Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 72
- Celebrada el 05 de septiembre de 1973
- Legislatura Ordinaria año 1973
Índice
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Señor
No es corriente que un intento de interpretación del papel de nuestros institutos armados se realice en esta alta Corporación.
Diversos acontecimientos y situaciones ocurridos últimamente en nuestra nación vienen preocupando a la ciudadanía desde diferentes ángulos. Uno de ellos provocó el llamado a sesión a la Comisión de Defensa Nacional del Senado el día jueves de la semana pasada, con invitaciones al Ministro del ramo, a los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, a los tres Subsecretarios y a los miembros de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados. En esa reunión, que fue pública, se planteó la opinión que a cada una de las corrientes políticas de nuestro país le merece la situación concreta que se expuso en dicho organismo y, además, el juicio que tiene cada cual sobre el papel de nuestras Fuerzas Armadas. En el acta de esta sesión especial se contienen las opiniones de todos los sectores allí representados.
¿Me permite, señor
Sí, señor
¿Fue secreta la referida sesión?
No, señor
Formulaba la pregunta para mi buen gobierno.
Esa sesión fue pública. Y creo que el análisis de la materia a que me quiero referir también de- be tener ese carácter.
Hice la consulta para adoptar las medidas pertinentes en caso de que dicha sesión hubiera sido secreta.
No hay problema alguno desde el punto de vista reglamentario, porque la referida sesión fue pública.
Allí decía, los distintos Senadores miembros de la citada Comisión expusieron el criterio de sus colectividades con relación al problema planteado. Naturalmente, los comunistas también expresamos nuestra opinión. Dijimos que, a nuestro juicio, las Fuerzas Armadas tienen un papel extraordinariamente importante en la vida de un país, y agregamos que Chile no escapa a esta regla, pues nuestros institutos armados, por disposición de la propia Carta Fundamental, tienen como misión básica preservar la integridad territorial del país, defender sus fronteras y velar por la seguridad nacional. Al mismo tiempo, la Constitución les asigna el papel de guardianes del Gobierno legítimamente constituido, la misión de respaldar el ejercicio del mando constitucional del
Críticas a participación de Fuerzas Armadas en el Gabinete.
Durante la polémica surgida en dicha reunión en torno de tales ideas, algunos Senadores formularon críticas en el sentido de que la participación de las Fuerzas Armadas en el Gabinete, de que el respaldo de los institutos castrenses a la acción constitucional del Gobierno implica respaldar el programa político que busca la construcción del socialismo, modificar el sistema social de nuestra nación. Según algunos Senadores que participaron en la citada reunión de la Derecha, fundamentalmente, esto significa, en el fondo, que las Fuerzas Armadas participarían para imponer dicho programa, pues si otorgan su respaldo al Gobierno constitucional que sigue este camino, en buenas cuentas están aceptando su política.
Esa argumentación lo expresamos también en aquella oportunidad nos parece especiosa, falsa. Estimamos que no corresponde ni a la realidad, ni a la función, ni a las tareas de los institutos armados.
Dijimos que por ejemplo, con igual lógica, nosotros, Oposición durante el Gobierno del señor Alessandri, podríamos haber argumentado, siendo éste y su
Los precedentes abonan nuestra posición.
Dimos un ejemplo muy claro, que repetiré. Cuando gobernó la Democracia Cristiana, se impulsó, entre otras, una ley que podríamos calificar de revolucionaria, la de Reforma Agraria, que apuntaba, como objetivo político, a la eliminación de un sistema de tenencia de la tierra el latifundio para modificar la estructura del campo. Hubo oposición fuerte y decidida de ciertos sectores a esa ley, que en algún grado se aplicó durante el Gobierno del señor
Defendimos nuestra posición expresando que nunca la Izquierda, ni en el Gobierno del señor Alessandri para no ir tan lejos ni en el del señor
Por eso, las opiniones de los Senadores de la Derecha, entregadas en aquella oportunidad en la Comisión de Defensa Nacional, nos parecieron extremadamente graves, porque esos argumentos de los parlamentarios de la Oposición estaban destinados, en el cuadro político que vive el país, a entregar un respaldo a aquellas acciones sediciosas que determinados sectores políticos de Chile vienen llevando a cabo; pero, más que nada, estaban destinados al interior de las Fuerzas Armadas, pretendiendo, mediante tales argumentos, dar algún tipo de respaldo a una posible deliberación que pudiera producirse en nuestros institutos armados.
En la reunión que comento, el
Como se verá, nuestra argumentación estuvo dirigida y orientada a reconocer como efectivamente válidas las disposiciones de la Carta Fundamental y el acatamiento de las normas constitucionales por parte de los institutos castrenses. También estuvieron dirigidas a expresar que es un deber constitucional de las Fuerzas Armadas chilenas respetar y respaldar al Gobierno constitucional, independientemente de la ideología que éste sustente o de los objetivos políticos que persiga, así como también haciendo abstracción del Gobierno que sea.
He formulado estas observaciones con relación al debate habido en la Comisión de Defensa Nacional, porque, a mi juicio, las opiniones que allí emitimos dejan en claro nuestro criterio respecto de este delicado problema. Sin embargo, el respeto expresado por nosotros a las instituciones armadas, nuestro respaldo a la verticalidad del mando y a la estructura institucional de cada una de sus ramas y, como señalamos, nuestro apoyo irrestricto a lo que ha constituido una norma de nuestros institutos castrenses con relación al acatamiento de sus deberes constitucionales, no nos impiden analizar algunos problemas relativos a hechos que, por lo menos, afectan a una de las ramas de nuestra defensa nacional; problemas que son de público conocimiento y que, en la práctica, en la actualidad están sometidos al debate público, en el que participan diversos personeros políticos y la prensa en general.
