Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N° 3
- Celebrada el 30 de mayo de 1973
- Legislatura Ordinaria año 1973
Índice
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Puede hacer uso de la palabra el Honorable señor
Señor Presidente: por encargo de mi partido, vengo en hacer uso de la palabra para analizar en la parte económica, el Mensaje del Presidente de la República, leído en el Congreso Pleno el 21 de mayo pasado.
El Honorable señor
Para complementar el mencionado estudio me referiré a la realidad económica que vive Chile hoy, en mayo de 1973, tratando de analizar el documento leído por el Presidente de la República ante el Congreso Pleno.
El Mensaje Presidencial en un enfoque global.
El Presidente de la República reconoce en su exposición que el país sufre una grave crisis económica; pero sostiene que ella se debe en parte al costo de la revolución y a la reacción interna y externa para impedir el camino hacia el socialismo. Para él, son los intereses nacionales e internacionales afectados los que provocan las dificultades económicas. Es el imperialismo el que bloquea nuestra economía. Son las empresas transnacionales las que saquean el país. Es la Oposición causante del déficit fiscal, de la emisión de la quiebra del comercio exterior, de la caída de la producción, del mercado negro y de todos los males que puedan afectar a los chilenos.
El Presidente de la República soslaya un análisis profundo y serio sobre los problemas que el país sufre. Trata de buscar excusas en todas partes, y en forma poco responsable es incapaz de hacer una autocrítica profunda de las verdaderas causas del caos y de aceptar la responsabilidad plena que le cabe sobre la materia. Es inaceptable que un Jefe de Estado, que ha sido elegido para conducir, pretenda que los responsables de los actos de su Gobierno sean, precisamente, aquellos que, como nosotros, desde el primer instante, advertimos el camino errado que se había escogido. Basta leer todas y cada una de las declaraciones de la Democracia Cristiana, para concluir que el señor Allende fue advertido de que el país iba a un desastre económico que, en definitiva, se reflejaría en una inflación galopante, desabastecimiento, mercado negro, quiebra del comercio exterior, caída de la inversión, mayor dependencia del exterior, y de que esto, en resumen, significaba la desintegración de nuestra economía, de la paz social y poner en peligro la seguridad de la nación.
En su Mensaje, el Jefe del Estado nos propone, como receta para impedir que la crisis pueda provocar enfrentamiento entre los chilenos, que aceptemos el modelo socialista, el cual hemos debido soportar durante estos dos años y medio de desgobierno, facilitándole el camino para la instauración de una dictadura marxista totalitaria. Nos ofrece un presente lleno de crisis y de angustia, para tener un futuro lleno de satisfacciones. Estos ofrecimientos y experimentos los conocen ya muchos pueblos, los cuales sabemos que, en definitiva, han sido engañados y sometidos a los peores atropellos y vejámenes. El PresidenteAllende debe saber que no podrá engañar a Chile.
En el análisis global, se puede concluir que el Mensaje es pobre en su contenido, falso en sus premisas e irresponsable en sus conclusiones. Es preciso, entonces, dar a conocer a los chilenos, como también a los países extranjeros, cuál es la realidad económica que se vive en Chile en mayo de 1973.
Realidad económica en 1972.
En la publicación Nº 4 del Departamento de Economía de la Universidad de Chile Sede Occidente, se sintetiza con toda precisión la realidad económica del Gobierno de la Unidad Popular, al señalar:
La Economía se encuentra estancada, el país está sufriendo la inflación más alta de su historia, la redistribución alcanzada durante 1971 se ha diluido en la espiral inflacionaria, la ineficacia con que se utilizan los recursos de la economía ha aumentado notoriamente y los altos niveles de ocupación alcanzados durante 1971 y principios de 1972 comienzan a ceder paso a un aumento en la desocupación abierta y disfrazada.
Continúa el mencionado estudio de la Universidad de Chile expresando:
La grave situación de balanza de pagos no permite satisfacer las necesidades internas a través de importaciones de donde es imposible equilibrar oferta y demanda global a los precios existentes. Esta demanda insatisfecha originada por la nuevamente inusitada expansión en 1972 en la cantidad de dinero que, acompañada de un control generalizado de precios, tiene como consecuencia la escasez y el desabastecimiento y da origen al mercado negro.
Esta es la realidad que el Mensaje calló y que es preciso dilucidar, analizando los indicadores macroeconómicos que a continuación se señalan.
A) Crecimiento económico.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, en relación con la evolución de la producción por ramas de actividades económicas para el año 1972, se puede afirmar que en la hipótesis más optimista se podrá alcanzar un crecimiento del producto del 0,8% en relación a 1971; o sea, una disminución neta en la producción de bienes y servicios por persona equivalente al 1,5%.
Sin embargo, el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, en el citado informe, expresa que una estimación alternativa, también con antecedentes oficiales y medición hecha por el lado del destino del producto, revela que éste baja en 2,1%, lo que significa que los chilenos cuentan y contarán con 4,4% menos de bienes y servicios para satisfacer sus necesidades, teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo de la población.
Señores Senadores, esta cifra tiene mucha importancia. Muestra la realidad de Chile y coloca al nuestro entre los países de menor desarrollo en el mundo, y por sí sola bastaría para sellar la suerte de la gestión de un Gobierno.
Quiero recordar aquí las palabras dichas por el Senador Altamirano en 1970, cuando analizaba el Mensaje del Presidente de la República don Eduardo Frei.
Porque la tasa de crecimiento estimada era del 3,1% positiva, no de 2,1% negativa, nos comparaba con los países más desgraciados del mundo en sus crisis económicas, tales como Haití, Vietnam del Sur y las naciones africanas que recientemente estaban entrando al período de independencia. Yo quisiera saber hoy día qué opinarían y qué opinan el Senador Carlos Altamirano y sus compañeros de bancada frente a este resultado.
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
Aún más grave es el resultado obtenido, si se tiene en cuenta que la producción de bienes es la que baja en términos más significativos en relación con los servicios y el comercio, que presentan cifras de crecimiento positivo de más de 3,1%.
Cuando más adelante analicemos el problema del desabastecimiento, podremos afirmar con certeza que ésta es una de sus causas principales. Este retroceso y estancamiento de la economía se deben, a nivel global, a las caídas de 4,6% en el sector agropecuario y pesca; 3,6% en minería; 6,2% en construcción y al insignificante crecimiento de 1,5% en la producción industrial. Los únicos sectores que muestran algún crecimiento son electricidad, gas artificial, agua y servicios sanitarios, con 4%, y el sector restos de servicios con 5%.
Si hacemos un análisis por rubros o por ramas de producción, se puede llegar a las siguientes conclusiones.
Industria.- Si bien muestra un pequeño crecimiento de 1,5%, la tendencia del segundo semestre de 1972 en comparación con el mismo semestre de 1971 señala que la producción industrial es inferior en 4,8%. Si se compara el mes de diciembre de 1971 con el mismo mes de 1972, de acuerdo con las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, hay una caída en la producción industrial y nótese la cifra de 9,9%, tendencia que se manifiesta nuevamente en el primer trimestre de 1973.
El señor
¿Me permite, señor Senador?
Preferiría continuar con mis observaciones, con el objeto de hacer una exposición coordinada. Al final de ella, yo no tendría ningún inconveniente en responder a todas las consultas y preguntas que se me quisiera hacer.
Con la venia de la Mesa, sólo quiero hacer la siguiente pregunta. ¿De dónde son los datos que proporciona Su Señoría?
