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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 45
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1972
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Intervención Petición de oficio
PROBLEMAS DE LA ASOCIACION MINERA DE ANDACOLLO.

Autores
El señor NOEMI.-

Señor Presidente, ayer 31 de julio, encontrándome en la provincia de Coquimbo, fui llamado por algunos dirigentes de la Asociación Minera de Andacollo, que me expresaron sus deseos de hacerme saber de la existencia de un problema que afecta a los mineros de ese importante centro, y que, si no fuera por el grave peligro que encierra, y que explicaré, calificaría de curioso.

Una amenaza de toma.

Tratándose de problemas y de mineros, acepté sin titubear, y subí al mineral de Andacollo, donde fui recibido por el Presidente de la Asociación Minera, don Jaime Tapia, en unión de varios de sus colaboradores.

Por ellos supe que los miembros del sindicato de las faenas del señor Luis Zepeda, les habían informado el jueves de la semana pasada que tenían antecedentes respecto de la posible realización de una toma de la planta, mina y casa habitación de este pequeño industrial. Me agregaron que con estos antecedentes, y a fin de prevenir todas las temibles consecuencias que pudieran derivar, de hacerse realidad ese intento, la Asociación Minera había presentado una denuncia preventiva ante Carabineros, anticipándose a los hechos, haciendo ver, además, que tales propósitos debían ser impulsados por elementos extraños a las faenas, afuerinos, en razón de que los denunciantes eran, precisamente, los mismo trabajadores de la empresa.

Me hicieron ver y me demostraron que los ocultos impulsores de esta maniobra habían conseguido crear un ambiente de desconfianza, de tensión y de rumores alarmantes, imposibles de ponderar, en toda la región minera de Andacollo; ambiente que jamás antes se observó y que, por las investigaciones realizadas hasta este momento, parecía de toda evidencia ser el fruto de la acción de individuos extraños al ambiente local, porque la gente que allí vive se conoce por años y a través de familias enteras.

Perfecta unidad de criterio.

Por último, mis informantes quisieron dejar establecido que, por encima de toda consideración política o de cualquier orden, existía entre los pequeños industriales mineros y los trabajadores de sus minas, una perfecta unidad de criterio frente a la situación, especialmente en cuanto a defender sin diferencias la actividad normal y continua de las faenas, evitando toda interrupción en sus labores motivada en acciones ajenas a las mismas, por considerar que ellas son la fuente de vida económica para unos y otros. Incluso, quisieron dejar en claro que, no obstante las graves dificultades económicas en que se debate la industria extractiva y que conoce el país entero, procurarían mantener constantes sus niveles de producción, porque entienden perfectamente la importancia que esto tiene para el país.

Después de esta lata información y en consideración al alcance que parecía tener el problema, quise obtener la opinión de otros industriales, de otros dirigentes y de los propios miembros de sus organizaciones, movilizándome a diferentes lugares y faenas.

Prudencia y firmeza.

¿Qué obtuve? Lo tengo aquí a la mano y por escrito. Recibí el acuerdo adoptado por la Asociación Minera de Andacollo, organismo gremial que agrupa a todos los pequeños productores del lugar, cuyo texto, a mi juicio, representa una verdadera lección para muchos en todo el país y, acaso, una clara advertencia para muchos de los mentores afiebrados que actúan dentro de la combinación política que nos gobierna.

Veamos lo que dicen en la declaración acordada a raíz de los hechos de que doy cuenta: Frente a la creciente inquietud producida en las faenas mineras ante el solo anuncio de posibles tomas, la Asociación acuerda recurrir en primer lugar a todos los instrumentos legales disponibles para evitar todo acto destinado a entorpecer el normal desarrollo de nuestras actividades: Asimismo, dentro de la prudencia y firmeza adecuadas al caso, los mineros de Andacollo declaramos Por Unanimidad que estamos dispuestos a oponernos decididamente a todo intento de toma e, incluso, para el caso de que quienes alienten tales acciones sobrepasaran los niveles del diálogo atropellando la legalidad y de hecho nuestros derechos como trabajadores y como ciudadanos chilenos, nuestra firme decisión de impedir este tipo de acciones ilegales con todos los medios proporcionados a la agresión.