Por respeto a los institutos armados, nosotros siempre hemos tenido cuidado de no inmiscuirnos en las cuestiones que les son propias, que les son privativas. Pero es evidente que existe determinado tipo de asuntos respecto de los cuales es indispensable dar una opinión, expresar un pensamiento, como es el caso del problema que comentaré, que, repito, está en el debate de la opinión pública nacional y que merece realmente la preocupación del Senado en este caso, con el objeto de que, en resguardo de la propia institución armada a que me refiero, la Marina, se esclarezcan los hechos y de que éstos y el debate producido no sirvan al empeño de quienes pretenden enturbiar las aguas del proceso político que estamos viviendo.
Me refiero a un problema ocurrido en la Armada y denominado comúnmente la subversión de la marinería, o de parte de la marinería o de un grupo de marinos, tanto en Valparaíso como en Talcahuano, concretamente en ASMAR.
Se han formulado diversas declaraciones públicas al respecto. Los propios afectados, algunos de los marinos detenidos, han expresado que ellos acudieron a diversas personalidades para dar cuenta de lo que, a su juicio, constituía el desarrollo de un intento de subversión en la Marina, orientado hacia un golpe de Estado. Repito: algunos de los marinos detenidos dijeron que ellos, gente de tropa, contrarios a la orientación que veían que se desarrollaba en la Armada, dieron cuenta de esto a algunas personalidades.
Esa gente de tropa ha manifestado que en determinadas unidades más adelante seré mucho más concreto se les daban conferencias por parte de ciertos oficiales, sus jefes, en las que les explicaban que el Gobierno marxista debía ser derrocado. Los marinos detenidos han declarado que su delito fue oponerse a esta prédica y expresar su adhesión al papel constitucional de las Fuerzas Armadas. Como se sabe, se los ha acusado de insubordinación. Según sus propias declaraciones leeré algunas de ellas; son también públicas, se los ha torturado a fin de lograr determinado tipo de confesiones que interesarían a los oficiales que cometieron con ellos tales castigos, y para conseguir, además, mediante ese expediente, que los marinos impliquen a dirigentes populares y a determinados jefes de partidos políticos.
Por intermedio del Comandante en Jefe de la Primera Zonal Naval en esa fecha, Contralmirante don Daniel Arellano, la Armada ha puntualizado al respecto lo siguiente:
Con el objeto de informar a la opinión pública, se comunica que se instruye en el Juzgado Naval de Valparaíso la causa rol 3.926 en que se investigan diversos hechos ocurridos en la base naval de Talcahuano, y en buques de la Escuadra, y en el que aparece involucrado personal de la Armada. Este proceso se inició a requerimiento del Poder Ejecutivo de conformidad con lo establecido en el artículo 26 de la Ley 12.927 sobre Seguridad Interior del Estado.
A continuación, da a conocer la nómina de todos los detenidos. Es bastante larga y no le daré lectura, pero pido incluirla en el texto de mi intervención para completar los antecedentes.
Oportunamente se recabará el acuerdo de la Sala para la inserción solicitada por el señor Senador.
La nómina cuya inserción se acuerda con posterioridad es la siguiente:
En el referido proceso han sido encargados reos por existir presunciones fundadas en sus contra el siguiente personal en Valparaíso: cabo segundo Juan Roldán Belmar; marinero primero, Ernesto Zúñiga Vergara; cabo segundo, Pedro Lagos Carrasco; marinero primero, Sergio Fuentes Paredes; marinero primero, Ricardo Salazar Jeldres; sargento segundo, Juan Cárdenas Villablanca; cabo segundo, Alberto Salazar Briceño; marinero primero, Oscar Carvajal Gallardo; cabo segundo, Pedro Pablo Blafet Castro; marinero primero, Bernardo Flores Valdebenito; marinero primero, David Valderrama Opazo; marinero primero, Luis Ayala Herrera; marinero primero, Claudio Espinoza Torrecilla; marinero primero, Carlos Alberto Ortega Ojeda, marinero primero, José Manuel Velásquez Muñoz; marinero primero; Rodolfo Claros Córdova; marinero primero, Luis Eduardo Rojo Gaete; cabo segundo, Teodosio Cifuentes Rebolledo; marinero primero, Mario Mendoza Jara; marinero primero, Roberto Fuentes Fuentes; marinero primero, Juan Manuel Segovia Arrué; cabo segundo, Sebastián Ibarra Vallejos; cabo segundo, José Lagos Améstica y marinero primero, Juan Dotte Bravo.
En Talcahuano: cabo primero, Maximiliano Domínguez Moreno; cabo segundo, Uribaldo Aresteh Rodríguez; empleado particular, Luis Alberto Jaramillo Astudillo; marinero primero, Juan Arturo. Maldonado Alvear; marinero primero, Juan Carlos Montecinos Urzúa; marinero primero, Bernardo Carvajal Sepúlveda; cabo segundo, Santiago Enrique Rojas Campos; marinero primero, Jaime. León Valladares Contreras; cabo primero, Aurelio Aravena González; marinero primero, Mario Cordero Cedraschi; marinero primero, Silverio Lagos Muñoz; cabo segundo, Antonio Ruiz Uribe; marinero primero, Carlos García Herrera; marinero primero, Guillermo Castillo Esquivél; marinero primero, René Alejandro Rojas Trincado; operarios: Tomás Matus Poblete, Ramón González Larenas, Sergio Villar Veloso, Carlos González Mejías, Víctor Reiman Campos y Oscar Estay Díaz; obreros: Daniel Marinado Orellana y Manuel Ramos Martínez y marinero primero, Víctor Alamiro López Zambrano.
Después de dar la lista de los detenidos, la declaración de la Armada dice así:
Los procesados dedujeron recurso de apelación ante el Tribunal de Alzada respectivo.
A su vez, es necesario hacer presente que se encuentran prófugas diversas personas que también aparecerían comprometidas en estos hechos.
El personal de la Armada se encuentra en prisión preventiva en los establecimientos navales al efecto, ya que por encontrarse en servicio, no procede dicha prisión en la Cárcel Pública, y ninguno de ellos se encuentra incomunicado en la actualidad.
