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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 3
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria año 1972
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Intervención
CARGAMENTO LLEGADO A CHILE EN AVION CUBANO.

Autores
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-

En Incidentes, el primer turno corresponde al Comité Demócrata Cristiano. Ofrezco la palabra.

Tiene la palabra el Honorable señor Prado.

El señor PRADO.-

Señor Presidente, en los últimos minutos del Orden del Día de esta sesión había solicitado que se me permitiera anunciar una breve intervención que pronunciaría en la hora de Incidentes. No pretendía invocar un privilegio, sino únicamente avisar a los sectores de Gobierno que me referiría, entre otras cosas, a un punto sobre el cual se han publicado distintos tipos de informaciones y respecto del que no existe aún un esclarecimiento suficiente. Nosotros atribuimos gravedad al hecho al que me referiré, y por eso pensé que sería mejor que los Senadores de Gobierno tuvieran la oportunidad de intervenir en el debate, ya que después del tiempo que corresponde a nuestro Comité, dispone de varios minutos el Comité Comunista. En consecuencia, los sectores oficialistas tenían oportunidad de responder.

Me refiero a la situación planteada con motivo de la descarga de mercaderías en Pudahuel desde un avión cubano, suceso sobre el cual no ha habido respuesta, declaración ni aclaración alguna de parte del Gobierno.

Debo manifestar que pensaba intervenir la semana pasada sobre este tema, para entregar a la opinión pública y al Senado nuevos antecedentes que considero importantes. Lamentablemente, por la clausura de la legislatura extraordinaria, no pude hacerlo.

Pensé que la urgencia en la investigación requería un conocimiento inmediato de la Corte Suprema, para que pudiera resolver acerca de la designación de un Ministro en visita; pero, examinando y observando la situación política imperante en Santiago durante los últimos días de la semana anterior, tuve dudas acerca del correcto sentido que podría darse a mi intervención, sobre todo cuando esos días fueron posiblemente críticos. Por lo menos, aparecían como días de convulsiones y temores internos. Así lo advirtió la opinión pública, así lo sintió Santiago, y así también se supo en el resto del país. Por esa razón no hice antes mi exposición.

Pues bien, ahora deseo entregar nuevos antecedentes, porque me parece que, lejos de desmentirse la denuncia que me correspondió hacer en nombre de los Senadores democratacristianos el día martes 14 del mes en curso, a la luz de los antecedentes que ahora tengo nuestras presunciones resultan más graves.

Nunca he afirmado en esta Corporación que se hayan desembarcado armas desde el avión cubano, saltándose los controles aduaneros; pero lo han sostenido muchos periódicos y otros medios informativos del país, a raíz de las irregularidades cometidas en la tramitación aduanera y con motivo de las graves contradicciones en que incurrieron importantes funcionarios de Gobierno, tales como el Subsecretario del Interior, don Daniel Vergara, y el Subdirector de Investigaciones, señor Carlos Toro. También incurrieron en contradicciones medios informativos que expresan la opinión oficial, como los diarios La Nación y Ultima Hora, las que inducen a sospechar.

Si a las irregularidades que denuncié, sobre las que no ha habido ninguna declaración apta para desvanecer las sospechas, agregamos los nuevos antecedentes de que dispongo, el silencio resulta mucho más grave.

Por tal razón, entrego ahora estas informaciones, cuando el país no está sometido a las tensiones que debió soportar la semana pasada -el jueves o viernes-, cuando los rumores eran muchos y cuando una noticia dada por medio de una publicación directa de la Corte Suprema podría haberse interpretado como si la motivara el ánimo de que operara como una especie de detonante. Está muy lejos de mi ánimo y del de nuestro partido actuar de este modo en política.

¿Qué ha sucedido?

