Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N°79
- Celebrada el 19 de diciembre de 2018
- Legislatura número 366
Índice
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El señor INSULZA.-
Señor Presidente , familiares de don Andrés Aylwin , señoras y señores Senadores, muchas veces se dice que la vida de los políticos transcurre con cierta tranquilidad, como una rutina, relativa paz, y que solo en los grandes momentos, en los momentos difíciles, en los momentos de horrores, se conoce verdaderamente a las personas cómo son.
Don Andrés Aylwin Azócar fue elegido Diputado por el Partido Demócrata Cristiano en el año 1965, por el que en esa época era el cuarto distrito de Santiago. Fue reelegido en 1969, y después, en las elecciones realizadas en 1973.
Se caracterizaba por un estrecho contacto con sus electores, en su mayoría obreros y campesinos.
Presidió la Comisión de Legislación y Justicia y luego la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados.
Se hizo conocido primero, para el resto del país, por ser uno de los miembros del Partido Demócrata Cristiano que firmaron un manifiesto que condenó el asalto a la democracia y expresó su total adhesión a la libertad.
Fue en esos días, probablemente, cuando se conoció la real madera de la que estaba hecho. Ciertamente, su familia ya lo conocía desde mucho antes. Y lo que más destaco en estas circunstancias es que, cuando se le pidió que escribiera sus memorias, Andrés Aylwin hizo una de 17 años que partía en 1973. Esa era la parte de su vida que él, sin duda, valoraba más, y en la que fue un ejemplo de honestidad, austeridad, rectitud y, sobre todo, de coraje y valor.
Don Andrés Aylwin asumió muy pronto la defensa de los detenidos desaparecidos. Visitaba constantemente a todo aquel por quien podía hacer algo. Nunca dejó gestión alguna sin realizar. Habló con el Presidente de la Corte Suprema , quien le dijo que unos habían ganado y otros habían perdido, y que los que habían perdido estaban pagando las consecuencias. También conversó con alguien conocido por unas declaraciones muy lamentables, don Israel Bórquez , quien le dijo que no entendía por qué hablaba de detenidos desaparecidos si en realidad estaban todos muertos.
Trabajó ante los tribunales de justicia de manera incansable y obtuvo al menos un reconocimiento, el reconocimiento que le brindó su gente; no solo sus amigos, sino su país, los perseguidos. Fue el abogado de los perseguidos.
Como ya se indicó, estuvo detenido junto con un grupo de doce militantes democratacristianos en Guallatire, aldea de la actual Región de Arica y Parinacota situada a 4.500 metros de altura. Cuando volvió, sin embargo, siguió igual. No paró por ese motivo.
Estuvo exiliado, pero a la vuelta se convirtió en Presidente de los Abogados Pro Derechos Humanos, Director de la Comisión Contra la Tortura, y abogado en innumerables causas de detenidos desaparecidos.
La historia, por cierto, no terminó ahí. Posteriormente, asumió de nuevo como Diputado y se transformó en un muy central personaje al llamar a no olvidar "los horrores que tienden en la actualidad a relativizarse e incluso a justificarse".
¡Qué actuales son estas palabras, cuando todavía se habla del contexto y se olvidan los crímenes horribles que se cometieron!
Nunca condenó, pero siempre exigió justicia, hasta el último día de su vida. Participó como parlamentario en un enorme número de mociones que tienen que ver con los derechos humanos: con los derechos humanos de los violentados entonces y los derechos humanos de los violentados ahora.
A mi juicio, nada lo refleja mejor, por lo menos desde mi punto de vista y mi experiencia personal, que un hecho de su vida.
Durante la dictadura se cometió una horrenda masacre durante un operativo en el que participaron un centenar de militares apoyados por un helicóptero en la viña El Escorial de Paine. Allanaron las casas y se llevaron detenidas a muchas personas. Solo tres regresaron, después de jurar guardar silencio. Las restantes fueron fusiladas y sus cadáveres se conservaron por varios años en el Instituto Médico Legal. Sus funerales se efectuaron recién en enero de 1991 (estaba convencido de que fueron en septiembre de 1990, pero puedo estar equivocado). Yo asistí a ese acto. Había innumerables personas en las calles de Paine. Era la primera manifestación real masiva de gente que protestaba por los crímenes cometidos en contra de quienes en su mayoría eran campesinos.
Recuerdo haber sido dirigente del Partido Socialista en esa época. Fuimos con mi partido y nos recibieron muy bien, así como también a los directivos del Partido Comunista y a todos quienes fueron a expresar su solidaridad. Pero la llegada de don Andrés Aylwin fue algo distinto. Toda la gente se sentía realmente reconocida en él. No sentían que solo les había ido a prestar solidaridad, sino que era alguien que había estado exigiendo la entrega de los cadáveres y el esclarecimiento de los hechos por muchos años. Lo recibieron como un héroe.
Hoy rendimos homenaje, entonces, a un gran hombre, a un gran defensor de los derechos humanos, que entendió bien que los derechos humanos y la democracia son conceptos necesarios y fundamentales; que le dio a esos valores sentido y fuerza y al que reconocemos como un verdadero héroe: héroe de la democracia, héroe de la libertad, héroe de la defensa de los derechos de los demás y, sobre todo, héroe de los que no tienen voz y que tuvieron que soportar los múltiples crímenes que se cometieron contra ellos. Mientras muchos guardaban silencio, ahí estaba don Andrés Aylwin para defenderlos.
Muchas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).