Cuando inicié mi exposición, dije que eran cifras oficiales entregadas por el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, sede Occidente, y por el Instituto Nacional de Estadísticas. En cada caso iré señalando las fuentes de tales cifras. Reitero que todas las que estoy leyendo son cifras oficiales entregadas por el Gobierno.
Minería.- La gran minería del cobre experimenta un incremento de producción de 1,7%, en tanto que la pequeña y mediana minerías acusan una disminución nótese la cifra, en. 1972, de 34,7%. Sin embargo, si comparamos la primera cifra con la producción programada por el Gobierno para la gran minería, ha disminuido en 12%. En efecto, el Gobierno, según datos y cifras dados por CODELCO, tenía programada para la gran minería del cobre y Andina una producción de 602 mil toneladas a noviembre de 1972. Pero, según ese mismo organismo, la producción en ese mismo mes sólo ascendió a 529 mil toneladas.
El carbón ha tenido una caída de la producción de 9% hasta el mes de octubre. El salitre acusa una caída de 10,3% para el mismo período. El yodo muestra una baja de 18,6%,
En cuanto al hierro, ODEPLAN estima la producción de 1972 en 9.168.000 toneladas, lo que implicaría una caída de 18,3%. La meta de la Unidad Popular era crecer en 1972 en 12%.
Si las cifras anteriores demuestran con claridad el fracaso en la producción de la minería, la tendencia que se registra en algunos rubros estratégicos de producción minera para el primer trimestre de 1973 que se han podido captar, señalan una situación aún más angustiosa: la producción de petróleo disminuye en 4,7%; el gas natural, en 8%; y el cobre, en 0,7%.
Agricultura.- De acuerdo con un trabajo de investigación elaborado por el Departamento de Economía Agraria de la Universidad Católica, la producción agropecuaria presenta una baja en el período 1972/1973 de 13,7% con relación a 1971/1972.
Esta menor producción agropecuaria se descompone en 22,5% en productos de cultivo por menor área sembrada y por menor producción, y por una disminución de 6,4% en productos pecuarios.
Por estas consideraciones, las importaciones agropecuarias en el año 1973 serán superiores a los 520 millones de dólares, sin contabilizar en ellas las importaciones de abonos y fertilizantes, lo que significará un incremento de las importaciones en este rubro de 17,3% con relación al año 1972.
Construcción.- La inversión en construcción disminuyó en 1972 respecto de 1971 en 6,3%. Pero, señores Senadores, aquí hay una cifra que realmente pone en evidencia el drama de la falta de operancia del Gobierno, de la destrucción de la inversión en este rubro tan importante: el sector público disminuyó, en 1972 con relación a 1971, la construcción, en metros cuadrados, en 70%, según cifras oficiales. En 1971 se construyeron 3.550.000 metros cuadrados. En 1972 se inició la construcción de sólo 1.040.000 metros cuadrados.
Inversión.- ¿Qué ha sucedido con la inversión? En el Mensaje del Presidente de la República, en esta materia se trata de justificar que la inversión se mantuvo; pero para demostrarlo se comparan cifras de 1972 con los años 1968 y 1969. La verdad sobre esta materia, que se encuentra corroborada en cifras oficiales de ODEPLAN, es que en el año 1971 la caída de la inversión fue de 7,7%, y en 1972, de 5,4%. Esto significa que en dos años de Gobierno, la inversión total del país ha caído en más de 14%. Sin embargo, según lo afirma el Departamento de Economía de la Universidad de Chile, las cifras de inversión negativas para el bienio 1971/1972 son cercanas al 20%. Esto significa, señores Senadores, que no es cierto lo que se expresaba en el Mensaje en cuanto a que la inversión se habría mantenido en términos relativos. La realidad es que el país, en dos años de Gobierno de la Unidad Popular, se ha empequeñecido en 20%, es decir en una quinta parte.
Hay que destacar que en materia de inversiones las cifras oficiales se encuentran abultadas por el hecho de que se ha contabilizado como inversión una cantidad importante de gastos corrientes destinados a dar tareas improductivas para disfrazar la desocupación real que existe en el país.
Es preciso emplazar a este Gobierno para que señale con precisión cuáles son los nuevos proyectos industriales, mineros o agropecuarios que se han iniciado en su Administración. Podría afirmar que ninguno de importancia. Todos los que señala el Mensaje son la continuación de los proyectos iniciados en la anterior Administración.
B) El comercio exterior.
Tomando como base los datos sobre embarques efectuados entre enero y octubre de los años 1971 y 1972, según estadísticas del Banco Central, se tiene que en el primero alcanzaron a 823,4 millones de dólares y, en el segundo, a 698,5 millones de dólares; o sea que las exportaciones han disminuido en el año 1972 con relación a las del año anterior en aproximadamente 125 millones de dólares. Todos los rubros de exportación han disminuido, salvo el molibdeno, que aumentó de 5,1 a 5,5 millones de dólares.
Tengo a mano un cuadro en el cual se da una relación detallada, rubro por rubro, de las exportaciones realizadas entre los años 1971 y 1972, y que solicito incluir en la versión de mi discurso.
El señor
El señor
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
El documento cuya inserción se acuerda es el siguiente:
Evolución de las Exportaciones
(Enero octubre 1971 - 1972)
Millones de US$
1971 1972
1.- Mineros..691,2 608,1
a) Cobre... 591,7 545,0
b) Hierro..... . 60,2 36,1
c) Salitre y Yodo .... 31,9 20,3
d) Molibdeno......5,1 5,5
e) Otros 2,3 1,2
2.- Agropecuario y del Mar…26,2 17,6
a) Agrícola 20,0 14,1
b) Pecuarios 4,2 0,8
c) Forestales 0,8 1,5
d) Pesca 1,2 1,2
3.- Industriales 106,0 72,8
a) Alimenticios.. 36,7 20,6
b) Bebidas 2,3 1,6
c) Maderas 6,4 4,6
d) Papel, Celulosa y derivados 28,3 20,4
e) Prod. Químicos y derivados del petróleo. 10,0 7,7
f) Ind. Met. Básicas.. 8,3 6,6
g) Prod. Metálicos Máq. y artículos eléctricos 3,7 3,8
h) Material de Transporte 4,0 2,9
i) Manufact diversas y bienes usados.... 2,2 0,9
j) Otros 4,1 3,7
Fuentes: Banco Central Embarques.
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
Formulo indicación para publicar in extenso los discursos de los Honorables señores
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
La conclusión del discurso del señor Senador es la siguiente:
Todo esto ha sucedido por el sectarismo y la ineficiencia con que han actuado los dirigentes de la Unidad Popular. Este ha sido un costo innecesario para realizar las transformaciones propuestas y es de la exclusiva responsabilidad del Gobierno. Nada de lo que se había estudiado antes era aceptable; había que hacer tabla rasa de la tradición chilena, de sus técnicos e instituciones. Esta desconfianza en todo los ha hecho dudar de ellos mismos, y el sistema de cuoteo de los cargos públicos ha hecho inoperante a la Administración, paralizando su capacidad creativa, introduciendo instancias políticas en las líneas ejecutivas y el soplonaje aun entre los de la misma camarilla.
Se ha provocado el éxodo de miles de chilenos a quienes se les han cerrado los horizontes de progreso en su propia tierra. Se ha falseado en forma burda el resultado de las elecciones en la organización más importante de los trabajadores (CUT); se ha perseguido a los obreros y empleados en sus propios lugares de trabajo por la simple razón de no participar de la ideología del oficialismo; se ha perseguido y maltratado a hombres y mujeres en las poblaciones en que habitan; se ha usado y abusado del poder que confiere la administración del Estado en forma arbitraria y discriminatoria; y, a' través de todas las argucias y engaños, se ha tratado de usar el sistema educacional como un instrumento de concientización, negando uno de los fundamentos de una sociedad pluralista.
