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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 66
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1972
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Intervención
AGRESION A CARABINEROS EN CONCEPCION.

Autores

El señor PABLO.-

Señor Presidente: Deseo referirme en esta oportunidad a los luctuosos sucesos ocurridos en la ciudad de Concepción, que terminaron con el resultado que el país conoce: la muerte del Cabo de Carabineros Exequiel Aroca Cuevas y dos policías heridos: el Cabo José Díaz Sandoval y el Carabinero Luis Ernesto Avila Velásquez, uno de ellos herido de gravedad. Al hacerlo, debo decir desde el comienzo que he sido y soy, como todos los miembros de mi partido, enemigo de los actos de violencia, vengan de donde vinieren, y que si me refiero hoy a un acto de esta índole, injustificado, acaecido en la ciudad de Concepción, es por las proyecciones que tal hecho ha adquirido, fundamentalmente en una zona que tengo el alto honor de representar en el Senado de la República. De ahí que deba aclarar que cualesquiera otros hechos semejantes ocurridos en otras latitudes o en otras partes del país, que han costado la vida a otros hombres del Cuerpo de Carabineros, a campesinos o estudiantes, no son objeto de mi intervención de esta tarde. Me referiré en forma precisa a lo acontecido en la ciudad de Concepción.

El viernes de la semana antepasada, el Partido Demócrata Cristiano solicitó autorización para efectuar una concentración en la ciudad penquista a fin de protestar por las alzas, autorización que fue concedida por la Intendencia de la provincia. El desfile se llevó a efecto en términos que no provocaron daños de ninguna especie, y en él estuvieron presentes, además de los dirigentes del Partido Demócrata Cristiano, los dirigentes del Partido Izquierda Radical.

Para el miércoles 23, el Partido Nacional había solicitado autorización con el propósito de realizar en la misma ciudad un acto semejante, también para protestar por las alzas, y a él había invitado a las demás colectividades que integran la confederación de partidos que están en la Oposición. Pues bien, tal autorización fue denegada por la Intendencia, y de ello nos impusimos oportunamente aquí en Santiago. Lo grave de este hecho fue que el señor Intendente, junto con denegar ese permiso, autorizó en forma verbal, según lo expresa el parte de Carabineros correspondiente, que se realizara otra concentración en la ciudad. El parte respectivo calcula que acudieron a esta concentración aproximadamente cuatro mil personas, dos mil de las cuales venían de la zona del carbón en un tren especial y en quince microbuses pagados por la empresa.

En la sede de nuestro partido recibimos algunos antecedentes acerca de cómo se produjo la venida a la ciudad de los mineros del carbón, por quienes sentimos respeto, pues cuando hemos estado en Coronel o en Lota jamás nos han impedido expresar nuestros puntos de vista, aun cuando puedan haberse producido pequeñas contramanifestaciones; y sabemos bien que esas personas, de trabajo duro y sacrificado, a la postre son respetuosas de las opiniones ajenas.

Sin embargo, en esta ocasión los hechos, según los datos que nos han facilitado personas de nuestra confianza, se habrían producido del siguiente modo. A la salida del segundo turno de la mina, se habría informado a los mineros que el Gobierno estaba a punto de caer, que había manifestaciones en contra de él, que se pretendía devolver la mina a sus antiguos propietarios, y se les invitaba a venir a Concepción; y al personal que iba a entrar al tercer turno se le advirtió que tenía que ir a la concentración y que se le pagarían las horas de trabajo. Se nos informó, además, de que se habrían entregado 50 escudos a cada una de las personas que concurrieron a dicho acto.

Debo advertir también que fue público que la mayoría de los mineros llegaron evidentemente estimulados por el alcohol, porque se les llenaba una cantimplora en Coronel, antes de partir, y en Concepción un camión de la Ilustre Municipalidad de Lota llevaba garrafas de vino con las cuales se les volvían a llenar las cantimploras en la ciudad. Estas informaciones fueron entregadas al partido.

Además, durante la concentración esas personas portaban elementos punzantes y contundentes, los cuales constan en el parte de Carabineros respectivo. Al parecer, se quiso infundir temor en la ciudad con la presencia de esos hombres venidos en tales condiciones, con elementos de trabajo, con piedras incluso, según algunos, afirmaban, con ácidos y otros elementos. A mí no me consta, pero existía esa impresión en el ambiente. O sea, se los había traído con el propósito de amedrentar. Hubo contramanifestaciones de elementos de la Oposición en el centro de la ciudad, que fueron disueltas por los carabineros, según consta en el propio parte mediante bombas lacrimógenas y los carros lanza-agua, vulgarmente denominados guanacos. En general, hubo incidentes de pequeña monta, varios lesionados que se presentaron directamente en, la Asistencia Pública, como también consta en el mismo parte, y que son, por ejemplo: doña Ana Hevia Fuentes, Luis Pérez Medina, Guillermo Vargas Carrillo, Julio Cabrera Hernández, y varios otros más. Hubo también destrozos en la propiedad y se rompieron vidrios; pero, en general, podríamos decir que a las nueve y media de la noche, cuando se retiraron los obreros, no se habían producido mayores problemas en la ciudad. Los grupos empezaron a disolverse, y a eso de las diez de la noche, cuando caminaban hacia el Partido Socialista grupos de manifestantes que habían participado en la concentración, se oyeron en distintas partes de la ciudad ruidos de los que se hacen con las cacerolas y que se repiten más o menos en todo Chile en este instante. Y entonces se produjo el apedreo de edificios y se rompieron vidrios.