En primer término, la última información que recibimos de parte de medios informativos oficialistas fue proporcionada por el diario La Nación, que en una edición que leí la semana antepasada en el Senado expresó que el supuesto contrabando de armas, de metralletas, que se decía contenían los bultos que llegaron en el avión cubano y que se transportaron a las patrulleras de Investigaciones directamente, sin pasar por la Aduana, no era tal, sino que se trataba de cuadros cubanos que venían de la Isla para ser exhibidos en una exposición. Esta fue la última versión que recibimos. Anteriormente hubo otras, como la del Subdirector de Investigaciones, quien dijo que se trataba de un cargamento de ron y otros regalos, que venían como equipaje, pero no precisó a quién pertenecía el equipaje. Por su parte, el Subsecretario del Interior, don Daniel Vergara, restó toda importancia al asunto y expresó, varios días después de haberse descargado los bultos -la descarga se produjo el sábado 11 entre las 3 y las 5 de la tarde-, que no sabía nada al respecto. Dio a entender que no existía tal descarga. Finalmente el diario Ultima Hora y la radio Portales, perteneciente al Partido Socialista, proporcionaron versiones contradictorias, manifestando que se trataba del equipaje usual de pasajeros, y que éste había sido revisado por la Aduana en forma normal.

Yo he sido informado de que la situación real fue la siguiente:

En primer lugar, confirman tales informaciones lo que expresé la semana antepasada: que llegó un importante número de bultos en un avión cubano. En segundo término, señalan que los bultos fueron descargados directamente desde el avión cubano a camionetas de Investigaciones, concretamente a tres vehículos de este servicio, que entraron a la losa desde el recinto exterior, llegando hasta el lado mismo del avión cubano. En los momentos en que esto se producía, el funcionario de Aduanas encargado de la losa opuso resistencia a permitir ese tipo de transporte y de desaduanamiento, porque representa una transgresión abierta a las disposiciones de la Ordenanza General de Aduanas. Este texto legal y sus reglamentos establecen que toda mercadería que venga en una aeronave o nave debe ser entregada por la compañía transportadora directamente al Servicio de Aduanas para su revisión. No hay excepción alguna. A] revés, todo el articulado del derecho aduanero se basa en esta obligación fundamental, que permite al Servicio de Aduanas, que está encargado del control de las fronteras, ejercer una función que también se establece perentoriamente en la legislación aduanera, cuya transgresión puede implicar delito de contrabando, en algunos casos, o de fraude, en otros.

Resulta que, frente a la resistencia del funcionario encargado de la losa, se hizo presente en ésta, según se me ha informado, el Director de Investigaciones, señor Eduardo Paredes, quien exigió la salida inmediata de las mercaderías en los vehículos del servicio que dirige.

Quiero dar una explicación entre paréntesis.

En casos como éste, se habilitan distintas secciones para recibir los aviones: la que se llama sección losa, donde distintos funcionarios custodian la losa misma del aeropuerto, y que se sitúan al lado de la aeronave; la sección bodega, que tiene tuición sobre la losa; y la sección revisión, que en este caso contaba con trece revisores designados para ese turno. Además, la línea aérea designa una comisión completa de funcionarios para recibir el avión.

Pues bien, frente a la resistencia que opuso el funcionario de Aduana, se llamó a la losa al jefe de revisión, el vista señor Manuel Sepúlveda, quien, en un entredicho con el Director de Investigaciones, expresó que él no admitía la salida de mercaderías en los términos requeridos por éste, lo que demoró aproximadamente una hora la permanencia de los vehículos de Investigaciones al lado del avión. Como el señor Sepúlveda, responsable del cumplimiento de las disposiciones aduaneras, no autorizaba la salida de los bultos, se hizo presente en la losa misma del aeropuerto el Ministro del Interior, don Hernán del Canto. Debo declarar que, según mis informaciones, los bultos salieron sin revisión porque el señor Ministro se hizo responsable ante el funcionario aduanero de que salieran en esas condiciones.

Me parece que, frente a estos hechos, que son graves -ni un Director de Investigaciones ni un Ministro de Estado, que en este caso era el propio Jefe del Gabinete, pueden en materias de esta naturaleza usar de su intervención personal, aunque pretendieran hacerlo a título privado-, resulta' realmente extraño que se haga presente en la losa en que está el avión el señor Ministro del Interior, y que sea él precisamente quien, por encima del funcionario que pretendía cumplir con la ley, obtenga en definitiva que salga del recinto determinado número de bultos, cargados en vehículos de la policía civil; y que el país no sepa ni haya sabido hasta ahora cuál era el contenido de aquéllos ni qué documentos fundamentales amparaban ese irregular desaduanamiento y despacho de mercaderías.

Aún más, debo expresar que me llama la atención otro hecho: la ausencia muy extraña de informaciones de la prensa tanto respecto de la circunstancia de que el Director de Investigaciones, Eduardo Paredes, venía de regreso en ese avión desde Cuba, lo que no aparece en ningún diario oficialista, como de la concurrencia del señor Ministro del Interior al aeropuerto.