La política impulsada por el Gobierno de la Unidad Popular, en el ámbito internacional, especialmente en lo económico, se ha caracterizado también por su torpeza e infantilismo antiimperialista, lo que ha significado que Chile haya perdido respetabilidad, credibilidad y solvencia ante la comunidad mundial.
El Gobierno de Chile ha recorrido el mundo con la mano extendida y apremiado por la angustia de tener que importar alimentos a crédito; ha tenido que mostrar ante sus acreedores las llagas de un cuerpo económico que estos mismos habían conocido sano hace dos años; ha debido someterse al examen de los organismos internacionales que siempre criticaron; ha debido soportar la vergüenza de que ni siquiera sus aliados ideológicos le hayan extendido una mano generosa, pues en ellos ha encontrado más bien una actitud desconfiada y crítica; ha pretendido ingenuamente, pero consecuentemente con su espíritu prepotente, imponer sus propias reglas en organismos internacionales donde Chile, por desgracia, tiene un mínimo de poder; ha bravuconeado diciendo que importarán de los países socialistas lo que sea necesario para el desarrollo, pero al poco tiempo ha tenido que reconocer que eso es técnicamente: imposible y ha debido tragarse sus palabras.
La lista de errores es demasiado larga como para hacer un enunciado exhaustivo, pero lo señalado es suficiente para formarse una idea de la inepcia con que se ha manejado la política económica internacional.
Señor Presidente, señores Senadores:
Esta es la verdadera realidad económica que vive el país y que el Presidente de la República ha omitido describir y analizar en su Mensaje, ya sea por olvido o en forma intencionada. Cualquiera que sea la razón que haya tenido, es imperdonable para quien reviste el cargo de Presidente de la República no darse cuenta de que con su conducta y con el manejo de su Gobierno se está provocando la quiebra económica del país y la división de los chilenos, y se está poniendo en riesgo la seguridad nacional.
Sólo la historia y el veredicto popular podrán sancionar tanta incapacidad e irresponsabilidad.
El señor
En cuanto a las importaciones, disponemos del volumen de registros cursados en Santiago para los años 1971 y 1972.
Esta información tiene algunas limitaciones, especialmente en el desfase que se produce entre el momento en que se registra la importación y la fecha en que efectivamente se interna el producto. En todo caso, estos datos son suficientes para indicar una tendencia.
Los registros totales de importación cursados en 1970 alcanzaron a 982,8 millones de dólares, y los efectuados en 1971 excedieron los 1.300 millones de dólares. Este ritmo de aumento de las importaciones y el decrecimiento de las exportaciones ha hecho que el déficit previsible de la balanza de pagos para el año 1972 se acerque a los 500 millones de dólares, a pesar de la renegociación de la deuda externa. De no haber sido por ésta, el déficit de la balanza de pagos del año recién pasado habría excedido los 700 millones de dólares. En el año 1971, el déficit de la balanza de pagos fue de alrededor de 300 millones de dólares.
El desequilibrio de la balanza de pagos se vio atenuado en el primer año de Gobierno por el uso casi total de las reservas líquidas que existían en él Banco Central. Durante 1972 se ha recurrido a agotar las posibilidades de giro del país ante el Fondo Monetario Internacional, institución tan repudiada en el pasado por los principales representantes del actual Gobierno y respecto de la cual guardan hoy gran silencio. Además, se ha aumentado considerablemente el endeudamiento de corto plazo con los países extranjeros de América Latina, de Europa Occidental y del área socialista. Gran parte de estos créditos se ha debido utilizar en la importación de alimentos. Hoy día compramos con préstamos lo que ayer comprábamos al contado. Aun así será imposible financiar el déficit y, en consecuencia, deben restringirse drásticamente las importaciones, lo que se hará notar en forma cada vez más acentuada en el abastecimiento de bienes de consumo y de materias primas necesarias para el funcionamiento de las actividades productivas nacionales.
Para fijar quiénes son los verdaderos responsables de esta situación, es preciso señalar que el 90% de las exportaciones se realiza por empresas estatales o controladas por el Estado; que del total de las importaciones, aproximadamente 70% satisface necesidades de organismos y empresas del Estado, y que el Gobierno tiene en su mano el manejo del tipo de cambio, la política crediticia y todos los instrumentos de control directo e indirecto del comercio exterior. Por lo tanto, no se puede culpar de la crisis a los latifundistas, a los monopolistas, al imperialismo, a la Oposición o a los fascistas.
El propio Ministro de Hacienda expresa con satisfacción en su última exposición ante la Comisión Mixta de Presupuestos del Congreso Nacional que gran parte del crédito de corto plazo que antes se obtenía de los Estados Unidos ahora es otorgado por otros países, e indica, además, que esto ha sido beneficioso para Chile, pues ha disminuido su dependencia de Estados Unidos, que, a su juicio, es el principal país imperialista. Por otra parte, las gestiones de embargo iniciadas polla Kennecott no han tenido aún un efecto significativo sobre las exportaciones del cobre de Chile, ya que ellas han afectado a embarques que no superan los 2 millones de dólares, lo que, comparado con el déficit de 500 millones, no tiene ninguna importancia. No desconocemos que esta acción pueda tener repercusiones para el país en el futuro próximo. Tampoco la justificamos por el contrario, la repudiamos, pero no se puede decir que haya tenido mayor importancia en lo ocurrido hasta ahora.
La causa de la crisis de divisas.
El Presidente de la República trata de explicar la situación crítica del país en materia de divisas y comercio exterior alegando que han incidido en ello cuatro factores fundamentales:
a) La entrada de capitales extranjeros ha disminuido notoriamente en comparación con 1970, lo que habría significado un empeoramiento de más de 400 millones de dólares;
b) Que la baja del precio del cobre en los años de su Administración, a 49 centavos la libra, significa un menor ingreso en los dos años de 460 millones de dólares;
c) Que se ha producido en el mercado internacional un aumento de precio en los artículos importados, que ha significado en dos años un mayor egreso de 275 millones de dólares; y
d) Que han debido incrementarse físicamente las importaciones de alimentos en 170 millones de dólares.
Dice el Jefe del Estado que estos mayores gastos y estos menores ingresos son los que presentan a Chile sin divisa alguna en sus reservas, con una balanza de pagos deficitaria, y obligado a restringir drásticamente las importaciones. Tal presentación es hábil, pero no puede aceptarse que se pretenda justificar la quiebra de nuestro comercio exterior basándose en dichos fundamentos.
Nuestra crisis de divisas se debe principalmente a que nuestras importaciones han crecido en más de 400 millones de dólares y nuestras exportaciones han caído en más de 129 millones de dólares; y este fenómeno, repetido con distintas cifras en los años 1971 y 1972, no puede dar otro resultado que el que hoy presencia el país. Basta saber sumar para llegar a esta conclusión.
El Presidente de la República se queja del retiro de capitales extranjeros y del no ingreso de nuevos capitales. Este argumento no puede ser aceptado, ya que ésta es una política querida por el Gobierno, y su tarea debió haber consistido en reemplazar ese flujo de capitales de países occidentales por el equivalente de los países socialistas. Además, la cifra dada a conocer está abultada, puesto que no se descuenta dé ella la cantidad de 280 millones de dólares que representó la renegociación de la deuda externa en el año 1972.
Con relación a los precios del cobre, si bien es efectivo que el precio ha caído en los años 1971 y 1972 a 49 centavos, no es menos cierto que todas las leyes de Presupuestos han calculado el precio para esos años en 48 centavos, por lo que cualquier diferencia sobre esa suma debería contabilizarse para incrementar las reservas en moneda extranjera, pero no acumularla al déficit.