Particularmente, quiero referirme a los incidentes que se produjeron a dos cuadras y media aproximadamente de la sede del Partido Socialista, en la esquina de San Martín con Castellón. Ahí apedrearon la casa del señor Fernando Sanhueza, que es funcionario del Banco del Estado. Le rompieron cuatro vidrios. No sé si él había provocado con ruidos o no, pero lo cierto es que - él está autorizado para portar armas - disparó al aire cuatro tiros para amedrentar a las personas que participaban en la concentración, según lo manifestó posteriormente a la policía, la que lo detuvo y lo dejó en libertad. Ello sucedió, según expresó el señor Rafael Medina, Presidente Provincial del Partido Socialista, a una cuadra más allá del trayecto, en que otras personas dispararon; pero no hubo ningún lesionado, ningún herido. Esto está claro. Carabineros informa, sin embargo, que cuando empezaron los apedreos de distintas casas se llamó a la Comisaría de Servicios Especiales pidiendo auxilio, y que llegaron a la calle Chacabuco esquina de Castellón dos buses de Carabineros, los cuales fueron recibidos a pedradas por los manifestantes, como lo expresa el parte. Es más, los buses no se detuvieron, y torcieron hacia la AvenidaVíctor Lamas, para pasar frente a la sede del Partido Socialista. Y poco antes de llegar allí les dispararon dos bombas de fabricación casera que dieron en las puertas laterales de los buses, no sólo rompiendo los vidrios sino sacando de cuajo las rejas de protección que llevan esos vehículos. Como consecuencia de ello, se dieron al personal instrucciones de bajar. Este empezó a descender e inclusive hizo uso de bombas lacrimógenas para disolver a un grupo de cien personas que estaban próximas al lugar en que se encontraban. Estaban prácticamente ya frente al local del Partido Socialista; pero no entraron en el antejardín del Palacio Gidi, que es la sede del Partido Socialista hoy día, ni mucho menos penetraron a la sede misma de dicha colectividad política. Ante esos hechos, desde el interior del Partido Socialista se inició un fuego graneado contra Carabineros, a raíz de lo cual murió el cabo Exequiel Aroca Cuevas y quedaron heridos los dos carabineros a que he hecho referencia y que se encuentran hospitalizados en el Hospital Naval. La sangre fría del jefe de la unidad de Servicios Especiales, don Hugo Valenzuela, impidió que el personal a su mando hiciera uso de sus armas para disparar y contestar el tiroteo que, desde la puerta y el segundo piso del edificio que ocupa el Partido Socialista hacían diversas personas, porque, como lo declaró posteriormente a la prensa, ello habría provocado la muerte de muchos inocentes. Carabineros contaba con autorización para obrar en tal forma, pero - a mi juicio, con mucho tino - no repelió el ataque realizado a mansalva, a traición y sobre seguro.

Más tarde se constituyó en el lugar de los hechos el señor Intendente, quien, de acuerdo con las versiones que nos fueron proporcionadas en la ciudad, ingresó al local del Partido Socialista y salió de él en varias oportunidades, acompañado en cada una de ellas por algunas personas a las cuales introdujo en vehículos de la Intendencia. Posteriormente, se hizo presente el juez militar, quien revisó el lugar sin encontrar armas de fuego en su interior.

Los lamentables incidentes durante los cuales murió un trabajador, el cual por el hecho de llevar uniforme no deja de tener tal calidad, provocaron fuerte indignación en la ciudad. Pero lo que en mayor grado conmovió a todos, aparte el hecho de que se sabía a ciencia cierta que los disparos provinieron del Partido Socialista, fue el hecho de que dicha colectividad política tratara por todos los medios de evadir cualquier responsabilidad en los acontecimientos, y que pretendiera distraer a la opinión pública manifestando que no eran ellos los culpables de los incidentes que toda la provincia lamentaba. Fue así como la declaración del Secretario Regional del Partido Socialista, señor Rafael Merino, que apareció esos días en la prensa, decía: Ahí es donde Carabineros asalta al partido con bombas lacrimógenas. Los compañeros fueron allí golpeados y luego incluso a nosotros (dirigentes socialistas y al propio Intendente comunista Vladimir Chávez) nos trataron muy duro.

A nosotros no nos cabe ninguna duda de que ningún compañero ha disparado.

Ninguno de los que había en la sede del partido portaba armas y eso lo comprobaron los propios Carabineros. De ahí que nadie disparó en contra de Carabineros desde la sede del partido. A la gente que quiso entrar después, se le registró y se encontraron armas, pero los que estaban adentro no tenían armas de fuego.

Sin embargo, tanto Televisión Nacional como los diarios del Partido Socialista imputaron tales hechos a la Derecha, en la cual ahora incluyen a todos los que no militan en los partidos de Gobierno. Por ejemplo, el diario Ultima Hora del 31 de agosto destaca el siguiente titular: Derecha asesinó en Concepción, y más abajo expresa: Estos instigaron el crimen de Concepción. Junto a este último titular aparecen las fotografías de Pablo Rodríguez, organizador, según ese diario, de las bandas fascistas de Patria y Libertad, y de Rafael Moreno, vocero de la violencia derechista e instigador de los hechos de Concepción. La verdad es que el Honorable señor Moreno estuvo en la ciudad hace tres o cuatro meses con motivo de una marcha celebrada en ella, y, como representante ante el Senado de dicha zona, no tengo conocimiento de que haya vuelto a Concepción o que exista alguna concatenación entre él y los hechos producidos.

No bastó eso: el 1º de septiembre el mismo periódico afirma: Comprobado: Derecha mató al Carabinero. Y bajo este titular se expresa lo siguiente: Profunda preocupación ha causado en esferas de Gobierno y de la Unidad Popular, la muerte del Cabo de Carabineros Exequiel Aroca Cuevas, ocurrida en Concepción, cuando elementos fascistas de Patria y Libertad y del Partido Nacional dispararon desde los balcones de sus casas para intimidar y disolver una manifestación de apoyo al Gobierno y al Presidente de la República. Quienes conocemos el lugar donde se produjeron esos hechos, sabemos positivamente que ello no es posible, porque los disparos a que me referí anteriormente se hicieron a tres cuadras del sitio donde cayó el carabinero y sus dos compañeros quedaron heridos, lo que ocurrió frente a la sede del Partido Socialista. Al lado de aquélla está la sede del Partido Izquierda Radical, un edificio de un piso que estaba cerrado desde las seis de la tarde de ese día. A la derecha, bastante alejado, se encuentra un edificio de departamentos. Es muy fácil advertir la dirección de la bala. Detrás está el Liceo Alemán de Concepción, que también se encontraba cerrado desde muy tempranas horas de ese mismo día, y en el cual no había nadie que pudiera haber disparado. De modo que aparece totalmente lógico lo que se había dicho. Carabineros, en su primer radiograma enviado a Santiago, declaró concretamente que las balas procedieron de la sede del Partido Socialista. Dicho radiograma, textualmente dice: 22.20 horas. Ante numerosas llamadas telefónicas, los dispositivos de seguridad concurren a Castellón y se dirigen hacia Víctor Lamas, persiguiendo a grupos de jóvenes que huyen, y luego atacan a carabineros.

