Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión ordinaria N° 5
- Celebrada el 17 de junio de 1970
- Legislatura Ordinaria año 1970
Índice
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El señor
Solicito el asentimiento unánime de la Sala para que se pueda rendir el homenaje propuesto.
Acordado.
Tiene la palabra el señor Olivares.
El señor
Señor Presidente, debo referirme, en esta oportunidad, a un hecho que ha consternado a todos los chilenos de corazón bien puesto y que, en mi caso personal, como dirigente obrero y Presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, me ha herido profundamente, el cual, además, ha llenado de indignación a los trabajadores que tengo la honra de representar.
Se trata del vil y sangriento asesinato del periodista chileno Elmo Catalán Aviles y de la dirigente estudiantil Jenny Koeller, quienes, después de ser torturados bárbaramente y de sufrir toda clase de tropelías que escapan a la mentalidad, no ya de personas civilizadas, sino a la de seres primitivos, fueron muertos y arrojados a un río.
Los trabajadores del cobre hemos sentido el desaparecimiento de este periodista, no sólo por el hecho y las circunstancias que rodearon su muerte, sino porque fue uno de los nuestros, un miembro más de esta gran familia que es la Confederación de Trabajadores del Cobre. Su trayectoria desde su puesto como director del periódico "COBRE" y como jefe de Relaciones Públicas de la Confederación de Trabajadores del Cobre, estuvo siempre regida por principios que denotaban su intransigencia con todo aquello que significara explotación; el robo organizado y legalizado de nuestras principales riquezas mineras y del trabajo de los chilenos; la defensa de los trabajadores; y la creación de conciencia sobre la urgente necesidad de lograr un Chile nuevo, en que la clase trabajadora fuera la dueña absoluta de su propio destino.
No olvidamos que, desde la trinchera de "COBRE" y de la Confederación, su pluma veraz y certera denunció, una y otra vez, la desacertada política de los gobiernos de turno en materia cuprera, lo que lo llevó a ser procesado y detenido por esta actitud que lo retrataba como un hombre íntegro, de ideas progresistas y dispuesto siempre a jugarse entero, incluso con su vida, en defensa de los trabajadores.
En su paso por la Confederación de Trabajadores del Cobre no fue un funcionario más, sino más bien un trabajador más de esa inmensa familia cuprera, un guía, un líder, que llevó, en cada oportunidad, un mensaje de alivio en el dolor, de rebeldía ante la represión y de creación de conciencia en la lucha diaria.
Su jornada de trabajo no tenía ni hora de comienzo ni de finalización. Recordamos ahora los momentos de enfrentamiento con la policía, cuando la represión arreciaba en los días en que se debatían los convenios del cobre, primero, y en los días de la huelga de "El Teniente" de la masacre de "El Salvador", después.
El, con responsabilidad ejemplar, no eludió la acción de la policía y valerosamente aceptó y tomó bajo sus hombros tareas que a un profesional no le correspondían.
Sus escritos como periodista, como escritor, su actitud moral de amigo y compañero dejan la huella indeleble de un revolucionario valiente y consecuente, de un hombre quizás de pocas palabras, pero sí decidido a actuar. Un hombre de ideales firmes, principios sólidos y resuelta acción.
Allí está su actitud consecuente, limpia y desinteresada en la huelga de Pizarreño, con su olla común, en la huelga bancaria, en las bravas jornadas de lucha del Cuero y Calzado; allí están sus denuncias valerosas y crudas en contra del imperialismo, en sus libros "La Encrucijada del Cobre" y "El Fierro, Despreciada Viga Maestra"; allí está su tesis de grado: "La Prensa: un instrumento de presión", y allí está, coronándolo todo, su lucha sacrificada y valerosa por la liberación de los pueblos latinoamericanos, por la cual ofrendó su vida.
Su juventud, su paso por las salitreras, su vida originada en la humildad le dieron el calor humano; el conocimiento real de privaciones y superación de ellas, su capacidad creadora, su firmeza moral, le dieron el temple y fortaleza que poseen contados hombres, cualidades que supo poner todas ellas al servicio de su pueblo y de su clase.
Su reconocido talento y el conocimiento profundo de la sociedad latinoamericana en su múltiples facetas: económica, humana, política, militar y técnica, le auguraban un pasar cómodo, al que renunció; prefirió enriquecerse en la lucha y morir por sus ideales, morir por su clase y por el hombre latinoamericano.
Rindo, pues, señor Presidente, personalmente y en nombre de la Brigada Socialista, este póstumo homenaje al compañero Elmo Catalán Aviles, periodista que supo encauzar su vida hacia ese gran ideal que es la liberación de la gran patria latinoamericana, siguiendo el ejemplo iluminador del "Che Guevara", y entregando su vida para el logro de la independencia definitiva de América Latina del imperialismo voraz y sanguinario y del capitalismo explotador, creando al hombre nuevo, ideales por los cuales tantos hombres han caído y seguirán haciéndolo hasta la victoria completa.
Rindo también un homenaje de respeto y admiración a toda esa noble juventud que, día a día, sacrifica noblemente su vida, su comodidad y su porvenir por la liberación de los pueblos de América Latina y del mundo. Caiga sobre la oscura y tenebrosa C. I. A. este nuevo crimen contra todo lo digno y humano, contra el futuro libre, digno y noble de los hombres del mundo. Pido, finalmente, señor Presidente, que recabe el asentimiento de la Cámara para que se envíen notas de condolencia a los familiares del periodista desaparecido, compañero Elmo Catalán Aviles, y a la Confederación de los Trabajadores del Cobre, que también lo contó entre los suyos.
He dicho.