En efecto, he revisado toda la prensa anterior al sábado 11 de marzo y también los diarios posteriores a esa fecha.

En ningún periódico de Gobierno se menciona que en el avión viajara el Director de Investigaciones y tampoco se ha dicho nunca expresamente que la mercadería correspondiera al equipaje acompañado de ese funcionario. Hasta hoy no se ha dado noticia alguna al respecto.

La presencia del señor Ministro del Interior en la losa y su intervención dentro del recinto de la zona primaria, con el funcionario responsable del desaduana- miento, no aparece citada ni mencionada en parte alguna. Y, según el señor Subsecretario del Interior, nada ocurrió, él no sabía nada. Después dijo que encargaría a Investigaciones averiguar qué sucedió y de qué se trataba.

Se trataba de un cargamento importante. Algunos presumen que contenía armas. Yo no lo presumo. Lo repito, pues no deseo que haya una mala interpretación sobre la materia. Pero el Subsecretario del Interior no sabía que el Ministro del ramo, Jefe del Gabinete, tuvo que intervenir, después de haber fallado la participación del Director de Investigaciones, para que saliera esa mercadería cargada en vehículos, directamente desde el avión, transgrediendo con ello disposiciones legales.

Me parece extrañísimo que esto no se hubiera sabido, no se hubiera anunciado ni informado. Y más extraño me parece que, encontrándonos a 29 de marzo, aún no se haya emitido declaración alguna, no obstante que hicimos la denuncia respectiva ante el Senado, solicitamos a la Contraloría General de la República la designación de inspectores, y a la Corte Suprema el nombramiento de un Ministro en visita.

Debo expresar que, según mis informaciones, la presencia y la intervención del Ministro del Interior constituyen hechos reconocidos por los funcionarios en el sumario administrativo que instruye la Contraloría, porque no podían silenciarse ni acallarse, ya que es imposible que en ese recinto, donde laboran más de veinte funcionarios aduaneros e intervienen ocho o diez funcionarios de la Línea Aérea Nacional, los que recibieron al avión cubano, además de] Supervisor de Aeropuerto dependiente de la Dirección de Aeronáutica, que debe haber atendido al Ministro; donde interviene el Departamento de Extranjería y Policía Internacional de Investigaciones, y en que carabineros custodian el recinto, pase inadvertido un suceso como el que comento.

Por lo tanto, encuentro raro, extraño, que un Ministro que el día de ayer denunciaba un complot contra el Gobierno, el asalto a La Moneda, actúe de esa manera. ¿Cómo puede ser admisible y bueno para la salud política del país que el Jefe del Gabinete no proporcione una explicación, desde el 11 de marzo hasta hoy, día 29, en circunstancias de que no se ha acusado directamente a nadie? Sólo se dio la información.

Yo me enteré de lo sucedido hace varios días, como acabo de decirlo, y me abstuve de comentarlo la semana antepasada porque no quería que fuera un factor más en el clima imperante en esos momentos. Pero todo ello me confirma la extraordinaria irregularidad de esa descarga de mercadería.

No cabe duda de que hubo irregularidad. La hubo, porque la descarga directa constituye una clara transgresión a disposiciones de una ley que está en vigencia, que obliga a la compañía a entregar directamente la mercadería al Servicio de Aduanas. Hay transgresión por el acceso al recinto de los vehículos de Investigaciones y la carga directa a esos vehículos. Y hay una transgresión mucho mayor en la presión ejercida por parte de un Ministro, porque alguien que inviste tal categoría no ingresa a la losa a hablar con funcionarios para que se actúe en esa forma sin que me asista el derecho de calificar de presión directa su intervención. Dicha presión habría tenido el propósito de lograr la salida del recinto aduanero de la mercadería, sin sujetarse a una revisión, vale decir, al control del personal que, de acuerdo con la ley, debe practicarlo.