Desde el segundo piso y desde la puerta de la sede del Partido Socialista, en Castellón 48, disparan hombres con casco amarillo contra el personal cuando bajan del bus 16, de cargo de la Décima Comisaría de Servicios Especiales, que ya había sido atacado al pasar por diversos proyectiles metálicos y bombas de fabricación casera. Resultó herido el personal..., etcétera.

Después de la declaración del Partido Socialista, en la cual imputa la responsabilidad de los hechos a las colectividades de Derecha, como suelen denominarlas, y además de ellas a grupos de ultraderecha, el viernes primero de septiembre aparece una declaración del Comando Provincial de la Unidad Popular que hace causa común con el Partido Socialista y le ratifica su apoyo moral en esa circunstancia. En ella se dice: La Unidad Popular declara enfáticamente que ninguno de sus militantes y simpatizantes tuvo participación directa o indirecta en este atentado. La Unidad Popular solidariza, por tanto, con el Partido Socialista, punto de mira al cual se han dirigido los reaccionarios para tergiversar la información al pueblo sobre este doloroso suceso.

Es decir, la Unidad Popular hace causa común con tales hechos, y no se tiene la valentía moral de reconocer de dónde provinieron los disparos, quiénes los ejecutaron ; porque si una colectividad deplora la muerte de un carabinero y elementos irresponsables de sus filas procedieron a hacer fuego en contra de los integrantes del cuerpo policial, a mansalva, traición y sobre seguro, es evidente que el deber de ese partido es ayudar a la investigación policial y judicial que debe practicarse, con el objeto de establecer quiénes fueron los responsables, y no transformarse en encubridor de los autores de esos hechos.

En las declaraciones de los distintos jefes de Carabineros está expresado claramente que su personal no ingresó a la sede del Partido Socialista, y que hubo sólo una escaramuza frente al local de esa colectividad cuando empezaban a bajar del autobús, momento en que lanzaron bombas lacrimógenas para dispersar a quienes atentaban en contra de los vehículos en que ellos viajaban.

Ahora bien, fue tal la confusión que se produjo a raíz de ello, que el jefe de la Comisaría de Servicios Especiales, Mayor Hugo Valenzuela, hizo una detallada declaración sobre los hechos acontecidos, la que, junto con el radiograma enviado a Santiago por Carabineros, solicito que se inserten en la versión de mi discurso a fin de que sean conocidos por la opinión pública.

El señor PAPIC (Vicepresidente).-

Oportunamente se solicitará el acuerdo de la Sala para acceder a la petición de Su Señoría.

Los documentos cuya inserción se acuerda más adelante son los siguientes:

A Carabineros no le cabe ninguna duda en torno a la forma en que encontró trágica muerte el cabo Exequiel Aroca. He aquí una versión absolutamente fidedigna de los hechos. Habla el mayor Hugo Valenzuela Osorio, jefe de los Servicios Especiales. (Versión textual de una cinta magnetofónica).

Si bien es cierto que Carabineros ya hizo una declaración oficial de los hechos acaecidos anoche, que costaron la vida al cabo Aroca, debo reafirmar esa versión de Carabineros y decir al mismo tiempo lo siguiente: Estaba a cargo del personal que operó en ese lugar, en el sector de la sede del Partido Socialista, en los momentos en que manifestantes atacaron a la fuerza de Carabineros.

Cumpliendo instrucciones de la Central de Radio, nos constituimos en calle Castellón ante los reclamos de daños que estarían causando esa fracción de manifestantes que desfilaba por la citada calle, en los vidrios de los edificios particulares.

Con los dos dispositivos de servicio, llegamos hasta Castellón con Chacabuco, lugar en que sin haber actuación ninguna de nuestra parte, fuimos recibidos con piedras por los manifestantes que estaban allí. No obstante esta agresión, no dispuse que el personal bajara y continuarnos avanzando con los buses, con la obstrucción que nos ofrecían algunos elementos, a pesar que otros los retiraban.

Cuando estábamos sobrepasando el edificio de la sede del Partido Socialista, un vidrio lateral del bus en que yo viajaba fue roto estrepitosamente. La primera impresión es que fue a través de un explosivo o un disparo, puesto que el vidrio se desintegró totalmente. Avanzamos un poco más y dispuse que se detuviera el bus, lo mismo que hizo el que venía más atrás, para enseguida ambos quedar en línea, comprobando también que el bus posterior tuvo un daño de mayor intensidad en un vidrio, en que incluso el explosivo porque ahí no cabe ninguna duda, el explosivo que fue lanzado contra el bus, rompió el vidrio y las rejas de protección, ambas cosas fueron acompañadas al Tribunal.

Además, junto con encontrar restos de especies explosivas, en el asiento del costado opuesto al vidrio y frente a él se encontraba roto por esquirlas, los hechos están a la vista.

Debido a que seguíamos siendo atacado por piedras, sin haber absolutamente ninguna provocación e intervención de nuestra parte y como se nos precipitaban todos esos manifestantes que habíamos sobrepasado, además salían de la sede otros más, dispuse que se bajara el personal y se colocó a la retaguardia de los buses, haciendo frente a los manifestantes, con la primera intención de tomar algunos detenidos, para establecer quiénes habían sido los causantes de los daños de los vehículos, se nos precipitó encima una poblada de más o menos unas cien personas; lanzamos disuasivos contra los manifestantes que estaban en la calle y quienes huyeron. También lanzamos contra la sede del Partido, con el fin de obligar a los que estaban en el interior a que salieran.