Los abogados que patrocinan a los reos de esta causa han contado y cuentan con todas las facilidades inherentes al ejercicio profesional, situación que les fue ratificada personalmente en una entrevista que sostuvieron encabezados por el abogado don Emilio Contador con el juez naval de Valparaíso.
Con motivo de diversas informaciones publicadas en qué se formulan cargos a la institución, procede manifestar que lo que corresponde es que ellos sean deducidos por los conductos legales pertinentes en forma concreta; en lugar de efectuarlos por los medios de difusión a la opinión pública, en forma antojadiza y deformando los hechos o efectuando cargos infundados con el objeto de confundir a la opinión pública y desviar el objetivo que se persigue del esclarecimiento total de los hechos acaecidos.
La declaración es del sábado 25 de agosto.
He querido leerla porque en distintos órganos de prensa se han formulado denuncias muy concretas y que, por la gravedad que ellas encierran, nosotros hemos querido señalar aquí.
¿Me permite, señor
Ha terminado el tiempo del Comité Unido. Su Señoría puede continuar en el del Comité Comunista.
En la revista Chile - Hoy del 31 de agosto se publica una entrevista del periodista Alvaro Rojas, corresponsal de esa revista en Concepción, al Sargento Cárdenas y al Cabo Lagos, los dos marinos detenidos y procesados.
En la publicación se señala que en estos momentos el Sargento Juan Cárdenas Villablanca, de 37 años, se encuentra recluido en el Fuerte Silva Palma de Valparaíso, acusado, junto a otros 47 marineros y civiles que trabajaban en ASMAR, del delito de sedición o motín. En seguida, aparecen las preguntas del periodista y las respectivas respuestas del marino, las cuales leeré textualmente:
Ch. H.: ¿Cuándo fue detenido y en qué circunstancias?
J. F. C.: Fui detenido el seis de agosto, a las tres de la madrugada, en el Blanco Encalada, aquí en Valparaíso. Me condujeron a la Escuela de Infantería de Marina de Las Salinas (Regimiento Miller) en Viña del Mar. Allí comenzaron a flagelarme y torturarme durante todo el resto de la noche (desde las tres hasta las ocho o nueve de la mañana del día seis).
Ch. H.: ¿Qué tipo de flagelación sufrió?
J. F. C.: Me colgaron de una cruz de madera con las manos y los brazos amarrados con cordeles. Es difícil explicar. Estaba así (abre las manos y piernas)... me pusieron como en cruz, pero con las piernas tan abiertas que la intención que tenían era de rajarme. Allí comenzaron a golpearme en todo el cuerpo, especialmente los genitales.
Me llevaban con la consigna de declarar todo lo que ellos me habían dicho que dijera. A todo esto, yo no había dicho nada. En esa entrevista con el fiscal me limité a señalar que había sido flagelado nuevamente. Me decían que no había cumplido con las instrucciones que me habían dado para que me declarara culpable. Desde ese día no me dejaron dormir. Cada quince minutos me despertaban para darme algunos golpes, así estuve toda la noche del domingo.
Ch. H.: ¿Quiénes eran los que lo flagelaban?
J. F. C.: Todos eran oficiales del cuerpo de infantes de marina.
C. H.: ¿No había soldados? J. F. C.: No, soldados, no.
Ch. H.: ¿Qué ocurrió el lunes 13?
J. F. C.: Me llevaron ante el fiscal Jiménez para carearme con otros marineros. Dije solamente que nos oponíamos al golpe de Estado y que no secundaríamos a nadie que lo intentara. Volví a insistir en que había sido flagelado y que quedara constancia en el proceso de mis declaraciones. El fiscal se negó. Le dije que no necesitaba probar que había sido flagelado ya que él podía ver las señales en mi cuerpo y en el de los otros marineros. También le dije que a esta altura ya mi cuerpo no resistía más y que intentaría suicidarme si las flagelaciones seguían y que estaba recibiendo golpes nada más que en la cabeza. El fiscal sólo me cambió el lugar de detención.
A todo esto, en Talcahuano los trabajadores estaban agitados. El Comando Comunal se entrevistó el domingo con el Almirante Paredes, y éste le manifestó: en la Armada no se tortura a nadie. Al parecer, el Almirante no había sido informado de la forma en que fueron tratados los marinos en la misma base naval. Los abogados, por su parte, iniciaban los contactos posibles para lograr hablar con sus defendidos, hasta que gracias a la presión de masas lograron hacerlo.
Continúa Cárdenas: El lunes en la noche me siguieron dando junto con los otros. Esa noche me sacaron a unos allanamientos a casas (se trata del allanamiento al departamento de los hermanos Vergara en el centro de Concepción); querían que yo reconociera a esos muchachos, niños diría yo. Me negué, porque no los había visto en mi vida y porque vi que eran muy jóvenes, tendrían unos 16 o 17 años. Incluso me carearon con ellos.
El martes al mediodía fui conducido nuevamente a la Fiscalía Naval. El fiscal ordenó que me llevaran a la Isla Quinquina.
A esa altura, ya Cárdenas se había transformado en una pieza fundamental para el juicio.
Después me aplicaron corriente eléctrica. Nadie me interrogaba. La corriente era más o menos alta, con los estremecimientos que me produjo me zafé un brazo (el izquierdo).
Ch. H.: ¿Y después?
J. F. C.: Cuando vieron que estaba mal me bajaron, me vendaron los ojos y me metieron en un ataúd.
Ch. H.: ¿En un ataúd?
J. F. C.: Sí, en un ataúd. Lo vi, porque antes que me pusieran la venda en los ojos estaba puesto en el piso. Una vez dentro me hicieron rodar por una pendiente. Me amenazaron de muerte y me decían que no querían gastar una bala en un m… como yo. Después de eso me tomaron de los pies y me metieron en un pozo, que al parecer era séptico por el olor. Allí me sostenían hasta que no podía respirar. Al salir del pozo por tercera o cuarta vez me desmayé. Me hicieron levantar a puntapiés:
Ch. H.: ¿Quiénes lo flagelaban?