Además, es preciso señalar que el manejo político de las empresas nacionalizadas ha significado que la producción, en vez de alcanzar las 972 mil toneladas, sólo llegue a menos de 600 mil. Esa mayor producción, por sí sola, habría compensado el menor ingreso percibido por la baja en el precio del metal.
Efectivamente, con relación al tercer argumento, los precios internacionales de los alimentos han subido en algunos rubros; pero sobre este punto es preciso hacer una investigación acerca de los precios que están pagando los organismos estatales chilenos por sus importaciones. Parte importante de los mayores precios se debe especialmente a que se ha suprimido la propuesta internacional, utilizándose la compra directa financiada con préstamos de los propios países vendedores, lo cual ha significado, en muchos casos, recargos en los precios en más de 20% o 30%.
Es inaceptable que el Presidente de la República trate de justificar el déficit de divisas con las mayores importaciones físicas de alimentos, en circunstancias de que bien sabe que ellas se deben, principalmente a la caída de la producción agrícola interna en más de 20%, salvo en el caso de la leche, que habría experimentado un incremento real.
Política cambiaría.
El Gobierno de la Unidad Popular, durante su Administración, ha interrumpido la política cambiaría que había aplicado el PresidenteFrei, que consistió en mantener el valor real de las divisas reajustando su precio a medida que hubiera inflación interna o desequilibrio en la balanza de pago. Efectivamente, desde noviembre de 1970 se fijó el tipo de cambio, de acuerdo no sólo a lo preconizado por los principales técnicos del nuevo régimen, sino también de acuerdo a las promesas hechas en la campaña electoral. Al respecto, conviene recordar que entre las 40 Medidas del actual Gobierno se establecía, en la número 31, que Se interrumpirán las escandalosas devaluaciones del escudo y se romperán ataduras con el Fondo Monetario Internacional. Más aún, el Ministro de Hacienda, señor Zorrilla, en su primera exposición sobre la Hacienda Pública, en noviembre, de 1970, afirmó categóricamente que no se volverá a la política de devaluaciones periódicas, tanto más cuando que las previsiones de comercio exterior y balanza de pago favorables harían de ella, como en el pasado, una presión inflacionaria autónoma y generadora de expectativas inflacionarias.
La errada política en esta materia, así como en todo el sector, llevó a que rápidamente la balanza de pago favorable, de que había hecho mención el entonces MinistroZorrilla, se transformara en un cuantioso déficit que agotó las reservas de divisas del país. (Recordemos que el déficit de la balanza de pago alcanzó a la cifra oficial de 311 millones de dólares, la mayor de la historia de Chile hasta ese año, a la cual habría que agregar 80 millones de dólares por concepto de deudas impagas de los últimos meses del año).
La promesa electoral de la fijación del precio de las divisas sólo alcanzó a durar nueve meses. El 27 de julio de 1971 se produjo la primera devaluación para el dólar que adquieren los viajeros. En diciembre de ese mismo año, se produjo la primera devaluación que afectó a las importaciones de bienes y servicios que realiza el país. Posteriormente, en agosto de 1972, las divisas experimentaron un nuevo aumento en su precio, de 85%. Todavía más, el Presidente del Banco Central ha declarado recientemente que se volverá a la práctica de las devaluaciones periódicas, fenómeno que ya aconteció en el mercado de corredores y que hoy en la mañana, ha vuelto a ocurrir al modificarse el tipo de cambio, diversificándose las áreas del dólar y subiéndose también el tipo de cambio para la importación de mercaderías y materias primas de gran importancia para la economía del país. No podría informar exactamente cuánto significa el alza decretada esta mañana por el actual Presidente del Banco Central.
No sólo la política diseñada y prometida en materias combiarias fracasó y fue modificada, sino que la estrategia de reemplazo ha adolecido de serias deficiencias.
En la actualidad, opera un sistema de cambios múltiples, el que, aparte sus graves inconvenientes técnicos, se presta para manejos administrativos arbitrarios y poco claros, como ya el país lo vio, años atrás, en una anterior experiencia. Es conveniente mencionar que en la actualidad el sistema opera con no menos de veinte tipos de cambio diferentes. Ello es una muestra de la anarquía existente al respecto.
Por otra parte, el precio del dólar oficial no guarda relación alguna con el verdadero valor de esta divisa, desde el momento en, que coexisten cotizaciones de 20 escudos hasta de 532 escudos.
Puedo informar a los señores Senadores que cuando un chileno iba a Bolivia en 1970 recibía 5 bolivianos moneda que normalmente menospreciábamos y no aceptábamos por un dólar. Sin embargo, hoy día se debe pagar 50 escudos para comprar un boliviano. El señor
Política de reservas internacionales.
El anterior Ministro de Economía, señor Carlos Matus, que ahora es Presidente del Banco Central, expresó en conferencia de prensa, en términos muy claros, cuál era la política del Gobierno en esta materia, cuando dijo que las reservas son para gastarlas.
El Gobierno anterior, al cabo de seis años de una exitosa política cambiaría y de comercio exterior, finalizó su período dejando una tranquilizadora cantidad de divisas. A fines de septiembre de 1970, los activos internacionales del Banco Central sumaban 497 millones de dólares, y los de los bancos comerciales, 46 millones adicionales. El objetivo era que el país estuviera a cubierto de las violentas fluctuaciones del precio del cobre, que tradicionalmente, ante una baja fuerte, sufría una crisis de importaciones y tenía que acudir a solicitar préstamos externos en condiciones desventajosas para nuestra independencia económica en el exterior.
La creencia de que las reservas son para gastarlas e inagotables, la política de. subsidiar indiscriminadamente el consumo de toda clase de bienes, la mantención del tipo de cambio, la carencia de una política de fomento de exportaciones, el uso de las importaciones para solucionar todas las emergencias y cuellos de botellas, los permisos para la salida de capitales extranjeros y, fundamentalmente, la creencia de que el aspecto esencial era conquistar el poder político, a lo cual había que subordinar la política económica, trajeron consigo la crisis del sector externo y el agotamiento de las reservas internacionales mucho antes de lo previsto. De los 385 millones de dólares en divisas que el Banco Central tenía en septiembre de 1970, sólo quedaban 121 millones de dólares en 1971, y ya esa institución había adquirido mayores deudas de corto plazo, en el mismo año, por 65 millones de dólares. En el año 1972 desapareció la tonalidad de las divisas y de las reservas internacionales del Banco Central.
Política de endeudamiento externo del Gobierno de la Unidad Popular.
Los elementos que definían la política seguida por el Gobierno de la Unidad Popular en esta materia eran las negociaciones de créditos con nuevas fuentes financieras institucionales y gubernamentales, las contrataciones de créditos atados y de menor costo y la reducción del endeudamiento externo.
Siendo ésta la política, es evidente que una forma de evaluar su resultado sería contrastándola con los créditos negociados en los años de Gobierno de la Unidad Popular. Se trata de una evaluación del resultado de dicha política, pero sin entrar en detallas y sin pretender concluir si la estrategia en cuestión es buena o mala.
Entre las disponibilidades logradas por las nuevas negociaciones de crédito realizadas por la Unidad Popular, con la liberación de recursos gracias a la renegociación, el Gobierno ha generado disponibilidades de divisas cercanas a los 800 millones de dólares. Un monto de alrededor de 600 millones de dólares por concepto de nuevos créditos contratados y 280 millones de dólares, aproximadamente, como recursos obtenidos por la renegociación del servicio de la deuda externa comprometida en 1972.