Considero de gravedad estos hechos porque pueden constituir distintos tipos de infracciones. En un caso determinado, pueden conformar una simple infracción civil, pero la falta de control puede llegar a constituir un delito, cualquiera que sea la naturaleza de la mercadería; no sólo si se tratara de armas, y no presumo que necesariamente en este caso lo fuera. Que saiga del recinto sin revisión cualquier mercadería afecta a derechos, respecto de la cual han intervenido funcionarios, si bien es cierto que no constituye contrabando, porque para ello se requiere un elemento esencial: la clandestinidad, -si hay participación de personal aduanero, aunque sea bajo presión, no hay clandestinidad, actuó el servicio-, podría llegar a constituir el delito de fraude aduanero.

Debo también manifestar que ya quedó suficientemente aclarado que los cuadros de la exposición cubana, de artistas de esa nacionalidad, de los que se habló para pretender irresponsablemente, con cierta mofa, tender una cortina de humo sobre la situación denunciada, constituían un cargamento muy distinto. Tengo aquí en mi poder copia de los documentos en que aparecen los bultos que llegaron consignados a la Embajada de Cuba.

Se trata de cuadros que ingresaron liberados de derechos, como es natural, y que nada tienen que ver con el asunto en cuestión. De modo que ni el diario La Nación ni quienes hicieron las declaraciones oficiales tendientes a confundir ambos hechos, tenían derecho a usar tal argumento. Esos cuadros llegaron, sí, en el mismo avión, procedentes de La Habana, y según el manifiesto N^ 1.328, de 11 de marzo de 1972, de la Compañía Cubana de Aviación, estaban consignados como carga diplomática destinada a la Embajada de Cuba en Santiago de Chile. Los

manifiestos-guías correspondientes de la nave son los signados con los números 21.306, 20.942 y 20.981.

Siendo así, los otros bultos debían de figurar como equipaje del señor Director de Investigaciones, que viajaba en el avión como pasajero con algunos de sus parientes, y probablemente la glosa respectiva era la de efectos personales. Si ese cargamento era de efectos personales, no podía ser ninguna de las cosas que dijeron los personeros de Gobierno, ni siquiera ron cubano, porque no existe mercadería alguna que pueda entrar al país sin pagar derechos; y si se trataba de regalos insignificantes y pequeños, no se justificaba poner en juego ni al Director de Investigaciones ni, menos, al señor Ministro del Interior.

Estoy enterado de que los bultos no llegaron al recinto de revisión. Es decir, fueron cargados directamente a los vehículos, como consecuencia de la presión ejercida en los términos que he indicado, y ni antes ni después pasaron por la sala de revisión.

Naturalmente, no tengo en mi poder los documentos originales, porque se encuentran en la Contraloría General de la República, organismo que está instruyendo los sumarios correspondientes. En todo caso, al terminar mis palabras, me corresponde expresar que la Excelentísima Corte Suprema ha comunicado al Senado que, en virtud de los primeros antecedentes que le fueron enviados, no se deducían hechos que pudieran pesquisarse, de oficio, como delito, y que, en consecuencia, no da lugar a la designación de un Ministro en visita, como tribunal especial, para que se aboque al conocimiento de la materia.

Considero que, frente a los nuevos y graves antecedentes que he dado a conocer, corresponde oficiar a la Corte Suprema para que, sobre la base de ellos, se sirva someter nuevamente al Pleno el acuerdo anterior, para que se designe un Ministro en visita que conozca de todos los hechos a que me he referido.

El señor REYES.-

Pido que se envíe el oficio a nombre del Comité Demócrata Cristiano.

Se anuncia el envío del oficio solicitado, en nombre del Comité Demócrata Cristiano, de conformidad al Reglamento.

El señor PRADO.-

Deseo también decir unas palabras con relación a los funcionarios del Servicio de Aduanas para levantar el cargo de su posible responsabilidad, en la que seguramente están incurriendo. Si la Contraloría está instruyendo el sumario, verificará el grado de cumplimiento que ellos dieron a las disposiciones de control y revisión. Y aunque, en un momento determinado, logre establecerse que el funcionario aduanero jefe de revisión autorizó la salida y puso el visto bueno a los documentos porque se lo pidió, bajo su responsabilidad, un Ministro de Estado, que -más aún-, es Jefe del Gabinete, ello no lo eximirá de responsabilidad en mi opinión, de acuerdo con las normas de la Ordenanza.

Por supuesto, ello no nos permitirá saber tampoco cuál era el contenido de los bultos.

Deseo expresar que dicho personal, al que conozco porque he sido abogado de ese Servicio, está injustamente comprometido en esta situación; que puede llegar a ser víctima en el proceso administrativo, y me parece que no merece serlo.