Inmediatamente y simultáneo a la acción de los gases lacrimógenos nuestros que no fueron en gran cantidad, se sintieron los primeros disparos; ante el peligro y el blanco que ofrecíamos, dispuse que nos parapetáramos detrás y al costado de los buses, pero ya tomé conocimiento que habían dos funcionarios heridos; posteriormente tomé conocimiento del otro.

Uno, según la versión que me dio el teniente Espinoza, estaría grave y correspondía al cabo Aroca y fue trasladado rápidamente en dirección a Víctor Lamas.

En vista de la gravedad de los hechos, pedí refuerzos y al mismo tiempo dispuse que nos parapetáramos en los buses, por el blanco que ofrecíamos y evitar un mal mayor y fuéramos a Víctor Lamas.

Se ha pretendido y es sensible tergiversar los hechos. Aquí no se puede decir que no cabe duda, sino que simplemente todos los disparos que nos hicieron, provenían de la sede del Partido Socialista e incluso se identificó a un individuo que parapetado detrás de una columna en la puerta de entrada nos estaba disparando, además de otros que salían y entraban y otros con cascos amarillos que se encontraban no sé si en la terraza o techo del edificio.

Como se nos seguía disparando - fueron más de 10 disparos que nos hicieron - uno de los oficiales, con el fin de reducir esos que estaban sobre el techo, le disparó, antes de retirarnos, un truflayaso, es decir una granada dé largo alcance.

Después de eso, junto con prestarle atención a nuestros lesionados, nos pusimos a cubierto y llegó más personal a ayudarnos. Es totalmente falso lo que se nos ha dicho que personal alguno, que andaban bajo mi mando, hayan ingresado a la sede de ese partido, como es totalmente falso de que nosotros hayamos provocado, ya que tal como le digo y esto lo puede afirmar todo el personal, inmediatamente que llegamos al lugar a la esquina de Chacabuco con Castellón, fuimos recibidos a pedradas, agravándose esta agresión de hecho contra nuestros vehículos, que se nos lanzaran dos explosivos y en este momento en el bus se encontró un pedazo de plomo que nos entregó el chofer que lo estuvo rastreando nuevamente.

La fotografía en que aparecen manchas de sangre, no obedecen a una realidad, es una fotografía prefabricada, ya que ningún funcionario entró a la sede, ni menos al antejardín que lo tiene. Actuamos frente a la casa algunos efectivamente, pero en momento alguno nadie se introdujo allí, incluso por ser más detallista, ni siquiera se llegó al enfrenta-miento cuerpo a cuerpo, de tal manera que eso impidió que tuviéramos detenidos.

Debo agregar más, legalmente estábamos autorizados para usar armas de fuego. Yo me negué y ordené perentoriamente y a grito vivo que por ningún motivo desenfundaran sus armas de fuego. En primer lugar, yo sabía que había una cantidad inmensa de personas dentro de la sede y que con toda seguridad como sucede en estos casos, las víctimas iban a ser los inocentes que nada tenían que ver con la agresión que habíamos sido objeto nosotros, como también corrían riesgo en caso que nosotros hubiésemos hecho uso de nuestras armas, especialmente las automáticas, corrían riesgos las casas vecinas.

Esta versión que le doy, señor periodista, como le dije en un comienzo, obedece esencialmente a la realidad que se vivió anoche. Todo lo contrario es mentira, absoluta mentira. Lesionados no pudo haber habido entre los manifestantes y prueba irrefutable de ello es que llegaron dos ambulancias y no salieron lesionados, en caso de haber habido, ¿no cree usted?

Radiograma de Carabineros de Concepción enviado a la capital.

18.30 horas.- Se inicia en la Plaza Independencia una concentración autorizada verbalmente por el señor Intendente. Se reúnen aproximadamente 4.000 personas, de los cuales unos 2.000 son mineros de Lota y Coronel, trasladados en trenes y microbuses.

19.30 horas.- Grupos dispersos desfilan por las calles de la ciudad portando objetos contundentes y punzantes fáciles de observar a simple vista.

19.40 horas.- En las esquinas de las calles Barros Arana y Aníbal Pinto y en la de Barros Arana y Caupolicán, se reúnen grupos de partidos de oposición que lanzan gritos que pueden llevar al enfrentamiento. Para evitarlo, se procede a disolver los grupos con carros lanza agua.

20.30 horas.- Grupos de partidarios de la Unidad Popular desfilan por calle Frei-re y lanzan piedras a la sede del Partido Nacional. Logran romper vidrios en el primero, segundo y tercer piso del edificio de propiedad particular de Freiré 853, contiguo, sin que se establezca el avalúo de los daños. Una camioneta desconocida cruza por calle Freiré y es atacada a pedradas por los manifestantes. El vehículo resulta con los vidrios quebrados.

Se detiene a Eduardo Spell Escobar, 21 años, soltero, estudiante de periodismo de la Universidad de Concepción, con domicilio en Colo Colo 237, quien se identifica como militantes del MUÍ.

20.30 a 21.15 horas.- Por sus propios medios llegan a la Posta de Primeros Auxilios del Hospital Clínico Regional, Ana Hevia Fuentes, con heridas de diagnóstico leve; Luis Pérez Medina, leve; Guillermo Vergara Carrillo, 29 años, obrero, Las Heras 995, leve; y Julio Cabrera Hernández, 26, obrero, domiciliado en Población Camilo Olavarría, leve, ignorándose en dónde fueron heridos y el origen de las lesiones.

21.30 horas.- Los mineros comienzan a retirarse hacia la Estación de Ferrocarriles del Estado.

22.00 horas.- Comienza en los edificios y domicilios particulares el ruido de ollas.

22.15 horas.- Grupos de militantes de los partidos de la Unidad Popular recorren las calles céntricas, especialmente en el sector Castellón, Tucapel, San Martín, Víctor Lamas, quebrando los vidrios en las casas donde suenan las ollas. Se registran daños en O’Higgins esquina de Salas, cuarto piso, departamento 405, de propiedad de Pedro Zúñiga Sepúlveda. En San Martín esquina de Castellón, cinco vidrios...