Estos elementos son los que identifican la nueva estructura institucional de endeudamiento externo, vale decir nuevos recursos provenientes principalmente de países de la esfera socialista y latinoamericanas y mantención del volumen de la deuda vía renegociación con los países occidentales económicamente desarrollados.
El cambio de estructura que se hace efectivo a partir de 1971 y que adquiere mayor notoriedad en 1972, trae consigo aspectos contradictorios y desfavorables, que se visualizan directa e indirectamente, en el grado de ataduras y en el costo de los créditos. El concepto de atadura que lleva consigo cada crédito reglamenta el grado de libertad que posee el usuario para asignar los recursos a la compra de bienes y servicios en cualquier país. En lo que dice relación a los créditos contratados por el actual Gobierno, prácticamente la casi totalidad de los recursos han sido contratados con ciento por ciento de atadura. Es decir, los recursos han servido y sirven para comprar sólo en los países que otorgan el crédito de fomento de sus exportaciones y, en el caso chileno, sirven para fomentar las exportaciones de los países socialistas. Esto significa, a su vez, que nuestro país se ha visto en la obligación de someterse al imperio económico del socialismo, para adquirir máquinas, herramientas y otros elementos industriales. Y aún más, sólo como ejemplo de uno de los tantos aspectos negativos, la contratación de créditos totalmente atados con países del área socialista ha contribuido significativamente al desabastecimiento de repuestos para el normal desarrollo, no tan sólo de los medios de locomoción y transporte, sino que además del sector industrial; fenómeno este último que, de no variar la actitud sectaria y antipatriota del Gobierno, hará sentir sus efectos negativos en el corto plazo, cuando los stocks de repuestos para maquinaria industrial se agoten.
Mención especial requieren los créditos bancarios de corto plazo, que han sido obtenidos en condiciones extraordinariamente onerosas para el país. Deseo llamar la atención del Senado sobre esta materia.
El Gobierno de la Unidad Popular ha señalado que las líneas de créditos de los bancos norteamericanos han disminuido drásticamente. Sin embargo, no menciona el hecho de que hoy día las mismas operaciones son financiadas por los mismos bancos americanos, utilizando como puente a sus corresponsales, especialmente en Latinoamérica, pero a un mayor costo para Chile. Esta es la explicación del aumento de este tipo de deudas, desde los 50 millones de dólares a fines de 1970, a más de 300 millones en diciembre de 1972. Las mencionadas operaciones triangulares han sido utilizadas básicamente a través de las agencias o representantes de bancos americanos ubicados en Brasil, Colombia, Argentina y México.
Pero Chile no sólo es más dependiente del exterior que antes por una desfavorable estructura de su deuda. También nuestro endeudamiento ha crecido.
En diciembre de 1970, la deuda neta en moneda extranjera era de 2.368 millones de dólares, y no de 4 mil millones de dólares, como se ha sostenido. Y esta cifra fueron a confesarla al Club de París, cuando debieron rendir cuentas ante el Fondo Monetario Internacional. La deuda bruta alcanzaba a 2.949 millones de dólares, incluyendo intereses y créditos no utilizados. Dos años después, a fines de 1972, las cifras de deuda neta bordeaban los tres mil millones. Es decir, este Gobierno de la Unidad Popular se ha endeudado en alrededor de 320 millones de dólares anuales, la mayor cifra de endeudamiento en la historia del país, superior a la experimentada en cualquier otra Administración.
Esto es consecuencia de la nefasta política económica del Gobierno, que lo ha llevado a importar con créditos externos una serie de mercaderías que antes se pagaban al contado por ser bienes de consumo, tales como repuestos, materias primas, alimentos, productos farmacéuticos, y, además, como anota el Honorable señor
Por último, la renegociación de la deuda externa realizada por la Unidad Popular se efectuó en condiciones claramente desventajosas para el país, y es conveniente que los representantes del Gobierno y los Senadores de la Unidad Popular nos den algunas explicaciones al respecto.
Las condiciones en que se negoció la deuda externa en el Club de París son las siguientes: 1º) El Fondo Monetario Internacional quedó designado como guardián del acuerdo, lo que ha significado la venida a Chile, de innumerables visitas fiscalizadoras. 2º) Se aceptó que el país quedara sujeto a numerosos compromisos específicos y de política económica, para los cuales se nombró al mismo Fondo Monetario como inspector. 3º) Sólo se reconoció la deuda de 1972, y el Gobierno tendrá que pactar con sus acreedores tolos los años. 4º) Se aceptó ¡escúchese bien! la jurisdicción de los tribunales norteamericanos en caso de no pago a ese país, y 5º) Se obligó también está consagrado en los acuerdos a Chile a garantizar una justa compensación en los casos de nacionalización, etcétera, de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, no es de extrañar que las conclusiones que se obtienen en esta evaluación de la política de financiamiento externo seguida por el Gobierno de la Unidad Popular sean realmente negativas y desfavorables. Por una parte, el cambio de países como fuentes de financiamiento, en vez de producir una liberación y mayor independencia externa, ha conducido a una mayor dependencia externa y a un retroceso en nuestro desarrollo económico e industrial, y, por otra parte, el endeudamiento contraído ha resultado ser más caro y costoso que el que tradicionalmente se obtuvo para el país en Gobiernos anteriores.
Política de integración económica.
Desde un comienzo el actual Gobierno se proclamó ferviente partidario de la integración latinoamericana. Esta actitud no ha pasado de las simples declaraciones, porque, en el hecho, toda la orientación del comercio exterior chileno se opone a una participación activa en el proceso de integración. Desde luego, existe una real incompatibilidad entre una estatificación del comercio exterior y la permanencia en sistemas que, como la ALALC y el Pacto Andino, fueron concebidos para una integración entre países que practiquen la economía de mercado.
Por otra parte, la utilización en forma limitada de las cláusulas de salvaguardia a que ha recurrido este Gobierno anula todo lo logrado en materia de desgravación del intercambio en los sistemas señalados.
Quiero llamar la atención hacia el hecho de que esta cláusula de salvaguardia se puso a petición de países como Ecuador y Bolivia, que tienen un desarrollo relativo menor que el de los otros países del Pacto Andino, a fin de proteger su comercio. Nosotros hemos tenido que recurrir a ello porque, al parecer, hemos caído en un subdesarrollo relativo aún más bajo que el de Bolivia.
Las exigencias de programación conjunta de las inversiones, de planificación regional y de armonización de políticas económicas que impone el Pacto Andino, no pueden ser cumplidas por un Gobierno estatista y cuya política económica ha sido inestable y cambiante y se ha traducido en una crisis profunda en este campo.
Más grave todavía es esta situación si se tiene presente que el Gobierno actual no ha trazado una política económica interna acorde con los compromisos adquiridos en los diversos sistemas de integración.
De la política fiscal y monetaria.
También es conveniente analizar, en el Mensaje del Jefe del Estado, lo referente a la política fiscal y monetaria.
El Presidente de la República trata de justificar el descalabro que se ha producido en la política fiscal y monetaria trasladando la responsabilidad al Parlamento, por haber despachado éste una serie de leyes sin financiamiento. Aduce que el total del desfinanciamiento por este sólo concepto, en el año 1972, ascendería a 48.000 millones de escudos. Esta afirmación es falsa y no tiene asidero serio alguno. El Congreso Nacional ha despachado todas las leyes con el debido financiamiento, cumpliendo la obligación constitucional. Esta aseveración se encuentra plenamente confirmada con el cuadro de rendimientos tributarios presentado por el propio Presidente de la República en la página 604 del Anexo del Mensaje, donde se sostiene que los ingresos tributarios presupuestados, en los cuales se incluyen todas las leyes de financiamiento aprobadas en 1972, han tenido un excedente a su favor de Eº 1.400 millones, aproximadamente. ¿Dónde está, entonces, el desfinanciamiento de 48 mil millones de escudos que alegaba el Presidente de la República?