J. F. C.: Oficiales. Cuando vi todo esto supuse que con vida no salía de ésta, así que me saqué la venda de los ojos y vi como 20 infantes de marina que cuidaban el lugar. Al ver que me saqué la venda me golpearon de tal manera que perdí el conocimiento por cuatro horas a lo menos. Me di cuenta que había pasado tanto tiempo porque ya estaba oscuro cuando desperté (cuando me saqué la venda estaba claro y cuando desperté era de noche). Apenas volví en mí comenzaron a golpearme otra vez, especialmente con patadas en la cabeza, porque ya no tenía lugar del cuerpo dónde me pudieran pegar. Luego rae colgaron otra vez en la cruz y me aplicaron la electricidad. Al mediodía del día seis trajeron a Blasert y Lagos, quienes fueron sometidos al mismo tratamiento. A ellos lograron hacerles firmar documentos que decían que el líder del movimiento subversivo era yo.
Ch. H.: ¿Cuánto tiempo estuvo usted en Las Salinas?
J. F. C.: Desde las tres de la mañana del lunes seis, hasta tarde en la noche del mismo día.
Ch. H.: ¿Cuándo lo sacaron de allí?
J. F. C.: En la noche del mismo día nos llevaron a Silva Palma. Muchos marineros que puedo mencionar y que están dispuestos a declarar en mi favor, me vieron ingresar en pésimas condiciones al cuartel. La idea de los oficiales era escarmentar con nosotros a todos los que se oponen al golpe en la Armada.
Ch. H.: ¿Qué pasó en la Armada?
J. F. C.: Me llevaron a la enfermería, el enfermero al verme, dijo: yo no me meto en este forro, este hombre debe ser visto por un médico, me niego a atenderlo. Tampoco quiso atender a Blasert y Lagos, insistió en que él no se metería en ese forro. A pesar de que el enfermero se negó a atendernos, el encargado de la prisión no nos quiso llevar al Hospital Naval para evitar la difusión de los hechos.
También me sometieron a una tortura que consiste en ponerlo a uno en el filo de una banca, de espaldas y comenzar a cargarlo por la cabeza y los pies, como un balancín. Sentía que se me molía la columna vertebral.
Ch. H.: ¿Qué pasó al día siguiente?
J. F. C.: Fui conducido ante un oficial de apellido Bilbao de grado de comandante. Este era el fiscal administrativo. Me dijo, entre otras cosas, algunas que no olvidaré nunca: en el caso de un golpe de Estado, no va a quedar vivo ningún líder de izquierda.
Ch. H.: Luego, ¿qué pasó?
J. F. C.: Desde el martes 7 hasta el viernes 10, a las 21 horas, fui mantenido en el Silva Palma. Todos los días me sacaban del lugar para someterme a torturas que no detallo, porque consistían más o menos en lo mismo que he relatado. El mismo viernes, a las 21 horas, y en forma muy sigilosa, me sacaron del cuartel custodiado por numerosos infantes de marina, armados como para combate. También viajaban conmigo los otros tres detenidos, nos llevaron a Carriel Sur, en Concepción, en avión. Cuando llegamos nos subieron a un jeep grande, nos hicieron tendernos en el piso de a tres, luego hicieron tenderse a otros tres encima nuestro, boca abajo y cruzados con nosotros. Luego pusieron otros dos encima de la ruma. Finalmente, se sentaron encima unos doce cosacos. Fuimos conducidos a un campamento de los infantes de marina que queda cerca del fuerte Borgoño. Cuando nos bajaron comenzaron a golpearnos de inmediato. El detenido Pedro Lagos quedó con traumatismo encéfalo craneano y perdió el conocimiento. A un marinero de apellido Salazar le reventaron los oídos. Fuimos sumergidos en un charco de mugre. Éramos pateados durante las flagelaciones. El artillero Salazar ubicó a uno de los flageladores, llamado Luis Guerrero. Pedro Lagos ubicó a otro, cuyo sobrenombre es Cara de pato. A un hombre de la Escuela de Ingeniería le fueron voladas las muelas a patadas con encías y todo (este hombre quedó posteriormente en libertad por falta de méritos).
Ch. H.: ¿Quién dirigía las operaciones?
J. F. C.: El capitán Koeller. Nos arengaba por las supuestas irregularidades del Gobierno.
Es necesario señalar que el viernes los abogados de Cárdenas ya habían intentado hablar con él y que había sido negado sistemáticamente el permiso por el fiscal.
Ch. H.: ¿Qué ocurrió después?
J. F. C.: En la tarde del sábado me llevaron en andas a declarar ante el fiscal Jiménez.
La presión civil y las torturas asustaron a los mandos Medios de la Armada, que no quisieron que el Sargento Cárdenas fuera visto, ya que éste nombraba los estragos causados por las sesiones de flagelaciones y torturas a que fue sometido. Por ello fue enviado a la Isla Quiriquina.
Ch. H.: ¿Recuerda otros detalles?
J. F. C.: El Capitán Koeller me dio numerosas ocasiones para que me fugara. Así podían matarme. Una vez estaba sentado y solo. Pensé inmediatamente en la posibilidad de huir, me contuve cuando vi entre unas ramas a unos soldados con una ametralladora. Entre ellos estaba el Capitán Koeller.
Es necesario aclarar que Koeller es el mismo que llevó las tropas a allanar, COSAF en Penco y MARCO CHILENA.
El viernes 17, cerca de las seis de la tarde fuimos sacados, continúa Cárdenas, hacia Carriel Sur. Desde allí nos llevaron al cuartel Silva Palma, en Valparaíso. Allí me incomunicaron de inmediato.