22.20 horas.- Ante numerosos llamados telefónicos, los dispositivos de seguridad concurren a Castellón y se dirigen hacia Víctor Lamas, persiguiendo a grupos de jóvenes que huyen, y luego atacan a los carabineros.

Desde el segundo piso y desde la puerta de la sede del Partido Socialista, en Castellón 46, disparan hombres con casco amarillo contra el personal cuando bajan del bus 16, de cargo de la Décima Comisaría de Servicios Especiales, que ya había sido atacado al pasar con diversos proyectiles metálicos y bombas de fabricación casera. Resultó herido el personal que se indica, de la 10ª Comisaría: Cabo Exequiel Aroca Cuevas, 39 años, casado, 7 cargas, grado 8, tercer quinquenio, domiciliado en población Del Río, casa 11, Chillancito, con 16 años, seis meses, 29 días de servicio, herido de bala en el cuello. Fallece en el trayecto al hospital a las 22.25 horas.

Cabo José Díaz Sandoval, 29 años, casado, dos cargas, grado 9, primer quinquenio, domiciliado en población Progreso, pasaje 6 sin número, Chiguayante, con 7 años, un mes, 14 días de servicio en la Institución, herido en el brazo derecho, con fractura del húmero, grave. Carabinero Luis Ernesto Avila Velásquez, 30 años, casado, seis cargas, grado 9, primer quinquenio, domiciliado en población Municipal, calle Daniel Vergara 1040, de Tomé, con seis años, cuatro meses, 29 días de servicio, fractura de la pierna izquierda, grave. Los dos últimos fueron atendidos en el Hospital Clínico Regional y posteriormente trasladados al Hospital Naval de Talcahuano.

Se hace presente que al pasar los dos buses frente a la sede del Partido Socialista, antes de producirse la agresión a bala, del mismo local fueron lanzados dos artefactos detonantes que destruyeron la malla metálica protectora y un vidrio del bus 17 y en el bus 16. Se lanzaron disuasivos químicos al antejardín para desalojar a los tiradores emboscados.

Carabineros bloqueó las esquinas de Chacabuco y Víctor Lamas de calle Castellón y detuvo a Alejandro Moncada Jara; Juan Raggio Cubillos, Miguel Angel Torres Pérez, Germán Saavedra Roa, Sady González Rosa, José Alito Muñoz Marabolí, Pedro Segundo Aguilera Flores, Cécil Patricio Troncoso Muñoz, quienes trataron de huir desde la sede del PS hacia Víctor Lamas.

Por desorden fueron detenidos Octavio Fuentes Contardo, José Daniel Toledo Toledo, José Adelino Oíate Toloza, Javier Rivera Rivera y Pedro Segundo Apablaza Guevara.

Respecto a este último, el radiograma oficial indica que se trata de un chofer, soltero, de 23 años, domiciliado en Cerro Verde Alto 8, Penco, militante del PC, quien viajaba en el jeep de la Gobernación de Talcahuano, que conducía el gobernador subrogante Carlos Erias. En el interior del vehículo, al efectuarse el registro y allanamiento, encontraron una pistola Eibar, española, calibre 6,35, con nueve cartuchos en el cargador y que ninguno reconoció de su propiedad.

Antes de los incidentes y por desórdenes, se detuvo a Jaime Luis Aguayo Aguilera, 18 años, estudiante de Talcahuano, militante del FER. Estaba herido y fue atendido en el Hospital Clínico Regional. A Alexei Yácar Siegler, 20, soltero, estudiante de Economía, internado con lesiones menos graves, quien había llegado por sus medios al cuartel de la Cuarta Comisaría.

22.20 horas.- Concurrió por sus medios al Hospital Clínico Regional, Pascual Rojas Meza, 16 años, con traumatismo encefalocraneano simple. Se ignora el origen de la lesión.

Tal es el texto de la comunicación oficial de Carabineros.

El señor PABLO.-

Así estaban las cosas cuando llegó el día del sepelio. Era el viernes, a las 4 de la tarde.

En compañía del Honorable señor Aguirre Doolan habíamos visitado ese mismo día en la mañana a los jefes de Carabineros para expresar nuestras condolencias. Además, nos entrevistamos con el Jefe de Plaza General Evaldo Rodríguez, bajo cuyo mando están ahora todas las fuerzas policiales, militares y de Investigaciones en Concepción, a fin de imponernos de los hechos en detalle, toda vez que no nos apersonábamos a la Intendencia, por considerar que a ésta cabía responsabilidad moral en los incidentes ocurridos en Concepción. En esa oportunidad, preguntamos al Jefe de la Plaza quiénes harían uso de la palabra en el cementerio, y se nos contestó que sólo intervendrían dos personas, en nombre del Cuerpo de Carabineros: el MayorHugo Valenzuela, en representación de la Jefatura y un compañero de armas del carabinero muerto. Se nos dijo también que el alcalde de la ciudad había solicitado autorización para hablar en esa ocasión, pero que no se le concedió, porque no se quería que el acto tuviera carácter político.

