE POR DETENCIÓN Y ARRAIGO DE SENADOR SEÑOR PINOCHET EN REINO UNIDO

Autores

El señor PÉREZ .-

Señor Presidente , todos sabemos lo que hoy nos convoca. No voy a referirme a lo propiamente jurídico de la detención del Senador señor Pinochet , que abordará el Senador señor Díez y otros Honorables colegas de estas bancas.

Una vez más el Senado vuelve sus ojos al pasado, casi como pesadilla, para analizar temas muy discutidos de la historia de los últimos años: el Gobierno militar, el 11 de septiembre, las responsabilidades políticas y no políticas del quiebre institucional provocado durante el Gobierno de la Unidad Popular. Hoy lo hacemos a raíz de la detención del Senador señor Pinochet .

En estos días hemos visto cuán poco reconciliados estamos los chilenos; cuán frágil parece ser nuestro proceso de transición a la democracia. Hemos visto una vez más la historia de nuestro país pintada en blanco y negro, sobre todo en Europa. Hoy vengo llegando de Inglaterra, Francia y Bélgica, donde se conocen los hechos pintados ciertamente por aquellos que tuvieron en su mano la brocha de un solo color.

Considero que esta sesión, señor Presidente , debe servirnos para analizar el tema que nos convoca, pero también para decir, quizás hasta desde un punto de vista casi catártico, algunas verdades.

Yo, sinceramente, creo en la renovación socialista, y quiero hablar con mis amigos de las bancas de enfrente. Estimo que ellos han cambiado su visión y que ya no es la economía planificada, sino la economía social de mercado, la que alinea su pensamiento en materia económica. Confío en que dejaron atrás el Congreso de Chillán y el de La Serena. Creen en la democracia republicana y no en la dictadura del proletariado, y asumen la vía electoral como proceso para llegar al poder.

Pero, al leer declaraciones y escuchar la opinión de muchos -no todos- de quienes son representados en el Senado por quienes están en las bancas de enfrente, pienso, casi haciendo un análisis freudiano, que las personas pueden cambiar su pensamiento, pero que en muchos de ellos hay algo estructural, valórico, cimientos que todavía encarnan una suerte de lucha de clases, de ver a Chile dividido entre amigos y enemigos y de percibir en blanco y negro este proceso de transición.

El pasado, señor Presidente , no lo podemos cambiar. La historia es acción y reacción. A mí me indignaba leer análisis de nuestro país hechos por historiadores europeos. El 11 de septiembre fue una reacción en contra de lo que existía antes. Yo no quiero hablar, porque me parece una discusión aburrida, de las cartas de Aylwin, de las declaraciones de Frei a Rumor, etcétera. Pero hay una cosa clara: lo que ocurrió en Chile después del 11 de septiembre, donde hubo violación de los derechos humanos, fue una reacción a la violencia, a la insurrección, a la ilegalidad, a grupos armados formados por hermanos o primos hermanos de quienes detentaban el poder en ese momento.

Chile tiene dos fotografías en este proceso histórico: una es la del 11 de septiembre de 1973, y otra la del 11 de marzo de 1990. Hoy, nuestro país es visto ante el mundo como un ejemplo de ese proceso de transición. El otro día un Honorable colega de las bancas de enfrente reconocía la apertura económica y disciplina en las cuentas fiscales. Y me hago la siguiente pregunta: en este proceso de crecimiento que tuvo el país, ¿es totalmente ajeno el Senador arrestado en Londres?

Quiero recordar aquí las palabras de alguien con quien tuve muchas discrepancias: el ex Senador Ricardo Hormazábal . Con él me tocó trabajar en muchas Comisiones y sus opiniones casi nunca coincidieron con las mías. Sin embargo, creo que todos debemos reconocerlo como un hombre honesto hasta la médula de sus huesos. En una de las oportunidades en que el Senado trató la derogación del 11 de septiembre, el ex Senador Hormazábal expresó:

"¿Qué deseamos hacer? ¿Agraviar a las Fuerzas Armadas? ¿Ofender a los civiles? ¡Pero, por favor! ¡Si una buena parte de los democratacristianos celebraron el golpe militar! Y aquí estamos hablando con la verdad. Una buena parte de los militantes de mi partido entendieron que ésa era una respuesta desesperada a una situación desesperada que se vivía en Chile. ¿Estoy denostando a esa parte importante de mi colectividad? ¿O estoy tratando de evitar que se mantenga en el futuro un elemento de división y de contienda?"

Y continuaba:

"El Senado va a decidir por mayoría de votos que el 11 de septiembre siga de rojo en el calendario. Me encantaría que también con una votación mayoritaria" -que no es posible- "pudiéramos borrar el dolor de las víctimas," "de los que sufrieron, civiles o uniformados."

Finalmente, el ex Senador Hormazábal concluía:

"para que nunca más repitamos lo que los hizo sufrir; amor a la patria, que significa mucho más que banderas, canciones y uniformes, pues su rostro es multicolor: representa la pluralidad de opciones y tareas.".

Señor Presidente , no podemos cambiar el pasado, y creo que es difícil -lo digo de verdad- construir el futuro, porque la estabilidad de Chile no reside en la permanencia de sus normas ni en la tranquilidad de sus calles, sino en la paz y armonía que existan al interior del corazón de cada chileno. Sí podemos cambiar el futuro. Sinceramente, pienso que hay temas pendientes que no hemos sabido abordar bien durante este período. Uno es el de los desaparecidos, y ojalá pudiéramos legislar sobre él -no es el problema de los muertos, sino el de los desaparecidos, para que descansen en paz y para que los suyos puedan vivir con tranquilidad y también con paz-; y otro, es la búsqueda de un cimiento común y definitivo para la Constitución Política de la República. Ambos han sido propuestos, como futuro acuerdo nacional, por quien es hoy el abanderado de Renovación Nacional, el ex Senador Sebastián Piñera .

Ojalá que en el futuro, señor Presidente , podamos dedicar tiempo a discutir cómo sanamos de verdad las heridas de Chile y cómo podemos construir un cimiento común para caminar por una historia promisoria.

Ojalá que ésta sea la última vez que cada uno hace un análisis de la historia -lo hemos visto por los diarios en días anteriores- de los últimos treinta años, porque nuestro deber es otro.

Ojalá que, a raíz de este incidente y esta discusión, señor Presidente , podamos extraer conclusiones positivas; hacer una interpretación más generosa de la historia; admitir errores y pedir perdón, como lo hizo el otro día, en un acto de mucha honestidad, el Senador señor Viera-Gallo ; pero, sobre todo, en vez de clavar la mirada en los veinte años anteriores, levantarla para construir de verdad, en base a los dos temas mencionados y otros más, el futuro que Chile merece y reclama.

He dicho.

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