Labor Parlamentaria

El señor HIRSCH.-

Señorita Presidenta, Humberto Maturana y Francisco Varela , en obras como El árbol del conocimiento y El sentido de lo humano, sostienen una idea sencilla pero bastante revolucionaria. Dicen ahí que todo lo dicho es dicho por un observador. Por tanto, el lenguaje no describe una realidad objetiva, sino que la crea; el lenguaje crea las realidades.

La derecha conservadora y la ultraderecha pretenden que lo dicho por alguien, por el observador, sea objetivo por el solo hecho de que él lo dice, y por eso, entonces, lo dicho es inamovible y no hay que cambiar nada. De ahí la idea de que son conservadores: que se conserve y no se modifique nada.

Entonces, para ellos reconocer la existencia de las mujeres como protagonistas de esta Cámara es darles un reconocimiento que para ellos es un privilegio; nombrarlas ya es un privilegio para ellos. Extraña forma de pensar, Presidenta, en la que se cree que visibilizar a quienes han sido invisibilizadas por décadas o siglos es darles un trato preferencial. ¡Es justamente lo contrario! Sus argumentaciones son, en realidad, un largo etcétera de delirios que no vale la pena detallar.

La derecha propone negar lo único que es permanente en el ser humano, que es el cambio. La derecha va contra todo cambio, porque le aterra todo lo que los pueda sacar de su forma de pensar y de ver el mundo.

Afortunadamente, como las cosas y las personas cambian permanentemente, este proyecto viene a reivindicar algo obvio, pero pendiente por demasiado tiempo, por décadas o por siglos. Este proyecto, Presidenta -aunque algunos también se pongan nerviosos-, dice algo tan pero tan obvio que casi cuesta creer que genere debate, que esta Cámara se llame como siempre debió llamarse: Cámara de Diputadas y Diputados.

Chile ya no está en ese tiempo decimonónico en que, como dice el proyecto en sus antecedentes, la Cámara reflejaba muy fielmente su composición cuando se llamaba Cámara de Diputados, porque, claro, quienes la componían eran solo los hombres adinerados que podían ser parte del mundo político.

Me parece que ya es hora de que demos un paso civilizatorio para llamar las cosas, los lugares y las instituciones por lo que son: una Cámara que se compone de diputadas y de diputados, aunque a algunos eso los irrite un poco.

Estas luchas son el reflejo de que, como sociedad, aún nos falta conquistar el sentido común y de que lo que a algunos conservadores les parece mal, como si de la Edad Media se tratase, es un gran reconocimiento para miles de mujeres que han dedicado y han dado también su vida entera por la igualdad y la visibilización de las demandas del feminismo y de las mujeres en general.

Puedo nombrar por mi partido a Laura Rodríguez , la primera diputada humanista de Chile, quien fue una incansable luchadora por aquellos que eran apartados o dejados al margen de la sociedad.

Ella fue diputada desde 1990 al 1992, cuando falleció de un cáncer; sin embargo, esta Cámara se llamaba Cámara de Diputados, y algunos pretenden que así se siga llamando. Pues bien, ha habido diputadas y las seguirá habiendo, y, por tanto, me parece fundamental que, de una vez por todas, llamemos a esta Cámara como corresponde: Cámara de Diputadas y Diputados.

Por cierto, vamos a votar a favor.

He dicho.