Durante las sesiones de ablandamiento un Capitán de Fragata, jefe de la Inteligencia Naval en Talcahuano, nos arengó diciendo que no tomáramos abogados políticos y que la misma Armada nos pondría abogados para que nos defendieran. En Valparaíso me sacaron radiografías de todo el cuerpo. Desde ese momento me sometieron a un tratamiento intensivo para deshincharme y para borrar las huellas de las torturas. Me doparon a punta de inyecciones. El brazo zafado me lo debe haber arreglado un médico, porque cuando desperté una noche estaba vendado.
Señor Presidente, las declaraciones del Sargento Cárdenas, a las cuales he dado lectura textualmente, se complementan con las declaraciones, también textuales, del Cabo Lagos, quien cuenta la odisea vivida por él, más o menos en los mismos términos que Cárdenas. Por eso, no quisiera leerlas en esta misma Sala sobre todo por razones de tiempo. Como lo dicho por el Cabo Lagos es muy breve, solicitaré que se incluya en esta parte de mi intervención.
Oportunamente se solicitará el acuerdo de la Sala para la inserción solicitada por el señor Senador.
La inserción que se acuerda con posterioridad es la siguiente:
Fui detenido habla el Cabo Lagos el 6 de agosto, a las 22 horas. Me llevaron en avión a Carriel Sur (aeropuerto en Concepción), allí nos bajaron a todos los detenidos y nos hicieron subir a un camión. Nos obligaron a tendernos sobre la plataforma del vehículo en fila. Cruzados sobre nosotros colocaron a otros marineros. Encima se sentaron doce infantes de marina. Nos llevaron a un campo, de prisioneros en el fuerte Borgoño. Allí estaban unos infantes de marina del Regimiento Lynch, de Iquique. Yo los conocí porque los había visto antes. Ellos se portaron bien con nosotros. Primero nos hicieron desnudarnos. Eran las 23 horas y hacía frío en Talcahuano. Nos echaron a una especie de poza o piscina con agua barrosa y sucia. Después que nos sacaron de allí y nos hubieron pegado bastante, nos llevaron hacia unas garitas de madera que hay allí y nos siguieron golpeando.
Allí nos daban ocasión de fugarnos para darnos un tiro por la espalda, según decían. Nos amenazaban de muerte. Nos decían que si nos poníamos rebeldes nos traerían a las mujeres para escarmentar en ellas nuestras culpas. Allí estaban Cárdenas, Salazar, Carvajal y Cisternas. Todos fuimos golpeados y flagelados. Nos apuntaban con los fusiles en la cabeza. En esto, yo me caí y le salpiqué con barro la bota a un Teniente. Este me obligó, a que se la limpiara con la lengua. Tenía la boca llena de sangre y por eso escupí. Me dieron con el cañón del fusil en el cuello hasta que perdí el conocimiento. Cuando desperté me estaban haciendo masajes. Me volvieron a pegar y cuando volví a escupir me hicieron el tirabuzón. (Esta tortura consiste en que cuatro sujetos toman a la víctima por cada extremidad y lo tuercen por el medio del cuerpo hasta que pierde el aliento). Había cinco infantes de marina y un Teniente primero que ordenaba todo. Me volví a desmayar. Me dijeron que no me iban a dejar vivo. Yo vi cuando castigaban al Sargento Cárdenas de la misma forma como lo hacían conmigo. Había un camión con los focos encendidos y a esa luz nos mostraban fotos de personas y nos exigían que dijéramos cuándo nos reunimos con ellas.
Reconocía a Carlos Altamirano y Miguel Henríquez, a los otros no los conocí. Después nos llevaron a la oficina de un Teniente, donde había otros siete oficiales. Allí nos obligaban a decir que íbamos a bombardear Las Salinas, el Regimiento de Infantería de Marina Müller. Nos obligaban a decir que íbamos a bombardear la Escuela Naval. Yo les dije que cómo se les podía ocurrir, cuando mis padres viven por ahí cerquita de la Escuela Naval. Después nos llevaron a un local, donde nos dieron sacos de dormir. No pude dormir y me orinaba durante toda la noche sin darme cuenta. A las 8 nos sacaron a trotar al patio. Un soldado de infantería de marina nos sacó. Ese nos trató bien. Gracias a las quejas del marino Carvajal (tenía los oídos reventados) nos llevaron a la enfermería. Allí me dieron calmantes hasta dejarme dopado totalmente. Me seguía orinando solo. Durante toda la noche nos despertaban para saber si seguíamos vivos. Nos preguntaban el nombre, la edad, el domicilio, el grado, el buque en que servíamos y otros datos. Toda la noche lo mismo.
Un Suboficial me reconoció y me fue a ver en la noche (es de infantería de marina). Nos sacaron y nos llevaron ante el fiscal (se trata de Fernando Jiménez Larraín, fiscal naval de Talcahuano). Cuando llegué ahí me tuvieron que ayudar a sentarme, porque no me las podía solo. Allí había un Capitán que me enterraba el dedo por la espalda para recordarme lo que tenía que decir al fiscal.
Luego nos sacaron para la Casa del Deportista y cuando pasábamos por entre los marineros y los infantes de marina algunos lloraban. Hubo mucha gente que se portó muy bien con nosotros. Deseo señalar que todo lo que declaré en la Fiscalía fue bajo presión y por las torturas a que fui sometido.
Quiero señalar respecto de esta misma materia que la esposa del Sargento Cárdenas también ha formulado declaraciones. El periodista le pregunta:
¿Qué es lo que sabe de él?
Ella responde:
Lo que sé es que como continuamente estaban llamando a la tropa en las unidades de la Armada a la sedición, al golpe de Estado, arengando al personal, él, en algunas ocasiones, me manifestó que no estaba de acuerdo con esto; que él no podía enfrentarse contra el pueblo e involucrarse en un golpe de Estado.
