Labor Parlamentaria

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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Especial N° 32
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1966
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Intervención
REGIMEN CARCELARIO OFICIOS

Autores

El señor DE LA FUENTE.-

Este mismo hacinamiento es el responsable de que se haya producido una nueva tragedia en la Penitenciaría de Santiago, donde el reo Hugo Guarda Bórquez fue asesinado por otro recluso.

En las condiciones descritas, es imposible que haya la vigilancia necesaria para evitar esto.

El equipamiento de las cárceles es desastroso. Faltan 5.300 catres; 26.500 frazadas, es decir, la totalidad de las que se requieren, considerando dos por cada recluso; faltan 4.500 colchones y la totalidad de la vajilla para 14.000 reclusos.

Los patios son estrechos y generalmente llenos de barro, porque no tienen cobertizo para protegerse.

Los talleres laborales son escasísimos. En ellos no se proporciona una verdadera formación artesanal. Las cárceles están superpobladas. En ellas hay 14.000 reclusos, pese a que tiene capacidad para albergar la mitad, o sea, 7.000 reos. De éstos, como ha indicado nuestro Honorable colega señor Valenzuela Labbé, el 85% son hombres; el 5% mujeres; y el 10%, menores de edad.

Las consecuencias generalmente las sufren los reos, porque no pueden vivir en una comunidad organizada. Salen amargados de la cárcel y no se pueden readaptar.

La solución para este problema es la cárcel-granja. Esta puede perseguir los siguientes fines: la producción de alimentos para los mismos reclusos que están allí; la habilitación de talleres que proporcionen una renta a los reclusos, y de almacenes de venta al público, en los cuales se les permita expender todo lo que ellos elaboren. El resultado sería la readaptación total de los que se encuentran recluidos.

En la actualidad, el 70% de las personas que ingresan a la cárcel carecen de oficio, el que deben aprender allí, y el 57,6% son analfabetos.

El problema de los gendarmes es serio. Hay casos en que el vigilante, agobiado por la sicosis carcelaria, ha llegado a quitarse la vida. Entonces, todo el mundo dice que es un mártir. Pero, si un recluso muere, como en el caso de Cobián, al que se ha referido el Honorable señor Rosales, a los vigilantes se les califica de verdugos, desalmados y asesinos. Esa es la diferencia que hay.

El personal de gendarmería trabaja sujeto a horarios inhumanos: de 15 a 18 horas diarias, con 8 horas de descanso, durante las cuales también deben permanecer dentro del penal. Cada 15 días suelen disponer de 24 horas libres, el tiempo necesario solamente para ver a sus familiares.

Actualmente, en Santiago, se ha implantado un nuevo sistema: el vigilante debe estar en la cárcel 48 horas y luego tiene 24 horas libres, para que salga a ver a su familia. Pero para que esto pueda generalizarse, se necesita un aumento considerable de personal. El grupo familiar no tiene mayor contacto con el vigilante, porque éste, repito, debe permanecer 15 días al mes en la cárcel, cumpliendo sus funciones. La solución consiste en aumentar el personal; para esto, se necesita incrementar el presupuesto del Ministerio de Justicia.

Los vigilantes son, hoy día, dos mil cuatrocientos, cuando deberían ser siete mil, para poder cumplir su misión. Sabemos que esa enfermedad se contrae por el exceso de tiempo que permanece el vigilante en el presidio, por el riesgo permanente que enfrentan y por el abandono del hogar a que los obliga su trabajo, es lo que se llama la "sicosis carcelaria", que solamente se ve en estas cárceles.

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