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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión especial N° 51
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria periodo 1972 -1973
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Intervención
ACUSACION CONSTITUCIONAL CONTRA EL MINISTRO DE ECONOMIA, FOMENTO Y RECONSTRUCCION, DON ORLANDO MILLAS CORREA

Autores

El señor TAVOLARI.-

Señor Presidente, en la última sesión ordinaria pretendimos despedirnos de esta Cámara, de su abnegado personal, de los colegas, y de quienes en una u otra forma convivimos cuatro años en esta vieja casona. Pero aprovechamos esa oportunidad, además, para hacer un llamado honesto y sincero a fin de que se detenga la actual lucha política, que nos lleva a un peligroso enfrentamiento, enfrentamiento que de producirse afectará a todos los chilenos: a los niños, a los jóvenes, a los adultos y a los ancianos, a los hombres y a las mujeres, a los políticos y a los apolíticos.

Agregamos que lo más grave de esta guerra será el hecho que no tendrá ni siquiera vencedores, ni aquellos que criminalmente la hubiesen provocado en un vano intento de sacar de ese juego un posible dividendo. No habrá victoria, sino desolación, lágrimas, amargura, frustraciones, muerte.

Mi partido, el Socialista, me ha entregado la responsabilidad de elevar mi voz esta tarde, aquí en este hemiciclo, cuando yo pensaba que ya no lo iba a volver hacer, y lo hago con mucha satisfacción. Estamos defendiendo a un político que conozco desde joven y que admiro por su honestidad, por su seriedad, por la conciencia que ha tenido de incorporarse a un proceso desde niño y que pertenece a un partido aliado que, precisamente, a través del tiempo y a través de los años de lucha, se ha identificado con la lucha del pueblo y con el proletariado.

Por eso, es una gran satisfacción, en esta última oportunidad, votar por un Ministro de la calidad del señor Millas y defender una causa que es la causa de los chilenos que tenemos o creemos tener, bien puesto el corazón.

He recordado la improvisación de hace 15 días, porque la sesión de hoy me ha parecido la expresión y la respuesta más cruda y sarcástica a mis palabras, y lo que es más serio, es la burla a todo el llamado de paz o de invitación al diálogo; a todo entendimiento superior.

Ya nada pueden los más sólidos argumentos, no importa el ataque exterior que se le haga a Chile, la existencia de grupos ultristas unidos a intereses monopólicos y a intereses internacionales; nada las pruebas que se ha estado comprobando en el Parlamento norteamericano y que, desgraciadamente, colocan no solamente a chilenos, sino a determinadas tiendas políticas, recibiendo dineros de la CIA y de algunos organismos internacionales para derrocar al Gobierno Popular.

Por esto, estimados colegas, esta tarde creo y me da la impresión, cuando escuchaba a uno de ustedes, de estar dentro de esta cinta ficción del "túnel del tiempo" y encontrarme en ese período que siguió a la muerte de Balmaceda y al derrocamiento de su régimen. Nunca se habló en el Parlamento más de la ley; nunca se dieron más argumentos para defender la democracia y salvar la vida de los chilenos y la dignidad de la patria. Sin embargo, abran cualquier libro de historia y verán cómo en ese lapso esos 34 años de vida institucional han quedado bautizados como los del estancamiento. Ningún hecho, ninguna política, ningún avance, ningún proceso que le entregase a Chile más bienestar, más dignidad; ni siquiera más tranquilidad. Nada que hubiese comprobado que el suicidio del Presidente, la muerte de miles de chilenos y la caída de un régimen tuviese una justificación frente a la historia.

Bueno, y acaso el triunfo de la legalidad, el imperio del estado de derecho no iba a solucionar el problema de Chile No, colegas. En lo internacional, por el contrario, tuvimos un retroceso.

Mr. North, el "rey del salitre", descansó de los peligros expropiatorios, y en lo social y en lo económico fue tal el caos que fue necesario de crímenes y matanzas para aplastar a un pueblo que empezaba a despertar de su explotación.

La única razón de la caída de los Ministerios, del ataque al Presidente Balmaceda, del odio provocado artificialmente entre chilenos fue la defensa de los intereses foráneos. Era el salitre el que penaba, el que estaba presente en cada defensor de la legalidad.

Hoy se vuelve a echar abajo Ministerios. Be nuevo los que creen tener el patrimonio de la patria -que siempre han creído tener-, del pueblo, de la ley y de la institucionalidad, abren la Constitución, sacan textos, citan tratadistas y se lanzan contra un Gobierno legalmente constituido. Nada puede el argumento serio; ni siquiera la cita de esos mismos constitucionalistas que están concordes de lo que se ha hecho. ¡No, colega Maira! ¡No, Ministro Millas! Es perder el tiempo. Aquí -y hay que decirlo- estamos perdiendo el tiempo. ¡ Qué saben ellos de juntas vecinales, a las que pretenden defender, si nunca han pertenecido a ellas! Ni han creído en ellas. Si fuesen a ellos a los que se les hubiese entregado las facultades de las JAP, es decir, si las mismas facultades que tienen actualmente las JAP las tuviesen las juntas de vecinos, no les quepa la menor duda de que también estarían en contra de estas juntas vecinales.

Todo lo cambian y todo lo acomodan a sus intereses. Ayer el Presidente era intocable, y en esto eran portalianos: el Presidente respetado y respetable. Hoy debe ser acusado. Hoy debe ser expulsado. Hoy debe ser ofendido, insultado y atacado miserablemente. Ayer el Cardenal era un Príncipe de la Iglesia. Hoy, si asiste a una reunión de los obreros, le hace el juego al marxismo. Ayer las Fuerzas Armadas eran en América la expresión más honrosa de la tradición profesional e institucional. Hoy un oficial, por alto que sea su grado, es tildado de comunista o de cobarde, si llamado a integrarse a la comunidad coloca su trabajo, su conocimiento, su inteligencia al servicio de ella. Ayer hablaron contra la dictadura, ahora la buscan. Ayer eran contrarios a las huelgas, ahora las provocan.

No, colegas. El problema y la situación es la misma del 91. Detrás de la democracia, de la ley, de la Constitución, están buscando el camino para derrocar a este Gobierno, y para ello no les importa hasta buscar en el extranjero la ayuda necesaria. Desean que caiga este Gobierno, desean que caiga Salvador Allende, para devolver los latifundios, para entregar a sus dueños, o a los que pretenden serlo, los bancos; para volver al monopolio y, por qué no decirlo, para brindarles a los norteamericanos la recuperación del cobre, de sus bienes, la ITT, etcétera.

Esta es la verdad. Y esta verdad es más cierta que la absurda defensa de una ley y de una Constitución que no ha sido violada.

No queremos la guerra. Lo hemos repetido mil veces. Pero, no somos ingenuos. Nos damos cuenta donde va el fascismo y la derecha. Si el enfrentamiento ha de venir, que venga. Pero, hay una historia que nuevamente, como en el 91, sabrá señalar a los que luchan por el futuro de Chile o a los que no les importa la suerte de chilenos para defender sus intereses y los de sus patrones.

Pienso, sin embargo, que hay millones de hombres y de mujeres que, no matriculados en la derecha ni en el fascismo, ni en los sectores reaccionarios medios o de centro, desean vivir en paz, levantar a su país, tener respeto, amor y cariño por sus instituciones, y principalmente por su familia, su mujer y sus hijos; tener fe, pero mucha fe en el futuro de Chile.

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