En seguida el periodista pide a la mujer de Cárdenas leo un poco más adelante la entrevista si ella tiene algunos antecedentes que entregar. Entonces la esposa de este marinero que está detenido señala:
Bueno, yo tengo una lista de todas las denuncias que he proporcionado y que van a aparecer en una declaración pública. Por ejemplo, el lunes 23 de julio, a las 15.30 horas, en el Centro de Abastecimiento Naval, el Capitán Martiniano Parra, arengó al personal del Centro de Abastecimiento, en contra del Gobierno y de la Izquierda, y terminó su perorata con una incitación abierta a la tropa para obedecer a sus jefes para dar un golpe de Estado. Estaba presente en esa reunión con el Comandante Parra, el Teniente de oficialidad de mar, Muñoz, y el Capitán Moller, el secretario del FiscalFernando Jiménez, de Talcahuano. Además, incitaciones golpistas en la Escuela de Grumetes, desde el 29 de junio, o sea, del tanquetazo. El Teniente segundo Jaime Olavarrieta se dedicó a arengar a la tropa y hacer agitación pro fascista en el interior de la Escuela de Grumetes, en la Isla Quinquina. El tema predilecto era la necesidad de derrocar al Gobierno constitucional y vengarse reprimiendo al pueblo y a la Izquierda. Incitaciones también golpistas en el Hospital Naval. A contar de esa misma fecha, el Teniente Julio Meneses, que es enfermero jefe del Hospital Naval, arengó casi diariamente al personal del hospital llamando a un golpe de Estado. Además se persigue allí al personal de izquierda que pueden ellos identificar con algún color político y tratan de que se le expulse del trabajo a la gente teniendo ellos la desvergüenza de acusarlos ante el Almirante por hacer política en el hospital, cuando son ellos precisamente los que han hecho política y no la gente que se encuentra detenida. Así, que pomo usted ve, es bien claro el asunto, no hay por donde equivocarse. Son ellos los que estaban promoviendo un golpe de Estado y ahora se lo achacan a la gente de tropa.
Pregunta: ¿Qué posibilidades de defensa existe para esa gente que está detenida?
Responde la señora: Ahora estamos tratando nosotros de que llegue asistencia legal a ellos. Que puedan los abogados defenderlos y ver de qué se les acusa. Pero hace dos días, en Talcahuano al menos, ha sido totalmente imposible. Se les ha impedido a los abogados ejercer la profesión. Han tenido que recurrir al Colegio de Abogados, a la prensa, a la radio. Ha habido que hacer una serie de cosas, incluso interceder ante el Fiscal por medio de la Iglesia para que puedan entrevistarse los abogados con los detenidos y además para que los familiares les puedan pasar algo, siquiera la ropa mínima que necesitan adentro, ya que las ropas que tenían están totalmente destrozadas.
Estas declaraciones de la esposa de uno de los detenidos se complementan, diría yo, con las crónicas y entrevistas que han aparecido en estos días en la prensa.
En la lectura de este tipo de documentos, quiero dar a conocer seguidamente lo que uno de los abogados de los detenidos señala, también en una publicación, que dice:
El detalle completo de las flagelaciones lo tuvimos, por último dice el abogado Pedro Henríquez, de Concepción, cuando logramos ya entrevistarnos con ocho de los detenidos quienes nos dieron la siguiente versión de este aspecto de la represión:
Se nos condujo, individualmente, al llamado Cuartel Borgoño, donde violentamente y bajo la amenaza de las armas, se nos obligó a desnudarnos completamente. Como no tuviéramos la suficiente premura, al juicio de los aprehensores, se nos propinaban puntapiés y golpes con el armamento. En seguida se nos introdujo a un lugar en que había un charco o piscina como ellos lo denominaban, formado por barro, excremento, cascajos y mugres. Allí se nos obligó a chapotear. En seguida se nos hizo pasar arrastrándonos por sobre cascajos en condiciones tales que estamos obligados a restregar brazos y piernas en los cascajos. En seguida de un largo período de esta suerte de ablandamiento, a algunos nos sujetaban de manos y piernas, apoyados contra una pared, mientras otro individuo nos golpeaba con sus puños, especialmente, en la región del estómago. A otros este mismo tratamiento fue aplicado obligándolos a permanecer con las manos y brazos apoyados en una pared y en el suelo, respectivamente, inclinados y con los miembros abiertos, posición que era aprovechada para darles de puntapiés en la boca del estómago, hasta que no soportaban más y se caían, hecho que era castigado con puntapiés donde tocara. Finalmente, éramos sumergidos en un tambor aceitero lleno de agua con barro y excrementos, inmersión que se hacía metiéndonos de cabeza y sujetándonos de los pies. Cuando estos individuos calculaban que era peligro para nuestra vida continuar la flagelación, nos retiraban, Por último, cuando estimaban que nuestra capacidad moral y física estaba quebrada, recién se nos hacían preguntas o interrogatorios. Si algo de lo contestado no les parecía suficiente o no les parecía verdadero de acuerdo con las pautas que dirigían unos oficiales, éramos nuevamente introducidos en los tarros con agua y barro para ablandarnos otro poco.
Tal es la declaración de ocho de las personas detenidas, repito, que ha aparecido en la prensa. Luego, las denuncias formuladas por la esposa del Sargento Cárdenas y por el Cabo Lagos, que pedí insertar en la parte pertinente de mi discurso, se complementan con declaraciones de otra índole, de otros abogados y de familiares de los detenidos, las que sería muy largo continuar relatando.
Señor
Nosotros dimos una opinión muy clara y muy concreta sobre nuestras Fuerzas Armadas. Pero esto dijimos no es óbice para que expresemos un juicio condenatorio y muy firme contra tales métodos. Los tiempos de la barbarie pasaron hace muchos años, y nadie tiene derecho, en un país civilizado, a actuar de esta manera. Algunos miembros de nuestro partido han conocido, en ciertas épocas no tan lejanas de nuestra historia, este tipo de represiones, y es por esto probablemente por lo que podemos hablar también ¿cómo decirlo? con conocimiento de causa, con autoridad, contra tales procedimientos. Al respecto, no sólo nosotros: la prensa ha publicado la opinión del Director de la Revista Mensaje, Monseñor Hernán Larraín Acuña.
