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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N°51
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 362
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Homenaje
HOMENAJE A SACERDOTE ESTEBAN GUMUCIO VIVES EN CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

Autores

El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente , Honorable Senado; señor obispo diocesano de Valparaíso -amigo mío- y miembro de la Congregación de los Sagrados Corazones, monseñor Gonzalo Duarte ; padre y amigo Rafael Domínguez , representante del Superior Provincial de la Congregación y Vicepostulador de la causa de beatificación del padre Esteban Gumucio ; padre y amigo René Cabezón , párroco de San Pedro y San Pablo, de la comuna de La Granja, en la Región Metropolitana, parroquia fundada y tan querida por el padre Esteban Gumucio ; familia del padre Esteban , representada por los grupos familiares de don Joaquín Gumucio Barros, de doña Paula Niño de Zepeda Gumucio, de doña Paz Niño de Zepeda Gumucio , y mi amigo Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial y exdiputado, sobrino nieto de nuestro homenajeado; religiosas y religiosos de las distintas comunidades parroquiales y educacionales de la congregación; miembros de los equipos directivos y de gestión de los colegios de la congregación; alumnos, alumnas e integrantes de los cuerpos docentes de los colegios de Viña del Mar, Manquehue y San Damián de Molokai , de Valparaíso; miembros de las comunidades eclesiales de base de la parroquia de San Pedro y San Pablo , Manquehue , La Granja, Reñaca Alto , Valparaíso y Viña del Mar, que nos honran con su presencia:

Es un privilegio para este parlamentario, en su calidad de exalumno del Colegio de los Sagrados Corazones de Viña del Mar, rendir homenaje al destacado sacerdote de la congregación padre Esteban Gumucio Vives con motivo de haberse celebrado recientemente el centenario de su nacimiento.

El 3 de septiembre de 1914, en la ciudad de Santiago, vio la luz del mundo el segundo de los nueve hijos del matrimonio formado por Rafael Luis Gumucio Vergara y Amalia Vives, quien fue bautizado con los nombres "Joaquín Benedicto" en la parroquia Santa Ana de dicha ciudad.

Su padre fue un destacado abogado y periodista que incursionó en el mundo de la política, desempeñándose durante cinco períodos como Diputado -incluso, llegó a presidir la Cámara Baja- y luego como Senador, en representación del Partido Conservador, aunque más tarde, por influencia de los jóvenes dirigentes políticos Eduardo Frei y Manuel Garretón , derivó a la Falange Nacional, precursora del Partido Demócrata Cristiano.

A fines de 1927, don Rafael fue detenido por su tenaz oposición al gobierno de Carlos Ibáñez y fue desterrado a Bélgica junto a toda la familia. Vivió en Lovaina, donde falleció su esposa, Amalia . Su hijo Joaquín Benedicto tenía solo doce años de edad, y quedó impactado profundamente por ese hecho, al igual que el resto de sus hermanos.

Joaquín Benedicto Gumucio cursó toda su educación primaria y secundaria en el colegio que la Congregación de los Sagrados Corazones mantenía en la Alameda, donde se despertó su vocación sacerdotal, lo que lo llevó a ingresar al Escolasticado de Los Perales, en el año 1932, para efectuar su noviciado y posteriores profesiones. Y, como se estilaba entonces en muchos institutos de vida consagrada, junto a su profesión temporal, cambió su nombre por el de "Esteban", con el cual sería conocido por el resto de su vida.

Sus superiores lo calificaron como buen formando, con carácter afable y adecuado para la vida religiosa en comunidad.

En 1938, después de habérsele conferido las órdenes menores, recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo de Valparaíso, monseñor Rafael Lira Infante . Y durante los años siguientes se desempeñó como profesor en los colegios pertenecientes a la Congregación destacados en Valparaíso y Santiago .

En dichas labores tuvo un gran compromiso con los niños, a quienes les contaba amenos cuentos. Y también destacó por su quehacer con los adolescentes, que supieron valorar su comprensión y afecto por ellos.

En 1947, con tan solo 33 años de edad, en lo que constituyó un hecho poco común para la época, fue designado Superior Provincial de la Congregación, la que en nuestro país contaba con muchos religiosos de origen europeo e incluía a las comunidades de Chile y Perú.

En el ejercicio de este cargo se desempeñó con singular acierto, demostrando su carácter amable, siempre confraternizando con sus hermanos religiosos. Pero, de igual modo, tuvo que adoptar decisiones drásticas, como fue la verdadera intervención que debió hacer en la comunidad de Lima, donde se había producido una división entre sus miembros. Logró solucionar esa difícil situación con sabiduría y prudencia, lo que se tradujo posteriormente en que la comunidad pasara a constituir una pro-provincia, independiente de la provincia chilena.