He sabido que en el debate producido hoy en la Cámara de Diputados se le preguntó derechamente al Ministro del Interior si había intervenido en el asunto del avión cubano y si estuvo presente en el aeropuerto, y que el Ministro contestó que esa materia no estaba en discusión y, que, en consecuencia, se negó a dar información alguna sobre el particular.

Tales son los hechos que deseaba dar a conocer y comentar, encuadrándolos un poco en el debate que está planteado en el Senado y en la Cámara de Diputados.

Estimo que en la situación que vive Chile, en que día tras día se advierte que el clima político se torna más denso y espeso y adquiere caracteres que los democratacristianos no hemos querido ni queremos, una situación al parecer de inevitable y violento enfrentamiento entre fuerzas políticas, cabe preguntarse quién es el primero en tener el deber de ser claro frente al país. Sin duda, es quien tiene el poder político en sus manos: el Gobierno.

Como Presidente de mi partido, me correspondió tal vez decir lo mismo, porque era mi deber, cuando conversaba con el Presidente Frei en momentos muy duros para el país. Ello motivó, con pleno acuerdo del Gobierno, algunas medidas tan importantes como, por ejemplo, la designación de un hombre de armas en la Dirección del Servicio de Investigaciones, cuando las fuerzas políticas que aspiraban a la Presidencia de la República por medio del entonces Senadordon Salvador Allende tenían dudas sobre el manejo de dicho servicio. Se nombró a un ex militar, a fin de que no hubiera ninguna duda moral al respecto.

Yo acuso a la Unidad Popular y acuso a Hernán del Canto, Jefe del Gabinete, por su actitud absolutamente disconforme con los que el país espera en cuanto a un profundo, total y nítido esclarecimiento de numerosos hechos. El que hoy he señalado es un incidente entre muchos otros hechos. No me cabe duda de que en el país hay gente que tiene interés en romper la normalidad democrática de Chile.

No me cabe duda de que hay influencias foráneas en Chile. Se han mencionado varias veces aquí y, a mi juicio, las hay, y las hubo antes de que el Congreso Nacional designara Presidente a don Salvador Allende, porque no fue elegido por el pueblo, sino designado por el Congreso Pleno, por el Congreso Nacional, cuya vigencia se desconoce ahora tan fácilmente por propios personeros de Gobierno. ,

Estoy cierto de que puede haber en el país gente irresponsable que no ha meditado suficientemente y que cree que la solución para este clima, donde no hay armonía ni se produce el diálogo, donde hay tantos capítulos de fundamentales disprepancias, como lo es, por ejemplo, la reforma constitucional sobre las tres áreas de la economía, consiste simplemente en una quiebra de la democracia y de la convivencia democrática. Si hay sectores de ultraderecha -no estoy necesariamente hablando del Partido Nacional, porque sería injusto que lo hiciera-, sean o no militantes de partidos políticos, que tienen esa clase de pretensiones, estoy seguro de que no han pensado qué hay tras ellas. Fácilmente se pretende comprometer el nombre de las Fuerzas Armadas o de grupos de ellas, y me parece que éste es un pensamiento inmaduro. Comprometer de algún modo a las Fuerzas Armadas significa perderlas para siempre en su papel profesional, rector de los valores supremos de Chile. Detrás de eso no hay más que un gran vacío. Quienes tal cosa pretenden no han pensado en lo que vendría después. En Chile nadie ha meditado en un cuadro como ése, que, por desgracia, es común, ordinario, cotidiano, en otros países; no en el nuestro. Pero no quiero negar otro hecho que, a mi juicio, tiene más importancia y frente al cual, en mi opinión, pierde algo de vigencia esta denuncia de un complot que ha hecho en estos días el Gobierno. ¿Quiénes complotan contra el Gobierno? Los que quieren que termine el régimen, los que quieren quebrar la vigencia de un Gobierno, los que quieren que el país se rija por un nuevo sistema.

Tal vez exista esa ultraderecha. Pero hemos visto últimamente desarrollarse en otro sector todo un proceso, no inventado, publicado en documentos del Partido Socialista, avalado por personeros del Partido Socialista y por personeros del MIR, en documentos editados en revistas chilenas por el MIR.