Le preguntaron: ¿Qué opinión le merecen estas denuncias?, algunas de las cuales he leído aquí, y contestó:
Si la denuncia del abogado Pedro Henríquez es fidedigna, y presumiblemente lo es, me parece de extrema gravedad el hecho de que en la Armada se esté utilizando la tortura con el objeto de ablandar a los detenidos. La tortura, en efecto, es algo que no podemos tolerar de ninguna manera.
En ningún caso podemos aceptar la tortura. Esta ha sido condenada por la Iglesia y va contra los derechos del hombre. Torturar es vil, no sólo porque se busca humillar y hacer sufrir a otro, sino porque se busca expresamente que un hombre caiga de su nivel humano, se analice bajo el peso de refinados dolores morales y físicos, y así actúe contra su voluntad más profunda, denunciando una culpabilidad que a veces no tiene, traicionando amigos e instituciones, haciendo denuncias incluso falsas. Lo que busca el torturador es no sólo humillar y hacer sufrir al torturado física y moralmente, sino quebrantar su voluntad, forzar su litad, transformarlo en un pelele suplicante que repita lo que le dicen. Lo más tremendo es esto: la tortura hace que el hombre se deshumanice, se traicione a sí mismo, traicione todos los ideales que en su vida normal venera. Y lo que la tortura busca es precisamente que el torturado traicione estos ideales, que se hunda en la abyección.
Pregunta: ¿Qué debería hacerse en relación a estas denuncias?
Responde: Me parece que los hechos que denuncia el abogado Pedro Enríquez son graves. Creo laudable la actitud de Chile HOY de revelar estos hechos y acusar a los torturadores. Creo que debe organizarse una campaña que recuerde que la tortura está condenada en la Declaración de los Derechos del Hombre y que acabe con este abuso de un modo radical.
Se preguntó la opinión sobre este mismo problema a Radomiro Tomic:
1.- ¿Qué opinión le merecen estas denuncias? Contestó: La misión de la prensa es informar, fiscalizar, denunciar. La obligación correlativa es, obviamente, informar bien y fiscalizar y denunciar con fundamentos efectivos o por lo menos suficientemente verosímiles para el periodista y para el público. Creo que la publicación de ustedes sobre este asunto responde a esas exigencias.
2.- ¿Qué piensa de las torturas como sistema de represión?
Que son condenables moralmente; inaceptables, jurídicamente; y contraproducentes en la práctica.
3.- ¿Qué debería hacerse en relación a estas denuncias?
Obtener que cesen las torturas, como creo que ha ocurrido. Que no se repitan. Para eso, una vez hecha la denuncia, hay en las actuales circunstancias concretas de Gobierno en Chile medios mucho más eficaces que la explotación publicitaria. Son esos los canales y procedimientos que deberían usarse preferentemente.
He querido leer estas dos opiniones para que no se crea que sólo nosotros pensamos de una manera semejante.
Pero quiero señalar más. Hemos observado que, en el último tiempo, la Derecha de este país trata, por un lado, de inculpar a la Izquierda, a los sectores populares, de determinado tipo de delitos, que estarían orientados a producir indisciplina y subversión, en este caso, en la Armada, a propósito de estos mismos hechos; y, por otro lado, a descalificar a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, precisamente en busca de un golpe de Estado.
La Comisión de Defensa del Senado se reunió el jueves 30 de agosto. Pues bien, al día siguiente, viernes 31 de agosto, en el diario Tribuna, órgano oficial del Partido Nacional, se publica un editorial titulado El señor Montero, que dice:
La gestión del Almirante Montero como Comandante en Jefe de la Armada merece serias dudas y con razón está siendo cuestionada y descalificada por la ciudadanía.
Durante más de dos años ha permitido que naves extranjeras de pabellón soviético investiguen con fines militares nuestras costas y asuelen la fauna marítima de Chile. Esto, indudablemente, ha afectado seriamente la soberanía, el honor, la seguridad y la independencia del Estado.
Además, no se ha esclarecido el hecho de la concesión del puerto de Colcura, a la Unión Soviética, que también afecta nuestra soberanía.
Finalmente, el señor Montero, con muy directas y sugestivas vinculaciones con la izquierda cristiana (grupo político UTIL al Partido Comunista), ha sido pieza clave de los marxistas en su política de neutralizar las Fuerzas Armadas. Y hoy, se está llegando al extremo de amparar a los culpables de subversión en la Marina.
Después de ver al Partido Comunista testimoniar públicamente su gratitud al ex Comandante en Jefe del Ejército, por los magníficos servicios prestados por ese ex alto oficial, todo lo anterior ya no nos llama la atención.
Pero nos preocupa.
Y Chile se pregunta qué destino puede tener un país, cuando el Comandante en Jefe de la Armada es tan proclive, a colaborar con un gobierno que no oculta su intención de destruir a la Armada.
Todo indica que detrás de Sepúlveda, Magliochetti, Arellano y González, hay un cuadro mucho más inquietante.
Ese es el editorial de Tribuna, señor
Y el Senador Ibáñez, en declaraciones hechas a Las Ultimas Noticias, dice:
No entiendo la decisión del señor
Posteriormente, el señor
Mirado desde otro ángulo, tampoco se comprende el retorno del señor Montero de su condición de civil al puesto de Comandante en Jefe da la Armada. Es preciso recordar que su renuncia se originó por sus incursiones en el campo político, actitud ésta que contrarió la posición de absoluta prescindencia adoptada por la Armada como norma institucional.
Señor
El diario La Prensa, el miércoles 29 de agosto publica un editorial que titula: La Unidad Popular conspira contra la Armada. Ese diario, de propiedad del Partido Demócrata Cristiano, refleja esa misma línea.
El Mercurio, en su edición del viernes 24 de agosto, dice: Confirman extremistas detenidos:
Y así se viene desarrollando en los últimos días toda una acción delineada, planificada y fríamente orientada a producir el resquebrajamiento de la unidad institucional en la Armada del país por la Derecha, por el Partido Nacional – nazi – onal -. Y su política está orientada y dirigida a desprestigiar a los más altos mandos de la Armada para producir la indisciplina y acusar a la Izquierda de subversión dentro de la Marina, mientras procura dividir a la institución, a fin de que ésta actúe contra el Gobierno legítimamente constituido.