La razón del déficit fiscal y de la emisión de dinero es muy distinta de la que con tanta irresponsabilidad se esgrime en el Mensaje. Lo que ha sucedido es que desde el comienzo del Gobierno de la Unidad Popular se habló de una nueva doctrina económica, del llamado déficit programado, financiado por emisiones del Banco Central, y se dijo que era posible aumentar sustancialmente el gasto público sin que ello significara presiones inflacionarias, ya que por esta Vía se estimularía el aumento programado de la producción utilizando la capacidad instalada ociosa. Así el Presupuesto de la nación de 1971 nació desfinanciado voluntariamente, en una suma superior a los 7.000 millones de escudos, y el resultado final fue que el famoso déficit programado fue muy superior, y por lo tanto la emisión, lo cual se tradujo en una acumulación de presiones inflacionarias que se contuvieron artificialmente en dicho año mediante bonificaciones y subsidios.
Otra característica del descabellado manejo fiscal del Gobierno de la Unidad Popular es que, por primera vez en muchos años, los ingresos corrientes del Fisco no alcanzaron a financiar los gastos corrientes, lo que constituye un renuncio a uno de los puntos del plan de Gobierno, que señalaba que se generaría una cuota importante de excedentes en el sector público para financiar planes de inversión.
El irresponsable manejo de la política fiscal, que sólo ha tendido a tratar de cumplir una política populista, ha influido decisivamente en el aumento de la cantidad de dinero a través de la emisión inorgánica. En efecto, en diciembre de 1970 la cantidad de dinero alcanzaba a Eº 9.192 millones; en diciembre de 1971 llegó a Eº 20.131 millones; o sea, el dinero aumentó en 120%, y en diciembre de 1972 ascendía a Eº 65.000 millones, lo que significa, con relación a 1971, un incremento del 200%. En resumen, el Gobierno de la Unidad Popular ha aumentado la cantidad de dinero y hay que tener presente esta cifra para explicarse el fenómeno económico chileno en más de siete veces en el período de dos años. ¿Puede entonces el Presidente de la República llegar hasta el Parlamento a traspasar una responsabilidad que sólo es fruto de la incapacidad de su gestión y de la irresponsabilidad en el manejo de la política económica?
Es sabido que el exceso de dinero en una economía, si no hay capacidad para esterilizarlo, debe traducirse, tarde o temprano, en dos consecuencias claras y precisas: inflación y escasez. En una economía marxista no cabe este resultado, porque mediante el poder total económico, social y político se sume al pueblo en el racionamiento más estricto, incluso de las cosas más esenciales, llegando a limitar las aspiraciones de todos los sectores impidiendo o sancionando drásticamente el derecho de petición y de huelga.
Sin embargo, cuando en un país subsiste el libre juego democrático, los desaciertos de un Gobierno no pueden taparse por la fuerza, por lo cual afloran en toda su intensidad para demostrar, la real crisis económica que se ha preparado.
Los responsables de la crisis traducida en inflación y escasez no son otros que los que han provocado sus causas: el Gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el propio señor Allende.
La inversión y la ocupación.
De la afirmación anterior se desprende la necesidad de analizar lo que sucedió en estos dos años en materia de inversión y de ocupación.
Como lo afirmé precedentemente en esta exposición, de acuerdo con cifras oficiales, en el año 1971 la inversión disminuyó en 7,7%, con relación a la efectuada en el año anterior, y en 1972 cayó en 5,4%. Sin embargo, la desocupación disminuyó notablemente durante 1971, ya que en diciembre de 1970 ella alcanzaba a 8,3% en Santiago, y en el mismo mes de 1971 bajó a 3,2%. Es preciso destacar que la situación de fines de 1970 era anormal, debido a los trastornos que se produjeron con posterioridad a las elecciones de septiembre de ese año.
La disminución de la desocupación se debió, en parte, a la reactivación económica producida en 1971; pero también a la política aplicada tendiente a dar ocupación indiscriminada en los organismos públicos, en las empresas estatales y en todas aquellas que se fueron incorporando al área de propiedad social. Las ocupaciones improductivas tienen el carácter de un subsidio disfrazado para ocultar la cesantía real, con la agravante de que la incorporación del personal innecesario en las empresas provoca aumentos en los costos y en los precios e introduce ineficiencias que toda la comunidad debe pagar. Estamos de acuerdo en que la desocupación es la peor injusticia para los hombres y mujeres que desean trabajar y están en condiciones de hacerlo. Pero la manera de resolver esta injusticia en forma permanente y económicamente beneficiosa radica en aumentar las oportunidades de trabajo para la población, sobre la base de una mayor inversión o de un uso selectivo de recursos que dé preferencia a la utilización de mano de obra en aquellos casos en que el interés del país así lo aconseje.
Por lo tanto, la disminución de las inversiones ocurrida en 1971, como también la producida en 1972, constituye un atentado en contra de los trabajadores y de las posibilidades de crecimiento del país en el futuro.
El Gobierno es el que dispone de la mayor parte de los recursos que se destinan a la inversión (más del 70%). Esto ha tenido mayor importancia en la actualidad, ya que, según las propias autoridades del Gobierno, una de las razones para formar el área de propiedad social ha sido la de traspasar a la propiedad y gestión del Estado aquellas empresas que generaban un mayor excedente.
En consecuencia, la responsabilidad de la disminución de la inversión y de la limitación que esto implica para dar nuevas ocupaciones, recae exclusivamente en las autoridades gubernamentales, las cuales han reducido los excedentes que antes se producían en el sector público y han transformado en empresas deficitarias las que anteriormente producían utilidades que beneficiaban a sus antiguos propietarios capitalistas.
La inflación y la escasez.
Realmente extraña que un Presidente de la República, al dar cuenta del estado de la nación, omita uno de los problemas más dramáticos que pueden afectar a un pueblo o apenas haga referencia a él. En su mensaje habla de que es grave, pero no analiza las causas que pueden haberlo producido ni los remedios que se aplicarán para terminar con el mal que nos azota. Se limita a la posición más cómoda y dice que hay inflación y escasez, pero que ello es de responsabilidad del imperialismo, de la sedición, de la Oposición, etcétera. Parece que el señor Allende viviera en otro mundo y no recordara que el 4 de noviembre de 1970 fue elegido Presidente de la República para administrar y conducir el país, y no para buscar excusas infundadas o tratar de traspasar la responsabilidad plena que le cabe en la crisis a otros sectores que no tienen en sus manos el manejo de la economía de la nación.
Al 31 de diciembre de 1972, la inflación alcanzó en la historia del país una cifra record: 163%. Recuerdo que el ex Ministro señor Zorrilla, al criticar mi gestión económica en la Administración del ex Presidente Frei mediante la Exposición de la Hacienda Pública hecha en noviembre de 1970, se espantaba de que en el sexenio correspondiente se hubiera producido una inflación promedio de 25%, lo cual, según él, nos colocaba entre los países más miserables del mundo, junto a
Vietnam del Sur. Me gustaría saber cuál es la opinión del señor Zorrilla, la del Partido Comunista y de la Unidad Popular ahora, cuando Chile ha alcanzado una inflación que no es superada por ningún país: duplica o triplica la del más miserable, ya que entre abril de 1972 y abril de 1973 alcanza a más de 200%.