Durante este período le correspondió asistir a los Capítulos Generales de la Congregación celebrados en Bélgica, y en uno de sus viajes tuvo por compañeros de travesía a dos sacerdotes de quienes quedó gratamente impresionado por su inteligencia, religiosidad y compromiso. Eran el jesuita Alberto Hurtado Cruchaga y el obispo de Talca, Manuel Larraín Errázuriz , quienes en su época ejercieron una decisiva influencia en la Iglesia de Chile. Como todos sabemos, el primero de ellos pasó a ser uno de nuestros santos.

Durante su período como superior provincial fue elegido primer presidente nacional de la FIDE, organización que hasta hoy agrupa a los colegios católicos.

Terminado su mandato de seis años, permaneció como Superior de la Casa de Santiago, ejerciendo como Viceprovincial, hasta que en 1955 fue designado Maestro de Novicios , trasladándose hasta el Escolasticado de Los Perales, casa de formación situada en un bello paraje campestre al interior de la comuna de Quilpué, donde muchos de nosotros también iniciamos nuestra vida de encuentro y recogimiento y donde él mismo había hecho sus estudios con anterioridad.

Su desempeño como formador demostró nuevamente su excelente carácter, su sabiduría y su prudencia para guiar a los numerosos jóvenes que en aquella época cursaban estudios filosóficos y teológicos, a quienes les colaboraba entusiastamente en el discernimiento de sus vocaciones y en su necesaria dirección espiritual. Incluso, participaba en algunas de las clases que impartían experimentados religiosos, con estudios avanzados en las asignaturas eclesiásticas que formaban parte de la malla curricular de los formandos.

Por aquella época se fueron manifestando claramente sus dotes de poeta, de escritor de numerosos documentos y también de compositor de diversas canciones, muchas de las cuales perduran hasta hoy:

El peregrino de Emaús, Tres cosas tiene el amor, Camino del Viernes Santo, La casa de Zaqueo, Ay solo, que solo va, por mencionar algunas. Gran parte de ellas se cantan en las ceremonias litúrgicas.

Durante su dirección en el Escolasticado nació el conocido conjunto musical Los Perales, formado por cuatro estudiantes profesos a quienes alentó entusiastamente en sus interpretaciones, por lo que pudieron grabar varios discos con muchas de sus creaciones.

En el transcurso de ese período comenzó a desarrollarse el Concilio Vaticano II, importante evento eclesiástico que en las sabias palabras de su convocante, el Papa Juan XXIII , abrió las ventanas de la Iglesia para que entrara aire fresco a su interior, lo que se tradujo en grandes transformaciones, las que, por su profundidad, no estuvieron exentas de conflictos, los cuales fueron superándose paulatinamente.

Producto de las conclusiones del Concilio, muchas congregaciones y órdenes religiosas fueron asumiendo labores parroquiales en sectores populares, como ya lo había estado haciendo, en forma incipiente, la de los Sagrados Corazones de nuestra ciudad de Viña del Mar, específicamente en la Parroquia de Santa Inés y en la de San Juan Evangelista, en la población Gómez Carreño .

Fue así como a fines de 1963, y después de haber desempeñado esos dos cargos canónicos de carácter institucional -si así se pueden denominar-, el padre Esteban Gumucio fue destinado a la población Joao Goulart , en la comuna de La Granja, donde junto a otros religiosos asumió en el año 1964 la dirección de la Parroquia San Pedro y San Pablo, en la que permaneció hasta su fallecimiento, salvo algunas breves interrupciones, por el desempeño en otras tres oportunidades como Maestro de Novicios en distintas casas de formación y el ejercicio parroquial en comunidades de La Unión y Angol .

Esta faceta es la más conocida de su vida sacerdotal, que se extendió por más de treinta y cinco años, ya que en su labor pastoral en esa parroquia compartió con los pobladores su postergación social; sus sufrimientos; la dura realidad de los cesantes, los enfermos y los ancianos. Tuvo un servicio desinteresado y de apoyo a los demás, compartiendo su pobreza, tal como muchos años atrás lo había hecho un sacrificado misionero de la Congregación, el padre Damián de Veuster, en la lejana posesión polinésica de Molokai, quien ejerció su apostolado entre los más despreciados de los pobres, los leprosos, murió como ellos y por tal compromiso apostólico fue canonizado.