Debo advertir que en la ciudad había consenso en cuanto a la responsabilidad de elementos de Gobierno en los hechos producidos. La viuda - supongo que alguna intervención le cabrá en las honras fúnebres de su esposo, por muy modesta que ella sea - y su familia manifestaron públicamente que no deseaban la participación del Intendente de la provincia en el sepelio. Todavía más, el Ministro del Interior citó a un cuñado de la víctima a que concurriera al local de la Intendencia, pero éste se negó a asistir. En consecuencia, era bastante claro el ambiente que reinaba de repulsa a la acción de los elementos de Gobierno. Sin embargo, se adoptó la determinación de que concurrieran a presidir las honras fúnebres el señor Ministro del Interior y el Intendente de la provincia, a tomar el ataúd y portarlo y hacer las veces de anfitriones en representación de la familia del carabinero fallecido, la cual repudiaba su presencia en el cementerio. Desde que se asomaron a la Plaza Independencia, la gente que se encontraba agolpada allí por millares irrumpió al unísono en manifestaciones de repudio, a insultarlos, a gritarles asesinos y a tirarles monedas y piedras. De esa manera entraron a la Catedral, en cuyo interior me encontraba y donde por primera vez escuché términos parecidos. Cuando pasaron a tomar asiento, un grupo numeroso que se encontraba al fondo del templo comenzó a entonar la Canción Nacional, la cual terminó siendo coreada por todo el público asistente. Una vez terminada la ceremonia religiosa, tomaron la urna y, al salir a la calle, nuevamente empezó el ronco rumor de la gente que protestaba de este hecho. Los gritos de asesinos se hicieron oír otra vez. La gente se sentía provocada por este hecho, y durante todo el trayecto, desde la salida, desde las puertas de la Catedral hasta el camposanto, vimos llover piedras y monedas, oímos insultos proferidos desde edificios públicos, municipales y particulares. Una vez en el cementerio, cuando iban a empezar los discursos me encontraba a una distancia no mayor de dos metros desde el lugar donde hablarían los oradores, muchas personas nos preguntaron: ¿Intervendrá el Ministro? Nosotros contestamos: No. No va a hablar. Ese fue el acuerdo oficial a que se llegó esta mañana. Sin embargo, cuando terminaba de hacer uso de la palabra el segundo de los oradores, vimos avanzar al señor Ministro con el deseo de intervenir. Sabiendo lo que se venía encima, dada la indignación que existía, como lo habíamos visto en el camino, y porque no era indispensable que hiciera uso de la palabra el señor Suárez, lo que encontraba desatinado, le dije en alta voz: No provoque, señor Ministro. Pero él trató de hacer uso de la palabra. Y en el momento en que comenzaba a hablar por un altavoz, empezaron nuevamente los griteríos que habíamos escuchado en todo el trayecto. Incluso voló una piedra que pasó rozándomey que, si bien no dio al Ministro, sí le llegó a un cameraman del Canal 13 de Santiago.

Los diarios han dicho que el Honorable señor Bulnes trataba de apaciguar los ánimos. Pero el señor Senador estaba muy cerca de mí y guardó silencio, como yo, cuando vinieron los insultos. Traté de prevenir al Ministro señalándole que me parecía imprudente lo que quería hacer en esos instantes, porque, se quiera o no se quiera, lo cierto es que él es militante del Partido Socialista y, se quiera o no se quiera, ese partido negaba un hecho que era evidente en toda la ciudad, ratificado por los testigos que presenciaron los hechos: que las balas habían provenido de la sede de esa colectividad. Además, se quisiera o no se quisiera, con razón o sin ella, se culpaba al Intendente de haber autorizado verbalmente una concentración que había culminado con estos hechos. Por otra parte, él había estado en la sede del partido y sabíamos - por lo menos en el público existía ese ambiente - que se trataba de encubrir a los responsables. Si el Partido Socialista hubiera asumido su responsabilidad por un hecho que no podía negar, ya que se habían encontrado las vainillas de calibre 44 en la sede, correspondientes a las municiones que dieron muerte al carabinero Aroca Cuevas, según el resultado de la autopsia, y hubiese entregado a la justicia a los culpables en vez de encubrirlos, habría ganado el respeto general de la ciudadanía. Pero, en estas circunstancias, se han hecho acreedores a un repudio total.

Tengo aquí una declaración formulada por las esposas de los carabineros, que se publicó en la prensa de la zona y que no ha sido desmentida hasta ahora. Solicito que se inserte dicha declaración en el texto de mi discurso para no verme obligado a reproducirla. Oportunamente la haré llegar a la Mesa.

El señor PAPIC (Vicepresidente).-

La petición de Su Señoría quedará pendiente para cuando haya quórum de votación.

El documento cuya inserción se acuerda más adelante es el siguiente:

Señor Director

Diario El Sur.

Presente.

Ante el lamentable deceso de un carabinero a manos de las hordas matonescas y despreciables de los militantes de la Unidad Popular ocurrido en Concepción el 30 del presente, las esposas de estos servidores del Estado chileno nos vemos en la obligación de hacer pública nuestra más enérgica protesta, pensando en cuál de nosotras será la próxima viuda y cuántos niños más quedarán huérfanos y más aún al ver la pasividad con que observan los abusos de cada día nuestro glorioso Ejército y las Fuerzas Armadas en general. ¿O es que la vida de los carabineros a contrata no vale nada? ¿O solamente si el caso ocurriera a la Plana Mayor o a uno de los más altos jefes de ellos, entonces abrirían los ojos y se decidirían a actuar?

Consideramos que el mayor culpable de los hechos de Concepción es el señor Intendente, que con su política sectaria y abusiva ampara a los únicos privilegiados de este régimen, es decir, a la UP, que pueden hacer, decir y matar impunemente al margen de la ley, que sólo la respetan cuando ésta les conviene y que se sientan en ella cuando les es contraria.

Exigimos al compañero Presidente que nos dé una explicación por el Menticiero de la TV Nacional y diga qué garantías y seguridad les da a las esposas e hijos de estos funcionarios, que a diario exponen su vida por mantener y resguardar el orden público y la propiedad privada.

Le confesamos, señor Director, que antes, cuando este Gobierno era oposición, leíamos con interés su diario Clarín, porque sabemos que la labor de la oposición es desenmascarar a los mentirosos, que se enriquecen a costa del sufrido pueblo, es por eso que ahora leemos Tribuna, porque sabemos que no miente, refiriéndonos a los diarios de Santiago.

Agradecemos la publicación de esta carta, tal como está redactada y les deseamos a los señores del Gobierno popular felices sueños y tranquilidad de conciencia, y que pasen unas felices Fiestas Patrias, igual que los familiares del carabinero Aroca (Q.E.P.D.).

Atentamente, esposas de Carabineros de Concepción.

El señor PABLO.-

En esa declaración, las mujeres de los carabineros responsabilizan directamente al Gobierno de lo ocurrido.