¿Qué le puede esperar a un país cuando los precios suben todas las semanas, e incluso todos los días? En la historia de la economía, se conoce la crisis alemana de los años 20 cuando las dueñas de casa llenaban las canastas con billetes que luego cambiaban por unos pocos productos que no llenaban la mitad de las mismas. Los reajustes fueron primero anuales, luego semestrales, después mensuales, y terminaron siendo diarios. ¿Es éste el camino que la Unidad Popular nos tiene señalado para llegar al idílico futuro marxista?
Si la inflación es destructiva de por sí de la economía de un país y por ello se la denomina el cáncer de los pueblos, el caso se torna más dramático cuando se plantea como una inflación desabastecida, que es precisamente el cuadro que viven hoy los chilenos.
El desabastecimiento comenzó ya en el año 1971 con algunos productos, especialmente carnes. En aquel entonces se señaló por los Ministros responsables que la causa de la escasez era que los sectores que tenían refrigeradores acaparaban dichos productos. La Democracia Cristiana advirtió que la razón dada era un engaño y que la verdadera causa del desabastecimiento radicaba en la falta de inversión, en la caída de la producción, en la inflación contenida, en la tendencia de la población, ante la incertidumbre económica, de ir al consumo y eliminar el ahorro. En reiteradas oportunidades expresamos, sin que fuéramos escuchados, que el país era conducido inexorablemente por la Unidad Popular a la peor crisis de la historia. Se nos contestó en los términos consabidos: la campaña del terror, la sedición, el fascismo, la CIA, el imperialismo, etcétera.
El año 1972, que para la Unidad Popular constituía el período en que se iban a invertir los excedentes acumulados, en que habría abundancia y en que terminaría la inflación, resultó ser el año de la verdad, pues la población empezó a conocer la verdadera magnitud de la catástrofe. La inflación se disparó a términos jamás conocidos, y la escasez se generalizó a todo tipo de productos: alimentos, vestuarios, materiales de construcción, repuestos para maquinarias y vehículos, neumáticos, combustibles, medicamentos, televisores, línea blanca, artículos electrodomésticos, etcétera. Falta de todo. Sólo sobran palabras y explicaciones.
Efectivamente, el Gobierno no se ha quedado corto en explicaciones, Y en esto ha sido un artista el Partido Comunista, Se dijo primero que las cosas faltaban porque los que vivían en el Barrio Alto las acaparaban en los refrigeradores; pero no pudieron seguir con esa burda explicación cuando empezaron a faltar los materiales de construcción, los neumáticos, los repuestos, los televisores, porque resultaba muy difícil meter esos elementos dentro de un refrigerador. Luego dijeron que lo que pasaba era que los chilenos tenían mucho dinero, y que por eso la demanda excesiva impedía un abastecimiento pleno. En parte, al principio podían tener algo de razón, y respecto de algunos artículos, ya que por la inflación desatada la gente tiende a gastar todo, incluso los ahorros. Además, el trabajador había recibido incrementos importantes de salarios en 1971. Pero todo eso perdió validez, pues, como se comprobará más adelante, la redistribución del ingreso se ha hecho sal y agua con la inflación y a esta fecha es regresiva. Se aprovechó la desgraciada demanda de la Kennecott para tratar de tapar el desastre y se culminó con el paro de octubre, que es el gran mentolatum para excusar toda su irresponsabilidad e incapacidad, que son las verdaderas causas del desastre económico.
El PresidenteAllende gasta parte importante de su exposición económica en este mismo tipo de excusas, pero donde resulta realmente inaceptable su argumentación, más aún por tratarse de un Presidente, es cuando señala que el desabastecimiento se produce porque antes de su Gobierno se racionaban los salarios, de modo que no había necesidad de racionar los productos. Según él ahora la población ha recibido incrementos en sus ingresos de tal magnitud que hacen imposible satisfacer su demanda.
¡Qué absurdo y qué carencia de fundamento! ¿No sabe el PresidenteAllende que hoy el sector trabajador recibe menos ingresos que en 1970, porque la inflación de 200% ha hecho que los sueldos y salarios hayan perdido su poder adquisitivo? ¿No sabe el señor Allende que los alimentos en los dos años en que gobierna habían subido hasta el mes de febrero de 1973 en más de 426%, según un informe del MAPU? ¿Cree el PresidenteAllende como lo afirmó un Senador de su Gobierno que el aceite falta hoy porque la población no le echaba aceite a la ensalada en el Gobierno anterior, y que sólo ahora consume ese vital alimento? ¿Cree que la población antes no consumía azúcar y que sólo ahora, en su Gobierno, le echa azúcar al té? ¿Cree el señor Allende que antes las micros y camiones andaban sin neumáticos, y que sólo ahora, en su Gobierno, los usan y, por eso, hay escasez de ellos? ¿Será efectivo que antes la gente no consumía gas licuado y que sólo lo hacen hoy los trabajadores por don y gracia de la Unidad Popular? No, señor Presidente de la República. El único responsable del desabastecimiento de los artículos más esenciales es usted y la Unidad Popular, porque, como se ha demostrado en los capítulos anteriores de mi exposición, durante su Gobierno ha caído la producción en términos tales, que existe 5% menos de bienes y servicios que Ofrecer a la población en el año 1972; que la producción industrial ha caído en el segundo semestre de 1972, con relación al mismo período de 1971, en más de 9,9%; que la producción agropecuaria, en los dos años y medio de su desgobierno, ha bajado en más de 20%; que la minería y combustibles, en el primer trimestre de 1973, disminuyó en más de 4%; que para 1973 nuestra balanza de pagos es deficitaria de 700 millones de dólares; que se han farreado las reservas internacionales en más de 450 millones de dólares, recursos que habrían permitido paliar en parte la escasez; que la inversión ha caído en cerca de 20%. Todas estas causas, más la inflación de 200% con tendencia a aumentar a fines de 1973 a cerca de 300%, traen como consecuencia el desabastecimiento y el mercado negro y, en definitiva, la desesperación de un pueblo con consecuencias que pueden ser imprevisibles.
Mercado negro.
Chile está viviendo la experiencia de un país devastado por una guerra, o la de los pueblos que han sido sometidos a las dictaduras marxistas. El mercado negro es algo que está siempre presente en los pueblos de la órbita socialista, a pesar de los cincuenta años de régimen, como en el caso de la Unión Soviética. Cuba es el caso más cercano a Chile, pero con profundas diferencias. Y creo conveniente relatar su historia para ver cómo se asemeja a Chile en este aspecto.
Derrotado el ejército de Batista, Castro procedió a desmantelar el poder económico privado y a estatificar las grandes empresas, contando con amplio apoyo popular en las ciudades, pero con indiferencia en los campos. La burguesía y los inversionistas extranjeros abandonaron el país y Estados Unidos estableció el bloqueo económico. Castro contó con el poder político total. En el primer año mostró rápido progreso económico gracias a las reservas de la economía. La producción de azúcar subió de 6 millones de toneladas a 6,8 millones. En el tercer año bajó, sin embargo, a 4,8 millones y luego a 3,8 millones, o sea, a un nivel de 60% del promedio anterior. Lo mismo sucedió con el resto de la agricultura, a pesar de los desesperados esfuerzos de Fidel Castro, a tal punto que fue necesario establecer un estricto racionamiento y combatir el mercado negro.