La acción evangelizadora del padre Esteban se destacó por su gran religiosidad, que realzó la dignidad humana, más allá de su pobreza y sufrimiento, llevando su mensaje pastoral a iluminar la vida concreta de los pobladores que conformaban su grey.

También destacó su compromiso con la defensa de los derechos humanos. Y prueba de ello fue su composición de la

Cantata de los Derechos Humanos, estrenada en el año 1978 y que veinte años después fue interpretada también en la sede de nuestro Congreso en Santiago.

Su palabra, su preocupación y la dedicación personal a los pobres surgieron indudablemente del compromiso de su fe. Todas estas vivencias las volcó, una vez más, en sus dotes literarias, poéticas y artísticas, manifestadas en sus pinturas y en la fabricación de vitrales.

También desarrolló un servicio de predicación de retiros al clero y participó durante largos años en los encuentros matrimoniales, a los cuales les prodigaba su inteligencia y bondad. Asimismo, demostró una particular sensibilidad en la ayuda a las personas de la tercera edad, tanto a través de múltiples documentos como en retiros y predicaciones.

De esa manera, su testimonio se fue haciendo conocido al interior de la Iglesia chilena, que supo aquilatar su decidida opción por los pobres. Se puso en el lugar de los necesitados y empatizó con ellos; compartió su vida con los más excluidos, a quienes los animaba con palabras simples y fáciles de comprender, lo que le permitió formar comunidades de base que fueron prodigándole un gran cariño, al punto de llamarlo, afectuosamente, "Tata".

Tal como escribió la primera semana del mes de septiembre pasado en su columna institucional el actual Superior Provincial, padre Alex Vigueras , el padre Esteban "caminando por pasajes de la población se hizo asequible, cercano, poniéndose a la distancia desde la que es posible la escucha, el consuelo, mostrar una salida al desesperado, llevar un poco de alegría al que se le cruzaba en el camino".

Son precisamente esos atributos y cualidades los que le dan al padre Esteban el carácter de hombre santo, de pastor comprometido con su comunidad. Y se ganó un sitial de respeto y afecto en toda la comunidad católica nacional por su gran calidad humana y religiosa.

En el año 2000 se le diagnosticó un cáncer al páncreas, dolencia que, no obstante que le iba carcomiendo su cuerpo, sobrellevó con gran entereza, realzando su religiosidad y su fe, preparándose resignadamente para su partida, la que se produjo el domingo 6 de mayo del año 2001, en la Festividad del Buen Pastor, como él lo era.

El 20 de mayo del 2010 el arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz , dio inicio al proceso de beatificación del padre Esteban , formándose el tribunal correspondiente para dicha causa, la que finalizó exitosamente el 30 de mayo de este año al emitirse el Decreto de Validez de dicho proceso por parte de la Congregación para la Causa de los Santos. Actualmente se encuentra en la etapa denominada "

Positio", que es una de las fases previas al trámite de canonización.

Solo nos resta desear que todo el procedimiento tenga una expedita tramitación, porque, como acertadamente dijera otro destacado religioso de la Congregación, el padre Percival Cowley, en una carta al director del diario

El Mercurio, publicada el domingo 7 de septiembre: "Esperamos poder bendecirlo como un varón santo, que supo descubrir la obra de Dios, desde una fe sencilla y asombrada".

Necesitamos urgentemente hombres santos como el padre Esteban Gumucio , que sigan su maravilloso ejemplo para iluminar los destinos de nuestra patria, que compartan con los más desvalidos y postergados. Eso nos hace confiar en que él será prontamente elevado a los altares, por el profundo compromiso que inspiró su labor evangelizadora.

Como exalumno del Colegio de los Padres Franceses y también como apoderado, le quiero señalar a su familia que el padre Esteban sigue siendo una inspiración para las nuevas generaciones en la cercanía con los más necesitados, en el compromiso social permanente.

Él animó el movimiento de las Comunidades Laicales de los Sagrados Corazones; volcó a una congregación hacia las poblaciones; volcó a una comunidad estudiantil, y también a una comunidad religiosa, a su opción por las misiones y por los pobres.

El padre Esteban representa el corazón más profundo de la Congregación de los Sagrados Corazones y, sin lugar a dudas, hoy día sigue motivando a cientos de estudiantes que ven en el encuentro con los más necesitados, con los más pobres una verdadera vocación.

Señor Presidente , le solicito que tenga a bien enviar copia de esta intervención al Superior General de la Congregación de los Sagrados Corazones, en Roma, padre Javier Álvarez-Osorio .

Esperamos que en un futuro próximo el padre Esteban esté en los altares, para que muchos sigan el ejemplo, que Chile necesita, de su opción por los más necesitados.

He dicho.

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