Quise anunciar mi intervención con el propósito de que estuvieran presentes algunos señores Senadores que pudieran hacerse cargo de alguna manera de estos hechos, en su tiempo, por supuesto. Expreso estas ideas porque entiendo que el riesgo de la quiebra del régimen vigente en Chile, de normal convivencia pacífica entre los chilenos, es inminente o más inminente desde la ultraizquierda que desde otros sectores. ¿Por qué digo esto? Porque de ello me han convencido los argumentos que sectores de la ultraizquierda están exponiendo, pues dicen, de un modo que quiero expresar gráficamente, que ya el fracaso del Gobierno de Allende, dentro del marco democrático, está decretado; que el Gobierno de Allende, manteniéndose dentro del esquema democrático, no hará la revolución -lo he leído en documentos-, y que, por lo tanto, fracasada esta vía que denuncian a cada rato, es necesario, a su juicio, abrir otra: la del enfrentamiento.

Esta es una tesis yo diría respetable, si la juzgo objetivamente, ya que por lógica ha tenido que nacer en la mente de quienes preconizan ese camino, dar paso a otro sistema. Porque, de lo contrario, ¿qué ocurrirá? Lo que le ocurrirá a la Unidad Popular dentro de pocos meses será consecuencia de lo que sus propios componentes están acusando en su autocrítica actual. Están fracasando, pierden el favor y el respaldo popular, medidos por los instrumentos y mecanismos democráticos. Los perderán de un modo institucional en las próximas elecciones de marzo de 1973. Cuando el pueblo decrete el fracaso de un Gobierno que dice o pretende gobernar en su nombre, ese fracaso será realmente el término del Gobierno.

Creo, en consecuencia, que proceden con lógica esos sectores de la ultraizquierda. Desde su punto de vista, resulta mucho más racional e inteligente, antes de que el pueblo decrete el fracaso del Gobierno, abrir un camino de conmoción y enfrentamiento que les permita edificar una nueva plataforma desde la cual puedan argumentar que fueron impedidos de plantear su esquema de socialismo y de que se coaligaron todas las fuerzas a fin de que tal experiencia no se verificara. Y desde ahí, partir a cualquier precio, sin duda al de muchas víctimas, hacia una nueva etapa que, por supuesto, no será nunca más la de los partidos políticos, del diálogo, de la democracia, de la libre convivencia.

Por esa razón, repito, he querido destacar estos riesgos, que la Democracia Cristiana no quiere, porque desea llegar a las elecciones de marzo. Por ningún motivo quiere que nadie, de la ultraizquierda o de la ultraderecha, impida la realización de esos comicios. No estaba presente el Senador nacional que ingresa en estos momentos a este recinto cuando señalé expresamente que tal expresión mía no se refería al Partido Nacional, sino a personas que en sí tienen un propósito distinto, que militan en movimientos de otra clase, que atentan contra la autoridad y que han perdido la fe en la vía democrática,

De ahí que haya señalado a quienes, cuando esto ocurre, deben ser los primeros en dar examen público, con diligencia, para esclarecer situaciones en las que está puesta en duda y en tela de juicio la actuación de funcionarios tan importantes como el Ministro del Interior o el Director de Investigaciones. No se puede, responder con el silencio.

Mi aporte de nuevos antecedentes y la petición que he formulado para que la Corte Suprema investigue estos hechos, obedecen a que no quiero que nadie en Chile tenga derecho a especular. Hay un primer obligado, que es el Gobierno. Espero que la respuesta no sea tan banal y absurda como para que en algunos pasquines de Izquierda se tilde de momio al Senador que habla o a otros. Estimo que con ello no ganaríamos nada. A mí no me haría ningún daño. Probablemente, ganaría un poco de publicidad barata. Pero lo más grave es que persistiría la incógnita.

He intervenido, muy responsablemente, en nombre de los Senadores democratacristianos. Hemos esperado varios días que el país se tranquilizara un poco. Estimamos que un hecho de esta naturaleza coloca al señor Ministro del Interior en situación de responder, máxime cuando entrega antecedentes muy poco concretos acerca de un complot. Considero que en pocos días más debemos promover un debate público, a fin de que el señor Ministro concurra a esta Sala y podamos formularle algunas preguntas, porque en toda esta situación ha habido transgresión clara de disposiciones legales, y ello se ha hecho presionando a funcionarios que hoy día aparecen como víctimas.

Es cuanto quería decir sobre el particular.

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