Después del funeral, en la noche, tuve oportunidad de estar en casa de la esposa del cabo Aroca Cuevas, con quien conversé. Sin duda, esta mujer estaba golpeada por los acontecimientos. Es madre de cinco hijos, más otro que aportó el difunto al matrimonio. Todos son muchachos de tierna edad. Pues bien, ella me decía, con la pena reflejada en sus ojos: Si en vez de ser un cabo de tropa, el muerto hubiese sido un oficial, ¿se habrían encontrado de inmediato los responsables? ¿Se habría disparado o no en contra de los demás? Estoy convencido de que la viuda no quería la muerte de quienes estaban dentro del Partido Socialista. Pero sí se sentía amargada de ver que los hombres ejes del partido de Gobierno, en vez de buscar una solución a su drama, a su problema, estaban tratando de evadir sus responsabilidades. Aquella mujer sentía indignación y, realmente, llegaba a conmover.

También protestó el Cuerpo de Carabineros en su totalidad por lo sucedido. Porque, ¿qué otra explicación podría tener lo que narraré a continuación? Como el MinistroJaime Suárez no pudo hablar en el cementerio, trató de pronunciar su fallido discurso en la Prefectura de Concepción. Llegó acompañado del General Inspector de la Cuarta Zona de Carabineros, Jorge Urrutia Quintana, y recibió en la puerta los honores de reglamento. Sin detenerse, avanzó hasta el patio donde estaban formados los carabineros enviados en representación de las diez unidades de la Prefectura 18, de Concepción. Allí, saludó a la tropa con un Buenos días, carabineros que no tuvo respuesta alguna.

Previa una corta introducción del general Jorge Urrutia, Jaime Suárez procedió a leer ante la formación su alocución de despedida a Exequiel Aroca Cuevas. Tan pronto terminó, volvió a repetir el Buenos días, carabineros y se retiró, exactamente a las diez y media por calle Salas en dirección a San Martín, para regresar a las oficinas de la jefatura policial. En el aire quedó vibrando la despedida ministerial que, por segunda vez en menos de quince minutos, respondió el silencio policial.

Lo que leí es una información aparecida hace dos días en el diario El Sur, que tampoco ha sido rectificada.

El señor TEITELBOIM.-

¿Me permite una interrupción?

El señor PABLO.-

Sí, señor Senador.

El señor TEITELBOIM.-

Su Señoría hace alusión a un hecho, y para que el cuadro de este hecho tan grave quede completo todo depende del señor Senador, porque yo no puedo pedirlo, le rogaría que solicitara insertar también el texto de las expresiones de repudio de la jefatura superior de Carabineros por las profanaciones de las iglesias y el cementerio, en que también se lamenta la falta de consideración a las más elementales normas de respeto al mártir, ya que se llegó al extremo inaudito de hacer estas manifestaciones provocativas y políticas dentro de la iglesia pentecostal y durante el sepelio.

El señor PABLO.-

No sé si en la iglesia pentecostal sucedió lo que dice el señor Senador, pues yo estuve en la Catedral de Concepción. Realmente me extraña la información de Su Señoría, porque en los diarios no me ha tocado leer nada sobre este particular. De haber habido repudio de parte de esa jefatura, el momento de plantearlo fue el del sepelio mismo, porque el Ministro estuvo rodeado de altos oficiales, ninguno de los cuales se movió del lugar donde estaba ni hizo gesto alguno. No hubo censura de su parte. También estaban al lado del Ministro los jefes de las Fuerzas Armadas. La verdad es que todos, en el fondo, lamentábamos el hecho, pero, en realidad, por las razones expresadas, la intervención del Ministro era una provocación.

Por otra parte, creo que en alguna medida los dirigentes de la Unidad Popular han debido sentir la responsabilidad que pesa sobre hombres de sus filas. ¿Por qué razón, si no, estuvieron ausentes del acto los parlamentarios y dirigentes políticos de la Unidad Popular? En cambio, sí estaban allí los de los otros partidos. Estábamos allí tres Senadores.

El señor TEITELBOIM.-

¿No estaba presente el Ministro del Interior?

El señor PABLO.-

Sí, estaba presente, pero haciendo de tripas corazón, por tener que asumir una responsabilidad muy grande. Pero insisto en que su presencia fue una falta de tacto político, porque los deudos del difunto le habían expresado su deseo de que no concurriera, de que, fundamentalmente, no se hiciera presente el Intendente de la provincia. Sin embargo, estas autoridades de Gobierno fueron, por lo que, a mi juicio, en alguna medida provocaron los incidentes a que he hecho referencia.

El señor TEITELBOIM.-

Por un lado, Su Señoría reclama de la ausencia de gente de Gobierno y, por otro, reclama de su presencia. No lo entiendo.

El señor PABLO.-

Es lógico que Su Señoría no lo pueda entender en estos instantes. Pero es muy claro lo que estoy explicando. Digo que los hombres de Gobierno en cierta medida se sienten responsables, pues de lo contrario habrían concurrido al acto.

¿Cuántas veces, con motivo de sucesos policiales o de accidentes, como explosiones de gas en las minas, hemos concurrido, Senadores de todos los partidos a los funerales de las víctimas? ¿Cuántas veces estuve con el Honorable señor Luis Corvalán, cuando él representaba la misma Agrupación que yo, en los hogares de los mineros de Curanilahue, por ejemplo, para expresar nuestras condolencias a los deudos de quienes sufrieron una tragedia y llevarles alguna ayuda? Muchas veces. Que yo recuerde, ésta es la única ocasión en que, en un acto de esta especie, hayan estado ausentes dirigentes de algunos partidos políticos. A mi modo de ver, ello se debe a que, en alguna medida, éstos sienten pesar sobre sus hombros la responsabilidad que la ciudad entera les ha achacado.

Por eso, no quise dejar pasar esta ocasión no sólo para expresar aquí mis puntos de vista sobre el particular, sino por considerar que estamos en presencia de una actitud de gran cobardía moral de un partido que merece el enjuiciamiento nacional, como es el Partido Socialista, que tiene dentro de sus filas grupos armados, como el país lo sabe muy bien, con afinidades, e incluso con doble militancia, con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria; que tiene en su seno grupos que piensan que la violencia es el signo de la revolución, que la violencia es la barricada y que si no disparan ni provocan hechos de sangre, sus charreteras de revolucionarios sufren una disminución.