Creo que los términos de la declaración que acabo de leer son todo lo claros y explícitos, señor Presidente, como para ahorrarme toda explicación o comentario y -repito- me parece que entrañan una advertencia digna de ser meditada por muchos frivolos mentores de la violencia, la arbitrariedad y el despojo impune.

Opinión de los trabajadores.

Pero aun este testimonio, que llamaría oficial, no me pareció suficiente y, por lo contrario, por su energía y serenidad y por provenir de una entidad gremial tradicionalmente seria, desapasionada y responsable, me indujo a ahondar aún más en el problema planteado, en el deseo de pesquisar su verdadero origen y posibles objetivos finales. Para ello, recurrí directa y personalmente a los trabajadores de las diferentes faenas, y mientras recorría éstas y conversaba con aquéllos, se afirmaba en mí la convicción de que un grave peligro amenazaba a la gente de la región, peligro que en cualquier instante podría transformarse en tragedia si los ocultos y desaprensivos sembradores de la inquietud, la sospecha y la tensión, llegaban a envolver a algunos incautos para lanzarse a la conocida aventura.

Porque es el caso que los mineros, en razón de su dura forma de vida y de trabajo, donde el desafío importa muchas veces mirar de frente a la misma muerte, convencidos del abuso incalificable que entrañaba la amenaza difundida, con la resolución que los caracteriza, dispusieron de inmediato defenderse contra los invisibles intrusos y aventureros, a fin de no dejarse sorprender. Y lo hicieron con tal celo, presteza y sentido de solidaridad, que las faenas mismas se resintieron de ello, ya que se organizaron para montar guardias nocturnas en turnos sucesivos, medida que, sin pretenderlo ni desearlo, produjo el contagio de un nerviosismo creciente que abarcó a todas las familias en todas las faenas.

Defenderemos nuestro trabajo.

¿Qué me dijeron los rudos y esforzados mineros de Andacollo? El Sindicato Industrial Obrero de las faenas Luis Zepeda, me señaló cosas como las siguientes:

Nosotros, Senador, producimos nuestros minerales sin distinción de colores políticos; nuestra meta es trabajar y producir, viviendo de nuestro trabajo. Ahora estamos sin poder cumplir, desde el viernes, porque estamos haciendo turnos para rechazar a los que pretendan venir a hacernos tomas.

Nosotros, como trabajadores, no tenemos en la actualidad motivos para conflictos. Si alguna vez los tenemos -como a veces los hemos tenido-, la situación es del todo diferente y nosotros sabemos cómo defendernos y lo que debemos hacer. Pero no permitiremos que algunos afuerinos bien pagados, aventureros y que no saben lo que aquí se hace, vengan a interrumpir nuestro trabajo que es el pan de nuestras mujeres y de nuestros hijos. Defenderemos las minas sin distinción de faenas, y todos unidos; no se trata de personas, se trata de defender algo que nos interesa a todos y que de alguna forma es de todos nosotros; nadie nos viene a imponer cosas a la fuerza a nosotros, y nadie nos va a asustar...

Estaban presentes el Presidente del Sindicato, don Juan Sapiaín S.; el Secretario, don Rogelio Torrejón Veliz; el Tesorero, don Juan Villalobos Alvarez, y el Director del mismo Sindicato, don Luis Arancibia Bugueño. Además, estuvo presente en esas conversaciones un grupo de trabajadores de las faenas Juvenal Geraldo, y entre ellos, anoté a los mineros Fernando Araya Escorza, Pedro Maluenda Santander, Jorge Rojas Vega, Agustín Olivares Hernández y Carlos Cuevas. Uno de estos últimos mineros quiso dejar establecido lo siguiente: Queremos decir claramente que nuestra actitud no debe ser considerada como una actitud política de ningún lado; estamos defendiendo como mineros algo que nos interesa por igual a todos los mineros.

A los ocho años los niños se codean con la mina.