Señalamos tal hecho, pues, como se sabe, el Senador Altamirano y el
Ambos me atribuyen haber ordenado un complot contra la Armada y haber instruido personalmente, a algunos miembros de la Armada para promover un motín, asesinar oficiales y apoderarse de algunos barcos.
Tales imputaciones no sólo son absolutamente falsas, sino que importan una cobarde calumnia y una injuria gratuita.
Por su parte, el
¿Cuántos minutos me restan, señor
Diez minutos, señor Senador.
Pero hay más todavía. En su edición del 27 de agosto, el diario La Tercera he escogido este periódico para no citar otros informa escuetamente lo siguiente:
A las 14.45 horas de ayer, Infantes de Marina allanaron los estudios de Radio Porteña de Valparaíso en los instantes en que se transmitía un foro relacionado con el caso de los marinos detenidos por subversión en Valparaíso y Talcahuano. Dos periodistas, dos radio controladores, un abogado, la esposa de un periodista y el jefe de personal de los astilleros fueron aprehendidos por los miembros de la Armada y puestos a disposición de la Fiscalía Naval.
Según se informó desde el Puerto, los Infantes de Marina llegaron hasta el in-mueble ubicado en Plaza Justicia Nº 45 en un camión y a viva fuerza penetraron hasta el séptimo piso desde donde se transmitía el foro.
Todos los detenidos fueron puestos a disposición del Juzgado Naval de Valparaíso y después de ser interrogados quedaron en libertad alrededor de las 17 horas los dos radiocontroladores. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, el resto de los detenidos no recuperaban su libertad y continuaban en la Fiscalía Naval.
El piquete de marinos que allanó la radio Porteña, de Valparaíso, fue encabezado por el Teniente Márquez, quien no tenía orden competente para hacer lo que hizo, pero lo hizo. ¿Quién responde de esta acción? ¿Por qué se actúa de esa manera por determinados sectores o personas de la Armada?
Deseo solicitar, en nombre de mi partido, del Comité Comunista y en el mío, como miembro de la Comisión de Defensa del Senado, que se envíe un oficio al señor
Señor
También debemos manifestar que cada vez con mayor acopio de elementos destacamentos de la Marina, principalmente, y también del Ejército se están allanando industrias, utilizando procedimientos que, a mi juicio, deben ser examinados. Considero que la Comandancia en Jefe de la Armada debe fijar perentoriamente un procedimiento al cual deban ceñirse tales allanamientos, pues, como es de público conocimiento, en la Lanera Austral de Punta Arenas mataron a un obrero mientras se allanaba esa industria. En otras ocasiones, se han producidos heridos.
Cuando se busca en determinados sectores o personas, incluso dentro de las Fuerzas Armadas, producir ese tipo de enfrentamientos y de acciones entre las Fuerzas Armadas y el pueblo, la clase obrera y los trabajadores, sobre todo, creo que se pretende romper un lazo que durante muchos años se ha venido desarrollando en el país: el cariño y el afecto del pueblo y de los trabajadores por nuestras instituciones castrenses. Nuestro pueblo ve en ellas el resguardo de la soberanía de Chile y sus fronteras, y el respaldo al Gobierno legalmente constituido, y no a aquellos sectores o personas que atentan contra la seguridad de los trabajadores.
Por eso, solicito también que se oficie al señor
Al terminar mis observaciones, deseo señalar algo que estimo imperativo. Nosotros, que resguardamos la constitucionalidad de nuestras Fuerzas Armadas, que estamos por el acatamiento de ellas a las normas constitucionales, al respaldo del Gobierno legalmente constituido, deseamos que esos factores que alteran el papel fundamental que deben desarrollar nuestros institutos castrenses sean corregidos. Este es nuestro interés, porque observamos con inquietud que en el proceso político chileno lo decimos muy claramente otros sectores del país van impulsando cada vez más la participación de nuestras Fuerzas Armadas en dicho proceso. La Derecha chilena tiende a tal objetivo. Esa es su línea, su política. ¡Eso es lo que quieren! Nosotros no lo deseamos, pues estamos en un momento político crucial de nuestra historia. Algunos piensan que nos encontramos en los umbrales o casi cruzando las fronteras de la guerra civil. Nosotros no la queremos y haremos todo lo posible por evitarla, por cuanto ella significaría para nuestro pueblo, para nuestro país, para el futuro de la patria, males tremendos e inmensos. Precisamente porque estimamos que el proceso político, social y económico de Chile debe tener un desarrollo democrático y deslizarse por los carriles constitucionales lo dijimos antes, lo señalamos ahora y lo diremos también mañana, es que, con todas nuestras fuerzas, apelamos a la racionalidad de aquellos que algo tienen que ver, en grado mínimo o en gran medida, con los problemas nacionales, a fin de evitar la catástrofe que puede cernirse, que se cierne sobre nuestra patria, y que puede llegar, en la práctica y en los hechos, a nuestro país. Y no tememos por nosotros, sino por nuestra patria, por nuestro país, por el futuro de nuestro pueblo. Porque así como algunos irresponsablemente pueden reír hoy, es probable que mañana lloren lágrimas de sangre, cuando ya sea tarde, y eso no lo queremos ni siquiera para nuestros peores adversarios.
He dicho.
En nombre de Su Señoría y del Comité Comunista, se enviarán los oficios que el señor
Oportunamente haremos llegar a la Mesa una indicación por medio de la cual pedimos para publicar in extenso la intervención del Honorable señor
Por falta de quórum, esa indicación deberá quedar para el Tiempo de Votaciones de la sesión ordinaria próxima.
En cuanto a los oficios que el señor Senador, en la segunda parte de su intervención, pidió dirigir al señor
El señor