Resulta curioso que hombres de Gobierno o que apoyan al Gobierno disparen contra miembros de una institución que está precisamente para proteger a ese Gobierno, como lo ha hecho hasta el presente. Resulta curioso que hayan atacado a un Cuerpo que en la tarde de ese día había dispersado en las calles a grupos de Oposición, como se dice expresamente en el parte policial y como lo señalan nuestros compañeros de partido. Resulta curioso, en fin, que se ataque a Carabineros por el solo hecho de tener que reprimir, también, al llamado de los vecinos, los atentados que estaban cometiendo contra casas de particulares grupos de elementos exaltados. Aún más, ni siquiera hubo un enfrenamiento entre los carabineros que iban en el bus con los grupos que estaban en la calle. Sólo se hicieron presentes. No obstante, los funcionarios policiales fueron objeto de un tratamiento soez en público, y la Unidad Popular solidariza con quienes los atacaron al señalar que no aceptaría ni toleraría actuaciones de esta especie. En vez de protestar por la muerte del cabo de Carabineros, los partidos de Gobierno aprovecharon la oportunidad para protestar de la actuación de las fuerzas de orden.

Me parece que la Unidad Popular está incurriendo en un grave error. Cree que ejercer el Poder Ejecutivo equivale a ser dueño y señor del país, considerando a los demás como sus sirvientes y transformando a Carabineros en un cuerpo al servicio del Gobierno de turno para apalear a quienes no están de acuerdo con él y para proteger a sus partidarios, cualesquiera que sean los desmanes en que incurran.

De eso acusamos al Partido Socialista: de su irresponsabilidad revolucionaria, de la violencia que se ha entronizado en sus filas. Cuando algunos de sus militantes hablan de paz y repudian los grupos sediciosos, yo digo que la principal sedición, que incluso puede llevar al derrocamiento del Presidente Allende, está en sus propias filas. Le están provocando problemas muy grandes en el orden interno y externo. Ese partido no está cumpliendo con la responsabilidad que le corresponde como grupo eje de un Gobierno. Ese partido está entregado a un infantilismo político que no puede conducir al país a ninguna parte. Ese partido, si es marxista-leninista, por lo menos debería tener un concepto científico de los hechos.

Los socialistas hablan del imperialismo. Creo que el imperialismo existe aquí, tal como existía en Checoslovaquia y Hungría. Pero si el imperialismo existe, deberían también tener más cuidado con su propio país. Esto es bueno decirlo. No creo que los comunistas o socialistas, o los marxistas en general, no quieran actuar acordes con su doctrina y no deseen imponer en Chile la dictadura del proletariado. Está dentro de su programa, pero en política hay que ser también consecuente con las posiciones en que se está ubicado.

¿A cuántos kilómetros nos encontramos de la metrópoli del marxismo? A 20.000 kilómetros de Moscú. ¿Qué países nos rodean? ¿Aquellos que van a tener con el nuestro solidaridad revolucionaria, usando las expresiones que empleó en Talca el Secretario General del Partido Socialista? ¿O es que tales naciones, a propósito de las cuales se dijo que terminarían las fronteras ideológicas sustentadas por la doctrina Johnson, tendrían derecho a transformarse, de la noche a la mañana, en solidarias entre sí desde el punto de vista ideológico y arremeter contra Chile? ¿Acaso nuestra geopolítica es idéntica a la de Cuba, país que, por ser una isla y estar rodeado de agua, puede ser atacado exclusivamente por los Estados Unidos - para que no constituya peligro - y no por los países que lo rodean? ¿Es ésa la situación de Chile? ¿Adónde quieren conducirnos? ¿Qué buscan?

¡Si siquiera fueran lógicos y leyeran al Che Guevara! Hace algunas semanas tuve oportunidad de leer un libro sobre el hombre, el socialismo y Cuba, escrito por el Che Guevara. En él nos dice que si no hay una, revolución total en América Latina, se van a crear problemas muy graves a los países que intenten llevar adelante un régimen socialista al estilo cubano; que surgirán problemas fronterizos, económicos y de todo tipo.

El problema económico no es el que más me preocupa, en primer lugar, porque la estructura de la sociedad a que aspira mi partido se puede alcanzar en cualquier lugar. No serán los bienes, en definitiva, los que van a determinar la construcción de una nueva sociedad; pero sí nos interesa el respeto a la persona y dignidad del hombre. Y, lo que es más, también nos preocupa que se ponga en peligro la propia seguridad nacional. Esto es lo que me lleva a acusar a ese partido.

Yo acuso al Partido Socialista de Chile de ser una colectividad que le crea, en la hora actual, grandes problemas al Ejecutivo. Lo acusó de ser antidemocrático en sus procedimientos, aunque en tal juicio no abarco a la generalidad de sus militantes; pero sí dentro de sus filas hay gente, en mayoría suficiente, como para crear esa fisonomía ante el país. Lo acuso de irresponsabilidad en los acontecimientos de Concepción, porque ha ayudado - en alguna medida en que de ellos depende - a evitar que se esclarezcan los hechos y que se ubique a los responsables directos de los mismos. Yo acuso de antipatriotas a quienes, so pretexto de la solidaridad revolucionaria, lo único que buscan es desatar la violencia en las calles de Chile, porque a esa violencia vendrá otra, porque la violencia engendra la violencia: los extremistas de Izquierda alimentan a los extremistas de Derecha y a la inversa, los extremistas de Derecha alimentan a los extremistas de Izquierda. Y este país, que por vocación es una república democrática y que puede tolerar cambios dentro del régimen de libertad, cualquiera que sean nuestras querellas, está siendo llevado como un barco al garete, porque no hay autoridad suficiente para decir cuál es el rumbo y no la hay para romper con aquellos que contravienen las órdenes impartidas en los discursos que se pronuncian en las altas esferas, con lo que, a la postre, se dislocan las bases institucionales de la república.

Por eso he querido protestar esta tarde en el seno de esta Corporación.

El Honorable señor Morales Adriasola me ha pedido una interrupción.

¿Cuántos minutos quedan?

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