También sostuve una larga entrevista con los dirigentes del Sindicato Profesional de Empleados de la Sociedad Legal Minera Hermosa. Estaban presentes su presidente, don Alfredo Aguirre A.; el secretario, don Raúl Mena Díaz; los directores del mismo sindicato, señores Guillermo Espinoza Bazaes y Héctor Salinas Marín; el tesorero, don Arturo Rojas Hidalgo, y el delegado del personal, don Luis Contreras Tapia.

Junto con reafirmar todo lo expresado por sus compañeros y por los dirigentes de los pequeños industriales, al mismo tiempo que denunciaban la odiosa tarea que alguna gente venida de afuera para esto estaba realizando, me expresaron algo que aquí quiero repetir, porque creo que, dentro de su sencillez y espontaneidad, representa una lección que muchos chilenos deben oír, sobre todo en las zonas donde no se conoce la forma como el minero trabaja y cómo su nobleza natural lo hace empinarse sobre las limitaciones impuestas por la agresividad del medio. Apunté la siguiente observación: Aquí, usted sabe, señor Senador, los niños se acostumbran desde los ocho años a codearse con la mina y en ella empiezan a esa edad a trabajar de algún modo más o menos informal; en su juventud, se incorporan plenamente a la faena y perseveran en ella cuando son ya hombres maduros; y cuando están viejos y no pueden realizar por sus años la tarea verdadera del minero, vuelven a convertirse en niños y a trabajar un poco informalmente en ella llevando las viandas a sus compañeros hasta los frentes de laboreo...

Respondiendo a mis preguntas, ellos me expresaron, sin reservas, que también estaban dispuestos, al igual qué los industriales y los obreros, a defender su medio de vida, su fuente de trabajo, y para confirmarlo, me explicaron la forma como estaban, desde el primer momento, incorporados a los turnos de vigilancia.

Agitador barbudo.

A ellos les solicité, más concretamente, que me dijeran si sabían, y hasta donde lo supieran, de dónde había nacido este clima entorpecedor y en extremo peligroso. Me dijeron que estaban en condiciones de afirmar que el primer responsable de todo esto era el funcionario de ENAMI que oficialmente detenta el cargo de Ayudante Técnico Departamental, persona que había llegado a la zona hacía apenas unos seis meses, actuando en el sector minero de Andacollo. Profesionalmente -me expresaron- todos sabemos que este funcionario no realiza tarea alguna que justifique el cargo que aparece sirviendo. Muchos confirmaron lo que un minero dijo con decidida voz: Desde que llegó, lo único que ha hecho es sembrar disensiones, alimentar odios, predicar la violencia, introducir sospechas y despertar innobles rencores. Un dirigente manifestó textualmente: Es un barbudo que anda por todas partes y que es llamado así, el Barbudo, por los trabajadores de todas las minas. Se llama Santiago Graíño, y parece que es extranjero; dicen que colombiano. Tiene un activo colaborador que viene a revolverla también en este sector minero, aunque parece tener menor jerarquía que su compañero; es un funcionario de la SADEMI de Andacollo, de apellido Silva. Hay algunos más que le ayudan, todos funcionarios públicos, como los anteriores, cuyos nombres, señor Presidente, no es del caso citar por ahora.

El tesorero del Sindicato Industrial Obrero de la sociedad legal minera Hermosa y varios otros trabajadores mineros de dicha faena, a quienes abordé en la propia mina y en plena labor, fueron categóricos para repudiar todo intento de toma en las minas, agregando también que ellos no tienen problemas con los industriales.

En resumen, estos funcionarios -uno de ellos fue trasladado a la zona de Andacollo hace sólo algunos meses, al igual que otros de sus compañeros, en diversas zonas y actividades del país- están empeñados en una acción cuyos primeros beneficios son la existencia de un clima de incertidumbre, de nerviosismo y resolución de todos los mineros, industriales, obreros y empleados, de resistir toda posible toma. Este clima que está perjudicando a la producción minera que tanto interesa a Chile -según lo reconoce el propio Gobierno, y el Presidente de la República primero que nadie-, ha determinado que todos ellos se organicen para oponerse resueltamente a todo intento de arrebatarles su fuente de vida y de trabajo.