En el tercer año de la revolución, cada persona recibía no más de 3/4 de libra de carne a la semana por lo menos allá recibían esta cuota, porque aquí no recibimos nada, 8 huevos al mes, 1/4 de libra de fréjoles por semana, 6 libras de arroz por mes, 1 libra de aceite semanal/etcétera. Se racionó la ropa, los zapatos, el jabón, pasta dentífrica, etcétera. La balanza comercial cayó de 38 millones de dólares de superávit, en 1960, a 170 millones de dólares de déficit en 1962. El endeudamiento con los países socialistas totalizó 357 millones de dólares en los primeros años. Desde 1959 no se ha importado ningún nuevo automóvil para uso privado. La gasolina se encuentra racionada, pero no se ha podido evitar su mercado negro. Paul Sweezy señala en su obra que antes del racionamiento cualquiera que tuviera un automóvil podía ir al campo y suplementar su ración comprando gasolina a los campesinos a un precio considerablemente más alto. Este tráfico se ha visto reducido, pero de ninguna manera eliminado.
En 1968, para evitar el mercado negro, se requisaron todos los bares, tiendas pequeñas y puestos de comestibles que aún quedaban y que vendían aproximadamente 30% del consumo. Se requisaron almacenes, carnicerías, verdulerías, mercerías, librerías, lavanderías, peluquerías, zapaterías, garajes, hoteles, en fin, todo tipo de establecimiento mediano o pequeño, con el pretexto de combatir el mercado negro. Solamente quedan algunos pequeños propietarios agrícolas, taxistas y camioneros como exponentes de la actividad privada. Sobre estos últimos dijo Fidel Castro: Su situación como propietarios privados no puede durar más que sus vehículos, todos los cuales son previos a la revolución y, por lo tanto, tienen una esperanza de vida muy limitada.
¿Esto es lo que se pretende imponer a los chilenos con la economía de guerra anunciada por el Gobierno? ¿Caída de la producción, hambre generalizada, racionamiento, mercado negro, inflación y, en definitiva, pérdida de las libertades públicas, como ha sucedido en todos los países dominados por el socialismo totalitario?
La experiencia indica que, a pesar de las sanciones más drásticas impuestas en los países de la órbita comunista, que han llegado hasta el fusilamiento, no se ha podido eliminar jamás los mercados negros cuando existe escasez o cuando el racionamiento impuesto ha sido insuficiente para satisfacer las necesidades de las familias.
Parece increíble que el Gobierno de la Unidad Popular haya incurrido, uno a uno, en los errores cometidos en las otras experiencias de transición al socialismo. Y ahora pretende agregar un error más a su ya extensa lista: el racionamiento.
El Gobierno es el único responsable del mercado negro y entre sus adeptos deben encontrarse quienes lo fomentan y aprovechan. En la actualidad tiene en su mano la distribución monopólica o casi monopólica de casi todos los productos alimenticios: carnes por medio de SOCOAGRO; pollos, por ENAVI; aceite, arroz, fideos, conservas, leche industrializada, té, café y azúcar, a través de DINAC y otras distribuidoras estatificadas. Controla, además, la distribución de materiales de construcción, la línea blanca, textiles, cigarrillos, televisores, repuestos para vehículos (ENARA). Son precisamente estos productos, por coincidencia, los que faltan y sólo se consiguen en el mercado negro pagando cinco o más veces el precio oficial.
Debiera hacerse un juicio público para determinar quiénes son los jerarcas del régimen que aprovechan esta inmoralidad.
Perspectivas para 1973.
En esta parte nos interesa destacar en forma resumida algunos aspectos que tendrán influencia en el curso de 1973 en relación con la inflación y el desabastecimiento.
Uno de los problemas más grave que deberá enfrentar el país es el de la alimentación de su población. El Gobierno ha hecho pronósticos extraordinariamente optimistas, aunque ellos reflejan el fracaso de la política gubernamental en materia agrícola. En efecto, se ha estimado que la producción agropecuaria aumentaría, en 1973, 4% en relación con la que existía en 1970. O sea, que en este año no habría más productos agrícolas por personas que los que hubo en 1970.
El Departamento Técnico del Partido Demócrata Cristiano estima, sobre la base de información detallada de áreas sembradas y rendimiento, y de la existencia de productos agropecuarios, que la producción disminuirá en 20% en relación con la de 1970. O sea, que cada chileno dispondrá en este año de la cuarta parte o menos de los alimentos que generaba la tierra chilena en dicho año.
Si nuestras estimaciones sobre superficie no cultivada resultaran correctas, esto significaría que se estarían perdiendo oportunidades de trabajo para aproximadamente 30.000 trabajadores en labores directas del campo.
La disminución de la producción agropecuaria traerá como consecuencia la necesidad de aumentar aún más la importación de alimentos. El propio Gobierno ya ha reconocido que se deberán importar productos de origen agropecuario por una suma de 477 millones de dólares. De acuerdo con nuestras estimaciones, estas importaciones subirían a 680 millones de dólares aproximadamente. Esta cifra se ha obtenido utilizando la información sobre demanda estimada hecha por el Gobierno, la que, comparada con nuestra estimación de producción interna, indica el déficit que debería cubrirse con importaciones.
El país no tiene recursos en moneda extranjera para enfrentar este volumen de importaciones, pero aun cuando los tuviera o recibiera préstamos externos, tampoco podría realizar esas importaciones, porque la infraestructura nacional puertos, bodegas, medios de transporte no está adecuada para enfrentar semejante catástrofe.
Hemos visto que las inversiones se han reducido y que no hay márgenes significativos por utilizar de la capacidad instalada. Por lo tanto, no ha habido expansión de nuestra capacidad productiva, y la ineficiencia en el manejo de las empresas que ya han demostrado los interventores del Gobierno, nos hace temer una baja de productividad, lo que llevaría al país a una reducción de su producción en una proporción mayor que la experimentada en 1972.
Por otra parte, el presupuesto fiscal aprobado alcanza a la suma de 135.000 millones de escudos, aproximadamente. Además, se descansa de nuevo en las emisiones del Banco Central para financiar el déficit.
Pongo especial énfasis en las cifras que entregaré en seguida. Quisiera ser desmentido, dada la gravedad que ellas implican.
El déficit fiscal para 1973 bordeará los cien mil millones de escudos que, sumados al déficit de las empresas del área social, ascenderá a doscientos mil millones de escudos. El incremento de la cantidad de dinero, para cubrir la suma de doscientos mil millones de escudos, mediante emisiones o préstamos del Banco Central a empresas del área social, se traduce, de acuerdo con informes proporcionados por nuestro Departamento Técnico, en una presión inflacionaria equivalente a 400%.
Conclusión.
Del análisis precedente debemos concluir que el país ha sufrido los efectos desastrosos de la aplicación de una política económica insensata y diabólica. Insensata, porque nadie podía esperar que imprimiendo más billetes, aumentando los gastos en forma indiscriminada, manteniendo precios artificiales, fomentando la anarquía y la indisciplina en, la producción, despilfarrando las divisas acumuladas con esfuerzo y voluntad patrióticos, paralizando las inversiones, etcétera, podría lograrse la tierra prometida que habían ofrecido quienes han demostrado, en la práctica, que sólo son eficaces como agitadores demagógicos. Diabólica, porque sería lógico suponer que los políticos y técnicos de la Unidad Popular tenían un mínimo de sentido común como para darse cuenta de que la aplicación integral de su plan llevaría a la destrucción de las bases de sustentación de la economía chilena. En este caso, la coherencia o explicación del plan de la Unidad Popular está en el propósito de destrucción. En este sentido, han cumplido en buena parte con sus propósitos. El plan diabólico tampoco fue bien diseñado, ya que después de destruir necesitaban contar con todo el control administrativo, político y policial para imponer su conocido y ya desgastado esquema.
Como resultado de la aplicación de este plan insensato y diabólico, quedó el desastre económico sin precedentes que hoy presenciamos.