Debo decir con toda franqueza que, por lo menos hasta este momento, los tomadores no se ven; pero existe un peligroso clima de intranquilidad, que puede traer muy malos resultados ante cualquiera provocación o torpeza de alguien. Creo, realmente, que los culpables de este estado de cosas son algunos agitadores disfrazados de funcionarios que, desbordando la disciplina que debe reinar en los Servicios, usan y abusan de la confianza que se les dispensa en su condición de servidores públicos, sembrando sin justificación alguna la agitación, los resentimientos, el odio y las sospechas.

Unidos por encima de intereses partidistas.

Según he podido establecer -y lo he demostrado en esta Sala, con los antecedentes s que traje-, los trabajadores mineros que laboran en las distintas faenas de ese sector, no sólo no se hallan en esta actitud, sino que la rechazan y reprueban con la mayor energía; y, comprendiendo el duro trance por el que atraviesa la minería debido a los altos costos y a las bajas tarifas de compra de la producción -problema al que me referiré en una próxima oportunidad, trayendo también los antecedentes que abonen mis palabras-, sólo desean que se les deje trabajar, reconociendo que, en general, no tienen problemas laborales pendientes con los industriales.

Esos trabajadores, unidos a los industriales mineros y a sus empleados frente a toda posible toma por parte de afuerinos, están dispuestos a defenderse repeliendo todas las agresiones en forma solidaria, de mina en mina, si es necesario, sin eludir el enfrentamiento físico si se pretende arrastrarlos a él.

También es necesario considerar -como ellos lo han dejado establecido- que estos trabajadores mineros, obreros y empleados, hacen una clara diferenciación entre estas pretendidas acciones de tomas artificiales, ajenas a sus intereses y promovidas por afuerinos, y los conflictos que alguna vez pudieran presentarse en cualquier faena y que los determinara a adoptar las medidas que sus intereses les aconsejen, dentro de la ley, los usos y costumbres establecidos en esa clase de trabajo. De la misma manera, los trabajadores mineros, empleados y obreros, al igual que los industriales, desean que la opinión pública sepa que, como ciudadanos chilenos, pertenecen a diversas posiciones y partidos políticos, pero que su actitud y pensamiento unitario en esta materia concreta no entrañan pronunciamiento a favor o en contra del actual Gobierno o de determinadas políticas de éste, ya que sólo representan una actitud solidaria en defensa de la actividad productora que les procura los recursos para subsistir y progresar, a ellos y a sus familias.

Jugando con dinamita minera.

He querido abordar este asunto que, vuelvo a repetir, yo diría que es un hecho curioso si no envolviera amenazas y proyecciones graves. He querido abordarlo, señor Presidente, con entera objetividad, serenidad y altura.

Corresponde al Gobierno saber medir las proyecciones de lo que he expresado en esta sesión, y adoptar todas las medidas que, conjurando los riesgos y amenazas envueltos en la situación planteada, permitan a los mineros continuar laborando en paz y armonía, para bien del país y para su propio beneficio.

Por tanto, pido oficiar a los señores Ministros del Interior y de Minería, acompañándoles mis observaciones, a fin de que se sirvan adoptar todas las urgentes providencias que juzguen atinentes al caso, poniendo término a esta situación y ahogando toda posibilidad de enfrentamiento, porque aquí, cuando se trata de amagar y atropellar a los mineros de Andacollo, no se está jugando con fuego: se está jugando con temeridad irresponsable, con dinamita minera, la misma que llevaron los antepasados que hace noventa y tres años, aproximadamente, atravesaron heroicos la dura pampa de Tarapacá y Antofagasta, en aras de su amor por Chile, alentados por la legendaria chupilca del diablo, portando el corvo minero en la diestra y la dinamita minera en la izquierda, dinamita que hoy sirve para descubrir en las minas el filón del progreso chileno.

El señor AGUIRRE DOOLAN.-

El Comité de Izquierda Radical adhiere a las expresiones del Honorable señor Noemi, y se suma a la petición del señor Senador, que representa brillantemente a las provincias de Coquimbo y Atacama.

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